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RICHARD SCHECHNER, SOBRE EL RITUAL:

[...]

Incluso decir ‘ritual’ usando una sola palabra es buscarse un problema. El


ritual ha sido definido de formas tan diferentes — como concepto, como
praxis, como proceso, como ideología, como anhelo, como experiencia,
como función — que significa muy poco porque significa demasiado.1 En el
uso común, el ritual se identifica con lo sagrado, otra palabra jabonosa.

Pero los estudiosos se han dedicado a examinar los “rituales laicos” (ver
Moore y Myerhoff 1977). Actualmente predomina la opinión de que la
frontera entre lo sagrado y lo laico, al igual que la frontera entre el trabajo
y el juego son tanto una como la otra muy porosas y culturalmente
específicas. Los rituales han sido considerados:

1) como parte del desarrollo evolutivo de los animales;


2) como estructuras con cualidades formales y relaciones susceptibles de
ser definidas;
3) como sistemas simbólicos de sentido;
4) como acciones o procesos performativos;
5) como experiencias.

Todas estas categorías se superponen. También está claro que los rituales
no son una bóveda del banco donde uno deposita las ideas aceptadas,
sino, en muchos casos, sistemas performativos dinámicos que generan
nuevos materiales y recombinan las acciones tradicionales de maneras
nuevas.

Sea como sea, el futuro del ritual, al igual que su pasado, tiene pedigrí.
Los etólogos, al observar a los animales que ejecutan sus rituales usan la
palabra ritual sin comillas.2 Desde el punto de vista etológico el ritual es:

conducta común transformada (por medio de condensación,


exageración, repetición y ritmo) en secuencias especializadas de
comportamiento puestas al servicio de funciones específicas. Estas
funciones con frecuencia tienen que ver con el apareamiento, la
jerarquía o la territorialidad.

En los animales, los comportamientos ritualizados a menudo están


dispuestos en “patrones de acción fijos” que se ejecutan automáticamente
ante la presencia de determinados estímulos. Estos patrones son
*
Tomado de Schechner, Richard, The Future of Ritual. Writings on Culture and Performance, capítulo 7.
London and New York, Routledge, 1993, p. 228-265.
1

2
aumentados y realzados por importantes partes del cuerpo que han
evolucionado a lo largo del tiempo para ser usadas en los “despliegues
rituales” — los cuernos del alce, la cola del pavo real, el trasero rojo de un
babuino en estro, los brillantes colores de enorme cantidad de especies de
peces. Otros animales tienen la habilidad de cambiar espectacularmente
de tamaño o de color. La evolución del ritual desde un punto de vista
etológico puede expresarse gráficamente como un árbol (figura 7.1).
Mientras más arriba el árbol, más cerca de lo humano.
fiestas de ritos de formas formas
guardar, tránsito codificadas ad
celebraciones hoc
vida deportes política
cotidiana

RITUAL RITUAL
RELIGIOSO ESTÉTICO

RITUAL SOCIAL

RITUALIZACIÓN
HUMANA

Rituales sociales:
primates no humanos

Fijos y libres:
pájaros, mamíferos

Fijados genéticamente:
insectos, peces

RITUALIZACIÓN
Los primates no humanos como los chimpancés y los gorilas se comportan
en algunos aspectos muy parecido a los humanos. Algunas de sus
acciones se parecen mucho a la forma humana de actuar sus
performances.3 Aun si los primates no humanos no pueden hablar como
hablan los humanos (porque carecen no sólo de las formaciones
musculares necesarias para la articulación del habla sino también de un
cerebro suficientemente desarrollado) pueden expresar y comunicar
sentimientos. Esta conducta expresiva que les permite comunicar y
compartir sentimientos puede estar más cerca del ritual humano y de las
“artes del comportamiento” asociadas al ritual (el teatro, la danza, la
música, cierto tipo de pintura) que cualquier otra cosa racional o cognitiva
que los “monos superiores” sean capaces de hacer.

Pero si bien existen homologías entre la conducta del animal y los rituales
humanos y las artes, también existen importantes diferencias. La “danza”
de las abejas, que responde a un patrón fijo, puede parecer como si fuera
una danza a un observador humano predispuesto a ver esa analogía, pero
las abejas no danzan en el mismo sentido que lo hace un bailarín de
Kathakali o los actores de A Chorus Line. 4 En las abejas todo está
genéticamente determinado. No hay ni aprendizaje ni improvisación, no
existen clases de coreografía para que puedan inventar y poner a prueba
nuevas conductas. Tampoco hay ensayos para revisar las conductas,
tomando en cuenta el “talento” particular de tal o cual abeja. Lo más que
puede suceder es que, por accidente, ocurra alguna variación genética
ventajosa que en lo adelante se trasmita. Ninguna abeja puede
equivocarse o mentir o negarse a hacer algo. Una bailarina de ballet
puede decidir una noche que no se va a parar en puntas a pesar de que la
coreografía se lo tenga marcado. Puede perder el papel e incluso ser
echada del trabajo; pero nadie le hará exámenes para determinar qué
mutación genética se ha producido en ella que la hace andar sobre la
planta del pie. No ocurre otro tanto con las abejas “bailarinas”. Si lo hacen
mal o cambian su patrón básico de conducta los científicos observarán
atentos el fenómeno para ver qué rayos les ha estropeado el ADN.

La performance humana es, paradójicamente, una fijeza que hay que


practicar duramente para poderla alcanzar, pues está basada en la
contingencia. Es un gran deleite para alguna gente pararse en puntas, o
recitar palabras escritas cientos de años atrás, o actuar una torpeza
previamente coreografiada, como es el caso de los clowns. Pero incluso
puede ser más placentero para otra gente pagar una buena cantidad de
plata (o su equivalente) para mirar y saborear tal conducta. Y lo que es
cierto para el ballet, Shakespeare o el arte del clown es verdad también
3

4
para la misa, para un rito de iniciación de los aborígenes australianos,
para un puja hindú o para la Copa Mundial de fútbol.

¿Llaman los etólogos “ritual” a algunas conductas de los animales porque


se les parece a lo que la gente hace? ¿O existen realmente homologías
ciertas entre animales y humanos basadas en la genética? ¿Existe una
evolución de la conducta conectada con la evolución del cuerpo,
especialmente del cerebro? No es fácil darle una respuesta categórica a
esta pregunta. Eso trataba de hacer el antropólogo y filósofo Victor Turner
cuando murió de repente de un infarto en 1983.
[...]
Las interacciones que los rituales envuelven, contienen y median casi
siempre tienen que ver con jerarquía, territorio y
sexualidad/apareamiento (una cuádrupla interdependiente). Si estos son
los “eventos reales” que los rituales recubren, entonces ¿qué son los
rituales mismos?

Son acciones simbólicas ambivalentes que apuntan hacia las acciones


pero al mismo tiempo ayudan a la gente a evitar una confrontación
demasiado directa con esos acontecimientos. De modo que los rituales son
también puentes — acciones de enlace que permiten a la gente transitar
por encima de aguas turbulentas. No es casual que muchos rituales sean
considerados “ritos de tránsito” (o ritos de pasaje).

Las acciones rituales tanto animales como humanas se encuentran muy


cerca del teatro. En el teatro, también la conducta se reacomoda, se
condensa se exagera y se hace rítmica.

El teatro emplea trajes llenos de colorido y máscaras, y también se hacen


pinturas sobre el rostro y el cuerpo tan impresionantes como la cola de un
pavo real o las astas de un reno. En el teatro la actuación emprende
peligrosos viajes y se enfrenta a mortales conflictos. Incluso las farsas y las
comedias a duras penas logran ocultar sus subtextos violentos. Igual que
en el ritual, en el teatro la violencia está simultáneamente presente y
ausente, desplegada y diferida.
[...]

También puede decirse que el ritual humano hace un cortocircuito en el


pensamiento que nos proporciona respuestas hechas para poder manejar
las crisis. Las ansiedades individuales y colectivas son aliviadas por medio
de los rituales porque las características de repetición, ritimicidad,
exageración, condensación y simplificacióm estimulan al cerebro a
introducir directamente endorfinas en el torrente sanguíneo, con lo que el
ritual provoca un segundo beneficio: alivia el dolor, produce un rebalse de
placer. Al sugerir que la religión es el opio del pueblo Marx puede haber
tenido razón hablando desde el punto de vista bioquímico.
Pero el ritual es también creativo, porque, como Turner demostró, el
proceso ritual abre un tiempo-espacio desestructurante de plena
disposición para jugar.

[...]

[Para hablar de ritual hay que explicar qué es el trance]

Barbara Lex propone que el trance y otros estados de flujo afectivo


supremos resultan de la estimulación extrema de los dos sistemas básicos
del cerebro: el ergotrópico y el trofotrópico [actividad corporal e
imaginación, me permito traducir provisionalmente. M.M.]. 5

Cuando uno se expone a estímulos múltiples, intensos, repetitivos


y disparadores de emociones esto asegura una uniformidad en el
comportamiento de los participantes de un ritual... Los rituales
adecuadamente ejecutados promueven un sentimiento de bienestar
y alivio, no solo porque se alivian tensiones prolongadas o intensas,
sino porque las técnicas de inducción empleadas en los rituales
están diseñadas para sensibilizar o “sintonizar” el sistema nervioso
y de este modo bajar la inhibición del hemisferio izquierdo
[neocortical] del cerebro y permitir un predominio temporal del
hemisferio derecho, y también una excitación mezclada de lo
trofotrópico y lo ergotrópico [dicho grosso modo: despliegue creativo
combinado con actividad física] lo que permite alcanzar una
sincronización de los ritmos corticales de ambos hemisferios y
provocar un rebote trofotrópico.
(in d’Aquilis1979: 120. 144-5)

O dicho en el lenguaje de Turner:

La actividad rítmica del ritual, ayudada por “inductores” sónicos,


visuales, de luz y otros, al prolongarse, puede llevar a una
estimulación máxima simultánea de los dos sistemas del cerebro, lo
que hace que los participantes de un ritual experimenten lo que los
autores llaman “afecto positivo, inefable”. También se usa el
término freudiano “experiencia oceánica”, o “éxtasis yoga”, y
también el término cristiano “unio mystica”, una experiencia de
unión de los opuestos que cognitivamente hemos discriminado y
separado a causa del binario y digital raciocinio del dominante
hemisferio izquierdo cerebral. Supongo que podríamos usar
también el término zen satori (el relámpago integrador), y

5
podríamos agregar la “luz interior” de los cuáqueros, la “conciencia
trascendental” de Thomas Merton y el samadhi yoga.
[...]
Turner(1983:230)
Trad. para uso interno, Magaly Muguercia , junio 2006

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