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Tendencias históricas y contemporáneas: ruptura,

confluencia y continuidad.

Dra. Lourdes Fernández Rius

El pensamiento psicológico universal ha estado influido a lo largo de su historia por


el pensamiento filosófico.
La Psicología, como toda ciencia, apoya sus concepciones sobre una Filosofía de
base. La Psicología posee su objeto de estudio específico y por ello no puede
trasladar de manera mecánica los principios filosóficos sino que los retoma como
base teórico - metodológica tratando de encontrar su especificidad para la
comprensión de la psiquis.
La Filosofía Marxista, al igual que otras escuelas filosóficas (positivismo,
existencialismo etc), también ha tenido su expresión en la Psicología del siglo XX y
XXI, tanto en la Psicología francesa (H.Wallon) y latinoamericana (E. Pichón Riviere,
J. Bleger), como en la Psicología de los países de la Europa del Este, antigua
URSS, Cuba y en la Psicología norteamericana (Psicología Cultural en E.U.) y
española de fines del siglo pasado y principios del presente.
El esfuerzo de la Psicología hoy por encontrar unidades de análisis cada vez más
complejas para la explicación de lo psicológico y por avanzar en la integración de
una teoría única de las ramas aplicadas y general de la Psicología, ha posibilitado
transitar en la búsqueda de la especificidad en cuanto a la expresión de esta
Filosofía en la comprensión de la personalidad y los problemas que ello entraña en
lo que se denomina Psicología Histórico Cultural.
Desde este lugar, las premisas filosóficas que mediatizan la construcción teórica en
Psicología serían:
- la naturaleza refleja de la subjetividad humana
- el carácter activo del ser humano
- situar la esencia de lo humano en el conjunto de sus relaciones sociales
- la naturaleza interactiva del ser humano.
- la actividad y comunicación como categorías que posibilitan explicar dicha
naturaleza.
- La Psicología asume estos principios y categorías en un sentido metodológico y no
en un traslado mecánico debiendo desarrollarlos hasta encontrar sus
particularidades en la comprensión y explicación de lo específicamente psicológico.
- Aunque en el pensamiento que ha logrado producir esta tendencia existen énfasis y
matices no siempre confluentes entre los diversos autores, si es posible precisar los
principios más generales sobre los cuales se sostiene esta tendencia.
En la Psicología Histórico Cultural el estudio de la personalidad quedó rezagado
con relación al estudio de los procesos cognitivos y no es hasta la década de los 70

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que se intensifican los estudios en este sentido, situación que aún se evidencia en
una desarmonía en cuanto al nivel de comprensión y explicación de lo psicológico
en uno u otro caso. Ello sin lugar a dudas, ha estado originado por la necesidad de
consolidar determinadas categorías a partir de una nueva orientación filosófica lo
cual resultaba especialmente difícil en el marco del complejo contexto de la
personalidad. En este sentido también tuvo su influencia la separación de los
procesos cognitivos y afectivos, reduciendo la personalidad a aspectos afectivos así
como no tener presente el carácter más complejo de la personalidad en tanto objeto
de estudio y las implicaciones teórico metodológicas que esto representaba.
Quedaba una vez más fracturada la relación cognitivo – afectiva para un énfasis en
la relación cognoscente sujeto – objeto, soslayándose el enfoque integral del sujeto.
Podríamos intentar en presentación ágil, brindar una panorámica de lo que
consideramos han sido las reflexiones de mayor significación en los marcos de este
enfoque y que resultan de trascendencia en la comprensión de la personalidad
desde nuestro análisis.
Vigotsky, S.L. a quien se le atribuye la paternidad de este enfoque, sin proponer
una teoría de la personalidad dejó en su obra consideraciones que resultan de
inestimable interés a los fines de configurar una noción en este sentido. Entre estas
la afirmación de la determinación histórico - social de lo psíquico y el principio de la
actividad entendida como la forma en virtud de la cual lo social se transforma en
psicológico en un tránsito de lo externo a lo interno a través de la interiorización.
Aunque esto es mucho más evidente en los procesos cognitivos, resulta de interés
en la comprensión de la personalidad siendo aún necesario continuar profundizando
en su pertinencia y explicación en esta área.
Para este autor las funciones psíquicas superiores poseen su especificidad
cualitativa y forman un sistema, integridad o unidad en la que predomina una de
ellas matizando la expresión de las restantes funciones. Esta visión integradora,
holística resulta de significación en la comprensión de la personalidad.
Propone la categoría de vivencia como unidad psicológica de análisis de la vida
psíquica en la cual se expresa lo que el sujeto experimenta en función de las
influencias que recibe y lo que el propio sujeto aporta en función del nivel de
desarrollo que ha alcanzado su personalidad.
Habló del pensamiento como síntesis de aspectos emocionales e intelectuales así
como de la necesidad de que las influencias externas se convirtieran en vivencias
para el desarrollo. Así, las influencias externas se transforman en fuerzas motrices
del desarrollo en la medida en que originan vivencias en el proceso de interacción
del sujeto con la realidad.
Según Vigotsky, las funciones psíquicas superiores están mediatizadas por la
conciencia, por signos y símbolos que posibilitan una representación de la realidad.
Aparece aquí la conciencia como sistema psicológico complejo, integral donde se

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estructuran procesos psicológicos en la regulación de la conducta. Esta
consideración resulta esencial en la comprensión de la unidad cognitivo - afectiva
aspecto esencial en la función reguladora y autorreguladora de la personalidad en
niveles de elevada complejidad en los cuales la reflexión altamente comprometida
es la que aparece en el dinamismo del comportamiento.
La conciencia es la vía a través de la cual aparece lo externo con un sentido propio,
personal.
Aunque sus seguidores dieron continuidad a su obra lo cierto es que muchos de sus
postulados aún requieren ser re – leídos y recuperados de cara al desarrollo de la
Psicología en general y de la Psicología de la Personalidad en particular.
Para Rubinstein S.L. la personalidad es expresión superior del desarrollo psicológico
esclareciendo que el objeto de la Psicología está en lo psicológico como función
integradora, como personalidad, enfatizando en la autoconciencia y en el carácter
activo del sujeto así como en la integración de las diversas propiedades
psicológicas.
Según él la actividad tiene especial importancia toda vez que articula lo psicológico
con el ser del sujeto a la vez que es la forma de expresión objetiva de lo psicológico.
Enfatiza en el carácter activo del sujeto y condicionante de lo psicológico en las
diversas actividades que el mismo realiza. En este sentido reconoce la capacidad de
independencia que alcanza el ser humano con respecto a las influencias inmediatas
al tener la posibilidad de plantearse conscientemente determinados objetivos. El
énfasis en el carácter condicionante de lo psicológico coloca especial acento en uno
de los derroteros de significación para la Psicología de la personalidad.
Vió a la conciencia como unidad de vivencia y saber y retoma la idea de la
interacción del sujeto con la realidad, en las condiciones de vida y con las
necesidades generadas en ella. Según él los procesos psíquicos no solamente
integran relaciones entre fenómenos sino el sentido de tales fenómenos para el
sujeto y plantea la búsqueda de este sentido en la unidad de procesos afectivos y
cognitivos que funcionalmente se expresan en la personalidad en una actitud volitivo
emocional.
Según Rubinstein, lo externo e interno se correlacionan. Esto se produce en la
actuación de lo externo a través de lo interno subrayando así el carácter mediador
de lo interno y a su vez el carácter activo del proceso de construcción de lo
psicológico. Las condiciones internas (ideas, reflexiones, sentimientos,
motivaciones, etc) se han formado en el marco de otros procesos de interacción
histórica precedente y a su vez, condicionan el carácter de la influencias de otras
condiciones externas posteriores.
Esta idea ya anticipada por Vigotsky permite además acentuar la noción del carácter
activo, mediatizado, de la influencia sociocultural así como de que ningún hecho en
sí mismo posee significación para la personalidad y su desarrollo sino solamente

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cuando dicha influencia es mediatizada de modo significativo y origina vivencias en
el sujeto. Lo social para él no es algo externo sino algo que cobra significación solo
en la medida en que posee un sentido para el sujeto.
Atribuye un papel activo a la autoconciencia como momento activo de integración de
diferentes procesos y cualidades de la personalidad. Para él lo importante sería
poder explicar el funcionamiento psicológico integral
Leontiev A.N. ve en la conciencia la unidad de significado y sentido. La apropiación
de los significados está mediatizada por necesidades y motivos que confieren a un
determinado contenido un sentido personal. A partir de aquí se pueden explicar
diferentes formas de regulación de lo psicológico en cuanto a su complejidad.
Enuncia su teoría de la actividad alrededor de la cual giran sus consideraciones y
afirma que la transformación de lo externo en interno ocurre en virtud de la actividad
y de este modo lo social aparece como su condicionante. Para este autor la
personalidad sería el momento subjetivo de la actividad considerada como actividad
“objetal”.
A través de la actividad el sujeto logra una representación cognitiva de la realidad la
vez que surgen los sentidos psicológicos, personales, que expresados en vivencias
actúan como fuertes impulsores y dinamizadores del comportamiento
No obstante Leontiev no precisó como la actividad por sí misma no es condición en
la formación de la personalidad sino que esto depende del sentido que adquiere la
actividad para el sujeto.
Bratus, Asmolov aportan la noción de formaciones de sentido como relaciones entre
motivos. Estas formaciones se originan en la existencia real del sujeto, son
independientes de la conciencialización y poseen carácter objetal. Esta categoría es
muy valiosa pues posibilita la búsqueda de unidades sistémicas más complejas.
Bozhovich L.I. abogaba por un enfoque sistémico en el estudio de la personalidad y
de las regularidades de su desarrollo delimitando los cambios fundamentales que se
producen en la estructura de la personalidad en los diferentes momentos de su
desarrollo ontogenético.
Hace continuidad con la idea de Vigostky acerca de que las condiciones externas
por sí mismas no generan el desarrollo sino que éste depende de las relaciones que
establece el niño con el medio. De este modo, continúa la noción de situación social
del desarrollo elaborada por Vigotsky en tanto combinación especial de procesos
internos del desarrollo y condiciones externas típicas para cada etapa, que
condicionan la dinámica del desarrollo psicológico durante el correspondiente
período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas que surgen al final de dicho
período, aplicando este concepto a las diferentes etapas de la formación de la
personalidad.
Al situar en primer plano la significación de lo interno en interrelación con lo externo,
Bozhovich rompe con la posible idea de inmediatez en la determinación social de la

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personalidad. El desarrollo de la personalidad se produce, entre otras vías, a través
de la asimilación de modelos existentes en una sociedad dada en la medida en que
en el sujeto surja la necesidad de actuar conforme a esos modelos. De este modo,
se van produciendo cambios cualitativos en los cuales aparecen formaciones
psicológicas nuevas, superiores, que en su origen están mediatizadas por la propia
organización que va ganando la personalidad y que expresan una síntesis de
procesos afectivos y cognitivos.
La unidad de procesos cognitivos y afectivos es para ella el principio que explica la
significación de la autoconciencia y el carácter mediato de la personalidad. La
explicación de la personalidad se halla en las complejas síntesis de lo afectivo y lo
cognitivo, en aquellas formaciones que mediatizadas por la autoconciencia
caracterizan la motivación humana en su nivel más desarrollado.
La motivación, en creciente complejidad, se articula en complejas síntesis
mediatizadas por la autoconciencia y a través de ésta se expresan múltiples
necesidades
Para esta autora la personalidad es una estructura integral en sus múltiples
interrelaciones internas y con la realidad siendo imprescindible poder abarcar la
variedad de sus manifestaciones en una unidad. Según ella las distintas
formaciones de la personalidad se relacionan y forman síntesis cualitativas cada vez
más complejas de acuerdo a cada etapa del desarrollo con independencia de que
no logra especificar cuales serían esas formaciones y síntesis en todas las etapas.
Según ella el desarrollo de las formaciones de la personalidad posibilita que la
misma se convierta en un potente sistema de autodeterminación del
comportamiento destacando así el carácter activo del sujeto.
Bozhovich no brinda una definición acabada de personalidad pero sí descubre
importantes regularidades en su formación tanto en los contenidos que la integran
como en su dinamismo constituyendo uno de los intentos más serios en la
Psicología Histórico Cultural por avanzar en la comprensión de la personalidad.
Para ella una personalidad desarrollada se caracteriza por la existencia de
opiniones, actitudes, valoraciones y exigencias morales propias que posibilitan
independencia de las influencias del medio así como capacidad para influir sobre la
realidad y sobre sí mismo. También se caracteriza por una organización estructural
en cuyo centro se encuentra la esfera motivacional que posee un carácter jerárquico
que en su opinión viene dado por una orientación de la personalidad (social,
individual o praxológica)
En Cuba diversos autores han continuado estudiando la personalidad desde este
enfoque psicológico. Se destacan de modo especial G. Pineda y G. Roloff con
estudios interesantes acerca de la autovaloración como formación de la
personalidad. Diego González con sus estudios acerca de la motivación humana.

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De especial significación son los estudios de F. González que logra brindar
proposiciones interesantes y novedosas acerca de la configuración y funcionamiento
de la personalidad en una lograda síntesis del pensamiento humanista precedente
en la comprensión de la personalidad y del enfoque histórico cultural así como de
continuadores en este sentido tales como L. Domínguez con importantes estudios
acerca de la motivación profesional, H. Arias en sus incursiones acerca de la
capacidad de anticipación, O. D´Angelo con sus trabajos acerca de proyectos de
vida y desarrollo personal y L. Fernández en sus trabajos acerca de personalidad y
relaciones de pareja entre otros estudiosos cubanos en este sentido. Varios de
estos autores continúan actualmente desarrollando sus investigaciones en este
importante tema en nuestro país.

PROBLEMAS ACTUALES EN EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD.

Veamos algunos de los problemas actuales que afronta el estudio de la


personalidad.
Problemas Teóricos:
Carencia de una definición acabada de personalidad que oriente su investigación
empírica. Proliferación aún de gran número de categorías y definiciones no
integradas en una teoría general correspondiente que sea punto de partida para las
diferentes psicologías aplicadas. Por tanto, se trata de abordar las regularidades de
la personalidad en su expresión en diferentes esferas de la vida que favorezca la
unidad de una Psicología general y aplicada con vistas al desarrollo de una teoría de
la personalidad como principio metodológico.
La subsistencia de una falsa división entre los procesos afectivos y cognitivos.
Avanzar en este sentido supone desarrollar nuevas categorías y posiciones
metodológicas así como la orientación a definir el potencial regulador de la
personalidad mediante la unidad cognitivo – afectiva.
Insuficiente determinación de los contenidos y especificidades funcionales de las
diferentes expresiones de regulación de la personalidad y su efectividad, ni en el
plano teórico ni en el plano empírico.
Insuficiente esclarecimiento de la participación, interrelación e integración de los
diferentes subsistemas psicológicos de regulación en el sistema integral que
conforma la personalidad a pesar de que si es posible conocer los subsistemas
reguladores en las diferentes esferas del comportamiento.
Insuficiente comprensión de la personalidad a partir del análisis de su estructura y
contenido entendidos en integración de diferentes expresiones de regulación en las
que participan diversas cualidades y propiedades.
Necesidad de trascender la descripción de contenidos y avanzar en la comprensión
de la organización de los mismos para intervenir en la regulación y autorregulación
del comportamiento, enfatizando más bien las particularidades funcionales de la

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personalidad. Es decir, determinar los principales elementos de contenido y
dinámica que definen su significación en la regulación psicológica.

Problemas Metodológicos.
Pobreza de técnicas orientadas por una nueva concepción metodológica en la
investigación empírica, lo que pude ser explicado por la aún insuficiencia e
imprecisión en el sistema categorial para explicar las regularidades de la
personalidad.
Necesidad de búsqueda de nuevas técnicas que permitan explorar el contenido y
dinámica de la personalidad
Necesidad de desarrollar el sistema categorial que posibilite el análisis de contenido
y la definición de indicadores del potencial regulador.
La personalidad no es objeto aún de investigación en toda su integridad,
orientándose la investigación al estudio de subsistemas parciales de regulación en
diferentes esferas del comportamiento, que no obstante resulta más efectivos que
otros esquemas estáticos tradicionales.
Actualmente cada vez menos se intenta alcanzar una definición general de esta
categoría sino más bien buscar indicadores que en su integración sistémica reflejen
los reales mecanismos y formaciones de la personalidad y concebir a la misma
organizada por diferentes niveles de regulación psicológica.
Asimismo, se enfatizan los aspectos funcionales y la dimensión temporal de la
personalidad.
Avanzar en una teoría de la personalidad es avanzar en una noción acerca de la
estructura y funcionamiento de la personalidad, de su identidad. Supone concebir un
modelo de la naturaleza humana, de la sociedad, de la construcción del
conocimiento y de las prácticas profesionales.

RUPTURAS, CONFLUENCIAS Y CONTINUIDADES EN EL ESTUDO DE LA


PERSONALIDAD.
Las diversas tendencias históricas y contemporáneas en la comprensión de la
personalidad se apoyan en hechos indiscutibles.
Sin embargo, la excesiva generalización y absolutización de estos hechos, el intento
de hacer de estas verdades parciales “la verdad” en Psicología induce a estas
tendencias a una hipertrofia en sus postulados, muchas veces excluyentes y
antagónicos.
“Resulta muy difícil, lo he constatado, comunicar a otros mi respeto e impaciencia
simultáneos hacia esas dos amplias escuelas psicológicas. Muchos profesionales
insisten en ser tanto profreudianos como antifreudianos, procientíficos o
anticientíficos. Tales posiciones de lealtad son necias. Nuestra labor debe encaminarse
a integrar estas varias verdades en una verdad total a la cual deberíamos nuestra única
lealtad.” (A. Maslow en Goble, F, p. 26, 1980)

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“(...) las distintas escuelas, corrientes han aportado conocimientos fragmentarios de
una única y misma totalidad, y que cuando cada una ha creído ver el todo en su
segmento, han dado lugar a teorías erróneas, distorsionadas o exageradas. A pesar de
este proceso, cada escuela o corriente refleja parte e la realidad, que es necesario
reencontrar y reubicar en la totalidad y unidad original (...) Hay que volver a recuperar
lo que las escuelas, los métodos y los campos de la psicología desmenuzaron y
dispersaron, desarticularon y formalizaron (...) la tarea que incumbe realizar consiste
en disolver falsas antítesis, transformando las antinomias irreductibles en lo que en
realidad son: momentos de un solo proceso único...” ( Bleger, J. P, 12, 1973)
Resulta indiscutible que las diversas tendencias históricas y contemporáneas en la
comprensión de la personalidad se apoyan en hechos reales para la elaboración de
sus concepciones y prácticas. La dificultad estaría allí donde le otorgan carácter de
generalidad a hechos que son parciales convirtiendo en falso lo real una vez que se
absolutiza, en el intento de hacer del conocimiento parcial una teoría general. Esto
incluso ha provocado falsas dicotomías y exclusiones entre tendencias a la vez que
lo demandado es la integración de tendencias como único camino para avanzar en
una concepción cada vez más completa. Una sola posición no podría abarcar la
multiplicidad de expresiones de un fenómeno tan complejo como lo es la
subjetividad humana y la propia personalidad.
A su vez, estas tendencias, expresan elementos valiosos e insoslayables en la
comprensión de la personalidad susceptibles de ser entendidos e integrados en una
comprensión más multilateral y sistémica. La permeabilidad entre estas tendencias
posibilitaría avanzar en el desarrollo conceptual y metodológico que requiere la
comprensión y estudio de este fenómeno tan complejo que es la personalidad
humana y crecer ante nuevos hallazgos. Ello abrirá más consecuentemente el
camino de la construcción teórica en torno a la personalidad.
Esto, en nuestra consideración, requiere de un referente conceptual, de un eje que
integre principios generales, categorías y conceptos debidamente fundamentados
por la práctica y que en este sentido sea capaz de vertebrar la diversidad del
pensamiento psicológico de modo paulatino, procesal y coherente sin pretender con
ello la defensa a ultranzas de una sola Psicología. Se trata más bien de avanzar en
cierta integración y unidad en lo diverso y a la vez continuar profundizando en la
comprensión de algo tan complejo como es la personalidad.
En este sentido estimo que la Psicología Histórico Cultural, con sus aciertos,
desaciertos y limitaciones puede ser un marco de referencia para una integración en
aproximación más que para un eclecticismo mecánico y en ningún caso – en mi
consideración - para la defensa de posiciones cerradas y excluyentes que
difícilmente podrán contribuir al mejor entendimiento en nuestra ciencia y profesión.
Resulta importante subrayar la significación de la Psicología Histórico Cultural en la
cual apoyamos nuestro pensamiento. Alternativas y aproximaciones diversas se
integran bajo esta tendencia que se caracteriza más bien por su heterogeneidad y

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carácter abierto. Esto coloca a la Ciencia Psicológica en condiciones más
favorables para la integración y asimilación de lo nuevo y diverso en sus
fundamentos y en sus prácticas. Enfatizamos, entonces, una posición conceptual y
esencialmente metodológica pertinente, en tanto eje, para articular el pensamiento
precedente y contemporáneo en aproximación sucesiva, dada las posibilidades
dialécticas que tal tendencia presupone.
A su vez, implica un camino de búsqueda permanente y aproximada a la verdad
como sostenemos que será siempre. No existe ni existirá una teoría acabada,
definitiva, sino una orientación conceptual y metodológica que nos sitúe en solidez
para continuar el pensamiento, la investigación y la praxis. No es ésta la única
manera. Es la que sostenemos por su pertinencia integradora y posibilidades
heurísticas para penetrar en nuestro objeto de estudio de modo más complejo, en
un sentido nunca cerrado sino abierto y en la capacidad de crecer constantemente.
Estamos ante un camino difícil, arduo, sin que con ello pretendamos apostar hacia la
configuración de una sola PSICOLOGÍA, como ya dijimos, idea que – por demás -
tiene adeptos y detractores. Lo cierto es que hoy hablamos de Psicologías y de
prácticas, en plural, como plural, multicausal y multifacético es nuestro objeto de
estudio. La integración es un proceso, solo eso, un proceso que nos posibilitará de
modo flexible y dialéctico intentar aproximarnos a una comprensión cada vez más
compleja de nuestro objeto de estudio.
Todo esto incorpora presupuestos teóricos, metodológicos generales así como una
concepción específica de la naturaleza humana y de la sociedad y una teoría del
conocimiento.
Entre los elementos que van articulando este eje podríamos situar los siguientes:

La naturaleza interactiva del ser humano


En virtud de la cual de produce la interrelación del ser humano y la realidad
entendida ésta como sistema complejo de objetos, fenómenos, otros sujetos, la
cultura y la sociedad en general. De ello se deriva la necesidad de lograr una
interacción eficaz, armónica, productiva, ya no específicamente en el sentido de la
sobrevivencia y adaptación sino en el sentido de la transformación y la creación.

Naturaleza refleja de la psiquis y el carácter activo, construido, de ese reflejo


psicológico Las peculiaridades de la interacción organismo – medio se define en la
unidad de la acción del medio y las condiciones internas. Esta acción no es directa e
inmediata, sino que alcanza significación en la unidad entre esta acción y el nivel de
estructuración y desarrollo de las condiciones internas del organismo. Estamos ante
un reflejo activo, mediatizado por lo interno lo cual implica:
- Carácter primario de lo externo y secundario de lo subjetivo

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- Naturaleza refleja activa de lo psicológico con respecto a la realidad externa y no su
inmanencia a la naturaleza humana, no es inherente al ser humano.
- La determinación externa de lo psicológico y su carácter social.
- Lo psicológico en su función orientadora y reguladora en el proceso de interacción.
No se trata pues del estudio introspeccionista de la conciencia supuestamente
nacida desde “adentro” ni de negar la existencia de la conciencia.
El reflejo psicológico origina imágenes y vivencias en virtud de un proceso de
formación de dicha imagen o vivencia aunque con diversos niveles de complejidad.
No se entiende aquí una imagen o copia fiel de algo externo sino que esta
naturaleza refleja se expresa en la relación necesaria entre lo psicológico y la
realidad. En este sentido el lugar del sujeto psicológico es esencial tanto en la
mediatización que hace de la influencia que recibe en virtud de su personalidad
como en su participación en la organización de dicha influencia.
Esta posición activa del sujeto es la que le otorga el carácter activo al reflejo
psicológico pues deriva de aquí el sentido psicológico que se le confiere a las
múltiples influencias que recibe.
Los contenidos de la personalidad son pues, reflejo de la realidad externa.
El condicionamiento de lo externo sobre lo psicológico en el caso de la personalidad
se expresa en un sistema de consecuencias y no en identidad entre atributos
externos y características del reflejo tal como se podría apreciar con mayor
evidencia en los procesos cognitivos no muy complejos.
La emoción, por ejemplo, es el reflejo en términos de vivencia que resulta de la
implicación del sujeto en una relación con lo externo que afecta su sistema de
necesidades de una u otra manera. Sin embargo, aún no está suficientemente
esclarecido cómo se produce ese tránsito de lo externo a la conversión en vivencia
interna.
En el caso de la personalidad nos encontramos ante una realidad compleja que no
puede explicarse fácilmente en virtud del proceso de interiorización de contenidos
externos. Existen diversos niveles de reflejo psicológico y es en la personalidad
donde ese reflejo resulta de una derivación de múltiples consecuencias en la
subjetividad en virtud también de la diversidad de condicionantes

La unidad de lo objetivo y subjetivo, de lo externo y lo interno


Supone la integración de lo interno, subjetivo en un proceso externo, objetivo, en
una interrelación dialéctica a través de la cual lo objetivo y externo determina lo
subjetivo en un proceso activo y a su vez este último condiciona y determina el
sentido del primero en un proceso ininterrumpido

La determinación histórico social de la psiquis humana. (individuo – sociedad,


lo biológico y lo social)

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La esencia del ser humano es social, es decir, derivada del complejo sistema e
interrelaciones que caracterizan la vida en sociedad.
Este principio, en primer lugar, visto en un sentido filogenético, considera al ser
humano como producto del desarrollo histórico de la naturaleza y la humanidad y
en un sentido ontogenético el individuo no puede ser separado del contexto social
en el que ha interactuado e interactúa. El ser humano, la sociedad y la historia se
encuentran en interinfluencia y unidad indisoluble. Esto resulta una precisión
medular con respecto a la naturaleza del ser humano.
El determinismo social es activo, mediatizado e histórico, pues el propio
determinante sociocultural posee diversas expresiones y niveles de mediatización
en sí mismo, a su vez su influencia resulta de una compleja interacción en
momentos históricos diferentes de lo propio sociocultural y del sujeto en cuestión y
por último esta influencia y determinación deriva de la interrelación con un sujeto
activo que mediatiza, a través de su subjetividad, la acción de dicha influencia y que
interviene en la construcción de su sentido psicológico personal.
La Psicología y en especial la Psicología de la Personalidad apoyándose en este
principio, enfatiza el aspecto psicológico del proceso de condicionamiento socio -
histórico de la personalidad en virtud del cual las normas, valores y la cultura
adquieren un sentido personal para el sujeto el cual es activo en ese proceso de
hacer suya la cultura y construir en un proceso interactivo su propia personalidad.
Lo social deviene como lo histórico individual en la personalidad del sujeto el cual de
modo activo articula los sentidos psicológicos de los diferentes sistemas de
influencia con los cuales interactúa
La personalidad es una instancia interna que requiere para su formación de
determinantes biológicos, socioculturales y psicológicos. El aprendizaje es
fundamental para el desarrollo y está mediado por las condiciones internas.
La influencia social tiene que ser individualizada, personalizada activamente para
que se integra a la personalidad y se opere el desarrollo en este sentido.
La personalidad no es una huella o copia mecánica de la influencia social ni dicha
influencia posee un sentido mimético o fatal.
Las primeras experiencias de vida son importantes para el desarrollo aunque no de
modo fatalista pues la resultante personológica deriva de la compleja interacción de
varios determinantes destacándose la significación de la motivación presente,
actual.

La naturaleza activa del ser humano


A partir de aquí la personalidad emerge en su carácter activo en donde los procesos
de autorreferencia, en especial la autoconciencia, posibilitan el despliegue de la
capacidad de autodeterminación como expresión cumbre de la naturaleza activa del

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ser humano y la expresión más compleja en la regulación del comportamiento
humano, la autorregulación.
El ser humano posee un carácter activo. Ello se expresa en la función reguladora y
autorreguladora de la personalidad. La estructura y funcionamiento dinámico de la
personalidad posibilita la interacción activa del sujeto con la realidad.
El individuo es sujeto en sus interrelaciones sociales, organiza su expresión
individual, la historia sintetizada en su personalidad, de modo activo, en su acción
transformadora.

El carácter integrador, sistémico de la subjetividad humana.


Lo psíquico integra diversos planos tanto en la organización de sus contenidos
como en su funcionamiento, donde el sistema en cuestión representa una nueva
cualidad irreducible a los elementos que la integran.
Los elementos del sistema se articulan en una relación necesaria que da origen a
una nueva cualidad, de este modo, ningún elemento se subordinan o sobrevalora
en el sistema.
La personalidad solo se puede comprender en su naturaleza sistémica, en la
diversidad de relaciones internas y externas. Hablar de integridad de la personalidad
supone entender que cada elemento psicológico puede poseer diferentes
expresiones y sentidos en la función reguladora de la personalidad según las
diversas estructuras parciales de la personalidad en las cuales se inserte. Un
contenido puntual no decide de modo lineal la expresión comportamental, sino que
ello resulta de la integración de la personalidad en la cual la estructuración de los
contenidos y su expresión dinámica se encuentran en indisoluble y apretada
síntesis.
La personalidad es considerada como nivel superior de integración de lo psíquico
que permite la regulación y autorregulación del comportamiento enfatizándose el
carácter activo el sujeto y la unidad de cognición afecto como subyacente al proceso
de regulación comportamental.
La personalidad como sistema organizado y relativamente estable, participa en los
sistemas de interrelaciones en los cuales el sujeto se inserta, de modo abierto y en
intercambio de vivencias e información constante lo cual posibilita el desarrollo
“Cambio y desarrollo constituyen el estado natural del sujeto humano y son, ambos
fenómenos, absolutamente necesarios para lograr una vida satisfactoria, saludable,
madura. Cualquiera que se resista a este flujo y busque una existencia estática, está
propiciando una situación patológica.” (W. James en Gobel, G. pag 177, 1980)

Lo cognitivo y lo afectivo :

El carácter regulador de la conciencia y la autoconciencia resulta un elemento de


especial importancia en la comprensión de la personalidad que aporta la Psicología

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Histórico Cultural y que hemos visto también en otras posiciones como en los
Egosociales y Humanistas.
Lo distintivo de la personalidad que es su función reguladora descansa en la unidad
de los procesos cognitivos y afectivos.
La personalidad opera en un mundo de sentidos psicológicos. Las concepciones de
mayor complejidad se expresan, por lo general, con un elevado sentido personal a
través de aspiraciones, emociones, sentimientos.
Las relaciones más significativas hacia la realidad en las que el sujeto participa
activamente son a su vez las de mayor significación motivacional. De ahí que el
contenido del pensamiento posea una carga emocional.
La unidad de los procesos cognitivos – afectivos, opera en diferentes niveles
jerárquicos y de complejidad, desde la selectividad de los procesos perceptuales
hasta la personalidad.
Las principales elaboraciones intelectuales del sujeto responden a sus principales
motivos y necesidades. Dichas elaboraciones influyen en el contenido de los
motivos, los amplían y enriquecen así como en su aspecto dinámico aumentando o
disminuyendo su potencial regulador. El ser humano actúa no solamente a partir de
la comprensión de un fenómeno sino además del grado de motivación que provoca
dicha comprensión.
La expresión más compleja de esta unidad se advierte en el pensamiento el cual
actúa como instrumento de la motivación, sus contenidos son expresión del motivo y
sus operaciones (las del pensamiento) expresan la energía movilizadora de este.
El pensamiento conserva sin embargo, su autonomía funcional y se convierte en vía
activa que influye sobre el motivo.
El pensamiento es vía de expresión del motivo y a su vez fuente cognitiva de su
desarrollo, fortaleciéndolo o debilitándolo en su aspecto dinámico a través de sus
operaciones intelectuales (reflexión, análisis, restructuración). Cuando el sujeto, a
través de sus procesos cognitivos profundiza en la realidad, en su comprensión a
partir del sentido emocional que esos contenidos alcanzan para él, el
comportamiento adquiere sentido, significado, selectividad, dirección, intensidad.
La motivación no se reduce al estado dinámico que de forma inmediata estimula el
comportamiento sobre la base de la vivencia de la necesidad. El estado dinámico se
asocia a un contenido relevante que se estructura en forma de conceptos,
reflexiones, valoraciones, objetivos portadores de carga emocional. El sujeto, a partir
de su personalidad estructura la información que recibe así como sus sistemas de
operaciones cognitivas.
La necesidad no se expresa directamente en la conducta sino que se convierte en
motivo en la medida en que se mediatiza por el pensamiento el cual se convierte en
instrumento de expresión de la personalidad.

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Ambos procesos, cognición y afecto, poseen su especificidad y lugar en el
funcionamiento de la psiquis sin que exista una relación de subordinación entre
ellos.
En este camino existen niveles de análisis:
1.- Determinar unidades de sentido más elementales, el significado concreto y su
valor emocional, lo cual posibilita conocer áreas motivadas de la personalidad.
2.- Determinar un nivel más complejo que se expresa a través de juicios,
razonamientos con valor afectivo. El carácter consciente de los motivos que así lo
presenten depende de si se expresa en el sistema de significados de la conciencia,
lo cual se produce en y a través del pensamiento. La fuerza motivacional del
significado se expresa en indicadores que lo distinguen de otros significados de
carácter descriptivo.
Los elementos que se integran en las funciones reguladoras y autorreguladoras de
la personalidad poseen una naturaleza cognitivo – afectiva, el sujeto intercambia
constantemente afecto e información con el medio y en esta función radica lo
esencial en la personalidad. Siempre se expresa la personalidad en la conducta
pero no toda conducta es personalidad.
Aunque en los inicios del desarrollo primen los procesos afectivos, éstos y los
cognitivos, se integran progresivamente a lo largo del desarrollo.
La personalidad configura la información relevante la cual integra y opera en la
regulación. La recepción de esa información es activa, selectiva a partir de la
estructura motivacional.
Esto se manifiesta de modo diferente para cada sujeto de acuerdo a su desarrollo y
según cada área vital. Asimismo, esta unidad se expresa de modo diverso en los
diferentes motivos según su nivel de concientización, la implicación personológica,
todo lo cual define el lugar jerárquico del motivo a partir de su complejidad funcional.
En algunos sujetos la información se personaliza de modo más flexible y esto
garantiza una operatividad funcional de mayor plasticidad y eficacia para contextos
interactivos muy complejos. En otros sujetos la información tiende a articularse de
modo poco móvil, fragmentado, con una carga emocional sobredimensionada lo cual
torna rígida y poco operativa esta información en la intervención reguladora de la
personalidad, más aún si las demandas interactivas requieren de una complejidad
reguladora mayor, como por ejemplo, aplazar la satisfacción de necesidades, tomar
decisiones complejas, elaborar conflictos o plantearse y expresar una conducta
propositiva.
La vivencia es la unidad de la vida afectiva de la personalidad, se desarrolla
esencialmente en el proceso de comunicación y se encuentra en la base del sentido
que la información adquiere para el sujeto. Vivencia y reflexión se encuentran en un
proceso de interrelación y nutrimento recíproco en el proceso de regulación y
autorregulación. Pueden existir predominios conceptuales o vivenciales, pero en

222
esta unidad está la base del sentido y el origen de las formaciones reguladoras más
complejas.
La célula funcional de la personalidad radica en esta unidad en la cual se apoya la
autorregulación más compleja (solución de tareas, conflictos, toma de decisiones) y
sobre la base de la cual se van integrando formaciones psicológicas definidas por su
estructura y función. La personalidad se caracteriza por un conjunto de formaciones
psicológicas complejas en las cuales lo cognitivo y lo afectivo forman una unidad
funcional, que en su nivel más complejo son autorreguladas.
Por otro lado, la integración funcional de lo cognitivo y lo afectivo no debe
identificarse con la representación consciente de esta integración. Esto es producto
de un proceso de interacción entre vivencias y reflexiones en diferentes momentos
del desarrollo ontogenético, con expresión diferenciada para cada individuo e
incluso diferenciada para un mismo individuo en esferas diversas de expresión e
interacción.
El principio de esta unidad, requiere de continuidad en su desarrollo, concreción y
aplicación en el estudio de la personalidad en tanto explica por qué la misma
constituye el nivel superior y más complejo de regulación del comportamiento.
Por eso concebimos los estilos de afrontamiento más que como una organización
cognitiva pura ante una situación emocional, una expresión funcional de la
personalidad como integridad. En la forma y decisión con que el sujeto asume esa
realidad, está la mediatización organizada de la personalidad. El estilo cognitivo se
inscribe en el propio sistema personológico de regulación y es una vía para su
expresión.

Lo singular, irrepetible y relativamente estable. La personalidad como


organización sistémica existe de modo único e irrepetible y tiende como
organización a la estabilidad creciente.

Consciente e inconsciente.

La aparición de la conciencia se concibe como un momento cualitativamente


superior en el desarrollo del psiquismo que permite trascender de la actividad
adaptativa a la actividad propositiva típica del ser humano toda vez que posibilita dar
cuenta de sí mismo y del entorno en sus existencias propias y anticipar las
consecuencias del comportamiento. Los procesos psicológicos conscientes
posibilitan trascender las influencias actuales a través de planes, objetivos y
proyección futura.
Este énfasis intenta distinguir lo específico de la psiquis humana incluyendo a su
vez la existencia de procesos psicológicos inconscientes. La autoconciencia
mediatiza las funciones de la personalidad así como el proceso de interacción social
del sujeto portador de personalidad condicionando su autodeterminación.

223
Se reconoce la existencia de procesos conscientes e inconscientes aunque la
motivación humana superior es esencialmente consciente.
Los contenidos más complejos que identifican al sujeto como personalidad,
adquieren real significación psicológica en los diferentes momentos del
comportamiento mediante la participación activa del potencial regulador consciente.
La realidad sintetizada en significados objetivos a nivel cognitivo, supraindividual
( hecho de la conciencia social expresado en la conciencia individual) posibilita al
ser humano diferenciarse de lo que le rodea y autodiferenciarse, le posibilita
reconocer la existencia de la realidad externa y a sí mismo como objetivas e
independientes de su subjetividad, trascendiendo la inmediatez a partir de una
imagen anticipada orientadora que mediatiza ese reflejo de la realidad.
Sin embargo, la conciencia no es abstracción sino que se manifiesta a través de la
personalidad. El sujeto, portador de una individualidad, al asumir conscientemente
algo, lo hace portando elevada carga emocional procedente del sistema de
necesidades y motivos que por medio de compleja elaboración cognitiva se
materializa en estrategia de acción.
Así, en la personalidad, la reflexión, la elaboración comprometida afectivamente,
determina las expresiones más complejas. No se trata aquí de una reproducción
exacta de lo externo, sino de los procesos a través de los cuales aparece lo externo
con sentido propio, personal, sociohistóricamente condicionado.
Hablamos entonces, de la parcialidad de la conciencia en la cual no solo está
presente el significado de lo reflejado sino el sentido que éste alcanza para el
individuo en dependencia de sus sistema de necesidades y motivos. He ahí lo
fundamental y típico de la personalidad en tanto realidad de sentidos psicológicos.
A nuestro modo de ver, lo inconsciente opera en una dinámica subjetiva inductora
que se integra en el propio sistema de regulación. Existen procesos no conscientes
(automatizados) así como necesidades y motivaciones inconscientes de gran fuerza
dinámica en la regulación comportamental incluso las contradicciones que emanan
de vivencias cuyo origen y explicación no es consciente, pueden dinamizar el
comportamiento. Lo inconsciente pues, refleja necesidades que afloran entonces
como vivencias e incluso representaciones. Por ejemplo, procesos afectivos, en
forma vivencial afloran de modo no concientizado, no conceptualizados. La acción
de la conciencia logra en muchos casos, en el marco de la intencionalidad del
sujeto, operar y estructurar conscientemente dichos contenidos afectivos. Esto
favorece la solución de contradicciones, de lo ambiguo de lo inconsciente, de la
imprecisión de estados afectivos muchas veces incomprensibles para el sujeto.
A su vez, los procesos conscientes e inconscientes no tienen que verse
necesariamente en contraposición y antagonismo, pues constituyen expresiones de
la misma subjetividad siendo en ambos su naturaleza histórico social. Ambos
procesos son fuente del desarrollo de la personalidad, canales diferentes en el

224
desarrollo de la personalidad y deviene en hecho estéril intentar contraponerlos o
subordinarlos. La conciencia logra dirigir, anticipar, regular mientras que lo
inconsciente actúa dinamizando, en muchos casos con especial fuerza, el
comportamiento en forma de vivencia o de contradicción y de modo integrado a los
restantes procesos de la personalidad no teniendo otra forma de expresión que no
sea a través de lo consciente.
Los contenidos inconscientes poseen estrecha relación con los procesos
autovalorativos y de la autoestima.
Los procesos afectivos muchas veces discurren en un plano muy vivencial de difícil
conceptualización y el propio desarrollo interno de procesos psicológicos no siempre
es consciente.
Ya en la personalidad neurótica, desajustada, los procesos inconscientes logran
regular al margen de la conciencia creando síntomas y malestares psicológicos
propios de estas situaciones.
A su vez, la naturaleza evidentemente contradictoria de la personalidad no
necesariamente hay que buscarla de modo absoluto en los posibles conflictos entre
procesos psicológicos conscientes y procesos psicológicos inconscientes pues
muchas contradicciones de hecho operan en el plano consciente de donde emana
un fuerte dinamismo en la expresión del comportamiento.

Intencionalidad, autodeterminación versus reactividad, determinación


externa.
El ser humano no es objeto de las influencias externas (conductismo) o de rasgos al
margen de la conciencia o ignorante de la causalidad de su conducta y con la
imposibilidad de discernir sobre esto (psicoanálisis)
Lo específico en el estudio de la personalidad es su función reguladora y
autorreguladora cuya unidad radica en la relación entre procesos cognitivos y
afectivos lo cual, en su nivel de mayor complejidad, está mediatizado por la
conciencia y autoconciencia.
La regulación del comportamiento puede tener una expresión de mayor inmediatez,
impulsividad, poca reflexión, pasivismo, conformidad en un continum hacia una
expresión mediata, propositiva, intencional, activa, voluntaria, transformadora.
La autodeterminación se vincula a elementos tales como la asunción consciente de
objetivos, proyectos, planes, concepción del mundo.
El sujeto a través de su personalidad organiza y dirige su actividad. Por medio de la
conciencia trasciende lo inmediato a partir de la posibilidad creciente que posee de
abstraerse con sus reflexiones, concepciones, representaciones y proyectar
conscientemente objetivos futuros, planes, adoptar decisiones, elaborar conflictos,
etc.

225
El sujeto se concibe entonces en su carácter activo, capaz de autodeterminarse y de
mantener autonomía relativa con respecto a los determinantes externos. En este
sentido, el sujeto participa activamente en la dirección y ejecución de su
comportamiento a través de fines conscientemente establecidos, expresados en
formaciones motivacionales que de modo estable y efectivo intervienen en la
regulación del comportamiento.
Esto posibilita la participación de procesos volitivos los cuales permiten soslayar la
influencia de la inmediatez y adoptar una posición mucho más autodeterminada
hacia la realidad y hacia sí mismo, momento eminentemente activo en la relación del
sujeto con la realidad.
En el desarrollo de la personalidad se transita progresivamente de un punto de
elevada determinación externa, reactividad, dependencia emocional, inmediatez,
inseguridad emocional, inestabilidad y tendencia al presente hacia momentos cada
vez de mayor independencia, mediatez, autodeterminación, estabilidad,
trascendencia del presente, perspectiva temporal, seguridad emocional.
La autodeterminación es central para analizar la efectividad motivacional en
diferentes esferas de la vida. Supone un compromiso individual, implicación afectiva
ante el comportamiento que se asume
“De todas las criaturas de la tierra solo el hombre puede cambiar sus propios modelos,
él mismo es el único arquitecto de su destino” (W. James en Gobel, G, p, 177, 1980)
En este sentido los procesos de autorreferencia, yo, identidad personal, sí mismo,
proprium, autoconciencia, autovaloración, autoestima poseen especial significación.

Lo estructural y lo dinámico, funcional (lo conflictivo y contradictorio)


Las propiedades de la personalidad no operan en sí mismas sino a través del
sentido que alcanzan para la propia personalidad. Por tanto, no solo es importante
discriminar los contenidos, las unidades y formaciones psicológicas que la integran
sino el funcionamiento de las mismas, cómo intervienen en la regulación.
Si bien es importante poder determinar e identificar las unidades que integran la
personalidad, resulta imprescindible especificar que ninguna propiedad aislada es
igual a sí misma pues tanto su etiología como su manifestación depende de los
restantes contenidos de la personalidad y de su interrelación. No se trata pues de
unidades o conjunto de ellas sino de integración cualitativamente específica e
individual. Se trata de trascender la expresión fenoménica de la personalidad y
poder explicar su naturaleza funcional.
El principio de la autoconciencia integrando la personalidad induce a concebir cada
elemento de la personalidad en la integración alcanzada por ella misma. Esto
contradice cualquier noción de la personalidad como sumatoria de contenidos o
enfoque estático de la misma.

226
La utilidad explicativa de la descripción de rasgos, normas, motivos, contenidos de
la personalidad radica en la posibilidad de descubrir a partir de aquí, la función
reguladora y sus diversos grados de complejidad, pues los contenidos de la
personalidad se forman de manera activa y de este mismo modo son expresados.
La respuesta al por qué de la actuación humana es necesario buscarla en la unidad
indisoluble de contenido y función donde se interinfluyen e interpenetran. La unidad
de contenidos estructurados y su función dinámica, reguladora, es la que permite
entender la naturaleza contradictoria de los motivos, la jerarquía y complejidad de su
estructura.

Criterios de desarrollo y de salud.


Estos criterios asociados de una u otra forma a términos como: yo fuerte,
personalidad madura, autorrealización, actualización del sí mismo, convertirse en
persona, el nivel conciente volitivo de regulación, etc acentúan el lugar y
significación de los procesos consciente, la unidad de cognición – afecto, la
flexibilidad, el autocontrol y control del comportamiento, la capacidad para la toma
de decisiones, la autoconfianza, la seguridad, la autonomía y perspectiva temporal
entre otros indicadores.

No podemos hablar hoy de una teoría científica acabada acerca de la personalidad


a pesar de ser ineludible para la ciencia psicológica, no solo por el alcance científico
que ello implicaría, su repercusión en cuanto a la relación entre la Psicología General
y la Psicología Aplicada, problema aun no resuelto, sino también por su incidencia en
la solución de los problemas de la práctica social. Sin embargo, los puntos que hemos
indicado anteriormente pueden servir de camino y orientación en el interés de
recuperar lo que el pensamiento psicológico universal ha tributado y tributa a la
comprensión de tan complejo tema y transitar en movilidad hacia momentos
importantes de confluencias entre lo diverso y de continuidades en el pensamiento
psicológico en este sentido desde un referente que propicie la integración.

227
BIBLIOGRAFÍA .
Del capítulo.

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