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INFORME Nº 0-00-2020-OGC/ABOG

PARA : ____________________
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DE : Abogado – Oscar García Calderón del rio

ASUNTO: EL MATRIMONIO Y SUS ELEMENTOS


SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL

FECHA : ____________________

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Por medio de la presente, cumplo con informar sobre EL MATRIMONIO Y SUS
ELEMENTOS SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL, que a continuación expongo:

PRECISIONES

1. INTRODUCCIÓN

De acuerdo con el artículo 234 del Código Civil (en adelante CC):

El matrimonio es la unión voluntariamente concertada por un varón y una


mujer legalmente aptos para ella y formalizada con sujeción a las
disposiciones de este Código, a fin de hacer vida común. El marido y la
mujer tienen en el hogar autoridad, consideraciones, derechos, deberes y
responsabilidades iguales.

El derecho de familia es el conjunto de principios que regulan la celebración


del matrimonio, su vigencia, sus efectos, disolución, unión estable,
parentesco e institutos complementarios de tutela y custodia. El derecho de
familia, por tanto, se ocupa de las relaciones que involucran al individuo
dentro del núcleo social en el que nace, crece y se desarrolla. (De Carvalho
Filho, 2015, p. 1616)
Estos individuos tienden, por naturaleza, a asociarse: en el grupo, a través
de las relaciones con sus miembros, el hombre satisface sus propias
necesidades ya sean de carácter espiritual o material. El grupo familiar es,
entonces, la primera agrupación de sujetos: la cual responde a una
exigencia de la naturaleza, representando la unión entre un hombre y una
mujer la fundamental comunidad de vida, destinada a ampliarse como
consecuencia del nacimiento de los hijos. (Bonilini, 1992, p. 1)

De allí que el grupo familiar, como conjunto de personas ligadas por


vínculos afectivos y sanguíneos, sea anterior al Estado, cuyo ordenamiento
se limita simple y llanamente a reconocerlo. Vale recalcar que antes,
incluso, que institución jurídica, la familia es una institución natural que nace
espontáneamente con la presencia de los hombres. (Ídem)

Es decir, la vida o grupo familiar está presente en todas las sociedades


humanas, los antropólogos se inclinan hacia la convicción que la familia,
integrada por un hombre y una mujer, unidos o menos permanentemente,
con aprobación social, y sus hijos es un fenómeno universal, presente en
todo tipo de sociedad. (Aguilar Llanos, 2016, p. 53)

Sin embargo, sin desconocer que la familia no solo nace del matrimonio,


debemos señalar que cuando aludimos a la unión de un hombre y mujer
sancionada por ley para hacer vida en común, nos estamos refiriendo a la
institución matrimonial, la que genera una sociedad integrada por marido y
mujer, sociedad que crea una serie de relaciones jurídicas tanto en el
aspecto personal como en lo económico, relaciones que no se agotan entre
los consortes sino que se extienden a terceros (Ídem)

Por tanto, no podemos hablar de matrimonio si es que no nos referimos


previamente al Derecho de familia. Rama del derecho civil que se encarga
de regular la celebración del matrimonio, los derechos y obligaciones
surgidos de este acto, su disolución y otras instituciones relacionadas como
la tutela y curatela.
Tampoco debemos olvidar que desde los albores de la humanidad se
contaba con los grupos familiares, constituidos con la finalidad de satisfacer
intereses comunes, unidos por vínculos afectivos y naturales previos al
surgimiento del Estado quien posteriormente reconoce algo que ya existía y
más adelante pasa a regularlo a través del derecho.

Hoy en día debemos reconocer que si bien el matrimonio es considerado un


tipo de familia no constituye el único, así tenemos a las familias
homoparentales, ensambladas, monoparentales, etc.

En el presente trabajo nos referiremos, brevemente, al matrimonio y a sus


elementos.

2.El matrimonio

El ordenamiento jurídico italiano (artículo 29, coma 1 de la Constitución)


sienta las bases de la familia legítima con el matrimonio, que la ley,
oportunamente, no define. El término “matrimonio” tiene diversos
significados: indica o bien el acto, o la relación jurídica, que en el acto
encuentra su fuente. (Bonilini, 1992, p. 27)

Dados ciertos requisitos, la manifestación de voluntad de un hombre y de


una mujer de casarse -matrimonio- es productora de efectos jurídicos
personales y patrimoniales: sintetizando, la relación entre cónyuges, la
relación matrimonial (Ídem)

El matrimonio es el negocio solemne mediante el cual un hombre y una


mujer asumen el compromiso de una convivencia estable y de ayuda
recíproca como marido y mujer. (Bianca, 1985, p. 31)

Observamos que el ordenamiento italiano no existe una norma que defina al


matrimonio sin embargo tanto la Constitución como el Código Civil confieren
unas directrices de las cuales podemos extraer algunos elementos del
matrimonio. Verbigracia, el matrimonio es un acto jurídico, en el cual hay
manifestación de voluntad de dos personas para realizarlo. Es un acto
voluntario por lo ya expresado.

Asimismo, requiere de la diversidad de sexos al requerirse las voluntades


de un hombre y una mujer. De ese acto, que duda cabe, surgen derechos y
obligaciones para los contrayentes del mismo, o sea es un acto productor
de efectos jurídicos personales y patrimoniales. Finalmente es un acto
solemne, ya que tiene una formalidad de la cual no pueden sustraerse los
contrayentes sino que viene predeterminada por ley, por tanto si bien el
matrimonio es un acto jurídico no es un negocio jurídico.

Según una doctrina francesa, es difícil de definir el matrimonio y esto por


dos razones: la primera proviene de diferentes aspectos del matrimonio,
aspectos sociales y morales que es difícil de insertar en una definición
jurídica; la segunda resulta del doble sentido de la palabra matrimonio que
significa el acto instantáneo que da nacimiento a este estado, a veces el
propio estado, continuo. (Bénabent, 2003, p. 21)

Para una doctrina nacional es un instituto que proporciona profundas


reflexiones históricas, políticas y sociológicas y, por lo tanto, no hay
uniformidad en los conceptos doctrinales, pues estos pueden ser mutables y
deben adaptarse a los cambios en el ámbito social con el paso del tiempo.
(Varsi Rospigliosi, 2011, p. 38)

Para reforzar este hecho, solo recordar las definiciones de un pasado


reciente que, necesariamente, de conformidad con las normas aplicables en
ese momento, hicieron referencia a la relación matrimonial indisoluble. La
definición del matrimonio no es ni puede ser inalterable, al igual que ocurre
con la comprensión de todos los fenómenos sociales que cambian en el
tiempo y espacio (in iure omnis definitio periculosa). (Ídem)

Consideramos que, si bien algunos ordenamientos no establecen una


definición de matrimonio debido a que es una institución cambiable a lo
largo del tiempo, o por que sea difícil encasillar aspectos sociales y morales
en una definición jurídica, es indispensable, como se viene haciendo, que la
Constitución, el Código Civil y otras leyes especiales regulen algunos de sus
elementos y aspectos relacionados.

Ya que sin duda alguna no podríamos hablar de un matrimonio en el cual no


se respete su solemnidad, al tener un contenido de carácter publico o un
matrimonio en el cual no haya voluntad, libre de vicios, de los contrayentes.
Tampoco podríamos obviar determinados requisitos, a modo de filtro, para
que se puede celebrar (impedimentos matrimoniales).

De la lectura del artículo 234 del Código Civil peruano, podemos inferir


los elementos consustanciales a esta institución, como el consenso libre
entre los pretendientes; la relación heterosexual; que deba ser celebrado
entre personas aptas para ello; la forma matrimonial que ya viene impuesta
por ley y por último se señala el fin del matrimonio, señalándose que es la
plena comunidad de vida. (Aguilar Llanos, 2016, p. 58)

Veamos a continuación uno por uno de esos elementos.

3. Elementos del matrimonio

3.1. Que la unión sea voluntaria

Implica que dos personas hayan decidido, por ellas mismas unirse para
hacer una vida en común, no existiendo coacción entre ellas o por parte de
terceros. Esta unión obedece a sus voluntades individuales libres de presión
o de vicios[1] que puedan influir en esta trascendental toma de decisión
tanto para ellos como la sociedad. Recordemos que nuestra Carta Magna
señala que la comunidad y el Estado protegen a la familia y promueven el
matrimonio[2].

Y no olvidemos que el matrimonio constituye el arquetipo de acto jurídico


solemne: acto jurídico en tanto resulta una voluntad de concluir un acto
productor de efectos jurídicos; solemne en que precisamente todos son
conscientes de la seriedad de los compromisos asumidos, un cierto
formalismo impuesto sin el cual no existiría un acto válido. (Bénabent, 2003,
p. 43)

3.2. Que la unión sea entre varón y mujer

Implica la heterosexualidad de la pareja que voluntariamente, y por tanto


libre de coacción entre ellas o por parte de terceros, desea unirse para
hacer una vida en común.

No obstante, se señala que el matrimonio entre homosexuales ya es


permitido en otros países, y parece ser que la corriente es esa, si
observamos a la luz de los cambios legislativos sobre el matrimonio dados
en América por ejemplo algunos estados de Estados Unidos de
Norteamérica, así como el de México, otro tanto ocurre en Argentina entre
otros. (Aguilar Llanos, 2016, p. 58)

Se dice que el matrimonio entre personas del mismo sexo va en contra de


las buenas costumbres y está sujeto a nulidad virtual contemplada en el
artículo V del Título Preliminar[3] y en artículo 219, inciso 8 del Código
Civil[4]. Esta característica divide la doctrina en Brasil. La mayoritaria
considera la diversidad de sexos más allá de ser una característica como un
requisito para la realización del matrimonio. Gran parte de los juristas creen
que el matrimonio entre personas del mismo sexo debe ser considerado
como inexistente. (Varsi Rospigliosi, 2011, p. 48)

3.3. Que el varón y mujer sean legalmente aptos

De la idea que la familia constituye la célula base de la sociedad, deducimos


que esta dispondría de un cierto derecho de inspección sobre su
constitución. Mas allá de la exigencia de ciertas condiciones que se pueden
ordenar alrededor de un aspecto biológico y de un aspecto sociológico,
ambos son reveladores de la función del matrimonio (para el autor, constituir
un marco monogámico para la procreación) (Bénabent, 2003, p. 37)
Para contraer un matrimonio civil, es necesario que los esposos tengan
determinados requisitos legales, positivos o negativos. Estos requisitos
resultan de prohibiciones legales tradicionalmente conocidos
como impedimentos matrimoniales. (Bianca, 1985, p. 40)

Allí dónde falta alguno de esos supuestos o requisitos se dice que existe un
impedimento para el matrimonio. Así pues, el mismo problema se designa
con el nombre de “condiciones para contraer el matrimonio” si se le estudia
en su aspecto positivo, y con el de “impedimentos matrimoniales” si se le
enfoca en su faz negativa. (Cornejo Chávez, 1999, p. 125)

La teoría de los impedimentos ha sido recogida por nuestra legislación, no


en su fase afirmativa, esto es, no nos señala cuales son las condiciones o
requisitos que debe satisfacer. quien pretenda contraer matrimonio, sino en
su fase negativa al establecer una serie de supuestos que no posibilitan la
celebración del matrimonio (refiere el art. 241 del Código Civil no pueden
contraer matrimonio[5], y el numeral 242, no pueden contraer matrimonio
entre sí[6]). (Aguilar Llanos, 2016, p. 77)

Impedimentos que en algunos casos obstan en forma perpetua la


realización del casamiento, y en otros en forma temporal, algunos
imposibilitan el matrimonio con cualquier persona, y en otros casos lo
imposibilita para casarse con determinada persona, es decir absolutos y
relativos; en fin se ha regulado este tema como impedimentos
matrimoniales. (Ídem)

Por tanto, cuando hablamos de la aptitud que deben tener los futuros
contrayentes del matrimonio,, se hace alusión a los requisitos legales con
los que debe contar la pareja para que pueda contraer válidamente el
matrimonio. En su faz positiva, estos requisitos, son llamados “condiciones”
y en su faz negativa son llamados “impedimentos”. Nuestro Código regula la
teoría de los impedimentos matrimoniales y los clasifica en impedimentos
absolutos e impedimentos relativos contemplados en los artículos 241 y 242
respectivamente.
3.4. Formalidad del acto celebrado

Su establecimiento y constitución están unidos a una forma que debe


cumplirse, es la teoría de la celebración matrimonial, de allí que no todas las
uniones sean matrimonios, mientras que todos los matrimonios implican
necesariamente una unión. (Varsi Rospigliosi, 2011, p. 48)

Aquí resultan aplicables las reglas contenidas en el capítulo III (Celebración


del matrimonio) del título I (El matrimonio como acto) de la sección II
(Sociedad conyugal) del Libro III (Derecho de familia). Es decir, del artículo
248 al 268.

La extrañeza del matrimonio respecto al contrato se confirma después en la


inaplicabilidad de la disciplina contractual. El matrimonio tiene de hecho una
propia reglamentación, en la cual no encuentran ingreso específico normas
válidas para los contratos sino más bien principios generales del negocio
jurídico. (Bianca, 1985, p. 32)

Recordemos que si bien las partes pueden decidir libremente manifestar su


voluntad con miras a contraer matrimonio (acto jurídico) ellas no pueden
regular el contenido del acto, es decir no cuentan con la libertad
contractual o libertad de configuración interna la cual es propia de los
negocios jurídicos. En otras palabras, la autonomía privada en el matrimonio
es restringida a la celebración del acto mas no a la determinación de su
contenido el cual ya viene predeterminado por ley.

3.5. Que se haga vida en común

Involucra que los cónyuges deban hacer una vida en común, compartirse,
entregarse mutuamente a fin de lograr la integración de la familia
sustentada en vivencias. Entendida como unidad conyugal, la comunidad de
vida se refiere a la permanencia necesaria de los cónyuges que deberán
compartir de un mismo destino: Vivir bajo un solo techo, compartir la mesa y
yacer en mismo tálamo, esto es, gozar no solo de las excelencias que
brinda el hogar conyugal, sino también soportar el peso de la vida marital.
(Varsi Rospigliosi, 2011, p. 48)

Para una doctrina francesa, el deber de cohabitación[7] impone a los


esposos una comunidad de vida tradicionalmente concebida como compartir
lo mismo: “Beber, comer, dormir juntos, este matrimonio me parece” decía
Loysel. (Bénabent, 2003, p. 108)

Según una doctrina brasileña, la plena comunión de vida presupone la


existencia de amor y afecto entre la pareja, la dedicación exclusiva al otro
cónyuge y a los hijos. La relación matrimonial impone la convivencia mutua,
la reciprocidad de intereses en la organización de la vida y en las actitudes
o conductas individuales y, finalmente, una gama de derechos y deberes
iguales, que disciplinarán la vida en común. (De Carvalho Filho, 2015, p.
1617)

Agrega que la comunión de vida es la nota clave que marca el matrimonio.


Sin ella, su significado y propósito desaparecen. El vínculo involucra la
comunión de los afectos y los demás componentes de la vida en común,
como la ayuda mutua, la dedicación recíproca y la colaboración personal,
doméstica y económica. Pero el vínculo espiritual que une a los cónyuges
es el que hace realidad la comunión material. La ausencia de comunión de
vida plena puede generar la separación de la pareja, basada en la
imposibilidad de la hacer vida en común. (Ídem)

Por tanto, hacer vida en común implica la convivencia entre los cónyuges, el
comer y dormir juntos, el departir con los hijos y el repartirse
equitativamente las obligaciones correspondientes al hogar. Todo esto a
partir del amor y afección que la pareja se tiene. Normalmente, cuando no
haya más amor y afección entre la pareja, ello hará insoportable la vida en
común lo que llevará aparejada la separación o el divorcio de la pareja.

4. Igualdad de derechos y obligaciones entre los cónyuges


De acuerdo con el artículo 290 del Código Civil peruano:

Ambos cónyuges tienen el deber y el derecho de participar en el gobierno


del hogar y de cooperar al mejor desenvolvimiento del mismo. A ambos
compete, igualmente, fijar y mudar el domicilio conyugal y decidir las
cuestiones referentes a la economía del hogar.

Y de conformidad con el artículo 2 de la Constitución Política de 1993, toda


persona tiene derecho a:

2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de


origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de
cualquiera otra índole.

En el derecho italiano, una etapa fundamental de la adecuación de la


normativa de los institutos familiares a los cambios seguros de la costumbre
está representada por la reforma de 1975, con la cual se dio también
concreta actuación a los principios constitucionales; entre esos, aquel que
deseaba que el matrimonio fuera ordenado en la igualdad moral y jurídica
de los cónyuges (art. 29 de la Constitución italiana) (Bonilini, 1992, p. 15)

En el derecho brasileño, la igualdad de derechos entre marido y mujer, ya


destacada, se deriva de las disposiciones del art. 226, § 5, de la
Constitución Federal, derivado del principio de igualdad previsto en el art. 5.
El citado párrafo establece que «los derechos y deberes relacionados con la
sociedad conyugal son ejercidos por igual por hombres y mujeres». En el
Código Civil brasileño, la igualdad entre ambos cónyuges está bien descrita
en las disposiciones de los arts. 1.565 a 1.570. (De Carvalho Filho, 2015, p.
1617)

De este principio se derivan, por ejemplo, el derecho de ambos cónyuges a


dirigir la sociedad conyugal y el derecho de ambos a agregar el apellido del
otro. Lo dispuesto del art. 1.584 también retrata el principio de igualdad
entre los cónyuges al definir que la custodia de los hijos puede atribuirse
tanto al padre como a la madre, según las condiciones de cada uno para
ejercerla. La igualdad cubierta en este artículo busca evitar que las
personas que se encuentran esencialmente en la misma situación sean
tratadas de manera diferente. (Ídem)

Por tanto, en el Perú constitucionalmente se recoge la igualdad ante la ley


entre hombres y mujeres en el artículo 2 inciso 2. En Italia y en Brasil
también existe un reconocimiento constitucional, pero en estos dos últimos
casos se hace alusión expresa a la “igualdad entre los cónyuges”. Sin
embargo, el artículo 234 del Código Civil peruano contempla de forma
específica la “igualdad entre los cónyuges” la cual, en realidad, deriva
implícitamente del artículo 2, inciso 2 mencionado.

5. Conclusiones

No podemos hablar de matrimonio si es que no nos referimos previamente


al derecho de familia. Rama del derecho civil que se encarga de regular la
celebración del matrimonio, los derechos y obligaciones surgidos de este
acto, su disolución y otras instituciones relacionadas como la tutela y
curatela.

Tampoco debemos olvidar que desde los albores de la humanidad se


contaba con los grupos familiares, constituidos con la finalidad de satisfacer
intereses comunes, unidos por vínculos afectivos y naturales previos al
surgimiento del Estado quien posteriormente reconoce algo que ya existía y
más adelante pasa a regularlo a través del derecho.

Hoy en día debemos reconocer que si bien el matrimonio es considerado


un tipo de familia no constituye el único, así tenemos a las familias
homoparentales, ensambladas, monoparentales, etc.

Consideramos que, si bien algunos ordenamientos no establecen una


definición de matrimonio debido a que es una institución cambiable a lo
largo del tiempo, o por que sea difícil encasillar aspectos sociales y morales
en una definición jurídica, es indispensable, como se viene haciendo, que la
Constitución, el Código Civil y otras leyes especiales regulen algunos de sus
elementos y aspectos relacionados.

Sin duda alguna no podríamos hablar de un matrimonio en el cual no se


respete su solemnidad, al tener un contenido de carácter público o un
matrimonio en el cual no haya voluntad, libre de vicios, de los contrayentes.
Tampoco podríamos obviar determinados requisitos, a modo de filtro, para
que se puede celebrar (impedimentos matrimoniales).

Asimismo, los elementos del matrimonio son los siguientes:

 Que la unión sea voluntaria: Implica que dos personas hayan decidido,


por ellas mismas unirse para hacer una vida en común, no existiendo
coacción entre ellas o por parte de terceros. Esta unión obedece a sus
voluntades individuales libres de presión o de vicios que puedan influir
en esta trascendental toma de decisión tanto para ellos como la
sociedad. Recordemos que nuestra Carta Magna señala que la
comunidad y el Estado protegen a la familia y promueven el matrimonio.
 Que la unión sea entre varón y mujer: Implica la heterosexualidad de
la pareja que voluntariamente, y por tanto libre de coacción entre ellas o
por parte de terceros, desea unirse para hacer una vida en común. Sin
embargo, como hemos podido observar a lo largo del presente trabajo y
las noticias, la tendencia hoy en día es reconocer también los llamados
“matrimonios igualitarios” (uniones entre dos personas del mismo sexo)
en algunos estados de Estados Unidos, algunos países europeos e
incluso en la gran mayoría de países latinoamericanos.

 Que el varón y mujer sean legalmente aptos: Se hace alusión a los


requisitos legales con los que debe contar la pareja para que pueda
contraer válidamente el matrimonio. En su faz positiva, estos requisitos,
son llamados “condiciones” y en su faz negativa son llamados
“impedimentos”. Nuestro Código regula la teoría de los impedimentos
matrimoniales y los clasifica en impedimentos absolutos e impedimentos
relativos contemplados en los artículos 241 y 242 respectivamente.

 Formalidad del acto celebrado: Aquí resultan aplicables las reglas


contenidas en el capítulo III (Celebración del matrimonio) del título I (El
matrimonio como acto) de la sección II (Sociedad conyugal) del Libro III
(Derecho de familia). Es decir, del artículo 248 al 268.Recordemos que si
bien las partes pueden decidir libremente manifestar su voluntad con
miras a contraer matrimonio (acto jurídico) ellas no pueden regular el
contenido del acto, es decir no cuentan con la libertad
contractual o libertad de configuración interna la cual es propia de los
negocios jurídicos. En otras palabras, la autonomía privada en el
matrimonio es restringida a la celebración del acto mas no a la
determinación de su contenido el cual ya viene predeterminado por ley.

 Que se haga vida en común: El hacer vida en común implica la


convivencia entre los cónyuges, el comer y dormir juntos, el departir con
los hijos y el repartirse equitativamente las obligaciones
correspondientes al hogar. Todo esto a partir del amor y afección que la
pareja se tiene. Normalmente, cuando no haya más amor y afección
entre la pareja, ello hará insoportable la vida en común lo que llevará
aparejada la separación o el divorcio de la pareja

La igualdad de derechos y obligaciones entre los cónyuges: En el Perú


constitucionalmente se recoge la igualdad ante la ley entre hombres y
mujeres en el artículo 2 inciso 2. En Italia y en Brasil también existe un
reconocimiento constitucional, pero en estos dos últimos casos se hace
alusión expresa a la “igualdad entre los cónyuges”. Sin embargo, el artículo
234 del Código Civil peruano contempla de forma específica la “igualdad
entre los cónyuges” la cual, en realidad, deriva implícitamente del artículo 2,
inciso 2 mencionado.

6. Bibliografía
AGUILAR LLANOS, Benjamín (2016). Tratado de derecho de familia. Lima:
Lex & Iuris.

BÉNABENT, Alain (2003). Droit civil. La familie. Paris: Éditios du Juris-


Classeur.

BIANCA, Massimo (1985). Diritto civile II. La famiglia-Le successioni,


Milano: Giuffrè Editore.

BONILINI, Giovanni (1992). Nozioni di diritto di famiglia. Torino: UTET.

CORNEJO CHÁVEZ, Héctor (1999). Derecho familiar peruano. Lima:


Gaceta Jurídica.

DE CARVALHO FILHO, Milton Paulo (2015). Código Civil Comentado.


Doutrina e Jurisprudência. Comentario al artículo 1511, Coordinador: Cezar
Peluso, São Paulo: Manole, pp. 1616-1619.

VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique (2011). Tratado de derecho de


familia. Matrimonio y uniones estables. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.

[1] Nos referimos al error, dolo, violencia o intimidación contemplados en el


Título VIII del Código Civil denominado “Vicios de la voluntad”.

[2] Artículo 4.- La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al


adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También
protegen a la familia y promueven el matrimonio. Reconocen a estos últimos
como institutos naturales y fundamentales de la sociedad. La forma del
matrimonio y las causas de separación y de disolución son reguladas por la
ley.

[3] Artículo V.- Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al 
orden público o a las buenas costumbres.
[4] Artículo 219.- El acto jurídico es nulo:

8. En el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley establezca
sanción diversa.

[5] Artículo 241.- No pueden contraer matrimonio:

1.- Los adolescentes. El juez puede dispensar este impedimento por


motivos justificados, siempre que los contrayentes tengan, como mínimo,
dieciséis años cumplidos y manifiesten expresamente su voluntad de
casarse.

2.- Las personas con capacidad de ejercicio restringida contempladas en el


artículo 44 numeral 9, en tanto no exista manifestación de la voluntad
expresa o tácita sobre esta materia.

3.- Derogado.

4.- Derogado.

5.- Los casados.

[6] Artículo 242.- No pueden contraer matrimonio entre sí:

1. Los consanguíneos en línea recta. El fallo que condena al pago de


alimentos en favor del hijo extramatrimonial no reconocido ni declarado
judicialmente produce también el impedimento a que se refiere este
inciso.
2. Los consanguíneos en línea colateral dentro del segundo y el tercer
grados. Tratándose del tercer grado el juez puede dispensar este
impedimento cuando existan motivos graves.
3. Los afines en línea recta.
4. Los afines en el segundo grado de la línea colateral cuando el
matrimonio que produjo la afinidad se disolvió por divorcio y el ex-
cónyuge vive.
5. El adoptante, el adoptado y sus familiares en las líneas y dentro de los
grados señalados en los incisos 1 a 4 para la consanguinidad y la
afinidad.
6. El condenado como partícipe en el homicidio doloso de uno de los
cónyuges, ni el procesado por esta causa con el sobreviviente.
7. El raptor con la raptada o a la inversa, mientras subsista el rapto o haya
retención violenta.

[7] Artículo 289.- Es deber de ambos cónyuges hacer vida común en el


domicilio conyugal. El juez puede suspender este deber cuando su
cumplimiento ponga en grave peligro la vida, la salud o el honor de
cualquiera de los cónyuges o la actividad económica de la que depende el
sostenimiento de la familia.

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