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III
“Al interior de grandes intervalos históricos, junto con los modos globales de
existencia que se corresponden a los colectivos humanos se transforman también, al
mismo tiempo, el modo y la manera de su percepción sensible. Pues el modo y
manera en que la percepción sensible humana se organiza — como medio en el que
se produce— no está sólo natural sino también históricamente condicionado. La
época de las invasiones bárbaras, en la que surgieron la industria artística
tardorromana así como el Génesis de Viena, no tenía tan sólo un arte bien distinto
del de los antiguos, sino también otra percepción” pag 62
“Ese concepto de aura, que queda sugerido más arriba para objetos históricos,
conviene ahora ilustrarlo con el aura propia de los objetos naturales. En efecto,
definimos esta última como la aparición irrepetible de una lejanía por cercana que
ésta pueda hallarse. Ir siguiendo, mientras se descansa, durante una tarde de verano,
en el horizonte, una cadena de montañas, o una rama que cruza proyectando su
sombra sobre el que reposa: eso significa respirar el aura de aquellas montañas, de
esta rama. De la mano de esta descripción es bastante fácil comprender el
condicionamiento social que se deduce de la decadencia actual del aura” pag 63
“La adecuación de la realidad a las masas y de las masas a la realidad es un proceso
de trascendencia ilimitada tanto en lo que hace al pensamiento como en el ámbito de
la intuición.” Pag 64
IV
“La irrepetibilidad de la obra de arte es idéntica a su integración en el contexto de la
tradición. Una tradición que es, por supuesto, algo absolutamente vivo, mutable de
manera extraordinaria. Una estatua antigua de la diosa Venus, por ejemplo, estaba
situada entre los griegos —los cuales hacían de ella un objeto de culto— dentro de
un contexto tradicional absolutamente diferente a entre los clérigos medievales, los
cuales veían en ella un infausto ídolo. Pero unos y otros se enfrentaban del mismo
modo a su irrepetibilidad, dicho en otras palabras: a su aura.”
“Pero es de importancia decisiva el que este modo aurático de existencia de la obra
de arte nunca queda del todo desligado de su función ritual [43] . Dicho en otras
palabras: el valor único de la obra de arte «auténtica» tiene su fundamentación en el
ritual en cuyo seno tuvo su valor de uso originario” pag 64
“con la aparición del primer medio de reproducción verdaderamente revolucionario,
la fotografía (coetánea al despuntar del socialismo), el arte siente la cercanía de la
crisis que, tras otros cien años, se ha hecho indiscutible, reaccionando con la
doctrina de l’art pour l’art, doctrina que sin duda constituye una teología del arte.
Luego ha surgido de ella, y además directamente, una teología negativa del arte, en
forma de la idea de un arte puro que no sólo rechaza cualquier función social, sino
también toda determinación por un pretexto de orden objetual” pag 65
“De la placa fotográfica, p. ej., es posible sacar gran cantidad de copias; la pregunta
por la copia auténtica simplemente carece de sentido. Pero en el mismo instante en
que el criterio de la autenticidad falla en el seno de la producción artística, toda la
función social del arte resulta transformada enteramente. Y, en lugar de
fundamentarse en el ritual, pasa a fundamentarse en otra praxis, a saber: la política”
pag 65-66
V
“La recepción concreta de las obras de arte se produce con diversos acentos, entre
los cuales destacan dos polares. Uno de ellos recae todavía sobre el valor de culto de
la obra, y el otro sobre el valor de exposición .
Valor del culto: “La producción artística comienza con imágenes que se hallan al
servicio del culto como tal. De estas imágenes lo más importante es el hecho mismo
de que existan, antes que el de que se las vea.” Ejemplos: “El valor de culto en
cuanto tal parece impulsar a mantener directamente escondida la obra de arte;
ciertas estatuas de dioses sólo son accesibles en la celia al sumo sacerdote, ciertas
imágenes de la Virgen permanecen tapadas casi todo el año, ciertas esculturas
presentes en catedrales medievales no son visibles para el espectador a ras de
tierra.” Pag 66
Valor de exposición: “Con la emancipación de las diferentes prácticas artísticas del
refugio en el ritual, aumentan las ocasiones para la exposición de sus productos.”
Pag 66
Ejemplo: “La exponibilidad de la pintura sobre tabla es mayor que la del mosaico o
la del fresco que la precedieron” pag 66
“Con los diversos métodos de reproducción técnica de la obra de arte, su
exponibilidad ha crecido hasta tal punto que el desplazamiento cuantitativo del
acento entre uno y otro polo se transforma, análogamente a lo ocurrido en tiempos
primitivos, en un cambio cualitativo de su naturaleza. Es decir, así como en los
tiempos primitivos el peso absoluto de su valor de culto hizo, en primer lugar, de la
obra de arte un mero instrumento de la magia que tan sólo más tarde se reconoció en
cierta medida en calidad de tal obra de arte, así en nuestros días el peso absoluto de
su valor de exposición hace de la obra de arte una imagen con funciones totalmente
nuevas, de las cuales la que nos es consciente, a saber, la artística, destaca como
aquella que, más tarde, quizá se considere ya accesoria” pag 67
VI
“En el caso de la fotografía el valor de exposición comienza a hacer retroceder el
valor de culto en toda línea.” Pag 67 Como por ejemplo: “cuando el hombre
desaparece de la fotografía es cuando el valor de exposición aventaja ya por vez
primera al valor de culto. El haber otorgado su preciso lugar a este proceso funda la
importancia incomparable del trabajo de Atget, que, hacia 1900, fijaría las calles de
París empleando desiertas perspectivas. Sin duda con razón se ha dicho de él que las
fotografió como si fueran el lugar del crimen. Pues también, sin duda, el lugar del
crimen siempre está desierto.(…) Así, con Atget, las vistas fotográficas comienzan a
su vez a convertirse en cuerpos del delito en el proceso histórico presente. Eso
constituye lo que es su significado político yacente, exigiendo una recepción en un
sentido bien determinado” pag 68
VII
En este apartado se presenta la problemática que aconteció en la época del siglo
XIX sobre, si el cine y la fotografía, eran arte. Teoriza al respecto y se le empieza a
sugerir elementos de culto dentro de la fotografía y el cine.
“lo decisivo sigue siendo el que se esté actuando para un aparato o —si es el caso
del cine sonoro— para dos juntamente. «El actor cinematográfico», escribe
Pirandello, «se siente en el exilio. Exiliado no sólo de la escena, sino de su persona
como tal. Con malestar oscuro percibe el vacío inexplicable causado por el hecho de
que su cuerpo se convierte en una merma, que se volatiliza, quedando de repente
despojado de su realidad y de su vida, de su voz y los ruidos que produce al
moverse, para así transformarse en una imagen muda que tiembla un instante en la
pantalla y pronto se desvanece en el silencio… El pequeño aparato es quien actúa,
proyectando su sombra frente al público, mientras que él mismo debe contentarse
con actuar ante aquél» pag 72
“El mismo estado de cosas presentado puede caracterizarse a otro respecto del
modo siguiente: por vez primera —y esto es obra del cine— el hombre llega a
la situación de tener que actuar estrictamente con toda su persona, pero
renunciando al aura de ésta. Pues el aura sin duda está ligada a su aquí y su
ahora. De ella no hay copia alguna. El aura que en escena envuelve a Macbeth
no puede separarse de la que para el público, en directo, igualmente envuelve
al actor que lo encarna. Pero lo peculiar de la toma realizada en el estudio
cinematográfico consiste en que aquí el aparato viene a ocupar el lugar del
público. Así, el aura que envuelve a los actores tiene por tanto que desaparecer,
y con ella también desaparece la que envolvía a los personajes.” Pag 72-73
X
“La extrañeza del actor ante el aparato, tal como la describe Pirandello, es ya
de suyo de la misma índole que la propia del hombre ante su imagen vista en el
espejo. Pero ahora su imagen especular es desgajable, se ha hecho
transportable. ¿Y adonde se transporta? Ante su público [57] . La conciencia
de ello no abandona al actor de cine ni un instante. Él sabe, mientras está ante
el aparato, que, en última instancia, todo aquello se remite a ese público: los
consumidores que forman el mercado. Este mercado, al cual no solamente se
ofrece con su fuerza de trabajo, sino con su piel y sus cabellos, con su corazón y
sus riñones, en el momento de su actuación es tan poco accesible para él como
al producto hecho en una fábrica.” Pag 72
Nota al pie: “Con las innovaciones obtenidas en los aparatos de grabación, que
permiten hacer audible al orador para un número indefinido durante el discurso y
visible para otro número indefinido muy poco después, el manejo por parte del
político de estos aparatos pasa a primer plano. Así los parlamentos se despueblan al
tiempo que los teatros. Radio y cine no sólo modifican la función del actor
profesional, sino igualmente la función del que, como lo hacen los gobernantes, se
presenta a sí mismo frente a ellos. La orientación de este cambio, sin perjuicio de
sus tareas específicas, es hoy ya la misma en el actor de cine y el político. Pues ello
aspira a la exposición de actuaciones comprobables, hasta supervisables, bajo unas
concretas condiciones sociales. Eso conforma una nueva élite, una que está ante el
aparato, de la que la star y el dictador aparecen como vencedores.” En otro pdf, está
en la página 69
“El culto a las estrellas fomentado por el capital cinematográfico conserva aquella
magia, emanación de la personalidad, que hace ya mucho tiempo que consiste
solamente en la magia desmedrada de su carácter de pura mercancía.” Pag 75
Diferente a lo planteado anteriormente, se trata el tema de la posibilidad que hay de
ascender de una posición social a otra, por ejemplo “Así también, por ejemplo, le da
a cualquiera el noticiario semanal oportunidad de ascender de transeúnte a figurante
cinematográfico. De este modo, según las circunstancias, podría alcanzar a verse
incluido — piénsese en las Tres canciones sobre Lenin de Dziga Vertov [58] o en
Borinage de Joris Ivens [59]— en el seno de una obra de arte. Todo hombre puede
actualmente defender la pretensión de ser filmado. Lo que mejor aclara este derecho
es una ojeada a la situación histórica de la actual literatura” pag 75-76
“Todo esto puede trasplantarse directamente al cine, donde desplazamientos que en
la literatura exigieron siglos se han cumplido en el curso de una década. Pues en la
praxis del cine —sobre todo del ruso— tal desplazamiento ya se ha realizado
esporádicamente. Una parte de los actores que se encuentran en el cine ruso ya no
son actores en nuestro sentido, sino personas que se interpretan a sí mismas, y por
cierto, antes que nada, inmersas en su proceso de trabajo. En Europa occidental, por
el contrario, la explotación capitalista a la que el cine se halla sometido impide que
se tome en consideración la legítima pretensión que el hombre tiene actualmente de
ser reproducido” pag 76 – 77
XII
“La reproductibilidad técnica de la obra de arte altera la relación entre éste y
la masa.” Pag 79
“cuanto más disminuye la significación social de un arte, tanto más se disocian
en el público —como resulta claro a propósito del caso de la pintura— la
actitud crítica y la de fruición. De lo convencional se goza acríticamente; lo
nuevo se critica con repugnancia. En el cine, en cambio, la actitud crítica y la
de fruición coinciden juntas en el público. La circunstancia decisiva a tal efecto
es que en ninguna parte más que en el cine las reacciones de los individuos,
cuya suma constituye la reacción masiva que hace al público, demuestran estar
condicionadas de antemano por su inmediata, inminente masificación, y que, al
anunciarse, se controlan” pag 79- 80
XIII