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ETICA CRISTIANA

Hay momentos especialmente aptos para hacer un alto en el camino y reflexionar en los
principios éticos básicos. Pensando en la etapa de vida que estás viviendo puede ser
justamente este momento y con la mentalidad de darte principios claros y básicos que te
ayuden a entender la ética cristiana.

La ética cristiana es muy sencilla. Su única meta es la verdadera felicidad del hombre y se logra
obrando siempre bien, por amor a Dios que nos ha creado. El punto fundamental de esta
reflexión es la dignidad de la persona humana, dotada de inteligencia y libertad, creada a
imagen y semejanza de Dios.

La dignidad de la persona humana es un tema del que se habla mucho sin darle siempre su
verdadero sentido. Constituye uno de los protagonistas en todos los escenarios del mundo
social, político y religioso. La defensa de la dignidad de la persona es bandera casi obligada en
muchas organizaciones. La ética cristiana se funda en esa dignidad. Pero ¿sabemos por qué la
persona humana es digna? ¿Conocemos los motivos por los que todo ser humano tiene unos
derechos inalienables que brotan de su dignidad personal?

I.- LOS ACTOS HUMANOS Y LA LIBERTAD

La ética cristiana debe entenderse como una relación de amor entre Dios que llama al hombre
a llevar un modelo de vida y el hombre que responde en su vida diaria. En este curso vamos a
analizar a la persona humana, descubrir sus características esenciales, sus potencialidades, los
objetivos de su vida y los medios para alcanzarlos. Iniciamos, estudiando los actos humanos y
la capacidad por la cual estos actos se pueden considerar morales la libertad.

Expectativas:

- ¿Por qué el hombre es responsable de sus actos?


- ¿Es verdad que por ser libres podemos hacer todo lo que queremos? Mucha gente
piensa que la moral restringe su libertad.
- ¿Has pensado que el conocimiento de la moral te puede ayudar a realizarte mejor y
ser más libre?

Glosario:

Acto humano: aquel del cual el hombre es responsable porque lo conoce y lo quiere hacer.

Acto humano moral: es el mismo acto humano considerado en cuanto moralmente bueno o
malo.
Libertad: es la capacidad que tiene el hombre para decidir sobre su comportamiento y
actuarlo, es la capacidad de autodirigirse según lo que le dicta su razón.

Bien moral: es la realización del ser humano, teniendo en cuenta el uso de su libertad y la
persecución de su destino propio.

Ley moral: es el conjunto de preceptos e indicaciones que Dios ha dado a los hombres para que
viviéndolos, alcancen la felicidad y la salvación eterna.

Conciencia: es la inteligencia humana cuando juzga prácticamente sobre la bondad o maldad


moral de los actos humanos.

Conciencia psicológica: conocimiento íntimo que tiene el hombre de sí mismo y de sus actos.

Conciencia moral: es la misma inteligencia que hace un juicio práctico, es decir, particular y
concreto, sobre la bondad o maldad de un acto.

Responsabilidad: del latín spondere: comprometerse solemnemente y de responderé:


responder. Responder de los propios actos.

Valor: todo lo que el hombre o una sociedad considera como deseable o admirable.

Ley: es la regla o medida de los actos, de las operaciones y de los movimientos.

1.- La Persona Humana:

Al iniciar este curso de ética cristiana, sabiendo que vamos a hablar de normas morales, es
posible que tú quieras desde el principio conocer estas normas y saber, de esta manera cómo
actuar bien. Pero no va a ser así. Antes que las leyes o normas morales es preciso conocer sus
orígenes, sus razones, sus porqués.

Es un error querer construir la ética explicando o descubriendo sólo lo que no se puede hacer.
La ética es ante todo positiva: es la forma práctica de vivir el amor en nuestra vida.

Si te preguntas por qué existen normas éticas, probablemente se te ocurra pensar en la Iglesia,
o en la sociedad, o en Dios y en los diez mandamientos. Sabes que la ética existe porque Dios
dictó unos mandamientos, porque la Iglesia continuamente nos recuerda lo que hay que hacer
y lo que hay que evitar, porque la sociedad exige un cierto comportamiento, etc. Esto es
cierto, sin embargo, hay algo más que añadir.

Como ser humano tú fuiste creado por Dios a “su imagen y semejanza” (Gn 1,26), es decir, te
hizo capaz de conocer y querer, capaz de escoger un camino para tu propia realización, capaz
de elegir tu propio destino, de alcanzar una meta, de decidir el objetivo de tu existencia. A
diferencia del animal que está condicionado por leyes de las que no puede sustraerse y que no
conoce su destino, tú puedes tomar conciencia de tu ser y del sentido de tu vida.

“En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado.
Porque Adán, el primer hombre, era figura del que debía de venir, es decir, Cristo nuestro
Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor,
manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación ”
(Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n.22).

¿De dónde, pues, se originan las normas éticas? Del acto creador de Dios y están inscritas y
plasmadas en el objeto creado: en tu misma naturaleza. Si quieres, por tanto, descubrir las
normas éticas y su razón de ser, no tienes más que conocer tu naturaleza humana. A través
del análisis de tu propia naturaleza irás descubriendo y conociendo el sentido de la ética. Es
así como podrás darte cuenta de que las leyes morales no son caprichos del hombre, o de la
Iglesia, o de la sociedad; entenderás que todas ellas tienen una explicación y un valor
profundo.

Tú eres quien decide si te realizas o no, si alcanzas el objetivo de tu vida o buscas alguna otra
alternativa que, siempre contradice tu propia naturaleza y, por lo mismo, impide tu realización.

2.- El Acto Humano:

El hombre realiza muchas actividades de diferentes tipos, desde la digestión del desayuno
hasta el acto de dormir, pasando por el partido de tenis o ir de compras. A la ética sólo le
interesan algunas de estas actividades del hombre. Así como al médico le preocupa cómo
hace la digestión su paciente, pero no le importa mucho que conozca perfectamente la
geografía de su país, de igual manera a la ética sólo le interesan aquellos actos de los que el
hombre es responsable.

Los actos de los que el hombre es responsable, pues, son solamente aquellos en los que
intervienen la inteligencia y proceden de la voluntad. Estos son los que interesan a la ética. La
circulación de la sangre, el sentir dolor o placer no son actos conscientemente queridos y a
veces pasan desapercibidos. El dormir, en sí mismo, está exento de voluntariedad y de
advertencia (cuando duermes no te das cuenta de que estás durmiendo).

Sin embargo, el hacer deporte es un acto que no se puede realizar sin darse cuenta y sin
quererlo hacer, es decir, es un acto humano. Sin embargo, tampoco entra en el campo de la
ética (no es malo jugar fútbol). ¿Por qué? Porque si se dice que el acto humano es el que se
efectúa con advertencia y voluntad (libertad que decide), hay que hablar también del acto
humano moral.

Por ejemplo, volviendo al caso de la actividad deportiva, jugar al fútbol no es malo, sin
embargo, sí sería malo, y, por tanto, entraría en el campo de la moral, estar jugando un partido
cuando el deber te pediría estar en su trabajo, o sería moralmente positivo el hecho de que
estuvieras jugando un partido para recaudar dinero y ayudar a una familia pobre.

Entonces, ¿cuáles son los elementos que convierten un acto humano en un acto moral? Esto
es lo que vamos a aclarar a continuación.

3.- La Moralidad Del Acto Humano:


“La libertad hace al hombre un sujeto moral. Cuando actúa de manera deliberada, el hombre
es, por así decirlo, el padre de sus actos. Los actos humanos, es decir, libremente realizados
tras un juicio de conciencia, son calificables moralmente, de buenos o malos”. (CIC nº 1749)

Todo acto humano está compuesto de múltiples elementos. ¿En cuáles de ellos está la clave
de la moralidad? Fundamentalmente en tres:

- El objeto del acto: la acción que se realiza considerada desde el punto de vista moral.
El objeto de un acto es aquello a lo que tiende la acción del sujeto que la realiza.
- Las circunstancias que lo rodean.
- Finalidad que se busca alcanzar con el acto. Es aquello por lo cual se realiza la acción.

El objeto del acto, por ejemplo, piensa en una acción cualquiera; una mujer está hablando con
una amiga suya. Puede ser que está contándole a dónde fueron de vacaciones, que le esté
comentando la belleza de las playas del lugar donde estuvieron, que le diga que se encontró
con una amiga común y enseguida comienza a contar sus defectos. Aquí la acción de hablar
tiene varios objetos: contar experiencias vividas, describir un lugar, juzgar a otros, etc. Entre
ellos hay un objeto moral: la maledicencia, porque decir los males del otro es una falta moral,
además si lo contado es mentira, estás ante una calumnia o si es algo que has escuchado, estás
ante una difamación. Se ve, por tanto, que la acción de hablar puede tener varios objetos
morales: mentir, insultar, bendecir, difamar, calumniar, rezar, alabar, etc.

Las circunstancias: se refieren a varios elementos:

- A quien realiza la acción:


- A quien se dirige
- A qué es lo que se realiza: robar $10.000 no es lo mismo que robar un banco.
- Al dónde: en público o en privado.
- A los medios que se emplean: asaltar con una pistola, uso del fraude o la violencia.
- Al modo en que se hace: premeditación, alevosía.

Las circunstancias pueden agravar o atenuar la moralidad del acto.

El fin es la intención que se busca al realizar un acto. No es lo mismo tratar a una persona
cortésmente porque así lo pide la caridad cristiana que hacerlo para seducirla o aprovecharse
de ella. Nunca un fin bueno justifica una acción mala.

4.- La Libertad Y La ética

“La libertad es un gran don del Creador, puesta al servicio de la persona y de su realización
mediante el don de sí mismo y la acogida del otro. Sin embargo, cuando la libertad es
absolutizada en clave individualista, se vacía de su contenido original y se contradice en su
misma vocación y dignidad” (Juan Pablo II, Evangelium Vitae).

En el acto humano entran, según se explicó antes, dos elementos: la advertencia (inteligencia)
y la voluntad (libertad).
Hoy todo el mundo habla de libertad (libertad de los pueblos; jóvenes que piden más libertad a
sus padres; libertad de conciencia; etc) sin embargo, muchas veces se usa mal esta palabra
confundiéndola con la capacidad de hacer sólo lo que a uno le gusta o apetece.

La libertad tampoco se puede negar, como piensan algunos filósofos modernos que conciben
al hombre como un animal que se deja llevar por sus instintos. En este caso los
comportamientos humanos serían simples formas de reacción automática ante ciertos
impulsos (el hombre no tendría capacidad de control y dirección sobre sí mismo). El hombre,
en cambio, es libre, pero esta libertad tampoco es el último valor, pues va ligada a otros
valores (responsabilidad, ley moral, amor…) que integran un todo único: la persona humana.

El ser humano es dueño de su comportamiento. Por eso se le puede exigir responsabilidad de


lo que hace; puede cumplir leyes, tiene sentimientos de culpabilidad, experimenta el
arrepentimiento o la satisfacción ante una buena obra, etc. A un animal no se le puede pedir
responsabilidad: un lobo, por ejemplo, no se da cuenta de lo que hace cuando mata una oveja,
simplemente tiene hambre y actúa, pone los medios para satisfacer su instinto.

El hombre es capaz de elegir, actúa movido por deliberaciones, valora las diversas opciones,
escoge esta carrera o aquella, se compromete a asistir a las actividades del club o aquel otro;
juzga, valora dando razones y se decide a actuar. Esto explica la íntima relación que hay entre
la libertad (decisión de actuar) y la inteligencia (juicio).

En esta libertad radica el mérito o la maldad de nuestros actos. Si no tuviéramos libertad,


nuestras acciones no tendrían mérito, serían siempre indiferentes. Esta libertad hace al
hombre responsable de sus actos ya que si puede elegir su comportamiento de acuerdo a unas
razones internas, puede y debe dar cuenta de estas razones.

La libertad también va unida al respeto de la libertad ajena, de los derechos de los demás, va
regida según unas leyes que el hombre dicta, que le son dadas por Dios o que él mismo percibe
en su conciencia.

5.- Obstáculos del Acto Humano

Hay algunos factores que afectan lo que hemos definido como acto humano. Por ejemplo, un
hombre que mata inducido por otro que le está amenazando de muerte si no lo hace, no tiene
tanta culpabilidad como el asesino que actúa con plena libertad. Algunos factores afectan a la
advertencia o conocimiento (primer elemento del acto humano) y otros a la voluntad
(segundo elemento).

a.- Ignorancia: afecta a la advertencia en el caso del que actúa de forma equivocada
porque no sabe que lo que hace está mal (no tiene pleno conocimiento); por ejemplo, el que
critica a todos porque no sabe que eso atenta contra la caridad.

b.- Concupiscencia, pasiones, instintos, afectos, apetitos: en sí estos elementos no son


malos moralmente hablando y generalmente van dirigidos a un bien natural (reproducción,
conservación, autodefensa, etc ). La moralidad depende de la dirección que se les dé. Estos
factores, en casos extremos, aumentan la voluntariedad del acto y disminuyen la libertad para
realizarlo. Es decir, hacen desear más el acto (la voluntad se siente más atraída a hacerlo) y
provocan que sea más difícil optar por no hacerlo o por hacer otro acto. Así, por ejemplo, el
instinto de autodefensa descontrolado puede producir un ansia de venganza irresistible que
obceque la inteligencia y haga crecer fuertemente el deseo de hacer daño al prójimo.

c.- Violencia: es un medio de coacción exterior que disminuye la libertad (pleno


consentimiento) del agredido cuando es obligado a actuar contra su voluntad. Puede ser física
(golpes, etc) o moral (halagos, amenazas, etc). Esta es una de las grandes bajezas a las que
puede verse sometido el hombre. Cuando la violencia actúa contra la voluntad de modo que
impide al hombre actuar plenamente dueño de sus actos, disminuye la responsabilidad (y, por
tanto la culpabilidad) sobre ellos.

d.- Hábitos negativos: cuando se va creando en el hombre una tendencia firme y


constante a actuar de un modo determinado, si es negativa, va coartando la libertad y
obligando a seguir siempre esa línea de comportamiento. Es lo que se conoce como vicio. Los
vicios arraigados disminuyen la responsabilidad de los actos causados por él y cometidos no
con pleno consentimiento, siempre y cuando haya un esfuerzo real por combatir el vicio y
alejarse de los peligros. De todos modos, permanece siempre la responsabilidad culpable de
haber caído en el vicio. Por eso es recomendable que cultives en tu vida las virtudes, los
hábitos de obrar bien que te llevarán al fortalecimiento moral, a la felicidad espiritual, a la paz,
a la estabilidad y equilibrio psicológicos.

II.- LA LEY MORAL


¿Cómo se sabe si un acto es bueno o malo? Muchas veces el hombre decide por sí mismo
sobre la bondad de sus actos. ¿No son las leyes éticas un impedimento para el ejercicio de la
propia libertad? ¿Por qué el hombre tiende a rechazar las leyes morales? Cada quien quisiera
actuar según su propio gusto.

1.- El Bien Moral

Has visto que la moralidad de un acto humano depende de tres elementos: el objeto, las
circunstancias, y el fin. En este momento estudiaremos el elemento más importante: el
objeto. Vas a ver cuál es el criterio que te permite juzgar el objeto de un acto como bueno o
malo: el bien moral.

En nuestro lenguaje común, decimos ese hombre es bueno para los negocios, que es un buen
futbolista, un buen amigo y todo eso lo distingue del “ser bueno”. Si afirmas Juan es bueno,
ahí estás declarando un valor especial de Juan que parece estar por encima de los demás
valores. También puede darse el ejemplo contrario: se puede decir que Hitler fue un hombre
hábil, inteligente, capaz de dirigir a las masas; un buen estratega, pero ninguna de estas
cualidades parece tener valor cuando acabas concluyendo que era un hombre malvado. Al
decir, “era malvado” se califica a esa persona por encima de todos los demás valores, ya que
no importa si era hábil, inteligente, buen estratega, etc. Lo que sobresale es precisamente su
maldad. Este juicio toma en cuenta sólo el bien moral.
El bien moral y, por consiguiente, el mal moral se refieren a los actos humanos, al objeto, al fin
y a las circunstancias de los mismos. En sus acciones el hombre puede perseguir el bien o el
mal moral, en una palabra: un hombre será bueno o malo (moralmente) según se realice como
ser humano y conforme al plan de Dios.

Se puede decir, por tanto, que el bien moral es el único que hace bueno esencialmente (en lo
más profundo de su ser) al hombre, y que da valor o autenticidad a los demás bienes que
deben medirse con él. El bien moral da valor a todo el actuar humano. Así, tus actos serán
mejores o peores en la medida en que te acerques a ese bien.

La ley moral te guía para conseguir ese bien moral que abarca a todo el hombre, que hace que
éste actúe de acuerdo a su dignidad.

2.- La Ley Moral

Todo ser humano aspira a realizarse, tiende a lograr algo que le haga sentir mejor, que le haga
experimentar el crecimiento de su personalidad.

La realización supone alcanzar el bien moral en la propia vida y éste se logra solamente a
través del cumplimiento de las leyes morales. Y aquí radica el problema principal: hoy no se
quiere saber de leyes, de normas, de mandamientos; hoy se quiere “ser libres”, hacer lo que a
cada quien “le nace”. Sin embargo toda persona humana sabe que debe buscar el bien.

El hombre descubre en su interior un principio clarísimo que, aunque no lo hubiese escuchado


nunca, seguiría teniendo el mismo peso en su conciencia, pues parece como si hubiera nacido
con él :” hay que hacer el bien y evitar el mal”. Esta máxima la aplicas, sin darte cuenta, a
todos los campos de tu vida, aunque a veces te preocupen más otros bienes que el bien al que
se refiere ese precepto : el bien moral. ¿cómo alcanza el hombre ese bien moral?

Cuando percibes en tu conciencia esa “hay que hacer el bien y evitar el mal” lo que haces es
descubrir una tendencia del hombre hacia el bien. La ley moral es una orientación para tu
libertad, una hoja de ruta para que puedas hacer el bien en tu vida y cumplir con tu vocación
específica. Esta ley moral, que se expresa en diversos principios generales y en normas
particulares, la percibes en el testimonio de tu conciencia, aparece en la Sagrada Escritura o la
recibes de legisladores humanos.

De acuerdo a estas fuentes podemos clasificar así las leyes:

a.- ley de Dios: ley eterna (plan de Dios sobre todos los seres creados que les señala
una dirección, una línea constante de actuación), ley moral natural ( es la ley eterna referida o
dirigida al hombre, es decir, la ley moral que Dios inscribe en la naturaleza del hombre para
orientar sus actos, conscientes y libres, hacia su realización humana) , ley revelada (los
mandamientos).

b.- leyes de los hombres: son leyes dictadas por los hombres o por instituciones
humanas y están relacionadas con la ley moral. Estas deben ser buenas en sí misma y en sus
circunstancias, estar de acuerdo a la ley natural.
3. La Conciencia

Hoy todos hablan de la conciencia. ¿Qué importancia tiene para ti la conciencia? Mucha
gente justifica sus actos diciendo que actúa en conciencia.

La conciencia es algo que todo hombre posee desde que nace, es la misma inteligencia cuando
juzga la bondad o maldad de la acción. La base de este juicio son los principios morales que
posee la persona que juzga, y el acto de la conciencia es el juicio en que estos principios se
aplican a acciones concretas. Además, la función de la conciencia no se reduce a juzgar una
acción ya hecha, es sobre todo una llamada a hacer el bien y evitar el mal.

4.- La Virtud

La moral se centra en el estudio de los actos humanos dejando fuera todos los demás. Sin
embargo, en la vida moral los actos concretos responden, muchas veces a actitudes o a una
opción fundamental que son realidades internas de la persona. La virtud perfecciona al
hombre en cuanto tal, le hace más “bueno”.

En una acción virtuosa se encuentran dos elementos:

- El acto externo: como puede ser cuidar a un enfermo, dar una suma de dinero a un
necesitado.
- Y la orientación interna de la voluntad (amor al prójimo, compasión, etc).

El acto externo no es la virtud, pues pueden hacerse actos buenos con fines perversos
(cuidar a un enfermo para que me deje la herencia). La virtud se encuentra en la opción
personal por un valor moral. Por tanto, el actuar virtuosamente brota del centro más
íntimo del hombre. Por eso al hombre moralmente formado se le llama “hombre
virtuoso”.

Recuerda

 “los actos de los que el hombre es responsable son los actos humanos que se
caracterizan porque en ellos interviene la inteligencia y proceden de la voluntad.
Estos son los que se rigen por la moral”.
 “la libertad es la capacidad que tiene el hombre para decidir sobre su
comportamiento y actuarlo, es la capacidad de autodirigirse”.
 “las leyes morales nos guían para conseguir ese bien moral que abarca a todo el
hombre, que hace que éste actúe de acuerdo a su dignidad y que en el fondo es un
reflejo de la bondad de Dios, autor de todo bien”.

III.- Guía de Trabajo Nº 2: responder las siguientes preguntas


1.- ¿Qué elementos de la sociedad deshumanizan el actuar del hombre? (nombra y explica 3)

2.- ¿Hay un recto concepto de lo que es la libertad entre los hombres de hoy?

3.- ¿Qué medios se pueden utilizar para encauzar las pasiones? (nombra y explica 3)

4.- ¿Hay en las sociedades actuales una adecuada relación entre leyes del estado y la ética?

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