Sunteți pe pagina 1din 5

Benjamín Walter a través del Museo Nacional de Arte, México City

(Incluir el nombre del estudiante en este espacio, utilizando el siguiente formato: primer
nombre, inicial del segundo nombre, apellido (por ejemplo, Manuel J. Calderón))

(Nombre de la universidad o institución junto con el nombre de la facultad o departamento


del área de conocimiento en la cual es estudiante el autor del documento)

(En este espacio incluir el nombre de la materia o curso al cual va dirigido este documento)

(Iniciando con los diminutivos de preferencia del profesor, es decir, si le gusta que lo
llamen por “Doctor”, entonces será “Dr.” o si prefiere que se le diga “profesor” será solo
“profesor” junto con el nombre del docente (Ejemplo: Dr. Juan F. Castellanos))
La visita a los museos de manera virtual no deja de ser valorada como una
institución imperantemente valiosa, su valor hoy en día no se estima dentro de su área vista
de manera presencial. El museo Nacional de Arte y el museo de Arte Moderno que se
sitúan en México son vistos –como todo museo- como patrimonio de la humanidad, pues a
través de estos, se impulsan ciertas figuras que identifican a estas dos instituciones, es
decir, por medio de los criterios y elementos que representan –económicos, sociales,
culturales- se puede reflejar que los museos no son simple y llanamente estética, lo cual
refleja junto con la visita en modalidad virtual que se incentiva el turismo nacional e
internacional; algo que no era común antes de la situación actual.

El valor que representan este tipo de espacios son de verdadera importancia, ya que,
como se mencionó anteriormente, estos configuran a la preservación, curaduría, difusión y
educación de los visitantes –ya sea de manera presencial o remota-. Sin embargo, los
museos visitados –y todos en general- contienen una implicación que influencia más allá de
lo visto. Pues no debería recaer en estas valoraciones -que es necesario conocer
personalmente para comprender el valor total del mismo-, sino en la puesta en acción de
ellas en tanto una relevancia práctica y las que intervienen con singularidad en el
desempeño del museo de arte por los medios que se prefieran. Sobre todo, se debe
reflexionar, ya que, es en el museo de arte en que la pieza se viste de lo estético y lo
artístico para envolver al mismo museo de esa valoración y para establecerse como
institución cultural definitoria de los valores y signos del contexto en que se encuentra, no
corresponden a la presencialidad.

Por ello se definen otras funciones, tan valiosas como lo que respecta a la presencia
física, pero que se supone son exclusivas del museo de arte y en ello reside su importancia
para cuestionarlas y exponerlas al turismo como beneficiarios; atenderlas como nuevas
estrategias –pretextos- para invitar a la gente a visitar el museo. De esta forma, revalorar el
museo de arte como patrimonio cultural, dará, por un lado, nuevas perspectivas a las
razones de los visitantes para asistir a este tipo de instituciones por el medio que sea de su
preferencia, cuestionar las funciones específicas de otros museos desde la administración de
las instituciones para atender las necesidades turísticas que implican directamente en la
asistencia virtual.
Pues como lo estima Walter, B. (2003) las imágenes son producto de creacion de un
individuo, denominado –el genio creador- quien es capaz de reconocer la belleza por si
mismo, lo que en principio supondria que es el individuo quien debe referirse y valorar a la
obra de arte como lo que en su estetica refleja. Sin embargo, cabe resaltar que, la obra de
arte es creada respecto a la tradicion de un momento, y esto, debe estimarse asimismo en
los espacios en que estas se refugian, pues el momento y acontecimiento asi lo recita.

El aura como caracteristica del arte, deberia analizarse como la capacidad de que
esta ejerza una funcion social, algo que cumple a cabalidad a traves de su modo fisico de
presentarse ante el mundo, pero, ¿Qué sucede cuando el mundo esta en imposibilidad de
valorarla por medio de su presencialidad? sin duda alguna, lo que más repercusión ha
tenido tanto en los ámbitos de reflexión estrictamente filosófica como en los de las puras
realizaciones prácticas del arte, lo que, en consecuencia significa que dichas
transformaciones, por así decirlo, estéticas, no suponen, para Benjamin, una simple
perspectiva física sino un síntoma y una posibilidad de que se produzcan otro tipo de
cambios que, tanto él como en la visita realizada, se consideran infinitamente más
importantes: los de carácter político y social brindados por los medios multifaceticos de la
epoca actual [ CITATION Ort10 \l 3082 ].

A lo largo del escrito analizado, Benjamin resalta el carácter histórico de la obra


artística, en primera instancia, en lo que se refiere al ámbito de la tecnología empleada para
su producción y reproducción. Desde este punto de vista, el ensayo es evidentemente una
elaboración de lo propuesto por Marx en el “Prefacio” a la Contribución a la crítica de la
economía política, a saber, que “el modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de vida social, política e intelectual en general”. En consecuencia, No es la
conciencia de los hombres la que determina la realidad, sino, por el contrario, es la realidad
social la que determina la conciencia” [ CITATION And09 \l 3082 ].

Ya en la descripción que hace el autor de la obra de arte en épocas anteriores a su


reproducción técnica está implícita una primera crítica de la noción de un juicio estético
meramente contemplativo –no con base en la vista presencial- así como de la supuesta
autonomía de la esfera estética, pues esto refleja el carácter valorativo de la obra en la
época actual. Mediante la conexión que Benjamin establece entre la apreciación de la obra
de arte y el ritual enunciativo de la misma se debe estimar que, su valoración es un juicio de
conciencia y no de estética [CITATION Wal03 \p 48 \l 3082 ] . En épocas anteriores a la
reproducción técnica la recepción de la obra de arte estaba “incrustada” en el contexto de la
tradición y “hallaba su expresión en un culto”. Expone, además, cómo las primeras obras
artísticas surgieron al servicio de la magia y de la religión, y argumenta que todas las
formas posteriores de recepción y creación de la obra que se fundamentaban en su
existencia aurática, es decir, en su carácter único e irrepetible, eran, de un modo u otro,
extensiones o variaciones de esta actitud de culto; lo cual, desde la perspectiva que debe
contemplarse hoy, no estima una inclusión real para la valoración del aura artístico.

Con estas afirmaciones estaría cuestionando la supuesta neutralidad del juicio


estético, pues en realidad la obra de arte dentro de este sistema tiene una función específica,
un “valor de uso”, y que, por lo tanto, está vinculada a otros aspectos de la vida humana y
no constituye una esfera aparte: “el valor único de la obra de arte ‘auténtica’ tiene su base
en el ritual, fuente de su valor de uso original” [ CITATION Wal03 \l 3082 ], pues en
situaciones como las actuales, se denota de carácter fundamental, su reproducción por
medios tecnológicos y ¿acaso ello constituye una impureza de la obra de arte respecto de su
autenticidad?.

Pues bien, aunque la reproducción técnica de las obras de arte ha acompañado al


arte desde sus inicios, el proceso de evolución y transformación que desemboca en el cine y
la fotografía ha introducido dos variables sustanciales: en primer lugar, se traslada de la
mano al ojo el elemento de producción del arte y, por otra parte, la reproducción técnica
conquista por primera vez un puesto específico entre los procedimientos artísticos
[ CITATION Bre03 \l 3082 ] . Si bien, esta distancia sucumbe ante la irrupción de las masas y su
aspiración de adueñarse de los objetos a través de su reproducción. Ello significa que la
preeminencia material de la reproducción técnica sobre la singularidad irreductible del
objeto artístico, produce una, por así decirlo, irrespeto de la producción artística y una
disolución, por tanto, de esas categorías que habían configurado el arte burgués. De esta
forma, los planteamientos que se reflejan en la obra se sitúan en una perspectiva que opta
decisivamente por esa -inadaptabilidad en el mundo- que sucumbe con la realidad en la que
el universo se encuentra sumergido.
Bibliografía

Andrade, M. M. (2009). Los peligros de la estética en “La obra de arte en la época de su


reproductibilidad técnica”. Revista de Estudios Sociales, 72-80. Obtenido de
http://journals.openedition.org/revestudsoc/14995
Brea, J. L. (2003). La obra de arte y el fin de la era de lo singular. México D.F: Centro de
Arte UNAM. Obtenido de
http://www.pozodelasartes.com/archivos/brea_finsingularidades_2014.pdf
Ortiz, H. A. (2010). Reflexión de "Pequeña Historia de la Fotografía". Licenciatura en
Fotografía . Buenos Aires: Universidad de Palermo. Obtenido de
https://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/docentes/trabajos/42931_166594.pdf
Walter, B. (2003). La Obra de Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica (Primera
ed.). (D. M. Soto, Ed., & A. E. Weikert, Trad.) México D.F: Editorial Itaca.

S-ar putea să vă placă și