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TEMA 1: INTRODUCCION : EVOLUCION, CONDUCTA Y APRENDIZAJE

1.0.- Introducción

Aunque a menudo tendemos a olvidarlo, los seres humanos pertenecemos, por


supuesto, al reino animal; concretamente al grupo de los primates. Es bien sabido que
nuestra anatomía y fisiología presentan aspectos diferenciales respecto a otras
especies, pero también son notables las semejanzas. Así, por ejemplo, nuestra
estructura músculo-esquelética difiere poco (aunque en aspectos cruciales) de las de
otros primates y nuestros órganos sensoriales o nuestros mecanismos
termorreguladores no varían respecto a los de otras especies más de lo que éstas se
diferencian entre sí. Recientemente ha causado cierta desazón el hallazgo de que
nuestra dotación genética se diferencia sólo marginalmente de la de animales tan
aparentemente lejanos de nosotros como los artrópodos o los anfibios. Tal desazón se
debe por lo general a una idea demasiado superficial sobre el funcionamiento de los
genes. Al fin y al cabo, se sabe hace mucho tiempo que coincidimos al 100% con las
demás especies en los aminoácidos que constituyen nuestras proteínas, las cuales son
precisamente las moléculas cuya estructura está codificada en los genes.

Como animales que somos, nuestra especie se ha desarrollado con arreglo a los
mecanismos de la evolución por selección natural.

Ésta no determina sólo rasgos somáticos, sino también aspectos cruciales relativos
al comportamiento individual y social. Dada una especie y su medio ambiente,
algunas tendencias de conducta son más adaptativas que otras. Así, por ejemplo, puede
ocurrir que los individuos más curiosos y “exploradores” de una especie en un hábitat
dado tengan mejores posibilidades de sobrevivir y reproducirse, o bien todo lo
contrario: que la prudencia y el conservadurismo sean más ventajosos en ese
ambiente. Así pues, la evolución configura no sólo el cuerpo, sino también el
comportamiento de los miembros de una especie, es decir, su psicología.

En la evolución biológica no hay mesas de diseño ni planos. Una especie no puede


rediseñarse drásticamente para acomodar un cambio. No puede permitirse el lujo de
permanecer inerme mientras es reformada: las inexorables presiones ambientales la
extinguirían inmediatamente. Una especie no puede decir “alto, un momento, no vale,
que me están rediseñando”. No puede ir a dique seco para repararse; las reparaciones
han de hacerse mientras se navega, es decir, mientras se sobrevive con éxito. Las
especies supervivientes en la actualidad son el resultado de cambios graduales todos y
cada uno de los cuales han tenido que tener éxito, porque de otro modo la especie no
habría persistido. La inmensa mayoría de las especies que han existido se han
extinguido; las que quedan son las vencedoras de un proceso extremadamente
exigente.. Nosotros, los perros, las gallinas, los chimpancés, escarabajos, bacalaos,
erizos, delfines, etc. constituimos el final (por ahora) de linajes ganadores: larguísimas
cadenas de padres e hijos que han ganado, por así decirlo, todas las partidas que han
jugado desde el origen de la vida.

Los fundamentalistas religiosos que defienden la teoría del creacionismo o “diseño


inteligente” (que afirma básicamente que las especies no evolucionaron, sino que
fueron creadas tal cual las encontramos por un Diseñador Supremamente Inteligente,
conforme se narra en la biblia), cometen muchos errores evidentes en su doctrina, pero
uno de los más obvios es que pocos aspectos del mundo biológico parece el
resultado de un genuino diseño inteligente. Incluso órganos tan supuestamente
perfectos como el ojo humano no resisten un análisis de ingeniería. La disposición de
los fotorreceptores retinianos, por ejemplo, es totalmente absurda si se supone ideada
por alguien.
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Por el contrario, las modificaciones se acumulan unas sobre otras. Los organismos
supervivientes, tanto en nuestra biología como en nuestra psicología, no nos parecemos
a la obra óptima de un ingeniero todopoderoso, sino a una superposición de
correcciones, una sucesión de parches (podría decirse) que, sin embargo, en virtud de
la acción de la selección natural durante larguísimos periodos de tiempo, resultan
funcionar muy satisfactoriamente en los ambientes donde se han gestado.

Tanto en la biología como en la psicología de las especies actuales


encontramos las más diversas huellas de cómo fueron sus ancestros, y tales
huellas son a veces leves restos, pero otras veces continúan estando operativas. Por
ejemplo, el cóccix es en nuestra especie un vestigio atrofiado de la cola que nuestros
antepasados remotos tuvieron y utilizaron para los más diversos propósitos, desde la
comunicación al agarre de objetos. Por otra parte, el bien conocido poder evocativo de
los olores –la potencia con que un olor nos puede transportar emocionalmente a otro
momento y lugar--, debido a la fuerte conexión entre los centros olfativos del cerebro y
el sistema límbico (que tiene un importante papel en las emociones) procede de un
tiempo en que el sentido del olfato era para nuestros ancestros mucho más vital de lo
que es hoy para nosotros. Pero esa conexión sigue estando ahí y funciona; forma parte
de nuestra vida psicológica aunque sea al mismo tiempo, en cierto modo, un residuo.

Por otra parte, la actual psicología evolutiva (no confundir con la psicología del
desarrollo; no tiene nada que ver) ha puesto recientemente de relieve que nuestra
especie evolucionó en un mundo extremadamente distinto del que hoy
habitamos. Estamos adaptados biológicamente a la vida en pequeños grupos de
cazadores-recolectores en entornos del estilo del bosque de sabana africano, en los que
es difícil comer y fácil ser comido, etc. etc. No estamos biológicamente adaptados a las
grandes ciudades, la abundancia de alimentos, las telecomunicaciones, el sedentarismo,
las grandes organizaciones, etc. etc. Es imposible entender casi nada de la psicología
humana sin tener en cuenta este hecho: nuestros cráneos modernos albergan cerebros
y mentes que se forjaron en la edad de piedra.

Contra lo que a veces parecen sugerir las concepciones más idealistas, lo cierto es que,
al igual que el cuerpo, también la psicología de un ser humano contiene una importante
parte “animal”. Nuestro más reciente pasado evolutivo ha dado lugar a capacidades
simbólicas, de lenguaje y razonamiento, a las artes, etc. etc., pero ello no ha
eliminado de nosotros los elementos psicológicos que compartimos con otros
animales. En un sujeto psicológico conviven, por así decirlo, un humano y un animal.
Esta convivencia es a menudo difícil y provoca tensiones que todo ser humano
experimenta. Por poner algún ejemplo:

 La “mente humana” de alguien le dice que comerse ese pastel es malo para su salud y su
buen aspecto. La “mente animal” no es sensible a estas cuestiones, y le empuja a
comérselo.

 Aunque sabes, como ser racional, que estás perfectamente sujeto y es imposible que te
caigas, tu parte animal se rebela ante la visión del vacío, y tienes un miedo horrible.

 Un ser humano ve a una persona desconocida que le atrae y siente un impulso de


tocarla, abrazarla, abalanzarse sobre ella, etc. Su parte humana le dice que esa acción
daría lugar, como mínimo, a una fuerte sanción social.

 Una persona tiene un miedo atroz a las libélulas. Por mucho que se le explique que son
totalmente inofensivas, el miedo sigue ahí. Es su parte animal la que está asustada, y en
cuanto tal, es insensible a los razonamientos.

Es decir, nuestra vida psicológica, tanto la conducta como nuestros estados mentales,
están controlados por distintos tipos de influencias. Algunas son exclusivamente

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humanas, como por ejemplo nuestras capacidades de razonar o imaginar situaciones


posibles. Otras las tenemos en común con otras especies animales, como la capacidad
para aprender por condicionamiento.

Es muy importante tener en cuenta que esas distintas fuentes causales “conviven” en
nosotros, y con frecuencia operan a la vez, y que incluso a menudo (como en los
casos citados) se contradicen o contraponen entre sí. La tensión entre nuestros
mecanismos específicamente humanos y los animales es una constante en la
psicología humana.

Creencias, pensamientos, metas, razonamiento


SOLO HUMANOS
Imaginación
Decisiones … etc.
Estados mentales y emocionales
Etología (pautas de conducta innatas)
HUMANOS Y OTROS ANIMALES
Conducta
Condicionamiento (pautas de conducta aprendidas)

Fisiología

En esta parte de la asignatura nos centramos en algunos de esos aspectos de nuestra


psicología que, siendo absolutamente humanos (de otro modo seríamos espíritus
puros), son compartidos con otras especies.

Algunos de tales mecanismos psicológicos son innatos y de muy difícil modificación (por
ejemplo, los reflejos, controlados esencialmente por la fisiología). Sin embargo,
también hay aspectos que pueden modificarse por aprendizaje.

Así, podemos adquirir (aprender) miedos, impulsos, comportamientos y


tendencias al margen de nuestra parte específicamente humana. Los
mecanismos principales por los que esto ocurre son los del condicionamiento.

Es importante subrayar que el funcionamiento de estos mecanismos es esencialmente


independiente de razonamientos, reflexiones etc. Son típicamente inconscientes. Por
ello, si queremos tratar, por ejemplo, una fobia adquirida mediante ellos, sería un error
emplear argumentos racionales. Hay que atacarla “en su terreno”, aplicando técnicas
que afecten directamente a los mecanismos de condicionamiento por los que se ha
adquirido. Esta es la base de las técnicas más potentes disponibles actualmente en
psicología clínica (así como en otros ámbitos profesionales), las llamadas técnicas de
modificación de conducta.

El efecto del aprendizaje por condicionamiento, tanto en los seres humanos como en
los restantes animales, consiste en fuertes tendencias de conducta de carácter
esencialmente inconsciente, ajeno a cualquier reflexión o razonamiento.

En otras materias se estudian mecanismos psicológicos típicamente humanos


(razonamiento, solución de problemas, lenguaje, aprendizaje simbólico…) El psicólogo
debe siempre decidir, dado un problema, cuál es el enfoque apropiado, y es muy
importante acertar. Sería absurdo pretender tratar un problema de comprensión en
lectura mediante técnicas de condicionamiento, al igual que tratar una enuresis con

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estrategias cognitivas. Ambos enfoques tienen su utilidad para según qué


cuestiones.

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1.1.- El problema del control del comportamiento

Todo organismo tiene que comportarse, es decir, reaccionar sistémicamente a los


objetos y sucesos que aparecen en su entorno. Su supervivencia depende de que tal
comportamiento sea apropiado en cada momento respecto a la situación del entorno
(retirarse, acercarse, comer, aparearse, atacar, etc). Así pues, para cualquier especie
animal se plantea un problema general de cómo controlar la conducta individual de
forma que resulte adaptativa, es decir, que favorezca la supervivencia y reproducción
del individuo y, especialmente, la transmisión de sus genes, que es en definitiva el
objetivo natural de cualquier ser viviente.

Una forma de resolver este problema consiste en que cada individuo nazca
preprogramado con alguna serie de instrucciones genéticas que le llevan a
comportarse de maneras determinadas ante situaciones preestablecidas, mediante
tendencias innatas, instintos y pautas fijas de acción (PFAs).

Este “método” (predominante en muchos organismos) tiene las ventajas de la


seguridad y el rodaje evolutivo: las soluciones son acumulativas de unas
generaciones a otras y se han depurado a lo largo de muchísimas de ellas. El
inconveniente es la rigidez, es decir, sólo sirve para situaciones ambientales
“previsibles”: suficientemente parecidas a aquellas en las que se han seleccionado. Ante
situaciones imprevistas, la conducta preprogramada falla, y el individuo puede morir
y/o no transmitir sus genes a la siguiente generación.

Por ello, a menudo este método filogenético de control del comportamiento va


acompañado de estrategias reproductoras masivas: las especies cuyo
comportamiento está preprogramado en su mayor parte muy a menudo tienen gran
número de descendientes, muchos de los cuales no prosperan.

Cuando, debido a las características del medio habitual de una especie, las situaciones
anómalas o imprevistas son relativamente frecuentes (es decir, cuando el entorno
natural de una especie es muy variable), el método filogenético resulta por tanto
inapropiado. En tales casos, la selección natural favorece la aparición de mecanismos
de control del comportamiento más flexibles, que permitan a cada individuo
configurar su conducta dependiendo de los eventos particulares con los que se
tropiece. Tales sistemas de control son, justamente, las capacidades de aprendizaje, y
entre ellas, el condicionamiento.

En resumen, cuando el ambiente es inestable, cambiante, poco predecible, y


la estrategia reproductiva de la especie se basa en la concentración de la
energía parental en un pequeño número de descendientes, es cuando los
mecanismos flexibles de control del comportamiento (como las capacidades
de aprendizaje en general, y los mecanismos de condicionamiento en
particular) resultan ventajosos respecto a la conducta preprogramada,
instintiva.

1.2.- Terminología: conceptos básicos

1.2.1.- Organismo

Se utiliza este término para hacer referencia a cualquier ser vivo que se encuentre en
una situación de aprendizaje, con independencia de su especie. Cuando no
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presuponemos que sea necesariamente un ser vivo (por ejemplo, en los sistemas de
inteligencia artificial dotados de capaces de aprendizaje) se usa el término agente

1.2.2.- Conducta

Actividad macroscópica del organismo que resulta observable y medible por


procedimientos objetivos. Sinónimo: comportamiento.

1.2.3.- Aprendizaje

1.2.3.1. Concepto ordinario o común:


Es la concepción espontánea típica de las personas sin conocimientos psicológicos.
Muy poco elaborada, informal. Varía según el tema. Gran número de creencias
erróneas.

1.2.3.2. Concepto conductual:


Modificación más o menos permanente y potencialmente adaptativa de los
patrones de conducta en función de los sucesos ambientales. Se produce cuando
en el organismo se establecen, eliminan o modifican asociaciones entre tales
sucesos y la conducta; por ello, se suele hablar de “aprendizaje asociativo” para
englobar estos fenómenos.

1.2.3.3. Concepto cognitivo:


Modificación de las representaciones y los procesos mentales que guían el
pensamiento y el comportamiento de un sujeto, de forma que las primeras
reflejen (más) fielmente una situación externa determinada, y los segundos
permitan actuar eficazmente en dicha situación.

1.2.4.- Estímulo

Dos nociones:

 Estímulo proximal: Cualquier variación de la energía física del medio que supera
los umbrales sensoriales del organismo.

 Estímulo distal: Objeto, suceso o situación ambiental al cual responde un


organismo

En el contexto del condicionamiento usamos prácticamente siempre la noción distal.

Incidentalmente, merece la pena indicar que la relación entre ambas


conceptualizaciones de estímulo constituye uno de los problemas teóricos más
profundos y difíciles de la Psicología.

1.2.5.- Respuesta

Una fracción discernible, mediante algún criterio definido, del comportamiento de un


organismo.

Las variables más importantes en la caracterización de una respuesta son:

 Morfología/topografía: Los aspectos motrices de la respuesta: los movimientos concretos


que la componen. La topografía a veces se reserva para designar el desarrollo de la
conducta en el espacio, es decir, en relación con los lugares en que se produce.

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 Tasa de respuesta (TR): frecuencia de la respuesta (número de veces que aparece por
unidad de tiempo)
 Intensidad: la magnitud cuantitativa (“fuerza”) de la respuesta
 Coste: La “dificultad” que supone efectuar la respuesta: la cantidad de energía necesaria
para realizarla. Se llama “economía de respuesta” a la tendencia de los organismos a reducir
el coste de respuesta.
 Latencia: tiempo que tarda en iniciarse, a partir de un instante de referencia (por ejemplo,
el estímulo que la desencadena)
 Funcionalidad o propiedades funcionales: los efectos que la respuesta produce en el
ambiente.

1.2.6. Sobreaprendizaje

El sobreaprendizaje es el mantenimiento o persistencia de las condiciones de


aprendizaje una vez que éste ya se ha alcanzado.

El sobreaprendizaje tiene un enorme efecto de aumento de la persistencia


temporal de los aprendizajes. Las respuestas, conductas o conocimientos
sobreaprendidos duran muchísimo más y son más difíciles de eliminar. Esto es
beneficioso cuando lo que se ha aprendido es bueno para el organismo (por ejemplo,
conocimientos adquiridos en un curso), pero constituye una gran dificultad para el
psicólogo cuando lo que se ha sobreaprendido es nocivo (por ejemplo, una fobia o una
conducta agresiva).

1.2.7. Generalización

Una vez que un organismo ha aprendido algo respecto a un determinado estímulo o


situación, este efecto se producirá también para estímulos o situaciones que sean lo
suficientemente parecidos. De otro modo, el aprendizaje sería inútil, ya que en la vida
real es extremadamente raro que las cosas se repitan con total exactitud.

Generalización: extrapolación de lo aprendido respecto a un estímulo o situación a


otros estímulos o situaciones que sean suficientemente semejantes a los originales. Se
puede entender como el grado de “tolerancia” del aprendizaje a variaciones más o
menos ligeras en el estímulo.

Es una característica universal en todas las formas de aprendizaje conocidas.

1.2.8. Discriminación

Se trata del proceso contrario: en las circunstancias oportunas, un organismo puede


aprender a no responder a un estímulo dado, pero sí hacerlo a otros muy parecidos a
él.

1.2.9. Historial de aprendizaje

El conjunto de las situaciones de aprendizaje (habituación, condicionamiento, etc.) que


un organismo ha atravesado a lo largo de su vida.

1.2.10. Repertorio conductual

El conjunto de respuestas que un organismo es capaz de efectuar junto con sus


respectivas probabilidades.

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