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LA MÚSICA TEATRAL
Mezcla híbrida, por tanto, de texto que se canta y de texto que se recita, la
mayor complejidad que irá adquiriendo el componente de la orquesta así como
la necesidad de llenar el espacio completo de un entreacto, harán posible el
extraordinario desarrollo de un género, en principio humilde, pero que con una
cierta rapidez se apodera de los escenarios para transformarse en uno de los
grandes reclamos de los públicos más diversos, incluidos los más populares.
Pues en palabras de Nipho «ya no se va al teatro por la comedia, sino por
sainetes y tonadillas».
Clasificación
Una posible clasificación debía atender, en primer lugar, al número de
personajes. En este sentido, se pueden establecer dos grandes grupos: de un
lado las tonadillas «a solo» con un único cantante —hombre o mujer— y, de
otro, las tonadillas «para interlocutores» con varios. A su vez estas últimas
podían ser a dos, tres, cuatro… Las primeras, más simples en sus formas
musicales, se basaban en la copla y en formas estróficas menores como la
letrilla; desde el punto de vista temático solían tener un fuerte carácter satírico
y burlesco. Frente a este esquema unipersonal, la tonadilla para varios
cantantes desarrollará escenas de conjunto que tienden hacia el cuadro
costumbrista tal y como lo había concebido Ramón de la Cruz para el sainete,
prodigando escenas inspiradas en la vida cotidiana y de las clases más
populares. Otra suerte diferente son aquellas que escapan de estos esquemas
iniciales para aventurarse por los terrenos de la comedia aburguesada de
mayor complejidad en todos sus aspectos.
El melólogo
Se trata de un género teatral en el que existe un equilibrio tal entre la palabra
hablada y la música, que la obra sin alguna de las dos pierde su sentido.
Sinónimo de melodrama, "diálogo en música", etimológicamente procede del
griego melos (música) y logos (discurso). En el melólogo la palabra en verso
se combina con la música orquestal, además de con la mímica. En su
representación se da un constante diálogo entre la orquesta y el actor situado
en el escenario. La música expresa los sentimientos y estados de ánimo que ha
de transmitir el personaje, así como el desarrollo de la propia trama. Adopta
generalmente la forma de monólogo en un solo acto, aunque también pueden
aparecer varios personajes y tener hasta tres actos.
El melólogo en España
El melólogo aparece en España en la última década del siglo XVIII gracias a
reconocidos dramaturgos de entonces como Francisco Luciano Comella,
Gaspar Zavala y Zamora, Vicente Rodríguez de Arellano, Fermín del Rey,
Rosa María Gálvez y José Concha, entre otros. El gaditano Juan Ignacio
González del Castillo escribió el que se tiene como antecedente del
género, Hannibal (1788). Sin embargo, es Guzmán el Bueno (1790), del
fabulista Tomás de Iriarte, el primer melólogo considerado como tal. En años
posteriores se estrena una multitud de melólogos, cuyo éxito nos muestra la
cartelera de la época por el número de representaciones y la recaudación. Uno
de los más celebrados fue Doña Inés de Castro (1793), escena trágico lírica,
de Comella, con música de Blas de Laserna.
La temática del monólogo era extraordinariamente variada: neoclásica,
mitológica, hispánica, americana, exótica, sentimental, patriótica o de terror.
Hay contabilizados cerca de cien melólogos entre 1790 y 1808. La mayoría de
sus libretos manuscritos e impresos se encuentran en la Biblioteca Histórica
de Madrid y la Biblioteca Nacional de España. Desgraciadamente, no se
conservan las partituras de todos ellos, pero las existentes muestran la calidad
de la música compuesta para este género.
Lo gestual
Como ya se ha indicado, en el melólogo español, mientras suena la música, el
actor deja de declamar y pasa a expresar corporalmente las diferentes
situaciones y emociones que vive el personaje. Estos momentos son esenciales
y en ellos podemos distinguir dos tipos de actuación: pantomimas
o scenas mudas y estatuarias o tableaux vivants.
Las pantomimas o escenas mudas son gestos en movimiento y las estatuarias
o tableaux vivants (cuadros vivientes) son gestos congelados, fijos. Tanto las
pantomimas como las scenas mudas eran formas independientes, pero también
se podían encontrar inmersas en otros géneros, y en el melólogo son
imprescindibles. Aparecen en momentos concretos de los melólogos, cuando
el dramaturgo quiere aclarar una situación o cuando existe un importante
momento escénico de tensión, reflexión o incluso durante el clímax de la obra.
Comienzo del melodrama trágico El
estatuario griego o La Eudoxia, de Luciano Francisco Comella, 1789. Biblioteca
Histórica Municipal, signatura BHM Tea 1-28-2, A.
El gusto por la estética del cuadro y por las esculturas clásicas hace surgir el
interés por vivificar seres inanimados y estatuas, como ocurre en el
mencionado Pygmalion, de Rousseau, o en El estatuario griego (1800), de
Comella. Surgieron entonces las llamadas "figuras corpóreas", mecanismos de
relojería que se pusieron de moda en el Madrid de fines del siglo XVIII y
primeros años del XIX, y que representaban obras de moda, entre ellas
muchos melólogos.
Las formas musicales dieciochescas surgieron de esa búsqueda por engarzar
diferentes lenguajes, como son la palabra, la música y el gesto, enriqueciendo
el mundo escénico. Muchos de estos géneros desaparecieron como tales, pero
sin duda su esencia se ha mantenido en el tiempo, diluida en multitud de
manifestaciones artísticas.
Bibliografía
ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín y LOLO, Begoña,
(eds.): Teatro y música en España: los géneros breves en la
segunda mitad del siglo XVIII, Madrid, Universidad Autónoma
de Madrid / CSIC, 2009.
HUERTA CALVO, Javier, (ed.): Historia del teatro breve en
España, Madrid / Fráncfort, Iberoamericana / Vervuert, 2008.
HUERTAS VÁZQUEZ, Eduardo: Teatro musical español en
el Madrid ilustrado, Madrid, Editorial El Avapiés, 1989.
SCARTON, Cesare: Il Melologo. Una ricerca storica tra
recitazione e musica, Città di Castello, Edimond, 1998.
SUBIRÁ, José: El compositor Iriarte y el cultivo español del
melólogo, Barcelona, CSIC, 1949, 2 vols
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Sin embargo, el que se alzó con el primer lugar, hasta el punto de que se le
conoció como "la catedral del género chico", fue el Teatro Apolo. Inaugurado
en 1873 en la calle de Alcalá, estaba destinado a ser un teatro "de verso", de
sesión única en donde se estrenasen las obras de los escritores de prestigio y
donde actuasen las mejores compañías del momento. Era un teatro lujoso, de
gran capacidad (solo superado por el Teatro Real) y contaba con los mayores
adelantos técnicos para una puesta en escena de gran espectáculo al estilo de
los grandes teatros europeos. Sin embargo, después de unos comienzos
prometedores, el teatro no logró los resultados esperados y en la temporada
1879-1880 se decantó por el género chico. A partir de ese momento, y hasta
su cierre en 1929, el Apolo fue el centro de los grandes éxitos del género. A
sus sesiones acudía lo más granado de la sociedad madrileña, especialmente a
la famosa "cuarta de Apolo", que acababa siempre de madrugada, hora muy
adecuada a la vida noctámbula madrileña.
Hoy día, a partir de los estudios de la profesora Pilar Espín, se acepta que los
subgéneros del género chico se reducen a seis: sainete, pasillo, revista, juguete
cómico, zarzuela y parodia. En gran parte son géneros musicales, aunque
alguno de ellos se resiste más a la introducción de la música, como es el
juguete cómico, mientras que otros son casi obligatoriamente líricos, como la
revista y la zarzuela. Cada uno de estos subgéneros tiene características
propias que lo distinguen de los otros. El costumbrismo que es casi
inexcusable en el sainete tiene un papel mínimo en la revista, que tiende en
cambio a la utilización de figuras fantásticas o alegóricas, que serían a su vez
impensables en el juguete cómico.
Bibliografía
DOMENECH RICO, Fernando (ed.): La zarzuela chica
madrileña, Madrid, Castalia, 1998.
ESPÍN TEMPLADO, María Pilar: El teatro por horas en
Madrid (1870-1910)), Madrid, Instituto de Estudios Madrileños /
Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, 1995.
HUERTA CALVO, Javier (dir.): Historia del teatro breve en
España, Madrid / Fráncfort, Iberoamericana / Vervuert, 2008.
Fernando Doménech RicoReal Escuela Superior de Arte Dramático