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Aristóteles – B.

El ser y el ente

Esencia del movimiento. A la última pregunta nos responde Aristóteles:


«El movimiento es el acto del ente en potencia en cuanto en potencia»
(Phys. G, 1; 201a 10). El devenir es acto. Si se hace una estatua de bronce,
el devenir no afecta al bronce en cuanto bronce, pues el bronce sigue estan-
do en la estatua de bronce, sino que afecta a lo que en el bronce estaba en
potencia. El que ese potencial que se alojaba en el bronce venga a ser actual
es justamente la esencia del devenir y de todo movimiento. Así, el devenir
se explica por el concepto de acto.
Principio de causalidad. De aquí se deduce un axioma fundamental en
la filosofía aristotélica, el principio de causalidad: «Todo lo que se mueve,
necesariamente se mueve por otro». Aristóteles lo considera como eviden-
te por sí mismo. La prueba que de ello da (Phys. H, 1) propiamente solo
va dirigida contra la doctrina del automovimiento de Platón, y concluye
que aun en el supuesto automovimiento se da un motor y un movido, de
modo que aun ahí vale el principio básico de que todo lo que es movido es
movido por otro. Pero el hecho mismo de que se dé causalidad, hablando
en general, eso propiamente no está demostrado en la prueba de Aristó-
teles, sino que es más bien supuesto. Si Aristóteles lo quisiera demostrar,
no argüiría contra el automovimiento o autocausación platónica, sino más
fundamentalmente contra la falta de causalidad.
Aristóteles nos da otra formulación de su principio de causalidad, que
viene a ser para él aún más importante. Dice así: «El ente en acto es siempre
anterior al ente en potencia». Esta fórmula se somete a una detenida demos-
tración (Met. Q, 8). Lo actual, según ella, es anterior al concepto. Solamente
se puede pensar en un posible presuponiendo lo real y actual, pues ser posible
quiere decir poder llegar a ser real o actual. Es también anterior en cuanto al
tiempo; porque aunque ciertamente lo real viene de un posible, ello es solo
mediante la causalidad de un ser ya real y actualmente existente; el hombre
procede de un hombre ya existente, el músico de un músico ya actual; ha
habido previamente la actuación de un anterior motor. Y así tenemos tam-
bién que el hombre es antes que la sustancia seminal. Y finalmente lo actual
es antes que lo posible en cuanto a la esencia (oŸsÖa), porque, si bien en
cuanto al origen y realización temporal algo actual puede ser posterior, es con
todo anterior en cuanto al eçdoj y a la oŸsÖa; la forma tiene que darse ya antes.
Todo devenir tiende hacia un fin en cuanto que se orienta hacia una forma.
Pero este fin no es otra cosa que la realidad del acto, y la realidad del acto no es
más que la actuación activa, por lo que la realidad actuante (ônörgeia) también
se denomina ôntelöceia, es decir, «lo que ha alcanzado su fin». El ver actual
no es en gracia de la potencia de ver, sino al revés, la potencia de ver existe
para la visión actual. La realidad actual es, pues, antes que la potencia.
La causa eficiente como causa formal. Platón había ya enunciado su prin-
cipio de causalidad: «Todo movimiento es necesariamente producido por

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