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Matricula: ES202107867
A medida que los países han ido aplicando medidas para restringir los movimientos con el fin de
reducir el número de infecciones por el virus de la COVID-19, cada vez más personas estamos
cambiando radicalmente nuestra rutina cotidiana.
Las nuevas realidades del teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en casa y la falta de
contacto físico con familiares, amigos y colegas requieren tiempo para acostumbrarse. Adaptarnos
a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de contraer la COVID-19 y a la
preocupación por las personas próximas más vulnerables es difícil, y puede resultar especialmente
duro para las personas con trastornos de salud mental.
Esta nueva normalidad como nuestro gobierno la ha llamado, ha generado diversos problemas de
salud asociados al COVID-19, sin necesidad de sufrir contagio, pues algunas personas han
desarrollado enfermedades asociadas al miedo provocado por infectarse, como, por ejemplo,
ansiedad o problemas digestivos como la colitis. Aunado a lo anterior, el miedo también aborda al
aspecto social, que tendría que lidiar una persona en el desafortunado caso de que se llegue a
enfermar por esta terrible enfermedad.
Caso 1. Un adulto joven que trabaja como empleado de un restaurante de comida rápida en la Ciudad de México, casado y con dos hijos
en edad escolar.
El impacto causado por el COVID-19 no solo es difícil en el aspecto biológico, pues nuestro cuerpo
lucha con todas sus fuerzas para poder salir avante contra la enfermedad contraída, nuestro
sistema inmunológico juega un rol importante, y por tal motivo, necesitamos tenerlos en optimas
condiciones en el hipotético caso de que tengamos que necesitarlo. Por si sobrellevar la
enfermedad fuera poco, el daño psicológico se abona a esta situación, pues el miedo a perder la
vida, agrava la situación mental de quien padece la enfermedad, la incertidumbre se hace presa
de ella y es vital tratar de mantener la calma para no perder el control. Por si lo anterior fuera poco,
afuera, en la sociedad, el estigma causado por la desinformación, ha provocado que muchos de
nosotros veamos a las personas que estuvieron contagiadas como personas intocables o
intratables, aun sabiendo que ya no poseen la enfermedad, lo que hace más pesado darle vuelta
a esa página de la vida, en la que nadie quisiera pasar.
De manera general, considero a mi criterio, que el trabajo resulto provechoso y cumplió con el
objetivo de reconocer el impacto de la pandemia COVID-19 en las dimensiones del ser humano.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS