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Conviene señalar que la presente demanda forma parte del ejercicio del mandato
constitucional de defensa de los derechos fundamentales de la persona y la
comunidad, reconocido a la Defensoría del Pueblo en el artículo 162º de la
Constitución Política.
I. ADMISIBILIDAD DE LA DEMANDA
La Ley Nº 27780 modificó el artículo 26º de la Ley Nº 26435, Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional, estableciendo que el plazo para iniciar un proceso de
inconstitucionalidad contra una norma con rango de ley es de seis años contados a
partir de la fecha de su publicación. Este mismo plazo ha sido previsto por el
artículo 100º del Código Procesal Constitucional.
1
Cabe señalar que si bien este decreto legislativo se encuentra aún sujeto al
procedimiento de control parlamentario previsto en el artículo 90º del Reglamento
del Congreso, la Defensoría del Pueblo considera que la revisión de su validez
constitucional resulta de suma urgencia, en la medida que sus efectos vulneratorios
concretos tienen la potencialidad de desplegarse en cualquier momento, causando
perjuicios que podrían volverse irreparables.
2
Este decreto legislativo modifica y deroga, respectivamente, los artículos 10º y 11º
de la Ley Nº 26505, Ley de la Inversión Privada en el desarrollo de las actividades
económicas en las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y
nativas, publicada en el diario oficial “El Peruano” el 18 de junio de 1995.
Asimismo, se señala que no puede delegarse las materias que son indelegables a
la Comisión Permanente, es decir, materias relativas a reforma constitucional,
aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, ley de presupuesto y ley
de la Cuenta General de la República1.
- Estas normas tienen al Poder Ejecutivo como órgano productor. Sin embargo, el
Congreso de la República también tiene una intervención indirecta, toda vez
que fija la materia y el plazo de delegación.
- Si una ley autoritativa delega una materia que no puede ser delegada, según lo
previsto en el artículo 104º de la Constitución, se configura un supuesto de
inconstitucionalidad, tanto de la ley autoritativa como del decreto legislativo que
regula la materia que no debió ser delegada3.
- Si una ley autoritativa delega una materia permitida por la Constitución, pero el
decreto legislativo se excede y regula una materia no delegada, se configura un
supuesto de inconstitucionalidad por vulneración al artículo 104º de la
Constitución.
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La primera de ellas es que la delegación legislativa ha de hacerse de manera
expresa y no de modo implícito6. En tal sentido, las materias delegadas y el plazo
establecido no deben ser genéricos o indefinidos, sino taxativa y expresamente
determinadas en la ley autoritativa. Asimismo, la interpretación que se pueda hacer
respecto de los límites de la delegación debe ser restrictiva y no extensiva, dado
que se trata de una excepción a la potestad legislativa exclusiva del Parlamento.
El tercer límite determina que no cabe que el Poder Ejecutivo delegue en cascada
la facultad legislativa que se le otorgó, encomendándola a otro organismo bajo su
dependencia.
De tal forma que una vez expedido un decreto legislativo, el Ejecutivo tiene que dar
cuenta del mismo al Congreso de la República. De acuerdo con el artículo 90º del
Reglamento del Congreso, la Comisión de Constitución y Reglamento realiza un
estudio de estas normas. Si el decreto legislativo contraviene la Constitución
Política o excede el marco de la delegación de facultades otorgado por el
Congreso, recomienda su derogación o modificación para subsanar el exceso o la
contravención.
5 LANDA ARROYO, César “Facultades Legislativas del Poder Ejecutivo”. Lima: Programa de Fortalecimiento Legislativo del
Congreso de la Repùblica, 2003. pág.10.
6 Dicho límite también ha sido reconocido por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Español en la sentencia Nº
205/1993. Fj. 3.
7 Cfr. LANDA ARROYO. Op. cit. pág. 9.
4
Adicionalmente a este mecanismo de control político, también existe la posibilidad
de impugnar los decretos legislativos a través del proceso de inconstitucionalidad,
de acuerdo con lo previsto en el artículo 200º, inciso 4), de la Constitución. La
demanda de inconstitucionalidad puede estar fundamentada en razones de forma y
fondo.
5
En efecto, conviene tener en cuenta que reiterada jurisprudencia del Tribunal
Constitucional8 ha establecido que las restricciones a un derecho fundamental
deben realizarse con un apegado respeto al principio de legalidad, el mismo
que tiene su fundamento constitucional en el literal a) del inciso 24º del artículo 2º
de la Constitución, que textualmente prescribe que “Nadie está obligado a hacer lo
que la ley no manda ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”.
De esta opinión es, por ejemplo, en el plano nacional, el profesor Luis Castillo
Córdova9, quien partiendo del reconocimiento de una falta de precisión
constitucional sobre el rango normativo necesario para afectar derechos
fundamentales, ha llegado a la conclusión de que en nuestro sistema ello sólo
puede realizarse a través de una ley formal, en tanto “se trata de una garantía que
busca la protección de una serie de instituciones especialmente relevantes
recogidas en la Constitución, como son los derechos”. En ese sentido, la especial
naturaleza del proceso deliberativo por parte de la representación nacional
constituye una garantía de los derechos fundamentales.
En la misma línea el citado autor refiere, como ejemplo comparado, que esta
garantía goza de concreción constitucional expresa en el sistema jurídico español,
en el cual se dispone que sólo por leyes orgánicas se puede legislar materias
relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas.
8 Sentencia del Tribunal Constitucional peruano recaída en los expedientes Nº 0025-2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC. Fj. 11.
9 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general. 3º edición. Lima: Palestra
Editores, 2007. pág. 413 y ss.
6
Del mismo criterio ha sido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al
sostener, en su opinión consultiva Nº 06/86, párrafo 26, que la expresión leyes (…)
no puede tener otro sentido que el de ley formal, pese a que ha admitido también
que la exigencia de la ley formal “no se contradice forzosamente con la posibilidad
de delegaciones legislativas en esta materia, siempre que tales delegaciones estén
autorizadas por la propia Constitución, y sujeta a control legislativo eficaz”.
Pero si este argumento no bastara, debe decirse que aún en el caso negado en que
se admitiera que cabe la delegación de facultades para regular derechos
fundamentales, esta delegación –tal como lo hemos expresado previamente-
necesita ser explícita y no estar sujeta a interpretaciones, y esto es justamente lo
que no ocurre en el presente caso. En efecto, la Defensoría del Pueblo advierte
que el Poder Ejecutivo, sin respetar el principio de reserva de ley, a través de
un decreto legislativo, está regulando derechos fundamentales,
específicamente aspectos relativos al contenido esencial de la autonomía,
participación y consulta previa como contenidos del respeto a la identidad
cultural de las comunidades campesinas y nativas.
Reiteramos que si bien las autoridades del Poder Ejecutivo sostienen que el
Decreto Legislativo Nº 1015 pretende unificar el régimen de las tierras comunales
de la comunidades campesinas y nativas de la sierra y de la selva con las de la
costa, a efectos de promover y facilitar la inversión privada en beneficio de dichas
comunidades; de una simple lectura del decreto legislativo cuestionado, puede
advertirse que su contenido incide sobre la toma de decisiones al interior de las
comunidades, lo cual implica regular sobre su autonomía, obligándoseles
unilateralmente a organizarse comunalmente de acuerdo con un mecanismo de
decisiones impuesto desde fuera.
Conviene tener presente en este punto, que la propiedad comunal es uno de los
componentes centrales de la identidad cultural de las comunidades campesinas y
nativas, especialmente en la sierra y en la selva, razón por la cual la legislación
nacional vigente hasta antes de la expedición del Decreto Legislativo Nº 1015
establecía una votación calificada para que la comunidad decida sobre el destino de
la propiedad comunal.
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aprobada por el Congreso de la República mediante votación calificada de más de
la mitad del número legal de miembros del Congreso, que es la misma que se
necesita para la aprobación de una Ley Orgánica. Asimismo, su Tercera
Disposición Final10 estableció que su modificación requería de la misma votación
calificada.
10 Ley Nº 26505.- Tercera Disposición Final.- La presente ley se aprueba por mayoría calificada de acuerdo con lo previsto
en el Artículo 106º de la Constitución Política del Perú y su modificación o derogación se efectuará a través de otra norma
legal expedida por el Congreso cumpliendo la misma formalidad.
11 Al respecto, puede consultarse, entre otros a: VIRGALA FORURIA, Eduardo. “La Delegación Legislativa en la Constitución
y los decretos legislativos como normas con rango incondicionado de ley”. Madrid: Congreso de los Diputados de España.
1991. pág. 112 y ss.
8
Más aún, el legislador delegado no explica objetivamente cómo es que una medida
que afecta el mecanismo de decisión de las comunidades campesinas y nativas,
guarda relación con la mejora en la competitividad de la producción agropecuaria o
la promoción de la inversión privada, sobre todo si se tiene en cuenta que la
interpretación sobre el ámbito de la materia delegada, no debiera estar sujeta a
interpretaciones confusas, ambiguas u oscuras.
De otro lado, el exceso de facultades legislativas del Poder Ejecutivo se hace más
evidente y, en realidad, se agrava con la circunstancia de que actualmente el
Congreso de la República viene debatiendo un proyecto de ley (PL N° 1992/2007-
PR) remitido por el propio Poder Ejecutivo que contiene el mismo texto del decreto
legislativo cuestionado.
Asimismo, hemos tomado conocimiento que ese mismo proyecto será debatido la
primera semana de junio del presente año en la sesión ordinaria de la Comisión de
Agraria del Congreso de la República, que en este caso tiene la calidad de
Comisión Dictaminadora Principal.
De ese modo, al interior de nuestro sistema jurídico, nos encontramos ante el hecho
paradójico de que un Poder del Estado como el Legislativo, en ejercicio de su
función deliberativa, podría rechazar un proyecto de ley presentado por el propio
Poder Ejecutivo que, con el mismo texto y fuera de su ámbito natural de discusión,
ese mismo Poder Ejecutivo ha promulgado directamente.
Por otro lado, es del caso señalar que, en forma paralela, el 22 de mayo último13,
treinta y tres (33) Congresistas de la República han presentado el Proyecto de Ley
Nº 2440/2007-CR, mediante el cual proponen la derogación del Decreto Legislativo
Nº 1015, por considerarlo inconstitucional.
12 Es del caso mencionar que han votado por el archivo los congresistas: Gloria Ramos Prudencio, Juan David Perry Cruz,
Oswaldo de la Cruz Vásquez, María Sumire de Conde e Hilaria Supa Huamán.
13 El referido proyecto ha sido suscrito por los congresistas Cajahuanca Rosales Yaneth,Lescano Ancieta Yonhy ,De la Cruz
Vásquez Oswaldo,García Belaunde Víctor Andrés,Maslucán Culqui José Alfonso,Galindo Sandoval Cayo César,León
Zapata Antonio,Santos Carpio Pedro Julián Bautista,Huancahuari Paucar Juana Aide,Espinoza Ramos Eduardo,Cabrera
Campos Werner,Sumire de Conde Maria Cleofé,Supa Huamán Hilaria,Ruiz Delgado Miró,Reymundo Mercado Edgard
Cornelio,Acosta Zárate Martha Carolina,Abugattás Majluf Daniel Fernando,Silva Díaz Juvenal Sabino,Uribe Medina
Cenaida Cebastiana,Isla Rojas Víctor,Zeballos Gámez Washington,Ramos Prudencio Gloria Deniz,Espinoza Cruz
Marisol,Venegas Mello Rosa María ,Sucari Cari Margarita Teodora,Vilca Achata Susana Gladis,Cánepa la Cotera Carlos
Alberto,Ordóñez Salazar Juvenal Ubaldo,Obregón Peralta Nancy Rufina Adherentes(**):Nájar Kokally, Roger;Mayorga
Miranda, Víctor Ricardo.
9
Esto no hace sino evidenciar un problema institucional que afecta la organización
del Estado. Asimismo, siguiendo la teoría del control de apreciación antes señalada,
esta situación deja en claro que el Decreto Legislativo Nº 1015 no se enmarca
dentro de la dirección política del Congreso en materia legislativa (expresada
justamente en la ley autoritativa). Ambos hechos, en el fondo, ponen en cuestión el
mismo sistema de separación de poderes en el cual se funda nuestra estructura
constitucional de Estado.
Este estado de cosas debiera ser corregido directamente por las instituciones
involucradas vía la derogación por parte del Ejecutivo, o vía la derogación como
consecuencia del control legislativo previsto en el artículo 90º del Reglamento del
Congreso de la República. En tanto ello no ocurra, de acuerdo con el inciso 1) del
artículo 200º de la Constitución, dicha función corresponde ser asumida por el
Tribunal Constitucional.
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Las leyes que conforman el bloque de constitucionalidad, por cierto, no son sólo
aquéllas que derivan del ordenamiento interno sino que, especialmente en el caso
de derechos humanos, también lo son aquellas que han sido introducidas al
sistema jurídico interno a través de tratados internacionales aprobados y ratificados
por el Perú. A este respecto, el Tribunal Constitucional ya ha tenido oportunidad de
establecer, en el fundamento 22 de la STC 0047-2004-AI/TC, que:
“El ejercicio interpretativo que realice todo órgano jurisdiccional del Estado
(o que desempeñe funciones materialmente jurisdiccionales) para
determinar el contenido constitucionalmente protegido de los derechos
fundamentales, debe estar obligatoriamente informado por las disposiciones
de los tratados internacionales de derechos humanos y por la interpretación
de las mismas realizada por los tribunales internacionales sobre derechos
humanos a través de sus decisiones”.
Del mismo modo, el artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional también dispone que:
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En el caso del derecho a la identidad cultural en el ordenamiento jurídico peruano,
el bloque de constitucionalidad está integrado, fundamentalmente, por las
siguientes normas:
- El inciso 19º del artículo 2º de la Constitución, que dispone que toda persona
tiene derecho a su identidad étnica y cultural, y que el Estado reconoce y protege
la pluralidad étnica y cultural de la Nación, en alusión a los pueblos indígenas de
nuestro país.
Es importante indicar que el Convenio Nº 169 es, sin duda, el instrumento más
importante y completo que hasta ahora existe en materia de protección de
pueblos indígenas. En él, se presenta un cambio fundamental en el enfoque
conceptual sobre poblaciones indígenas, pues se basa en el respeto de su
identidad y el derecho a participar en los procesos de toma de decisiones públicas
que los puedan afectar directamente.
- El artículo 27º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que precisa
que “en los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no
se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les
corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia
vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio
idioma”.
12
En esta misma sentencia, el Tribunal sostiene que el artículo 2º, inciso 19) alude al
patrimonio cultural inmaterial, es decir, aquellos usos, representaciones,
expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y, en
algunos casos, los individuos reconocen como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en
generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función
de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un
sentimiento de identidad y continuidad, y contribuyendo así a promover el respeto
de la diversidad.
14 Comité de Derechos Humanos, Derechos de las minorías (art. 27): Observación General Nº 23, 08/04/94, párrafo 7.
15 CECCHERINI, Eleonora. VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. México, febrero de 2002.
13
atribución de un cierto grado de autonomía para evitar las interferencias del estado
central, el refuerzo de la posición de la minoría de los pueblos indígenas
(comunidades campesinas y nativas) en el proceso político.
En esta misma línea, debe destacarse que la relación que los pueblos tienen con
sus tierras y territorios constituye, así, un elemento constitutivo de la identidad
indígena. En el Perú, bajo este principio, a través del artículo 89º de la Constitución
que se refiere al régimen agrario y de tierras, se reconoce a las comunidades
campesinas y nativas y se establece que estas tienen existencia legal y son
personas jurídicas, autónomas en su organización, en el trabajo comunal y en el
uso y la libre disposición de sus tierras, así como en su economía y administración.
14
Así, tal como lo sostiene Alejandra Alayza18, en referencia al Convenio 169 de la
OIT, la caracterización de pueblos que hace el Convenio incide en el aspecto
colectivo de este derecho, y supone un importante reconocimiento para el
carácter colectivo de estos derechos. Esta caracterización incluye el
reconocimiento del vínculo de los pueblos indígenas con elementos constitutivos
de esta identidad, como son su territorio (entendido como hábitat tradicional), su
cultura, su principio de autodeterminación (autonomía de gobierno, jurídica,
administrativa, fiscal y territorial), así como sus derechos a la participación
(intelectual y plural) y desarrollo según sus propios planes de vida (guiados por
sus cosmovisiones y sus sistemas sociales, económicos y espirituales).
Por ende, una primera conclusión a la que podemos arribar es que legislar
debilitando la toma de decisiones respecto de un elemento fundamental del
derecho a la identidad cultural de las comunidades campesinas o nativas,
como es la tierra, afecta negativamente dicho derecho, vulnerando la
obligación de respetarlo, contenida en el artículo 89º de la Constitución.
18 ALAYZA MONCLOA, Alejandra. “No, pero sí: Comunidades y Minería. Consulta y consentimiento previo, libre e informado
en el Perú”. Lima: Acción Solidaria para el Desarrollo, junio de 2007. pág. 26.
15
conciencia de su identidad tribal deberá considerarse un criterio fundamental para
determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente
Convenio”.
Tal como sostiene Alayza19, en el Perú como en otros países de la región andina, el
proceso de identificación indígena o reivindicación identitaria está fuertemente
marcada por las características de estos procesos. Para esta autora, destaca un
duro proceso de dominación de los pueblos originarios que los llevaron a su
marginación y postergación, derivando en una fuerte estigmatización hacia las
culturas originarias. De hecho, en el Perú, sostiene la autora, la fuerte carga
peyorativa que contiene la palabra indio o indígena ha hecho que el lenguaje legal
republicano la haya borrado paulatinamente. En este contexto, si bien la
Constitución Peruana de 1993 reconoce en su artículo 2º el carácter plural, étnico y
cultural de la nación peruana, y el derecho que en ella tienen las personas a gozar
de su identidad étnica y cultural, no establece un reconocimiento específico de los
pueblos indígenas sino que se han desarrollado en la figura de comunidades
campesinas y nativas a las cuales el Estado les reconoce su identidad cultural.
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Es, por tanto, dentro de este marco doctrinario y jurisprudencial de derechos
humanos que debe entenderse la obligación del Estado peruano no sólo de
respetar y proteger sino también de promover el derecho a la identidad cultural
como un bien constitucionalmente valioso.
Al punto que los efectos de las normas impugnadas podrían poner en riesgo la
existencia misma de comunidades concretas, efectos que también deben ser
valorados por el supremo intérprete de la Constitución, en aplicación del principio
de eficacia integradora, por el que han de preferirse las opciones que promuevan la
integración social, lo cual no ocurre facilitando la desmembración de las tierras
comunales sin mayores garantías.
Esta protección especial, obliga –de acuerdo con el artículo 6º del Convenio 169 de
la OIT- a que, dentro de la lógica institucional de un Estado social y democrático de
Derecho como el peruano, cualquier medida estatal que afecte a estas
comunidades, deba ser consultado a ellas, de modo que se respete su autonomía
constitucionalmente reconocida y se les preserve en tanto instituciones que
agrupan a individuos en especial estado de vulnerabilidad (los pueblos indígenas).
17
constituyen instrumentos que garantizar a todos sus miembros el ejercicio de su
derecho a la identidad cultural, en sus diversos aspectos.
b) Establecer los medios a través de los cuales los pueblos interesados puedan
participar libremente, por lo menos en la misma medida que otros sectores de
la población, y a todos los niveles en la adopción de decisiones en instituciones
electivas y organismos administrativos y de otra índole responsables de
políticas y programas que les conciernan
23 Al respecto, puede revisarse el fundamento 8 de la Sentencia C-620-2003, del 29 de julio de 2003, de la Corte
Constitucional Colombiana.
24 Idem. Esta misma doctrina consta también en la Sentencia T-652, de 1998, de la misma Corte Constitucional.
18
“A juicio de la Corte, la participación de las comunidades indígenas en las
decisiones que pueden afectarlas (…) ofrece como particularidad el hecho o
la circunstancia observada en el sentido de que la referida participación, a
través del mecanismo de la consulta, adquiere la connotación de
derecho fundamental, pues se erige en un instrumento que es básico para
preservar la integridad étnica, social, económica y cultural de las
comunidades de indígenas y para asegurar, por ende, su subsistencia como
grupo social. De este modo, la participación no se reduce meramente a una
intervención en la actuación administrativa dirigida a asegurar el derecho de
defensa de quienes van a ser afectados (…), sino que tiene una significación
mayor por los altos intereses que ella busca tutelar, como son los atinentes
a la definición del destino y la seguridad de la subsistencia de las referidas
comunidades” (Negritas en el original)
Al respecto, la Defensoría del Pueblo considera que el diálogo entre el Estado y los
ciudadanos adquiere especial relevancia en el proceso de debate y aprobación de
leyes por parte del Congreso de la República, en virtud de la condición que ostenta
dicha instancia estatal como seno de la representación política del país y en
atención al alcance general e impacto nacional que tienen las leyes que aprueba,
especialmente si incide directamente en los derechos fundamentales de las
comunidades indígenas.
19
De ahí que la consulta no debe ser entendida solamente como una obligación
derivada del Convenio Nº 169 de la OIT, sino más bien como parte de la cultura de
diálogo que debe primar en la gestión del Estado para el fortalecimiento de la
gobernabilidad democrática. Es decir, el concepto de consulta a las comunidades
implica el establecimiento de un diálogo genuino entre el Estado y ellas
caracterizado por la comunicación y el entendimiento, el respeto mutuo y la buena
fe, además del deseo sincero de llegar a un acuerdo común.
En efecto, llevar a cabo un proceso de consulta permitiría a las autoridades -en este
caso los congresistas, representantes del pueblo- aprobar leyes que han sido
analizadas previamente en un debate público, con el fin de que su contenido sea
adecuado a la realidad política, social y económica, así como a las necesidades
planteadas por los ciudadanos, especialmente si están organizados en instituciones
con un especial nivel de protección constitucional. Una decisión adoptada en un
contexto de diálogo y participación democrática tiene más posibilidades de ser
duradera, ya que ha sido producto de la búsqueda de consensos y por ende existen
mayores garantías para mejorar su aplicación y permanencia en el tiempo.
27 El consentimiento implica que las poblaciones indígenas consultadas se encuentran de acuerdo con la medida. En caso
que, éstas expresen su disentimiento, es necesario iniciar una negociación con la finalidad de conocer las inquietudes y
las propuestas de los consultados, para evaluarlas e incluirlas en la propuesta del Congreso, de considerarse pertinente.
20
las actividades de este tipo que se desarrollan dentro de su comunidad, pues ellas
tendrán una repercusión directa sobre su forma de vida28.
28 AA. VV. “¿Qué sabemos de las comunidades campesinas? Allpa Comunidades y Desarrollo. Primera Edición. Lima.
Agosto. 2007. Págs. 82 y 83.
29 AYALA CORA, Carlos. “El Estado Constitucional y la Autonomía de los Pueblos Indígenas”. En Serie: Estudios de
Derechos Humanos.
30 ALAYZA MONCLOA, Alejandra. Op. cit. págs. 38 y 39.
21
Además, la consulta respecto de medidas que tengan implicancia en el derecho a la
propiedad de la tierra de los pueblos indígenas, tiene especial connotación, porque
de su respeto y garantía depende en gran parte la realización de otros derechos
fundamentales de las poblaciones indígenas, tales como el derecho a su identidad
cultural, el derecho a la salud, el derecho a la alimentación, entre otros.
31 Aquí es importante mencionar que en países como Australia (Ley de Derechos Territoriales Indígenas), Bolivia (Ley de
Hidrocarburos), Ecuador (Constitución Política), Colombia (Código de Minas) y Filipinas (Código de Minería y Ley de
Derechos Indígenas) han adoptado normas que regulan el procedimiento de consulta a los pueblos indígenas, en atención
a su obligación de consultar derivado del Convenio Nº 169 de la OIT. En el caso particular de Colombia, la Corte
Constitucional Colombiana también ha desarrollado a través de su jurisprudencia (Sentencia Nº 383 de 2003), la
participación de los pueblos indígenas y tribales de la amazonía colombiana y las fases del procedimiento de consulta.
32 Fundamento 3, Sentencia C-30/08, del 23 de enero de 2008 de la Corte Constitucional de Colombia.
33 Recogido del Informe Nº 016-2008-DP/ASPMA.PCN. “Comentarios de la Defensoría del Pueblo sobre proyectos de ley:
Tierra, Predios Rurales, Comunidades Campesinas y Nativas”, elaborado por el Programa de Comunidades Nativas de la
Defensoría del Pueblo. Mayo de 2008.
22
no incorporadas, y en este último caso precisar el motivo por el cual no fueron
tomadas en consideración.
23
Con estas medidas, la Defensoría del Pueblo considera que las funciones de las
autoridades y funcionarios públicos serán ejercidas dentro de un panorama de
legitimidad, que es lo que dará sostenibilidad y efectividad fáctica a las decisiones
adoptadas.
24
Es del caso referir, asimismo, que diferentes organizaciones campesinas han
expresado su oposición a la medida legislativa adoptada por el Poder Ejecutivo a
través del decreto legislativo materia de esta demanda. En ese sentido, se han
pronunciado la Confederación Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería
(CONACAMI), la Confederación Campesina del Perú (CCP) y la Coordinadora
Andina de Organizaciones Indígenas, la Confederación Nacional Agraria (CNA) y la
Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP)34.
POR TANTO:
25
1) Anexo Nº 1: “Decreto Legislativo Nº 1015 y la Ley Nº 29157”.
2) Anexo Nº 2: “Resolución Legislativa del Congreso Nº 007-2005-CR“
3) Anexo Nº 3: “Documento Nacional de Identidad Nº 08274356“.
4) Anexo Nº 4: “Informe Nº 016-2008-DP/ASPMA.PCN: “Comentarios de la
Defensoría del Pueblo sobre proyectos de ley: Tierra, Predios Rurales,
Comunidades Campesinas y Nativas”, elaborado por el Programa de
Comunidades Nativas de la Defensoría del Pueblo. Mayo de 2008.
5) Anexo Nº 5: “Dictamen recaído en el Proyecto de Ley Nº 1992/2007-PE de la
Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y
Ecología, aprobada en sesión ordinaria de fecha 15 de abril de 2008”.
6) Anexo Nº 6: “Proyecto de Ley Nº 2440/2007-CR, que deroga el Decreto
Legislativo Nº 1015”.
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