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Algunas tesis equivocadas sobre la teoría literaria*

Miguel Ángel Huamán Villavicencio5


Profesor de la UNMSM

En nuestro ambiente educativo circulan diversidad de textos y no todos ellos responde a


una sería labor de investigación. A pesar de que gozan de fama e inmerecido éxito,
desnudan muchas falencias. Las mismas que van de la ausencia de referencias
bibliográficas adecuadas al uso esquemático de conceptos o categorías de diversa índole.
Todas estas fallas pasan desapercibidas porque la difusión de dichos libros ha sido
inducida directamente por sus autores cuando, al ejercer la docencia, obligan a sus
estudiantes a adquirir ejemplares.

Estas obras dan en la yema del gusto de los alumnos porque precisamente les simplifican o
ahorran el esfuerzo de leer textos de mayor nivel o el trabajo que implica recurrir a fuentes
de primera mano y especializadas, lamentablemente escasas o nulas en la enseñanza
superior. De ahí que el joven aprendiz de maestro pase por alto la pobreza de las
definiciones, su ambigüedad o talente tautológico, la alusión vaga de autores y obras que
no aparecen en la bibliografía o que simplemente se citan mal. Estas deficientes referencias
bibliográficas imposibilitan la función básica de las mismas, esto es que el lector pueda
recurrir a la fuente originaria (artículo o libro) para profundizar lo desarrollado.

Más allá de la buena o mala voluntad de los involucrados, resulta fundamental la toma de
conciencia del gran daño que esta práctica acarrea a la propia imagen de la labor educativa.
Muchas veces nos quejamos de que no se valore y aprecie como debe ser el maestro de
colegio y en particular a los de la especialidad de lengua y literatura, pero no nos damos
cuenta de que gran parte de la responsabilidad la tienen los propios docentes y estudiantes
universitarios.

* *
Huamán, M. (2001). Problemas de teoría literaria. Ediciones del signo lotófago, pp. 27-35.
5
Profesor Principal del Departamento Académico de Literatura de la Facultad de Letras y Ciencias
Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.
Si el entusiasmo y el empeño puesto por el autor en la publicación de un libro, sobre todo
del tipo manual de enseñanza universitaria, fueran suficientes nuestra realidad educativa
seria otra. Lamentablemente no bastan porque muchas veces se reproducen y perennizan
en la misma elaboración del texto prácticas o costumbres intelectuales que precisamente
hay que combatir para poder avanzar. Si el memorismo, la ausencia de hábitos de lectura y
la carencia de perspectiva crítica son los males más graves de nuestra educación, los
instrumentos que usamos para forjar a los futuros maestros no deben caer en dichos
errores.

Hay que cambiar esa mentalidad del estudiante de educación que prefiere manuales,
diccionarios, balances, resúmenes y cualquier lectura que implique menos páginas o que
sea menos voluminosa. Los jóvenes alumnos de pedagogía tienen una fascinación por los
seminarios, simposios, encuentros, mesas redondas, charlas o cualquier actividad de
difusión que además de resultarles más cómoda (solo tienen que sentarse y escuchar)
redunda en su beneficio al otorgarles un certificado que, aunque no hayan aprendido nada,
les “engorda” el curriculum Hay toda una “cultura oral” mal entendida que distorsiona un
hecho esencial y fundamental para la formación en la educación superior: la necesidad de
investigar y leer texto especializados.

Por otro lado, como en la comunicación oral, se alude con ligereza y en términos vagos a
las opiniones o el pensamiento de otros autores, de los que se hace un uso casi literal sin
darse el esfuerzo de elaborar discursivamente en forma autónoma los propios temas que se
están desarrollando. Diferenciar nuestra escritura de lo escrito por otros nos exige la tarea
de ordenar un conjunto de lecturas que requiere manejar mínimamente para abordar con
seriedad cualquier asunto. Esto es, si menciono aludo a determinado autor o libro, el lector
debe tener claro por qué ese y no otro, donde se ubica cronológicamente o
conceptualmente en concordancia con la exposición que se está haciendo.

El utilizar palabras de otros autores y mezclarlas con las nuestras en una suerte de
paráfrasis tiende a reforzar en los estudiantes la idea de que existe “una verdad”, casi
siempre dicha en pocas palabras y en forma ambigua o tautológica. No se trata de no citar
o no mencionar las opiniones de otros autores, sino que cuando se hace en realidad se
dialoga con los demás en el seno de una comunidad científica o académica. …
Quinta tesis equivocada: existe la verdad, la belleza y lo bello es una verdad. Podemos
encontrar esta tesis expresada de la siguiente manera:

La teoría constituye un reflejo, una representación mental de la realidad objetiva.


(Chamorro: s/f, 25)

1. La ciencia parte de los hechos y crea modelos para transformar en la realidad. 2. La


objetividad de la ciencia se comprueba en la práctica social (Alvarado: 1996, 16)

La literatura es una forma de conciencia social. (Chamorro: s/f, 327)

El reflejo es relación dialéctica entre la realidad y el individuo, ocasionando una respuesta


frente al estímulo: surge la literatura en esta interacción. (Chamorro: s/f, 31)

Teoría Literaria: Los signos como componentes de una estructura pensamental. (algunas la
llaman “Crítica Literaria” en cuanto describe cómo se examina una obra literaria).
(Varillas-Rojas: 1997, 15-16)

El arte es la búsqueda de la forma de expresar la verdad. La verdad artística en la literatura


consiste en reflejar lo típico. (Chamorro: s/f, 30)

Esta manera de enfrentar lo real y el conocimiento preñada de realismo mecanicista y


materialismo vulgar, es conocida como representacionismo ingenuo. La idea es la
siguiente: dado que las palabras reflejan lo real, podemos conocer y llegar a la verdad.
Cada forma de lenguaje nos ofrece una parte de la verdad, siendo la más confiable, más
objetiva y más real la verdad de las representaciones de la ciencia. De ahí que se trate de
enunciar las leyes o la teoría científica que permita conocer el proceso de evolución y
desarrollo del conocimiento de sus formas más simples a las más complejas, así como nos
permite establecer el método más adecuado para el conocimiento. Esa verdad, esa ciencia y
ese método ya está descubierto y se trata sólo de aplicarlo: el marxismo o materialismo
dialéctico.

Hay que tener más respeto por la filosofía de Marx y no confundirla con esta versión
vulgar, totalmente equivocada. Si eso fuera así, si existiera una verdad y la ciencia la
hubiera descubierto, dejaría de ser precisamente ciencia, abandonaría su permanente
búsqueda e investigación. La verdad no es una cosa, ni algo que se descubre sino un
discurso que se construye y siempre limitado. Lo científico es interrogarse
permanentemente, dudar e intentar superar los problemas y paradojas de nuestra
experiencia. Como ha demostrado Tomas Kuhn, el camino de la ciencia no es acumulativo,
sino que las revoluciones científicas se dan por cambios y conjeturas innovadoras. ¿Si
existiera la verdad absoluta para qué investigar o estudiar? Bastaría con repetir como un
dogma dicha verdad. Eso es lo que lamentablemente muchos hacen.

Podríamos hablar de otras tesis que están ligadas a las enumeradas, como la que supone
como ley de la contradicción de la teoría literaria la existencia de una literatura proletaria y
una burguesa, dando a la primera un rasgo revolucionario y otro decadente a la segunda, o
aquella otra tesis implícita que cree extender la idea de evolución del campo de la
naturaleza al de la cultura para santificar aquellas formas u obras que coinciden con su
posición ideológica, pero que no puede explicar por qué sobreviven textos literarios
antiguos como la Ilíada o El Cid que niegan dicho mecanismo extremo. También aquella
otra tesis que habla de una crítica revolucionaria y de la función al servicio de las causas
populares que debe tener el arte, interpretado bajo los criterios de un partido supuestamente
al servicio del cambio social. El problema es cómo diferenciar quién tiene la razón o no,
dado que muchos se dicen ser representantes de los sectores más populares o más
simplemente por qué negar a los propios explotados su voz propia; lamentablemente el
tiempo nos resulta corto, así que dejaremos estos temas para otra ocasión.

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