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Este año en nuestro país el Día Internacional de los Pueblos Indígenas se ha celebrado pocos
días después del discurso de asunción de mando del Presidente de la República. El mensaje de
Pedro P. Kuckzynski ha generado en no pocos un sentimiento de esperanza por sus buenas
intenciones y su llamado a la unión para a erradicar la discriminación, la desigualdad y lograr
que “en cinco años el Perú sea un país moderno, más justo, más equitativo y más solidario” ha
generado importantes adhesiones.
La valla puesta por PPK es alta y las metas planteadas en su discurso inaugural son promesas
caras a los pueblos indígenas. Nos quedamos con los tres primeros compromisos de Estado
propuestos el pasado 28 de julio
¿Quién no puede estar de acuerdo con estas buenas intenciones? ¿Quién puede oponerse a
este sueño? Pero la tarea es grande, titánica. No bastan las buenas intenciones y el entusiasmo
de querer solucionarlo todo ¿Será consciente PPK de la magnitud del reto o sólo serán
expresiones apasionadas por la borrachera del triunfo de alguien que así corona los últimos
años de su biografía?
Agua y desague, educación y salud constituyen derechos sociales valiosos para los pueblos
indígenas por su permanente exclusión de los servicios de calidad. Pero estos servicios no
pueden ser brindados de la misma manera en todo el territorio del país.
Es fácil pensar que acceso a agua y desagüe se logrará con redes de acueducto y alcantarillado.
Lamentablemente no es así. Es fácil pensar que creando escuelas con horarios y modalidades
a la urbana, con escolares asistiendo de lunes a viernes y retornando a su casa todos los días
podremos solucionar el problema de la cobertura escolar. Nuevamente, no es así.
La realidad de los pueblos amazónicos más alejados también afecta su acceso a los servicios
de educación y salud. No basta la educación en su propio idioma. Es necesario difundir las
formas de atención diversificada en primaria y secundaria. Los modelos tradicionales de
educación regular solo son adaptados a los centros poblados grandes y los centros poblados
cercanos a aquellos. La distancia es un factor disuasivo a la hora de decidir ir o no a la escuela,
por ello la alta deserción escolar en departamentos como Loreto (26,2%) y Ucayali (27,7%),
duplicando el promedio nacional (13,2%).
La realidad geográfica marcada por los andes y la llanura amazónica, las costumbres y las
culturas diversas de nuestro país pluriétnico y multicultural demandan políticas y abordajes
verdaderamente interculturales, pertinentes cultural y geográficamente. Insistir en los mismos
intentos y las mismas maneras de hacer las cosas solo producirá centros de salud, escuelas
tuberías, infraestructura, pero no acceso y ejercicio pleno de los derechos humanos.