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1. Dr. REINALDO VILLALBA apoderado del Senador IVÁN CEPEDA CASTRO.
2. Dr. JORGE FERNANDO PERDOMO TORRES
3. Dr. LUIS EDUARDO MONTEALEGRE LYNETT
1. DR. REINALDO VILLALBA:
El recurso de apelación impetrado por la representación judicial del Senador IVÁN
CEPEDA CASTRO argumentó su disenso con la decisión de instancia de la siguiente
manera:
En primer lugar, consideró que de forma efectiva se desconoció el precedente y que
el mismo debe mantenerse por razones de seguridad jurídica y, a partir de allí,
solicita de entrada se revoque la decisión de instancia y se mantengan plenamente
los efectos jurídicos de la indagatoria y de la definición de situación jurídica
manteniendo en detención preventiva de carácter domiciliario al procesado.
Hace un recuento sobre los términos de postulación de la pretensión de la defensa
bajo el interrogante: ¿La medida de aseguramiento impuesta por la Sala Especial de
Instrucción de la Corte Suprema de Justicia pierde eficacia al pasar la actuación a
llevarse bajo la cuerda procesal de la Ley 906 de 2004? Haciendo énfasis en que,
como lo señaló el estrado A-Quo, la Defensa fue clara en referir que no estaba
solicitando declaratoria de nulidad alguna pero reseñando dos escenarios derivados
de su petición: la primera referente a que no puede haber medida de aseguramiento
sin imputación y, la segunda, referente a si bien no se pedía formalmente nulidad el
efecto jurídico de la petición de la defensa comportaba reconocer la invalidez de lo
actuado ante la Corte Suprema de Justicia.
Señaló cómo se echó mano del denominado “Caso Santrich” así como del caso de
León Freddy Muñoz Lopera en donde se exponía no hay lugar a la adecuación del
caso de Ley 906 a Ley 600 bajo el entendido de que en ambos casos los dos
procesados ya eran aforados cuando fueron imputados por la Fiscalía lo cual hacía
inaplicables dichos antecedentes jurisprudenciales.
Refiere que tanto la Defensa como la A-Quo concluyen dos cosas: i). No es posible la
equivalencia indagatoria – imputación y ii). Estando en Ley 906 de 2004 no es
posible imponer medida de aseguramiento sin previa imputación.
Considera que hay un yerro en la decisión impugnada bajo el entendido de que
puede haber adecuación o no partiendo del reconocimiento de que hay validez en lo
actuado en la Corte Suprema de Justicia así como cuando es en sentido contrario
tiene validez lo actuado por la Fiscalía ante Juez de Control de Garantías; así,
considera es totalmente válido lo actuado por ante la Corte Suprema de Justicia en
la medida en que en su momento era el juez natural del procesado en virtud de su
fuero constitucional y la actuación procesal se rigió en apego a la ley y a la
Constitución.
Acto seguido cita las siguientes providencias en respaldo de su tesis:
AP136 de noviembre 24 de 2014 Rad. 44732, AP7370 de diciembre 2 de 2014 Rad.
44845, Auto de fecha enero 26 de 2011 Rad. 35059, Providencia de fecha 08 de
octubre de 2008 Rad. 29851, Auto Rad. 44853 de 2015 y Auto 56769 de fecha 29 de
enero de 2020 Rad. 56769, 51983 de 2019 y providencia de fecha 27 de febrero de
2019 en donde se propende por el mantenimiento con plenos efectos jurídicos de
las actuaciones adelantadas y, de allí, el deber de adecuación al estadio procesal que
corresponda. Manifiesta el recurrente que desconocer la línea jurisprudencial citada
comporta una violación del principio de preclusividad lo cual acarrea consecuencias
nocivas que no fueron tenidas en cuenta por la A-Quo en su decisión de instancia.
Señala que la providencia impugnada comporta una violación del derecho de
igualdad en atención a que, como la jurisprudencia en cita lo indica, es factible hacer
transición en sede de adecuación procesal de Ley 906 a Ley 600 pero, al no
permitirse en sentido contrario por la A-Quo, se cristaliza la afectación del derecho
superior referido. Expone a renglón seguido como sí es posible armonizar
contenidos procesales de Ley 600 a Ley 906 haciendo cita de la orden de captura
contra alias “Jesús Santrich” cuando el caso volvió a la Fiscalía.
Solicita se aplique el principio de conformidad que fue alegado pero omitido por la
primera instancia ya que no se puede echar por la borda la actuación precedente en
tanto que hacerlo afectaría la estabilidad del sistema penal para lo cual demanda se
haga uso de criterios de razonabilidad, proporcionalidad y ponderación.
Considera que la discusión debe ir más allá de la indagatoria y su eventual
equivalencia con la formulación de imputación porque lo cierto es que el proceso
llega de Ley 600 con detención preventiva y es justo ahí el escenario procesal en el
que debe darse la discusión porque es la última actuación y la última decisión que
fue adoptada por la Corte Suprema de Justicia.
Teniendo en cuenta que, considera, coincide tanto en el nombre como en lo
sustancial solicita a esta instancia se parta del reconocimiento de la vigencia plena
de la medida de aseguramiento impuesta al procesado para, de ahí en adelante, dar
paso a la actuación subsiguiente en los términos que al efecto apliquen en la Ley 906
de 2004.
Considera la parte recurrente que en virtud de la necesidad de reconocer incluso
por la parte peticionaria la vigencia plena de efectos jurídicos de las actuaciones
surtidas en este caso por ante la Corte Suprema de Justicia lo lógico es que la Defensa
hubiese solicitado la libertad de su prohijado bajo la figura del vencimiento de
términos o de la revocatoria; en cambio, la solicitud elevada se efectuó sobre la
imposibilidad de realizar adecuación procesal.
Solicitó el recurrente, así mismo, se tuviera en cuenta por esta instancia el principio
de instrumentalidad de las formas ya que la primera instancia en su sentir refirió no
poder aplicarlo y, de acuerdo a lo reglado en el artículo 228 superior que da
prelación a lo sustantivo sobre lo formal, debe ser aplicado atendiendo las
finalidades de la indagatoria y de la imputación; para estos efectos hace cita del Auto
029A de 2002 de la Corte Constitucional que refiere a dicho tema.
Expone que la finalidad de la indagatoria y la imputación es la comunicación de unos
hechos y ello puede verse con claridad en la diligencia de indagatoria del procesado
contrario al dicho de la defensa; además, allí también se expone una calificación
jurídica provisional.
Expone que, en consecuencia, al ser puestos de presente los hechos y los cargos en
los términos de los artículos 332 y 126 de la Ley 600 de 2000 se tiene que con la
diligencia de indagatoria el procesado quedó vinculado al proceso.
Solicita a esta instancia que reconozca la validez y vigencia de la medida de
aseguramiento y a partir de allí que se haga procedente la adecuación procesal que
corresponda.
En respaldo de su postura expone, igualmente, que la escogencia de la ley aplicable
no obedece a criterios de favorabilidad como se expuso en la providencia 29586 de
2008.
Señala así mismo, que la primera instancia habla de la ausencia de ley aplicable y el
recurrente considera que sí la hay y ello se define a través de la aplicación de lo
reglado en el artículo 138 del Código General del Proceso, pues, pese a que la
primera instancia menciona que dicha norma pertenece al régimen de las nulidades,
y como no se define la declaratoria de nulidad en la actuación no hay lugar a la
aplicación de la misma, se considera que el hecho que no haya declaración expresa
de nulidad, no significa que los efectos prácticos de la decisión judicial sí lo sean.
Solicita, así mismo, se tenga en cuenta lo regulado en los artículos 40, 43 y 8 del
Código General del Proceso.
Así, considera el recurrente que en atención a que el procesado conoce los hechos y
la calificación jurídica, en consecuencia, no hay afectación alguna de derechos
fundamentales del procesado como es alegado por la defensa con lo cual la actuación
subsiguiente debe ser la presentación por parte de la Fiscalía del correspondiente
escrito de acusación.
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Considera que de confirmarse la tesis referente a la imposibilidad de adecuación de
los procedimientos se estaría generando un antecedente nefasto para este y los
demás procesos que a la fecha cursan en la Corte Suprema de Justicia ya que ratificar
la tesis de la primera instancia comportaría habilitar al procesado para que escoja
juez, procedimiento y así eliminar todo lo actuado en la Corte Suprema de Justicia.
Finaliza haciendo alusión a que respecto de la crítica elevada por el representante
de la Fiscalía a la diligencia de indagatoria efectuada por ante la Corte Suprema de
Justicia en el sentido de que la misma fue ilegal no admite tan solo una reconvención
como fue hecho por la Señora Jueza de primera instancia, por lo cual, solicita
compulsar copias a dicho funcionario a efectos de que se investigue su proceder.
Reitera así mismo su petición referente a que se declare la validez total de lo actuado
en la Corte Suprema de Justicia.
2. DR. JORGE FERNANDO PERDOMO:
Considera que el interrogante que gobierna la resolución del recurso de apelación
debe ser ¿La adecuación de un sistema procesal a otro por decaimiento del fuero
puede invalidar orden de autoridad competente debidamente ejecutoriada?
Considera que la respuesta es negativa más aún en el contexto de la decisión de
imposición de detención preventiva al procesado dada por la Corte Suprema de
Justicia.
Manifiesta como primer argumento en respaldo de su postura que la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia ha desarrollado un precedente jurisprudencial que
contiene reglas jurídicas decantadas y que refieren a que todo lo actuado en Ley 906
de 2004 tiene plena validez en Ley 600 de 2000 por lo cual, en este caso, debe darse
paso a la etapa procesal que corresponda razonablemente.
Cita que la Corte Constitucional en sentencia T-029 de 2006 expone la fuerza
vinculante del precedente y que el mismo, ya suficientemente citado por el primer
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Refiere que la A-Quo no le permitió el derecho de contradicción porque no le
permitió contar con un término razonable para estudiar la diligencia de indagatoria
del ciudadano procesado sumado al hecho de impedirle reproducir unos videos al
inicio de su intervención y, además, que la providencia es vulneratoria del principio
de protección pues se está materialmente decretando una nulidad con base en
situaciones a las que se dio lugar por conducta del procesado mismo (escoge juez,
escoge ley aplicable, etc) lo cual es desconocedor del principio del juez natural.
Finaliza reiterando su petición de que sean compulsadas copias en contra del
representante de la Fiscalía por la comisión del delito de prevaricato y contra el
presidente de la República por indignidad por ante la Comisión de Acusaciones dado
que en medios de comunicación quedó probado cómo el presidente abogó por la
libertad del procesado desconociendo la separación de los poderes públicos. Indica
que solicita de esta instancia se ordene a la Fiscalía la aplicación de medidas de
protección en favor de las víctimas no solo en sede de protección física sino
ordenando al ente acusador, igualmente, que no vaya a incurrir en omisiones.
INTERVENCIÓN DE LOS NO RECURRENTES
1. DR. GABRIEL RAMÓN JAIMES DURÁN. FISCAL SEXTO DELEGADO ANTE
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA:
De manera breve el señor representante del ente acusador refirió que el tránsito
procesal no puede dar cabida a la afectación de derechos fundamentales y es justo
sobre ese punto que se da la decisión de la primera instancia.
Manifestó que no hay exposición de hechos jurídicamente relevantes para
determinar, incluso, el camino a seguir por parte de la misma Fiscalía.
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Finaliza refiriendo que tal vez si la actuación estuviera ya en fase de juicio sería
plausible hacer tal armonización, pero en este estadio de la actuación ello es
imposible por lo que solicita la confirmación de la providencia de primera instancia.
3. DR. JAIME GRANADOS PEÑA. DEFENSA DEL EX-SENADOR ÁLVARO
URIBE VÉLEZ:
Finalmente, el Señor Defensor del procesado se pronunció como no recurrente en
los siguientes términos.
En primer lugar, refiere que el proceso desde sus orígenes cursa por dos delitos a
saber: soborno en actuación penal y fraude procesal pero jamás, siquiera de forma
sumaria, se ha hecho mención de delitos propios de la categoría de lesa humanidad,
crímenes de guerra o que de forma alguna entrañen violación de los derechos
humanos. Sindicaciones como las efectuadas por el Dr. MONTEALEGRE LYNETT en
el sentido anotado comportan deformar el rol de la víctima en el marco del proceso
penal.
Solicita se considere que no ha habido imputación y que, en consecuencia, no puede
deprecarse la existencia jurídica de privación alguna de la libertad ya que ello es
jurídicamente consecuente; además, contrario al dicho de las víctimas de ninguna
forma puede pretenderse que la defensa del principio pro-libertate conspira contra
la materialidad de los derechos de las víctimas.
Expone que acierta la A-Quo en punto de delimitar el objeto de la audiencia ya que
es claro que de ninguna forma se presentó petición de nulidad alguna.
En punto de los términos de su solicitud expone que la pretensión de la defensa
acogida por la primera instancia implica reconocer la plena validez de lo actuado
ante la Corte; empero, que producto de la transición de la actuación a los términos
de la Ley 906 de 2004 se ha producido un decaimiento de los actos procesales
probatorios. Para respaldo de su tesis se pregunta si puede predicarse la existencia
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CONSIDERACIONES DEL ESTRADO
Sea lo primero, de cara a identificar la naturaleza jurídica bajo la cual debe el estrado
actuar para dar paso a la resolución de los recursos de alzada impetrados en el
presente caso, recordar que la función de control de garantías es de eminente
naturaleza constitucional en atención a que esta figura judicial tuvo su génesis en la
reforma constitucional efectuada al artículo 250 superior a través del Acto
Legislativo 03 de 2002. Además, en esa misma línea, se tiene que de forma expresa
la Sentencia C-591 de 2005 refiere que el Juez de Control de Garantías no depende
jerárquicamente de la Corte Suprema de Justicia, mención que no se hace con ánimo
de generar desorden al seno de la estructura jerárquica de la jurisdicción ordinaria
sino, por contrario, con el único fin de resaltar y dar preponderancia a la naturaleza
constitucional de las actuaciones que se surtan en sede de garantías.
Así, establecida la necesidad de desarrollar el contenido de este pronunciamiento
de cara a los contenidos constitucionales previamente enunciados y, en respeto
tanto del contenido sustantivo del artículo 250 superior como de la cosa juzgada
constitucional derivada de la providencia ya citada y por virtud del artículo 243
constitucional, advierte el estrado que la providencia impugnada, cuyo eje central
consistía en definir si debía o no restablecerse el derecho de libertad del ex–senador
ÁLVARO URIBE VÉLEZ, se soporta sobre dos grandes bloques argumentativos a
saber: En primer lugar, concluir que la indagatoria de la Ley 600 de 2000 no puede
adecuarse a la formulación de imputación de la Ley 906 de 2004 y, en consecuencia,
al no haber imputación concluir de forma obligada que no puede haber medida de
aseguramiento. En segundo término, realiza la primera instancia un análisis desde
lo constitucional que estructura sobre las diferencias que considera sustantivas,
entre la institución de la detención preventiva en virtud de la definición de situación
jurídica en el marco procesal de la Ley 600 de 2000 con la institución procesal de la
medida de aseguramiento en el contexto adjetivo de la Ley 906 de 2004, para
concluir que dicha equiparación afecta el principio de separación de funciones de
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Se tiene que en sus intervenciones los acá recurrentes citan una pluralidad de
providencias en las cuales se adelantaban actuaciones procesales bajo la égida de la
Ley 906 de 2004 que, al ser la persona procesada adquirente de fuero constitucional
como congresista, demandaron adecuación al trámite procesal de la Ley 600 de
2000 en cumplimiento de reglado, respectivamente, en el artículo 235 numeral 4º
de la Constitución Política, 533 de la Ley 906 de 2004 y en la sentencia C-545 de
2008. Así, consideraron que de la misma forma como la Corte Suprema de Justicia
adecuó en dichos eventos los procesos que transitaban de Ley 906 de 2004 a Ley
600 de 2000 era dable aplicar el mismo criterio de forma inversa, esto es, de Ley
600 de 2000 a Ley 906 de 2004 que es lo que ocurre en este caso.
A este punto debe recordarse que, dentro de la prolija línea jurisprudencial
especialmente en materia constitucional que regula la figura del precedente
jurisprudencial, su vinculatoriedad y los efectos de su desconocimiento, es angular
el criterio adoptado por la Corte Constitucional en sentencia C-836 de 2001 toda vez
que allí queda claro que el precedente que obliga no es solo el constitucional1 sino,
igualmente, el de los órganos de cierre de las demás jurisdicciones lo cual entraña
adscribir obligatoriedad también del precedente de la Corte Suprema de Justicia,
esto, como una forma de materializar criterios de seguridad jurídica, confianza
legítima en la administración de justicia y respeto por el derecho superior a la
igualdad lo cual no comporta el sacrificio del principio de independencia y
autonomía judicial y menos aún pretender que el argumento de autoridad sea el
único legítimo para determinar la aplicación correcta del derecho; por ello, los
órganos de cierre de las diversas jurisdicciones han acogido de manera genérica
criterios desarrollados por la misma jurisprudencia constitucional2 que permiten y
legitiman el apartamiento del precedente que se suman a los criterios específicos
que cada uno de ellos ha adoptado para su correspondiente jurisdicción3.
donde se exponen cuatro (04) escenarios habilitantes para el apartamiento del precedente a saber: “(i) Que, a pesar de la similitud
entre dos supuestos de hecho, de todas formas existan diferencias relevantes que no fueron consideradas en el primer caso, las cuales
conducen a situaciones que no resultan comparables; (ii) debido a un cambio social posterior a la primera decisión, en cuyo caso el
precedente resulta inadecuado para volverse a aplicar por lo diferente del contexto social; (iii) que el juez concluya que la decisión es
contraria a los valores y principios sobre los que se estructura el ordenamiento jurídico y (iv) en los casos de variación de la norma
legal o constitucional interpretada en la decisión de la cual el juez pretende apartarse.” Así, es claro que la argumentación expuesta
por este estrado permite entender, igualmente, y en gracia de discusión sobre la aplicación del precedente citado por los
recurrentes al caso bajo análisis, que la Jueza A-Quo adecuó su argumentación a las causales primera y tercera en la providencia
citada desarolladas con lo cual, es claro, tampoco se han desconocido las reglas especiales de sujeción al precedente de la Sala Penal
de la Corte Suprema de Justicia.
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Así, considera este estrado que le asiste razón a la Jueza A-Quo cuando de forma
expresa manifiesta que el precedente citado por quienes acá son recurrentes “no
puede aplicarse a rajatabla” si se advierte, como lo consideró, que no hay adecuación
al caso concreto ya que en virtud del principio acusatorio de separación de
funciones y sobre la base del ejercicio libre de roles que corresponda a cada parte
no puede adoptarse el criterio de las providencias citadas pues ello, materialmente,
comportaría invadir las competencias de la Fiscalía para que realice su propio juicio
de imputación y sobre ello determine si solicita o no a Juez de Control de Garantías
se imponga medida de aseguramiento.
En este caso, la primera instancia agotó una carga argumentativa razonable y
suficiente que se considera es legítima para entender que no hay violación del
precedente, especialmente, por dos razones a saber: i). La misma jurisprudencia
constitucional establece eventos en los cuales si el funcionario judicial advierte
disonancia entre el criterio plasmado en el precedente con el escenario fáctico que
establece el marco de su intervención judicial le es legítimo apartarse del
precedente. En efecto, en ese sentido se pronunció la Corte Constitucional en
Sentencia T-817 de 2012 cuando expuso:
“…(iii) los hechos del caso o las normas juzgadas en la sentencia
anterior deben ser semejantes o plantear un punto de derecho
semejante al que debe resolverse posteriormente. En este sentido
será razonable que “cuando en una situación similar, se observe
que los hechos determinantes no concuerdan con el supuesto de
hecho, el juez esté legitimado para no considerar vinculante el
precedente” (Negrilla y subrayado fuera de texto).
Así, es claro que de forma razonable, argumentada y carente de cualquier asomo de
capricho o arbitrio, la primera instancia expuso las razones por las cuales
consideraba que el precedente citado por los acá recurrentes no era aplicable para
el caso que le era dado resolver.
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En segundo lugar, y quizá como argumento más relevante que el antes expuesto,
recuérdese que se ha hecho mención que una de las funciones del precedente es
garantizar la vigencia del derecho de igualdad y, de hecho, la violación del derecho
a la igualdad es uno de los cargos de incorreción jurídica que se enervan contra la
providencia atacada por virtud del desconocimiento del precedente según la carga
argumentativa de los recurrentes, Drs. REINALDO VILLALBA y JORGE FERNANDO
PERDOMO; Sin embargo, debe recordarse tambien que este derecho no está afecto
a una interpretación plana sino que, justamente, el precedente jurisprudencial del
intérprete primordial y legítimo del alcance de los derechos superiores, la Corte
Constitucional, ha identificado a partir de la aplicabilidad de este derecho la regla
de “trato igual entre iguales y trato desigual entre desiguales” que a la postre
determina el origen constitucional de la aplicación de las acciones afirmativas o
escenarios de discriminación positiva. Así, considera el estrado que la carga
argumentativa desarrollada por la primera instancia, como ya se anotó, referente a
la diferenciación de los sistemas procesales penales de corte inquisitivo mixto y de
tendencia acusatoria, el principio de separación de funciones y el ámbito
competencial de valoración del juicio de imputación en cabeza de la Fiscalía en el
marco del procedimiento acogido en la Ley 906 de 2004, expuso de forma razonable
la necesidad de aplicar una regla de trato diferenciado constitucionalmente
admisible: En efecto, si la A-Quo consideró que hay incompatibilidad de sistemas
procesales, expuso sus razones y desarrolló carga argumentativa en dicho sentido
innegable es que así no haya hecho mención expresa a la legitimidad de trato
diferenciado su decisión inequivocamente está adscrita a soportar, desde lo
constitucional, las razones por las cuales la no adopción del criterio de las
providencias jurisprudenciales citadas por los recurrentes no permite aplicar la
regla genérica de trato igual entre iguales, precisamente, al considerar que los
escenarios analizados en el precedente del cual se demandaba su aplicación y el
escenario fáctico del caso sub exámine eran lo suficientemente desiguales al punto
que le habilitaron para aplicar la excepción a dicha regla: el trato desigual entre
desiguales.
Superado el punto anterior debe analizarse si basta la inaplicación del precedente
para concluir que indagatoria no es asimilable a imputación y, por esta vía, que sin
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Con todo, lo primero será establecer si las dos actuaciones comportan el
cumplimiento de los mismos fines y objetivos; de ser así, evaluar las características
propias del sistema de corte acusatorio que, según la providencia impugnada, no
permiten adecuación a la regulación de la Ley 600 de 2000.
En desarrollo del debate se hizo cita de la Sentencia C-303 de 2013 en la
fundamentación de la providencia impugnada como criterio para exponer que la
audiencia de formulación de imputación es un escenario que optimiza la defensa y
la contradicción en la medida en que a partir de allí se posibilita la defensa, se tiene
acceso a la fijación de los hechos jurídicamente relevantes y, además, porque a partir
del conocimiento de dichos hechos se materializa el marco de contradicción.
Aunado a ello, la Defensa cita la providencia 51007 de 5 de junio de 2019 M.P. Dra.
Patricia Salazar Cuellar ya que allí se establecen las reglas de la imputación.
De las providencias citadas puede extraerse, de la primera, que la formulación de
imputación comporta un escenario habilitado para el ejercicio de la defensa en dos
sedes: i). En la medida en que con que dicha actuación se considera que ya hay
proceso penal en contra de una persona, la comunicación de cargos que genera la
figura del imputado habilita el ejercicio de la defensa, ii). El señalamiento de unos
hechos determinados y de una calificación jurídica provisional de la conducta hacen
viable el ejercicio de la defensa, lo anterior, en un marco de respeto por la
interpretación que el Comité de Derechos Humanos ha establecido del artículo 14
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en el sentido que debe
exponerse al procesado “tanto la ley como los supuestos de hecho en que se basa la
acusación.”
Por su parte, la segunda providencia, refiere en punto de un análisis íntegro de la
formulación de imputación lo siguiente:
“Del anterior análisis se extraen las siguientes reglas sobre la
formulación de imputación: (i) el análisis sobre la procedencia de la
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4 En este punto incompatible con el ámbito de debate es la cita jurisprudencial efectuada por la Defensa respecto de la providencia
46589 de 16 de marzo de 2016 ya que se centra en diferenciar la diligencia de indagatoria de Ley 600 de 2000 con la actividad
investigativa de Interrogatorio al Indiciado de la Ley 906 de 2004.
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Bajo esas consideraciones, y en esta línea, se tiene que no son de recibo las citas
jurisprudenciales efectuadas por la representación del Ministerio Público. En efecto,
en su calidad de no recurrente la Señora Procuradora echa mano de la providencia
42905 de julio 17 de 2015 para exponer que el sistema procesal de la Ley 600 de
2000 es incompatible, incluso antagónico, con el de Ley 906 de 2004 ya que no
permite identificar la diligencia de indagatoria con una acusación. Efectivamente, la
providencia en cita refiere:
“No obstante ello, también ha sido clara en señalar que una decisión
de esa naturaleza no es posible en materia de prescripción de la
acción penal cuando se alega la interrupción del término
prescriptivo ya que ninguna correspondencia puede predicarse
entre la formulación de la imputación que señala la Ley 906 de
2004 y la ejecutoria de la resolución de acusación a la que se
refiere el artículo 86 del C.P., sin la modificación introducida por el
inciso primero del artículo 6º de la Ley 890 de 2004, criterio expuesto
en la sentencia del 23 de marzo de 2005, radicado No. 24300,
reiterado en la providencia del 5 de octubre de 2011, radicado No.
37313, y en la decisión del 8 de noviembre de 2011, radicado No.
36865.”
Sin embargo, preciso es, a criterio de este estrado, dejar de presente que el ámbito
de incompatibilidad de la providencia citada por Ministerio Público se da, en primer
lugar, en punto específico del análisis de la configuración de la prescripción de la
acción penal en uno y otro procedimiento lo que lo sustrae por completo del marco
de discusión del problema jurídico que se pretende resolver; En segundo lugar, se
soporta en la ausencia de identidad entre la formulación de imputación de la Ley
906 de 2004 y la ejecutoria de resolución de acusación en la Ley 600 de 2000,
primero, en virtud a que necesariamente la providencia en cita analiza esos dos
momentos procesales pues es a partir de ellos, respectivamente, que se interrumpe
el término de prescripción de la acción penal y, segundo, a que la discusión sobre
adecuación procesal del caso sub exámine se cierne sobre indagatoria y formulación
de imputación y no sobre esta última y la acusación.
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En segundo lugar, nuevamente debe echarse mano de la naturaleza constitucional
de la función de control de garantías para, a partir de providencias de naturaleza
constitucional, verificar cuáles son los contenidos y fines de la diligencia de
indagatoria pues la regulación constitucional de la misma respalda la interpretación
de este estrado dada a la providencia 42339 citada por la A-Quo. En efecto, la
sentencia C-248 de 2004 expone:
“18. Con todo, el mismo ordenamiento procesal reconoce a la
indagatoria como el instrumento óptimo de vinculación de una
persona al proceso penal, ya que -a través de esa forma de
vinculación- el Estado puede garantizarle al sindicado la capacidad
de ejercer cabalmente su derecho de defensa en la causa criminal. En
efecto, la indagatoria supone el conocimiento inmediato de la
acusación y, por ende, permite no sólo la defensa material de la
persona inculpada, sino también la oportunidad de escoger desde
el principio un apoderado de confianza para adelantar la
denominada defensa técnica”. (Negrilla y subrayado fuera de texto).
El anterior criterio se ve reiterado en la Sentencia C-537 de 2006 que respecto de la
indagatoria como escenario de formulación de cargos refiere:
“Así, esta Corporación ha entendido en relación con la diligencia de
indagatoria que ( i ) tiene una doble connotación jurídica, siendo un
medio de defensa del imputado en el proceso, mediante el cual explica
su posible participación en los hechos; y es, a su vez, fuente de prueba
de la investigación penal, porque le permite al fiscal hallar razones
que orienten la investigación a la obtención de la verdad material; (
ii ) supone el conocimiento inmediato de la acusación y, por ende,
permite no sólo la defensa material de la persona inculpada, sino
también la oportunidad de escoger desde el principio un apoderado
de confianza para adelantar la denominada defensa técnica; ( iii )…”
(Negrilla y subrayado fuera de texto).
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Es angular mencionar en este punto que las dos providencias citadas de la Corte
Constitucional realizaron control abstracto de constitucionalidad de los artículos
344 y 337 de la Ley 600 de 2000 referentes, respectivamente, a la declaratoria de
persona ausente como forma de vinculación a la actuación procesal y a las reglas
para la recepción de la indagatoria con lo cual queda clara la naturaleza de ratio
decidendi que le asiste al criterio expuesto. Aunado a ello, no puede pasar
desapercibido que son providencias emitidas en el marco del artículo 243 superior
con lo cual es de obligatoria observancia las determinaciones allí consignadas en
virtud de la figura de la cosa juzgada constitucional.
Incluso, desde el análisis de la evolución de la figura de la indagatoria puede
advertirse que efectivamente su regulación en el marco de la Ley 600 comporta
informar al procesado de la calificación jurídica en su contra o imputación jurídica.
En efecto, la diferencia normativa entre la indagatoria del Decreto 2700 de 1991 y
la de la Ley 600 de 2000 es, justamente, dicha formulación preliminar de cargos5 ya
que el artículo 360 del Decreto 2700 de 1991 establecía:
“ARTICULO 360.Preguntas en relación con los hechos. Una vez
cumplidos los requisitos del artículo anterior, el funcionario judicial
interrogará al imputado en relación con los hechos que originaron su
vinculación.”
Por su parte, el artículo 338 de la Ley 600 de 2000 finalizaba su tenor así:
“A continuación se le interrogará sobre los hechos que originaron su
vinculación y se le pondrá de presente la imputación jurídica
provisional.” (Negrilla y subrayas fuera de texto).
Es claro, entonces, que uno de los cambios más siginificativos en punto de la
diligencia de indagatoria es, justamente, el poner de presente al procesado la
5 Ver Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 12047 de 14 de febrero de 2002 M.P. Dr. Jorge Anibal Gómez Gallego
en donde la Corte, justamente, reconoce que la indagatoria NO es una diligencia de formulación de cargos en virtud a que la
regulación normativa del Decreto 2700 de 1991 no lo exige así.
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imputación jurídica provisional. Tan así es, que la misma Corte reconoce como
característica de la diligencia de indagatoria en el contexto de la Ley 600 de 2000 el
hecho de realizar imputación jurídica. En efecto, así lo refirió en su momento la
Corte Suprema de Justicia6:
“Tal esquema procesal varió con la entrada en vigencia de la ley 600
de 2000, a partir de la cual en la indagatoria el funcionario judicial
debe interrogar al sindicado acerca de los hechos que originaron su
vinculación y, además, ponerle de presente la imputación
jurídica provisional, pero sin que ello signifque que
subsiguientemente ésta no pueda ser variada o que para hacerlo
forzosamente tenga que oirlo en ampliación de la indagatoria, pues
finalmente la calificación dependerá de diversos factores, como la
prueba sobreviniente o una mejor comprensión jurídica de los
hechos.” (Negrilla y subrayado fuera de texto).
Finalmente, en este punto, debe realizarse una interpretación sistémica del
ordenamiento jurídico procesal de la Ley 600 de 2000 para verificar el grado de
firmeza jurídica que el mismo estatuto pueda reconocer a la formulación de cargos
contenida en la formulación de imputación. A este respecto, es relevante citar el
contenido del artículo 40 procesal regulatorio de la figura de la sentencia anticipada
que menciona en sus dos primeros incisos:
“ARTICULO 40. SENTENCIA ANTICIPADA. A partir de la diligencia
de indagatoria y hasta antes de que quede ejecutoriada la
resolución de cierre de la investigación, el procesado podrá
solicitar, por una sola vez, que se dicte sentencia anticipada.
Efectuada la solicitud, el Fiscal General de la Nación o su delegado, si
lo considera necesario, podrá ampliar la indagatoria y practicar
pruebas dentro de un plazo máximo de ocho (8) días. Los cargos
formulados por el Fiscal General de la Nación o su delegado y su
6 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia 28453 de 12 de marzo de 2008. M.P. Dr. Julio Enrique Socha
Salamanca.
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propias de cada juicio según los lineamientos normativos adjetivos de la Ley 600 de
2000, ii). legalidad, en virtud de haber actuado de plena conformidad con la
regulación que el procedimiento demanda para la investigación y el juzgamiento de
los congresistas en su calidad de aforados constitucionales: la Ley 600 de 2000 y iii).
Juez natural, en virtud de que efectivamente es una actuación en donde la Sala
Especial de Instrucción desplegó sus funciones constitucionales en apego a lo
regulado en el Acto Legislativo 01 de 2018 y al artículo 235 superior.
Sea este momento procesal oportuno para pronunciarse el estrado acerca de la
demanda de los recurrentes de la necesidad de dar reconocimiento y aplicación al
principio de la instrumentalidad de las formas el cual se considera manifiestamente
inaplicable en virtud de que el mismo se establece para evaluar, que al ser las
normas procesales una herramienta para alcanzar fines sustantivos, las
irregularidades adjetivas son irrelevantes en tanto se alcancen los contenidos de
fondo sin perjuicio de derechos o garantías. En este caso, no solo no se advierte
ningún tipo de irregularidad adjetiva en la actuación desplegada por la Sala Especial
de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia sino, por contrario, el pleno respeto
por la integralidad de las formas que rigen la actuación bajo los designios de la Ley
600 de 2000 por lo cual forzoso es concluir que no es dable evaluar la posibilidad
de obviar irregularidad adjetiva alguna cuando no se advierte la presencia de las
mismas.
Así, las siguientes argumentaciones permiten exponer las razones por las cuales
considera este estrado judicial es plenamente plausible la adecuación de lo actuado
por ante la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia a los
lineamientos adjetivos de la Ley 906 de 2004 en punto de la discusión indagatoria -
formulación de imputación:
1. IDENTIFICACIÓN (INDIVIDUALIZACÓN) DEL PROCESADO:
Dentro del contenido que debe tener la formulación de imputación se advierte que
la primera exigencia, a la luz de la regulación normativa del artículo 288 de la Ley
906 de 2004 es:
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”ARTÍCULO 288. CONTENIDO. Para la formulación de la
imputación, el fiscal deberá expresar oralmente:
1. Individualización concreta del imputado, incluyendo su
nombre, los datos que sirvan para identificarlo y el domicilio de
citaciones.”(Negrilla y subrayado fuera de texto).
Es absolutamente claro, incluso lógico, entender que imposible sería formular
imputación si se desconoce quien va a ser la persona destinataria del acto de
comunicación que la imputación entraña; de la misma manera, imposible es bajo el
manto procesal de la Ley 600 de 2000 cristalizar la vinculación de una persona al
proceso sin contar previamente con su identificación. Por ello, se tiene que esta
exigencia se supera con la regulación del artículo 388 de dicho estatuto que
establece:
“ARTICULO 338. FORMALIDADES DE LA INDAGATORIA. El
funcionario judicial iniciará la diligencia interrogando al procesado
por su nombre y apellidos, apodos si los tuviere, documentos de
identificación y su origen, los nombres de sus padres, edad,
lugar de nacimiento, estado civil, nombre de su cónyuge o
compañero permanente y de sus hijos suministrando la edad de
los mismos y su ocupación; domicilio o residencia;
establecimientos donde ha estudiado y duración de los
respectivos recursos; lugares o establecimientos donde ha
trabajado con indicación de las épocas respectivas y el sueldo o
salario que devenga actualmente y las obligaciones patrimoniales
que tiene; los bienes muebles o inmuebles que posea; sus antecedentes
penales y contravencionales, con indicación del despacho que conoció
del proceso.
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4. EFECTOS DE LA ADMISIÓN DE RESPONSABILIDAD PENAL:
Si en el punto anterior se mencionó que es dable en los dos estatutos procesales
aplicar escenarios de justicia premial, en este queda claro que los efectos de la
admisión de responsabilidad para acceder a tales beneficiones es idéntica.
En efecto, la Ley 906 de 2004 regula en el artículo 293 el procedimiento en caso de
aceptación de cargos haciendo referencia a que en este escenario lo actuado es
suficiente como acusación y se enviará la actuación al Juez de Conocimiento para lo
de su competencia.
De igual manera, el artículo 40 de la Ley 600 de 2000, cuando regula la figura de la
sentencia anticipada como escenario de admisión de responsabilidad equivalente a
la aceptación de cargos del proceso de corte acusatorio, refiere que de los cargos
que formule la Fiscalía se levantará acta que se enviara al Juez competente para que
dicte sentencia; así mismo, que dicha acta contentiva de los cargos aceptados es
equivalente a la resolución de acusación.
Nótese, en consecuencia, que el grado de similitud entre indagatoria y formulación
de imputación es tal que, incluso, mantienen una misma orientación adjetiva sobre
los términos de la actuación a seguir ante la asunción de responsabilidad penal por
parte del procesado indistintamente del régimen procesal de que se trate.
5. VINCULACIÓN AL PROCESO:
El contexto de la Ley 906 de 2004 permite en diversas normas diferenciar entre la
figura del indiciado de la del imputado; sin embargo, la plena comprensión de la
vinculación procesal se regula en el artículo 126 que establece:
“ARTÍCULO 126. CALIFICACIÓN. El carácter de parte como
imputado se adquiere desde su vinculación a la actuación
mediante la formulación de la imputación o desde la captura, si
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10 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia 23700 de fecha febrero 9 de 2006. M.P. Dr. Alfredo Gómez Quintero.
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13 El hecho que por disposición constitucional sea la Sala Especial de Instrucción quien ejerza la acción penal entratándose de
investigación a congresistas por virtud de su fuero constitucional no significa de modo alguno que actúen en reemplazo del rol
procesal que le asiste a la Fiscalía General de la Nación en el marco proceasl reglado por la Ley 600 de 2000. En efecto, sería
contrario a toda lógica pretender que magistrados de la Sala Especial de Instrucción actúen como parte procesal ante la Sala
Especial de Primera Instancia, como ocurre con la Fiscalía cuando llega la etapa de juicio, si es claro que los miebros de una y otra
Sala Especial forman parte de la misma corporación. A este respecto véase Corte Suprema de Justicia. Sala Especial de Primera
Instancia. Rad. 52418 de noviembre 26 de 2018.
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14 A este respecto, Corte Constitucional, Sentencia C-248 de 2004 que en uno de sus apartes enuncia en este sentido: “4. A través
de la Carta Política de 1991, el Constituyente pretendió - como reiteradamente lo ha sostenido esta Corporación -,
constitucionalizar el derecho penal tanto en materia sustantiva como procedimental. En efecto, la Carta Fundamental no sólo
enuncia valores sino igualmente consagra principios y derechos que inciden de manera significativa en el ejercicio del ius puniendi y,
a la vez, orientan y determinan su alcance.” Más adelante enuncia: “6. Pero lo anterior no implica que la Constitución haya
definido todos los elementos que componen el ejercicio del ius puniendi del Estado, puesto que el Legislador, obviamente
dentro de los marcos fijados por la propia Carta, tiene ante sí un espacio relativamente autónomo para establecer a través
del procedimiento democrático de adopción de las leyes, tanto la tipificación de las conductas prohibidas y de sus
correspondientes sanciones, como el procedimiento para adelantar su investigación y juzgamiento.” (Negrilla y subrayado fuera
de texto).
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15 Corte Suprema de Justicia. Sala Especial de Primera Instancia. AEP 00028-2019, Rad. 00002 27 de febrero de 2019.
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Así, se advierte que dentro de los elementos que dan pie a una identificación de
elementos homogéneos entre la diligencia de indagatoria de la Ley 600 de 2000 y la
formulación de imputación de la Ley 906 de 2004 y que, en consecuencia, permiten
adecuar la primera a la segunda se tiene, para este caso concreto, que se presentan
de forma plena en la indagatoria del ex–senador URIBE VÉLEZ de fecha octubre
ocho (08) de 2019 pues bastan los primeros 33 minutos de su injurada para poder
verificar:
1. Que se le identificó en debida forma.
2. Que se le puso de presente el núcleo fáctico de la actuación.
3. Que se le expuso la calificación jurídica provisional de los delitos por los
cuales se le vinculaba a la actuación.
4. Que se le pusieron de presente los derechos como procesado vinculado.
5. Que se le informó de la prohibición de enajenar bienes sujetos a registro.
6. Que se le interrogó de cara a verificar la plena comprensión de lo antes
enunciado.
7. Que se le interrogó sobre su deseo de renunciar al derecho a guardar silencio
para el desarrollo sustantivo de la diligencia de indagatoria.
8. Que se le interrogó sobre el ejercicio de la defensa técnica y acerca de si su
decisión de declarar era libre, consciente y voluntaria.
Todo lo anteriormente expuesto comporta arribar a necesarias conclusiones de cara
a las peticiones enmarcadas en los recursos de apelación impetrados, así como en
las peticiones a la vez presentadas por quienes no son recurrentes.
En primer lugar, considera el estrado que razón le asiste a los recurrentes acerca de
la necesidad de hacer pronunciamiento expreso reconociendo la validez plena de lo
actuado por ante la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia en
el marco de la Ley 906 de 2004 en virtud de la adecuación entre la diligencia de
indagatoria y la formulación de imputación. En consecuencia, es claro que el paso
subsiguiente a que debe verse convocada la Fiscalía General de la Nación no es la
realización de formulación de imputación, sino, advirtiéndose superada esta etapa,
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decidir dentro del marco constitucional y legal de sus competencias como titular de
la acción penal si presenta escrito de acusación, solicitud de preclusión, da lugar a
la aplicación del principio de oportunidad, etc.
Así mismo, retomando la acertada mención efectuada por la Defensa, al
considerarse este caso atípico en virtud de no contar con antecedente
jurisprudencial específico alguno aplicable al caso sub examine, considera este
estrado que dentro del marco razonable del ámbito de esta providencia es
inescindible, y por ende debe abordarse igualmente, la especificación de los
términos de dicha adecuación procesal entre indagatoria y formulación de
imputación por lo cual, al tenerse esta providencia como escenario de
reconocimiento de dicha adecuación, se considera que es a partir de la emisión de
la misma que debe darse paso a la contabilización de los términos establecidos en
el artículo 175 de la Ley 906 de 2004 para que la Fiscalía, se itera, determine el
camino a seguirse en esta actuación en ejercicio de la acción penal.
Con todo, la naturaleza de esta providencia no obsta para hacer un respetuoso
llamado a la Corte Suprema de Justicia para que de conformidad con la facultad de
unificación de jurisprudencia establecido en el artículo 16 inciso 2º de la Ley 270 de
1996 Estatutaria de la Administración de Justicia estudie la posibilidad de
desarrollar reglas jurisprudenciales sobre adecuación procesal tanto en actuaciones
que pasan de Ley 906 de 2004 a Ley 600 de 2000 en virtud del advenimiento del
fuero constitucional de congresista del procesado como en las transiciones que
deban darse en viceversa ante la pérdida de tal ámbito foral tal y como en su
momento fue adoptado en la providencia 27032 de 15 de septiembre de 2009.
Finalmente, y colofón de todo lo hasta acá expuesto, se tiene que, en relación con el
problema jurídico principal de esta actuación, es claro que si la imposibilidad de
adecuación de indagatoria a formulación de imputación y, en consecuencia, la
referencia a que no puede haber medida de aseguramiento sin imputación es la
argumentación para adoptar la decisión de primera instancia, es claro, en
consecuencia, que improcedente es restablecer el derecho de libertad del ex-
senador ÁLVARO URIBE VÉLEZ.
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Ahora bien, la primera instancia no solo soportó su decisión en los términos
anteriores, sino que, igualmente, hizo alusión a una argumentación de raigambre
constitucional para considerar la imposibilidad de mantener la medida de
aseguramiento impuesta contra el ex - congresista procesado. Así, en efecto, enunció
diferencias sustanciales entre la definición de situación jurídica como está
contemplada en la Ley 600 de 2000 y la procedencia de la medida de aseguramiento
como se regula en la Ley 906 de 2004 que, en gracia de discusión acerca de la
posibilidad de adecuar la indagatoria a imputación, aun así impedirían mantener la
vigencia de la medida impuesta al procesado como el hecho de que en el primer
estatuto sólo existe como modalidad de medida de aseguramiento la detención
preventiva eventualmente sustituible por detención domiciliaria en tanto que en el
segundo de ellos hay todo un abanico de posibilidades de conformidad con lo que se
halla regulado en el artículo 307 del mismo; el hecho que hay disonancia en el
estándar de convicción acerca de la procedencia de la medida ya que en el primer
estatuto bastan dos indicios graves de responsabilidad en tanto que en el
procedimiento de tendencia acusatoria debe exponerse una inferencia razonable de
autoría o participación a petición de la Fiscalía y por ante Juez de Control de
Garantías que evalúa argumentos y E.M.P., tanto de Fiscalía como de Defensa,
contrastados con determinados fines constitucionales.
Así, arriba a la conclusión que la permanencia de la medida impuesta al procesado
en un contexto como el reglado en la Ley 906 de 2004 sí tiene incidencia en la
estructura del proceso, afecta el principio de separación de funciones entre
investigación y juzgamiento aunado a que comporta una infracción directa al
artículo 250 constitucional.
En este punto, advierte este estrado judicial que la decisión de la primera instancia
no presenta defecto alguno por lo cual no demanda la aplicación de criterio de
corrección.
Así, tal y como ya se expuso en punto de la carencia de fundamentación
constitucional que impidiera homologar procesalmente la diligencia de indagatoria
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16 A este respecto la Corte Constitucional tiene dicho: “El fenómeno de la inconstitucionalidad sobreviniente ocurre cuando 1)
se produce una modificación de las normas constitucionales o 2) de las normas que integran el bloque de constitucionalidad. A
partir del cambio del parámetro, como es obvio, el juicio de constitucionalidad puede variar en su resultado, de tal suerte que lo que
antes resultaba incompatible con la Constitución (art. 4 CP) ahora no lo sea y viceversa.” Al respecto véase igualmente las Sentencias
C-681 de 2003, C-238 de 2006, C-762 de 2009 y C-258 de 2013 y particularmente la C-1119 de 2004 por cuyo intermedio se
adionaron tres causales más de configuración de inconstucionalidad sobreviniente: 1). Cambio de toda la Constitución. 2) Reforma
de la Constitución y 3) Cuando una reforma constitucional es declarada inexequible por la Corte Constitucional.
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la Ley 600 de 2000 extienda legítimamente sus efectos en actuaciones regidas por
la Ley 906 de 2004 comporta una violación directa del derecho fundamental al
debido proceso en su principio estructural de contradicción; vulneración ésta que
se agrava si se parte del hecho que el contexto de ejercicio de la contradicción en la
Ley 906 de 2004 es doble frente a lo regulado en la Ley 600 de 2000 ya que en
aquella hay posibilidad por parte de la defensa de oponerse a la pretensión de
imposición de la medida de aseguramiento solicitada por Fiscalía en la audiencia
pertinente y, de ser acogida dicha petición, aún puede echar mano de los recursos
de ley contra la decisión que al respecto adopte el Juez de Control de Garantías; por
contrario, en el marco de la Ley 600 de 2000 al carecer de escenario natural de
oposición la única alternativa de ejercer contradicción es vía interposición de
recursos contra la medida de aseguramiento adoptada.
Así mismo, la manutención de efectos de una medida impuesta bajo criterios
adjetivos de Ley 600 a Ley 906 necesariamente comporta el desconocimiento del
principio de contradicción en su dimensión de presentar pruebas, igualmente
estructural del derecho fundamental al debido proceso, ya que en aquel la decisión
se adopta por el instructor con base en las pruebas por dicho órgano recaudadas en
tanto que en este la defensa puede allegar E.M.P, evidencia física e información
legalmente obtenida con la cual soporte su postura de oposición a la procedencia de
la medida cautelar que entraña la institución de la medida de aseguramiento.
Así, en esta misma línea y atendiendo al contenido argumentativo expuesto por el
recurrente Dr. MONTEALEGRE LYNETT, tiene necesariamente que advertirse que
la Ley 600 de 2000 carece por completo de régimen principialista especial que
regule la afectación cautelar de la libertad lo cual no ocurre en la Ley 906 de 2004.
En efecto, la Ley 600 en su artículo 3º, y a título de norma rectora, trata de la libertad
y de la procedencia de la detención preventiva de cara a los fines perseguidos en
tanto que la Ley 906 sí cuenta con principios rectores que impactan en la totalidad
del régimen de la libertad y su restricción: los artículos 295 y 296.
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normas que afecten la libertad del procesado y iv). Una clara remisión a criterios de
interpretación constitucional en sede del juicio de proporcionalidad y de
razonabilidad a efectos de garantizar el mandato de optimización de la vigencia del
derecho de libertad al concatenarse el mismo con la vigencia de la presunción de
inocencia.
Finalmente, y de manera apenas indicativa, nótese que mandatos regulatorios en
punto de la procedencia de la medida de aseguramiento en la modalidad impuesta
al procesado también fueron obviados, se itera, no por defectos en la actuación
procesal originaria sino porque son estructurales de este procedimiento y por ende
no exigibles en la Ley 600 de 2000 como ocurre con el parágrafo del artículo 307
incorporado por la Ley 1760 de 2015 que establece la procedencia de la medida de
aseguramiento de naturaleza privativa de la libertad sólo cuando se pruebe la
insuficiencia de las no privativas de la libertad; así, la adecuación de la medida
cautelar impuesta al procesado bajo la égida de la Ley 600 para que siga surtiendo
sus efectos en el contexto procesal de la Ley 906 implicaría, tan solo con el ejemplo
anterior, vulneración directa de los criterios de residualidad, subsidiariedad y
excepcionalidad consagrados en el artículo 295 procesal.
Colofón de todo lo hasta acá analizado es claro que los escenarios de compatibilidad
constitucional y legal inicialmente expuestos únicamente alcanzan hasta el
reconocimiento de la diligencia de indagatoria como equivalente de la formulación
de imputación pero no permiten adecuar la medida de aseguramiento de detención
preventiva en sede domiciliaria impuesta al procesado a los parámetros de la Ley
906 de 2004 con lo cual es dable revocar parcialmente la decisión de primera
instancia en punto de reconocer la adecuación procesal demandada por los
recurrentes hasta la formulación de imputación y, en consecuencia, la validez de lo
actuado bajo los preceptos de la Ley 600 de 2000 a excepción, se itera, de la medida
de aseguramiento impuesta al procesado. En lo referente, entonces, al
restablecimiento del derecho de libertad del procesado se confirmará la decisión de
instancia.
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18 Recuérdese que en virtud del principio de limitación que gobierna la institución procesal de los recursos al Ad-Quem sólo le es
permitido pronunciarse sobre los puntos concretos de disenso que le sean propuestos por el recurrente y los puntos que
inescindiblemente estén vinculados con aquellos.
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vez que la censura que sobre su intervención expone el Dr. JAIME GRANADOS PEÑA
en su calidad de defensor no recurrente es totalmente llamada a prosperar. En
efecto, el proceso penal es por excelencia el escenario que demuestra que ningún
derecho, fundamental o no, es absoluto y de allí que sea totalmente inadmisible que
la actuación de la víctima desborde el escenario natural de su rol para invadir la
órbita funcional propia del ejercicio de la acción penal que en estos casos es
privativa de la Fiscalía General de la Nación. En el presente caso es absolutamente
claro que de ninguna manera se está procesando al exsenador ÁLVARO URIBE
VÉLEZ por delito alguno contra personas y bienes protegidos por el derecho
internacional humanitario o por conductas que puedan entenderse son
constitutivas de crímenes de guerra o delitos de lesa humanidad y de allí que la
demandada conexidad de tales delitos con los hechos basilares de esta actuación no
sean del resorte de la víctima sino exclusivamente del marco del ejercicio de la
acción penal como se ha enunciado. Conductas como la reprochada deforman el
debate y se enervan como atentados al deber constitucional de la ciudadanía de
aportar al buen funcionamiento de la administración de justicia en los términos del
numeral 7º del artículo 95 superior.
En cuarto lugar, se considera que mal podría ordenarse a la Fiscalía proceda a la
protección de las víctimas cuando ello, en este caso concreto, escapa al principio de
limitación que gobierna el ámbito de pronunciamiento del juez de segunda instancia
sin perjuicio de ponerle de presente al ente acusador el deber de respetar los
deberes de protección a las víctimas en los términos de los artículos 11 y 114
numeral 6º del estatuto procesal penal.
Finalmente, en quinto lugar, es totalmente improcedente requerir o conminar a la
Señora Jueza 30 Penal Municipal de Bogotá D.C. con Función de Control de Garantías
a que, según el pedido del recurrente MONTEALEGRE LYNETT, se abstenga de
limitar el ejercicio de la contradicción pues la conducta de la A-Quo i). No está
incursa de ninguna forma en afectación de derecho o garantía alguna, ni sustantiva
ni procesal, ni del recurrente ni de ninguna otra parte o interviniente especial en la
audiencia, ii). Lo que ha entendido el recurrente es una limitación al ejercicio de la
contradicción es realmente un necesario acto de dirección de audiencia propio de
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