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En las últimas dos décadas en las que la llegada de la tecnología y el aumento en las
desigualdades económico-sociales se han pronunciado, el índice de lectura ha tenido un
retroceso, por lo cual se han creado programas orientados a aumentar los números como lo
son:
Así como México se olvida de otro sexenio también lo hacen con los programas de
gobierno, incluyendo el de lectura y este no es una excepción. El 26 junio de 2019 se dio a
conocer la Estrategia Nacional de Lectura la cual no es un programa federal, puesto que no
cuenta con presupuesto ni con fondos gubernamentales, sino que se trata de fomentar la
lectura desde la edad temprana basándose en 3 ideas de intervención (El Heraldo de
México, 2019).
Los problemas que enfrentan los mexicanos en temas de lectura y cultura se remontan
al siglo XX donde la industria editorial comenzó a ganar popularidad dándole un giro total
a la edición de periódicos. Aunque, en México gran parte de la población era analfabeta se
lograron posicionar grandes empresas como Porrúa y la Comisión Editorial Popular la cual
editaba el material didáctico (Camacho-Quiroz, s. f.)
Por otro lado, se encuentran las dificultades de la comercialización, puesto que las
librerías se convirtieron en un negocio riesgoso si no vendían los libros de moda o tenían en
sus almacenes escritos de autores reconocidos, dando paso a empresas extranjeras que se
fueron apropiando del territorio. Del mismo modo, los escritores eran discriminados por las
editoriales, debido a que los libros propuestos no eran temas de interés para el público en el
que ellos se enfocaban (Camacho-Quiroz, s. f.).
Por otra parte, la educación a nivel nacional en sus tres niveles: preescolar, primaria y
secundaria. En sus tres grados: básica, secundaria y media superior que duran desde los 3 a
18 años es incapaz de formar el hábito de la lectura, puesto que no es un rubro al que se le
preste mucha importancia, a los estudiantes se les fuerza a leer por calificación no por
conocimiento debido a que no hay invitaciones si no ordenes, lo que hace cuestionar el
sistema educativo nacional. Un problema más de los últimos años que amenaza fuertemente
las librerías como las conocemos y la industria de imprenta son
Las nuevas generaciones de jóvenes son las que están en peligro al estar perdiendo el
gusto por la lectura y la alternativa del audiolibro también comienza a causar estragos en
los índices al disminuirlos. Por esta razón, no puede ser considerado como lectura escuchar
una grabación.
Referencias: