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“Creo que estamos en un Yahoo y todavía nos falta llegar a Google”, dice,
haciendo referencia a la historia de los buscadores en línea, que evolucionaron
desde versiones muy básicas hasta el monstruo tecnológico que es Google
hoy.
Por razones como esta es que también coexisten otras alternativas que
combinan modelos que miran hacia el futuro mientras tienen un pie en el
pasado, pues conservan las características de la educación más tradicional.
Una oferta de ese tipo es la que busca Felipe Barrera, estudiante del grado
once en el colegio San Carlos, en Bogotá. Con 18 años, encaja perfectamente
en el perfil de la generación Z.
“Cuando salga del colegio quiero estudiar algo que no necesariamente me vaya
a volver millonario –dice–, prefiero algo que me divierta. Como soy un
aficionado a los videojuegos, estuve buscando un programa relacionado con su
desarrollo, pero no ha sido fácil porque la oferta que hay en Colombia no se
amolda a lo que quiero, que es algo más digital y menos tradicional”. Felipe,
valga decirlo, ya estableció contactos con una institución en Estados Unidos,
con miras a iniciar estudios allí antes de que finalice este año.
Así son:
Cotidianidad: navegan a través de varios dispositivos electrónicos durante
varias horas al día. Están dispuestos a pagar mucho dinero por un teléfono
inteligente, pero están acostumbrados a obtener música, videos, películas y
contenidos gratis en la web. Adoptan modas que se propagan por ella, su
vocabulario está lleno de acrónimos y anglicismos y sus ídolos son estrellas de
internet.
Amigos: más de la mitad de los Z consideran que la vida social auténtica
transcurre en redes sociales, donde el 84 por ciento tiene cuentas registradas,
según una encuesta de la agencia JWT, de Estados Unidos. Para ellos es más
fácil chatear que hablar.
Conocimientos: fanáticos del “autoaprendizaje permanente”, echan mano de
los tutoriales de Youtube; han visto caducar tecnologías como los radios, el CD
y el DVD y tienen claro que todo lo obtienen de la red. Su atención es breve; no
leen, escanean.
Mundo laboral: entre el 50 y el 72 por ciento de ellos quiere crear su propio
emprendimiento. La palabra “empresa” evoca nociones negativas como
“complicada”, “despiadada”, “una jungla”. Confían en su red de contactos para
triunfar, antes que en los diplomas, y no son amigos de las jerarquías. Al 76 por
ciento le gustaría convertir su ‘hobby’ en su trabajo.