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A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas de este libro están
tomadas de la Biblia Dios habla hoy ®, Tercera edición © Sociedades
Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Las citas bíblicas marcadas
con BA están tomadas de la Biblia de América, La Casa de la Biblia, 2011.
Se utilizan con autorización. Todos los derechos reservados. Las citas del
Catecismo están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica (abreviada
como CIC), Asociación de Editores del Catecismo, 1992.
Resumen de la trama
El libro del Éxodo empieza conectando la historia del éxodo con el fin del
libro del Génesis.
Estos son los nombres de los israelitas que llegaron con
Jacob a Egipto, cada uno con su familia: Rubén, Simeón,
Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad
y Aser. Los descendientes de Jacob sumaban en total
setenta personas. José ya estaba en Egipto. José y sus
hermanos, y todos los de esa generación, murieron; pero
como los israelitas tenían muchos hijos, se multiplicaron
de tal manera que llegaron a ser muy poderosos. El país
estaba lleno de ellos. (Ex 1, 1-7)
Al final del Génesis, Jacob y su casa, formada por setenta personas,
migraron a Egipto. El Éxodo retoma la historia de sus descendientes
aproximadamente 400 [1] años después.
La narrativa deja claro desde el inicio que Dios ha cumplido una de sus
promesas hechas a Abrahán. En verdad se ha convertido en el padre de una
gran nación [2] . Pero no todo está en orden. El lector atento, que conoce la
historia, es guiado a preguntarse sobre las otras promesas. ¿Qué pasó con la
tierra [3] ? Actualmente son extranjeros viviendo en tierra de otro pueblo y, por
lo tanto, de acuerdo con las costumbres del tiempo, no tienen ningún derecho.
Pertenecían al faraón y él podía hacer con ellos lo que quisiera.
Más tarde hubo un nuevo rey en Egipto, que no había conocido a José,
y que le dijo a su pueblo: ‘Miren, el pueblo israelita es más numeroso y
más poderoso que nosotros; así que debemos tramar algo para impedir
que sigan aumentando, porque puede ser que, en caso de guerra, se
pongan de parte de nuestros enemigos para pelear contra nosotros y se
vayan de este país.’ Por eso los egipcios pusieron capataces
encargados de someter a los israelitas a trabajos muy duros. Les
hicieron construir las ciudades de Pitón y Ramsés, que el faraón, rey
de Egipto, usaba para almacenar provisiones. Pero mientras más los
maltrataban, más aumentaban. Así que los egipcios les tenían mucho
miedo. Los egipcios esclavizaron cruelmente a los israelitas. Les
amargaron la vida sometiéndolos al rudo trabajo de preparar lodo y
hacer adobes, y de atender a todos los trabajos del campo. En todo
esto los israelitas eran tratados con crueldad. (Ex 1, 8-14)
El resto de la humanidad
La Esclavitud de Israel
Dios contraataca
El Enfrentamiento
La Victoria Final
El pasaje que describe el cruce del Mar Rojo es difícil de leer. La redacción
del texto a menudo suena artificial y forzada. Hay repeticiones innecesarias
de detalles y cambios frecuentes en el estilo. El tema es demasiado complejo
para explicarlo en detalle aquí, pero los expertos bíblicos piensan que los
primeros libros de la Biblia no fueron escritos en un momento por un solo
autor. En vez de esto, fueron escritos combinando diferentes fuentes
preexistentes.
Según los exégetas, un análisis profundo del capítulo 14 del Éxodo
demuestra que contiene dos descripciones distintas del cruce del Mar Rojo.
En las siguientes citas hemos extraído del texto original estas dos
descripciones. Observen cómo cada descripción es coherente en sí misma.
10 Entonces temieron mucho, pidieron ayuda al Señor, 11
y dijeron a Moisés: “¿No había cementerios en Egipto
para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Nos
has sacado de Egipto para hacernos esto? 12 ¿No te
decíamos: deja que sirvamos a los egipcios, pues nos
conviene más servirlos que morir en el desierto?” 13
Moisés respondió al pueblo: “No teman, manténganse
firmes y verán la victoria que les va a dar hoy el Señor; a
estos egipcios que ven ahora, no volverán a verlos nunca
más. 14 El Señor combatirá a favor de ustedes sin que
ustedes tengan que hacer nada.” … 19 Entonces el ángel
de Dios, que iba delante de los israelitas fue y se puso
detrás de ellos. También la columna de nube que iba
delante de ellos fue y se puso detrás, 20 interponiéndose
entre el ejército de los egipcios y los israelitas. Por un
lado la nube era tenebrosa y por el otro alumbraba en la
noche, de suerte que no pudieron acercarse unos a otros
en toda la noche… 21 … Y el Señor, por medio de un
fuerte viento del este que sopló durante toda la noche, hizo
retroceder el mar… 24 Pero antes de la madrugada miró
el Señor desde la columna de fuego y de nube al ejército
de los egipcios y los desorganizó… 27 … Al amanecer,
recuperó el mar su estado normal… 30 Así salvó el Señor
aquel día a Israel del poder de los egipcios, e Israel pudo
ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Los
israelitas vieron cómo el Señor había golpeado
prodigiosamente a los egipcios, temió el pueblo al Señor,
y puso su confianza en él y en Moisés, su siervo. (Ex 14,
10b, 11-14, 19-20, 21b, 24, 27b, 30-31 BA)
Endureciendo el corazón
Muchas veces cuando leemos el Éxodo nos preguntamos si Dios fue justo
con al faraón. Por ejemplo, nos parece injusto que Dios haya primero
intencionalmente endurecido el corazón del faraón, para luego castigarlo a él
y a los demás egipcios por lo que hizo bajo la influencia de su corazón
endurecido. ¿Realmente necesita Dios crear un villano para justificar sus
acciones? ¿Usa y desecha a la gente a voluntad?
En primer lugar, es importante tener en cuenta que el faraón nunca fue un
hombre inocente o piadoso. Desde el primer capítulo, se hizo el contrincante
de Dios y de su pueblo. Los oprimió, los esclavizó y finalmente ordenó el
asesinato de todos los niños inocentes. Así vemos, en segundo lugar, que él
fue, desde el principio, un hombre que había endurecido su propio corazón.
A pesar de ello, el faraón endureció su corazón y no
escucho a Moisés y a Aarón. (Ex 7, 13 BA)
Un nuevo éxodo
En el tiempo en que Jesús vivió, hubo una gran expectativa entre el pueblo
de Israel de que Dios estaba a punto de realizar un nuevo éxodo. La idea del
nuevo éxodo se desarrolló lentamente a lo largo de todo el Antiguo
Testamento. Para entender esto, tenemos que repasar brevemente los
principales eventos en la historia de Israel.
El éxodo tuvo lugar alrededor del año 1250 a. C. Una vez que los israelitas
entraron en la tierra prometida, procedieron a conquistarla. Bajo el rey David
(alrededor del año 1000 a. C.), las doce tribus se unieron en un solo reino con
Jerusalén como su capital política y religiosa.
Dios hizo una alianza con David y le prometió que su reino duraría para
siempre y que sus hijos siempre se sentarían en su trono. Este reino alcanzó
su máxima extensión, prosperidad y poder bajo el rey Salomón.
Desafortunadamente, Salomón cometió el pecado de idolatría y así rompió la
alianza. Como consecuencia, Dios dividió el reino en dos después de su
muerte. Los reyes sucesivos de ambos reinos no aprendieron de los errores de
Salomón. La mayoría de ellos también rompieron la alianza.
Dios envió profetas para reprender a los reyes y llamarlos a la conversión,
pero ellos los ignoraron e incluso los mataron. Entonces Dios los castigó al
permitir que el rey asirio Sargón II conquistara el Reino del norte de Israel en
el año 722 a. C. Sargón II exilió a todos los israelitas, dispersándolos por todo
su reino. Con el tiempo desaparecieron por completo. No sabemos qué les
pasó.
Los reyes del reino del sur de Judá no cambiaron sus malos caminos, a
pesar de lo que había sucedido con el reino del norte y las advertencias de los
profetas. Como resultado, Jerusalén fue conquistada en el año 587 a. C. por
Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Él destruyó el templo y exilió a casi
todos los habitantes a Babilonia. Con todo esto, el reino de David dejó de
existir.
Esta destrucción total del reino de David y la deportación de sus habitantes
llevaron a una gran crisis de fe. Primero, parecía que Dios había roto sus
promesas. ¿Cómo podría ser esto?, se preguntaban. ¿Ya no era fiel? ¿Había
abandonado a Israel? ¿Había olvidado sus alianzas con Abraham, Moisés y
David? Segundo, los judíos ya no podían celebrar los rituales de su religión.
Ya no podían ofrecer ninguno de sus sacrificios porque según su ley, el único
lugar donde podían ofrecer sus sacrificios era el templo en Jerusalén. Ahora
estaba en ruinas y, de todas formas, la gente vivía muy lejos del templo.
En esta crisis, Dios envió a los profetas para consolar al pueblo. Ellos
proclamaron que Dios sí era fiel y se mantendría fiel a sus promesas. Para
explicar esto, les recordaron todo lo que Dios había hecho en el pasado,
especialmente cómo había liberado a sus antepasados de la esclavitud en
Egipto. Les dijeron que Dios haría lo mismo otra vez en el futuro. Solo tenían
que confiar en él y seguir sus caminos. A través de su predicación, los
profetas encendieron la esperanza del pueblo en un Mesías. Sería un salvador
enviado por Dios, que reuniría a las tribus dispersas de Israel, las devolvería a
la tierra y restauraría el Reino de David. Estas ideas formaron una parte
importante de la enseñanza de los profetas. Aquí siguen algunos ejemplos:
El Señor afirma: “Vendrán días en que ya no jurarán
diciendo: ‘Por la vida del Señor, que sacó a los israelitas
de Egipto’, sino que jurarán diciendo: ‘Por la vida del
Señor, que sacó a los descendientes de Israel, del país del
norte y de todos los demás países por donde los había
dispersado.’ y vivirán en su propia tierra.” (Jr 23, 3-8)
Digan a los tímidos:
«¡Ánimo, no tengan miedo!
¡Aquí está su Dios para salvarlos…
El desierto será un lago,
la tierra seca se llenará de manantiales.
Donde ahora viven los chacales,
crecerán cañas y juncos.
Y habrá allí una calzada
que se llamará «el camino sagrado».
Los que no estén purificados
no podrán pasar por él;
los necios no andarán por él.
Allí no habrá leones
ni se acercarán las fieras.
Por ese camino volverán los libertados,
los que el Señor ha redimido;
entrarán en Sión con cantos de alegría,
y siempre vivirán alegres.
Hallarán felicidad y dicha,
y desaparecerán el llanto y el dolor. (Is 35, 4.7-10)
Un nuevo Moisés
El bautismo
El cruce del Mar Rojo es otro tipo en el Éxodo. Es una prefiguración del
Sacramento del Bautismo. Cuando los israelitas pasaron por las aguas
partidas del Mar Rojo, fueron liberados de su esclavitud del faraón y de la
opresión en Egipto y se convirtieron en el pueblo elegido de Dios. Del mismo
modo, al atravesar las aguas del bautismo, los cristianos somos liberados de
la esclavitud de Satanás y del pecado y nos convertimos en hijos de Dios.
Esta relación tipológica entre el cruce del Mar Rojo y el bautismo se nos
enseña en las Escrituras por San Pablo:
No quiero, hermanos, que olviden que nuestros
antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que
todos atravesaron el Mar Rojo. De ese modo, todos ellos
quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y
en el mar. (1 Cor, 1-2)
El Catecismo lo dice:
Podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos
reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la
victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf 1 Co 10, 2) ( CIC 117).
Sobre todo, el paso del mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de
Egipto, es el que anuncia la liberación obrada por el bautismo ( CIC 1221)
También es enseñado por muchos padres de la Iglesia.
Lo que los judíos piensan que es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que
ellos consideran ser una nube, Pablo lo presenta como el Espíritu Santo [15] .
Quienquiera que diga, entonces, que los pecados no se borran por completo en el
bautismo, que él diga que los egipcios no murieron realmente en el Mar Rojo. Pero,
si reconoce que los egipcios realmente murieron, debe reconocer que los pecados
mueren por completo en el bautismo, ya que seguramente la verdad es más valiosa
en nuestra absolución que la sombra de la verdad [16] .
Resumen de la trama
El carácter de Dios
¿Quién es Dios? ¿Cómo es él? Hasta ahora, hemos tratado de responder
estas preguntas deduciendo el carácter de Dios de sus acciones. Por ejemplo,
la narración sobre la creación en Génesis capítulos 1 y 2 nos muestran un
Dios soberano, creador, poderoso, inteligente, ordenado, personal, bueno y
paternal. Pero en Éxodo leemos que Dios:
Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta:
—¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo,
paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones
se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la
rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable,
sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en
los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos. (Ex 34, 6-
7)
Esta es la primera vez en la Biblia que Dios se describe a sí mismo. ¿Cómo
es él? Descubrimos que hay una tensión en Dios. Por un lado, es
misericordioso y amoroso. Por el otro, no es indiferente al mal que hacemos.
Pero, sobre todo, descubrimos que Dios es un Dios fiel. Él es especialmente
fiel a las promesas de su alianza.
Siglos después, el profeta Isaías describirá la fidelidad de Dios con la
siguiente imagen.
Pero ¿acaso una madre olvida
o deja de amar a su propio hijo?
Pues , aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré. (Is 49, 15)
La fidelidad de Dios a sus promesas es la fundación de nuestra esperanza
cristiana, como el Catecismo enseña.
La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la
vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de
Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del
Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el
autor de la promesa” (Hb 10, 23). En “el Espíritu Santo que él derramó sobre
nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que,
justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida
eterna” (Tt 3, 6-7) ( CIC 1817).
La Trinidad
Al igual que en el libro de Génesis, hay indicios de la Trinidad en el
Éxodo. Por ejemplo, leemos en Ex 34 cómo Dios se apareció a Moisés:
Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras.
Al día siguiente, muy temprano, tomó las dos tablas de
piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo
había ordenado. Entonces el Señor bajó en una nube y
estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre.
Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta:
—¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo,
paciente y grande en amor y verdad! (Ex 34, 4-6)
Tomados en su sentido literal, estos versículos simplemente nos dicen que
Moisés subió a la montaña para recibir las nuevas tablas de la ley. Pero si
analizamos el sentido espiritual, descubriremos señales y sombras que
apuntan al misterio de la Trinidad.
Una de estas sombras es la nube. A lo largo de la Biblia, la nube es un
símbolo de la presencia de Dios. Pero no es solo un símbolo de su presencia
en general, sino que simboliza al Espíritu Santo. Esto se enseña en el
siguiente párrafo del Catecismo :
La nube y la luz . Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del
Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces
oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la
transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf Ex 24, 25-28),
en la Tienda de Reunión (cf Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf Ex
40, 26-38; 1 Co 10, 1-2); con Salomón en la dedicación del Templo (cf 1 R 8, 10-
12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Espíritu Santo. Él es
quien desciende sobre la Virgen María y la cubre “con su sombra” para que ella
conciba y dé a luz a Jesús (Lc 1, 35). En la montaña de la Transfiguración es El
quien “vino en una nube y cubrió con su sombra” a Jesús, a Moisés y a Elías, a
Pedro, Santiago y Juan, y “se oyó una voz desde la nube que decía: ‘Este es mi Hijo,
mi Elegido, escuchadle’” (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que
“ocultó a Jesús a los ojos” de los discípulos el día de la Ascensión (Hch 1, 9), y la
que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día de su Advenimiento (cf Lc
21, 27) ( CIC 697).
Ex 34, 5 también nos dice que “ el Señor bajó en una nube ” para estar con
Moisés. En el Nuevo Testamento, la palabra “Señor” es uno de los títulos
principales para designar a Jesús. Entonces, al igual que la nube significa al
Espíritu Santo, también el término “Señor” puede referirse al Hijo de Dios.
Esto es enseñado por varios Padres de la Iglesia y también es sugerido por el
Catecismo .
Las Teofanías [manifestaciones de Dios] iluminan el camino de la Promesa, desde
los Patriarcas a Moisés y desde Josué hasta las visiones que inauguran la misión de
los grandes profetas. La tradición cristiana siempre ha reconocido que, en estas
Teofanías, el Verbo de Dios se dejaba ver y oír, a la vez revelado y “cubierto” por la
nube del Espíritu Santo ( CIC 707).
El Verbo de Dios es el Hijo de Dios, es decir, la segunda persona en la
Santísima Trinidad. Entonces, cuando el Catecismo enseña que el Verbo de
Dios se dejó ver en estas teofanías, se puede entender que se está refiriendo a
la segunda persona de la Trinidad.
El tabernáculo es el lugar donde mora Dios. Su descripción también apunta
a la Trinidad. Más adelante, analizaremos el tabernáculo con más detalle. Por
ahora es suficiente notar que contenía tres objetos sagrados: el arca de la
alianza, la lámpara de la menorá y la mesa de oro con el pan sagrado. Estos
tres objetos representan a las tres personas de la Santísima Trinidad. El arca
representa al Padre. Así como no se puede ver al Padre, tampoco se pudo ver
el arca que estaba escondida detrás del velo. La lámpara de la menorá y la
mesa dorada con pan representan al Espíritu Santo y al Hijo de Dios,
respectivamente.
El pueblo tiene que ser fiel, por supuesto. En el Éxodo no hay una mención
explícita de las maldiciones, pero las podemos inferir del siguiente pasaje:
No te alejes de él; obedécelo y no le seas rebelde, porque
él actúa en mi nombre y no perdonará los pecados de
ustedes… No sigas el mal ejemplo de esos pueblos. No te
arrodilles ante sus dioses, ni los adores; al contrario,
destruye por completo sus ídolos y piedras sagradas… No
entres en tratos con ellos ni con sus dioses, ni los dejes
quedarse en tu país, para que no te hagan pecar contra
mí. Pues llegarías a adorar a sus dioses, y eso sería tu
perdición. (Ex 23, 21.24.32.33)
El signo de la alianza
La Alianza renovada
El nuevo maná
El Tabernáculo
Un Edén portátil
Todos estos detalles sugieren que el tabernáculo y sus objetos sagrados
eran muy importantes. ¿Cuál podría ser su significado espiritual? En la
tradición de la Iglesia, se han dado muchas interpretaciones diferentes. Deben
ser vistos como complementarios, no contradictorios. Un mismo objeto puede
tener varios significados espirituales.
El tabernáculo era el lugar de la presencia de Dios entre su pueblo:
Allí me encontraré con los israelitas, y el lugar quedará
consagrado por mi presencia. Consagraré la tienda del
encuentro y el altar, y consagraré también a Aarón y a sus
hijos como sacerdotes míos. Yo viviré entre los israelitas,
y seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, el
que los sacó de Egipto para vivir entre ellos. Yo soy el
Señor su Dios. (Ex 29, 43-46)
Una interpretación espiritual del tabernáculo es que era una copia del jardín
del Edén. Si comparamos los detalles que describen el tabernáculo con el
jardín en Génesis 2, descubrimos que el tabernáculo era una especie de
réplica de éste. Varios paralelos nos permiten deducir esto:
En Gn 3, 8 leemos que Dios caminaba en el jardín. La misma palabra
hebrea para “caminar” ( mit halek ) se usa en el libro del Levítico para
describir la presencia de Dios en el tabernáculo. “ Yo viviré entre
ustedes… constantemente andaré entre ustedes ” (Lv 26, 11-12).
Génesis 2, 9 habla del árbol de la Vida en el centro del jardín. Según
la tradición judía, la Menorá simboliza este árbol. Como hemos visto,
era un trabajo altamente decorativo con aspecto de árbol.
Tanto el jardín como el tabernáculo estaban llenos de oro y piedras
preciosas (cf. Gn 2, 12; Ex 26).
Había querubines presentes en ambos (cf. Gn 3, 24; Ex 25, 18).
Las entradas al jardín y al tabernáculo estaban orientadas hacia el este
(cf. Gn 3, 24; Ex 27, 13).
En Ex 40 leemos cómo Dios descendió al tabernáculo:
La nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del
Señor llenó el santuario. (Ex 40, 34)
Desde este punto en adelante, Dios realmente moró de nuevo entre su
pueblo. Estaba en el tabernáculo y caminaba con Israel. En Génesis vimos
cómo Dios nos había creado para vivir con él. Adán y Eva realmente
disfrutaron de la presencia de Dios en el jardín. Desafortunadamente,
perdieron este derecho cuando pecaron contra él.
Es cierto que los israelitas no vieron a Dios cara a cara como lo hicieron
Adán y Eva. La presencia de Dios era solo una sombra de lo que había sido
en el paraíso, pero una vez más Dios estaba verdaderamente presente entre su
pueblo.
Tipos de María
Tipos de Jesús
[1]
“ Los israelitas habían vivido en Egipto cuatrocientos treinta años. ” (Ex 12, 40)
[2]
“ Con tus descendientes voy a formar una gran nación. ” (Gn 12, 2)
[3]
“ Esta tierra se la daré a tus descendientes. ” (Gn 15, 18)
[4]
“ Te bendeciré mucho. Haré que tu descendencia sea tan numerosa como las estrellas del cielo y
como la arena que hay a la orilla del mar. Además, ellos siempre vencerán a sus enemigos ” (Gn 22,
17).
[5]
La palabra hebrea para canasta es tebah . Es la misma palabra usada para el arca de Noé. Aunque
ambas arcas eran muy diferentes en forma y composición, están relacionadas. Ambas estaban cubiertas
de brea para evitar que se hundieran, y Dios las usó para evitar que las personas en ellas se ahogaran.
Tanto Noé como Moisés se salvan al pasar por el agua. En el Nuevo Testamento, todos los que pasan
por las aguas del bautismo están salvos.
[6]
“ Todo el polvo de Egipto se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales. ” (Ex 8, 17)
[7]
De ahí el nombre de la Pascua que viene de la palabra hebrea pesaj que significa “paso” o “salto”.
[8]
Siguiendo la tradición de los israelitas, la mayoría de las traducciones traducen “ YHWH ” como
“Señor” escrito en mayúsculas o minúsculas. Dado que el hebreo antiguo no tenía vocales en su forma
escrita, no estamos exactamente seguros de cómo se pronunció. La pronunciación más aceptada por los
estudiosos es "Yahvé."
[9]
Por eso, cuando Pablo llama a Jesús “Señor”, como en 1 Corintios 8: 6, entiende que Jesús es Dios.
[10]
Nuestro deseo de una definición concreta es, por un lado, comprensible. Deseamos saber quién es
Dios para amarlo y servirle mejor. Pero, por otro lado, revela una actitud falsa. No podemos obligar a
Dios a revelar su nombre de una manera que nos permita controlarlo.
[11]
Ex 5, 10 [mi traducción].
[12]
Esto está más claro en el texto hebreo original. Allí la palabra “Dios” aparece cinco veces y él es
claramente el protagonista. Una traducción más literal del texto podría ser:
Los israelitas, gimiendo en su esclavitud, clamaron pidiendo ayuda y desde lo más profundo de
su esclavitud su grito llegó a Dios . Dios escuchó sus gemidos; Dios recordó su alianza con
Abraham, Isaac y Jacob. Dios vio a los israelitas y Dios se dio cuenta de su situación.
[13]
Gray, Tim and Cavins, Jeff, Walking with God , Ascension Press, p. 67 [mi traducción].
[14]
San Juan Crisóstomo, Catequesis 3, 13-29: SC 50, 174-177.
[15]
Orígenes, Homilías sobre el Éxodo , V.
[16]
San Gregorio el Grande, Epístolas , Libro 11, Epístola 45.
[17]
Conferencia Episcopal Española, Misal Romano, Libros Litúrgicos, 2017, p. 310.
[18]
Pitre, Brant, JESUS and the Jewish Roots of the Eucharist, Image, 2011, p. 84.
[19]
2 Baruc 29, 3.6-8, citado en Pitre, Brant, JESUS and the Jewish Roots of the Eucharist , Image,
2011, p. 91. 2 Baruc es un escrito apócrifo israelita del Antiguo Testamento de finales del siglo I o de
comienzos del siglo II. No forma parte del canon bíblico ni para los judíos ni para los cristianos, pero es
un texto importante porque nos demuestra una corriente de pensamiento que existía al inicio de la era
cristiana.
[20]
St. Cyril of Jerusalem, Mystagogic Lectures , 23,15, citado en Pitre, Brant, JESUS and the Jewish
Roots of the Eucharist , Image, 2011, p. 95 [mi traducción].
[21]
Talmud de Babilonia , Tratado Menahot 28b.
[22]
Esta mujer puede ser interpretada de varias formas. Algunos dicen que ella representa a la Iglesia,
otros que representa a María. Podría representar a ambas. El Cardenal John Henry Newman escribió
sobre esto:
Ahora no niego, por supuesto, que, bajo la imagen de la Mujer, la Iglesia es significada; pero lo
que sostengo es que el Santo Apóstol no habría hablado de la Iglesia bajo esta imagen
particular a menos que hubiera existido una Santísima Virgen María, que fue exaltada en lo alto
y objeto de veneración para todos los fieles. Nadie duda de que el “hombre-hijo” del que se
habla es una alusión a nuestro Señor; ¿Por qué entonces “la mujer” no es una alusión a su
madre? (Newman, John Henry, A letter addressed to the Rev. E. B. Pusey , London, 2015, p. 34)
[mi traducción].
[23]
San Atanasio de Alejandría, Sermo de Maria Dei Matre .
[24]
San Hippolytus, In Dan.vi ., tomado de Staples, Tim, Blessed Virgin , p. 77 [mi traducción].
[25]
San Ambrosio, Serm. xlii. 6 , tomado de Staples, Tim, Blessed Virgin , p. 77 [mi traducción].
[26]
San Gregorio Traumaturgo, Orat. in Deip. Annunciat. Int. Opp., tomado de Staples, Tim, Blessed
Virgin , p. 89 [mi traducción].
[27]
Benedicto XVI, La infancia de Jesús , Editorial Planeta, 2012, p. 19.
[28]
Esta condición fue establecida por San Pablo, quien dijo: “ Así pues, cualquiera que come del pan o
bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del
Señor. Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la
copa. Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo
come y bebe” (1 Cor 11, 27-29).
[29]
Por ejemplo, si vemos una sombra de una mano podríamos reconocer que es una mano y quizás
también si la produjo la mano de un adulto o de un niño, de un hombre o una mujer, etc. Pero no
podríamos determinar su color o la edad de la persona. Esta información se pierde en la sombra.
[30]
Papa san Juan Pablo II, Ángelus, 3 de noviembre de 1996.
[31]
Desafortunadamente, este tema trasciende el alcance de este libro. Para aquellos lectores que estén
interesados en aprender más sobre el significado de la misa, recomendamos el libro de Scott Hahn, La
cena del Cordero: La Misa, el cielo en la tierra .