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Piense en la fortaleza interior que habría logrado Pedro esa noche, de haber
hecho lo que Jesús le pidió: velar y orar, pues nunca imagino Pedro negar a
Jesus
Tuvo lugar esa misma noche en el huerto de Getsemaní. Fue aquí donde
Jesús se rindió completamente a la voluntad de su Padre. Si Él no
hubiera hecho esto, la cruz jamás habría podido ser levantada. Usted y
yo nos habríamos perdido eternamente.
Dijo a sus discípulos: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos
aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su
rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa;
pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y
los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar
conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el
espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede
pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra
vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de
sueño" (Mt 26.38-43).
En la oración hay un poder ilimitado. Ésta es una de las razones por las
que Jesús pidió a sus seguidores que oraran con Él esa noche. Las
personas, muchas veces, quieren conocer la voluntad de Dios para sus
vidas. Gastan dinero comprando libros y probando métodos diferentes
para aprender algo nuevo que dé significado a sus vidas. Pero la verdad
es que, lo que están buscando, está justamente frente a sus ojos. Todo
lo importante se consigue mediante la oración.
Gracias a la oración, Jesús se sintió seguro del plan de Dios para Él. ¿No
le gustaría saber qué plan tiene Dios para su vida? Cristo ganó la batalla
en un lugar de oración. Ése es, también, el lugar en el que usted puede
ganar sus batallas. Él nunca se dio prisa por saber qué opinaban los
demás. Él quería saber únicamente lo que Dios Padre pensaba. Cuando
se levantó del suelo esa noche en el huerto, tenía la dirección, la
esperanza y las fuerzas que necesitaba para soportar el Calvario por
amor a nosotros. Jesús sabía que podía confiar en el Padre, porque
había pasado tiempo con Él.