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5 de abril:
Hans desea cruzar al patio de la Aduana donde vio jugar unos niños.
Miedo a que el carro cargado parta con él arriba.
Deseo de ir hasta la planchada (rampa de descarga) y trepar sobre los equipajes
como los niños.
Vacilación angustiosa (en la puerta de la casa junto a su padre).
Por la tarde Hans hace referencia al miedo a los caballos que tienen "algo negro" en
la boca.
También miedo al carro mudancero. "Caballos que tiran carro pesado se tumban".
Recuerdo del inicio de la "tontería". "Caballo se tumbó" (en paseo con la madre).
Expresa sus miedos: "caballo se tumbará y morderá". "Caballo hizo barullo con las
patas".
Freud señala el desplazamiento sobre el "complejo del caballo".
Deseo de que el padre caiga y muera.
Juego: Hans juego al caballo que trota y muerde al padre.
6, 7 y 8 de abril:
12) En el campamento del Padre, ¿cuál es el ratono solucionado y que es lo que no quedo
claro en el análisis de Hans.
El resto no solucionado es que Hans se devana los sesos para averiguar qué tiene que ver el
padre con el hijo, puesto que es la madre quien lo trae al mundo. Se lo puede inferir de
preguntas como: «¿No es verdad que también soy tuyo"}». (Quiere decir, no sólo de la
madre.) No tiene en claro la razón por la cual me pertenece. En cambio, no poseo ninguna
prueba directa de que él, como usted opina, haya podido espiar un coito entre los padres.
13) Por que la angustia que irrumpe en Hans “ya no puede retraducirse en añoranza “y cuál
es el carácter esencial de la Historia de angustia.
El carácter esencial de las histerias de angustia se desarrollan cada vez más como una
«fobia» y, al final, el enfermo puede quedar liberado de angustia, pero sólo a costa de unas
inhibiciones y limitaciones a que se ha visto forzado a someterse. En la histeria de angustia
hay un trabajo psíquico, que es incesante desde el comienzo de ella, para volver a ligar
psíquicamente la angustia liberada. Pero ese trabajo no puede conseguir la reversión de la
angustia a libido ni anudarse a los mismos complejos de los cuales proviene la libido. No le
queda más alternativa que bloquear cada una de las ocasiones posibles para el desarrollo de
angustia mediante unos parapetos {Vorbati} psíquicos de la índole de una precaución, una
inhibición, una prohibición; y son estas construcciones protectoras las que se nos aparecen
como fobias y constituyen para nuestra percepción la esencia de la enfermedad.
14) Porque Freud afirma que el sueño de angustia de Hans, es un genuino sueño de castigo
y represión.
EL estado de angustia no fue tan repentino como parecía a primera vista. Días antes el niño
había despertado de un sueño de angustia cuyo contenido era que la mamá había partido y
ahora no tenía ninguna mamá para hacer cumplidos. Ya este sueño apunta a un proceso
represivo de seria intensidad. Su esclarecimiento no puede ser, como en tantos otros sueños
de angustia, que el niño sintió angustia en el sueño desde alguna fuente somática y entonces
la aprovechó para cumplir un deseo de lo inconsciente, un deseo intensamente reprimido de
ordinario,"^ sino que este es un genuino sueño de castigo y represión, en el cual, además,
fracasa la función del sueño, puesto que el niño despierta con angustia de su dormir. El
proceso habido en lo inconsciente se puede reconstruir con facilidad. El niño ha soñado
sobre ternuras con su madre, sobre dormir con ella; todo placer se ha mudado en angustia y
todo contenido de representación se ha mudado en su contrario. La represión ha obtenido la
victoria sobre el mecanismo del el sueño.
Parece que la neurosis no deja a las pulsiones reprimidas otra dignidad que la de brindar los
pretextos para la angustia dentro de la conciencia. Ahora bien, por nítido que sea el triunfo
de la desautorización de lo sexual en la fobia, el compromiso que está en la naturaleza de la
enfermedad no consiente que lo reprimido quede sin obtener otra cosa. En efecto, la fobia
al caballo es también un obstáculo para andar por la calle, y puede servir como medio para
permanecer en casa junto a la madre amada.
21) Con que relaciona “el hacer barullo con las patas”.
Las inclinaciones agresivas no hallan en Hans ninguna salida, y tan pronto como, en una
época de privación y de acrecentada excitación sexual, quieren brotar reforzadas, se
enciende aquella lucha que nosotros llamamos «fobia». En el curso de ese combate, una
parte de las representaciones reprimidas penetran en la conciencia como contenidos de la
fobia, desfigurados y endosados a otro complejo; pero no hay duda de que es este un éxito
bien lastimoso.
El triunfo sigue siendo de la represión (esfuerzo de desalojo), que con esta oportunidad
rebasa sobre componentes diversos de aquellos que penetran. Esto no modifica en nada el
hecho de que la esencia del estado patológico está ligada por entero a la naturaleza de los
componentes pulsionales que se debía rechazar.
Una comunicación del pequeño Hans me resultó particularmente curiosa, cuando leyó su
historial clínico —refirió él—, todo se le antojó ajeno, no se reconoció, no pudo acordarse
de nada, y sólo cuando se topó con el viaje a Gmunden vislumbró algo así como una chispa
de recuerdo de que podría haberse tratado de él mismo. Así, el análisis no había preservado
de la amnesia el episodio, sino que él mismo había caído bajo ella.