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latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com
Dirección General:
Mario Eduardo Ángeles.
Textos: Marlon Albores Colín.
Arte digital: Marlon Albores.
sitio web: https://www.facebook.com/accionlimbo
Contacto:
late stad ur al ite rari a@ g mai l.c om
México, Octubre 2013.
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El tiempo no está
del lado de nadie
Borrachos al servicio
de la comunidad
La Testadura 9
Borrachos al servicio
de la comunidad
La Testadura 19
Arte digital: Marlon Albores.
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(sin título)
(sin título)
(sin título)
(sin título)
(sin título)
La noche que Cthulhu se fue de la peda
porque ya se estaba poniendo bien
gruexa
La hicieron emputar señorita
La teoría de la diarrea contemporánea
Homenaje a Kirby
Las gorditas saben
mejor remojadas
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al final tuviéramos 4 de tequila y tres de
ron para nosotros solitos. Entre brindis y
cotorreo de mírale las nalgas a esa y che-
ca como botan las tetas de aquella yo
sentía que una mirada me abarcaba. Tra-
té de quitarme ese pensamiento pero era
inútil. Alguien me miraba y no sabía
quién. Solo sentía que unos ojos se posa-
ban sobre mí estando chupe y chupe.
--Mira cabrón esa Julieta no te quita
la mirada de encima.
--¿Quién?
--Julieta wey, y viene hacia acá.
-- ¡Julieta? Y esa quien es.
--Pues la gordita de cobranzas.
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--Ahhh no mames. Pero si esta regor-
da.
--Y eso que wey, yo solo te digo que
ahí viene. Yo creo que quiere que bailes
con ella.
-- Nel que! A la verga si cree que voy
a…
--Qué onda Mariano…
--(pinche gorda que quieres). Ah, ho-
la, cómo estás!
--¿Me vas a conceder esta pieza?
--¿Cual si ni estoy comiendo?
--Ay no que tontito eres. Si vas a bailar
conmigo. En el trabajo me prometiste que
bailarías conmigo toda la noche. Y pues
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aquí estoy.
-- Es que… pues estoy tomando
Julieta.
--Ay, ya ves como eres.
--Además no se bailar. Nadita.
--No le hace yo te enseño.
Me jala del brazo y para no hacer el
oso pues me paro y la sigo a: ¡LA pista DE
baile!
El tequila depositado en mi cerebro
me permite no sentir tanta pena como
debería así que como puedo le trato de
seguir los pasitos salseros. Mientras sien-
to como su lonja mayor roza con mi pecho
observo a los demás danzantes. Ahí está
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el licenciado Ricardo baile que baile con
su amante secretaria, el chofer caimito
dándole rico y sabroso al bailongo tratan-
do de rozar las nalguitas de Paty la de
computación que qué buenas piernas se
carga; también esta Toñita bailando con
Azucena las dos más feas de la empresa y
que nadie pela, así que bailan como que
muy quitadas de la pena pensando solo
en desgracias, Pepillo Ojitel le arrima el
pito a Magdalena de finanzas y ella se
deja llevar por el ritmo de Edí Santiago y
su fría eres tan fría como la lluvia o algo
así. A mi cada vez me caga más que esta
Julieta roce sus lonjas con mi panza.
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También me toma de la mano fuerte fuer-
te para que no me vaya. Mi ánimo está
cada vez más culero y solo arrastro los
pies, dejo caer los hombros y bailo con
una pendejez para ver si así esta gordis
ya se harta y me manda a volar. Pero no.
Me aferra con mas fuerza y ahora no solo
sus lonjas se juntan a mi sino también su
enorme vientre y montezote de Venus
tratando de entrar en contacto con mi (en
ese momento) dormido pito. ¿Pero que
piensa esta mujer?¡Quiere verga y en-
frente de todos!
--Este ya me canse Julieta.
--Ayy siii. Pues yo no. Nada más la que
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sigue y ya. Ándale.
--No es ke ya me tengo que ir.
--Pues a donde.
--Al bar.
--A cual?
--A uno que esta por el centro.
--Y no me invitas?
--Pero tú estas casada.
--Y eso que. A mi esposo le valgo ma-
dres.
(La neta no se ni porque he?) Pues
como quieras pero yo ya me voy. Ya sabes
cual ¿no?.
--¿Es ese que se llama ―LA Calefa-
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cción‖?
--Ándale. Ese mero.
--Pero no te vayas. Vamos a echarnos
esta de la Sonora Santanera.
--Ah ya a la verga ahí te ves.
--Ayy que grosero. Pero ahí te veo he?
Mejor no conteste. Me acerco a mi
mesa y veo a Cristóforo
(Así se llama de verdad) riéndose de
manera pasada de lanza.
--¿Uyyy no ke no bailabas monito?
-- Pues que querías que hiciera ¿Qué
la mandara a la verch?
-- Pues mínimo un arrimón…
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--Ella fue la que me lo dio y no preci-
samente sabrosón.
--Entonces que le seguimos atorando.
--Yo sí pero mejor en el bar ―LA Cale-
facción‖, ¿no?
--Va pues yo te caigo al rato.
--Utss que gay eres.
Y pues ni modo a chupar solo otra vez.
Me fui, tome un taxi y llegue sin retra-
so aunque nadie me esperaba. El barman
muy amable me ofreció una amplia sonri-
sa al llegar.
--¿Y donde están todos?
--Pues nada más estoy yo. Así que
sírveme lo de siempre.
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Me miró como pensando pobre ca-
brón siempre viene solo. Y pues sí, siem-
pre iba solo, y así me quedaría por un
rato más. Me sambutí 7 chelas leves y
una cuba, cuando de pronto por la puerta
empiezan a ingresar algunos de los que
dejé en la Fiestadeaniversariodelaempre-
sa.
Vaya, vaya, Cristóforo ya venía ento-
nado machín, algunas secretarias borra-
chonas con las mejillas rojas reían al
compás de ninguna canción, varios entes
más se dejaban venir hacia la barra lle-
nando de inmediato el lugar. Y como no si
―La Calefacción‖ es el clásico Pub Irlandés
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de pequeñas dimensiones y le dicen la
calefacción porque con más de 10 gentes
ya se suda copiosamente. Y hablando de
copias –―Sírvame otras que yo pago‖—se
alcanza a escuchar el grito de uno de los
agentes de ventas que ya venía con varias
copitotas de más. Lo mejor del asunto es
que este Don venia junto con su hija. La
pobre era su secretaria privada pero no
estaba nada mal. Más bien no está nada
mal. Grandes caderas que dan salida a
unas bellas nalgas rimbombantes y un
par de senos súper chupables.
Ahora si el barman sonreía de oreja a
oreja y hasta se puso a acomodar las
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mesas para formar una especie de Octo-
ber fest diminuto. Las bebidas empeza-
ron a salir de por todos lados y yo con
tanta sed…pues a darle gusto al gusto.
Había tanta gente que no me había per-
catado de la presencia de la gorda Julie-
ta. Solo hasta que sentí unas manos tra-
tando de abrazarme y voltear y ver que
era la regordeta bailadora con cara roja y
sudorosa que rogaba por una pieza más
fue que la vi. De nuevo.
--Quiubo papito ¡bailamosh???
--Aguanta deja me termino mi trago.
Pero cual trago mejor me moví y me
senté junto a Cristóforo el cual ya denotaba
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graves estragos etílicos. Demasiado para
ser exactos. Su hablar se había hecho
tríptico críptico in entendible. De su boca
saltaban bolitas de saliva envueltas en
cerveza que se estrellaban en mi cara u
ojos. Yo me limpiaba y como nunca he
sido de los que sienten ascos pues seguía
tratando de platicar y entenderle.
-- No mames—le decía yo—Se dejaron
venir tochos morochos.
--Así es—me contestaba el asintiendo
sin control la cabeza
--Pues que bueno que llegaron yo ya
llevo medio cartón y con esta ya son diez
chelas más lo que se acumule.
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--Sí cabrón………… ya ando medio
pedo. ¿No se me ve?
-- No güey. Casi no. Pásame esa che-
la.
Me pasó la chela y yo también ya sen-
tía ese calorcito debajo de los ojos cuan-
do de cuando a uno ya le quieren pegar
las bebidas. Un sudorcito que se limpia
con los dedos y no hay pedo.
Al poco rato agarre valor y me puse a
bailar con la hija del vendedor. La bueno-
ta. Ahh que diferencia señores. Eso sí que
es otro pedo. Agarrando cinturita no que
la otra no mas no se sentía nada. Aquí
hay curvas y no topes como con la otra
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mujer. La gordita me veía y me veía furio-
sa. Ja, me vale. Que se chingue por burra.
Pero el que se chingo fui yo porque la
reina se fue temprano y solo baile dos
con ella. Agarre otro vaso, este ya tenía
bacardí añejo con coca, ahhh chido buen
cambio de sabor y me dije:
-- Pues chingue su madre. También es
doña y la neta no esta tan gorda.
Así que me senté casi a su lado. Nues-
tras piernas quedaron justas para que mi
rodilla; debajo de la mesa, pudiera frotar
su cosita. Rodilla para acá, rodilla para
allá. Veía como la gordis de pronto se
puso rubicunda. Volteo a verme con un
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rostro socarrón diciéndome: Ah que Ma-
riano tan… mañoso. Pero ni así quito su
vaginón de mi rodilla, la cual yo movía
con mayor énfasis tratando de ser no muy
notorio. Ella solo entrecerraba los ojos y
seguí platicando muy quitada de la pena.
Igual yo. Bebía y bebía y ella también.
Con cada sorbo o trago del vaso mi verga
se endurecía y veía a Julieta menos gorda
cada vez. Después e paro y pensé: Utsss
ya se emputo. Pero no. Todo lo contrario.
--Ora si vamos a bailar ¿no Manolito?
-- Pues vamos.
En medio de la danza febril me aga-
rraba las nalgas, me untaba sus tetas y
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hasta me las enseñaba bajándose el es-
cote, me sobaba la verga disimulada-
mente y se restregaba de manera soez.
Pero que rico pensaba yo. Me empecé a
imaginar a Julieta mame que mame y de
ahí no pare. Mas baile más chelas más
alcohol.
De pronto de la nada apareció el Jefe
de Jefes.
--Ahh que bonitos.
Todos como que bajaron su vaso y
espantados quisieron hablar. Pero el jefe
no nos dejó.
-- Pásame dos bacardí blanco. Como
que chelas. A ver dos botellas de bacardí
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blanco con sus respectivas cocas y tehua-
canes.
--Yupiiii—La algarabía inundaba el
lugar. Con más ganas se chupaba, se
hablaba y se bailaba. Al cabo el jefe pa-
ga. No se diga más.
Me canse de bailar y de mi pito estu-
viera duro y duro con la lonja de Julieta.
Así que mejor nos sentamos y me dispuse
a llenar de nuevo el tanque. Senteme a
lado del jefe y de Cristóforo el cual, ahora
si, ya estaba muy pedo. Demasiado. Tan-
to que el jefe resulto ser su mejor amigo y
confidente. Cristóforo platicaba de lo
lindo con el Boss con la clásica actitud
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de: ―Cuando estamos pedos todos los
hombres nos queremos‖. Lo abrazaba, le
salpicaba la cara, le daba manotazos en
la espalda, no no no. El clásico malaco-
pa. Yo solamente observaba como Cristó-
foro iba disminuyendo en su capacidad
de hacer lógica cualquier actividad en
ese momento. Se servía de mas, tiraba
las servilletas y los hielos, pedía cigarro a
todo mundo y cantaba a todo volumen
canciones rancheras. El colmo fue cuan-
do se puso a llorar en el regazo del jefe y
tiro una de las mesas del mini october
Fest regando por el piso botellas y vasos
enteramente llenos.
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Ufff, no se puede ser así.
De milagro alcance a salvar mi Cha-
bela llena de Bacardí blanco y tequila con
square (combinación ganadora papá).
ME alce medio encabronado no tanto por
el alcohol perdido si no por la pendeja
actitud de Cristóforo. Bueno creo que el
se fue o huyó. Cualquiera de las dos. El
jefe pago y se fue. Más bien lo dejaron en
su casa pero regreso. La gorda Julieta
seguí con sus lances sexuales. Pero como
en toda ocasión la botella le gano a la
reina.
Así que me fui a mi casa en automáti-
co total solo para recordar que dentro de
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poco tendría que ver de nuevo a Julieta y
soportar su lance cachondo hacia mi hu-
milde persona.
¡Uff!, vaya que mi respuesta ni
ella se la esperaba.
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MARLON ALBORES COLÍN.
(México, D.F, 1973)
Estudié diseño gráfico; ac-
tualmente me desempeño
como obrero del Diario de Querétaro.
Publicó en La Testadura no. 20