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EL VIRREINATO DEL PERÚ

El Virreinato del Perú fue una entidad territorial del Imperio español creada por la Corona
Española en el año 1542, con capital en la ciudad de Lima, durante su dominio en el Nuevo
Mundo. En un principio, su territorio comprendía casi toda América del Sur, incluyendo
Panamá y algunas islas de Oceanía. Aunque no incluía Venezuela, que dependía de la Real
Audiencia de Santo Domingo, ni los territorios al este de la línea del Tratado de Tordesillas que
pertenecía al Imperio de Portugal.4 Dos siglos después, su inmenso territorio sufrió tres
importantes mermas. En 1717 se creó el Virreinato de Nueva Granada al norte. En 1776 se
creó el Virreinato del Río de la Plata al sur. Al mismo tiempo la colonia portuguesa del Brasil
extendía sus fronteras tomando territorios de la Amazonia.

A pesar de las pérdidas territoriales, todavía a principios del siglo XIX el virreinato del Perú era
la principal posesión de la Corona española al tratarse de una de sus principales fuentes de
riqueza.5

El proceso de independencia hispanoamericana inició el fin del virreinato, conflicto en el que


se mantuvo en el bando realista, y funcionó como un importante bastión y centro estratégico
de la Corona española en América del Sur. Esto provocó la guerra con la Provincias Unidas del
Río de la Plata (creada tras la caída del virreinato homónimo), el cual por el contrario había
elegido el camino de la independencia y desde 1810 enviaba fuerzas libertadoras en todas
direcciones. Tras independizar la Capitanía General de Chile, el general rioplatense José de San
Martín giró nuevamente su atención hacia Perú y preparó un ataque naval. La campaña fue un
éxito y San Martín declaró la independencia del Perú, para acto seguido retirarse de su carrera
militar. Aún quedaban áreas bajo control realista, así que continuó con la tarea
independentista el general grancolombiano Simón Bolívar con la intervención de la Gran
Colombia, quien utilizó el apoyo de las guerrillas peruanas y todos los recursos de logística de
la sierra peruana, requisando todo lo necesario para una guerra de posiciones. Tras la batalla
de Ayacucho el virreinato perdió su rumbo con solo algunos focos de lealtad a la Corona en los
Andes y la costa del bajo y alto Perú. Con divisiones internas, sin auxilios de la España
peninsular y prácticamente aislado del mundo, la resistencia del virreinato peruano sucumbió
en 1824.

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