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latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com
Dirección General:
Mario Eduardo Ángeles.
Textos: Marlon Albores Colín.
Arte digital: Marlon Albores.
sitio web: https://www.facebook.com/accionlimbo

Consejo Editorial: Bardo Garma, David Morales, Miguel


Escamilla, Cristian Martín Padilla, Salvador Huerta,
Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y
Jesús Reyes.

Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana


Isabel Enríquez, Paulina Romero, Flor de Liz, Tzolkín
Montiel.

Contacto:
late stad ur al ite rari a@ g mai l.c om
México, Octubre 2013.
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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-


res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.
CONTENIDO

El tiempo no está
del lado de nadie

Borrachos al servicio
de la comunidad

Las gorditas saben


mejor remojadas
El tiempo no está
del lado de nadie

Y en efecto. Los relojes son mudos de


este lado del espejo.
En vez de tic tac sus manecillas son
silenciosas. Solo giran en un sinfín de
vueltas sobre los números. Y estos son
peores.
Uno sobre otro solo se reproducen.
Aún restándolos siguen saliendo por do-
quier. Hasta por debajo del aliento y de
La Testadura 6
los parpadeos de los ojos. Entre más das
más cerca estas del final de tu vida. ¿Y el
tiempo? Calladito. Él solo se arrastra por
debajo de nuestras almas, paseándose y
platicando con las sombras de las perso-
nas dormidas. De las personas que lo ven
pasar y a diario lo saludan. El tiempo se
aburre pronto de la estimación de la gen-
te. Los desprecia. En el correr de los mo-
mentos, en donde tan sólo algunos, se
quedan rezagados y terminan llegando en
el último lugar. Arrastrándose.
Pero no lo hacen para sentir pena.
Simplemente así son. Lo hacen porque
eso es lo que deben de hacer. Llegar
La Testadura 7
siempre cuando ya todo se ha ido. Los
momentos solos. Ahí se quedan. Mirando
alrededor y esperando que alguien venga
por ellos. Solo alguien sabrá si va por
ellos o los deja.
Las casitas de metal del tiempo están
en las manos de todos. Amarrados cual
grilletes a sus muñecas. Disfrazan estas
cadenas con modernísimos artilugios de
seudolujo y anti tecnología. Para estar
viendo si siguen siendo esclavos a cada
segundo de su vida. Pendientes siempre
de que hora es. ¿Y si llego la hora de sal-
picar de sangre las paredes? ¿Seguirán
apreciando tanto sus casitas de metal,
La Testadura 8
plástico? Seguro que sí.
Hora de la defunción; es lo que todos
al morir, escucharemos por primera vez.

La Testadura 9
Borrachos al servicio
de la comunidad

Su nombre es Eder. Fue el ganador de


la carrera anual del Diario de Querétaro.
Tiene dos trabajos, va a la universidad, es
padre de dos lindas niñas y esposo amo-
roso de una guapa mujer. Solo tiene un
defecto: No bebe.
Y ayer me di cuenta de que cuando a
alguien se le hace beber en exceso sa-
biendo que el susodicho no es bebedor
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habitual los resultados pueden ser catas-
tróficos, por así decirlo.
Corría el año de 2006, el día era 14
de diciembre y eran aproximadamente
las 8 de la noche. La comida del diario
transcurría dentro de los cánones: pareji-
tas bailando al compás de salsa y música
norteña de esa en la que todos hacen el
mismo paso, mesas repletas de botellas
de ron y tequila hacina las delicias en las
gargantas de los chicas y chicos bebedo-
res, comentarios jocosos sobre la manera
de bailar de tal, la enjundia que le metía
Jeremías al baile, las contorsiones sabro-
sonas de la dama, etc. Normal.
La Testadura 11
Sólo que en una mesa estaba un cuer-
po. Era Eder quien reposaba la monu-
mental peda que llevaba por dentro.
Acostado como si hubiese estudiado para
su próximo examen de física quántica se
encontraba con los brazos extendidos y
su cabeza se posaba sobre un mantel
azul. Ningún movimiento salía de él. Vaya
con el borrachín. Qué oso. Dormido en
plena mesa. Uff que dirán los Limantuor.
Empero de pronto un estertor. Vómito
desbocado salía de su tráquea sin con-
trol. Ayyy miren a ese chavo (comentario
de una ñera) está vomitándose todo. Y en
efecto Eder estaba convertido en todo un
La Testadura 12
Vomitron extra hard core de primera. La
cantidad de vómito era increíble. Y su
hedor era todavía más cabrón. Antes que
yo Manolo se acercó para ver qué onda.
Pero al acercarse a tan solo un metro el
golpeteo del olor en sus fosas le hizo reti-
rarse con prontitud. Futa madre casi vo-
mito me decía tapándose la nariz. Me
acerqué para ver si era cierto. Mis tenis
fueron los primeros en percatarse de la
extraña situación ya que la suela se pega-
ba al suelo debido a los jugos gastroin-
testinales depositados ahí por Eder. Le
observé detenidamente para sacar con-
clusiones: Cara con vomit, camisa con vo-
La Testadura 13
mit, pantalón con vomit, mesa con vomit,
manos y brazos igual. Vomit por doquier.
Gracias al cigarro casi no olía el hedor.
Bueno ¿Qué hay que hacer?
La primera en tomar manos a la obra
fue madame CECI y Manolo. Los dos lo
cargaron para llevarlo al jardín y lavarlo.
Pero al ver que no iban a poder me acer-
que para ayudarles. Con cuidado de no
ensuciar mi saco negro de gala garra lo
tome del brazo y cargamos. Eder hedía y
no se movía. Estaba ido. No respondía a
ningún estímulo. Lo acostamos en el pas-
to. Trajimos botellas con agua para en-
juagarle el rostro, su ropa y sus manos
La Testadura 14
con todo y brazos. El vomitón abarcaba
todo su ser. Y no respondía. De nuevo
muerto. Bueno más bien ultrapedo. Tras
lavarlo (CECI lo hacía muy bien) los mese-
ros daban soluciones y recordaban su
primera peda. Manolo se comunicaba
con todos los medios posibles para que
una troca o cualquier cosa viniera por
Eder y lo llevaran a su casa. Pero nadie
sabe dónde vive. ¿Eder, me oyes, donde
vives carnal? Ya, ya, estas mojado porque
te lavamos. CECI vociferaba en contra de
los cuates de Eder: ¡Porque lo dejaron
solo! Eso no se hace. ¡Qué poca madre!
Mientras Eder era alivianado por mis ma-
La Testadura 15
sajes golpeadores en su espalda. Un po-
co más de agua. ¡Aguas! Va a volver a
vomitar. Puarfff. Utss ya se le manchó su
saco señor. No mamar voy a conocer a
mis suegros. Más agua. Me salpica. Eder
sin sentido. Un mesero trae café con coca
-cola. Eder bebe y vomita. Tengo frió mu-
cho. Mucho frío tengo yo. Claro Eder es-
tás empapado. Tengo frío. Mmmm,
bueno. Me quito el saco y se lo pongo. Ya
que, otro día conoceré a los suegros. Lo
cobijo lo mejor que puedo. El café con
coca lo aliviana de pelos. Se levanta y no
nos queda de otra que llevarlo en el carro
de manolo. CECI se queda con mi dvd que
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me gané en la rifa. El regalo de Eder des-
apareció desde hace rato. Lo metemos al
auto no sin antes pasearnos por todo el
hotel real de minas con el lindo bulto
cargado. Lo acomodamos y partimos en
búsqueda de su casa. La esposa de ma-
nolo, Doña Chonita, se encarga de poner-
le una bolsa de la comercial en su boca
por si vomitrón desea regresar. Mari, hija
de Doña Chonita y manolo, se encarga de
la diversión. Por fin llegamos a la casa de
Eder quien sale disparado del carro sin
decir nada y se va en otra dirección. La
cual es correcta y llega a su casa. Toca-
mos y su esposa abre la puerta que al ver
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a Eder suelta un ¡Ayyyy, dios mío!. Su
rostro denota miedo y asombro. Ayy páse-
le joven. Eder se mete y tratamos de ex-
plicar lo sucedido. Eder sube al baño y no
lo volvemos a ver. Le explicamos a su
esposa como estuvo la onda y ta, ta, ta.
Así que adiós.
Mi saco ya está dentro de una bolsa.
Yea gracias Doña Chonita. Ahora si me
hacen el favor de dejarme en el museo de
la ciudad para ver a Mariana y conocer de
lejitos a mis suegros estaría bien. Me
dejan en el museo. No hay nada. Voy a
otro museo y no hay nada, igual. MMM
me voy a un bar me tomo dos cervecitas,
La Testadura 18
luego mi casa y un telefonema. Todo
bien. Yo me confundí. Pero al menos la
escuché. Un día perfecto.

La Testadura 19
Arte digital: Marlon Albores.
sitio web: https://
www.facebook.com/accionlimbo
(sin título)
(sin título)
(sin título)
(sin título)
(sin título)
La noche que Cthulhu se fue de la peda
porque ya se estaba poniendo bien
gruexa
La hicieron emputar señorita
La teoría de la diarrea contemporánea
Homenaje a Kirby
Las gorditas saben
mejor remojadas

Justo se celebraba la comida de


aniversario de la empresa donde trabajo.
En cada mesa había botellas de tequila y
ron barato. Yo tenía poco de entrar en
este trabajo y pues casi no conocía a mis
compañeros. Uno que otro era igual de
bebedor que yo. Así que tomamos varias
de las botellas que en otras mesas ha-
bían sido abandonadas para que en total

La Testadura 30
al final tuviéramos 4 de tequila y tres de
ron para nosotros solitos. Entre brindis y
cotorreo de mírale las nalgas a esa y che-
ca como botan las tetas de aquella yo
sentía que una mirada me abarcaba. Tra-
té de quitarme ese pensamiento pero era
inútil. Alguien me miraba y no sabía
quién. Solo sentía que unos ojos se posa-
ban sobre mí estando chupe y chupe.
--Mira cabrón esa Julieta no te quita
la mirada de encima.
--¿Quién?
--Julieta wey, y viene hacia acá.
-- ¡Julieta? Y esa quien es.
--Pues la gordita de cobranzas.
La Testadura 31
--Ahhh no mames. Pero si esta regor-
da.
--Y eso que wey, yo solo te digo que
ahí viene. Yo creo que quiere que bailes
con ella.
-- Nel que! A la verga si cree que voy
a…
--Qué onda Mariano…
--(pinche gorda que quieres). Ah, ho-
la, cómo estás!
--¿Me vas a conceder esta pieza?
--¿Cual si ni estoy comiendo?
--Ay no que tontito eres. Si vas a bailar
conmigo. En el trabajo me prometiste que
bailarías conmigo toda la noche. Y pues
La Testadura 32
aquí estoy.
-- Es que… pues estoy tomando
Julieta.
--Ay, ya ves como eres.
--Además no se bailar. Nadita.
--No le hace yo te enseño.
Me jala del brazo y para no hacer el
oso pues me paro y la sigo a: ¡LA pista DE
baile!
El tequila depositado en mi cerebro
me permite no sentir tanta pena como
debería así que como puedo le trato de
seguir los pasitos salseros. Mientras sien-
to como su lonja mayor roza con mi pecho
observo a los demás danzantes. Ahí está
La Testadura 33
el licenciado Ricardo baile que baile con
su amante secretaria, el chofer caimito
dándole rico y sabroso al bailongo tratan-
do de rozar las nalguitas de Paty la de
computación que qué buenas piernas se
carga; también esta Toñita bailando con
Azucena las dos más feas de la empresa y
que nadie pela, así que bailan como que
muy quitadas de la pena pensando solo
en desgracias, Pepillo Ojitel le arrima el
pito a Magdalena de finanzas y ella se
deja llevar por el ritmo de Edí Santiago y
su fría eres tan fría como la lluvia o algo
así. A mi cada vez me caga más que esta
Julieta roce sus lonjas con mi panza.
La Testadura 34
También me toma de la mano fuerte fuer-
te para que no me vaya. Mi ánimo está
cada vez más culero y solo arrastro los
pies, dejo caer los hombros y bailo con
una pendejez para ver si así esta gordis
ya se harta y me manda a volar. Pero no.
Me aferra con mas fuerza y ahora no solo
sus lonjas se juntan a mi sino también su
enorme vientre y montezote de Venus
tratando de entrar en contacto con mi (en
ese momento) dormido pito. ¿Pero que
piensa esta mujer?¡Quiere verga y en-
frente de todos!
--Este ya me canse Julieta.
--Ayy siii. Pues yo no. Nada más la que
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sigue y ya. Ándale.
--No es ke ya me tengo que ir.
--Pues a donde.
--Al bar.
--A cual?
--A uno que esta por el centro.
--Y no me invitas?
--Pero tú estas casada.
--Y eso que. A mi esposo le valgo ma-
dres.
(La neta no se ni porque he?) Pues
como quieras pero yo ya me voy. Ya sabes
cual ¿no?.
--¿Es ese que se llama ―LA Calefa-

La Testadura 36
cción‖?
--Ándale. Ese mero.
--Pero no te vayas. Vamos a echarnos
esta de la Sonora Santanera.
--Ah ya a la verga ahí te ves.
--Ayy que grosero. Pero ahí te veo he?
Mejor no conteste. Me acerco a mi
mesa y veo a Cristóforo
(Así se llama de verdad) riéndose de
manera pasada de lanza.
--¿Uyyy no ke no bailabas monito?
-- Pues que querías que hiciera ¿Qué
la mandara a la verch?
-- Pues mínimo un arrimón…

La Testadura 37
--Ella fue la que me lo dio y no preci-
samente sabrosón.
--Entonces que le seguimos atorando.
--Yo sí pero mejor en el bar ―LA Cale-
facción‖, ¿no?
--Va pues yo te caigo al rato.
--Utss que gay eres.
Y pues ni modo a chupar solo otra vez.
Me fui, tome un taxi y llegue sin retra-
so aunque nadie me esperaba. El barman
muy amable me ofreció una amplia sonri-
sa al llegar.
--¿Y donde están todos?
--Pues nada más estoy yo. Así que
sírveme lo de siempre.
La Testadura 38
Me miró como pensando pobre ca-
brón siempre viene solo. Y pues sí, siem-
pre iba solo, y así me quedaría por un
rato más. Me sambutí 7 chelas leves y
una cuba, cuando de pronto por la puerta
empiezan a ingresar algunos de los que
dejé en la Fiestadeaniversariodelaempre-
sa.
Vaya, vaya, Cristóforo ya venía ento-
nado machín, algunas secretarias borra-
chonas con las mejillas rojas reían al
compás de ninguna canción, varios entes
más se dejaban venir hacia la barra lle-
nando de inmediato el lugar. Y como no si
―La Calefacción‖ es el clásico Pub Irlandés
La Testadura 39
de pequeñas dimensiones y le dicen la
calefacción porque con más de 10 gentes
ya se suda copiosamente. Y hablando de
copias –―Sírvame otras que yo pago‖—se
alcanza a escuchar el grito de uno de los
agentes de ventas que ya venía con varias
copitotas de más. Lo mejor del asunto es
que este Don venia junto con su hija. La
pobre era su secretaria privada pero no
estaba nada mal. Más bien no está nada
mal. Grandes caderas que dan salida a
unas bellas nalgas rimbombantes y un
par de senos súper chupables.
Ahora si el barman sonreía de oreja a
oreja y hasta se puso a acomodar las
La Testadura 40
mesas para formar una especie de Octo-
ber fest diminuto. Las bebidas empeza-
ron a salir de por todos lados y yo con
tanta sed…pues a darle gusto al gusto.
Había tanta gente que no me había per-
catado de la presencia de la gorda Julie-
ta. Solo hasta que sentí unas manos tra-
tando de abrazarme y voltear y ver que
era la regordeta bailadora con cara roja y
sudorosa que rogaba por una pieza más
fue que la vi. De nuevo.
--Quiubo papito ¡bailamosh???
--Aguanta deja me termino mi trago.
Pero cual trago mejor me moví y me
senté junto a Cristóforo el cual ya denotaba
La Testadura 41
graves estragos etílicos. Demasiado para
ser exactos. Su hablar se había hecho
tríptico críptico in entendible. De su boca
saltaban bolitas de saliva envueltas en
cerveza que se estrellaban en mi cara u
ojos. Yo me limpiaba y como nunca he
sido de los que sienten ascos pues seguía
tratando de platicar y entenderle.
-- No mames—le decía yo—Se dejaron
venir tochos morochos.
--Así es—me contestaba el asintiendo
sin control la cabeza
--Pues que bueno que llegaron yo ya
llevo medio cartón y con esta ya son diez
chelas más lo que se acumule.
La Testadura 42
--Sí cabrón………… ya ando medio
pedo. ¿No se me ve?
-- No güey. Casi no. Pásame esa che-
la.
Me pasó la chela y yo también ya sen-
tía ese calorcito debajo de los ojos cuan-
do de cuando a uno ya le quieren pegar
las bebidas. Un sudorcito que se limpia
con los dedos y no hay pedo.
Al poco rato agarre valor y me puse a
bailar con la hija del vendedor. La bueno-
ta. Ahh que diferencia señores. Eso sí que
es otro pedo. Agarrando cinturita no que
la otra no mas no se sentía nada. Aquí
hay curvas y no topes como con la otra
La Testadura 43
mujer. La gordita me veía y me veía furio-
sa. Ja, me vale. Que se chingue por burra.
Pero el que se chingo fui yo porque la
reina se fue temprano y solo baile dos
con ella. Agarre otro vaso, este ya tenía
bacardí añejo con coca, ahhh chido buen
cambio de sabor y me dije:
-- Pues chingue su madre. También es
doña y la neta no esta tan gorda.
Así que me senté casi a su lado. Nues-
tras piernas quedaron justas para que mi
rodilla; debajo de la mesa, pudiera frotar
su cosita. Rodilla para acá, rodilla para
allá. Veía como la gordis de pronto se
puso rubicunda. Volteo a verme con un
La Testadura 44
rostro socarrón diciéndome: Ah que Ma-
riano tan… mañoso. Pero ni así quito su
vaginón de mi rodilla, la cual yo movía
con mayor énfasis tratando de ser no muy
notorio. Ella solo entrecerraba los ojos y
seguí platicando muy quitada de la pena.
Igual yo. Bebía y bebía y ella también.
Con cada sorbo o trago del vaso mi verga
se endurecía y veía a Julieta menos gorda
cada vez. Después e paro y pensé: Utsss
ya se emputo. Pero no. Todo lo contrario.
--Ora si vamos a bailar ¿no Manolito?
-- Pues vamos.
En medio de la danza febril me aga-
rraba las nalgas, me untaba sus tetas y
La Testadura 45
hasta me las enseñaba bajándose el es-
cote, me sobaba la verga disimulada-
mente y se restregaba de manera soez.
Pero que rico pensaba yo. Me empecé a
imaginar a Julieta mame que mame y de
ahí no pare. Mas baile más chelas más
alcohol.
De pronto de la nada apareció el Jefe
de Jefes.
--Ahh que bonitos.
Todos como que bajaron su vaso y
espantados quisieron hablar. Pero el jefe
no nos dejó.
-- Pásame dos bacardí blanco. Como
que chelas. A ver dos botellas de bacardí
La Testadura 46
blanco con sus respectivas cocas y tehua-
canes.
--Yupiiii—La algarabía inundaba el
lugar. Con más ganas se chupaba, se
hablaba y se bailaba. Al cabo el jefe pa-
ga. No se diga más.
Me canse de bailar y de mi pito estu-
viera duro y duro con la lonja de Julieta.
Así que mejor nos sentamos y me dispuse
a llenar de nuevo el tanque. Senteme a
lado del jefe y de Cristóforo el cual, ahora
si, ya estaba muy pedo. Demasiado. Tan-
to que el jefe resulto ser su mejor amigo y
confidente. Cristóforo platicaba de lo
lindo con el Boss con la clásica actitud
La Testadura 47
de: ―Cuando estamos pedos todos los
hombres nos queremos‖. Lo abrazaba, le
salpicaba la cara, le daba manotazos en
la espalda, no no no. El clásico malaco-
pa. Yo solamente observaba como Cristó-
foro iba disminuyendo en su capacidad
de hacer lógica cualquier actividad en
ese momento. Se servía de mas, tiraba
las servilletas y los hielos, pedía cigarro a
todo mundo y cantaba a todo volumen
canciones rancheras. El colmo fue cuan-
do se puso a llorar en el regazo del jefe y
tiro una de las mesas del mini october
Fest regando por el piso botellas y vasos
enteramente llenos.
La Testadura 48
Ufff, no se puede ser así.
De milagro alcance a salvar mi Cha-
bela llena de Bacardí blanco y tequila con
square (combinación ganadora papá).
ME alce medio encabronado no tanto por
el alcohol perdido si no por la pendeja
actitud de Cristóforo. Bueno creo que el
se fue o huyó. Cualquiera de las dos. El
jefe pago y se fue. Más bien lo dejaron en
su casa pero regreso. La gorda Julieta
seguí con sus lances sexuales. Pero como
en toda ocasión la botella le gano a la
reina.
Así que me fui a mi casa en automáti-
co total solo para recordar que dentro de
La Testadura 49
poco tendría que ver de nuevo a Julieta y
soportar su lance cachondo hacia mi hu-
milde persona.
¡Uff!, vaya que mi respuesta ni
ella se la esperaba.

La Testadura 50
MARLON ALBORES COLÍN.
(México, D.F, 1973)
Estudié diseño gráfico; ac-
tualmente me desempeño
como obrero del Diario de Querétaro.
Publicó en La Testadura no. 20

De mano en mano, de pantalla en pantalla


¡Que la voz corra!.
La Testadura, una literatura de paso,
hecha para olvidarse en salas de
espera y/o lugares públicos.

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