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Quizás te preguntan por algo pendiente, como tu propia felicidad, y
preferís no responder porque no hiciste nada al respecto. Es tu
obligación trabajar y mover la doble o triple capacidad que tenés para
estar bien.
¿Creés que te merecés ser feliz? ¿Te lo merecés en serio? Esta es una pregunta clave y la respuesta,
lamentablemente, no es obvia. No todos podrán contestar afirmativamente. La mayoría de las
personas que sienten que no pueden o no logran ser felices viven en esa situación porque lo que en
realidad creen es que no merecen ser felices. No importa cuántos buenos intentos realicen, No
importa cuántas ganas tengan. No logran ser felices porque están atrapadas en esa convicción de
muerte, en ese error que apenas les permite respirar.
Y no se trata de casos aislados. Todo lo contrario. En la sociedad en que vivimos, nadie ha sido
educado para ser feliz. Pensá con qué mensajes fuiste educado. Observá cómo aún hoy se educa a
los niños inculcándoles que tienen que ser alguien en la vida. Ese ser alguien se relaciona con un
título, con una profesión, con una posición social y económica.
No se relaciona con la necesidad de ser feliz. Se relaciona con tener y no con ser. Con hacer y no con
realizarse. Nunca nos dicen “tenés que entender quién sos, tenés que descubrir para qué estás aquí,
tenés que hacer lo que viniste a hacer, tenés que ser feliz”.
Somos seres humanos, somos seres divinos, estamos en el planeta para un destino de gloria. Pero,
cuando no nos explican esto –y es lo que sucede habitualmente- vivimos con la autoestima baja,
vivimos con fobias y miedos, deambulamos patéticamente como una hoja sacudida por el viento; y
creemos que si hoy nos quieren la vida tiene sentido y si mañana dejan de querernos, no vale la
pena vivir. Y así, sos un eterno discapacitado emocional.
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Vivís dependiendo del estímulo externo; necesitás que te quieran, que te acepten, que piensen bien
de vos para que tu propia vida pueda seguir adelante. Nadie puede ser feliz de ese modo. Sólo
cuando logras entender definitivamente quién sos, ese tesoro, como lo definió Jesús: “chispas
divinas creadas a imagen y semejanza del Padre”, podés comprender tu derecho a ser feliz. Sai Baba
nos dice que la autoestima real, no es el orgullo, es la comprensión de quiénes somos.
Cuando logramos asumir que somos seres divinos, entonces comprendemos que la felicidad es
nuestro derecho, comprendemos que la felicidad es nuestra naturaleza y nuestro destino.
CUENTO
Una tarde, Rabiya —una famosa mística sufí— estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña
choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose,
y le preguntaron:
—¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando?
Ella contestó:
—Se me ha perdido la aguja.
La gente dijo:
—Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde
se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande y la aguja pequeña. Si sabemos exactamente
dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla.
Rabiya contestó:
—Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa.
La gente se echó a reír y dijo:
—¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos
buscando en la calle?
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Rabiya replicó:
—Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz.
La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo:
—¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os
empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental:
«¿Dónde la has perdido?». Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla
y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior: hay un poco más de luz.
Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden
hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y
lo digo por experiencia propia. Yo también he buscado fuera durante muchas, muchas vidas, y el día
que miré dentro me llevé una sorpresa. No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado
dentro.
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Cuando me comentan: “Mi marido es un tipo deshonesto, infiel y agresivo” yo suelo contestar
mediante otra pregunta: “¿Y vos, cómo sos?”. Por lo general me contestan que no poseen ninguna
de esas características.
En lo personal pienso que no le muestran externamente porque prefieren adoptar el rol de
víctimas atraída por victimarios, sin considerar que fue su grado de adormecimiento lo que las
condujo a acompañar el distorsionado modo de conducirse de su pareja.
Así que si uno viene conformando una relación con particularidades del estilo,significa que su
estado de ignorancia así lo requirió, aceptando que hasta el momento ambos fueron hechos el uno
para el otro.
Ahora, si logra cambiar el enfoque y salirse del encierro mental, habrá evolucionado, se habrá
embellecido, y su estado le impedirá permanecer junto a una persona así. E incluso se dejaría guiar
por la propia luz: escogería un nuevo camino a transitar, recargando su brújula interior e iniciando
un flamante rumbo.
Si tuviste un día complicado, esquivo,chivo, tenés que pensar que tu existencia es para disfrutar sin
perder ni un segundo. Sentí la vida, disfrutala, viajala, sacate el rencor.
Durante unos minutos decí en voz baja o alta, como te sientas mejor: “Te perdono”.
Decile a esa persona todo lo que sentís. Escribilo también si tenés ganas.
La idea es liberar el dolor.
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Tratá de visualizar a una persona divina que vino a enseñarte algo. Ese otro que te dañó, es en
realidad un maestro de vida.
Perdoná y limpiá tu corazón de odio, de venganzas, de resentimientos, rencores e iracundias. Cuesta
un poquito, pero el resultado es maravilloso: un día te despertás y descubrís que esa pantalla mental
está vacía.
Yo vengo de un hogar peronista. ¿Vieron que ahora todos son peronistas? Mi abuela fue la primera
mujer diputada en la época de Eva Perón. Era una locura que no pudiese votar la mujer, era una
costilla del hombre. Entonces mi hogar es un hogar de los huesos de Perón.
Yo soy el único no muy politizado de la familia aunque con la idea de justicia social con la que fui
criado. Trato de hablar de unión y respeto dentro de la diversidad. No me enfoco en una causa
política porque obviamente te ganarías la envidia, el enojo y el resentimiento de la audiencia que
me sigue y es muy amplia. Yo me siento el gobernante de mi propia historia.
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Igual sabemos que el inconsciente colectivo del argentino vota, a quien tiene que votar y por eso
estamos viviendo los horrores que estamos viviendo. No trato de hacer de la política una campaña.
Estoy en C5N, donde jamás me presionan. Me dejan expresar con absoluta libertad y amor.
Cuando el gobierno impidió una y otra vez que se abriera una cuenta para depositar el dinero de los
sueldos de los empleados, lo que perjudicaba cruelmente a 400 familias, sí me expresé en mi ciclo
diciendo: “Presidente Macri no se ganan las elecciones cerrando la posibilidad de que un medio
opositor, se exprese, se gana las elecciones con la economía”.
Este me parece un gobierno nefasto y espantoso desde lo económico, pero eso jamás me generaría
odio y rencor. La gente debe votar por sus convicciones. Si sienten que este gobierno los representa
tienen que votarlo. Si no los representa no lo voten, pero no se denigren permitiendo que la horrenda
situación que vive la Argentina los destruya celularmente tan rápido.
El maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico; nadie sabía lo que
íbamos a hacer con ellas, sólo nos había adelantado que el tema a tratar iba a ser “resentimiento y
perdón”.
Ya en clase nos hizo elegir una papa por cada persona que guardáramos resentimiento; luego nos
hizo escribir su nombre en ella y guardarla dentro de la bolsa. A la mayoría nos habían quedado
bolsas realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con
nosotros a todos lados esa bolsa de papas.
Los días pasaban y la condición de las papas se iba deteriorando; además era muy fastidioso
acarrear esa bolsa en todo momento, tenía que prestar atención siempre para no olvidarla en ningún
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lado, y por ocuparme tanto de ella, desatendía cosas que eran más importantes.
Este ejercicio me ayudó a darme cuenta el peso que cargaba a diario, mucho dolor, bronca y
negatividad.
Me di cuenta que todos tenemos papas pudriéndose en nuestra mochila y no nos damos cuenta, o
nos damos cuenta cuando ya es muy tarde. Perdonar a cada una de las personas y dejar esas papas
de una vez, ya en el tacho de la basura, me llenó de paz y calma, alimentando y sanando mi alma.
La conclusión en clase fue que la falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario, de a
pocas gotas, pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón
es un regalo para el otro, sin darnos cuenta de que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.
Si hicieras el ejercicio ¿Cuántas papas deberías colocar en tu bolsa? ¿Cómo te sentirías llevando ese
peso cada día en tu espalda? ¿Qué harías, a partir de este momento, para ir alivianando el peso
hasta no cargar con NADA?
Confiá que podés, animate y tomá la decisión de ser LIBRE, de no cargar con mochilas cada día de tu
vida, porque de ser así ¿Cuánto tiempo más podrás soportar esa carga que no te pertenece?
No permitas que las papas se deterioren y se pudran. Actuá ya mismo, es hora de abandonar todo
resentimiento, ser sinceros con los demás y con nosotros, pedir perdón de todo corazón y comenzar
a vivir una vida con libertad interior.
Recordá que no hay tiempo, la vida es Ahora y hay que disfrutarla plenamente.
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