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Los estudiantes deberán de enviar un cuadro sinoptico del tema asignado  y deberán de de exponer, en un tiempo de 5 minutos, la exposición se

desarrollara en hora de clases del dia jueves 29OCT,  en forma aleatoria, estudiante que no este presente en la hora y fecha se calificara con nota

Los elementos de la lesión del Derecho

4. Elementos que configuran la lesión Los elementos constitutivos de la lesión que deben existir en el momento de la celebración del contrato son:
1) la desproporción entre las prestaciones de más de las dos quintas partes (elemento objetivo);
2) el estado de necesidad apremiante de una de las partes (elemento subjetivo); y
3) que el contratante beneficiado se haya aprovechado de ese estado de necesidad (elemento subjetivo).
De conformidad con la norma del art. 447, para que la lesión sea causal de rescisión del contrato es necesario que concurran copulativamente los tres elementos
señalados. Veamos un ejemplo: Primus para salvar la vida de su hijo, gravemente enfermo, debe conducirlo a una clínica en el extranjero, pero para ello necesita
S/. 58,000.oo que no los tiene. Recurre al prestamista Secundus solicitándole le preste esa suma, ofreciendo en garantía hipotecaria su casa valorizada en S/.
100,000.oo. Secundos contesta que no acepta hipotecas por su ejecución judicial complicada; que si desea el dinero, lo venda la casa. Primus replica: te vendo
en S/. 90,000.oo, su valor es de S/. 100,000.oo. Secundos contraoferta diciéndole, te pago los S/. 58,000.oo que necesitas, ni un sol más. Dado al estado de
necesidad apremiante por el que atraviesa, Primus acepta y vende su casa por esa suma. En esta compraventa concurren el elemento objetivo y los dos
elementos subjetivos, por lo que procede la rescisión por lesión. La operación matemática para establecer el elemento objetivo es: 100,000 x 2/5 = 40,000;
100,000 (5/5 partes) – 40,000 (2/5 partes) = 60,000 (las otras 3/5 partes). Entre 100,000 y 60,000 hay una diferencia de 2/5 partes. Para que la diferencia entre
el valor del bien (100,000) y el precio supere las 2/5 partes, el precio de venta debe ser menor de 60,000, lo que sucede en el ejemplo al haberse pagado la suma
de 58,000 (la diferencia entre el valor del bien y el precio pagado es de 42,000, más de las 2/5 partes de 100,000). Sería distinto el caso, si Primus, urgido de
contar con los S/. 58,000.oo para tratar médicamente a su hijo, saca un aviso en un diario ofreciendo en venta su casa por esa suma, no obstante que su valor es
de S/. 100,000.oo; y Secundus, quien no conoce que Primus tiene un hijo gravemente enfermo, compra la casa por ese precio. Aquí existe la desproporción de
más de los 2/5 entre el precio y el valor real del bien (elemento objetivo), el vendedor se encuentra en un estado apremiante de necesidad (elemento subjetivo),
pero falta el aprovechamiento por el comprador del estado de necesidad del vendedor (elemento subjetivo), por tanto no hay lesión.

4.1. Desproporción entre las prestaciones La desproporción entre prestación y contraprestación al momento de la celebración del contrato debe ser mayor a las
dos quintas partes (cuarenta por ciento) y debe establecerse con criterios estrictamente objetivos.
El contrato conmutativo se caracteriza por la equivalencia entre las prestaciones, pero no se trata de una equivalencia absoluta de valores, situación que el
Derecho no persigue; es más no se trata de una equivalencia puramente matemática, económica, sino de una equivalencia subjetiva establecida de consuno por
los contratantes, asignando a cada prestación su respectivo valor, con el fin de satisfacer cada uno los intereses, aun cuando sean de naturaleza no económica,
que persiguen lograr con el contrato. Si esto es así, siempre habrá alguna desproporción entre las prestaciones, razón por la que para rescindir el contrato por
lesión se exige una desproporción grosera de más de las dos quintas partes.
A diferencia de otros códigos que no establecen fórmulas matemáticas para medir la desproporción entre las prestaciones, dejando al juez la facultad de
determinar cuando la inequivalencia alcanza una dimensión que torna en injustificadas las ventajas obtenidas por el contratante beneficiado, nuestro Código si
establece un límite matemático mayor de las quintas partes. Basta que la desproporción exceda de los dos quintos para que pueda ejercitarse la acción
rescisoria (art. 447), pero si es igual o superior a las dos terceras partes se presume el aprovechamiento de la necesidad apremiante del otro, presunción que
tiene por finalidad proteger a la víctima de la lesión (art. 1448). La desproporción debe existir al momento de celebrarse el contrato, o sea, es esencial que se
valorice el bien o servicio, objeto de la prestación, al momento en que se celebró el contrato.
Con la institución de la lesión, se protege al lesionado contra una pérdida presente; es decir, contra un perjuicio contemporáneo del contrato, y contra una
pérdida futura23 y se sanciona a la conducta del lesionante por haberse aprovechado de la necesidad de su cocontratante. Si la excesiva desproporción no existe
en el momento en que se perfecciona el contrato, sino es sobreviviente, no hay lesión, sino excesiva onerosidad de la prestación (art. 1440). En los contratos
precedidos de contratos preparatorios, se trate de compromiso de contratar (arts. 1414 a 1418) o de contrato de opción (arts. 1419 a 1425), como el primero de
estos contratos debe contener por lo menos los elementos esenciales del contrato definitivo (1415), y el contrato de opción debe contener todos los elementos
y condiciones del contrato definitivo (art. 1422), y considerando que entre los elementos 23 Mazeaud, Henri, …, ob. cit., p. 166. esenciales de uno y otro
contrato preparatorio figura el valor de cada una de las prestaciones acordado por el intercambio de voluntades (consentimiento), la desproporción entre las
prestaciones será la existente en el momento de celebrarse el contrato preparatorio, y no el momento en que se celebra el contrato definitivo24. El art. 1447
establece que la desproporción entre las prestaciones debe existir en el momento de la celebración del contrato, pero no se refiere para nada a los contratos
precedidos de contratos preparatorio, no especifica si es en el momento de la celebración del contrato preparatorio o el del definitivo. Como el intercambio de
voluntades sobre el valor de los bienes o servicios objeto de las prestaciones se produce en el momento de celebrarse el contrato preparatorio, serán tasados
según el valor que han tenido en ese momento, sin tomarse en cuenta el valor que tengan al celebrarse el contrato definitivo. Solución distinta contiene el
Código francés que en su art. 1675 señala: “Para saber si existe lesión de más de los siete doceavos, hay que tasar el inmueble según su estado y su valor en el
momento de la compraventa”, es decir, el inmueble será tasado según su estado y valor que tenga al momento de celebrarse el contrato definitivo de
compraventa, sin tomarse en cuenta el valor que tenía al celebrarse el compromiso de compraventa o la opción de venta.

4.2. Estado de necesidad El art. 447 establece como elemento subjetivo, al igual que el Código italiano (art. 1448), solamente al estado de necesidad25 en que
se encuentra el sujeto lesionado, entendiéndose por tal una situación económica que disminuye su libertad de elección26 y que lo induce a celebrar el contrato
en esas condiciones. Como dice Bianca27, la desproporción debe depender del estado de necesidad. No es necesario para la relevancia del estado de necesidad,
que la otra parte haya desplegado una actividad positiva a fin de inducir al necesitado a la celebración del contrato; se exige en cambio que el estado de
necesidad sea de tal entidad, que quite a una de las partes contratantes, dotada de normales poderes de valoración, la libertad de elección en orden a la
conclusión del contrato impugnado28. Cuando en la celebración de un contrato una de las partes se encuentra en estado de necesidad y la otra, conociendo ese
estado de necesidad, se aprovecha de él, los derechos subjetivos de una y otra parte colisionan y se resuelven por el sacrificio del derecho de una de ellas (del
lesionado) a favor de la otra (del lesionante).
El estado de necesidad debe entenderse no como una absoluta indigencia sino como una objetiva dificultad económica. Messineo29 sostiene que “no es
necesario que el sujeto esté en estado de indigencia. Tampoco es elemento relevante la escasa potencialidad económica del deudor que se dice lesionado”. La
jurisprudencia italiana ha establecido que el estado de necesidad no coincide con la absoluta indigencia o total incapacidad patrimonial, siendo necesario,
simplemente, para que se pronuncie la rescisión que la momentánea dificultad económica esté en relación de causa a efecto con la determinación para
contratar, constituyendo el motivo por el cual ha sido aceptada la desproporción entre las prestaciones30.
Un sector de la doctrina considera que no es necesario el requisito de la patrimonialidad del estado de necesidad, pudiendo tratarse de una necesidad moral o
física. Expresa Gazzoni31 que no obstante que el estado de necesidad suele estar ligado a un momento de dificultad económica, no puede excluirse el estado de
necesidad ligado a la falta de un bien diverso del dinero, aun de carácter no económico, con tal que la falta comporte un daño de carácter patrimonial. Por su
parte, Franceschetti32 dice que del examen de la casuística emerge que la jurisprudencia italiana ha considerado estado de necesidad a la urgencia de
procurarse dinero en efectivo, pero no a la venta de un bien a precio exiguo para afrontar los gastos del matrimonio, o para darse unas vacaciones (aun cuando
sean importantes), para pagar una deuda de juego. No se ha considerado rescindible la venta de un bien que no es posible administrar convenientemente o
efectuada para pagar una deuda contraída con un familiar o bien la venta de un bien infructífero para conseguir liquidez.
El elemento subjetivo se refiere al estado de necesidad apremiante en que se encuentra el sujeto titular del derecho subjetivo materia del contrato, no al estado
de necesidad de su representante legal o voluntario. La jurisprudencia italiana ha resuelto: El estado de necesidad que se debe tener presente para el ejercicio
de la acción de rescisión no es el del sujeto que administra un patrimonio ajeno, sino el del sujeto cuyo patrimonio, eventualmente administrado por un tercero,
se encuentre en objetiva dificultad económica. Es rescindible, por tanto, por lesión el contrato concluido por el curador de la herencia yacente33» En la
legislación extranjera hay Códigos que consagran como elementos subjetivos, además del estado de necesidad, a la ligereza y la inexperiencia. La ligereza
comprende a los sujetos que se encuentran en estado de inferioridad por efecto de su debilidad mental, toxicomanía o prodigalidad, que no les permiten medir
los alcances de las obligaciones que asumen. La inexperiencia es también un estado de inferioridad del sujeto debido a su ignorancia o falta de conocimientos
que se adquieren en la vida práctica; algunos códigos, como el mexicano y el boliviano, hablan de ignorancia. En el Código patrio, la debilidad mental, la
toxicomanía y la prodigalidad están reguladas como casos de incapacidad relativa (art. 44) que origina la anulabilidad del contrato (art. 221.1); la ligereza y la
inexperiencia conducen a los vicios de la voluntad, especialmente al error, que también son causales de anulabilidad del acto jurídico (art. 221.2.), del cual, el
contrato es su principal manifestación.

4.3. El aprovechamiento. El art. 1447 requiere expresamente que una de las partes se haya aprovechado del estado de necesidad apremiante de la otra. Para
rescindir el contrato por lesión, además de la desproporción y del estado de necesidad, debe concurrir el aprovechamiento de la contraparte. Que la contraparte
se haya aprovechado del estado de necesidad para obtener ventaja. El aprovechamiento debe entenderse como la explotación con conocimiento del estado de
inferioridad del contratante necesitado. La explotación resulta del hecho mismo de la estipulación del contrato en condiciones injustificadamente ventajosas con
conocimiento del estado de necesidad en el cual se encuentra la parte lesionada34. 33 Corte de Casación Italiana, en Rev. Rassegna di diritto Civile No. 1/87,
1987, pág. 503. 34 Bianca, C. Massimo, ob. cit., p. 687. No puede rescindirse el contrato por lesión si no se prueba que la desproporción entre las prestaciones es
el producto del aprovechamiento por uno de los contratantes, en beneficio propio o de un tercero, del estado de necesidad apremiante del otro. La
demostración del abuso del estado de necesidad es de cargo del contratante que se considera lesionado. Es indispensable, en la contraparte, el conocimiento
del estado de necesidad del otro35 y que se aproveche de esa circunstancia, pero no se requiere que el demandante pruebe que el demandado tuvo el
propósito, la intención, de aprovecharse; basta con que el demandante demuestre que el demandado conoció y se aprovechó del estado de necesidad
apremiante36. El que contrata conociendo el espetado de necesidad apremiante del otro, se está aprovechando de esa circunstancia. La jurisprudencia italiana
ha precisado, bajo el aspecto subjetivo, que no basta el mero conocimiento, por parte del contratante beneficiado, del estado de necesidad del otro contratante,
sino que se requiere también el conocimiento del aprovechamiento, o sea el conocimiento de obtener de la estipulación del contrato una inmoderada utilidad
económica37.

) Lesión
b) Excesiva onerosidad de la prestación
c) Frustración del fin del contrato
d) Cláusula penal excesiva
e) Cláusulas abusivas en los contratos predispuestos (Ídem)
Nosotros en el presente trabajo nos referiremos sucintamente a la primera figura, esto es a la lesión.
2.- Introducción
3.- Lesión
Artículo 1447.- Acción por Lesión
La acción rescisoria por lesión solo puede ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato es
mayor de las dos quintas partes y siempre que tal desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad
apremiante del otro.
Procede también en los contratos aleatorios, cuando se produzca la desproporción por causas extrañas al riesgo propio de ellos.

En términos generales, puede definirse la lesión como el perjuicio económico que sufre una de las partes en un contrato oneroso producto de la
falta de equivalencia entre los valores de las prestaciones al momento de la celebración, causado por su estado de necesidad apremiante y el
aprovechamiento de esa situación al mismo tiempo por parte del lesionante. 
En otras palabras, aún existiendo un contrato por tratarse de un acuerdo entre las partes con un tinte patrimonial en la prestación, y siendo además
un contrato válido por no presentarse ninguna causal de nulidad o anulabilidad del mismo, los efectos del acto son perjudiciales o injustos para
una de las partes, es decir, resulta contrario a derecho. (Barboza Beraún, 2009, p. 57)
Por tanto, concebimos a la acción resarcitoria por lesión como un acto de justicia correctiva mediante el cual al derecho le está permitido ingresar
al contrato (oneroso, conmutativo, típico o atípico) celebrado entre dos partes cuando advierta una desproporción grosera, al momento de
celebrarse, entre las prestaciones (elementos objetivo) y un aprovechamiento de una de las partes (elemento subjetivo) del estado de necesidad
(elemento subjetivo) de la otra. Ya que de lo contrario, o sea permitir tal clase acto, sería ir en contra de uno de los fines del derecho: la justicia.
4.- Elementos
4.1.- Elemento objetivo: Desproporción coetánea al contrato mayor de las dos quintas partes (40%)
El contrato conmutativo se caracteriza por la equivalencia entre las prestaciones, pero no se trata de una equivalencia absoluta de valores,
situación que el Derecho no persigue; es más no se trata de una equivalencia puramente matemática, económica, sino de una equivalencia
subjetiva establecida de consuno por los contratantes, asignando a cada prestación su respectivo valor, con el fin de satisfacer cada uno los
intereses, aun cuando sean de naturaleza no económica, que persiguen lograr con el contrato. Si esto es así, siempre habrá alguna desproporción
entre las prestaciones, razón por la que para rescindir el contrato por lesión se exige una desproporción grosera de más de las dos quintas partes.
(Torres Vásquez, p. 18)
Este elemento objetivo de desproporción entre prestaciones se da en la fase de la celebración del contrato, a diferencia de la excesiva onerosidad
de la prestación, donde uno de sus requisitos es que sea sobreviniente al momento de la celebración. En otras palabras, la lesión se da en la
concertación del contrato y no en la ejecución del mismo. Tal desproporción significa una falta de equivalencia de consideración entre las
prestaciones ab initio o ab origine. (Barboza Beraún, 2009, p. 65)
A diferencia de otros códigos que no establecen fórmulas matemáticas para medir la desproporción entre las prestaciones, dejando al juez la
facultad de determinar cuando la inequivalencia alcanza una dimensión que torna en injustificadas las ventajas obtenidas por el contratante
beneficiado, nuestro Código si establece un límite matemático mayor de las quintas partes. Basta que la desproporción exceda de los dos quintos
para que pueda ejercitarse la acción rescisoria (art. 447), pero si es igual o superior a las dos terceras partes se presume el aprovechamiento de la
necesidad apremiante del otro, presunción que tiene por finalidad proteger a la víctima de la lesión (art. 1448). (Torres Vásquez, p. 18)
Este elemento es muy simple de advertir, basta que exista una desproporción de las 2/5 partes (40%) entre las prestaciones de las partes para que
uno de los elementos de la lesión (el objetivo) esté cumplido sin embargo es ineludible que concurran también los otros dos requisitos (subjetivos)
para que se configure la figura de la lesión. Requisitos que veremos a continuación.
4.2.- Elemento subjetivo. Estado de necesidad apremiante del lesionado
Este constituye el primer elemento subjetivo de la lesión. Previamente, conviene aclarar que el estado de necesidad es un requisito fundamental
para que alguien contrate, pues precisamente el contrato sirve para satisfacer las necesidades de las partes. Caso contrario, no existirían
contratos. En otras palabras, se contrata para satisfacer necesidades, y ello se da con el intercambio de bienes y servicios —y añadiríamos
abstenciones cuando se trata de prestaciones de no hacer—. Ahora bien, en un caso de lesión también hay un estado de necesidad de parte del
lesionado, pero no un estado de necesidad cualquiera, pues de ser así estaríamos frente a una contradicción total. (Barboza Beraún, 2009, p. 61)
En efecto, ¿cómo puede haber lesión en un contrato, si el lesionante solo estaba en estado de necesidad, cuando esto último es el móvil que lleva a
las partes a contratar? Lo que sucede es que dicho estado de necesidad es uno de tipo apremiante. Según el Diccionario de la Real Academia, el
término ‘apremiar’ en su primera acepción significa «dar prisa, compeler a alguien a que haga prontamente algo». Por su parte, Cabanellas señala
que el término ‘apremiante’ significa «de necesidad absoluta. De extrema urgencia». (Ídem)
Es evidente que los seres humanos experimentamos necesidades desde que nacemos hasta el día de nuestra muerte. Así siguiendo la pirámide de
Maslow los seres humanos tenemos necesidades básicas, de seguridad y protección, sociales y de estima. Muchas de estas nos llevaran a
establecer vínculos con otras personas con miras a satisfacerlas, pudiendo tener uno de estos vínculos carácter contractual. Pero las necesidades
que importan para que se active este requisito subjetivo de la lesión deben tener la característica de apremiante, o sea de vida o muerte. La cual
que de no existir no llevaría a la parte en estado de necesidad apremiante a celebrar dicho contrato, lo hace porque no tiene otra opción, lo hace
para evitar un mal mayor.
Se trata, en suma, de la debilidad en el consentimiento de esa parte contratante por la que sufre un daño —es lesionada—. No es, pues, en rigor un
consentimiento libre en todo el sentido de la palabra. Téngase en cuenta al respecto, como indica Soto que, «un contrato libremente querido es un
contrato justo». Esa libertad, de acuerdo con Vidal «debe entenderse como la espontaneidad en la decisión de celebrar el acto jurídico». (Barboza
Beraún, 2009, p. 61)
El estado de necesidad debe entenderse no como una absoluta indigencia sino como una objetiva dificultad económica. Messineo sostiene que
“no es necesario que el sujeto esté en estado de indigencia. Tampoco es elemento relevante la escasa potencialidad económica del deudor que se
dice lesionado”. La jurisprudencia italiana ha establecido que el estado de necesidad no coincide con la absoluta indigencia o total incapacidad
patrimonial, siendo necesario, simplemente, para que se pronuncie la rescisión que la momentánea dificultad económica esté en relación de causa
a efecto con la determinación para contratar, constituyendo el motivo por el cual ha sido aceptada la desproporción entre las prestaciones. (Torres
Vásquez, 20)
En doctrina se estima, que existe cuando las posibilidades de elegir sean sumamente reducidas por la situación en la que se encuentra el
lesionado, como sucedería, por ejemplo, cuando una persona deba someterse a una intervención quirúrgica de urgencia y carece de fondos para
solventarla, salvo los que puede generar mediante un contrato lesivo. Desde luego lo expuesto no es limitativo, pues lo que prevalece es que haya
un hecho que reduzca la libertad del contratante, sin que necesariamente tenga por qué encontrarse este último en dificultades económicas, pues
su estado de necesidad podrá tener otras motivaciones, como sería la angustia moral por situaciones que pueden poner en riesgo la vida, la salud
o el honor. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p. 237)
Por tanto, hablar de estado de necesidad no involucra que la persona que lo atraviesa tenga la calidad de indigente o una situación económica
precaria pues podría tratarse de una persona con una situación económica privilegiada y holgada, sino que al momento de celebrar el contrato
tenga una dificultad económica que ni con su propio patrimonio pueda hacer frente de allí que se vea obligado a contratar en situaciones
perjudiciales para sí misma por no tener otras alternativas que escoger.
4.3.- Elemento subjetivo. Aprovechamiento del estado de necesidad apremiante por parte del lesionante
Dado que la dificultad de acreditar el aprovechamiento del estado de necesidad apremiante no siempre es demostrable y en muchos casos la
bondad de la norma se estrellaría con su imposibilidad probatoria se introdujo para suavizarla la fórmula contenida en el artículo 1448 del CC.
(Arias Schreiber Pezet, 2011, p. 238)
Es indispensable, en la contraparte, el conocimiento del estado de necesidad del otro y que se aproveche de esa circunstancia, pero no se requiere
que el demandante pruebe que el demandado tuvo el propósito, la intención, de aprovecharse; basta con que el demandante demuestre que el
demandado conoció y se aprovechó del estado de necesidad apremiante.
El que contrata conociendo el de necesidad apremiante del otro, se está aprovechando de esa circunstancia. La jurisprudencia italiana ha
precisado, bajo el aspecto subjetivo, que no basta el mero conocimiento, por parte del contratante beneficiado, del estado de necesidad del otro
contratante, sino que se requiere también el conocimiento del aprovechamiento, o sea el conocimiento de obtener de la estipulación del contrato
una inmoderada utilidad económica. (Torres Vásquez, p. 22)
Refiriéndose a este elemento, Borda destaca que «hablar de explotación no significa que se requiera una verdadera intención de explotar, sino que
basta conocimiento de la situación que permite capitalizarla en su beneficio». Más aún, Bigliazzi apunta al respecto que se trata de «una condición
sicológica de mero conocimiento —mala fe subjetiva— de las circunstancias de las que depende la rescindibilidad del contrato: no se exige un
propósito fraudulento de la parte». Desde luego, debe demostrarse que el lesionante tenía conocimiento del estado de necesidad apremiante del
lesionado. (Barboza Beraún, 2009, p. 64)
4.4.- Veamos un ejemplo
Primus para salvar la vida de su hijo, gravemente enfermo, debe conducirlo a una clínica en el extranjero, pero para ello necesita S/. 58,000.00 que
no los tiene. Recurre al prestamista Secundus solicitándole le preste esa suma, ofreciendo en garantía hipotecaria su casa valorizada en S/.
100,000.00. Secundos contesta que no acepta hipotecas por su ejecución judicial complicada; que si desea el dinero, le venda la casa. Primus
replica: te vendo en S/. 90,000.00, su valor es de S/. 100,000.00. Secundos contraoferta diciéndole, te pago los S/. 58,000.00 que necesitas, ni un
sol más. Dado al estado de necesidad apremiante por el que atraviesa, Primus acepta y vende su casa por esa suma. (Torres Vásquez, p. 17)
En esta compraventa concurren el elemento objetivo y los dos elementos subjetivos, por lo que procede la rescisión por lesión. La operación
matemática para establecer el elemento objetivo es: 100,000 x 2/5 = 40,000; 100,000 (5/5 partes) – 40,000 (2/5 partes) = 60,000 (las otras 3/5
partes). Entre 100,000 y 60,000 hay una diferencia de 2/5 partes. Para que la diferencia entre el valor del bien (100,000) y el precio supere las 2/5
partes, el precio de venta debe ser menor de 60,000, lo que sucede en el ejemplo al haberse pagado la suma de 58,000 (la diferencia entre el valor
del bien y el precio pagado es de 42,000, más de las 2/5 partes de 100,000). (Ídem)
Si bien el Dr. Arias Schreiber refería que probar el aprovechamiento del estado de necesidad era sumamente difícil, consideramos, que será
la buena fe (comportamiento y creencia) la que determinará que la persona que contrató con aquella que experimentaba un estado de necesidad
apremiante, tenía conocimiento de que la desproporción entre las prestaciones y el estado de necesidad por el que atravesaba su contraparte, le
iban a generar beneficios muy inusuales o fuera de lo común y perjuicios de las mismas características a la otra parte. Perjuicios que otra persona,
en situaciones normales, no permitiría que le ocurrieran. Probada la mala fe, esto es la celebración de un contrato a pesar de tener conocimiento
una de las partes del estado de necesidad apremiante de la otra y de la desproporción entre las prestaciones, se configurará la lesión.
5.- Conclusiones
La lesión debe permanecer en nuestro sistema jurídico porque persigue uno de los fines del derecho, el cual ha sido, es y será la justicia. Siendo la
lesión un acto a todas luces injusto, es la obligación del derecho actuar, estándole permitido ingresar al contrato celebrado entre dos partes
cuando advierta una desproporción grosera entre las prestaciones y un aprovechamiento de una de las partes del estado de necesidad de la otra.
Lo que otorgará seguridad jurídica al sistema.
Concebimos a la lesión como un acto de justicia correctiva mediante el cual al derecho le está permitido ingresar al contrato (oneroso,
conmutativo, típico o atípico) celebrado entre dos partes cuando advierta una desproporción grosera, al momento de celebrarse, entre las
prestaciones (elementos objetivo) y un aprovechamiento de una de las partes (elemento subjetivo) del estado de necesidad (elemento subjetivo)
de la otra. Ya que, de lo contrario, o sea permitir tal clase acto, sería ir en contra de uno de los fines del derecho: la justicia.
6.- Bibliografía
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Homenaje a Fernando de Trazegnies Granda, Tomo 2, Lima: Pucp, pp. 15-38.
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pp. 53-73.
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INESTROSA, Fernando (2005). “Estado de necesidad y estado de peligro. ¿Vicio de debilidad?”. En: Revista de Derecho Privado, n. 8, Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, pp. 111-134.
JIMENEZ VARGAS MACHUCA, Roxana (2009). “La Lesión en el Derecho Civil Peruano. Debate doctrinario y tratamiento normativo. En: Homenaje a
Fernando de Trazegnies Granda, Tomo 2, Lima: Pucp, pp. 187-222.
MORALES HERVIAS, Rómulo (2011). Patologías y Remedios del Contrato. Lima: Jurista Editores.
SOTO COAGUILA, Carlos Alberto (2008). «El Pacta Sunt Servanda y la Revisión del Contrato». En: Iuris Consulto, año 1, n. 1, Lima: Universidad San
Ignacio de Loyola, pp. 89-115.
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. “La Lesión”. En: https://www.etorresvasquez.com.pe/pdf/LA-LESION.pdf pp. 1-33.

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