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Pero los estudiosos se han dedicado a examinar los “rituales laicos” (ver
Moore y Myerhoff 1977). Actualmente predomina la opinión de que la
frontera entre lo sagrado y lo laico, al igual que la frontera entre el trabajo
y el juego son tanto una como la otra muy porosas y culturalmente
específicas. Los rituales han sido considerados:
Todas estas categorías se superponen. También está claro que los rituales
no son una bóveda del banco donde uno deposita las ideas aceptadas,
sino, en muchos casos, sistemas performativos dinámicos que generan
nuevos materiales y recombinan las acciones tradicionales de maneras
nuevas.
Sea como sea, el futuro del ritual, al igual que su pasado, tiene pedigrí.
Los etólogos, al observar a los animales que ejecutan sus rituales usan la
palabra ritual sin comillas.2 Desde el punto de vista etológico el ritual es:
2
aumentados y realzados por importantes partes del cuerpo que han
evolucionado a lo largo del tiempo para ser usadas en los “despliegues
rituales” — los cuernos del alce, la cola del pavo real, el trasero rojo de un
babuino en estro, los brillantes colores de enorme cantidad de especies de
peces. Otros animales tienen la habilidad de cambiar espectacularmente
de tamaño o de color. La evolución del ritual desde un punto de vista
etológico puede expresarse gráficamente como un árbol (figura 7.1).
Mientras más arriba el árbol, más cerca de lo humano.
fiestas de ritos de formas formas
guardar, tránsito codificadas ad
celebraciones hoc
vida deportes política
cotidiana
RITUAL RITUAL
RELIGIOSO ESTÉTICO
RITUAL SOCIAL
RITUALIZACIÓN
HUMANA
Rituales sociales:
primates no humanos
Fijos y libres:
pájaros, mamíferos
Fijados genéticamente:
insectos, peces
RITUALIZACIÓN
Los primates no humanos como los chimpancés y los gorilas se comportan
en algunos aspectos muy parecido a los humanos. Algunas de sus
acciones se parecen mucho a la forma humana de actuar sus
performances.3 Aun si los primates no humanos no pueden hablar como
hablan los humanos (porque carecen no sólo de las formaciones
musculares necesarias para la articulación del habla sino también de un
cerebro suficientemente desarrollado) pueden expresar y comunicar
sentimientos. Esta conducta expresiva que les permite comunicar y
compartir sentimientos puede estar más cerca del ritual humano y de las
“artes del comportamiento” asociadas al ritual (el teatro, la danza, la
música, cierto tipo de pintura) que cualquier otra cosa racional o cognitiva
que los “monos superiores” sean capaces de hacer.
Pero si bien existen homologías entre la conducta del animal y los rituales
humanos y las artes, también existen importantes diferencias. La “danza”
de las abejas, que responde a un patrón fijo, puede parecer como si fuera
una danza a un observador humano predispuesto a ver esa analogía, pero
las abejas no danzan en el mismo sentido que lo hace un bailarín de
Kathakali o los actores de A Chorus Line. 4 En las abejas todo está
genéticamente determinado. No hay ni aprendizaje ni improvisación, no
existen clases de coreografía para que puedan inventar y poner a prueba
nuevas conductas. Tampoco hay ensayos para revisar las conductas,
tomando en cuenta el “talento” particular de tal o cual abeja. Lo más que
puede suceder es que, por accidente, ocurra alguna variación genética
ventajosa que en lo adelante se trasmita. Ninguna abeja puede
equivocarse o mentir o negarse a hacer algo. Una bailarina de ballet
puede decidir una noche que no se va a parar en puntas a pesar de que la
coreografía se lo tenga marcado. Puede perder el papel e incluso ser
echada del trabajo; pero nadie le hará exámenes para determinar qué
mutación genética se ha producido en ella que la hace andar sobre la
planta del pie. No ocurre otro tanto con las abejas “bailarinas”. Si lo hacen
mal o cambian su patrón básico de conducta los científicos observarán
atentos el fenómeno para ver qué rayos les ha estropeado el ADN.
4
para la misa, para un rito de iniciación de los aborígenes australianos,
para un puja hindú o para la Copa Mundial de fútbol.
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5
podríamos agregar la “luz interior” de los cuáqueros, la “conciencia
trascendental” de Thomas Merton y el samadhi yoga.
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Turner(1983:230)
Trad. para uso interno, Magaly Muguercia , junio 2006