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ISIDRO MAS DE AYALA

PORQUE SE
ENLOQUECE
1A GENTE
DINÁMICA DE LA CONDUCTA HUMANA
Y NORM AS PARA LA SALUD PSÍQUICA

EDITOR: "EL ATENEO" - BUENOS AIRES


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PORQUE SE
enloquece
L A G E N T E

DINAMICA DE La CONDUCTA HUMANA


Y NORMAS PARA LA SALUD PSÍQUICA

A. Monteverde y C ia- Impresores

M O N T E V I D E O

<? 3
PREFACIO

' ¿ar^e- so6re wn carro tirado por ca­


ballos lentos, regresa a la Colonia un grupo de alie­
nados que ha ido al monte a trabajar en los cortes de
leña. Ya ha sonado el pito de las cinco horas y los ta­
lleres van a cerrar. Se ve salir de ellos a los enfermos.
unos poniéndose la blusa, otros ya en las manos los
útiles para preparar el mate. Va envolviendo el paisaje
una niebla que se levanta del valle por donde corre el
río.
De codos en la ventana del edificio de la dirección,
miro el paisaje. Al otro lado del río, se encuentra una
ciudad tranquila. De ella sale ahora un ferro-carril
que se sigue por los copos de humo que va dejando
entre los árboles. Veo grupos de alienados que por las
avenidas, entre las palmeras, se dirigen hacia los pa­
4 O 482 ' $
mf
bellones. Su paso es lento, sus gestos descansados, sus
palabras escasas. De vez en cuando uno de ellos se de­
tiene; dice con voz fuerte, casi gritando, unas cuantas
frases. Pero viendo que nadie se detiene a escucharlo,
corre a juntarse al grupo y sigue marchando. Haciendo
contraste con tanta, calma, por la carretera que
pasa frente-, a la Colonia, un automóvil ruidoso
corre velozmente, y deja caer a su paso unas carca­
jadas o un fragmento de música de radio.
Como vivac de un ejército acampado, se van encen­
diendo aquí y allá, entre los árboles, menudos fogones.
El hombre, desde Prometeo, vive tan unido al fuego
que. aun en el período definitivo de su locura, encuentra
placer en sentarse junto a unas llamas o a unos tron­
cos que se queman y calentar el agua. Comienza así el
_________________________ Prefacio ________________________7

años de vida en contacto con esta clase de enfermos me


r::\> dd píate. En grupos de dos, de tres, pero más a han confirmado un aserto: nadie se enloquece de re­
udo solos, ya están los alienados soplando las ra­ pente. La locura tiene siempre una lenta preparación,
nos entre dos piedras bajo una lata con agua. que es fácil descubrir en cada caso y, por lo tanto, es
Tro así como en este tranquilo atardecer, esta posible evitar. La locura es una terminación, es el resul­
Colonia que tiene dos mil reclusos, va componiendo con tado final de una puesta en acción de factores diversos
lentitud su tocado de noche. Ya se han devuelto a los que deben actuar simultáneamente.
pabellones ¡os grupos de enfermos que trabajan en la El error de los psiquiatras que intentaron explicar
huerta, en las chacras, en las plantaciones. Alienados la causa de la locura fué querer hacerlo por un factor
que vuelven con la paz orgánica propia de todos los solo. Y éste no es suficiente. Se recordará así que el
que roturan la tierra, parten el teirón, siembran las psicoanálisis quiso explicarlo todo por la sola existencia
semillas, recogen las cosechas. O han estado junto al de un trauma sexual infantil. Pero hubo de dejarse
torno trabajando las inaderas. O golpeando en los yun­ esta exclusiva explicación reparando que muchas per­
ques el hierro rojo y maleable. O construyendo en los sonas han sufrido cuando niños tai trauma sin haber
hornos de ladrillos las grandes pirámides truncadas. luego jamás enfermado; y que otros, en cambio, lle­
Y entonces viene a mi mente la frase que Ferrus dijo garon a la neurosis sin que pueda señalarse aquel trau­
hace un siglo: “Sueño un hospicio de alienados cuyo matismo en su niñez.
aspecto sería el de una granja inmensa, cuyos trabajos La explicación de las enfermedades mentales se en­
serían ¡os del campo, cuya vida fuera la de una aldea cuentra en una serie etioiógica constituida por tres
pacífica'. factores: factor biológico, la predisposición constitu­
* * *
cional; un factor psicológico, la situación en la vida;
un factor circunstancial, un accidente (emotivo, tóxico
Pero la realización de tal sueño destinado a la me­ o infeccioso). Por más grande que sea la predisposición
jor asistencia del alienado crónico no puede hacerme constitucional —y después veremos el débil valor del
olvidar que la gente se s< me enloqueciendo. Aquí, junto factor hereditario— el sujeto no enfermará si no se
a mí. están las estadísticas. Todos los años ingresan a encuentra en la vida con una situación de conflictos
esta Colonia trescientos enfermos más. Y en la ciudad intensos y prolongados. Por grandes que sean las con­
todo? los días nuevas gentes enloquecen. mociones que sacudan a una persona, ésta no hará per­
Veo así que el punto central del problema de la turbaciones mentales si no tiene una fragilidad consti­
locura no está ciertamente en el enfermo ya hospita­ tucional en su psiquismo. Forman legión las personas
lizado, sino en la persona que puede enajenarse. Del que no podrán enloquecer jamás y sobrepasan consi­
mismo modo como la solución del problema de la tu­ derablemente a aquellas susceptibles de perder su
berculosis no está en inaugurar cada cuantos años equilibrio anímico. Veremos que no se enloquece quien
rmevo?. pabellones, sino en ir hasta el punto inicial, la quiere. Y unos y otros —predispuestos y traumati­
célula individual y familiar, y evitar que la miseria y zados— necesitarán para llegar a la enajenación una
los factores sociales enfermen a las gentes de tubercu­ situación vital de congoja, contrariedad, conflictos
losis. prolongados que le hagan como el clima o cultivo a la
Evitar, pues, que la gente se enloquezca. Largos locura.
Prefacio

c- mes que en esta scr*e ^ e *a eJia[e~


"v Lf¿r’ ^ ’
necesaria¡a ¡a acción simultánea de tres facto-
cuantío et n
„ - 4 ¡r- cuando n la
<u placa ¡fotográfica
• / . ^visible
~ ya esté grabada
-
\¡ia H0 será» jamás si i»n oo 1lan sumerge
no se Q hi'íyíp.y*n
...■' ’d':’.' .iris,* y/ no
revelador 1 nn se
cp nmeede
procede luego a fijarla.
V- .V cuando en el disco se encuentre ya grabada la
* . \'*"kra ro la oiremos jamás si no la colocamos en
;r accedo necesario. Aun cuando la instalación eléctrica
V./f ¡.-rniir.ada. no tendremos luz si no se ha conectado primera parte
co ' '¡c'corriente y no se ha dado vuelta la llave. Tres
tutores son. pues necesarios para la locura, como, por
cNa^artc. vara todo fenómeno biológico. La semilla, DINAMICA DE LA CONDUCTA
j,‘ ¡i/yrC ;¡ }¡ clima. ¿No se pierden las semillas, aun
'viícstg en buena tierra, por falta de lluvias? Tampoco
solo la lluvia y la mejor tierra darían cosechas si ca­ HUMANA Y SUS MECANISMOS
lecen de semillas. Y las semillas y las Ihivias 7io harían
nada si no tienen la tierra 7iecesaria.
T'e//¡;í cómo por auseyieia de lino solo de estos tres DE COMPENSACION
tactores puede impedirse que se produzca el resultado
final. Ni pensamiento vuelve entonces a estos dos mil
alienados que están ya acostándose en los pabellones,
cunas masas se van esfumando en el anochecer. No
estarían chora aquí, —aun con su predisposición y
hallándose en penosa situación vital— si no hubieran
padecido el accidente que los desequilibró. Con el fin
ce ilustrar a las personas como puede desintegrarse esa
(‘■laca , i [alógica o impedirse su realización, publico este
libro. Satisfago así ai 7nismo tiempo, la repetida pre­
gunta c los psiquiatras se 7ios formula de co7itinuo
J cada ve: más: ¿porqué se enloquece la gente?
LA LEY DE LA GRAVEDAD DEL MUNDO
PSIQUICO

Tal como existe en el mundo físico, la ley universal


de la gravitación puesta de relieve por Newton y de
acuerdo con la cual los cuerpos se atraen con una fuerza
directamente proporcional a su masa, existe también
una ley de gravitación en el mundo anímico que puede
enunciarse así: toda persona tiende siempre a la bús­
queda de su bienestar psíquico.
Mas, en esta permanente búsqueda de lo que le pro­
duce satisfacción se encuentra el hombre frente a la
realidad que con frecuencia le niega, rechaza o no sa­
tisface sus propósitos de felicidad. La vida del hombre
es así una permanente pugna entre sus deseos de bien­
estar y ia realidad que le rodea y que a menudo
contraría la realización de aquellos deseos.
Lo que caracteriza especialmente al hombre normal
es su capacidad no sólo de renunciar momentáneamente
al placer y de reservarlo para más adelante, sino tam­
bién de soportar el malestar. El neurótico, en cambio,
como el niño y el salvaje, no sabe soportar el malestar.
El adulto normal se distingue de ellos por la capacidad
de mantener en suspenso o derivar —sin perjuicio para
su equilibrio anímico—, la obtención de un placer.
En ei individuo sano, las divergencias que surgen
entre sus deseos de placer y la sensación de malestar
que aquél encuentra al no ser satisfecho, son siempre
amortiguados y de un modo tan inmediato y natural que
el propio sujeto no se da cuenta generalmente de esa
postergación o renuncia que de continuo está haciendo
de múltiples deseos.
Dinilmica de Ja conducto humana.
La ley ae la gravedad del mundo paiquico______ 15

con frecuencia le es suficiente al hombre


trente a un deseo no satisfecho el empleo de la represión
esto es. el rechazo simple de su propósito, puesto que ei S Z S X E S & S P '* del dese« provocad°
ser normal está dotado de una resistencia psíquica oue
lo capacita paia esas decisiones cuya contrariedad* o cam^ntP°traumáticP,P'ya
dolor puede soportar. Pero, otras veces, tales renuncias (ruptura de un largo noviazgo, desaparición de un°ser
pro\ ocarían pena, desasosiego o no podría descargar o W ° ’ ?6rUn 3 de 13 situación económica, lesión social
las tensiones psíquicas de aquellos deseos. Es entonces o profesional), ya por estímulos interiores (deseos
que entra en función el sistema de mecanismos compen­ rech ^ad as^ ArUst^ados, aPetencias y fuerzas instintivas
satorios que pronto estudiaremos, verdaderos procesos
ce ueíensa ciel psiquismo, y cuya función es am ortiguar F rente a tal situación el psiquismo del individuo
los choques y contrastes que hagan peligrar el equi- normal es capaz de dominar por su resistencia la con­
iiono anímico. moción producida, reprimiendo sus afectos o empleando
Quienes han visto el aparato de orientación de un un mecanismo de sustitución adecuado para cada caso:
barco, recordarán sin duda el complejo mecanismo de un amador defraudado escribe poesías, un candidato
sustentación de que está provisto y cuyo fin es evitar derrotado emprende un viaje, un estudiante reprobado
las inclinaciones en el plano horizontal de tal aparato triunfa en los deportes, un profesional decepcionado
a pesar de todos los movimientos del barco. De este o postergado se dedica al arte, etc., etc.
modo, no obstante las mareas, los vientos y las to r­ . Frente a las mismas situaciones traumáticas, el indi­
mentas^ dicho aparato automáticamente conserva su viduo predispuesto por una constitución psíquica frágil
equilibrio. No es distinta la función de los complejos romperá su equilibrio y hará una neurosis. Dado que
mecanismos defensivos del psiquismo, cuya finalidad es la realidad, a causa del cambio producido, le es penosa,
no podrá resistirla e inconscientemente se evadirá de
mantener su estabilidad, compensando y equilibrando
ella. Se encontrará así ya en la locura. El camino que
—también automáticamente, tal es su exactitud y la no emplee entonces para salirse de la realidad estará ya
participación de nuestra voluntad— los choques, des­ determinado por su constitución prepsicopática. Si su
plazamientos y contrastes que experim enta en la vida función perceptiva es excesivamente influenciable por
ciaria, tan inevitables y frecuentes como los movi­ su afectividad, hará perturbaciones sensoperceptivas,
mientos e inclinaciones de un barco durante su travesía. esto es, alucinaciones. Si hay en su psiquismo una
* * * tendencia exagerada a la extrayección, realizará un
delirio de persecución. Si, en cambio, tiene marcada
Cuando este sistem a compensador no es suficiente tendencia a la intrayección, será la melancolía la forma
para sustraer al psiquismo de la conmoción que le pro- psicopática que adoptará. Si una tendencia imaginativa
d me un acontecimiento exterior o una intensa emoción, le lleva fácilmente a las evasiones de la fantasía, se des­
aparece entonces el dolor provocado por el cambio de bordará en un delirio de imaginación. O adoptará la
situación que se ha producido. Si el individuo está do­ form a de la locura razonante o interpretativa si hay
t ó de buena resistencia psíquica podrá dom inar tal en su psiquismo predispuesto una tendencia excesiva
r rr mediante la represión. Si, en cambio, hay en su a la racionalización.
* * *
P-dquismo una fragilidad constitucional, aparecerá en-
mica de Ja conducta humana„

Cuanto más fuerte es el psiquismo de una persona


v más firme su unidad psíquica menos necesidad ten­
drá de los medios de defensa frente a los estímulos ha­
bituales que actúan en su torno. En cambio, cuanto más
débil es la resistencia psíquica de un individuo, mayor
necesidad tendrá de los medios de defensa. Así es como
el niño en su desamparo físico usa de continuo el meca­ LA SABIDURIA DEL ESPIRITU
nismo de la imaginación para suplir una firmeza que le
falta.
Cuando los medios de defensa que emplea corriente­
mente el hombre normal no son suficientes para com­ Compensaciones orgánicas. — Se dice en medicina
pensar un choque o emoción intensos, aparecen otros que un cardíaco se encuentra compensado cuando la
mecanismos de compensación más grandes, pero que insuficiencia funcional que sufre su corazón es salvada
significan también una alteración mayor de la realidad. mediante un mecanismo que toma a su cargo la co­
Con el emDleo de estos medios de defensa se alejará el rrección de dicho déficit. Así, por ejemplo, la estrechez
sujeto del dolor o la contrariedad, pero correrá más de una válvula, resultante de un proceso infeccioso pa­
riesgo de alejarse también de la realidad. El ejemnio sado, y que originaría una disminución de la salida del
máximo de esta evasión de la realidad lo consi tuye el caudal sanguíneo, es contrabalanceada por una hiper­
demente crónico: el mundo, para él ha llegado a h a­ trofia de las paredes de la cavidad que está antes de
cerse tan insoportable que lo niega totalmente y lo sus­ esa válvula y cuya contracción más enérgica hará, por
tituye por otro donde tienen vida y realidad sus deseos, consiguiente, que el gasto sanguíneo de 1a, válvula no
sus propósitos y sus ambiciones. disminuya por su estrechamiento.
Dijimos al empezar este capítulo que la búsqueda Tales compensaciones que puede hacer el músculo
continua de lo que le produce bienestar es a nuestro cardíaco sobre la estrechez y las insuficiencias de sus
juicio la ley de la gravitación del mundo psíquico. E'l válvulas, ponen de relieve sus recursos maravillosos y
hombre lucha y trabaja en procura constante de ese demuestran que a diferencia de una máquina, que no
bienestar. Y en aquellos casos en que no puede obtenerlo puede corregir sus deficiencias, el corazón es capaz
ni por la realidad ni por la esperanza, lo hace por la —dentro de ciertos límites— de compensar sus insu­
locura. Extraña ley ésta de la gravitación, se nos dirá, ficiencias y las de otros órganos mediante una sabia
que hace evadir del mundo real a los seres que insa­ adaptación a las circunstancias nuevas y difíciles.
tisface. Mas, reparemos que también en el mundo físico Pero este proceso de compensación no es privativo
y por la ley universal de la gravitación dejan la super­ del corazón, sino que aparece también en todas las par­
ficie de la tierra y se pierden en la atmósfera las cosas tes del organismo vivo. Un riñón aumenta de volumen
m ¿ 3 livianas que el aire. tomando a su cargo, parcial o totalmente, la función que
el otro ya no puede desempeñar. La respiración de un
vértice pulmonar es más animada y amplia cuando la
base del mismo pulmón no puede llenar debidamente su
función. Una lesión atrófica de un hemisferio cerebral
en la edad infantil provoca la localización en el otro he-
________ Diniimira de la conducta humana. ■---- --------—---------Tj<i sabiduría del espíritu______________ *7

misterio de funciones que parecían privativas del hemis­ la ansiedad y las tinieblas o de naufragar en el des­
ferio lesionado. Cuando una persona pierde definitiva­ amparo y la muerte. Veamos por qué y cómo cumple
mente la vista, desarrolla al máximo los otros sentidos tal función.
y en especial el tacto de un modo maravilloso. Del mis­
mo modo, recientes estudios sobre la hipertensión arte­ Pugna entre el deseo de placer y el principio de
rial demuestran que ella, a menudo, no es sino un meca­ realidad. Compensaciones psíquicas. — No necesita
nismo de compensación destinado a vencer ia esclerosis abundar en ejemplos demostrativos la afirmación de
del filtro renal. que el ser adulto normal es asiento de una lucha per­
Por todas partes, pues, se ve a la naturaleza buscando manente entre sus deseos y la realidad que le rodea,
y que se mueve permanentemente, como lo dice Spran-
la conservación del individuo a despecho de serias lesio­ ger, en el dualismo existente entre su vivencia del
nes, que son reparadas; de graves accidentes, que son ideal y la percepción de la realidad.
compensados, y procurando en toda forma el manteni­ ¿Ha podido el hombre alguna vez satisfacer ente­
miento de la vida por acción de esa maravillosa fuerza, ramente sus deseos, propósitos e ideales? Evidente­
impulso vital o elan bergsoneano, que se halla presente mente, no. Quizá en las primeras edades de la especie,
en todo ser vivo: célula o insecto, hombre o tejido orgá­
nico. cuando vivía en entera libertad sobre la tierra, habrá
Y no solamente tienen lugar estos mecanismos com­ podido dar salida a sus instintos y tendencias mate­
pensatorios cuando hállase seriamente comprometida la riales. Pero la vida en comunidades sociales, que buscó
integridad de un órgano o la totalidad de una función, luego, exigió de él la represión y el dominio de esas
sino que siempre que una parte o función del orga­ tendencias y sentimientos instintivos que antes satis­
nismo es separada de la normalidad aparece ese pro­ facía naturalmente y que ahora resultarían antisociales.
ceso compensador que busca devolverle el equilibrio Por otra parte, no son solamente las tendencias ins­
perdido. Ya hace miles de años, Hipócrates postulaba tintivas —necesidades de sus raíces— las que no ob­
la existencia de una “fuerza natural medicatriz” que tienen entera satisfacción, sino que también y de es­
dirige la lucha del organismo para sacarlo de la enfer­ pecial modo encuentran la barrera de la realidad buen
medad y volverlo a la normalidad. Y recientemente número de sus vivencias ideales, ansias y tendencias
Cannon en su obra “la Sabiduría del cuerpo”, examina espirituales —necesidades de sus ramas y de sus
“los maravillosos ajustes que en el organismo permiten flores—.
dominar la enfermedad y el dolor” aun en las funciones Sólo en su más tierna niñez, cuando en pleno ego­
más delicadas y sutiles, frente a cuyas alteraciones centrismo el infante no distingue todavía las diferencias
el organismo pone automáticamente en acción los me­ entre su yo subjetivo y el mundo objetivo circundante,
canismos que han de corregirlas y equilibrarlas. puede el ser creer en la entera satisfacción de sus de­
seos y suponer que existe total superposición entre su
Ma3 se equivocaría quien creyera que solamente los vivencia de placer y el principio de realidad. Pero no
órganos y funciones físicas del individuo disponen de tarda el niño en comprender cuán distante se encuentra
este mecanismo de compensación. También su psiquismo su mundo ideal y el mundo real; y a medida que el in­
realiza tal función y mediante ella, el hombre, repe­ dividuo cobra experiencia y madurez distingue de modo
tidas veces durante el transcurso de todos sus días, se más exacto las diferencias entre uno y otro valor.
salva de caer en la tristeza y la pena, de hundirse en
Dimlmíca <it* la conducta humana.
La sabiduría del espíritu. 1U

i ^ definido la educación como el aprendizaje de


por las perturbaciones que produce su ausencia, hemos
ías inhibiciones, esto es, el conocimiento de todos los comprendido el valor de la existencia de tales funciones.
deseos y propósitos a los que debemos renunciar o pos­ Veamos detalladamente cuáles son y cómo se rea­
tergar su obtención. Siendo esto así, compréndese cuán lizan esos procesos de compensación que restablecen,
agitado y tormentoso sería el espíritu en el que se al modo del más sensible dispositivo, el equilibrio psíqui­
librara tan reñida y permanente pugna si no existiera co del hombre normal cada vez que es alterado, y que le
por su parte un conjunto de procesos psíquicos cuya permiten regular su vida anímica, conservar la tranqui­
función es precisamente la de amortiguar tales con­ lidad y “m antener a bajo nivel su tensión nerviosa” .
flictos, al modo como los elásticos de un móvil lo salvan
de la ruptura que provocarían, sin ellos, los choques
y saltos de su camino.
Tales mecanismos de compensación psíquica con­
ciban las interferencias y conflictos que con tanta fre­
cuencia tienen lugar en el individuo entre su persona­
lidad instintiva y su personalidad social. A estos
mecanismos compensadores debe el ser adulto su
capacidad de adaptación social y su facultad de resis­
tencia a las contrariedades que halla en la vida, al punto
que sin ellos el sujeto no conocería la paz psíquica y .
en medio de permanente conflictos mentales se movería
fuera de ios límites sociales O' al borde de la locura.
En efecto, el adulto normal es capaz de dominar o
transformar todos los deseos y excitaciones que le acu­
cien: ello lo hace ya resistiendo a los estímulos que tales
excitaciones provocan, ya transformándolos mediante
sus mecanismos de compensación psíquica, tan bien
organizados que constituyen un verdadero sistema
amortiguador de excitaciones. _ < ,
Nos" hemos dado cuenta del extraordinario vaior de
tales funciones de compensación y adaptación viendo
las perturbaciones que se produce en los casos donde
ellas no se realizan correctamente. En efecto, los tra s ­
tornos psíquicos de nuestros enfermos, que tienen lugar
precisamente cuando fallan tales mecanismos, ponen de
relieve su fundamental importancia. Juzgando, pues,
Las Tuerza* afectivas. 21

prende bien en qué alto grado los deseos y la pasión im­


posibilitan la captación exacta de la realidad.
Servidores complacientes, cortesanos finos y solí­
LAS FUERZAS AFECTIVAS citos, no son nuestros cinco sentidos agentes fríos e im­
parciales de observación, y para satisfacer nuestros
deseos y confirmar nuestras creencias proceden del
mismo modo que lo hacían aquellos servidores de la
Catatimia. — Con el nombre de catatimia {cata, falaz corte creada en torno de un hombre que se creía
transformaciones; timia, sentimiento) se designa la rey y que debían para su felicidad mantenerlo constan­
transformación que sobre la percepción de la realidad temente en tal creencia (“Enrique IV”. Pirandello).
realizan nuestros deseos y sentimientos. Miramos y Pero a diferencia de los cortesanos del rey loco,
escuchamos con nuestros ojos y oídos, pero a través de pagos para crear en su torno la ficción de su creencia
ellos vemos y oímos lo que nuestro psiquismo desea, es­ delirante, nuestros sentidos no captan siempre del
pera o ansia captar. Nuestros sentidos no son servi­ mundo real lo que va a sernos amable, placentero, con­
dores veraces, pasivos e imparciales del cerebro, sino firmativo de nuestras creencias y deseos. A menudo son
que como dúctiles cortesanos sirven obsequiosamente nuestras inquietudes y miedos los que deforman la cap­
a la tendencia predominante en nuestro espíritu. Wi- tación de los elementos perceptivos, porque entonces
lliam James afirma así que percibir es ya seleccionar. es el temor la reacción predominante en el espíritu. L03
A diferencia de la placa fonográfica que se está golpes de una ventana que ha quedado abierta durante
grabando y en cuya cera inorgánica y neutral se fijarán la noche son percibidos por una persona temerosa como
todos los ruidos indistintamente y sin selección, el oído los pasos de un ladrón en la escalera. Poseídos por la
humano, tenso por nuestros deseos y temores, es más desconfianza, creemos haber escuchado en una con­
sensible a lo que esperamos, queremos o tememos. versación que pasa, una palabra que se refiere a nuestro
; Cuántas personas que aguardan a determinada hora caso. Tocado por el miedo y la inseguridad, una per­
un llamado telefónico de especial interés sienten, en sona no puede menos que suponer que un guardia que
efecto, como si el teléfono hubiera tocado su timbre! se pasea frente a su domicilio, está allí para vigilarla y
Cuando con ansiedad esperamos a alguien, ¿no creemos que, no obstante su falta de delito, puede llegar a ser
de pronto sentir, entre el conjunto de voces, su voz en víctima de un error judicial. (Y así comienza el delirio
la puerta o en la escalera? Y es bien conocido el ejemplo de persecución). O suponemos que débense a una en­
del enamorado que cree reconocer al motivo de su amor fermedad muy grave —tuberculosis o cáncer— esos
en la calle a la distancia, entrando en una tienda o dolores que experimentamos. (Y se engendra así la
ascendiendo al ómnibus. hipocondría) Por tales motivos deben tener poco valor
En los deportes pueden verse frecuentes ejemplos, los testimonios de las personas emocionadas o poseídas
no ya individuales sino colectivos, de la percepción de­ por el miedo, la cólera o la pasión.
formada de la realidad. Cuando se oye referir una ac­ Vemos, pues, que no son siempre los deseos y senti­
ción discutida por los partidarios de uno y otro team de mientos gratos los que realizan esa selección partidista
football, las versiones son tan dispares que se com- de los elementos de la realidad, sino que también y a
menudo ella es realizada por los temores y preocupa-
Dinú mica de la conducta humana.
Las fuerzas afectivas.

cienos cuando éstos constituyen el sentimiento predo­ No es sólo sobre la función perceptiva que se ejerce
minante en nuestro espíritu. Pero, unos y otros, deseos la referida influencia de las tendencias afectivas, sino
y temores, pertenecen y forman la parte afectiva de también —y quizá con mayor intensidad aún— sobre
nuestro psiquismo. Y la afectividad es realmente el eje la función de la memoria. Los hechos de que nos acor­
y el centro, el núcleo y motor de nuestra vida psíquica. damos en un momento dado son distintos según estemos
Son los afectos los que nos dirigen; es la afectividad la alegres o tristes. Cuando Stefan Zweig, muy lejos de su
que mueve, como el foco de una lente o el dial de una patria, se dispone a escribir su Autobiografía, repara
radio, el enfoque de nuestra atención; es ella la que que debe hacerlo en las condiciones más desfavorables:
suministra elementos al apetito de nuestro interés; la sin el menor auxilio para la memoria, sin sus notas,
que nos hace mirar para ver, escuchar para oír, captar sus libros, ninguna carta de amigo y sin poder ir a bus­
para sentir; falta de la cual nuestra personalidad sería car información a parte alguna. Pero deja pronto de
tan imparcial y neutra, pero también tan inanimada y lam entarse por ello, pues dice “yo no considero a nues­
fría, como la placa de cera fonográfica, y que nos de­ tra memoria como un elemento que retiene unas cosas
muestra cuán cerca del cadáver se halla aquella estatua por azar y pierde las demás al acaso, sino como una
sólo provista de sentidos, que era para la teoría absurda fuerza que ordena a sabiendas y excluye de un modo
de Condillac el ejemplo del ser viviente. deliberado. Todo lo que con respecto a la propia vida
cae en el olvido, ha sido en rigor mucho tiempo antes
condenado por un instinto íntimo a caer en él. Solo lo
La percepción parcial de la realidad realizada por que de lo suyo se quiere conservar, tiene también el
nuestra afectividad, o sea la catatimia, no sólo procede derecho de ser guardado para ios demás, i Que hablen
arbitrariamente tomando de todos los elementos pre­ y elijan, pues, mis recuerdos, en mi lugar, y procuren
sentes sólo aquellos que están en sintonía con la actitud dar siquiera una imagen pálida de mi vida, antes de
de reacción del sujeto y desechando todos los restantes, que ésta se hunda en las tinieblas!”
sino que a los elementos así seleccionados les adjudica Realmente no hay función psíquica en la que no in­
una escala de valores y una jerarquía enteram ente tervenga la acción de nuestros afectos. La frase de
personales y subjetivas. Cada individuo percibe así una Goethe: “os parecéis al espíritu que comprendéis”, tra­
realidad particular, y ésta es también variable en el duce justam ente la más fácil comprensión para los pen­
mismo individuo de acuerdo con los cambios de su to ­ samientos y procesos intelectuales que sintonizan con
nalidad afectiva. Lo que hace que podamos extender la los nuestros.
* * *
frase de Amiel y afirm ar que no ya sólo un paisaje
es un estado de alma, sino que todo espectáculo, toda
visión de da realidad, toda captación perceptiva de] p re­ Si bien la catatim ia en algunos casos sirve a los ele­
sente. así como tamoién la apreciación del pasado y la mentos negativos o temores, ella está generalmente al
visión del futuro, son estados de alma, tan subordinados servicio de nuestros deseos por ser éstos elementos
están a la tonalidad actual de nuestro espíritu, ta n te ­ positivos más frecuentes, numerosos y más fuertes. Por
ñidos por nuestros sentimientos predom inantes y ta n eso, cumple este proceso de compensación su inesti­
mable función: cuando la adaptación del sujeto a la
coloreados de amor o de hostilidad por la actitud afec­
realidad sería penosa y le haría sufrir, la catatimia
tiva de nuestra personalidad en este instante.
tí ^Dinámica de la c o nd uc ta humana.

adapta la realidad ai sujeto sirviéndole a su g u sto una


realidad personal g rata y complaciente, que le lib ra de
la pena y a menudo de reacciones psíquicas anorm ales.
Recordando el verso calderoneano podríam os decir que
provee a cada persona para ver el m undo de cristales
del color de sus deseos. El hombre, pues, “se m ien te” a RAZONES COMPLACIENTES
todas horas y ya lo decía La R ochefoucauld: “es ta n
fácil engañarnos a nosotros mismos sin darn o s cuenta
como es difícil engañar a los otros sin que se p e rc ib a n ”
(Máximas. 115). C ierta vez, hallándonos en la mesa de una pensión
También frente a una obra de a rte se realiza este de estudiantes en Alemania, un “gaffeur” trajo la con­
proceso por el cual tomamos, de en tre los m últiples versación sobre la actitud que en la guerra de 1914-1918
elementos que se nos presentan, solam ente aquellos que habían adoptado los países a que pertenecíamos cada
laten acordes con nuestro espíritu. Así, es fre c u e n te uno de los presentes, que en su mayoría éramos estu­
el caso de una obra literaria que el público in te rp re ta diantes extranjeros. E ntre nosotros hallábase un por­
de modo diverso al pensamiento del au to r. R efiere torriqueño que era al mismo tiempo representante con­
Pérez Petit que Rodó se lam entaba en c ie rta ocasión sular de su país. Cuando tuvo que explicar la actitud
de esta deformación que realizan los lectores sobre la internacional asumida en aquella emergencia por Puerto
tesis del autor. Y decía: “Cada lector antepone su sen ­ Rico — que como se sabe fué de los primeros países en
timiento al del autor que lee y su stitu y e su propio p e n ­ adherirse a los aliados,— comenzó a s í: “Empujado por
los acontecimientos, mi país tuvo que adherirse a los
sar al pensar ajeno. Usted escribe p ara el teatro,^ p re ­
aliados” .
tendiendo demostrar una tesis, y el público en tien d e
E s frecuente que el estudiante que, con toda razón,
otra tesis que conviene a sus m iras” . ha sido aplazado en su examen, regrese a su casa ma­
Y el insigne artífice recordaba al efecto aquellas nifestando que ha sido víctima de la arbitrariedad de
frases de “El Jardín de Epicuro” en las que A n ato le los exam inadores, y que así lo crea. No menos fre­
France dice: “Cuando se lee un libro, se lee como se cuente es oír a los automovilistas manifestar, para ex­
quiere, o mejor dicho, se lee en lo que se quiere. ¿Q ué plicar las abolladuras de sus coches, “que han sido cho­
cosa es un libro? Una colección de pequeños signos. cados” , así se hallen esas abolladuras en la misma
Nada más. Al lector corresponde deducir las fo rm a s, proa de su auto. Y tanto el estudiante como el auto­
colores y sentimientos que fluyen de tales signos. D e m ovilista creen con cierta sinceridad en la verdad de
él dependerá que el libro sea opaco o b rillan te, a rd ie n te sus manifestaciones.
o helado. Yo diría si lo preferís, que cada p a la b ra de El proceso psíquico por el cual el sujeto frente a
un libro es un dedo misterioso que roza u n a fib ra de un hecho en que ha tenido intervención pasa de ser
nuestro cerebro tal que la cuerda de un a rp a y d es­ activo a pasivo para librarse de la responsabilidad,
pierta así una nota en nuestra alm a sonora. E n vano ubicando fuera de él la causa de la incidencia, se de­
la mano del artista será sabia e inspirada. E l son que nom ina proyección. Este mecanismo de compensación
se produzca depende de nuestras cuerdas ín tim a s ” . libera al sujeto de la pena y de la contrariedad que po-
1

.'>:«<}mica de h j c o n d u c t a h u m a n a . Razones complacientes. J7

ii:'M producirle un hecho, explicando su realización por preform ada. El amputado, por ejemplo, localiza el dolor
ruv'tivos ajenos a él y fuera del alcance de su voluntad. en la pierna que ha dejado de poseer, y todos nosotros
“Era superior a mis fuerzas”, “N ada pude hacer, proyectam os constantemente hacia afuera procesos in­
pese a todos mis esfuerzos”, “Hallé un obstáculo in­ ternos, pues el aparato psíquico exterioriza toda per­
vencible” y otras semejantes, son las expresiones que cepción, cualquiera que sea su procedencia.
emplea comunmente una persona cuando m ediante esta E ste mecanismo de proyección se halla en la base
proyección explica un fracaso, una renuncia, o una del concepto animístico, por el cual el niño y el salvaje,
huida, no advirtiendo al hacer tal explicación la co­ como el neurótico, atribuyen propiedades humanas a
incidencia que lia habido entre la actitu d re su lta n te cosas y objetos inertes que lo rodean. Así, si el niño
—y que cree obligada e inevitable— y su tendencia ape­ tropieza contra una silla y esto le causa dolor, golpea
tecida y favorable. a la silla como si ésta se hubiera movido intencional­
Así es que la actitud de Puerto Rico que el estu ­ m ente a su paso. El adulto civilizado normal recurre a
diante-cónsul explicaba sólo por acción de elem entos la proyección p ara explicar impulsos y deseos que le
exteriores, coincidía exactamente con los sentim ientos repugnan, le violentan o le humillan. Se proyectan las
francamente francófilos del pueblo p o rtorriqueño. L a m alas ideas y las bajas pasiones atribuyéndoselas a
explicación de su reprobación por la a rb itra rie d a d de un ser exterior: el Diablo: De este modo, el hombre
les examinadores coincide con el interés del estu d ian te parecería decir: “no soy yo sino otro, el que desea
en justificar su fracaso. Y el autom ovilista esconde su realizar tal o cual acto reprobable”. Y merced a este
impericia reai, pasando de activo a pasivo, y creyendo proceso, su conciencia queda descargada.
haber sido chocado y no ser el elemento activo y cau­
sante del choque.
Se ve claramente cuán clemente y satisfac to rio es E ste mecanismo de proyección sirve hábilmente al
este mecanismo de compensación. P royectando fu e ra individuo p ara enm ascarar algunos deseos que tendría
de nosotros las culpas de nuestros erro res y la cau sa pudor o vergüenza de exteriorizar directamente y los
de nuestros fracasos, nos liberamos en g ra n p a rte de traduce entonces en form a de temor. Así es que ese te­
la pena y el dolor que ello podría producirnos y nos m or de quedar en la pobreza, de que se lamentan cier­
eximimos grandemente de la responsabilidad que h e­ ta s gentes, es la proyección de su deseo de tener mucho
mos tenido en su realización. — “ Se me cayó” en lu g a r dinero, y a menudo traduce su avaricia. El temor de
de “no puse atención y lo dejé caer” ; “resbalé” en lu ­ ser pecador, proyecta el deseo de ser santo. Igualmente,
gar de “no miré” ; “la fatalidad, el destino, la m ala el tem or de estar enfermo, con el que muchos hipocon­
suerte” en lugar de “mi poca tenacidad, m i to rp eza, dríacos atorm entan a sus familiares y a sus médicos,
mi falta de espíritu de lucha” , son las fra se s m ás f r e ­ significa el deseo de vivir largamente, y su actitud, en
cuentes que todos los días se escuchan por to d as p a rte s buena p arte egoísta, sería indisculpable si fuera exhi­
y con lo que las personas que las dicen proyectan fu e ra bida abiertam ente. De este modo, el individuo logra
de ellas, para descargar su culpa y la responsabilidad, realizar por medio de ese temor lo que no se habría ani­
las causas de sus actos fallidos y de sus fracasos. mado a hacer por la acción directa de su deseo, el que
La proyección, dice N unberg, constituye u n a m a­ es así camouflado. No de otro modo procede el chico
mimoso que llora desconsoladamente lamentándose de
nifestación psíquica general y aparece psicológicam ente
?S-------------------- D m d m i c a d e la c o n d u c t a h u m a n a . R a zo n es complacientes J/J

<ue no es querido por sus padres y obteniendo en esta empleando en exceso este mecanismo de proyección,
forma la demostración inmediata y apetecida de tal hállase en pleno delirio de persecución el sujeto que,
cariño. fracasado en su profesión, carrera o arte, en lugar
Todo temor, pues, traduce la proyección de un deseo de reconocer que su no triunfo débese a su falta de
y mediante tal proceso las tendencias afectivas de un tenacidad, de aptitud o de oportunidad, acusa al medio
sujeto, generalmente del tipo vanidoso o miedoso, es­ social de su fracaso y señala a sus colegas, compañeros
capan a su censura moral y se presentan bajo la más­ de trabajo, fam iliares o vecinos como los causantes de
cara de un temor. Puede verse así que las ideas de sus males. Y en un grado todavía más avanzado de
persecución de que se quejan ciertas personas, traducen este proceso se encuentra el enfermo mental que pa­
realmente en el fondo el deseo de que los supuestos per­ dece de delirio de influencia, por el cual afirma que
seguidores se ocupen de ellas; y a esto se debe que el todos sus actos, pensamientos y actitudes le son impues­
perseguido se convierta luego en perseguidor ante la tas por una acción exterior, ajena por entero a su vo­
indiferencia del supuesto enemigo. luntad.
Las mismas razones de extrayección de nuestros
propósitos y sentimientos explican la facilidad con que Identificación. — De dirección opuesta a la pro­
nos sentimos ofendidos por las personas a quienes real­ yección, pero semejante a ésta en su finalidad de des­
mente odiamos, y muestra la verdad psicológica del di­ plazamiento de energías psíquicas, es el proceso de
cho que afirma: “cuando decimos que una persona nos identificación o intrayección, por el cual el sujeto se
es antipática es porque sin duda sabemos que le somos atribuye a sí mismo causas y propiedades ajenas. Quizá
antipáticos a ella”. la primera aplicación de este medio de defensa de nues­
El mismo mecanismo de proyección presenta mu­ tro sistema anímico la hace ya el niño a los pocos días
de su nacim iento: cuando deseoso de aplicar sus labios
chos ataques con la apariencia de defensa. Esta es la
en el pecho materno para experimentar la agradable
explicación que a menudo corresponde a los tan fre­ sensación de alimentarse, no es satisfecho, puede re­
cuentes hechos de sangre en lo que se aduce la legítim a emplazar tal falta incorporando psíquicamente el ele­
defensa para justificar la acción de una persona que mento deseado a su yo. Se satisface entonces con la
ha herido o dado muerte a otra, y en cuyos casos puede succión, y se le ve mover los labios animadamente. La
verse también la coincidencia del acto realizado con la excitación es suprimida, pues, cuando se le satisface
tendencia o dirección en que habría actuado volunta­ de un modo que puede producir la descarga. La fina­
riamente su realizador: la persona herida por ese acto lidad de la introyección se ha cumplido desde el mo­
de aparente defensa es la misma que lo hubiera sido mento que se ha obtenido la desaparición de la exci­
también por el ataque directo y espontáneo del heridor. tación desagradable.
Este proceso psíquico de proyección, que todos em­ Frente a una excitación no satisfecha por falta del
pleamos de continuo para descargar nuestras culpas, objeto exterior, el lactante se satisface, diríamos,
justificar nuestras faltas y disminuir nuestra respon­ “alucinatoriamente” creyendo mamar, y de ahí los mo­
sabilidad, ubicando fuera de nosotros la causa de nues­ vimientos de succión que se le ve hacer. El mismo me­
tros yerros y errores, da lugar por su empleo excesivo y canismo de satisfacción mediante las solas represen­
fuera de la autocrítica a perturbaciones del juicio que taciones o imágenes —a falta de la satisfacción real—
forman parte ya de la sintomatología psiquiátrica. A sí,
Pintimica de la conducta humana.

------------------------— Razonen complacientes _______________ —21

so ve en las personalidades histéricas. Y es que la per­ Esta total y entera identificación de un público con
sonalidad histérica se halla en un nivel intermedio en­ un equipo explica hechos que de otra manera serían
tro el nino y el adulto. Su mecanismo de satisfacción no paradojales. A quien conoce la rica capacidad afectiva
es distinto al que el hombre normal cumple en sus de nuestro público y su amor por los débiles, los pe­
sueños. “Un día que, contra mis deseos, me acosté sin queños y los desposeídos, le sorprendería sin duda com­
fumar — nos dice un amigo —, creí que estaba fu­ probar que esas mismas personas, que en una incidencia
mando”. callejera se ponen de inmediato de parte del más débil,
Se sabe que de acuerdo con los conceptos de los son no obstante partidarios de los cuadros poderosos
psicoanalistas, el hijo soluciona los conflictos que le y ricos que domingo a domingo vencen por elevado
crea su complejo de Edipo —odio al padre— mediante score a los más débiles. La proyección psíquica explica
la identificación con éste, incorporándoselo como su tales curiosos hechos: se tiene necesidad de un triunfo,
propio yo. Así también afirman que uno de los tipos de un dominio, de sentirse vencedor, dominante, y se
de homosexualidad se produce por el hecho de que el satisface dominicalmente tal tendencia identificándose
muchacho se identifique con la madre y sólo pueda con un cuadro poderoso. Sólo las personas triunfadoras
querer a otros muchachos, a manera de reflejo del durante toda la semana, y que por ello no tienen ne­
afecto que ella sentía por él. cesidad de triunfos compensatorios, podrían permitirse
Procede mediante este mecanismo la persona que el lujo de ser partidarios de teams débiles. En cambio,
no pudiendo vencer a un rival fuerte, se le incorpora “el team del pueblo” es justamente el más rico y pode­
psíquicamente para así sentirlo como propio. No otra roso. Estamos seguros de que por ausencia de esa des­
explicación tienen esas rivalidades enconadas que pa­ carga liberadora, aumentan el mal humor, los incidentes
recían inconciliables y que sorprenden un día por su y las discusiones en ia vida doméstica o social en los
identificación. Su lema ha sido, como dice Nunberg: días que siguen a una derrota de los teams favoritos.
“Si no puedo combatir de otro modo a mi enemigo, me Por elio, esos jueces que mediante la concesión de un
uno a él para que no me sea peligroso”. penal en los últimos minutos o por la anulación de un
goal en contra, aseguran el triunfo que se presentaba
* * * difícil para el cuadro grande, proceden del mismo modo
como lo haría en tales condiciones un excelente médico
También son abundantes a nuestro alrededor o en psicoterapeuta. . .
nosotros mismos los ejemplos de esta intrayección. El
propietario de un caballo de carreras o de un gallo de
riña, siente como suyos los triunfos de sus pupilos. Los Es por este proceso de identificación que Freud
miles de partidarios de un team de football sienten co­ explica que ciertas civilizaciones se hayan conservado
mo propias las hazañas de los once jugadores. 4‘Les durante largo tiempo a pesar de que en ellas grandes
ganamos”, “les hicimos cuatro goles”, “le atajamos masas de hombres vivían oprimidos. “Cayo es un mí­
un penal”, son las expresiones que dicen quienes no sero plebeyo, agobiado por los tributos y las presta­
obstante haber permanecido sentados durante toda la ciones personales, pero es también romano y participa
lucha, experimentan la misma satisfacción, y a me­ como tal en la magna empresa de dominar otras na­
nudo hasta la misma fatiga, que quienes han jugado y ciones e imponerles leyes”. Esta identificación de los
luchado realmente.
A?. Ihm\mico d<* lo conducía huviana.

oprimidos con la clase que los oprime les compensa de


las limitaciones que sufren y hace que hasta puedan
sentirse orgullosos de sus amos en quienes ven muchas
veces su ideal.
Es la identificación un mecanismo primario de de­
fensa que se encuentra con frecuencia en los niños y PRETEXTOS POR RAZONES
en las personas no fuertes psíquicamente. También es
empleado de un modo patológico por cierta clase de
enfermos, los afectos de melancolía, quienes por iden­
tificación excesiva y mórbida se consideran la causa Racionalización. — Cuando Don Quijote se prepa­
raba para salir a combatir gigantes, después de ade­
de desgracias y desastres que realmente están fu era rezar sus armas, cayó en cuenta que al morrión le fal­
de su órbita de acción. Una conciencia moral excesiva­ taba la celada. Pronto y con habilidad logró hacer una
mente severa y rígida los hace autoacusarse como con cartones e hilos. P ara probar entonces su resis­
causantes de hechos en los que sólo han pasado ta n ­ tencia, sacó su espada y le dio un golpe con tal fuerza
gencialmente. En un grado más atenuado se hallan esas que la deshizo. No pensó que la celada fuera débil y
personas tocadas por el sino del fracaso y de los con­ que estuviera mal preparada, sino que frente al hecho
tratiempos, que todo lo inician con mal pie y que parece ocurrido le enorgulleció su fuerza, tan grande, que ha­
como que van exprofeso buscando las ocasiones de de­ bía destruido de un golpe su obra. Lleno de tal satis­
rrota: en ellas un mecanismo de identificación exce­ facción, hizo otra celada que reforzó esta vez con hierro.
sivamente prolijo está puesto al servicio de deseos de Pero no la sometió a prueba, pues creyó que ya alcan­
autopunición que los conduce a entrar ya derrotados zaba con la anterior demostración de fortaleza de su
en la lucha por la vida, buscando pagar con su dolor brazo.
un sentimiento inconsciente de culpabilidad. Se recuerda también la fábula de La Fontaine “La
zorra y las uvas”. Después de intentar por repetidos
* * * esfuerzos llegar a tom ar el racimo que cuelga del parral,
vista la inutilidad de sus propósitos, la zorra se aleja,
Vemos pues, que proyección e identificación son diciendo desdeñosa: “Están verdes” . .. con lo que resta
dos procesos de la misma naturaleza, pero de dirección im portancia a lo sucedido y justifica su renuncia.
distinta. En la primera el desplazamiento de las en er­ Cierto día viendo a un niño de 8 años huir de otro
de la misma edad que le corría, le preguntamos si su
gías psíquicas tiene lugar del sujeto al mundo ex terio r actitud obedecía al miedo. Nos respondió: “Vió que no
y su desfiguración patológica conduce al delirio de
me alcanzó. Yo corro más que él”.
persecución propia de los paranoicos. E n la id e n tifi­ Este proceso psíquico mediante el cual las disculpas
cación, en cambio, el desplazamiento se nace clel m undo y los pretextos se erigen en razones y se crean a poste-
exterior al sujeto, y su exageración mórbida constituye
riori de un acto fallido falsas motivaciones que luego se
el delirio de autoacusación de los enfermos de m elan­ presentan como causas, se denomina racionalización
colía. secundaria, y mediante tal mecanismo de compensación,
el espíritu humano busca la auto justificación de sus
3
n 7) imímica de la conducta humana
J 'r e tc x to s p or razones.

fracasos contribuyendo así a solucionar por vía indi­


recta, naturalmente, la permanente pugna entre los siendo así que no son sino pretextos, y su verdadera
deseos y la realidad. ^ . causa es su poderosa y a veces monstruosa agresividad
Existe en nuestro psiquismo lo que podría denomi­ y su insaciable apetencia de dominio, servidas por cua­
narse la necesidad de causalidad por la cual el espíritu lidades dialécticas y racionalizadoras robustas.
humano busca la explicación de todo lo que ve. Por tal Y no es sólo en el campo de la acción política e in­
necesidad, que actúa como estímulo del pensamiento ternacional que tales racionalizadores han realizado una
causal, cuando dos hechos se producen, se tra ta de acción nefasta para la felicidad de la humanidad. Han
buscar el enlace entre ellos, de modo que uno aparezca existido también paranoicos de ese tipo en la filosofía,
dependiente del otro. En la racionalización la relación en el arte y en otras actividades del pensamiento hu­
mano y su acción ha sido tanto más perjudicial cuantos
causal encontrada no es real sino ficticia a causa de mayores fueron sus dotes intelectuales. Como lo dice
la intervención de los deseos inconscientes del sujeto. muy bien Mira y López: “por ello precisamente no
Todos nosotros empleamos de continuo tal meca­ progresa más la Humanidad, en su conocimiento del
nismo de compensación para disimular la distancia mundo de los valores, toda vez que las mentalidades
grande que separa el querer del poder, nuestros pro­ rectoras del pensamiento filosófico, salvo contadísimas
pósitos de nuestras posibilidades. Pero, en tanto que excepciones, han visto contrarrestada la ventaja de su
la mavor parte de las personas emplean este meca­ mayor talento por el obligado antecedente de una ma­
nismo como en los tres ejemplos citados, para ju stificar yor vitalidad animal, expresada en una mayor fuerza
un fracaso y escapar así a su dolor o a su contrariedad, emocional y, por consiguiente, en una más intensa
otros individuos dotados de poderosa agresividad y de actuación de estas funciones psíquicas que, como la ra­
fuertes condiciones intelectuales emplean la raciona­ cionalización, llevan aparejado el falseamiento, casi
lización para justificar actos punibles que desbordan siempre inconsciente, de la verdad en provecho de la
muchas veces la escala individual y hacen eclosión en paz y la autosatisfacción individuales. Esta y no otra
la esfera colectiva e internacional. ^ # ‘es la explicación de las eternas luchas de las denomi­
Así, por ejemplo, en todos los siglos la humanidad nadas escuelas (filosóficas, científicas, estéticas,^ eco­
ha tenido que padecer los graves conflictos y guerras nómicas, etc.) que aspiran a ejercer la hegemonía ae
externas provocadas por un fuerte racionalizador do­ la cultura. Ante tamaños ejemplos de racionalización
tado de extraordinaria agresividad y que ha puesto sus palidecen los de los pobres enfermos mentales que, pri­
sutiles sofismas al servicio de su poderosa apetencia de vados en su mayoría de la agilidad y robustez de su
dominio, con los que ha arrastrado a la razón colectiva. proceso discursivo, pasan por ser entes pnvados de
El propósito de corregir las injusticias de un tratad o r a z ó n . . lo
internacional arbitrario (que, por otra parte, nunca Como perturbación de los procesos psíquicos la ra­
faltan en la historia de todo pueblo), obtener la pu­ cionalización excesiva conduce al tan conocido delirio
reza de una raza, provocar el triunfo de los valores de interpretación. Por otra parte los ejemplos que he­
mos expuesto referentes a la peligrosidad de ciertos ra­
nacionales, difundir a todo el orbe los beneficios de una cionalizadores entran ya en la zona fronteriza, no man
revolución o de un nuevo orden, son las razones que a land”, entre lo normal y lo patológico. Corresponde re­
posteriori y secundariamente exponen estos peligrosos calcar, sin embargo, que dentro de la esfera de la ñor-
paranoicos, presentándolas como reales motivaciones,
Dimlmica de la conducta humana

malidad y para actos de menor escala, la racionali­


zación es empleada de continuo y en ella el espíritu
busca el alivio de sus fracasos y contrastes. P a ra no
abundar aún con ejemplos, pedimos al lector que re ­
cuerde qué motivos creyó reales y expuso como cau­
sales y determinantes en la oportunidad de no presen­ FORMAS DE AUTOENGAÑO
tarse a un concurso, postergar un examen, no en fren tar
la violencia de un choque personal, retirarse de un
compromiso y otras circunstancias de este género que
inevitablemente tiene que atravesar toda persona en En los tres procesos de adaptación y compensación
ese camino accidentado, tan abundante en pozos, b a­ psíquica que acabamos de estudiar — catatim ia, pro­
rreras y choques, que es la vida del hombre de acción. yección y racionalización— el sujeto, mediante un cam­
En tales circunstancias las razones-pretextos que da el bio en el aspecto o en la presentación de sus deseos no
sujeto son del mismo género de las que expone el estado francos, logra que burlen su censura moral y salven
mayor de un ejército en retirada que tra ta de explicar el obstáculo social, obteniendo de este modo su satis­
su retroceso del frente de guerra por un voluntario re ­ facción. En los tres procesos restantes que veremos
pliegue estratégico, rectificación de la línea de com­ a continuación y cuya finalidad sigue siendo la misma
bate a posiciones más firmes, etc. compensación psíquica del individuo, éste ilega a con­
Mediante este proceso secundario de racionalización form arse a la no obtención de sus propósitos, ios cuales
el neurótico cree explicar sus fobias y obsesiones. Asi se satisfacen por vía indirecta en otros objetivos.
es que el neurótico con la fobia de la limpieza, que lava
cien veces sus manos, racionaliza tal exceso ju stificán ­ Negación del deseo. — Se ha dicho muy acertada­
dolo por el temor a los microbios (explicación secun­ mente que “ una negación demasiado enérgica equivale
a una afirm ación”. En efecto: el sujeto p ara vencer la
daria) cuando en realidad ella obedece a un proceso de
actitud de afirm ación en que se encuentra su espíritu
defensa contra deseos de ejecutar actos prohibidos. E l tiene que em plear en la expresión de la negativa una
temor a salir sola que es explicado por una neurótica carga de energía psíquica superior a la de una negación
por el miedo a los ladrones, obedece a un mecanism o común y normal.
de defensa contra deseos de encontrarse con hom bres, La gracia de la anécdota del artillero que explicaba
deseos que chocan a la conciencia. E n las m an ifesta­ m ediante cuarenta razones porque no había hecho las
ción patológicas de estos enfermos aparecen, pues, com­ salvas de rigor —y era la prim era porque no tenía pól­
binados deseos inconscientes e ideas conscientes que los vora— reside en que en lugar de explicar tal hecho
racionalizan, y por ello es necesario saber d istinguir, por una sola y gran razón, recurre a tan gran número
como dice Nunberg, lo que constituye la esencia de la de explicaciones que es lo que hacen generalm ente
enfermedad y lo que no representa más que el resultado quienes no tienen una razón valedera fundam ental.
de una elaboración secundaria. De análogo modo, cuando una persona emplea m u­
chos argum entos para explicarnos que no le im porta
una cosa, es porque realm ente tal cosa le im porta m u­
cho y tra ta de aplastar su interés bajo una pesada carga
.Diruhuíca de la conducta humana.

Formas de autoengaño J'J


de razones en contra. Es frecuente com probar esto en
los enamorados reñidos. No es raro que un novio en
discordia nos diga los mil motivos que tiene p a ra d e ja r Es de tan frecuente utilización este mecanismo de
de querer a una joven, y sin embargo no pasa m ucho adaptación a una realidad que contraría nuestros deseos
tiempo para que los volvamos a ver juntos. B uen n ú ­ mediante la negación de dichos deseos y la repetición
mero de los personajes atorm entados de la novela ru sa de tal negación hasta convencernos, que no es necesario
que parecerían contradictorios porque salen haciendo presentar nuevos ejemplos, ya que todo lector los en­
todo lo contrario de aquello a lo que, en páginas antes, contrará fácilmente a su alrededor y en sí mismo.
manifiestan enérgicamente en oposición (recuérdense Sin embargo, tal proceso no es el que con mayor
las andanzas, marchas y contram archas de D im itri en frecuencia sigue el psiquismo humano frente a un con­
traste. E n efecto, tal mecanismo no libra del dolor —con
“Los Hermanos Karam azoff” ) no son realm ente con­ lo que no resulta efectivo para la nueva adaptación—
tradictorios, sino que, sinceros con sus propios senti- ni coloca al sujeto que lo realiza a salvo de una mani­
* mientos, no pueden adaptar sus deseos, dem asiado festación posterior, una confesión o una rectificación
fuertes, a la simple negación, como ta n ta s veces hace el brusca de su prim itiva actitud; y ello es porque no se
individuo normal. consume la carga psíquica del deseo insatisfecho en
El hombre normal, en efecto, utiliza a m enudo este
otro objetivo cambiando su dirección o su objeto. Y
mecanismo de negación de deseos p a ra lo g ra r su a d a p ­
como la energía reprim ida que no se gasta queda en
tación a una realidad que le ha sido desfavorable. L as el psiquismo y con una tensión afectiva proporcional a
personas que, cuando no pueden obtener lo que desean, la^ fuerza empleada para su represión, allí queda el
afirman que esto carece de im portancia y que no les deseo insatisfecho y, por ello, vivo y animado. Si el
interesa, emplean este mecanismo defensivo de m enos­ interés afectivo de que está provisto es pequeño o débil,
preciar. Un concursante que no ha triu n fad o en la ob­ podrá sin duda ser vencido por la simple negación del
tención de una plaza, dice y repite que ta l cargo re a l­ deseo. Mas, si su carga energética es grande, tan simple
mente no le convenía y acaba por convencerse de que proceso de adaptación resultará ineficaz, y una inespe­
se hubiera perjudicado al obtenerlo. Después de un rada contradicción, un cambio súbito de conducta o la
contraste, la persona que lo ha sufrido se re p ite : ‘‘no ru p tu ra brusca de la situación resultante de esa arti­
hay mal que por bien no venga”, y h a sta busca e s ta r ficial adaptación, serán sus consecuencias de futuro, si
agradecido a la incidencia adversa que le h a de p re ­ el sujeto no compensa — como lo hace' realmente —
sentar sin duda pronto una oportunidad favorable. U n m ediante los otros mecanismos de adaptación la no
amador engañado se afirm a agradecido a lo que h a satisfacción de aquel deseo.
pasado, porque tal hecho “le ha abierto los ojos y h a
evitado males mayores”. Son de d iaria repetición las Negación de la realidad. — Como una extensión de
este mismo proceso se halla la negación de la realidad.
demandas judiciales que se hacen “no por el in te ré s
No es raro que el hombre se sustraiga a las impresiones
material”, “no es por un capricho de am or p ro p io ” ,
desagradables considerándolas como inexistentes. Es
“no es porque quiera perjudicar a nadie”, “ no es porque evidente que en nuestros olvidos interviene el deseo
quiera hacer pagar a otros” y expresiones sem ejan tes inconsciente de evitarnos un recuerdo penoso, incómodo
en todas las cuales la energía y la repetición del no de­ o humillante.
muestran bien que traducen realm ente la expresión Muy a menudo la concentración de nuestra aten-
del sí
Dinámica de la conducta hu mana.
Formas de autoengaño
ción abre gustosamente el paso a las asociaciones de
ideas deseadas e inhibe las indeseadas. Por las m ism as inconsciente de alejar de nuestro pensamiento recuer­
razones, el adulto normal escotomiza generalm ente dos incómodos, penosos o humillantes. No olvidamos lo
aquéllo que le desagrada y puede verse así cuán fácil­ que nos es favorable, aquéllo cuyo recuerdo nos produce
mente se olvida un hecho desagradable o incómodo. placer, lo que satisface nuestros deseos y propósitos.
Se denomina alucinaciones negativas a toda esa Los recuerdos que olvidamos son aquéllos cuya reme­
parte de la realidad que una persona ha dejado de v er m oración nos causaría pena, desazón, contrariedad,
psíquicamente. El caso conocido del avestruz que p a ra disgusto.
no ver el peligro hunde su cabeza bajo el ala creyendo F ren te a los recuerdos nuestra memoria procede de
así que lo que no ve no existe, es un ejemplo zoológico la m ism a m anera que aquel rey que en medio de la
de esta negación de la realidad. La frase ta n rep etid a bataiia fué descabalgado y quedó a la merced de sus
de: “no ves lo que no te conviene”, se aplica en casos adversarios. Pero uno de sus soldados, viéndole en tan
semejantes a personas que tienen esas alucinaciones ne­ crítica situación, le dió su caballo y el rey pudo sal­
gativas frente a sucesos desfavorables. varse. Vuelto a su corte, el prim er acto del rey fué
Se advierte fácilmente que la finalidad de ta l p ro ­ d a r la m uerte a aquel soldado, único testigo de su hu­
ceso que podría parecer de indiferencia es, p o r el con­ millación. Del mismo modo, las heridas de nuestro
trario, la defensa activa contra los hechos dolorosos. am or propio y de nuestros sinsabores nos hacen olvidar
Mediante la negación de la realidad y las am nesias el de los recuerdos que tienen vinculación con ellos.
hombre normal se libra de caer a menudo en la p en a y Bleuler denomina “complejos personales” a esos ele­
mentos psíquicos que actuando por inhibición del re­
la amargura.
cuerdo sumergen en el olvido lo que puede evocar un
Pero el empleo exagerado de tal procedim iento lo dolor. Repárese que nuestro organismo físico procede de
coloca ya en la enajenación. Así, por ejemplo, el h is té ­ la misma m anera: cuando tenemos una herida nuestro
rico es una persona cuyo psiquismo se niega a a c e p ta r cuerpo deja de hacer los movimientos que pueden re­
una buena parte de la realidad. Sigue así un m ecanism o avivar el dolor movilizando la herida.
infantil, pues se sabe cuán fácilmente se sustrae el niño Los olvidos provienen de nuestra represión y ésta
a la realidad desagradable. Un grado m ayor de este re ­ se dirige sobre los elementos que perturbarían la paz
chazamiento de las percepciones se observa en los es­ psíquica. El olvido, pues, tiene una finalidad y una uti­
tados de estupor catatónico en los que los enferm os lidad ; y cuando a pesar de nuestros esfuerzos no recor­
pierden su contacto con el mundo exterior fre n te al damos algo, es siempre esa actitud de olvido la que tiene
cual se han vuelto inexcitables. Y como ejemplo m áxim o razón. Así lo podemos comprobar cuando más tarde, y
de esta negación de la realidad se encuentra la de­ habiendo cambiado la situación, llegue a nuestra mente
mencia, estado en el cual el mundo externo h a llegado el recuerdo olvidado: veremos que la memoria tenía
a hacerse tan insoportable que es totalm ente negado y razones fundam entales para no hacer esa evocación y
el enfermo lo sustituye por sus deseos, fa n ta sía s y que procediendo de ese modo nos ha librado de algo que
creencias. habría perturbado nuestra serenidad psíquica provo­
cando dolor o produciendo una situación incómoda.
Mecanismo del olvido. — N uestros olvidos no se Asi en una reunión social una persona, después que
realizan al azar sino que intervienen en ellos el deseo ha escuchado el relato de una ocurrencia, quiere referir
}¿ - Pitttimiod d e ¡a c o n d u c t a h u m a n a .

otra que os aún m ás graciosa. Pero, cuando quiere h a ­


cerlo. no logra recordarla. Luego, cuando m ás ta rd e y
en otro lugar, viene tal recuerdo a su m em oria, com­
prende que tal relato hubiera resultado inapropiado e
inconveniente, pues había en tal reunión señoras que él
apenas conocía. El olvido sufrido le salvó de una s itu a ­
ción desagradable. (Ferenczi). REALIZACION IMAGINARIA
A pesar de tener que estar en relaciones com erciales
con él, un individuo no puede recordar nunca como se
llama el hombre que se casó con su ex-novia y por quien Realización imaginaria del deseo. — Esta función
ella lo desechó. Un médico no recuerda la dirección de com pensatoria tiene su máximo desarrollo durante la
una familia que vive cerca de una casa donde el padeció in fan cia, y se sabe bien cómo el niño satisface me­
un grave error de diagnóstico. Un médico alien ista no d ian te su actividad m ítica o fabulatoria sus deseos y
puede recordar un nombre parecido al de uno de sus propósitos. El in fan te no distingue bien todavía las di­
clientes que se suicidó estando bajo su asistencia. Nos feren cias que separan al mundo exterior, objetivo, so­
olvidamos de realizar los actos fastidiosos, m olestos, cial, de su mundo íntimo, personal y subjetivo, y es
desagradables o ligados a recuerdos o situaciones p e­ por ello que, entremezclando elementos de uno y otro,
nosos. soluciona los problem as y conflictos del segundo con
Afirma Freud que aquellas personas que dicen que los elementos im aginativos del primero. Pero esa iden­
la fatiga, el tabaco, las jaquecas le hacen olvidar de tid a d que existe en el niño entre “el yo” y “el mundo” ,
tales o cuales nombres o recuerdos, proceden de la m is­ se convierte m ás tarde, por la mayor afirmación de la
ma manera que una persona que, al atra v esa r un bosque realid ad , en la vivencia “yo en el mundo”, y luego fi­
en la oscuridad de la noche, fuera despojada de su c a r­ nalm ente en los dos valores ya distintos “yo” frente al
tera por unos malhechores; y que se p resen tara luego “ m undo” . E n esta etapa últim a, el individuo conoce
al puesto de policía a denunciar que la oscuridad de la y a los lím ites de uno y otro dominio y sabe bien qué
noche y la soledad del bosque le han sacado su c a rte ra . elem entos pertenecen a uno y cuáles al otro.
Realmente lo que ha pasado es que aprovechando la E sto explica porqué esa actividad fabulatoria, con
soledad y la oscuridad unos malhechores le h an robado. la que se satisfacen im aginativam ente los deseos y ten­
Del mismo modo, aprovechando la fatiga, la distracción dencias, existe especialmente durante los años infan­
o la neuralgia, complejos personales han inhibido el tiles y es empleada predominantemente por el niño
juego rápido de la memoria y la han despojado de los p a ra solucionar con felicidad sus conflictos con la rea­
recuerdos que podrían ser molestos. lidad. E l adolescente ya sabe que tan cómodo procedi­
Nuestros recuerdos son perturbados, pues, por fu e r­ m iento no es válido, y sin duda buena parte de la tris­
teza del adolescente débese a que, perdido el paraíso de
zas psíquicas provenientes de los llamados complejos
perturbadores de auto-referencia y que pueden ser p e r­ la infancia, va conociendo ya los límites cada vez más
rígidos de la realidad. Su actividad imaginativa queda
sonales, familiares o profesionales. La finalidad de tales
reducida entonces a esos ensueños diurnos en los que
elementos psíquicos es librar al sujeto de la pena, de la e stá sumido, en la mesa o frente a un libro abierto que
evocación ¿olorosa e inconveniente o de caer en s itu a ­
ciones neurálgicas o conflictuales.
a J’iiidmica de la conducta humana.
___________________ Realización imaginaria ------------------------- lt '

r.o loo, cuando el padre lo sacude diciéndole: “¿E s que


estás dormido ?” m ites de la fan tasía y los dominios de la dura realidad,
y por ello la intervención de su actividad imaginativa
Y en el adulto, ya por entero expulsado del paraíso
queda reducida a sus sueños y a ciertos momentos de
de la fantasía, sólo queda la actividad im aginativa como
“rev erle” lúcida en los que se deja ir pero sin perder la
un juego de solitario en el que en todo momento sabe conciencia de lo real, como un hombre que nadara pró­
bien que sólo está jugando. ximo a la costa sabiendo que en cualquier instante puede
Despréndese de lo que antecede que el proceso de d a r pie. Sin embargo, aun en el máximo de su realismo
compensación psíquica que tiene lugar mediante la rea­ no llega felizm ente el adulto a perder por entero su
lización imaginaria del deseo, alcanza su máximo en compensación im aginativa: a ella debe sus sentimientos
las mentalidades poco evolucionadas: en el niño, en los de autoafirm ación y de confianza que le son tan útiles
seres primitivos, en los retardados, en los debilitados y necesarios en la lucha de la vida y sin ella encon­
intelectuales y en aquellas personas, —histéricas, au- tr a r ía menos consuelo y alivio en la ocasión de I03 con­
tistas y fantasistas— en quienes ha quedado aun en tra s te s, fracasos y heridas que en tal lucha recibe.
la edad adulta grandes restos de su conformación psí­
quica infantil (tal como en ciertos adultos persiste el
timo, glándula que desaparece generalmente en el té r­ E l empleo permanente y en proporciones exageradas
mino de la pubertad). en personas adultas de este dispositivo de defensa que
Compréndese bien que tales personas que perm a­ es la realización im aginaria del deseo, conduce a un
necen con una hipertrofia imaginativa sufran a m e­ estado psíquico muy próximo a la mentalidad infantil y
nudo, por su facilidad de ilusionarse, contrastes y desen­ que constituyen las personalidades histéricas y mitó-
cantos al modo de la lechera de la fábula de La Fon- m anas. Tales sujetos, que se hallan dotados, en efecto,
taine que mientras imaginaba los hermosos vestidos de un infantilismo psíquico, se evaden de la realidad
con los que seduciría al príncipe soñado —y que adqui­ que les resulta incómoda porque no saben resistir a su
riría con el producto de la venta de la leche — dejaba m alestar, el que, por otra parte, exageran considera­
caer y romper la jarra donde estaba la leche. De aná­ blemente.
loga manera, el imaginativo perderá las ocasiones fa ­ Al influjo de sus deseos se crean así una realidad
vorables que le brinde la realidad porque ésta será ficticia y por esta vía llegan al delirio de imaginación
siempre menos bella que el producto de su ensueño. Me­ en los cuales creen no sólo que existe todo lo que ellos
jor adaptado a la realidad hállase el adulto normal desean sino que se comportan como si en verdad tuviera
en quien pensó sin duda Cervantes al escribir aquel pa­ realidad ese mundo imaginativo ficticio. Estos delirios
saje de su obra inmortal en el que Don Quijote describe im aginativos constituyen el resultado máximo del em­
a su escudero las bellezas y valor de las mercedes que pleo exclusivo y patológico de este proceso amortiguador
piensa ofrecerle cuando conquiste el triunfo definitivo. de excitaciones que es la menuda compensación imagi­
Y Sancho pregúntale entonces: “Mientras no llega la nativa que todos empleamos en muy discretas propor­
época de las mercedes, ¿podría decirme V uestra E x­ ciones.
celencia cuánto ganaba el escudero de un caballero an­
dante?”
El adulto civilizado normal, pues, conoce bien los lí-
Compensaciones psíquicas >7

obstante, no son frecuentes los casos de neurosis. ¿Qué


salva, pues, a la mayor parte de las personas, de la
pena, la neurosis, el pecado o el delito frente a la no
satisfacción de sus tendencias afectivas? Un mecanismo
de compensación denominado sublimacÁónf derivación o
COMPENSACIONES PSIQUICAS
transferencia, mediante el cual una tendencia o un de­
seo que no puede ser satisfecho directamente es suscep­
tible de descargar su energía en una vía sustitutiva y
La Sublimación. — Ya hemos dicho que los deseos hallar así una satisfacción supletoria.
y propósitos que se inhiben no desaparecen ni se des­ Por tal proceso, el empleado que no puede responder
truyen. Un niño pasa con sus padres frente a una con­ con un puñetazo al jefe que le humilla, lo descarga
fitería y sus ojos son atraídos por un dulce que ve en después en su despacho sobre la mesa de trabajo; un
la vidriera. Cuando lo pide, la negativa rotunda de hombre contrariado por una oposición que no ha podido
sus padres le hace desechar tal deseo. Pero esa noche vencer hace su descarga motriz en la cancha de de­
sueña que come dicho dulce. Aquel deseo, pues, no fué portes; un amador defraudado escribe un poema. Por
destruido por la negativa; ésta no hizo más que repri­ el mismo mecanismo, un político en receso forzado or­
mirlo y falto de su satisfacción real halló la vía del en­ ganiza una institución comercial o emprende una nue­
sueño para su liberación. va tarea.
Del mismo modo, no mueren ni son destruidos cada Vemos pues, que este proceso de compensación per­
uno de esos deseos y propósitos que el hornbré tiene mite conservar el significado intencional del acto de­
durante su día y que debe reprimir. Y la energía psí­ seado a pesar de que éste realmente no se realiza. Y
quica en ellos contenida, que no puede salir directamente que aun manteniéndose en todos los casos de subli­
o que no encuentra canalización por los caminos que mación el sentido psíquico del propósito apetecido, pue­
le están permitidos, queda retenida en el individuo y den distinguirse tres tipos de sublimación:
bajo una tensión proporcional a la fuerza necesaria a) Conservándose la misma respuesta, cambia el
para su represión. Puede así decirse que el ser adulto objeto sobre la que se realiza. Son ejemplos de este ti­
civilizado normal, dadas las restricciones que la so­ po : un empicado que debe dominar una contrariedad
ciedad, la moral vigente y las convenciones imponen de en su taller o en la fábrica, descarga después su cólera
continuo al libre curso de sus manifestaciones instin­ en su casa en su mujer, sus hijos o el perro; no se
tivas y afectivas, vive en un estado de tensión psíquica puede, como se desea, destruir a un dictador execrado,
permanente. Y en los casos en que esta tensión ner­ pero se quema su retrato ; un galanteador que no puede
viosa es muy fuerte y el individuo no encuentra los prodigar directamente sus atenciones a una dama lo
medios de darle salida o de derivarla, transformándola hace obsequiosamente en un hermano o familiar. Los
en actividades supletorias o compensadoras, ella puede símbolos y ceremoniales representativos que constituyen
aun mismo manifestarse en forma de neurosis. los síntomas de los fóbicos y neurósicos no son sino
Sin embargo, se observa un hecho pleno de interés. actos de sublimación de este tipo en los que la neurosis
No hay una sola persona en quien no se realicen repe­ emplea el lenguaje del pensamiento mágico.
tidamente durante todos los días esas inhibiciones y no b) Manteniéndose el mismo objeto, cambia la /or-
4$------------------- Dinámica de la conducta humana
__________________ Compensaciones psíquicas _-----------------------W

de la respuesta. Cuando Filippo Lippi, atraído por que cierto número de profesiones y actividades sociales
los encantos de una mujer, no era correspondido por no son sino la sublimación de tendencias primitivas que
ella, pintaba su retrato y calmaba así sus ansias ama­ serían delictivas si fueran exteriorizadas directamente
torias. Goethe, no siendo correspondido en su amor por y al desnudo, pero que mediante un ropaje son toleradas
Carlota, escribe el Werter. Del mismo modo, normal­ y admitidas por la sociedad. Así, por ejemplo, la ten­
mente, el deseo del abrazo se sustituye por el baile; dencia agresiva primitiva, tan fuerte en algunas per­
un bofetón a un adversario se cambia por una frase sonas que no puede llegar a ser dominada, encuentra
irónica hiriente. su satisfacción en tareas y profesiones tales como fis­
c) Cambia el objeto y la forma de la respuesta, cal, policía, ejecutor de la justicia, inspectores, críticos.
pero manteniéndose, como en todos los actos de subli­ Así, hay críticos literarios o de arte en cuyos es­
mación. el sentido psíquico del acto. Una persona que critos, verdaderas disecciones anatómicas ejecutadas
ha tenido una contrariedad que le ha encolerizado va con crueldad y fruición, se verían manifiestos no ya sólo
a la cancha de pelota a descargar la energía psico- ese complejo de agresividad sino la sublimación de de­
motriz no liberada. Teodoro Roosevelt o Clemenceau, seos de muerte (la agresión verbal, la calumnia, el in­
derrotados en sus aspiraciones políticas, emprenden sulto, serían las formas sociales resultantes de la su­
un viaje al Africa a cazar leones. Un estudiante que blimación del deseo de muerte). Y de aquellas personas
desiste de presentarse a exámenes, toma parte en una que ejercen la crítica artística de un modo habitual­
competencia deportiva. Un hombre, desfraudada su es­ mente generoso y con tendencia al elogio exagerado,
pera sentimental, sale a correr a caballo a todo galope podría afirmarse que carecen de la dosis necesaria de
o se pone a cortar leña. Luego de un serio contraste heteroagresividad para ser buenos críticos. . .
emotivo, una persona se pone a beber o a jugar a la Del mismo modo, se ha llegado a afirmar —a nues­
ruleta desaforadamente. tro juicio exageradamente— que el cirujano satisface
Se ve en los ej émulos que anteceden que, no obstante en sus intervenciones quirúrgicas tal tendencia agre­
su variedad, en todos ellos encuentra el individuo una siva y "puesto que mediante ella puede liberarse de su
vía de derivación o de transferencia para las energías heteroagresividad es que generalmente el buen humor,
psíquicas inempleadas que habían quedado sin satis­ la alegría y un excelente carácter son habituales en el
facción y que por ello acuciaban hasta el desasosiego a cirujano. Del mismo modo —lo dice el filósofo Keiser-
su espíritu. ling— que la serenidad y la apacible calma son h¡s ca­
La compensación psíquica mediante este mecanismo racterísticas psíquicas del gaucho de nuestros campos
de sublimación es el procedimiento más eficaz y al mis­ porque satisface ese mismo complejo en sus tareas de
mo tiempo el más corriente en el adulto frente a las carnear reses; y recuérdese a este propósito la pacifi-
contrariedades que encuentra en la lucha por la vida; y cidad de los matarifes.
para la escuela psicoanalítica tal proceso es la válvula Si hemos llevado hasta las exageraciones que pre­
de seguridad del individuo por la cual se libera de las ceden los ejemplos del proceso de sublimación es a los
energías insatisfechas que trastornarían el equilibrio de efectos de destacar la importancia que tal mecanismo
la personalidad. tiene en la adaptación social del individuo, y como ten­
Pero la escuela psicoanalítica va más lejos aún en la dencias que exteriorizadas de un modo directo y pri­
interpretación del proceso de sublimación, y manifiesta mitivo chocarían abiertamente contra la sociedad son,
Si>------------------- P i mi mica de la conducía humana.
Compensaciones psíquicas ÍA

en cambio, admitidas por ésta cuando m ediante su su­


blimación se transform an en actividades que h asta lle­ de los siglos XI y XII ese arte delicado de los ilumi-
gan a cumplir una función útil para la sociedad. nistas que con amorosa y dulce emoción ilustraban
Por otra parte, es de gran utilidad el conocimiento verdaderas páginas de cuentos de hadas.
de tal proceso de sublimación y por ello sus aplicaciones Cuando en el Convento de San Marcos en Florencia
terapéuticas son de valiosa importancia. En efecto, si se ven las pinturas beatíficas de Fra Angélico podría
bien este proceso de derivación se hace subconsciente­ pensarse, a prim era vista, que tan seráfico arte flo­
mente —y es lo habitual que no nos demos cuenta de reció en una época de sentimientos tiernos y delicados.
esta compensación que busca nuestro espíritu para ali­ Sin embargo, fué nada menos que el “cuatrociento”
viarnos de una contrariedad, disimular un dolor u ol­ florentino, época de crímenes y de motines, de pasiones
violentas y sangrientas, y a pocos metros de la celda de
vidar un contraste— puede también ser realizado de
F ra Angélico en la Piazza della Signoría se quemaba
un modo consciente y voluntariamente. Y así es que
vivos a los reformadores tales como el famoso Savo-
constituye un sabio precepto de higiene m ental saber
narola.
buscar y utilizar esas derivaciones para las energías
Otro ejemplo claro lo constituye la pintura fla­
psíquicas no satisfechas. Toda persona que con claro
juicio y justa oportunidad maneje tal mecanismo de menca. Fué en épocas crueles, de guerras despiadadas,
compensación se librará frecuentem ente de la pena, la cuando Memling, Van der Weyden, Jean y Hubert Van
Eyck pintaron sus serenas escenas religiosas. Los tiem­
insatisfacción y el desasosiego psíquico. Y podrá esta r
pos duros han tenido siempre un arte suave. Recuér­
libre de caer en la neurosis o en el acto antisocial, como dense, por otra parte, los libros que leen los comba­
lo está de estallar una máquina provista de buenas vál­ tientes en las trincheras. No son ciertamente libros de
vulas de escape. guerra, sino obras de fantasía, romances de amor, lo
Son innumerables las aplicaciones particulares que opuesto justam ente de la realidad que viven y de la
puede tener como terapéutica el conocimiento de este que procuran evadirse.
proceso de derivación. Su utilidad general es tam bién Por las mismas razones, en la literatura puede ob­
de extraordinaria importancia: así en la educación de servarse, como ejemplo, que el romanticismo con su
ios adolescentes y en especial de las jóvenes muchachas desbordamiento pasional surgió en una época de cos­
debe ser tenido en cuenta este mecanismo de subli­ tum bres mesuradas y sentimientos ordenados. Las es­
mación y derivación de las vivas y abundantes energías cuelas literarias han significado generalmente la an­
psíquicas insatisfechas, propias de esa delicada edad, títesis de las costumbres de la época; y esto explica la
y es obra de los padres y educadores encontrar para rápida aceptación que ellas tienen puesto que satisfacen
ellas las vías de una canalización social adecuada. la necesidad de evasión. No es un azar tampoco que en
nuestra época caótica y desordenada, vivamos en li­
La evasión espiritual en el arte. — El arte ha sido teratura un retorno a lo clásico: vuelven a ser culti­
con frecuencia una de las vías preferidas que han se­ vados los metros ordenados, el soneto tiene de nuevo
guido los hombres para librarse de la crudeza de ciertas auge, y figuras como Góngora y Herrera y Reissig,
épocas demasiado brutales para ser soportadas sin al­ artífices de la métrica severa, del estilo y del adjetivo
gún medio de evasión espiritual. Recuérdese así que cincelados como joyas, son de nuevo admirados e imi­
es contemporáneo de las costumbres bárbaras y crueles tados.
.Límites de la normalidad. í>*

sujeto, su tem peram ento o sus cualidades afectivas,


predom inará la acción de uno o de otro mecanismo de
compensación psíquica. Así puede observarse que en
LIMITES DE LA NORMALIDAD los débiles intelectuales y en los imaginativos predo­
m ina el mecanismo de realización imaginaria del de­
Y PRELUDIOS DE LA LOCURA seo. La proyección y la catatimia son los procedimientos
empleados generalmente por las mentalidades no fuer­
tes. En cambio, la sublimación y la .racionalización es­
Acabamos de ver los procedimientos que sigue el pecialmente, son propias de las personalidades psíquicas
psiquismo para lograr su normal adaptación social y robustas.
compensar los contrastes y las contrariedades propias Se comprende también que una persona dotada de
de la lucha por la vida y resultantes del obstáculo que poderosas inhibiciones voluntarias y de la capacidad
en la realidad social encuentran los deseos y aspira­ de soportar el dolor, podrá marchar directamente a lo
ciones individuales. En unos casos, tales tendencias in­ largo de la vida sin utilizar en grande escala estos me­
dividuales pueden ser satisfechas mediante su modifi­ canismos de compensación que, a la postre, son siempre
cación o cambio de su forma prim itiva (mecanismo rodeos y caminos indirectos. Su buena resistencia psí­
catatímico, de proyección y de racionalización). En quica le permite no sólo resistir las contrariedades sin
otros casos, el sujeto llega a conformarse con la no ob­ en trar en conflicto consigo mismo, sino también modi­
tención de sus propósitos, los cuales se satisfacen en ficar el mundo externo; y ellos son los hombres de
otros objetivos (mecanismos de negación del deseo, de acción. Por el contrario, las personas que no pueden
realización imaginaria de los deseos y de sublim ación). soportar largo tiempo tensiones de necesidad recurren
Mediante unos y otros mecanismos el ser adulto civi­ con abuso a dichos mecanismos de compensación que
lizado normal se asegura su adaptación social y realiza les procuran una satisfacción ficticia sustitutiva.
la compensación psíquica de sus tendencias y aspira­ Con el objeto de procurarse satisfacción el hombre
normal modifica el mundo externo mientras que el neu-
ciones. rósico frente a una realidad desfavorable se modifica
Fácilmente se comprende que sólo por las necesi­
a sí mismo, dice Nunberg, y pone este claro ejemplo:
dades de la exposición hemos separado, independizán­ Si un individuo normal quiere construir un dirigible,
dolos, unos procesos de los otros, puesto que es lo empezará efectuando cálculos, trazando planos y rea­
normal que todos ellos actúen simultáneamente cola­ lizando experimentos, y no parará hasta haber llegado
borando en mayor o menor grado en ia finalidad a fabricar un aparato utilizable. Pero uno de nuestros
general y común de su función de adaptación. Frente a enfermos mentales que se propuso llevar a cabo igual
un peligro que amenace el equilibrio anímico todos di­ tarea, no hizo más que tenderse en decúbito supino,
chos procesos actúan al mismo tiempo, de análogo modo, cerrar los ojos y agitar los brazos; con lo cual adquirió
pues, como lo hacen frente a un peligro físico los meca­ el convencimiento de haber inventado un globo y expe­
nismos de defensa orgánica: leucocitosis, hiperterm ia, rimentó la agradable sensación de volar. Mientras que
taquicardia, hipersecreciones, etc. el primero tra ta de estudiar las leyes de la Naturaleza,
Empero, no obstante dicha participación conjunta, para actuar sobre ellas y ponerlas a su servicio, el se­
puede afirmarse que según el nivel intelectual de cada
5f- ■Dindwico de la conducta humana. Umite s de la normalidad. ,5.5

gundo se limita a modificarse a sí mismo con su solo sará sus deseos inconscientes: temor a salir sola, miedo
deseo. Aquél intenta actuar conforme a la realidad; a los ladrones, e tc .); o el pecado.
éste recurre a la ficción. Del mismo modo y por aná­ Vemos por el primer ejemplo pues, que el delin­
logas razones, según la expresión de Ferenczi, el histé­ cuente tiene rasgos comunes con el neurósico: su inca­
rico materializa sus deseos y los satisface en su propio pacidad para sublimar energías insatisfechas; la ele­
organismo, en tanto que el hombre normal lo hace en vada tensión que, faltas de una derivación, llegan a al­
el mundo externo. canzar sus energías psíquicas no descargadas normal­
* * * m ente; y la tranquilidad que les produce de inmediato
el cumplimiento de sus actos obsesivos. En uno y en
Es lo corriente que los referidos procesos de com­ otro los procesos defensivos del psiquismo —verdaderos
pensación sean utilizados entre un mínimo y un má­ amortiguadores de excitaciones— se realizan de un mo­
ximo que constituyen los límites de la normalidad. Em­ do insuficiente.
pleados por debajo de dicho mínimo, esto es, en forma + * *
escasa, débil, el sujeto va a caer en la neurosis, el pe­
cado o el delito, tal como desborda fuera de su curso El empleo normal de tales mecanismos de compen­
un río que una barrera no deja llegar al mar. sación tiene también su límite máximo. Si una persona
Supongamos un cajero de Banco acuciado por el los emplea por encima de este límite, vuélvese impro­
deseo de apoderarse indebidamente del dinero que pasa ductivo individual y socialmente, puesto que toda su
por sus manos. Si es una persona psíquicamente fuerte energía psíquica será derivada, racionalizada o satis­
reprimirá tal deseo. Si su represión psíquica no es fecha imaginariamente, y no quedará nada para la ac­
fuerte, puede tomar por uno de estos caminos: la com­ ción real concreta.
pensación sustitutiva (su identificación con el Banco, En efecto, y a la manera de ejemplo, veamos cómo
o se hará coleccionista de medallas, monedas, o pro­ de las propias virtudes de la función catatímica dedú-
yectará su ambición en exceso en otra dirección); la cense con claridad los inconvenientes y peligros de su
neurosis (en la que con un ceremonial obsesivo, tal como exceso. Esa deformación de la realidad que tal proceso
lavarse con exceso las manos, procurará limpiarse de realiza para así adaptarla a los deseos del individuo,
la idea que lo ensucia); o el delito (se apropiará inde­ puede apartar a éste del mundo concreto y objetivo en
bidamente del dinero que pasa por sus manos). que vive. Y esto, si bien satisface falazmente sus ín­
Supongamos el caso de una joven fuertemente atra í­ timos deseos, le quita en cambio la superficie de apoyo
da hacia un hombre comprometido. Si es psíquicamente que es la realidad, y el sujeto corre de este modo el
fuerte reprimirá —con cierta pena naturalmente— tal riesgo de sumergirse en el autismo de un engañoso mun­
sentimiento. Si no lo es, puede tomar por uno de estos do personal.
caminos: la compensación psíquica (se ocupará con *Y cuando el proceso catatímico es muy fuerte, o
gusto en tareas vinculadas a dicho hombre, o hará poe­ quien lo realiza tiene escasa resistencia psíquica, puede
sías. pinturas, otras obras, o seguirá las películas de llegar a la producción de la alucinación, esto es, no ya
cine de un actor que se le parezca o desplazará sobre deformación de la realidad, sino creación de elementos
los familiares de él su afecto inempleado); la neurosis sensoperceptivos. María Bashkirtseff cuenta en su
(diversas fobias en las que mediante temores expre­ Diario Intimo: “A menudo me invento un héroe, una
¡y» *y ^ ^
fc*33rrs.JJF ¿vC2*L.‘-í .¿' J4L. /

Dinámica de la conducta humana Limites de la normalidad. r>7

novela, un drama y me veo y sufro con mis invenciones en su vida que no puede soportar y que debe olvidar
para subsistir. Ahora bien; expulsar en absoluto algo
como si fueran realidad”. — Y agregaba que cuando de la conciencia sólo es posible pasando otra cosa a
deseaba algo con tenacidad llegaba a veces a la aluci­ sustituirla; en este caso la idea delirante sea perma­
nación; así un día en que desesperada por no saber su nente o mutable. Los médicos parecen haber quedado
lección en inglés se puso a rezar casi febrilmente, detenidos en el estudio de las ideas delirantes, sin com­
creyó ver en un rincón de la pieza a la Virgen que le prender que éstas existen para reprimir algo e impedir
prometía socorrerla... Otras veces en la soledad de la que aparezca”.
pieza, bajo las luces de los cirios había visto ceremonias A nuestro juicio, lo que al enajenado le ha sucedido
venturosas, cabezas empelucadas, un baile con un hom­ es que no ha hecho en su mundo interior las correc­
bre en traje de frac, ella en traje de novia... ciones sucesivas y necesarias para que siguiera man­
Como lo dice muy bien Aníbal Ponce: “todos nos­ teniéndose acorde con el mundo exterior. Detenido,
otros —cuerdos y no cuerdos —mantenemos a lo largo como una película en panne, en un momento de la rea­
de nuestra vida una construcción imaginativa hacia la lidad, a partir de ese instante no ha tomado en cuenta
cual nos esforzamos en llegar y en la cual hemos puesto acontecimientos y circunstancias que posteriormente
nuestros deseos y nuestras aspiraciones. Para alcan­ han modificado aquella realidad —para todos ya pasada
zarla, las personalidades que llamamos normales pre­
paran sus actos con cuidado, controlan sus pensa­ y extinguida.; para él presente y actual— que ya no
mientos, miden sus palabras, tantean prudentemente puede amoldarse y conjugar con esta otra —la de to­
los caminos. Y si a poco andar, fracasos repetidos les dos— que está cambiando, y tan rápidamente, a cada
demuestran su incapacidad, cambian con dolor pero instanre.
cambian, la construcción imaginativa que se habían
impuesto como finalidad. El amor propio inventará Sentido y finalidad de los síntomas. — Digamos fi­
después justificativos más o menos eficaces; pero la nalmente que los síntomas que exterioriza el enfermo
construcción imaginativa es substituida en ellos por representan los esfuerzos que hace su psiquis para so­
otra menos lejana, menos inaccesible. El neurótico o el lucionar el conflicto de que es asiento y que compromete
alienado, en cambio, no reemvlazan ni rectifican sus su unidad. También en el caso de las enfermedades fí­
construcciones ideales. Se aferran a ellas con una con­ sicas, la sintomatología representa los intentos de neu­
vicción que desafía a toda crítica, aunque la realidad tralizar los trastornos que produce el agente mórbido.
desmienta a cada instante sus deseos”. La fiebre, los vómitos, la tos, la transpiración, etc., son
Esta incapacidad del alienado para seguir las mo­ el resultado de los esfuerzos que hace el organismo para
dificaciones sucesivas que impone el sentido de la rea­ defenderse de la agresión patógena.
lidad —cuya corrección debe hacerse de continuo como El síntoma neurótico, pues, tiene un sentido, y
la noción de la fecha en que vivimos— es la que lo va cuando se le analiza tiene toda la sentidez lógica de un
a alejar cada vez más de la realidad, la que sigue su pensamiento encaminado hacia algo. No surge por que
curso, en tanto que el alienado queda fijado en un sí; su contenido está relacionado estrechamente con
fragmento que ya ha pasado. Es por ello que creemos la historia individual del sujeto, con su vida instintiva,
incompleta la sagaz observación que encontramos en con la estructura de su aparato psíquico, con las cir­
Schopenhauer v que dice: “Al loco le ha ocurrido algo cunstancias desencadenantes de la enfermedad neuró­
tica (Pichón Riviere).
Dinilmica de la conducta humana.

Por otra parte, no son los síntomas un producto di­


recto y exclusivo del agente patógeno. Como las mem­
branas que limitan las cavidades en los enfermos, son
el resultado de la acción simultánea pero opuesta del
agente mórbido de un lado, y de las defensas orgánicas EL HOMBRE NORMAL
del otro lado. Así la fobia a los microbios de que se
queja el neurótico que viene a nuestra consulta y que
le hace lavar interminablemente las manos, no es^ el
producto directo de la enfermedad. Es la elaboración El hombre normal, generalmente, es capaz de do­
secundaria que se realiza en su pensamiento frente al m inar y transform ar todas las excitaciones de que es
impulso obsesivo de limpieza, resultado de la existencia objeto. Esto lo logra, ya sea resistiendo a los efectos
de graves ideas pecaminosas inconscientes de cuya exis­ que tales excitaciones provocan, ya sea transformán­
tencia no se ha dado cuenta el enfermo. Por eso, pre­ dolas mediante sus mecanismos de compensación psí­
tender curarlo queriendo quitarle el miedo a los mi­ quica tan bien organizados que constituyen un verda­
crobios es tan absurdo como intentar reducir ía esplec- dero aparato amortiguador de excitaciones. Pero cuan­
nomegalia para curar al tífico o suprimir la tos para do la intensidad de la excitación es excesiva, actúa trau­
curar al neumónico. máticam ente. Se designa así con el nombre de trauma
Puede afirmarse que los síntomas son siempre una una excitación de tal intensidad que el psiquismo re­
tentativa de curación que hace el organismo. Consti­ sulta incapaz de dominarla por sus métodos habituales.
tuyen un intento de defensa y de adaptación a condi­ El desequilibrio psíquico se produce cuando un acon­
ciones nuevas, y en cada caso el enfermo lo hará con tecimiento (externo) o una emoción (interno) alcanzan
una técnica propia que depende de su estructura psí­ intensidad suficiente para descomponer el aparato
quica y de la importancia de la agresión que sufre. am ortiguador de excitaciones, esto es. cuando el yo es
Aquellas personas de fantasía exaltable seguirán el impotente para sustraerse mediante sus medios habi­
camino del delirio de imaginación para escapar a las tuales de defensa a la conmoción o el cambio de si­
torturas de una realidad penosa. Si en su psiquismo tuación provocado por el excitante.
predominan las facultades de racionalización, seguirá La persona normal está dotada de la facultad de
la vía de un delirio de interpretación frente a supuestas resistir y reprim ir dentro de amplios límites apetencias
hostilidades del ambiente. Siempre aparecerá el delirio, instintivas y tensiones de necesidad. Mediante esta re­
pues, como una explicación a que llega la parte aún sana presión soporta todos los días el dolor, la contrariedad,
del psiquismo para comprender lo que le pasa a la parte la oposición y la necesidad.
enferma. Sólo en el período terminal, de total desinte­ Cuando tal represión no es suficiente, su psiquismo
gración demencia!, no se encuentran los intentos de de­ recurre a los mecanismos de defensa: proyección, ra­
fensa como no se hallan tampoco signos de defensa fí­ cionalización, identificación, substitución, etc. Cuanto
sica en el enfermo que está ya en la asistolia irreduc­ más fuerte es su personalidad anímica, menos nece­
tible o en la ictericia grave final. sidad tiene de esos medios de defensa. Cuanto más
débil es un individuo, mayor necesidad tienen de ellos.
Por eso puede afirmarse que el niño, que es el más débil,
_P;»íiÍ wi ,m <íf' la c o n d u c ta hu ma na
El hombre norrml. fjJ
“m iento” a todas horas. Y tam bién "m ienten” de con­
tinuo los tem erosos, los pusilánimes y los debilitados. causa de ese excesivo empleo, sino que tal exceso le
resu ltará necesario e inevitable porque es neurótico.
Cuanto más frágil es un móvil tanto mayor necesidad
tiene, para no romperse, de elásticos que le preserven
F.l equilibrio psíquico se rompe cuando el aparato de los choques y desniveles bruscos. Pero se sabe que
am ortiguador de excitaciones no es suficiente para sus­ el empleo excesivo de tantos elásticos y amortiguadores
tra e r a un psiquismo ya frág il de la acción de bruscas le m antienen sin firmeza ni seguridad, “como en el
o intensas excitaciones. aire” .
* * *
Hemos dicho un psiquismo en cierto modo ya frágil,
puesto que la resistencia psíquica de que está dotado el
individuo normal le permite soportar el m alestar, la Repetimos que. frente a las excitaciones y cambios
negación o la contrariedad sin mayores conmociones. comunes, nuestro sistema protector de estímulos es su­
Y la mayor parte de las personas tienen tan fuerte su ficiente para colocarnos a cubierto de las conmociones
unidad psíquica que nada les podría hacer enloquecer. que, en ausencia de dicho sistema, se producirían. Los
La naturaleza habría estado omisa en su obra, siempre fu ertes traum atism os psíquicos o las situaciones pro­
tan sabia y maravillosa, si no hubiera provisto a la longadas de conflictos sin solución ponen a prueba el
criatu ra humana del mecanismo necesario para soportar sistem a defensivo del individuo y, si éste no es firme,
las emociones y choques que fatalm ente le serían inevi­ la angustia, la neurosis o la huida frente a la realidad
tables. son las manifestaciones de un psiquismo así traumati­
Así es que frente a una injusticia recibida o un de­ zado. La angustia surge así como una reacción frente a
seo vehemente insatisfecho, el hombre normal domina excitantes de excesiva intensidad y cuando nuestro yo
el dolor producido mediante la represión o la derivación. ha perdido la capacidad de dominar la nueva situación
Si la injusticia es muy grande, el individuo normal ten­ provocada por este aumento de excitación.
drá que emplear su mecanismo am ortiguador. P ara las La reacción angustiosa constituye un reactivo muy
contrariedades comunes le alcanza con la represión. sensible de la vida psíquica. Es lo común que un adulto
En cambio, una persona de psiquismo frágil frente sienta angustia en el breve tiempo que transcurre
a una contrariedad sufrida o a un deseo vehemente entre el conocimiento de la nueva excitación y su do­
que no es satisfecho, no es capaz de hacer empleo de la minio, pues entonces la excesiva intensidad del exci­
represión, puesto que no puede soportar el m alestar tan te le ha hecho pasar, aunque rápidamente, por las
que ello le produciría. Por tal razón recurre de continuo etapas que ya había superado para los reactivos co­
a los mecanismos compensatorios. Mas, si hace empleo munes. Se admite así que cierto grado de angustia apa­
excesivo de ellos, lo alejarán de la realidad y se acer­ rece normalmente entre la acción de reprimir un acto
cará así a la enajenación: es decir a la creación de un impulsivo y su derivación por una nueva vía, y dicha
mundo personal donde no experim enta contrariedades angustia sería así como el frotamiento o el ruido que
v todos sus deseos son satisfechos. producen las ruedas de un auto cuando debe hacerse
El empleo abusivo de tales medios de defensa cons­ un viraje que cambia bruscamente su dirección.
tituye ya la neurosis; pero un sujeto no es neurótico a En el sujeto neurósico la angustia es más frecuente
porque dada la imperfección de su aparato psíquico gran
------------------ Din ti mira de lo conducta humana El hombre normal JA

número de excitantes — no solo los do fuerte intensidad normal que crea sitios de clivaje o pianos de fractura
sino también los de mediana y hasta los de escasa in­ pre-existentes en la estructura de su personalidad.
tensidad— lo ponen con frecuencia en situación de ines­ El predispuesto sería un ejemplar inmaduro que
tabilidad e inseguridad. Dijimos que la angustia tiene mantiene reacciones propias de etapas pasadas —infan­
para Nunberg una im portante misión: preparar al yo tiles y del adolescente— ya superadas por el adulto
frente al peligro a fin de que no sea sorprendido por normal. Por ello, el neurósico no es distinto al niño
éste y pueda responder adecuadamente a él. Pone así en sus reacciones frente al peligro, al dolor, a la lucha.
al sujeto alerta y bien despierto en condiciones de pre­ Serían así individuos de parcial maduración psíquica
pararse frente al peligro que significa la nueva si­ que llegarían a la maduración, unos tardíamente, otro3
tuación. Esto explica por qué la angustia de espera es nunca, y cuyo yo mantiene frente a los acontecimientos
experimentada en mayor grado por las personas emo­ reacciones propias de edades ya superadas por el indi­
tivas : su mayor sensibilidad frente a las emociones los viduo normal y que resultan inadecuadas —por anti­
hace más frágiles, y aquella angustia antes del acon­ cuadas e insuficientes— para la vida adulta.
tecimiento los salva de ser sorprendidos bruscamente Por tal razón son enteramente exactas las frases
y los prepara para el choque al modo como un atleta que las personas que con ellos conviven les dirigen de
prepara sus músculos antes de lanzarse a un salto. continuo a los neurósicos frente a sus actos obsesivos y
* * * a sus pensamientos extravagantes: “—Xo seas niño”.
“Pareces una criatura". “Los años no pasan para ti”.
Si se tiene en cuenta que la mayor parte de las per­ “Serás siempre un niño”.
sonas durante todos los días deben luchar sin experi­ Con estas expresiones los familiares reconocen el
m entar angustia contra sus apremios instintivos, y que carácter infantil de la conducta del neurósico. Y de­
la vida del adulto civilizado contraría de continuo, sin muestran una vez más cómo las gentes profanas han
provocar ansiedad, las manifestaciones de su vida im­ estado doradas siempre de una profunda sabiduría na­
pulsiva, debe reconocerse que son sumamente amplios tural y qué rico y expresivo venero hay en tales ex­
los límites dentro de los cuales podemos soportar sin presiones y dichos populares que son, por otra parte,
perjuicio una tensión de necesidad. manifestaciones directas y vivas de una inteligencia in­
El hombre normal, pues, está dotado de la facultad consciente.
de soportar la necesidad, el dolor, la contrariedad, la
oposición, dentro de amplios límites. ¿Porqué no la so­
portan de igual modo aquellos individuos destinados a
la neurosis? Por dos razones fundamentales.
La prim era razón es cierto grado de incapacidad de
sus mecanismos de compensación, esto es, de su sistema
amortiguador de excitaciones internas o externas; y de
ello ya hemos hablado extensamente.
Es la segunda razón una mayor fragilidad anímica
debida a su predisposición para las perturbaciones psí­
quicas a causa de una conformación contitucional sub-
El pensamiento mágico. f,

Veamos en qué consisten estos elementos del mun­


do mágico, cómo se les va reemplazando en la vida nor­
mal por elementos racionales, y cómo, no obstante, pue­
EL PENSAMIENTO MAGICO den reaparecer en la ocasión de perturbaciones aní­
micas y de situaciones de angustia que hagan descender
el nivel del pensamiento civilizado y racional al plano,
ya superado, de las creaciones mágicas y animistas pro­
El mundo del niño tiene características que lo dife­ pias del niño y del hombre primitivo.
rencian de nuestro mundo de adultos civilizados. El al­
ma del niño es egocéntrica: todo lo que ve lo refiere Puede afirmarse que la Humanidad desde su naci­
a su yo, que toma como centro del mundo. Tiene de las miento hasta hace sólo veinticinco siglos —esto es, has­
cosas que lo rodean un concepto anim ista: supone que ta los filósofos griegos— ha vivido de acuerdo con los
los objetos están tam bién dotados de espíritu e inten­ principios del pensamiento mágico.
ciones a igual que los seres animados. Su represen­ Las cosas no se distinguían por su esencia sino por
tación de la realidad es, pues, m ágica; lo externo es to­ su apariencia; más que su consistencia era la forma
davía confundido con lo interno y, además, p ara él los lo que se tenía en cuenta. Desconocidas las relaciones
pensamientos significan actos. causales y las propiedades esenciales, se estaolecieron
A medida que el niño va creciendo aprende a dis­ asociaciones por semejanzas externas. Por ello, a los ob­
tinguir el mundo interno del externo, lo objetivo de lo jetos parecidos se les adjudicaba propiedades seme­
subjetivo, y su mundo, que era mágico y anim ista, se va jantes, y se suponía que las cosas que se hallaban jun­
transform ando en el mundo lógico y racional de lo3 tas estaban dotadas de análogas cualidades. Carentes, al
adultos. La tarea de la educación consiste en buena mismo tiempo, del pensamiento causal, no se sabía dis­
parte en esta substitución de los conceptos mágicos p ri­ tinguir lo que es efecto de lo que es causa. Falto de un
mitivos por el pensamiento lógico racional. concepto total, no se advertían tampoco las diferencias
De análogo modo, en su vida psíquica el salvaje no del todo con la parte, ni del género con la especie. Y sin
distingue como valores diferentes el mundo psíquico poder distinguir aún los límites que separan al mundo
propio, el mundo psíquico ajeno y el mundo exterior. individual propio del mundo externo objetivo, se ten­
Su pensam iento es tam bién mágico y anim ista. A tri­ día a atribuir a las cosas y objetos exteriores las mis­
buye a la N aturaleza y a las cosas sus mismos móviles mas fuerzas e intenciones animistas de que el hombre
e intenciones, y puebla la oscuridad y lo desconocido está dotado.
con seres fantásticos, espíritus animados, los unos pro­ A causa de tres principios del pensamiento mágico
tectores, los otros malignos. que ya hemos destacado ( l 9 dos objetos de análoga apa­
No está excluida de la vida del adulto civilizado la riencia tienen las mismas propiedades; 29 dos objetos
intervención del pensam iento mágico. Los actos obse­ que están próximos se influyen mútuamente, intercam­
sivos de los enferm os neurósicos son exteriorizaciones biando sus propiedades y 39 lo que le ocurre a una parte
de ese pensam iento arcáico. Y tam bién aparecen form a­ le pasa también al todo), el mundo del pensamiento
ciones mágicas v anim istas en los„ sueños del hom bre mágico se puebla de representaciones simbólicas y “ca
--- ^
normal y en sus creaciones artísticas. 6
66------------------- Dinámica de la conducía hummui _________
El pensamiento mágico sn
da objeto acumula sobre sí las múltiples y contradic­
torias propiedades de sus semejantes y de sus vecinos”. ciones de gran inmortancia, tales como la india, la chi­
Por ello, para el pensamiento mágico no existe el prin­ na, la egipcia, pero no tuvieron filosofías; sus concep­
cipio de contradicción propio del pensamiento lógico. ciones sobre el universo y la vida son vagas, escasa­
Una cosa puede ser y no ser al mismo tiem po; una per­ mente desarrolladas, y constituyen realmente religión
sona puede estar m uerta y seguir existiendo. construida sin sistema sobre conceptos del pensamiento
El estudio del lenguaje de los pueblos primitivos mágico. Fué en Grecia, hace veinticinco siglos, donde
hace ver que está pleno de conceptos contradictorios. por prim era vez el hombre aplicó la razón metódica­
Tales como las creaciones poéticas en las que es fre­ mente y descubrió que con el pensamiento racional se
cuente la existencia de elementos ambivalentes, el len­ puede llegar al fondo de las cosas.
guaje de las actuales tribus oceánicas traduce por sus Por obra de Tales de Mileto, Parménides, P l a t ó n v
expresiones contrapuestas el elemento contradictorio Aristóteles se crea así la filosofía con base en el pen­
samiento lógico y racional y con el espíritu de rigor
del mundo mágico.
Tampoco está libre de tales elementos nuestro idio­ en el análisis. Aristóteles, especialmente, estudia el ca­
ma, cuyas raíces se hunden naturalmente, como en to­ mino que sigue la razón en el pensamiento humano, que
dos los pueblos, en el pensamiento mágico primitivo, y pasa por medio del análisis de opiniones de una afir­
no son raras las expresiones contradictorias. La propia mación a la siguiente, y de ésta a la siguiente. Se es­
partícula o., que la gramática señala como elemento ne­ fuerza por deducir las leyes de este tránsito del pen­
gativo (anormal es lo contrario de normal, atípico de samiento y éste es el origen de la lógica.
típico, etc.), es también con frecuencia un elemento Aristóteles da así estructura y forma definitiva a
positivo (en las palabras afirm ar, asegurar y muchas lo que llamamos la Lógica o sea la teoría de la deduc­
otras, dicha partícula actúa como elemento recalcante ción racional, de una proposición que sale de otra pro­
de la afirm ación). Múltiples palabras tienen acepciones posición; y son sus elementos el método de prueba, el
s i l o g i s m o ; el ejercicio racional y el método discursivo.
contradictorias. Así el verbo tirar, puede significar la Surge así el principio de contradicción, que es una
acción de alejar de sí una cosa (tira r una piedra) o de de las bases del pensamiento lógico: si A es A no puede
atraer hacia sí (tira r de una cuerda). ser B. No se puede ser una cosa y lo contrario. Si un
Las características referidas del mundo mágico, objeto tiene determinada cualidad no es posible que
propias de los pueblos primitivos, están presentes en la tenga las contrarias. Lo propio de cada cosa es poseer
vida del hombre civilizado durante su niñez. Los p rin ­ propiedades que la determinan y que la diferencian de
cipios rectores del mundo infantil son los mismos que aquéllas que no las tengan. Todo ser tiene adscripta
hemos expuesto ya p ara el mundo prim itivo. Y ya he­ propiedades que le son características, y sólo cambian­
mos dicho que es justam ente la obra de la educación do de esencia puede variar en sus cualidades.
esta transform ación del mundo de las apariencias y de Con la afirmación de este principio de contradic­
las form as por el mundo racional de las esencias y las ción desaparece en el mundo racional toda esa maraña
causas. de elementos contradictorios, ambivalentes, fantas­
El prim er esfuerzo del hombre p ara explicar los he­ males, que son y no son, que son A y que son B, absur­
chos por medio de la razón fué realizado por los grie­ dos, incoherentes, que pueblan el mundo mágico y ani-
gos. Es verdad que antes de ellos florecieron civiliza- místico.
tNV. Pim im iea de Ui conducta humana

com pleta el desarrollo del pensam iento racional


con nuevos principios: el de la casualidad, por el cual
todo efecto tiene su causa y toda causa tiene su efecto ;
el de la relación de la p a rte y el todo, por el cual una
parte no puede tener las propiedades adscriptas al todo, EL PENSAMIENTO MAGICO EN EL SALVAJE,
ni puede ocupar su espacio ni puede ser anterior. D is­
EL NEUROSICO Y EL ADULTO NORMAL
tingue así mismo la sustancia, la esencia y el accidente.
De este modo, del caos animístico y del mundo mágico
fantasm al, hace un mundo racional de categorías, ó r­
denes y jerarquías que le dan inteligibilidad. Y esta Hemos dicho ya que los salvajes no distinguen, co­
construcción racional del pensamiento lógico se expresa mo lo hace el adulto civilizado, su mundo psíquico per­
con los filósofos de Elea que afirm an “no puede ser lo sonal del mundo de las realidades exteriores; y que,
que no se puede pensar” y “sólo puede ser aquéllo que por tal razón, no pueden diferenciar las imágenes sub­
se puede pensar coherentemente, sin contradicciones” ¡ jetivas personales de las percepciones objetivas prove­
y culmina siglos más tarde con Hegel quien a firm a nientes dei mundo exterior. E sta mezcla y confusión de
“todo lo racional es real y todo lo real es racional” . la esfera im aginativa con la esfera de la realidad, es
Por la creación intelectual de los filósofos griegos propia dei pensamiento mágico y, por su causa, co­
y la labor de los lógicos que les siguieron, la H um anidad bran los pensamientos el mismo valor que ios actos.
tiene así construido el mundo racional, y sus principios Cuando un salvaje sueña que ha ofendido a un amigo,
son los que actualmente emplea p a ra su pensam iento va pronto a pedirle disculpas. .
el adulto civilizado normal. Pero este m undo lógico es Dada la identidad del pensamiento con los actos,
relativam ente reciente: tiene — dijim os— sólo 25 si­ p ara el prim itivo toda realidad es acción; todo existe
glos de existencia, y no en vano anteriorm ente ^la H u ­ —cosas y objetos— de un modo activo, dinámico. No
m anidad vivió centenares de siglos bajo el dominio del hay, como en el adulto normal, una esfera del conoci­
pensam iento mágico. Esto explica porqué el hom bre miento, donde caben representaciones e hipótesis, sino
actual, bajo el influjo de factores que le hacen p erd er que todo es un mundo pragmático, animado, activo. Por
su equilibrio racional, o poseído por la pasión, el miedo, la mism a razón, no están bien separadas la conciencia de
la cólera o el pánico, desciende con facilidad de ese re- la realidad y la esfera del sueño. Un dajak de Borneo
cienie nivel de racionalización intelectual y se ve lle­ soñó que su m ujer le era infiel y la castigó al despertar­
vado por mecanism os arcáicos, propios de un nivel que se. Cuando un salvaje tschiroki siente en un sueño que
ya había superado, a creer de nuevo en form aciones es mordido, se efectúa para curarlo la misma ceremonia
mágicas. Y surgen así los cerem oniales obsesivos, los como si realm ente estuviese herido.
rituales del neurótico o las ro g ativ as y creencias del E sta identidad de las representaciones con las per­
hombre poseído por el am or o el pánico, en los que, de cepciones hace que, para el salvaje, las figuras y los
nuevo, el pensam iento an im ista le hace creer que es po­ hombres dibujados, fotografiados o esculpidos en ma­
sible lo contradictorio, que es lo m ism o la ap arien cia dera tengan el mismo valor que seres vivos. Refiere el
que la esencia, y tom a el efecto por la causa, la p a rte viajero Catlin que un indio norteamericano opinaba
por el todo, la sem ejante por lo igual.
.Pi mímica de Ja conducta humana.
El pcnsamienio mágico en el salvaje----------------

nue este explorador h ab ía hecho ta n to s bisontes en su


libro que ya no quedaba ninguno de estos anim ales creencias, sino que éstas — siempre las mismas— han
p a ra la caza. A dvirtam os, de paso, que no está lejos de surgido espontánea y separadam ente en cada núcleo de
e^te mecanismo mágico la influencia que sobre un adul­ seres prim itivos. Recuérdense estas prácticas para po­
to civilizado tienen los re tra to s de los seres queridos, der luego com probar su analogía con el ceremonial y
los ritu ales del neurósico obsesivo, como pronto ve­
y sobre las m uchedum bres las efigies de sus jefes o di­
remos.
rectores. Muchos neurósicos, cuando, por un viaje, de­ * * *
ben alejarse de su médico psicoterapeuta, llevan su fo ­
tografía, que ejerce sobre ellos el mismo efecto vivo.
Su carácter anim ista, por una parte, y la extra­
* * * o rd in aria movilidad del mundo mágico, por otra, con­
ducen a su índole plurisignificativa, por el cual una
El mundo que rodea al hom bre prim itivo, pues, no cosa puede asum ir p ara el hombre salvaje, múltiples
tiene el mismo valor que posee p a ra nosotros el am ­ significaciones, aun mismo contrapuestas. Para los
biente donde nos movemos. Percibim os de un modo ob­ haw aianos, las lianas entrecruzadas pueden servir co­
jetivo las cosas y personas que nos rodean, y les a d ju ­ mo m edicina p ara el am or; pero estas mismas plantas
dicamos un valor racional, logico. P a ra el salvaje las se em plean como prototipo mágico en los ritos de la
cosas exteriores son realidades dinám icas, vivas, a n i­ hechicería fúnebre.
madas de los mismos pensam ientos e intenciones que Fácilm ente se advierte que, en la apreciación que
los seres vivos, v surgen cíe sus propios sentim ientos. hace el salvaje de los fenómenos y las cosas, falta una
Esa indiferenciación del mundo personal con el m u n ­ diferenciación de las cosas más esenciales y una orde­
do externo conduce a los salvajes a num erosas p rácticas nación en categoría de importancia. El adulto civilizado
propias de la esfera mágica. E n tre los salvajes N au ru , distingue en la realidad lo principal de lo accesorio; lo
p ara que el nacimiento de un niño tenga lu g a r sin con­ fundam ental de lo secundario; lo esencial de lo acci­
tratiem po es preciso que nada esté cerrado en la casa dental. E n cambio, p ara el prim itivo las realidades
en ese momento y que no existan aglom eraciones de psíquicas tienen estructuras homogéneas: todo lo que
objetos. Todo es abierto (cestos, cajas, etc.), se d esatan form a p a rte de una cosa o ser tiene las mismas propie­
Jos nudos y todos los presentes se qu itan cinturones, dades. Tal es la eqiiijmrídad mágica. Por tal razón, se
fa ja s, cordones, pañuelo del cuello, etc. E n tre los m a­ com prende que, como consecuencia de esta totalidad
layos, el nacim iento de un niño se facilita abriendo homogénea, uno de los principios del pensamiento má­
toda la casa (p u ertas, ventanas, etc.). Los salvajes de gico sea que “una parte es igual al todo”, y que “lo que
N ueva G uinea y tam bién los del A frica del S u r em ülean, le pase a la parte, le pasará también al todo”.
en los nacim ientos, ritu ales sem ejantes. La estru ctu ra de la cosa mágica es, pues, homo­
Se explica igualm ente por el p en sar m ágico toda génea. Como lo dice Heinz Verner, nosotros atribuimos
esa serie de am uletos y objetos de hechicería en p rá c tic a a nuestras cosas propiedades, que localizamos fija­
en los pueblos p rim itivos de todas las p a rte s del m undo mente. La aspereza de un objeto está en la superficie;
y que, sin em bargo, nunca se h an puesto en contacto la maldad de un hombre ciertamente no está en sus ca­
unos con otros. No ha habido, pues, tra n sm isió n de bellos. Pero, de un modo enteramente distinto procede
Dimlmica tic la conducta humana.
. I'H pi tuinm li rito w ú </i i o » „ , / * 1, 1, 1,'/ /
e\ hombre mágico: las propiedades empapan homogé­
neamente la cosa y de ella no son separadas. Si el antí­ p o r m e d i o del c u e r o c a l c l l u d o y fu .t,.
lope posee una vista extraordinaria, esta propiedad no d a d c s de l c o r a j e , a.",tocia, e t c . , q •i* «;/ y y-t, >/,<f / . <
está solamente en los ojos del animai, sino que también en em igo, (ileiriz W a rn er) 0
M
está en su piel, en sus pelos, en los huesos, en la san­ T a m b i é n f o r m a p a r t e de l pera ■,u r rt ;V/ e. p." v /
gre. El animal tiene la propiedad mágica de la cele­ p s í q u i c o p o r el c u a l u n a a n a l o g í ; >, e n ei tf, 0m/ .'s.
ridad no sólo en las patas, sino en todo el cuerpo en i m a g e n , e n t r e (loa coca;'. 0 p e r e o n a e ::;g/ a
general, en sus partes pequeñas, en la saliva y hasta en l o g i a d e s u s c u a l i d a d e s (v e n c í a l e v f . ' - r
K ; •.te i it y** 0 / Ce
el nombre. El salvaje cree dotarse de la vista y de la a n a l o g í a d e l a a p a r i e n c i a — e n el q u e t a n bo gu>; t*. r
celeridad del animal llevando sus dientes en sus co­ h i t a r t a m b i é n l o s n i ñ o s y l o s p o e t a s — c e 1e x t i e n d e e n
llares. Además, la propiedad mágica se prolonga tam­ esfera mágica hasta la similitud, no ya sólo en Ja:-; fo r­
bién en el tiempo: así los leopardos tienen todavía ca­ mas y en las apariencias, sino también en lo:-; nombre--.
pacidad de romper con los dientes alguna materia má­ Veamos ahora cómo en el neurósico y también en
gica aun cuando se hayan muerto desde hace tiempo. el hombre normal cuando es tomado por la ansiedad, re­
aparece el pensamiento mágico con los mismos princi­
* * * pios que acabamos de ver en el salvaje: el animismo
Por otra parte, dado el dinamismo y la plasticidad de los objetos, la indiferenciación entre el mundo in­
terno de los sentimientos y el mundo externo de los
de la cosa mágica, sus propiedades son transmisibles y actos, la omnipotencia del pensamiento, el carácter
se realiza lo que se denomina “encantamiento por con­ pluris gnificativo, la transmisión de las propiedades
tacto”. — “Por el contacto, según la creencia mágica, se por contacto y la analogía.
transmiten las propiedades de una cosa; el papú se
frota las espaldas y todos los músculos contra una pe­ La esfera mágica en el neurósico. — Los actos y
ña para adquirir fuerza y resistencia; en ese caso, la ceremoniales con los cuales el neurósico, y a veces tam ­
propiedad total de la peña, la dureza, se transmite al bién muchas personas normales, creen que previenen
hombre, o mejor dicho la propiedad fluye de uno a otro alguna desgracia, son formaciones del pensamiento má­
portador (“confluxión mágica”). Los papúes creen gico. Así, se ve a menudo a personas que, cuando oyen
también adquirir fuerza al contacto con ciertos árboles hablar de desgracias, tocan hierro con el propósito de
fuertes, con los que ponen brazos y piernas en relación; ahuyentarlas. El hierro simboliza el vigor y la fuerza,
creen adquirir firmeza y dureza untándose con la resina y son estas cualidades las que desea tener la persona,
que sale del árbol y restregándose contra la dura ma­ temerosa y quiere que el hierro se las comunique. Por
dera. El contacto con el antílope trasmite la celeridad. ello, se deja llevar por aquel principio mágico según el
Algunas cáscaras de huevo debajo de un bastón, pro­ cual “dos objetos que están en contacto se influencian
tegen al polluelo contra las aves de rapiña. Se ve, pues, mutuamente, intercambiando sus propiedades”.
que la propiedad puede transmitirse al mismo tiempo Es frecuente también la superstición que consiste
r. varios sujetos. En la práctica de la desolladura del en tocar madera cuando se desea buena suerte. Como
cráneo (skalp) de los indios norteamericanos vemos lo dice Garma, tal superstición señala una posición
también la intuición de la fluxión de una propiedad: infantil en el sujeto: buscar la ayuda favorable de una
---------------- íhHitjmca de la conducta humana.
— — ------------ El pensamiento máyico en el salvaje__________7"

madre cariñosa que se preocupa del bienestar de sus


hijos. P ara el pensamiento mágico, la m adera es el sím­ Las mismas razones explican la satisfacción que
bolo materno por una extensión a las personas y ob­ muchas personas experimentan cuando queman o destru­
jetos de la analogía entre las palabras “m adera” y yen el retrato, cartas u objetos de pertenencia de una
“madre” . persona odiada. Análogamente, un amante besa el retra­
to o las cartas de su amada o una cinta o una prenda de
Ya dijimos que para el pensamiento primitivo la su propiedad. Del mismo modo, las medidas de protec­
palabra es algo m aterial y puede ser considerada como ción con que una madre ansiosa cuida las ropas de su
la persona o cosa que significa. De allí, que las analo­ hijo y el ceremonial obsesivo de que a menudo lo rodea,
gías existentes entre las palabras sean consideradas traducen el deseo de defenderlo y protegerlo totalmente.
también existentes entre las cosas. Y, por el mismo pen­ Y" esos innumerables y tan frecuentes actos obsesivos
samiento mágico, dos cosas análogas tienen las mismas (no dejar cajones abiertos, que los cuadros estén dere­
propiedades y atributos. A Pedro, fundador y prim er chos, cerrar las tijeras, guardar los cuchillos, ocultar
pilar de la religión cristiana, se le llama alternativa­ las ropas rojas, etc., etc.) traducen un temperamento
mente Pedro o Piedra (P etra: en latín piedra) por temeroso que, escaso de represión, encuentra alivio con
analogía de significado entre la firm eza del pilar de la dichas prácticas porque mediante elias cree asegurar la
religión y el nombre del Apóstol (“Tú, Pedro, serás la protección de su ser querido (“si uno parte está bien,
piedra sobre la que edificaré mi templo” ). lo estará también el todo” ) y porque gastan en ellas
Un mecanismo mágico explica tam bién el ceremo­ su ligero grado de ansiedad.
nial del lavado repetido y exagerado de las manos, que
ejecutan muchos neurósicos con el propósito simbólico En el adulto normal. — Puede afirm arse que no
de liberarse de pensamientos no limpios. Su significado existe ser humano que no tenga una o varias de estas
es el mismo que el baño ritual de las religiones paganas obsesiones, puesto que éstas se encuentran aún dentro
que “lavan” al creyente de pecados cometidos. de los límites de la normalidad. E ntre las formas más
Se explican también como creaciones del pensa­ frecuentes de obsesiones “normales”, Garma cita las
miento mágico las supersticiones y creencias del hom­ dudas referentes a haber apagado la luz eléctrica, ha­
bre primitivo y de las personas de escaso pensamiento ber escrito bien la dirección de una carta o la cantidad
racional. Las prácticas del curanderismo tan difundidas de dinero de un cheque, haber olvidado algo al iniciar
—y no' s ó l o en los medios sociales poco cultos— están un viaje o no haberse conducido bien con alguna per­
basadas en un proceso mágico. La “vencedura” con­ sona conocida o extraña.
siste en que exorcismos hechos sobre un objeto de per­ T anta frecuencia y difusión tienen en la época actual
tenencia de un enfermo vencen la enfermedad da éste. las obsesiones, que constituyen el Crux Mcdicorum, el
En el “daño”, por el contrario, el maleficio hecho a una torm ento de los médicos, y los casos de obsesiones llenan
prenda de vestir de una persona le producirán a ésta los consultorios. Y es que las condiciones en que vive el
desgracias ciertas. En ambas creencias se cumple aquel hombre actual lo llevan con excesiva frecuencia a las
principio mágico por el cual la parte es igual al todo y situaciones de ansiedad, al extremo de que podría afir­
io que le pase a la parte (protección o maldición) le marse que es la ansiedad el mal universal de nuestra -
pasará al todo. época, como consecuencia de la inestabilidad actual en
que se encuentra la humanidad civilizada.
7tí.------------------- .Dinámica de la conducta humana.
El pensamiento mágico en el salvaje---------------- 77

En efecto, nunca el hom bre, en su historia, atravesó


una época de m ayor inseguridad social, política, espi­ de la educación civilizada, y en un nivel subcortical
ritual y económica. Regímenes sociales, que parecían — n u estra educación radica en las adquisiciones y
inconmovibles, son transform ados en poco tiem po; p aí­ aprendizaje de n uestra corteza cerebral— se encuen­
ses enteros convulsos o colapsados; instituciones en tra n latentes esos mecanismos arcaicos y prim itivos
quiebra absoluta; valores económicos en brusca infla- de la m agia. Y ellos se exteriorizan escandalosamente
zón; y hasta inseguridad en los hombres que tam bién en el alienado, que ab ierta y descaradam ente a rro ja
caen en crisis inesperadas: todo tiende a crearle al in­ por la borda los 25 siglos de lógica vividos por la H u­
m anidad. Y tam bién en el hom bre norm al, cuando la
dividuo de nuestro tiempo un am biente de inseguridad ansiedad o la cólera, la pasión o el pánico, inhiben su
y de inquietud, de lo que se deriva, por lógica conse­ razón adquirida y dejan en libertad el mecanismo a r ­
cuencia, un grado menor o m ayor de ansiedad p erm a­ cáico y prim itivo del pensam iento mágico.
nente.
Por otra parte, tales instabilidades que señalam os
en los regímenes, en las instituciones y en los hom bres,
va acompañada por una ausencia de grandes ideales
y una falta de fe, elementos espirituales de vital im­
portancia, que sostenían al hombre en las to rm en tas
por las que pasó en otra edad de la H um anidad. Pero,
en la torm enta actual carece el hom bre de esos firm es
puntos de apoyo que en crisis parecidas les daban a sus
antecesores sus ideales y su fe. Siendo esto así, ¿qué
extraño es que la ansiedad se halle ta n extendida y
constituya la gran proveedora de los consultorios m é­
dicos? Y esto explica la frecuencia de las obsesiones,
puesto que la ansiedad hace abandonar al adulto civi­
lizado normal su nivel superior de lógica y razón, p a ra
dar entrada en su mente a construcciones m ágicas, pro­
pias de un nivel arcáico superado, pero no extinguido.
Así se explica, pues, que no sólo los alienados re a ­
licen actos simbólicos y ceremoniales y ritu ales m ági­
cos. En los psicópatas, naturalm ente, tales actos son
considerablemente más frecuentes y, en muchos casos,
son los únicos que tienen lugar. Existen tam bién actos de
mecanismo mágico en el salvaje, en el hom bre p rim i­
tivo y en los niños, pero ellos significan un nivel arcáico
que el hombre cuito ha superado. Mas, ahí están to ­
davía. Debajo de nuestra form ación cultural, producto
SEGUNDA PARTE

NORMAS P ARA LA
SALUD PSI QU CA
¡eewwwwHa

GLORIA Y PASION DE LA ARTESANIA

El hombre ha sido hecho para ejercer un oficio o


practicar un arte: cultivar su jardín, terminar bien
una obra, realizar su faena, poniendo el mismo amor
que un m iniaturista o un relojero en su labor; y con
una total identificación con su trabajo hasta llegar a
ser éste —mueble, libro, reloj, verso— como una parte,
y a veces la mejor, de sí mismo, pues es, como la flor
en la planta, su culminación, su penacho, su exterio-
rización y su fin.
Es tan grande esta satisfacción de la artesanía que
sólo es capaz de comprenderla en su plenitud quien,
inclinado sobre su banco, haya trabajado y pulido hasta
terminarlo un trabajo útil y hermoso. Entonces es el
hombre feliz mientras ejerce su artesanía. Y esa feli-
* cidad sana y fuerte era la que experimentaban los inte­
grantes de los antiguos gremios y que reflejan, aún a
través de los años, sus retratos en esos cuadros de las
corporaciones pintados por Rembrandt, Franz Hals,
Van der Helst, Holbein y otros artistas que cumplie­
ron, ellos también, en sus telas, una honrada y noble
labor de artesanía.
H asta tal punto está arraigado en la personalidad
humj na ese deseo de artesano que puede verse en los
! asilos de ancianos y hasta de alienados, con qué facili­
dad antiguos obreros llegan a realizar su pequeño ta-
{ Her —de relojería, zapatería, costura,— donde traba­
jan ahincadamente, con voluntad y amor, demostrando
así que la tendencia al trabajo en el hombre es tan pro­
funda que aún sobrevive en esas mentes ya invalida­
das por el déficit intelectual o por el desequilibrio.
¿\ormas puro ¡a /¡alud psíquica
Gloria y pasión de la artesania___________ HZ

lo n o r su taller, pues, y tra b a ja r en él amorosamente,


es una de las últimas y persistentes m anifesta­ la sublimación de deseos y tendencias. Y la salud que
ciones do la personalidad humana. ¿Y no es, acaso, reflejan los rostros en aquellos cuadros de las corpora­
también una de las prim eras si juzgamos por la satis­ ciones es, sin duda, el resultado de la serenidad y la ale­
facción que inunda al niño cuando se le ha regalado un gría halladas por la identificación con el ejercicio pleno
instrum ental de carpintero o de mecánico y tiene una y triunfante de su artesanía.
mesa donde pueda clavar, serruchar, construir?. . . * * *

* * *
El obrero ya rara vez es el artesano. La vuelta del
Cuando observamos cómo el hombre actual realiza hombre a la artesanía lo pondrá en el camino de su feli­
cidad y evitará que salten sus resortes psíquicos no
su labor ¿qué vemos? Por múltiples factores que no es
ajustados. Cuando el hombre sienta a su faena como a
del caso exponer, gran número de obreros tra b a ja n sin
amor y hasta odian ei traba io que está en sus manos, sí mismo y renga su mesa de trabajo en la que pula su
reniegan de horarios, patrones y sueldos, y con la vista labor terminada — mueble, reloj, libro, verso — volverá
la humanidad a encontrar el camino perdido. Y no tendrá
puesta en el reloj o el oído tendido al sonido del pito,
esperan la señal de dejar el trab ajo ; y no son ra ra s las que hundirse, de tiempo en tiempo, desesperadamenre,
en una labor de angustia, como lo hace en su tejido la
ocasiones en las que se ha llegado a d estru ir y sabotear heroína de “La Carta”. Pues, a menudo, como en esta
el fruto de una faena hecha sin amor. obra, no alcanza ni aún la búsqueda del punto más difí­
Se ha definido a toda nuestra civilización como cil para detener ya tardíamente al espíritu dislocado
una tentativa de desviar nuestras pulsiones instintivas que, deshecho el dique que le contenía, se despeña como
de su fin primitivo para darles una posibilidad de ex­ lo hace un río crecido, rota su canal, sobre lo que la labor
presión en un dominio donde ellas tengan una utilidad del hombre había edificado o plantado en sus orillas.
social. En el trabajo el hombre deriva y canaliza de­
seos y tendencias que no podría satisfacer en la reali­
dad e identificándose con él, su espíritu halla las com­
pensaciones que necesita para su justo equilibrio. Re­
cordaréis, estoy seguro, la interpretación de B ette
Davies en “La C arta”, y no habréis olvidado las escenas
en las que la heroína atorm entada cada vez que le asal­
taba un fuerte impulso, por el que no quería dejarse
arrastrar, tomaba su labor y afanosam ente se ponía a
tejer, a tejer un punto cada vez más difícil a medida
que sentía crecer la fuerza de aquel impulso. E ste de­
talle psicológico m uestra en el autor un profundo cono­
cedor del alma hum ana y del modo como puede el espí­
ritu liberarse de fuertes pulsiones m ediante los meca­
nismos compensatorios de la derivación, la proyección,
iw» c »<w**.**;•'* a ;.* mmía:

Elige tu contorno.

ciudad. Recientemente, un explorador ha descripto el


grado de felicidad de aquellos viajeros que, perdidos
desde hacía años en la selva amazónica, ignoraban que
ELIGE TU CONTORNO había guerra. Como lo dice Stephan Zweig, en un escrito
póstumo, el hombre actual ya no puede escapar de ser
informado.
* * *
Del ambiente que le rodea le llegan al hombre sus
alegrías y sus penas. Es fácil comprender que si el medio Los orientales son calmos porque reducen su contor­
social donde vive una persona diera satisfacción a cada no casi a su yo. Y enloquecen mucho menos que los occi­
uno de sus deseos, ella no enloquecería jam ás. Robinson dentales, porque sobre elios tienen mucho menos in­
Crusoe no podría enloquecer, pues no tendría conflictos. fluencia los elementos exteriores. Tan erróneam ente
El permanente acorde con la realidad social es la condi­ se han identificado en la vida del hombre el “ser" con
ción fundamental del equilibrio psíquico; y se ha podido el “poseer", que hay gentes cuyo único propósito es
comprobar como ios trastornos sociales tienen por efecto “poseer cada vez más", en lugar de t r a t a r l e “ser cada
multiplicar las perturbaciones mentales. Siendo, pues, vez m ejor"; y se juzga de una persona lo que es por
tan importante para la salud m ental la función del fac­ io que posee. Y así se liega a veces a cometer el ab­
tor social — medio ambiente, negocios, amigos y adver­ surdo de pensar que un neurasténico millonario es más
sarios — veamos cómo procede el hombre fren te a este rico que Gorki, Tagore o Lin Yutang.
factor por el que le llega habitualm ente la alegría o la El secreto de la paz psíquica y de la serenidad es­
pena. piritual está en reducir ai mínimo indispensable los
El hombre a medida que vive y avanza en la esfera elementos exteriores que pueden influenciar sobre nos­
social, profesional o comercial, hace más complicado su otros. Convencionalismos pueriles con los que el hom­
bre hace compleja su vida sencilla, sentimientos r i­
contorno y más vastos y abundantes los elementos di­
dículos y triviales, quim eras de un poderío que se aleja
versos que influyen sobre él. El radio de tales elementos de él a medida que avanza como ei espejismo en el de­
se ha extendido considerablemente con el teléfono de sierto, necesidades artificiales que se ha creado y que
larga distancia, el correo aéreo y la radiotelefonía. Y lo esclavizan, deben ser suprimidos y su vida apare­
hay personas que buscan aún con onda corta la noticia cerá así más clara y luminosa. Recién entonces podrá
trágica de un apartado rincón del mundo. ¿ Qué raro es, ver los verdaderos ideales y los auténticos propósitos,
pues, que el hombre sea tomado por la angustia o la ob­ pues como en el verso hindú,sólo después que se apaga
sesión si se tiene en cuenta tal multiplicidad de elemen­ la luz de la bujía puede verse en la casa la claridad de
tos qu^5esan sobre su vida? la luna..
No n¿ y eluda que el aum ento de la nerviosidad y del *• * # *
desequilibrio ha sido paralelo al crecimiento de las in­
fluencias exteriores que pesan sobre el hom bre moderno. Hay padres que llegan a sus casas preocupados por
Recordáis a aquel m atem ático que, abstraído en sus la fiebre de los negocios, su alma fría y seca como un
cálculos, ignoraba que los conquistadores sitiaban su contrato o un papel sellado, y que rechazan con fatiga,
■■ -.............. orinas para la salud psÍQuica,

y a voces con m alhum or, a los hijos que llegaban co­


rriendo para colgarse de su cuello o sa lta r a sus
rodillas, bi el hombre sigue atado a aquellos elementos
exteriores que lo esclavizan, m alversan sus energías,
gastan y usan su espíritu, desecan su alegría, arru g a n
SABER GASTAR SU MONEDA
su frente y su alma, entonces el final de su existencia
será doloroso como lo fué el retorno de P eer G ynt a la
aldea donde creció su adolescencia ilusionada. A su
paso saldrán sus antiguos sueños a g rita rle : ¿qué h i­ Se sabe que es una vieja costum bre de las vecinas
ciste de nosotros?; los árboles y las piedras y las aves de los pequeños pueblos de cam paña pasarse el día
a recordarle sus juveniles propósitos no cumplidos. Y tra s los vidrios de las ventanas mirando quién entra
con dolor verá que dejó todo lo que era su gloria y su y sale de las casas de enfrente o qué ocurre en la ve­
grandeza, y vendió su riqueza interior, su paz espi­ cindad. Y puede verse que esta práctica casi no existe
ritual, el mundo fabuloso de su alma, sonora como un en tre los h abitantes de una ciudad y no se halla en
bosque de pájaros, por esa cantidad de oro que es ta n los centros urbanos de real cultura. Ello es debido a
pequeña que cabe entre las cuatro p u n tas de un p a­ que el monótono medio pueblerino, donde la misa de
ñuelo. los domingos y quizás una noche de cine son los úni­
cos motivos de actividad colectiva, no llega a dar ple­
nitud y satisfacción al espíritu ávido de novedades y
de sensaciones — y allí desocupado— de ios habitantes.
P or ello, cuanto más ociosa se encuentra una per­
sona tan to m ás se ocupa de las cosas ajenas. (La radio
h a sacado a m ucha gente de d etrás de las cortinas de
las ventanas y las h a sentado ju n to al aparato. Pero
su oído está colgado, no de las audiciones de m úsica
o tem as culturales, sino de las revelaciones sensacio­
nales, de las noticias estrepitosas e inusitadas). En
la ciudad, en cambio, existen numerosos estim ulantes
sociales y artísticos. Exposiciones, centros de re­
creación, conferencias, teatros, conciertos, ocupan la
atención y dan plenitud al interés de las gentes.
* * *

No sólo existe el fenómeno citado en el ser hum ano


en lo referen te a su relación con la sociedad, sino que
él tam bién ocurre en su relación consigo mismo, esto
es, en su estabilidad psíquica. En efecto, un hom bre
^ ------------------- X or ina s para la salud p s í q u i c a __________________
■Baber gasiar su moneda JO)
desocupado, ocioso, jubilado o re n tista , que no des­
carga su energía psíquica en asuntos exteriores, no lores o ínfimos m alestares físicos que son, por el con­
ta rd a generalm ente en padecer, al poner su atención trario , la preocupación obsédante y permanente de las
inempleada sobre sí mismo, de preocupaciones hipo­ personas ociosas, con tiempo y energías psíquicas dis­
condríacas (el estóm ago, la vesícuiaTeTTiígauo, y siem ­ ponibles para exam inar con excesiva minucia esos mo­
p re’ Rallan al médico com placiente que lo confirm a). tivos de preocupación que generalmente tiene toda
Las dueñas de casa saben bien cómo tra sto rn a n el or­ persona.
den del hogar los m aridos que han quedado ociosos ; y Todos los hipocondríacos que visitan los consul­
torios son personas que no trabajan o cuyo trabajo
cuando el jubilado es una persona que en su función
está m uy por debajo de las posibilidades energéticas
ha tenido mando, hace habitualm ente verdaderas víc­ de que son capaces. Y se curan el día que llega un
tim as a sus fam iliares de esa je ra rq u ía funcional sin motivo de interés a crear fuera de ellos ese foco de
aplicación exterior. . atención que les haga consumir la energía no liberada
Nunca se encuentra padeciendo esos m alestares h i­ que volvían contra sí mismos.
pocondríacos a personas atareadas, absorbidas por su
El supuesto enfermo que vive auscultando sus más
ocupación, gustosas de su labor y, en especial, a esos
pequeños m alestares y con toda su atención puesta so­
seres que trab ajan con tanto gusto que lam en tan el
bre su propio organismo está en la misma actitud psi­
pasaje de las horas y desearían que el día fu e ra m ás
cológica de la vecina atenta detrás de los visillos: el
largo. Los médicos de grem ios — m aestros, em plea­
uno y la otra proceden de ese modo por falta de esti­
dos— pueden comprobar que ra ra vez son excelentes
m ulantes intelectuales, ocupaciones absorbentes, idea­
trabajadores esas personas que visitan con frecuencia les, amor, pasiones, que quemen por entero su energía
sus consultorios y que obtienen repetidas licencias por psíquica. Por ello repetimos siempre a tales enfermos
enfermedad (hablamos de los casos en que realm ente cuando nos consultan: “Gaste usted bien su moneda;
el empleado se cree enfermo, pues en los casos de su­ las monedas que se emplean en buenas compras no se
perchería sobra la dem ostración). tienen ya para inútiles adquisiciones perjudiciales”.
* * * .

Lo mismo ocurre en ciertas circunstancias que to ­


dos podemos comprobar. Cuando una ta re a absorbente
o un pensam iento vivo totalizan n u estra atención no
advertim os que nuestro auto tiene algunos pequeños
desperfectos. Solo son perceptibles p ara nosotros tales
detalles y hasta se supervaloran, cuando n u estra m ente
está desocupada o existen energías psíquicas sobrantes
o inempleadas.
Por este mismo mecanismo se explica que el hom ­
bre atareado, con el espíritu puesto en algún problem a
o propósito de interés, no rep are en esos pequeños do-
---------------------------- La caja de sólidos _______________ ___ 5 /

d a rs e c u e n ta de lo poco que sirve o ha servido a al­


g u ie n en la vida, no solo práctica sino tam bién del
p en sam ien to , sa b e r que el icositetraedro no es ju sta ­
m e n te el te traciseza ed ro .
LA CAJA D E SOLIDOS
L a o tr a razó n es m ás fundam ental y profunda. El
niño de a y e r, que se n tía h o rro r fren te a la caja de só­
lidos, se e n c u e n tra hoy, en la vida de adulto, con p er­
Y sú b ita m en te la m a e stra , después de m i r a r el sonas"* que son equivalentes a aquellos poliedros. Uno 3
reloj, in terru m p ía la lección de h is to ria o de g e o g ra fía son los seres ríg id o s cristalizados en el curso de su
con la que m an ten ía el en can tam ien to de los alu m n o s cam ino, im perm eables y endurecidos. Por faica de es­
(¡O h! las hazañas de B olívar y de S an M a rtín ! ¡O h ! p íritu crítico, no e stá n dotados de ía facultad de par­
los m isterios de las selvas del A m azonas y los del co­ tic u la riz a r. Ig n o ran d o que lo general no existe, no pue­
razón del A frica!) y exclam ando: “H o ra de G eom e­ den en fo car el conjunto variado y móvil de los casos
tría,, Niño, tra ig a la caja de sólidos” , ponía el d e s a g ra d o p a rtic u la re s, y se m an ejan con conceptos sistem áticos
y el tedio en el ro stro de todos los alum nos. — Y lle g a b a y rígidos con los que pretenden m overse en la vida con
ía caja de poliedros, y la m ano de la m a e s tr a ib a e x ­ la m ism a reg u la rid ad m ecánica que un émbolo en su
trayendo reg u lares fig u ra s de m a d e ra , de c a ra s lisa s cilindro. F irm es y estabilizados en un estado que es
y frías, de a ris ta s g eo m étricas, re g u la re s. Y b ie n s a ­ su p resen te y ya todo su fu tu ro , carentes de la capa­
bíamos que, a p a rte del p rism a, el cono, la p irá m id e y cidad de m odificarse por que ya no son sensibles a las
el cilindro, no o b stan te n u e stro s m e jo re s esfu erzo s, no influencias ex tern as, se han fijado definitivam ente co­
íbamos a a c e rta r nunca cuando la m a e s tra a lz a ra so­ mo en su d u ra fo rm a geom étrica el cristal m ineral.
bre n u estras cabezas aquellas o tra s fig u ra s ta n lisa s,
* *
tan lim pias, pero de nom bres ta n m o n stru o so s: rom bo-
dodecaedro (la clase h ab ía dicho o c ta e d ro ), tra p e -
zoedro tetrag o n al (habíam os g rita d o ro m b o ed ro ), exa- Los o tro s son esos individuos severos, puritanos,
cisoctaedro. dodecaedro p e n ta g o n a l... a d u sto s predicadores a toda h o ra de los grandes dog­
m as absolutos. P ero realizan su prédica con tal rigidez
* * * que el psicólogo ad v ierte que h ay en su actitud la mis­
m a dureza y fa lta de n atu ralid ad que en una estructura
N adie en n u e s tra clase se n tía sim p a tía por la c a ja ortopédica a rtific ia l; que ella oculta, muy a menudo,
de sólidos. Y hem os podido com probar, p o r m a n ife s­ a un individuo provisto de los sentim ientos antagó­
taciones escuchadas, que no hubo nunca alum no que no nicos y que debe ad o p tar esa postura forzada para do­
sin tiera friald ad fre n te a los poliedros. D espués hem os m in a r las tendencias reales de su personalidad psí­
tra ta d o de bu scar la razó n psicológica de ta l a n tip a tía quica. L a dureza e inflexibilidad de tales seres con­
y creem os poder explicarla p o r dos razones. tr a s t a con la n atu ralid ad espontánea del ser normal
La p rim era es el sen tim ien to de la in u tilid ad , pu es como c o n tra sta n con los movimientos flexibles y blan­
ya los jóvenes cóh su m arav illo sa in tu ició n lleg an a dos de una p iern a hum ana la rigidez de una pierna de
palo.
.°í_____________ X o r m a s para la s a lu d psíquica.

La vida n atu ral es movimiento y plástica posibi­


lidad de form as nuevas; no tiene la sim etría, la iisu ra
ue facetas y la regularidad de a rista s y v értices; ella
es dúctil, cam biante, proteiform e y está ta n lejos de lo
geométrico como de lo esquemático. Y el pequeño sabio EL TRABAJO. BENDICION BIBLICA
que hay en el niño intuye esta gran verdad y por ello
siente horror por la caja de sólidos.

E s frecuente oir a muchos médicos, y también a


profanos, aconsejar a las personas que sufren de ner­
viosismo o que tienen una emotividad desequilibrada,
que descansen, que pongan un total reposo a su tra ­
bajo y que vayan a la paz ociosa y monótona de una
estadía en el campo a provocar la reposición de sus ner­
vios. Hemos tenido ocasión de comprobar lo erróneo
de tal consejo y es por ello que queremos decir algunas
palabras sobre el trabajo y el supuesto desgaste que
produce.
Existe un principio general de Biología bien cono­
cido que expresa que todo ser vivo reacciona frente a
los estimulantes que sobre él actúan y es capaz de amol­
darse Vv adaptarse
*
de" continuo a nuevas
#
condiciones.
E sta capacidad de constantes adaptaciones es la carac­
terística de la vida misma, y" existe tanto en los jó­
venes y adultos como en sanos y enfermos. Como lo
expresa Herm ann Simón en la exposición de su mé­
todo de tratam iento de los enfermos nerviosos por
medio de las ocupaciones activas, por todas partes la
naturaleza nos ofrece innumerables ejemplos del des­
arrollo de la capacidad por medio de la acción. Puede
observarse así que el alto grado de desarrollo intelectual
y anímico de una persona es el resultado de la diver­
sidad y multiplicidad de elementos que como estimu­
lantes han actuado sobre ella. La doctrina del desgaste
de las fuerzas por el trabajo útil es errónea. Lo con­
trario es lo que realmente se observa. Ni Pasteur, ni
Ehrlich, ni Edison ni los Curie llegaron nunca al sur-
menage trabajando 16 horas diarias durante decenas
de años. Por el contrario, son el ocio y el reposo los
-Yonuas para la salud psíquica
m trabajo, bendición bíblica.

que disminuyen las fuerzas. La inactividad, aun con


la alimentación más consistente, no conseguirá nunca necesario; trabaje más aún”. Y esta anécdota nos era
referida por el ex-enfermo, así curado.
por sí sola un robustecimiento. Al dejar sin uso y poner
en descanso durante mucho tiempo las fuerzas y ener­ * * *
gías existentes, se observa en ellas un decaimiento y
por fin la pérdida absoluta de esas fuerzas, a causa, La neurastenia es un impuesto al capital psíquico
justamente, de la adaptación al reposo. (H. Simón). improductivo. Rara vez llega al consultorio del psi­
quíatra un albañil hipocondríaco, ni un picapedrero
* * *
ansioso, ni un obrero psicasténico. Tales males psí­
quicos son el privilegio de los desocupados o de aquellos
que realizan una tarea que está por debajo de su ca­
Aclaremos. Si bien el trabajo no desgasta sino que pacidad. Es la fuerza psíquica inempleada o la energía
desarrolla, pueden, en cambio, desgastar psíquicamente sobrante la que se exterioriza, volviéndose sobre sí
las condiciones que acompañan a cierta clases de tra ­ misma. Un órgano que no trabaja se atrofia; una ar­
bajo. Una labor hecha sin entusiasmo y a corazón ticulación que no se moviera iría a la anquilosis. Sin
forzado, un jefe neurasténico que humilla de continuo embargo, se sigue aconsejando el reposo para el espí­
a sus empleados, la emoción grande que la responsa­ ritu inquieto. La verdad de la célula es la verdad del
bilidad de ciertas tareas produce, el sentimiento de individuo. Por todas partes la naturaleza y nuestro or­
inferioridad con que trabaja un empleado perseguido ganismo nos dan ejemplo de la necesidad de la función
o postergado, son, ellos sí, elementos que pueden llevar para la conservación del órgano. Un diente que por
a la fatiga, pero no pertenecen al trabajo mismo sino ausencia del antagonista no halla apoyo, y en conse­
a las condiciones particulares y especiales en que se cuencia no trabaja, acaba por enfermar y caerse. La
realiza. Lo indiscutible es que el trabajo realizado con resistenc a del antagonista refuerza su implantación,
gusto no sólo no fatiga, sino que va acompañado de su desarrollo y su salud.
un sentimiento de satisfacción y de bienestar resul­ * * *
tante del ejercicio adecuado del espíritu. Y también es La inactividad es, pues, un castigo. Nos refería un
indudable que el reposo lleva a la pérdida de fuerzas y ■ desterrado político su suplicio de ociosidad durante
no produce beneficio alguno a ansiosos e insomnes, meses en una cárcel. El trabajo es el lubrificante del
quienes deben yugular con dosis crecientes de hipno- ¡ espíritu. Sus beneficios son tan grandes que creemos
ticos y sedantes, energías psíquicas que debieran ser que si en el episodio bíblico conocido, Adán hubiera
empleadas en un trabajo hecho con entusiasmo. realizado una buena acción y el Eterno hubiera deci­
A un intelectual hipocondríaco que fué a consul­ dido premiarlo, le habría hablado el mismo lenguaje:
tarle, Dejerine, aquel ilustre maestro de la Psicote­ "Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Pues, co­
rapia, le indicó que debía trabajar en una labor que mo lo dice Logre, de quien tomamos la cita, “al imponer
hiciera con gusto. El enfermo, fino artista, se dió en­ así al hombre la saludable ley del trabajo y del es­
tonces a las letras y compuso bellos poemas y cuentos. fuerzo, le revelaba al mismo tiempo la única posibi­
No desaparecieron, sin embargo, totalmente su preocu­ lidad de felicidad de acuerdo con su naturaleza y, desde
paciones ansiosas. Y en una nueva consulta, Dejerine luego, felicidad mucho más atractiva y más noble que
le manifestó: “Es que usted no trabaja todavía lo el lazarenismo integral del Paraíso terrestre.
-----------------------Movilice bien sus goznes psíquicos____________ 27

pide de la policlínica donde concurría desde hace dos


meses, tres veces por semana.
* * *
MOVILICE BIEN SUS GOZNES PSIQUICOS

Viendo la práctica y resultado de tales ejercicios,


pensamos cuánto habrá adelantado la medicina del es­
En las Clínicas de Cirugía, después de operada píritu el día en que podamos obtener semejantes pro­
una articulación que padecía una afección crónica, a gresos de movilidad y de elasticidad para flexionar
los efectos de evitar la anquilosis y obtener que logre rigideces psíquicas, combatir anquilosis anímicas, dar
su movilidad normal, se la somete —una vez cicatri­ flexibilidad a endurecimientos y cristalizaciones del
zada !a herida quirúrgica naturalmente—, a ejercicios carácter, causas de tantos males individuales, fami­
diatérmicos, físicos y eléctricos, destinados a dar elas­ liares y sociales.
ticidad a los ligamentos y tejidos. Y pacientemente, ¿Qué son, en efecto, las ideas delirantes (de gran­
poniendo en esta labor el técnico traumatólogo su inte­ dezas, de interpretación* dé persecución, 'etc.), sino
ligencia práctica, que resuelve cada caso como un pro­ una insuficiencia de elasticidad del espíritu que im­
blema de mecánica biológica, y el paciente su tenacidad pide que girando 180° se coloque el mismo individuo
ininterrumpida y premiada en seguida por resultados en la posición de crítico de sus propias afirmaciones y
brillantes, se va logrando dar a la articulación, que sospechas? (El enajenado examina su problema desde
antes no se flexionaba o que lo hacía insuficientemente, un solo punto de vista). ¿Qué es la hipocondría, sino
una movilidad que llega a la normal. una mala fijación del interés afetttvó'tfue, por falta
¿Cómo se miden los progresos diarios de esa mo­ de movilidad, se focaliza en el propio sujeto en lugar
vilización? No, naturalmente, por la impresión sub­ de hacerlo en elementos externos? Los prejuicios, el
jetiva del paciente, porque ésta es enmascarada por pensamiento sistemático e inconmovible, ¿ño serían
su temperamento imaginativo, pesimista, hipocon­ acaso anquilosis y rigideces de la personalidad? Y qué
dríaco o siniestrado. Se hace por mediciones geomé­ las obsesiones e ideas fijas, sino luxaciones en que cae
tricas. Leemos en una historia clínica la parte perte­ léi éfpirit'iT," que ’“ño puede salir por sus propios medios
neciente al resultado del tratamiento quinesoterápico. de esas posiciones anormales y dolorosas?
Día 3 de Noviembre: la flexión de la rodilla es de 42°. Extraordinario será el progreso de nuestra medi­
Día 10 de Noviembre, tal flexión es de 58°. Se prosigue cina mental el día que, como el moderno traumatólogo,
la congestión pasiva de la articulación por diatermia, Podamos escribir en la historia clínica de un p ertu r­
masaje y luego movilización pasiva y activa. 18 de No­ bado psíquico, dando cuenta de su favorable evolución:
viembre*: flexión 78°. Día 5 de Diciembre: flexión de su ductilidad se acerca a la normal, su crítica se mo­
la rodilla 82°. Se estimula la extensibilidad, se prac­ viliza eficientemente (es capaz de sacar fuera de su
tican ejercicios de elasticidad y el 15 de Diciembre la propia persona su punto de vista), la flexibilidad de
flexión llega al ángulo recto perfecto ¡90o! La rodilla sus procesos psíquicos se hace ya normalmente. Y lea­
tiene su movilidad normal y el sujeto, curado, se des­ mos en el compás geométrico: ¡90o!
No matéis la esperanza.

de muchas enfermedades físicas. Y entre las causas


más frecuentes de la enajenación se encuentra la rup­
tura brusca de la realidad en que se vivía.
NO MATEIS LA ESPERANZA Por tal razón, un desengaño brusco es a menudo
una de las causas del desequilibrio. María, que es una
chica no agraciada, creía que un joven que pasaba to­
dos los días por su casa estaba enamorado de ella. Y
Recordáis, sin duda, la obra teatral de Evrainoff, María afirmaba que el joven ya le había hablado y
“La Comedia de la Felicidad”. En un escenario, una que eran novios. Pero María tiene una cuñada, que es
compañía de actores representa las obras clásicas del una de esas personas a quienes gusta que al pan se
teatro griego y romano. Los grandes monólogos he­ le llame pan, y que fué a preguntarle al joven si eso
roicos, los diálogos olímpicos, las actitudes marciales era cierto. El respondió que jamás había reparado en
y solemnes, se cruzan ante la vista casi indiferente de esa muchacha, la que por otra parte era fea y no le
un espectador que, de pronto, interrumpe la escena. agradaba. Y la cuñada fué de inmediato a referirle
Ofrece a toda la compañía un excelente contrato. todo esto a María, y a reprocharle duramente que así
—“¿Os agrada, pues, el teatro clásico?”, se le inte­ anduviera engañando a las gentes. María cayó en tan
rroga. —“No”, responde. —“¿Os deleita, entonces, el profunda melancolía que fué necesario internarla. Su
modo como representamos?” —“No” ; contesta. —“¿E n­ espíritu, que hallaba un lenitivo y una válvula de es-
tonces?” 'cape en el vuelo imaginativo, fué obligado a caer a
Y el espectador, que resultó ser un fino filántropo, *tierra, y tan bruscamente, que se desequilibró.
explica a los actores que son contratados, no para se­ * * *
guir actuando sobre las tablas, sino para que cada uno
de ellos ocupe en la vida real de la ciudad el sitio que
él le indique y desempeñe un rol que haga feliz a una Nadie puede imaginarse la capacidad de ilusión
persona desdichada,^^creáñ3mé”1üha^frusióñ.'T!I"^galán de que dispone el ser humano. Los propósitos no ma­
’joven irá"a afectar amor a la chTca fea. Junto al hom- nifestados, los ensueños en bosquejo, las mayores po­
' bre enfermo, al anciano solitario, al soñador derrotado, sibilidades para el futuro, llenan los sitios vacíos de
al ser defraudado, irá uno de los actores o actrices a la vida del hombre. Como lo hace el aire con los cuer­
representar, como si fuera real, el papel que haga feliz pos materiales de la mecánica, la fantasía llena siempre
a cada uno de esos seres. el lugar no ocupado por la realidad. Hemos conocido
en el asilo de ancianos a viejecitas pensando todavía
* * *
con esperanzas en el joven aquel con quien bailaron
una vez o en quien les arrojó una flor en cierto car­
naval. La imagen de la enamorada de Guyau (Es hoy
La felicidad preserva de la neurosis. No conocemos cuando vendrá...) , que tan justamente recuerda Rodó,
un solo caso de una persona feliz que se haya enlo­ no se refiere sólo al aspecto sentimental de una su­
quecido. La dicha, el b ien estar,la bonanza son los me­ puesta novia, sino a todas las esperanzas del hombre.
jores preventivos" Sel desequilibrio, y quizá también Dime lo que no has tenido y te diré lo que aún esperas.
too Xormas para la salud psíquica.

Cada ser tiene su realidad particular. Por ello nadie


sabe la importancia que en el mundo de otro tendrá
tal o cual factor. Un desengaño brusco, una ruptura
sentimental, el cambio inesperado de una situación,
equivalen a la súbita efracción de la realidad, la que CADA HOMBRE EN SU SITIO
se quiebra así como un cristal. Y cuandoja vida y los
hombres niegan cruelmente a un ser su porción de es­
peranza, su espíritu puede volcarse en la enajenación Siendo siempre la neurosis, como también el delito,
VhaTla?',én un mundo personal el alivio y la felicidad el producto del choque entre las tendencias no satis­
que le negaba la vida. fechas del individuo y el ambiente en pugna con tales
No matéis la esperanza; no quitéis a nadie brusca­ tendencias, se comprende cuán útil sería para la so­
mente el juguete mágico con que se complace. Por ciedad la acción de institucos de higiene mental cuyo
que. finalmente, como lo observa Valery, ¿no estamos objeto fuera el mejor ajuste o adaptación de esas fuer­
todos nosotros en nuestros actos, todos los días, vis­ zas que se encuentran en franca oposición. En efecto,
tiendo a la realidad con los celajes de la fantasía y al tárcomó’ se hace en los dispensarios de profilaxis de la
mundo de nuestros sueños con los atributos de la rea tuberculosis o la difteria, en tales dispensarios de hi­
iidad ? giene mental se combatirían los factores de las neu­
rosis que son los mismos que los factores de la delin­
ín Ux cuencia.
La divulgación popular de las normas de la higiene
psíquica, la orientación profesional, la higiene mental
del escolar, del obrero, del estudiante, la lucha contra
r. 1 ■
el alcoholismo, serían sus objetivos principales. Pero
X - lux T'Mtfh J( no se limitarían a elios, sino que en tales dispensarios,
abiertos y gratuitos, se atendería no sólo a quien pre­
sentara ya un trastorno, sino una dificultad de orden
de U i^L Gvujwi, c t U.8 individual, profesional o moral. De este modo, el psico-
I I ’& U uA' ¡ p tttf VilrVQ ; terapeuta ayudaría a levantar los estados de depresión
tan frecuentes en la actualidad, contribuiría a inhibir
í/k * r los estados de excitación. Y en los casos, no menos fre­
c l u í i ú t i u r cuentes, de ansiedad, enseñaría al paciente a deri­
varlos logrando su satisfacción substitutiva cuando no
o sCus} {¿A. pueda hacerse directamente en los objetivos ansiados.
* * *

“The right man in the right place”. Poner a cada


hombre en su lugar, no sólo para que su rendimiento
102----------------- JXonnas para la salud p s í q u i c a _________________
Cada hombre en su sitio. JOS

sea ei superior, sino para hacer la prevención de los inactividad que la acción, la ociosidad que el uso de
fracasos v disgustos Que estallan cuando una persona las facultades físicas y mentales, tal como un meca­
no encuentra satisfacción en la tarea que está desem­ nismo queda más pronto fuera de condiciones de uti­
peñando porque se halla fuera de su sitio. En tales lidad por la herrumbre de su reposo que por su acti­
casos, como un resultado de la no satisfacción de sí vidad y movimiento. Y es que la acción deja brillante >
mismo, puede surgir la hostilidad haciá^eT'niedfó ám- y limpio el espíritu como lo hace con la hoja del arado
"hréntej o la envidia hacía quíéhes>“triunfan, una y otra" la tierra cálida que abre en su labor. .-
generadorás^eTOelito o de la neurosis.
La inmensa mayoría de los delincuentes no ha­ yf * *
brían llegado a serlo si oportunamente se hubieran exa­
minado sus aptitudes físicas y mentales, y se les hu­ En las interesantes disertaciones que realizó en la
biera indicado la clase de trabajo en el que con mayor Facultad de Derecho, el Dr. Mira puso de relieve cómo
facilidad podrían obtener el mejor rendimiento y la se produce el desequilibrio psíquico del sujeto cuándo*
mayor satisfacción personal. Mira y López, Director lé" distancian los cuatro núcleos que integran su per­
del Instituto de Orientación Profesional de Barcelona, sonalidad: gl ser. el valer, el parecer y el quehacer.
refiere que no se registró un solo caso de delincuencia La orientación profesional, que estudiaría las cuali­
entre 1as numerosas personas orientadas por dicho Ins­ dades psíquicas y físicas de cada sujeto para colo­
tituto, hacia la profesión, tarea o arte que correspondía carlo en el sitio que le corresponde, acercaría tales nú­
a sus aptitudes y vocación. Y es que cuando un hombre cleos aproximando “el valer” y “el quehacer” que tan
trabaja en el^ sitio que ie corresponde en la sociedad distantes se hallan muy a menudo, y por el auto-cono­
y al que por "su capacidad y talento tiene derecho —y cimiento individual lo identificaría con “el parecer”.
diríamos, como'médicos, necesidad— se encuentra en Por el contrario, puede verse que cuando tales núcleos_
total satisfacción y no cae en la neurosis ni en el de­ se distancian unos de los otros, —tal como si se rom­
lito, en cuya génesis se encuentra siempre la hostilidad piera el edificio molecular que resulta también de un
hacia el medio ambiente o la envidia exaltada hacia los equilibrio atómico— la personalidad pierde estabilidad
semejantes, productos precisamente de la falta de sa­ y el sujeto se halla al borde de la neurosis o de la de­
tisfacción de sí mismo. lincuencia, la que es, puede decirse, una neurosis en
La tesis que dejamos expuesta halla su apoyo en acción antisocial.
el hecho de que el delincuente es siempre un desocu­ Todo delincuente es un ansioso y, desde luego, un
pado o, cuando menos, una persona cuyo empleo ha­ insatisfecho, un desplazado, esto es, un sujeto que mu­
bitual de energías se encuentra muy por debajo del chas veces ocupa un lugar inferior al que le hubiera co­
nivel que podría alcanzar. Lo mismo acontece con los rrespondido en una orientación psicoténica hecha opor­
casos de neurosis, y así es que nunca llega al consul­ tunamente. Recuérdese así la capacidad intelectual de
torio del psiquiatra un neurótico que sea al mismo buen número de delincuentes, quienes por no haber te­
tiempo un hombre pleno de tareas que llenen su interés. nido oportunamente una justa orientación profesional
Se ha exagerado la importancia del agotamiento y una adecuada ocupación que satisfaciera sus ener­
gías psíquicas, hállanse en la sociedad en la holganza
intelectual por el trabajo y está va fuera de discusión y no encuentran naturalmente en tal ociosidad la sa-
el hecho de que produce muchos más enfermos la
Normas para la salud psíquica.

tisfaeción de sus vivencias. Una orientación oportuna


realizada por un Instituto Psicotécnico hubiera hecho,
fuera de toda duda, de tan tristes personajes seres
útiles para la sociedad: ésta se habría asegurado así no
sólo un mejor rendimiento de tales elementos, sino que UN ESTILO DE VIDA
se hubiera ahorrado también ei saldo de sangre y de
delito resultante de la no ubicación de tales individuos
i en el lugar donde hallaran sana y normal satisfacción
c sus deseos y capacidades. Toda persona que sea algo más que un ser vege­
Cada hombre debe estar en su sitio, pues, y de tativo tiene inquietudes intelectuales y sufre ansias de
acuerdo con las normas de una adecuada orientación superación espiritual. Estas vivencias, que producen a
voracional, no sólo para que la sociedad se beneficie tales personas sus mejores satisfacciones y sus doiores
> del máximo rendimiento profesional de todos sus ele­ —por los mismos caminos que le llegan al hombre sus
mentos, sino para que se libre de las causas de pertur­ alegrías le herirá la pena—, son naturalmente desco­
bación individual o colectiva que existen actualmente nocidas por los seres conformistas, adaptados, sin an­
en la multitud de personas faltas de la satisfacción de gustias ni problemas espirituales, y para quienes no
ellas mismas y animadas de disconformidad, hostilidad, escribimos porque ellos están ciertamente a cubierto
envidia o resentimiento —que vuelven contra la so­ de la neurosis.
ciedad o contra sí mismas— porque se encuentran fue­ La ansiedad y la angustia, en efecto, le llegan al
ra del lugar que les corresponde. hombre por sus conflictos y choques entre los núcleos
anímicos de su personalidad; por las diferencias entre
su ser y su quehacer, es decir, entre su valor intrín­
seco y su sitio en el mundo. Aquellos" individuos sin
"incógnitas ni problemas creerán siempre que tales gru­
pos anímicos se equivalen y estarán por ello libres de
la neurosis como lo están también de las satisfacciones
superiores y nobles. Estamos seguros que no nos lee
nadie de ese género, puesto que ya el interés por el
tema del epígrafe significa una curiosidad intelectual,
testimonio de inquietudes espirituales.
* # *

¿Cómo satisface habitualmente el hombre de espí­


ritu sus ricas valencias anímicas? Unos con un arte :
música, pintura, literatura, cuyo cultivo sirve a la am­
plitud de su mundo interior. Otros, con estudios desin­
teresados. Los más, con tareas o profesiones, con cargos
lOt'-------------------Normas para la salud psíquica.
Un estilo de vida 101
de significación, sitios de responsabilidad, que ocupan
sus horas y su interés. Y casi todos con obras en cuya armónico, bello y puro, cultivar el estilo de su vida
realización satisfacen sus deseos y dan libre salida a como una obra de arte, aproximarse en todo lo posible
sus aspiraciones. a la perfección, “decir las cosas bien”, realizar todo
Pero hay buen número de personas que por no acto, por menor que sea su significado, con la escrupu­
haber sido oportunamente iniciadas en el cultivo de losidad y la exigencia con que un artesano del medioevo
un arte o de una profesión, ni ocupar sitios desde los trabajaba su obra, buscar permanentemente la nobleza,
que puedan hacer una obra de relieve, se consideran la justicia y la medida de todos los actos, son propó­
impedidas de dar satisfacción a aquellas vivencias y sitos y actitudes que siempre estarán al alcance de to­
podrían creerse por ello destinadas a una permanente dos y cuya realización dará al espíritu amplias satis­
insatisfacción y, en consecuencia, a la ansiedad que ta ­ facciones.
les insatisfacciones provocan. De este modo, en el cultivo esmerado de un bello
En nuesti'a página titulada “Cada hombre en su estilo de vida— que a nadie le está negado— podrá
sitio’;’, decíamos que cuando una persona trab aja en una persona desde la esfera más modesta y anónima
el Jugar que Je corresponde en la sociedad y al que tie­ realizar una obra artística que superará muchas veces
ne derecho por sus capacidades y talento, se encuentra a la labor poética, pictórica o musical de autores en
en total equilibrio y no cae en la neurosis, producto cuya vida falta la elevación o la pureza que tienen sus
generalmente de sentimientos subconscientes de hosti­ versos, sus composiciones o sus telas.
lidad, resentimiento o envidia, resultantes de esa falta
de satisfacción. Ahora bien, dado que en una sociedad * * t
el número de personas con capacidades y aspiraciones
es siempre superior al número de sitios de trab ajo de Con la práctica de tal estilo de vida, eurítmico y
jerarquía y significación desde los cuales puede h a­ superior, encuentra siempre, quien lo realice, satisfac­
cerse una obra de valor, podría suponerse que inevi­ ción plena y alegría espiritual, así se halle en el desierto
tablemente hay en toda sociedad un conjunto de seres u olvidado de todos sus contemporáneos. Porque él se
fatalmente destinados a la neurosis por el inempleo de sentirá dotado de su armonía interior, no necesitará
sus aptitudes. Sin embargo, quien pensara así incu­ que otros la proclamen o se la reconozcan. Hemos co­
rriría en un grande error, puesto que toda persona, nocido en apartados rincones rurales a médicos cuyo
aun sin un arte o una ciencia, aun sin un cargo ni una ' nombre no se sabía en la gran ciudad y que vivían un
profesión, tiene un elemento siempre a su alcance para estilo de vida de alta dignidad. Porque sabe que tal
realizar la satisfacción de aquellos propósitos supe­ estilo impregna todos sus actos, sus palabras y sus
riores, y es su propia vida. consejos, no tiene necesidad quien lo practica de verlo
concretado en un objeto, un libro o una obra material.
* * * Se ve, pues, cuán al alcance de todos está el poder
satisfacer aquellas vivencias espirituales de que hablá­
bamos al principio. Y es que, mediante el trabajo de
Dotar a su propia existencia de un estilo noble y nuestro mundo interior, todos podemos aspirar a la
superior, hacer de sus días y de sus actos un conjunto felicidad que significa la armonía que es, sin duda, el
J'K“v____________Normas para la salud psíquica.

principio universal del equilibrio y de la vida. Armonía


y equilibrio que existen en el desplazamiento de los
astros en la bóveda celeste y en los movimientos de
los electrones en el seno del átomo; que se observa en
el ciclo vital de todos los seres vivos y en el ritmo re­
petido de los días y de las estaciones; que se encuentra EL FACTOR RESISTENCIA
en las integraciones y desintegraciones cuyo proceso
constituye la vida orgánica, y que culmina en la eu­
ritmia, la exactitud y el equilibrio de toda vida anímica
rica, fecunda y generosa. Cuando se estudian las bases de las ciencias físicas
se observa que, con el objeto de dar claridad a las ex­
plicaciones y exponer por separado cada fenómeno, se
establecen condiciones ideales que no se encuentran
nunca en la realidad. Así, por ejemplo, la teoría ciné­
tica de los gases supone que las moléculas son compa­
rables a bolas perfectamente elásticas, animadas todas
de la misma velocidad (lo que es una simplificación,
puesto que las moléculas tienen diversas velocidades)
y que no ejercen entre ellas ninguna acción mutua
(otra simplificación, análoga a la que se realiza en me­
cánica no tomando en cuenta el rozamiento).
Cada vez que llegan a nuestras manos esos tratados
de moral llenos de normas y de directrices, destinadas
a lograr la felicidad individual y cuyos capítulos tie­
nen por títulos significativos aforismos (Tus seme­
jantes son tus hermanos. Sé recto y todos serán tus
amigos. La felicidad de tus vecinos es la tuya pro­
pia, etc.), se nos ocurre que sus autores, haciendo una
gran simplificación de los problemas, “no han tenido
en cuenta el rozamiento” hablando mecánicamente.
(On neglige le fro ttem en t.. .).
Cuando se advierte lo que la vida tiene de conflic-
tual y de lucha, y se ha visto qué frecuentes son los
problemas entre dos o más deberes; cuando se com­
prende qué difícil es hacer el bien puro que no sig­
nifique dolor para alguien (cuando una persona se
enriquece es porque otras se empobrecen); cuando se
ve a las gentes emplear la mitad de sus energías, no en
vencer a la naturaleza o a los elementos, sino en la lu-
i 10-------------------- Normas para la salud psiquica.
Fl factor resistencia. 111

cha con sus sem ejantes p ara n eu tralizar sus propó­


sitos adversos y rivales, y h asta a personas m orales y es que creemos que toda persona debe tener un justo
honestas oponerse las unas a las otras, se tiene que concepto de la realidad y saber que va a encontrar en
adm itir que aquellos sistem as de m oral están ta n ale­ la vida rivalidades no siempre leales, oposiciones am ar­
jados de la realidad y son ta n teóricos como la teoría gas y am en u d o penas inmerecidas. '
cinética que supone que todas las moléculas se mueven " A sf como la vida orgánica tiene su abundante pato­
íectilíneam ente, con velocidad uniform e y sin acciones logía, del mismo modo existe la patología de la vida
m utuas. social. Y tal como, para evitar sus males, se denuncian
los peligros de la difteria y la viruela, es justo también
Una persona que se lanzara a la acción social sin advertir la existencia de ese morbo social que se tra ­
tener en cuenta en el cálculo previo la cantidad de ener­ duce por las heridas morales provocadas por las injus­
gía que va a perder por el factor resistencia, está en ticias, la maldad o la deslealtad. Por ello, todo ser
las mismas condiciones que un autom ovilista que no humano debe tener cierto grado de temple y firmeza
tom ara en cuenta el roce y frotam iento en tre las pie­ para hacer frente al dolor y a los contrastes, que cual­
zas de su motor y, falto del elemento destinado a neu­
tralizar estos factores, viera fu n d ir las bielas y a ju stes quiera sea la esfera de su vida, tarde o temprano tendrá
al poco tiempo de ponerse en m archa. Piénsese que que soportar; puesto que sin tal resistencia psíquica
generalm ente los intereses de las personas in te rfie re n el hombre estará a la merced de las adversidades y no
y se oponen,' y que existen actividades y profesiones en tendrá la calma ni la estabilidad espiritual para dedi­
las que siempre hay dos personas fren te a fre n te como carse al trabajo o al pensamiento.
rivales. Por o tra parte, estos hechos dejan de sor­ Es, pues, obra de higiene mental no ocultar la exis­
tencia o la posibilidad de la injusticia, la mala intención •
prender cuando se considera que aun mismo los cam ­ y la adversidad. Y puede servir de saludable ejemplo
bios de una form a en o tra de la energía física (eléc­ la actitud que tomaba Marco Aurelio, quien dejó este
trica, luminosa, térm ica) nunca pueden hacerse de un consejo: — “Todas las m añanas cuando salgo de mi
modo total y siempre hay una pérdida por calenta­ casa me digo: hoy me encontraré con un desagra­
miento, dilatación, roce, etc. decido, un torpe y un malvado”. Y se libraba así de
entristecerse o de encolerizarse cuando, en el curso de
* * * la jornada, tropezaba con uno de esos ejemplares cuya
existencia preveía y era herido por la ingratitud o la
Lejos está nuestro propósito, al hacer las refle­ mezquindad.
xiones que anteceden, de dism inuir el entusiasm o de
quienes se lanzan a la lucha. El fu e rte y noble brío, el jv JL (
/ • c<
idealismo, la voluntad de acción elevada, son p ara nos­ l
otros el verdadero fuego sagrado del espíritu. Pero,
porque de continuo vemos el dolor y la pena que las • * * juL^~ O
injusticias provocan en una persona no preparada
para recibirlas, porque llegan a menudo a los consul­
torios psiquiátricos gentes a quienes un contraste, una (Xa. JL
desilusión o un desencanto han herido profundam ente,
U ^uz. Ln jU 4
----------------------- -— .— Sobre el trabajo__________________ US

solamente la utilización y puesta en actividad de todas


las energías y aptitudes podrá aumentarlas progresi­
vamente. Toda vida abandonada a sí misma tiende a ir
en dirección de la menor resistencia, y dado que existe
SOBRE EL TRABAJO generalmente una tendencia a dejarse estar en lo có­
modo y en el menor esfuerzo, es menester vencer esta
inclinación, que conduce también al aniquilamiento y
En un capítulo anterior que titulam os “El trabajo, a la atrofia. Se le preguntaba a Pasteur: —“¿Qué es
la gloria?” Y el sabio respondía: —“Es el desarrollo
bendición bíblica”, expusimos nuestra opinión sobre máximo de todas mis facultades”.
el error habitual en que se incurre cuando se supone El punto en que se fatiga cada persona es indivi­
que por el reposo y la paz ociosa puede obtenerse un dualmente diferente, y debe distinguirse Ja fatiga real
robustecimiento, y se considera que el trabajo produce y la pereza o resistencia" del sujeto por el trabajo. En la
un desgaste de nuestras facultades. aplicación de los tests de 'la fatiga por el trabajo, muy
Decíamos que por un principio de Biología bien co­
nocido que expresa que todo ser vivo se amolda de agudamente observa Claparede que los resultados no
continuo a las nuevas condiciones en que se coloca, al son semejantes para todos los individuos aun dotados
poner en reposo y sin ejercicio durante cierto tiempo de las mismas fuerzas físicas y capacidades intelec­
tuales; y que ^factores personales tales como el deseo
las fuerzas intelectuales y físicas de una persona, se de ser alguien, el amor propio, la ambición,' actúan
observa en dichas fuerzas prim ero un debilitam iento, ¿ornó’ reservas dé energías y hacen realizar sin fatiga
y luego una pérdida grande, a causa justam ente de la tareas y trabajos que cansarían a personas despro­
adaptación al reposo. El trabajo, por el contrario, m an­ vistas de esos factores psíquicos. Por ello, el sabio pe­
tiene en juego todas las energías individuales, y por dagogo de Ginebra propone el estudio del índice de la
su adaptación a condiciones nuevas de actividad, el su­ fatiga para contribuir a determinar las preferencias e
jeto desarrolla sectores de su personalidad que de otro inclinaciones vocacionales del individuo.
modo quedarían reducidos y pequeños, tal como las De este modo, ha podido comprobarse que tanto
aletas y miembros de esas especies zoológicas que que­ nuestras fuerzas físicas, como nuestras capacidades
dan atrofiados por su falta de uso en el medio geográ­ ^intelectuales y energías psíquicas, están muy por en­
fico donde se hallan. Pero para que el trab ajo cumpla cima del nivel que ponemos en juego en la actividad
su inestimaoie función de activante del espíritu es ne­ cotidiana habitual. Este hecho, por otra parte, ha te­
cesario que^reúna ciertas condiciones, que pasamos a nido una demostración concluyente por la adaptación
enum erar. ’ sin fatigas del individuo a condiciones de considerable
* * * exigencia, tales como concursos, exámenes, trabajos ex­
traordinarios y especialmente las condiciones de gue­
Si se desea obtener m ediante el trab a jo un des­ rra en las que todos, movilizados y civiles, deben
arrollo de las fuerzas y aptitudes será necesario que multiplicar extraordinariamente sus gastos y aplica­
Ja^ tarea que se realiza se halle próxim a al lím ite su­ ciones físicas y psíquicas, lo que no los lleva, sin
perior de las capacidades del individuo, puesto que embargo, el decantado “surmenage”, sino por el con­
i / J -------------------y armas pan» la salud psíquica
------------------------------- Sobre el trabajo__________________ l l r,
trario a un mayor desarrollo de las facultades indi­
viduales. Y digamos al pasar que se ha visto queden un caso nuevo. Tampoco comprende a aquellas personas
tales estados de guerra disminuyen considerablemente que, a pesar de tener por necesidad que realizar un
*"■—al punto casi de desaparecer— los enfermos neuró- trabajo burocrático sin dificultades, se procuran una
sicos, psicasténicos v deprimidos; y es porque hallan ocupación o actividad complementaria. Pero comprende
en la gran tarea que es la defensa nacional la ocupación sí, al género de la actividad que realiza un antiguo
que consume sus energías ociosas o escasamente em­ funcionario que, restregándose las manos, me decía
pleadas durante la paz. señalando su despacho: —“Nada nuevo puede presen­
tarse en mi oficina. Estoy al frente de ella hace quince
* * * años. Todo caso que se presenta tiene ya su precedente
en el excelente archivo que se lleva. Y frente a todo
El trabajo destinado a dar plenitud al espíritu y asunto que se presenta, no tengo más que hacer trans­
promover el desarrollo de las capacidades deberá ser cribir el mismo informe ya hecho sobre un caso seme­
siempre naturalm ente un trabajo útil, serio y efectivo,, jante anterior”.
y no^una ociosidad ocupada “para m atar é P tiempo* * Y yo no tuve valor para destruir la tan dorada ilu­
*como~dicen quienes realm ente están m atando su espí­ sión de suficiencia que llenaba de alegría al jefe que
ritu con una tarea desprovista de am or y categoría. Es así hablaba; y explicarle que luego pues, de toda su
necesario un trabajo efectivo y real para que actúe co­ oficina lo único que no había muerto todavía era el ar­
mo activante, desarrollando la m aleabilidad psíquica, chivo.
realizando la satisfacción su stitu tiv a de energías de­
rivadas y promoviendo hábitos de orden y de disciplina.
Con el fin de que sean adquiridos ju stam en te estos
hábitos sociales de orden y de disciplina es m enester
cierta constancia v perm anencia en una ‘determ inada
clase d e'tra b ajo ,'p u es sólo la persistencia en ellos g ra ­
bará tales cualidades en el individuo; pero es necesario
no olvidar los perjuicios que puede producir la unifor­
midad de un mismo trab a jo durante un tiempo pro­
longado en exceso.
En efecto, la perm anencia excesiva en un mismo
trab a jo no sólo es perjudicial porque impide el ejer­
cicio en todas las direcciones, sino porque cuando una
tarea no tiene un panoram a cam biante, su repetición
hace que sea realizada fácilm ente y lleva al autom a­
tismo y a la anquilosis a quien acaba por realizarla sin
dificultad alguna- No com prende tal categoría a las
ta re as profesionales y ocupaciones intelectuales en las
que, no obstante ser del mism o género, cada labor es
---------------------------- Carta a un jubilado------------------------- 117
\¡ C' - .
bajo y que, en ausencia de éste, pueden tomar el ca­
mino de la neurosis. Y así puede verse que buen nú­
mero de los neuróticos, hipocondríacos y deprimidos
que llenan la consulta del psiquiatra, son personas des­
CARTA A UN JUBILADO ocupadas, ociosas, y en especial jubilados, en quienes
se ha producido bruscamente el cese de su actividad y
se encuentran de pronto con la ociosidad a la que no
estaban acostumbrados.
Lo mismo ocurre con la señora a cuyo cargo se
hallaba la dirección de las tareas de la casa el día en
En nuestro reciente artículo, al que usted hace que el marido —creyendo hacerle un bien— la libera
mención, sosteníamos que, con el objeto de que el tr a ­ con un ama de llaves de tales tareas que eran su hábito
bajo procurara el mantenimiento y desarrollo de las fa ­ y por ende su necesidad. “—¿Y ahora qué?”, se titu­
cultades individuales, era necesario que reuniera de­ laba una obra que leimos hace años y en la que se des­
terminadas cualidades: se hallara próximo al límite cribía el tedio y el vacio en que caen después de termi­
superior de las capacidades, fuera efectivo, serio y útil, nada su difícil tarea, las personas de empresas —raids-
y se evitara la uniformidad de una misma clase de ta ­ men, exploradores, organizadores, artistas— mante­
nidos en la acción por el fuego de la obra que ejecutan
rea durante un tiempo prolongado en exceso, con el y que no soportan luego la oxidación de su espíritu
fin de escapar de la rutina. Realizado de este modo, el por la inactividad y el reposo que le suceden. Y uno de
trabajo actúa como un vivo activante intelectual, m an­ los personajes, un aviador, que había estado ocupado
teniendo y estimulando la maleabilidad psíquica, pro­ durante meses en la organización y ejecución de un
moviendo hábitos de método, orden y disciplina, y sir­ largo raid, una vez cumplido éste y pasados los riesgos,
viendo al mismo tiempo como vía de aplicación de las ocupaciones y el éxito que mantuvieron tensos su
nuestras capacidades energéticas v de derivación subs­ interés y su espíritu, se preguntaba, no pudiendo su­
titutiva para aquellas energías que no pueden ser sa­ frir la inacción: “Y ¿ahora qué hago?”.
tisfechas directamente. Una madrugada, en París, después de una fiesta, se
De este modo, pues, el trabajo no es sólo el lubri­ encontraban Mermoz y Saint Exupery en el umbral
cante del espíritu, sino que es su más eficaz vitalizador de un bar, hastiados de estar inútilmente tan cansados.
por la función de activante que realiza sobre todas las Cuando las primeras claridades aparecieron en el cielo.
facultades físicas e intelectuales. Siendo esto así, se Mermoz, que hacía cierto tiempo que no volaba, apre­
comprende que él sea necesario durante toda la vida tó bruscamente el brazo de su compañero de aviación
del individuo como lo es su alimento. Y además tal ne­ y le dijo: —“M ira... es la hora en que, en D akar.. . ”
Era la hora en que los aviones de la compañía que di­
cesidad se desprende no sólo de su función de activante rigió Mermoz se lanzaban a la larga travesía del Atlán­
y de alimento del espíritu, sino que ella es ineludible tico.
para que el hombre no deje de derivar normalmente
esas energías que habitualm ente satisface por el tra- * * *
Xormas p ara la salud psíquica.
Carta a un jubilado. J id

A tal punto son de observación repetida los casos


de neurosis y enfermedades que siguen a la desocupa­ podrá seguir practicando durante toda su vida. De este
ción brusca que creíamos que no fuera necesario citar modo, cuando su corazón divague y las arterias o los
ejemplos, puesto que todas las personas recuerdan, sin músculos se hagan menos elásticos y le obliguen a de­
duda, numerosos casos de empleados y funcionarios ja r para siempre aquel su deporte activo, podrá seguir
que, a raíz de su jubilación y casi de inmediato a ella, practicando el otro menos fatigante; y en esta forma
han enfermado, unos psíquicamente, otros han actua­ se librará de caer bruscamente en la inactividad for­
lizado dolencias físicas olvidadas o contenidas durante zosa y se salvará de ese complejo de menor valía y de
mucho tiempo, y no pocos han pagado triste tributo a inferioridad con que queda disminuido un deportista
la paralización súbita de la actividad, que después de forzado a m irar desde la baranda y en la inactividad
decenas de años de ejercicio cotidiano había llegado a la práctica por otros de su deporte favorito.
convertirse en un hábito necesario para su equilibrio Por idénticas razones y del mismo modo, toda per­
psico-físico. Pero un caso bien claro puede servir como sona en la época de su plena madurez debe ir asegu­
un ejeniDlo más a la exactitud de lo que dejamos ex­ rándose un nuevo género de actividad para el momento
puesto. en que deba cesar, por la jubilación, su tra b a jj habi­
En cierta ocasión las crónicas policiales dieron tual. La jubilación es necesaria y no vamos a repetir
cuenta de un extraño suicidio, rodeado de circunstan­ aquí todos los argumentos que hacen justa su aplica­
cias especiales, las que finalmente llegaron a aclararse ción (necesidad de dar entrada a las nuevas genera­
con la identificación del suicida y las declaraciones de ciones, mayor fatigabilidad y menor rendimiento por
su esposa. En efecto, manifestó ésta que su esposo, la edad, falta de entusiasmo y facilidad para el auto­
que había sido toda su vida un hombre trabajador, matismo y la rutina, conveniencia de un cambio en
ios hombres y en los puestos, etc.).
habíase jubilado recientemente. Habituado a la labor En consecuencia, siendo la jubilación una circuns­
conrinua, no pudo acostumbrarse al reposo. El haber tancia que va a sobrevenir en una fecha previsible, lo
abandonado sus tareas le afectó a tal extremo que al sensato es que, tal como se indicaba para el deportista,
poco tiempo se agudizó en él un viejo mal. Se le escu­ se procure el empleado un nuevo género de derivación
chaba decir entonces: —“Estoy tan aburrido, que esto de sus energías y capacidades con el fin de que no
va a term inar m ar'. Y no tardó en realizar su trágico caiga bruscamente en el vacío absoluto de su inacti­
propósito —en plena neurosis, pues— a los tres meses vidad, y se salve así de fijar en una hipocondría, una
de cumplida su jubilación. psiconeurosis o actualizar viejas dolencias olvidadas:
caminos y vías que toman las energías psíquicas so­
* * * * brantes o inempleadas cuando no se las consume con
la actividad. A menudo queda el jubilado el día entero
Se ha sostenido con razón que todo deportista en en su casa, cuyo orden interno muchas veces va a
su época de plena actividad debe practicar dos de­ trastornar con su hábito de mando, ahora inempleado,
portes: uno, el preferido, —pelota, remo, natación, etc. y con sus facultades directrices que han quedado sin
— que inevitablemente un día tendrá que dejar a causa aplicación exterior.
de la edad; y otro, más suave y menos fatigante, que Por el contrario, puede verse cuán grande son el
ISO.------------------ Yormas para la salud psíquica_____________ _

bienestar y la satisfacción de aquellas personas que


justamente por Ja jubilación han podido liberarse de
una ocupación que en ellos no era vocacional y desde
entonces se han dedicado a su trabajo predilecto, ma­
nual o intelectual, que realizan con alegría y en plena
salud. PELIGROS DE LA SOLEDAD
Como demostración de lo que dejamos dicho puede
señalarse la mejor salud y mayor longevidad de las
personas que no cesan de trabajar a ninguna edad
(intelectuales, médicos, profesiones liberales, comer­ Prosiguiendo con nuestros propósitos de señalar
ciantes) que las personas que deben dejar por entero, aquellos elementos y factores que por su empleo inmo­
bruscamente y a fecha fija, la actividad que fue su derado pueden conducir al desequilibrio psíquico. — es­
hábito y su necesidad durante treinta años. to es, a la ruptura de la ju sta inserción con el mundo
real—, debemos destacar los riesgos y peligros del abu­
so inconveniente de la soledad, de la que muchos espí­
ritu s gustan con exceso, y con fruición análoga a la del
opiómano por la droga que le procura su paraíso a r­
tificial.
En nuestro estudio sobre la Infancia, destacábamos
la artificial situación de esos niños en quienes no se
ha combatido su tendencia al aislam iento y al replie­
gue excesivo sobre sí mismo y que. soñadores, dis­
traídos y con el pensamiento siempre puesto en o tra
parte, faltos de vínculos pragm áticos, al hallarse m ás
tarde frente a la vida ruda, reaccionarán por la re ­
tirada al chocar con las prim eras dificultades, y por
su refugio en una actitud, entre vencida y desdeñosa,
en un mundo im aginativo, solitario porque es personal
e irreal, resultado de su evasión del mundo circun­
dante.
Tal actitud aislada y soñadora, desinsertada de las
cosas y de los seres que ie rodean, existe con frecuencia
tam bién en numerosos adultos, a menudo muy bien do­
tados anímicamente, y en quienes es esa desvincu-
culación con la realidad exterior el resultado de su
deseo de complacerse en la exaltación de un rico m un­
do interior. En el a rtista tal inm ersión en la soledad
es necesaria, y de ella extraen los elementos p ara su
a rte como los pescadores de perlas del fondo del m ar.
li??---------------------Normas para la salud psíquica_______________
.P eligros de la soledad. 1M
Así D ebussy entreoía ya en su m undo in te rio r las cam ­
panas de la C atedral S um ergida y el sollozo del ag u a se le ocurriría poner a prueba su organismo físico con
sobre el cristal, como leves sonidos de un a rp a lejan a. el intento de las proezas de los recordmen atléticos
Mas el a rtis ta no hace de la soledad su p erm a­ olímpicos, tampoco está desprovisto de riesgos para el
nencia definitiva, con lo que su a rte nunca lleg aría a hombre medio normal el intento de cumplir con las se­
ser conocido por ios dem ás, sino que vuelve de ella veras pragm áticas dictadas por Nietzsche, Schope-
con las riquezas recogidas, como los pescadores con nhauer y otros filósofos predicadores de la exaltación
sus redes llenas reto rn an al atard ecer de la alta m ar. individual.
No obstante, la soledad,- “ia herm ana Soledad”, h a sido Sabemos bien que toda obra de interés —artística,
tan cantada por inspirados vates y por cultos p ro sistas científica, intelectual— ha sido gestada en la soledad,
que es necesario que precisem os bien su alcance real, y que se necesita de su silencio fecundo para dar gra­
como se hace con la dosis de una medicación. videz al pensamiento. Pero tales creaciones intelec­
tuales requieren a continuación la acción social que las
* * * complete para que no queden como truncos planes
ideológicos, construcciones teóricas, atisbos parciales y
Cierto grado de soledad es necesario; en ella en­ propósitos en bosquejo, que son por lo general las so­
cuentra el individuo sus m ayores riquezas ín tim a s ; las elucubraciones intelectuales de los hombres que,
y ese recogimiento del espíritu absorto en cosas graves diseñadores de programas, carecen de la aptitud para
“ese fino destilar de la m editación” h a sido com parado llevar a la realidad práctica el producto de su pensa­
exquisitam ente a la caída lenta y tran q u ila del rocío miento. Mira y López denomina medio-Hombres a es­
sobre el vellón del cordero. Un ser que no pueda que­ tos intelectuales que se han detenido en el dominio
dar cierto tiempo en soledad dem uestra ser un frívolo de las abstracciones sin llegar a la aplicación de esos
superficial y banal en quien una esterilidad im produc­ criterios abstractos a los aspectos siempre concretos
y dramáticos de la realidad vital: aislados, estatuarios,
tiva será el resultado de su inaptitud p ara la gravedad encerrados en la torre de m arfil de su narcisismo, son
fecunda. Son esas personas para quienes es un m a r­ como un árbol sin frutos, estériles, deleznables.
tirio quedarse solas, que tienen necesidad perm anente
de un interlocutor y que cuando no tienen com pañía 4t * *
recurren al teléfono, esa arm a terrible en manos de
las personas desocupadas. También se ha dicho una ingeniosa frase: “Busco
Conocemos la frase de N ietzsche: “se mide la fo r­ la soledad porque estoy más acostumbrado a mis de­
taleza de un espíritu por la cantidad de soledad que fectos que a los ajenos” , pero —agregaríamos nos­
puede soportar”. Creemos que si bien puede afirm arse otros— en la soledad nadie corregirá tus defectos y
que tiene muy débil espíritu quien no puede soportar ellos, faltos de la acción correctora del ambiente, pros­
la soledad, no es conveniente para todo el mundo en­ perarán y aum entarán, desviando hasta la deformación
frentarse con la Esfinge para ponerse a prueba en su tu personalidad, tal como pasa con una célula orgá­
interrogatorio. El propio Nietzsche no soportó sin ries­ nica sacada de la influencia de las que la rodeaban y
gos graves en diversas ocasiones de su existencia la puesta a cultivar sola: su deformación, su hipertrofia
compañía de la gran soledad. Además, como a nadie y su form a irregular traducen entonces su anormal si-
/;?*______________ X o n n a s para la salud p s í q u i c a _____________ _

------------ --------------- Peligros de la soledad_________________ 1 2 5

función. Hemos recibido en ei m anicom io p ro d u cto s


sem ejan tes de la soledad, ta n deform ados ta m b ié n co­ o tras. E l equivalente individual de esa form a en exá­
mo una molécula sacada de la acción y co n tacto de las gono sería el eficaz y necesario p ara la acción social
o tras moléculas como lo están en un cuerpo físico. de toda persona, y una deform ación anóm ala por la
Se tra ta b a de personas con tendencia al aislam ien to , soledad equivaldría, en la colmena, a una celda escan­
que fueron cortando uno tra s otros los cables que le dalosam ente deform ada que reduciría por ende su efi­
unían a la colectividad y sum iéndose en una soledad cacia y el equilibrio de la colmena entera.
cada vez m ás com pleta. Y ocurrió entonces lo que p re ­ Y los inconvenientes de la soledad son más fla­
ven las S agradas E sc ritu ra s cuando ta n sab iam en te g ran te s en la época actual colectivista, en la que la
aconsejan: “No está bien que el hom bre esté solo” . P o r vida so litaria acaba por ser una form a de esterilización
la falta de ese contralor p erm an en te y ese severo f r e ­ intelectual y de suicidio p ara la vida práctica. Por otra
no que son la crítica social y el com entario co rrecto r p a rte , p a ra que el hom bre logre una cultura equili­
de nuestros sem ejantes, tales solitarios, desviándose brada, son necesarios la discusión, la crítica y el diá­
por las inclinaciones m órbidas de su m ism idad así in ­ logo socrático, y constituye un grave peligro del auto-
contenida, tran sfo rm aro n sus propósitos en su p u e sta s didactism o la desviación del sujeto por las inclina­
realizaciones, creyeron sus deseos convertidos en re a ­ ciones y tendencias de la mismidad individual. F alto de
lidades, y lo que era una sim ple aspiración de triu n fo puntos de referencia, de indicaciones sobre su dirección
acabó por convertirse en un delirio im ag in ativ o de y de su posición en el mundo, se ha comparado el pen­
grandezas (O curre algo sem ejan te a lo que p asa con sam iento del hom bre solitario a la m archa del cam i­
ciertos profesionales e intelectuales que viven en un nante en el desierto, cuyo camino se hace tam bién sin
modesto medio ru ra l: como allí, en v irtu d de su supe­ dirección y m uchas veces volviendo al punto de p ar­
rioridad sobre el am biente, nadie hace su crítica, ellos tida.
se dejan ir en sus defectos del m ism o modo como pro- Hace m ás prosélitos la soledad que el opio, y tienen
liferan sus suplem entos capilares — m elena, bigotes, de común una y o tra práctica, el atractivo paradisíaco
patillas— o las alas cada vez m ás desm ensuradas de con que seduce a sus neófitos, los halagos im aginativos
que le dispensa, la necesidad acuciante y creciente de
sus som breros y otros excesos vestim entarios. No po­
dosis cada vez m ayores, y tam bién ia inutilidad indi­
drían in c u rrir — sin riesgo al ridículo— ni en unos ni vidual y la esterilidad social con que finaliza el último
en otros en el am biente m etropolitano en el cual una acto de la existencia de unos y de otros.
crítica siem pre pronta en ejercerse hubiera reducido
a lo norm al todas aquellas anom alías). Por el principio de las afinidades electivas que se
cumple tanto en lo normal como en lo patológico, se
* * ★ ve siem pre que todo solitario gusta de prácticas y de
elementos individualistas que aum entan aun más su
ensim ismam iento excesivo: el fakirismo, el quietismo,
Los sabios m atem áticos, después de las abejas, prácticas de introversión perm anente; cuando real­
han determ inado que la form a en exágono es la que m e­ mente debieran buscar socializarse tratando de crear
jo r corresponde al aprovecham iento del espacio en la por su inserción en la vida colectiva las ataduras rotas.
colmena; y tal form a de la celda está dada j ista m en te De tiempo en tiempo, se encuentra una persona,
por la acción recíproca de las celdas unas sobre las generalmente un intelectual, egocéntrico, cuya vida en
li'tí_____________A'armas para la salud psíquica _________________

la soledad Jo ha deformado tan grandem ente, y por


otra parte también ha hecho su acción un yoismo va­
nidoso e incontrolado, que se comprende entonces la
frase de “Chesterton: “el pensar en medio de) aisla­
miento y con soberbia conduce a la estupidez”.
SENTIRSE UTIL
* * *

El instinto, siempre sabio, da sus consejos a la N. tiene el deseo y la necesidad de realizar acto3
inteligencia, y de tal modo es el ejemnlo de la colmena por los que sea apreciado y hasta admirado. Consi­
—primer ensayo logrado de comunidad— el que puede dera que su disposición de ánimo y su buena capacidad
servir para el hombre y la sociedad: por la inserción intelectual le hacen acreedor a ser llamado para desem­
en la colectividad, único medio de acción útil y produc­ peñar una función útil a sus semejantes, y en cuyo
tiva, no se renuncia a la vida interior donde se realiza cometido él cobre prestigio y encuentre satisfacción.
la creación y fermentación necesarias del pensamiento Está a la espera de la ocasión y aguarda el llamado
que se aplicará luego a la acción social; del mismo modo de la sociedad. Pero, pasan los días, y él debe perma­
como la celda exagonal que recibe sobre sus facetas la necer en la vana expectativa tal como si exprofeso to­
presión —que ella también ejerce— de las celdas ve­ dos trataran de demostrar que no se fijan en él y que
cinas, no renuncia por ello a tener en su interior me­ desechan sus servicios.
nos miel, elemento orgánico que traduce en su utilidad Ha cursado con gran tenacidad la más larga de las
y en su dulzura, la eficacia y el encanto siempre ju n ­ carreras universitarias; y cuando instalado su estudio
tos y acordes en los innumerables y tan significativos espera que sus servicios sean reclamados, nadie llama
ejemplos que la Naturaleza gusta poner a los ojos del a su puerta. La misma callada indiferencia cree en­
hombre para su ilustración y aprendizaje. contrar en las amistades, en ios familiares y hasta
en el amor, que tampoco ha venido todavía a su en­
cuentro. Desea sentirse útil y comprueba, primero con
sorpresa, luego con tristeza, y más tarde ya con có­
lera, que todos demuestran no necesitarlo, que el mun­
do afecta poder pasarse sin él, que no tiene interés y
carece de importancia el hecho de que él esté allí, con
su título y su buena voluntad, a la espera de ser pro­
vechoso para alguien. Pero —y aquí está su fal’a— no
repara naturalmente que nada hace de su parte para
ir al encuentro de la esperada ocasión, que no lucha
y que no sale a la calle, como lo hacen todos los demás,
fí Ja disputa necesaria de su sitio en el mundo. Y co­
mo resultado de su espíritu caviloso y de su forzada
inactividad, comienza a sospechar que existe contra él
----------------------Xormas para Ja salud psíquica_____________ _

Sentirse útil 120


el complot del silencio, que todos se han coaligado pa­
ra quitarle la oportunidad de ser útil y, por lo tanto, tencia, me alivia y hasta logra ponerme alegre saberme
feliz. Pronto tiene la seguridad de tal anim adversión, útil en algún aspecto: una persona que soluciona su
y no tarda en estallar su despecho en esos actos de problema mediante mi ayuda, mi intervención eficaz
cólera que han dado motivo para su internam iento en en un conflicto, la utilidad y la eficacia de mi consejo,
una casa de orates. mi opinión o mi experiencia”.
Esta necesidad de ser útil para experimentar como
* * * consecuencia la satisfacción de su eficacia, es tan hu­
mana y general que existe ya en los niños de 5 y 6
Ya en su prim er mes de vida, el recién nacido pre­ años en los que puede verse, en efecto, con cuanta alé-
senta una movilidad espontánea, que no tiene ningún ’gría realizan un cometido o un mandado, con tanto
propósito inmediato ni mucho menos ninguna signifi­ más orgullo cuanto mayor responsabilidad suponen en
cación consciente, y que es realizada por lo que K arl la tarea. Y no desaparece en el hombre aun en la alie­
Bühler denomina “placer funcionar’, esto es, el bebe nación: recientemente inquirimos la causa le una
se mueve “por el gusto de sentirse m oviente”. Es del disputa entre dos asilados y cada uno de elios sostenía
mismo orden funcional la necesidad que tiene el hom ­ que era a él y no al otro que el médico le había
bre de ser útil _para experim entar el placer de sen tir encargado que cerrara la puerta. “No, ¡fué a mí”.
su utilidad. —“No señor, ¡fué a m í!”
En su aguda y penetrante sátira teatral, “El doctor * * *
Knock”, Jules Romain pone en labios de su personaje
central, —un médico que está realizando pingües ga­ A las personas que os ofrecen su concurso por el
nancias en una aldea— estas palabras: — “Es cierto sólo placer de sentirse útiles, aceptadles su ofreci­
que he quintuplicado la cifra de mis entradas y estoy miento y empleadlas en algún m enester que les dé la
lejos de deplorarlo. Pero hay otras satisfacciones ade­ satisfacción de su eficacia.
más de esa. Me place sentirm e útil” (Acto III. E s­ Es inhumano rechazar la buena voluntad y el con­
cena IV). curso de personas cuyo deseo de servir se percibe cla­
Sentirse útil hace feliz al hombre. Recordando la ram ente y a quienes es fácil hacer felices aceptándoles
frase de Romain, le aconsejamos a un colega psicasté- el concurso que solícitamente ofrecen. Por eso nada
nico lleno de fobias y de dudas, a causa de su inacti­ puede poner más triste a un hombre que la herida de
vidad en la capital, que fuera a tra b a ja r a la cam ­ “¡No sirves para nada!”
paña. La utilidad que de inmediato ejerció, su fu n ­ En las colonias de psicópatas donde se realiza el tra ­
ción principal en ese medio, el aprecio y la conside­ tam iento ocupacional, puede verse cómo se levanta la
ración de que fué rodeado en virtud de los beneficios tensión vital de un enfermo entristecido por su senti­
médicos que de continuo prestaba, curaron radical­ miento de inferioridad, dándole una función de rela­
mente sus obsesiones e insomnios e hicieron de él un tiva importancia. Siempre se podrá procurar un tr a ­
hombre feliz. bajo — o su ilusión, que es lo mismo— que conceda
Xos decía otro profesional: “Cuando dudo de mí a quien lo realiza el sentimiento de su eficacia y re s­
mismo y llego hasta sentir la inutilidad de mi exis- ponsabilidad. Un éxito profesional, intelectual o senti-
9
1 $Q_____________Xormas para la salud psíquica.

mental, es siempre un fuerte tónico; y el reconoci­


miento de su valor social hace feliz al hombre.
El empleado que a su denominación de “secretario”
o de “inspector” agrega, muchas veces a fu rto de sus
superiores, el adjetivo “general”, lo hace, es verdad,
por cierto pecado de vanidad, pero tam bién porque con SENDAS FRUSTRADAS
un cometido de más grande responsabilidad tiene la
ilusión de ser más útil aún a la colectividad. Se sabe
con cuanto más entusiasmo, eficacia y satisfacción — “No tuve un perro cuando niño”, —dice el per­
cumple su función un funcionario cuando es “inspector sonaje central de la película “La Senda Prohibida”,
general”* que cuando es solamente inspector. Un mi­ traduciendo con tales palabras la frialdad de su in­
nistro psicólogo podría hacer tra b a ja r enormemente fancia que transcurrió sin afectos en un hogar de pa­
más a sus subordinados con sólo distribuir con acierto dres severos y autoritarios.
los adjetivos “extraordinario”, “general” “jefe de sec­ Johnny Aeger, tan extraordinariamente personali­
ción”, “director de división” y afirm arles que sus ser­ zado por Robert Taylor, fué en su infancia un nmo cor­
vicios son de grande utilidad social. Y a su vez. cuando dial, pleno de cariño y, por ello mismo, con la nece­
un ministro es despachado mediante su renuncia, el sidad de reciprocidad de este afecto por parte de sus
gobernante sedántemente le agradece siem pre “los im ­ padres. Debió ser, primitivamente, alegre, retozón, cá­
portantes servicios prestados a la Nación desde su alto lido, expansivo. Pero, cuando corría hacia su madre, la
cargo”. encontraba siempre ocupada en algo. Y cuando iba a
saltar a las rodillas de su padre, un gesto de éste le
detenía, haciéndole ver que tales expansiones eran
inapropiadas e inoportunas. Su cariño rebotaba como
contra un muro. Su necesidad de afecto no hallaba la
necesaria satisfacción. Y tales hechos se repitieron todo
a lo largo de su infancia.
Hubo, pues, una frustración de su cariño infantil,
tierno y cálido que no encontró el eco que le era ne­
cesario. Y como resultado de esta privación de afectos,
de esta defraudación del cariño, cuando termina su ado­
lescencia, Johnny es un joven frío, duro, contenido, sin
afectos, y cargado de una fuerte agresividad que vuel­
ve entonces contra la sociedad, que por su autoridad, es
el símbolo representativo de sus padres.
La serie de frustraciones de afecto que tuvo du­
rante su infancia, le cerraron para el amor y secaron la
planta tierna de su sensibilidad espiritual. Por ello, no
toma en cuenta ahora ni la amistad desinteresada ni el
iSi-------------------- y e r m a s para la salud psíquica______________

&:endas frustradas ro«


i >j\j
cariño de sus enam oradas, ni la sim p atía que a p e sa r
de todo inspira, ni los afectos que ah o ra se le ofrecen,
conflicto, que se resuelve finalm ente por la m uerte que
y que no hallan resonancia en él porque aquéllas f r u s ­
busca el pistolero y que es realm ente una form a de sui­
traciones infantiles lo secaron p a ra el afecto y le die­
cidio, con el que desea su auto-punición por todo el mal
ron a su alma un deseo de desquite y de venganza p o r que reconoce entonces haber hecho este hombre, en
tal frustración. quien no había m uerto verdaderam ente el pequeño
Y m anejando los cariños y los sentim ientos con la niño afectuoso que no tuvo infancia.
misma frialdad afectiva que a las m onedas o a las f i­ * * *
chas de juego, term ina en pistolero, enem igo de la so­
ciedad que está saldando con las m uertes sucesivas Los psicoanalistas denom inan regresión al proceso
que ejecuta fríam ente aquel rechazo de su afecto que psíquico por el cual una tendencia afectiva que en su
sufrió cuando niño por p arte de sus padres, rep resen ­ desarrollo tropieza con un obstáculo que le impide su
tados ahora por el juez, la policía, la sociedad, co n tra norm al satisfacción, retrocede y se fija en una etapa
cuyas representaciones parentales no está inhibido an te rio r de su evolución. Así, el espíritu del niño, des­
—como contra los padres— de lib erar sus im pulsos de pués de pasar por su etapa de am oralidad y de egcísmo,
reacción. Y cuando un día alguien le regala un perro, se expande en el afecto que ubica prim ero en les pa­
él lo recibe con disgusto. (¿ P a ra qué sirv e? T endré que dres y m as tard e en la sociedad. Pero si sus progeni­
darle de comer). Sin embargo, su ro stro se vela por un tores no dan satisfacción a tal efecto y por el con­
recuerdo melancólico y sus labios se a p retan p a ra de­ trario lo rechazan y lo inhiben, se produce ia regresión.
cir: —“No tuve nunca un perro con que ju g a r d u ra n te Tal como se re tra e una mano que ha sido herida, re­
mi infancia”. Y comenta otro personaje: — “E sto ex­ trocede tal afecto y vuelve a fijarse entonces en la
plica mucho sobre tu vida actual”. etapa prim aria de am oralidad y egoísmo, etapa que
debió haber sido superada.
♦ * * Aquí tam bién el ejercicio desarrolla la función* y
padres preocupados porque sus hijos se crien fuertes y
Los cineastas americanos, dem ostrando h a sta qué sanos m ediante ejercicios físicos, no adviertan que
punto llevan la exactitud psicológica en estos excelentes tam bién para el desarrollo normal de los afectos y sen­
films, han dado el papel central de esta película al jo ­ tim ientos se necesita su ejercicio m ediante ejemplos
ven y cordial actor Hobert Taylor. Un actor que hi­ y estim ulantes. Si se sabe que no haciendo gimnasia
ciera perfectamente y con entera naturalidad el papel y privándoles de tónico no se logran hijos fuertes, ¿qué
de pistolero y cuyo tipo físico y psíquico correspon­ raro es que de un hogar donde los padres no se ocupan
diera enteram ente a ello, no hubiera compuesto exac­ de poner am or ni desarrollar la generosidad, salgan
tamente a este personaje que es en realidad un afec­ hijos que acaban por odiarse entre ellos? La preocu­
tuoso reprimido, un ser cordial, víctim a de inhibiciones pación actual de las vitam inas en la alimentación de
exteriores que lo han frustrado. P or ello, R obert Tay- los chicos debería ir acompañada por un interés no me­
ior, que no podrá ocultar nunca su viva cordialidad y nor para que no falten a su alcance esas no menos va­
simpatía, compone un extraordinario tipo de “delin­ liosas vitam inas del alma y de la educación, que son los
cuente por reacción”, cuyo espíritu vive en candente sentim ientos generosos, los afectos cordiales, Jos ejem­
plos estim ulantes.
* * *
/5i----------------- \orm as para la salud psíquica______________

Vean esta película esos padres siempre preocupados


por sus importantes asuntos y que no comprenden que
la formación del alma de sus hijos, que está en sus m a ­
nos, es su asunto más importante. Padres acuciados
hasta la neurastenia por el deseo jam ás satisfecho de PLASTICOS Y CRISTALIZADOS
ganar cada vez más dinero, y que llegan a sus casas fa ­
tigados e irritables, rehuyendo su cuello del abrazo
de sus pequeños hijos que corrían a su encuentro. P a­ La Química divide las substancias en colo;des y
dres que han sido siempre para sus hijos los eternos cristaloides. Las substancias en estado coloide — como
jefes severos, autoritarios, y que creen haber cumplido la cola, de allí su nombre— se caracterizan porque no
su sagrada misión porque a ellos no les ha faltado el tienen form a fija, su cualidad esencial es su m utabi­
techo, ropa y comida de que habla el Código Civil. P a ­ lidad, su existencia es una continua transform ación.
dres arbitrarios, duros, injustos, que van m atando La mayor parte de ellas, son sustancias proteicas, en
hasta con brutales castigos físicos la tierna planta las que también el nombre —Proteo, num en del m ar—
afectuosa que son los sentimientos delicados de sus alude a su incesante transform ación y su perm anente
hijos, y que olvidan que los golpes que el niño recibe capacidad de cambio. Las sustancias coloides, que son
los devuelve cuando grande, pero contra la sociedad, re­ justam ente las que ejercen las funciones vitales, están
presentación y símbolo de la autoridad p atern a: son en vías de constante modificación, y sólo se estabilizan
ellos los que están formando buen número de reuró- cuando su existencia de coloides h a cesado, tom ando
ticos y de delincuentes. Porque esa misma frustración la form a cristalina.
de afectos, que constituye un conflicto en su persona­ El estado cristaloide — recordemos el cristal de ro ­
lidad, conduce a la neurosis si el individuo vuelve con­ ca y otros cristales— representa una form a fija , y sólo
tra sí mismo su energía psíquica insatisfecha (y en­ puede modificarse por la intervención m uy enérgica
tonces se traduce en forma de hipocondría obsesiones, de los agentes químicos y físicos m ás activos Tnl es­
delirio de persecución). Mas en otros casos es dirigida tado representa una form a final, de térm ino, en ta n to
contra la sociedad y esa frustración de afectos es tra n s­ que el coloide expresa las form as de la vida m utable,
formada en fuerte agresividad social. Y tal es el ejem­ proteiform e, sin form a ni térm ino definitivos.
plo de la película que comentamos que puede ser per­ Cuando en la m ateria se va extinguiendo la vida, es
fectamente un caso real y a la que corresponde más porque sus coloides se tran sfo rm an en cristaloides Dis­
que el título de “La Senda Prohibida”, el denominativo m inuida aquella facilidad de ser m odificada por in­
de “La Senda Frustrada”. fluencias externas y por agentes del am biente, perdida
su capacidad de mutación, que era realm ente posibili­
dades de form as nuevas,' la m ateria entonces se endu­
rece y adquiere form a definitiva y perm anente. “H a
cristalizado” , dice entonces el químico; y no sin menos
exactitud emplean las gentes la m ism a expresión “ ¡h a
cristalizado!” fren te al hom bre que ya sin incógnitas
ni problemas, sin dudas ni cavilaciones, seguro ya de
todo, falto de la aptitud de tran sfo rm arse, esto es, y a
m yormas para Ja salud psíquica.
___________________________________ Plásticos y cristalizados------------------------------------------------137

im perm eable y no re c e p tiv o a las in flu e n c ia s e x te r n a s .


s a t is f a c c ió n n o e sc a sa d e o r g u llo q u e se c r e e f u e r t e
A firm a tiv o siem pre y sie m p re c a te g ó ric o , e stá e s ta b i­
p o r q u e n o a b d ic a . E n c a m b io , c u á n t o m á s h e r o ic a , h u ­
lizado d e fin itiv a m e n te en u n estado que es su p re s e n te
m a n a y m o d e s ta es la a c t it u d r e p e t id a y f r e c u e n t e d e
y ya todo su fu t u r o al m ism o tie m p o, com o lo e s tá e n
lo s s e re s r e a lm e n te e fic a c e s , p a r a c u y a e f ic a c ia y a c ­
su sólido te tra e d ro o rom bo ed ro, el c ris ta l m in e ra l, t é r ­
c ió n c o le c t iv a d e b e n t r a n s a r , e s p e r a r y c e d e r — a v e c e s
m ino y fin a l de una m a te ria que v iv ió plástica y m o l-
d o lo ro s a m e n te — , p e r o s a b ie n d o q u e e llo e s n e c e s a r io
deable como la a rc illa e n tre los dedos del g r a n a lf a r e r o ,
p a r a q u e p r o s ig a e l p r o g r e s o d e la v i d a i n d i v i d u a l y
la vid a . s o c ia l q u e n o es t a n s im p le , t a n f á c i l n i es s ie m p r e t a n
♦ * *
B i s t a c o m o lo s c a n d o r o s o ! m o r a lis t a s d e lo s e le m e n ­
Y contrariam ente a lo que p o d ría c re e rs e n o es e n ta le s t e x t o s e s c o la re s n o s lo h a b ía n h e c h o c r e e r !
este estado de firm e dureza cuando tie n e n l a s l s ji s t a n - * * *
cias su m ayor capacidad de reacción. L a m e d ic in a e m ­ L a p r o p ia v id a , s ie m p r e e x p r e s i v a e n lo s e lo c u e n t e s
plea para la terapéutica cada yfiz m ás la s s u s ta n c ia s e je m p lo s q u e n o s o f r e c e , e lig e p a r a s u a c t i v id a d la s u s ­
en estado coloide porque es en ta l e stad o c u a n d o p o ­ t a n c ia m a le a b le y p lá s t ic a . E n e fe c to , e l c o n j u n t o d e
seen m ayor eficacia. fu n c io n e s q u e f o r m a n la a c t iv id a d v i t a l e s e l r e s u l t a d o
N o es de d is tin to modo que en la e fic a c ia d e s u d e la s m o d if ic a c io n e s q u e e x p e r im e n t a n e n lo s s e r e s v i ­
acción social se d istin g ue el se r c ris ta liz a d o d e l s e r en v o s la s s u s t a n c ia s e n e s ta d o c o lo id e q u e c o n s t i t u y e n la
constante diferenciación. A q u é l, r íg id o , im p e rm e a b le , m a te ria o r g á n ic a , e s p e c ia lm e n te la s s u s t a n c ia s p r o ­
no receptivo, no acepta cam bios n i t n f f l s ^ m n e s y g e ­ te ic a s , c u j H m o lé c u la s', c o m p l e j a s ^ - f á c ilm e n t e d e s in ­
neralmente con una fra se r o f f i d a , que qui& re s e r h e ­ te g ra b le s , j b n , p o r e llo m i s » , a p t a s p a r a la s f u n -
roica, pero que sólo es tra d u cció n de u n a im p o s ib ilid a d c io n e s v it a le s , q u e ¡ M m i e r e n m a le a b ilid a d p e r m a n e n t e
de modificación, renuncia a p a rtic ip a r en la v id a c o ­ y n o p e r d id a c a p a c id a d d e f o r m a u l t e r i o r .
lectiva y se re tira a se g u ir T ^ H i d o s o lita rio , e n q u is ­ Y e n to n c e s se o b s e r v a u n h e c h o p le n o d e i n t e r é s ,
tado, inmodificable, d uro y f ijo com o u n c r is t a l. E n p e ro q u ? f f l t r a ñ a t a m b ié n c i e r t a i n j u s t i c i a . L a s s u s ­
cambio, s o n ^ f f lc é s para la v id a c o le ctiva h o m b re s e n ta n c ia s a lim e n t ic ia s in t e g r a le s s o n a s im ila d a s p o r e l
permanente aptitud de com prensión r ó T e p tiia a la s d i­ o r g a n is r f lt e n to d o s s i s . e le m e n t o s ; v s u s m o lé c u la s ,
ficultades nuevas, a las c o i i t i i H H r a sie m p re c a m ­ a s í d e s in t e g r a d a s f á c ilm e n t e , d e s a p a re c e n c o m o t a le s .
biantes de la lucha v ita l — P a ste u r, C u r io .: E r h li c h , M u c h a s vece & j e so s h o m b r e s , c o m p r e n s iv o s y s e n s a t o s ,
Freud— cuya riqueza aním ica se e x te rio riz a p o r esa c a p P e s . e in te lig e n te s * t a n e fic a c e s p a r a la a c c ió n s o ­
capacidad cambiante de form as nuevas com o la r iq u e z a c ia l, p a s a n p o r la v id a s in q u e la s o c ie d a d lo s r e c u e r d e
sinfónica de una g ra n orquesta o como el m a r, ta m ­ d e s p u é s d e c u m p lid a s u o b r a in t e lig e n t e y o p o r t u n a .
bién cambiante, eterno, poderoso, ja H e if o r m e . P o r q u e h a n s id o t o t a lm e n t e p r o v e c h o s o s , d e s a p a re c e n
Y no se crea que es menos h e r o i c f en ocasiones, la e n te ra m e n te d e l r e c u e r d o c o le c t iv o , t a l c o m o la s m o ­
vida de estos seres ffis tic o s . T ra s la fa ch a d a , en a p a ­ lé c u la s a lim e n tic ia s in t e g r a le s q u e s o n t o t a lm e n t e a b ­
riencia severa, de esas frases, a c t i t H H o re n u n c ia s , s o r b id a s . E n c a m b io , e je m p la r e s c r is t a liz a d o s , m in e ­
con las que el ser im perm eable se r e t ir a de la v id a r a l ™ in a b s o r b ib le s so n r e c o r d a d o s — y a v e c e s l a r g o
política o colectiva y que — hemos v is to — no son m ás tie m p o — p o r q u e e llo s , c o m o u n a lim e n t o n o a s im ila d o ,
que la incapacidad de in flu ir y de se r in flu id o , h a y u n a h a n h e c h o m a l a l o r g a n is m o s o c ia l.
vi moríiguadores del espíritu.

sentes sim ultáneam ente ambos estados de espíritu;


uno. presa de gran excitación; el otro, que busca en
toda form a la calma y la paz.
AMORTIGUADORES DEL ESPIRITU E n efecto, existen enfermos psíquicos que sufren
crueles y despiadadas alucinaciones: voces que los in­
ju rian y amenazan, descargas eléctricas que los to r­
tu ran , olores y venenos que los emponzoñan; y en los
Recuerdo mi sorpresa, en la ocasión de un v iaje a prim eros años de esta psicosis, el enfermo que la pa­
la región volcánica de los Andes, al com probar que los dece, se halla naturalm ente exaltado, colérico, angus­
habitantes de esas zonas sísmicas, que viven en la la­ tiado. Pero, sin duda, el espíritu del hombre no puede
dera de volcanes en erupción, o vuelven a edificar, en soportar durante m uy largo tiempo tan agudo sufri­
seguida después del siniestro, ciudades enteram ente m iento; o la exaltación, la cólera o la ansiedad te r­
destruidas en pocos segundos —y que podría suponerse m inan por agotarse en razón de su misma intensidad.
que fueran personas nerviosas, excitables, en estado Lo cierto es que, .trancurridos varios años de su enfer­
permanente de ansiedad— son, por el contrario, seres medad, estos alucinados crónicos, incurables, que aca­
calmos, reposados, serenos, de hablar apacible y can- ban por convertirse en reclusos del asilo, tienen un
tarino, que se refieren a aquellos dram áticos episodios carácter de una im pasibilidad y calma singulares. La
con tal tranquilidad como si fueran viejas leyendas o expresión de su fisonomía —aun mismo cuando sus
sucedidos de historia antigua. ojos se muevan delatando las alucinaciones que les h a­
r a r a explicarme tal hecho tuve que adm itir que el blan— es reposada, hasta amable y suave. Sus gestos
psiquismo de los habitantes de esas zonas debe nece­ son mesurados y tranquilos, y nada dem uestran de su
sariamente hacerse tranquilo y calmo, pues el sistem a antigua nerviosidad. Su voz, sobre todo, tom a una mo­
nervioso del hombre no podría soportar largo tiempo dulación grave, pero dulce y tranquila.
la angustia y el temor permanentes que deberían ser, No es que el enfermo ya no su fra sus to rtu ran tes
como corolario lógico, las reacciones legítim as y n atu ­ alucinaciones, sino que ahora se pone junto a ellas co­
rales de su espíritu que vive en el escenario y en el mo nosotros junto a una persona nerviosa, irritable,
tiempo de la tragedia. peligrosamente im pulsiva: para evitar el incendio y la
Ocurriría, pues, en el hecho observado un fenómeno explosión adoptamos las m aneras más prudentes, tole­
semejante al que puede verse en algunos matrimonios, rantes, conciliadoras.
en ios que uno de los cónyuges es hipernervioso, exci­ Sin duda, el enferm o es impulsado a menudo a re­
table, verborréico, siempre ansioso, pleno de inquie­ accionar con violencia frente a esas injustas y despia­
tudes y preocupaciones, es decir “sísmico” ; y el otro dadas persecuciones de que es objeto; pero estos “sua­
ha llegado a ser una persona extraordinariam ente cal­ ves secundarios” saben ya —por su experiencia de
ma, paciente, apacible, al modo de aceite arrojado en años— que nada ganan con tales reacciones, sino que
torno de la barca tomada en plena torm enta. se atorm entan más y quedan nerviosos y se alteran
Pero es dable observar un hecho de mavor interés su hum or v su carácter.
aun, y es que en el mismo individuo pueden estar p re­ Es por ello, que tales enfermos que en su prim er
período hablaban con facilidad de sus alucinaciones,
Uj\_________ y armas para ¡a salud psÍQuica._____________

rehuyen más tarde referirse a su delirio, y con reti­


cencias, y haciendo como que no comprenden lo que
se les pregunta, desvían la conversación hacia temas
impersonales; Es que, realmente, no hacen más que
huir del dolor que les producen el relato y la revivis­ POSICIONES ANORMALES D EL E S P IR IT U
cencia del tema neurálgico.
He terminado pensando que en verdad nosotros
no procedemos de modo diferente, puesto que en nues­
tra conversación rehuimos también, para evitar revivir Con frecuencia llegan a la consulta del ciru jan o
el dolor, referirnos al tema penoso, a la incidencia cuyo traum atólogo personas que, a raíz de una luxación in ­
recuerdo nos hiere, nos duele o nos humilla. Y que sólo suficientem ente corregida o de una fra c tu ra m al con­
solidada, han quedado con una extrem idad en an o rm al
es distinto el grado, pero no la índole, de este meca­
posición: la cabeza del cóndilo fu e ra de la cavidad a r ­
nismo compensador que usamos tanto el delirante cró­
ticular, o los fragm entos de fra c tu ra lig eram en te s u ­
nico para no atormentarse aun más con su suplicio,
del que ya tiene bastante, como nosotros con ese pe­ perpuestos o desviados. Tales m alas posiciones pueden
queño pero eficaz amortiguador de los acontecimientos volverse definitivas: se organizan adherencias, el o tro
dolorosos de nuestra vida que es el olvido, la no refe­ miembro tom a — en todo lo que puede— a su cargo la
rencia, la fingida indiferencia, y en cuyo empleo nues­ función del miembro lesionado, y éste queda conside­
tro espíritu se comporta con las argucias sutiles y el rablem ente lim itado en sus m ovim ientos. Son esas p e r­
fino tacto del más discreto consejero de corte. sonas con quienes nos cruzam os en la calle, que llevan
un brazo semidoblado. o un hom bro endurecido, o que
no pueden fiexionar por entero una rodilla.
En tales circunstancias, el ciru jan o debe a b rir el
sitio lesionado, q u itar las adherencias que se c u n d a ria ­
mente se han organizado, y colocar de modo co rrecto
) los segmentos desplazados, ayudando a m enudo con el
yeso el m antenim iento de la norm al posición.
* * *
i
o» Viendo esto en las Clínicas de T rau m ato lo g ía he
pensado, una vez m ás, que la patología es única y la
misma, tan to p ara la p a rte orgánica como p a ra la
f parte psíquica del individuo, y que procede del m ism o
modo, sea en el hueso como en el esp íritu de una p e r­
sona.
f- E n efecto, enteram ente com parables a esas m alas
5■
adaptaciones y posiciones incorrectas en que quedan
y orinas para la salud psíquica.
Posiciones anormales del espiritu.
los miembros después de una fra c tu ra o de una luxa­
ción, son las modalidades de com portam iento y de re ­ o el mal hábito. La enfermedad tiene su política sutil
acción de los hipocondríacos, los neurasténicos y, es­ y habilidosa: por ella el hombro limita sus movi­
pecialmente, los histéricos. Son espíritus que han que­ mientos, y el brazo sano debe tomar a su cargo gran
dado en mala posición, en una situación anorm al, en parte de la función del brazo traumatizado. El histé­
incorrectas adaptaciones. Una persona que cada vez rico se defiende por el dolor, como una luxación no co­
que ingiere ciertos alimentos en determ inadas oca­ rregida. Rehuye la lucha, deserta de las situaciones de
siones cree deber sentir determ inadas m olestias y des­ riesgo y compromiso, limita su trabajo, reduce sus obli­
arreglos, y se rodea de precauciones, frascos y com­ gaciones sociales, y halla siempre en la familia o en las
primidos, arrastrando a todos los que viven con ella am istades alguien —que como lo hace el brazo sano
en esa tarea absorbente y angustiosa de colmarla de con el brazo enfermo— tome a su cargo sus tareas y
cuidados excesivos y satisfacerle sus menudas inquie­ su responsabilidad. Y cuando el psiquiatra es llamado
tudes, ¿no es acaso una persona cuyo espíritu se en­ se encuentra con esa mala adaptación, resultado de un
cuentra en una mala posición? Y los hábitos, costum ­ déficit inicial, pero también y secundariamente a causa
bres y todo ese ceremonial de frascos y tabletas — de­ de su mantenimiento ulterior.
rechos adquiridos de la enfermedad por haber pres- Hipocondríacos, histéricos, neurósicos, son como
cripto el esfuerzo hacia la salud— ¿no son acaso como cóndilos articulares en una luxación mal corregida. Há-
llanse fuera de la cápsula articular, en una mala posi­
las adherencias fibrosas que se van organizando en el
ción. Adherencias secundarias tienden a dar carácter
sitio de una fractura y que acaban por crear y fi a r
definitivo a esas anomalías. Y los mecanismos suple­
definitivamente una posición incorrecta? torios, de los que tan rico es el organismo humano,
¿Y el histérico? Es lo normal que el individuo re ­ hacen cumplir su función por otros miembros. El de-
accione frente al obstáculo mediante sus energías psí­ bridamiento que hace el cirujano debe ser el equiva­
quicas, intentando vencer esa oposición. De ahí la lu­ lente del radical cambio de ambiente que hay que im­
cha, el combate y el sufrimiento justo si se es derro­ poner a tales neurósicos, puesto que su enfermedad
tado. Pero si, por un mecanismo anómalo, el individuo es en buena parte el resultado de un ambiente propicio
estalla en su gran crisis de contrariedad cada vez que que la ha facilitado como un medio de cultivo. Y así
encuentra oposición y llega aun mismo al gran ataque como el cirujano ortopédico inmoviliza, ligándolo al
de nervios —equivalente a la rabieta del niño mimado cuerpo, el brazo sano para que el brazo de movimientos
a quien se le niega un juguete— es claro indicio de que limitados esté obligado a ejercitarse y moverse — y be­
sus mecanismos psíquicos de reacción se hallan tan neficiarse en esta forma del ejercicio de la función—
fuera de la posición correcta como lo está la cabeza del mismo modo nadie de la familia o del medio del
del húmero de la cavidad glenoidea en las luxaciones neurósico debe tom ar a su cargo sus tareas y fun­
del hombro. ciones, para que él, por su ejercicio, vuelva a adquirir
* * *
su normal laxitud, su ductilidad perdida, su fortaleza
anímica y la apagada confianza en sí mismo, soporte y
Pero esta analogía no se reduce al accidente p ri­ esqueleto del equilibrio psíquico.
mario; existe también en la organización secundaria
de las adherencias y bridas que fijan la m ala posición
____________________Frustración de afectos________________

los enfermos. Cuando lo conocemos hace ya cinco años


que está internado.
* * *
FRUSTRACION DE AFECTOS

Con los datos que hemos podido recoger reconstrui­


mos su infancia y adolescencia. Los padres de F. fue­
Cuando F. tenía 32 años fué internado en el Hos­ ron dos personas duras, rígidas, autoritarias, que le
pital de Alienados. Leemos en el libro de la Clínica que, dieron una educación severa, “a la antigua”, como él
según datos proporcionados por los parientes, F. pre­ mismo dice, disculpándolos. No recuerda F. haber re­
cibido una sola expansión de cariño por parte de sus
sentó entonces un cambio en la conducta — abando­ padres: nunca, cuando niño, lo acogió su madre en su
nando el trabajo que le indicaba su padre— y modi­ regazo para referirle una historia en la que él fuera el
ficaciones en el carácter: él, que había sido siem pre príncipe vencedor; nunca lo levantó el padre en sus
dócil, pasivo, sumiso, tuvo en ese tiempo varias crisis brazos para mimarlo, ni lo llevó sobre sus espaldas ha­
impulsivas, después de discusiones con los padres, arro ­ ciéndolo galopar, ni de rodillas en el suelo junto a él
jándoles lo que tuviera en las manos. Se le interna por­ formó los soldados y participó con alegría de sus jue­
que los miembros de su familia no se explican tal con­ gos infantiles. Y, sin embargo, era grande la necesidad
ducta y suponen que debe estar enfermo. de cariño que experimentaba F. En efecto, fué cuando
La historia clínica recogida por el médico que lo niño un muchacho cordial, expansivo, alegre, pero no
recibió, refiere que llama la atención la pasividad con encontró eco ni aplicación de sus sentimientos en sus
que F. aceptó su internación. Y por el interrogatorio padres, siempre atareados e indiferentes. Su padre, per­
que se le hace se obtiene de él la m anifestación de que manentemente ocupado en sus asuntos del comercio, vi­
la gente del pueblo donde vivían inducía a su padre a vía para esto noche y día, sirviéndose siempre de sus
que procediera en su perjuicio; pero no da explicaciones hijos para encargos y mandados. ‘'Llévale esto a X”.
“Tienes que ir hasta lo de M”. “Vete a Z. y después a
claras soore el motivo de la persecución. Supone que ha a R. y diles de mi p a rte . .. pero ¡ apúrate! ¡ rápido! y
sido internado a causa de los incidentes fam iliares que si te sobra tiempo lleva esta nota a lo de N. y después
habían sobrevenido últimamente y que aum entaban de vas a cobrar a lo de P. y L.”.
frecuencia. F. no tiene para sus padres una palabra de recri­
La observación que se m ant sne en la Clínica per­ minación. Reconoce su dureza y severidad, la tiranía
mite llegar a comprobar en F. un delirio persecutorio arb itraria del padre, los castigos físicos y brutales que
a base de interpretaciones: supone que alguien (¿la recibió, pero admite todavía que era el sistema antiguo
policía ?, no sabe bien) ejerce acción sobre sus padres y de educación y que si no hubiera sido por esas palizas
coliga a éstos a proceder en su perjuicio. A dopta en el quizás hubiera terminado m a l... Y, naturalmente, no
hospital la misma actitud de sumisión y de pasividad llega a comprender la relación que existe entre tal sis­
que tuvo habitualm ente en su casa, y acepta in te g ra r el tem a de educación de que fué víctima por parte de sus
equipo de peluquería que va por las salas afeitando a padres y su actual delirio de persecución que padece, y
en el cual la sociedad es el símbolo representativo de
10
U f*------------------ y orinas para la salud psíquica________________ _

Frustración de afectos. W
su padre. La persecución y perjuicio de que acusa a
aquélla no es más que una proyección del perjuicio que rrera o impedimento retroceden y se fijan en la etapa
ha estado recibiendo de sus padres, durante toda su inmediatamente anterior, en la que pueden quedar de­
infancia y su adolescencia. Mas, los complejos repri­ finitivamente detenidos.
midos de su personalidad, que le han hecho estallar en Cuando F. terminaba su infancia era un muchacho
esas crisis impulsivas contra sus progenitores, señalan retozón, alegre, cordial, pleno de afecto y necesitado,
con exactitud que su yo inconsciente conoce bien quié­ por ello mismo, de una retribución semejante y equi­
nes han sido sus enemigos, estos enemigos que la des­ valente de cariño de parte de quienes vivían con él. Pero
viación producida por sus afectos filiales ubica en la los padres, siempre ocupados en el comercio, no tenían
sociedad y la policía. tiempo para tales cosas y rechazaban con frialdad sus
* * *
expansiones (“Arréglate tú por tu lado, que yo estoy
muy ocupado en mis asuntos" —le repetía el padre— ).
No cabe duda ya sobre la evolución dinámica que Se produjo bien claramente una frustración de afectos,
en el niño siguen sus afectos o sea la libido, como la un impedimento exterior para el desarrollo de la libido
llama la escuela psicoanalítica. El bebé, gozoso prim e­ y una privación de cariño, el cual, volviendo entonces
ramente nada más que por su piel, localiza pronto su sobre sus pasos, se fijó en una etapa primitiva de su
foco de placer en los labios, y en esa etapa oral, o del desenvolvimiento. Es así que en F. pueden encontrarse
chupeteo, el lactante es sólo un par de labios prontos con facilidad todos los rasgos de lo que se denomina
para la succión. Con el crecimiento del ser, la energía temperamento oral y que significa que psicológica­
libidinosa tiene nuevas localizaciones y experim enta los mente F. ha quedado fijado o estancado en esa etapa
desplazamientos que ya son conocidos. Llega así a ubi­ primaria de su evolución porque no tuvo los estímulos
carse en los padres durante cierto tiempo, y éstos cons­ necesarios para el desarrollo de los estadios siguientes.
tituyen entonces el centro y eje de sus afectos. E sta * * *
etapa, llamada edipiana por los psicoanalistas, — el com­
plejo de Edipo— es también superada, y ya al final del F. no ha tenido nunca novia y ha llegado a los 38
segundo decenio de su existencia el cariño hacia los p a ­ años de edad sin haber sentido mayormente la atracción
dres es superado por el amor hacia el novio o la novia; del sexo opuesto, y eiio es porque a causa de aquella
y aparecen más tarde múltiples localizaciones exte­ privación de los afectos necesarios para la evolución de
riores o sociales de aquellos afectos: ios hijos, los in­ su libido, ésta no ha proseguido su desarrollo, no lle­
tereses, los amigos, las satisfacciones sociales, econó­ gando, en consecuencia, a sus etapas de superación, sino
micas, profesionales. que retrocedió a un estadio infantil. Es sumiso, dócil,
Ahora bien, para que en la evolución de la libido pasivo como un niño, acepta las resoluciones que sobre
ésta siga correctamente su m archa progresiva es pre­ él se toman (se deja llevar, traer, conducir); y en la
ciso que reciba oportunamente el estímulo necesario a elección que ha hecho para integrar el equipo de en­
fin de que avance de cada grado al que le sigue; y desde fermos que afeitan, quizás los psicoanalistas vieran un
¿uego es fundamental que no sea entorpecida por ningún propósito inconsciente de permanecer adherido a la in­
obstáculo o barrera en su desarrollo, puesto que si los fancia, es decir, cuando aun no tenía barba.
afectos, en tal desenvolvimiento, tropiezan con una ba- Fácil es hallar ahora la explicación de esas crisis de
Xormas para Ja salud psíquica.

Frustración de afectos.
agresividad contra sus padres, que han m otivado su in-
ternam iento, así como ios térm inos en que h a construido
su actual delirio de persecución. E n efecto, no o b stan te mo agente pasivo, y no activo, en su actitud de per­
juicio hacia él.
su sumisión de tipo infantil y a causa de la represión de * * *
afectos de que fué objeto por p arte de sus padres, h a n
quedado contra éstos, en su inconsciente, elem entos de Hemos tomado uno de los tantos enfermos que exis­
x~eproche, recrim inación y protesta. Y son todos estos ten en el hospicio afectados de delirio de persecución,
elementos reprim idos, y por ello mismo cargados de seria afección mental, generalmente, de carácter cró­
fuerte tensión psíquica, los que han hecho que en las nico, incurable, y en cuya génesis se ve habituaimente
discusiones con sus padres haya tenido im pulsos de —como en el caso de F.— que el enfermo proyecta en
agresión hacia ellos, equivalentes a esos focos de re ­ form a de delirio de perjuicio por parte de la sociedad
belión que estallan de tiempo en tiempo en un país so­ la situación de perjuicio de que ha sido víctima de
juzgado autoritariam ente. parte de sus padres durante el desarrollo de su infancia.
No obstante, con un razonam iento secundario halla E n tales casos, la frustración de afectos infantiles
explicación justificativa para la dureza y rigidez de sus ha conducido a la psicosis. Otras veces, esa misma frus-
padres. “Yo sé que con sus palizas buscaban un b ie n . . . tación de afectos lleva a la delincuencia y al crimen
Les estoy ag rad ecid o ... E ra el sistem a a n tig u o . . . social, como vimos en el capítulo titulado “Sendas
Pero no ha muerto sin dejar huellas aquel in fa n te re ­ F ru strad as”.
tozón alegre y cordial. Y es su som bra la que se alza
ahora para recrim inar y acusar por h aber sido aho­
gado. Pero ¿a quién acusa F. de los perjuicios de que
se cree víctima? A la sociedad, a la policía, que — se
sabe bien— por su autoridad son los elementos rep re­
sentantes de la autoridad paterna.
Proyecta, pues, en la sociedad esa hostilidad de la
que ha sido víctima durante su vida, porque todavía
su afecto de hijo sumiso le impide reconocer directa­
mente a sus padres como a sus propios enemigos. Pero
recordemos los términos de su delirio: “Las gentes in­
ducen a su padre para que lo perjudique”. No puede
dejar de reconocer que su padre lo perjudica, pero su
cariño filial le hace rechazar la idea de que el padre
proceda espontáneamente en tal actitud de perjuicio
contra él, y admite entonces que procede de tal modo
porque las gentes del pueblo le obligan a su padre a to ­
mar tales actitudes. Todavía vive en él aquel infante
bueno y cariñoso, y es éste el que encuentra h a sta en
el delirio una disculpa para el padre, presentándolo co­
_________________ Medirse con el obstáculo ______________ /•'/

aquellos ex-jefes, ex-directores que no utilizan ahora


su dinamismo vital ni lo transform an o derivan en
otras actividades supletorias.
MEDIRSE CON EL OBSTACULO
* * *

Sorprende ciertamente que no haya llamado la La neurosis es, pues, un impuesto a la desocupación.
atención el hecho tan significativo de que la consulta Cobra su cuota allí donde hay un exceso sobrante sin
del psiquiatra sea llenada, no por gentes que trabajan empleo activo. Cuando la lucha por la vida es dura y
con tesón y largamente, sino por pacientes ociosos y difícil, consume casi la totalidad de la energía psíquica
por personas que realizan un trabajo escaso o que está y no queda sobrante para la producción neurótica. Por
muy por debajo de sus capacidades energéticas. Nunca ello, la frase habitual que está en labios de los hipo­
aparecen entre los neurósicos el obrero, el artesano o condríacos: “no puedo hacer nada porque estoy depri­
el labriego, que trabajan de sol a sol, ni el padre que mido, ansioso o insomne”, debe conjugarse a menudo
debe alimentar a ocho hijos, ni la madre que tiene a su de inverso modo: “estoy afectado de neurosis porque
cargo su familia y debe además atender lavados y lim­ no trabajo, no hago algo con gusto y ansias, no con­
piezas ajenos. Tampoco están presentes entre los h i­ sumo mí energía vital en una labor absorbente o di­
pocondríacos las personas que luchan por vencer la mil fícil”. ____________ ______ _
dificultades repetidas de todos los días, ni el jefe a O difícil. El hombre, para hallarse bien psíquica- )
cargo de una dependencia importante, ni el director mente, debe estar ocupado _siempre_en ej jím ite máximo._
pleno de tareas, ni el militar a cargo de tropas o de de sus áptitudes_y posibilidades. Uno de los preceptos
un puesto de trabajo y de satisfacción. “del sistem a de ocupación curativa de los enfermos psí­
En cambio, los neurósicos que visitan al médico quicos es justam ente que éstos trabajen en el límite
son: ociosos sociales a quienes una situación económica máximo de sus capacidades, de modo que toda su aten­
de privilegio les permite vivir sin tener que ganarse ción se encuentre absorbida por tal tarea difícil. Cuan­
do la labor es fácil o por su repetición llega a hacerse
el pan (no se ganan el pan, pero ganan en cambio una
autom ática, el psiquismo puede tomar por los torcidos
neurosis de aburrim iento y de ociosidad, con lo que se
cauces del ensimismamiento patológico, el autoaná­
ve que las injusticias sociales son saldadas por una lisis to rtu ran te o la introspección enfermiza. Hacer
justicia vital inm anente); los ren tistas que con poco es­ cada vez un punto más difícil: dice el alienista a sus
fuerzo y escasa atención concretan su actividad a ir a enferm as que trabajan en el taller de tejidos de los
cobrar mensualmente sus cupones, porcentajes o bo­ hospitales de alienados. Y ya se sabe como repitiendo
nos; las personas que, ricas en energías vitales, se en­ siempre un punto conocido la meditación puede tom ar
cuentran desempeñando una tarea que está m uy por por caminos dolorosos. “Haciendo tricota” se titula una
debajo de sus posibilidades y que no alcanza para ab­ lenta música norteamericana. Haciendo tricota, la teje­
sorber aquellas energías; los jubilados, que han que­ dora s u e ñ a ... Pero, muy a menudo, el ensueño, ale-
dado bruscamente en el vacío de una vida ociosa; y
------------------ Yorwuií para la salud psiQuica
Medirse con el obsiár.i o i.lS
jando do I»a realidad, conduce a la ru ptura con el m un­
do real, es decir, a la enfermedad mental. que debemos doblar, la vida, la naturaleza, la acción
nos presentan un sin fin de dificultades; y la medida
* * *
de nuestras fuerzas psíquicas será dada por el número
y la categoría de las dificultades que podamos vencer.
Paul Valery repite en sus escritos: Sólo hago Conocemos sólo lo que nos presenta resistencia. Si en
aquello que me obliga a vencer una dificultad. Y el el aire no existieran corpúsculos en suspensión que re­
maestro de la literatura francesa contemporánea cum­ chazan la luz, no veríamos al haz de luz. Sentimos una
ple tal precepto trabajando la palabra y el pensamiento mano entre la nuestra por que nos impide que ia cerre­
de laborioso modo hasta lograr sus maravillosos ca­ mos totalmente. Percibimos el aire cuando hace viento.
mafeos. No de otro modo trabajaba nuestro Rodó. Y Los objetos que vemos son los que oponen resistencia
todo lo hermoso, lo grande y lo armónico ofrece difi­ a la luz; si no lo hicieran nada les diferenciaría del
cultad. Falsean los hechos quienes hablan de fáciles espacio del cieio sin nubes, esto es, el espacio vacío
dificultades. Felizmente, la belleza, la ciencia y el a rte de objetos. Y cuando este vacío está en el espíritu lo
cuestan a sus obreros largas horas de labor siem pre llena la neurosis, invento moderno de una sociedad en
encarnizada y, a veces, heroica. Huyamos tanto de lo la que todavía es posible la desocupación.
fácil como de lo simple, pues en su práctica el espíritu
se embota. Realizar sólo lo que se hace fácilmente aca­
ba por limitar y cristalizar al hombre norm al; y al
que presenta predisposición neurósica le deja energía
sobrante para el cultivo de su enfermedad. Me repetía
con robusta fe un médico yanqui: “Estoy en estos mo­
mentos tan ocupado y en cosas de tanto gusto que sé
que no podré enfermar; y además ahora carezco de
tiempo para poder tener un apendicitis o una pneu­
monía . . . ”
El jefe de un establecimiento me mostraba el per­
sonal a sus órdenes: 300 personas; y además el m a­
terial y la responsabilidad. . . Y yo pensaba: “He aquí
un hombre que duerme sin iuminal y que no tiene tiem ­
po para sufrir del estómago (la viscera más sensible
al mundo exterior)
* * ♦

No no3 conoceremos nunca si no nos medimos con­


tra la dificultad. Como el dinamómetro mide nuestras
fuerzas físicas poniendo en nuestras manos un resorte
V * ¿ í - I ■ * 'ii111 — n r r - p - — t<i n r r o f f ' i — n r jU W n in n f l j p

-------------------------------- Función del cine.__________________ /j.;

dentro de proporciones mesuradas, no ejercita el vasto


cordaje de las reacciones afectivas de que es capaz.
FUNCION DEL CINE El ser humano dispone, en efecto, de un variadísimo
teclado emocional en el que están todas las notas: desde
la leve alegría hasta la euforia desbordante y exaltada,
de la contrariedad hasta la violenta rebeldía, desde el
En esta pugna perm anente que tiene lu g ar en el es­ vago deseo hasta la fuerte ambición, desde la incon­
píritu del hombre entre sus propósitos, que buscan creta pena hasta la crisis de angustia. La sociedad
realizarse, y la realidad, que generalm ente les im pone donde vive lo protege y lo controla, toma a su cargo
un límite, un obstáculo o una negativa, nuestro yo tiene su amparo y su defensa, y, por lo tanto, no le da opor­
que actuar como conciliador entre dos facto res f r e ­ tunidad para exteriorizar ese rico caudal afectivo: me­
cuentemente antagónicos: por una parte, el conjunto diante disposiciones hábiles y prudentes lo orienta y lo
de nuestras tendencias, deseos y esperanzas; por la dirige en forma tal que rara vez existe lo imprevisto
otra, Jos límites que a ellos pone la realidad y las con­ y lo extraordinario, y está todo tan ordenado que queda
venciones sociales vigentes. N uestro yo, no pudiendo sólo a cargo de los alienados el ensueño fantástico, la
generalmente satisfacer a uno de esos elem entos sin loca aventura, la pasión violenta.
contrariar al otro, procede como un hábil y su til m e­ Buen número de notas del teclado humano quedan,
diador adornando a la realidad con los celajes de la fa n ­ pues, sin ejecutarse. Y son esas notas justamente las
tasía y vistiendo el mundo de nuestros sueños con los que el hombre hace vibrar frente a la pantalla del
atributos de la realidad. cine. De este modo, el espíritu contenido entre los du­
Como lo hace el aire con el espacio que queda e n tre ros límites de la realidad social se evade, mediante el
los cuerpos materiales, la fan tasía llena siem pre el cine, a esa zona de io extraordinario que le está vedada
en la vida corriente. Frente a la pantalla, y sin mo­
iugar no ocupado por la realidad. El hom bre se evade
verse de la butaca, participa, como la mujer honesta
así “del espacio, del tiempo y del núm ero” —conven­ con una novela de amor en sus manos, en las más ines­
ciones mediante las cuales la sociedad, las autoridades peradas aventuras y en los éxitos más halagadores y
y la realidad ejercen su poder— y busca en elem entos resonantes. Las películas van por los barrios llevando,
no reales la satisfacción de sus apetencias aním icas casi a domicilio, la porción de maravilloso y de aven­
que el mundo real no atiende. Los juegos, los espec­ tu ra que necesita el hombre para continuar pasable­
táculos, el arte, los deportes, tienen a su cargo ese m ente su vida normal.
papel de evasiones de nuestro espíritu de los lím ites E stas consideraciones a las que llegamos viendo
rígidos y permanentes de una realidad inflexible. Vea­ hacia dónde se mueven las gentes —y también nos­
mos cómo el cine ejerce esa función. otros,— y tratando de explicar por la psicología de
* * * • profundidad los mecanismos del comportamiento hu­
mano, son enteram ente confirmadas por un sociólogo
El hombre corriente que lleva una vida norm al, con­
tan perspicaz como Roger Caillois, agudo testigo de
tenida, regular, permitiendo a sus nervios y a su co­
nuestro tiempo, quien desde su ángulo ha estudiado es­
razón solamente un número reducido de emociones y te mismo fenómeno y sintetiza sus conclusiones con

i
L'il Xormas para la xaiud psíquica_____________ .
t
jFunción del cine. 1C1
irosos pionas do acertadas consideraciones, volcadas en
un estilo de tal belleza que dem uestra, como se ha di­
cho, que para pensar bien no es necesario escribir mal. roes o heroínas de todas las aventuras —aviador, ar­
tista, inventor, recordman, capitán,— y que tienen en
Afirma el fino escritor francés que el cine se acerca la vida contemporánea un tiempo psíquico tal que no
más a la novela que al teatro, con el que durante tanto alcanza a satisfacerlo —como a nosotros a esa edad,—
tiempo se le ha comparado, puesto que ambos, cine y las novelas de Ponson du Terrail, Eugenio Sue, Julio
novela, tienen por atractivo principal la curiosidad (la Verne o Salgari, y tienen necesidad dominicalmente de
avidez de saber lo que va a pasar, la espera febril del ver las cuatro películas de toda la función diurna. No
desenlace) y ambos se dirigen a un público poco ex i­ es un misterio tampoco que el cine hace su mayor nú­
gente desde el punto de vista estético que busca más mero de prosélitos entre las mujeres, lo cual se ex­
emocionarse que sentir la belleza pura. Y se pregunta: plica por su mayor desarrollo sentimental y porque lle­
"esa extensa muchedumbre ¿qué espera de esas his­ van en la sociedad actual una vida más abundante de
inhibiciones y limitaciones que los hombres. Ya saben
torias impresas o proyectadas?”
los productores de películas que nunca tendrá éxito de
Y responde el mismo Roger Caiílois: “E sa m ultitud
público un film que no guste a las mujeres.
heterogénea, de todas las edades, de todas las profe­ Llenan los cines también: la empleada modesta
siones, de todas las clases, quiere tener acceso, aunque (que estará rebosante de dicha cuando el jefe de la
no sea sino ilusoriamente, a otra vida diferente a la oficina se case con la dactilógrafa); el hombre tímido
6uya. Quiere participar de la pasión y de la aventura. (que de gozo no podrá quedarse quieto en su butaca
La sociedad le exige que gane su vida y que la ocupe viendo el triunfo del desenfado de William Powell o
sin llamar demasiado la atención y sin franquear los Cary G rant); el desafortunado amoroso (que hará su­
límites que las conveniencias y las leyes imponen a la yos los éxitos de Clark Glabe o Gary Cooper); el indi­
ambición y al placer. Una presión h pócrita y continua viduo ocioso (que por identificación se sentirá rendido
condena al individuo a una existencia “tímida, incom­ de fatiga con los trabajos de Stanley y Livingstone
pleta y rebelde”, a la terrible, estéril y vaga in satis­ en las selvas africanas, o los de Pasteur o Ehrlich en
facción que alimenta los deseos y los sueños. Esa pre­ los laboratorios); aquellas personas tan numerosas que,
sión le prohíbe igualmente el éxtasis y la desesperación. no obstante llevar una vida en la que logran relativas
Lo obliga sin cesar a reprimir sus instintos, a contener satisfacciones, no saturan con ellas su espíritu dotado
sus impulsos, a calmar sus furores. No puede haber sa­ de la facultad de ilusionarse y rico en resonancias
tisfacciones completas en este mundo demasiado có­ emotivas; todo ese mundo de seres provistos de un co­
modo y ordenado. Y como son pocos los que encuentran razón y una fantasía exaltados que necesitan de otro
los medios o la energía para salir de él y vivir la novela, alimento que el que le procura una vida cotidiana que
la mayor parte halagan su corazón con los relatos que no tiene misterio. Y finalmente, aunque en un grado
los transportan a tan poca costa al universo que les menor, todas las personas restantes, pues no hay una
falta”. sola a quien la realidad satisfaga por entero sus anhelos
♦ * y esperanzas.
Veremos a continuación la servidumbre que junto
Veamos quiénes concurren con mayor frecuencia al a su grandeza trae aparejado el cine para el hombre
cine. de nuestra época.
Los adolescentes de ambos sexos, que se sueñan hé­
jEl reino del celuloide. J.'/J

nes y de tormentas concurra al cine, como que un avia­


dor de guerra, después de bajar de su bombardero,
entre en un aeroplano de diversión en un parque de es­
EL REINO DEL CELULOIDE pectáculos. “El pulpo”, “el tren fantasma”, “el látigo”
y toda la maquinaria de Conev Island destinada a sus­
pender mecánicamente el aliento, cortar la respiración
y acelerar el pulso, hace su público entre las personas
En un breve relato de aquel espíritu tan rico que que llevan una vida de pulso calmo y de respiración
fue José Pedro Bellán, un hombre que pasa por la calle tranquila. Nos decía un alienado, atormentado por per­
y llamado Juan Fernández, entra de pronto en un Ban­ manentes alucinaciones y ocupado siempre en con­
co, acerca su cabeza a la ventanilla del pagador y le flictos reivindicatoríos, y a quien le preguntábamos qué
pregunta: — ¿Hay algo para Juan Fernández — N a­ novelas leía: —“¿Novelas? Las vivo; no las leo”.
turalmente que no lo hay; pero la sed de imprevisto,
la avidez de lo inusitado, la necesidad de lo desconocido * * *
y la permanente espera de lo que pronto debe aparecer,
le hacen formular con extraña seguridad esa pregunta, El éxito y la difusión del cine débense a que satis­
y sonrojarse ante la negativa del cajero, que queda mi­ face ilusoriamente las necesidades y aspiraciones del
rándole alejarse con desconcertado paso. Y acaso todo hombre de nuestra época mediante dos procesos psico­
el mundo que juega a la lotería no se hace la misma lógicos de dirección inversa: uno que va del espectador
pregunta: — ¿Habrá algo para mí? al actor, y otro que va del actor al espectador.
El hombre metódico y tranquilo, que todos los días, Por medio del mecanismo psicológico de la identi­
de vuelta de la oficina, al entrar a su casa, echa una ficación, el espectador se personaliza en el actor de la
ojeada sobre la correspondencia recibida, como si pu­ película y vive, dentro de su piel, sintiendo todas sus
diera llegarle una carta, no sabe bien de dónde ni de emociones y participando en todos sus triunfos. Como
quién, con una gran noticia, una invitación o una ofer­ en otras épocas, en ciertos países, un hombre que de­
seara librarse de la conscripción militar podía pagar a
ta; o que pregunta a quien atiende el teléfono: — ¿Al­
un personero que la hiciese en su lugar, del mismo modo
guien me llamó?—, pensando en la loca aventura, un en el vasto stock de artistas del cine cada espectador
alto cargo ofrecido o un valioso premio discernido, no puede elegir su personero para la aventura, la emoción,
se diferencian en esencia sino en grados de Juan Fer­ o el amor. El pusilánime, que rehúsa los riesgos reales
nández, pues el espíritu de unos y del otro — donde vive »> #
por el miedo de sufrir o el temor al fracaso, será así
aun el adolescente afiebrado y un poco loco— se en­ piloto de prueba con Clark Gable, pirata osado y teme­
cuentra sin satisfacción en algún sector importante; y rario con Errol Flynn, mosquetero de Dumas, lancero
como no le llena la realidad cotidiana, de ahí su espe­ de Bengala, jefe de escuadrilla aérea. La chica no agra­
ranza en lo desconocido, lo imprevisto, lo extraordi­ ciada tomará como su delegada en el reino del celuloide
nario. a Margaret Sullivan o Green Garson. El marido ya ins­
Es tan raro que quien vive una vida novelesca lea talado en su vida doméstica, cuya tranquilidad no de­
novelas o el que lleva una existencia plena de emocio- sea comprometer con deslices arriesgados, designará
r
¿i 1--------------------- Xormas para ¡a salud psíquica _____________
El reino del celuloide. l r, l

su personero en el país de las aventuras amorosas a


Adolfo Menjou o Melvis Douglas. En el inagotable ca­ El tiempo psíquico del hombre de nuestra época tie­
tálogo de los artistas de cine hay modelos para las aspi­ ne el ritmo del cinematógrafo; de ahí que sea el pro­
raciones más exigentes y las modalidades más extrañas cedimiento de expresión que mejor comprenda. Dedú-
y personales, desde Danielle Darrieux a Mae W est y cense las posibilidades de que sería capaz el cine orien­
tado educativamente y con finalidades escogidas, vien­
desde Harold Lloyd a Boris Karloff.
do en las circunstancias actuales las excelentes realiza­
* * * ciones que logra el cine de propaganda que destaca de
tan patente modo la superioridad de las democracias
sobre los regímenes totalitarios.
El otro proceso psicológico que realiza el cine es de A tal punto el cine se ha constituido en uno de los
dirección opuesta al anterior: va del actor al especta­ elementos habituales de asimilación intelectual, que de­
dor, y por la influencia de la acción dei artista el es­ be ser tenido en cuenta en primera línea para la edu­
pectador recibe energía, cobra confianza en sí mismo, cación y cultura públicas. Una universidad moderna
afirma su seguridad. No es raro que una persona que debe tener una cineteca como posee una biblioteca. Los
tiene que afrontar al día siguiente una situación de hospitales v sanatorios no deberían ya estar despro­
valor — examen, concurso, conflicto personal— vaya vistos de una sala de espectáculos donde el cine ejer­
la noche antes a ver una película en la que el hombre ciera su efecto tónico y detersivo. Y tal como son nu­
de fuerte temple triunfa de las oposiciones y la adver­ merosas las listas de libros hechos por pedagogos y
sidad. Como hay films que ejercen sobre los nervios educadores destinadas a ser tenidas en cuenta por los
estudiantes en sus lecturas culturales, debería existir
frágiles efectos desastrosos (recuérdese, desde este una categoría de films —vida de héroes, inventores,
punto de vista “La Carreta Fantasm a”), hay películas grandes artistas, personajes históricos ejemplares—
tónicas, entusiásticas, fortalecientes, que el psicote- con los mismos fines.
rapeuta indica a los neurósicos. Las comedias inge­ Análogamente, el moderno psicoterapeuta deberá
niosas y traviesas interpretadas por Rosalind Rusell, incorporar a su recetario —para reemplazar a tantos
Mirna Loy, William Powell, Melvis Douglas, ejercen productos químicos que se disputan con afán las venas
sobre los nervios una agradable acción sedante y hacen y el estómago del paciente— los títulos de películas
más bien que una dosis de luminal o de sedol. En al­ adecuadas, destinadas a levantar al deprimido, esti­
mular al asténico y alejar al caviloso de su idea obse­
gunos casos la influencia benéfica que estos film s han
siva. El cine se convertiría de este modo en un eficaz
ejercido sobre un ser en zozobra ha sido extraordi­ método auxiliar de la Psicoterapia, que junto con las
naria. El mismo efecto favorable que posee la lectura ocupaciones activas, los entretenimientos detergentes,
de libros tonificantes de la voluntad lo tienen las pe­ la música, la lectura, la gimnoterapia atlética v depor­
lículas de acción, siendo este procedimiento más rá­ tiva y los juegos terapéuticos, deben ocupar en el tra­
pido aunque menos duradero que el de la lectura. (Se tamiento de los padeceres psíquicos una buena parte del
repiten las mismas características que existen para vasto lugar invadido por todo un ejército de productos
a enosa ^ la vía digestiva en la adminis­ químicos, expresión exagerada de la orientación excesi­
vamente organicista de la medicina actual.
tración de un medicamento).
11
Panem. tí circensis 163

donde se desarrolla el juego como en las vastas locali­


PANEM ET CIRCENSIS dades destinadas al público, el hombre civilizado normal
se asegura su cualidad de tal descargando allí ese cú­
mulo de energías que la sociedad de continuo ahoga,
Todos los espectáculos, juegos y entretenim ientos reprime y frena.
tienen una función detergente, liberadora de tensiones Por otra parte, como lo recuerda Emilio Mira, “los
psíquicas, así como también realizan una m om entánea higienistas postulan que una cantidad de ejercicio fí­
desviación de nuestra atención, alejándola de pensa­ sico — aparte del que constituye la obligada actividad
mientos penosos o dolorosos. Se deriva, de este modo, diaria— se hace necesario para conservar la salud, ya
en el deporte, ejercicio o pasatiempo, pulsiones aní­ que existen músculos y sectores del organismo que no
micas que, no liberadas, perturbarían nuestra paz in- tienen ocasión de funcionar habitualmente y precisa
ponerlos en juego mediante la gimnasia con el fin de
trapsíquica y, a veces, la armonía colectiva. Quien ha
conservar la armonía de las posibilidades y de las ten­
dado en esa gran pelota de los parques de diversiones
siones (es decir, una distribución equitativa de la ener­
un puñetazo tan fuerte que ha hecho sonar el timbre, gía) del individuo, base esencial para su autimia o sen­
encender la luz, y la aguja llegó hasta ¡el 100!, siente timiento de felicidad existencia!”.
menos la necesidad de dar ese golpe a un sem ejante. De análogo modo, y a efecto de que nuestra psiquis
Quien ha corrido en la montaña rusa a velocidades no pierda también su armonía de posibilidades, es me­
inverosímiles y ha chocado en el auto eléctrico todas nester que aquellos sentimientos y emociones que en la
las veces que ha querido, puede volver a su domicilio actividad diaria no tienen ocasión de ejercerse, puedan
“al paso de un hombre”. entrar en juego con el fin de evitar esos desequilibrios
Habéis advertido, sin duda, el carácter suave de anímicos, tales como el sentimentalismo exagerado, el
los boxeadores y luchadores, y la apacibiiidad, después intelectual calculador y retenido, el volitivo frío y
del partido, de los footballers más impulsivos. No nos egoísta, ejemplares disarmónicos que se alejarán tanto
sorprendimos cierta vez viendo a un campeón de catch- de su felicidad individual y de su máxima eficacia so­
as-catch, luego de un violento match, dándole leche en cial cuanto lo hagan de un equilibrio anímico justo y
un plato a su perrita. Y es que quien ha descargado en ponderado.
* * *
la lucha su dosis de agresividad puede permanecer cal­
mo y apacible... hasta el próximo match. Los deportes y espectáculos tienen, pues, una fun­
Los deportes no se limitan a ser un ejercicio cuyos ción de derivación de energías psicomotoras en exceso
beneficios sólo repercuten sobre quienes los practican, que no hallan ocasión ni modo de descargarse en la vida
sino que además constituyen un espectáculo para todo diaria. Son así a modo de válvulas de seguridad de ten­
ese mundo de aficionados que a ellos concurren y que, siones psíquicas que no deben pasar cierta medida. Pero,
identificándose por proyección con los jugadores, des­ tan erróneo como no tomar en cuenta la eficaz función
cargan como éstos, en el juego, sus tensiones y obtienen de tales elementos, es exagerar su empleo a tal punto
por ello beneficio inestimable. E ste doble carácter de que el individuo gaste toda su energía psíquica en ellos
ejercicio y de espectáculo de los deportes explica su di­ y no le quede nada para la acción individual y social.
fusión, puesto que mediante ellos, tanto en el césped En tales derivaciones debe gastarse la moneda sobrante
I í Jl .Yonnns pura la salud psíquica.

Panem et circensis 165


^lamente, pero no toda la moneda; el exceso sin empleo
de nuestras energías anímicas que conspiran contra la
paz psíquica, pero no la totalidad de nuestras energías simos y sin necesidad de moverse de la butaca, el cine
al punto de quedar vacuos para la acción colectiva. da a los espectadores ficticiamente la posibilidad de re­
Todos conocemos personas sensibles que se emocio­ correr toda la escala emocional; por ello cuando aban­
nan excesivamente por hechos de cualquier magnitud donan la sala lo hacen agotada su impresionabilidad,
al extremo de que toda su energía se les va en emo­ aletargados para la vida, insensibles a menudo para la
ciones y no les queda nada para los actos y decisiones acción, como lo están sus ojos congestionados para
que exige su vida personal. Y éste es el grave peligro del percibir de inmediato la realidad. Por tal razón, cree­
mos que no están mal situados esos vendedores de pe­
cultivo excesivo de los deportes: que el sujeto deje en riódicos que en la puerta de los cines gritan a fuertes
el gimnasio energías vivas que necesita para su lucha voces sus diarios y el título de los grandes telegramas:
por la existencia. De análogo modo, quien hace uso exa­ es la realidad que viene a despertar a los espectadores
gerado del derivativo emocional que es el cine o la lec­ y a sacudirlos bruscamente para decirles que mientras
tura de novelas, corre el riesgo, agotado su espíritu de ellos se extasiaban ante la heroína que flirteaba con
carga resonante, de no vibrar al eco de la injusticia, el el galán rubio porque realmente estaba enamorada del
atentado social, las desgracias reales o los peligros au­ galán morocho, con quien finalmente se casa, había en
ténticos. el Atlántico Sur una batalla naval, o se hundía una casa
Cínicamente, pero con razón psicológica, el Ministro en Montevideo, o un barco en zozobra pedía auxilio.
Godoy le aseguraba a Carlos IV que mientras el pueblo En el estudio sobre la sociología de la novela, apunta
tuviera corridas de toros no se alzaría contra el mo­ Roger Caíllois la sospecha de que la novela más distrae
narca. Y es que de este modo se derivaban energías al hombre de la severa realidad que le enseña a afron­
psíquicas que así quedaban exhaustas, y quienes en el tarla virilmente, y que en lugar de acorazarlo más se
tendido gastaban su dosis personal de gritos, denuestos diría que lo enerva. Y agrega: “En estos tiempos se
y blasfemias contra el mal torero, quedaban luego du­ necesitan hombres revestidos de hierro, hombres que
rante cierto tiempo liberados de lo que los psicoanalistas hayan aprendido a vivir. Sentiríase uno tentado de per­
llaman heteroagresividad. Lo mismo pasa con el fútbol, seguir la novela como al veneno más sutil y peligroso,
y bienaventurados sean los jueces porque a las silbatinas capaz de adormecer al hombre moderno y de entregarlo
que reciben y a los insultos y agresiones verbales de inerme a los bárbaros robustos que no delegan en hé­
roes imaginarios la misión de vivir”.
que son centro y pararrayo débense que luego, en la Pudo verse no hace mucho el vasto proselitismo rea­
vida colectiva, hayan menos peleas, incidentes y re­ lizado por uno de estos bárbaros robustos, a quien por
yertas, porque se ha realizado ya sobre ellos la descarga el hecho de haber organizado bien una olimpiada depor­
de aquel nuestro coeficiente de agresividad. tiva se le adjudicaban —por parte de espíritus fácil­
* <S * mente sugestibles— cualidades de estadista genial y de
Sin embargo, por el exceso que en nuestros días conductor inspirado de pueblos; siendo así que no ha­
bía, tampoco en este aspecto, sido original, dado que no
e! público hace de ellos, los deportes y el cine constituyen
hizo sino plagiar a los Césares romanos de la decadencia,
el moderno opio; satisfacen tales espectáculos su de­
quienes sabían que se disculparían sus excesos y sus li­
seo de emociones, su avidez por lo imprevisto, su cu­
cencias mientras la muchedumbre tuviera pan y circo.
riosidad por el riesgo y la aventura. Por pocos centé-
Los grandes sentimientos. JC7

latitudes aquello que no tiene a su alrededor. Piensa


satisfacer su anhelos y su abundancia de aspiraciones
persiguiendo un mundo diferente al suyo, pero que no
LOS GRANDES SENTIMIENTOS es de esta tierra. Y vuelve del viaje con la retina plena
de visiones nuevas, —ríos, nieves, montañas, lagos—,
con la piel estremecida aún por las emociones senso­
riales, pero con el mismo espíritu vacío que ha tratado
Cuando se han visto los grandes monumentos de de olvidar su insatisfacción en la embriaguez que le ha
la Edad Media, las Pirámides y el Partenón, y se ha procurado a los sentidos.
quedado extasiado y sorprendido frente a las catedrales Y es que no se puede llenar el gran vacío con ele­
y a toda la arquitectura monumental de la Edad Me­ mentos superficiales. Quien en su lugar satisface sus
dia —que significa tan grande fervor religioso y cívico anhelos espirituales y cumple una vida rica en frutos y
y tan extraordinaria esfuerzo constructivo— no puede emociones no experimenta el ansia de viajar; como es
dejar de preguntarse qué hace hoy el hombre de nues­ evidente que quien habita una casona acogedora y plá­
tra época con las energías que el individuo de las edades cida, que le procura reposo, sombra y meditar sereno y
pretéritas empleaba en aquellas manifestaciones de ci­ fecundo, siente menos la necesidad de salir a la calle
vilización, religión o esplendor colectivo. Porque las a deambular, que quien habita un apartamento estrecho
fuerzas psíquicas del hombre no han disminuido; por donde siempre se siente ajeno por la ausencia de calor
el contrario, si la función las desarrolla, diríase más cordial de hogar.
♦ * *
bien que esas energías vitales han aumentado, exigidas
por las solicitaciones más variadas y múltiples de una ¿En qué otros empleos gasta el hombre moderno
época que tiene un tiempo psíquico más vivo que otra aquellas energías que la sociedad actual no absorbe en­
alguna. Y bien, repetimos, ¿qué hace hoy el hombre teramente? Ya ha sido señalado en todos los países ci­
con tales fuerzas? vilizados el aumento de la neurosis, y se ha tratado de
Es evidente que el auge que el deportismo ha tenido explicar tal hecho por las exigencias de una vida más
a partir del siglo XIX en ia civilización occidental, dé­ activa, febril y apremiante. Estamos de acuerdo con el
bese a la necesidad de que el individuo invierta en otra hecho, pero no con la explicación. No son las personas
parte esas energías que ya no aplica en los grandes activas, dinámicas y emprendedoras quienes van a la
sentimientos religiosos o colectivos. El apogeo de los neurosis y la hipocondría, sino, por el contrario, las
deportes comienza con la crisis del fervor y de los exal­ personas ociosas, inactivas, que no gastan por entero
tados ideales. las cargas energéticas de que disponen. Y entonces
Tamb en la difusión del turismo, moderno noma­ vuelcan sobre sí esas energías vitales que no emplean
dismo, se debe a la existencia de ese vacío del hombre hacia el exterior. Realizan lo que la psicología llama
que cree poder llenarlo en otra parte, —Suiza, Nahuel “una fijación de objeto en sí mismo”. Y así puede verse
Huapi, Río de Janeiro o Egipto—, sin advertir que tal que el interés y la pasión con que el hipocondríaco cul­
vacío viaja con él. El turista es siempre un insatisfecho tiva su neurosis no están muy distantes de la pasión
de su contorno real, que se evade buscando en otras que el antiguo creyente sentía por su ídolo. Hay neu-
/<?$.------------------- Normas para ¡a salud psíquica.

rósicos que trabajan sus manifestaciones patológicas


con la misma minuciosidad con que el artífice minia­
turista tallaba su obra, y otros cuyos delirios invero­
símiles tienen la misma superabundancia que los pa­
lacios barrocos de la época de los virreyes.
FALTA DE GRANDES TEMAS
La avidez con que el hipocondríaco procura en toda
forma hablarnos de sus dolencias, la atención excesiva
con que se ha estudiado y la escrupulosidad atenta y
En una sociedad ordenada y pacífica no habría oca­
vigilante con que sigue la fisiología de sus órganos (vi­
sión para el héroe, el aventurero, el conquistador. Pién­
gilancia tan ceñida que llega a molestarlos) no es sino
sese qué harían Cortés, Pizarro o Almagro naciendo en
aquel interés y aquella pasión que el hombre de otras
una república feliz de conmienzos de nuestro siglo. La
épocas satisfacía en obras exteriores, en grandes sen­
sociedad, que en sus períodos de guerra y turbulencia,
timientos colectivos, en exaltados fervores religiosos, y
da empleo y gloria a tales héroes, trata en los períodos
que el hombre de hoy, escéptico, individualista, incre­
de paz de contenerlos y disciplinarlos, puesto que sus
yente, gasta en la pequeña moneda de su órgano-neu­
exaltadas energías y su necesidad de aventuras extra­
rosis, fijación en su propio cuerpo de una energía que
ordinarias constituyen ya un desorden para la paz vi­
debió emplearse hacia afuera.
gente. Sólo les permite la gloria deportiva, el record de
¿Concebís hipocondríacos a los arquitectos del Par-
velocidad o de altura, la proeza de aviación o de auto­
tenón preocupados en la obtención de la euritmia más
movilismo, la hazaña de alpinismo o de acrobacia aérea.
pura y perfecta? ¿Concebís, acaso, hipocondríacos y
Los periódicos destinan así al renglón de deportes lo
preocupados por su estómago caído o sus digestiones que en otras épocas, no pacíficas, deberán destinar a la
lentas a algunos de los miles de cruzados que iban, como sección internacional o política.
en el éxtasis de una vehemente pasión, a rescatar de La sociedad, pues, sólo da empleo a todas las ener­
manos de los infieles el sepulcro sagrado? ¿Concebís gías de sus individuos en las épocas de expansión, de
preocupados por sus menudas neuralgias a los creyen­ guerra o de defensa colectiva; en tales ocasiones hay
tes del Medioevo, que piedra sobre piedra elevaban las también una movilización general de las energías psí­
grandes catedrales, se extasiaban frente a las finas quicas. Pero, vuelta la sociedad a los períodos de paz
agujas góticas, vivían las maravillas de sus vitraux cuando, como se ha dicho, “prefiere la felicidad a la
que coloreaban la frescura de selva del alto templo, o grandeza y se ocupa más de civilizar que de acrecen­
se identificaban con las campanas cuyo sonido conocían tarse”, no tiene empleo para aquellos espíritus exal­
como la voz de sus hijos? —“Ahora toca La Golon­ tados y, por una paradoja, reprime ahora lo que exaltó
drina”. “Esa es La Grande.. . ” “Escuchad la que vino antes, frena lo que antes estimuló; y si aquellos seres
de Toledo”. “Ya oiréis La N ueva.. . ” no pueden derivar sus vivas energías hacia objetivos su­
pletorios (el amor, el arte, la investigación, la explo­
ración), vuélcanse en los excesos y el desorden que
provoca la holganza, y es ahora el renglón policial el
que, con frecuencia, da cuenta de sus acciones.
Y

------------------- _N o r m a s para la s a lu d psíquica.


-Falta de grandes te.mas- JJ1
Recientemente, Antonio Soto al hacer la reseña del
Salón de arte correspondiente al año último, señalaba exponerse sin limitaciones las hazañas de su coraje fí­
como conclusión el contraste que existía en los artistas sico,• las
• •
osadías de su irrespetuosidad *y* su ausencia de
prejuicios.
expositores entre los progresos evidentes de la técnica
y la ausencia de grandes temas, cuya elevación y m ag­ Es frecuente el caso de padres que deben sufrir re­
nitud estuvieran acordes con la perfección cada vez me­ petidos choques y a veces violentos entredichos con un
jor lograda de aquella técnica. Por este motivo, nuestra hijo que, no obstante todo el cuidado puesto en asegu­
emoción encuentra más adecuado marco para ejercerse rarle una educación disciplinada, ha llegado al término
de su adolescencia siendo un joven indócil, rebelde,
en las telas donde hace seis siglos los primitivos pin­
desordenado y animado de cierto grado de agresividad
taron, de ingenuo y sencillo modo, el sacrificio del cor­
que al padre llena primero de cólera y luego de pro­
dero sagrado o el descenso de la cruz, que frente a los
funda tristeza. Claro está que tal agresividad del hijo
modernos pintores que por falta de grandes temas de­
hacia el padre no es electiva ni voluntariamente dirigida
ben emplear sus métodos excelentes, y a veces extra­
hacia éste, sino que por ser el padre el adulto más cer­
ordinarios, en representar cuatro frutas en un plato.
cano, y generalmente la persona que debe limitar sus
Por su parte, Roger Caillois destaca con análogo
excesos, es sobre él que se descarga aquella rebelión;
sentido la decadencia de la arquitectura monumental:
pero en la ausencia paterna igualmente se habría di­
las construcciones colectivas de carácter suntuario se
rigido contra un tío, un hermano mayor o un no fa­
ven insuficientemente reemplazadas, desde el doble
miliar que le tuviera a su cargo.
punto de vista de la magnificencia artística o de la re­ Tales padres deben aliviar su pena pensando que
sonancia prestigiosa, por edificios de utilidad pública, quizá tienen en su hijo un Pizarro o un Cortés a quien
tales como estaciones, ministerios o mercados centrales. le falta la época y la oportunidad para la proeza, y que
Estas modernas grandes construcciones, agrega, no descarga en las cien tonterías que puede hacer un joven
encierran un contenido digno de ellas: donde se esta­ vivaz desocupado la energía aquella que en su ocasión
cionan vehículos, se alinean taquillas o se amontonan sirve para descubrir un país o explorar una isla. Y en
legumbres es difícil que se vea irradiar un foco de or­ nuestra época quizá la faz menos inconveniente de la
gullo de lujo o de esplendor. Y termina: “no es que guerra actual sea que da empleo, salva de la ociosidad
los dioses y los monarcas hayan sido eliminados del y sus licencias, y llega hasta a discernir honores a tales
mundo; pero a los unos ya no se les eleva templos o ca­ inadaptados al orden. Puede verse entonces como en la
tedrales, ni se erigen a los otros palacios o mausoleos”. época bélica cumplen hazañas que les acreditan y les
* * * r disciernen una jerarquía personal que luego, vuelta la

Se recordará que las proezas de audacia y de he­ paz, les obliga por consecuencia a mantenerse en tal
categoría, al tiempo que satisface por el prestigio con­
roísmo realizadas durante la conquista de América por
quistado su apetencia de triunfo. Y pueden entonces a
ios españoles fueron llevadas a cabo en buena parte por
cambio de sus laureles — y también por extinguirse por
huestes de penados eximidos de su condena en la pe­ su empleo aquel fuego de jóvenes afiebrados,— adap­
nínsula y destinados a luchar contra los indios y la dura tarse a una sociedad que desea el orden y la disciplina,
naturaleza. Tales individuos, que en la sociedad disci­ pero que admira a sus héroes.
plinada y tranquila chocaban a cada instante contra la .
ley, triunfaron luego cuando tal ley no existía y podían i
i

»
Valor absoluto y valor relativo___________/7.J

senador durante un período y luego vivió sólo para re­


cordar tal pasado. Sus relatos comenzaban invariable­
mente: “Cuando yo era senador” . .. “Antes de que yo
fuera senador” . . . Tal como un viaje a Europa o el
VALOR ABSOLUTO Y VALOR RELATIVO
recibo de una lotería divide en dos ciclos la vida de un
hombre, así la existencia de este ex-senador estaba
dividida en dos períodos por su pasaje por la Cámara
Se sabe que la numeración escrita está fundada en alta. No de otro modo, el 1 o el 2, después de haber
el sencillo y conocido principio del valor relativo, por significado valor de millar, deben — vueltos a su va­
el cual cada cifra tiene un valor distinto según el lu­ lor de unidades absolutas — recordar con nostalgia
gar que ocupa en la numeración. De este modo, toda aquel inolvidable período cuando tenían tantas cifras
cifra tiene dos valores: uno. absoluto, que es el que a su derecha. . .
corresponde a su significado intrínseco; el otro, re­ Como hay personas que sólo tiene el valor de uni­
lativo, que le está dado por el lugar que ocupa en el nú­ dades, hay otras que significan siempre centenas o
mero. Una cifra, por el hecho de ser colocada a la iz­ millares. Batlle, Rodó, Soca, Ricaldoni, no habrían au­
quierda de otra, representa unidades diez veces ma­ mentado su valor por el hecho de ocupar cargos de sig­
yores. nificación, y es porque eran ya cifras cimeras de alto
w
Tal como para los números — que pueden ser así valor en todo sitio. Recordar, al presentar a un hom­
de acuerdo con el sitio donde se encuentren: unidades, bre, que él ha sido tal o cual cosa, o que ha ocupado
decenas, centenas o millares, — pasa también con los éste u otro lugar de significación, equivale muchas
individuos, muchos de los cuales tienen extrínseca­ veces a destacar el valor de un cifra diciendo que otro­
ra ha sido decena, centena o millar.
mente el valor convencional que les adjudica el sitio
que ocupan. Un hombre común pasa del valor de uni­ * * *
dad al de decena o de centena cuando es designado
director, jefe, diputado o ministro. Su valor relativo
está así representado por el lugar que ocupa social­ El psicólogo Mira y López, a quien hemos citado
mente; su valor absoluto está dado por su valor in­ repetidamente en el curso de estas páginas, destaca
trínseco que no varía cualquiera que sea el sitio donde la importancia que tienen para el mantenimiento del
se encuentre. equilibrio psíquico la armonía y el acuerdo entre los
Es corriente ver cómo se adhiere a su puesto repre­ cuatro factores categoriales de la personalidad: el Ser,
sentativo una persona que ve aumentado por ello su el Quehacer, el Valer y el Parecer. El Ser de un indi­
valor extrínseco. Se comprende bien que el 2 oponga viduo está representado por el conjunto de sus capacida­
des y posibilidades de reacción. No todas ellas van a des­
resistencia para pasar de Ja cifra 200 o 2000 a la de
arrollarse y llegar a su plenitud. El Valer será el re­
dos unidades simples. Por ello, un hombre con valor
sultado justamente de aquellas posibilidades del Ser
real de unidad no descenderá con complacencia de la
que han culminado merced al estudio o al trabajo. El
categoría de alto funcionario, que aumentaba transi-
Quehacer es el ejercicio que encuentra el sujeto para
tonamente su valer. Conocimos una persona que fué
f'J ------------------- Xorinas para la salud psíquica.

------ --------------- Valor absoluto y valor relativo___________ 115

la aplicación de sus aptitudes. El Parecer es el engaño


centena quien no es más que unidad simple. El des­
que cometen quienes representan lo que no son.
borde de autoridad, el uso incontrolado del poder, la
Como lo afirma Mira, la fuente de la desdicha per­
prepotencia y el abuso de las facultades serán las ca­
sonal y de la neurosis se halla en la falta de concor­ racterísticas de una persona que tiene en sus mano3
dancia entre esos núcleos categoriales. El conocido una función superior a su valor intrínseco.
consejo: “Sé quien eres” está fundado, sin duda, en la Cuando una elevada función es desempeñada por
observación repetida del bienestar que produce el acer­ una alta personalidad no puede existir el temor de que
tado acorde del Ser y el Valer a través del Quehacer. abuse de tal posición, pues hay una normal equiva­
Mas, quien dijo tan sabio aforismo vió también el es­ lencia y un justo equilibrio entre todos los núcleos de
pectáculo, no menos repetido, de la desgracia indivi­ su personalidad. Batlle y Ordoñez, Presidente, no ha­
dual, y hasta de la desdicha colectiva, que se produce bría llegado jamás a ser dictador. En cambio, los pre­
cuando no hay equivalencia, sino desarmonía y des­ sidente-dictadores que se han padecido, han sido siem­
acorde manifiestos, entre las aptitudes reales, su falta pre individualidades de valor inferior al cargo que ocu­
de desenvolvimiento, la ausencia de su aplicación so­ paban; y el uso inmoderado del mando y el abuso en
cial y la ficticia apariencia que lleva al sujeto a buscar, el mantenimiento del poder son los equivalentes a los
no el valer mediante el esfuerzo, sino el parecer me­ esfuerzos que haría la cifra que es unidad para man­
diante la ficción, creando también en este caso ia dis­ tenerse en el puesto de millar donde llegó por fortuito
torsión propia de toda postura artificial. accidente.
Personas con ricas posibilidades que no han trans­ En cambio, hay una equivalencia armónica del Ser
formado en aptitudes mediante el desarrollo de sus dis­ y Quehacer, el Valer y el Parecer en los superiores
posiciones vocacionales; individuos de un subido valor auténticos, directores comprensivos y ponderados, je­
que no encuentran en la vida colectiva un quehacer de fes respetuosos y respetados. Y el equilibrio personal
equivalente significación; seres cuyas capacidades in­ y la paz social estarán así asegurados por la justa sa­
telectuales superan en mucho a las que les exige su tisfacción y acordada armonía de dichos núcleos ener­
menester y que no emplean su excedente energético en géticos individuales, del mismo modo cómo por el en­
otras aplicaciones de interés: se hallan evidentemente lace y saturación recíproca entre los seis átomos de
en un estado de discordancia entre aquellos factores carbono, que la constituyen, halla su equilibrio la mo­
anímicos; y a menudo la ansiedad, la insatisfacción lécula del benceno, origen y fundamento del que de­
espiritual, Ja instabilidad psíquica y motriz son la tra­ rivan todos los compuestos orgánicos cíclicos, tan va­
ducción y el resultado de esa falta de equivalencia. riados en su estructura y tan útiles en sus aplicaciones
Volviendo a nuestras cifras numerales, tal sería el universales.
drama de la cifra millar reducida a representar uni­
dades.
* * *

No está exento de peligros el hecho de que el Que­


hacer que ocupa una persona sea superior a su Valer,
esto es, que esté desempeñando el valor de millar o de
I N D I C E
P refacio

PRIMERA PARTE

D i n á m i c a de la conducta h u m a n a y a i s mlca .v ¿ ííos le


COMPENSACIÓN

l^x ley de la gravedad del mundo psíquico ...................


La sabiduría del espíritu ................................................
Las fuerzas afectivas .....................................................

¿fatiÜeiilíifc
Razones complacientes ...................................................
Pretextos por razones .............. ...................................... .
Formas de autoengaño ......................................................
Realización imaginaria ......................................... -­
Compensaciones psíquicas ...............................................
Limites de la normalidad v preludio de la !ocura .
El hombre normal .............................................................
El pensamiento mágico ....................................- ..........
El pensamiento mágico en el salvaje, el rcvcíc'-o > el
adulto normal ......................... ................

SEOVSDA PARTE

N ormas para i .a s a i ,i n r s l Q v u a

Gloria y pasión de la artesanía


Elige tu c o n t o r n o ............ - •

1
Saber gastar su moneda .......................................................... ¿7
l.a caja de sólidos ..................................................................... 90
El trabajo, bendición bíblica ................................................. 93
Movilice bien sus goznes psíquicos ................................... 96
y o matéis la esperanza ......................................................... 9S
Cada hombre en su sitio ....................................................... 101
Un estilo de vida .................................................................... 70,1
El factor resistencia .............................................................. 109
Sobre el trabajo ...................................................................... 112
Carta a un jubilado ................................................................ 116
Peligros de la soledad ............................................................ 121
Sentirse útil ............................................................................ 127
Sendas frustradas ................................................................... 131
Plásticos y cristalizados ......................................................... 135
Amortiguadores del espíritu .............................................. 138
Posiciones anormales del espíritu ................................... 141
Frustración de afectos ....................................................... 144
Medirse con el obstáculo ................................................... 150
Función del cine .................................................................. 1 5 4
El reino del celuloide ........................................................ 158
Panem et circensis ............................................................ 162
Los grandes sentimientos ................................................ 166
Falta de grandes temas .................................................... 1 6 9
1 alor absoluto y valor relativo ................................... 172
Este libro se term inó de im prim ir
t i dia ¡6 de N oviembre de 1943
en ¡ot Talleret Gráficos de
A . Monteverde y Cía.
Treinta y Tres ¡475
Montevideo
Uruguay

V r

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