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Ensayo argumentativo

Los Smartphones y la dependencia que han creado en la sociedad actual.

La llegada de los Smartphones permitió una globalización en muchos


aspectos. Además de facilitar significativamente el tema de la comunicación,
es también una herramienta que permite sincronizar y visualizar cuentas de
correo electrónico, cuentas bancarias, redes sociales y muchos más, de una
manera más versátil y rápida. A partir de esto, se puede decir que los
Smartphone hacen parte de nuestra vida personal y social. Pero, esto infiere
drásticamente en el tiempo invertido en la vida personal desde un aspecto
digital, contra la vida real, la cual se considera ha pasado a un estado de
segundo plano, y tendría que ser re evaluada en el sentido de ¿Qué tan
dependiente es la comunidad actual al Smartphone? A continuación se
expondrán factores relevantes a la pregunta anterior.

El Smartphone simbolizado como la pesa que llevamos encadenada a nuestros


pies. Actualmente estos teléfonos inteligentes, tienen la capacidad de
almacenar tantas cosas (música, fotos, imágenes, videos, archivos, etc.) que no
solo guarda nuestros gustos, sino que también de manera inconsciente estamos
llevando las cosas que de alguna manera nos obligan a crear dependencia de
estos, como lo son las relaciones personales, problemas laborales, estudios,
etc. Lo que puede traducirse a que estos teléfonos son la representación de las
cosas que se están añadiendo en él ya sean cosas positivas o negativas.

Las relaciones sociales y la comunicación son base de todas las necesidades.


Es un hecho que hacer vida social y mantener una comunicación constante y
activa con las personas que nos rodean, son un factor que infiere en la
dependencia de estos artefactos. Se puede tomar en cuenta el siguiente aporte
de aporte de William Bortot: quien expone que la comunicación, es un
fenómeno que establece una relación entre dos o más individuos, basada en el
intercambio de mensajes o ideas, medio a través del cual se desarrollan todas
las relaciones humanas.

En conclusión. La dependencia de la comunidad en los teléfonos inteligentes


es un hecho inevitable e irreversible, en donde las necesidades y los gustos
juegan un papel importante de esta problemática, con una posible interrogante
sobre ¿ será posible desvincular la vida personal de estos artefactos?.

COVID-19: Cultivar el pensamiento crítico es más necesario que nunca


“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo”,
decía el filósofo español Ortega y Gasset. Después de muchas semanas
confinados en nuestros hogares, la filosofía detrás de estas palabras se
torna fundamental. No tanto por el sentido estricto de sobrevivir a la
pandemia, sino también por el efecto de este nuevo contexto que nos
condiciona, que impacta a nuestra salud mental, a nuestros
comportamientos y, a fin de cuentas, a nuestra felicidad.

Para Ortega, el grado en que un acontecimiento nos afecta está


condicionado no tanto por lo que sucede, sino por la manera en la que
interpretamos este acontecimiento. Para lograr una interpretación
virtuosa del contexto actual, es fundamental el pensamiento crítico.

La universidad, además de ser un espacio de transmisión de


conocimiento, debe ser un espacio de transformación para los jóvenes.
Un entorno donde continúen aprendiendo a pensar, a atreverse a usar
su propia razón (sapere aude), a comprender y controlar sus
emociones, a interpretar mejor su contexto y actuar en él de manera
ejemplar.
En este camino y lucha contra la COVID-19, su pensamiento crítico se
enfrentará a muchos retos y obstáculos. Me gustaría resaltar cuatro:

1. La lucha contra el hiperconsumo experiencial y la


drogodependencia emocional
Según el filósofo José Carlos Ruiz, asociamos la felicidad al consumo
emocional y no a la razón. Dado que el consumo material ha sido
moralmente bastante criticado, la actual tendencia de la sociedad nos
ha desplazado a un constante consumo experiencial, donde buscamos
sensaciones que nos perturben, que nos exciten, y que sean capaces de
alterar nuestro estado de ánimo (siempre asociado a emociones
positivas).

Nos hemos convertido en drogodependientes emocionales. Ante esa


inmersión en la hiperactividad, no es extraño que el primer fin de
semana del confinamiento los grupos de whatsapp se llenaran de
decenas de recursos para mantener nuestra diaria dosis de consumo
experiencial (obras de teatro online, conciertos en directo en
Instagram, videollamadas, libros y películas gratuitos, etc…). No es
extraño que para gran parte de la sociedad el confinamiento haya
generado emociones de insatisfacción, de angustia y, en muchas
ocasiones, de ansiedad o tristeza, mezclada con un aburrimiento que
para algunos resulta insoportable.
En 2014, un estudio publicado en la revista Science liderado por
Timothy Wilson reunió a distintos grupos de personas para que
estuvieran solos en un espacio cerrado y sin objetos.

Al experimento le añadió la posibilidad de que los participantes


pudieran aplicarse descargas eléctricas suaves, algo que aparentemente
nadie buscaría hacerse a sí mismo. Un gran porcentaje de personas, al
no soportar su aburrimiento y adicción a la hiperactividad, se aplicó las
descargas a partir del sexto minuto. El estudio sugirió como
conclusiones que a casi nadie le gustaba pensar en soledad, que nos
cuesta mantener la mente en calma y que la gente necesita un sentido o
propósito ante esas situaciones.

La felicidad actual parece estar estructurada en una especie de to-do


list (practicar el último deporte de moda, usar la última red social de
actualidad, comer en el nuevo restaurante, visitar el país o la ciudad en
boga…). Para sobrevivir a esta drogodependencia emocional es
necesario educar personas equilibradas (virtuosas, como definiría
Aristóteles), que sean capaces de comprender y controlar sus
emociones y puedan usar el parapeto del tiempo y la distancia. Esto
permitirá apreciar las cosas buenas que tiene el disponer de más
tiempo con nosotros mismos y disfrutar de las diferentes actividades
que nos permite el actual contexto.
No es tarea fácil ya que, como explicaría Gilles Lipovetsky,nuestra
felicidad es paradójica. Ahora podemos tener tiempo para leer aquellos
libros pendientes, para centrarnos más en los estudios, para llamar
más a menudo a la familia, pero a la vez nos angustia no poder viajar,
no salir a los restaurantes, no consumir aquellas ansiadas experiencias.
Contradicciones que también tenemos que aprender a vivir como algo
interno y común a nosotros mismos.

2. Discernir las amistades fuertes y verdaderas


Un estudio liderado por Robert Waldinger en la universidad de
Harvard trató de contestar a la pregunta ¿Qué nos hace envejecer con
salud y felicidad? El estudio comenzó en 1938 y examinó la vida de más
de 1 300 personas durante 80 años, analizando los factores que hacían
que algunas personas envejecieran felices y con salud y otras
terminaran con debilitamiento mental e infelices.
Los resultaron mostraron que no era el dinero, la reputación o la fama,
sino la fortaleza de las relaciones con los amigos, la familia, la
comunidad y la pareja lo que les hacía tener una vida más feliz y
saludable. En los días más complicados del confinamiento, esas
relaciones nos ayudan más que nunca.

El pensamiento crítico es lo que nos permite distinguir las buenas


amistades y las relaciones inteligentes de las que no implican afectos
verdaderos. Aristóteles diferenciaba tres tipos de amistad: una primera
utilitaria, donde los amigos tienen una utilidad común y la amistad
termina cuando esa utilidad desaparece; una segunda sobre la
diversión, basada en el entretenimiento común hasta que este existe; y
una última sobre la excelencia, una amistad virtuosa que requiere una
atención mutua y que busca la virtud, el éxito y la felicidad del otro.
Para Aristóteles, aprender a distinguir estas amistades era
fundamental.

3. Distinguir nuestra circunstancia real de la virtual


Para José Carlos Ruiz, las redes sociales nos permiten desarrollar
nuestro avatar y una nueva “circunstancia” virtual. En el mundo real,
nosotros y nuestras circunstancias están predefinidas, mientras que en
el mundo virtual elegimos nosotros quién queremos ser, mostramos lo
que queremos enseñar. Nos encontramos con una circunstancia virtual
donde muchas personas aparentan felicidad, sonríen, salen perfectas
en los selfies y se mantienen ocupadas en actividades de manera
constante.
Dado que el tiempo empleado en internet crece exponencialmente, y
más en cuarentena, esto puede rodearnos de pensamientos dañinos y
de ideas insustanciales. El mayor problema es que no sepamos definir
el yo real (circunstancia real) con el yo virtual (circunstancia virtual).
Cuando el yo real se contempla desde las circunstancias virtuales o
viceversa, es decir, cuando comparamos la fortaleza de nuestras
amistades con el número de likes que tenemos o cuando no sabemos
valorar nuestras propias realidades, ya que nos comparamos con las
circunstancias virtuales que creemos ver en los avatares virtuales de
otras personas, estamos distorsionando la perspectiva y falsificando las
circunstancias.
Si no queremos acabar con cuerpos esculturales pero medicados para
luchar contra una sensación de vacío que nos atemoriza, debemos
protegernos con el pensamiento crítico.
4. Regar la felicidad del árbol ante la felicidad del césped
Cuando queremos que una planta dé sus mejores frutos, debemos
cuidarla diariamente, cultivarla poco a poco para que ofrezca esos
frutos. Lo mismo sucede con la felicidad y el aprender a pensar. José
Carlos Ruiz lo distingue entre la felicidad del césped y la felicidad del
árbol.

El césped crece rápido y es, estéticamente, muy bonito y cómodo. Nos


proporciona una recompensa inmediata, ideal en la sociedad del
instante y de la búsqueda de resultados rápidos, de la
“turbotemporalidad”. Sin embargo, el césped se muere pronto y se
arranca fácilmente.

El árbol necesita que una semilla plantada tenga tiempo para germinar,
necesita de cuidados, de riego y de bastante inversión al comienzo, sin
que se reciba ningún resultado temprano. Sin embargo, con el tiempo,
las raíces crecen y buscan su propio alimento, el árbol crece y resiste los
cambios meteorológicos, e incluso da sombra y refugio a quien lo
necesita.

Aprender a pensar, el desarrollo del pensamiento crítico, los


comportamientos virtuosos o el cuidado de las verdaderas amistades
requiere tiempo, atención y cuidado. Requiere asumir
responsabilidades. La felicidad del árbol nos permitirá salir adelante de
esta pandemia con mayor resiliencia. Pocas veces aprender a pensar
fue tan importante para nuestra felicidad como lo es en estos tiempos .

Santos Porras, Borja. IE School of Global and Public Affairs, IE University.Recuperado:

https://theconversation.com/covid-19-cultivar-el-pensamiento-critico-es-mas-necesario-
que-nunca-137448

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