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exegética
Dale B Martin es profesor de religion en Yale, bisexual, erudito y famoso. Su
artículo alude a docenas de fuentes antiguas, desde siglos antes de Jesús hastra
siglos después. Cuando busqué las fuentes mismas, en su contexto original, me
quedé decepcionado de su aparente "erudición"
Martin repite varias veces que no escribe tanto para aclarar el significado de las
dos palabras griegas que menciona como para desenmascarar la ideología que
priva en las interpretaciones conservadoras de 1Cor 6.9. No cabe duda de que
prejuicios "ideológicos" a veces figuran en la oposición a la igualdad sexual, pero
al analizar el escrito de Martin tendremos que preguntarnos si él no es culpable
de lo mismo. Desde el primer párrafo ridiculiza a sus opositores, juzga sus
motivaciones, generaliza sus juicios de ellos, interpreta tendenciosamente los
textos y juega con caricaturas. Parece que nunca ha conocido a pensadores como
Gordon Fee, Conzelmann. F.F. Bruce y N. T. Wright, que no caben en el
estereotipo de fundamentalistas fanáticos con lo que trabaja él. Por eso hay que
preguntar si Martin es menos ideológico que los objetos de sus burlas. Parece un
caso de los zopilotes tirando a las escopetas. Su artículo hubiera sido más
convincente, y más responsable, si hubiera sido menos subjetivo y visceral.
El argumento de Martin:
Este pasaje, fechado 107-8 d.C. a pocas décadas de la vida de Pablo, [6] aparece
en una serie de exhortaciones a los diáconos (5:1-2), los jóvenes y vírgenes (5:3),
los ancianos (6:1-2) y a todos (6:3). La exhortación a los jóvenes se concentra en
lo sexual, bajo la categoría general de epithumia, desglosada en los tres grupos
de pornoi, malakoí y arsenokoitai. Es claramente una lista de vicios ("vicelist").
Es significativo que aquí, en este primer ejemplo, arsenokoitai aparece entre los
pecados sexuales sin la menor referencia a lo económico ni a daños a otras
personas. La frase "no heredar el reino de Dios" sugiere que Policarpo está
reconrdando el texto de 1 Cor 6:9. Todo esto plantea un problema serio para la
tesis de Dale Martin.
El primer texto que Martin trae a colación es Oráculos Sibilinos 2:73, donde en
algunas versiones la prohibición "No practica la homosexualidad" aparece entre
el robo de semillas (2:71) y la infidelidad a las confidencias (2:73b), en un largo
pasaje de temas económicos sin otra referencia al sexo. Sin embargo, de todo
este pasaje Alejandro Díez Macho, respetado autoridad en materia de escritos
apócrifos, dictamina que "la evidente interpolación de los vv. 56-118, tomada
burdamente del Pseudo-Focílides" no merece considerarse parte de OrSib 2, por
lo que decide omitir toda la interpolación de su versión de OrSib 2 para la
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).[7] En el original de "Las Sentencias" de
Pseudo-Focíldes, fuente de la larga interpolación, la prohibición de
homosexualidad aparece en su debido lugar, en un extenso pasaje sobre el sexo
(Charlesworth II:581). La anomalía de OrSib 2:73 no es más que vestigio de un
interpolador tan confundido que ni pudo introducir bien su interpolación.
El segundo pasaje citado por Martin es Hechos de Juan (AcJn) 36. Se trata de un
largo discurso, confirmado por la sanidad divina colectiva de unas ancianas muy
enfermas, llamando a los varones de Éfeso a arrepentirse y convertirse a Cristo
(pgr 33-36). Se dirige a ellos como "presos de la incredulidad y esclavizados por
deseos vergonzosos" (pgr. 33), El predicador pasa de tema en tema casi sin
relación lógica o temática. Contrario al argumento de Martin, el documento no da
otra lista de pecados sexuales en la que no incluye la homosexualidad. Solamente
menciona, en párrafo 35, el adulterio, después del orgullo por la belleza física y
antes del pecado de negarse a ayudar a los pobres. [8] Menciona dos veces, por
separado, el pecado de gloriarse en la riqueza. Termina con dos listas finales, una
de vicios variados y otra de personas, separadas por un llamamiento al
arrepentimiento[9]. El análisis de todo el discurso deja muy dudosa la
interpretación de Martin.
Martin mismo reconoce que su tesis tiene serias dificultades con los pasajes de
Hipólito y Bardesanes. Al fin de tanta investigación, el argumento de la
colocación de arsenokoitos en las listas de vicios convence menos que las
evidencias lexicográficas del término mismo, que Martin descarta muy
ligeramente, y el importante testimonio de Pol. 5.3, que Martin ni menciona.
Estos frecuentes problemas textuales subrayan lo precario del argumento sólo del
posicionamiento de determinados términos en supuestas listas de vicios. [11]
De los pasajes citados por Martin para este argumento, la mayoría están alejados
del mundo de Pablo en el tiempo (p.ej. Aristófanes, 400 a.C) y en cultura
(comedias eróticas de Plautón; una novela romántica de Chariton) y difícilmente
estarían en el campo semántico de malakós para Pablo a mediados del primer
siglo. En otros argumentos de su estudio de esta palabra, Martin no da suficiente
atención al contexto de los pasajes. Por ejemplo Filón, en su relato del desorden
moral de Sodoma (de Abraham 133-138), describe primero la situación general
de toda la población, incluso "los que buscan con pasión loca a las mujeres"
(133-135a) y después denuncia el sexo entre hombres (135b-136). No dice que
eran malakoi los que con pasión enloquecida seducían las esposas de otros
hombres ni tampoco Filón aplica el término malakós a ellos.
En eso viene un joven que busca a su novia pero se encuentra con una vieja fea
que pretende obligarle a tener sexo con ella, como exige la ley. Queda empatado
el debate con esa primera bruja cuando entra una segunda vieja, aun más fea, y
una tercera todavía más repugnante. En sus muchos argumentos para persuadir el
joven a "cumplir la ley" y acostarse con ellas, las viejas emplean una gran
variedad de epítetos, algunos cariñosos pero muchos irónicos. El uso
de malakós por una de las viejas obviamente era un insulto con que se burlaba de
él por no querer tener sexo con ella. Al final del drama el joven todavía no se ha
acostado con nadie, al contario de la versión de Martin. Con las viejas no quiere,
y con la joven no se lo permiten ellas [16]
Al fin de su largo análisis, Martin confiesa que no sabe con seguridad qué
significan estos dos términos, pero se inclina a pensar
que arsenokoitês probablemente se refiere a uno que hace daño al prójimo (quizá
por explotación sexual) y que malakós probablemente significaba "afeminado".
Conclusión: