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Aportaciones de la antropologia ala humanidad

La denominación de esta maravillosa ciencia bajo los siguientes términos: Tratado acerca
del hombre.
Indubitablemente, no existe nada más apasionante que el estudio que hagamos de la
humana especie en todas sus manifestaciones.
No podemos olvidar que, queramos o no, ha sido y es el hombre el eterno protagonista de
la historia. De allí que no podamos pasar por alto sus logros, su evolución, sus conquistas
en todos los campos del saber humano, sus incursiones en el desarrollo del pensamiento
social, sus aventuras derivadas en descubrimientos asombrosos, etc., etc., etc.
Incuestionablemente que ello hace que esta ciencia tenga una visión eminentemente
antropocéntrica en los terrenos del humanismo y del cientifismo de todos los tiempos.
Todos sabemos que la Antropología se ha ramificado con el propósito de ser más eficiente
en sus diversas investigaciones. Por ello tenemos, principalmente, la Antropología biológica
o física, la Antropología social o cultural, la Arqueología y la Antropología lingüística.
La Antropología biológica o física se encarga del estudio de los diversos hallazgos
arqueológicos conducentes al esclarecimiento del devenir histórico de la humana especie
desde sus primeras apariciones como hombre de las cavernas hasta su posterior desarrollo
psicobiológico que lo hizo ser llamado Homo Sapiens Sapiens.
La Antropología social o cultural (Etnología) se adentra en el estudio de los diversos
estratos sociales de nuestra sociedad, tratando de hacer luz en el largo laberinto de las
concepciones ideológicas, las creencias, el folclore, el comportamiento y las estructuras de
las relaciones sociales propias de los innumerables grupos humanos repartidos a lo largo de
las diversas latitudes de nuestro mundo.
La Arqueología es una de las ciencias antropológicas con mayor difusión entre el público no
especializado. Se trata del estudio científico de los vestigios del pasado humano. Los
arqueólogos indagan en depósitos de materiales que son llamados yacimientos
arqueológicos con el fin de interpretar los hallazgos y situarlos en la cultura y en la época
correspondiente.
La Antropología lingüística estudia los lenguajes humanos. Dado que el lenguaje es una
amplia parte constitutiva de la cultura, los antropólogos lingüistas se interesan en el
desarrollo de las lenguas. Asimismo se ocupan en las diferencias de los lenguajes vivos,
cómo se vinculan o difieren, y en ciertos procesos que explican la difusión de la información.
Cada una de esas grandes ramas tiene muchísimas divisiones que sería largo y tedioso
detallar. Pero de entre diversos tipos de Antropologías existentes la que más nos interesa
es la ANTROPOLOGÍA PSICOANALÍTICA, que se preocupa por develar los enigmas
encerrados entre los vestigios hallados en las ruinas de las diversas culturas del Norte, del
Sur, del Este y del Oeste de nuestro planeta. Esta Antropología aplica el uso del simbolismo
universal y del psicoanálisis a las piezas arqueológicas halladas en los diversos yacimientos
sobre los que se asentaron, en tiempos remotos, agrupaciones humanas con su propia
idiosincrasia y objetivos claramente definidos.
Todo lo anteriormente descrito hace de la ANTROPOLOGÍA PSICOANALÍTICA una ciencia
imprescindible a la hora de querer descifrar, junto a la filosofía, interrogantes como aquellas
de: ¿quiénes somos?, ¿por qué existimos?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es el sentido de la
vida?, ¿hacia dónde vamos llegada la hora de nuestra muerte?, etc., etc., etc.
La variabilidad física y social por continente.
Aunque científicamente, no es posible sostener la existencia de razas biológicas, cuando se
comparte más del 99% del genoma, se hace necesario comprender la variabilidad y
diversidad de los diferentes grupos humanos. Uno de los aspectos importantes en la
formación de los antropólogos físicos es la SOMATOLOGÍA, cuyo campo de estudio son las
poblaciones vivas y comprende la medición del cuerpo (somatometría o antropometría), su
evaluación visual (somatoscopía) y su evaluación neuroendócrina a través de la fisiología,
inmunología, genética, etcétera.
Debemos considerar: que la somatología es mucho más que sólo antropometría; que
estudiar la variación somatoscópica nos lleva necesariamente a considerar y agrupar a las
poblaciones que son semejantes, en tipos; que una clasificación tipológica divide a los seres
humanos en grupos geográficos sobre la base de la presencia regular de tendencias
heterográficas; y que las tendencias etnográficas en áreas culturales se corresponden con
los factores económicos.
Cuando evaluamos tendemos a agrupar y este es el primer paso para comprender los lazos
sociales y la herencia genética. Como científicos tenemos que encontrar una forma
confiable para entender los vínculos entre los grupos y su pasado. Hace al menos 100, 000
años, los humanos modernos emigraron de África hacia otras partes del mundo, y los
miembros de nuestra especie se han incrementado dramáticamente. Esta expansión ha
dejado una firma distintiva que puede ser rastreada, una gran variabilidad y diversidad
humana.
Todos los humanos somos iguales, al mismo tiempo que no todos lo somos; hay que
considerar las semejanzas y las diferencias, como lo dice Lewontin. Aunque hasta el
momento se ha puesto mayor énfasis en las segundas. Como antropólogos intentamos
explicar e interpretar la heterografía, la cual asumo como la descripción e investigación de la
variación biológica entre las poblaciones vivas.
Desde muchos ángulos, en las poblaciones vivas, son las semejanzas –más que las
diferencias- las que nos han permitido desde la paleoantropología establecer el recorrido del
ser humano en su proceso de humanización. Son las diferencias visibles las que nos han
llevado a intentar formar categorías o taxas que expliquen estas diferencias. Existe un gran
número de definiciones que pretenden establecer esta cuestión. Este intento ha llevado a
proponer conceptos como raza, etnia, subespecie u otras, que nos han llevado a problemas
como el racismo o el etnocentrismo y a que no se considere justificado el término de
subespecie.
En la actualidad se sabe que todos los grupos humanos compartimos un 99.9% de nuestra
reserva genética. Desde la somatología constatamos que en el aspecto físico existen
diferencias. Aunque se pueden evidenciar tendencias, me pregunto ¿podemos
considerarlas como suficientes para diferenciarnos como subespecies, razas, etnias?
Podríamos pensar en el término de deme como el resultado de una tendencia endogámica
en una población reproductiva o raza, únicamente como lo propuso Dobzhansky, como una
población que difiere de todas las demás en la frecuencia de expresión de sus genes. Sin
embargo, tenemos que considerar los aspectos sociales y culturales que se han construido
y que, como apunté anteriormente, desembocan en desigualdades y opresión con base a
las expresiones fenotípicas de la humanidad.

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