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Guerrero Desentrañado

Serie Guardianes Invisibles – Libro 03

Tina Folsom
Agradecimientos

Al grupo de traducción Seshat (GTS)

A mdf30y por la traducción. A Taeva por la corrección. A


Dely por la lectura final de este libro.

A Jeantte por el diseño.

Y a todas las personas que nos apoyan día a día.

¡Disfruten de la Lectura!
Argumento

El brujo de los Scanguards Wesley Montgomery, está decidido a formar una


alianza entre su grupo y los esquivos Guardianes Invisibles. Pero Virgina Robson,
ex–ejecutora, una miembro nueva del Consejo de los Guardianes Invisibles, y una
mujer que hace que el corazón de Wesley lata en su pecho, no está poniéndoselo
fácil. La ardiente pelirroja piensa que Wesley fue enviado por los demonios para
infiltrarse entre ellos, una creencia que se verá reforzada cuando los Guardianes
Invisibles son atacados en su fortaleza.

A pesar de su mejor juicio, Virginia se siente atraía por el guapo brujo que le
ofrece su ayuda en la guerra sin fin de su raza contra los demonios. ¿Pero puede
confiar en un extraño del que no sabe nada, a pesar de que su contacto inflama una
necesidad en ella que se ha negado toda su vida?

¿Qué será más difícil para la pareja? ¿Encontrar un futuro juntos o luchar
contra los demonios que amenazan a cada paso?

** Fans Scanguards**

Este libro es un cruce entre Vampiros Scanguards y Guardianes Invisibles. Contiene muchos
personajes familiares y queridos de los Sacanguards, y puedes estar segura de que está tan lleno
de acción y tan caliente como cualquier otro libro de los Scanguards. ¡A disfrutar!
Prólogo

Zoltan miró hacia la chimenea de su estudio, un ardiente foso alimentado por


la lava del interior de la tierra. Se propagaba hacia arriba, liberando aire caliente en
la habitación cavernosa iluminada por lámparas de gas que cubrían las paredes.
Estas, a su alrededor, estaban hechas de piedra de lava negra, como muchas de las
cuevas del inframundo.

Pero a diferencia de otras cuevas que se habían convertido en habitaciones y


cuartos para él y sus demonios siglos atrás, esta habitación estaba insonorizada. No
había una sola fisura en las paredes, ni una sola grieta que pudiera atrapar y
transportar el sonido a kilómetros de distancia. Aquí era donde dirigía los negocios,
y se había asegurado de que estaba a salvo de ser espiado.

Porque había un traidor entre ellos. Un demonio que estaba disputándole su


trono.

Hace poco tiempo había descubierto por su guardia personal y mano derecha
Vintoq, que uno de sus súbditos estaba trabajando en su contra en su más reciente
intento de convertir la ciudad de Baltimore en una fortaleza demoníaca. Alguien
tenía ambiciones para asumir el control como el Gran Uno1.

Ahora era más importante que nunca dar un golpe devastador a sus enemigos,
los Guardianes Invisibles. Porque si Zoltan pudiera demostrar a sus demonios que
estaban mejor con él, que podría llevarlos a la victoria sobre los Guardianes Invisibles
y, por lo tanto, sobre la humanidad, lo respaldarían y delatarían al traidor.

Pero si ahora mostraba debilidad, sería su fin. Y al igual que Zoltan había
matado al último Gran Uno para asumir su trono cuando había mostrado debilidad,
algún demonio traidor podría acabar con Zoltan con la misma facilidad.

Lo que necesitaba ahora era un ataque rápido contra esos resbaladizos


guardianes inmortales. Un ataque que demostrara que él era más inteligente que

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Gran Uno: Dirigente de los Demonios del miedo.

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cualquiera de sus subordinados. Que sólo él era capaz de idear una estrategia para la
victoria.

Pero las cosas no tenían muy buena pinta. Y eso lo enfureció. Tanto era así,
que necesitaba dejarlo salir o lo comería por dentro.

Su mirada cayó sobre una estrecha mesa lateral que estaba cubierta con sus
trofeos: objetos que había tomado de aquellos que mató. Joyas, armas, relojes. Los
miraba a menudo, recordándose a sí mismo lo que había logrado en el tiempo desde
que se había convertido en el Gran Uno. Pero en este momento, esa vista no le
satisfacía. Todo lo que hizo fue recordarle que aún no había alcanzado su objetivo.

Con una airada maldición, deslizó su brazo sobre la mesa, arrojando sus
trofeos al suelo. Los relojes se hicieron añicos, una daga chocó contra la pared, la
empuñadura separándose de la hoja, un collar de perlas se desgranó, enviando perlas
individuales rodando sobre el desigual suelo de piedra.

Zoltan pisoteó las perlas sueltas, aplastándolas con la misma fuerza que
deseaba usar contra los Guardianes Invisibles. Había satisfacción en esta destrucción
innecesaria, por lo que recurrió a los otros trofeos. Cuando alcanzó la daga rota, se
detuvo. Algo llamó su atención.

Zoltan se agachó y recogió los pedazos. Algo sobresalía del interior de la


empuñadura. Tiró de ello, liberándolo del arma rota.

Por un largo momento, miró con incredulidad, conmocionado al darse cuenta


de lo que estaba en su mano: la clave para destruir a los Guardianes Invisibles.

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Capítulo Uno

Varios días más tarde

Las cabezas rodarían esta noche.

Virginia entró en el portal y se concentró en su destino.

Los miembros del complejo de Baltimore habían roto las reglas una y otra
vez. Ella, mejor que nadie, sabía lo que podía suceder cuando se rompían las reglas.
Incluso una hora de vacilación para poner las cosas en su sitio podría significar la
diferencia entre la vida y la muerte. La diferencia entre el peligro y la seguridad. Entre
el amor y el odio.

Los guardianes en Baltimore tenían que aprender esto. Y aprenderlo rápido.

Una sola regla rota le había costado todo lo que ella siempre había querido.
Una regla rota había cambiado su vida. No permitiría que la historia se repitiera.

Nunca más estando en su turno de guardia.

Ella no era una ex–ejecutora por nada. Simplemente porque había llegado a
ser una de los miembros del Consejo de los Nueve, el cuerpo gobernante de los
Guardianes Invisibles, no significaba que ella hubiera olvidado su formación. En
primer lugar, era una guerrera, una guerrera que entendía que las normas existen por
una razón: para mantener su raza segura. Y nadie rompía esas normas sin ser
castigados. Si ella tuviera que decir algo al respecto. Lo cual ella hacía.

Para intimidar a los guardianes del complejo y exigir respeto inmediato, se


había vestido con el uniforme de los ejecutores: pantalones de cuero negro, camiseta
negra, chaqueta de cuero con botones plateados adornados con el símbolo de una
antigua daga. Sus altas botas negras llegaban hasta sus rodillas y brillaban como un
juguete nuevo y resplandeciente. En su cadera había una daga forjada en los Días
Oscuros: el único tipo de arma capaz de matar a un demonio.

Al llegar al complejo, Virginia salió del portal que la había llevado a miles de
kilómetros en solo unos segundos y observó su entorno. Estaba en uno de los

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subniveles del complejo de Baltimore, y aunque ella nunca había estado allí,
encontrar su camino no fue difícil. Todos los complejos tenían un diseño similar.

Se dirigió hacia el centro de mando del complejo, pero allí estaba tranquilo.
Los ordenadores en la consola estaban en modo de espera, otra violación que podría
agregar a su creciente lista. Gruñó en desaprobación, luego se volvió cuando oyó
voces que venían de la sala de estar del complejo, más precisamente: de la cocina. Se
dirigió hacia allí. Fuera de la puerta, se detuvo por un breve momento. Con una
respiración profunda y una férrea determinación, abrió la puerta.

—Tessa lo hizo —Dijo uno de los guardianes.

Ella lo reconoció de inmediato aunque nunca lo había visto. Había estudiado


los archivos de todos los guardianes asignados a este complejo y había guardado la
información en su memoria.

El guardián que había hablado, Aiden, abrazaba a su esposa, Leila, una


humana autorizada a vivir en el complejo gracias a su vínculo indisoluble con Aiden.
Él agregó:

—Debemos celebrarlo.

Al oír las palabras, Virginia quería bufar. En lugar de eso, cerró la puerta por
detrás de ella con una patada.

— ¿Celebrar, qué?

Todos los ojos se volvieron hacia ella. ¡Bien! Le encantaba hacer toda una
entrada. Ahora tenía la total atención de todo el mundo.

— ¿El hecho de que este complejo ignore constantemente nuestras reglas? —


Continuó—. ¿O quizás que vuestros protocolos de seguridad son tan débiles que un
brujo ha podido romper vuestras defensas? ¿O quizás el hecho de que simplemente
no os importa que no se permitan asignaciones humanas aquí? ¡Iluminarme!

Virginia entrecerró los ojos a los reunidos: Aiden, Leila, Enya, Hamish,
Manus, Pearce y Logan, así como dos personas que no estaban autorizadas para estar
en el complejo. Una asignación humana y el brujo.

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— ¿Y tú eres? —Preguntó Hamish, su barbilla levantada desafiante.

Se figuró que él era el cabecilla. En un milisegundo, recordó los detalles de su


archivo y las notas que ella había hecho en los márgenes después de leerlo de cabo a
rabo: rebelde, obstinado, insubordinado. Pero también era innovador, rápido sobre
sus pies y excepcional en el combate cuerpo a cuerpo.

—Virginia Robson, nuevo miembro del Consejo de los Nueve —Anunció.

Unas maldiciones masculladas llegaron a sus oídos. Como ella había


esperado.

—Oh, mierda —Manus susurró.

Sí, todo el mundo conocía el nombre y la reputación que venía con él. Y se
sintió orgullosa de esa reputación.

— ¿A qué debemos tu visita? —Preguntó Hamish.

—Debes ser Hamish. Yo habría esperado algo más de ti que traer a una
asignación humana al complejo —Su mandíbula se tensó—. Por no hablar de dejar
que un brujo pueda caminar a su antojo por aquí.

Su mirada se dirigió al sillón donde el brujo en cuestión era como si estuviera


paralizado. Por primera vez, miró más allá de la aureola que lo identificaba como
una criatura preternatural. Observó las características del hombre. Alto con el pelo
oscuro y un cuerpo delgado, pero fuerte. No poco atractivo. De hecho, nada atractivo
en absoluto. Por el contrario. Había algo en él que hizo que su corazón latiera un
poquito más rápido. Molesta por su reacción, apartó sus ojos de él.

—Pero todo esto está a punto de cambiar. Estoy aquí para limpiar.

Notó como Hamish tiraba de su asignación humana más cerca.

—Comenzando por el humano —Virginia apuntó a Tella. Había leído su


archivo también. Un político talentoso, una funcionaria pública que no había
olvidado lo que significaba servir al público. Una rareza. Sin embargo, las reglas eran
las reglas.

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—Ella no tiene derecho a estar aquí. Has comprometido la seguridad de este
complejo por traerla aquí. Vamos a tener que abandonar este lugar y reubicaros a
todos. Podrás responder por ello ante el Consejo de los Nueve.

— ¡Él no hizo nada malo! —Soltó Tessa.

¿Cómo se atrevía la humana a levantarle la voz?

— ¿Qué dijiste?

—Tengo el mismo derecho a estar aquí que Leila, la esposa de Aiden —Un
obstinado levantamiento en su barbilla

Virginia inclinó la cabeza a un lado, con la sospecha creciendo como la densa


niebla de las Hébridas Exteriores.

— ¿Me estás diciendo que eres la compañera de Hamish?

—Sí.

Esto lo cambiaba todo. Como su compañera, ella tenía todo el derecho a estar
aquí, si eso era cierto.

— ¿Y por qué el Consejo no ha sido informado de esto?

Alguien más se habría perdido el silencioso, pero rápido, intercambio entre


Tessa y Hamish, y la leve vacilación, antes de que Hamish respondiera. Pero Virginia
no lo hizo. Ella estaba entrenada para notarlo.

—Simplemente acaba de suceder. Estaba a punto de informar al Consejo, pero


hemos tenido que lidiar con un ataque demoníaco en su lugar —Afirmó Hamish—.
Pido disculpas por mi retraso.

Por ahora, Virginia, no podía refutar la afirmación. Era raro que ella estuviera
equivocada. Y algo definitivamente estaba mal. Ella podía olerlo. Apestaba como el
cadáver podrido de un demonio.

—Muy bien. Supongo que las felicitaciones están en el orden del día —Dijo
con los dientes apretados.

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Si resultaba que los dos no estaban vinculados, algo que ella podría determinar
en un momento posterior, llevaría a Hamish ante el consejo y dejaría que se ocuparan
de él. Nadie le tomaba el pelo a ella.

—Gracias —Dijo Hamish, con una voz helada—. Si no te importa, mi


compañera y yo nos gustaría retirarnos. Ha sido una larga noche.

— ¡No tan rápido! —Espetó Virginia—. Todavía está la cuestión del brujo.

—El nombre es Wesley —El brujo sonrió y caminó hacia ella.

¿Pensaba que su encantadora sonrisa la detendría de hacer su trabajo?.


Aparentemente, el engreído bastardo pensó que ella había venido a charlar como si
fueran viejos amigos. No importaba que la forma en que la miraba con sus ojos azul
claro afeitara algunas de las capas de su armadura protectora. No importaba que el
sudor se acumulara en las palmas de sus manos. Y nunca jodidamente importó que
eso bajara a la ingle de ella, un segundo latido reflejando al de su corazón, golpeando
un ritmo urgente de deseo y necesidad contra un tambor que solo ella podía oír.

¡Joder! Ya había sobrepasado el rasen2, mucho más allá del período en la vida
de los Guardianes Invisible cuando la llamada de la época de apareamiento
empañaba el juicio de un guerrero. Ella no se había apareado nunca, y en cambio
eligió servir a su raza de otras maneras. No podía permitir que el rasen la alcanzara
ahora.

— ¡Quédate donde estás!

Para subrayar su orden, Virginia puso su mano sobre su daga, dejando que el
frío mango de obsidiana la calmara.

El brujo dejó de caminar.

—Todo lo que desees. Cualquier cosa, en realidad.

Ella trató de ignorar los ojos de él recorriendo su cuerpo como si fuera un


escultor, tomando medidas. En su lugar, notó que los labios de él se separaban en
agradecimiento. No se atrevió a mirar a los demás Guardianes Invisibles. ¿Se habrían

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Rasen: Época de apareamiento de los Guardianes Invisibles, en los que buscan pareja.

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dado cuenta de lo que estaba pasando entre ella y el brujo? Tenía que detener esto
ahora, o todo lo que había construido para sí misma, su reputación, su férrea
voluntad, desaparecerían como la sangre verde del último demonio que había
matado se había escurrido por un desagüe.

—Vas a ser interrogado. Mientras tanto, serás encarcelado.

—Wesley nos ayudó con nuestra misión —Dijo Hamish por detrás de ella—.
Sin él, tal vez nunca hubiéramos podido frustrar los planes de los demonios para
destruir el futuro político de Tessa. Él no es ningún peligro para cualquiera de
nosotros.

Virginia lanzó una mirada desdeñosa sobre su hombro, alegrándose de tener


una razón genuina para apartar su mirada del brujo.

—Eso está por verse. Cualquiera que viola nuestras defensas es un peligro —
Ella se giró completamente, fulminando con la mirada a los guardianes—. Y tú y tus
compañeros del complejo deberíais haber notificado al Consejo de los Nueve
inmediatamente cuando ocurrió la violación. Tuvimos que averiguarlo a través del
guardián de otro complejo. Esto no ha pasado desapercibido. Junto con las anteriores
infracciones de tu variopinto equipo, habéis agotado la paciencia del consejo.

Detrás de ella escuchó un suspiro proveniente del brujo.

—Oh, escucha, Virginia, yo…

Se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada.

— ¡Es Señora Robson! —Porque si le permitiera llamarla de cualquier otra


forma, podría desarrollar una familiaridad entre ellos, una que no podía permitir. Si
eso sucediera, ella podría clavarse a sí misma su propia daga y girar la punta, para el
caso.

—Señora Robson entonces —Él se encogió de hombros como si no le


importara cómo la llamaba—. Escuche, realmente no es culpa de ellos. No los
castigue, por lo que yo hice.

Antes de darse cuenta, estaba nariz a nariz con él.

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—Tú, brujo, escúchame. Yo estoy dando las órdenes. Si tú crees que puedes
envolverme alrededor de tu dedo meñique, como has hecho claramente con estos
idiotas, estás equivocado. Yo soy tu peor pesadilla.

La advertencia no tuvo el efecto deseado.

El brujo sonrió.

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Capítulo Dos

¿Pesadilla? Más bien como un sueño húmedo.

Wesley no podía dejar que su imaginación lo llevara por un viaje salvaje.


Virginia tenía todo lo que había soñado en una mujer.

Piernas largas, fuertes y tonificadas. Una cintura delgada, caderas amplias,


pechos firmes. Solo las curvas correctas en todos los sitios. Ojos avellana con motas
de color verde, y unos labios rellenos y deliciosos. Y luego ese pelo. Rojo llameante.
Como las humeantes brasas de un fuego.

Y cada vez que ella le lanzaba un insulto, su voz enviaba un escalofrío nada
desagradable por su columna vertebral. Nada desagradable en absoluto.

¿Se dio cuenta que su naturaleza dominante era altamente excitante? ¿O era
ella inconsciente del hecho de que él estaba a unos cinco segundos de saltar sobre sus
huesos?

Virginia no sería una conquista fácil, eso era seguro. Sería un desafío, pero a
él no le importaba. Ella valía la pena. Valía la pena el esfuerzo extra para llevarla a
la cama. O a cualquier superficie plana. Horizontal o vertical. A él no le importaba.

Mientras estuviera dentro de ella y ella jadeando en éxtasis.

Porque una cosa era cierta: ¡él estaba cachondo!

— ¿De qué estás sonriendo?

Otra lanza de calor corrió desde su cuello hasta su coxis más rápido que un
vampiro podría extender sus colmillos.

¡Joder! ¿No tiene esta sirena alguna idea de lo que su voz le hacía? También
podría atarlo, desnudarlo y tener su camino con él.

— ¡Te hice una pregunta!

Él encontró su dura mirada.

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—Nada. Yo siempre tengo este aspecto.

—Hmm —Ella volteó bruscamente la cabeza hacia los otros Guardianes


Invisibles—. Lo voy a encerrar hasta que el consejo sea convocado y esté listo para
interrogarlo. Yo misma lo transportaré el complejo del consejo cuando sea el
momento.

—Eso no es necesario —Se atrevió a decir Aiden.

Ella lo hizo callar con una sola mirada.

—Yo decidiré qué es necesario. Tú y tus compañeros habéis demostrado una


falta de criterio. Él es ahora mi prisionero. Será encerrado en una celda de plomo.

La expresión de Aiden se convirtió en una piedra. Hizo un gesto hacia la


puerta a modo de falsa cortesía.

— ¿Te gustaría que te mostrara el camino?

—No necesito instrucciones —Siseó ella y giró, agarrando el bíceps de


Wesley.

A pesar de su firme agarre, a él no le importó el toque.

—Bueno, entonces somos tú y yo, supongo.

Lo empujó en dirección de la puerta, enfatizando su orden alzando la barbilla.

—Yo diría, las damas primero, pero, ¿supongo que prefiere que camine
delante de ti? —Él se giró hacia la puerta, sin esperar una respuesta. La abrió, luego
miró por encima del hombro—. Ah, chicos, tomaré café y tortitas para el desayuno.
Negro, sin azúcar. Gracias.

— ¡Muévete, brujo! —Interrumpió Virginia y caminó hacia él.

—Sus deseos son para mí órdenes, Señora Robson —Contestó y entró en el


pasillo, Virginia justo detrás de él. Cerró la puerta y un segundo después, sus tacones
chasqueando ruidosamente en el suelo de piedra. Estaban solos, lo cual a él le iba
bien. Redujo la velocidad de su caminar, por lo que ella quedó a uno o dos pasos
detrás de él.

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—Entonces, ¿qué piensa hacer conmigo? —Preguntó con indiferencia.

Por un momento pensó que ella podría no responder, pero entonces ella dijo:

— ¿Estás sordo? Serás llevado ante el Consejo e interrogado.

Él miró sobre su hombro, ralentizándose aún más para que tan sólo estuviera
a unos treinta centímetros detrás de él.

— ¿Y qué pasa si prefiero ser interrogado por ti?

— ¡No tienes ninguna opción en el asunto! —Ella le dio un codazo no


demasiado suavemente—. Sigue moviéndote. La celda está en el sótano.

—Estoy muy familiarizado con ella —Aunque no tenía la intención de pasar


la noche allí. Sin embargo, aumentó el ritmo y comenzó a bajar la primera escalera.
Cuando llegó al rellano, se detuvo y se giró.

—Escuche, ¿por qué no interrogarme ahora y terminar con el asunto?


Comprobará rápidamente que no soy ninguna amenaza en absoluto. Yo incluso te
permitiría que me ataras —Pasó los ojos sobre ella, contemplando las infinitas
posibilidades que ofrecían una pequeña sesión de bondage—. Si eso es lo que deseas.

La última palabra apenas había dejado sus labios cuando Virginia aferró su
bíceps y lo estrelló contra la pared de piedra. El impacto abrumador sacó todo el aire
de sus pulmones, haciéndolo jadear.

— ¿Te crees que esto es una broma?

Él tomó un aliento rápido. Su admiración por la mujer Guardián Invisible


había aumentado un centenar de puntos. Ella no era fácil de convencer. No era una
mujer que sería conquistada con unos elogios fáciles. Era dura como las uñas, y si lo
presionaba contra la pared un poco más, sus muslos tocando los suyos, sus
antebrazos fijando su torso a la piedra, una parte de su anatomía estaría igual de
dura.

—No, no creo que esto sea una broma —Dijo Wes con la mayor calma
posible—. Peor debe admitir que está yendo en esto con un poco de mano dura, ¿no?

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Sus ojos se estrecharon en desagrado, y ella aplicó más presión, no solo en su
pecho, sino también en la parte inferior de su cuerpo. Él tuvo que suprimir un
gemido, cerrando su mandíbula para ocultar el hecho de que su trato a él no había
tenido el efecto que ella había previsto. En lugar de intimidarlo y ponerlo en su lugar,
ella estaba excitándolo.

—Estoy encantado de responder a cualquier pregunta que tenga. Juro que solo
estoy aquí para buscar una alianza entre su raza y la empresa para la que trabajo. Mi
jefe en Scanguards podría ser un vampiro, pero el…

— ¿Un vampiro? ¿Trabajas con los vampiros?

La genuina sorpresa hizo que las manchas verdes en sus iris brillasen como
luciérnagas. Por primera vez desde que la conoció, su caparazón protector mostró
una fina grieta.

—Ya le expliqué esto a Aiden y a los otros. Supongo que nadie te pasó la
información —Sabía muy bien que todavía ni Hamish, ni Aiden habían tenido la
oportunidad de hablar con sus superiores, pero había algo en Virginia que hacía que
él quisiera provocarla para que ella perdiera su calma.

— ¡Dame un resumen!

Considerando que ella no hizo ningún movimiento para liberarlo y disfrutó


de la sensación de su cuerpo presionando al suyo… decidió ir con la versión
extendida.

—Bueno, ya que lo pregunta…

Ella gruñó como una tigresa.

¡Joder! ¡Contrólate, hombre!

—Nací el segundo de los tres hijos de una bruja…

— ¿Sabes qué es un resumen, verdad? Déjame traducirlo para ti: ¡la versión
corta!

—Esta es la versión corta. Palabra de honor de brujo.

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—Por última vez: ¡resume!

—Bien —Intentó encogerse de hombros, pero ella todavía lo tenía


inmovilizado demasiado fuerte—. Mis hermanos y yo estábamos destinados a ser el
Poder de Tres. Un brujo nos traicionó. Mi hermano Haven renunció a su vida mortal,
convirtiéndose en un vampiro. Por lo tanto el Poder de Tres se evaporó. Resultado:
los vampiros se convirtieron en nuestros aliados. Fin del asunto.

*****

—Una mierda de resumen.

Virginia lo soltó y dio un paso atrás. Si ella hubiera tenido que pasar un
segundo más presionando su cuerpo contra el suyo, se habría olvidado por qué estaba
allí y habría arrojado al impertinente brujo al suelo para montarlo.

¡Maldición!

Ella había tratado a muchos prisioneros de la forma en que manejó a Wesley,


pero nunca había experimentado ningún tipo de reacción sexual en el proceso. No
fue así esta vez. Sus pezones estaban duros y queriendo que fueran tocados. Se
alegraba de estar usando una chaqueta de cuero, que ocultaba su respuesta
inapropiada a su seductor cuerpo. Ella también se alegraba de que él no fuera un
vampiro, quién habría olido su excitación.

—Puedo darle la versión completa. ¿Tal vez una copa de vino o whisky? —
Wesley añadió y sonrió.

Ella tuvo que admitir a regañadientes que tenía cierto encanto, y lo usaba para
su ventaja. Pero no era una estúpida. Esto no era algo personal para él. Claramente
había utilizado el mismo encanto para ganarse a todo el complejo de Baltimore en
cualquier plan en el que estuviera trabajando.

—No te molestes. Me doy cuenta de lo que estás haciendo. No funciona.

— ¿Qué estoy haciendo?

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—Tratando de conquistarme, como lo has hecho con los demás —Hizo un
gesto hacia el piso de arriba—. Todavía son jóvenes. Demasiado verdes para
comprender todas las consecuencias de sus acciones. Yo, en cambio, no lo soy.

—Así que es una experimentada anciana, ¿es lo que está intentando decir?

—Tengo edad suficiente para reconocer cuando alguien está lleno de mierda.

Su respuesta fue inesperada. Él se rió entre dientes. Y maldita sea, si ese


sonido no enviaba un estremecimiento de placer por su cuello y todo el camino hasta
sus pezones, encendiéndolos en llamas, como velas romanas.

Tenía que controlarse a sí misma. Distraerse a sí misma, sin importar cómo.

—No te gustan mucho los brujos, ¿verdad? —Le preguntó de repente.

—No me gustan los brujos que son capaces de romper nuestras defensas —
Respondió de nuevo, sin perder el ritmo.

—Era la única manera de contactar con su gente.

—Solo los Guardianes Invisibles pueden usar nuestros portales, ninguna otra
criatura ha logrado siquiera abrir uno, y mucho menos hacerlo funcionar.

—Supongo que soy un genio.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado, estudiándolo.

—O eso, o has tenido la ayuda de los demonios.

— ¿Qué?

—Ya me oíste. Los demonios son la única otra especie preternatural que son
capaces de hacer funcionar portales. Si alguien podría tener una oportunidad de
acceder a uno de los nuestros, son ellos —Lo que era el mayor miedo de los
Guardianes Invisibles. Porque si los demonios consiguieran el acceso a un portal
alguna vez, tendrían acceso a todos ellos, y podrían destruir a su raza desde dentro.

—Nunca he visto a un demonio. Y no me ayudó nadie. Fue por un hechizo


que lancé yo.

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— ¿Qué tipo de hechizo?

—Un hechizo de transformación.

— ¿Que hace exactamente qué?

—Hizo que el portal pensara que yo era uno de ustedes.

Parecía presumido, y quería borrar esa petulancia de su cara. O quizás besarla


para quitársela.

¡Para! ¡Ningún otro pensamiento en esa dirección!

Cuanto más rápido pudiera meterlo en la celda de plomo, mejor. Entonces,


¿por qué estaba todavía allí parada, dejándolo que la arrastrara a una conversación?

—Vamos, muévete, brujo. Es hora de encerrarte.

El bufó.

—El nombre es Wesley. Realmente no es tan difícil de recordar.

Sólo para obligarlo a obedecer, ella admitió.

—De acuerdo, Wesley.

—Ve, no fue tan difícil, ¿no es cierto?

Otra de sus encantadoras sonrisas. ¿Este tipo se rendía alguna vez?

Ella señaló el siguiente tramo que bajaba de escaleras.

—Por ahí.

Wesley siguió su orden, pero en lugar de caminar por delante, caminó al lado
de ella. Sabía que si él intentara coger la daga de ella, no tendría problemas para
dominarlo. Después de todo, las runas que revestían las paredes, suelos y techos del
recinto lo habían despojado de su magia. Sólo una vez que estuviera fuera de nuevo,
recuperaría sus poderes. Entonces, ¿por qué su cercanía la ponía nerviosa? ¿Era
porque ella sentía otro poder en él? No brujería, no.

La potencia de un hombre.

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Cuando finalmente llegaron a la celda, Virginia se sintió aliviada. Ella abrió
el cerrojo y tiró de la puerta para abrirla. Miró hacia el interior oscuro, forrado de
plomo. La celda estaba destinada para los miembros de su raza que hubieran
cometido crímenes o, lo que es peor, hubieran sido comprometidos por los demonios.
Era a prueba de fugas. Los Guardianes Invisibles no podían atravesar el plomo; les
quitaba la capacidad de hacerse invisibles y les quitaba sus fuerzas. Finalmente, si
estaban encerrados en una celda de plomo durante un período prolongado, los
poderes de un Guardián Invisible se extinguirían para siempre y se convertiría en un
humano.

Había oído hablar de casos de Guardianes Invisibles que habían estado


encerrados durante un año, castigados por traición, y luego habían sido liberados en
el mundo de los humanos, desterrados de su raza. Una dura sentencia.

—Así pues, realmente no vas a cambiar de opinión, ¿eh?

Ante las palabras de Wesley, ella se encontró con su mirada. Sus lindos ojos
se encontraron con los suyos. Por un momento, se sintió hipnotizada. Y durante la
fracción de un segundo se preguntó qué habría pasado entre ellos si se hubieran
conocido en unas circunstancias diferentes.

Una sonrisa suave de repente curvó las comisuras de la boca de él hacia arriba.

—Algún día lo harás.

Con paso seguro, la cabeza en alto, él entró en la celda. Una vez dentro, se
dio la vuelta.

—Eres una mujer interesante, Virginia. Estoy deseando conocerte… —Hizo


una pausa, su mirada posándose en sus labios—… más íntimamente.

¡Bastardo arrogante!

¡Como si supiera el efecto que tenía en ella! Como si pudiera ver a través de
ella.

Temblando, ya fuera de ira o excitación, no estaba segura, cerró de golpe la


pesada puerta y giró la llave en la cerradura.

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Su corazón latía con fuerza, y se apoyó contra la puerta, cuando oyó su voz a
través de ella.

—Dulces sueños, Virginia.

Una risita siguió.

Este brujo sería su perdición si no tenía cuidado.

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Capítulo Tres

Con impaciencia, Zoltan caminaba de un lado al otro frente al fuego de lava


de su estudio. Con impaciencia, porque él había recibido noticias unas horas antes
de que los dos demonios que había enviado en misión secreta habían realizado un
descubrimiento que tenían que transmitirle en persona.

Un golpe en la puerta. ¡Por fin!

Zoltan presionó una piedra que sobresalía en la repisa de la chimenea que


había sobre el pozo de lava, y una piedra plana se deslizó sobre el fuego, cubriéndolo
por completo.

Se sentó detrás de su escritorio.

— ¡Adelante!

La puerta se abrió. El primer demonio en entrar fue Vintoq, su mano derecha,


un hombre alto con cabello espeso y oscuro. Lo había elegido como su principal
consejero poco después de tomar el poder, porque parecía más inteligente que sus
hermanos. No era solo un seguidor: contribuía con ideas y sugerencias, mostrando
iniciativa.

—Oh, Gran Uno, pediste que trajera a Ulric y Fletcher ante ti en el momento
en que regresaran —Dijo Vintoq, sus ojos verdes como faros en la oscuridad. Esos
ojos, el único signo externo de la naturaleza de un demonio, también eran su telón
de Aquiles. Porque los hacía inmediatamente reconocibles para los Guardianes
Invisibles.

—Haz que entren.

Vintoq miró por encima de su hombro e hizo un gesto hacia el oscuro pasillo
detrás de él. Segundos después, dos demonios más entraron. Ulric era un poco más
robusto con ojos pequeños como cuentas y una cabeza llena de pelo rubio, lo que
confirmaba su herencia vikinga. Fletcher, el otro demonio que ahora, como Ulric,
inclinaba la cabeza en saludo, era más alto y más moreno.

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Zoltan asintió con la cabeza hacia Vintoq.

—Cierra la puerta.

Cuando Vintoq alcanzó la puerta, Zoltan agregó:

—Desde el exterior.

Vintoq obedeció rápidamente, haciendo una reverencia al salir. Zoltan le


contaría todo más tarde, después de haber formulado completamente su plan. Pero
primero tenía que averiguar si Ulric y Fletcher habían regresado con algún tipo de
información procesable.

— ¡Alzaros! —Ordenó.

Los dos demonios levantaron sus cabezas al instante.

—Oh, Gran Uno —Dijeron al unísono.

—Hmm —Zoltan se levantó de detrás de su escritorio—. ¿Qué tenéis para mí?

Ulric dio un paso adelante.

—Su corazonada resultó fructífera. Encontramos la ubicación.

El corazón de Zoltan latía de emoción. Sus esfuerzos dieron sus frutos.

— ¿Habéis encontrado la fortaleza?

Ulric asintió.

—Una de sus fortalezas. No podemos estar seguros de su importancia, pero


es uno de sus complejos. Si podemos penetrar en él…

Zoltan alzó su mano.

—Sé que podemos. Pero lo primero es lo primero. Mostrarme dónde está.

Ulric sacó una hoja de papel, la desdobló, y caminó hasta el escritorio,


colocándola delante de Zoltan. Era parte de un mapa. Lo estudió por un momento,
centrándose en la cruz que Ulric había hecho en un solo lugar.

Zoltan alzó la vista.

23
— ¿Cuántos guardianes estaban presentes?

Ulric intercambió una mirada impotente con Fletcher.

Fletcher se encogió de hombros.

—No pudimos investigar más sin correr el riesgo de ser detectados.

Zoltan contempló sus palabras por un momento.

—Quiero que toméis a tres de sus hombres y volváis a estas coordenadas. Deja
claro a todos que esta es una misión de reconocimiento. No ataquéis. Todo lo que
quiero hacer es reconocer el terreno. Número de guardianes, los portales, armas.
Quiero una descripción del complejo, entradas, salidas, lugares para esconderse.
Todo. Que no os atrapen.

—Pero, ¿cómo lo conseguimos? —Preguntó Ulric.

—Tenéis la ubicación. Sólo necesitáis un elemento visual para ser capaces de


proyectar un vórtice —Con un vórtice, un demonio podría viajar a cualquier lugar al
que deseara, siempre que tuviera una clara representación visual del destino.
Afortunadamente, conseguir una clara imagen era mucho más fácil en estos días con
Internet y con Google Street View.

—Pero el complejo está oculto, invisible —Dijo Ulric.

—Pero está ahí. Encontrar las paredes exteriores. Tóquenlas —Aconsejó


Zoltan—. Entonces proyectar vórtices concentrado vuestras mentes como destino en
un lugar a pocos metros por detrás de la pared.

Era arriesgado, y no había ninguna garantía de que sus súbditos no se


trasladaran directamente al interior de un muro de piedra que los aplastaría
matándolos. Pero estaba dispuesto a tomar ese riesgo. Valía la pena sacrificar a unos
demonios mientras uno volviera para informar sobre las defensas de los Guardianes
Invisibles.

—Sí, oh, Gran Uno —Dijo Ulric.

Fletcher añadió.

24
—Será hecho.

—Vayan, y digan a Vintoq que pase.

Los dos demonios se inclinaron y se fueron. Un momento después, Vintoq


entró.

— ¿Quería verme?

—Tenemos trabajo que hacer, Vintoq. Pronto podremos destruir a los


Guardianes Invisibles para siempre —Se rió—. Y entonces nadie podrá evitar mi
gobierno sobre la tierra.

Él no solo sería el gobernante de los demonios, sino el gobernante de toda la


humanidad.

Pronto, toda criatura viviente en este mundo se inclinaría ante él, Zoltan, el
Gran Uno.

25
Capítulo Cuatro

Mientras que una noche en la celda no era exactamente lo que Wesley había
planeado, no se quejó. La parte posterior de su cárcel albergaba una rudimentaria
ducha, lavabo e inodoro, y el catre no era tan duro como esperaba. Se había
despertado temprano y se había duchado, contento de haber pedido prestada ropa
fresca a Aiden el día anterior. Al menos estaba limpio y presentable.

Era curioso que esa fuera su mayor preocupación: tener buen aspecto para
Virginia, a pesar de que ella le había dado la espalda la noche anterior. Pero él no se
desanimaba fácilmente.

Cuando por fin oyó unos pasos que venían hacia su celda, su corazón empezó
a latir con emoción. Se pasó los dedos a través de su pelo, alisándolo, y tomando una
respiración profunda, preparándose a sí mismo para la ardiente mujer Guardián
Invisible con traje de Catwoman. Tío, ¡ella era sexy! Toda la noche había tenido esa
imagen en su cabeza, dejándolo con una erección permanente.

La llave giró en la cerradura.

El pulso de Wesley y se aceleró; a este rimo él podría ganar el Kentucky


Derby.

Finalmente, la espera había terminado, y la puerta se abrió. La silueta no era


la de Virginia. Demasiada alta, demasiado amplia.

—Querías tortitas, ¿no? —Aiden estaba parado en la entrada, con una bandeja
con el desayuno en sus manos—. Espero que no te importe si no entro, pero el plomo
no va exactamente conmigo. Me chupa toda la energía que tengo.

Wes guardó ese pedazo de información para usarlo más tarde y se acercó al
amable guardián.

—Gracias, realmente lo aprecio. Si fuera por Virginia, probablemente me


moriría de hambre —Wesley tomó la taza de café de la bandeja y le dijo un gran
trago al líquido caliente, sintiendo que lo revivía.

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—Cuidado con ella —Advirtió Aiden, inclinándose hacia dentro y bajando la
voz—. Fue una ejecutora antes de que se uniera al Consejo. Ella podría convertirse
en Rambo sobre ti. No tendrías una oportunidad. Así que ten cuidado con lo que le
dices.

Wes sonrió y tomó una tortita, doblándola, y metiéndola en su boca. Ya había


probado la actitud de Virginia. Tragó.

—Así pues, ejecutora, ¿eh? Ella puede imponerme3 todo lo que quiera.

Los ojos de Aiden se abrieron de par en par, y la cicatriz sobre su ceja pareció
temblar.

— ¿Estás loco? ¡No juegues con esa mujer! Ella habla en serio.

Wes sonrió —. Yo también. No te preocupes, sé cómo manejar a mujeres


como ella. Estará ronroneando como un gatito en muy poco tiempo.

—Totalmente loco. Debería haberlo sabido. Debería haberlo visto en el


momento en que apareciste aquí —Sacudió la cabeza—. ¿Por qué coño quieres
meterte en sus pantalones? Ella se come hombres para desayunar.

Wes se rió entre dientes.

—Justo lo que me gusta, justo como pensaba.

—Loco. Y hasta me molesté en llamar a mi padre para hablar en tu favor.


Pero eres una causa perdida.

Wes se comió una segunda tortita con un trago de café.

— ¿Tu padre? ¿Qué tiene que ver con esto?

— Es el Primus del consejo.

— ¿Primus?

Aiden resopló con impaciencia.

3
Imponerme: en ingles Enforcer, que habitualmente se traduce como ejecutor. Pero aquí enforcer,
significaría imponer, hacer cumplir.

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—Como el presidente, ya sabes. Él tiene mucha influencia.

—Genial. Bueno, gracias por hablar con él. Realmente lo aprecio. Eres un
amigo.

—Sí, un amigo que lamentará haber confiado en ti muy pronto —Siseó


Aiden—. No le harás ningún favor a tu caso intentándolo con Virginia. Ella es
miembro del consejo, y aunque es nueva, tiene voto. Ella sólo tiene que convencer a
cuatro miembros del consejo contra ti, y tu destino estará sellado.

— ¿Qué significa eso? ¿Qué podrían hacerme?

—Ejecutarte por romper nuestras defensas.

No era una exactamente una perspectiva que saboreara.

—Bueno, en ese caso, es mejor que me aseguro que le guste a Virginia.

Aiden rodó sus ojos y le apartó la bandeja a las manos de Wesley.

— ¿Por qué estoy gastando mi aliento? —Alcanzó la puerta para cerrarla,


cuando otra figura apareció en el pasillo: Virginia.

Wes empujó la bandeja de nuevo a Aiden, se limpió las manos en los


pantalones y dio un paso hacia el pasillo.

—Una causa perdida —Murmuraba Aiden todavía más silenciosamente y se


fue.

—Buenos días, Virginia —Wes saludó a su carcelera con una sonrisa, y corrió
su mirada sobre ella.

— ¿Qué está haciendo él fuera de su celda?

Aiden levantó la bandeja en sus manos a modo de explicación.

—El hombre tiene que comer. Y estoy seguro de que yo no voy a entrar en
esa celda.

Virginia parecía aceptar la excusa, entonces finalmente miró a Wesley


directamente.

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—El Consejo está dispuesto para escuchar tu caso.

Tanto por tener tiempo para influir en la opinión de Virginia sobre él. Había
esperado un poco de demora.

—Eso fue rápido.

—Están ansiosos por descubrir cómo fuiste capaz de usar el portal —Dijo ella
para su sorpresa.

Parecía que Virginia se sentía un poco más locuaz hoy que la noche anterior.
¿Podría explorar ese hecho de alguna manera?

—Y yo estoy igual de ansioso por conocerlos —Mintió Wes.

Hubiera preferido pasar más tiempo aquí en el complejo, o incluso mejor, solo
con Virginia, para trabajar su encanto sobre ella. Sabía que finalmente ella cedería;
sólo necesitaba tiempo. Al parecer, él recién estaba terminando su tiempo.

—Vamos —Ordenó Virginia.

—Que tengas un viaje agradable —Dijo Aiden.

Wes se encontró con su mirada y vio la advertencia que llevaba. No hagas nada
estúpido.

¿Alguna vez lo hago? Articuló Wes.

Con unos exagerados ojos en blanco, Aiden se giró y se fue.

Virginia hizo un gesto hacia un segundo pasillo.

— ¿Supongo que vamos a tomar el portal? —Preguntó Wes, reconociendo a


dónde conducía mientras caminaba, con Virginia a su lado.

—Es la forma más rápida y segura. No quiero pasar interminables horas en


un avión.

— ¿Entonces, está lejos? —No le importaba, pero quería mantenerla


hablando.

—Eso no es para que lo sepas.

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Hmm. Aparentemente, esa había sido una mala pregunta.

—Así que, ¿no te gustan los aviones?

—No tengo nada en contra de los aviones.

—Entonces, ¿por qué no quieres volar? Francamente, me pareció un poco


inquietante ser sacudido como una muñeca de trapo en ese portal.

Ella lo miró de reojo.

—Porque significaría pasar interminables horas contigo.

Él se rió.

—Yo me lo busqué, ¿verdad?

Lo había visto venir. Sabía que jugar al tonto desventurado tenía sus encantos
y funcionaba con muchas mujeres, tanto humanas como vampiros. Había tenido
sexo muchas veces, porque las mujeres lo habían encontrado lindo y nada
amenazante. Poco sabían que bajo su actitud despreocupada yacía una voluntad de
hierro de un macho alfa.

Seducir mujeres siempre había sido un placentero pasatiempo, un hobby.


Seducir a Virginia no sería nada de eso. Sería una misión crítica, no porque necesitara
forjar un alianza con su raza, sino porque el alfa en él la deseaba como deseaba su
próximo aliento.

— ¡Entra!

La orden de Virginia interrumpió sus reflexiones. Habían llegado al portal. La


puerta o lo que fuera que ellos llamaran entrada ya estaba abierta. Él asintió con la
cabeza y caminó hacia el espacio oscuro, como una cueva. No era más grande que
un ascensor de hotel capaz de transportar a ocho personas.

Virginia se unió a él, y un segundo después, todo fue oscuridad. La entrada se había
cerrado.

Se estaba preparando para ser sacudido alrededor de nuevo, cuando Virginia


tomó su brazo. Su corazón se detuvo por un breve momento. ¿Qué coño estaba

30
pasando? ¿Estaba ella finalmente respondiendo a su encanto? ¿Le estaba dando una
señal de que estaba interesada?

Infiernos, ¡no rechazaría un poco de manoseo en la oscuridad!

—Así que te gusta en la oscuridad, ¿eh? —Murmuró, y puso su otro brazo


alrededor de su cintura, atrayéndola contra él—. No me importa eso en absoluto.

— ¿Qué coño estás haciendo? —Ella se sacudió hacia tras y le quitó el brazo
de encima, manteniendo un fuerte agarre en su bíceps con su otra mano.

Totalmente confundido, tartamudeó.

—Pero, pero me estabas tocando. Pensé…

— ¡Maldita sea! ¿Pensaste que yo…? —Ella se detuvo a sí misma—. ¡Diablos,


no! Tengo que tocarte para llevarte conmigo. Si no lo hiciera, te quedarías aquí.

—Oh.

Bueno, eso fue un poco embarazoso. Pero se encogió de hombros como si


ignorara cualquier pequeño revés. Hubiera sido demasiado bueno para ser verdad.
Pero otra oportunidad se presentaría pronto. Él no había renunciado a la esperanza
todavía. Después de todo, le había llevado años aprender su oficio como brujo, y
tuvo muchos contratiempos en el camino. Estaba acostumbrado a intentarlo una y
otra vez. Especialmente cuando la recompensa valía la pena.

Todos los pensamientos posteriores se desvanecieron, porque en ese momento


fue lanzado al aire como la ropa en una secadora.

— ¡Ah, joder! ¡No soy un calcetín mojado!

—Tranquilo, ya casi hemos llegado —La voz de Virginia fue


sorprendentemente tranquilizadora, al igual que el hecho de que de repente sus dos
manos se posaron en él, estabilizándolo.

Se concentró en su toque y en nada más, bloqueando la sensación de vértigo


en el espacio. Tal vez viajar a través del portal no era tan malo después de todo.

31
Capítulo Cinco

Virginia soltó los brazos de Wesley.

Habían llegado a su destino. Pero necesitaba unos instantes para calmarse a


sí misma y no por el viaje por el portal. Como Guardián Invisible ella no
experimentaba la desorientación que los humanos y otras criaturas parecían
propensas a sufrir al viajar de esta manera. Sin embargo, tocar a Wesley, algo que
ella había sido forzada a hacerlo para transportarlo con ella, había enviado una
sensación de hormigueo desde las palmas de sus manos a través de todo su cuerpo.
Una sensación de hormigueo nada desagradable. Y eso la puso nerviosa.

Sus músculos se habían tensado bajo su tacto, y ella había sentido su fuerza.
A pesar de que no era tan fuerte como ella, estaba claro que este hombre se ocupó de
su cuerpo, lo entrenó para obtener fuerza física que no venía automáticamente con
el hecho de ser un brujo. Los Guardianes Invisibles, demonios y vampiros, sí, su
fuerza física era parte de su naturaleza. Pero el cuerpo de un brujo no era muy
diferente al de un humano. Solo su conocimiento de la magia los hacía peligrosos.
Por supuesto, dentro de las paredes de los complejos de los Guardianes Invisibles, la
magia no podía existir.

Entonces, ¿por qué se sentía como si estuviera bajo su hechizo cada vez que
la miraba con esos lindos ojos azules? ¿Tenía él otros poderes, poderes contra los que
ella no tenía defensas?

— ¿Algo está mal? —Preguntó Wesley de repente.

—Ya hemos llegado —Ella movió su pulgar detrás de ellos, donde el portal
ya se había abierto.

—Gracias por el paseo —Él sonrió socarronamente y giró alrededor para


abandonar el portal.

Ella estaba contenta de eso, porque sus palabras habían evocado un tipo de
paseo completamente diferente, un paseo que la involucraba estando a horcajadas

32
sobre un brujo desnudo. Y la imagen hizo que sus mejillas ardieran con fuego.
Forzando los pensamientos fuera de su mente, salió del portal.

Wesley estaba en el pasillo, esperándola.

—Gracioso —Dijo y negó con la cabeza—. Ninguna alarma. Funcionó como


una policía de seguridad cuando utilicé el portal la primera vez.

Virginia asintió con la cabeza.

—Porque lo usaste solo. La presencia de un Guardián Invisible anula la


alarma.

—Interesante.

Hmm. Tal vez ella no debería haberle dicho eso. Demasiado tarde. No es que
él fuera capaz de hacer algo con eso. No podría dominarla a ella, ni a ningún otro
miembro de su especie y obligar a esa persona a manejar el portal para él.

—Entonces, ¿dónde estamos?

—En el complejo del consejo.

— ¿Y dónde está eso?

Virginia resopló.

— ¿De verdad crees que te lo diría? Solo los Guardianes Invisibles conocen su
ubicación. Ni siquiera sus compañeros humanos tienen acceso al privilegio de la
información. Así que seguro como el infierno que yo no voy a dártelo a ti.

Wesley se encogió de hombros como si no le importara.

—Simplemente entablando conversación.

No lo creyó ni por un segundo.

—Claro —Luego inclinó la cabeza hacia uno de los pasillos—. Por ahí.

Él se giró, pero esperó hasta que ella estuvo a su lado, antes de comenzar a
caminar. Sabiendo que cualquier intento de fuga sería inútil, no insistió en que tenía
que caminar por delante de ella. Podía vigilarle igual de bien desde un lado. Al menos

33
de esta manera, no tendría que mirar su apretada parte trasera, que llenaba sus
pantalones de una manera que debería ser ilegal.

La caminata fue corta, dos pasillos, dos tramos de escaleras, y llegaron a las
puertas dobles de las cámaras del consejo. Frente a ellas, un guerrero estaba de
centinela. Él asintió con la cabeza, una señal de que la reconoció.

Virginia se paró a unos cuantos pasos de él. Wesley hizo lo mismo.

— ¿Está reunido el Consejo de los Nueve? —Preguntó.

—Sí, Consejera Robson. Están preparados para usted —Él estiró su mano—.
Los dispositivos electrónicos, por favor.

Sin vacilar, ella sacó su móvil del bolsillo y se lo dio al guardia. Cuando este
miró a Wesley, Virginia negó con la cabeza.

—El teléfono del prisionero ya ha sido confiscado. Todavía está en el


complejo del que venimos.

El guardia asintió con la cabeza y colocó el móvil de Virginia en un nicho


junto a las puertas dobles. Los teléfonos móviles de los otros miembros del consejo
estaban allí, también. Era una medida de seguridad: los dispositivos de grabación no
estaban permitidos en las cámaras, para que los miembros del consejo pudieran
hablar libremente.

El guardia abrió las puertas dobles.

—Entra directamente.

Virginia asintió con la cabeza hacia él, luego hacia Wesley para que entrara
con ella. Él cerró la puerta silenciosamente por detrás de ellos.

Cuando entraron en la sala del consejo, los consejeros estaban hablando


tranquilamente entre ellos. Ahora, todos los murmullos cesaron, y ocho pares de ojos
aterrizaron en ella y su prisionero.

—Primus —Dijo ella—. Compañeros miembros del consejo.

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—Virginia, recibimos tu informe —Respondió Barclay, el jefe del Consejo de
los Nueve—. Toma el asiento, y comenzaremos.

— ¿Les gustaría que diera algunos antecedentes primero? —Preguntó.

Barclay negó con la cabeza.

—No es necesario. Tu informe de anoche fue bastante completo —Hizo un


gesto hacia el asiento vacío en la mesa en forma de media luna.

Sabiendo lo que se esperaba de ella, tomó su asiento, dejando a Wesley de pie, frente
a los nueve miembros del cuerpo gobernante de los Guardianes.

—Así que eres el brujo —Comenzó Barclay.

Wesley sonrió.

—El nombre es Wesley Montgomery.

Barclay miró las notas que tenía frente a él.

—Sí, así oí. Tenemos entendido que pudiste usar uno de nuestros portales
para invadir nuestro complejo en Baltimore.

Wesley se encogió de hombros.

—Invadir es una palabra dura. Para visitar.

Varios miembros del consejo bufaron su desagrado.

—Vamos a no andarnos con rodeos. Aquí hay un informe detallado sobre lo


que hiciste en tu visita al complejo de Baltimore. Según esto fuiste de gran ayuda para
los Guardianes. Por ello, te estoy dando el beneficio de la duda.

Virginia giró su cabeza bruscamente en dirección a Barclay. Su informe no


decía nada acerca de Wesley, siendo de gran ayuda. Sólo podía significar que uno de
los guardianes del complejo había contactado con Barclay a espaldas de ella. Y no
tenía dudas sobre quién lo había hecho: después de todo, Aiden era el hijo del Primus.

Ella apretó los dientes. Así que Wesley había engatusado a Aiden para que lo
ayudara hablándole bien de él a Barclay.

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—Ahora explícame a mí y a mis colegas, los miembros del consejo cómo
fuiste capaz de hacer funcionar al portal —Exigió Barclay.

—Bueno —Comenzó Wesley, cambiando su peso al otro pie—. Ojalá pudiera


explicarlo yo mismo, pero…

— ¡Ahórranos tus rodeos, brujo! —Espetó Geoffrey—. El Primus podría estar


en un estado de ánimo indulgente hoy, pero el resto de nosotros no lo estamos.

Wesley tragó visiblemente. Tomó un tono diferente y continuó.

—Mis disculpas, señor. Lo que quería decir es que yo estaba bastante


sorprendido de que lo que hice realmente funcionó. Verán, hace aproximadamente
dos semanas, vi a uno de su raza desaparecer en un portal en el bosque de Sonoma.
Él también me vio, así que no debería ser demasiado difícil verificar mi historia. Hice
algunas investigaciones, y encontré referencias a vuestra especie en algunos de mis
libros antiguos. Los textos describen a los guardianes como una raza de guerreros
dedicados a la protección de los inocentes de las fuerzas malignas sobrenaturales. Si
eso es cierto, pensé que podríais ser el tipo de personas que estarían interesadas en
una alianza con Scanguards.

—Mmm —Murmuró Geoffrey, luego miró a los otros miembros del


consejo—. ¿Tenemos información sobre Scanguards?

Barclay golpeó con el dedo el pedazo de papel que tenía delante.

—Un emissarius ha sido enviado. Estamos esperando más información —


Luego miró a Wesley de nuevo—. Continua.

—De todos modos, decidí intentar hacer contacto. Y como el portal era mi
única pista, comencé allí. He estado experimentando con hechizos de
transformación.

— ¿Hechizos de transformación? —Norton, otro miembro del consejo


preguntó.

—Sí, es un hechizo en el que se pone uno a sí mismo en un estado de trance


durante el cual uno puede asumir los atributos de otra especie. Es de una duración
muy corta, segundos solamente, un minuto a lo más, pero lo suficiente para hacer al

36
portal creer que yo era un Guardián Invisible, no un brujo. Se abrió para mí, pero no
tengo ni idea de cómo aterricé en Baltimore. Esa es la triste honesta verdad de Dios.
Yo estaba dando tumbos por ahí sin ninguna idea de cómo dirigir la cosa.

Virginia suprimió el asombro que sentía por las habilidades del brujo,
manteniendo una expresión severa en su lugar. Él era, sin duda, poderoso. Y eso lo
hacía peligroso.

—Interesante —Reflexionó Barclay y miró a los reunidos—. ¿Alguna


pregunta?

Riona levantó la mano y Barclay asintió, por lo que ella preguntó.

— ¿El Guardián que vio a este brujo ha sido identificado, para que él pueda
corroborar esta historia?

Virginia se aclaró la garganta.

El complejo de Baltimore envió un mensaje a otros complejos preguntando


sobre este incidente. Es la razón por la que no fuimos notificados en primer lugar. Al
menos en otros complejos, los Guardianes siguen las reglas…

—Sí, Virginia —Interrumpió Barclay—. Somos muy conscientes de que las


reglas se han roto. Nos ocuparemos de eso más tarde —Él miró a Riona—. Para
volver a tu pregunta, Riona, creemos que un Guardián del complejo de Seattle será
capaz de confirmar la historia del brujo...

—El nombre sigue siendo Wesley —Dijo el prisionero.

Un jadeo colectivo recorrió al total de los reunidos. Nadie interrumpe al


Primus.

Barclay lo fulminó con la mirada, luego volvió su mirada hacia los miembros
del consejo.

—He enviado por el Guardián en cuestión. Él estará llegando en breve.


¿Cualquier otra pregunta antes de comenzar los debates?

Nadie habló.

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Barclay pulsó un botón sobre la mesa. Un momento más tarde, la puerta se
abrió y entró un guardia.

— ¿Primus?

—Encierra al prisionero.

El guardia se acercó, pero Wesley dio varios pasos hacia la mesa.

—Pero no me han oído todavía. Estoy aquí para proponer una posible alianza
entre vuestra raza y los Scanguards; ¡no me han permitido explicaros!

—Habrá tiempo para eso más tarde —Barclay miró al guardia de nuevo—.
Llévalo a su celda.

—Pero…

Por un momento, Virginia sintió una punzada de remordimiento al ver a


Wesley ser arrastrado. ¿Eran demasiado duros con él? ¿O Barclay tenía razón
ejerciendo una extrema precaución cuando se trataba del brujo?

Si tan solo supiera si se podría confiar en las palabras de Wesley.

O si él estaba logrando la mayor actuación que el mundo hubiera visto alguna


vez, engañándolos a todos.

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Capítulo Seis

Casi pasó una hora sin que el Consejo llegara a algún consenso. El guardián
de Seattle había venido y se había ido. Había confirmado que había visto a Wesley
colaborando con varios vampiros para sofocar a un grupo de vampiros renegados
que habían intentado inundar el mercado de drogas peligrosas. Creyendo que estas
drogas facilitaban el control mental a larga distancia, y que no deberían caer en
manos de los demonios, el guardián había aconsejado al brujo que destruyera las
drogas y todos los rastros de la operación de los vampiros. Una visita de seguimiento
a los bosques de Sonoma había confirmado que Wesley lo había hecho
efectivamente.

Esa noticia ayudó a aliviar las mentes de algunos de los miembros del consejo,
incluida Virginia.

Sin embargo, existía otra preocupación mucho mayor en la mente de todos.


Una preocupación que podría poner su propia existencia en riesgo: cómo el brujo
había sido capaz de usar el portal.

Nadie podía explicar cómo un hechizo podría superar los controles a prueba
de fallos del portal y permitir que alguien que no fuera un guardián lo usara. Las
suposiciones se plantearon y luego rechazaron. Sin embargo, una cosa estaba clara:
no podían permitir que el brujo se fuera por temor a que él pudiera enseñar a otros a
penetrar en sus defensas.

—Entonces, ¿qué hacemos con él? —Preguntó finalmente Cinead, el más


antiguo y uno de los miembros más sabios del consejo.

—De la forma en que lo veo, tenemos dos opciones: encerrarlo para siempre,
o bien matarlo —Proclamó Ian.

La última opción envió un escalofrío por la espalda de Virginia. Por mucho


que no confiara en Wesley, ¿realmente podía votar para matarlo? Nunca antes había
dudado en ejecutar a un prisionero si estuviera justificado, entonces, ¿por qué estaba

39
vacilando ahora? ¿De alguna manera él había logrado abrirse camino bajo su piel,
penetrando en sus defensas, tal y como había penetrado en el complejo?

—Hay una tercera opción —Dijo Barclay.

Virginia lo miró, al igual que los otros miembros del consejo.

— ¿Si?

—Lo dejamos ir y lo seguimos. Vigilamos a dónde nos lleva.

Inmediatamente, todos comenzaron a hablar. Virginia permaneció en


silencio. Si bien la sugerencia de Barclay era poco ortodoxa y peligrosa, sin embargo,
era factible. Era fácil para un miembro de su especie seguir a cualquiera; después de
todo, la invisibilidad se prestaba para esa tarea. Si alguien podría seguir a un brujo
sin ser descubierto, era un Guardián Invisible. Aún así, la idea era sumamente
peligrosa. Muchas cosas podían ir mal.

Las voces en la cámara se hicieron más fuertes, alcanzando un punto álgido.


Virginia se levantó de un salto, tratando de llamar la atención de los demás.

No tuvo éxito.

Porque algo más captó la atención de todos primero. Las luces


estroboscópicas repentinamente destellaron sobre sus cabezas, seguidas por un fuerte
y estridente sonido, que ahogó las conversaciones de la sala.

Una voz de computadora siguió.

—Intruso detectado. Violación de seguridad.

— ¡Joder! —Maldijo Virginia.

La alarma continuó.

—Intruso detectado. Violación de seguridad.

Todo el mundo saltó hacia arriba.

— ¡Iniciar el protocolo de seguridad! —Ordenó Barclay.

Las dobles puertas se abrieron de par en par y dos guardias entraron.

40
— ¡Un ataque demoniaco!

— ¿Eso ha sido confirmado? —Gritó Virginia al guardia que había hablado,


corriendo hacia él.

—Confirmado.

— ¿Cuántos?

—Aún no lo sabemos —Respondió el guardia, mientras el segundo emitía


órdenes—. ¡Miembros del Consejo, al portal, ahora!

— ¡Rápido! —Gritó Barclay.

Era esencial que el Consejo de los Nueve sobreviviera al ataque, pero Virginia
había sido una guerrera durante demasiado tiempo. Ella simplemente no podía huir.
Tenía que quedarse y luchar.

—Ve —Le dijo a Barclay—. ¡Me aseguraré que el brujo pague por esto!

Barclay agarró su brazo.

—No sabes que esto sea obra suya.

— ¡Despierta, Primus! Nadie ha violado nuestras defensas jamás antes. Y en


el momento que traigo el brujo aquí, ¿los demonios atacan? No es casualidad. Voy a
hacérselo pagar, aunque sea la última cosa que haga.

Virginia se soltó del agarre de Barclay y corrió hacia la salida del Consejo. Los
guardias estaban pululando por los pasillos, moviéndose en una dirección. Ella corrió
junto a ellos, se desvió hacia el siguiente pasillo, y luego bajó a la celda.

Había dejado que sus sentimientos, su irracional atracción física por un


maldito brujo, nublaran su juicio como un espejo empañado. Ella había estado lista
para ofrecerse voluntaria para seguirlo para averiguar lo que él hacía. Había estado
dispuesta a darle el beneficio de la duda. Pero ya no tenía dudas.

De alguna manera, Wesley Montgomery había llevado a los demonios a su


fortaleza.

Y por eso pagaría con su vida.

41
Virginia corrió más rápido, esperando que no fuera demasiado tarde,
esperando que los demonios no hubieran liberado a su cómplice de la celda de plomo.

Cuando se acercó, oyó la voz de Wesley haciendo eco en el pasillo.

— ¡Hey! ¿Qué está pasando? ¡Qué alguien me saque de aquí! —Gritó a través
de la rendija de la puerta—. ¿Alguien puede oírme?

—Yo puedo oírte —Murmuró para sí misma—. No te preocupes. Yo me


ocuparé de ti.

Con una mano sacó su daga de la vaina que llevaba en la cadera, con la otra
desbloqueó la puerta y tiró de ella para abrirla.

—Gracias a Dios que… —Su voz murió a mitad de la frase, su mirada fija en
la daga en su mano—. ¿Qué mierda? —Se tambaleó hacia atrás, más dentro de su
celda.

— ¡Condujiste a los demonios hacia nosotros! ¡Estás muerto, brujo! —Ella se


abalanzó sobre él, siguiéndolo en la celda de plomo. Un error, se dio cuenta
inmediatamente, pero estaba armada, y él no, y si ella era rápida sobre él…

— ¡Virginia, no lo hagas! —Gritó Wesley, levantando los brazos en defensa,


bloqueando la daga.

¡Mierda! No debería haber tenido problemas para matarlo de una estocada


bien dirigida.

Pero el plomo de la celda ya estaba empezando a drenar sus poderes


sobrenaturales. No importaba. Ella todavía lo mataría.

Nuevamente, arremetió contra él.

*****

42
Wesley esquivó lateralmente. Virginia quería hacerlo realmente. De verdad
quería matarlo. La daga en su mano decía eso. Y eso no fuera suficiente, sus ojos
arrojaban puro veneno.

— ¡Mierda, Virginia! ¡No quiero hacerte daño! —Aunque tenía que


defenderse.

— ¡Pero yo si quiero hacértelo a ti!

Él caminaba hacia atrás, y como dos luchadores en el ring, comenzaron a dar


vueltas uno alrededor del otro. De alguna manera, él tenía que hacer que ella lo
escuchara. Antes de que lograra clavar esa daga en su carne.

—Por favor, Virginia. Yo no he hecho nada.

—Condujiste a los demonios a nosotros. ¡Fuiste tú! —Siseó ella—. No podría


haber sido nadie más. No sé cómo lo hiciste. Pero lo hiciste.

— ¡No! Yo nunca te haría daño a ti, o a tu gente. Tienes que creerme.

— ¡Mentiroso!

Cargó hacia él, y él no tuvo más remedio que actuar. Desvió la daga, alzando
su brazo y empujándolo hacia ella, llevándola hacia atrás. El movimiento fue
sorprendentemente fácil, como si ella no se estuviera esforzando mucho. ¿Por qué no
estaba usando sus poderes sobrenaturales contra él? Podría haberlo aplastado
fácilmente contra la pared y haberlo inmovilizado allí, abrirlo con su daga sin
demasiado esfuerzo. ¿Qué la estaba frenando?

Cuando ella saltó hacia él otra vez, él logró agarrarle la mano de la daga,
envolviendo la suya alrededor de su muñeca y por lo tanto incapacitándola. Ella trató
de liberarse de él, pero falló.

Fue entonces cuando lo comprendió: la celda de plomo. Aiden tampoco había


querido entrar. ¿Qué había dicho? Algo sobre el plomo drenando su energía. Wes se
dio cuenta entonces: estar dentro de la celda debilitaba a Virginia. Eso significaba
que él tenía una oportunidad.

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— ¡Joder, Virginia! Para esto. No voy a hacerte daño — ¿Cómo era posible
eso cuando no quería hacer nada más que besarla?

—Nos traicionaste —Ella lo miró furiosa—. Eres hombre muerto.

Ella le dio un rodillazo en las bolas, un movimiento que no había visto venir.

— ¡Ugh!

Él se dobló. Claramente, incluso en su estado debilitado, ella todavía era una


respetable guerrera.

Él había perdido. ¡Mierda!

Tal vez debería haber hecho caso a la advertencia de su jefe. Pero había sido
arrogante, pensando que su encanto podría sacarlo de cualquier atolladero.
Aparentemente no era así. Estaba a punto de morir a manos de una mujer por la que
estaba cachondo. ¡Qué ironía!

Cuando escuchó un sonido, levantó la cabeza para mirar a los ojos de su


asesina. Pero Virginia giraba alrededor, mirando hacia la puerta de la celda. Una
figura la oscurecía.

— ¡Joder! —Maldijo Virginia.

Aunque Wes no podía ver el rostro del hombre, vio dos luces verdes
parpadeando donde sus ojos tenían que estar. De un tipo completamente diferente al
verde esmeralda de las motas en los ojos de Virginia. Un verde antinatural. Había
pasado suficiente tiempo con los guardianes en el complejo de Baltimore para saber
que aquellos eran los verdes ojos de un demonio… el único signo exterior de un
demonio.

Virginia ya estaba cargando hacia el atacante, daga en mano. El tipo era


enorme. Y aunque no era que Virginia fuera exactamente pequeña, sino esbelta y
claramente una guerrera bien entrenada, ella era más débil en el interior de la celda.
Era evidente. Lo que significaba que él no tenía más remedio que ayudarla a derrotar
al demonio o ambos morirían.

— ¡Mierda! —Wes gruñó y corrió detrás de ella.

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En la penumbra de la celda, Virginia estaba intercambiando golpes con el
demonio. Era evidente que su enemigo era más fuerte. De alguna manera Wes tenía
que tratar de desviar la atención del demonio para que ella pudiera pasar al otro lado
de él y lo atrajera fuera, donde volvería a ser más fuerte. Sólo podía esperar que una
vez fuera de la celda, su fuerza volviera inmediatamente, o ellos todavía estarían
jodidos.

— ¡Hey, cobarde, lucha contra alguien de tu tamaño! —Gritó Wes.

El insulto hizo que el demonio girara su cabeza para mirar a Wes. Con un
bufido desdeñoso, volvió su atención a Virginia. El segundo de esa distracción no
había hecho nada para mejorar su situación. Ella apenas podía mantener a raya a su
atacante, pateándolo, tratando de lanzar golpes y empujar con su daga en la mano.
En vano. El demonio entregaba golpe tras golpe.

— ¡Mierda!

Con un grito parecido a un grito de guerra indio, Wesley saltó y pateó con la
pierna elevada donde conectaba con el antebrazo del demonio, impidiéndole que
propulsara su daga en el pecho de Virginia. Pero, en lugar de perder su agarre sobre
el arma, el animal se giró y arremetió contra Wes.

— ¡Ah, mierda! —Wes se lanzó en picado hacia la izquierda, fuera del camino
del demonio apenas un segundo demasiado pronto, dando tumbos y rodando.
Encontró su equilibrio un momento después de nuevo, y se giró, con los brazos
abiertos, las piernas en posición de combate, pero el demonio ya había perdido el
interés y estaba atacando a Virginia de nuevo.

Wes vio al demonio lanzándola contra la pared e ir tras ella.

Algo aturdida, Virginia intentó aterrizar sobre sus pies, pero falló. Su daga
cayó al suelo de piedra y ella intentó alcanzarla. El demonio llegó primero, su pie
aterrizando en la empuñadura de la daga.

Virginia alzó su cabeza, mirando al demonio.

—Mierda.

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— ¡A la mierda todo! —Gruñó Wes y saltó al demonio por detrás,
envolviendo sus brazos alrededor del cuello del tipo en un intento de estrangularlo.
Pero el imbécil era demasiado fuerte. Wes solo podía aferrarse por su vida mientras
el demonio intentaba sacudírselo de encima.

— ¡Sal de la celda, Virginia! ¡Corre! —Gritó, justo cuando el demonio


consiguió separar los brazos de Wes de él y lo arrojó a una esquina.

Inmediatamente, el demonio corrió directo tras Virginia, que estaba corriendo


por el pasillo.

Con la puerta ahora libre de cualquier obstrucción, la luz del corredor reflejó
brevemente algo en el piso. Wes giró su cabeza hacia eso. La daga. Virginia no había
conseguido cogerla. Y sin un arma, no tendría ninguna posibilidad contra el
demonio.

Wes se puso de pie, agarró la daga y salió de la celda.

Lo que vio casi detuvo su corazón. El demonio tenía a Virginia inmovilizada


en el suelo. Ella estaba luchando, pateando y dando puñetazos para salvar su vida,
pero la daga de su atacante se estaba acercando más y más a su cuello. ¿Cuánto
tiempo más podría detenerlo?

Wes arremetió contra el demonio, apuntando con su pie a la cabeza del demonio,
pateando como David Beckham4. El demonio quebró la cabeza a un lado, y el
impulso lo lanzó a un lado, levantándolo de Virginia. Pero Wes sabía que el tipo no
estaba derrotado todavía. Saltó sobre él y hundió la daga de Virginia en el corazón
del demonio. Retorciéndola. Metiéndola más profundo.

— ¡Vete al infierno!

Respirando con dificultad, aún encima del demonio, que ahora estaba
gorgoteando impotente, Wes vio sangre verde derramándose por la herida.
Asqueado, se levantó de un salto antes de que el vil líquido pudiera mancharlo.

Sin apartar la vista del demonio moribundo, Wes preguntó:

4
David Beckham: Famoso futbolista.

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— ¿Estás bien, Virginia?

La escuchó ponerse en pie y echó un vistazo en su dirección. Ella parecía ilesa.

—Háblame, Virginia.

Ella caminó hacia él, inestable al principio.

—Mataste al demonio.

Wes miró a la criatura. Ya no se movía. No había sonido. Ningún aliento.


Sólo la sangre verde manchaba el suelo de piedra, la empuñadura de la daga
sobresaliendo de su pecho.

—Sí, está muerto.

— ¿Por qué lo mataste?

Wes la miró interrogantemente.

— ¿Qué diablos?

—Si esto es una artimaña para hacer que yo confíe en ti…

— ¿Una artimaña?

—Sí, para salvarme de un demonio, y así creeré que no estás trabajando con
ellos.

Por un instante, él se quedó allí congelado en aturdida incredulidad. Luego


sacudió la cabeza y levantó los brazos en derrota.

— ¿Sabes qué, Virginia? Me rindo. No se me ocurre nada más. Termina,


mátame. Haz lo que quieras conmigo, porque, evidentemente, no importará lo que
haga, salvar tu pellejo, arriesgar mi vida por ti, o cualquier otra cosa… tú nunca me
creerás de todos modos. Sólo termina con mi miseria.

De repente, ella lo agarró y lo presionó contra la pared, anclándolo allí.

Él se reunió con su mirada penetrante, intentando leer sus intenciones.

— ¿Virginia?

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— ¡Cállate, brujo!

Sus labios se encontraron con los suyos una fracción de segundo más tarde,
paralizándolo. Por un momento, él no pudo reaccionar, estaba demasiado
sorprendido por la acción de ella. Entonces sus instintos se hicieron cargo, y él
envolvió sus brazos alrededor de ella, sosteniéndola a él. Devolviendo su beso.
Entonces él separó su boca de la suya.

—El nombre todavía es Wesley.

Él no le dio tiempo para responder. En cambio, inclinó sus labios sobre su


boca y tomó lo que él había querido desde el primer momento que había puesto sus
ojos en ella. Sus labios se suavizaron bajo su demanda y se separaron para aceptar su
invasión.

Virginia era diferente de lo que se esperaba. La dura guerrera con la voluntad


de acero había desaparecido. En su lugar había una mujer que moldeaba su tentador
cuerpo como si su vida dependiera de ello. Como si ella se sometiera a él sin
cuestionarlo.

Sus labios sabían a hambre, su lengua a necesidad y su aliento a deseo. Con


cada deslizamiento de su lengua contra la de ella, con cada pase contra sus dientes,
cada presión de sus labios contra los de ella, el fuego dentro de él se intensificó. Él
había besado a muchas mujeres, dormido con más de las que podía recordar, pero
rara vez había una mujer que encendió esa necesidad en él. O despertó su polla tan
rápidamente. Porque, chico, estaba duro.

Wes deslizó su mano hacia el trasero cubierto de cuero de Virginia y la


sacudió contra su erección, necesitando mostrarle lo que le hacía. Ella gimió en su
boca, una reacción que acogió con satisfacción. Tal vez finalmente ella estaba
aceptando que no tenía intención de lastimarla. Que sus intenciones eran de un
carácter totalmente diferente, y que los involucraba a ambos estando desnudos y
metidos en una batalla totalmente diferente: la batalla de quien haría correr a quien
primero.

¿Y por qué no comenzar con la ropa puesta? Decidido a hacer que esta
atrevida pelirroja se rindiera ante él en todos los sentidos, Wes la agarró por el culo

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con ambas manos y le frotó la polla contra el centro. Incluso a través de sus
pantalones de cuero podía sentir su calor.

Virginia era más apasionada de lo que él había esperado, incluso para una
pelirroja. Ella era fuego personificado. Caliente al tacto. Chisporroteando. Nada
podría detenerlo ahora. A él no le importaba lo que tomara, pero hacer que Virginia
llegara al clímax en sus brazos era ahora su misión. No importaba que estuvieran en
un pasillo, con un demonio muerto yaciendo a sus pies, donde cualquiera podría
encontrarlos. No podía perder esta oportunidad. Tenía que mostrarle a Virginia que
podía confiar en él. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que mostrarle qué placer podía
darle a ella?

Bip-bip-bip.

El sonido agudo casi perforó su tímpano.

Bip-bip-bip.

—Evacuación —Una voz de ordenador anunció desde algún lugar en el techo.

Virginia dejó de moverse contra él y arrancó sus labios de los suyos.

— ¡Mierda!

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Capítulo Siete

Virginia dio un rápido empujón a Wesley, forzándolo a liberarla. Ella había


estado a unos treinta segundos de correrse y le había tomado casi dos segundos el
darse cuenta de lo que significaba el pitido, tan aturdida como estaba.

— ¿Qué está pasando? —Preguntó Wesley, sus ojos recorriendo el pasillo de


arriba abajo, luego regresando a ella—. Virginia, ¿qué es esto?

—Autodestrucción. El complejo va a estallar —Ella lo agarró del brazo y lo


arrastró con ella—. ¡Corre!

— ¡Joder! —Maldijo y corrió junto a ella por el largo pasillo.

—Tenemos que llegar al portal —dijo ella, señalando hacia donde el pasillo
se cruzaba con otro—. ¡En esa dirección!

— ¡Evacuación! —Repitió la voz de la computadora.

— ¿Cuánto tiempo tenemos? —Preguntó Wes mientras corrían por el


siguiente pasillo.

—No lo sé. Tal vez treinta segundos —Apenas el tiempo suficiente para salir.

Justo entonces, la voz de la computadora anunció:

—Quince segundos hasta la detonación.

—Supongo que son quince segundos —Se corrigió ella misma. Aún menos
posibilidades de conseguirlo.

—Y yo preocupándome por no tener el tiempo suficiente —Respondió Wes


secamente.

— ¡Baja las escaleras! —Gritó Virginia.

Ella corrió por delante, Wes a sus talones. Cuando llegaron al rellano, ni
siquiera rompió el paso y se lanzó contra la pared a sólo tres metros de distancia.

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—Diez segundos para la detonación —La voz del ordenador se burló de ella.

Lo único que identificaba el portal era una antigua daga tallada en la pared de
piedra.

—Nueve —Continuó la cuenta regresiva.

Ella golpeó con su mano la daga tallada y sintió el calor acumularse por
debajo de su palma.

—Ocho.

El portal la reconoció, pero todo parecía precisar más tiempo de lo habitual.

—Siete.

Ella miró sobre su hombro, viendo con alivio que Wes había llegado a ella.

—Seis.

Finalmente, el muro desapareció. El portal se abrió.

—Cinco.

Virginia agarró a Wesley del brazo y lo arrastró dentro con ella.

—Cuatro.

—Hagas lo que hagas, agárrate a mí. No me sueltes —Ella lo instó.

—De ninguna manera.

Ella quiso cerrar el portal, pero por alguna razón no lo hizo.

— ¡Mierda!

—Tres.

Se concentró nuevamente, tomando una respiración profunda esta vez,


tratando de despejar su mente.

—Dos.

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De repente estuvo oscuro a su alrededor. Ella lanzó un suspiro de alivio. El
portal se había cerrado.

El siguiente sonido fue acallado, pero incluso a través del portal cerrado, ella
todavía pudo oír.

—Uno.

Sintió que Wesley la agarraba con más fuerza, con un brazo alrededor de su
cintura, uno agarrando su bíceps. Ignorando su presencia por un momento, quiso
que su mente se concentrara en su destino. Lejos de los demonios, alejados del
complejo que había sido comprometido.

La explosión golpeó con tal fuerza que las paredes del portal temblaron. Ella
fue lanzada por el aire. El brazo de Wesley alrededor de su cintura se deslizó. Presa
del pánico alcanzó hacia él, colgando ambos brazos a su alrededor para aferrarse a
él. Sintió que él hacía lo mismo, envolviendo sus brazos alrededor de ella como una
prensa.

Otra explosión sacudió el portal. Abriendo grietas en los muros de piedra.

— ¡Mierda! —Maldijo ella.

Entonces el portal entero pareció elevarse en el aire, lanzándose como un


guijarro en un deslizamiento de rocas. Todo lo que pudo hacer fue aferrarse a Wesley
y esperar que sobrevivieran.

¡Malditos demonios! Si ella pudiera, iría directamente a la guarida de los


demonios y masacraría a todos y a cada uno de ellos.

—Si vamos a morir, sólo quería que supieras que nunca he tenido un mejor
beso —Dijo Wesley de repente.

Las lágrimas subieron a sus ojos y a pesar de lo peligroso de la situación, ella


logró enterrar su cara en el hueco del cuello de él.

—Oh, Wes, yo…

La sensación de caída libre repentina cortó sus palabras e hizo que un grito
surgiera de sus labios.

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— ¡Aaaaaahhh! —Gritó Wes.

El impacto la dejó sin aliento y la arrancó de los brazos de Wesley. Ella había
aterrizado en una roca dura, gimiendo de dolor. Al menos eso significaba que estaba
viva.

—¿Wesley? —Alzó su cabeza, buscándolo.

Él estaba a solo unos metros de ella. También había aterrizado en un terreno


rocoso. Estaba oscuro, aunque un destello de luz brillaba a través de una grieta en su
entorno de piedra. ¿Todavía estaban en las ruinas del complejo del consejo? ¿O lo
habían logrado? Intentó orientarse, pero la explosión claramente había destruido
todo el complejo y dejado sólo un montón de piedras.

Wesley de repente levantó su cabeza.

— ¿Lo logramos? —Le se dio unas palmaditas en el pecho y muslos—. ¿Estás


herida?

Ella sacudió la cabeza.

—Estoy bien. ¿Te rompiste algo?

Él se sentó y gimió.

—No lo creo. ¿Dónde estamos? —Él miró a su alrededor y, a continuación,


miró en dirección a la fuente de luz.

—Todavía no estoy segura —Miró más de cerca las formaciones rocosas que
los rodeaban, luego dejó que su mano se deslizara sobre una superficie oscura y lisa—
. Roca de lava —Por lo que ella sabía, el complejo del consejo estaba construido sobre
piedra caliza. Nunca había mencionado nunca sobre roca de lava—. Esto es muy
extraño.

— ¿Qué? —Wesley sonó instantáneamente alarmado.

—Toca la piedra.

Él se encogió de hombros.

— ¿Qué se supone que tengo que sentir?

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—Es lava que se ha endurecido hasta roca —Estaba segura de eso ahora—.
Ya no estamos en el complejo del consejo.

—Bueno, supongo que es una buena noticia. Lo logramos —Él se acercó—.


Gracias a ti.

—No me lo agradezcas todavía —Se tambaleó sobre sus pies, y sintió algunas
molestias y dolores. Nada que no sanaría rápidamente.

Dio unos pasos hacia la gran roca, cuando escuchó a Wes levantarse y unirse
a ella. Él la tomó de un brazo.

—Espera.

Virginia miró por encima del hombro.

—Descubriremos dónde estamos, juntos —Sonrió—. No te vas a deshacer de


mí tan fácilmente.

—No estaba tratando…

—Lo sé —La interrumpió y soltó su brazo, solo para tomar su mano y


entrelazar sus dedos con los de ella.

Por primera vez en mucho tiempo, se alegraba de no estar sola. Se cortó a si


misma de decir eso en voz alta. ¿Se había golpeado en la cabeza o era el beso de
Wesley lo que la había vuelto emocional y suave? ¡Maldita sea, era una guerrera, no
una damisela en apuros! Tenía que controlarse antes de decir algo de lo que más tarde
podría arrepentirse.

Ella señaló la roca.

—Vamos a ver de dónde proviene esa luz —Se dirigió hacia ella, Wes a su
lado, fingiendo no darse cuenta de que todavía estaba sosteniendo su mano.

La roca era más alta que ella en aproximadamente cincuenta centímetros y


tan ancha como la puerta de un garaje. Aminoró sus pasos, hizo contacto visual con
Wesley y se llevó el dedo índice a sus labios. Él asintió con la cabeza.

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Con cuidado de no hacer ni un sonido, ella se deslizó por un lado y miró más
allá de la roca. Un camino serpenteaba a través de una formación de rocas. Miró
hacia arriba. El techo estaba hecho de piedra, aunque no podría llamarlo un techo.
Parecía algo natural, no hecho por el hombre. Una especie de túnel.

La luz procedía de llamas que parecían dispararse a través de las grietas de la


roca. Detrás de ella, Wesley se movió y metió la cabeza a su lado. Lo sintió inhalar
audiblemente y su propia nariz picó al mismo tiempo.

—Azufre —Le susurró en el oído.

Ella lo había reconocido también. La preocupación bajó por su columna


vertebral. Volteó la cabeza para mirar a Wes y le hizo una seña para que la siguiera.
Pisando suavemente, con cuidado de no hacer ni un sonido en el cavernoso camino,
su mirada vigilando. Buscó indicios que podrían ayudarla a averiguar dónde estaban,
pero no había ninguno. No había marcas en las paredes, ni runas, nada.

El hedor a azufre se hizo más fuerte.

En algún lugar en la distancia oyó un rumor. Ella se congeló


instantáneamente. Wes la abrazó por detrás y tiró de ella contra su pecho. Antes de
que ella pudiera protestar, escuchó algo más: pisadas. Más de una persona que se
estaban acercando.

—Por aquí —Wes susurró en su oído e intentó llevarla en dirección opuesta.

Ella sacudió la cabeza, retorciéndose en sus brazos y lo presionó contra la


pared y, a continuación, colocó su mano contra su boca. No había tiempo para
escapar. Si ella podía escuchar los pasos, quien se acercara podría oírlos. Quizás ya
lo habían hecho.

Todo lo que podía hacer era quedarse donde estaban.

Y hacer que Wesley y a ella misma fueran invisibles.

Justo a tiempo, cuando lo logró. Porque los tres hombres que caminaban
hacia ellos no eran humanos.

A la tenue luz de la caverna, sus ojos verdes brillaban. El verde demoníaco.

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Capítulo Ocho

Wesley quería maldecir. Dos cosas le impedían hacerlo: la mano apretada de


Virginia sobre su boca, y saber que él no debía hacer ni un solo sonido, o eso
significaría que estarían muertos. Porque ahora estaba claro como el cristal donde
habían aterrizado: en el Inframundo.

Los pocos días que había pasado con los guardianes en el complejo de
Baltimore, le habían dado un conocimiento en general del mundo de los Demonios
del Miedo y qué papel jugaban los Guardianes Invisibles en él. El resto podría
armarlo solo.

Azufre, no solo el olor, sino también la fina capa amarilla que cubría partes
de las paredes de lava hasta el suelo, y tipos con ojos verdes brillantes. Sip, bienvenido
al Inframundo de Zoltan. De la sartén al fuego eterno. Su día había acabado de dar
un giro para peor. Sólo podía esperar que los poderes de Virginia funcionaran aquí
abajo, y que ella pudiera cubrirlos para que los demonios siguieran adelante.
Seguramente ese era su plan, aunque él no sintió nada diferente, y todavía podía
verla. Pero no hubo tiempo para preguntarle y obtener algo de seguridad. Todo lo
que podía hacer era quedarse allí como una planta en una maceta y esperar lo mejor.

No era su pasatiempo favorito.

Aunque no se iba a quejar de una cosa: el cuerpo de Virginia se apretaba


contra el suyo, sus suaves dedos sobre sus labios. Si bien esto no era un abrazo
romántico, al menos saber que ella estaba tratando de protegerlo lo hizo sentir algo
mejor sobre su situación.

Conteniendo la respiración, Wes miró acercarse a los tres demonios. Llevaban


dagas en sus manos y en sus caderas, sus ropas no diferentes de la de cualquier grupo
de guerrilleros: pantalones de trabajo marrón o verde oscuro, camisas con un montón
de cuchillos, armas y cosas por el estilo, chaquetas con todavía más bolsillos, botas
pesadas para patear la mierda de cualquiera, o para aplastar a un roedor bajo sus
plantas.

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Aparte de sus ojos, parecían humanoides. Solo un montón de escoria humana
común y corriente. Y eso es exactamente lo que habían sido antes de convertirse en
demonios, Aiden le había explicado eso unos días antes. Cometer un acto malvado
en el nombre de los demonios volvía el alma de un humano en tan oscura que los
demonios podrían hacerla suya, convirtiendo al humano en un demonio.

Wes se estremeció ante el pensamiento.

Cuando los demonios estaban a solo unos metros de distancia, Wes


instintivamente puso su brazo alrededor de la espalda de Virginia, acercándola aún
más, como si pudiera protegerla de esa manera. Sabía que no podía, pero eso no le
impedía abrazarla.

Sin siquiera mirarlos a él y a Virginia, los demonios pasaron junto a ellos. Wes
volvió su cabeza para verlos desaparecer en la otra dirección, pero no se atrevió a
respirar hasta que finalmente, después de una eternidad, ya no podía oír sus pasos.

Volvió a mirar a Virginia, y solo entonces se dio cuenta que ella le había
quitado la mano de la boca.

Ella tragó saliva.

—Estamos en los dominios de los demonios.

—No fastidies —Murmuró manteniendo la voz baja—. ¿Qué vamos a hacer


ahora?

— ¡Bueno, dímelo tú! —Espetó ella y se liberó de su abrazo—. Yo no hice


nada para traernos aquí. Tú debes haber hecho algo cuando estábamos en el portal.

— ¿Qué? —Dijo—. ¡Tú lo estabas manejando! ¡Así que no me metas a mí en


eso!

—Tú debes haber hecho algo. Ningún miembro de nuestra raza ha entrado en
el Inframundo —Lo miró con sospecha.

— ¡Bueno, eso es genial! Protejo tu culo allí en el complejo y…

—Entonces, ¿cuál era tu plan? ¿Librarme de los demonios?

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— ¿Mi plan? —La agarró y presionó contra la pared de piedra—. Mi plan era
follarte, ¿de acuerdo? Mi plan era desnudarte y hundir mi polla dentro de ti, hasta
que ni tú ni yo pudiéramos mover otra extremidad. ¿Cuándo vas a comprender eso
en tu linda cabecita? Soy un hombre y estoy loco por ti. Quizás esto es estúpido.
Quizás va a costarme la vida. Pero, ¡por Dios, no tengo ningún otro motivo distinto
a meterme dentro de tus pantalones! —La soltó y se apartó de la pared—. ¡Y ahora
quiero largarme como el infierno fuera de aquí antes de que esos malditos demonios
nos encuentren y nos maten!

—Entonces tú realmente…

La cortó con una fulminante mirada.

Virginia asintió rápidamente.

—Bueno, vamos a buscar una salida. Tal vez tú puedes comenzar haciendo
algo por tu parte echando mano a la brujería.

— ¿Mi brujería? —El frunció el ceño—. Pero… —Fue ahí cuando le golpeó.
Miró a su alrededor. No se podían ver ninguna runa en ningún sitio. Las runas
talladas en las paredes, suelos y techos del recinto habían bloqueado su brujería, pero
aquí abajo, no vio nada que le impidiera acceder a sus poderes.

Él sonrió.

— ¡Excelente! —De repente notó como Virginia se apartó de él. Bufando,


rodó sus ojos—. Uno de estos días aprenderás a confiar en mí —Le ofreció su mano,
con la palma hacia arriba—. ¿No he puesto mis cartas sobre la mesa? La única cosa
que tienes que temer de mí es que intente besarte de nuevo. Aparte de eso, estás a
salvo —Sonrió socarronamente.

El rubor subió a las mejillas de ella, luego puso su mano en la de él.

— ¿Puedes mantenernos cubiertos?

Ella asintió con la cabeza.

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—Sí. Tendré que tocarte. Podría hacerlo con mi mente, pero se necesita más
energía. Y me gustaría guardarla para en caso de que nos descubran y necesitemos
luchar.

Él levantó una ceja sonriendo.

—No tengo ningún problema en que me toques.

Ahora fue su turno para poner los ojos en blanco.

¡Como si ella no hubiera disfrutado tanto el beso como él! Ella había gemido
de placer para que todo el mundo lo oyera, y la forma en que había apretado su pelvis
contra él, no había sido precisamente casta. Ella lo había deseado. Lo deseaba. Pero
Wes mantuvo el pensamiento para sí mismo. Era mejor no cabrearla más.

En cambio, dijo:

—Vamos. Necesito realizar un hechizo de guía para encontrar la salida.

— ¿No puedes hacerlo aquí?

Él sacudió la cabeza.

—Necesito una fuente de agua. La energía de los brujos proviene de los


elementos. El mío proviene del agua, y en caso de ausencia de cualquiera de mis
otras herramientas, es la única cosa que me dará suficiente energía para realizar un
hechizo —Miró hacia el corredor.

— ¿Cómo vas a encontrar una fuente de agua aquí abajo?

—Encontramos piedra caliza, encontramos agua. No toda la roca aquí abajo


es lava. Mantengamos nuestros ojos y oídos muy abiertos. Tiene que haber acuíferos
en algún lugar, ríos subterráneos o manantiales. Cualquier fuente de agua servirá.

De la mano, comenzaron a caminar.

—Y puedes estar segura de que somos invisibles, ¿verdad? —Preguntó,


mirándola.

Ella asintió.

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—Simplemente es, es algo extraño que todavía puedo verte —Hizo un gesto
hacia su propio cuerpo—. Y a mí mismo.

—Hay diferentes grados de ocultación. ¿Te gustaría verlo?

Antes de que él pudiera responder. Virginia desapareció frente a sus ojos.

— ¡Que me jodan! —Se sorprendió. Él tiró de su mano para atraerla hacia él.
Luego pasó sus manos sobre ella.

— ¿Qué está haciendo? —Siseó ella y empujó contra él, liberándose.

—Solo estaba comprobando que todavía estabas aquí.

De repente, Virginia volvió a ser visible de nuevo, probablemente sólo para


poder fulminarlo con la mirada.

— ¿Qué tal si empiezas a confiar en mí también?

Él sonrió.

— ¿Qué te hace pensar que es un problema de confianza? ¿Qué pasaría si


simplemente estaba tomando la oportunidad de manosear un poco?

El golpe que siguió en las costillas no fue del todo inesperado. Sin embargo,
lo fue el hecho de que Virginia no usara su fuerza sobrenatural para hacerle daño.

60
Capítulo Nueve

En sus habitaciones privadas, Zoltan respiró ante el dolor paralizante que


asaltó su cabeza. Los ataques de migraña estaban empeorando. Había tenido suerte
esta vez; cuando el dolor había aflorado, había estado ya de camino a sus cuartos
privados, y había llegado justo a tiempo, antes de que él colapsara en su cama.

Ahora, medida hora más tarde, se sentía agotado y sabía que tenía que ir
arriba, al mundo humano, para reponer su energía y alimentarse del miedo de un ser
humano, para que ninguno de sus súbditos se diera cuenta de que algo andaba mal
con su líder. Porque una vez que lo hicieran, las hienas lo atacarían. Un líder débil,
sin importar si la debilidad era física o mental, era un líder muerto.

Zoltan metió sus hombros en un abrigo, se armó de dos dagas, una escondida
en su bolsillo interior, una en su bota, y dejó su habitación. Mientras caminaba hacia
uno de los círculos de vórtices, los únicos lugares del Inframundo donde podía
conjurar un portal que lo llevaría al mundo humano, contempló sus opciones.

Era hora de prepararse para lo peor. Necesitaba un plan de escape en caso de


que su aflicción fuera vista por alguien alguna vez. Que nadie, ni siquiera Vintoq, su
más cercano confidente conocía. Un lugar seguro en algún punto en el mundo
humano, donde él podría desaparecer cuando las cosas se pusieran muy calientes en
el Inframundo.

Una vez que terminara de alimentarse del miedo de un ser humano, del miedo
que lo volvería a hacer fuerte otra vez, él se pondría a ello de inmediato.

Antes de llegar al círculo de vórtices, una cueva donde se reunían seis túneles,
Zoltan sabía que algo andaba mal. Yannick, el demonio que supervisaba todos los
círculos de vórtices, estaba discutiendo con uno de sus subordinados.

— ¿Qué pasa? —Tronó Zoltan.

Ambos demonios se dieron la vuelta para mirarlo, inclinando sus cabezas


brevemente en muestra de sumisión.

61
Entonces Yannick dijo:

—Nada importante. Ha habido una perturbación en el campo de fuerza.

— ¿Qué tipo de perturbación? —Preguntó Zoltan.

—Solo una llamarada, del mismo tipo que sucede cuando conjuramos
nuestros vórtices.

Zoltan hizo un movimiento desdeñoso con su mano. No estaba de humor


para escuchar sobre problemas que sus subalternos deberían resolver por sí mismos.

—Entonces probablemente fue solo eso: alguien conjurando un vórtice.

Zoltan dio un paso hacia el centro del círculo, pero el otro demonio se puso
frente a él.

—Con todo el debido respeto, oh, Gran Uno…

Zoltan lo fulminó con la mirada.

— ¿Cuál es tu nombre?

—Quentin, oh, Gran Uno.

Agarró bruscamente al demonio insolente por el cuello.

—Entonces quítate de mi camino, Quentin. O te aplastaré con mis propias


manos.

—Pero el campo de fuerza no estaba centrado en uno de los círculos de


vórtices —La voz del demonio temblaba.

— ¿Qué?

Quentin hizo un gesto a Yannick.

—Estaba tratando de explicarle a Yannick que la perturbación vino de otra


parte.

Zoltan giró su cabeza hacia Yannick.

— ¿Es eso verdad?

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—No puede ser —Dijo Yannick—. Es imposible. Ningún demonio puede
convocar un vórtice fuera de los círculos de vórtice. Y los he revisado todos. Todos
los guardias fueron unánimes. Nadie abrió un vórtice durante el período que Quentin
afirma haber sentido la perturbación. Guardo registros meticulosos.

Zoltan asintió con la cabeza. Tal como él le había pedido a Yannick que
hiciera, podía vigilar de cerca los movimientos de sus demonios. Lo que significaba
que algo estaba muy mal. Se volvió hacia Quentin.

— ¿Dónde crees que ocurrió la perturbación?

Quentin señaló a uno de los túneles.

—Vino de allí. Estoy seguro.

— ¿Cómo lo sabes?

—Hubo un sonido que lo acompañó. Y una onda de choque —Señaló a un


nicho de la pared. Contenía un portapapeles con papeles—. La documentación
comenzó a revolotear.

Ya que no había viento en los túneles, el aire sólo podía ser provocado por un
par de cosas: un vórtice al ser conjurado, un demonio corriendo en los túneles, o una
la onda de una explosión.

—Ven conmigo —Ordenó Zoltan—. Muéstrame dónde crees que sucedió —


Miró sobre su hombro a Yannick—. Mientras tanto tú debes proteger el círculo.

Yannick asintió obedientemente, y Zoltan, seguido del otro demonio entró en


el túnel que había señalado.

— ¿Has visto salir a alguien de este túnel hoy? —Preguntó Zoltan, mientas
dejaba que su mirada vagara, buscando algo que pareciera fuera de lo común.

—Empecé mi turno sólo hace una hora. Pero no he visto a nadie desde que
sentí la perturbación — Hizo una señal a un cruce en el túnel unos metros por
delante—. Si alguien quería evitar pasar delante de mí, podría haber utilizado uno de
los otros túneles.

—Hmm.

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Un túnel cruzaba con el que Zoltan estaba usando. Quentin lo pasó y Zoltan
continuó tras él. Las llamas que salían de varias grietas a lo largo de las paredes de
piedra lanzaban sombras misteriosas en las paredes y techos. El olor a azufre era
particularmente fuerte en los túneles donde el olor no tenía otro sitio para escapar.

—Debe haber sido en algún lugar por aquí —Anunció repentinamente


Quentin y miró por encima de su hombro.

— ¿Qué te hace decir eso?

—Aquí hay un olor diferente.

Zoltan olfateó el aire a su alrededor.

— ¿Qué es eso?

—Creo que almendras.

El olor a almendras, era muy distintivo ahora. Y más fuerte a su izquierda.


Zoltan se orientó en el sentido en que su nariz lo estaba llevando. Observó una gran
roca y una estrecha abertura junto a ella. Olió de nuevo.

Si bien la mayoría de los explosivos modernos no tenían un olor distinguible,


sabía que había uno que tenía un olor característico a almendras: el Nobel 808, un
explosivo que nadie en el mundo moderno usaba ya. Pero entonces, él sabía que una
especie no había ido exactamente con los tiempos. Una especia seguía luchando con
armas antiguas. ¿Qué pasaría si todavía estuvieran usando un explosivo viejo?

—Ve por allí y dime lo que ves —Zoltan mandó a subalterno.

Quentin hizo lo que le dijeron y se deslizó a través de la abertura. Un


momento más tarde, dijo:

—No hay nada, o, Gran Uno. Solo algunos escombros.

— ¿Cualquier signo de explosivos?

—Ninguno, oh, Gran Uno.

Tranquilo porque sería seguro entrar en la cueva oculta, una de tantas en el


Inframundo, Zoltan entró a través de la abertura. Estaba oscuro allí, así que metió la

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mano en su bolsillo, y sacó un fósforo, luego lo pasó a lo largo de la roca. Se encendió
e iluminó el espacio.

Sus ojos registraron el suelo. Huellas. Se arrodilló. Parecían ser frescas. Dos pares de
botas al menos. Dos personas.

—Mira a tu alrededor, Quentin —Ordenó Zoltan—. Alguien estuvo aquí no


hace mucho tiempo.

Notó que Quentin también encendió un fósforo, mientras el suyo ardía hasta
su dedo. Lo tiró y encendió otro nuevo.

—Oh, Gran Uno, aquí.

Zoltan giró y alcanzó el objeto que su siervo le entregó.

— ¿Un botón? —Lo acercó a sus ojos y lo examinó. Era de plata, y cuando lo
inclinó lo justo, la luz del fósforo trazó una imagen visible: una daga.

Una daga que no tuvo problemas en reconocer. Había sido herido por dagas
como ésta a menudo. Las dagas de los Guardianes Invisibles.

La furia corrió a través de él. Estaban aquí. Habían entrado en sus dominios.
Cómo, no lo sabía. Pero estaba seguro de que eran ellos.

—Alerta a todo el mundo.

Quentin lo miró sin comprender.

—Tenemos intrusos —Intrusos que podían hacerse invisibles. Probablemente


estaban vagando por su Inframundo en este momento, explorando como estaba
trazado, buscando puntos débiles, puntos que pudieran atacar. Pero ni siquiera sus
poderes de camuflaje los ayudarían a evadir el arma que estaba a punto de desatar.

— ¡Trae los perros!

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Capítulo Diez

Habían caminado por un laberinto de innumerables túneles que parecían


todos iguales. Virginia había perdido la pista de la dirección a la que se dirigían,
habían girado a la izquierda y derecha, y habían regresado a callejones sin salida
tantas veces. Por todo lo que sabían, habían vuelto al mismo lugar donde habían
empezado.

Cada vez que habían escuchado voces u otros sonidos, Wesley la había
arrastrado en otra dirección, claramente queriendo evitar otro encuentro demoníaco.
Pero, ¿y si se estaban yendo demasiado lejos? ¿Qué pasaría si la razón por la que no
había venido ningún otro demonio en la última media hora era porque estaban
caminando hacia un área que los demonios evitaban? ¿Y si no había agua en esta
dirección? Sin duda, los demonios se congregaban alrededor de fuentes de agua en
este hoyo del infierno, ya que también la necesitaban para sobrevivir.

—Tenemos que dar la vuelta —Dijo en voz baja pero firme.

Wesley la miró, pero continuó caminando. Ella tiró de su mano y se detuvo,


obligándole a hacer lo mismo. Con un suspiro, se puso frente a ella.

— ¿Qué?

—Nunca encontraremos agua aquí. Si hay alguna, será donde estén los
demonios. Deben tener cuevas en las que vivan. Tiene que haber agua allí —Señaló
al oscuro pasillo por delante—. Allí abajo no hay nada.

—Entonces, ¿qué sugieres? —Se pasó una mano por el pelo—. Si regresamos,
nuestras posibilidades de ser descubiertos aumentan exponencialmente. Finalmente
nos oirán, incluso si no pueden vernos. ¿Y entonces qué? No tenemos armas. ¿O
quieres que le lancemos piedras y esperar que podamos eliminar a unos cuantos como
David acabó con Goliath?

Ella sopló un aliento a través de sus orificios nasales.

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—Desearía que fuera así de fácil, pero solo las armas forjadas en los Días
Oscuros pueden matar a un demonio —Señaló su funda vacía—. Y yo perdí la mía.

—Lo sé. Escucha, sé cómo te sientes.

Ella levantó una ceja. ¿Cómo podía saber cómo se sentía?

—No está en tu naturaleza evitar una pelea, pero estamos superados en


número, desarmados y sin estar preparados —Dijo Wesley, y en parte, tenía razón.

—Ningún otro miembro de mi raza ha entrado en el Inframundo. Esta es una


oportunidad que quizás nunca vuelva a tener. Esta es quizás la única oportunidad
que tendré de conseguir entrar en el interior de la boca de nuestro archienemigo. Tal
vez encontrar una manera de destruirlos de una vez por todas.

Wes negó con la cabeza con vehemencia.

—No tenemos ni idea de con lo que estamos tratando aquí. Meternos en una
expedición de espionaje es demasiado peligroso. Me gusta una buena pelea tanto
como a cualquiera, pero sé cuándo dar la vuelta y correr.

Virginia abrió la boca para protestar, pero Wesley repentinamente presionó


su palma contra ella y asintió con la cabeza en la dirección a la que habían estado
dirigiéndose. Ella se congeló. Entonces lo oyó también. Pisadas. Acercándose
rápidamente. Asintió con la cabeza, indicando que estaba de acuerdo con Wesley y
presionó la espalda plana contra las formaciones rocosas irregulares que formaban
parte de uno de los lados del túnel. Wesley hizo lo mismo junto a ella, de modo que
ambos cuerpos se tocaran. Ella sintió la piedra quebradiza a su espalda derrumbarse,
y pequeños guijarros rodaron por el suelo.

Alarmada, miró, esperando que el sonido no hubiera alertado a los demonios


que se acercaban rápidamente.

Momentos después, cinco de las malvadas criaturas entraron, sin siquiera


mirar al lugar donde se encontraban Virginia y Wesley. Iban armados hasta los
dientes, como si se dirigieran hacia la guerra. Si sólo hubiera una daga o dos,
terminaría con ellos de uno en uno, como una sombra que ni siquiera podían ver

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venir. Pero sin un arma se sentía impotente, y no le gustaba esa sensación. No, a ella
no le gustaba en absoluto.

A regañadientes, tuvo que admitir que Wesley estaba en lo cierto, aunque solo
fuera por una vez, y que un encuentro con los demonios podría ser fatal.

Virginia no respiró hasta que el sonido de los demonios corriendo se había


desvanecido por completo. Entonces, ella se empujó lejos de las rocas de su espalda,
haciendo que más de la piedra porosa se desmoronara bajo la presión y cayera a sus
pies. Instintivamente se agachó y se sacudió las botas. Fino polvo blanco se mantuvo.

Ella se giró, pero Wesley había notado lo mismo y ya estaba inspeccionando


la roca contra la que habían estado apoyados.

—Caliza —Dijo. Él golpeó contra ella, y se derrumbó más, como si fuera tan
fina como el yeso, e igual de frágil.

Ella lo miró a los ojos.

— ¿Crees que hay agua detrás?

Wes asintió con la cabeza.

—Suena a hueca. Necesito una roca, algo para atravesarla —Miró a su


alrededor, dio unos pasos hacia adelante y se inclinó hacia abajo. Regresó con un
pedazo de granito del tamaño de un pomelo —. Espero estar en lo cierto.

Con la roca en una mano, apoyándose contra la pared con la otra, Wes tiró
hacia atrás su brazo y apuntó a su objetivo. La roca golpeó en la piedra caliza y pasó
a través de ella. El impulso lanzó a Wesley con ella, golpeándolo contra la pared.

El impacto rompió la pared, creando una gran abertura. Wesley cayó a través
de ella.

El shock hizo que el corazón de Virginia se acelerara a un millón de


kilómetros por hora. Metió la cabeza por el agujero, y para su sorpresa, vio su rostro
reflejado en ella. Como si fuera un espejo. Una superficie húmeda como un espejo.

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—La encontré —La voz de Wesley provenía de sólo unos treinta centímetros
la sobresaltó. Él estaba levantándose, sacudiéndose el polvo del pantalón. No había
caído a más de medio metro y había aterrizado justo en el borde del charco de agua.

Algo de luz se filtraba a través de las grietas de la roca y proporcionaban la


suficiente iluminación a la cueva que era tal vez tan grande como una cancha de
tenis.

Wesley alcanzó hacia la mano de ella.

—Ven.

Ella fijó sus pies a lo que quedaba de la pared que se había derrumbado y le
permitió a Wesley que la ayudara, a pesar de que podría haber saltado sin esfuerzo.
Pero de alguna manera sentir sus manos en sus caderas le daban una sensación de
seguridad.

Todavía en sus brazos, ella levantó los párpados y se encontró con su mirada.
Maldita sea, ¿podrían esos lindos ojos azules brillar más aquí o estaba comenzando
a alucinar?

—Hagamos el hechizo —Dijo él, sus labios apenas se movieron.

—Sí, sí, el hechizo —Balbuceó ella, y se liberó de su abrazo.

De repente, le temblaban las manos y lo atribuyó al hecho de que Wesley


estaba a punto de usar la magia, un poder que tanto temía y atemorizaba, y no por
la tensión sexual que parecía crujir entre ellos desde que la había besado.

La brujería era algo contra lo que ella no tenía defensas. Luchar con armas
mortales era una cosa, pero defenderse contra el hechizo de un brujo otra totalmente
diferente. ¿Y si él ya hubiera usado su brujería sin su conocimiento? ¿Y si ya hubiera
susurrado un hechizo silencioso para hechizarla y que confiara en él, lo creyera, lo
deseara? ¿Cómo siquiera ella lo sabría?

— ¿Estás bien? —Preguntó Wesley de repente, mirándola profundamente a


los ojos.

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—Estoy bien. Terminemos con esto —Cuanto antes mejor. Y lo vigilaría
como un halcón, sólo en el caso de que él tratara de sacar algo rápido.

¡Deja de preocuparte! Él no te traicionará. Sólo recuerda lo que te dijo. Te necesita viva,


porque te quiere en su cama.

Y ese pensamiento era aterrador en sí mismo. Porque eso significaba que se


abriría camino a través de sus defensas, al igual que había encontrado un camino a
través de la pared de piedra caliza.

*****

Virginia tenía una mirada aprensiva. ¿Estaba preocupada de que él no


estuviera a la altura de la tarea y que no fuera tan hábil como él le había dicho que
era? Tal vez hace veinte años antes, ella habría tenido que preocuparse, pero él había
dominado su oficio, y un hechizo guía era algo de novatos.

—No parezcas tan dudosa —Murmuró Wes con una sonrisa—. Puedo hacer
esto mientras duermo.

— ¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes una gran boca?

Él se rió entre dientes y se arrodilló en la arena que rodeaba el agua.

—Créeme no es lo único que es grande —Cuando la barbilla de ella cayó en


un silencio atónito, él le guiñó un ojo—. Tienes que admitir, que prácticamente me
lo dejaste en bandeja.

— ¿Vamos a ponernos a parlotear o hacemos el hechizo?

—Se llama coquetear, y sí, estamos haciendo el hechizo —No pudo evitarlo,
golpear contra la fachada severa de Virginia era demasiado divertido. Cada vez que
ella perdía su compostura, prácticamente podía ver las llamas con las que ella quería
incinerarlo. Pero él no se quemaba fácilmente. Ella tendría que acercarse mucho más
para eso.

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—Bien entonces —Él tomó una respiración profunda y miró la superficie del
agua. Era tan suave como imaginaba que sería la piel de Virginia.

¡Concéntrate!

Tan suave como la seda. Mejor.

Miró su reflejo en la superficie vidriosa.

—Egressus —Murmuró en voz baja y comenzó a cantar una encarnación


latina. Las palabras se repetían una y otra vez, hasta que todas parecían ser una. Una
palabra, una misión, un objetivo.

Ondas se formaron en la superficie del agua, viajando hacia su orilla.

Más y más rápido, vinieron y se estrellaron contra la arena.

—Egressus —Wes repitió la palabra latina para salir.

Luego la siguiente onda se levantó como una serpiente, y serpenteó hacia la


orilla. Dibujando un patrón en la arena, moviéndose tan rápido como un tornado,
pero tan suave como el toque de una madre. Un fuego a juego quemó en su brazo,
aunque no se veía ninguna llama visible.

Como el lapicero de un niño, la serpiente dibujó en la arena. Y luego, con la


misma rapidez, se filtró en el suelo, dejando solo un parche de arena mojada. El
fuego en su brazo se extinguió. Él exhaló bruscamente.

—Oh, Dios mío —Dijo Virginia, su voz llevando respeto y admiración—.


Parece un mapa.

—Lo es —Estudió el dibujo que su hechizo había creado en la arena—. Esto


muestra donde estamos —Señaló un punto cerca de un pequeño estanque—. Y
dónde debemos ir —Siguió una flecha que serpenteaba su camino a través de un
laberinto de túneles y terminaba en un círculo.

Virginia señaló.

— ¿Qué crees que es eso?

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—No estoy seguro, pero parece una rotonda, ya sabes, con todos estos túneles
conduciendo a ella. ¿Quizás sea una escalera o algo que conduce arriba? Quiero
decir, vamos a tener que subir, ¿verdad? Debemos estar muy profundo en algún lugar
de la corteza terrestre —Al menos lo parecía con toda la lava, azufre, y el hedor que
venía con ello.

—Tu conjetura es tan buena como la mía. Los Guardianes Invisible siempre
han supuesto que los demonios debían vivir en algún lugar debajo de la tierra, pero
nunca hemos sido capaces de confirmar eso —Entonces, ella señaló al mapa de
nuevo—. Pero, ¿cómo vamos a recordar este mapa una vez que estemos de vuelta en
los túneles? No tengo el móvil para tomar una foto.

—Entonces tal vez deberíamos usar este mapa —Dijo Wes, y se desabotonó
la manga de su camisa, luego la rodó hacia atrás para exponer el interior de su
antebrazo, donde un mapa idéntico había sido grabado en su piel como un tatuaje.
Había sentido la quemadura temporal mientras el hechizo había logrado su magia,
pero ahora la incomodidad había desaparecido.

Virginia jadeó y pasó su dedo sobre su antebrazo.

— ¿Cómo?

—Bastante limpio, ¿eh? —Él tomó su mano y la apretó—. No tenemos mucho


tiempo. El mapa desaparecerá de mi piel en una hora, o incluso antes.

Él se levantó y tiró de ella contra él. Momento después, se apresuraban por


uno de los túneles, siguiendo el mapa del antebrazo de Wesley.

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Capítulo Once

Virginia oyó a los perros antes de que Wesley lo hiciera.

—Joder, tienen perros —Maldijo ella.

Wesley giró su cabeza hacia ella.

— ¿Qué significa eso?

—Están utilizando perros para olfatearnos. Saben que estamos aquí. Y saben
que somos invisibles.

— ¡Ah, mierda!

—Tenemos que correr —Señaló a otro túnel.

Él sacudió la cabeza y señaló hacia la dirección en la que venía el ladrido de


los perros.

—Nuestra salida es en esa dirección.

—No si los perros nos hacen pedazos.

—Entonces tenemos que asegurarnos de que no nos huelan.

—Nos olerán. Tenemos que irnos de aquí —Se giró.

Él tiró de su brazo.

—Quítate la chaqueta.

Ella giró su mirada hacia él.

— ¿Para qué?

—Solo hazlo —Wesley ya se estaba desabrochando la camisa y quitándosela


de los hombros, revelando un pecho esculpido y abdominales musculosos.

Virginia apartó la vista de la tentadora imagen y se quitó su chaqueta de cuero.

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— ¿Qué estás planeando?

—Escupe en la chaqueta.

Ella lo miró y fue testigo de cómo se frotaba la camisa desmenuzada bajo las
axilas, luego la escupía y se dio cuenta de lo que hacía: transfiriendo la mayor parte
de su aroma a la prenda. Rápidamente ella escupió en su chaqueta de cuero.

— ¿Ahora qué?

Wesley señaló el túnel que se desviaba a su izquierda.

—Dejemos la camisa y tu chaqueta en esa grieta de ahí abajo.

Comenzaron a correr, hasta que Wesley la detuvo.

—Rellena esa grieta con tu chaqueta —Hizo un gesto hacia un gran agujero en la
roca.

Virginia siguió su orden.

— ¿Y la tuya?

—Un poco más arriba —Él corrió, y ella lo siguió de cerca, cubriéndolo con
su mente en lugar de ahora con su toque.

Una docena de metros más allá, se detuvo y empujó su camiseta en otra grieta.
Entonces él se volvió y ambos corrieron hacia el túnel del que habían venido.

—Sin embargo ellos todavía nos olerán a nosotros —Dijo Virginia.

—No si cubrimos nuestro olor con algo mucho más fuerte —Dijo Wesley—.
Y creo que tengo justo la cosa. Ven.

Él ya estaba girando hacia abajo en el túnel de dónde venían. Ella estaba a sus
talones. Tras ellos el ladrido de los perros, acercándose con cada segundo. Su corazón
comenzó a bombear. Los Guardianes Invisibles no eran exactamente amantes de los
perros, por razones obvias. Sólo podía esperar que Wesley tuviera un plan para
disimular sus olores tanto que los sabuesos no los descubrieran.

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Wesley finalmente se detuvo y se agachó. Ella siguió su mirada y notó una
sustancia amarilla que él raspaba en la base de la pared del túnel.

— ¿Qué es eso?

—Depósitos de azufre. Frota eso sobre tu camiseta y pantalón, y tus brazos


también.

Virginia se inclinó y se tambaleó cuando el olor a huevos podridos la asaltó


aún más violentamente que antes.

—Mierda —Maldijo, pero comenzó a raspar la vil sustancia fuera del muro y
a untarla en su camiseta.

Wesley hizo lo mismo, aunque además de teñir su pantalón con esa cosa,
también se frotó su torso desnudo. En cuestión de segundos, ambos apestaban.

Él se encontró con sus ojos.

— ¿Lista?

Ella asintió con la cabeza.

—Vamos a volver a donde el otro túnel se desvía.

Ella agarró su mano, y lo sintió congelarse por un momento, una suave


sonrisa formándose alrededor de sus labios.

—Para así no tener que malgastar energías haciéndote invisible con mi mente
—Le explicó.

—Sí, sólo para ahorrar energía.

Con cuidado de no hacer ni un sonido, aunque los perros que se acercaban ya


era lo suficientemente fuerte como para ahogar sus suaves pasos, se apresuraron a
regresar a la intersección de los dos túneles.

En la distancia, Virginia ya podía verlos venir. Sabuesos, pitbulls y


dobermans. Con correas largas, sus hocicos moviéndose constantemente,
olisqueando, sus bocas abiertas y chorreando babas, los animales se apresuraban en
su dirección, arrastrando consigo a sus amos demoníacos.

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Supo de inmediato que los perros ya habían capturado el olor de ella y Wesley.
En unos pocos segundos estarían aquí, demostrando su valía a sus amos.

Virginia se apoderó con más fuerza de la mano de Wesley. En respuesta, él


puso su otra mano sobre ella y la miró a los ojos. Su intento de tranquilizar fracasó:
los perros ya habían alcanzado el punto donde los túneles se unían y estaban a sólo
unos metros de distancia.

Los perros parecieron vacilar, uno yendo en una dirección, otros dos en la
otra, mientras dos perros más parecían indecisos. Olieron y gimieron, lanzando
miradas dudosas a los demonios.

— ¡Encuéntralos! —Gritó uno de los demonios.

Uno de los perros se fue en una dirección, arrastrando a su dueño demoníaco


con él. Pero un doberman de repente se dirigió al lugar donde Virginia y Wesley se
presionaban contra la pared.

— ¿Qué coño le pasa a los perros? —Preguntó un demonio a otro.

Él tipo se encogió de hombros.

—Dales tiempo. Atraparán el olor de nuevo. ¿No es así, Rex? —Le dijo al
doberman que acababa de llegar a los pies de Virginia.

¡Joder! Otro segundo y serían descubiertos.

El perro siguió olfateando. Ella casi podía sentir su hocico en la pernera de su


pantalón. No se atrevió a moverse, ni siquiera se atrevió a mirar hacia abajo por
temor a hacer un sonido.

Algo caliente de repente se filtró a través de sus pantalones y corrió hasta su


tobillo. Cálido y húmedo. Ella miró hacia abajo a sus pies. El doberman, con la pata
levantada, estaba meándole.

¡Mierda!

Uno de los demonios se rió.

—Sí, seguro que eso lo ayudará a encontrarlos.

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El dueño del doberman tiró de la correa del perro.

—Estúpido perro, vámonos.

— ¡Hey, por aquí! —Gritó otro demonio, su voz provenía del túnel donde
Virginia y Wesley habían escondido sus ropas—. Tenemos su rastro. ¡Daros prisa!

Los otros demonios hicieron que sus perros entraran en ese túnel y corrieron
con ellos.

Virginia exhaló un suspiro de alivio, luego sacudió su pierna para librarse de


la orina del perro, pero parte de ella ya se había filtrado en sus calcetines y botas.
Sintiendo los ojos de Wesley sobre ella, ella volteó su mirada hacia él.

— ¡Ni siquiera lo digas! —Soltó en un susurro, cortando cualquier comentario


chistoso que estuviera asentado en sus labios.

—En ese caso, apurémonos. Pronto descubrirán nuestra artimaña. Pero no


estamos lejos ahora —Miró el tatuaje de su antebrazo y tomó su mano.

Comenzaron a correr por el camino por el que los demonios habían venido
con sus perros. Otro giro en un túnel más ancho, luego Wesley una bifurcación a la
izquierda. Había luz al final del túnel, más luz de la que Virginia había notado en los
demás.

Ella instintivamente desaceleró sus pasos, y Wesley hizo lo mismo. Hizo un


gesto hacia su antebrazo y señaló el círculo que todavía estaba grabado en su piel,
pero que se había vuelto más tenue. Ella asintió con la cabeza, entendiendo lo que él
estaba tratando de transmitirle. El área abierta a la que se acercaban en
aproximadamente unos diez metros era la salida que el mapa estaba indicando.

Lentamente se deslizaron más cerca, hasta que estuvieron al final del túnel
donde desembocaba en un área circular. Varios otros túneles se extendían desde allí,
llevando en diferentes direcciones. Un demonio estaba apoyado contra una pared, su
expresión aburrida.

Virginia notó que Wesley miraba hacia arriba, y siguió su mirada: el techo era
más alto aquí, pero aún así, no había forma de salir. Ninguna escalera, ninguna
apertura, ninguna salida.

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Miró a Wesley, quién finalmente se encontró con su mirada. Él se encogió de
hombros, luego la empujó hacia el túnel, no demasiado lejos, de modo que todavía
pudieran ver la cueva redonda, pero lo suficientemente lejos como para poderse
susurrar el uno al otro sin ser oídos por el demonio.

— ¿Estás seguro que es la salida que el mapa apunta? —Le preguntó.

—Estoy seguro.

—Quizás te equivocaste.

Él la fulminó con la mirada.

—Sé cómo leer mapas.

—Pero no hay salida, no hay nada que nos señale una salida. Sólo más
túneles.

—Pero hay un demonio.

— ¿Y qué?

—Es un centinela permanente.

Wes se detuvo, y de repente una luz se encendió en su mente.

—Está custodiando algo —Murmuró ella.

—Exactamente. Debe haber una puerta o algo así. Simplemente tendremos


que buscar.

Virginia oyó un sonido.

—Más nos vale que sea rápido. Creo que acaban de descubrir nuestra
estratagema —En algún lugar en la distancia, un perro ladraba.

—Joder —Siseó Wesley de repente—. Más demonios.

Ella volvió su cabeza hacia el círculo. Un segundo demonio venía de otro


túnel.

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—Declara tu intención —El demonio que estaba de centinela exigió
repentinamente.

—Subir arriba por orden de Vintoq —El otro demonio respondió.

Intercambió una rápida mirada con Wes.

—Arriba —Le murmuró.

Comenzaron a moverse al mismo tiempo, apresurándose hacia el círculo.

—Adelante —Dijo el guardia y tomó una nota en un portapapeles.

El demonio levantó su mano e hizo un movimiento turbulento, y justo cuando


Virginia y Wesley alcanzaban el borde circular de la cueva, un vórtice de niebla
oscura y viento se abrió y ocupó más de la mitad de la cueva. El ruido que lo
acompañaba ahogaba todo lo demás.

Ese era el camino de salida. Era por eso por lo que el mapa había señalado
este lugar. Era como uno de los portales de los Guardianes Invisibles, una manera de
viajar desde y hacia el Inframundo a los que solo un demonio podría acceder.

Virginia miró a Wes a los ojos y murmuró:

—Tenemos que ir a remolque de él —Estaba segura de eso ahora. Era su única


oportunidad.

— ¿A remolque?

— ¡Créeme!

Aferrándose a la mano de Wesley, ella lo arrastró hacia el vórtice. Los ojos de


él se abrieron y sus labios se movieron, aunque no salieron las palabras. Que me jodan,
murmuró, pero se quedó con ella.

En el momento en que vio al demonio saltar en el vórtice, ella siguió con


Wesley. Todavía eran invisibles, y el ruido de los remolinos de viento ahogó
cualquier otro ruido que ellos hicieran.

Dentro del vórtice, la niebla gris los engulló, pero podía ver claramente al
demonio. Con su mano libre, ella se estiró hacia él, cuidando de agarrar solo su

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faldón, para que él no pudiera sentirla. Sin embargo, ella todavía estaría conectada a
él. Tenía que asumir que el vórtice funcionaba de la misma manera que lo hacían los
portales: se requería una conexión física entre el demonio y cualquier pasajero, o los
dejaría atrás.

En ese momento, Virginia se sintió levantada en el aire y supo que estaban


viajando. No le importaba a dónde, mientras fuera al mundo humano. Una vez allí,
ya encontrarían su camino.

Vintoq es un idiota. ¡Es una idea estúpida!

Las palabras traspasaron la mente de Virginia como si alguien las hubiera


pronunciado, aunque sus oídos no habían captado nada.

Le disparó una mirada a Wes, sus ojos estaban amplios como platos. Él
también había oído las palabras. O más bien, las sintió.

Ella miró fijamente la espalda del demonio. Lo que ella había escuchado sólo
podían ser sus pensamientos.

¡Mierda! ¿El vórtice había creado algún tipo de conexión telepática entre
ellos?

¿Eso significaba que el demonio también podría oír sus pensamientos?

Antes de que ella pudiera siquiera terminar el pensamiento, el demonio se


giró, sus ojos verdes brillando.

¿Quién coño eres?

Sus pensamientos de nuevo.

Entonces varias cosas pasaron a la vez.

El vórtice dejó de girar. Virginia soltó el faldón del demonio. Wes la soltó y
la empujó hacia un lado. Mientras intentaba mantener el equilibrio, observó
horrorizada cómo el demonio buscaba su daga. Pero la rodilla de Wesley ya estaba
conectando con las bolas del demonio. Pateó al bastardo hacia atrás, lanzándose tras
él cayendo. Sus torsos desaparecieron fuera del vórtice.

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Virginia saltó fuera, temerosa de que el vórtice se cerrara y la arrastrara de
vuelta al Inframundo. Estaba oscuro a su alrededor. Aterrizó en la tierra. Junto a ella,
Wesley mantenía a raya al demonio. Pero apenas.

La daga del demonio todavía estaba en su funda. Ella se abalanzó sobre él y


la sacó.

— ¡Wes! ¡Sepárate de él, ahora!

Con un gruñido, Wesley rodó fuera del demonio. Antes de que el demonio
pudiera ir hacia atrás, Virginia clavó la daga en el corazón de la vil criatura. Esta vez,
no hubo un sonido de gorgoteo, no una última respiración jadeante, ningún intento
de defenderse. Sólo la muerte. Y la sangre del demonio verde manchando su
chaqueta.

Virginia se dejó caer sobre su trasero, respirando pesadamente. Ella echó una
mirada hacia atrás sobre su hombro. El vórtice había desaparecido, se había
desvanecido.

Jadeando, Wes estaba sentado a unos metros frente a ella, el demonio muerto
entre ellos. Tenía una mirada de admiración en sus ojos.

—No te lo tomes de la manera equivocada, pero nunca he visto nada más


sexy en toda mi vida que a ti apuñalando a un demonio hasta morir.

Ella bufó y sacudió la cabeza.

—Eres un brujo muy extraño, Wesley.

— ¿Extraño bueno o extraño malo?

—No lo he decidido aún.

Aunque actualmente ella se inclinaba hacia extraño bueno. Oh sí, extraño muy
bueno.

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Capítulo Doce

Wes apartó sus ojos de la cara ruborizada de Virginia y miró hacia atrás al
demonio muerto. Esta vez ella lo había salvado. Pero entonces, ¿quién estaba
llevando el marcador?

— ¿Qué vamos a hacer con él? —Señaló al demonio muerto.

—Normalmente te diría, quemarlo, pero —Se dio unas palmaditas en el torso


y piernas—, no tengo mi equipo habitual conmigo —Miró a su alrededor y miró en
la oscuridad—. Tal vez podamos ocultar su cuerpo. ¿Volver por el más tarde?

—Por mi, bien.

Cuando ella hizo un movimiento para levantarse, Wes salto para ayudarla,
pero ella fue más rápida. Ella miró a su alrededor.

— ¿Dónde crees que estamos?

Él dejó que sus ojos vagaran. Había farolas en la distancia, tal vez una
pequeña ciudad. Escuchó el sonido de coches pasando. Miró en la otra dirección.

—Eso parece un paso elevado. Podríamos estar cerca de una autopista —


Entrecerró los ojos y fue capaz de distinguir un gran cartel verde—. Definitivamente
una autopista.

Ella asintió con la cabeza.

—Bien. Si ese es el caso, podemos encontrar refugio en un motel.

—Una ducha tampoco estaría mal —Agregó él.

—Pero primero, vamos a ocultar al demonio —Señaló el paso elevado—.


Debajo de allí.

Juntos arrastraron a la criatura muerta unos veinte metros hasta un montón


de basura vertida ilegalmente y lo escondieron detrás de eso, cubriéndolo lo mejor
que pudieron. Ocultaría el cuerpo una vez que el sol saliera.

82
Luego se dirigieron hacia el terraplén. No era una autopista muy transitada,
una señal de que era muy tarde por la noche, o que esta era un área muy remota, o
ambas cosas.

—Hay carteles de moteles en esa dirección —Señaló Wes.

—Vamos entonces.

Comenzaron a caminar. Por un momento, hubo silencio entre ellos, entonces


Wes dijo:

—Eso fue arriesgado, saltar al portal del demonio.

—Se llama vórtice y funcionó.

— ¿Sabías que lo haría?

—Lo sospechaba. Siempre hemos supuesto que los vórtices de los demonios
funcionaban de manera similar a nuestros portales. Fue un riesgo calculado.

— ¿Qué hay de escuchar sus pensamientos? ¿Sabías eso también?

Lo miró de reojo.

—No lo hacía en ese momento.

— ¿Qué se supone que significa eso?

—Lo que dije. Pero ahora que lo mencionas, recuerdo un informe que leí el
año pasado que mencionaba que uno de nuestros guardianes accidentalmente entró
en un vórtice de demonio durante una misión de rescate. También había escuchado
los pensamientos del demonio. Aunque su informe no mencionó si creía que el
demonio podía leer sus pensamientos también. Así fue probablemente como supo
que no estaba solo.

Wes se rió.

—Sí, eso, o nuestro hedor.

—Tú apestas.

—Tú hueles un poco más allá de tu fecha de caducidad también.

83
— ¿Es una indirecta de mí edad?

El hecho de que Virginia estuviera bromeando con él hizo que la tensión se


desbordara de él. Acababan de escapar del infierno y burlaron una muerte segura. Si
eso no era un poco estresante, no sabía qué lo era.

Él le sonrió.

— ¿No mencioné que me gustan las mujeres mayores?

Virginia rodó sus ojos y miró las luces que había por delante.

Aunque Wes no tenía idea de la edad que tenía, tenía que asumir que era más
vieja que los guardianes del complejo de Baltimore, la mayoría de los cuales tenían
alrededor de doscientos años. Y eso definitivamente la hacía mayor que él. Y
posiblemente más experimentada. Y esa parte no le importaba en absoluto.

Pasaron otros diez minutos hasta que llegaron a un área con un motel, una
estación de servicio, varios locales de comida rápida, y un gran almacén que podría
haber competido con un Walmart o un Target Superstore en tamaño, aunque parecía
cerrado.

—Voy a hacernos invisibles de nuevo —Dijo de repente Virginia y tomó su


mano.

—Por mí, bien —Sentir que Virginia lo tocaba siempre fue una sensación
bienvenida—. Supongo que no tenemos dinero o tarjetas de crédito, ¿verdad?

—No, no lo hacemos.

Sabiendo instintivamente lo que ella estaba intentando hacer, él hizo una


señal hacia una puerta al final del motel, lejos de la oficina, donde un hombre de
mediana edad estaba viendo la televisión.

—Esa habitación parece vacía.

—Intentémoslo.

84
Cuando llegaron a la puerta, Virginia puso su dedo sobre los labios, luego
sumergió su cabeza a través de la puerta de modo que todo su torso desapareció de
su vista.

¡Raro!

Pero definitivamente era una habilidad muy útil.

Se sintió de repente liberado de su mano y ella desapareció por completo.


Nervioso miró sobre su hombro, pero el hombre de la oficina tenía sus ojos pegados
al monitor de TV, y no había nadie alrededor. Y por todo lo que él sabía, Virginia
estaba probablemente ocultándolo con su mente todavía.

De repente hubo un clic y la puerta se abrió.

— ¡Rápido! —Dijo Virginia. Tiró de él hacia dentro y cerró la puerta


silenciosamente.

Solo entonces ella accionó el interruptor de la luz. Wes miró alrededor. Dos
camas. Dos sillas y una mesa, una televisión, un microondas y un pequeño
frigorífico. Algunas perchas en un estante, y una puerta a un cuarto de baño.

Después de pasar las últimas horas en el Inframundo, esto parecía un palacio.

—Está bien, quédate aquí, mientras salgo y consigo algunos suministros.


¿Cuál es tu número de zapatos?

Él la miró sorprendido.

— ¿Por qué?

Ella señaló sus botas.

—Porque se ven y huelen a mierda.

Echándole un vistazo a ellas, Wesley tuvo que admitir que parecían un poco
peor que desgastadas.

—Iré contigo.

85
—No puedes. La tienda está cerrada. Tendré que atravesar la puerta, y no
puedo llevarte conmigo.

—Entonces haz lo que acabas de hacer ahora. Entra primero, y luego ábreme.

— ¿Y activar la alarma?

¡Maldita sea! No había pensado en eso. Se sentía como un tonto.

—Lo siento. No estaba pensando.

Ella se encogió de hombros.

—Has pasado por mucho hoy. No puedo culparte —Suspiró—. Quítate esa
ropa y tírala a la basura. Me desharé de todo cuando vuelva para no esparcir el hedor
aquí. Toma una ducha. Regresaré en unos minutos —Ya se estaba volteando hacia
la puerta, cuando miró por encima del hombro—. ¿Número de pie?

—Doce5. Gracias.

Él la miró atravesar la puerta y desaparecer. No estaba acostumbrado a que


una mujer hiciera algo por él. Pero Virginia era una mujer especial.

Encantado de poder deshacerse de su ropa sucia, Wes se desabrochó los


pantalones, luego bajó la cremallera. Su mirada cayó sobre las camas. Solo su maldita
suerte que él eligiera involuntariamente una habitación de dos camas y no de una
sola. No habría ninguna razón para que Virginia compartiera su cama esta noche.

A menos que ella decidiera que después del peligro por el que habían pasado,
necesitaba un poco de relajación, y una relajación que él estaba más que dispuesto a
dar.

*****

5
Doce: 46 en la talla Europea

86
El cálido rocío de la ducha sorprendentemente grande se sentía bien en la piel
de Wesley. Dos veces se había enjabonado ya con el jabón barato que le había
proporcionado el motel, y dos veces había enjuagado los residuos de la suciedad del
Inframundo. Ahora estaba parado debajo de la ducha y simplemente disfrutaba del
agua acariciando su piel. Sus tensos hombros, relajándose, y empezando a sentirse
humano otra vez.

Las últimas dieciocho horas habían sido una montaña rusa sobrenatural, con
más vueltas y giros que el laberinto del Inframundo del que se habían escapado por
los pelos.

Wes volvió la cara hacia el agua que caía sobre él, reacio a salir de la ducha.

Un sonido le llegó. ¿Había regresado Virginia? No había oído la puerta, pero


ella no la usaría, dado que no tenía la llave. Ella simplemente la atravesaría. ¡Menuda
habilidad tan genial!

— ¿Virginia? —Gritó.

Había dejado la puerta del baño entreabierta. Solo para que él oyera si alguien
entraba en la habitación.

Mentiroso.

Suspiró. ¿Qué tal si la hubiera dejado abierta, porque esperaba que Virginia
tomara la sugerencia y se uniera a él en la ducha? ¿Era esa quizás la razón por la que
todavía estaba de pie en ella, aunque podría haberse secado mucho antes?

Bueno, claramente no estaba sucediendo.

Otro sonido le hizo darse la vuelta alrededor. Pero fue solo su activa
imaginación que le hizo imaginar las tenues pisadas. Decepcionado se volvió de
nuevo y alcanzó el grifo.

—No la apagues todavía.

La voz de Virginia lo sobresaltó, y giró a su alrededor. Mirando a la nada.

87
Pero la oyó. Estaba entrando a la ducha, y vio que sus pies desplazaban el
agua que se había acumulado en el suelo de la ducha. Por un instante, simplemente
se quedó allí, entonces sonrió.

—No te había fijado con las del tipo tímido — ¿O por qué otra razón sería ella
invisible?

— ¿Quién dice que soy tímida?

Una mano invisible de repente tocó su pecho. El latido de su corazón


aumentó. Él siguió instintivamente la mano, corriendo sus dedos hasta el hombro de
ella, tocando su piel desnuda.

—Si yo fuera tímida, no dejaría que me lavaras —Murmuró ella.

Él tomó la indirecta y tiró de ella más cerca, saliendo del chorro de agua para
dejar espacio para ella.

—Bueno, supongo que tengo un trabajo que hacer —Un trabajo que no se
sentía como un trabajo, más como una recompensa.

Volvió a alcanzar el jabón. Cuando se volvió, vio con sorpresa que Virginia
ya no era completamente invisible. Las perlas de agua que caían por ella creaban una
silueta que parecía casi fantasmal. Mística. Y sexy como el infierno.

Sus curvas eran deliciosas, sus piernas largas y bien formadas, sus caderas
redondas, sus pechos firmes y del tamaño perfecto para su alta estatura.

—Me estás mirando —Dijo ella.

Él levantó sus párpados para mirarla a la cara.

— ¿Alguna vez viste la película El Hombre Invisible?

Su cabeza se balanceó hacia arriba y hacia abajo.

—Él estaba afuera bajo la lluvia, y de repente se podía verlo, ver su contorno
—Wes levantó su mano y trazó su hombro hasta su brazo—. Eso es lo que veo ahora
—Llevó su mano en su cintura y lentamente recorrió a lo largo de su torso—. Eres
más hermosa de lo que me imaginaba.

88
—Y tú no estabas mintiendo sobre ser grande.

La mano de ella se movió, y él pudo ver la dirección que estaba tomando: a


su pene que ya había comenzado a levantarse. Él la detuvo antes de que ella llegara
a su ingle, envolviendo su mano alrededor de su muñeca.

—No tan rápido, nena, quiero saborear esto —Él tiró de su mano hacia su
costado y la soltó—. Ahora sé una buena chica y dejar que este gran brujo malo te
lave el azufre.

Él enjabonó sus manos para que la espuma cubriera sus palmas, luego alcanzó
a Virginia. Empezó por sus hombros, luego enjabonó el brazo derecho y la limpió
minuciosamente desde el omóplato hasta las yemas de los dedos, y luego hizo lo
mismo con el otro brazo. El jabón hizo que su cuerpo se destacara aún más.

Girándola en el espray, observó como el agua barría la espuma y lavaba la


mugre del Inframundo.

—Abre las piernas un poco más amplias —Ordenó y se acuclilló sobre sus
pies.

Le levantó un pie sobre su rodilla y trabajó el jabón sobre su pie y pierna,


deslizándose hacia arriba hasta su muslo con movimientos largos. Dios, se sentía tan
bien tocándola, explorando su cuerpo. Él hizo lo mismo con la otra pierna, antes de
enjuagar el jabón completamente.

—Date la vuelta —Murmuró—. Limpiaré tu espalda.

Observó su silueta girarse y comenzó a pasar sus manos enjabonadas por su


espalda, bajo sus brazos, y luego siguiendo las curvas de su cuerpo hacia abajo, hasta
las suaves ondulaciones de su culo.

Joder, ¿el agua se estaba calentando?

Su polla saltó a su máxima altura.

Pasó ambas manos por su culo, más acariciándola que lavándola. Un suspiro
salió de ella y acercó su rostro al de ella.

—Sabes lo que quiero, ¿no?

89
—Fuiste bastante abierto al respecto —Había un tono ronco en su voz que no
había escuchado anteriormente.

—Sólo quiero asegurarme de que no tengas malas sorpresas —La giró para
que su espalda estuviera bajo la ducha, lloviendo sobre ella—. Ahora las partes
mejores.

Alcanzó de nuevo el jabón, haciendo espuma en sus manos una vez más.

Deslizó sus palmas sobre sus pechos, la espuma le daba una mejor vista de su
forma. Un gemido involuntario salió de los labios de él. Los pezones de Virginia
estaban duros.

—Nunca imaginé que tocarte así, sin verte realmente, sería tan excitante —
Siempre había sido un tipo visual, siempre con las luces encendidas durante el sexo
para que pudiera mirar para estar satisfecho. Pero esto, ver el cuerpo de Virginia sólo
en un esbozo, como un simple boceto, disparó su imaginación y lo puso más
cachondo de lo que nunca había estado.

—Me gusta la forma en que me tocas —Respondió ella y puso sus manos
sobre las de él—. Pero aún no has terminado —Lentamente, ella las empujó hacia
abajo para deslizarlas de sus pechos, sobre su torso y estómago.

—Tienes razón, tengo un trabajo que finalizar, ¿verdad?

Dejó que una mano se deslizara sobre su triángulo de rizos, luego se sumergió
entre sus piernas. Él frotó sus dedos cubiertos de jabón sobre su sexo, suavemente, y
con lentitud, lavándola allí también.

Ella agarró su bíceps entonces, aferrándose a él, un quejido salió de sus labios.

—Oh.

—Sí, vamos a quitarte ese jabón, y luego me ocuparé de ti —Porque había


agotado toda su paciencia. Lo que necesitaba ahora es conseguir estar dentro de
Virginia.

A regañadientes, él quitó su mano de ella, entonces usó ambas manos para


echar agua limpia sobre ella para enjuagar sus pechos y sexo.

90
Apagó la ducha, luego se giró para alcanzar la toalla que colgaba justo fuera de la
ducha. No fue lo suficientemente rápido. Virginia lo presionó contra el azulejo de la
pared y cayó de rodillas. Su figura era apenas visible ahora que ella no tenía jabón, y
la mayor parte del agua ya se había escurrido de ella. Todavía no podía quitar sus
ojos de lo poco que podía ver.

Con una mano ella fijó en su muslo, y con la otra alcanzó su polla. Sintió que
sus suaves dedos se envolvían alrededor de su raíz, y él respiró temblorosamente.
Cada pensamiento en su cerebro desapareció, excepto uno: Virginia estaba a punto
de hacerle una mamada.

91
Capítulo Trece

Virginia sólo quería burlarse de Wesley un poco cuando ella se unió a él


invisible, en la ducha. Pero cuando se dio cuenta de que lo había excitado, había
decidido permanecer invisible.

Y ella ya no estaba burlándose de él. No, lo estaba seduciendo ahora.

Wesley era un ejemplar formidable de hombría. Ya lo había notado en el


Inframundo, cuando se quitó la camisa. Estaba bronceado y esculpido. Y ese era solo
su pecho. Sus muslos eran musculosos y tonificados, pero lo que estaba entre sus
piernas era lo que realmente atrajo su interés.

Rodeado de vello oscuro, su polla estaba allí como un asta de bandera firme,
larga y rígida.

Podía sentir cuán firme, qué tan duro estaba. Sus dedos apenas alcanzaban
alrededor de su raíz. Su largo eje parecía latir en su mano, y todavía ella no había
hecho nada. Y había tantas cosas que quería hacer. Y en su forma invisible, se sintió
poderosa.

Hoy había visto lo poderoso que era este brujo. Cuán hábil. Pero ahora tenía
que demostrarse a sí misma que aún podía ponerlo de rodillas, a pesar de la potente
brujería que poseía.

Porque ella también tenía poder. El poder que una mujer ejercía en un
hombre. El poder por el que las mujeres habían sido vilipendiadas durante siglos.
Durante milenios. El poder del sexo.

Esta era una batalla que estaba decidida a ganar. Sólo para que Wesley
conociera su lugar. De modo que nunca la subestimara. Y para que él lamentara si
se la jugaba.

— ¿Simplemente vas a mirar fijamente mi polla, o vas a tomar realmente lo


que quieres?

Su voz la sacó de sus ensueños.

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— ¿Muy impaciente?

Él se rió suavemente, un sonido que envió un escalofrío por su espalda.

—Es solo que si no vas a chuparme, sugiero que cambiemos este espectáculo
a la habitación para que puedas abrir las piernas y dejarme a mí que te chupe a ti.

Su ofrecimiento hizo que vívidas imágenes explotaran en su mente. Que Dios


la ayudara si él caía sobre ella. Perdería todo el control. Y ella no podía dejar que eso
ocurriera. Tenía que mantener el control. Siempre. Para que ella no pudiera tomar
una decisión equivocada. Entonces la historia no se repetiría.

—Gracias, pero prefiero chuparte —Dijo y pasó su lengua sobre la cabeza


hinchada de su pene.

Bruscamente un aliento exhalado vino de Wesley y ella sintió su polla


presionando contra su boca. Obligándolo, ella envolvió sus labios alrededor de él y
se deslizó hacia abajo sobre él, llevándolo dentro de su boca tanto como pudo.

— ¡Joder!

Su entusiasta grito la hizo sonreír y echó la cabeza hacia atrás, dejando que
su erección saliera de su boca. Sopló un aliento fresco contra su piel, antes de
capturarlo de nuevo succionando suavemente.

Sus caderas comenzaron a moverse, y ella lo estabilizó, presionándolo contra


la pared de la ducha. Ella tenía el control ahora. Y le encantaba tenerlo.
Especialmente cuando el hombre en cuestión sabía tan bien. Le gustaba sentir su
erección en su boca, adoraba sus manos en la parte de atrás de su cabeza, acunándola,
le encantaba la forma en que él luchaba contra sus manos que lo fijaban en la pared.

—Nena, eso es bueno. Tan bueno

Sus palabras gotearon sobre su cuerpo como gotas de agua caliente, abrasando
su piel. Pero ella siguió y siguió chupando su hermosa verga, lamiéndola con su
lengua a lo largo de la parte inferior, apretándolo en la raíz y bajando por él en un
ritmo cada vez mayor.

93
Podía sentir lo cerca que él estaba. Y sabía cómo enviarlo por el borde.
Liberando su muslo, llevó una mano a sus pelotas, acunándolas. El saco que contenía
las piedras preciosas se apretó bajo su tacto, y no pudo resistirse a deslizar sus uñas
suavemente sobre ellas.

— ¡Joder!

Wesley de repente la empujó hacia atrás y se liberó de su boca. En el instante


siguiente, la levantó y la agarró de las muñecas, inmovilizándola.

— ¡No tan rápido!

Sus ojos estaban oscuros y brillaban con una desenfrenada lujuria. Su pecho
se elevaba como si hubiera corrido una maratón.

—Me correré cuando esté dentro de tu coño. Y no en cualquier momento


antes.

Antes de que ella pudiera protestar, encontró sus labios y capturó su boca.
Entonces ella se sintió levantada y sacada fuera de la ducha. Apenas sintió la toalla
que él usó para secarla desordenadamente, su apasionado beso distrayéndola y
haciendo que todo lo demás se fundiera en el fondo.

Quizás este brujo era más poderoso de lo que él dejó ver. Tal vez estaba
hechizándola justo en este momento. Y no tenía defensas contra ello. Y lo que era
peor… ya no quería luchar más.

Quería rendirse. Para ceder a lo que su cuerpo pedía. Para ser tomada por un
hombre más fuerte que ella, más poderoso, más dominante. Quizás eso era lo que
necesitaba. Sólo esta vez.

De repente, sintió un colchón debajo de su espalda y Wesley presionarla allí.

Tomó una bocanada de aire y se dio cuenta que él había liberado sus labios.

—Ahora es mi turno —Le murmuró él, besando su camino hacia abajo por
su cuello.

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Le lamió el pezón un momento después, llevándose el duro brote dentro de
su boca. Ella tembló ante el ataque sensual y arqueó su espalda. Pero Wesley no
permaneció allí por mucho tiempo. Ya se estaba moviendo más hacia el sur.

Fuertes manos separaron sus muslos y ella lo vio sumergir la cabeza en el


espacio que había creado.

—Oh, Dios —Susurró para sí misma.

Él levantó brevemente la cabeza y sonrió socarronamente.

—El nombre es Wesley. Siéntete libre de gritar.

Antes de que ella pudiera darle una bofetada, él bajo su rostro a su sexo y
lamió con su lengua caliente sobre su hendidura, haciéndola muy consciente de lo
húmeda que se había vuelto. Y con cada toque de su lengua, con cada toque de sus
labios a su carne excitada, sintió más humedad empapar en su centro.

Wesley presionó sus muslos más separados, y ella se lo permitió, abriéndose


para él de una manera que nunca había hecho para cualquier otro hombre.
Permitiéndole explorarla, para acariciarla con sus dedos y su lengua. Le permitió
juguetear más con ella y más gemidos de su pecho, más y más suspiros de sus labios
y más tensión que se enrollaba firmemente para liberar de su cuerpo.

Ella lo soltó todo, la necesidad de controlar, la necesidad de liderar, la


necesidad de estar al cargo.

—Eso es, nena —Su murmullo envió ondas a través de su cuerpo.

Su clítoris hormigueaba, y Wesley parecía saber exactamente lo que ella


necesitaba. Presionó su lengua en su centro de placer y frotó hacia arriba y hacia
abajo, de izquierda a derecha. Con cada deslizamiento agregó más presión y
aumentó su tempo.

Su aliento se detuvo.

— ¡Wesley! ¡Sí!

Un profundo gruñido acompañó al siguiente movimiento de él: deslizó un


largo dedo en su canal, mientras continuaba lamiendo su clítoris. Fue demasiado.

95
Como un barril de pólvora, explotó, y las ardientes ondas viajaron por todo su
cuerpo, quemando el muro que había construido para protegerse.

— ¡Wes!

*****

En medio de su orgasmo, un orgasmo que hizo que los músculos de ella


apretaran su dedo como si fuera un torno de un banco, Virginia se volvió visible
frente a los ojos de Wesley.

Él levantó la cabeza de su sexo, bebiendo de la vista. Ella era aún más hermosa
de lo que había visto en la ducha. Su piel era sonrosada e impecable, su coño
protegido por un vello rojo y rizado que brillaba como el fuego, sus suaves pétalos
rosados, hinchados y húmedos, y listos para su pene.

Cuando él levantó los ojos para mirar el resto de ella, se encontró con su
mirada. Sus iris verdes parecían brillar, no como los ojos de un demonio, no, sino
como una profunda piscina de agua en el que quería ahogarse. Su cabello rojo estaba
rizado por la humedad.

—Puedes verme —Ella murmuró.

—Supongo que has perdido tu concentración —Él se rió entre dientes y rodó
sobre ella—. Ahora finalmente estás lista para mí.

Por un momento, ella pareció querer protestar, pero luego él empujó su polla
en su cálido coño y húmedo, y sus párpados se agitaron.

—Ahora que estás relajada, nos tomaremos nuestro tiempo —Porque así es
como le gustaban sus relaciones sexuales: lentas, profundas y largas. Deseando un
tranquilo domingo por la tarde. No como una carrera hacia la meta.

Virginia le puso una mano en la nuca y lo atrajo hacia ella.

—Eres un brujo extraño, Wesley.

96
Él sonrió.

—Sí, pero extraño bueno —Para subrayar su declaración, metió su polla


dentro de ella, de forma lenta y constante, hasta que él no pudo ir más lejos.

Los labios de Virginia se separaron en un suspiro, pero sus ojos permanecieron


clavados en los de él. Él le apartó el pelo de la cara y llevó sus labios a los suyos.
Entonces comenzó a moverse. Lentamente salió de su acogedora vaina y, a
continuación, igual de lentamente, volvió a entrar en el interior, saboreando la
sensación de sus músculos aferrándose a él en su descenso.

La respiración de Virginia flotó sobre su rostro y sus caderas se inclinaron


hacia arriba, presionándose contra él.

—No me voy a apresurar esto, nena. He esperado demasiado tiempo por ti.

—Sólo acabas de conocerme ayer por la noche —Se quejó ella.

—Como ya he dicho, fue una larga espera.

Una suave risa rodó de sus labios.

—Debería haberte hecho esperar más tiempo.

Él echó sus caderas hacia atrás y empujó más fuerte en su siguiente descenso
en la cueva celestial de Virginia.

—Tal vez yo debería haberte hecho esperar más a ti.

Aunque solo estaba burlándose de ella. De ninguna manera podría haber


esperado otro minuto para tenerla, para estar dentro de ella. Sabía que ya estaba
perdiendo la batalla consigo mismo. No le llevaría mucho, y él perdería el control tal
como lo había hecho antes cuando tuvo su boca sobre ella, algo que se prometió a sí
mismo que haría pronto otra vez. Parecía ser una forma segura de hacer que ella se
rindiera. Y nada mejor que sentir a esta tozuda guerrera rendirse a él. Incluso si él
tenía que rendirse a ella al mismo tiempo.

Sabiendo que no podía contenerse mucho más, Wes aumentó su ritmo y se


movió dentro y fuera de ella con más fuerza. Quería asegurarse que ella conseguía lo
que necesitaba. Por lo que sabía, todos sus amantes anteriores habían sido fuertes

97
sobrenaturales, guerreros que le dieron una frenética follada. Y bajo ninguna
circunstancia quería caer por debajo de sus expectativas.

Miró a sus ojos, vio cómo su respiración cambiaba, como movía sus caderas.
Leyendo sus signos, la aceleración de los latidos de su corazón, la vena que pulsaba
rápidamente en su cuello, sus labios separados.

—Sí, te gusta un poco más fuerte, ¿eh? Dime —La alentó.

Un gemido jadeado cayó de sus labios, mientras ella apretaba las piernas por
detrás de su culo, impulsándolo más profundo. Él captó la indirecta y se sumergió
más en ella. Cuando sus ojos giraron hacia atrás y presionó más la cabeza en el
colchón, arqueando la espalda, él sintió que sus caderas trabajaban más duro y más
rápido.

—Te follaré de la forma que quieras. Sólo dímelo.

Su mirada voló hacia él, fijándolo. Ella pareció dudar. Entonces abrió la boca
para hablar.

—Tómame duro. Tómame como si lo quisieras.

Nada más fácil que eso. Desatando esa parte de él que era todo hombre, todo
alfa, él envolvió sus manos alrededor de las muñecas de Virginia y sujetó sus brazos
a cada lado de su cabeza. Con su pelo rojo como un halo alrededor de su cabeza, sus
ojos muy abiertos ahora, su boca abierta, ella parecía una cautiva. Por un segundo la
miró, y vio la emoción que se había apoderado de ella escrita por toda su cara. Él lo
comprendió entonces. Ella necesitaba que él la tomara con fuerza para que ella se
dejara ir.

Se salió de ella. La decepción se extendió por sus rasgos. Pero la giró sobre su
estómago y se apoderó de sus caderas, tirando de su culo hasta el borde de la cama.
Su cara aterrizó en el colchón, su jadeo amortiguado por ello. Él estaba detrás de ella
y la atravesó clavándose hasta la empuñadura.

Sintió temblar todo su cuerpo, pero sabía que no era por miedo. Entregó golpe
a golpe, hundiéndose profunda y duramente en su empapado coño, sin darle una
oportunidad siquiera de pararse y apoyarse en sus codos. No, la estaba follando como

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si a él no le importara su placer, cuando en realidad, era todo lo que le importaba:
darle a esta mujer lo que necesitaba. Entonces ella le daría lo que él necesitaba: su
rendición.

Cada vez que se sumergía en lo más profundo, sus bolas golpeaban su carne,
haciéndolas arder como si hubieran aterrizado en el infierno. Pero por el bien de
Virginia, y por el suyo, mantuvo su control en un puño de hierro.

Desde su posición de pie, fue capaz de entregar cada empuje con más fuerza.
Y fue capaz de ver su pene entrar en ella y ver a su vulnerable carne temblar con cada
movimiento.

—Tu coño es precioso. Tan jodidamente hermoso.

Él soltó un lado de su cadera, pero siguió bombeando. Su mano libre, la rodeó


y la llevó al frente. Un momento después encontró su clítoris, el pequeño órgano
hinchado y palpitante.

—Ahora córrete para tu amante —Exigió y pellizco su clítoris, mientras


empujaba fuerte por detrás.

Virginia gritó en el colchón, y sus músculos interiores se movieron


espasmódicamente alrededor de su pene. Aliviado, se dejó ir a sí mismo y disparó su
semilla profundamente en ella. Siguió empujando, incapaz de detenerse, la
lubricación añadida hizo que cada descenso fuera aún más irresistible. Tomó un
largo tiempo hasta que él redujo la velocidad y salió de ella. Pero no quería perder la
conexión con ella y cayó de nuevo en la cama, tirando de ella a su pecho, su dulce
culo alineado con su ingle, y se condujo en ella, todavía duro, todavía con ganas.

Suspirando, él presionó un beso en su cuello y envolvió un brazo alrededor de


ella.

Él podría acostumbrarse a esto. A ella en su cama. A ella.

99
Capítulo Catorce

Se habían comido los alimentos de los que Virginia se había apropiado en la


tienda del otro lado de la carretera y luego se fueron a dormir. Wesley la había metido
contra su gran cuerpo, y en vuelto su brazo alrededor de ella, y la mantuvo así toda
la noche. Ella no había protestado, aunque sabía que lo que estaba haciendo estaba
mal. Técnicamente, Wesley todavía era su prisionero, y el consejo aún no había
tomado una decisión sobre qué hacer con él. Pero en este momento, incluso ella tenía
que admitir que para poder sobrevivir tenía que retorcer las reglas y confiar en el
brujo. Él le había salvado la vida más de una vez. Por lo que ella se lo debía.

A la mañana siguiente, después de ducharse y desayunar un café que ella


había calentado en el microondas, y donuts del supermercado, se sentó en la pequeña
mesa del motel y vació una segunda bolsas. Llevaba la ropa que había robado
anoche: vaqueros negros y un suéter de punto negro con un conjunto de bragas y
sujetador a juego, botas negras que se ataban en sus pantorrillas.

Wesley recién duchado y vestido con los pantalones negros de carga y una
camiseta de manga larga gris que había conseguido para él, se unió a ella en la mesa.
Alcanzó un donut y lo mordió y, luego, señaló los artículos que había esparcidos
sobre la mesa: un mapa local, una calculadora, un bloc y un bolígrafo y un nuevo
teléfono móvil prepago y una tarjeta SIM.

— ¿Para qué es todo esto?

—Tenemos que averiguar dónde está el portal más cercano para que podamos
regresar —Explicó, sin levantar la vista. Ya estaba deslizando la tarjeta SIM en el
teléfono y encendiéndolo.

—Buena idea. Regresemos al complejo de Baltimore.

Ella levantó la cabeza y lo miró.

—Tengo que contactar con el consejo.

—Pero ese lugar explotó.

100
—Hay una casa segura de emergencia para situaciones como esta.

Wesley hizo una mueca, claramente no contento con volver al consejo.

— ¿Eso significa que estás planeando encerrarme de nuevo?

Ella vaciló. Si llevaba de vuelta a Wesley al consejo, querrían tomar todas las
precauciones contra un segundo ataque. Ni siquiera su testimonio de cómo la había
ayudado a escapar del Inframundo de los demonios influenciaría sobre sus
compañeros del consejo, sobre todo porque no estaba claro por qué habían aterrizado
en el Inframundo en primer lugar. Insistirían en que Wesley fuera encerrado hasta
que pudieran determinar si él era un riesgo o no.

—No te molestes en contestar —Dijo Wesley.

—Wesley, yo lo si…

—No digas que lo sientes cuando no lo haces.

Ella buscó sus ojos, pero él miró hacia otro lado.

—Tengo que seguir las reglas. Si no estaría poniendo en riesgo a mi pueblo.


No puedo…

— ¿Estabas siguiendo las reglas anoche? ¿O dormir con un prisionero no va


contra las normas?

—Eso no es justo.

— ¿No lo es?

Ella apartó la mirada de él y se ocupó a sí misma con el teléfono, para que él


no notara que sus palabras la habían herido, cuando no deberían incluso haber
mellado su armadura.

Wes se levantó y caminó hacia el microondas, lo abrió y metió dentro otra


taza de café instantáneo.

Bloqueando la presencia de Wesley, Virginia se conectó a la Wi-Fi del motel,


y luego abrió el navegador del teléfono. No podía arriesgarse a hacer una llamada

101
telefónica al centro de mando para obtener información sobre el portal más cercano,
pero había otro camino más seguro para obtener la misma información.

Navegó a un sitio y escribió un código de acceso, una cadena aleatoria de


dieciséis letras, números y símbolos. Una ventana emergente preguntó si el sitio tenía
acceso al sistema GPS de su teléfono móvil. Ella pulsó Permitir y esperó. En pocos
segundos, aparecieron varias cadenas de número. Las anotó en su teclado, luego se
desconectó del sitio web, apagó el acceso a Wi-Fi y después apagó el teléfono. Todo
el proceso había tomado menos de veinte segundos. No había suficiente tiempo para
que cualquier persona pudiera rastrear sus movimientos, incluso si alguien hubiera
estado supervisando el sistema Wi-Fi del motel. Lo que era improbable en sí mismo.

Pero incluso si alguien hubiera sido capaz de anotar las mismas cadenas de
números que ella había garabateado, se necesitaba un grado de MIT 6 para averiguar
lo que estaban viendo.

Comenzó sus cálculos, usando la calculadora, que había tomado de la tienda


de cadena. La fórmula era complicada y las variables que tenía que usar a fin de
obtener el resultado correcto sólo los conocían los Guardianes Invisibles. Se había
desarrollado este método para encontrar las coordenadas del portal más cercano hace
poco tiempo, después de que había quedado claro que no todos los portales estaban
ubicados en un complejo de los guardianes.

Los portales perdidos, como se los llamaba, podían estar en cualquier parte. Se
había establecido un grupo de trabajo especial para localizar todos los portales
perdidos y catalogarlos. Sólo esperaba que esta parte del país ya estuviera en el
catálogo.

— ¿Qué es todo esto? —Preguntó Wesley por encima de su hombro.

—Estoy tratando de encontrar las coordenadas del portal más cercano —


Continuó garabateando cifras sobre su bloc.

—A mí me parece matemáticas.

6
MIT: Un título en Massachusetts Institute of Technology, una de las mejores universidades para
ingeniería.

102
Ella levantó la vista.

— ¿Te asustan las mujeres inteligentes?

—No de las mujeres inteligentes, sino de las mujeres culo-inteligentes7 —


Replicó y se inclinó hacia ella, dándole un beso en la mejilla—. Eres todo un
personaje —Luego le guiñó un ojo—. Pero tienes un culo realmente lindo.

Negando con la cabeza, ella se rió entre dientes, y luego preguntó:

— ¿Entonces ya no estás enojado conmigo?

—Yo no dije eso. Pero si quieres apaciguarme, puedo decirte cómo —Él
deslizó sus manos sobre sus hombros, extendiendo sus dedos hacia abajo por su parte
frontal, descendiendo lentamente—. Te fuiste de la cama tan rápidamente esta
mañana.

— ¿Alguna vez piensas en otra cosa que no sea sexo? —Aunque ella tenía que
admitir, que también estaba pensando en eso. Tuvo que recurrir a décadas de
disciplina para ayudarla a empujar esos pensamientos a un segundo plano.

Su boca estaba en su oreja, y sus palmas sobre sus pechos.

—También pienso en los sonidos que haces cuando te corres —Le masajeó
suavemente los pechos—. Y la forma en que reaccionaste cuando te desperté en
medio de la noche.

—Mmm —Al principio ella pensó que era un sueño cuando él comenzó a
susurrar cosas traviesas, pero sus manos le habían mostrado que era real. Y su polla
se había sentido aún mejor cuando la había tomado por segunda vez. Cerró los ojos
e inspiró profundamente—. Tienes que detener esto —Agarró sus manos y las
levantó de sus senos.

—Más tarde entonces —Le murmuró al oído y dio un paso atrás.

7
culo-inteligentes: Realmente significa sabelotodo, pero luego hace un juego de palabras con ass (culo).

103
Ella sintió sus ojos en su espalda, pero continuó con sus cálculos. Unos
minutos más tarde, había terminado. Abrió el mapa y lo extendió sobre la mesa y,
entonces, trazó las coordenadas.

—Ahí —Dijo triunfante.

Wes se inclinó sobre el mapa. Apuntó a otro lugar del mapa.

— ¿Y estamos aquí?

Ella asintió con la cabeza.

—No debería estar a más de una hora de caminata —Dobló el mapa y se


levantó—. Vamos a recoger la basura y tirarla en el contenedor que hay detrás del
edificio. Y luego tenemos que quemar el cuerpo del demonio.

— ¿Cómo vamos a hacer eso?

Ella abrió otra bolsa de compras.

—Combustible ligero y fósforos.

Wesley sonrió.

—Nunca me gustó ir de compras con mujeres, pero de alguna manera siento


que no me importaría ir de compras contigo.

104
Capítulo Quince

Fue fácil encontrar el lugar donde ellos saltaron del vórtice del demonio la
noche anterior. Fue fácil encontrar la basura y escombros detrás de los cuales habían
escondido el cuerpo del demonio muerto. Lamentablemente, no fue nada fácil
encontrar el cuerpo en sí mismo: había desaparecido.

— ¡Eso es imposible! —Dijo Virginia.

Wesley se rascó la cabeza. Tal vez la herida que Virginia le había hecho no
había sido fatal y el demonio sólo había estado inconsciente, no muerto.

— ¿Y si todavía estuviera vivo?

Virginia giró su cabeza hacia él.

—Cuando yo mato a un demonio, él está malditamente muerto.

Él puso una mano sobre su antebrazo.

—Hey, tranquila. No es nada personal, ¿vale? Vi que lo mataste. Y a mí me


parecía que él estaba muerto. Solo me pregunto si él podría haber actuado como
muerto esperando tener la oportunidad de escapar más tarde.

Ella le dirigió una mirada asesina.

—Eso podría tener sentido para cualquier criatura que no sea un demonio.
Pero un demonio no hace planes tan lejos, no en una situación de vida o muerte. Si
le hubiera quedado algo de vida en él, habría seguido luchando. Es un instinto. He
peleado contra suficientes demonios como para saber esto. Una vez le corté el brazo
por el hombro a un demonio, y él se tambaleó, perdiendo sangre más rápido que un
grifo abierto, y agarró una daga con la otra mano y se abalanzó sobre mí. Él no tuvo
ni una oración, pero lo intentó con su último aliento —Ella encontró su mirada—.
Ese demonio estaba muerto.

Wesley dejó que sus palabras se hundieras. La admiración por la guerrera


colisionó en su interior con el temor a que un día Virginia luchara contra un demonio

105
que no pudiera derrotar. Él no expresó con palabras ninguno de los dos
pensamientos. En cambio, otra preocupación pasó a primer plano.

—Entonces creo que tenemos un problema. Alguien se deshizo del cuerpo del
demonio. Y si no fuimos tú o yo, o alguno de tus colegas, entonces debe haber sido
otro demonio. Si un ser humano lo hubiera encontrado, este lugar habría estado
atestado de policías.

Virginia tomó una visible respiración.

—Lo que podría significar una de las dos cosas. Y no me gusta.

Wes levantó su barbilla.

— ¿Qué significa?

—O bien otro demonio sabía hacia dónde se dirigía este y vino a buscarlo, o
alguien nos siguió.

—No veo cómo el segundo escenario es posible. ¿Cómo pudieron habernos


seguido? Y si lo hicieron, ¿por qué no nos siguieron al motel y nos mataron mientras
dormíamos? —Después de todo, él y Virginia había estado bastante distraídos
mientras estaban en la cama. Cualquiera podría haberlos sorprendido. Hizo una nota
mental para rodearlos de un hechizo de custodia la próxima vez, aunque en su
defensa, él no tenía sus herramientas consigo. Probablemente estaban todavía en el
complejo de Baltimore, ya que Virginia no las había llevado con ellos a la reunión
del Consejo.

— ¿Recuerdas en el Inframundo cuando el guardia del vórtice le pidió a


nuestro amigo que explicara sus motivos? —Preguntó Wes, de repente recordando
algo.

Los ojos de Virginia se ensancharon cuando los recuerdos regresaron a ella.

—Dijo que iba arriba por orden de alguien —Añadió Wes, aunque no podía
recordar el nombre del demonio que había mencionado.

Virginia asintió con la cabeza.

—Por órdenes de Vintoq.

106
—Exactamente. Por tanto, quién quiera que este Vintoq sea, sabía dónde se
dirigía nuestro demonio muerto. Y cuando él no volviera, debió enviar a alguien
detrás de él, o incluso venir él mismo.

Virginia dejó que su mirada vagara. Había árboles y arbustos en las cercanías,
una vieja cabaña quizás a cuatrocientos metros, y una torre de agua a lo lejos.
Cuando volvió su mirada hacia él, se inclinó un poco.

— ¿Qué pasa si todavía están aquí vigilándonos?

— ¿Para qué?

—Para que puedan seguirnos.

— ¿Por qué sospecharían siquiera que volveríamos aquí? A la escena del


crimen, por así decirlo —Sólo un criminal idiota haría eso, y Virginia y él, al parecer.

—Esperarían que volviéramos para hacernos cargo del cuerpo del demonio,
porque no podemos permitir que los seres humanos sepan con lo que estamos
lidiando. Esto causaría un pánico generalizado.

—Pero, ¿no asumirían que seguiríamos permaneciendo invisibles?

Ella sacudió la cabeza, y su pelo rojo captó la luz del sol y brilló como si fuera
fuego.

—No necesariamente. La ocultación toma gran cantidad de energía. Incluso


los demonios saben que no podemos seguir haciéndolo todo el tiempo. Y aquí, sin
ningún ser humano a nuestro alrededor para presenciar cómo quemamos nosotros
un cuerpo… —Se encogió de hombros—. Sabrían que había una buena posibilidad
de que no nos hubiéramos cubierto a nosotros mismos.

—Ya veo —Y considerando lo que habían pasado en el Inframundo, y más


adelante, estaba seguro de que Virginia estaba agotada—. Deberíamos irnos ahora.

Ella asintió con la cabeza.

—Tenemos que estar preparados por si nos siguen.

—Es por eso por lo que creo que es una mala idea regresar al consejo ahora.

107
Virginia le dirigió una mirada sospechosa.

Él suspiró.

—Y, no, no es porque yo no quiera aterrizar de nuevo en esa celda de plomo.

—Uh-huh —Ella le dio una mirada de no fastidies Sherlock.

—Si realmente nos están siguiendo, entonces lo último que debemos hacer
sería tener cualquier contacto con el Consejo. Has dicho que son los líderes de vuestra
raza. Estoy conjeturando en esto, pero ¿cuándo fue la última vez que cualquiera de
los miembros del consejo tuvo una pelea cara a cara con un demonio? —Cuando ella
canturreó de acuerdo, continuó—. Lo mejor que podemos hacer es transportarnos a
un complejo donde todo lo que hagan día a día, sea luchar contra los demonios.

—Déjame adivinar. Quieres que nos transporte al complejo de Baltimore.

—Me alegra que estés de acuerdo.

—Sabes que los guardianes de ese complejo han estado rompiendo todas las
reglas del libro, ¿verdad?

Wes sonrió ampliamente.

—Cualquiera puede seguir las reglas. Pero estos muchachos pueden


improvisar. Ellos son perfectos. Y confío en ellos.

—Bueno, pero si algo sale mal, voy a tener tu pellejo —Le advirtió.

Él la tomó en sus brazos y le dio un rápido beso en los labios.

—Puedes tener mi pellejo siempre que quieras. No me opongo a ser atado y


montado como un toro si la mujer que me monta me permite admirar su hermoso
cuerpo desnudo mientras lo hace.

—Eres imposible.

— ¿Imposiblemente sexy?

—Imposiblemente molesto —Respondió ella.

108
Wes deslizó su mano en su melena y tiró de su cabeza hacia él. Sus mejillas
sonrosadas eran demasiado tentadoras, y si no existiera la posibilidad de que algún
demonio estuviera acechando en las sombras, la tomaría allí mismo. Pero era lo
suficientemente inteligente para saber cuándo su deseo por ella tenía que quedar en
segundo plano.

—Te acostumbrarás, nena. Ahora salgamos de aquí.

*****

Virginia tuvo que admitir a regañadientes que Wesley tenía razón. No podían
ir a encontrarse con los demás miembros del Consejo. La mayoría habían estado en
el consejo durante muchas décadas, algunos incluso durante siglos. Ya no eran
guerreros, y aunque todos ellos habían aprendido a manejar una espada y una daga
en su juventud, estaban fuera de práctica. Tenían otras obligaciones y dejaron la
lucha a los guardianes más jóvenes, hombres y mujeres que vivían en complejos por
todo el mundo, ansiosos y preparados para luchar en cualquier momento. Dispuestos
a combatir hasta la muerte. Eso era por lo que habían firmado.

Ella había hecho lo mismo en ese entonces. Entrenar y luchar como guardián
en un complejo. Los humanos protegidos merecían ser protegidos. Luchó contra
demonios. Mató muchos. Pero ella había cometido errores. Errores que le habían
costado caro a su complejo. Cuando ella rompió las reglas, confiando en la persona
equivocada.

Como penitencia ella se había castigado a sí misma prometiendo que nunca


se aparearía, y en su lugar se había inscrito con los ejecutores, una tropa de élite de
luchadores excepcionales que aplicaban las reglas de su raza. Se había sometido al
más terrible entrenamiento y se inclinó a sus estrictas normas. Todo porque ella había
expulsado la emoción de su vida.

Con éxito.

Hasta ahora.

109
A medida que caminaban hacia el portal perdido, Virginia miraba de reojo a
Wesley. Él era todo lo que ella había evitado durante tantas décadas: un hombre que
vivía de su intuición, eludía las reglas cuando le convenía, y no parecía tener ni un
solo hueso serio en su cuerpo. Encima de eso, se impulsaba por sus deseos, resultando
ser insaciable y aprovechando todas las oportunidades para sacudirla, como si él
encontrara placer en verla perder su compostura.

Cualquier otro hombre ella lo habría golpeado hasta ser una pulpa ahora. Pero
había otros lados en Wesley a los que le costaba mucho resistirse: el hombre que
arriesgaba su vida para salvar la de ella, el amante que hizo a su cuerpo vibrar de
placer, el brujo cuya pericia tanto la fascinaba como asustaba.

Y luego estaba la forma en que él la llamaba nena. Y la manera en que la


miraba con sus lindos ojos azules.

— ¿Podría ser eso? —Preguntó Wesley y señaló una iglesia que estaba sobre
una pequeña colina, rodeada de hierba alta que, evidentemente, nadie había cortado
en meses, por no decir en años.

Virginia volvió a mirar su mapa.

—Así parece. Es la única estructura que puedo ver. El portal necesita algo a
lo que anclarse, como una roca o el lateral de un edificio, un muro, algo con
estructura. No puede estar en el suelo.

—El portal que usé en Sonoma estaba en una destartalada choza que se
recostaba contra una roca —Ofreció Wesley.

—Uno de los portales perdidos. Los portales tienen siglos de antigüedad. De


modo que el material al que están anclados tiene que ser viejos. En muchos casos son
rocas.

—Dijiste perdidos. ¿Qué significa eso?

—Hasta hace aproximadamente un año no éramos conscientes de que


existían portales en otros lugares que no fueran nuestros complejos. Pero estábamos
equivocados. Ya hemos encontrado cientos, repartidos por todo el mundo. No
vinculados a ningún complejo.

110
— ¿Cómo crees que surgieron?

—No estamos seguros.

—Mmm —Wesley se pasó una mano por el pelo—. ¿Dijiste que tenían que
estar anclados a algo como una roca?

Ella asintió.

—Sí, o algún otro material que haya existido durante un largo tiempo.

—Interesante. ¿Crees que el portal podría ser movido?

— ¿Movido? —Ese pensamiento nunca se le había ocurrido a ella—. ¿Cómo?

—Digamos que alguna empresa excavó un montón de rocas en algún terreno


para despejarlo y, en algún lugar de toda esa roca estaba la entrada a un portal, y
luego alguien la usó para construir —Señaló la iglesia—, una iglesia o algo así. ¿Esa
piedra todavía sería el punto de acceso al portal?

Ella dejó de caminar.

—Oh, Dios mío —La idea de Wesley tenía sentido. ¿Cómo podría un brujo
que sabía muy poco sobre su raza haber llegado a esa conclusión? Pero era lógico, y
eso explicaría la existencia de los portales perdidos. Explicaría mucho.

— ¿Qué? —Preguntó él.

— ¿Cómo te diste cuenta de eso?

Él se rió entre dientes.

—Soy bueno para algo más que sólo el sexo, ¿sabes?

Ella sonrió y sacudió la cabeza.

—Vamos dentro y encontremos el portal.

Dentro de la iglesia olía mohoso. Nadie había dejado entrar aire fresco dentro
en un largo tiempo. Las ventanas estaban sucias, la mayoría de las bancas habían
sido arrancadas. No quedaba ninguna obra de arte, solo una gran cruz de madera
que colgaba detrás de un altar de piedra. A un lado había un viejo confesionario, pero

111
las puertas habían sido arrancadas, y los asientos habían sido despojados de su
tapicería, dejando pequeñas tachuelas de metal sobresaliendo de la madera.

Virginia se dirigió directamente hacia el altar, Wesley la siguió. Ella examinó


la pesada piedra, corriendo sus manos sobre la superficie rugosa para encontrar la
señal que indicara que era el portal. Tocó cada centímetro de la superficie, pero no
había nada. Alzó la vista, encontrando la mirada de Wesley.

—No lo entiendo. Debe estar aquí —Dijo.

—Revisemos el resto del lugar —Sugirió Wesley, su voz calmada como si él


quisiera calmarla a ella.

Ella asintió con la cabeza y rastreó cada centímetro cuadrado de las paredes
de la iglesia, cada piedra bajo sus pies, mientras Wesley comenzaba en el otro
extremo del edificio. Con cada minuto que pasaba, se ponía más nerviosa. ¿Había
cometido un error en su cálculo? Un error matemático, y sus coordenadas podrían
estar a cientos de kilómetros de distancia.

— ¡Lo encontré!

La voz triunfante de Wesley la hizo girarse alrededor y prácticamente correr


hacia donde estaba él: el confesionario. Cuando lo alcanzó, él le señaló dentro del
área donde el sacerdote se sentaría. Ella siguió su dedo y lo vio también. La antigua
daga que su raza usó para identificar un portal, estaba tallada en la pared.

Rápidamente presionó su palma contra ella y sintió el calor acumularse


debajo de ella. Momentos después, el portal se abrió detrás del banco del sacerdote.

Miró por encima de su hombro, y Wesley asintió con la cabeza, indicándole


que entrara primero. Virginia se subió al asiento y saltó a la oscuridad, luego se volvió
y le tendió la mano a Wesley.

Tan pronto como Wesley estuvo dentro del portal, él colocó su brazo
alrededor de su cintura.

—Conduce con cuidado, ¿quieres? Me mareo un poco —Le dijo con un guiño.

112
—Se acabará antes de que lo sepas —Le prometió y se concentró en su
destino.

En cuestión de segundos, llegaron. Virginia se soltó de los brazos de Wesley


y se ajustó su ropa. Ahora que ya estaban de vuelta en el complejo, donde en unos
momentos estaría en torno a otros Guardianes Invisibles, era primordial que nadie
descubriera lo que había ocurrido entre ella y Wesley. Si lo hacían, debilitaría su
posición. Confraternizar con un prisionero, porque Wesley técnicamente seguía
siendo un preso y su destino no había sido determinado, era equivalente a traición.

Virginia salió del portal y miró por encima de su hombro, viendo que Wesley
hacía lo mismo. Lo miró a los ojos y tomó aliento, a punto de explicarle que cualquier
contacto físico o familiaridad entre ellos tenía que cesar. Pero no consiguió una
oportunidad de hablar.

Un fuerte pitido sonó de repente. Ella se congeló.

— ¿Qué es eso? —Preguntó Wes, el pánico en su voz y ojos.

Un agudo grito llegó desde algún lugar del edificio y luego un golpe sordo
hizo eco a través de los corredores.

— ¡Mierda! —Maldijo Virginia.

— ¿Demonios? —Wes ya estaba dirigiéndose hacia las escaleras—. Tenemos


que ayudarlos.

Ella le agarró el antebrazo, empujándolo hacia atrás.

—Necesitamos armas —Ella giró, alejándose de las escaleras y fue hacia otro
corredor—. El arsenal está por aquí. ¡Apresúrate!

Ella corrió por delante, su corazón latiendo en su garganta.

¿Los demonios habían conseguido atacar no sólo el complejo del consejo, sino
también otros complejos en otros lugares del mundo? Si lo hubieran hecho, entonces
no estaba segura de que todas las armas del arsenal serían suficientes para derrotarlos.

113
Capítulo Dieciséis

El foso del infierno era un cráter lleno de burbujeante alquitrán que consumía
cualquier cosa lo suficientemente desafortunada como para caer en él. No había
ningún superviviente; era una muerte lenta y tortuosa. Todos los líderes de los
Demonios del Miedo antes de Zoltan lo habían utilizado para castigar a los traidores
de su especie, y se había convertido en un elemento útil de disuasión. Esta fue la
razón por la que a Zoltan le gustaba formar a sus demonios alrededor de sus bordes,
para recordarles que les sucedería si no ejecutaban sus órdenes. Si no lograban
cumplir con sus deberes.

Y ellos no habían tenido éxito.

No esta vez.

Habían fracasado miserablemente.

— ¡Teníais sabuesos, y todavía no pudieron encontrar a los intrusos! —Rugió


Zoltan ahora, su voz retumbando en el espacio cavernoso.

Unos pocos cientos de sus demonios estaban parados delante de él, con las
cabezas gachas y evitando sus ojos. Sus otros seguidores, los miles que habitaban en
las numerosas cuevas del Inframundo, pronto se enterarían de esta Asamblea y se
considerarían afortunados de no haber estado entre los encargados de rastrear al
Guardián Invisible que había invadido su mundo.

— ¿Quién estaba a cargo de los perros? ¡Un paso adelante!

Hubo un movimiento en la multitud. Zoltan se concentró en él y vio como un


demonio con el pelo rubio se abría paso entre los reunidos. Todos parecían deseosos
de apartarse de su camino. Le tomó unos momentos antes de que el demonio que
supervisaba las perreras y entrenaba a los perros se separara de sus hermanos y se
detuviera a unos cuantos metros de Zoltan.

Se inclinó.

—Soy Klaus, oh, Gran Uno.

114
— ¿Qué tienes que decir en tu defensa?

—Hicimos todo lo que pudimos. Los perros recogieron un olor, pero resultó
ser una distracción. Los guardianes debieron disfrazar su olor. No pudimos prever
eso.

Respuesta incorrecta. Zoltan agarró a Klaus por el cuello y lo empujó hacia el


borde del foso. Allí, le gruñó.

— ¡Excusas! No quiero escuchar excusas. ¿Entiendes eso?

—Sí, oh, Gran Uno —El demonio se humilló.

—Ahora, inténtalo de nuevo. ¿Por qué fallasteis?

—Fue m…m…mi culpa. Totalmente mía.

Zoltan se rió entre dientes.

—Mejor —Lanzó una mirada de reojo a sus súbditos, que observaban el


intercambio con temor y miedo—. ¿Y qué hacemos con los hombres que me fallan?

—Mátalo —Dijo la multitud al unísono.

Satisfecho de que sus subordinados siguieran la pregunta en el aire, Zoltan


miró a su cautivo.

— ¿Oíste lo que tus hermanos me demandan que haga?

Klaus temblaba ahora, sabiendo que su destino estaba sellado. Zoltan sentía
que la satisfacción se apoderaba él. Sintió el temor en el otro demonio, le encantaba
la forma en que se envolvía alrededor del hombre como un capullo. Pero este no era
el tipo de capullo que protegía. Este era el tipo que destruía desde dentro. Porque el
miedo flaqueaba. El miedo minaba. El miedo debilitaba. Era por eso por lo que le
gustaba tanto: convertía a sus enemigos en tontos llorones incapaces de defenderse.

Igual a como este tembloroso cobarde no estaba combatiendo.

Todo lo que Zoltan tuvo que hacer era soltarlo y caería hacia atrás en el foso
del infierno para ser devorado por el alquitrán líquido, sufriendo una agonía hasta la

115
muerte. Pero su muerte no sería para nada: sería un ejemplo para sus hermanos,
enseñándoles que el fracaso era inaceptable.

Zoltan empujó a Klaus más hacia atrás, hasta que la parte superior de su
cuerpo estaba colgando sobre el foso, sus piernas todavía ancladas al suelo, pero
desequilibrado. Entonces comenzó a aflojar su agarre.

— ¡Oh, Gran Uno!

Zoltan miró sobre su hombro y vio a Yannick entrar corriendo en la cueva.

— ¿No puedes ver que estoy ocupado? ¿Qué pasa?

Yannick hizo una leve reverencia, luego dijo rápidamente:

—Los hombres que enviaste a la misión, uno de ellos ha regresado.

Zoltan supo inmediatamente cuál era la misión a la que Yannick se refería.


Retrocedió para que Klaus se parara de pie por sí mismo de nuevo.

— ¿Sólo uno?

—Sí, oh, Gran Uno —Hizo una señal hacia el túnel por el que había venido—
. Por allí.

Asintiendo con la cabeza, Zoltan soltó su agarre del cuello de su cautivo, y se


giró para unirse a Yannick, cuando oyó a Klaus suspirar de alivio. Él giró sobre sus
talones y miró al demonio.

—Mal movimiento.

Con una mano, Zoltan empujó a Klaus hacia atrás, arrojándolo por el borde.

Un grito desesperado salió de la garganta del demonio que cayó al foso del
infierno. Más gritos siguieron. Gritos de dolor horrible y desesperación. Pero Zoltan
ya estaba saliendo de la cueva. Por mucho que quisiera ver sufrir a su súbdito, tenía
cosas más importantes que hacer.

Ulric los estaba esperando en la sala del trono, la caverna más grande del
Inframundo. Llamas rojas parpadeaban a través de las grietas de las irregulares
paredes de piedra, el gas ardía en los candelabros a lo largo de la misma, y un enorme

116
trono de piedra estaba aposentado sobre una plataforma de piedra, con escaleras que
conducían a la gran área donde sus súbditos se reunían para escuchar hablar al Gran
Uno. Hoy el gran salón estaba vacío.

—Puedes irte, Yannick —Dijo Zoltan sin mirarlo. Esperó hasta que las
pisadas se hicieron más débiles y luego desaparecieron por completo. Luego miró a
Ulric. Parecía peor por lo que llevaba puesto, ropa desgarrada y sangre verde que
manaba de varias heridas.

— ¿Estás solo?

Ulric asintió con la cabeza.

— ¿Dónde están los demás?

—Muertos, oh, Gran Uno.

— ¿Por qué?

—No estoy seguro. Nos trasportamos al complejo de los Guardianes


Invisibles y nos desplegamos para hacer nuestro reconocimiento, cuando escuché
que se activaba una alarma y los sonidos de hombres luchando. Sólo puedo asumir
que mis hombres fueron descubiertos.

Zoltan estrechó sus ojos con sospecha.

—Sin embargo, tú escapaste. Qué afortunado.

—Traté de ayudarlos. Hice lo que pude. Hubo mucha confusión. Demasiados


Guardianes Invisibles corriendo alrededor, dirigiéndose al portal. Esperé a que ellos
se fueran con la esperanza de acceder a su portal tras ellos.

—Hmm —Al menos esa parecía una idea inteligente. La mejor que Ulric
probablemente había tenido en toda su vida—. ¿Y?

—Iniciaron una secuencia de autodestrucción.

Zoltan contuvo el aliento.

— ¿Voluntariamente destruyeron su propio complejo?

117
Ulric asintió ansiosamente.

—Lo hicieron. No quedó nada del portal. Tuve suerte de salir vivo.

— ¿Qué te tomó tanto tiempo para volver? Te envié allí hace más de
veinticuatro horas.

—La explosión. Me golpeó dejándome inconsciente. Me apresuré a regresar


tan pronto como recuperé el conocimiento.

Unos pasos apresurados resonaron de uno de los túneles que conducían a la


sala del trono. Zoltan giró bruscamente su cabeza en esa dirección y vio a Vintoq
corriendo hacia ellos.

—Llegué tan rápido como lo oí, oh, Gran Uno —Dijo Vintoq—. Yannick me
informó que tu equipo de reconocimiento atacó el complejo.

Zoltan giró su cabeza hacia Ulric, mirándolo.

—No dijiste que tu equipo atacó primero.

Los labios de Ulric temblaron y sus ojos se precipitaron hacia Vintoq, luego
de vuelta a Zoltan.

—No atacamos. Les dije a mis hombres que fueran sigilosos. Les advertí que
se escondieran, que no usaran sus armas. Sabían que era una misión de
reconocimiento en primer lugar. Nunca di una orden de ataque.

—Hmm —Zoltan contempló sus palabras. ¿Estaba mintiendo Ulric para


salvar su pellejo?

Vintoq se acercó sigilosamente hasta Zoltan.

—Oh, Gran Uno, eso fue lo que Yannick escuchó balbucear a Ulric cuando
salió del vórtice a su llegada aquí.

— ¡No! —Ulric protestó y buscó los ojos de Zoltan—. Debes creerme. No hice
nada malo. Seguí las instrucciones al pie de la letra.

—Él está mintiendo. ¡Castígalo! —Exigió Vintoq y alcanzó hacia la garganta


de Ulric. Este retrocedió.

118
—Hay algo más —Dijo Ulric, su mirada volviendo de nuevo a Zoltan, con
pánico evidente—. En mi bolsillo. Encontré algo justo antes de que el lugar volara.
Justo fuera de lo que parecía una sala de conferencias.

— ¡Mentiras! —Siseó Vintoq y apretó la garganta de Ulric, causando que se


ahogara.

Zoltan intervino y alcanzó en el bolsillo de Ulric. Sacó un dispositivo brillante


de allí. Un móvil cubierto de una carcasa plateada.

—Vintoq, retírate. ¡Suéltalo!

Vintoq lanzó una mirada a Zoltan, el desafía brotando de sus ojos.

—Pero, oh, Gran Uno. Él fracasó. No siguió tus órdenes.

Ulric luchaba para conseguir aire, arañando a Vintoq desesperadamente.

— ¡Déjalo ir! —Repitió Zoltan—. O sufrirás su destino en su lugar.

Inmediatamente Vintoq liberó a su víctima. Ulric tosía y respiraba con fuerza,


aspirando profundamente aire dentro de sus pulmones.

Zoltan levantó el móvil, mostrándoselo a Vintoq.

—Esto compensará con creces la chapuza de misión —Encendió el móvil y


recorrió su lista de contactos. Decenas de nombres y números. Una verdadera mina
de oro.

Levantó la cabeza y miró a Ulric.

—A pesar del fracaso de tu equipo, lo has hecho bien —Porque este teléfono
era mejor que un plano del complejo de los Guardianes Invisibles.

—Felicidades. Tienes la oportunidad de vivir.

Por ahora.

119
Capítulo Diecisiete

Armado con dos dagas, Wes corría detrás de Virginia, que ya había llegado a
la puerta de la cocina desde donde los fuertes golpes y voces provenían. Ella miró
por encima de su hombro, asintiendo con la cabeza. Estaba igualmente armada y, a
juzgar por la expresión feroz de su rostro, estaba lista para luchar hasta la muerte.

Virginia puso su mano en el pomo de la puerta, pero Wes la detuvo y susurró:

—Humo —Puso la palma de la mano sobre la puerta para sentir si estaba


caliente, pero para su alivio no fue así—. Está fría —Por lo menos, no serían
golpeados con un backdraft8, aunque no había forma de saber qué podrían darles la
bienvenida.

—Yo tomaré la izquierda, toma la derecha —Instruyó Virginia.

Wes asintió, luego Virginia abrió la puerta y entró. El corrió tras ella en la
habitación, el humo hizo que sus ojos picaran de inmediato. Aún así, estaba listo
para luchar, incluso si le costaba mantener los ojos abiertos.

— ¡Ugh! —Alguien tosió.

El sonido era agudo, viniendo de una mujer, estaba seguro.

— ¿Virginia?

Otro sonido, esta vez un silbido, luego un sonido metálico y el sonido de un


escape.

Luego un ruido sordo y los sonidos de dos personas luchando un combate


cuerpo a cuerpo.

8
Backdraft: llamado también explosión de gases de humo con efecto reverso, es una situación que
puede ocurrir cuando un fuego necesita oxígeno; por lo cual la combustión cesa pero sigue habiendo
gases y humo combustible con temperatura alta. Si el oxígeno se reintroduce, por ejemplo abriendo una
puerta en un cuarto cerrado, la combustión puede recomenzar dando por resultado un efecto explosivo,
dado que los gases se calientan y aumentan su volumen súbitamente. Este efecto es la base para la
explosión del humo.

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— ¡Joder!

Esta vez, Wesley reconoció la voz femenina.

— ¿Enya?

Él cargó contra el cuerpo a cuerpo, siendo capaz de ver los contornos de las
dos personas peleando.

— ¡Mierda, Virginia! Déjala ir. Es Enya —El humo se estaba disipando ahora,
siendo absorbido a través del potente extractor sobre la cocina.

Llegó a Virginia y a Enya, justo cuando Virginia soltaba a su compañera


Guardián Invisible.

Enya tropezó hacia atrás.

— ¿Qué diablos fue eso? —Miró a Virginia, sus ojos reflejando furia.

Desde la puerta abierta, Wes percibió el sonido de unos pasos que se


acercaban rápidamente.

—La alarma —Explicó rápidamente Wes, girando hacia la puerta, sus dagas
listas—. Estaban bajo ataque de los demonios.

— ¿Qué? —Se atragantó Enya.

Dos hombres corrieron dentro: Logan y Manus.

— ¿Qué está sucediendo aquí? —Gritó Logan.

Virginia, respirando con dificultad, corrió al lado de Wesley.

—Escuchamos la alarma y asumimos que el complejo estaba siendo atacado.

Manus se detuvo y se rió.

—Ese fue sólo uno de los intentos de Enya de cocinar.

—Mierda, ¿eso era la alarma de incendios? —Preguntó Wes, girando la


cabeza a Virginia, que miró a los dos hombres, su boca abierta.

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—No hay necesidad de reírse, gilipollas —Gritó Enya detrás de ellos—. No
es culpa mía que las tortitas se quemaran. Yo sólo estaba tratando de mantenerlas
calientes.

Logan caminó hacia la cocina. En la parte superior de los quemadores había


una bandeja de tortitas, que se asemejaban al color de las piedras de lava del
Inframundo, aunque no a su temperatura: aún humeaban. Logan se rió entre dientes
y señaló los controles del horno, cuya puerta permanecía abierta todavía.

—Sabes lo que significa asar, Enya, ¿no? —Giró la perilla a la posición de


apagado y dio la espalda al horno.

Enya gruñó algo ininteligible.

—Bueno, todavía no hay razón para cargar aquí y atacarme. Yo me estaba


encargando con eso —Señaló el extintor que yacía en el suelo.

Virginia puso sus manos en sus caderas y fulminó con la mirada a Enya.

— ¡Bueno, discúlpame por querer salvar tu complejo de un ataque demoníaco!

— ¿Por qué no nos calmamos todos, eh? —El consejo vino de Aiden, quien
acababa de aparecer en la puerta—. Tenemos peces más grandes para freír que las
incomibles tortitas de Enya —Volvió su mirada a Wesley—. Estás vivo —Y cómo si
acabara de darse cuenta sólo ahora de Virginia, asintió rápidamente hacia ella y
añadió—. También tú, Consejera.

Wes asintió.

—Ha sido un gran viaje.

—Tenemos noticias del ataque al complejo del consejo. Nadie tenía cualquier
noticia de vosotros. No pensamos que lo hubierais logrado.

—Sí, y puedo ver cuán destrozados estabais todos por ello —Dijo Virginia
con una voz gélida.

Aiden le lanzó una mirada de reojo.

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—No te ofendas, Consejera, que no todos estábamos sentados llorando, sino
que hemos estado apuntalando nuestras defensas para proteger nuestro propio
complejo. Cada complejo en el mundo está en cuarentena; todos estamos ejecutando
el protocolo de emergencia.

Virginia asintió y tomó aliento visiblemente.

—De acuerdo. ¿Qué hay del resto del consejo? ¿Todos llegaron a sus casas
seguras?

Aiden asintió con la cabeza.

—Contacté con mi padre no hace ni una hora. No hay pérdidas que reportar.
Pero nadie abandonara la seguridad de los complejos por un tiempo.

— ¿Y aquí? —Preguntó Wes—. ¿Todos estáis contabilizados?

—Hamish está trayendo a Tessa de regreso del Ayuntamiento mientras


hablamos. Había una reunión importante a la que no podía faltar. Jay y Sean han
llevado sus asignaciones a una casa segura y permanecerán allí con ellos hasta que
esto acabe. Pearce está en el centro de mando, monitorizando todos los mensajes que
provienen de otros complejos.

— ¿Y Leila? —Preguntó Wes, sorprendido de que Aiden no hubiera


mencionado a su esposa todavía.

—Ha estado enferma esta mañana. Está en nuestros aposentos, descansando


—Hizo una seña hacia Enya, sonriendo—. Es por eso por lo que Enya se ofreció a
cocinar, con unos resultados catastróficos, si puedo añadir.

— ¿Podemos dejar de hablar de mis habilidades culinarias? —Espetó Enya y


miró a sus colegas—. Y si la Consejera Robson no se hubiera llevado a Wesley, yo
no habría tenido que cocinar, ¿verdad?

—Estoy aquí —Dijo Virginia con los dientes apretados—. Y no toleraré tu


insubordinación.

—Bueno, entonces tal vez debería presentar una queja sobre cómo me atacaste
saliendo de la nada cuando claramente podías ver que era yo. ¿Cómo se vería eso en

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tu impecable historial, Consejera? —Enya entrecerró los ojos, desafiando a Virginia
a responder.

Y por lo que Wesley podía ver, Virginia iba a responder, lo que solo agravaría
la situación.

—Tal vez puedas darle un poco de holgura a tu consejera, considerando que


ella simplemente hizo un viaje al Inframundo y apenas salió con vida.

Eso calló a todo el mundo.

Logan silbó a través de sus dientes.

— ¿Estás hablando jodidamente en serio? —Preguntó Aiden, su mirada


rebotando entre Wesley y Virginia como una pelota de ping-pong en un espacio
confinado.

—Eso es imposible —Graznó Manus.

— ¿Cómo? —Preguntó Enya—. Nadie ha estado nunca en el mundo de ellos.

—Estaremos encantados de daros una actualización completa y… —Dijo


Wes.

—Haz que todos estén juntos en la sala de mandos, e informaré —Lo


interrumpió Virginia.

Los cuatro Guardianes Invisibles ya marchaban hacia la puerta y hacia el


corredor, cuando Virginia agarró el brazo de Wesley y lo detuvo.

—No me vas a excluir, ¿verdad? —Preguntó. Tanto por haberle salvado la


vida.

—No lo estoy haciendo. Pero debes entender una cosa: tú no estás al cargo
aquí. Este es mi dominio.

Wes levantó una ceja.

—Estás preocupada. ¿Algo que debería saber?

—No olvides que sigues siendo un prisionero, aunque no te esté encerrando.

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Estaba a punto de responder, cuando Aiden gritó:

— ¿Vienen?

— ¡Sí! —Respondió Wes y se apresuró al pasillo, alcanzando a los demás.

Logan estaba hablando por teléfono.

—Encuéntranos en el centro de mando. Sí, diez minutos —Terminó la


llamada—. Hamish regresará en unos minutos.

—Bien, entonces no tendremos que contar la historia dos veces —Dijo Wes.

—No puedo esperar a escuchar sobre eso —Dijo Aiden, palmeando a Wesley
en la espalda—. Estoy realmente contento de que lo hayas logrado. Nos diste a todos
un pequeño susto cuando el Consejo nos dijo que habíais desaparecido. Sospechaban
que tuviste algo que ver con el ataque de los demonios y que podrías haber matado a
Virginia.

—Espero que no hayas creído eso.

Aiden se encogió de hombros.

—La parte de ti ayudando a los demonios, tal vez. Pero cuando mi padre dijo
que se creía que Virginia estaba muerta y que podrías haberla matado, yo sabía que
él estaba equivocado —Se inclinó y bajó la voz—. Tú no mataría a la mujer en cuyos
pantalones deseas meterte, ¿verdad?

—Cierto —Aunque ahora él estaba un poco molesto con la mujer en cuyos


pantalones había estado metido, porque lo estaba tratando como si él no significara
nada para ella. Pero eso no era ningún asunto de Aiden. Tendría que ocuparse de eso
más adelante.

Hamish apareció como prometió y se unió a ellos en el Centro de Mando solo


diez minutos más tarde sin Tessa. La había mandado a comprobar a Leila, en caso
de que necesitara algo. Pearce estaba sentado en la consola, manteniendo un ojo en
los mensajes que aparecían en las diversas pantallas. Aiden había colocado varias
sillas alrededor de la consola para que todos se sentaran, pero Wes saltó sobre una

125
mesa y se sentó allí en su lugar, mientras que Virginia se apoyó allí, manteniendo su
distancia de él como si no quisiera acercarse demasiado.

—Bien, dejarme deciros lo básico —Comenzó Virginia y se lanzó a un relato


de su terrible experiencia en el Inframundo, incluyendo cómo se habían escapado,
pero excluyendo lo que había ocurrido más tarde en el motel.

Una o dos veces un guardián la interrumpió para aclarar alguna parte de la


historia, pero la mayoría de ellos, escucharon atentamente, absorbiendo cada
palabra. Después de muchas sacudidas de cabeza, exclamaciones de admiración, y
una cantidad considerable de maldiciones, Virginia tuvo a los otros guardianes al
tanto de los acontecimientos que tuvieron lugar en la guarida de los demonios.

Por un momento hubo silencio. Luego Aiden dijo:

—Recuerdo escuchar los pensamientos de Zoltan en el vórtice cuando


estábamos rescatando a Leila. Es exactamente como lo describiste.

—Leí el informe hace un tiempo —Dijo Virginia—, pero no me di cuenta que


era tuyo.

—No es que ese conocimiento nos haya ayudado de ninguna manera —


Respondió Aiden—. Creo que lo que Wes averiguó es mucho más valioso.

Wesley levantó su mentón.

— ¿Te refieres a mi teoría sobre cómo surgieron los portales perdidos?

Hamish se apartó de la consola contra la que se había apoyado.

—Encontré el primero de los portales perdidos hace más de un año. He estado


tratando de descubrir desde entonces como podrían haber llegado a existir —Miró a
Virginia—. Consejera Robson, estoy seguro que recuerda las historias de los Días
Oscuros, cuando muchos de nuestros complejos fueron destruidos no solo por los
demonios, sino también por las guerras humanas y los desastres naturales. Sospecho
que las antiguas rocas que disfrazaban las entradas de nuestros portales, fueron
reutilizadas más tarde por los seres humanos para construir otras estructuras:
puentes, monumentos, iglesias, almacenes.

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—Eso tiene sentido —Dijo Wes—, después de todo, las piedras de cantera
eran difíciles de conseguir. La gente habría reutilizado todo lo que hubiera podido,
especialmente después de una guerra.

—Tendremos que informar a los miembros del consejo sobre esto —Agregó
Virginia.

—Haciéndolo justo ahora —Confirmó Pearce, golpeando en su teclado.

—Bien. Ahora otra cosa: ¿el consejo tiene alguna sospecha en cuanto a cómo
los demonios pudieron encontrar e introducirse en el complejo? —Preguntó Virginia.

— ¿Quieres decir otra cosa que no sea creer que Wesley los llevó allí? —
Disparó Manus.

Logan lo golpeó en las costillas y le dijo algo ininteligible.

—Lo siento, todos estamos un poco en el borde.

—El consejo no tiene pistas hasta el momento —Dijo Pearce, señalando la


pantalla del ordenador—. Pero los otros complejos han sugerido un montón de
teorías.

—Déjame escucharlas —Exigió Virginia.

Pearce miró la pantalla y comenzó.

—Traición por un miembro del consejo.

Virginia gruñó.

—Ya ha pasado, ya sabes —Dijo Aiden.

Virginia hizo un gesto a Pearce.

—Vamos, ¿qué más?

—Algún compañero humano chantajeado por un demonio. Tortura a un


emissarius. La traición de un guardián convertido en demonio. Un descuido por
parte de un guardián que viajara al complejo. Una coincidencia.

— ¿Coincidencia? —Repitió Wes, frunciendo el ceño.

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Pearce se encogió de hombros.

—Un hombre ciego puede golpear en un clavo por suerte, si lo intenta lo


suficientemente a menudo. La ley de la probabilidad. Los demonios han estado sobre
nuestro culo el suficiente tiempo.

—Poco realista —Dijo Virginia despectivamente—. ¿Alguna otra teoría?

— ¿Qué es un emissarius? —Preguntó Wes, recordando la palabra que Pearce


había dicho antes.

—Un humano que trabaja para nosotros, espían para nosotros, nos mantiene
al corriente de cualquier cosa importante —Explicó Aiden—. Ellos saben quién
somos, y son leales a nosotros. Pero no serían capaces de traicionar a nuestros
complejos.

— ¿Por qué?

—Porque no saben dónde están ubicados —Virginia contestó en lugar de


Aiden.

Wes la miró de soslayo.

—Entonces, ¿cómo pueden ponerse en contacto con vosotros cuando tengan


noticias que daros?

—Se les da un número de teléfono al que llamar, y nos ponemos en contacto


con ellos cuando es seguro.

—El número —Reflexionó Wes—. ¿Puede ser rastreado?

—No —Dijo Pearce con firmeza—. De ninguna manera.

Lo que no dejaba muchas teorías siendo viables.

—Virginia, dijiste que el compañero de un guardián no sabría dónde se


encuentra el complejo del consejo, ¿verdad? —Wes no la miraba, pero se volvió a los
otros, todos los cuales, para su sorpresa, repentinamente lo miraban a él como si
simplemente hubiera dado el mayor paso en falso. Rápidamente miró a Virginia, que
evidentemente lo miraba severamente.

128
—La Consejera Robson está en lo cierto—Dijo Aiden, poniendo énfasis en las
primeras palabras.

Fue entonces cuando Wesley comprendió por qué todo el mundo le estaba
mirando como si le hubieran crecido cuernos. Había llamado a Virginia por el
nombre de pila.

—Oh, por el amor de Dios, hombre —Maldijo Wes—. ¿Por qué nos paramos
en las ceremonias? Podríamos estar todos muertos mañana por lo que sabemos. De
modo que no nos rompamos las vestiduras porque llamé a la Consejera Robson por
su nombre de pila. Creo que después de salvar su culo de los demonios, me lo he
ganado.

Durante un segundo, todos parecieron contener la respiración, entonces


Virginia miró a los guardianes y dijo:

—Supongo que hace las cosas más fáciles para todo el mundo. Olviden de
llamarme Consejera —Cuando todos asintieron con la cabeza, ella se dirigió a
Wesley de nuevo—. ¿Qué estabas diciendo?

—Los compañeros humanos de tus guardianes. Aunque no conocen la


ubicación del complejo del consejo, sabrían la ubicación del complejo donde viven
con su pareja, ¿verdad?

Ambos, Aiden y Hamish, tensaron sus hombros.

— ¿Qué estás insinuando? —Siseó Hamish.

—Nuestras mujeres están más allá de cualquier reproche —Gruñó Aiden.

Wes levantó su mano en un movimiento defensivo. No tenía la intención de


ofender a Aiden y Hamish.

—No quise sugerir que vuestras esposas hicieran algo para lastimaros a
vosotros o a los vuestros. Pero estoy seguro que no sois los únicos guardianes que
tengan compañeros humanos. Cualquiera de ellos podría ser un eslabón débil que los
demonios podrían explorar.

—Hmm —Hamish cruzó sus brazos sobre su pecho.

129
Aiden hizo lo mismo.

Wes suspiró. Tanto por expresar su opinión.

Manus ahora se levantó de su silla.

—No te preocupes por esos dos. Solo protegen a sus mujeres. Pero como yo
soy objetivo, puedo seguir tu lógica.

Hamish se mofó del comentario de Manus.

—Esa sería la primera vez.

Manus le lanzó una mirada de cállate malditamente, luego dijo:

—Entonces, Wes, lo que creo que estás diciendo es que es posible que los
demonios lleguen a uno de las compañeras humanas, tal vez incluso sin que ella lo
sepa, posiblemente simplemente siguiéndola.

—Exactamente. Ella puede que ni siquiera se diera cuenta de que la estaban


siguiendo. Podría haber llevado inadvertidamente a un demonio a uno de los
complejos, donde el demonio encontró el portal y accedió al complejo del consejo
desde allí. ¿No es eso posible? Quiero decir, ¿pueden acceder a un portal con sus
poderes?

—No estamos seguros. En cualquier caso, no se produjo ninguna alarma —


Dijo Virginia.

— ¿Y qué pasa si los demonios fueron capaces de eliminar la alarma?

—Hmm. Pero tendrían que haber tenido a un Guardián Invisible en el portal


para manejarlo.

Wes pensó en la afirmación de Virginia. Ella había dicho eso cuando lo había
transportado al complejo del consejo.

— ¿Hay otra forma de entrar en los complejos? Esto suena como una
pregunta tonta, pero, ¿habéis revisado la puerta delantera? ¿Hay alguna puerta
delantera?

130
Los guardianes vacilaron, luego sus miradas se volvieron hacia Virginia,
buscando aprobación.

Finalmente, Hamish respondió:

—Hay puertas, simplemente porque no podemos conseguir meter a los


humanos u otras criaturas, por ejemplo brujos, a través de las paredes. Entonces, si
llegamos al complejo de cualquier manera que no sea a través de un portal, tenemos
que usar una de las entradas normales para traer al humano. No sucede a menudo,
porque los humanos no están permitidos en los complejos.

—Aparte de los compañeros humanos —Aclaró Virginia.

—Sí —Estuvo de acuerdo Hamish—. Nuestras compañeras humanas de vez


en cuando tienen que usar las puertas. Pero eso no significa que los demonios puedan
encontrarlas.

— ¿Por qué no? —Preguntó Wes.

—Porque los complejos son invisibles.

Wesley bajó la barbilla.

— ¿Te refieres a que todo el edificio —Hizo un movimiento que lo abarcaba


todo con sus manos— …es invisible?

Hamish asintió.

—Las viejas runas que ves por todas partes, más nuestra virta, nuestra fuerza
vital, lo mantiene oculto. Los demonios no pueden verlo. Tampoco pueden los
humanos. O los brujos.

—Pero está ahí, ¿verdad? Todavía puedes sentirlo. Puedes toparte con él.

—Hay un hechizo de protección en todo el edificio que evita que nadie quiera
acercarse. Que ni siguiera se den cuenta de evitarlo. Simplemente se darían la vuelta
e irían por otro lado.

—Bastante ingenioso —Tuvo que admitir Wes—. ¿Y sabéis que ese hechizo
funciona con los demonios? —Los guardianes cambiaron miradas aprensivas—. ¿No

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lo hacéis? Entonces, es posible que los demonios puedan ser inmunes a este hechizo
y podrían haber conseguido acercarse lo suficiente a un complejo como para
encontrar una entrada.

—Eso es pura especulación —Dijo Hamish.

—Así como todo lo demás —Dijo Logan con calma—. Digo que lo hagamos
sistemáticamente. Todos tomaremos una teoría y trabajaremos a través de ella. La
traición de un guardián convertido en demonio, un compañero de un guardián
seguido, un miembro del consejo traidor, un emissarius comprometido y un guardián
descuidado. ¿Os parece bien a todos?

Cuando nadie protestó, Logan se dirigió a Pearce.

—Consigue listas de todos los emissarii en nuestra zona, todos los compañeros
humanos en todo el mundo, y todos los miembros del consejo, pasados y presentes,
si están aún vivos.

—Además, de todos los guardias que alguna vez hayan servido en el complejo
del consejo —Añadió Virginia.

Logan asintió con la cabeza.

—Buena idea. Y envía un informe a los otros complejos para que compilen
un informe sobre cuáles de sus guardianes tuvieron reuniones con emissarii en los
últimos, digamos, siete días.

—Hecho —Respondió Pearce—. La lista de los emissarii de nuestra zona será


lo más rápido. La tendrás en dos minutos. Puedes empezar por eso mientras yo
trabajo en las otras listas.

Wesley saltó fuera del escritorio. Amaba la forma en que los chicos se reunían
aquí, cuando llegaba el momento decisivo. Le recordó a sus amigos en Scanguards…
y al hecho de que todavía no los había llamado para hacerles saber que estaba vivo.

—Y otra cosa —Agregó Virginia repentinamente—. No le digáis a nadie que


Wesley y yo estamos vivos. Ni siquiera a los miembros del consejo. Si realmente
tenemos un traidor tan arriba, es mejor que crea que el brujo y yo estamos muertos.

132
Wes miró a Virginia a los ojos. Un pensamiento inteligente.

Cuando todos asintieron con la cabeza y luego se amontonaron alrededor de


la consola del ordenador, se inclinó hacia Virginia y murmuró.

—El nombre todavía es Wesley, ¿o te has olvidado?

—No he olvidado nada.

133
Capítulo Dieciocho

Virginia no pudo evitar sentirse impresionada. Unas horas después de la


llegada de ella y Wesley al complejo de Baltimore, todo el mundo estaba
profundamente inmerso en la investigación sobre el ataque al complejo del consejo.
Se habían movido en el centro de mandos, trabajando con los ordenadores y
teléfonos, y monitorizando los mensajes que llegaban de todo el mundo.

Virginia estaba trabajando en la lista de los miembros antiguos y presentes del


complejo, cuando la puerta del centro de mando se abrió de repente. Dos mujeres
entraron: Leila y Tessa. Llevaban bandejas de comidas. El aroma flotaba de ellas, y
se dio cuenta de lo hambrienta que estaba.

—Todo el mundo, la hora del almuerzo —Anunció Leila.

Los guardianes se levantaron de sus sillas y caminaron hacia la mesa junto a


la pared, donde Leila y Tessa estaban colocando los platos, y comenzaron a tomarlos
y lanzar dentro un montón de comida.

Virginia agradeció el descanso. Miró a su alrededor en busca de Wesley y lo


vio esperando su turno para servirse. No había hablado con ella desde que la
reprendió por no usar su nombre y llamarlo brujo. Había sido un intento de hacer
que los otros guardianes creyeran que no había ocurrido nada entre ellos.

Ella había querido explicarle las reglas básicas a Wesley antes, para que él
entendiera porqué tenía que ser fría con él ante los demás, pero los había
interrumpido Aiden, y no había habido desde entonces un buen momento para
hacerlo.

Virginia caminó hacia la mesa y se detuvo detrás de Wesley. Alcanzando un


plato, se inclinó y susurró:

—Tenemos que hablar más tarde.

Él echó un vistazo sobre su hombro.

— ¿Sobre qué?

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Claramente, no iba a hacerle esto más fácil. Suficientemente justo. No podía
culparlo por su helada respuesta.

—Sobre cómo deben ser las cosas a partir de ahora —Le dijo.

— ¿Y quién decide eso?

Ella abrió la boca, pero dudó, no estando segura de cómo responder. La


respuesta debería haber sido simple: ella era la que estaba al cargo. Pero en presencia
de Wesley no se sentía como si ella estuviera en el control. Se sentía… insegura. Él
le hacía cuestionarse sus acciones, sus creencias, sus objetivos. Nadie lo había hecho
nunca, y ahora este hombre, este brujo, que ni siquiera era tan fuerte como ella, se le
enfrentaba como nadie antes que él.

—Hey, chicos, tenéis que ver esto —Pearce llamó desde la consola de
comandos donde estaba sentado comiendo su comida.

Virginia se volvió y fue hacia él, mientras que varios de los otros hacían lo
mismo. Se paró detrás de la silla de Pearce.

—Se trata de Faldo —Tocó una de las ventanas en una pantalla.

— ¿Faldo? —Preguntó Virginia.

—Un emissarius aquí en Baltimore.

Subió el volumen, y Virginia se concentró en la pantalla. Una reportera estaba


parada fuera de una casa. Los policías irrumpieron en la propiedad, y dos hombres
estaban desplegando una camilla: llevaba una bolsa negra para cadáveres.

— ¡Mierda! —Siseó Hamish junto a ella.

—Aproximadamente hace una hora —Comenzó la periodista de la pantalla—, la


policía fue llamada a esta mansión que hay detrás de mí, perteneciente a Anton Faldo, un
hombre de negocios con presuntos vínculos con el crimen organizado. El señor Faldo fue
encontrado muerto por su ama de llaves hoy. Los informes indican que se lo encontró tendido
en un charco de sangre en su es estudio, y la casa había sido saqueada. La hora de la muerte es
incierta, pero una declaración de su ama de llaves, quién ha estado de vacaciones durante la
semana pasada, afirma que la víctima vivía solo. Por lo tanto, es posible que el Sr. Faldo fuera

135
asesinado hace algunos días. En cuanto a la causa de la muerte, la policía no ha desvelado
ningún detalle todavía. Sin embargo, los primeros indicios son que esto fue un golpe de la mafia.

Detrás de ella, en la pantalla, una mujer blanca mayor salió de la casa, su


rostro lleno de lágrimas. Comunicándose con su productor fuera de la cámara, la
reportera murmuró algo, luego miró por encima del hombro y vio a la mujer.

—Y aquí está el ama de llaves, la señora, uh… Jefferson —Giró y caminó en


dirección a la mujer—. ¿Es usted la señora Jefferson, el ama de llaves del señor Faldo?

Sorprendida, la mujer se detuvo, girando su cabeza en la dirección de la


cámara y, a continuación, volviéndose a la reportera. Algo tímidamente asintió con
la cabeza.

—Carol Jefferson, sí —Sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió los ojos.

— ¿Puede decirnos algo sobre lo que podría haber sucedido a su jefe?

Sus labios temblaron, pero ella contestó.

—Yo no estaba aquí. Él me dio una semana de vacaciones. Ya sabe —Un sollozo
salió de su pecho—. Porque se suponía que él se iba. Esto nunca debería haber pasado. Ni
siquiera se suponía que él estuviera en casa.

Claramente perturbada, el ama de llaves se sonó la nariz en el pañuelo.

La reportera miró hacia la cámara.

—Como pueden ver, la muerte del señor Faldo, ha sorprendido a todos. Nos
quedaremos en esta historia…

Pearce silenció el volumen.

Las maldiciones rebotaron en las paredes. Hamish exhaló bruscamente.

—Faldo fue quién nos alertó sobre la necesidad de proteger a Tessa —Puso
un brazo alrededor de su esposa, quién se había deslizado silenciosamente hasta él,
sus ojos llenos de lágrimas.

136
—Me siento tan mal —Murmuró Tessa—. Durante mucho tiempo pensé que
no era más que otro mafioso que se aprovechaba de esta ciudad y de sus habitantes,
pero era mejor que eso. Él estaba atento vigilando por mí, por todos nosotros.

Hamish presionó un beso en la parte superior de su cabeza.

—Lo sé. Es por eso que vamos a averiguar lo ocurrido. Te lo prometo —


Luego miró directamente a Virginia—. Lamentablemente, hay una buena
probabilidad de que los demonios fueran capaces de conectarle a él con nosotros.
Tenían una persona cercana a Tessa que sabía que fue Falco quién negoció el acuerdo
para su protección. Para el momento en que descubrimos quién era, ya era
demasiado tarde. El nombre de Faldo podría haberse transmitido fácilmente a los
demonios —Maldijo—. Es culpa mía. Debería haberlo reubicado de inmediato.

Virginia hizo un desdeñoso movimiento con su mano.

—No perdamos el tiempo en lo que podría haber sido —Señaló la pantalla—


. Necesitamos averiguar qué es lo que los demonios estaban buscando en su casa. La
periodista no mencionó nada sobre que Faldo fuera torturado.

—Podemos averiguarlo de forma bastante sencilla —Dijo Hamish, y luego


señaló a Logan—. ¿Puedes ir a la morgue, y echarle un vistazo al cuerpo?

—Puedo hacerlo —Dijo Logan.

—Yo voy a su casa —Declaró Hamish.

—No, no irás solo —Interrumpió Virginia—. Lleva a dos guardianes contigo.


Será más rápido y seguro.

—Bien. Enya, Manus, venís conmigo.

Pearce se giró en su silla.

—Voy a comprobar los registros para ver con qué guardianes había estado en
contacto Faldo en los últimos días —Ya estaba escribiendo rápidamente en su
teclado.

—Yo puedo ir con Hamish —Dijo Wes de repente.

137
Virginia lo miró fijamente.

—No vas a irte de este…

—Escúchame sobre esto —Interrumpió—. Si voy con ellos, puedo usar la


brujería para encontrar, tal vez, rastros de quién hizo esto. Y tal vez incluso lo que
estaban buscando.

Virginia vaciló. Permitirle a un prisionero que deambulara libremente dentro


del complejo era una cosa, permitirle salir con su bolsa de trucos era romper las reglas
a un nivel que no tenía precedentes.

—Mantuvo su palabra la última vez —Dijo Aiden—. Y él es bueno. Su magia


funciona.

Ya lo sabía, lo había visto con sus propios ojos. ¿Pero podría arriesgarse a
dejarlo ir? ¿Qué pasa si algo salía mal? ¿Qué pasa si él salía herido?

Sus propios pensamientos la sorprendieron. ¿Estaba preocupada por Wesley?

—Vamos, Virginia, después de todo lo que hemos pasado, creo que me debes
un poco de confianza.

La miró fijamente con sus lindos ojos azules, y ella supo de qué estaba
hablando. No sólo de que le hubiera salvado la vida, sino también de que ella se había
entregado a él en la cama, y que él no había tomado ventaja de su vulnerabilidad.
Había estado segura con él.

Lentamente, ella asintió.

—Pero iré contigo.

— ¡No!

La protesta no vino de Wesley, sino de Pearce.

— ¿Disculpa?

—Te necesitamos aquí —Afirmó Pearce y señaló a la pantalla.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Virginia, alarmada al instante.

138
—El último contacto de Faldo con alguien de nuestra raza era un miembro
del consejo.

¡Mierda!

—Necesitamos tener acceso a los detalles sobre con quién se reunió y sobre lo
que se discutió.

Virginia tomó un aliento tembloroso.

— ¿Crees que un miembro del consejo podría tener algo que ver con esto?

—No estoy haciendo ninguna acusación —Dijo Pearce cuidadosamente—.


Pero es una pista que tenemos que seguir. Nos guste o no. La situación es delicada.
Es mejor que tú, como miembro del consejo, te encargues de esto.

—Tienes razón —Miró a Wesley—. Irás con Hamish, Enya y Manus. Ten
cuidado —Entonces ella conectó su mirada con la de Hamish—. Y tú, asegúrate de
que nada le suceda a Wesley. Es valioso.

En más de una manera.

139
Capítulo Diecinueve

Este fue el quinto viaje oficial de Wesley en el portal de los Guardianes


Invisibles, y se estaba acostumbrando cada vez más y más a usarlo. Tal vez esta no
era una mala forma de viajar, después de todo. O tal vez el hecho de que estaba
agarrando su mochila, que contenía todas sus herramientas de brujería, hizo que el
viaje fuera soportable.

Después de transportarlos a un almacén en algún lugar de Baltimore, Hamish


los condujo a un coche estacionado cerca, y junto a Manus y Enya, se fueron.

Anton Faldo vivía en una lujosa urbanización, entre grandes mansiones con
cuidados céspedes delanteros y árboles adultos que daban sombra.

Hamish se detuvo a una manzana de distancia de la casa, y apagó el motor.


Varios vehículos policiales y forenses todavía estaban aparcados afuera, pero parecía
que ya estaban recogiendo. La furgoneta del forense ya se había ido.

—Esperemos aquí, hasta que se hayan ido —Dijo Hamish—. No debería ser
mucho tiempo.

Wesley estaba sentado en el asiento del pasajero y se volvió de lado, para


poder mirar a los tres Guardianes Invisibles.

—Entonces, ¿entiendo que Anton Faldo es humano?

Hamish asintió.

—Era humano.

—Y un emissarius, un espía.

—Trabajó para nosotros, sí —Dijo Hamish.

— ¿Y él sabía lo que eráis? —Preguntó Wes.

—Faldo lo hizo —Respondió Hamish.

140
—Pero no todos ellos lo hacen —Dijo Enya—. Hay algunos a quienes hemos
confiado nuestros secretos, principalmente porque se han tropezado con ellos de una
forma u otra. Otros no saben nada sobre quiénes somos o qué hacemos. Y tratamos
de mantenerlo así.

Wesley asintió.

—Un poco como la forma en la que operamos en Scanguard, entonces. Hay


humanos que saben sobre los vampiros. Pero también tenemos gente trabajando para
nosotros en nuestras divisiones humanas que desconocen para quién trabajan
realmente.

Hamish se volvió hacia él.

—Entonces, ¿cuántos hay en Scanguards?

— ¿Cuántos vampiros?

—Sí.

—En San Francisco hay bastantes, además de híbridos, humanos, y por


supuesto, yo, un brujo. Pero tenemos oficinas en varias ciudades de los Estados
Unidos, aunque San Francisco es nuestro centro principal. Solía ser Nueva York,
pero desde que Samson, el jefe, vive en San Francisco con su familia, las cosas han
cambiado.

— ¿Familia? —Dijo Manus desde el asiento trasero—. ¿Quieres decir que está
casado o como lo llamen los vampiros?

—Vinculo de sangre, sí, a una humana en realidad. Tienen tres hijos, todos
adultos ahora.

Manus intercambió una mirada con sus dos colegas.

—Pensé que los vampiros no podían procrear.

—Pueden si se vinculan a un ser humano. Pero incluso entre dos vampiros


ahora es posible. Una larga historia, pero…

141
—Me temo que tendrás que contárnosla alaguna vez —Interrumpió Hamish
y señaló a través del parabrisas—. La casa de Faldo está despejada. Será mejor que
vayamos —Señaló a Enya y Manus—. Quiero que vosotros dos os encubráis y vayáis
a la casa. Wesley y yo saldremos del coche normalmente, y una vez que esté seguro
de que nadie está mirando, nos haré invisibles. Nos encontraremos en la parte de
atrás de la casa de Faldo.

—Entendido —Dijo Manus.

Un instante después, tanto él como Enya se hicieron invisibles, y listos para


ir. Wesley los oyó moverse en sus asientos. Unos segundos después, hubo silencio.
Habían dejado el coche sin abrir las puertas, simplemente pasando a través de ellas.

—Esa es una habilidad extraña —Dijo Wes—. Supongo que no puede ser
enseñada, ¿verdad?

Hamish se rió entre dientes y sacudió la cabeza.

—Nop. Es sólo para nosotros. Y ha sido útil una o dos veces.

—Apuesto a que más de una o dos veces.

Hamish se encogió de hombros.

—Vamos. ¿Ves ese alto seto y ese árbol en la acera? Nos dirigiremos hacia allí
y nos cubriremos una vez que estemos entre el seto y el árbol. Eso nos debe dar la
suficiente cobertura.

—Suena bien.

Ambos salieron del coche. Era tarde, y el sol estaba bajo en el horizonte,
lanzando largas sombras en el barrio. Wes miró a su alrededor, tratando de pasar tan
desapercibido como pudo. Ninguno de los vecinos parecía estar en el exterior.

Todo funcionó tal como Hamish había prometido. Invisibles, llegaron a la


parte posterior de la casa de Faldo. El exuberante patio era grande y privado. Las
puertas dobles conducían desde la casa a una gran terraza de madera. Cuando se
acercaron. Enya las abrió desde el interior y los dejó entrar.

142
La casa de estilo colonial estaba decorada de una forma que sólo podía ser
descrita como mafia chic: borlas doradas sobre pesadas cortinas de brocado, y todos
los muebles, espejos con marcos dorados, cuadros y mesas de café, mezclados con
opciones de colores atrevidos y estilo de los ochenta opulento.

—Guau. Esto es… uh… diferente —Wes intercambió una mirada con los tres
guardianes.

Manus se encogió de hombros.

—Solo porque trabajara para nosotros no significa que tuviera buen gusto.

— ¿Qué hizo este hombre para ganarse la vida? —Preguntó Wes y siguió a
Hamish, que se dirigía hacia el pasillo.

—Aldo en la construcción.

—O en la gestión de residuos —Agregó Enya—. ¿A quién le importa?

Wes no pudo evitar preguntarse si ese era el código del crimen organizado.

—Entonces tenía enemigos.

—Todo el mundo tiene enemigos —Dijo Hamish, mirando por encima del
hombro y luego señalando una puerta—. Lo encontraron en su estudio —Tiró de la
cinta que la policía había puesto sobre la puerta y la abrió.

Wes siguió a los demás a la habitación. Más decoración mafia chic. Más
borlas doradas. Y sangre en la alfombra oriental. Perfecto. Wes había estado
esperando que hubiera sangre. La necesitaba para su hechizo.

Se arrodilló junto al lugar donde Falco se había desangrado y abrió su


mochila, sacando unos cristales. Cuando alzó la vista, encontró a los tres guardianes
mirándolo con expresiones cautelosas.

—Podría venirme bien alguna ayuda aquí. Que alguien encuentre un baño y
me traiga algún Q-tips9 o algodón para absorber parte de la sangre. Y encontrar el

9
Q-tips: Bastoncillo para los oídos.

143
estante de especias en la cocina. Necesito romero, tomillo y verbena. Si no hay
verbena, el limoncillo servirá.

— ¿Qué estás haciendo, preparando el té? —Preguntó Hamish.

—Querías saber si los demonios estuvieron aquí, ¿verdad? Yo no cuestiono


vuestros métodos, no cuestiones los míos.

Después de un momento, Hamish asintió con la cabeza.

—Manus, cuarto de baño. Enya, cocina.

—Alguien debería comprobar todas las ventanas y puertas, también —Dijo


Wes—. La policía no dijo nada sobre cómo entró el asesino.

Mientras Manus y Enya se iban del estudio, Hamish pareció vacilar.

Wes puso sus ojos en blanco.

—Puedes dejarme aquí solo. No es como si fuera a irme a ninguna parte.

—Mejor que no lo hagas —Hamish giró sobre sus talones y desapareció por
el pasillo.

Mientras tanto, Wesley extendió una tela negra con un pentagrama cosido en
el centro con hilo blanco. Puso un cristal en cada punto del pentagrama. Cuando
terminó, Manus ya había vuelto.

—Ten, encontré un poco de algodón.

Wes lo tomó y lo frotó en la mancha oscura de sangre, empapando el algodón


blanco con la sangre de Faldo. Lo mismo hizo con una segunda bola de algodón, y
con una tercera, luego colocó a las tres en el centro del pentagrama.

—Realmente esperamos que esto no sea un hechizo para conjurar demonios


—Dijo secamente Manus.

Wes sonrió, aunque sabía que eso era imposible.

—Muy poco probable. Pero en caso de que suceda, espero que estés
totalmente armado.

144
Manus, puso su mano sobre la daga de su cadera.

—Siempre listo para matar algún demonio.

—Déjame algunos también —Dijo Enya, entrando en el estudio. Llevaba


varios recipientes pequeños de vidrio con hierbas en ellos.

—No encontré nada de verbena, pero tenían limoncillo.

Wes asintió.

—Genial, ponlo todo aquí abajo junto a la tela.

Uno a uno, tomó los contenedores, y vació una cantidad generosa en el centro
del pentagrama, cubriendo las bolas de algodón ensangrentadas. Acababa de
terminar los preparativos cuando oyó pasos en el pasillo. Un momento más tarde,
Hamish volvía a entrar en el estudio.

—Eso se ve espeluznante —Dijo Hamish y señaló el pentagrama.

Wes se encogió de hombros.

— ¿Averiguaste cómo entró el asesino?

Hamish sacudió la cabeza.

—Ninguna señal de entrada forzada —Intercambió una mirada con sus


colegas—. Y cómo sabemos, los demonios no son exactamente delicados cuando se
trata de irrumpir. No importa lo que se rompa. Es posible que Faldo, dejara entrar a
su asesino, o tenía una llave.

—O el asesino llegó de la misma forma que vosotros. Caminando a través de


las paredes —Ese comentario le valió una mirada de regaño de los tres guardianes—
. Solo lo decía. De todos modos, lo averiguaremos en breve —Wes se levantó y
caminó hacia el enorme escritorio de caoba. Estaba en desorden, pero encontró lo
que estaba buscando: un encendedor de cigarrillos decorativo.

— ¿Qué estás haciendo? —Preguntó Enya, mirándolo con sospecha.

Él le guiñó un ojo.

145
—Parte del hechizo. Necesita un poco de calor para que revele lo que necesito
saber.

—Mmm.

— ¿Quieres darnos un pequeño aviso sobre lo que estamos a punto de ver? —


Preguntó Hamish, lanzando una mirada circunspecta a la pequeña fogata que pronto
iba a crearse.

Con el encendedor en su mano, Wes se agachó hacia debajo de nuevo.

—Una vez que lo encienda y las diversas hierbas se mezclen con la sangre de
Faldo, puede haber una pequeña explosión.

— ¿Una explosión? —Susurró Manus—. ¿Qué tan pequeña?

—Solo un poof. Nada de lo que preocuparse. Pero el color del humo


resultante determinará qué criatura mató a Faldo. Sobrenatural o humano.

—Nosotros somos sobrenaturales también. Y tú, también. ¿Entonces eso sólo


elimina a los humanos? —Preguntó Hamish.

—Básicamente. Pero si muestra que una criatura sobrenatural estuvo


involucrada en la muerte de Faldo, hay una forma de eliminaros a vosotros, y a los
de mi raza también.

— ¿Cómo? —Preguntó Enya.

—Agregando ADN de vuestra especie y el mío.

Enya entrecerró sus ojos.

— ¿Quieres decir que quieres nuestra sangre?

—Escupir servirá —Antes de que ella pudiera decir algo más, continuó—. Si
el humo se vuelve rojo, significa que un sobrenatural estuvo involucrado. Si ese es el
caso, escupir en el fuego mientras siga ardiendo. Si resulta negro, uno de vuestra
especie estuvo involucrado. Si todavía continúa ardiendo en rojo, escupiré yo, y se
producirá la misma reacción. Si todavía continua ardiendo rojo, entonces ni los
Guardianes Invisibles, ni los brujos tuvieron nada que ver en su muerte. Eso dejaría

146
a los demonios como los culpables más probables. ¿Entendido? —Miró a los tres
guardianes.

Ellos asintieron.

—Hagámoslo —Dijo Hamish.

—Retroceder un poco —Advirtió Wes y se arrodilló ante el pentagrama.


Luego se concentró en la pequeña pila de hierbas y bolas de algodón ensangrentadas
e inhaló. Nunca antes había hecho este hechizo en particular. Mejor sería que
funcionara, o él parecería realmente tonto.

Encendió las hierbas con el encendedor decorativo y observó como la pequeña


llama consumía la ignición. Hasta aquí todo bien. La llama se reflejaba en los
cristales del paño. Entonces, de repente, y sin previo aviso, la llama se disparó en el
aire, más y más grande de lo que Wes había esperado.

Algunos jadeos sobresaltados sonaron a su alrededor, pero Wes no apartó los


ojos del fuego.

Algo chisporroteó ruidosamente, y los cristales parecieron silbar en respuesta.

La llama tocó las bolas de algodón empapadas en sangre, enviándolas por el


aire como pequeños cohetes. Los cristales silbaron, y el humo se elevó. Humo blanco.
Humo blanco puro.

Wesley se relajó y se sentó sobre sus talones, luego levantó los ojos hacia los
guardianes.

—No hay actividad demoníaca —De hecho, no hay actividad sobrenatural en


absoluto. El asesino tiene que ser un humano.

Hamish maldijo.

—Eso no es exactamente lo que me esperaba. ¿Estás seguro?

—Al cien por cien.

Hamish intercambió una mirada con Manus y Enya.

Manus hizo una mueca.

147
—No significa que los demonios no estuvieran involucrados. ¿Qué pasaría si
un humano les hiciera el trabajo sucio?

—Es posible —Dijo Hamish lentamente—. Revisemos la casa y veamos si


podemos encontrar alguna pista. Averiguar si parece que falta algo.

Wes recogió sus cristales y la tela. La tela del pentagrama no se había


quemado, porque había sido protegida por los cristales. Volvió a meter todo en su
mochila.

Oyó pasos; los guardianes ya estaban saliendo del estudio para revisar el resto
de la casa.

Cuando Wes colocó el encendedor en el escritorio, notó una abolladura en la


alfombrilla de cuero del escritorio. La frotó con la palma de su mano.

—Pisapapeles —Murmuró para sí mismo.

— ¿Qué? —Dijo Enya desde detrás de él.

Se giró.

—Solía haber un pisapapeles en el escritorio. Pesado. Probablemente de vidrio


o metal, no estoy seguro.

— ¿Y qué?

—Considerando la cantidad de sangre en la alfombra, Faldo podría haber sido


golpeado.

— ¿Crees que el asesino utilizó un pisapapeles?

Wes asintió con la cabeza.

—Esa es la razón por la que no está aquí. La policía se habría llevado la


presunta arma homicida con ellos, como prueba.

—Bien, misterio resuelto —Dijo Enya y se dirigió a la puerta.

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—Dime algo, Enya —Wes dijo con calma—, si estuvieras planeando matar a
alguien, ¿no te traerías el arma homicida, en lugar de tener que depender de encontrar
una adecuada en la casa de la víctima?

Ella se volvió hacia él y contempló sus palabras.

—Muy inteligente para un brujo. Llamaré a Logan para que escuche a los
detectives de policía, una vez que haya revisado el cadáver de Faldo en la morgue.

Enya sacó su teléfono y se desplazó a través de sus contactos, y Wes se dirigió


hacia el pasillo para ayudar a los demás con sus investigaciones.

149
Capítulo Veinte

—Aquí. Encontré la última persona que habló con Faldo.

Virginia miró sobre el hombro de Pearce.

— ¿Quién es?

—Miembro del Consejo Cinead.

Un hombre al que respetaba tremendamente. Un hombre irreprochable.

— ¿Qué se discutió?

Un ceño apareció en la cara de Pearce.

—Eso es todo. No hay ninguna nota en el registro. Y Cinead sabe que no debe
ser así.

Pearce señaló una entrada en la pantalla, y ella la leyó. Aparte del momento
de la comunicación, no decía nada más. Solo que Cinead había llamado a Faldo.

Pearce se encogió de hombros.

—Quiero decir, es posible que debido al ataque al complejo, el registro aún


no se haya actualizado.

Por mucho que Virginia quisiera creer eso, no podía.

—Habló con Faldo varios días antes de eso. Cinead habría tenido tiempo de
sobra para agregar sus notas al registro —Le dio una palmada al hombro de Pearce—
. Cierra tu sesión y permíteme iniciarla a mí. Si él ingresó una nota confidencial,
debería ser capaz de verla con su autorización de seguridad.

Pearce siguió sus instrucciones, luego le dejo que ella tomara el asiento. Un
momento después, ella miró la misma pantalla de nuevo. Había una breve nota.

150
—Settle10 D —Leyó.

— ¿Sabes lo que eso significa?

Miró a Pearce.

—No. Pero voy a averiguarlo —Se levantó de un salto—. Para este momento
todos los miembros del consejo deberían estar de vuelta en sus recintos privados. Le
haré una visita a Cinead.

—Deberías llevarte a Aiden —Sugirió Pearce—. Lo llamaré para que vuelva


de su observación del perímetro.

—No —Dijo—. Iré sola. No creo que Cinead me cuente de qué se trata todo
esto si llevo a un guardián que ni siquiera se supone que sepa acerca de esta nota
confidencial.

Pearce pareció dudar por un momento, pero luego dijo:

—Tú eres la jefa.

—Volveré pronto —Salió del centro de mando, con una daga en la funda de
su cadera y otra escondida en la bota.

Los miembros del consejo aún no habían sido informados de que ella y
Wesley estaban vivos, y sabía que visitando a Cinead este hecho no quedaría en
secreto por mucho tiempo, pero era más importante ahora mismo sacar la verdad del
viejo miembro del consejo.

Quince minutos más tarde, Virginia entró en la casa privada de Cinead, en la


brumosa costa del norte de California, en una pequeña ciudad llamada Half Moon
Bay. A su llegada, un guardia la acompañó a la biblioteca.

Mientras esperaba en la gran sala que era cálida y acogedora, con una
confortable zona para sentarse delante de la chimenea, y miles de volúmenes de
libros, se recordó que ya no era una ejecutora. Tenía que tener cuidado en cómo
manejaba a Cinead. Él era un buen hombre, un acérrimo defensor de sus leyes, y
había experimentado muchas dificultades en su vida: perder a su único hijo siendo

10
Settle: Arreglar, solucionar.

151
un bebé, y a su querida esposa décadas más tarde. Virginia miró a la pintura que
adornaba la repisa, recuerdos de una vida feliz.

Ante el sonido de pasos, apartó la mirada de la pintura del hijo pequeño de


Cinead, y se volvió para saludar a su compañero miembro del consejo.

— ¡Virginia! ¡Estás viva! —Corrió hacia ella y la abrazó por un breve


momento—. Cuando el guardia dijo que eras tú, casi no le creí.

Ella asintió con la cabeza.

—Wesley y yo escapamos antes de que el complejo explotara. Mucho sucedió


desde que nosotros…

— ¿Wesley? ¿El brujo? ¿Dónde está ahora?

—En un lugar seguro —Y no iba a revelar dónde.

Cinead le lanzó una mirada asesina.

—Pensé que ibas detrás de él para matarlo, porque creías que fue él quien
condujo a los demonios a nosotros.

—Lo hice, pero luego un demonio me atacó cuando iba detrás de él en la celda
de plomo. El brujo arriesgó su propia vida para salvar la mía. Estúpidamente, podría
añadir yo —Porque saltar sobre la espalda del demonio, sabiendo cuánto más fuerte
era tu enemigo, había sido estúpido por parte de Wesley. Estúpido y valiente—. He
cambiado de opinión después de eso —Y eso era todo lo que Cinead sacaría de ella
en lo que se refería al tema Wesley.

— ¿Así que ahora crees que él es inocente?

—Del ataque de los demonios a nosotros, sí. Y por eso he venido a verte. He
iniciado una investigación sobre cómo los demonios podrían haber encontrado el
complejo.

— ¿Sola?

152
Ella sacudió la cabeza. Pero no tenía la intención de decirle quién la estaban
ayudando. No hasta que ella supiera a ciencia cierta que Cinead no tuvo parte en el
plan de los demonios.

—Pero no vas a decirme con quién estás trabajando, ¿verdad?

—Tú fuiste un ejecutor una vez también. Conoces las reglas.

—Lo hago. Es por eso por lo que no te presionaré. Ahora pregunta lo que sea
que hayas venido a preguntarme.

—Tuviste contacto con uno de nuestros emissarii hace varios días, Anton
Faldo. ¿Por qué?

De repente, Cinead se endureció visiblemente.

—No tiene ninguna importancia, te lo aseguro.

—Discrepo respetuosamente. Faldo ha muerto.

Cinead dejó de respirar y abrió mucho los ojos. Fue una sorpresa para él.

— ¿Muerto? ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Muerto en su casa. Fue encontrado en un charco de sangre. Mi gente está


investigando cómo fue asesinado y si un demonio estuvo involucrado. Así que
aquello sobre lo que hablaste con Faldo cuando lo viste por última vez, necesito
saberlo. Podría ser importante para resolver su asesinato.

—Le había dado una tarea y en el último momento decidí retirarlo y


encargarme yo mismo. Él no estuvo involucrado en ningún asunto para nosotros en
los últimos días. Por lo que mi relación con él no te ayudará a resolver este caso.

Virginia cruzó sus brazos sobre su pecho.

—Déjame ser el juez de eso. El registro confidencial dice Settle D y no sé lo


que significa. Sabes tan bien como yo, que como miembro del Consejo, tengo
derecho a saber lo que estuvieras discutiendo con Faldo antes de su muerte. Así que
puedes decírmelo ahora, y en caso de que no tenga nada que ver con la muerte de

153
Faldo, se quedará entre nosotros, o puedo llevarte ante el Consejo para una
investigación. Tú eliges.

Cinead la miró largamente, aparentemente contemplando sus palabras. No


parecía enojado o preocupado. Por el contrario, parecía triste. Como si lo que tuviera
que decir fuera difícil. Después de un momento de silencio, él señaló al sofá.

—Toma asiento, Virginia.

Él se dejó caer en un sillón. Virginia se sentó en el sofá y esperó.

Cinead respiró hondo, lo soltó y comenzó.

—Como sabes, uno de los asientos vacíos en el consejo fue el de un miembro


del consejo que fue castigado por traicionar a su raza.

Virginia asintió.

—El asiento de Deirdre.

—Sí, y aunque ella no tuvo contacto con los demonios y pensó que estaba
haciendo lo correcto, fue en contra de una decisión del Consejo, e intentó tomar el
asunto en sus propias manos, mediante la eliminación de un ser humano que
habíamos elegido proteger —Cinead levantó sus ojos para encontrarse con los de
ella.

Virginia asintió con la cabeza. Había escuchado la historia y estuvo de


acuerdo con el castigo del consejo.

—Deirdre fue liberada de su celda de plomo hace unos días, después de pasar
un año en ella.

—Para despojarla de sus poderes —Dijo Virginia en voz baja, casi para sí
misma.

—Sí, para hacerla humana y enviarla al exilio. No tendrá más contacto con
cualquiera de nosotros —Suspiró—. La decisión del consejo fue unánime. Sabíamos
que había que hacerse. Pero ya ves… —Vaciló.

154
Virginia simplemente esperó, no queriendo interrumpir su proceso de
pensamiento.

—Le había asignado a Faldo que la instalara en el mundo de los humanos.

—Settle D. Solucionar Deirdre —Murmuró ella.

—Sí, pero yo no podía dejar que lo hiciera él. Quería verla una vez más —
Sonrió con tristeza—. Verás, Deirdre es mi media hermana. Ella es toda la familia
que me queda.

No lo sabía, quizás porque no compartían el mismo apellido.

—Hablaste con Faldo y lo liberaste de su misión, porque planeabas hacerlo tú


mismo.

Cinead asintió.

—Y lo hice, tres días antes de que el complejo se viera comprometido. Llevé


a Deirdre a Portland, Oregon, la ayudé a instalarse en una pequeña casa de un
vecindario tranquilo, y luego me despedí.

— ¿Estaba enfadada?

Él hizo un movimiento brusco repentino.

— ¿Enfadada?

—Por ser exiliada.

—Oh, no. Deirdre ha hecho las paces con nosotros y consigo misma. Sabe
que estaba equivocada.

— ¿Estás seguro?

—Por supuesto que lo estoy. Conozco a mi media hermana. Podría haber


estado equivocada, pero es una buena persona.

Virginia tomó una profunda inhalación. Lo que tenía que decir no era fácil,
pero tenía que decirlo.

—Quiero que me escuches, Cinead. Esto no va a ser fácil.

155
Él levantó las cejas.

—Deirdre sabía dónde se encontraba el complejo del consejo. De hecho, sabe


dónde se encuentra cada uno de nuestros complejos. Sabe todo sobre nuestras
defensas, nuestras normas, nuestros hábitos. Si ella está buscando vengarse por haber
sido exiliada, ayudando a los demonios…

— ¡No! —Cinead saltó poniéndose de pie—. Te equivocas. Deirdre nunca nos


traicionaría a los demonios.

Virginia se levantó lentamente.

—Ella traicionó al consejo una vez. Y pagó un alto precio por ello. Cualquiera
podría estar enojado y querer devolver el golpe. ¿No?

— ¿Cómo te atreves a hacer tal acusación?

—Me atrevo porque mi preocupación es por mí raza. Me atrevo porque es mi


deber mantenerlos seguros. Y no estamos seguros, no si los demonios saben cómo
encontrarnos y cómo entrar en nuestras fortalezas.

Cinead estrechó sus ojos.

—Sé muy cuidadosa, consejera, con a quién acusas. Yo respondo por Deirdre.

—Me temo que no es suficiente. Y no estoy acusando a nadie. Pero hay una
posibilidad de que tú no puedas ver los verdaderos sentimientos de Deirdre porque
te preocupas por ella. No te lo reprocho. Pero tengo que seguirla. Su liberación en el
mundo humano y los demonios atacándonos sucedió demasiado cerca.

Cinead continuó sacudiendo la cabeza, pero Virginia siguió adelante.

—E incluso si ella no está involucrada, aún existe la posibilidad de que tú y


ella hubieran sido vistos juntos, y que de alguna manera los demonios hayan podido
llegar a ella. Quizás torturarla para que les diga todo lo que sabe.

— ¿Me estás acusando ahora de ser descuidado?

—No estoy haciendo tal cosa. Pero incluso el más cuidadoso de nosotros
comete un error de vez en cuando —Ciertamente ella había cometido unos cuantos,

156
algunos de los cuales no se encontraban tan lejos en su pasado—. Incluso si fueras
cuidadoso, si un demonio te descubriera mientras la ayudabas a asentarse, él sentiría
curiosidad sobre lo que ella significa para ti. ¿De verdad quieres que no haga nada?
Pensé que te preocupabas de ella. Si lo haces, ¿no querrías asegurarte de que ella esté
a salvo?

Cinead resopló.

—Tienes una interesante manera de manipular a la gente.

—Lo sabías, ¿no? Has tenido el mismo entrenamiento que yo.

—Sí. Y esa es la única razón por la que no estoy pateando tu culo fuera ahora
mismo.

Ella asintió.

—Necesitaré saber dónde encontrar a Deirdre.

— ¿Tienes un bolígrafo para anotar la dirección?

Virginia sacudió la cabeza.

—La memorizaré.

—Bien.

157
Capítulo Veintiuno

Siguiendo a los guardianes al centro de mando, Wes tiró su mochila en el piso


junto a la puerta y miró alrededor de la habitación. Pearce y Aiden estaban
trabajando en los ordenadores de la consola. Logan holgazaneaba en una silla
cercana. Ahora los tres giraron sus cabezas.

—Hey, habéis vuelto —Dijo Aiden—. ¿Cómo os fue?

— ¿Dónde está Virginia? —Preguntó Wes.

—Salió del complejo hace un tiempo —Dijo Pearce.

— ¿Sola?

Pearce se encogió de hombros.

—Sí.

— ¿A dónde? — ¿Su corazón estaba latiendo un poco más rápido al pensar


que Virginia había dejado la seguridad del complejo sin llevarse a nadie de
protección?

Pearce golpeó a Aiden en el costado, sonriendo.

—Parece que nuestro amigo aquí está un poco preocupado por el nuevo
miembro del consejo.

—No te preocupes, Wes —Dijo Aiden con calma—. Ella puede cuidarse sola.

— ¿Con todo lo que está sucediendo, la dejáis irse sola? —Wes quería golpear
a alguien por esa estupidez.

—No es como si ella nos hubiera escuchado de todos modos —Contestó


Pearce—. Además, ella se transportó directamente a otro complejo. Los demonios
no tienen ninguna forma de localizarla.

—Hmm —Gruñó Wesley con desagrado, aunque ese conocimiento fue


tranquilizador.

158
Un pitido del ordenador hizo que Pearce volviera al monitor.

—Ella está de vuelta.

Logan se levantó.

— ¿Qué fue eso?

— ¿El pitido? —Preguntó Pearce.

—Sí.

—Instale un detector de movimiento cerca del portal como un nivel extra de


seguridad —Dijo Pearce—. Solo para el caso de que otro brujo sea aún más
inteligente que Wesley y descubra como viajar a través de nuestro portal sin activar
la alarma de intrusos. De esta forma, nos alertará de cualquier movimiento allí abajo,
incluso si es de uno de nosotros.

—Buena idea —Dijo Logan—. Esperemos hasta que ella llegue aquí y
actualizaré a todos sobre lo que descubrí en la morgue y en la policía.

Todos asintieron. Un minuto después, la puerta del centro de mandos se


abrió, y Virginia entró. Wes sintió un suspiro dejar su pecho, aliviado de que nada le
hubiera ocurrido. Maldita sea, ¿por qué estaba tan preocupado por su bienestar?
Sabía que ella era infinitamente más fuerte que él, y por lo tanto no debería tener que
preocuparse de que ella no pudiera cuidarse por sí misma. Pero había visto lo fuerte
que eran los demonios y los poderes de Virginia no eran ilimitados, especialmente si
ella estaba atrapada en una celda de plomo.

—Hey —Dijo Virginia. Su mirada recorrió a los guardianes reunidos y luego


aterrizó sobre Wes. Ella no le dijo nada directamente, pero el hecho de que ella
hiciera contacto visual con él durante un breve segundo le hizo sentirse mejor al
instante.

—Bien, has vuelto —Dijo Logan—. Estaba a punto de informarles a todos.

—También nosotros tenemos noticias —Dijo Hamish.

—Lo mismo que yo —Dijo Virginia, dirigiéndose a continuación a Logan—.


¿Estuviste en la morgue? ¿Qué encontraste?

159
—Miré el cadáver de Faldo en la morgue —Comenzó Logan—. Fue golpeado
hasta morir. No hay evidencia de que fuera torturado previamente a su muerte. Fue
golpeado con un objeto pesado. Lo cual coincide con la evidencia que la policía
recogió de la casa.

— ¿Qué fue? —Preguntó Hamish.

—Un pisapapeles ensangrentado. Parece que el asesino lo tomó del escritorio


de Faldo.

Wes asintió para sí mismo.

—Así que el asesino no llevaba con él un arma para matar a Faldo.

Logan se encontró con su mirada.

—Eso parece. Así que quizás esto no fue premeditado. Tal vez algo salió mal.
Una discusión acalorada. Las cosas se yéndose de las manos.

—Eso tendría sentido, ya que no encontramos ningún signo de robo —Dijo


Wes y señaló a Hamish, Manus y a Enya—. Revisamos por todas partes. Él podría
haber dejado entrar a su asesino.

— ¿Qué más encontrasteis? —Preguntó Logan.

Hamish cambió su peso de un pie a otro.

—Wesley hizo un pequeño hechizo para determinar si existía alguna


actividad demoniaca.

— ¿Y? —Preguntó Virginia ansiosamente.

—Nada. Ni ninguna otra actividad sobrenatural. Lo que significa, nuestra


raza está descartada también, al igual que los brujos.

— ¿Estás diciendo que el asesino era humano? —Siguió Virginia.

—Así parece —Dijo Hamish.

—Entonces que estamos de vuelta al punto de partida —Dijo Logan.

160
—No necesariamente —Aportó Virginia, atrayendo la mirada de todos hacia
ella.

— ¿Qué quieres decir? —Preguntó Hamish.

—Acabo de ver a Cinead.

Hamish alzó una ceja.

—Pensé que no querías que el consejo supiera que aún estabais vivos.

—No tuve elección. Parece que Cinead fue el último en tener contacto con
Faldo. Y ya que él no anotó el motivo de la reunión en el registro del emissarius, tuve
que averiguarlo por mí misma —Dejó escapar un aliento.

— ¿Malas noticias? —Preguntó Wes.

—No estoy segura. Pero sé de un humano que tendría razones para querer
hacernos daño. Y ese humano sabía sobre Faldo, de hecho, se suponía que debía
encontrarse con Faldo, pero luego Cinead intervino y canceló la misión de Faldo.

—De acuerdo —Dijo Aiden—, ¿qué tal sobre ser un poco menos críptica?
¿Quién es el humano?

Wes reprimió una sonrisa. Aiden tenía pelotas para dirigirse a Virginia de esa
manera.

—Deirdre.

El silencio siguió a la respuesta de una sola palabra, y se sintió como si una


edad de hielo hubiera descendido repentinamente sobre la habitación. Wesley miró
a los guardianes, pero todos se quedaron allí, con cara de piedra.

— ¿Quién es Deirdre? —Preguntó finalmente.

—Una mujer que una vez trató de matar a Leila —Gruñó Aiden.

Bueno, eso explicaba por qué Aiden parecía que acababa de tragarse una ostra
podrida.

161
—Oh —Wes se abstuvo de decir algo más, ya que estaba seguro que de lo
contrario, el amable guardián cambiaría su actitud y le arrancaría la cabeza.

—Cinead confirmó que Deirdre fue liberada hace unos días —Explicó
Virginia—. Cumplió su sentencia en la celda de plomo. Faldo fue el encargado de
establecerla en el mundo humano, pero Cinead decidió a última hora hacerlo por sí
mismo. Así que canceló el encargo de Faldo.

—Es por eso que el ama de llaves dijo que no debería haber estado en su casa
—Wes murmuró para sí mismo.

Junto a él, Manus preguntó:

— ¿Qué?

Wes señaló con el pulgar al monitor.

— ¿Recuerdas cuando esa periodista entrevistó a la ama de llaves? Estaba


balbuceando que se suponía que Faldo no tenía que estar allí. Ella estaba angustiada.
No sabía que el viaje de él había sido cancelado.

Manus se encogió de hombros.

—Lo que sea.

Pearce se giró en su silla y tipeó algo en el teclado.

Mientras tanto, Virginia continuó.

—Creo que debemos considerar la posibilidad de que Deirdre podría sentir


resentimientos contra los Guardianes Invisibles y desear venganza. Como antigua
miembro del consejo, ella sabe todo lo que hay que saber sobre nuestra raza. Si ella
está del lado de los demonios…

Más silencio. Wesley se inclinó hacia Manus otra vez.

— ¿Ex miembro del consejo? ¿Una humana?

—Te lo explicaré más tarde.

162
—Explícaselo ahora —Dijo Virginia—. Quiero que todos estemos en la
misma página. Eso incluye a Wesley.

—Déjame a mí —Dijo Aiden, su voz helada. Volvió su rostro hacia Wesley—


. Todo lo que necesitas saber es que Deirdre una vez estuvo sentada en el Consejo de
los Nueve, nuestro cuerpo gobernante. Pero hace aproximadamente un año, fue en
contra de la decisión del consejo y trató de matar a mi esposa, aunque en ese
momento no era mi esposa. Deirdre fue condenada a un año en una celda de plomo.
Como puede que ya hayas averiguado, el plomo drena nuestros poderes
temporalmente. Pero, a largo plazo, la exposición hará un daño irreversible. Después
de un año en una celda de plomo, un Guardián Invisible ha perdido todos sus poderes
sobrenaturales y será totalmente humano. Esto fue lo que le ha sucedido a Deirdre.

Wes asintió con la cabeza, dejando que la información se asentara.

—Ese es un castigo severo.

—Esa es una cuestión de opinión —Respondió Aiden.

—En cualquier caso —Interrumpió Virginia—, ella es humana, y ya que no


encontramos ninguna actividad sobrenatural en la escena del crimen, todo apuntaría
a ella.

—No todo, en realidad —Dijo Pearce desde la consola.

Wes se giró hacia él, al igual que todos los demás.

El friki de TI apuntó a la pantalla.

—Acabo de revisar la entrevista con el ama de llaves. Ver, está con los ojos
llorosos y destrozada por la muerte de Faldo.

Virginia se acercó y miró sobre el hombro de Pearce.

— ¿Y? Probablemente ella trabajó para él durante algunos años. Por supuesto
que ella estaría afectada por su muerte. ¿No lo estaría tú en su situación?

Wes tocó el hombro de Pearce.

—Vuelve a pasar la imagen, sin sonido

163
—Claro.

El video comenzó a reproducirse nuevamente desde el principio Wes se


concentró en el ama de llaves, sin siquiera mirar a la reportera ahora. La ausencia de
sonido sólo hizo que fuera más fácil ver las expresiones faciales de la mujer.

Apuntó a la pantalla.

— ¿Ven como ella evita el contacto visual con la reportera?

Virginia se inclinó.

— ¿Sí?

—Y como se inquieta. Está nerviosa —Pearce, ahora puso el sonido,


comenzando donde ella hablaba.

Pearce encendió el altavoz.

—Carol Jefferson, sí.

— ¿Puede decirnos algo sobre lo que podría haberle sucedido a su jefe? —Preguntó la
periodista.

—Yo no estaba aquí. Me dio una semana de vacaciones. Ya sabe —Un sollozo—.
Porque se suponía que él se iría. Esto nunca debería haber pasado. Ni siquiera se suponía que
estuviera en la casa.

—Para aquí, Pearce.

El silencio cayó sobre la habitación y Wesley se giró para mirar a los demás.

—Ella se siente culpable. Como si fuera culpa suya. ¿Escuchasteis cómo dijo
que Faldo no debería haber estado en la casa?

Los otros asintieron, y Virginia dijo:

—Porque se suponía que estaba en una misión para Cinead. Pero luego
Cinead la canceló.

Wesley la miró de soslayo.

164
— ¿Qué pasaría si Faldo olvidara decirle a ella que su viaje fue cancelado, y
que ella ya tuviera planes para el momento en que él se suponía que debería haberse
ido?

Hamish y Aiden intercambiaron una mirada y se asintieron con la cabeza el


uno al otro.

—Voy a comprobarla —Ofreció Aiden—. De todos modos necesito tomar un


poco de aire fresco —Ya se dirigía hacia la puerta.

Nadie lo detuvo.

Después de cerrar la puerta detrás de él, Wes preguntó.

— ¿Y qué hay de esa Deirdre? ¿Qué vamos a hacer con ella?

—Ponerle vigilancia por ahora —Dijo Virginia—. Necesitamos saber a dónde


va, a quién conoce.

—Puedo hacer eso —Dijo Pearce—. ¿Dónde vive ahora?

—Tengo una dirección de ella en Portland. ¿Qué planeas hacer?

—Pondré algunos micrófonos en su apartamento, algunos rastreadores en sus


zapatos y en su bolso, sabremos a dónde va. No debería ser demasiado difícil. No es
como si ella pudiera sentirme cuando soy invisible.

—Bien. Hazlo.

Pearce miró su reloj.

—Me transportaré a Portland justo después de la cena —Luego miró a


Manus—. ¿Puedes conseguirme algunas cosas de la sala de suministros mientras
tanto?

—Claro —Dijo Manus y se unió a Pearce, quien ya estaba garabateando una


lista.

Wesley se separó y se acercó a Virginia.

165
—Supongo que eso significa que no hay mucho que podamos hacer hasta que
Aiden esté de vuelta con noticias para nosotros.

Ella asintió.

—Sí, bien podríamos cenar todos.

—Estoy seguro de que Leila ya está cocinando algo —Dijo Logan y se dirigió
hacia la puerta—. Enya, ¿vienes? Vamos a echarle una mano a ella y Tessa.

—Hamish —Dijo Virginia—. Tomaré la habitación donde dormí la otra


noche. Pero tenemos que encontrar otra habitación para Wesley. ¿Tienes algo?

Hamish se acercó.

—No te preocupes, le encontraré algo cómodo.

Wes intentó captar la atención de Virginia, pero ella evitó mirarlo. Al menos
no lo estaba haciendo dormir de nuevo en la celda de plomo. Era una mejora.

—Déjame saber dónde va a estar durmiendo, para que pueda mantener un


ojo sobre él —Dijo con una voz firme.

¿Mantener un ojo sobre él? ¿Estaba todavía tratándole como un prisionero


aunque no lo estuviera encerrando en la celda?

Era hora de tener unas palabras con ella. Cuanto antes mejor.

Cuando Hamish asintió y se marchó hacia la puerta, Wes finalmente se reunió


con la mirada de Virginia. Sus mejillas parecían un poco sonrojadas, aunque la sala
de mando estaba más fresca que el resto del edificio.

No había razón para que Virginia sintiera calor. O pareciera tan notablemente
discreta. A menos que…

Reprimió una carcajada que se estaba construyendo en su pecho.

Virginia había mentido a Hamish.

Y Wes tenía una idea de por qué.

166
Capítulo Veintidós

Después de cenar, Wesley se retiró a la habitación que Hamish había escogido


para él. Aiden aún no había regresado al complejo, y Leila se había visto un poco
pálida, pero había dicho que estaba bien. Al parecer, la mención de la mujer que
había intentado matarla había despertado recuerdos dolorosos. Pearce se estaba
preparando para transportarse a Portland para vigilar a Deirdre, y todos los demás
estaban tratando de descansar mientras esperaban más noticias.

Wes tomó una ducha para que el agua abriera la esclusa de la tensión que se
había venido acumulando durante todo el día. Se estaba secando, cuando oyó un
sonido en la habitación. Envolvió una toalla alrededor de su cintura y salió del baño.

No estaba sorprendido al ver a su visitante, aunque si le sorprendió que ella


no se hubiera deslizado en algo más cómodo. Mientras que Virginia parecía haberse
cambiado a un conjunto diferente de ropa, su pelo aún húmedo en las puntas, estaba
vestida como si estuviera lista para la batalla.

Notó que ella recorría su mirada sobre su cuerpo.

—Virginia.

Ella alzó la vista para encontrarse con la suya.

—Tenemos que hablar.

—Me di cuenta de eso por tu actitud de hoy.

Ella tomó aliento.

— ¿Mi actitud?

—Dándome un tratamiento frío, llamándome brujo, ya sabes, ese tipo de


actitud. Como si lo que sucedió en el motel nunca hubiera sucedido.

—Bueno, no puedes esperar de mí comportarme exactamente como una


groupie enamorada delante de los demás. Ellos son mis subordinados. Tengo que
mantener una a…

167
— ¿Actitud engreída? —Ayudó él y dio un paso más cerca.

Ella le entrecerró los ojos.

—Bien, si piensas que soy una perra tan engreía, ¿por qué te acostaste
conmigo?

—Nunca dije que fueras una perra. Y tú fuiste quién me hiciste una mamada
en la ducha.

—No noté que te resistieras a mis avances.

Él cruzó la distancia restante entre ellos con un paso.

—Es difícil resistirse a una mujer que está tan llena de fuego —Recorrió con
la mirada su rostro acalorado y deslizó sus dedos por su pelo, luego apoyó la palma
de su mano en su nuca—. Una mujer que puede excitarme con solo una mirada
abrasadora. Maldita sea, Virginia, iba a decirte que no me gusta que me trataras como
a un extraño delante de tus compañeros, pero me conformaré con eso, siempre y
cuando continúes compartiendo mi cama —Se inclinó hacia ella.

—No puedo hacer eso.

Él se retiró hacia atrás unos centímetros.

— ¿Qué?

—Nunca funcionará. Somos demasiado diferentes.

—Diferentes es bueno.

—Va en contra de todas las reglas.

— ¿Sí, y? ¿Nunca has roto alguna regla?

Una expresión de horror brilló sobre su cara, durante un segundo,


desapareciendo al siguiente.

—Tengo que mantener mi integridad —Afirmó.

— ¿Y durmiendo conmigo, crees que no puedes? Eso es un montón de mierda.


¿Por qué no me dices lo que está realmente mal, eh?

168
Sus ojos se desplazaron hacia un lado, evitándolo.

— ¡Maldita sea, Virginia!, ¿no me merezco una respuesta? Nos hemos salvado
la vida el uno al otro. Nos escapamos de los demonios. Hicimos el amor anoche.
¿Eso no cuenta para nada? —Envolvió un brazo alrededor de ella y tiró de ella más
cerca, para que sus pechos conectaran con su pecho—. Nena, estamos bien juntos.
Se siente tan bien —Acarició su nuca y notó que sus párpados aleteaban. Sí, ella
todavía respondía a su tacto, todavía era susceptible a eso.

Virginia se reunió finalmente con su mirada.

—Pero que si…

—Shh. Nada de qué pasa si —Wes inclinó su boca sobre la de ella—. Te


deseo. Y tú me deseas también, o no te hubieras deslizado en mi habitación.

Virginia suspiró, pero un momento después, sus labios se separaron.

—Esa es mi chica —Murmuró él.

Un jadeo detrás de él lo hizo girarse. Enya estaba en la habitación,


sosteniendo su mochila. Su barbilla había caído, y sus ojos eran anchos como platos.

—Te dejaste la mochila en el centro de mando —Dijo casi robóticamente,


pero no lo estaba mirando a él. Ella estaba mirando a Virginia, y lentamente su
expresión cambió de una de shock a una de regocijo.

—Uh, gracias, Enya —Dijo Wes—. Virginia estaba asegurándose


simplemente de que yo tenía todo lo que necesitaba para pasar la noche.

—Sí, puedo ver eso —Dijo Enya.

Virginia se frotó sus palmas sobre sus muslos como si se enderezara la ropa.

—Sí, uh, bueno, viendo que ya estás instalado, yo, uh, te dejaré descansar un
poco.

El intento de parecer profesional de Virginia fue un gran fracaso en todos los


frentes. Sus mejillas estaban rojas como un tomate, su voz carecía de fuerza y
convicción, y su lenguaje corporal gritaba de vergüenza.

169
—Virginia —Dijo Enya lenta y deliberadamente.

Virginia vaciló.

—No creo que Wesley tenga todo lo que necesita todavía —Enya lanzó una
mirada deliberada a la toalla que rodeaba la cintura de Wesley—. ¿Por qué no te
ocupas de eso primero? De lo contrario, dudo que él consiguiera descansar mucho
esta noche.

Enya había notado claramente el abultamiento bajo la toalla, y estaba


disfrutando viendo a Virginia retorcerse. Ambas se habían evitado desde que Virginia
atacó a Enya en la cocina. Aparentemente, Enya todavía estaba un poco molesta por
el incidente.

Con una sonrisa triunfante, Enya se giró sobre sus talones, lanzando la
mochila en una silla cercana y salió atravesando la puerta sin abrirla.

—Supongo que el gato está fuera de la bolsa —Dijo Wes, encogiéndose de


hombros y volviéndose a Virginia.

—Oh, Dios, yo nunca debería haber venido a esta habitación.

Ella parecía absolutamente aterrorizada y lista para salir corriendo. Pero él no


iba a tolerar nada de eso. Antes de que ella pudiera huir, la agarró por los hombros.

—Escúchame. Así no es exactamente cómo quería que los demás lo


descubrieran, pero sucedió lo que sucedió. Al menos ahora no tenemos que ocultarlo.
Así que no hagamos una montaña de un grano de arena.

— ¿Hacer una montaña de un grano de arena? —Ella se liberó de su agarre—


. Wesley, no lo entiendes. Rompí las reglas. La gente muere cuando rompo las reglas.

— ¿No crees que eso es un poco dramático?

Ella lo miró a los ojos, y de repente notó el brillo húmedo en sus iris.

—La gente ha muerto, porque violé reglas y confié en la persona equivocada.

Ante su admisión, su corazón se detuvo por un momento. Ahora reconoció


el dolor y la angustia que estaba a la vista. Ahora entendía que Virginia no confiaba

170
en él, no tenía nada que ver con él, sino que tenía todo que ver con algo que había
ocurrido en su pasado. Por primera vez desde que la conoció, vio a la criatura
vulnerable que se escondía detrás de una fachada de reglas y normas, detrás de una
pared de acero y determinación. Y él no quiso hacer nada más que protegerla.

Sin decir una palabra, tiró de Virginia de nuevo en sus brazos y gentilmente
frotó las manos sobre la espalda de ella.

*****

El toque suave de Wesley fue calmante. Virginia apoyó la cabeza contra su


pecho y se permitió absorber su fuerza. Pero sabía que no se lo merecía. Tomando
una respiración temblorosa, levantó la cabeza y se inclinó hacia atrás, pero la mirada
de Wesley la detuvo

—No —Murmuró él—. No te cierres a mí. Puedo ver que estás sufriendo. Y
eso también me duele a mí —Él puso los dedos debajo de su barbilla y se la levantó—
. Ayúdame a entender por qué no puedes confiar en mí. Dime qué sucedió.

—Nadie lo sabe. Nadie más que mi padre. Todos los demás están muertos —
Muertos, por culpa de ella. Ella también debería estar muerta. Debería haber pagado
el precio más alto por su error.

—Vamos, habla conmigo —Le dijo y la condujo a la zona de asientos frente


a la falsa chimenea.

Ella se dejó caer en la esquina del sofá, y Wes se sentó junto a ella, su cuerpo
medio girado, y con una mano agarrando la de ella. Él la levantó a su boca y presionó
un beso en la parte posterior.

Virginia forzó una sonrisa. ¿Por qué Wesley tenía que ser tan dulce, tan amble
con ella? ¿Por qué tenía que ser tan comprensivo? ¿O todo era una actuación? Como
había sido una actuación al final el afecto de Jonathan hacia ella.

171
—En la década de 1960 me asignaron a un complejo en San Francisco.
Éramos una gran familia feliz, eliminando demonios de un lado a otro, protegiendo
a los humanos. Entonces sucedió el Summer of Love11. Flower Power y todo eso —
Soltó una risa sin alegría—. No sé por qué, pero yo atrapé el virus. Era contagioso,
todo ese amor libre en la ciudad. Yo no podía estar lejos, porque de repente el futuro
se veía mucho más brillante. Había esperanza por todas partes.

—Yo ni siquiera había nacido aún —Dijo Wes con una sonrisa amable y
pasándole la mano por el pelo de ella, un gesto que cada vez anhelaba más—. Has
visto mucha historia.

—Demasiada que desearía no haber visto nunca —Y aún más cosas que
deseaba haber hecho de forma diferente—. Conocí a un hombre ese verano. Un ser
humano. Me enamoré de él, aunque mirando hacia atrás, creo que fue más
enamorarme de la idea de estar enamorada de él. Pero él de repente era todo lo que
yo pensaba que el amor sería. Y en cierta medida también puedo culpar al rasen
porque yo actuara de esa manera, aunque no estoy poniendo excusas. Todo fue culpa
mía.

— ¿Rasen? —Preguntó Wesley.

—La llamada al apareamiento que todos experimentamos una vez que


pasamos en torno a los doscientos años, algunos un poco antes, algunos un poco más
tarde. A mí me ocurrió demasiado temprano. Supongo que no estaba preparada —
Se detuvo y buscó los ojos de Wesley—. Pero no tengo excusas por lo que hice.

Él apretó su mano y asintió en silencio.

—Pasé más y más tiempo con Jonathan. Empecé a confiar en él. Él parecía
tan inocente. Sin malicia. Todo de lo que hablaba era de paz, amor y de esperanza.
Y en cómo sería este mundo un día. Cómo todos iban a vivir en armonía. Parecía no
tener preocupación en el mundo por otro lado, mis hombros se sentían agobiados
por los deberes de mi raza. Por mi promesa de defender mi raza.

11
Summer of Love: Movimientos de los años 60 en relación con el mundo hippy, Verano de Amor, Poder
de las Flores.

172
—Es mucho con lo que lidiar. Los demonios, las batallas constantes —Dijo
Wes, con los ojos brillando por la comprensión.

—Sí, pero yo estaba preparada para ello. Sin embargo, cuando estaba con
Jonathan, anhelaba una vida más fácil. Me dijo que me amaba y me instó a que me
fuera con él a alguna comuna en algún lugar. Fue entonces cuando le confesé lo que
yo era, que mi deber no me dejaba irme. Que tenía obligaciones. No estoy segura de
que él realmente comprendiera plenamente lo que significaba. Pero él me dijo que
me apoyaría.

Suspiró.

—En aquel entonces, las drogas de moda eran la marihuana y el LSD. Al


principio no me di cuenta, pero el LSD parecía facilitar que los demonios influyeran
en los humanos. Hice que Jonathan jurara que nunca tomaría LSD. Pero incluso
mientras lo juraba, ya lo había tomado. Y él seguía haciéndolo siempre que yo no
estaba alrededor. No sé cuando llegaron a él, pero lo hicieron. Los demonios
descubrieron rápidamente que Jonathan y yo éramos una pareja. Nos vieron juntos.
Y mi aura me delató. Influyeron en él. Un día Jonathan dijo que quería ver dónde
vivía yo. Y aunque iba contra las reglas, llevé a Jonathan al complejo. Yo rompí una
regla que nunca debería haber roto, porque pensaba que él finalmente estaba listo
para abrazarnos a todos, no solo a la chica amante de la diversión, sino también a la
guerrera, a la mujer que tenía responsabilidades.

Una lágrima rodó por su mejilla y ella se la limpió.

—Nos siguieron. Así fue cómo los demonios encontraron nuestra ubicación.
Nos atacaron unas horas más tarde. El complejo estaba desprevenido. Todos y cada
uno de mis compañeros del complejo murieron en el ataque. Yo debería haber
muerto también. Pero la vida no es justa, sobreviví entre los escombros de mi
complejo.

— ¿Y Jonathan?

Ella sacudió la cabeza.

—Nadie lo volvió a ver nunca más. Tal vez los demonios se llevaron su cuerpo
con ellos. Tal vez se quemó en la explosión. No lo sé.

173
Wesley suspiró.

—Lo siento mucho, Virginia. Lamento mucho que tuvieras que pasar por
esto.

—Eso no es todo —Sollozó Virginia—. Yo quería confesar mi culpa. Que fui


responsable de todas esas muertes. Entonces fui a ver a mi padre. Le conté todo. Él
estaba decepcionado. Y enojado. Yo esperaba que me arrastrara frente al Consejo de
los Nueve para ser castigada y exiliada, si no ejecutada, pero no lo hizo. Me dijo que
hiciera lo que hiciera, nunca podría decírselo a nadie. No solo deshonraría a la
familia, sino que mataría a mi madre. A él no le importaba lo que yo hiciera para
aliviar mis culpas. Yo no podía hacer daño a mi familia, a mi madre en particular.
Yo ya había herido a tantas personas, a tantas familias. Hice lo único que podía: juré
no confiar de nuevo, nunca amar de nuevo, y me alisté en los ejecutores para
someterme al entrenamiento más brutal al que un guerrero puede sobrevivir. Hice
que mi misión fuera hacer cumplir nuestras reglas. Para que nadie más muriera —
Tragó saliva y miró a los lindos ojos azules de Wesley—. Y ahora estoy rompiendo
las mismas reglas que yo he jurado aplicar.

Un sollozo salió de su pecho. Y esta vez no pudo contenerlo.

Los brazos de Wesley estaban alrededor de ella al momento siguiente.


Levantándola a su regazo y acunándola contra su pecho, y ella dejó que sucediera.

174
Capítulo Veintitrés

Wesley sentía temblar el cuerpo de Virginia bajo sus fuertes sollozos, mientras
la estrechaba en sus brazos para consolarla. La mujer más fuerte que había conocido
estaba quebrándose bajo la presión, y todo lo que él quería hacer era calmar su dolor.

Todo estaba claro para él ahora. Ella no era inflexible de la disciplina que
todos los demás en el complejo preferían ver alejarse. Era una mujer cuya
culpabilidad la estaba llevando abajo, una culpa que había tratado de expiar durante
décadas. Y, según ella misma, nunca confió a nadie después de contárselo a su padre,
que por lo que dijo, nunca le había dado ningún consuelo.

Wesley acarició su larga melena, tratando de calmarla con su toque.

—Debes haber salvado muchas vidas desde entonces —Le murmuró


suavemente.

—No es suficiente —Se atragantó Virginia.

—Has protegido a tu raza desde entonces. Has hecho mucho bien. ¿No crees
que es hora de perdonarte a ti misma?

Puso sus dedos bajo la barbilla de ella y alzó su cabeza de modo que pudiera
mirar en su rostro. La piel alrededor de sus ojos estaba roja e hinchada, sus ojos llenos
de lágrimas. Sus labios temblaban.

—Tú no podrías haberlo sabido. Todos cometemos errores —Le dijo,


aferrándose a cualquier cosa que esperaba que la hiciera sentirse mejor.

—Pero mi error costó la vida de la gente.

— ¿Cómo puedes estar segura de eso? —Suspiró—. Los demonios que te


vieron junto a Jonathan no fueron culpa tuya. ¿Quién sabe cuántos demonios están
deambulando por ahí, intentando descubrir una forma de destruir a los de tu raza?
Le podría haber pasado a cualquiera.

—Pero me sucedió a mí.

175
—Y le sucederá de nuevo a otra persona. Nunca estás seguro de ser detectado.
Tu aura te identifica como un sobrenatural. Los demonios solo pueden ser
identificados por sus ojos verdes. ¿Qué pasaría si usaran gafas de sol? Y no es como
si tú pudieras olerlos. Estás en una posición de desventaja a menos que seas invisible.
Y tú misma has dicho que eso requiere un montón de energía —Él le pasó los dedos
por las mejillas para secarle las lágrimas restantes—. Lo que estoy tratando de decir
es que no dejes que esta culpabilidad te destruya. Eres mejor que eso. Eres fuerte y
eres buena.

—Pero tengo que ser castigada por ello.

—Ya te has castigado a ti misma lo suficiente. Puedes seguir golpeándote a ti


misma y eso no volverá a revivir a tus amigos. No le ayudará a nadie. Sácalo de tu
mente, y piensa en todo el bien que has hecho, las vidas que has protegido, el futuro
que tienes por delante.

Ella sollozó.

— ¿Pero y si vuelvo a cometer el mismo error? ¿Qué pasa si ya lo he repetido?


—Virginia se reunió con su mirada, y entonces él leyó la pregunta allí. La pregunta
que había estado allí desde el momento en que la había conocido.

—No puedo forzarte a confiar en mí. Todo lo que puedo hacer es decirte que
nunca te lastimaré a ti ni a los de tu raza. Pero entiendo que es difícil para ti confiar
en un extraño después de todo lo ocurrido. Sólo que sepas esto: no voy a rendirme
contigo. Voy hacer cualquier cosa para demostrarte que soy digno de tu confianza.
No importa cuánto tiempo tome. Porque tú vales la pena. Y porque te quiero.

Ella alzó su mano y le ahuecó la mejilla. Wes giró su rostro para presionar un
beso en su palma.

— ¿Por qué eres tan comprensivo? ¿Por qué no me condenas como lo hizo mi
padre?

—El nunca debería haberte condenado. Debería haber estado allí para
ayudarte a pasar a través de ello. Pero yo estoy aquí ahora. Te lo recordaré cada día
si es necesario, para que ya no te sientas culpable. Has expiado cien veces desde

176
entonces. Mereces ser feliz. Y si yo puedo ayudarte a encontrar un poco de felicidad,
pues eso es lo que voy a hacer.

Por primera vez desde que Virginia había llegado a su habitación, una
pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Eres muy bueno conmigo.

Él se rió entre dientes.

—Puedo ser aún mejor, es decir, si me quieres.

Ella inclinó su cabeza hacia un lado.

— ¿Estás tratando de acercarte a mí?

— ¿Está funcionando?

—No sé, ¿qué piensas? —Virginia puso su mano en su pecho y corrió sus
suaves dedos sobre su piel, haciéndole vibrar con anticipación.

—Tal vez yo debería trabajar un poco más duro en mi poder de seducción —


Él le guiñó un ojo.

— ¿En serio? —Ella se movió en su regazo y deslizó su mano hacia su ingle,


donde su polla estaba empezando a levantar la toalla—. ¿Más duro que esto?

—Oh, sí, mucho más que eso.

Virginia desató la toalla y se la quitó para poder acariciar su erección. Wes


gimió, y sintió que su verga se sacudía y bombeaba llenándose aún más de sangre.

—Nena, será mejor que tengas cuidado con eso.

Ella se deslizó de su regazo y puso sus manos sobre sus rodillas,


separándoselas.

— ¿Ah, sí? Tal vez en ese caso deba usar algo más suave como mi boca —Se
dejó caer de rodillas delante de él.

— ¡Espera! —Él tomó su cabeza entre sus manos y la detuvo.

177
—Pensé que a todos los hombres le gustaba eso.

—Oh, me encanta —Sonrió—. ¿Pero me harías el favor y te desnudarías para


mí primero? Quiero ver tu sexy cuerpo mientras me chupas.

Ella le sonrió y se levantó. Luego se quitó la ropa, arrojando prenda detrás de


prenda, hasta que se quedó con un sostén negro y las bragas.

—Para —Exigió—. Justo así es perfecto. Absolutamente perfecto —Extendió


su mano y tiró de ella hacia abajo entre sus piernas. Su pulso estaba corriendo ahora,
y su polla estaba dura y pesada, curvándose contra su estómago. Lista para explotar.

Miró a Virginia con su diminuta lencería, pareciendo inocente y seductora a


la vez. Él atrajo su cabeza hacia él y le dio un largo beso en sus labios rojos, antes de
soltarla y mirar profundamente en sus ojos color avellana. Las motas verdes en ellos
parecían brillar.

—Chúpame, nena, haz conmigo lo que quieras, pero no me dejes correrme.


Porque quiero entrar en tu hermoso coño cuando estés lista para mí. ¿Puedes
prometerme eso?

—No puedo prometerte nada —Murmuró Virginia con una sonrisa


seductora—. Solo que lo disfrutarás.

—Nunca he dudado de eso.

Y luego la pelirroja zorrita bajó su cabeza a su ingle y lamió la punta de su


pene, mientras su largo cabello acariciaba sus muslos.

— ¡Joder! —Se aferró a los cojines del sofá a su izquierda y derecha,


preparándose para el sensual asalto.

—Mmm —Ella envolvió los labios alrededor de su erección y lentamente se


deslizó hacia abajo sobre él, hasta que estuvo profundamente dentro de su húmeda y
cálida boca.

Necesitando tocarla, le pasó las manos por el cabello y le tomó la cabeza


suavemente, con cuidado de no asumir el control. Quería que Virginia se hiciera

178
cargo, que decidiera qué tan duro y qué tan rápido lo chuparía. Quería estar a su
merced.

Virginia comenzó a subir y bajar sobre él, primero lentamente y con muy poca
presión, lubricándolo con su lengua húmeda. Se sintió como hundirse en un agujero
lleno de crema caliente. Cada trazo era mejor que el anterior. No podía recordar que
alguna mujer le hubiera otorgado tanta ternura, y no lo había esperado de Virginia.

—Eso es hermoso, nena. Me encanta —Apretó la mandíbula, resistiéndose a


la necesidad de dejarse ir y ceder al deseo de empujar fuerte y profundamente en su
boca. En lugar de eso, miró directamente hacia la cubierta de vidrio de la falsa
chimenea, donde el reflejo de Virginia sobre sus rodillas lo estaba tentando.

Su culo vestido con el tanga se movía hacia delante y hacia atrás con cada
movimiento de su cabeza. No le ocultaba nada a su vista, y lo puso aún más
cachondo. La necesidad de tocarla se hizo tan insoportable, y él bajó la parte
delantera de su torso hasta donde sus pechos estaban contenidos en su sujetador.
Pasó sus dedos sobre ellos y encontró sus pezones duros. Los pellizcó, y Virginia
gimió, y de repente lo chupó más fuerte.

—Te gusta eso, ¿eh? Te gustaría que tus hermosas tetas participaran.

No necesitaba que ella respondiera. En cambio, lo hizo de nuevo, esta vez


deslizando sus dedos debajo de la tela.

—Estás hecha para el sexo —La elogió, y deslizó sus manos a su espalda para
encontrar el broche de su sujetador. Lo abrió, luego llevó sus manos a su parte frontal
y bajó la tela de sus pechos, dejándola caer. Los ahuecó con ambas manos, y los
apretó—. Joder, me encantan tus tetas.

Su mirada regresó al reflejo en el cristal.

—Y tu culo —Pero como no podía alcanzar su hermoso culo, siguió jugando


con su pechos, apretándolos, pellizcando sus pezones, provocando más gemidos en
los labios de Virginia que rebotaron contra su dolorida polla. Estimulándola.

Y Virginia siguió adelante, manteniéndose chupándolo como si se tratara de


un deporte olímpico y ella estuviera empeñada en ganar una medalla. Pero con cada

179
segundo, la batalla para evitar su inminente orgasmo se convirtió más y más, en algo
imposible de ganar.

—Nena —Gimió—. Nena, tienes que parar, te lo ruego.

Lo chupó profundamente en su boca, y luego lentamente lo liberó con un


chasquido audible, y levantó su rostro para mirar hacia arriba.

—Me sorprende que aguantaras tanto —Dijo con una carcajada.

—Fue pura tortura —Dijo y la levantó.

Virginia se quitó el sujetador de los hombros, y luego enganchó sus pulgares


en sus bragas y se meneó fuera de ellas.

Wes tragó duro ante la vista. Siempre había soñado con una mujer como
Virginia, pero nunca se atrevió a creer que su sueño se haría realidad. Aparentemente
era un afortunado hijo de puta.

—Dime lo que deseas —Le murmuró, sus pestañas casi pegadas a sus cejas.

—Móntame —Dijo sin dudarlo—. Así podre chupar tus tetas y enterrar mi
cara en ellas.

Virginia puso su mano sobre su hombro y lo empujó para que se recostara


hacia atrás contra el respaldo del sofá, entonces se sentó a horcajadas sobre él,
apoyándose a sí misma sobre sus rodillas.

— ¿Así?

—Te estás burlando, como si no lo supieras.

Ella apoyó su torso más cerca, por lo que sus senos estaban a solo un
centímetro de distancia de su cara. Él se elevó hacia adelante y apretó su rostro en su
escote. La suave carne de sus pechos lo abrazó, acariciando sus mejillas, acunándolo.
Inhaló su olor y lamió un camino por el medio, mientras levantaba sus manos y las
presionaba contra la parte exterior de sus pechos para exprimirlos juntos.

Entonces, él levantó sus párpados y vio como ella lo estaba mirando, sus
labios separados, sus ojos brillando, la lujuria desbordando en ellos.

180
—Realmente me deseas. No tienes segundas intenciones, ¿verdad? —
Murmuró ella como si no lo hubiera creído hasta ahora.

—Soy un hombre sencillo, Virginia. Todo lo que deseo es entrar dentro de ti,
y quedarme allí durante tanto tiempo como me necesites —Y ese deseo incluso
ensombrecía su deber de Scanguards, y su esperanza de que pudieran forjar una
alianza con los Guardianes Invisibles.

—Wes —Susurró y se bajó a sí misma sobre su pene, clavándose en él con un


trazo continuo. Sus músculos tensándose alrededor de él.

Su movimiento lo separó de sus pechos y acercó la cara de Virginia a la de él.

—Te deseo, Wesley.

—Me tienes, nena —En cuerpo y alma. Aunque no podía decirle eso. No
estaba preparada para escucharlo. En cambio, él inclinó sus labios sobre los de ella y
tomó su boca para besarla. Ella lo recibió con la misma pasión con la que tomó su
polla en su cuerpo, y él se entregó a ella.

El placer de sentirla cabalgarle, sus caderas subiendo y bajando, sus senos


rebotando con cada movimiento, hizo que el fuego en su cuerpo ardiera aún más. El
cabello de Virginia acariciaba su piel, mientras que sus manos estaban sobre su
pecho, acariciándole a él suavemente. Sus movimientos eran rítmicos y comedidos.
Suaves y lentos. Pero ahora él quería otra cosa. Él ya estaba tambaleándose en el
borde. ¿Cuánto tiempo le torturaría con sus movimientos lentos y suaves, cuando él
ya había experimentado lo fuerte que era ella, y lo duro que podía cabalgar sobre él?

Arrancó su boca de ella.

— ¡Maldita sea, Virginia, no te burles de mí! ¡Fóllame! ¿O tengo que tumbarte


de espaldas?

Una luz pareció encenderse en sus ojos, y ella lo apretó con fuerza contra el
respaldo.

—Chúpame las tetas, y tal vez te tome más fuerte.

181
—Ahora estás hablando —Tomó sus pechos con ambas manos, luego capturó
un pezón en sus labios y chupó.

Virginia echó su cabeza hacia atrás y gritó.

—Sí, justo así.

Su aliento lo hizo chupar más fuerte, luego lamer el pezón para calmarlo,
antes de hacer lo mismo con su otro pecho. Esta vez le raspó los dientes sobre su piel
y la sintió estremecerse en respuesta. Por un instante, deseó ser un vampiro para
poder morderla y sentir su tipo de conexión, el profundo vínculo que los vampiros
tenían. Pero, aparte de eso, tuvo que contentarse con succionar su pezón
profundamente en su boca y apretarle los pechos hasta que, finalmente, ella aumentó
su ritmo y lo montó más y más rápido. Tomándolo más profundo.

Aún lamiendo sus pechos, él dejó caer sus manos a sus cadera para hacerla
bombear en él todavía más fuerte, mientras él elevaba sus caderas para doblar el
impacto. El resultado fue explosivo. Su polla estaba en llamas, lista para liberar su
semilla en ella, lista para llenarla con todo lo que tenía.

Extendió la mano entre sus cuerpos, y deslizó los dedos por el vello húmedo
que protegía su coño, encontrando su clítoris. El pequeño órgano estaba hinchado.
Perfecto. Frotó sobre él.

Virginia gritó y presionó su ingle contra sus dedos. Continúo frotando su


sensible botón, continuó lamiéndole las tetas, continuó empujando su polla
profundamente en su acogedora caverna. Varias embestidas más, y Virginia de
repente jadeó. Al mismo tiempo, sus músculos internos comenzaron a tener
espasmos y apretarse alrededor de su pene. Él se corrió al instante, disparando su
semen profundamente dentro de ella, y todo su cuerpo tembló en su orgasmo.

Virginia se hundió contra él, y él tiró de su cabeza hacia sí, besando sus labios,
sus mejillas, sus párpados. Por unos momentos, ni siquiera podía hablar, solo podía
respirar y llenar sus pulmones. Envolvió sus brazos alrededor de ella, presionándola
contra él, sus duros pezones haciéndole cosquillas en el pecho.

—Oh, nena —Murmuró y besó su cuello—. Eso fue… —No tenía palabras
para lo increíble que habían sido hacer el amor . Él tomó su cabeza entre sus manos

182
y la miró a los ojos—. Esta fue la experiencia más increíble que he tenido. Nada se
ha sentido nunca tan bueno.

—Sé que eres un halagador, Wesley, pero por favor no digas las cosas solo
porque piensas que yo quiero escucharlas —No fue un regaño, sino más bien como
una declaración seria.

Él suspiró.

—Tienes razón, soy un halagador. Siempre lo he sido. Pero deberías saber


algo más sobre mí. Puede que halague a una mujer para meterla dentro de la cama,
pero una vez que estoy en la cama con ella, solo digo la verdad. Solo digo lo que
siento. Si no lo siento, mantengo mi boca cerrada y finjo que estoy dormido —
Sonrió—. Y como puedes ver, no estoy dormido ahora. De hecho, no tengo ninguna
intención de dormir.

Una sonrisa se formó en los labios de Virginia.

— ¿Lo dices en serio?

— ¿Que no tengo ninguna intención de dormir?

Ella puso sus ojos en blanco.

—Eso es evidente. No, que no mientes en la cama.

—Sí.

—Entonces quizás deberíamos movernos e ir a la cama —Indicó y señaló la


cama de tamaño King en la otra parte de la gran habitación.

—Creo que es una brillante idea —Presionó un beso en sus labios—. Supongo
que vas a aprovechar la ocasión para interrogarme.

Ella sonrió socarronamente.

—No me des ideas.

La levantó y la tomó en sus brazos, llevándola a la cama. La dejó de pie y


quitó el edredón. Virginia se deslizó por debajo de la manta ligera, y Wes la siguió
después, atrayéndola contra la curva de su cuerpo.

183
— ¿Puedes prometerme una cosa? —Le preguntó él.

Ella giró la cabeza para mirarlo.

— ¿Mmm?

—Que te quedes aquí toda la noche. Despiértate conmigo. Cuando me


desperté en el motel ya te había ido.

— ¿Eso es todo? —Sonrió ella.

—En realidad, ya que lo estás preguntando —Empujó su pene semi-duro


contra sus nalgas—. Yo podría ponerme un poco cachondo durante la noche, ya que
estás desnuda y tan condenadamente caliente. Espero que te parezca bien que te
despierte para hacer el amor contigo.

— ¿Un poco cachondo? —Virginia se rió entre dientes—. Wes, has estado
cachondo desde el momento en que te conocí.

—Entonces, ¿eso es un sí?

Cuando Virginia comenzó a reírse, él la silenció con un beso.

184
Capítulo Veinticuatro

Wes la había despertado, dos veces, para hacerle el amor. La tercera vez,
Virginia se había despertado al amanecer con la polla de Wesley dentro de ella,
deslizándose suavemente hacia adelante y hacia atrás, mientras él acariciaba sus
pechos con ternura y le besaba dulcemente la nuca y los hombros. Ella se había
rendido a sus demandas, envuelta en el afecto con que la colmaba. Podría
acostumbrada a ser despertada así todos los días.

En la ducha se habían lavado el uno al otro con la misma ternura y le hubiera


gustado esconderse en la habitación de Wesley durante mucho más tiempo, pero ella
sabía que no podría evitar a los otros guardianes para siempre.

—Va a estar bien —Le murmuró Wesley mientras caminaban hacia la puerta.

Ella giró su cabeza para mirarlo.

— ¿Cómo…?

—Eres un libro abierto, Virginia —Él le colocó algunos mechones de cabello


detrás de su hombro y acarició su mejilla con el pulgar—. Nadie va a pensar peor de
ti simplemente porque estés durmiendo conmigo. Tú podrías hacer algo peor, ya
sabes.

Él le guiñó el ojo, y ella sonrió involuntariamente.

—No te lo tomas demasiado en serio, ¿verdad?

— ¿Cuál es el punto de eso? La vida es suficientemente seria —Él tomó su


mano—. Ahora vamos a desayunar. Estoy hambriento. Anoche quemé algunas
calorías. Y necesito recargarme, o me patearás el culo cuando no pueda actuar esta
noche.

Virginia negó con la cabeza.

—Dios mío, realmente piensas en sexo todo el tiempo.

Wes se inclinó.

185
—Solo porque eres muy tentadora.

En la puerta ella dudó.

—Sobre lo que te dije anoche…

—Eso es solo entre tú y yo. Nadie lo sabrá nunca.

Ella vio la verdad en sus ojos y asintió.

—Gracias por todo.

La sonrisa que ella había llegado a amar apareció en su rostro, y él se inclinó


y rozó sus labios sobre los de ella. Automáticamente, ella separó sus labios y aceptó
el tierno beso, porque cada vez que Wesley la besaba, sus preocupaciones parecían
reducirse, y tenía esperanzas de que todo resultara bien.

Wes levantó sus labios de los de ella y apoyó su frente en la suya.

—Hmm. Me estás convirtiendo en una criatura insaciable.

—Tengo la sensación que siempre has sido insaciable.

—Quizás, pero nadie nunca me ha complacido como tú.

Ella se rió entre dientes.

—No me lo creo. Seguro que has tenido un montón de mujeres que han
satisfecho tus caprichos —Después de todo, una mirada de tus lindos ojos azules, y
¿qué mujer con sangre en sus venas no estaría babeando?

—Me acojo a la quinta12 en esa pregunta.

—No fue una pregunta. Fue una declaración.

—Así que piensas que me conoces, ¿eh?

Ella inclinó la cabeza hacia atrás y lo miró a los ojos.

—Mejor que hace unos pocos días, mi brujo sexy.

12
Quinta enmienda: Nadie estará obligado a responder de un delito castigado con la pena capital o con
otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa.

186
Él se rió.

—Ahora, ¿ves? Tú llamando brujo de repente ya no suena como un insulto.

Ella se frotó contra él, siendo deliberadamente provocativa.

— ¿Cómo suena ahora, brujo?

Wesley dejó caer sus manos a su culo y la presionó contra él.

—Ahora mismo parece que deseas saltar sobre los huesos de este brujo.

—Y parece que este brujo está listo para eso, también —Ella se liberó de su
abrazo y deslizó la palma de su mano sobre la dura protuberancia en sus pantalones.
Le encantaba lo rápido que Wesley podía excitarse, porque confirmaba que ella tenía
poder sobre él. El mismo tipo de poder que él tenía sobre ella.

Él bajó su mirada a su mano y sonrió socarronamente.

—Sigue así, consejera, y nunca llegaremos a desayunar.

Ella sonrió, se volvió hacia la puerta y luego pasó directamente a través de


ella al pasillo. Un momento más tarde, la puerta detrás de ella se abrió y Wesley
salió.

—Muy graciosa —Dijo secamente.

Caminando uno al lado del otro, se acercaron a la cocina. Virginia ya podía


oír las voces de los demás Guardianes Invisibles detrás de la puerta cerrada. Tomó
una respiración profunda y entró, Wesley detrás de ella.

Todos volvieron sus ojos hacia ella, interrumpiendo lo que estaban haciendo.
Estaba claro que Enya no había perdido el tiempo contándoles a sus colegas lo que
había presenciado en la habitación de Wesley. Virginia no esperaba otra cosa
diferente.

—Buenos días —Se obligó a decir. Luego miró hacia la encimera—. Oh, bien,
hicisteis café —Al menos podría ocuparse en algo y conseguir que sus temblorosas
manos se aferraran a una taza de café caliente.

187
Unos “buenos días” vinieron en respuesta, mientras que Virginia se servía una
taza.

—Hola chicos —Dijo Wesley alegremente—, ¿no hay comida?

—Estábamos esperando que nos hicieras tortitas —Dijo Enya, mirando de


reojo a Virginia—. Ya que mi último intento no fue tan bien.

Hamish se rió entre dientes.

—Sí, no vamos a dejar que Enya se acerque a la cocina nunca más.

Enya le sacó la lengua.

—Como si tú fueras mejor en la cocina.

—Lo haré —Dijo Wes rápidamente y caminó hacia la nevera. Mientras


sacaba algunos ingredientes, dijo—. No veo a Leila. ¿No se une a nosotros?

Aiden negó con la cabeza.

—No se sentía bien esta mañana.

Agarrando un cuenco y un batidor, Wesley se giró hacia la isla.

—No te preocupes, cuando mi cuñada estaba embarazada, sus náuseas


matutinas solo duraron alrededor de un mes. Se le pasará.

Virginia giró la cabeza hacia Wesley, luego hacia Aiden, cuya boca estaba
abierta.

—Cómo… —Murmuró Aiden.

Logan le dio una palmadita en el hombro a su amigo.

— ¿Por qué no nos lo dijiste?

— ¿Leila está embarazada? —Preguntó Manus, sus ojos muy abiertos.

Hamish y Tessa intercambiaron una mirada. Virginia pudo ver de inmediato


el amor en sus miradas, aunque no había otros signos externos: los dos estaban

188
vinculados. La anterior sospecha de Virginia sobre que Tessa había mentido para
evitarle a Hamish el castigo por permitirle permanecer en el complejo era infundada.

—No quería decir nada —Dijo Aiden—, todavía es reciente, y Leila quería
esperar hasta que hubiera superado la barrera de los tres meses —Le hizo un gesto a
Wes, que ahora estaba preparando la masa de las tortitas—. ¿Cómo lo supiste?

Wes sonrió.

—Todas las runas alrededor de este lugar podrían impedirme realizar


conjuros, pero todavía puedo percibir ciertas cosas.

Aiden negó con la cabeza, riendo.

—Hijo de la Gran Bretaña13.

—Bueno, felicidades —Dijo Virginia—. Espero que todo vaya bien —Y lo


decía realmente en serio.

—Gracias.

Hamish le dio una palmada al hombro de su amigo.

—Estoy feliz por vosotros, chicos.

—Lo aprecio —Dijo Aiden—. Pero no quiero restar valor a todo lo demás
que está sucediendo. Tenemos cosas a las que enfrentarnos.

Virginia tomó asiento en la isla.

— ¿Tienes alguna noticia sobre el ama de llaves?

Aiden asintió.

—Logan, ¿puedes llamar a Pearce para que venga? No quiero repetirlo dos
veces.

Logan saltó de su taburete y caminó hacia el sistema de intercomunicación


junto a la puerta. Presionó un botón.

13
Hijo de la Gran Bretaña: Una forma de decir hijo de puta, pero a veces amigablemente.

189
—Pearce. Te necesitan en la cocina.

Un crujido estático en el altavoz, y luego.

—Estaré allí pronto.

—Ahora —Insistió Logan, y luego agregó—. Wes está haciendo tortitas.

— ¿Por qué no lo dijiste antes?

Logan tomó asiento de nuevo. Un momento después, Pearce entró en la


cocina con una tablet en su mano.

—Buenos días a todos —Apoyó la Tablet en la isla, para poder ver lo que
estaba sucediendo en la pantalla, y se sentó—. Lo siento, tengo que vigilar las
comunicaciones, en caso de que llegue cualquier mensaje urgente —Luego asintió
hacia Wes, que ahora estaba de pie frente a la cocina, calentando el aceite en una
sartén—. Hey, Wesley, querré tres, por favor.

Manus le dio un golpe en el costado.

—Ponte a la cola.

Wesley miró por encima de su hombro.

—Hay suficientes para todos —Luego le hizo un gesto a Aiden—. Vamos, no


nos tengas en vilo. ¿Qué pasó con el ama de llaves? ¿Mató a Faldo?

—No —Dijo Aiden inmediatamente—. Pero sé quién lo hizo.

Virginia miró con interés. Finalmente una pista.

—Comprobé a la señora Jefferson. Es viuda y vive en una pequeña casa en el


oeste de Baltimore. No es exactamente la mejor zona. Mantiene su casa cuidada, y
no había nada que pareciera estar fuera de lugar. Sus hijos ya se han ido de su casa;
el hijo vive en Philadelphia, y la hija acaba de tener un bebé y se mudó con su novio.
La señora Jefferson estaba en casa, llorando hasta que se quedó dormida, realmente
triste por la muerte de Faldo. Supongo que él era bueno con ella. También le pagaba
bien, por lo que pude ver en sus extractos bancarios. Ahora ella no tiene trabajo. Eso
debió golpearla duro.

190
Virginia suspiró.

—Dijiste que sabías quién lo mató.

—Estoy llegando a eso. Ella tiene dos sobrinos. Encontré su dirección en sus
papeles, así que les hice una visita. Viven juntos de alquiler en un pequeño
apartamento. Está lleno de mercancías robadas. Todo, desde teléfonos móviles, hasta
relojes y ordenadores.

— ¿Algo de la casa de Faldo? —Preguntó Logan, alzando la vista de las


tortitas que Wes le había servido en el ínterin.

—No lo sé —Dijo Aiden—, pero lo que sí encontré fue sangre. En un par de


zapatillas.

— ¿Tomaste una muestra? —Preguntó Manus—. Yo podría pasarla a través


del sistema.

—No. Hice algo aún mejor. Llamé a la policía y les di un soplo anónimo.

Hamish silbó entre dientes.

—Uno agradable. ¿Fueron arrestados?

—Esperé hasta que llegó la policía y se los llevó. Con los bienes robados en
su apartamento hay suficientes evidencias para mantenerlos entre rejas por un
tiempo. Mientras tanto, estoy seguro de que el forense los vinculará con el asesinato
de Faldo. Todo tiene sentido.

Wesley colocó otro plato con un montón de tortitas en la isla para que todo el
mundo se sirviera a sí mismo.

—No había señales de robo. ¿Estás pensando que consiguieron la llave de su


tía?

Aiden asintió.

—Esa es mi suposición. Ella probablemente les mencionó que Faldo se iría


una semana, así que pensaron que sería fácil entrar y robar en la casa.

Manus gruñó.

191
—Faldo debió sorprenderlos, por lo que agarraron cualquier arma que
pudieran y lo mataron.

—El pisapapeles del escritorio —Sugirió Wes.

Logan asintió con la cabeza.

—Exactamente. La policía se lo llevó como evidencia. Habría estado cubierto


de la sangre de Faldo y posiblemente tuviera las huellas dactilares de ellos, a menos
que llevaran guantes.

— ¿Cómo podemos saber con certeza que fueron ellos? —Preguntó Virginia.

Aiden se volvió hacia ella.

—Tenemos que esperar a que la policía haga pública esa información. Estoy
seguro de que no tardará mucho tiempo —Él sacudió su pulgar sobre su hombro, y
Virginia miró en la dirección que él había indicado: un gran televisor colgado en la
pared del salón, sin volumen y sintonizado con un canal local—. Supongo que saldrá
en las noticias pronto.

—Supongo que tendremos que esperar hasta entonces. Mientras tanto —Dijo
Virginia y miró hacia Pearce—. ¿Qué pasó anoche con Deirdre?

—Todo salió bien. Coloqué escuchas en su casa mientras estaba dormida


sabremos con quién habla y quién la visita. Y puse algunos rastreadores en varios de
sus zapatos y en su bolso. Sabremos dónde está ella en todo momento. Por allí todo
está cubierto.

Virginia asintió.

—Buen trabajo. ¿Notaste algo extraño en ella?

Pearce se encogió de hombros.

—Dado que estaba dormida, no hubo nada que pudiera detectar. Pero toda
su casa parecía normal. Estaba escasamente amueblada, pero era de esperar si ella
sólo lleva allí unos días.

192
—Hmm —Virginia contempló las palabras—. ¿Qué pasaría si ella no planea
quedarse allí por mucho tiempo? Sigue siendo mi principal sospechosa. Ella sabe
dónde están los complejos.

—Eso también lo hace un montón de gente —Interrumpió Hamish.

—Pero no tienen motivos —Dijo Virginia—. ¿Y quién queda? No podemos


exactamente atribuírselo a Finlay, él está muerto.

— ¿Quién es Finlay? —Preguntó Wesley.

Hamish dejó su tenedor a un lado, miró a Aiden, luego dijo:

—Él era un traidor. Un miembro del Consejo de los Nueve. Hace poco más
de un año, hizo un pacto con los demonios. Les iba a entregar a Leila a cambio de
asumir el liderazgo de los demonios.

— ¿Por qué? —Wes miró a Aiden—. No te ofendas, Aiden, sé que amas a tu


esposa, pero, ¿por qué los demonios la querrían?

—Porque es una científica brillante —Dijo Aiden—. Estaba desarrollando


una droga para la enfermedad de Alzheimer, una vacuna de hecho, que si se le
hubiera permitido salir al mercado, habría hecho a la humanidad tan vulnerable a la
influencia de los demonios que habrían tomado el mundo en cuestión de meses. No
habría habido nada que pudiéramos hacer excepto permanecer impotentes.

—Oh.

Hamish asintió con la cabeza.

—Sí. Pero afortunadamente, descubrimos el plan de Finlay y pudieron


detenerlo.

— ¿Qué pasó?

—Finlay secuestró a Leila y la llevó para encontrarse con los demonios —


Continuó Hamish.

—Se te olvida mencionar que primero me cortó el tendón de Aquiles y me


encerraron en una celda de plomo, por lo que no pude seguirlo —Interrumpió Pearce.

193
—Joder —Maldijo Wes, mirando a Pearce—. Eso debió doler.

—Sí, me cortó con su daga —Luego se encogió de hombros—.


Afortunadamente, sanamos rápido.

—En cualquier caso —Dijo Hamish—, los encontramos en el momento justo.


Finlay fue asesinado por Zoltan, en realidad, quién ahora es el Gran Uno, el dirigente
de los demonios. Él nunca tuvo la intención de mantener su parte del trato.

— ¿Así que vosotros, chicos, vieron morir a Finlay? —Preguntó Wes.

Todos los miembros del complejo de Baltimore asintieron.

—Estaba absolutamente muerto —Gruñó Aiden—. Merecidamente.

— ¿Y el cuerpo? ¿Qué pasó con eso? —Preguntó Wes.

— ¿A dónde vas a parar con eso? —Añadió Virginia.

Wes la miró, luego a Aiden.

— ¿Qué pasaría si él tuviera algo consigo que podría haber caído en manos de
los demonios, como su teléfono móvil?

Pearce negó con la cabeza.

—Lo siento, imposible.

—Pero…

—Recuperamos el teléfono móvil de Finlay después de su muerte. No era una


mala idea, pero es un callejón sin salida.

Wes suspiró.

—Hmm, entonces no sé —Se sirvió un par de tortitas en su plato y empezó a


comer.

Por unos momentos, nadie habló, y solo el ruido de los cubiertos tintineando
contra la porcelana pudo ser oído mientras todos devoraban su desayuno.

194
El sonido de la puerta al abrirse hizo que Virginia mirara por encima de su
hombro. Leila entró, y Virginia se congeló.

En el otro extremo de la isla, Wes dejó escapar un jadeo.

— ¡Oh, Dios mío! ¿Leila?

195
Capítulo Veinticinco

Wesley tuvo que hacer una doble toma. La mujer que entraba en la cocina sin
duda parecía Leila, pero al mismo tiempo, no podía ser ella. Porque la Leila que él
conocía no tenía la piel dorada. No el dorado en una especie de Goldfinger14, pero
brillaba como si un millón de granos de luz brillaran bajo su tez sonrosada.

Se deslizó fuera de su taburete y caminó hacia ella, mientras que los demás le
deseaban buenos días como si ni siquiera notaran su aspecto. Deteniéndose a unos
pocos pies de ella, Wes captó su mirada.

— ¿Estás bien, Leila?

—Gracias por preguntar, estoy bien. Olí las tortitas, y me dio hambre.

Él asintió automáticamente, todavía incapaz de apartar la mirada de su rostro,


cuello y brazos desnudos. Rápidamente echó un vistazo a los guardianes más
cercanos a él en la isla, Manus y Logan, pero estaban hablando entre sí como si nada
hubiera sucedido.

Hamish estaba susurrando algo a Tessa, y Enya estaba llevándose más comida
a la boca, mientras que Pearce miraba fijamente la tablet y pasaba sobre ella con su
dedo.

—Deja de mirar —De repente susurró Virginia detrás de él.

Wes se giró en redondo. No había notado que Virginia había saltado de su


taburete y se había acercado a él.

—Pero algo está obviamente mal en ella. ¿Por qué nadie hace nada? —Dijo,
tratando de hablar tan bajo como Virginia, pero la preocupación que sentía subió el
volumen de su voz—. Tal vez es el embarazo.

Un grito de asombro de Leila lo hizo pivotar hacia ella.

14
Goldfinger: Película del Agente 007, en la que pintaban los cuerpos con oro.

196
Leila miró a Aiden acusatoriamente.

— ¿Se lo dijiste?

Aiden se levantó y caminó hacia su esposa.

—No lo hice. Wesley lo adivinó.

—Oh —Entonces ella sonrió y se encogió de hombros—. Supongo que era


hora de que la gente lo descubriera.

Tan pronto como ella lo dijo, todos los demás comenzaron hablar los unos
sobre los otros, felicitando a Leila por su embarazo, expresando sus mejores deseos
y su sorpresa. Tessa y Enya incluso abrazaron a la esposa de su compañero del
complejo. Sin embargo, nadie hizo un solo comentario sobre su piel dorada.

Por un momento, Wesley se quedó allí en silencio. ¿Era posible que él fuera
el único que podía ver el brillo dorado? ¿Podría significar que él estaba sintiendo que
algo estaba mal en Leila? ¿Qué ella estaba tal vez enferma?

Alcanzó a Aiden, agarrando su antebrazo, atrayendo su mirada hacia él.

Wesley se inclinó.

—Algo está mal en tu mujer.

Los ojos de Aiden se abrieron como platos.

— ¿Qué?

—Escucha, no sé lo que es, y obviamente ninguno de vosotros puede verlo,


así que tienen que ser mis sentidos de brujo, pero creo que tu mujer está enferma.

Una pesada mano aterrizó en el hombro de Wesley. Él giró su cabeza mientras


Hamish se acercaba sigilosamente hacia ellos.

Hamish sonrió.

— ¿No te estarías refiriendo por casualidad al hecho de que Leila está


brillando dorada?

La boca de Wesley cayó abierta.

197
— ¿Puedes verlo también?

Hamish sonrió socarronamente, intercambiando una mirada con Aiden.

— ¿Deseas explicarle a Wes aquí lo que le hiciste a tu esposa?

—No es asunto vuestro —Dijo Aiden secamente, sus mejillas enrojeciendo.

— ¿Qué demonios está pasando? —Maldijo Wes—. ¿Alguien por favor podría
explicarme de que va todo esto? Sea lo que sea, porque no es normal.

—Sí, bueno, los vampiros mordiendo a sus compañeros tampoco es normal


para nosotros —Dijo secamente Hamish—. Tenemos nuestras propias prácticas
sexuales que podrían parecer tal vez un poco extrañas para ti —Entonces se inclinó
y bajó su voz a un susurro—. Y quién sabe, tal vez tú lo averigües de primera mano
algún día.

—Oh —La comprensión le llegó. Hamish sabía de él y Virginia, y estaba


insinuando que Virginia le presentaría a cualquier práctica sexual a la que se estuviera
refiriendo.

La pregunta en la mente de Wesley, sin embargo, era, ¿por qué no lo habría


hecho ya ella?

Wes se volvió hacia Virginia, que estaba en la isla de la cocina. Los estaba
mirando. Los había visto. Lentamente, él apartó los ojos de ella, y miró a Aiden y
Hamish. Este no era el momento, ni el lugar para discutir esto con Virginia. Lo mejor
era desviar la atención de todo el mundo lejos de ellos dos.

—Pero Leila es humana. ¿Estás seguro de que ella está bien? —Preguntó en
su lugar.

Aiden sonrió.

—Me conmueve que te preocupes tanto por el bienestar de mi esposa, pero te


aseguro que está más que bien —Apartó la vista, y Wesley siguió su mirada y vio que
Leila les devolvía la sonrisa.

— ¿Te importa si la felicito?

198
—Adelante.

Wes se abrió paso a través de los bien intencionados. Leila lo miró.

—Estoy muy feliz por los dos —Él tomó su mano, y ella se lo permitió.

—Gracias, Wesley. Si realmente quieres hacer algo por mí, un par de tortitas
sería genial —Ella le regaló una amplia sonrisa.

—Vamos, te prepararé algunas recientes —Dijo y la tomó del codo, cuando


alguien chocó con él por detrás. Perdió el equilibrio y se tambaleó hacia adelante, en
dirección a Leila. Ella lo atrapó, y en el proceso de estabilizarse, su mano se deslizó
hasta el estómago de ella. No se percibía ninguna protuberancia, pero había algo más
que recogió. Aunque no estaba al cien por cien seguro, ya que el contacto había sido
muy breve.

Wes se enderezó.

— ¿Todo bien? —Aiden dijo por detrás de él.

Wes asintió con la cabeza, pero no se giró y, en su lugar, miró a Leila.

—Leila, sé que esto puede parecerte una petición extraña, pero, ¿te importa si
pongo mi mano sobre tu estómago?

— ¿Por qué? —Aiden caminó para pararse junto a su esposa, aunque él no la


rodeó con su brazo como solía hacerlo cuando Wes los veía juntos.

—Noté algo sobre el embarazo cuando nos tropezamos el uno con el otro,
justo ahora mismo. Quiero asegurarme.

Leila y Aiden intercambiaron una mirada, entonces Leila asintió.

—De acuerdo.

Wes miró a Aiden, asegurándose de que él también estuviera dando su


permiso. Un asentimiento apenas perceptible le dijo que estaba bien, entonces Wes
puso su palma contra el estómago de Leila, luego cerró los ojos y se concentró.

Un momento después abrió los ojos y retiró su mano.

199
—Puedo escuchar dos latidos.

—Por supuesto, el mío y el del bebé —Dijo Leila.

Wes sonrió y negó con la cabeza.

—Dos latidos de corazones que provienen de tu vientre. Vas a tener gemelos.


Felicidades.

— ¿Gemelos? —Murmuró Leila y miró a su marido—. Oh, Aiden —Parecía


que ella quería abrazarlo, pero no lo hizo, y él tampoco.

—Vamos, Aiden, ¿qué te pasa hoy? ¿No vas a abrazar a tu esposa?

Aiden suspiró.

— ¿Podría, por favor, explicarle alguien a Wes por qué no puedo hacer eso?
—Miró a su alrededor—. ¿Logan?

—Claro —Dijo inmediatamente Logan y puso su brazo alrededor de Wesley,


llevándolo hacia la sala de estar.

— ¿De qué va todo esto? —Preguntó Wes, enojándose un poco por todo el
secretismo.

—Escucha, tal vez Virginia debería explicarte esto, pero claramente no estás
en esa etapa en vuestra relación —Dijo Logan cuidadosa y bastante silenciosamente.

Wes levantó una ceja, pero no lo contradijo.

—De todos modos. Entre las parejas hay sexo, y luego hay sexo a la manera
de los Guardianes Invisibles.

— ¿La manera de los Guardianes Invisibles?

—Sí. Es intenso. En su caso —Logan hizo un gesto en dirección a Aiden y a


Leila—, Aiden vertió su virta, su fuerza vital, en Leila mientras hacían el amor. Eso
es lo que la hace brillar como el oro durante unas horas después. Pero también la
hace que llegue al clímax cada vez que él la toca.

—Pero todos los demás la abrazasteis, y yo también la toqué.

200
—Solo sucede si la persona que la toca es la misma que le dio su virta.

Wes negó con la cabeza con aturdida incredulidad.

—Guau, eso es salvaje. ¿Eso también funciona al revés?

Logan se rió entre dientes.

— ¿Quieres decir cuando el Guardián Invisibles es una mujer?

Wes se aclaró la garganta.

—Sí, claro, ya sabes, sólo por curiosidad.

—Dejaré que eso te lo explique Virginia —Sonrió socarronamente.

—Vamos, sé un amigo.

—Hey, no es mi lugar —Dijo Logan, levantando sus manos—. Si ella quiere


que tú sepas que le sucede a un chico si, y cuando, ella lo hace, te lo contará —Se
volvió y caminó de vuelta a la isla de la cocina.

Wes suspiró. Ahora que él sabía sobre esta práctica en particular de los
Guardianes Invisibles, no podía esperar estar a solas con Virginia para preguntarle
sobre ello. Por desgracia, la ocasión no parecía que fuera a llegar inmediatamente.
Leila estaba pidiendo tortitas, y el resto de la pandilla quería una segunda tanda,
también. Así que para la siguiente media hora estuvo pegado en la cocina, atendiendo
pedidos como si se tratara de un cocinero de un concurrido restaurante.

Y justo cuando todos terminaron el desayuno, y Manus y Tessa se ofrecieron


para limpiar, alguien subió el sonido del televisor, atrayendo la atención de todo el
mundo a la noticia que se estaba produciendo en la pantalla. La reportera de la noche
anterior hablaba ante la cámara, mientras que un teletipo que decía Ultimas Noticias,
escrito en rojo, se desplazaba a lo largo de la parte inferior de la pantalla.

—La policía ha detenido a dos sospechosos durante una redada anoche en el oeste de
Baltimore. Están detenidos en relación con el brutal asesinato del empresario de Baltimore,
Anton Faldo, quien fue encontrado muerto a golpes ayer.

201
La pantalla se dividió, y las fotografías de los dos matones aparecieron a un
lado, mientras la reportera continuaba.

—Michael Brown y James Brown son los sobrinos de Carol Jefferson, el ama de llaves
del señor Faldo. La policía encontró objetos pertenecientes al señor Faldo en el apartamento de
los sospechosos, así como las pruebas forenses que pueden vincularlos directamente a los dos con
la muerte del señor Faldo. Una fuente policial confirmó también que la señora Jefferson, a quien
entrevistamos en este programa en el día de ayer, se ha convertido en sospechosa, y no se ha
descartado que pueda haberle dado a sus sobrinos el acceso a la casa. La policía está actualmente
a la espera del análisis de las pruebas de ADN, pero una fuente cercana a la investigación nos
ha dicho que los sospechosos serán acusados de asesinato y de una serie de otros delitos.

Alguien silenció el televisor.

Wes miró a los reunidos. Él había sido testigo de muchos casos penales y
trabajó con el Departamento de Policía de San Francisco lo suficiente como para
comprender lo que la policía de Baltimore debía tener en términos de pruebas.

—Si la policía está dispuesta a filtrar que van a acusar a esos dos de asesinato,
entonces es que tienen las suficientes evidencias, incluso sin los resultados del ADN,
para presentar un caso. Una vez que tengan eso, será pan comido.

Virginia se reunió con su mirada.

—Estoy de acuerdo. Entonces eso es un callejón sin salida para nosotros. Los
demonios no llegaron a Faldo, un par de matones lo hizo.

— ¿Y ahora qué? —Preguntó Wesley.

—Tendremos que esperar que Deirdre haga un movimiento —Dijo Virginia.

— ¿Sentarse y esperar? —A él eso no le gustaba en absoluto—. Tenemos que


hacer algo.

—Virginia tiene razón —Dijo Hamish—. Tenemos que esperar. Mientras


tanto, comprobaremos el resto de los complejos. Veamos si tienen alguna noticia
para nosotros. Todos tienen sus ojos y oídos bien abiertos.

202
Aunque Wes asintió de acuerdo con Hamish, sabía que él no podía quedarse
sentado. Tenía que pensar en qué más se podía hacer. Tal vez era hora de convencer
a los Guardianes Invisibles de que no tenían que pelear solos en esta batalla.

203
Capítulo Veintiséis

Vintoq colocó una pila de papeles en el escritorio de Zoltan.

—Los informes que estabas buscando, oh, Gran Uno.

Zoltan asintió.

— ¿Durante las últimas cuatro semanas?

—Sí. Incluyen todos los posibles avistamientos de Guardianes Invisibles


registrados por nuestros espías y por nuestros propios hombres.

— ¿En todo el mundo?

—Como pediste.

—Bien. Retira una silla y siéntate. Puedes ayudarme a revisarlos.

Vintoq sacó la silla más cercana y se sentó.

— ¿Qué estoy buscando?

—Nombres.

— ¿Nombres?

—Sí, anota cualquier nombre de los mencionados en los informes, menciona


si son humanos o Guardianes Invisibles, y la ubicación en la que fueron vistos.

Vintoq asintió obedientemente. Luego miró la pila de nuevo.

—Y, si se me permite preguntar, ¿cuál es el propósito? Estos informes ya han


sido revisados, sin ningún resultado. Los Guardianes Invisibles avistados ya
desaparecieron hace tiempo de donde fueron vistos, y los humanos no nos sirven en
este momento.

Zoltan le lanzó una larga mirada evaluativa a su subordinado.

204
—Por el contrario —Cogió el teléfono móvil que había junto a él—. ¿Te
acuerdas de esto? Ulric me lo trajo. Pertenece a un Guardián Invisible, y su lista de
contactos está llena de nombres —Golpeó su mano en la pila de informes—. Debe
haber alguien aquí que coincida con un contacto en este teléfono. Sólo necesito
encontrar uno, y estaremos en el juego. Ahora, empieza.

—Por supuesto, oh Gran Uno —Vintoq tomó una parte del montón y lo
colocó frente a él, luego comenzó a hojear los informes—. Esto llevará un tiempo.

Zoltan gruñó.

—Hmm. La perseverancia conduce al éxito —Y la paciencia. Aunque de esta


última él tenía escasez. Se estaba quedando sin tiempo. Tenía que hacer un
movimiento pronto, o esta ventana de oportunidad se cerraría justo como otras se
habían cerrado antes.

Echó un vistazo a la daga que descansaba sobre la mesa lateral de nuevo, junto
a sus otros trofeos. Había sobrevivido a su utilidad, pero la mantuvo como un
recordatorio de que no podía fallar nuevamente. Había vendido a sus súbditos la
destrucción del complejo de los Guardianes Invisibles como una victoria, a pesar de
que sabía que había sido un fracaso, porque no había logrado el objetivo más
importante: destruir a los guardianes desde adentro. La destrucción de un solo
complejo cuando podría haber llegado a muchos más, si su equipo de avanzada no
hubiera cometido un error, fue un fracaso de proporciones épicas. Pero ante sus
demonios nunca lo admitiría. Tenían que creer que fue un éxito.

La propaganda era importante. El tipo equivocado podría derrocar a un líder.


El tipo correcto podría hacer que aumentara su poder.

*****

Todo el día, había habido una sensación de calma antes de la tormenta, en el


complejo de Baltimore. Wesley había mirado a los guardianes mientras realizaban
sus trabajos: comprobando el perímetro cada hora, comprobando las

205
comunicaciones de otros complejos, buscando en las noticias por cualquier cosa
extraña y, en general, simplemente esperando que ocurriera algo. Pero nada se agitó.

Para cuando el sol se puso y la cena se terminó, Wes estaba en el borde.

—No podemos quedarnos sentados y esperar —Le dijo a los guardianes que
estaban sentados descansando en la sala de estar.

Pearce levantó la vista de su tablet, con la que todavía estaba monitorizando


los movimientos de Deirdre.

—Lo siento, amigo, pero, ¿qué quieres que hagamos? Si tienes una idea,
háznosla saber —Se encogió de hombros y bajó la mirada a su dispositivo.

Tal vez esta era una invitación tan buena como alguna vez podría conseguir.
Wes respiró hondo, entonces se preparó para la oposición que su idea conseguiría.

—Ya es hora de poner a los Scanguards en esto. Los vampiros nos pueden
ayudar.

Cada cabeza giró en su dirección. Bueno, al menos tenía la atención de todo


el mundo. Ahora sólo tenía que presentar su caso.

—El consejo no lo autoriza, no en un momento como este —Dijo Hamish


tranquilamente.

—No se lo pregunto al consejo, les estoy preguntando a ustedes —Dijo Wes.


Cuando varios de ellos abrieron sus bocas para protestar, él levantó la mano—.
Escúchenme, antes de objetar. No es que estéis haciendo algo más importante ahora
mismo.

Unas miradas fulminantes respondieron a sus palabras, pero Wes las ignoró.
En su lugar, miró a Virginia. Por lo menos ella no lo estaba haciendo.

—De acuerdo, escuchemos —Dijo Virginia.

No pudo evitar notar que incluso Enya parecía sorprendida por esto, aunque
Virginia no pareció notarlo.

206
—Como un extraño, estoy viendo todo esto y me estoy preguntando qué nos
estamos perdiendo —Comenzó Wesley—. He estado atormentando mi cerebro todo
el día. Y creo que lo he encontrado.

Algunas miradas escépticas aterrizaron sobre él.

—Ahora, yo no pretendo saber más sobre los demonios que ustedes, pero no
siendo un guardián, creo que podría tener una perspectiva diferente sobre algunas
cosas. Así, los demonios parecen estar por todas partes, ¿verdad? Quiero decir que
tendrán su propia red de espías humanos y demonios por el mundo, vigilándonos,
presumiblemente informando a su jefe, ¿verdad?

Hamish se encogió de hombros.

—Sí, ¿y eso qué? Ya lo sabemos. Es por eso por lo que somos extremadamente
cuidadosos cuando salimos fuera y permanecemos invisibles siempre que podemos.

Wes asintió con la cabeza.

—Eso es lo que pensaba. Pero cuando no son invisibles, pueden reconocerte


por el aura, mientras que los mismos demonios no tienen un aura sobrenatural que
tú o yo pudiéramos ver. Te pone en desventaja.

—Te olvidas de sus ojos verdes —Dijo Enya, casi aburrida.

Él reconoció su comentario con un asentimiento.

—No, no lo estoy olvidando. Pero los ojos se pueden proteger, ya sea con
gafas de sol o con lentes de colores.

—Lo sabemos —Dijo Enya—, pero muchos de los demonios con los que nos
hemos encontrado no parecen tomar esa precaución.

—Enya tiene razón —Agregó Virginia—. Aunque me he enfrentado a más y


más demonios que parecían seguir la senda de usar gafas de sol en los últimos meses.

—Exactamente. Si realmente quieren ocultarse de ti, pueden disfrazarse. Y


entonces no tendréis manera de reconocerlos hasta que sea demasiado tarde. Podrían
estar siguiéndote a cualquier lugar y no lo sabrías. —Como habían seguido a Virginia
hace tantas décadas.

207
El pecho de Virginia parecía elevarse como si temiera que él pudiera revelar
su secreto.

— ¿Cuál es tu punto, Wesley?

— ¿Qué pasaría si hubiera otra manera de reconocer a un demonio, incluso si


se ha disfrazado?

— ¿Quieres decir a cuando ellos claven una daga en uno de nosotros? —


Preguntó secamente Logan.

Wes sonrió.

—Sería un poco tarde para entonces, ¿no? No. Pero los demonios tienen un
olor. No es algo que yo fuera capaz de distinguir, ni tu, pero hay una especie que
puede reconocer a cualquiera por su olor.

—Los vampiros —Murmuró Virginia.

—Sí, y sencillamente yo soy un buen amigo de muchos de ellos. Y no solo


eso: son guardaespaldas altamente entrenados, acostumbrados a luchar contra el
mal.

— ¿Y por qué un grupo de chupasangres nos ayudarían? —Preguntó Enya, su


voz llena de disgusto.

—Probablemente no deberías llamarlos chupasangres —Advirtió Wes—.


Podrían ofenderse.

Logan se levantó.

—Tengo la misma pregunta que Enya. ¿Por qué nos ayudarían? Los vampiros
nunca se alían con nadie. No se hacen amigos de los demás. Diablos, pelean entre
ellos lo suficiente tal y como están las cosas.

—Yo soy el vivo ejemplo de que ellos hacen amigos. Son leales. La mitad de
mi familia son vampiros. Mi hermano es uno, mi hermana está vinculada a uno.
Tengo una sobrina y un sobrino, ambos híbridos. Conozco a esas personas. He vivido
con ellos durante más de veinte años. Ellos son justos. Son valientes. Y luchan por
lo mismo que tu: para erradicar el mal. Y ahora probablemente están muertos de

208
preocupación porque no han oído noticias mías en casi dos semanas. Si vuelvo con
ellos ahora, estarán tan felices de ver que estoy vivo y aceptarán cualquier cosa que
yo les proponga. Dejar que ellos ayuden te a luchar contra los demonios, y verán que
pueden confiar en ellos también. Dejar que les demuestren que una alianza entre
nuestras dos especies es lo mejor para todos nosotros.

— ¿Y si estás equivocado? —Preguntó Hamish, intercambiando una mirada


con Aiden, que también parecía dudoso.

Aiden agregó.

—No podemos permitirnos perder a nadie, Wes. Los demonios ya nos


superan en número. No podemos arriesgarnos a reunirnos con los vampiros.
Podríamos estar cayendo en una emboscada —Miró a su esposa que estaba sentada
junto a él en el sofá.

—No estoy pidiendo que todo el complejo venga conmigo —Dijo Wesley
rápidamente—. Solo necesito que una persona que confíe en mí. Uno de ustedes que
venga conmigo, y le demuestre a los Scanguards lo que son capaces de hacer, y que
vienen en son de paz, y puedo asegurar de que estarán más que dispuestos a unir sus
fuerzas con. Sólo una persona.

El silencio cayó sobre la habitación. Los guardianes intercambiaron miradas.


Wes no podía culpara a Aiden y a Hamish por no querer ir con él. Tenían que cuidar
a sus mujeres. Ellos tenían más que perder.

—Vamos, chicos —Instó a los demás—. ¿Por qué se acobardan de repente?

Manus bufó.

—No lo estamos haciendo. Pero hay reglas —Lanzó una mirada de soslayo a
Virginia—. El consejo querrá nuestra piel si se enteran. Y lo descubrirán.

Riendo, Virginia se puso de pie repentinamente.

— ¿Ahora tú estás exaltando las reglas? Eso es bueno, Manus, particularmente


de ti. De acuerdo con tu archivo, has roto casi todas las reglas que existen.

—Eso me ofende, consejera —Dijo con la cara roja.

209
Virginia sacudió la cabeza.

—No pretendan de repente que les encanta seguir las reglas, sólo porque estoy
aquí mirando. ¿Qué harías si yo no estuviera aquí mirando? ¿Si no estuvieras bajo
escrutinio?

La mirada que los guardianes intercambiaron reveló sus verdaderos


sentimientos. Wes pudo ver eso. Y aparentemente Virginia pudo verlo también.

—Justo como pensaba —Ella dejó escapar un aliento—. Pero ninguno de


vosotros irá a Scanguards.

Wes abrió su boca.

—Pero…

—Iré con Wesley —Interrumpió Virginia—. Y el resto de ustedes nos


cubrirán. ¿Está claro?

Nadie la contradijo.

Y Wesley no podía estar más feliz. Virginia finalmente había decidido confiar
en él.

210
Capítulo Veintisiete

—Espero no lamentarme de esto —Le susurró Virginia a Wesley una hora


más tarde.

Después de discutir todos los detalles con sus compañeros, y establecer ciertos
protocolos por si las cosas salían mal, Virginia y Wesley se habían preparado y ahora
estaban parados frente al portal, listos para transportarse a Scanguards. Hamish y
Logan, que habían equipado tanto a ella, como a Wesley con armas, estaban con
ellos, esperando.

Wes se colgó su mochila con sus herramientas de brujería sobre su hombro.

—Confía en mí. No va a pasarte nada. No voy a dejarte sola —Él le apretó el


brazo para tranquilizarla.

—Virginia —La llamó Pearce mientras bajaba las escaleras.

Ella miró más allá de Wesley.

—He programado un nuevo teléfono móvil para ti. Es una línea segura. Solo
úsalo para ponerte en contacto con nosotros. Y si la línea suena, contesta. Solo
podemos ser nosotros. Nadie más conoce el número.

Ella asintió y cogió el teléfono. Se lo metió en el bolsillo interior de su


chaqueta, una chaqueta que Tessa le había prestado. Se sentía un poco ajustada, pero
era mejor que nada si no quería temblar. Aparentemente el clima en San Francisco,
hacia donde se dirigían, era frío y húmedo actualmente. Era la temporada de lluvias
en California, le había explicado Wesley.

— ¿Estás segura de que podrás encontrar un portal en San Francisco? —Dijo


Hamish—. He revisado el registro de portales perdidos, y hasta el momento no
hemos encontrado ninguno todavía.

—Si la teoría de Wesley es correcta, que los portales perdidos son restos de
complejos antiguos, entonces habrá uno en San Francisco. Fui asignada a un
complejo allí en la década de 1960. El complejo fue destruido después de haber sido

211
comprometido —Tragó para alejar los malos recuerdos—. Cuento con que la piedra
que recubría el portal hubiera sido reutilizada en la construcción en algún lugar de
San Francisco.

Hamish dejó escapar un suspiro.

—Bueno, entonces buena suerte. Envíanos un mensaje de texto cuando hayas


llegado para que no nos preocupemos.

Virginia se encontró con su mirada. Lo que vio en los ojos de Hamish la


sorprendió. Él quería decir lo que dijo.

—No sabía que a ninguno de ustedes le importara lo que me sucediera.

Los tres Guardianes Invisibles intercambiaron miradas. Entonces Hamish le


guiñó un ojo.

—Oh, no estamos preocupados por ti —Señaló con el pulgar a Wesley y


sonrió—. Nos estamos acostumbrando a tener a Wes haciendo tortitas para nosotros.
No queremos perder el mejor cocinero que hemos tenido nunca. ¿Verdad, chicos?

Los otros dos asintieron.

—Así que mantenlo a salvo, ¿quieres?

Virginia pilló a Wes poniendo los ojos en blanco.

—Estaremos en contacto —Dijo Virginia y apretó su mano en la daga tallada


en la pared de piedra del portal. Segundos después, el portal se abrió. Ella caminó
dentro y Wesley la siguió.

Inmediatamente él puso su brazo alrededor de su cintura, antes de que ella


pudiera detenerlo. Un rápido vistazo a sus tres compañeros en el pasillo le confirmó
que habían notado el gesto íntimo. Pero para su sorpresa, a nadie pareció importarle.
No le dirían a nadie que ella también había roto algunas reglas.

Asintió con la cabeza, luego deseó que el portal se cerrara. Los envolvió la
oscuridad.

Wesley la abrazó con más fuerza, y por un instante, ella se resistió.

212
—Solo para que no me dejes atrás —Le murmuró en su oído—. Quién sabe
dónde aterrizaremos esta vez.

— ¿Tienes miedo?

—No mientras pueda sentirte.

Ella puso ambos brazos alrededor de él, e inclinó su cabeza contra la suya.

—Mmm, mejor —Le susurró él y besó su mejilla.

Virginia se concentró en San Francisco, en su antiguo complejo, en todo lo


que sabía sobre la ciudad, sus monumentos, sus numerosas colinas, sus calles y sus
edificios. Sintió que el aire se agitaba a su alrededor y supo que se estaban moviendo.
El portal los estaba llevando. Al lugar donde había cometido el mayor error de su
vida. Un error que esperaba no estar repitiendo.

—Aquí estamos —Le anunció a Wesley.

—No puedo ver nada. Está muy oscuro.

—No he abierto el portal todavía. Tenemos que estar preparados para todo—
. Se soltó de sus brazos—. Ten tu arma lista.

—Bien —Aceptó—. Estoy listo.

—Hagámoslo —Murmuró ella y deseó que el portal se abriera.

Un fuerte ruido inmediatamente perforó sus tímpanos, mientras las luces


brillantes pasaban por la abertura. A su cerebro le llevó un segundo entenderlo. Un
tren estaba pasando silbando junto a ellos.

—Estamos en un túnel del metro —Dijo Wesley junto a ella.

Una vez pasó el tren, Wes sacó la cabeza del portal y miró hacia el túnel.

—Hay una estación a solo unos cientos de metros más abajo.

Virginia miró en la misma dirección y vio las luces de la estación, donde el


tren se había detenido.

213
—Lleguemos allí antes de que se acerque el próximo tren —Miró hacia el otro
extremo del túnel, pero no vio las luces más allá de la curva.

—De acuerdo —Dijo Wes—. Pero vamos a guardar las armas. No queremos
que parezca sospechoso cuando lleguemos a la estación.

Ella metió su daga de nuevo en su funda.

—Cuidado con el escalón —Le explicó él—. Sólo hay una estrecha cornisa.

—Ve, te estoy siguiendo —Le dijo.

Con cuidado caminando junto al borde del túnel, siguió a Wesley hacia la
estación. El tren estaba preparándose para irse, sus puertas cerrándose ahora. Había
mucha gente al otro lado de la plataforma, aunque este lado se estaba despejando.
Aún así, mucha gente los vería salir del túnel a ella y a Wesley.

Wes miró sobre su hombro.

—Esta es la estación BART15 de la calle Sixteenth. Estamos en medio de


Misión. La sede de Scanguards está a la vuelta de la esquina.

—Mi antiguo complejo estaba en este barrio —Así que no habían movido los
escombros demasiado lejos de su sitio original y los reutilizaron en la construcción
del sistema BART, el sistema de tránsito rápido dentro de la ciudad que conectaba
las ciudades de South Bay con Oakland y East Bay, a través de San Francisco.

Justo antes de llegar al lugar donde las luces de la estación se derramaban en


el túnel y pudieran exponerlos, Virginia puso la mano sobre el hombro de Wesley.

—Espera —Le murmuró—. Voy a hacernos invisibles.

—Buena idea —Él se inclinó hacia atrás y tomó su mano, y caminaron


lentamente fuera del túnel y hacia la plataforma.

Wesley los condujo entre las pocas personas que esperaban el próximo tren, y
siguió a los que subían las escaleras, con cuidado de no acercarse demasiado a nadie

15
BART: Distrito de Transporte Rápido del Área de la Bahía.

214
para evitar que algún ciudadano desprevenido chorara de repente contra un
obstáculo invisible.

Cuando llegaron al siguiente nivel, donde se encontraban los tornos y las


taquillas, estaba más lleno de gente. Wes señaló los tornos y se inclinó para susurrar
al oído de Virginia.

—Sin billete no podemos salir. ¿Puedes hacerme invisible mientras salto por
encima de ellos y, luego, te ayudo?

—No hay problema.

El obstáculo fue fácil, y momentos después, emergieron fuera de la estación,


en una concurrida intersección en el distrito de Misión. Estaba lloviendo y aquí
también estaba oscuro. Según el tráfico y la cantidad de gente en las aceras, estaban
en medio de la hora punta.

— ¡Mierda! —Maldijo Wes—. La lluvia nos hará vernos como Chevy Chase
en El Hombre Invisible.

Virginia lo entendió de inmediato. Sus siluetas se harían visibles.

—Por aquí —Arrastró a Wesley a un callejón, donde varios contenedores de


basura los protegían de la vista—. Necesito hacernos visibles, o la fiesta terminará.

—Hazlo —Estuvo de acuerdo Wesley.

Asegurándose de que nadie podía verlos, descubrió a Wesley, y luego a ella


misma.

—De acuerdo, estamos bien. Permíteme decirles a los demás que hemos
llegado sanos y salvo —Ella escribió rápidamente un mensaje de texto y lo envió. La
respuesta llegó de inmediato: Mantennos informados, indicaba.

— ¿Hacia dónde ahora?

Wes tomó su mano.

—Por aquí.

215
La condujo por una concurrida acera, dio varias vueltas, y cruzó la calle en
dos ocasiones. En total, probablemente caminaron cuatro o cinco manzanas hasta
que Wes se detuvo en la parte posterior de un gran edificio que parecía ocupar la
mitad de una manzana.

—Este es nuestro estacionamiento. Ahora, podríamos ir por la parte


delantera, pero también habrá un montón de humanos, y quién sabe cómo los
vampiros de guardia van a reaccionar ante tu presencia. Prefiero tomar la entrada
trasera y subir directamente al piso ejecutivo. ¿Si te parece bien?

Por un momento ella lo pensó.

—Tú conoces a tu gente mejor —Luego señaló la puerta cerrada a la entrada


de un garaje subterráneo—. ¿Cómo podemos entrar?

Wes sacó algo de un bolsillo de su mochila y lo agitó a ella.

—Con una tarjeta de acceso —La sostuvo en el lector de tarjetas. Se encendió


una luz verde, pero la puerta no se levantó.

Virginia estaba a punto de hacer un comentario, cuando vio a Wesley


presionar su dedo pulgar al lector. Miró hacia atrás a ella.

—Procedimiento de seguridad, sólo para el caso de que alguien robe nuestras


tarjetas.

—Me gusta.

El portón se levantó, y Wes tomó su mano de nuevo y la llevó dentro. Detrás


de ellos la puerta bajó. Virginia miró a su alrededor. De hecho, ciertamente, era un
garaje, bien iluminado y limpio.

Wes señaló al otro extremo del gran espacio.

—Los ascensores están ahí atrás.

Mientras caminaban hacia ellos, Virginia instintivamente sostuvo a Wesley


más cerca. Él se detuvo y se volvió hacia ella, agarrando sus bíceps.

— ¿Estás bien, nena?

216
Ella podía sentir su corazón latiendo con fuerza. ¿Y por qué no debería latir
así? Estaba a punto de entrar en un nido de vampiros.

— ¿Estás seguro de que ellos van a escucharte?

—Lo harán. Además, quise decir lo que dije: No voy a dejar tu lado. Te
protegeré de cualquiera que quiera hacerte daño.

— ¿Por qué? Has sido amigo de ellos por más tiempo de lo que me conoces a
mí.

Ante eso, él se rió entre dientes.

—Virginia, ¿realmente necesito deletreártelo?

— ¿Deletrear, qué?

Él tomó su rostro en sus dos manos.

—Me estoy enamorando de ti.

— ¿Enamorando? —Jadeó ella—. Pero…

—Lo admito, al principio era todo físico y no podía esperar a entrar en tus
pantalones, pero las cosas han cambiado. Quiero decir, yo todavía quiero meterme
en tus pantalones, créeme. Pero sobrevivir a un viaje al mundo demoníaco contigo
me ha dado una perspectiva diferente. La vida es demasiado valiosa, y no voy a
perder más tiempo persiguiendo algunas faldas. Quiero algo real.

Virginia se quedó boquiabierta. ¿Wesley quería algo más que sexo? Fue
salvada de tener que responder por un sonido repentino viniendo del ascensor. Su
mirada se giró hacia allí, y su pulso se aceleró.

—Alguien viene.

Ella alcanzó su daga.

Las puertas del ascensor se abrieron, y dos hombres salieron corriendo. Dos
vampiros. Ambos armados con pistolas, uno de ellos con el pelo largo y oscuro, y el
otro con el pelo cortó.

217
Instintivamente, apretó su daga con más fuerza, cuando sintió la mano de
Wesley envolverse alrededor de su muñeca. Ella le disparó una mirada. ¿Era aquí
donde la traicionaría?

Su corazón saltó a su garganta y amenazó con asfixiarla.

— ¡Hijo de la Gran Bretaña! —Dijo el vampiro del pelo largo y sonrió—.


Realmente eres tú.

El otro vampiro simplemente se dirigió hacia él y tiró de Wesley en un abrazo


de oso, levantándolo de sus pies.

—Hermano, podrías haber llamado —Le dio una palmada en la parte


posterior de la cabeza de Wesley—. Tu hermana está fuera de sí de preocupación.

—También es bueno verte a ti, Blake.

El vampiro, Blake, lo dejó caer de nuevo sobre sus pies.

—Tuvimos un alerta cuando usaste tu tarjeta de acceso. Supuse que era mejor
que nos aseguráramos de que nadie te estaba obligando. Pero parece que estás bien
—Volvió su mirada hacia Virginia—. Y esta debe ser uno de los Guardianes
Invisibles que estabas buscando.

Wes tomó la mano de Virginia y la apretó.

—Estas es Virginia Robson, uno de los nueve miembros de su consejo de


gobierno.

Ambos vampiros miraron sus manos unidas, entonces miraron a Wesley, una
pregunta implícita en sus labios.

Wesley sonrió socarronamente.

—Y mi novia.

—Simplemente Wesley —El vampiro de pelo largo con el acento sureño negó
con la cabeza—. Un placer conocerte, Virginia.

—Virginia, este es John Grant —Le presentó al hombre que había hablado—
. Y este es Blake Bond.

218
Blake le ofreció su mano para estrechársela.

—Así que te enamoraste de este mujeriego, y nadie estuvo allí para advertirte
sobre él. Mis disculpas.

Ella giró su cabeza hacia Wesley, quien ya estaba golpeando a su amigo en el


brazo.

— ¿Podrías dejar eso? Virginia tiene una buena opinión de mí, y me gustaría
que siguiera así.

Blake se rió.

—Sí, buena suerte con eso —Luego le guiñó un ojo a Virginia—. Podrías
haberlo hecho peor. Él no es del todo malo.

—Estás ayudando mucho —Dijo Wes secamente. Luego la atrajo más


cerca—. No escuches nada de lo que dice. Él ha sido la pesadilla de mi existencia
desde que me uní a Scanguards.

John se aclaró la garganta.

—Deberíamos subir. Samson querrá verte.

Virginia tomó una respiración profunda. Ahora que había visto a Wesley
interactuar con los dos impresionantes vampiros, estaba un poco menos preocupada.
Parecían compartir afecto genuino y amistad. Amistad entre especies. Por primera
vez desde que había oído a Wesley de la asociación con Scanguards, la esperanza
floreció en su pecho sobre que tal vez su propia raza podría superar sus prejuicios
cuando se trataba de vampiros.

219
Capítulo Veintiocho

Se sentía bien estar de vuelta.

—Entonces, ¿qué hay de nuevo? —Le preguntó Wes a sus colegas—. ¿Pasó
algo mientras yo no estaba?

John y Blake intercambiaron una mirada. Ambos sonrieron.

— ¿Qué? Escúpelo ya.

—Roxanne se lio con alguien —Dijo Blake.

— ¡Me tomas el pelo! ¿La princesa de hielo?

Blake se rió entre dientes.

—Se pone mejor. Su hombre es un brujo. Uno bastante poderoso, también.

— ¿Qué? Roxanne odia a los brujos.

John y Blake se rieron ruidosamente.

—Bueno, aparentemente no —Dijo Blake.

John añadió:

—Parece que a ella simplemente no le…

Con una mirada fulminante, Wes detuvo a John de terminar su frase. Porque
él sabía exactamente lo que John había querido decir: no le gustabas tú.

John se aclaró la garganta.

—…no sabía que le gustaban los brujos.

Wes miró a Virginia, sintiendo que debería explicárselo. Después de todo,


solo unos momentos antes le había confesado a Virginia que se estaba enamorado de
ella. Y ahora él y sus colegas estaban hablando delante de ella de otra mujer. Una

220
pelirroja por la que una sintió deseo. De mala manera—. Ella es una compañera.
Scanguards emplea vampiros, tanto masculinos como femeninos.

La táctica de distracción pareció funcionar, porque Virginia preguntó:

— ¿Cuántos hay?

—Empleamos alrededor de…

La mano de Blake sobre el hombro de Wesley lo detuvo.

—Un montón —Dijo Blake y le sonrió a Virginia—. Dejaré que Samson,


nuestro jefe, te informe sobre lo que necesites saber sobre nosotros.

—Ya veo —Ella asintió con fuerza.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron.

Wes introdujo a Virginia en el pasillo y se acercó más mientras caminaban


hacia la oficina de Samson.

—No lo tomes como algo personal, pero ellos no te conocen de la forma en


que lo hago yo. Tienen que aprender a confiar en ti primero.

Para su sorpresa, ella volvió la cabeza y le dio una sonrisa suave.

—Ya sé eso. Pero no puedes culparme por intentar saber qué suelo piso.
Después de todo, soy yo la que entra en un nido de vampiros.

—Nosotros aquí no lo llamamos nido —Dijo Blake por detrás de ellos.

Virginia miró por encima de su hombro.

—Olvidé que los sentidos de tu especie están intensificados.

—No quise escuchar —Dijo Blake—. Pero es difícil no hacerlo.

—Lo tendré en mente.

Al llegar a la puerta de la oficina de Samson, Wes llamó brevemente.

—Adelante.

221
—Nos vemos más tarde —Dijo Blake, y él y John se fueron a otra oficina.

—Aquí vamos —Le murmuró Wesley a Virginia y le dio una mirada


tranquilizadora, antes de abrir la puerta y entrar.

Samson no estaba solo. Amaury estaba con él, apoyando su trasero contra el
escritorio de Samson.

Samson se levantó de su silla, luego se congeló en mitad del movimiento, su


mirada fija en Virginia.

—Me alertaron de que habías vuelto. No me dijeron que trajiste una…


invitada.

Wes sintió que Virginia se ponía rígida junto a él, mientras sus ojos miraban
entre Samson y Amaury, que ahora estaba de pie frente al escritorio, igualmente
inmóvil.

—Esta es Virginia Robson, miembro del Consejo de los Nueve, el consejo de


gobierno de los Guardianes Invisibles. Le he garantizado su seguridad.

Finalmente Samson se movió hacia ellos.

—Y yo voy a honrar esa garantía —Extendió su mano a Virginia—. Samson


Woodford. Soy el propietario de Scanguards. Por favor, llámame Samson. Aquí no
somos muy formales.

Virginia estrechó su mano.

—Gracias.

Samson hizo un gesto a Amaury, el vampiro del tamaño de un Linebacker


que también era su mejor amigo.

—Amaury LeSang, mi socio.

—Enchanté —Dijo Amaury y estrechó la mano de Virginia. Luego sonrió a


Wesley—. Has vuelto. Estábamos haciendo apuestas, ya sabes —Amaury le dio una
palmadita en el hombro y le guiñó un ojo—. Perdí esta. Me has costado veinte
dólares.

222
Wes se rió.

—Deberías aprender a no apostar contra un ganador —Entonces él miró a


Samson—. Es bueno estar de vuelta.

Samson puso su mano sobre el hombro de Wesley y apretó.

—Me alegro que lo hicieras. Estábamos preocupados —Hizo una seña hacia
Amaury—. Incluso aquellos que apostaron contra ti.

—No puedo esperar a ver a todo el mundo —Dijo Wes—. ¿Dónde está
Haven?

—Está en una misión esta noche. Ahora Blake ya le habrá informado que has
vuelto. Estoy seguro de que aparecerá tan pronto como Blake asigne alguien para
que le releve.

Wes miró a Virginia.

—Haven es mi hermano. Un vampiro —Luego miró a Samson y a Amaury—


. Ya le conté a Virginia un poco sobre nosotros, pero hay muchas cosas todavía para
ponerla al día. Y hay mucho que necesito decirte sobre su raza.

—A juzgar por el hecho de que tú, Virginia, has accedido a venir a nosotros
—Comenzó Samson—, supongo que Wesley ha podido convencer a tu pueblo de
que una alianza entre nuestras dos especies sería beneficiosa para todos nosotros.

—En realidad —Dijo Wes, encogiéndose de hombros—, nosotros no


llegamos a ese punto.

Samson y Amaury intercambiaron una mirada, luego Samson dijo:

—Has estado fuera casi dos semanas. Sin ninguna noticia.

Wes suspiró.

Sí, sobre eso… —Miró a Virginia—. Es complicado. Primero estuve


encerrado, luego estuve ayudando a un grupo de ellos a luchar contra los demonios.
Luego apareció Virginia y me encerró nuevamente, y me llevaron ante el consejo.
Luego me encerraron nuevamente.

223
Samson alzó las cejas.

Wes se encogió de hombros.

—Estuve encerrado mucho. Y luego los demonios atacaron y uno de los


complejos de los Guardianes Invisibles explotó. Y Virginia y yo aterrizamos en el
Inframundo y apenas escapamos con vida. El consejo no sabe que estamos aquí.

Samson levantó las cejas y se dirigió a Virginia.

—Entonces, ¿no eres una enviada oficial de tu gente?

Virginia negó con la cabeza.

—No ahora. De hecho, no estoy autorizada a negociar con usted, pero estoy
aquí para pedirle su ayuda.

—Creo que primero me gustaría escuchar la versión larga de lo sucedido.

—Pensé que dirías eso —Wes tomó aliento—. Tal vez deberíamos sentarnos
para eso.

Samson señaló el área de asientos, que consistía en un gran sofá y dos sillones
con una mesa de café en el medio. Mientras se sentaban, Samson dijo:

— ¿Dónde están mis modales? ¿Virginia, te gustaría algo de comer o beber?

—En realidad, quizás algo de beber.

— ¿Amaury?

Amaury regresó al escritorio y descolgó el teléfono.

—Pediré una selección al bar.

Para cuando llegaron las bebidas, Wesley ya estaba volviendo a contar su


primer encuentro con los Guardianes Invisibles del complejo de Baltimore. Wes
tardó dos horas en contarles a sus jefes todos los detalles de su aventura. Lo único
que omitió fue cómo él y Virginia se habían convertido en amantes. Eso no era asunto
de nadie. Sin embargo, no estaba ciego: sabía que Samson y Amaury lo habían visto

224
sosteniendo la mano de Virginia al entrar en la oficina. Podrían sacar sus propias
conclusiones.

Cuando Wes terminó, Samson se recostó en su sillón y asintió lentamente.

—Demonios, ¿eh? No hemos tenido ninguno en San Francisco por un largo


tiempo. Recuerdo haber encontrado alguno cuando llegué aquí a principio de los 90.
Pero desaparecieron.

Virginia, que había ayudado a contar a Wesley su historia, recordándole


detalles que casi había olvidado, dijo:

—Tengo la sensación de que sé por qué.

— ¿Sí? —Peguntó Samson con entusiasmo.

— ¿Asumo que no fuiste el único vampiro que se mudó a San Francisco en


los noventa?

—Vine con varios de mis colaboradores, y establecimos una filial aquí. Un


par de décadas más tarde, mudamos el cuartel general de Nueva York a aquí. Por lo
tanto, sí, había un montón de nosotros por aquel entonces.

—Entonces tiene sentido. Incluso los demonios temen a los vampiros, debido
a su velocidad y sus feroces habilidades de lucha. Además, creen que una ciudad
plagada de vampiros ya tiene bastante mal y miedo para todos. Por lo que su trabajo
está hecho.

Wesley se rió de eso.

—Supongo que los demonios tendrán una sorpresa. Gracias a Scanguards,


esta ciudad es una de las más seguras del país.

Virginia se encontró con su mirada, antes de volverla a Samson y a Amaury.

—A pesar de nuestros problemas iniciales, he llegado a confiar en Wesley. Y


por la forma en que interacciona contigo y los otros vampiros que he conocido esta
noche, puedo ver que eres el hombre honorable que prometió que serías. Es por eso
por lo que daré un salto de fe y pediré tu ayuda.

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— ¿Para derrotar a los demonios? —Preguntó Samson, a pesar de que sonaba
más como una declaración.

—No puedo pedirte tanto, no. Ese es un debate para el consejo y ustedes
mismos. Lo que estoy pidiendo es que me ayuden a encontrar al traidor que vendió
nuestro complejo del consejo a los demonios. Wesley sugirió que serían capaces de
detectar a los demonios de una forma que nosotros no podemos. Por su olor.

Samson y Amaury intercambiaron una mirada. Una conversación silenciosa


pareció pasar entre ellos, aunque Wesley sabía que no podían comunicarse
telepáticamente. Pero su vínculo como amigos de toda la vida, les hacía
comprenderse mutuamente sin palabras.

Amaury asintió con la cabeza.

—Podemos armar un equipo de trabajo, informarles de lo que necesitan saber


sobre los demonios y enviarlos a patrullar. Parece como si Baltimore, fuera un poco
como la central demoníaca, ¿eh?

—Eso parece —Dijo Virginia—, aunque creo que necesitamos ojos y oídos en
todas las ciudades importantes donde hemos detectado anteriormente actividad
demoníaca. Y son atraídos hacia los lugares donde el crimen puede florecer. La usan
para provocar más disturbios.

—Eso no es problema —Dijo Samson—. Tenemos filiales en muchas


ciudades.

—En cuanto al pago de estos servicios —Agregó Virginia—. Aunque


actualmente no estoy autorizada a compensarte por…

Samson levantó su mano.

—En este punto, por favor, acepta nuestros servicios como una mano amiga
que se da de un amigo a otro.

—Eso es muy generoso de tu parte.

—Gracias, Samson —Agregó Wes.

226
—No me des las gracias todavía —Samson miró a Virginia—. Si somos
verdaderamente capaces de ayudarte, quiero tu palabra de que me conseguirás una
audiencia con tu consejo para negociar una alianza. Un entendimiento de que nos
ayudaremos mutuamente los unos a los otros, siempre que sea necesario.

—Te lo prometo —Dijo Virginia y extendió su mano sobre la mesa de café.

Samson la sacudió.

—Bienvenida a nuestro mundo, Virginia.

Wes puso sus brazos alrededor de Virginia y la apretó.

Samson se levantó.

—Vamos a convocar una reunión y a informar a todos.

Amaury se puso de pie.

—Conseguiré que Quinn me dé los horarios y movilice a todos los que


actualmente están de permiso.

—Haz eso y entonces…

La puerta se abrió de golpe. Wesley lanzó una mirada hacia allí, pero el
vampiro que entraba se precipitó hacia él a la velocidad de un vampiro, levantándolo
del sofá y elevándolo por el aire como si fuera un muñeco de trapo.

—Podrías haber llamado para decirnos que estabas bien —Refunfuñó


Haven—. ¿Tienes alguna idea de lo preocupados que estábamos? ¡No, porque solo
piensas en ti mismo, idiota! ¡No vuelvas a hacer eso nunca más!

Wes palmeó el hombro de su hermano.

—Puedes dejarme ahora. Y habría llamado si no hubiera estado encerrado la


mitad del tiempo que estuve fuera.

Con otro gruñido, Haven lo puso de nuevo en pie y luego miró hacia el sofá.
Saludó con la cabeza a Virginia que se había encogido en un rincón del sofá.

227
—Blake me ha dicho que tuviste tiempo para conseguir una novia. Pero no
tuviste tiempo para decirle a tu familia que estabas vivo. ¡Obvio!

Wes miró a su hermano.

— ¿Podrías ser civilizado por un momento? —Lanzó una mirada de disculpa


a Virginia, esperando aliviar su preocupación—. Virginia, este zoquete es mi
hermano. Haven. Tengo que pedir disculpas por él. Obviamente se ha olvidado de
sus modales.

Haven se aclaró la garganta, y luego pareció calmarse un poco.

—Disculpa el arrebato, Virginia, pero me temo que los años de salvar a mi


hermano de sí mismo han causado estragos en mi paciencia —Con una mirada de
soslayo a Wesley, agregó—. Y habría sido agradable que él hubiera mostrado un
poco de consideración por su familia y por lo menos enviara alguna noticia de que
estaba vivo.

Virginia se levantó de un salto.

—Eso es totalmente por mi culpa, Haven. Wesley me suplicó constantemente


que le dejara llamaros, pero no podía permitirlo. Teníamos que establecer primero
quién era, y que no estaba planeando traicionar nuestra ubicación a nadie. Era una
medida de seguridad. Por favor, perdóname por causarte tanta ansiedad a ti y a tu
familia.

Wes miró a Virginia. Si bien él les había pedido a los guardianes del complejo
de Baltimore que lo dejaran hacer una llamada telefónica, nunca había repetido la
solicitud. Y ciertamente nunca había suplicado. Virginia había mentido. Mintió por
él para que Haven no estuviera enojado con él. Solo podía haber una razón: Virginia
se preocupaba por él.

— ¿Te suplicó que lo dejaras hacer una llamada? —Preguntó Haven, su boca
abierta.

—Varias veces —Mintió Virginia—. Él dijo que no quería que tú o su


hermana Katie se preocuparan.

—Mmm-hmm.

228
—Estaba tan molesto, que apenas comía o dormía.

Haven le lanzó una mirada a Wesley, luego sonrió.

—Ella es buena. ¿Qué tuviste que hacer para que ella te cubriera?

Wes le guiñó un ojo a su hermano.

—Es mi encanto.

Virginia comenzó a protestar.

—Pero…

Haven la interrumpió con una mirada.

—Casi te creí. Pero cuando dijiste que apenas comía… —Sacudió la cabeza y
ser rió entre dientes—. Mi hermano nunca pierde el apetito por ningún motivo.

Wes le dio a Haven una palmada en el hombro.

—Es bueno verte, hermano.

Haven se volvió por completo a Wesley, ahora dando la espalda a Virginia.

—Me alegro de que estés vivo —Luego guiñó un ojo y bajó la voz—. Una
pelirroja, ¿eh?

Wes sonrió de oreja a oreja.

—Todo lo que siempre quise.

—Afortunado bastardo. Estoy orgulloso de ti, Wes, realmente orgulloso.

Wes encontró la mirada de Haven, ahogándose por sus muy sinceros elogios.
No se necesitaban palabras para transmitirle a su hermano lo que esto significaba
para él.

229
Capítulo Veintinueve

Virginia sintió que había aterrizado en un mundo diferente. Con cada nuevo
vampiro que conoció, se preguntaba cada vez más por qué su propia gente tenía tales
prejuicios contra ellos. Parecían perfectamente civilizados, aunque a veces un poco
nerviosos.

Haven la había asustado al principio cuando entró en la oficina de Samson, y


aunque había estado preparada para hacerse invisible para escapar, rápidamente
había reconocido que Haven solo estaba reaccionando por amor y preocupación por
su hermano. Podía sentir la confianza entre todos ellos como un pegamento que los
mantenía juntos como una gran familia. Al igual que su propia raza, habían jurado
defenderse mutuamente contra su enemigo común

Mientras una reunión fue organizada apresuradamente, Virginia estaba junto


a Wesley en una esquina de la gran sala de conferencias.

—Siento lo de mi hermano antes —Wes se encogió de hombros—.


Prácticamente me crio después de que nuestra madre fuera asesinada por un
vampiro, y a veces, él todavía actúa como mi padre. Los hermanos mayores pueden
ser a veces un dolor en el culo.

— ¿Tu madre fue asesinada por un vampiro? Entonces, ¿cómo pueden tú y tu


hermano trabajar con ellos? Quiero decir, sabiendo que fue uno de los de su clase —
Para ella era insondable.

La amable sonrisa de Wesley no titubeó.

— ¿Dirías lo mismo si hubiera sido un brujo el que hubiera matado a mi


madre, o un ser humano? ¿O un Guardián Invisible que matara a otro Guardián
Invisible? No se puede condenar a toda una raza por las acciones de un individuo
aislado. No es justo culpar a los otros por lo que él hizo. Él era el único responsable,
no sus amigos, su familia, y no los demás miembros de su especie —Suspiró—. El
vampiro que mató a mi madre lo hizo para proteger a su propia raza. Él pensó que

230
era por el bien de su pueblo. Yo no puedo echarle eso en cara. Él es un buen hombre.
Hizo lo que pensaba que era necesario.

— ¿Sabes quién fue?

Wes asintió con la cabeza.

Aturdida, preguntó.

— ¿No deseas tomar venganza? ¿Hacerle lo que le hizo a tu madre?

— ¿Ojo por ojo? Sí, y quería eso. Cuando era joven e insensato. Tanto Haven,
como yo queríamos vengarla. Haven se convirtió en un asesino de vampiros. Mató
a muchos. Yo también lo hubiera hecho, pero no era muy bueno en eso. Haven
constantemente tenía que ayudarme a salir de un atolladero u otro. Pero no importa
lo que él o yo hiciéramos, eso no me daba la paz que buscaba. Eso fue antes de que
entendiera la razón por la que mi madre tenía que morir. Sólo entonces pude hacer
las paces conmigo mismo.

Había una tristeza en los ojos de Wesley que deseó poder borrar.

—Lo siento mucho.

—No lo hagas. Las cosas pasan por una razón. Mi madre estaba poseída por
la ambición del poder. Ella nos robó a mí y a mis hermanos nuestros poderes, con la
esperanza de poder aprovechar el Poder de los Tres para sí misma. Haven y yo nunca
supimos que éramos brujos. Y Katie… —Una mirada dolorosa cruzó su cara—. Un
vampiro la secuestró para asegurarse de que el Poder de Tres nunca podría ser
resucitado. Durante mucho tiempo pensamos que Katie había muerto —De repente
sonrió—. Pero la encontramos. Y Scanguards nos ayudó. El intento de mi madre de
robar nuestro poder fue estúpido. Si el vampiro que la mató no lo hubiera hecho, ella
habría destruido el mundo tal y como lo conocemos. Y yo nunca me hubiera
convertido en el hombre que soy. Ni mis hermanos serían tan felices como los son
ahora: unidos a sus compañeros vampiros.

— ¿Realmente no tienes mala voluntad hacia los vampiros?

—Ahora son mi familia. Ellos morirían por mí. Y yo por ellos.

231
Virginia tragó el nudo de su garganta. Tal honor. Tal orgullo. ¿Cómo podría
haber desconfiado alguna vez de este hombre? Cada hueso de su cuerpo hablaba de
la verdad. De la paz. Y del amor.

—Wes —Le murmuró.

— ¿Hmm?

—Lo que dijiste en el garaje cuando llegamos…

— ¿Sí?

— ¿Lo decías en serio?

Sus lindos ojos azul centelleaban más brillantes que antes, o quizás era sólo la
forma en que la luz del techo se reflejaba en su iris.

— ¿Por qué no hablamos sobre eso más tarde cuando estemos en mi casa? —
Él hizo un movimiento con su cabeza—. Prefiero no ser oído por mis colegas.

Ella echó un vistazo a los vampiros que habían empezado a llenar la


habitación, y vio en efecto, que algunos estaban volviendo ahora sus cabezas.

—Entiendo.

—Además —Wesley se acercó y agregó—, hay algo que quería preguntarte


sobre ese brillo dorado.

Su aliento se detuvo. Sabía que él finalmente le preguntaría eso. Pero, ¿estaba


lista para eso? ¿Estaba dispuesta a dar tanto de sí misma a un hombre que apenas
conocía? Incluso si ese hombre estaba resultando ser todo lo que nunca se había
atrevido a esperar. ¿Podría ella correr ese riesgo?

—No parezcas tan asustada, nena —Le susurró Wes—. Es sólo una pregunta,
no la inquisición española.

Era fácil para él decirlo. De hecho, todo parecía tan fácil para Wesley: la
forma en que la había presentado como su novia para Blake y John, la forma en que
posesivamente la tomó de la mano, sin importarle si alguien lo veía, la forma en que
parecía aceptar esta incipiente relación entre ellos. Como si fuera completamente

232
natural y normal. Cuando ella sabía que era todo menos eso. Ellos eran de mundos
diferentes. Había mucho que no sabía el uno del otro. Tanto equipaje en sus vidas.
Sin embargo, parecía que Wesley había logrado deshacerse de los grilletes de su
pasado y encontrar una manera de vivir libremente. ¿Podría ella lograr lo mismo con
su ayuda? ¿Librarse de su culpa y finalmente aceptar que todos cometieron errores?

Wes le apretó el brazo, y Virginia asintió.

—Está bien, hablaremos más tarde.

Por el rabillo del ojo, notó que Blake se acercaba a ellos. Ella se dio medio la
vuelta, y él se quedó delante de ella y Wesley.

—Hey —Dijo Blake—. Vamos a empezar en un minuto. He llamado a Katie


antes.

— ¿Dónde está? —Preguntó Wesley.

—Ella y Luther están de camino de regreso de Grass Valley. Deberían estar


aquí en unas horas. El tráfico es malo debido a la lluvia. Un par de carreteras están
afectadas.

—Espero que conduzcan con cuidado —Entonces Wes se dirigió a ella—. Mi


cuñado Luther divide su tiempo entre Scanguards y la prisión de vampiros en las
Sierras. Él es un consultor de seguridad allí.

La sorpresa la inundó.

— ¿Prisión de vampiros?

—Sí, el consejo de vampiros la dirige. Y nunca hay escasez de presos. Es una


forma de mantener a la humanidad a salvo de los peores y más violentos delincuentes
entre la población de vampiros —Respondió Wes.

—Suena tan… normal —Admitió—. Casi humano.

Blake sonrió.

—Tratamos encajar tanto como podemos. Tener un montón de vampiros


renegados por ahí es malo para todos nosotros. Podría exponernos, y nadie quiere

233
eso. Así que nosotros nos encargamos de los problemas antes de que se conviertan
en desastres.

— ¿Está Scanguards implicado en el funcionamiento de la prisión? Pensé que


eran guardias de seguridad privada y guardaespaldas.

—Lo somos —Dijo Blake—. Y tenemos un contrato con la ciudad para


patrullar las calles por la noche. La única conexión con la prisión de vampiros es
Luther. Y sólo porque él fue un recluso allí por más de veinte años.

Los ojos de Virginia se agrandaron mientras miraba a Wesley.

— ¿Tu cuñado es un ex convicto? ¿Un vampiro violento? ¿Cómo puedes


confiar en que él no lastime a tu hermana?

Wes y Blake intercambiaron una risita.

—Incluso los vampiros tienen segundas oportunidades. Luther ha pagado por


sus crímenes. En cuanto a Katie, ella lo tiene envuelto alrededor de su dedo meñique
tan apretado, que me asombra que él no se esté sofocando.

Blake golpeó a Wesley en el costado.

—Será mejor que no le dejes oír eso. Luther se piensa que es el que lleva los
pantalones en esta relación.

—Entonces será mejor que no destruyamos su ilusión.

Incrédula, Virginia negó con la cabeza.

—Son un grupo extraño. Nunca pensé que diría esto, pero eres tan diferentes
de nosotros.

Blake se rió.

—En el carácter tal vez, pero he oído que tu especie tiene algunas habilidades
geniales, por las que algunos de nosotros aquí mataríamos —Cuando ella se puso
rígida, rápidamente agregó—. Metafóricamente hablando, por supuesto.

Ella asintió

234
—Ahora, empecemos este espectáculo. Disculpa —Blake se dirigió hacia la
parte delantera de la sala, donde se unió a Samson, Amaury y otro vampiro con su
pelo recogido en una coleta y una gran cicatriz en su mejilla.

—Ese es Gabriel; es el segundo al mando en Scanguards —Explicó Wesley.

La reunión duró unas buenas dos horas, durante las cuales Samson y Amaury
transmitieron parte de la información que Wes y Virginia les habían proporcionado.
Se enfocaron principalmente en los demonios, su motivación, sus habilidades de
lucha, sus tácticas, cómo se movían de un lugar a otro a través de sus vórtices, y ante
todo, cómo reconocerlos por sus ojos verdes.

—Como vampiros —Dijo Samson—, ahora tenemos una ventaja, porque


podremos reconocer a los demonios por su olor, incluso si están ocultando sus ojos
detrás de unas gafas de sol o usando unas lentes de contacto de color. Es por eso por
lo que los Guardianes Invisibles nos han pedido ayuda —Ahora señaló a Virginia—
. Virginia ha accedido a darnos una demostración rápida de los poderes de su raza,
para estar preparados. Virginia, ¿quieres?

La cabeza de todos se volvió hacia ella. Estaba en el fondo de la habitación.

—Soy capaz de hacerme invisible —Hizo exactamente eso, y los jadeos


pasaron por toda la sala—. Pero volverme invisible no significa que no puedan oírme
—Continúo todavía invisible—. Además, todavía pueden olerme.

Algunos vampiros olieron, luego asintieron con la cabeza.

—En el pasado, los demonios han usado perros para rastrearnos cuando
somos invisibles, porque los perros pueden olernos. Esto nos dice que los demonios
mismos no tiene ese sentido del olfato. Esa es tu ventaja.

Se hizo visible de nuevo, luego agarró el brazo de Wesley.

—También podemos hacer que los demás sean invisibles —Wes desapareció
frente a los ojos de todos.

— ¡Guau! —Vario de los vampiros se atragantaron.

235
—Ya sea a través de nuestro contacto, o a través de nuestra mente, lo que
requiere más energía.

Hizo visible a Wes y él se inclinó ante sus colegas como si hubiera sido él
quien había realizado el truco.

— ¡Presumido! —Blake le gritó a Wes.

Virginia sonrió y luego continuó:

—Con el fin de salir de situaciones complicadas, podemos caminar a través


de paredes, puertas, cualquier cosa sólida —No dijo que un Guardián Invisible no
podía atravesar nada que estuviera forrado de plomo. Era mejor no descubrir su
debilidad—. Permitirme demostrároslo.

Caminó hacia la pared más cercana, y extendió su mano a través de ella, luego
siguió con su cuerpo. En la habitación contigua a la sala de conferencias, ella se
materializó.

Una mujer vampiro chilló y se levantó de su escritorio.

—Lo siento —Dijo Virginia rápidamente, luego regresó a través de la pared a


la sala de conferencias y se materializó de nuevo. Ella movió su pulgar hacia la pared
que tenía detrás.

—Creo que acabo de asustar a alguien.

Algunos vampiros se rieron entre dientes.

— ¿Alguna pregunta?

Las manos de todo el mundo se dispararon.

236
Capítulo Treinta

—Causaste una gran impresión a mis colegas —Dijo Wesley, deslizando su


mano sobre el muslo de Virginia.

Él conducía hacia su casa en el barrio Corona Heights de San Francisco, con


Virginia en el asiento del pasajero.

Ella puso su mano sobre la suya.

—Esta noche ha sido una revelación para todos nosotros, creo. Nunca pensé
que existieran vampiros como tus colegas. Parecen regirse por un código de honor.
Nunca esperé eso de una criatura que se define por su ansia de sangre.

— ¿Define? —Wes la miró de reojo.

—Bueno, lo hace, ¿verdad? Supongo que todavía beben sangre humana.

—Lo hacen. Los vampiros que están unidos a humanos beben de sus
compañeros humanos —Le guiñó un ojo—. Y es bastante excitante, para ambos
compañeros. Pero otros muchos la beben envasada. Ya sabes, sangre donada.
Scanguards compra sangre a través de una empresa de suministros médicos, y luego
la vende a sus empleados al precio de costo.

— ¿A precio de costo? Eso es generoso.

—Samson es extremadamente rico, como lo son muchos de los directores de


Scanguards. Él no está en esto por dinero. Él quiere la paz. Y un futuro para sus hijos.

—Sobre las mordeduras…

— ¿Sí?

— ¿Alguna vez ten han mordido?

Wesley suspiró. Debería haber esperado la pregunta.

—Bueno…

237
—Si no quieres responder a la pregunta…

Él apretó su muslo.

—No, lo hago. No tengo ningún secreto —Se encogió de hombros—. He sido


mordido. Por vampiros masculinos y femeninos.

Sintió su mirada sorprendida en él.

—Me ofrecí yo.

— ¿Qué quieres decir?

Había un vampiro recién convertido, estaba en una extrema necesidad de


sangre humana para sobrevivir. Samson me preguntó si dejaría que bebiera de mí.
Así que acepté, a cambio de que me permitieran ingresar al programa de
entrenamiento de guardaespaldas de Scanguards —La miró—. Y antes de que
preguntes, no, no se sentía nada sexual, aunque tengo que admitir que puedo ver
cómo puedes volverse sexual si abres tu mente a ello. Pero yo no me conecté de esa
manera. Fue un trato que hice.

— ¿Y las mujeres?

Wesley se aclaró la garganta. Esos incidentes no los podía explicar cómo


negocios.

—Virginia, quiero que sepas que todo lo que haya en mi pasado permanecerá
allí.

—No tienes que…

—Lo hago. Salí con algunas mujeres vampiro, y dejé que me mordieran,
porque quería experimentar eso de lo que todo el mundo estaba hablando. Cuando
vives con vampiros, ese es tu mundo. Esas son las personas con las que andas, la
compañía que mantienes —Él le acarició el muslo—. Pero no importa cómo fue de
emocionante, palidece en comparación a cómo me siento cuando estoy contigo.

—Wes, tú…

238
—Espera hasta que estemos en la cama. Lo diré de nuevo, y entonces, me
creerás, ¿verdad?

Se detuvieron en la entrada de su casa y presionó el dispositivo para abrir la


puerta de su garaje. Mientras el portón se levantaba, miró a Virginia.

—Te creo —Dijo en voz baja y llevó la mano a la mejilla de él—. Incluso
cuando no estamos en la cama.

Él deslizó su mano más arriba en su muslo.

—Creo que deberíamos ir a la cama. Necesitamos descansar.

Virginia rozó sus labios contra los de él.

— ¿Por qué tengo la sensación de que no tendremos mucho descanso en la


cama?

—No es culpa mía. Bueno, no del todo de todos modos —La besó—. No
puedes tener tu aspecto, y luego esperar que un hombre mantenga sus manos para sí
mismo.

— ¿Así que ahora es culpa mía?

—Sí. Esa es mi historia, y me ciño a ella.

En medio de la suave risa de Virginia, Wes aparcó en el garaje, bajó la puerta


por detrás de ellos, y apagó el motor. Antes de que la puerta se hubiera cerrado por
completo, su boca ya estaba en los labios de Virginia, silenciándola. Ella se moldeó
a él de inmediato, y él amó la sensación de ello. A regañadientes, la soltó.

—Subamos, antes de que me olvide de todos mis modales.

Él salió del coche y luego la ayudó a salir de allí. Luego la condujo por un
tramo de escaleras y empujó la puerta que daba al vestíbulo. Para su sorpresa, la luz
del pasillo estaba encendida. ¿Lo había dejado dos semanas antes?

— ¡Wesley! ¡Dios mío, finalmente has llegado! —Katie salió corriendo de la


sala de estar y se arrojó en sus brazos, casi haciéndole perder el equilibrio.

239
— ¡Hey, hermanita! —La abrazó con fuerza y besó su mejilla—Mira, te dije
que volvería de una sola pieza.

Katie puso sus ojos en blanco.

—Tú prometes un montón de cosas. Estaba preocupada.

Luther apareció en el arco que conducía a la sala de estar.

—Preocupada es un eufemismo.

—Hey, Luther, es bueno verte —Wes liberó a Katie y alcanzó la mano de


Virginia—. Katie, Luther, esta es Virginia —Y luego, sólo porque quería, agregó—.
Mi novia.

Luther y Katie intercambiaron una mirada de complicidad. Al parecer, esa


explicación no era necesaria. Alguien ya se lo había dicho. Nada permanecía en
secreto por mucho tiempo en Scanguards, al igual que en cualquier familia.

Katie extendió su mano hacia Virginia, quien se la estrechó.

—Blake ya nos ha informado. Estoy muy feliz de conocerte.

—Gracias, Katie, eso es muy amable —Respondió Virginia.

—Un placer —Dijo Luther y alcanzó la mano de Virginia.

Hubo una mínima vacilación, antes de que se la estrechara.

—Encantada de conocerte, también, Luther.

—Así que eres un Guardián Invisible —Dijo Luther—. Invisible y todo, ¿eh?

Virginia asintió con la cabeza.

—Te perdiste la demostración que di en las oficinas de Scanguards.

—Me temo que sí, pero había algunas carreteras en malas condiciones en las
estribaciones. Hemos tenido muchas lluvias recientemente. El tráfico era asesino —
Explicó Luther.

240
—Me alegra de que lo hayan logrado. Wesley me ha contado mucho sobre su
familia.

Luther miró de reojo a Wesley.

—Estoy seguro de que lo hizo.

Wes inclinó la cabeza un poco.

—Sólo las cosas malas, ya sabes.

— ¡Obvio! —Gruñó su cuñado.

—Vamos, vamos, ustedes dos —Dijo Katie en un tono suave—. No le demos


a Virginia una impresión equivocada —Le dirigió a Virginia una dulce sonrisa—. No
haber tenido noticias de Wes durante tanto tiempo, realmente nos puso nerviosos.

—Bueno, ahora estoy de vuelta —Dijo Wes—. Y todo salió bien cómo puedes
ver.

Luther sonrió.

—Eso parecer.

Wesley bostezó de repente, de una manera exagerada.

—Virginia y yo hemos tenido un largo día y necesitamos descansar.

Luther puso su brazo alrededor de Katie y bajó su cabeza hacia ella.

—Creo que nos están pidiendo que nos vayamos.

Katie suspiró.

—Tanto por precipitarnos de Grass Valley para ver a mi hermano.

Wesley puso sus ojos en blanco.

—Tendremos mucho tiempo para ponernos al día en los próximos días. Te lo


prometo. No estoy planeando en ir a ningún sitio en breve —Luego le hizo un gesto
a Luther—. Además, es tu marido quién no puede esperar a irse para que pueda
tenerte para él solo.

241
Luther gruñó.

—Oh, por favor, Luther —Wes chasqueó la lengua—. Te estoy haciendo un


favor aquí.

Luther echó una mirada a Virginia y luego a Wes.

—Al igual que yo te estoy haciendo uno. Supongo que estamos igualados.

Tan pronto como Wesley cerró la puerta detrás de Luther y Katie, escuchó a
Virginia soltar un suspiro. Se volvió hacia ella.

— ¿Qué?

—Tienes una relación interesante con tu familia.

Él se rió entre dientes.

—No me malinterpretes, nos amamos los unos a los otros, y lucharíamos


hasta la muerte por protegernos, pero hay momentos en que prefiero verles la espalda
—Puso su brazo alrededor de la cintura de Virginia y tiró de ella hacia él—. Y este
es uno de esos momentos. Porque creo que tú y yo tenemos algo importante que
discutir.

Notó como ella tragaba y lo reconoció como un signo de nerviosismo.

—Um…

—Logan me dijo por qué Leila brillaba dorada.

—Supuse que lo hizo.

—Pero él no me contó todo. Sólo dijo que una mujer Guardián Invisible
podría hacer lo mismo con un hombre. A alguien como yo.

—Mmm-hmm —Se mordió el labio.

—Pero dijo que funciona de manera diferente para un hombre. Así que, ¿vas
a decirme que es lo que Logan no quiso decirme?

Ella evitó su mirada y en cambio se centró en mirar su pecho.

242
—Wesley, estoy segura… yo no… es…

El timbre la interrumpió. Suspiró con visible alivio.

—No te has librado del anzuelo —Dijo él, y la soltó.

Abrió la puerta de la entrada y casi fue derribado por su sobrina Lydia, de


veintiún años.

— ¡Tío Wesley! ¡Has vuelto! Estoy tan aliviada —Ella lo abrazó con fuerza.

Cooper, de dieciséis años, estaba justo detrás de ella y le daba palmaditas en


el hombro.

—Hola tío Wes. Que guay que hayas vuelto. Tienes que contarme sobre los
demonios. Papá llamó y dijo que estuviste en el Inframundo. Guau, ¡eso es
simplemente increíble!

Wes soltó a su sobrina y le sonrió a su sobrino.

—Bueno, no fue tan increíble cuando pensamos que nunca saldríamos de allí.

— ¡Pero tú lo lograste! —Insistió Cooper—. ¡Eres el mejor!

Wes alborotó el cabello de su sobrino, y otra persona apareció en la puerta.

—Lo siento, Wes, pero insistieron —Dijo Yvette cuando entró, llevando unas
bolsas de compras.

—Hey, Yvette, es bueno verte —Wes se giró a Virginia y alcanzó su mano—


. Supongo que conocerás a toda mi familia hoy —Señaló a los niños—. Mi sobrina
Lydia, mi sobrino Cooper. Y esta es Yvette, la madre y compañera de Haven. Chicos,
esta es Virginia.

Esta vez no agregó mi novia. Porque ellos ya lo sabían.

Después de un intercambio de saludos, Yvette dijo:

—En realidad no queremos molestarlos mucho tiempo. Sólo quería traer esto
para Virginia. Levantó las bolsas de la compra.

— ¿Para mí? —Preguntó Virginia, con una expresión de sorpresa en su rostro.

243
—Me dijeron que llegaste sin equipaje. Así que salí a buscarte algunos
elementos esenciales.

Virginia se presionó la mano en el pecho, claramente tocada por ese gesto.

—No sé cómo agradecerte.

Yvette le dio las bolsas.

—No me lo agradezcas a mí —Guiñó un ojo—. Usé las tarjetas de crédito de


Wesley —Señaló las bolsas—. Hay lencería, artículos de tocador, un par de tops, y
algunos pantalones.

—Guau —Ella miró las bolsas y sacó un par de vaqueros—. ¡Son de mi talla!

Yvette se rió suavemente.

—Mi esposo tiene un buen ojo para ese tipo de cosas.

Wes se inclinó y le dio a Yvette un beso en la mejilla.

—Eres la mejor cuñada.

—Soy tu única cuñada —Luego se volvió hacia sus hijos—. Vámonos a casa.

— ¡Pero quiero escuchar sobre los demonios! —Protestó Cooper.

—Otro día —Dijo Yvette.

— ¿Por qué no vienes mañana por la tarde y te contaré todo al respecto? —


Dijo Wes.

— ¿Durante el día? —Preguntó Virginia y miró hacia él.

—Soy un híbrido —Dijo Cooper con orgullo—. Medio vampiro, medio


humano. No me quemo con el sol como un vampiro de sangre pura.

—Oh, así que es eso —Ella negó con la cabeza—. Me estaba preguntando por
qué tu aura y la de tu hermana eran un poco distintas a la de un vampiro.

Cooper la miró con orgullo en sus ojos.

244
—Sí, somos bastante guays, ¿verdad? —Luego asintió con la cabeza hacia
ella—. Pero tú eres guay también. Papá dijo que te vio hacerte invisible y caminar a
través de una pared. Me gustaría aprender eso.

Virginia se rió.

—Me temo que es algo que nadie puede enseñarte. Es genético.

— ¡Vaya fastidio!

—Bueno, tal vez —Dijo Wesley con una mirada de soslayo a Virginia—. Ella
te dará una demostración mañana si vienes a visitarnos.

Los ojos de Cooper se iluminaron.

— ¡Sí!

Yvette le sonrió.

—Gracias, Wes. Buenas noches, Virginia. Estoy segura de que nos veremos
pronto.

Luego condujo a sus hijos fuera, y el silencio cayó sobre la casa de nuevo.

Wesley giró lentamente hacia Virginia.

—Creo que fuimos interrumpidos justo cuando estabas a punto de decirme


algo más sobre ese brillo dorado.

*****

Virginia sintió que su corazón latía en su garganta. Wesley se merecía una


respuesta. Después de todo, él había sido abierto con ella, le confesó que había
experimentado la mordida de un vampiro como parte de un encuentro sexual.
Entonces, ¿por qué seguía dudando? ¿Era porque una vez que ella le dijera lo que le
haría, Wes le pediría que le hiciera el amor de esa manera? ¿Y entonces, qué? ¿Estaba
preparada para eso? ¿Estaba dispuesta a darle tanto de sí misma?

245
—Es la virta, nuestra fuerza de vida, lo que te hace brillar dorado. Es una
conexión que solo buscamos con aquellos que amamos. Nadie se le ocurriría realizar
ese ritual en una relación casual, o un encuentro de una noche.

Ella notó que la expresión de Wesley de repente se convertía en seria.

—Entiendo. Eso es bueno.

Él bajó sus brazos, preparándose para alejarse, pero ella agarró sus bíceps.

—Es muy íntimo. Es como compartir tu alma con otro ser. Y aumenta la
experiencia sexual. Logan probablemente te dijo que cuando Leila brilla dorado,
todo lo que Aiden tiene que hacer es tocarla y ella llegará al clímax de nuevo.

Wes asintió en silencio.

—Es diferente para los hombres. Si una guardiana vierte su virta en un


hombre, en cualquier hombre, sin importar la especie, comenzará a brillar dorado
como Leila hizo. Y cuando esa misma mujer lo toca después mientras su piel está
iluminada —Se sonrojó un poco—… el conseguirá una erección instantánea.

La boca de Wesley cayó abierta y sus ojos se abrieron ampliamente.

—Me estás tomando el pelo.

—No.

— ¿Cuánto dura el brillo?

—Horas, dependiendo de la cantidad de virta. Seis, ocho, incluso diez horas


no son infrecuentes.

— ¡Qué me jodan! —Murmuró y la miró, sus ojos llenos ahora de interés,


llenos de ansiosa anticipación—. ¿Quieres decir que si tú, sólo hipotéticamente,
viertes tu virta en mí, tendré una erección durante diez horas?

Ella se aclaró la garganta.

—Bueno, hipotéticamente, sí. Aunque, por su puesto, si tuviéramos


relaciones sexuales una y otra vez, llegarías al orgasmo cada vez. Y entonces,

246
instantáneamente te pondrías duro otra vez, porque yo aún te estaría tocando. Es un
círculo vicioso que sólo se detiene cuando el brillo disminuye.

Una amplia sonrisa se extendió por la cara de Wesley.

—Yo no lo llamaría un círculo vicioso. Lo diría que es el paraíso.

—Lo harías, ¿verdad?

Wes levantó su mentón.

—Así que estás diciendo que esto es sólo para aquellos que están en una
relación seria.

Ella asintió.

—Me preguntaste antes si lo que dije en el garaje era cierto.

— ¿Sí?

—Me temo que cuando dije que me estaba enamorando de ti, no estaba siendo
totalmente sincero.

Su respiración se detuvo. Sabía que tenía que ser demasiado bueno para ser
verdad. Ella se preparó para el golpe que vendría, su pecho tensándose.

—Ya me he enamorado demasiado profundo —Deslizó sus brazos alrededor


de ella y la atrajo hacia sí—. Virginia, estoy perdidamente enamorado de ti. Nada de
a medio camino, sin dudas. Me estaba engañando a mí mismo cuando pensé que
todavía tenía control sobre mi corazón. No lo tengo. Te pertenece. Si lo quieres o no.
Y no voy a rendirme hasta que sientas lo mismo. No me importa cuánto tiempo tome
o lo que tenga que hacer. Pero yo nunca te presionaré para que hagas algo para lo
que no estás preparada. No tienes que compartir el brillo dorado conmigo. Solo
hazme el amor, como lo hicimos anoche. No quiero nada más. Solo tú en mis brazos.

Sintió las lágrimas en sus ojos. No podría haber esperado una declaración de
amor más sincera por parte de Wesley. Su corazón se sentía como si fuera a estallar
con las emociones que ella nunca pensó que podría expresar. Pero Wesley la hizo
valiente.

247
—Wesley, ¿y si quisiera verter mi virta en ti? ¿Me dejarías? —Una lágrima
rodó por su mejilla.

— ¿Dejarte? ¿Esta noche?

Ella asintió con la cabeza, demasiado turbada para decir nada más.

La levantó en sus brazos y los hizo girar en círculos hasta que ella pensó que
todo el mundo giraba a su alrededor. Sus ojos brillaban de un azul brillante, más
vibrante de lo que jamás los había visto. Cuando dejó de girar, acercó su cabeza a la
suya.

— ¿Estás segura, nena?

—Nunca he estado más segura de nada en mi vida —Justo como estaba


segura de sus sentimientos ahora—. Te amo, mi maravilloso brujo.

—Haz a ese brujo insaciable.

Ella se rió, pero Wesley cortó su risa con un beso.

248
Capítulo Treinta y Uno

Desnudo, Wesley se recostó contra la cabecera de su cama y vio como la


puerta de su cuarto de baño se abría. Su boca cayó abierta. Virginia caminó hacia el
dormitorio pareciendo un ángel. Llevaba una bata de estilo kimono de seda blanca
con un cinturón atado flojo a su cintura. Su cabello colgaba suelto sobre sus hombros,
su color rojo enfatizado por la tela blanca, los mechones que acariciaban sus senos
como llamas lamiendo su piel.

Alzó los párpados para mirar la cara de Virginia y vio el mismo tipo de fuego
en sus ojos.

—Recuérdame que agradezca a mi cuñada por conseguirte esa ropa.

Virginia caminó hacia la cama, su mirada vagando sobre él.

—Parece que ella sabe lo que te gusta —Sus ojos se centraron en su ingle,
donde su polla ya estaba erguida.

Wes se inclinó hacia adelante y tomó su mano, tirando de ella encima de él


para que se sentara a horcajadas sobre él.

—Me gustan muchas cosas. En particular, me gustas tú, desnuda, mojada y


jadeante —Él desató su bata y cayó abierta, revelando que Virginia no llevaba
absolutamente nada debajo de la seda. Lentamente, él deslizó su mano entre sus
piernas y acarició el coño. La calidez y la humedad lo saludaron—. Bueno, dos de
tres no es un mal comienzo.

Virginia tiró de su labio inferior entre sus dientes.

—Tampoco lo es esto —Ella envolvió su mano alrededor de su polla y apretó.

Un gemido se escapó de él.

—Me gusta una mujer que sabe lo que quiere. Y estoy más que feliz de
complacer.

Una sonrisa le robó de sus labios.

249
—Espero que todavía digas eso mañana por la mañana.

Wes deslizó sus manos sobre sus pechos y los acarició.

—No te preocupes por eso.

Se inclinó para capturar un duro pezón entre sus labios y lo succionó


suavemente, y sintió las manos de Virginia sobre sus hombros, agarrándolo para
mantener el equilibrio. Luego ella frotó su coño contra su polla, haciendo
movimientos circulares.

Él soltó el pezón de su boca, luego se movió al otro pecho y lamió el


duro brote allí, mientras masajeaba la firme carne con sus manos. Siempre había sido
un hombre de tetas, pero aún más con Virginia. Las suyas eran perfectas de tamaño
y firmeza, como dos pomelos gigantes, jugosos y desbordantes en sus palmas. Los
lamió más ávidamente ahora, y los apretó juntos, luego pasó su lengua por el medio.

—Me encantan tus tetas, nena —La miró y se reunió con su mirada.

— ¿Quieres follarlas? —Ella se encogió de hombros quitándose la bata


completamente.

—Joder, sí.

Colocando sus manos en sus caderas, la levantó de encima y la bajó para


acostarla sobre el edredón. Su cabello repartido alrededor de su cabeza como llamas.
Sus labios se separaron, ella yació allí, esperándolo. Sumergió la cabeza en su escote
y lo humedeció generosamente, antes de que se moviera sobre ella, una rodilla a cada
lado de su torso.

Sin necesidad de ninguna instrucción, Virginia puso sus manos en la parte


exterior de sus pechos y los apretó juntos. Verla hizo que su polla se contrajera. Él
tomó su erección en su mano y la guio a su escote, empujando entre sus pechos,
donde su saliva había creado un camino suave.

Con un gemido, él se hundió entre sus hermosas tetas, y sintió que Virginia se
las apretaba a su alrededor.

— ¡Joder!

250
Virginia se lamió los labios.

—Te gusta eso, ¿eh?

Wes se retiró y luego empujó de nuevo en el suave refugio que ella había
creado para él.

—Nena, estás tan caliente.

Una pecaminosa sonrisa curvó sus labios hacia arriba.

—No has experimentado nada todavía.

— ¿Ah, sí? —Él empezó a deslizarse hacia adelante y hacia atrás con un
mayor ritmo, sus bolas se tensaron, mientras la recorría con la mirada. Ella tenía el
rostro sonrojado, los ojos dilatados y los labios separados. Suaves gemidos dejaban
sus labios, confirmando que ella también estaba disfrutando de su apasionante juego
previo. Pero esto era sólo un aperitivo para el plato principal de esta noche, y él no
debería volverse codicioso.

Con otro empujón se detuvo y se retrocedió, empujándose hacia atrás y


deslizándose sobre su cuerpo.

—Creo que es hora de agradecerte este sexy tratamiento —Dijo Wes y empujó
sus muslos separados para deslizarse en el lugar que creó entre ellos. Bajó la cabeza
y la extendió más todavía, exponiendo sus pliegues húmedos a su hambrienta
mirada—. Oh Dios mío, estás mojada.

—Culpa tuya —Murmuró Virginia, su voz densa y apasionada.

—En ese caso, es mejor que lama todo este lío que he creado.

—Deberías.

Wes llevó su boca a sus labios inferiores y pasó su lengua sobre su coño,
recogiendo sus jugos.

—Mmm —Metió sus manos bajo su culo e inclinó su pelvis hacia arriba para
un mejor acceso, y lo hizo de nuevo, esta vez lamiendo todo el camino hasta que la
punta de su lengua tocó su clítoris.

251
Virginia gimió, y notó que sus manos arañaban el edredón.

Adorando su sabor, siguió lamiendo y chupando, llevando sus dedos para


ayudar a acariciarla, deslizando uno en su estrecho canal y sintiéndola apretar los
músculos alrededor de su dedo. Pronto, ella haría lo mismo con su polla. Pronto, iba
a hacer un montón de cosas para él, cosas que él no podía esperara para
experimentar. Pero primero quería mostrarle cuándo la adoraba, qué ansioso estaba
para que ella encontrara el placer.

Wes lamió amorosamente su centro de placer, sintiendo cómo el pequeño


órgano se hinchaba de sangre, y cómo Virginia comenzó a retorcerse debajo de él.
La sujetó con sus manos en sus caderas, sosteniéndola para que pudiera seguir
llevándola más y más cerca de su clímax.

— ¡Wes, por favor! —Ella se atragantó, su aliento en pesados jadeos.

Él aspiró su clítoris entre sus labios y presionó hacia abajo.

Un gemido estrangulado se arrancó de la garganta de Virginia, y un segundo


después su cuerpo temblaba. Wes sintió las olas de su orgasmo llegar a sus labios y
gimió. Lentamente la soltó y levantó su cabeza.

Diminutas gotas de sudor corrían por el pecho de Virginia, que subía y bajaba
ahora mientras respiraba fuerte.

—Adoro cuando te corres —Dijo.

Ella abrió los ojos y extendió una mano hacia él.

—Necesito sentirte. Ahora. Profundo, dentro de mí.

Él no perdió un momento. Rodó sobre ella, ajustó su polla y se sumergió en


su interior.

— ¿Así? —Murmuró, mirándola a los ojos.

—Solo así —Dijo, y elevó su cabeza para besarlo.

En el momento en que él entreabrió sus labios para aceptar su beso y sintió su


lengua deslizarse en su boca para jugar con la suya, todo a su alrededor cambió.

252
Las lámparas de la mesilla parpadeaban como bombillas a punto de apagarse.
El suelo bajo ellos se sacudió con temblores como si un terremoto sorprendiera a San
Francisco. El aire comenzó a girar a su alrededor como si una gran tormenta se
estuviera gestando. La niebla llenó la habitación, como si las ventanas se hubieran
abierto y dejaran entrar el aire húmedo del océano. Sin embargo, no había nada frío
o desagradable en los elementos que estaban enloqueciendo a su alrededor. En
cambio, formaron un capullo que los arrastró hacia arriba, haciéndolos flotar como
si estuvieran sobre un lecho de algodón.

Pero lo que estaba sucediendo a su alrededor no era nada en comparación con


lo que estaba sucediendo dentro de él. Virginia se estaba compartiendo a sí misma
con él, llenándolo con su fuerza de vida, su virta, la energía que la hacía Guardián
Invisible. Aunque le había advertido de la intimidad del acto, él no estaba preparado
para eso. Lo golpeó como una avalancha. Una avalancha de lujuria, pasión,
felicidad, pero era mucho más.

Cada célula en el cuerpo de Wesley estaba impregnada de nueva vida, nueva


fuerza y energía. Y un nuevo sentido de propósito, de comprensión. Sus sentidos se
pusieron a toda marcha, sintiendo, oliendo, viendo, escuchando con más intensidad
que cualquier otra vez antes. En su interior un fuego se encendió y envió llamas por
sus venas. Su piel comenzó a hormiguear, sus diminutos vellos elevándose por todo
su cuerpo. Debajo de él. Virginia estaba retorciéndose, acogiendo a su pene que
empujaba. Una polla que ahora parecía tomar su propia vida, conduciéndose más
profundo y más duro, empujando más rápido, sumergiéndose con más poder. Salvaje
y desenfrenada.

Los labios de Virginia se fusionaron con los de él, justo cuando sus cuerpos
parecieron fundirse en un solo ser. Sin embargo, dos corazones latían, dos pares de
manos se tocaban.

El sentido del tiempo y lugar desapareció en Wesley. Todo lo que quedó fue
ellos dos. Amándose el uno al otro. Deleitándose con el placer carnal. Bañándose en
un mar de lujuria. La fuente de eso parecía interminable. Como si la fuerza vital de
Virginia no tuviera límites. Al igual que su amor por ella no tenía límites.

253
Y ahora él podría mostrarle su amor: con su mente, su cuerpo, cada uno de
sus movimientos.

Cada empuje lo llevó más cerca del borde. Más cerca del punto de éxtasis.
Unos segundos más, y estaría allí, deslizándose hacia el abismo.

Wes arrancó los labios de ella y clavó los ojos en los suyos.

—Te amo, Virginia. Con todo mi corazón.

En el momento en que ella se hizo eco de las palabras, su control se rompió,


y su semilla broto de su polla. Él continúo moviéndose dentro de ella, no podía
detenerse. Fue entonces cuando supo lo que estaba pasando. Miró a sus brazos y lo
vio: su piel brillaba dorada. Y con sus cuerpos aun tocándose, su polla no se estaba
ablandando. A pesar de su liberación, estaba tan duro como antes. E igual de
cachondo.

Pero aunque su polla estaba exigiendo otro orgasmo, se arrancó de la vaina


empapada de Virginia y en su lugar frotó su polla sobre su clítoris. Sólo tomó unos
momentos, y ella estalló, alcanzando el clímax para él.

—Buena chica —Elogió, y se sumergió en ella y continuó cabalgándola.


Comenzó lento, suavemente, dándole tiempo para disfrutar de su orgasmo, pero en
el momento en que los diminutos espasmos de ella se calmaron, aumentó su ritmo y
la folló más duro.

Sus cuerpos cubiertos de sudor chocaban juntos, enviando sonidos de pasión


que rebotaban contra las paredes de su dormitorio. Paredes que ni siquiera podía ver
por la niebla y el aire que se agitaba a su alrededor, todavía envolviéndolos en un
capullo protector. Y aunque él la estaba follando a ella como una bestia salvaje, estaba
a merced de Virginia. Ella era la que estaba al cargo, la que llevaba las riendas, la que
hacía que su mundo girara.

Se entregó a ella, dejándose caer, abandonando todo el control, y dándole lo


que ambos tanto ansiaban: confianza.

Virginia lo miró entonces, sus ojos maravillados, sus labios entreabiertos.

—Oh, Wes…

254
Él acarició sus dedos sobre su mejilla.

—Soy tuyo.

Cuando una lágrima corrió por su mejilla, su polla se contrajo nuevamente, y


otro orgasmo lo envolvió como un flujo continuo de olas del océano. Pero su polla
permanecía dura y lista para más.

—No sé cómo agradecerte por esto —Murmuró él en sus labios—. Esto es


mejor que cualquier mordisco de vampiro, mejor que cualquier cosa que haya
experimentado alguna vez —La besó largo y profundo, luego apoyó su frente en la
de ella—. Dime que no te estás cansando de esto.

—Nunca —Ella levantó la pelvis en señal de invitación—. Estoy hecha para


esto. Para ti.

—Entonces no me detendré.

Porque incluso si lo quisiera, no estaba seguro de poder hacerlo. Virginia


había encendido algo en él. No era solo el brillo dorado lo que hacía que quisiera
permanecer conectado con ella. No fue su constante erección lo que lo llevó a hacerle
el amor una y otra vez. Era la necesidad de consolidar su amor y confianza.

Finalmente había encontrado a su compañera.

255
Capítulo Treinta y Dos

Virginia se movió y sintió algo duro deslizándose a lo largo de sus nalgas. Un


pesado brazo colgaba de su cintura y ahora se apretó a su alrededor.

—Buenos días, nena —Wes susurró en su nuca y la atrajo hacia la curva de


su cuerpo, su dureza deslizándose entre sus muslos.

—Oh, Dios, no puedes seguir brillando —Dijo incrédula y abrió los ojos.

—No lo hago —Él se rió entre dientes—. Así es como estoy cuando me
levanto. — Con la mano en su cadera, él cambió su ángulo y la penetró lentamente—
. Oh, te sientes bien.

— ¿Todavía no has tenido suficiente? —Ella había perdido la cuenta de


cuántas veces habían hecho el amor antes de que finalmente cayeran dormidos.

— ¿Estás de broma?

Él se retiró y empujó dentro de ella, instantáneamente haciéndola querer más.


Le encantaba la sensación de su gruesa y larga polla llenándola y estirándola.

—Cree un monstruo —Se burló de él, y empujó su trasero contra la ingle de


él para empalarse por completo.

—Si es así como estás protestando, entonces no lo estás haciendo bien —Él
agarró su cadera y comenzó a empujarse en ella a un ritmo pausado. Menos frenético
que la noche anterior, pero no menos excitante.

— ¿No deberíamos levantarnos y regresar a Scanguards?

—Todavía es de día —Dijo Wesley. Comenzó a acariciarle los pechos,


mientras sumergía la cabeza en su cuello y la besaba allí—. Prácticamente no habrá
nadie en la oficina.

Ella echó un vistazo al reloj. Era temprano por la tarde, todavía faltaban unas
pocas horas para la puesta del sol, así que se recostó contra el pecho de Wesley y se
movió al ritmo de él.

256
—Supongo que tenemos un poco de tiempo.

—Haré que valga la pena.

Ella no lo dudo, y suspiró feliz.

El sonido de un timbre la hizo congelarse.

—Oh, mierda —Maldijo Wes. Se deslizó fuera de ella y se movió a su lado de


la cama—. Es Cooper.

Ella se volvió y miró por encima del hombro. La pantalla del teléfono sobre
la mesilla de noche mostraba una imagen de la cámara de la puerta principal. El
joven híbrido estaba cerca de la cámara, esperando con impaciencia.

Wesley la miró.

—Tengo una idea que nos comprará unos minutos —Apretó el botón del
intercomunicador—. Hey, Cooper.

—Hola, tío Wesley.

— ¿Puedes hacernos un favor? Virginia y yo nos quedamos dormidos. ¿Puedes


ir a la tienda y conseguirnos algo de comida para el desayuno? Mi nevera está vacía.
Voy a abrirte. Hay dinero en el primer cajón de la cocina.

—Vale —Cooper estuvo de acuerdo, y Wesley pulsó el botón para abrir la


puerta principal.

Entonces se volvió hacia ella.

—Entonces, ¿en qué estábamos?

Ella se rió y saltó de la cama.

—Creo que estábamos a punto de levantarnos y tomar una ducha, para que
tu sobrino medio vampiro, medio humano no huela lo que hemos estado haciendo
durante las últimas ocho horas.

Virginia arrebató el kimono de seda blanca del suelo y se lo puso.

Wes gruñó y salió de la cama.

257
—De acuerdo, sexo en la ducha. Tus deseos son órdenes para mí.

Ella miró sobre su hombro y sacudió la cabeza riéndose.

—No dije nada sobre el sexo.

Él se señaló su polla, que estaba erecta y curvada hacia su ombligo.

—Díselo a esta. No creo que ella me escuche.

Ella se rió y corrió al baño, pero Wes la alcanzó en el lavabo y la abrazó por
detrás. Ella se encontró con su mirada en el espejo. Maldita sea, este hombre podía
ponerla caliente con solo una mirada. Cuando él levantó su bata y tiró de su culo
hacia su ingle, ella se lo permitió y se inclinó sobre el lavabo. Un momento después,
estaba dentro de ella, su polla dura enterrada profundamente en su interior.

—Necesitabas esto tanto como yo —Dijo Wesley—. Simplemente admítelo.

Ella alzó su cabeza.

—Lo hago.

Durante los siguientes minutos no se pronunciaron más palabras, y los


gemidos y suspiros fueron los únicos sonidos que rebotaron en los azulejos del baño.

Menos de media hora después, Wesley se había duchado y vestido, bajando


las escaleras para dejar entrar a su sobrino por segunda vez, mientras Virginia se
ponía la ropa, sus piernas todavía temblando por su último orgasmo, su coño sensible
al tacto. Con cada recuerdo de sus encuentros sexuales con Wesley, otra llama
ardiente atravesaba su núcleo. Se miró en el espejo. Sus mejillas todavía estaba
enrojecidas, y todo su cuerpo se sentía caliente. No había forma de que ella pudiera
ocultarle al joven híbrido lo que estaba pasando en su interior. Era una mujer
enamorada.

Completamente vestida, con el cabello seco, bajó las escaleras unos minutos
más tarde. Escuchó voces que venían de la parte de atrás de la casa, y encontró la
cocina, donde Wesley y Cooper estaban ocupados preparando el desayuno.

Cooper volvió la cabeza cuando ella entró y le sonrió.

258
—Hey, Virginia. Estamos haciendo tortitas.

—Hola, Cooper. Gracias por ir a comprarnos comestibles —Le dijo y se


deslizó en uno de los taburetes de la barra.

Para ser un soltero, Wesley tenía una cocina grande y bien equipada. Cocinar
para los guardianes del complejo, claramente no había sido una actuación para ganar
su confianza. Parecía disfrutar cocinando. Ella le lanzó una mirada, y él volvió la
cabeza y le sonrió.

—Espero que estés hambrienta —Le guiñó un ojo.

Por supuesto, tenía hambre. De hecho, estaba muerta de hambre. No era de


extrañar después de la cantidad de calorías que había quemado la noche anterior.
Pero se abstuvo de mencionar eso delante del impresionable adolescente que estaba
con ellos.

—Yo podría tomar un bocado.

—Así, mi papá dijo anoche —Dijo Cooper—, que le demostraste a todos en


Scanguards cómo puedes atravesar las paredes y hacerte invisible.

Virginia reprimió una sonrisa. El joven híbrido definitivamente tenía una


agenda. Realmente no podía culparlo. Cuando tenía su edad, también sentía
curiosidad por muchas cosas.

— ¿Así que quieres verlo?

Él asintió con entusiasmo.

Wes la miró desde la cocina.

—Tengo que advertirte: si lo complaces, nunca te desharás de él.

—Debe parecerse a la familia —Respondió ella.

Wesley le guiñó el ojo.

Virginia saltó de su taburete y caminó hacia la pared interior más cercana.


Puso la mano sobre ella, luego la empujó, por lo que parte de su brazo se desvaneció
como si se lo hubieran cortado, justo donde estaba tocando a la pared.

259
La boca de Cooper cayó abierta.

— ¡Guau!

—Mira —Dijo, levantó una pierna, dio un paso y caminó a través de la pared.
Se encontró en el comedor, una acogedora habitación con paneles de madera oscura.

Desde la cocina oyó a Cooper decir:

— ¡Guau, eso es genial!

Dio media vuelta y caminó de regreso a la cocina.

Wesley le sonrió y apiló varias tortitas en un plato.

—Gracias por demostrárselo —Luego colocó el plato sobre el mostrador.

—Y volviéndote invisible, ¿cómo haces eso? —Preguntó Cooper.

—Cooper, déjala comer primero, por favor —Exigió Wes.

—Está bien, Wes —Dijo Virginia—. Puedo hacer ambas cosas al mismo
tiempo —Se deslizó de nuevo sobre el taburete, y mientras Cooper la miraba
ávidamente, se ocultó a sí misma.

Cuando vio la mirada atónita de Cooper, tomó un tenedor y comenzó a comer


una tortita. Sabía lo que Wesley y el joven híbrido verían: trozos de tortita
simplemente desapareciendo cuando los metía en su boca y se los comía.

— ¡Eso es impresionante!

Virginia se rió, pero el sonido de su móvil interrumpió el momento


despreocupado. Se volvió visible al instante y sacó el teléfono de su bolsillo. Apretó
la tecla de Contestar.

— ¿Sí?

—Soy Logan. Deirdre está en movimiento. Acabamos de saber que está en el


aeropuerto de Portland. Está a punto de embarcar en un avión con destino a San
Francisco.

— ¿San Francisco?

260
Wes le lanzó una mirada interrogante, y ella apretó la tecla del altavoz.

—Logan, aquí estoy con Wesley. He puesto el altavoz.

—Hey —Dijo Logan rápidamente—. Deirdre estará aterrizando en el


Aeropuerto Internacional de San Francisco en aproximadamente hora y media. Les
mandaré un mensaje de texto con los detalles del vuelo. ¿La conoces, verdad, o tengo
que enviar una foto?

—Conozco su cara por los archivos, pero envía una foto para Wesley.

—Lo haré.

— ¿Tienes alguna idea de lo que ella va a hacer en San Francisco?

—Ninguna. No hubo llamadas de teléfono, ninguna conversación con nadie.


No tenemos ni idea de lo que le hizo reservar este vuelo tan de repente.

—Está bien, nos dirigiremos al aeropuerto, y la seguiremos cuando llegue para


ver que está tramando.

—Ten cuidado.

—Gracias, Logan.

Desconectó la llamada y miró a Wesley.

—Come. Llamaré a Scanguards entretanto para conseguir respaldos.

Ella señaló a la ventana.

—El sol no se pondrá a tiempo antes de que ella aterrice.

—No importa. Tienen cortinas en las furgonetas —Entonces él miró a


Cooper—. Siento interrumpir nuestra visita. Es mejor que te vayas a casa.

— ¿No puedo ir? Soy un híbrido. Puedo ayudar.

Wesley sacudió la cabeza.

— ¿Y darle a tu madre un motivo para arrancarme la cabeza? Ni lo sueñes,


amigo.

261
—Eso apesta. ¡Nunca consigo hacer nada emocionante! —Gruñó con
desagrado, y por primera vez, Virginia puedo ver las puntas de sus colmillos que
descendían lentamente—. No puedo esperar hasta que pueda unirme al programa de
formación de guardaespaldas.

—Lo sé, pero hasta entonces, tus padres tienen la última palabra. Así que,
vete de aquí —Wes le dio unas palmaditas en el hombro al adolescente.

Cooper les lanzó una mirada de sufrimiento, se despidió y se fue.

Cuando la puerta se cerró tras él, Wes suspiró.

—Bueno, tanto por un desayuno tardío, ¿eh?

—Terminemos con esto.

Tal vez pronto sabrían quién había revelado a los demonios la ubicación del
complejo del consejo.

262
Capítulo Treinta y Tres

Sentada en el asiento del copiloto del coche de Wesley, Virginia señaló la


acera en el nivel de llegadas de una de las seis terminales nacionales del Aeropuerto
Internacional de San Francisco.

—Ahí está ella.

Wesley dirigió su mirada hacia la mujer que ahora cruzaba la calle. Frenó el
coche incluso más, fingiendo buscar un lugar para parar junto a la acera para recoger
a un pasajero, ya que el estacionamiento y aparcar no estaban permitidos allí.
Afortunadamente, el rastreador en el bolso de Deirdre todavía estaba funcionando,
y Pearce había podido enviar actualizaciones en tiempo real sobre su ubicación, para
que no la perdieran cuando saliera de la sala de llegadas.

Deirdre miró a su alrededor como si buscara algo. Estaba vestida


informalmente con pantalones y una chaqueta ligera, con su bolso de gran tamaño
colgado sobre su hombro.

—Se ve más joven que en la foto —Comentó Wes.

—Es mayor que yo.

—Ser inmortal tiene sus ventajas.

—Ya no es inmortal. Comenzará ahora a envejecer.

— ¿A dónde va? ¿Un taxi?

—No está buscando un taxi —Dijo Virginia—. Mira.

Deirdre había llegado al otro lado de la calle y ahora caminaba hacia la parada
del autobús.

—Debe haber reservado un coche de alquiler —Dijo Wes.

Detrás sonó una bocina. Miró por el espejo retrovisor. Un empleado del
aeropuerto le estaba indicando que se moviera.

263
—No puedo quedarme aquí por más tiempo.

—La parada en la que está solo atiende a los coches de alquiler de Hertz.
¿Sabes dónde está su parking?

Wes asintió.

—Sí.

—Bien. Nos encontraremos allí.

Antes de que él pudiera responder, Virginia ya se había cubierto y, a juzgar


por el sonido de tela crujiendo del asiento del copiloto, estaba pasando a través de la
puerta cerrada del coche.

—Aquí no se puede aparcar. Siga adelante —Alguien dijo a través de la


megafonía.

Wesley suspiró y se movió de nuevo al carril exterior, conduciendo


lentamente, confiando que Virginia hubiera alcanzado el punto donde Deirdre estaba
esperando el autobús a los coches de alquiler. No había nada más que pudiera hacer
ahora, aparte de dirigirse al estacionamiento de los coches de alquiler, también.

Tomó unos diez minutos hasta que el autobús llegó al centro de alquiler de
Hertz en North McDonnell Road. Wesley lo vio parar en el estacionamiento,
permitiendo que los pasajeros salieran delante de la oficina. Sólo un puñado de
pasajeros salió, y Deirdre fue fácil de detectar. No tenía ningún equipaje, salvo su
bolso.

Wesley estaba estacionado y esperando junto a la salida del estacionamiento.


Nadie le prestó mucha atención. Miró cada coche que salía, comprobando para
asegurarse que no perdía a Deirdre. De repente, escuchó un sonido en el interior del
coche.

—Ya estoy de vuelta —Dijo Virginia.

Suspiró con alivio y giró su cabeza, cuando aparecía junto a él en el asiento


del pasajero.

264
—Ha alquilado un Toyota Corolla. Es blanco. Debería ser la próxima en salir.
He memorizado la matrícula por si acaso.

—Bien. ¿Sintió que la seguías?

—No. Ella es completamente humana ahora. Ninguno de sus sentidos de


Guardián Invisible permanece. Fue fácil seguirla. Sólo permanece lo suficientemente
atrás para que ella no se dé cuenta que un coche la está siguiendo.

—No te preocupes, estoy entrenado —Después de todo, Scanguards lo había


entrenado bien en todo tipo de disciplinas, incluidas la vigilancia.

—Aquí viene.

Después de una breve parada en la caseta de seguridad de la puerta, el Toyota


blanco salió del estacionamiento de vehículos de alquiler, y se fusionó con el tráfico
intenso. Wesley arrancó para seguirlo.

Intercambió una rápida mirada con Virginia.

—Parece que va rumbo a San Francisco.

El Toyota blanco se metió en la I-380. Wes se quedó un poco atrás y mantuvo


sus ojos en el coche de Deirdre. La Interestatal 380 era una conexión corta a la
Interestatal 280. Para su sorpresa, Deirdre se fusionó en el carril de la izquierda, que
no conducía a la I-280 Norte, sino al Sur.

—Va camino a San José —Echó un vistazo a Virginia—. ¿Hay algo allí abajo
en lo que tú puedas pensar?

—No se me viene nada a la mente.

—Bien, vamos a seguirla —Alcanzó su teléfono móvil, que había instalado en


el salpicadero, y marcó.

Un momento más tarde, la voz de Blake retumbó en el coche.

—Hey, ¿ella llegó?

—Vamos tras ella. Un coche de alquiler, un Toyota Corolla blanco.


Matrículas de California 7KL895G. Va en dirección sur por la I-280 hacia San José.

265
—Lo tengo. Estoy conectándome a tu GPS. Tenemos los ojos en ti.

—Genial —Tocó su móvil una vez más para desconectarlo.

— ¿Están listos? —Preguntó Virginia.

—Lo estarán —Le aseguró Wesley. Echó un vistazo a su derecha—. El sol se


pondrá pronto.

— ¿Notaste que Deirdre no tenía equipaje?

—Sí. Supongo que este viaje no fue planeado con mucha antelación, ¿verdad?

—Y no parece que vaya a quedarse mucho tiempo, vaya a donde vaya —


Agregó Virginia.

Apartó la vista del camino por un momento.

—No te preocupes, sea lo que sea que ella haga, lo averiguaremos.

Virginia asintió con la cabeza, luego señaló el parabrisas.

— ¿Dónde va ella ahora?

Wes notó que el Toyota blanco se incorporaba al carril derecho.

—Hay una salida a punto de llegar —Dijo Wes. Cruzó dos carriles para
meterse en el mismo que Deirdre y continuó siguiéndola. El Toyota blanco salió de
la autopista en la salida siguiente. Wesley hizo lo mismo tomando la salida Skyline
Boulevard/Highway 35.

—Supongo que no va a San José después de todo —Murmuró Wesley.

— ¿A dónde conduce Skyline Boulevard?

—A ninguna parte realmente. Es solo una carretera secundaria que va hacia


el sur, hacia las colinas que corren entre la autopista y la costa. También se conecta
con la autopista 92, que se dirige directamente a la costa.

— ¿La costa? —Virginia giró la cabeza en su dirección—. ¿A qué ciudad?

— Half Moon Bay.

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— ¡Mierda! —Maldijo Virginia.

Alarmado, Wesley la miró fijamente.

— ¿Qué hay en Half Moon Bay?

—El complejo privado de Cinead. Está un poco al norte de Half Moon Bay,
justo antes de El Granada.

— ¿Crees que irá allí?

—Ese es el único complejo de los Guardianes Invisibles en el área —Virginia


cerró su mano en un puño—. Y tiene sentido. Está vendiendo a su medio hermano
por no defenderla, por votar para exiliarla.

— ¿Crees que está dirigiendo a los demonios a allí? No he notado que alguien
la siga. Créeme, yo lo habría hecho.

—Estoy segura de eso —Insistió Virginia—. No podemos dejar que se acerque


más. Necesitamos detenerla ahora.

—Está bien, hay una obra para reparación de un sumidero a unos cuatro
kilómetros y medio por delante de nosotros. Los trabajadores ya habrán terminado
su jornada, y los lugareños están evitando esta carretera en este momento debido a
las demoras. Podríamos tener suerte. Trataré de cortarla en el lugar de las obras.

Wesley aceleró y alcanzó el Toyota de Deirdre. Se detuvo en el medio de la


carretera para mirar hacia delante. En la distancia, vio un coche que se acercaba. Pisó
el acelerador y pasó al Toyota, luego giró a la derecha otra vez solo un par de
segundos antes de que el coche que venía de frente llegara a ellos. Sin frenar, siguió
hacia adelante, dejando el Toyota atrás.

Mientras aceleraba a lo largo de la carretera mojada, la llovizna se convirtió


en lluvia, Wes volvió a llamar a Blake de nuevo.

—Estamos en la CA-92. Cortando a Deirdre antes de las obras de reparación


del sumidero que hay cerca de Nuff Creek. Va en dirección al complejo de un
miembro del consejo. Creemos que ella podría estar conduciendo a los demonios.

—Lo tengo.

267
— ¡Gracias! —Desconectó la llamada.

—Aquí está —Dijo Virginia, y señaló las señales de alerta a los conductores
del lugar de las obras.

Un lado de la carretera había sido cortado, convirtiendo la carretera en un


solo carril. Wes frenó el coche, y en el punto donde la carretera se convertía en un
carril, se detuvo y encendió las luces de emergencia, dejando el coche parado.

—Bueno, hasta ahora todo bien —Dijo y miró a Virginia—. ¿Te reconocerá
Deirdre?

—Lo más probable es que sí. Llevé muchos sospechosos ante el consejo,
mientras que ella fue un miembro. Sabrá quién soy.

—Bueno, supongo que eso es bueno. Sabrá que todo se ha acabado cuando te
vea —Miró al espejo retrovisor—. Aquí viene.

*****

Virginia miró sobre su hombro y vio el Toyota blanco con Deirdre al volante
detenerse detrás de ellos. Virginia abrió la puerta y salió. Wesley hizo lo mismo por
el lado del conductor.

La lluvia se estaba convirtiendo en más intensa, pero Virginia la ignoró y


marchó hacia el coche blanco de alquiler. Al menos la lluvia le haría más difícil a
Deirdre reconocerla a lo lejos. Caminó hacia el lado del pasajero e intentó abrir la
puerta. Estaba bloqueada. Deirdre volvió bruscamente la cabeza en su dirección. Sus
ojos se desencajaron. Había reconocido a Virginia.

Virginia atravesó la puerta cerrada, entrando en el coche.

Deirdre gritó y alcanzó la manija de la puerta. Logró empujarla abierta, y


Virginia dejó que sucediera. Deirdre salió del coche de prisa, mientras que Virginia
giró la llave en el encendido, y apagó el motor. Luego, lentamente, salió y miró sobre
el techo hacia el lado del conductor.

268
Wesley estaba sosteniendo a Deirdre, con las manos en su espalda, y Deirdre
luchaba contra él. Sin éxito. Cuando Virginia se acercó, Deirdre le lanzó una mirada
asustada.

— ¡Tú! —Lucho contra Wesley, pero no pudo liberarse—. ¡Suéltame!

Unos pocos pasos más, y Virginia estuvo cara a cara con la ex miembro del
consejo.

—Así que te acuerdas de mí. Bien.

— ¿Qué quieres de mí? —Escupió Deirdre, el desafío brotando de sus ojos, el


veneno en su voz.

— ¿Qué estás haciendo en California?

— ¡No veo cómo esto es de tu incumbencia!

— ¿Oh, no lo haces? —Virginia dio un paso más cerca—. Bueno, ahí es dónde
estás equivocada, Deirdre. ¿Quién te ha enviado?

Deirdre apretó sus labios juntos y la fulminó con la mirada, mientras seguía
intentando liberar sus brazos del agarre de Wesley.

—Sabes que puedo hacerte hablar —Amenazó Virginia.

Deirdre levantó la barbilla desafiante.

—Cinead está equivocado sobre ti —Dijo Virginia—. Nunca viste el error de


tu actuación. Nunca te arrepentiste. Incluso un año en esa celda de plomo no te ha
hecho entender lo equivocada que estabas. Una vez traidora, siempre serás una
traidora.

— ¡Yo no soy una traidora! —Protestó Deirdre alzando la voz, su cabello


enmarañado ahora en la cabeza por la constante lluvia—. Pero no lo entenderías.

—Oh, lo entiendo. Estás tan llena de odio por tu medio hermano y el consejo
que estás intentando acabar con nosotros, ¿no?

Los ojos de Deirdre se desencajaron.

269
—Sí, te pillé. Tu primer intento falló. Los demonios no lograron matar a
ninguno de nosotros. Y destruimos el complejo del consejo antes de que pudieran
llegar al portal.

— ¿Qué? —Aturdida, Deirdre se calmó.

—Entonces, ¿cuál es tu plan ahora? —Continuó Virginia—. ¿Entrar al


complejo de Cinead y luego llamar a los demonios? ¿Eso es lo que estás planeando?

— ¡Te equivocas! Yo nunca ayudaría a los demonios. ¡Nunca!

— ¡Mentirosa!

Deirdre sacudió la cabeza y luchó contra el agarre de Wesley.

—Tú eres la que está con los demonios. Cinead me advirtió que no confiara
en nadie.

Ahora fue el turno de Virginia de sorprenderse.

— ¿Hablaste con Cinead? —Echó un vistazo a Wesley, que también parecía


aturdido.

Pero Deirdre presionó sus labios juntos nuevamente, no queriendo responder.

— ¡Maldita sea, Deirdre, respóndeme! Cinead nunca se arriesgaría a contactar


contigo después del ataque al complejo del consejo.

Deirdre entrecerró los ojos.

—Puedes decir lo que quieras, pero no voy a creerte. Dijo que hay traidores
entre los guardianes. Y que intentarían evitar que llegara a él.

— ¡Eso es una gilipollez! —Siseó Wesley al oído de Deirdre.

Ella se sacudió y azotó su cabeza hacia él, como si casi hubiera olvidado que
él todavía la estaba reteniendo. Ella le dio una larga mirada.

—Eres un demonio, ¿no?

Wesley negó con la cabeza.

270
—No hay ojos verdes. Lo siento.

Ella bufó.

—Así que los disfrazaste con lentes de contacto de color. Conozco vuestros
trucos.

Virginia se quitó varios mechones de pelo húmedos de la cara y maldijo.

—Escúchame, Deirdre. Wesley no es ningún demonio. Es un brujo, y


ninguno de nosotros está aliado con los demonios. Así que no trates de distraernos
de la verdad. Eres la única que está guiando a los demonios al complejo de Cinead
—Ya había tenido suficiente de las tácticas dilatorias de Deirdre. En un movimiento
rápido, se apoderó de la garganta de la otra mujer—. Y ahora vas a decirme todo lo
que sabes del plan de los demonios, o te juro, te aplastaré la tráquea.

Virginia apretó su mano alrededor del cuello de Deirdre para hacerle entender
que ella decía en serio lo que dijo. Una expresión de pánico apareció en la cara de
Deirdre. Ella comenzó a ahogarse.

—No. Por favor —Deirdre dijo, y Virginia aflojó su agarre—. No existe


ningún plan.

Cuando Virginia apretó de nuevo, Deirdre dijo jadeante:

—Mi teléfono —Sus ojos cayeron a su chaqueta.

Virginia soltó su cuello.

—Puedo demostrar que Cinead me pidió ayuda. En mi bolsillo derecho. Mi


teléfono móvil. Verás el mensaje de texto.

Virginia buscó en el bolsillo de Deirdre y sacó un móvil.

—Desbloquéalo —Ordenó a Deirdre y miró a Wesley para que soltara sus


brazos.

—Aquí —Dijo Deirdre y, después de desbloquear el teléfono, navegó hasta


los mensajes de texto—. Este es el mensaje que recibí de Cinead, pidiéndome que
viniera.

271
Virginia lo leyó.

—Necesito tu ayuda. Ven a mi casa inmediatamente. No hay tiempo que perder. Estoy
en peligro. No confíes en nadie. Tenemos un traidor entre nosotros. Ten cuidado.

—Es de Cinead —Dijo Deirdre y señaló la parte superior de la pantalla—. Es


su número. Me lo sé de memoria. Y lo programé en el mío cuando me instaló en
Portland.

Virginia sacudió la cabeza.

—Esto no es de él. No puede serlo. Jamás se arriesgaría a convocar a un


humano a su complejo. Un ser humano puede ser seguido por los demonios.

Deirdre señaló su móvil de nuevo.

—Pero es él. ¡Maldita sea, él me necesita! Está en peligro —Un sollozo se


arrancó de su pecho.

Virginia intercambió una mirada con Wesley.

—La están usando —Dijo Wesley.

—Lo sé, pero estoy bastante segura de que este es el número de Cinead —
Dijo Virginia. Entonces ella sacudió la cabeza—. Aunque haré que Pearce o Logan
lo revisen. Tenía su número, pero mi teléfono explotó con el complejo, así que…

En el momento en que ella lo dijo, sus ojos se clavaron en los de Wesley, y


supo que estaban pensando lo mismo.

— ¡Mierda! —Maldijo Wes—. Fuera de la sala del consejo. Todos esos


teléfonos.

Virginia asintió con la cabeza.

—Los demonios deben haber conseguido los teléfonos. Los miembros del
consejo corrieron para salvar las vidas. No vi a nadie tratando de agarrar su teléfono.
Estoy segura.

La boca de Deirdre se abrió.

272
— ¿Quieres decir que el texto no es de Cinead? —La incredulidad y el miedo
chocaron en su rostro—. ¡Oh, no! ¿Qué he hecho? —Miró sobre su hombro, el pánico
uniendo a su miedo—. Los demonios, podrían estar en cualquier parte. Tenemos que
conseguir alejarnos de aquí. Lejos de Cinead. Si algo le sucede… —Otro sollozo se
desgarró de su garganta.

Virginia le puso una mano sobre el hombro.

—Nos ocuparemos de eso —Miró a Wesley, buscando tranquilidad, cuando


vio las luces parpadear detrás de él—. Oh, mierda, la policía.

Wes miró sobre su hombro. Un patrullero de policía, con sus luces azules y
rojas parpadeando, se detuvo a unos metros por detrás del Toyota blanco de Deirdre.
Abriéndose la puerta del conductor, mostró el emblema de la Policía de San Mateo,
y un alto oficial de policía salió.

Wes miró a Virginia.

—Permíteme que me ocupe de esto. Estaremos fuera de aquí en un par de


minutos. Solo permanece calmado. No queremos despertar sospechas.

273
Capítulo Treinta y Cuatro

Wesley pegó una sonrisa en su rostro y se movió hacia el patrullero. El oficial


de policía, vestido con su uniforme negro y unas gafas de sol de aviador, ya se dirigía
hacia ellos. Su chaqueta de lluvia estaba abierta en el frente, el amplio borde de su
sombrero protegiendo su rostro de la lluvia.

— ¿Qué está pasando aquí? —Preguntó el policía con una voz dominante,
con una mano en su cinturón donde su arma estaba enfundada.

Wes extendió sus brazos a los lados, asegurándose de que el policía supiera
que no estaba armado.

—Lo siento mucho, oficial, ya nos estábamos moviendo. Nos perdimos y


tuvimos que pedir indicaciones.

El oficial miró más allá de Wesley, a donde Virginia y Deirdre estaban


paradas. Inclinó su barbilla en dirección de ellas.

— ¿Está con esas dos mujeres?

—Eh, sí.

— ¿En dos coches? ¿A quién le estaba pidiendo las indicaciones? —Miró a su


alrededor, presumiblemente para ver si alguien más estaba en la zona.

—Sí, nuestra amiga nos estaba siguiendo, pero creo que tomé un cruce
equivocado. Así que nos detuvimos para consultar qué camino tomar.

—No se puede simplemente parar en el medio de la carretera —Lo reprendió


el oficial de policía—. Sólo hay un carril abierto.

—Entiendo. Y lo siento mucho. Seguiremos nuestro camino.

Wesley estaba a punto de darse la vuelta y marcharse, cuando el policía dijo:

—No dije que pudiera irse. Voy a tener que ponerle una multa.

274
Ante las palabras, los pelos de la nuca de Wesley se alzaron. Había tratado
con muchos policías en su vida, y con el poco tráfico nunca le habrían puesto una
multa. Aparentemente, este policía estaba de mal humor y listo para desquitarse con
él.

Suspirando dijo:

—Muy bien.

—Espere aquí —Dijo el policía y se giró lentamente para caminar de regreso


a su patrullero.

Wes suspiró y miró por encima del hombro. Virginia y Deirdre seguían de pie
al lado del Toyota, esperando. Él se encogió de hombros, luego miró hacia el
patrullero. Fue entonces cuando se dio cuenta: el policía no le había pedido su carnet
de conducir y los papeles del coche. Había sido parado por policías de tráfico antes,
y lo primero que haría un policía era pedir los documentos, para que él pudiera
comprobar que no estaba tratando con un criminal huyendo.

Los latidos del corazón de Wesley aumentaron un poco. Algo andaba mal.
Observó cómo el policía volvía para entrar en el coche, y ahora mostraba su perfil.
No había nada inusual sobre eso, excepto por el hecho de que incluso con la lluvia y
estando a punto de ponerse el sol, el hombre llevaba gafas de sol oscuras. ¿Quién
haría tal cosa?

—Mierda —Wes maldijo por lo bajo.

El policía, con su cuerpo protegido por la puerta del coche abierta, volvió
bruscamente la cabeza hacia Wes y se congeló. Al mismo tiempo un gran camión
apareció en la carretera detrás del coche del policía y frenó a su lado, parándose.

Wes giró alrededor.

— ¡Demonios! —Les gritó a Virginia y Deirdre—. ¡Entra en mi coche!

Sin esperar la reacción de Virginia, Wes giró alrededor. El policía estaba


cargando hacia él, blandiendo una daga, mientras que las puertas del camión se
abrían, y varios hombres más saltaban. Ellos también estaban armados con dagas y
espadas. Pero a diferencia del policía falso, no se habían molestado en ponerse gafas

275
de sol. Tan claros como el día, sus ojos verdes transmitían lo que eran: demonios. El
policía demonio había estado esperando refuerzos, entreteniendo a Wesley con
cuestiones irrelevantes. Bueno, ellos estaban aquí ahora.

— ¡Joder! —Maldijo Wes y levantó sus manos, llamando sus poderes hacia
él. Con el sol todavía a unos minutos de ponerse, tendría que mantener a los
demonios alejados el tiempo suficiente para que llegaran los de Scanguard. Sabía que
sus amigos tenían que estar cerca. ¿Pero qué tan cerca?

Con los brazos levantados, comenzó a cantar en latín.

—Aqua unda liquidum… —Una pared de agua se levantó delante de él,


cortando a los demonios.

— ¡Mátalos! —El policía demonio, claramente su líder, ordenó—. ¡Traeme


viva a la humana!

Wes empujó la pared hacia ellos, dejando que se estrellara contra ellos y
colapsara. La fuerza del agua arrojó a varios de los demonios sobre sus culos, pero el
resto se acercó, incluyendo el que se había disfrazado de policía. Los gritos de batalla
feroz venían de ellos, y la furia se encendía en sus ojos.

Tres demonios se apresuraron hacia él, sus dagas dirigidas a su corazón. De


nuevo Wesley llamó a sus poderes, con otro hechizo, y creó una lanza de agua. La
lanzó a uno de sus atacantes, pegándole directamente en el pecho. Lo tiró hacia atrás
sobre el pavimento. Pero los otros dos siguieron acercándose.

— ¡Mierda!

Wes sacó la daga que los Guardianes Invisibles de Baltimore le habían dado,
y preparó su postura, dispuesto a luchar. El demonio que cargaba hacia él era
enorme. Aún así, no tenía otra opción. Tenía que asegurarse que Virginia y Deirdre
pudieran escapar.

— ¡Es hora de morir, gilipollas! —Gritó, cuando de repente una daga pasó
zumbando a su lado y se alojó en la garganta del demonio.

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Los ojos del demonio se agrandaron. Buscó la daga en su garganta y la sacó.
La sangre verde brotaba de su cuello como una fuente de soda. Se tambaleó hacia
adelante un par de pasos.

— ¡Esquiva a la izquierda, Wesley! —Gritó Virginia desde algún lugar por


detrás de él.

Sin preguntar, siguió la orden, y una segunda daga pasó zumbando a su lado,
golpeando a otro demonio derribándolo como un árbol muerto.

— ¡Maldita sea, Virginia, corre, salva a Deirdre y a ti misma!

Pero ella no lo escuchó, ni siquiera le respondió.

Más demonios corrían hacia ellos ahora, los demonios que habían sido
parados temporalmente por la pared de agua. Se habían recuperado y estaban
corriendo para ayudar a sus hermanos.

— ¡Mierda! —Maldijo Virginia.

Wesley lo vio también: de la parte de atrás del camión, más demonios estaban
surgiendo, un verdadero ejército caía sobre ellos.

— ¡Estamos jodidos! —Dejó escapar Wes.

A su alrededor, los demonios se acercaban, algunos intentando romper desde


su flanco derecho, otros atacando en línea recta.

Un grito le hizo girar la cabeza. Junto al Toyota, el falso policía había


agarrado a Deirdre.

Wes envió una lanza de agua hacia él, lo que le hizo perder el agarre sobre la
mujer, pero un momento después, el demonio recuperó el equilibrio otra vez. Con
una sonrisa burlona, volvió a agarrar a Deirdre.

—Sin dagas —Virginia dijo a su lado. Por el rabillo del ojo la vio desaparecer,
encubriéndose a sí misma, mientras se abalanzaba sobre los demonios del suelo para
poder recuperar sus armas. A pesar de su poder, la lluvia hacía visible su silueta.

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Un demonio saltó sobre ella. Wesley se lanzó hacia ellos y le clavó su daba en
la espalda del gilipollas, y luego lo arrancó de Virginia. Pero más demonios se les
acercaban como un río interminable.

El sonido de motos de repente rugió sobre los gritos y gruñidos de los


demonios.

Wesley giró la cabeza y vio a cuatro figuras en motocicletas que corrían hacia
ellos. A tres de ellos los reconoció de inmediato. Los híbridos: los gemelos de
Amaury, Damian y Benjamin, y Grayson, el hijo de Samson. El cuarto motociclista
estaba cubierto por un grueso chaleco Kevlar y un casco oscuro que, a diferencia de
uno normal, cubría no solo su cara, sino también su garganta y nuca de los rayos UV:
ese solo podía ser Luther, con su uniforme de la prisión.

Los cuatro cargaron hacia el cuerpo a cuerpo, sus motores acelerando,


atacando a los demonios por detrás simplemente cortando por abajo. Grayson y uno
de los gemelos se deslizaron hasta el suelo, dejando que sus motos chocaran contra
un grupo de demonios, mientras rodaban y sacaban las pistolas de sus fundas,
apuntando hacia la multitud. Sin embargo, sus armas causaron pocos daños. Las
balas podrían herir a los demonios, pero no podían matarlos, y a pesar de sus heridas,
muchos siguieron combatiendo.

El segundo gemelo y Luther condujeron directamente a través de la multitud y se


desviaron para encontrarse con Wesley, luego dejaron que sus motos se deslizaran al
suelo y también sacaron sus armas.

— ¡Ya era hora! —Gruñó Wes.

—Lo siento, hermano, un pequeño accidente en la rampa de salida —


Contestó Luther y cargó hacia un demonio, disparando contra él.

— ¡Las balas no pueden matarlos! —Gritó Wesley detrás de él.

Virginia estaba de pie nuevamente, habiendo recuperado sus dagas. Retomó


su postura de lucha, lista para volver a enfrentarse al enemigo, cuando otro grito sonó
desde detrás de ellos.

Wes giró la cabeza en dirección al grito.

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—Mierda, él tiene a Deirdre.

— ¡Me encargo de eso! —Gritó Virginia y pateó a un demonio fuera de su


camino, antes de cargar en dirección al Toyota.

Wesley trató de seguirla, pero el demonio que Virginia había apartado se


levantó y atacó furiosamente.

— ¡Maldito demonio, muere de una vez! —Wesley agarró su daga con más
fuerza y arremetió contra su atacante. Pero otro vino hacia él desde un lado.

— ¡Mierda!

Luchando ahora contra dos demonios, Wes mantuvo a sus atacantes lo mejor que
pudo, recurriendo a su magia cada vez que podía lanzar muros de agua para
distraerlos y desorientarlos. Por un tiempo, pareció funcionar. Pero los demonios,
seguían avanzando.

— ¡Arranque sus cabezas! —Wes gritó hacia Luther y los híbridos. Los
hombres de Scanguards eran valerosos combatientes, pero estaban sobrepasados. Sin
embargo, con la velocidad vampiro a su favor, pudieron al menos mantener a raya a
los demonios, hiriendo e incluso matando a alguno de sus adversarios.

La sangre verde corría a borbotones por doquier. Los híbridos lo estaban


dominando, usando sus afiladas garras para infligir daño a los demonios. Pero
estaban siendo obligados a retroceder ahora. Y Luther, obstaculizado por su pesado
uniforme Kevlar, no podía usar sus garras para luchar. Tenía que confiar en la pura
fuerza bruta para luchar contra sus atacantes.

Entonces, de repente, más hombres llegaron. Wesley tardó una fracción de


segundo para reconocerlos a través de la lluvia: Scanguards.

El sol finalmente se había puesto.

Los vampiros se lanzaron a la refriega: Amaury se acercó por detrás a uno de


sus hijos gemelo y le arrancó la cabeza a un demonio, y en el proceso duchándose en
sangre de demonio verde. Zane, el vampiro calvo, y la mejor máquina de combate
entre ellos, dio unos pasos más lejos. Atacó a un demonio y clavó sus garras en su
pecho, cortando a través de las articulaciones y músculos. Con un gruñido feroz,

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arrancó el corazón del demonio directamente de su cavidad torácica. No era de
sorprender, que algunos de los demonios más cercanos a él entraran en pánico y
comenzaran a huir, pero Zane, Gabriel y Samson, por un lado, les dieron caza.
Entretanto, Haven, John y Amaury cargaron a través de la batalla, dirigiéndose
directamente a los demonios que rodeaban a Wesley.

— ¿Necesitas ayuda, hermanito? —Dijo Haven.

Nunca había estado tan feliz de ver a su hermano. O al resto de los


Scanguards.

— ¡Te tomaste tu maldito tiempo!

Wes continuó usando todos los poderes a su alcance para mantener a raya a
sus atacantes.

El sonido de otro motor de automóvil rugió en la escena. Con un grito, Wes


vio a Thomas, Eddie, Blake y Quinn saltar y lanzarse a la pelea. Con la llegada
repentina de otros cuatro vampiros, más demonios giraron en redondo y huyeron.

Con Haven, Amaury, y John combatiendo a los demonios que rodeaban a


Wesley, finalmente estuvo libre para ir en ayuda de Virginia. Giró sobre sus talones,
pero cuando su mirada encontró el lugar en el que había visto por última vez a
Deirdre y el policía demonio, habían desaparecido.

— ¿Virginia? —Gritó, pero no recibió respuesta.

Oh, Dios, ¿los demonios habían llegado a ella antes de que los vampiros
hubieran llegado? Giró alrededor de su propio eje, buscando, esperando, rezando. La
batalla continuaba, y los vampiros aprovechaban su velocidad superior, desarmando
a los demonios y usando sus propias armas contra ellos. Más demonios huían y, a lo
lejos, Wesley los vio proyectando sus vórtices y desapareciendo.

Por primera vez desde que la lucha comenzó, Wesley comenzó a entrar en pánico.
Aterrorizado ante la posibilidad de que algo malo le hubiera sucedido a Virginia,
Wes corrió a través de los adversarios peleando, esquivando golpes accidentales, y
saltando sobre cadáveres.

280
Entonces un grito familiar lo hizo girar hacia la izquierda. Allí, al otro lado
del Toyota, Virginia estaba luchando contra dos demonios, uno de ellos el policía
demonio. Ella estaba tratando de proteger a Deirdre de ellos, pero estaba a punto de
perder la pelea.

— ¡Zane! ¡Amaury! ¡Cualquiera! Virginia necesita ayuda. ¡Detrás del Toyota


blanco! —Wes gritó pidiendo ayuda, y ya estaba corriendo hacia la escena. Antes de
alcanzarla, otro demonio lo golpeó desde un costado, y se estrelló contra el asfalto
mojado. Perdió su daga en el impacto y giró la cabeza hacia un lado. Frenético, la
alcanzó, logrando agarrar el mango, pero el demonio ya estaba sobre él, su daga
apuntando a su pecho.

— ¡Joder!

Antes de que la daga alcanzara su objetivo, dos manos con garras afiladas se
envolvieron alrededor del cuello del demonio, cortándolo y arrancándole la cabeza.
Sangre verde llovió sobre Wesley, cegándolo por un instante.

—De nada —Dijo Zane casi sonriendo y lo ayudó a levantarse.

Conociendo a Zane, este tipo de lucha le encantaba.

— ¿Virginia? —Logró decir Wes, aún sin aliento, y giró la cabeza en dirección
al Toyota.

Amaury y John estaban protegiendo a las dos mujeres. Pero otros dos demonios se
habían unido a la lucha, y ahora el falso policía se estaba alejando de los vampiros
arrastrando a Deirdre con él, mientras dejaba a sus demonios para luchar contra
Virginia y los vampiros. Virginia intentó seguirlo, pero los demonios le impedían ir
detrás de Deirdre. Ella no podía pasar a través de ellos.

— ¡Joder! —Siseó Wesley.

No podían dejar que Deirdre cayera en las manos de los demonios. Ella sabía
todo sobre los Guardianes Invisibles, y finalmente la tortura le haría derramar todos
sus secretos.

Wesley corrió alrededor del otro lado del coche y fue tras el policía demonio
que peleaba con Deirdre. Llegó a ellos cuando el demonio convocaba un vórtice.

281
Desesperadamente, Wesley saltó hacia ellos y logró empujar a Deirdre a un lado. El
demonio perdió su agarre sobre ella, y cayó al suelo.

El demonio lanzó una rápida mirada más allá de Wesley, y a juzgar por la
expresión de su rostro, él supo que había perdido la batalla. Saltó hacia el vórtice.

— ¡No tan rápido, amigo! —Wes arremetió detrás de él, y el vórtice lo


envolvió.

La oscuridad lo rodeaba, pero sus manos agarraron algo: había atrapado la


pierna del demonio y tiró hacia atrás, haciéndole tropezar.

Juntos cayeron, peleando, dando puñetazos, patadas.

Wes se concentró en sus poderes de brujo y empujó contra el demonio,


pateándolo. Pero el demonio no se dio por vencido, no claudicó.

— ¡Maldito brujo! ¡Te enseñaré a ocuparte en tus propios malditos negocios!

De repente el dolor como si fragmentos de vidrio penetrantes se clavaran en


su cabeza. Wes presionó sus manos contra su cabeza para evitar que explotara,
cuando los pensamientos del demonio penetraron en su mente como puñales. El
dolor era insoportable, cegador.

Imágenes y palabras se arremolinaron en un ataque mental cruel cuando el


demonio trató de dominarlo. A medida que el dolor aumentaba, sintió una daga
acercarse, supo que este era el final, pero en lugar de sentir la hoja traspasar su carne,
oyó un chasquido explosivo al golpear algo duro. El arma fue destrozada,
rompiéndose en dos, la hoja y la empuñadura.

Todo giraba en torno a Wesley. Fue dando tumbos, agarrándose a ciegas en


al fino aire. Tratando de aferrarse a algo.

— ¡Wesley, no me dejes!

La voz no era del demonio.

—Virginia…

282
Una mano se apoderó de su hombro, luego otra se enganchó por debajo de su
axila. De repente y con fuerza, fue lanzando hacia atrás. Por un instante, hubo un
destello de luz.

Luego todo fue oscuridad. Silencio.

283
Capítulo Treinta y Cinco

Ayudada por John, Virginia finalmente logró sacar a Wesley del vórtice del
demonio. En el momento en que su cuerpo estuvo libre del remolino de niebla y
nubes negras, la fuerza de su acto la hizo tropezar hacia atrás y perder el equilibrio
en el suelo mojado. Rápidamente se equilibró y miró a Wesley, que estaba tendido
en el barro del camino. La sangre se filtraba por una herida en su cabeza, y sus ojos
estaban cerrados. No se movía.

— ¡Oh, no! Wesley, ¡no!

¿Había llegado demasiado tarde?

Presa del pánico, se arrastró temerosa hacia él, empujando las lágrimas de sus
ojos. Se apoderó de sus hombros.

— ¡Por favor, Wesley, no me dejes! ¡No puedes hacerme esto!

Junto a ella, John se acercó y puso su mano sobre el pecho de Wesley, luego
se sentó sobre sus talones.

—Virginia, él está vivo.

Ella giró su cabeza hacia él, pero a través de las lágrimas apenas podía verlo.

—Su cabeza, está sangrando.

—Esa es una herida extraña.

— ¿Qué quieres decir?

John se encogió de hombros.

—No lo sé. Sólo sé que se ve rara, casi como si viniera del interior —Luego
se detuvo y negó con la cabeza—. Haré que se detenga. Confía en mí —John se
inclinó sobre la cabeza de Wesley y puso su boca abierta sobre la herida.

Virginia gritó y tiró de él hacia atrás.

284
— ¡No!

John le arrebató la mano y la mantuvo inmóvil.

—Escúchame: cerraré su herida con mi saliva. Detendrá la hemorragia.

Temblando, miró a los ojos de John. Lentamente, ella asintió. Tenía que
confiar en él.

John llevó su boca a la cabeza de Wesley y lamió la herida, lamiendo la sangre


que manaba de ella. Luego se retiró. Cuando volvió a mirarla, ella notó sus colmillos.
Se habían extendido por completo y se asomaban de sus labios.

Ella jadeó ante la vista, pero se obligó a relajarse, y miró a Wesley en su lugar.

—Todavía está sangrando —Dijo John, la preocupación evidente en su voz—


. Tengo que darle sangre de vampiro para sanarlo.

— ¿No lo convertirá eso en un vampiro?

—No. El latido de su corazón es fuerte. Tendría que estar al borde de la


muerte para ser convertido —John se llevó su propia muñeca a los labios y perforó
la piel con sus colmillos—. Mantenle la boca abierta.

Ella siguió las instrucciones de John y le vio gotear sangre en la boca de


Wesley. Por un momento no pasó nada, pero entonces lo vio, todavía inconsciente,
tragar.

—Se pondrá bien —Dijo John con calma.

Virginia estaba a punto de soltar un suspiro de alivio, cuando un grito sonó


por detrás de ella. Girando alrededor y para su horror vio a demonio gravemente
herido arremeter, su daga brillando en su mano. En su posición de cuclillas, ella no
podía moverse lo suficientemente rápido, sólo pudo levantar los brazos para evitar lo
peor.

Pero antes de que la daga del demonio pudiera alcanzarle el corazón, una
mujer se lanzó a sí misma entre ella y su atacante. Deirdre. Había sido su grito el que
había advertido a Virginia. Ahora Deirdre gritó de nuevo, esta vez de dolor. La daga
del demonio se había clavado en su pecho. Virginia la atrapó y miró fijamente al

285
demonio. Sus ojos verdes parpadeaban con odio. Virginia alcanzó su propia daga,
pero nunca tuvo la oportunidad de usarla.

Desde detrás del demonio, el vampiro calvo, Zane, apareció y agarró la


cabeza del demonio, la retorció con tanta fuerza que se escuchó un chasquido, luego
tiró de ella en la dirección opuesta, antes de usar sus garras afiladas para cortarla
directamente del cuello del demonio.

La sangre verde brotó por doquier. Zane asintió con la cabeza como para
reconocer las silenciosas gracias de Virginia. No había tiempo para las palabras
ahora.

—Deirdre, quédate conmigo —Instó Virginia a la ex consejera que ahora


estaba en sus brazos, sangrando profusamente por la herida de su pecho.

Un sonido gorgoteante vino de ella. Sus ojos estaban abiertos, pero la luz
parecía atenuarse en ellos.

—No, Deirdre, no puedes morir —Las lágrimas caían de los ojos de Virginia.
Deirdre le había salvado la vida. No podía dejarla morir. Desesperadamente,
presionó su mano sobre la herida, tratando de detener la hemorragia, pero el pegajoso
líquido rojo seguía fluyendo—. Por favor, Deirdre —Se encontró con la mirada de la
mujer moribunda.

—Nunca quise herir a nadie… —Murmuró Deirdre.

—No hables ahora. Te llevaremos a un médico —O un vampiro para curarla.

—Demasiado tarde… Cuida a Cinead… mantenlo a salvo…

—Deirdre, no, no puedes dejarnos —Miró a Zane—. Ayúdala. Cúrala.

El vampiro se agachó.

—Ella se está muriendo. No puede ser sanada. Solo puede ser convertida.

Virginia sintió una mano en su hombro y giró la cabeza hacia un lado.

John miró.

—Lo haré, si eso es lo que quieres. La convertiré en un vampiro.

286
Virginia bajó la mirada a Deirdre. Sus ojos empezaban a cerrarse.

—Tan cansada —Murmuró, casi de forma inaudible.

—Hazlo, John. No dejaré que nadie más muera si está a mí cargo nunca más
—Demasiados habían muerto en el pasado debido a sus errores—. Sálvala.

—Voy a abrazarla —Ofreció Zane y suavemente tomó a Deirdre de los brazos


de Virginia. Luego le hizo un gesto a Wesley—. Quédate con Wes.

Virginia se movió hacia el lado de Wesley, tomando su mano, y miró hacia


donde la batalla había tenido lugar. La lucha se había detenido. Los cuerpos de los
demonios estaban esparcidos a lo largo de toda la carretera. Rayas de sangre verde
pintaban el suelo, haciendo que pareciera hierba fresca. Al menos dos docenas de
vampiros estaban ocupados verificando los cadáveres de los demonios, asegurándose
de que realmente estaban muertos, mientras que otros cargaban los cuerpos en su
camión.

Había sangre roja entre el verde, también. Algunos de sus rescatadores habían
resultado heridos. Buscó a los heridos y encontró a algunos de ellos sentados a un
lado de la carretera, bebiendo botellas de líquido rojo, mientras que una hermosa
mujer de cabello largo y oscuro, con una bolsa de médico se las tendía hacia ellos.

—Esa es Maya —Dijo Haven. Ella alzó la mirada. Caminaba hacia ella—. Es
nuestra doctora interna.

Haven se agachó junto a Wesley, frente a ella.

—Saltó detrás del demonio. Lucharon en el vórtice —Le dijo a Haven.

—Se repondrá —Haven pasó su mano sobre la cabeza de Wesley, donde la


herida ya estaba cerrándose.

—John le dio su sangre.

Haven asintió con la cabeza.

—Lo está curando. Estará tan bien como si fuera nuevo —Haven se rió entre
dientes inesperadamente—. Probablemente sólo esté fingiendo estar inconsciente
para no tener que ayudar con la limpieza.

287
Virginia se encontró con los ojos de Haven, y a pesar de sus alegres palabras,
vio la preocupación en ellos.

—No sé cómo agradecerles a todos. Tú y tus colegas han hecho más de lo que
esperaba.

Él sonrió y miró a su hermano.

—La familia lo es todo para nosotros —Levantó la mano para saludar a


alguien.

Virginia miró sobre su hombro. Samson se dirigía hacia ellos. Había


salpicaduras de sangre verde y roja en su chaqueta, pero parecía ileso.

Virginia se levantó y tendió su mano hacia él.

—Gracias, Samson. Tú salvaste nuestras vidas, sin tu gente no lo habríamos


logrado.

Samson estrechó su mano y miró por detrás de ella.

— ¿Wes está bien?

—Está bien —Dijo Haven—. Haremos que Maya lo revise en el cuartel


general.

Samson asintió, luego volvió su mirada a Virginia.

—Perdón por habernos demorado tanto en llegar aquí. Hubo un par de


accidentes en la autopista por la lluvia, uno justo en la rampa de salida. El coche de
los híbridos se quedó atascado allí, así que tuvimos que enviarlos por delante en las
motos. Junto a Luther.

— ¿Ese era Luther? ¿Con ese traje oscuro? Pero todavía era de día cuando
llegó.

—Es un traje especial de Kevlar que usan en la prisión de los vampiros. Lo


protege del sol —Explicó Samson. Luego hizo una seña hacia donde John y Zane
permanecían cuidando a Deirdre—. ¿La humana que estabas siguiendo?

Virginia asintió con la cabeza.

288
— ¿Ya que la salvaste, estoy asumiendo que ella no era una traidora?

—La utilizaron. Ella no lo sabía. En la destrucción de nuestro complejo, los


demonios se apoderaron del móvil de uno de los miembros de nuestro consejo, y lo
usaron para enviarle un mensaje. Ella pensó era del miembro del consejo, su
hermano. Los estaba conduciendo directamente a su complejo sin saberlo —Virginia
tragó saliva—. Los móviles; no sabemos cuántos nombres y números, más tienen los
demonios. Tengo que llamar al complejo de Baltimore.

Samson asintió con la cabeza.

—Déjame saber qué más necesitas, ¿vale?

—Gracias —Ella sacó su teléfono celular de su bolsillo y apretó el único


número que había programado den él.

Sonó una vez, luego la llamada fue contestada.

—Virginia, soy Logan.

—Escucha atentamente, necesito que actúes rápidamente —Esperaba que no


fuera demasiado tarde—. Los teléfonos móviles de los miembros del consejo han sido
comprometidos. Así fue como llegaron a Deirdre. Usaron el móvil de Cinead para
enviarle un mensaje. Ella iba de camino a su finca en el norte de California.

— ¡Joder! —Maldijo Logan—. ¿Él está bien?

—Creo que sí. Pero no he podido confirmarlo. Es muy arriesgado ir para allí
ahora. Pudimos interceptar a Deirdre antes de que ella pudiera acercarse a cualquier
parte cerca de su complejo, pero los demonios atacaron.

— ¡Mierda! ¿Qué ha sucedido?

—Te lo contaré más tarde. Pero necesito que hagas algo ahora. Los móviles.
Los demonios que atacaron el complejo del consejo se apoderaron del de Cinead.
Tenemos que asumir que también pueden tener los teléfonos de los otros miembros.
Cualquier número que fuera programado en estos dispositivos estará comprometido.
Tienen que ser desconectados. Tienes que ponerte en contacto con cada complejo y
establecer nuevas líneas seguras para todos los afectados. ¿Puedes hacer esto?

289
—Nos encargaremos de ello.

— ¿Es mi línea segura?

—Probablemente lo sea, pero no podemos estar al cien por cien seguros. ¿Hay
otro número en el que podamos localizarte?

Miró a Samson, quién asintió de inmediato.

—Samson, el propietario de Scanguards, te dará un número seguro en un


minuto. Estaré en la sede de Scanguards dentro de una hora. Una vez que nuestras
líneas de comunicación sean seguras de nuevo, necesitaré hablar con Cinead y con
los demás miembros del consejo. Gracias, Logan.

Le entregó el teléfono a Samson, y se volvió para mirar de nuevo a Wesley.


Haven lo estaba levantando.

— ¿A dónde lo estás llevando?

—Vamos a llevarlo de vuelta a la Sede en una de las furgonetas —Hizo un


gesto hacia una de las grandes camionetas estacionadas detrás del camión de los
demonios.

— ¿Y los coches? No podemos dejarlos aquí y bloquear la carretera. La


policía…

—Todo está controlado —Interrumpió Haven—. Nuestros muchachos


conducirán los coches de vuelta al cuartel general.

—De acuerdo —Su mirada se dirigió hacia Deirdre. John y Zane la


levantaron y se la llevaron. Su corazón se oprimió. Deirdre había sacrificado su vida
por la de Virginia.

—Pronto sabremos si se está convirtiendo —Dijo Haven, como si sintiera su


pregunta implícita.

Ella lo miró.

—Espero que me perdone cuando despierte.

— ¿Qué te perdone?

290
—Deirdre odiaba… uh, odia los vampiros. Ella, como muchos de nosotros,
consideraba que no hay honor, ni nada bueno en ellos —Ella bajó sus párpados,
avergonzada de que ella misma hubiera hecho esas suposiciones sin conocer todos
los hechos, sin siquiera haberse encontrado con un vampiro cara a cara—. No
sabíamos nada de nada.

—Ella pronto descubrirá que no somos tan diferentes a los de tu especie.


Luchamos por aquellos que amamos, tan ferozmente como tú —Haven miró a su
hermano mientras lo llevaba hacia la furgoneta—. No importa de qué especie sean,
brujo, vampiro, humano o Guardián Invisible. El amor nos une.

La esperanza se extendió en su pecho.

—Nos hace familia.

291
Capítulo Treinta y Seis

Zoltan maldijo.

— ¡Vampiros!

Cerró la puerta de su habitación privada, furioso por este último fracaso.


¿Cómo podían los Guardianes Invisibles haber conseguido la ayuda de los vampiros?
Esos chupasangres no se aliaban con nadie. Se mantenían para sí mismos, ni siquiera
se preocupaban los unos por los otros como una especie. ¿Y ahora de repente estaban
acudiendo en ayuda de los guardianes?

— ¡Qué mierda!

Todavía vestido con el uniforme del oficial de policía del que primero se había
alimentado, luego lo había matado para quitarle el coche, Zoltan comenzó a
desvestirse. Tiró la ropa manchada de sangre y barro en un rincón. ¡Tanto por su
plan infalible! Todo había funcionado perfectamente al principio. La mujer humana
había seguido el mensaje de texto sin cuestionarlo, su preocupación por el remitente
era evidente por su respuesta. Había esperado que apareciera algún Guardián
Invisible y se había preparado para ello, llevando consigo una abundancia de
demonios para aplastar cualquier intento de frustrar su bien planificada operación.

Pero sus demonios no habían sido ninguna competencia con la aparición


inesperada de los vampiros. Vampiros que, a pesar de su falta de armas forjadas en
los Días Oscuros, habían podido infligir heridas mortales usando su velocidad, sus
colmillos y sus garras.

Tuvo que mirar como varias de las cabezas de sus súbditos fueron arrancadas
de sus cuerpos. Un vampiro incluso había llegado a arrancar un corazón, arrojando
al demonio a un lado como si fuera un muñeco de trapo. Aunque los demonios
habían luchado valientemente, no habían podido infligir ninguna herida letal. El
único metal que podía matar a un vampiro era la plata, y ninguna de las armas
forjadas en los Días Oscuros eran de ella. Incluso Zoltan no había podido matar a ni

292
un solo chupasangres. Parecía que tendría que conseguir nuevas armas para sus
hombres, ahora que tenían que luchar contra dos enemigos muy diferentes.

¡Y luego ese brujo! Tuvo el descaro de saltar al vórtice con él. Pero Zoltan le
había enseñado, y desatado un aluvión de explosiones mentales contra su enemigo.
Debería haberle convertido el cerebro en papilla inmediatamente, pero el brujo había
sido fuerte, demasiado fuerte, y alguien le había ayudado. Lo sacó justo antes de que
Zoltan hubiera podido evocar más de su poder para destruir al brujo de una vez por
todas.

Pero este no sería su último encuentro. Ahora que sabía qué tipo de aliados
habían conseguido alistar los Guardianes Invisibles, iba a estar mejor preparado para
la próxima pelea. La fuerza bruta no iba a conseguir nada más. Era necesario
encontrar otra forma para conseguir terminar con los Guardianes Invisibles. Llegar
a ellos desde el interior.

*****

Un dolor sordo hizo gemir a Wesley y se sentó de repente. Luces estériles


brillaban a su alrededor, lastimando sus ojos. Le tomó uno o dos segundos para que
sus ojos se ajustaran y para darse cuenta de dónde estaba: en el centro médico de
Scanguards, una pequeña ala de la sede central, con salas de exámenes, un quirófano,
un laboratorio, una sala de rayos X y un gran almacén refrigerado con sangre y
medicación para un montón de enfermedades, la mayoría de las cuales eran para los
trabajadores humanos.

Wesley estaba acostado sobre una camilla en una de las grandes salas de
exámenes.

— ¿Virginia? —Fue el primer pensamiento que vino a su mente.

—Bueno, ahí está nuestro paciente.

La voz pertenecía a Maya, quién ahora llegó alrededor de la cortina que


separaba las zonas de tratamiento de la sala. Tiró de la cortina hacia atrás.

293
— ¿Dónde está? ¿Ella está bien?

Maya sonrió.

—Ella está perfectamente bien. Pero estábamos un poco preocupados por ti


—Alcanzó su muñeca y le tomó el pulso.

—Yo estoy bien. ¿Dónde está ella?

Maya suspiró.

—Está con Samson y Gabriel —Sacó su móvil del bolsillo y escribió un


mensaje rápido—. Simplemente le estoy haciendo saber que estás despierto. Ahora
déjame examinarte. Quiero asegurarme que no tienes ninguna conmoción cerebral.

—Soy un brujo, Maya.

Ella rodó sus ojos.

—Eso no te hace invencible.

Ella señaló su cabeza, recordándole el dolor sordo que todavía podía sentir en
un lado de su cráneo.

—Puedes agradecerle a John por cerrarte la herida y darte sangre de vampiro.


Podrías haber perdido mucha más sangre si él no hubiera actuado tan rápido.

—Me aseguraré de darle las gracias.

Estaba agradecido, pero ahora su necesidad de ver a Virginia era mayor que
su preocupación por sus heridas. Tenía que tranquilizarse a sí mismo viendo que
estaba bien. Después de la experiencia que había tenido en el vórtice, luchando
contra el demonio, necesitaba ver con sus propios ojos que Virginia no había sido
herida. Y se negaba a que lo viera acostado sobre una camilla como un perdedor.

Sacó sus piernas fuera de la cama del hospital y se levantó. Al instante se


tambaleó.

— ¡Guau! —Maya lo atrapó y lo presionó hacia abajo en la cama—. Las


heridas en la cabeza no son una broma.

294
Wes presionó su mano en el lugar donde el dolor era peor, pero no podía
sentir ninguna herida o cicatriz. La sangre del vampiro se había asegurado que curara
perfectamente. Entonces, ¿por qué todavía le dolía la cabeza?

—Ese demonio debió haberme herido con su daga —Murmuró.

Maya negó con la cabeza.

—De acuerdo con John, no fue así. Dijo que la herida en la cabeza no fue
causada por una cuchillada. Dijo que parecía más como si algo hubiera estallado
desde dentro.

— ¿Qué?

—Ya sabes, como un pájaro tratando de salir del huevo, golpeando la cáscara
desde el interior.

—Eso es imposible. Él debe estar equivocado.

Maya se encogió de hombros.

—No se puede verificar, puesto que ya está curado. Pero él sigue ciñéndose a
su historia. ¿Todavía te duele?

—Me he sentido peor.

—Hmm. Entonces, ¿qué sucedió en ese vórtice?

La puerta se abrió sin previo aviso y Virginia entró corriendo.

—Estás despierto —Ella marchó hacia la camilla y lo abrazó.

Wesley la atrajo a su pecho y la besó.

— ¿Y tú? ¿No resultaste herida?

—Estoy bien.

— ¿Y los demás? —Miró a Maya, pero sabía que habría visto en su rostro si
alguien de Scanguards hubiera resultado herido.

—Solo unos pocos rasguños —Confirmó Maya.

295
Dirigiéndose a Maya, Virginia lo liberó.

— ¿Él está bien?

Maya sacudió la cabeza, y Wesley quiso protestar, pero ella lo interrumpió.

—Aún le duele la cabeza. No debería, no después de la sangre que John le


dio. Así que solo puedo suponer que lo que le sucedió en el vórtice tiene un efecto
duradero.

— ¿No puedes averiguar qué es? ¿No puedes darle algo? —Preguntó Virginia,
su preocupación evidente.

—Hey, señoras, estoy aquí. No hay necesidad de hablar de mí como si no os


pudiera escuchar.

Aún ignorándolo, Maya continuó.

—Yo estaba ahora tratando de descubrir qué le sucedió en el vórtice.

Ambas mujeres volvieron sus miradas hacia él.

—Oh, ahora quieren hablar conmigo.

Ambas pusieron los ojos en blanco, como si lo hubieran ensayado cientos de


veces.

— ¿Qué te hizo el demonio? —Preguntó Virginia.

—Fue diferente esta vez.

— ¿Qué quieres decir?

— ¿Te acuerdas cómo pudimos leer la mente del otro demonio cuando nos
agarramos a él en su vórtice?

Ella asintió.

—Esta vez no fue realmente así. Fue doloroso. Él lanzó una andanada de
pensamientos e imágenes hacia mí. Realmente no puedo describirlo. No fue nada
concreto. Traté de luchar contra él. Usé mi brujería, pero sólo empeoró las cosas,
como si eso le permitiera entrar en mi mente —Se había sentido como una invasión.

296
Con una mirada de preocupación en su rostro, Maya dijo:

—Los demonios pueden influir en los demás con sus mentes. Intentan
hacernos hacer cosas, tratan de manipularnos con sus pensamientos. Cuanto más
débil es la personalidad, más fácilmente pueden ponerlos de su lado —Ella negó con
la cabeza—. Pero no deberías haberlo sentido tan intensamente. Hubieras podido
luchar contra eso. Para empujarlo fuera de tu mente.

Wesley contempló sus palabras.

—Creo que… cuando traté de usar mi brujería… creo que me hizo vulnerable.

— ¿Cómo?

—Tuve que abrir mi mente para recoger mis poderes y…

—… y el demonio se coló dentro —Virginia terminó su frase—. Oh, Dios mío


—Ella apretó sus manos—. Pero ya se acabó. Debe haberlo hecho.

Él se encontró con su mirada preocupada.

—No estoy seguro.

—Wes… quizás es la secuela de la lesión.

—Hay otra cosa —Él vaciló, porque no estaba seguro de sí mismo.

Virginia contuvo su aliento.

—Se siente como dejó algo tras él.

Ambas, Virginia y Maya jadearon y miraron hacia él, presas del pánico.

—Creo que algunos de sus recuerdos todavía están aquí —Él golpeó su
cráneo—. En algún lugar de aquí, algo importante. Algo que descubrí en el vórtice
—Suspiró—. Pero no lo recuerdo. Sólo sé que es importante.

Sonó el móvil de Virginia. Lo sacó de su bolsillo, pero antes de que ella


contestara, dijo:

297
—Lo resolveremos, lo haremos —Entonces contestó a la llamada—. ¿Sí? —
Un momento más tarde, ella dijo—. Estaremos en dos minutos —Desconectó la
llamada y volvió a guardar su teléfono.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Wesley.

—Cinead y Barclay han llegado.

— ¡Los miembros del consejo! ¿Estás aquí? ¿En Scanguards?

—Tenía que contarle a Cinead lo sucedido a Deirdre. Lo convencí de que


viniera.

Recordando la frenética batalla, Wes contuvo la respiración mientras


preguntaba:

— ¿Resultó herida? —Lanzó una rápida mirada alrededor de la habitación,


pero no había otro paciente—. Oh, Dios mío, ¿está muerta?

—Te informaré de camino hacia arriba —Dijo Virginia y lo ayudó a


levantarse.

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Capítulo Treinta y Siete

Todavía preocupada de que todo lo que Wesley hubiera experimentado en el


portal de los demonios pudiera tener un efecto duradero, Virginia abrió la puerta de
la pequeña sala de conferencias donde se estaba llevando a cabo la reunión con sus
compañeros del consejo.

Todos estaban ya reunidos cuando ella y Wesley entraron.

Samson, Amaury y Gabriel estaban de pie cerca de la cabecera de la mesa,


mientras que Cinead y Barclay esperaban cerca de la puerta. Parecieron aliviados
cuando la vieron.

—Cinead, Barclay, estoy tan contenta de que hayan venido —Les saludó ella.

Barclay asintió y miró a Wesley.

—Realmente no tuvimos otra opción. Me alegro de que estés bien —Hizo una
seña a los tres vampiros. Nos hemos presentado. Tus, uh, nuevos amigos nos han
dado más detalles sobre lo que ocurrió.

Cinead parecía nervioso, su voz temblando levemente cuando habló.

—Hay mucho que no logro entender aún. Deirdre… debe estar asustada…

—Ella está siendo cuidada —Aseguró Virginia.

—No ha cambiado todavía —Agregó Samson—. Sabremos más en unas


pocas horas. Mi gente se está asegurando de que tenga todo lo que necesite cuando
ella vuelva.

Cinead asintió con gratitud. Luego dio un paso hacia Wesley.

—Supongo que te debo a ti y a tus amigos una deuda de gratitud.

—No nos debes nada —Dijo Wesley rápidamente—. Todo lo que queremos
es una oportunidad para reunirnos con usted y hacer una propuesta.

— ¿Nos sentamos? —Preguntó Samson y señaló la mesa y las sillas.

299
Cinead se volvió hacia la mesa cuando repentinamente Wesley puso una
mano sobre su hombro.

— ¿Consejero?

Cinead miró por encima de su hombro, con una expresión de sorpresa en su


rostro.

— ¿Sí?

Wesley señaló la cadera de Cinead.

—Esa daga. La he visto antes.

Virginia siguió la mirada de Wesley. En la cadera de Cinead, una antigua


daga ceremonial estaba envainada.

—Lo dudo mucho. Solo los consejeros tienen este tipo de daga. Y la última
vez que me viste, todos estábamos sentados. No hubieras podido ver las dagas. Debes
estar equivocado.

Wes negó con la cabeza.

—No, la he visto. Recuerdo los nueve anillos entrelazados en la empuñadura.


Pueden parecer como si estuvieran hechos de conchas con incrustaciones de oro.
Estoy seguro de haber visto una daga como esta antes.

Virginia puso su mano sobre el brazo de Wesley le hizo mirarla.

—Como Cinead dice, eso no es posible. Sólo existen nueve puñales. Fueron
hechos especialmente para los miembros originales del Consejo de los Nuevo y luego
se han transmitido de consejero en consejero.

Él suspiró, pareciendo confuso y casi decepcionado.

—Entonces debo haberte visto con una cuando me arrestaste y me llevaste


ante el consejo. Eso es todo.

Se dirigió hacia la mesa, pero Virginia lo detuvo.

300
—Nunca he tenido la misma daga de Cinead y Barclay, y los demás miembros
del consejo.

—Pero…

—Ella está en lo cierto —Dijo Barclay y se acercó—. La daga del predecesor


de Virginia nunca se recuperó.

— ¿Era ese Finlay? —Preguntó Wes.

Barclay se sobresaltó.

— ¿Cómo sabes sobre Finlay?

—No importa ahora. Pero si Virginia nunca tuvo la misma daga, entonces yo
no podría haberla visto en ella. Pero sé que la he visto. En algún lugar. Rota en
pedazos —Apartó la vista de Barclay y buscó en los ojos de Virginia—. Tienes que
creerme. He visto esta daga exacta —Levantó su mano hacia la herida curada en la
cabeza—. Está aquí. Lo sé.

Ella miró hacia él, recordando sus palabras anteriores.

—El demonio…

—Creo que sí —Dijo Wesley.

— ¿Pero no puedes recordar dónde estaba? —Le preguntó ella.

—No. Pero vi que se rompía. El demonio lo vio —Se dirigió a los tres
vampiros—. Cuando estaba en el vórtice con el demonio, vi cosas. Sentí y escuché
cosas que yo no podría haber visto o escuchado o sentido. Pero lo hice. Algo que me
pasó cuando el demonio intentó invadir mi mente. Lo intenté repeler con brujería,
pero de alguna manera tuve que haber accedido a sus recuerdos en algún momento.

Los tres vampiros se miraron los unos a los otros, inquietud y preocupación
viajando a través de sus rostros.

— ¿Todavía lo sientes a él? —Preguntó Amaury.

301
—No. Ya no estoy conectado a él, si eso es lo que te preocupa —Dijo Wesley
rápidamente—. Pero sé que vi algo importante. Simplemente no puedo recordarlo.
La herida, ya sabes. Tal vez Maya esté en lo cierto y tenga una contusión cerebral.

—O quizás simplemente necesites ayuda para recordar —Dijo Gabriel.

Virginia vio que Wesley y Gabriel intercambiaban una mirada.

—Creo que sí. ¿Lo harías?

—Si crees que es importante.

Wesley asintió.

Los pelos de la nuca de Virginia se erizaron.

— ¿Qué está pasando?

Wes tomó su mano.

—Gabriel tiene un don. Puede desbloquear los recuerdos de las personas y


ayudarlas a recordar lo que han olvidado.

Ella contuvo el aliento.

— ¿Cómo? —Su mirada se dirigió al vampiro de aspecto aterrador con la cola


de caballo y la gran cicatriz que recorría el lado izquierdo de su rostro.

—No te alarmes, Virginia —Dijo Gabriel—. No es para nada invasivo.


Wesley no sentirá nada, pero le ayudará a descubrir lo que ha olvidado.

Ella miró a Wesley.

—Confía en mí —Dijo Wesley.

Ella había hecho eso mucho en los últimos días: confiar en Wesley, confiar
en sus amigos. Lentamente, ella asintió con la cabeza.

—Sólo le llevará unos minutos —Prometió Gabriel, y caminó hacia Wesley,


deteniéndose a solo treinta centímetros de él—. Solo cierra los ojos y relájate.

302
Virginia miró con la respiración contenida mientras Wesley seguía las
instrucciones del vampiro, y Gabriel puso sus manos sobre la cabeza de Wesley. Por
el rabillo del ojo, notó que Cinead y Barclay intercambiaban una mirada de duda.
No podía evitar estar de acuerdo con ellos. ¿Quién había oído hablar de un vampiro
restaurando recuerdos?

Pero cuando miró a Samson y a Amaury, no vio tal duda en sus caras.
Simplemente estaban esperando con anticipación, como si estuvieran al cien por cien
seguros de que su compañero vampiro pudiera cumplir lo que había prometido.

Cuando un jadeo ahogado llegó de repente de Wesley, Virginia lanzó sus ojos
hacia él. Gabriel todavía tenía sus manos en la cabeza de Wesley, y él también tenía
sus ojos cerrados, pero ambos parecían sacudirse varias veces como si estuvieran
reviviendo algo aterrador.

De repente, ambos retrocedieron, cortando la conexión, y abrieron los ojos.

—Eso fue intenso —Dejó escapar Wesley.

Gabriel movió la cabeza de un lado al otro.

—Nunca he experimentado algo así. Tenías razón sobre el demonio. Te las


arreglaste para sacar algunos de sus recuerdos mientras intentabas luchar con él con
tu brujería.

—Estuvo cerca.

—Unos segundos más en tu mente y no estarías parado aquí —Dijo Gabriel—


. Tuviste suerte.

— ¿Qué? —Con el corazón palpitando, Virginia agarró el brazo de Wesley e


hizo que la mirara—. ¿Qué quiere decir Gabriel con eso?

Wesley tomó la mano de ella y la apretó.

—Creo que me está diciendo que si tú y John no me hubierais sacado cuando


lo hiciste, Zoltan habría convertido mi cerebro en papilla.

Un aliento tembloroso se rasgó de su garganta.

303
— ¿Así que sabes que fue Zoltan, su líder? —Intervino Barclay, acercándose.

—Sí, Gabriel me ayudó a recordar —Wesley se tocó el cráneo—. Y mi dolor


de cabeza se ha ido. No hay conmoción después de todo. Era simplemente los
recuerdos de Zoltan intentado salir.

—Dinos lo que viste —Exigió Cinead.

Wesley señaló a los puñales de Cinead y de Barclay.

—Era la misma daga. De eso estoy seguro. Estaba en posesión de Zoltan. La


vi romperse en dos pedazos. El mango se separó. Estaba hueco, y dentro, había una
foto. Antigua. Blanco y negro.

Cinead jadeó.

— ¿Una foto?

— ¿Qué mostró? —Preguntó Barclay.

—Una pareja vestidos al estilo de principios de 1900. Encajaba con la


apariencia de la fotografía —Explicó Wes—. ¿Ya sabéis, como una de esas viejas
fotos en sepia?

— ¿Reconociste a la pareja? —Preguntó Barclay.

—No. Pero hay algo más. En la parte posterior de la misma, algo estaba
escrito: Primer día en el Consejo.

Virginia intercambió una mirada alarmada con Cinead y Barclay, pero


Wesley continuó.

—Pero no tiene ningún sentido, porque no había ningún edificio en la foto.


Sólo un montón de piedras antiguas.

— ¿Piedras? —Preguntó Cinead.

—Sí, un poco como Stonehenge, pero diferente. No tan bien organizadas


como Stonehenge, y las piedras de diferentes tamaños.

—Oh, Dios —Virginia murmuró y se reunió con la mirada de Cinead.

304
—Necesito un ordenador, rápidamente —Exigió Barclay, mirando a los tres
vampiros.

Amaury tomó uno de un lado de la mesa y lo encendió.

—Aquí tienes.

Barclay se deslizó en la silla y abrió el navegador, mientras todos se apiñaban


a su alrededor. Sus dedos volaron sobre el teclado mientras escribía algo en el cuadro
de búsqueda. Virginia no tuvo que mirar para saber lo que había escrito, porque sabía
lo que él estaba buscando.

Por último, la pantalla se llenó de imágenes. Barclay hizo clic en una de ellas
para agrandarla y miró sobre su hombro a Wesley.

— ¿Era esto lo que aparecía en tu foto?

Aturdido, Wesley miró fijamente la imagen, luego a Barclay.

—Eso es. ¿Cómo lo sabías?

Barclay se giró en su silla.

—Estas son las piedras de Callanish. En nuestro idioma nativo las llamamos
Clachan Chalanais. Un anillo de piedras ubicado en la Isla Lewis en las Hébridas
Exteriores en Escocia —Miró a Wesley—. Tú estuviste allí.

—Créeme, nunca he estado en Escocia.

—Estuviste allí, porque allí era donde se encontraba nuestro complejo del
consejo hasta que los demonios lo atacaron y tuvimos que destruirlo.

La boca de Wesley se abrió, y los tres vampiros también soltaron jadeos.

—Así fue como los demonios lo supieron. Zoltan encontró la foto en la daga
y puso juntos dos más dos.

Cinead asintió con la cabeza.

—Esa daga sólo pudo pertenecer a una persona.

305
—Finlay —Dijo Virginia—. Y a causa de su traición, Zoltan sabía que Finlay
era miembro del consejo, y qué aspecto tenía. Habría sido fácil para él darse cuenta
de que la foto era de Finlay y su esposa no muy lejos del complejo.

Barclay asintió.

—Finlay se unió al consejo en 1903. Puedo hacer que una foto de Finlay sea
enviada para que Wesley pueda identificarlo.

Cinead asintió y sacó su móvil del bolsillo.

—Me pondré en contacto con el consejo —Luego miró a Virginia—. No te


preocupes, este es un teléfono nuevo con un número nuevo.

—Bien —Virginia movió su mirada a Barclay—. Entonces no hubo


filtraciones. Fue más la secuela de la traición de Finlay.

Barclay asintió lentamente.

—Parece que así es.

—Lo tengo —Dijo Cinead, y levantó su teléfono, haciéndole señas a


Wesley—. ¿Este es él?

Wesley tomó el móvil de la mano de Cinead y miró la pantalla.

—Sin duda. En la foto se veía un poco más joven, pero no por mucho —Le
devolvió el teléfono a Cinead.

Este suspiró y negó con la cabeza.

— ¿Cómo podemos estar seguros de que Zoltan no tiene más posesiones de


Finlay?

—Zoltan estaba frustrado —Dijo Wesley.

— ¿Qué? —Preguntó Cinead.

—Cuando estaba en el vórtice con él y sentí sus pensamientos, él sabía que no


tenía nada más. La foto de la daga solo lo llevó al complejo del consejo. Habría
terminado allí si uno de sus demonios no hubiera regresado con tu teléfono móvil.

306
No sé si tiene alguno de los otros, pero no importa. Todos los números
comprometidos han sido desconectados. Incluso si consiguió los teléfonos de otros
miembros del consejo, ahora serán inútiles.

—Pero, ¿cómo encontró a Deirdre? —Preguntó Cinead.

—Tengo una teoría sobre eso —Dijo Samson de repente.

Todo el mundo le miró.

—Adelante —Dijo Cinead.

—Si los demonios son inteligentes, y debemos asumir que lo son, o que al
menos lo es su líder, mantendrán registros de avistamientos confirmados de
Guardianes Invisibles. Es lo que yo haría: tratar de conseguir un patrón de
apariciones para que pudiera anticipar donde podrías aparecer la vez siguiente. Sería
fácil examinar esos informes y cruzar las referencias con los contactos en tu teléfono.

—Ayudé a Deirdre a asentarse en Portland hace un par de semanas. No


siempre fui invisible —Admitió Cinead.

Samson asintió con la cabeza.

—Si alguien te vio, fácilmente podría haber averiguado el nombre de Deirdre


y el tuyo también. Podrían tener una conversación. Cualquier cosa. Y cuando
consiguieron tu móvil durante al ataque contra el complejo, todo lo que tuvieron que
hacer fue encontrar el nombre de Deirdre y enviarle un mensaje esperando que ella
fuera a ti. Entonces, todo lo que tenían que hacer era seguirla para llegar a ti.

Virginia asintió para sí misma. Todo tenía sentido. Pero también era
desalentador. Eso significaba que no importa cuán cuidadosos fueran, siempre existía
la posibilidad de que los demonios pudieran encontrarlos.

—Creo que tienes razón, Samson —Dijo Cinead—. Fue culpa mía.

—No —Protestó Virginia—. No fue culpa de nadie. Simplemente es la


naturaleza del juego. Los demonios pueden detectarnos por nuestra aura, pero
nosotros no podemos encontrarlos a menos que nos muestren sus ojos…

307
—…lo que nos lleva a lo que pude ofreceros Scanguards —Cortó Wesley—.
Aunque esta amenaza puede haber terminado, no será la última. Zoltan no se
rendirá. Pero la próxima vez, estarán mejor preparados. Con Scanguards a tu lado.

Barclay y Cinead intercambiaron una mirada. Luego Barclay dijo:

—Supongo que no estaría de más discutir una posible colaboración.

Samson hizo una seña hacia la gran mesa de conferencias.

— ¿Nos sentamos a la mesa, caballeros?

Cuando tanto Cinead, como Barclay asintieron, Virginia miró a Wesley y


sonrió. Él tomó su mano y se acercó.

—Vamos a formar un gran equipo —Le susurró a ella.

—Un equipo perfecto.

Porque se complementaban perfectamente.

308
Capítulo Treinta y Ocho

Las negociaciones entre los vampiros y los Guardianes Invisibles iban bien,
cuando sonó un golpe en la puerta.

Wesley giró la cabeza cuando la puerta se abrió.

Maya intervino.

—Tenemos un problema —Anunció—. Deirdre no bebe sangre humana.

—Mierda —Maldijo Wesley y miró a Cinead, cuya expresión era de pánico.

Cinead saltó hacia arriba.

— ¿Cuánto tiempo puede sobrevivir sin ella?

—Unos pocos días, pero no podemos dejar que llegue a eso. Tenemos que
hacer algo —Respondió Maya.

Wes ya estaba de pie.

—Cinead, ven conmigo —Hizo una seña a Maya—. ¿Dónde está?

—Tuvimos que encerrarla en una de las celdas de detención. Se está volviendo


violenta.

— ¡Oh, Dios, no! —Se atragantó Cinead.

Mientras corrían hacia la puerta, Virginia gritó.

—Iré con ustedes.

Wesley miró por encima del hombro.

—No, nena, es muy peligroso. Como vampiro recién convertido, ella no


puede controlarse a sí misma. Es susceptible a atacarte, y no puedo arriesgarme —
Para proteger a Virginia, mataría a cualquiera, incluso a la mujer que le había salvado
la vida—. Por favor, quédate aquí.

309
Él no esperó su respuesta. En cambio, siguió a Maya y Cinead.

— ¿Hay alguien con ella? —Le preguntó a Maya mientras corrían hacia el
ascensor.

—John está tratando de mantenerla calmada.

Las puertas del ascensor se abrieron y subieron. Maya apretó el botón para el
subnivel tres, donde estaban ubicadas las salas de interrogatorios y las celdas.

— ¿Es normal que un nuevo vampiro rechace la sangre? —Preguntó Cinead,


mirando a Maya, su preocupación por su media hermana evidente.

Maya suspiró.

—Ha habido casos dónde el vampiro se negó a tomar la sangre ofrecida. Yo


soy uno de esos casos.

—Pero estás viva —Dijo Cinead.

—Porque bebí la sangre de otro vampiro. Yo anhelaba la suya, porque había


algo en su sangre que necesitaba.

— ¿Y si ese es el caso con Deirdre?

Maya negó con la cabeza.

—No lo creo. En el caso de Gabriel y el mío, fue porque nunca fuimos


completamente humanos antes de que nos hubiéramos convertido. Tenemos los
genes de otra especie en nosotros.

— ¿Pero no puede aplicarse a Deirdre también? Quiero decir, fue una


Guardián Invisible durante siglos.

—Pero era completamente humana cuando John la convirtió. No hay


ninguna duda sobre ello. No creo que sea algo físico lo que impida beber sangre
humana.

—Entonces, ¿qué es? —Preguntó Cinead, su voz más agitada ahora.

310
—Está rechazando su nueva naturaleza. Creo solo pensar en lo que se
convirtió la repele.

Al oír la explicación de Maya, Wesley miró a Cinead.

—Tu raza odia a los vampiros, ¿no? ¿Y Deirdre?

El ascensor abrió sus puertas y hubo una breve pausa en la conversación,


mientras se acercaban al corredor.

Cinead vaciló y miró a Maya.

—No es nada personal, debes entenderlo. Tú y tus compañeros nos han


mostrado nada más bondad, y nos brindaron más ayuda de la que jamás podríamos
haber esperado. Pero durante mucho tiempo hemos creído que todos los vampiros
eran violentos y malvados. No los metimos en el mismo saco que los demonios, pero
nunca los tuvimos en alta estima o creímos que incluso podríamos convivir
pacíficamente unos al lado de los otros —Suspiró—. Deirdre había tenido
particularmente algunas experiencias malas con ellos. Los odia apasionadamente.

—Se odia a sí misma ahora —Murmuró Wesley.

Cinead se reunió con su mirada.

—Eso creo.

— ¿Todavía amas a tu hermana, incluso sabiendo en lo que se ha convertido?

— ¿Cómo podría no hacerlo? Ella es mi carne y mi sangre, y lo que le pasó,


no es culpa de ella.

—Entonces tienes que convencerla de que ella aún es merecedora de amor —


Dijo Wes firmemente—. O ella se dejará morir de hambre.

Frente a la celda, se detuvieron. Maya pulsó el interfono junto a la puerta y


dijo:

— ¿John? Soy Maya. Estoy con Wes y Cinead. Vamos a entrar.

El interfono crujió, luego la voz de John pudo ser escuchada.

311
—De acuerdo. La estoy reteniendo —Hubo un grito en alto, luego el
intercomunicador quedó en silencio.

—Permanece cerca de nosotros —Advirtió Maya a Cinead, luego abrió la


puerta.

La habitación era más grande que la celda de plomo en la que Wesley había
estado, pero no más acogedora. Generalmente se usaba para vampiros hostiles y
peligrosos, y en este caso, Deirdre se consideraba un peligro para sí misma.

John estaba tratando de evitar que Deirdre se abalanzara sobre sus visitantes,
sosteniéndola por detrás, con una mano sujetando sus brazos por detrás de su
espalda, el otro brazo colgando como un torno alrededor de su torso. Ella estaba
luchando contra su agarre, y por lo que parecía, ella había conseguido infligir algunas
heridas: había cortes en la cara de John, y también en su antebrazo expuesto. La
sangre se había secado sobre las heridas, que probablemente habían sido causadas
por las garras de Deirdre.

Incluso ahora, sus dedos se curvaban en afiladas púas y sus colmillos estaban
completamente extendidos. Sus ojos brillaban rojos de furia, y gruñía como una
bestia enjaulada.

Pero John estaba bien alimentado y era fuerte, mientras que Deirdre tenía que
estar sintiendo ahora las punzadas del hambre, lo que la debilitaba.

—Deirdre, Dios mío —Cinead se atragantó y tendió sus brazos hacia ella
como si quisiera abrazarla, pero Deirdre le siseó y él se echó hacia atrás.

—Soy yo, Deirdre, soy Cinead, tu hermano —Lo intentó de nuevo.

Ella negó violentamente con la cabeza de izquierda a la derecha, haciendo


que su pelo volara.

Sin inmutare, Cinead dio unos pasos hacia ella. Deirdre de repente dejó de
moverse y miró fijamente a Cinead.

Los ojos de ella habían cambiado. El brillo rojo se disipó.

312
— ¿Cinead? —Tomó una respiración—. Ayúdame. Me han encerrado. Están
tratando de hacerme daño.

—Ellos están aquí para ayudarte. No estás bien en este momento.

Deirdre miró a Wesley y a Maya, luego miró a Cinead.

—No confíes en ellos. Son vampiros. Quieren lastimarnos. Protégete.

Cinead continuó acercándose hasta que estuvo a solo un par de metros de ella.

—Escúchame, Deirdre. Todo va a estar bien —Extendió su mano y pasó


algunos mechones de pelo de ella detrás de su oreja—. Es un gran cambio. Pero estás
viva. Has sacrificado tanto por mí, por nosotros. Salvaste la vida de Virginia.

Wesley notó las lágrimas en los ojos de Deirdre, lágrimas rojas.

—Te amo aún más ahora. Has demostrado que la redención es totalmente
posible. Te has redimido del todo ante nuestros ojos. El consejo entero escuchará
esto. Y sé que te alabarán.

Una lágrima roja se desprendió de un ojo y corrió por su mejilla.

—Cinead —Gimió—. Pero mírame. Mira esto.

Cinead acarició suavemente su mano sobre la cabeza de Deirdre.

—Eres fuerte, hermanita mía. Puedes hacerlo. Puedes ser esto —La voz de
Cinead estaba cargada de emoción—. Estas personas son nuestros amigos. Han
prometido protegerte ahora. Para ayudarte a aceptar esto. Y yo estaré aquí mientras
me necesites. Todavía soy tu hermano, sin importar qué forma hayas tomado.
Porque sé que dentro de este nuevo cuerpo tuyo, tu corazón sigue siendo el mismo.

Las lágrimas ahora rodaban por la cara de Cinead, pero él no pareció


advertirlas, o no pareció importarle.

—Por favor, no me dejes, Deirdre. Por favor, no te rindas —Le hizo un gesto
a John—. John va a liberarte ahora.

John vaciló y miró a Wesley.

313
Wesley asintió con la cabeza.

—Hazlo.

Lentamente, John soltó a Deirdre. Al principio ella no se movió. Todos en las


sala contuvieron su aliento.

De repente, hubo un movimiento tan rápido que Wesley ni siquiera pudo


seguirlo. Cuando parpadeó, Deirdre estaba abrazando a su hermanastro, sollozando
en su pecho, y Cinead la estaba sosteniendo y acariciándole la espalda con su mano,
como si se tratara de una niña pequeña.

—Tengo tanta hambre —Murmuró ella.

—Te daremos algo de comida, ¿no? —Dijo Cinead mirando a John.

John se volvió a la mesa, donde varias botellas de sangre estaban colocadas,


cogió una y desenroscó el tapón.

El olor de la sangre pareció llegar a Deirdre, porque de repente se liberó de su


hermano y se volvió para mirar a John.

—Es toda para ti. Tanta como desees —Le ofreció John, y le tendió la botella.

Los movimientos de ella eran indecisos, alcanzó y la tomó. Como si estuviera


avergonzada de su necesidad, cerró sus párpados y se alejó.

Segundos después, se llevó la botella a sus labios y bebió.

Cinead dejó escapar un suspiro aliviado.

—Todo saldrá bien, hermanita. Ya lo verás.

Deirdre había aceptado su segunda oportunidad en la vida. Y Wesley sabía


que sus amigos de Scanguards se asegurarían de que ella estuviera a salvo. No sólo
porque era un vampiro, y uno de ellos, o porque hubiera salvado la vida de Virginia,
sino también porque, como antiguo miembro del consejo, Deirdre sabía demasiado.
Un conocimiento que nunca podría caer en manos de los demonios.

314
Capítulo Treinta y Nueve

Tomó más de una semana que los vampiros y los Guardianes Invisibles
afinaran los detalles de su alianza y conseguir la aprobación de los dirigentes de
ambas partes. Pero finalmente, cada lado estaba contento y listo para trabajar juntos.
Virginia y Wesley fueron elegidos como los respectivos enlaces para sus grupos, algo
de lo que Virginia no pudo estar más feliz. Significaba que a pesar del hecho de que
había roto alrededor de un millón de reglas cuando había confiado en Wesley, el
consejo no iba a castigarla. Al contrario. Le habían otorgado el permiso para
continuar la relación. En privado, sin embargo, el consejo la instó a hacer oficial el
compromiso. Pero, ¿cómo una mujer se acercaría al hombre que amaba y le
preguntaría si quería casarse con ella? ¿No era la prerrogativa del hombre?

—Un penique por tus pensamientos.

Virginia giró la cabeza hacia la puerta del baño, donde Wesley estaba apoyado
contra el marco con solo una pequeña toalla que le cubría la ingle. Su respiración
instantáneamente se enganchó, y los latidos de su corazón se aceleraron. Pensó que
después de más de diez días viéndolo así, ya estaría acostumbrada, y su reacción sería
menos explosiva. Pero ese pecho esculpido, esos fuertes músculos abdominales y
esos musculosos muslos espolvoreados de vello oscuro enviaban una ola de fuego a
través de su cuerpo cada vez.

Debajo de su bata, sus pezones se pusieron de punta, y más al sur, la carne


entre sus muslos comenzó a hormiguear con anticipación. Todos los días desde que
llegaron a San Francisco, hicieron el amor hasta casi el mediodía, luego dormían
hasta la puesta del sol, antes de volver a Scanguards. Durante todo ese tiempo, ella
se había abstenido de hacer el amor con Wesley a la manera de los Guardianes
Invisibles, porque tenían que participar en las negociaciones y necesitaban descansar,
pero ahora que todo había terminado, ya no había más excusas. Este fin de semana,
no habría ningún trabajo. Y aparte de un encuentro familiar, ella y Wesley estarían
solos.

315
—Un centavo no es suficiente —Dijo y tiró del edredón hacia atrás—. Prefiero
hacer un trato.

Wesley sonrió, se aflojó la toalla que llevaba alrededor de la cintura y luego


la lanzó al baño.

—Ahora estás hablando, nena.

Caminó hacia ella sin prisas. Su pene colgando pesado entre sus piernas, y ya
se estaba llenando de sangre y se estaba poniéndose más duro ante sus ojos. Adoraba
la manera en que se excitaba tan rápidamente. Pero lo que más le gustaba era la
forma en que Wesley la miraba: con amor y pasión. Y esa mirada no había flaqueado
ni una sola vez, sino que parecía crecer más intensa a cada día.

El colchón se hundió a su lado cuando Wesley se deslizó bajo las mantas para
unirse a ella. Sus impacientes manos ya estaban tocando, empujando su bata blanca
sobre su cabeza para liberarla de ella.

—No sé por qué te molestas siquiera en vestirte así, cuando sabes que voy a
desnudarte de todos modos.

Ella se rió entre dientes.

—Tal vez me gusta la forma en que me desnudas.

—Punto anotado —Luego la acercó más y la miró a los ojos—. ¿Algo más
que te gustaría?

—Sí, que seas mío para siempre.

Las palabras salieron antes de saber siquiera que las había dicho. Ella contuvo
el aliento.

Hubo un parpadeo en los lindos ojos azules de Wesley.

— ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?

Cautelosamente, ella preguntó.

— ¿Qué crees que estoy diciendo?

316
—Para siempre es mucho tiempo para un inmortal. Así que, ¿piensas que te
gustaría tenerme cerca durante tanto tiempo? —Él le acercó la pelvis y presionó su
erección contra su estómago—. ¿Sabiendo lo que me gusta? ¿Cómo de insaciable soy?

—Me gustas insaciable.

Rodó sobre ella, separando sus muslos para hacerse espacio para sí mismo,
mientras le tomaba las muñecas y sujetaba sus brazos a cada lado de su cabeza.

—Espero que sepas en lo que te estás metiendo —Él hundió su polla en su


coño de un empuje perfecto.

Virginia dejó escapar un gemido e inclinó su pelvis hacia la ingle de Wesley,


dando la bienvenida a la penetración.

—No soy el afable brujo que todo el mundo piensa que soy.

—Sé quién eres. He visto lo que hay dentro de ti. Y me encanta cada parte de
ti.

Él retiró su polla y luego empujó de nuevo.

— ¿Qué tal esta parte?

— ¿Qué estás tratando de hacer, torturarme?

Él llevó sus labios para pasarlos sobre ella.

—Sólo un poco. Sólo para asegurarme de que lo dices en serio —La besó
apasionadamente, luego apartó sus labios de ella—. Ahora, por favor, dime que tu
raza tiene un ritual de unión que implica sexo. Porque me temo que los brujos no lo
tienen.

Ella le sonrió.

—Estás de suerte.

—Perfecto —Le murmuró.

—Necesito explicar algunas cosas.

Él puso un dedo sobre sus labios, deteniéndola.

317
—Sorpréndeme.

—Podría ser peligroso —Le advirtió.

—Hemos pasado por un gran peligro juntos. Creo que podremos sobrevivir a
un ritual de unión, ¿no?

—Mientras nuestro amor sea verdadero.

—Lo es.

Entonces ellos no tenían nada que temer.

Virginia tiró de su cabeza hacia ella y lo besó. Wesley le respondió, deslizando


su lengua contra la de ella, explorándola como ella lo exploró, acariciándola. Más
abajo, sus caderas se movían hacia adelante y hacia atrás, su pene deslizándose
dentro y fuera de ella a un ritmo constante.

Usando sus poderes, ella hiló un capullo alrededor de ellos. Neblina y niebla
los envolvió, protegiéndolos de todo el mundo y los peligros que había fuera de sus
cuatro paredes. Ahora eran invisibles para todos, como si no existieran. Porque en
este momento, sólo existían el uno para el otro.

Virginia sintió que su fuera vital burbujeaba a la superficie, y supo que no podía
contenerla más. Permitió que su virta fluyera hacia fuera y se filtrara en el cuerpo de
Wesley en cada punto por donde estaban conectados.

Estaban flotando ahora. No en el aire, sino en su amor, un amor que era más
fuerte que cualquier poder conocido por la humanidad. Solo los sostenía y apoyaba,
los mantenía a salvo.

Ella retiró sus labios de Wesley y lo miró a los ojos. El amor y la adoración se
reflejaron en ella.

— ¿Estás listo? —Murmuró.

—He estado listo desde el momento en que te conocí.

Ella tomó su mano y la colocó sobre su corazón.

— ¿Sientes la virta dentro de ti?

318
—Es como el fuego.

—Devuélvemela. Deja que fluya a mi corazón.

—Te amo, Virginia —Susurró, cuando de repente un brillo visible viajó a


través de él. Llegó a su hombro, y luego se deslizó por su brazo a su muñeca.

Virginia contuvo el aliento.

Los dedos de Wesley se volvieron dorados, y de sus puntas, zarcillos dorados


fluyeron hacia fuera y se fusionaron con su piel. Un rayo de electricidad la atravesó
y entró en su corazón. Una ola de pasión la inundó, calmando el dolor. Lo que dejó
atrás fue un vínculo tan poderoso que sólo la muerte podría romperlo.

Virginia puso su mano sobre el corazón de Wesley. Golpeaba en su palma. Y


latía para ella. Nunca más habría una duda al respecto.

—Ahora eres mío —Murmuró Virginia.

Una suave sonrisa se extendió por la cara de Wesley y le acarició la mejilla


con los nudillos.

—Ya era tuyo hace mucho tiempo, nena. Me llevó un poco de tiempo
encontrarte.

Las lágrimas nadaron en sus ojos, la felicidad en su corazón era demasiado


para contenerla.

—Oh, Wes…

—Ahora deja que tu esposo el brujo te muestre lo que quiso decir con
insaciable.

Sus labios descendieron sobre los de ella y la llevaron a un lugar donde solo
existía el amor y la pasión. Donde solo existían los dos. Donde fueron uno.

319
Capítulo Cuarenta

Zoltan siguió al hombre cuando giró hacia las ventanas que iban del suelo al
techo del elegante apartamento.

—La vista desde aquí es la mejor de la ciudad.

—Efectivamente —Dijo Zoltan, y se detuvo al lado de su anfitrión—. ¿Y está


dispuesto a ceder esto, señor Vaughn?

—Solo durante unos meses —Vaughn lo miró de soslayo—. Cono dije en el


anuncio, es solo un alquiler a corto plazo. Voy a hacer senderismo al Himalaya, y el
alquiler me ayudará a financiar el sueño de toda mi vida.

—Ah, entiendo. Entonces, ¿sólo son cuatro meses? —Preguntó Zoltan.

Vaughn asintió.

— ¿Eso es un problema?

Rápidamente, Zoltan dijo:

—No, no. No es un problema en absoluto. Es justo lo que necesito. ¿Y los


muebles también entran en el trato? —Echó un vistazo alrededor. El hombre tenía
un buen gusto. La mayoría de las piezas parecían nuevas y apenas utilizadas, y el
esquema de colores de tonos oscuros intercalados con toques coloridos daba a todo
el lugar un aspecto elegante. De modo muy distinto a su residencia en el Inframundo.

—Sí, todo se queda. Por supuesto, tendré que tomar un depósito por daños,
en caso de que algo se manche o rompa durante su estancia.

—Por supuesto. Esperaba algo así —Echó un vistazo a su alrededor de


nuevo—. Y mientras está de excursión, ¿hay alguien con quién debería contactar en
caso de una emergencia como un inodoro desbordado, un pariente quizás? ¿O un
amigo cercano?

—Me temo que usted quedará solo. No tengo parientes en la zona. En cuanto
a amigos, me mudé a aquí recientemente.

320
Perfecto.

— ¿Así que deberé ponerme en contacto con la junta de propietarios? ¿Les


hará saber que yo me quedaré en su ausencia?

Una mirada preocupada pasó por la cara de Vaughn.

—Uh, bueno —Vaciló—. La cosa es que la junta no permite alquileres a corto


plazo. Solo me enteré después de comprar el lugar. Entonces, preferiría que no les
dijera que lo he alquilado. Ellos sólo me darían problemas.

Zoltan ya lo sabía. Después de todo, esa fue la razón por la que había elegido
el edificio. Cualquiera que alquilara un apartamento en un arrendamiento a corto
plazo tendría que hacerlo sin la aprobación de la junta de propietarios, y por lo tanto
no habría constancia de que Zoltan fuera el inquilino.

—Ya veo.

—Si hay algún problema relacionado con la asociación de propietarios, como


una fuga de agua o algo similar, solo dígales que soy yo.

— ¿Oh? ¿No es un poco arriesgarse demasiado?

—Este edificio tiene una alta rotación, nadie conoce a nadie aquí. Estoy
seguro de que no tendrás ningún problema.

Zoltan tampoco creía que lo tuviera. De hecho, este lugar era perfecto, por
muchas razones.

—Una cosa más —Dijo Zoltan.

— ¿Sí?

— ¿Tienes miedo?

— ¿Disculpe?

Zoltan agarró al hombre por el cuello y lo inmovilizó contra la pared.

—Pregunté: ¿tienes miedo?

321
El pánico se desprendió del hombre, y luchó, intentando golpear a Zoltan.
Pero el ser humano era débil.

Zoltan se rió.

—Tiempo para sucumbir a tu miedo, humano.

Golpeó al hombre contra el suelo y lo inmovilizó allí, luego acercó su cara a


la víctima.

—Ven a mí —Instó Zoltan—. Dame tu miedo y hazme fuerte.

Niebla comenzó a salir de las fosas nasales y la boca de la víctima. Con gula,
Zoltan la succionó y tragó. Y otra vez. Lo tomó todo, tomó el miedo, el dolor, la
angustia.

Zoltan se levantó y miró a través de las ventanas para admirar la vista desde
su nueva morada. Este sería su escondite. Y no sólo para los próximos cuatro meses,
porque Vaughn nunca regresaría de su excursión para reclamar su apartamento. Miró
sobre su hombro al hombre cuyo caparazón vacío yacía inmóvil en el prístino suelo
de madera. Vaughn ya había abandonado el edificio, para no regresar jamás.

322

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