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objetiva, una comunicación real entre el problema que se enfrente y la perfección de la respuesta elegida.
Pese a su inmadurez e ingenuidad, pese al fracaso de sus empresas como grupo y a su efímera existencia,
Austral tuvo un extraordinario efecto en la historia de la arq argentina porque reinstaló a la disciplina como
hecho cultural y no meramente profesional.
Y esto ocurrió por dos razones principales
1 porque logró demostrar que era posible articular en forma concreta los principios que orientaban a la arq
y a la ciudad moderna.
2- recuperaron esa dimensión puramente estética de la disciplina a la que el modernismo argentino había
renunciado. En adelante la Forma ya no volvería a ser simplemente un producto ingenieril, una
consecuencia directa de la función o de los materiales. Austral demostró que la forma moderna era
consecuencia de una toma de posición frente a la cultura, las tradiciones y las utopías de una sociedad.
No importa que esa forma se tradujera en los ranchitos de Vivanco, en la majestuosa jaula de eucaliptus de
Virrey del Pino o en las curvas surrealistas del BKF, en todos los casos estaba determinada por elecciones
que trascendían la solución pragmática y obligaban a una toma de posición global.
Como en el caso de la ciudad, Austral comprobó que el modernismo podía encarar con unidad de criterios
las determinacions pragmáticas y las exploraciones plásticas, y de esta menera quebró el proceso de
recuperación reaccionaria que a fines de los 30 había ido conduciendo a los primeros modernistas –como
Prebisch y Vilar- a una nostálgica composición de funcionalismo y tregresiones folklóricas y clasicistas.
La fortuna crítca de Austral, su instalación como mito de la arq moderna argentina fue consecuencia de dos
importantes construicciones teóricas que lo necesitaron como protagonista.
La primera, externa, vinculada a los desplazamientos en el debate internacional que acompañaron los
hechos previos y posteriores a la 2GM a lo largo de los 40. La promoción de un arte una arq modernas
americanas fue parte de una precisa política cultural de los EU para consolidar un perfil diferenciado en
relación con la versión construida en Europa.
La segunda es interna al debate argentino. En la construcción de la historia de la arq moderna de este país
llevada a cabo en los 60, Austral ocupó el lugar paradigmático de la Bauhaus en su invención del MM, el
lugar de la ansiada realización de la síntesis en el que el arquitecto-demiurgo había sido frustrado por la
incomprensión y el totalitarismo. La Argentina de esos años emergía de su propio ‘totalitarismo’, el
desarrollismo se expandía en el continente y la CEPAL difundía la creencia de que los planes industriales y
sociales adecuados podrían reencauzar a los países de la región restaurando mediante la modernización
técnica su tejido social. En el debate arquitectónico, la figura de Austral se estabilizó como nuestro propio
martirizado emblema de esa ansiada y posible armonía y de este modo el confuso intercambio de deseos y
razones que unió a un grupo de jóvenes en la ilusión y el fracaso tomó la forma precisa y tranquilizadora de
una luminosa prefiguración.