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Capı́tulo 4

Influencia del Terreno sobre la


Propagación

En este Capı́tulo examinaremos las distintas formas en las que la presencia de la

superficie terrestre afecta la propagación de las señales de microondas. Básicamente,

la influencia del terreno se hace patente a través de los fenómenos de difracción

y reflexión. La difracción ocurre cuando la trayectoria radioeléctrica es interceptada

por los obstáculos presentes en el terreno tales como colinas, edificaciones, vegetación,

etc. No existe un método riguroso que permita estimar el efecto de la enorme variedad

de posibles obstáculos sobre la señal recibida, por lo que nos limitaremos a considerar

cierto tipo de obstáculos que constituyen abstracciones teóricas, y que por lo tanto no

representan más que aproximaciones de la realidad. Ya que necesitamos considerar

la influencia de los obstáculos que pueden hallarse en el camino de la trayectoria

radioeléctrica, nuestro primer problema será el representar adecuadamente el perfil

de la superficie terrestre a lo largo de un vano. Seguidamente daremos comienzo a

nuestro estudio de la difracción presentando el principio de Huygens y el concepto

de zonas de Fresnel. Estas nociones nos permitirán suplir las limitaciones de la teorı́a

de trayectorias y obtener estimados de la pérdida producida por las obstrucciones

141
142

de la trayectoria radioeléctrica. Consideraremos dos modelos básicos en cuanto a los

posibles obstáculos que puede encontrar una trayectoria radioeléctrica: el modelo del

filo de cuchillo y el modelo de la colina redondeada, a partir de los cuales derivan

otros modelos más elaborados como las secuencias de filos de cuchillo y las secuencias

de colinas redondeadas. Las conclusiones obtenidas serán aplicadas al problema del

cálculo de la altura de las antenas en un vano.

La superficie terrestre puede reflejar las ondas electromagnéticas, lo que da lugar

a trayectorias múltiples que pueden degradar significativamente el funcionamiento de

un sistema de comunicaciones. En una primera etapa estudiaremos el problema de la

reflexión sobre una tierra plana, introduciendo el concepto del coeficiente de reflexión

y estableciendo diferencias entre reflexión especular y reflexión difusa. Ello nos permi-

tirá apreciar cómo la geometrı́a y las propiedades eléctricas del terreno influencian la

magnitud y fase del campo eléctrico de la señal reflejada. A continuación analizaremos

formalmente las consecuencias que sobre la señal recibida tiene la presencia de una

trayectoria reflejada en función de la geometrı́a del vano. Posteriormente aplicaremos

estas ideas al caso de una tierra perfectamente esférica; en consecuencia necesitare-

mos estudiar una técnica que nos permita determinar en qué punto de la superficie

terrestre se produce la reflexión. Finalmente, examinaremos cómo el coeficiente de

reflexión se ve modificado sobre una tierra esférica a través del factor de divergencia.

4.1. Representación del Perfil de un Vano

Para poder analizar los efectos del terreno sobre la propagación de las microondas

es necesario contar con una adecuada representación gráfica del perfil terrestre a lo

largo del vano. Tal representación deberı́a mostrar de manera sencilla la forma y
143

la posición de los accidentes geográficos con relación a la trayectoria radioeléctrica,

pero su realización práctica está complicada por dos razones: a) Es deseable que

la trayectoria radioeléctrica esté dibujada como una lı́nea recta a pesar de que su

verdadera geometrı́a sea curva debido a la refracción atmosférica; b) El rango de

alturas encontradas en un vano tı́pico es mucho más pequeño que la distancia entre

las estaciones, por lo que de usarse una escala ajustada a esta última las alturas del

perfil serı́an virtualmente inapreciables en el diagrama resultante. Por ejemplo, si se

representa un vano con una distancia de 50 Km sobre una escala de 30 cm, serı́a

necesario que una trayectoria radioeléctrica estuviese a 1000 m de altura para poder

dibujarla 0.6 cm por encima de la lı́nea que representa la superficie terrestre en el

diagrama. Un diagrama con estas caracterı́sticas tendrı́a muy poca o ninguna utilidad

para nuestros propósitos.

Aunque inadecuada, la representación del perfil terrestre anteriormente descrita

nos servirá como punto de partida para elaborar un diagrama útil para el diseño de

radioenlaces. Debemos notar sin embargo que para poder representar las trayectorias

radioeléctricas como lı́neas rectas, la lı́nea de base con respecto a la que se miden las

elevaciones debe ser un arco de cı́rculo con un radio proporcional al radio efectivo de

la tierra definido en el Capı́tulo anterior. Examinaremos a continuación cómo puede

dibujarse tal lı́nea de base, la cual representará un arco de cı́rculo máximo1 sobre la

superficie de una tierra perfectamente esférica.

1
Un cı́rculo máximo es aquel que resulta de la intersección de una esfera y un plano que pasa por
el centro de la misma.
144

4.1.1. Cálculo de la Sagita

Sean dos puntos A y B separados una distancia d sobre un arco de cı́rculo corres-

pondiente a una tierra con radio R0 , tal como se aprecia en la Fig. 4.1. Este arco

es la curva de altitud cero o lı́nea de base con respecto a la cual medimos las alturas

sobre la superficie terrestre. Denominamos con el nombre de sagita ó flecha f0 a la

distancia entre la cuerda del arco AB y un punto cualquiera sobre la superficie de la

tierra. Queremos hallar una expresión para la sagita en función de las distancias d1 y

d2 entre un punto sobre la superficie terrestre y los extremos del vano. Sin embargo,

antes de proseguir es necesario hacer notar que las distancias normalmente cubiertas

por los radioenlaces de microondas son mucho más pequeñas que el radio terrestre; en

consecuencia, la distancia entre dos puntos medida sobre la superficie de una tierra

perfectamente esférica difiere muy poco de la distancia medida a lo largo de la cuerda

que une dichos puntos. Por ejemplo, si la distancia entre dos puntos medida sobre la

superficie terrestre es de 100 Km, la correspondiente distancia medida sobre la cuerda

que une dichos puntos será de 99.999 Km.

Comencemos calculando las distancias P y Q mostradas en la Fig. 4.1. Tenemos

que: s s
µ ¶2 µ ¶2
2 d d
Q= R0 + = R0 1 − (4.1.1)
2 2R0
Pero la distancia d es mucho menor que el radio terrestre R0 , por lo que mediante un

desarrollo en series llegamos a:


" µ ¶2 #
1 d
Q ≈ R0 1− (4.1.2)
2 2Ro
Similarmente, para P ocurre que
s µ ¶2 s µ ¶2
d d 2 − d/2
P = R02 + d2 − = R0 1 − (4.1.3)
2 R0
145

F0
A f0 B

P R0
Q
R0

d1 d2
d
Figura 4.1: Geometrı́a para el cálculo de la sagita.

Por lo que de forma parecida se llega a:


s µ ¶2
1 d2 − d/2
P ≈ R0 1− (4.1.4)
2 R0

La sagita f0 de un punto cualquiera de la superficie terrestre será igual a la dife-

rencia entre P y Q:
d1 d2
f0 = P − Q = (4.1.5)
2R0
La sagita máxima F0 ocurrirá para d1 = d2 :

d2
F0 = (4.1.6)
8R0

Por último, consideremos que el radio terrestre es corregido con el factor K:

d1 d2 d2
f= ;F = (4.1.7)
2KR0 8KR0

Nótese el hecho de que en la nomenclatura de la flecha hemos reservado el subı́ndice

‘0’ para aquel caso en el que K = 1.


146

4.1.2. Diagramas de Arco Elı́ptico y Arco Parabólico

Veamos a continuación de qué modo pueden construirse un diagrama que per-

mita la adecuada representación del perfil de un vano. Refiriéndonos a la Fig. 4.1,

observamos que una posible alternativa para el dibujo de los perfiles serı́a el usar dos

escalas diferentes: una para representar las distancias a lo largo de la cuerda AB y

otra para representar alturas en dirección perpendicular a dicha cuerda. Por ejemplo,

supongamos que se representa una distancia de 45 Km y un rango de alturas de 300 m

sobre una hoja de 30 cm de longitud por 10 cm de ancho. Ello supondrı́a el empleo de

una escala horizontal de 1.5 Km/cm y una escala vertical de 30 m/cm. El diagrama

resultante estarı́a alargado en dirección normal a la cuerda por un factor igual a la

razón entre las escalas empleadas. En lo sucesivo nos referiremos a tal factor como

la razón de escalas S del diagrama. En el ejemplo el factor de escala utilizado serı́a

S = 50.

La expansión de la escala vertical convertirá el arco de cı́rculo que representa la

superficie de una tierra esférica en un arco de elipse, razón por la cual nos referiremos

al diagrama resultante como un diagrama de arco elı́ptico [Livingston, 1970, p. 76]. La

Fig. 4.2 representa un vano en el que la distancia entre los extremos ha sido exagerada

para poder apreciar mejor las caracterı́sticas de este tipo de representación.

En esta figura la superficie de una tierra esférica está representada por el arco de

cı́rculo ADB centrado en el centro de la tierra O, en tanto que AD0 B representa el

arco elı́ptico que resulta al expandir la escala en dirección normal a la cuerda ACB.

Hay tres estructuras verticales sobre la superficie de la tierra representadas por los

segmentos AA1 , DD1 y EE1 , y cada una de ellas yace sobre una lı́nea que parte

desde el centro de la tierra O y pasa por sus bases; esto es congruente con el hecho
147

Figura 4.2: Efecto de la expansión de la escala vertical.

de que la dirección de la vertical sobre la superficie terrestre cambia de un punto

a otro. Cuando el diagrama es expandido en dirección normal a la cuerda AB las

mencionadas estructuras verticales se transforman en los segmentos de lı́nea AA01 ,

D0 D10 y E 0 E10 . Las proyecciones horizontales de estos segmentos no son afectadas por

la expansión, en tanto que sus respectivas proyecciones verticales están multiplicadas

por la razón de escalas, la cual estará dada por el cociente D0 C/DC.

Al inspeccionar el diagrama resultante son evidentes dos cosas: a) los segmentos

AA01 , D0 D10 y E 0 E10 no son normales a la superficie terrestre; b) dichos segmentos no


148

son paralelos entre sı́. Para que no ocurra lo primero es necesario que la razón de

escalas se aproxime a la unidad; en tanto que para evitar lo segundo se necesitan

altos valores del factor de escala, vanos cortos o que la distancia entre las estructuras

sea pequeña en comparación con el radio de curvatura del perfil, lo cual se cumple

en la mayorı́a de los radioenlaces. Vemos por lo tanto que incurriremos en un error

despreciable si tomamos la vertical en la misma dirección (normal a la cuerda AB) a

todo lo largo del diagrama.

El principal problema asociado con un diagrama de este tipo es el de su construc-

ción. Un posible método serı́a el dibujar punto a punto la lı́nea de base a partir de

la ecuación de la elipse. Si se considera un sistema de coordenadas cartesianas con

origen en el punto C y cuyo eje ‘x’ coincidiese con la recta CB la ecuación del cı́rculo

a partir del cual se origina la elipse será:


à r !2
2 l2
x + y+ (KR0 )2 − = (KR0 )2 (4.1.8)
4

En esta expresión l es la longitud de la cuerda AB. Al despejar y tenemos


r
p l2
y = (KR0 )2 − x2 − (KR0 )2 − (4.1.9)
4

Y al multiplicar la ordenada por el factor de escala S se llega a una expresión para

el arco elı́ptico que servirá de lı́nea de base en el dibujo del perfil:


" r #
p l 2
y=S (KR0 )2 − x2 − (KR0 )2 − (4.1.10)
4

A medida que la excentricidad de la elipse que origina el diagrama de arco elı́ptico

se aproxima a la unidad, dicho arco se aproxima a una parábola. En el ejemplo citado

anteriormente en el que la razón de escalas S es 50 el valor de la excentricidad de la

elipse es 0.98, un valor lo suficientemente cercano a la unidad como para que aquella
149

porción de la elipse por encima de la cuerda AB en la Fig. 4.2 sea muy aproxima-

damente una parábola. En tal caso, el diagrama obtenido se denomina diagrama de

arco parabólico. Aún en circunstancias en las que la excentricidad no se aproxima a la

unidad la diferencia entre un arco elı́ptico y un arco parabólico es despreciable. Por

ejemplo, en un vano de 5 Km con un factor de escalas de 2 la excentricidad es 0.5;

sin embargo la máxima diferencia entre las alturas proporcionadas por los diagramas

de arco elı́ptico y parabólico es del orden de 10-8 m.

Para encontrar una expresión que nos permita representar un diagrama de arco

parabólico podemos realizar una expansión binomial en la Ec. (4.1.10) despreciando

los términos de orden superior basándonos en el hecho de que x << (KR0 )2 y l2 <<

4(KR0 )2 . El resultado es:


l2 − 4x2
y=S (4.1.11)
8KR0
Si denotamos como d1 y d2 las distancias sobre la abcisa desde un punto cualquiera

hasta los extremos A y B del arco parabólico, las distancias l y x pueden ser expresadas

como d1 + d2 y (d1 − d2 )/2 respectivamente. Al substituir estas cantidades en la

ecuación anterior se tiene:


d1 d2
y=S (4.1.12)
2KR0
Si se compara esta expresión con la Ec. (4.1.7), se observa que el diagrama de arco

parabólico se obtiene simplemente al multiplicar la sagita f por el factor de escalas

S:

y = Sf (4.1.13)

Examinemos a continuación de qué manera podemos construir un arco parabólico

que nos sirva de lı́nea de base en la representación de las elevaciones a lo largo del perfil

de un vano. Sean d la distancia cubierta por el vano y h el respectivo rango de alturas


150

a lo largo del mismo. Asimismo, sean H y V las dimensiones horizontal y vertical del

diagrama deseado en centı́metros. La razón de escalas estará dada entonces por:


dV
S= (4.1.14)
hH
Un primer paso serı́a modificar la Ec. (4.1.12) de modo que las distancias pudiesen

ser ingresadas en centı́metros. Para ello hacemos


( µ ¶
d1 = x S d d
⇒ y[m] = d−x x (4.1.15)
d2 = d − x 2KR0 H H

En esta expresión x es la distancia horizontal en centı́metros desde el extremo izquier-

do del diagrama hasta cualquier punto del mismo. De lo anterior resulta


S d2
y[m] = (H − x)x (4.1.16)
2KR0 H 2
Ahora es necesario que los valores suministrados por la Ec. (4.1.16) también estén

expresados en centı́metros. Para ello tengamos en cuenta que la distancia entre el eje

horizontal y el punto más alto del arco parabólico representará el valor de la flecha

máxima F . Por lo tanto es necesario multiplicar (4.1.16) por la razón entre la flecha

máxima y la máxima altura ymax alcanzada por el arco parabólico. De acuerdo a la

Ec. (4.1.13) tal altura máxima será:

ymax [m] = SF (4.1.17)

de modo que
S d2 F 1 d2
y[m] = (H − x)x = (H − x)x (4.1.18)
2KR0 H 2 SF 2KR0 H 2
Para que la altura y del arco parabólico quede expresada en centı́metros dividimos

la expresión anterior por la escala vertical h/V :


1 V d2
y[cm] = (H − x)x (4.1.19)
2KR0 h H 2
151

Y por aplicación de la Ec. (4.1.14) llegamos finalmente a:

S d
y[cm] = (H − x)x (4.1.20)
2KR0 H

Figura 4.3: Diagrama de arco parabólico para K = 4/3.

Las Figs. 4.3 y 4.4 muestran diagramas de arco parabólico para K = 4/3 y K =

2/3, los cuales pueden utilizarse siempre que la razón de escalas sea un múltiplo entero
152

de 1.98. De hecho, los diseñadores de estos diagramas sugieren rangos de altura de

250, 1000 y 4000 metros para distancias de 60, 120 y 240 kilómetros respectivamente.

Figura 4.4: Diagrama de arco parabólico para K = 2/3.

Puede observase en estos diagramas que la dirección de la vertical es siempre la

misma y que los valores de la sagita a lo largo de la lı́nea de base del diagrama son

mayores para K = 2/3, lo cual es congruente con el hecho de que una reducción en el
153

valor de K corresponde a un aumento de las alturas aparentes a lo largo del trayecto,

tal como se mencionó en el Capı́tulo anterior. Se aprecia asimismo que los diagramas

incluyen información relativa al nombre de las estaciones, sus alturas con respecto al

nivel del mar, las alturas de las torres que soportan las antenas y la distancia entre

estaciones.

4.1.3. Consideraciones para el Dibujo de Perfiles

Los perfiles de los vanos que van a ser representados en los diagramas de arco

parabólico son construidos a partir de tablas que contienen alturas y distancias. La

principal fuente a partir de la cual son generadas estas tablas son mapas topográficos

de la zona en la que el radioenlace va a operar, los cuales deberán estar provistos

de curvas de elevación. La información obtenida a partir de los mapas es por sı́ sola

insuficiente; por lo que debe suplida, corregida o substituida de acuerdo a las obser-

vaciones realizadas en la inspección ocular del terreno. Cuando se carece de mapas

confiables, la información obtenida de la inspección in situ constituye la única fuente

a partir de la cual se podrán hacer estimaciones que incidirán sobre el funcionamiento

futuro del sistema.

A efectos de una planificación preliminar pueden utilizarse mapas aeronáuticos, los

cuales por lo general están elaborados a una escala de 1:250.000 [Lenkurt 1970]. Dichos

mapas pueden servir para determinar las rutas a seguir en cada uno de los vanos y

para fijar las posiciones de las estaciones terminales y repetidoras. Posteriormente

será necesario utilizar mapas que permitan representar con suficiente exactitud las

elevaciones y distancias a lo largo de los vanos. Por ejemplo, pueden usarse mapas a

escala 1:50.000 con curvas de elevación espaciadas cada 50 metros.


154

Una vez que las posiciones de las estaciones han sido ubicadas en los mapas, se

dibujan lı́neas rectas entre ellas que representando cada uno de los vanos, a lo largo

de las cuales se ubicará un conjunto de puntos regularmente espaciados. El número

de puntos a lo largo de cada vano es una función de la rugosidad del terreno. En

vanos sobre agua o llanuras bastará con algunos pocos puntos, en tanto que para

terreno accidentado será necesario tomar la elevación al menos cada dos kilómetros.

Posteriormente, en cada punto se estimará la altura utilizando para ello las curvas

de elevación del mapa, lo cual requerirá en muchos casos interpolaciones entre curvas

adyacentes. De esta manera para cada vano se construirá una tabla preliminar de

distancias versus alturas, la cual servirá de guı́a para la posterior inspección sobre el

terreno. En aquellos casos en los que no se cuenta con mapas suficientemente detalla-

dos será necesario realizar un levantamiento topográfico a lo largo de los vanos, el cual

puede facilitarse considerablemente mediante la utilización de equipo de navegación

satelital. Además de servir para la verificación de la información recabada a partir de

los mapas, la inspección in situ permite constatar la idoneidad de las rutas escogidas

para los vanos en cuanto a:

Lı́nea de vista entre las estaciones.

Posiciones y alturas de las estaciones.

Presencia de vegetación que en un futuro pudiese obstruir la lı́nea de vista.

Accesibilidad a los sitios en los que estarán ubicadas las estaciones.

Disponibilidad de energı́a eléctrica.

Investigación de las condiciones de propagación.


155

Existencia de otros sistemas que operan en las cercanı́as.

Los siguientes lineamientos dan una idea de las dificultades que cabe esperar de-

pendiendo del tipo de terreno en el que operará el radioenlace [Henne 1994]:

Terreno montañoso con algo de arbolado: La verificación de las posiciones de

las estaciones es difı́cil. De ser posible, úsese equipo de navegación satelital. La

confirmación óptica de la lı́nea de vista es difı́cil sin la ayuda de medios tales

como mástiles portátiles. Es recomendable usar una combinación de mapas y

altı́metro/equipo de navegación satelital.

Terreno montañosos con jungla o bosque denso: La verificación de las posiciones

de las estaciones es difı́cil. De ser posible, úsese equipo de navegación satelital.

La confirmación óptica de la lı́nea de vista es difı́cil sin la ayuda de medios tales

como mástiles portátiles.

Terreno montañoso: La verificación de las posiciones de las estaciones es fácil.

La lı́nea de vista puede verificarse ópticamente.

Areas llanas y desérticas: La verificación de las posiciones de las estaciones es

difı́cil. De ser posible, úsese equipo de navegación satelital. La confirmación

óptica de la lı́nea de vista es difı́cil sin la ayuda de medios tales como mástiles

portátiles.

4.2. El Principio de Huygens

Pasemos ahora a considerar las limitaciones que presenta la teorı́a de trayectorias

en cuanto al análisis de la difracción se refiere. De acuerdo a lo visto en el Capı́tulo 2,


156

una trayectoria radioeléctrica está asociada a la energı́a que viaja desde el transmisor

hasta el receptor a lo largo de un determinado camino. Si entre transmisor y receptor

estuviese interpuesto un obstáculo, no habrı́a ninguna trayectoria que pudiese llevar

energı́a entre ambos, por lo que bajo las suposiciones de la teorı́a de trayectorias no

deberı́a recibirse señal alguna. La experiencia nos demuestra que ello no ocurre ası́,

recibiéndose en muchos casos una señal que permite la satisfactoria operación de un

enlace. La Fig. 4.5 ilustra esta situación. Justo detrás del obstáculo existirá una zona

de penumbra dentro de la cual será posible la recepción, ası́ como una zona de sombra

en la cual no se recibirá señal alguna.

Tx

Zona de
penumbra Rx
Zona de
Sombra

Figura 4.5: Zonas de sombra y de penumbra en la vecindad de un obstáculo.

Para poder explicar este tipo de situaciones es necesario utilizar el principio de

Huygens, el cual establece que un frente de onda puede considerarse constituido por

un sinnúmero de fuentes o centros secundarios de radiación. Cada uno de estos radia-

dores secundarios emite a su vez ondı́culas cuya superposición da lugar a la formación

de un nuevo frente de onda de la radiación primitiva. Este proceso es ilustrado en

la Fig. 4.6, en la que se muestra un frente de onda esférico sobre el que se observan

los radiadores secundarios P1 , P2 , P3 , P4 y P5 . Las ondı́culas emitidas por los radia-

dores secundarios forman nuevos frentes de ondas esféricos, los cuales al combinarse

originan un nuevo frente de onda asociado a la energı́a radiada originalmente por Tx.
157

Por lo tanto, un frente de onda puede ser reemplazado por los centros de radiación

secundarios asociados al mismo, y el campo eléctrico recibido en un punto receptor

Rx será el resultante de las contribuciones provenientes de cada uno de los radiadores

secundarios, contribuciones que tendrán diferentes amplitudes y fases. El principio

P1
P2
P3

P4
Tx
P5

Figura 4.6: El principio de Huygens.

de Huygens ofrece una explicación a la situación descrita en la Fig. 4.5: la radiación

que alcanza la antena receptora proviene de aquellos radiadores secundarios que se

encuentran por encima del obstáculo.

4.3. Zonas y Elipsoides de Fresnel

De acuerdo al principio de Huygens, podemos considerar que el campo recibido

en la antena receptora es el resultado de la acción conjunta de los infinitos radiadores

secundarios distribuidos en la superficie de uno de los frentes de onda que se hallan

entre las antenas transmisora y receptora. Si alguna porción del frente de onda es
158

obstruida, el campo resultante en la antena receptora puede verse severamente ate-

nuado aún cuando la obstrucción no corte la lı́nea de vista entre las antenas. Más

aún, podemos inferir que este efecto se verá acentuado a medida que la obstrucción

se acerca a la mencionada lı́nea de vista. El concepto de las zonas de Fresnel nos

permite determinar el grado de atenuación producida por un determinado obstáculo.

C
B
P
Fn R
T o D d2
d1

Figura 4.7: Geometrı́a para la determinación de las zonas de Fresnel.

La Fig. 4.7 muestra una superficie plana ABCD perpendicular a la lı́nea de vista

T OR entre una antena transmisora T y una antena receptora R, las cuales supondre-

mos isotrópicas. Debajo de dicha lı́nea de vista yace una extensión de terreno con un

relieve irregular. El frente de onda proveniente de la antena T incide sobre la superficie

ABCD, por lo que de acuerdo al principio de Huygens sobre dicha superficie estarán

distribuidos un cierto número de radiadores elementales. En esta discusión supondre-

mos que las distancias d1 y d2 entre la superficie ABCD y las antenas T y R son lo

suficientemente grandes como para considerar que dicho frente de onda es esencial-

mente plano. El campo recibido en R será entonces la suma de los campos asociados

a los frentes de onda secundarios provenientes de dichos radiadores elementales.

Considérese ahora un radiador elemental ubicado en el punto P , el cual en general


159

estará situado a una distancia Fn del punto O. Siendo las antenas isotrópicas, la radia-

ción proveniente de T se propagará formando frentes de onda esféricos. Por la misma

razón, la respuesta de la antena R a un frente de onda incidente dependerá únicamen-

te de la amplitud y fase de los frentes de onda que llegan a dicha antena y no de la

dirección de la que éstos provienen. Posteriormente veremos que estas condiciones se

satisfacen aún cuando no se tengan antenas isotrópicas en aquellos puntos ubicados lo

suficientemente cerca de O como para que las directividades DR (θR , φR ) y DT (θT , φT )

de las antenas no varı́en apreciablemente.

Dado que el punto P está más alejado de la antena receptora que el punto O,

el campo eléctrico radiado por la antena T llegará a P un cierto tiempo después de

que ese mismo campo llegue al punto O. De la misma manera, el campo emitido por

el radiador elemental en P llega a R con un cierto retardo con relación al campo

proveniente del radiador elemental ubicado en O. Este retardo es función de la dife-

rencia entre las longitudes T P R y T OR recorridas por la radiación proveniente de

la antena transmisora T , por lo que a medida que la distancia entre los puntos P y

O es incrementada el retardo será mayor. De particular importancia será aquel con-

junto de puntos para los que la mencionada diferencia de longitudes sea exactamente

un múltiplo entero de media longitud de onda. El lugar geométrico de tales puntos

es una familia de cı́rculos concéntricos centrados en O, tal como demostraremos a

continuación. Examinando la Fig. 4.7 vemos que la diferencia de longitudes entre los

trayectos T P R y T OR será
λ
T P + P R − (d1 + d2 ) = n (4.3.1)
2
y en consecuencia podemos escribir
q q
λ
d1 + Fn + d22 + Fn2 − (d1 + d2 ) = n
2 2 (4.3.2)
2
160

En esta expresión Fn es el radio de la n-ésima zona de Fresnel. En la Fig. 4.7 tal

radio corresponde a la distancia entre los puntos P y O, por lo que podemos darnos

cuenta que el lugar geométrico de los puntos que satisfacen la Ec. (4.3.2) es un cı́rculo

centrado en O.

La Ec. (4.3.2) puede escribirse como


s µ ¶2 s µ ¶2
Fn Fn λ
d1 1+ + d2 1+ − (d1 + d2 ) = n (4.3.3)
d1 d2 2

y dado que las distancias d1 y d2 son mucho mayores que el radio de la n-ésima zona

de Fresnel en la gran mayorı́a de los casos se tiene que:


" µ ¶2 # " µ ¶2 #
1 Fn 1 Fn λ
d1 1 + + d2 1 + − (d1 + d2 ) = n (4.3.4)
2 d1 2 d2 2

Después de la necesaria manipulación algebraica se llega a


r
nλd1 d2
Fn = (4.3.5)
d1 + d2

El área encerrada dentro del cı́rculo de radio Fn definirá a la n-ésima zona de Fresnel.

De este modo, la región encerrada dentro del cı́rculo de radio F1 es la 1ra zona de

Fresnel, la región comprendida entre los cı́rculos de radios F1 y F2 es la 2da zona de

Fresnel, y ası́ sucesivamente, tal como se ilustra en la Fig. 4.8.

El radio F1 de la 1ra zona de Fresnel es el lugar geométrico de aquellos puntos P

tal que la diferencia de longitudes entre la trayectoria directa T OR y la trayectoria

indirecta T P R es λ/2:
r
λd1 d2
F1 = (4.3.6)
d1 + d2
Podemos obtener una expresión práctica para el radio de la 1ra zona de Fresnel

en metros substituyendo la longitud de onda λ en la expresión anterior por c/f ,


161

O
F2
F1

F3
R

Figura 4.8: 1ra, 2da y 3ra zona de Fresnel.

expresando la frecuencia en gigahertz y la distancia en kilómetros. El resultado es


s
d1 [Km]d2 [Km]
F [m] = 17,32 (4.3.7)
f [GHz]d[Km]

Una expresión práctica alternativa cuando la frecuencia está expresada en MHz es:
s
d1 [Km]d2 [Km]
F [m] = 548 (4.3.8)
f [M Hz]d[Km]

En las expresiones anteriores se puede apreciar que el radio de las distintas zonas

de Fresnel depende de las distancias d1 y d2 , y que el máximo valor de dicho radio

ocurrirá a mitad de camino entre las antenas transmisora y receptora:

1√
Fn(max) = nλd (4.3.9)
2
1√
F1(max) = λd (4.3.10)
2
s
d[Km]
Fn(max)[m] = 8,66 (4.3.11)
f [GHz]
162

s
d[Km]
Fn(max)[m] = 274 (4.3.12)
f [M Hz]

Si se comparan las Ecs. (4.3.5) y (4.3.6) vemos que:


Fn = nF1 (4.3.13)

Cuando se representan los cı́rculos que limitan a las distintas zonas de Fresnel a lo

largo de la distancia que separa las antenas transmisora y receptora, se obtienen sóli-

dos de revolución conocidos como elipsoides de Fresnel. El elipsoide correspondiente

a la 1ra zona de Fresnel está representado en la Fig. 4.9. La sección transversal del

trayecto presentará los cı́rculos concéntricos mostrados en la Fig. 4.8, cada uno de los

cuales determina un elipsoide a lo largo del trayecto.

Tx F1 Rx

Figura 4.9: El primer elipsoide de Fresnel.

Utilizando la Ec. (4.3.5) podemos demostrar que todas las zonas de Fresnel tienen

la misma área. Para ello notemos que el área Sn cubierta por la n-ésima zona de

Fresnel está dada por


£ ¤
2
Sn = π Fn2 − Fn−1 (4.3.14)

Al substituir (4.3.5) arriba se obtiene

λd1 d2
Sn = (4.3.15)
d1 + d2
163

El hecho de que esta última expresión sea independiente de n nos indica que todas

las zonas de Fresnel tienen la misma área. La superficie de cada zona de Fresnel es

aproximadamente la misma, de modo que la potencia transmitida a través de cada

zona es poco más o menos la misma. El aporte de cada zona a la intensidad de campo

en el receptor es proporcional a la superficie de la misma y al factor de oblicuidad,

un concepto que examinaremos en la siguiente sección.

Consideremos ahora la validez de la Ec. (4.3.5) cuando las antenas T y R no son

isotrópicas. La deducción de dicha ecuación está basada en la suposición de que el

desfase entre los campos eléctricos producidos por los radiadores elementales presentes

en ABCD depende únicamente de la diferencia de longitudes entre los trayectos

TOR y TPR. En la práctica, las antenas empleadas en los radioenlaces poseen alta

directividad, y por lo general están alineadas de modo tal que los máximos de sus

lóbulos principales coinciden. Debido a ello, el campo incidente sobre ABCD tiene

su máxima amplitud en el punto O, decreciendo ésta gradualmente a medida que la

distancia a O aumenta. Sin embargo, este decrecimiento en la amplitud del campo con

la distancia es lo suficientemente lento para poder considerar que el campo eléctrico

incidente es esencialmente constante en una región de considerable tamaño centrada

en O.

Las variaciones espaciales de la directividad de las antenas descritas por DR (θR , φR )

y DT (θT , φT ) están acompañadas por una desviación de la forma de los frentes de onda

radiados con respecto a los frentes de onda esféricos asociados a las antenas isotrópi-

cas. A su vez, estas desviaciones determinan variaciones en las fases de los campos

que llegan a R, las cuales no pueden ser calculadas en términos de las distancias T OR

y T P R. Por esta razón, el estudio formal de las zonas de Fresnel deberı́a tomar en
164

cuenta las variaciones de fase adicionales introducidas por la direccionalidad de las

antenas, lo que normalmente no es posible ya que dichas variaciones no son deducibles

a partir de la información suministrada en los patrones de radiación de las antenas.

Por estas razones la Ec. (4.25) y las expresiones desarrolladas a partir de ella son váli-

das únicamente en aquella porción del plano ABCD en la que las directividades de

las antenas son esencialmente constantes. Por otra parte, en la práctica se encuentra

que tal región es lo suficientemente grande como para contener un número importan-

te de zonas de Fresnel [?]livigston). Por ejemplo, supóngase que se tienen 2 antenas

separadas 30 Km, cuya directividad puede considerarse constante en una región en-

cerrada comprendida dentro de un ángulo de 0.25◦ medido con respecto a la dirección

de máxima radiación. Esto significa que en la mitad del trayecto existirá una zona

circular con un radio de 65 m, suficiente para contener al menos 4 zonas de Fresnel a

una frecuencia de 6 GHz.

4.3.1. Campo Eléctrico asociado a cada Zona De Fresnel

Cada zona de Fresnel está constituida por una gran cantidad de radiadores secun-

darios uniformemente distribuidos. Al integrar las contribuciones que cada radiador

secundario aporta al campo recibido entre los lı́mites de cada zona, se encuentra que

la contribución de la zona n-ésima al campo total recibido es:

E0 j(ωt−βd)
En = (−1)n Kn e (4.3.16)
d

En esta expresión E0 es la magnitud del campo total recibido en el espacio libre; en

otras palabras es la magnitud del campo total en R. Kn es el denominado ‘factor de

oblicuidad’, el cual está relacionado con el ángulo θ existente entre los segmentos TP

y PR de la trayectoria asociada a la n-ésima zona de Fresnel mostrado en la Fig. 4.10;


165

el coseno de θ es una medida de la contribución de las ondas provenientes de cada

zona de Fresnel al campo neto recibido, la cual será progresivamente menor a medida

que aumenta el orden n de la zona.

T O R

Frente de Onda

Figura 4.10: Ángulo θ asociado al factor de oblicuidad.

La Ec. (4.3.16) nos muestra que las contribuciones de cada zona al campo total

recibido están desfasadas en 180◦ con respecto a sus vecinas, en tanto que sus respec-

tivas amplitudes depende de Kn . Por lo tanto, el campo total recibido en el espacio

libre será

X
Er = En = E1 − E2 + E3 − . . . (4.3.17)
n=1
siendo E1 , E2 , etc. las amplitudes de las contribuciones de cada zona. Debido a que

Kn disminuye progresivamente puede demostrarse que el campo total recibido es

1
E0 = E1 (4.3.18)
2

En otras palabras, el campo contribuido por la primera zona de Fresnel es el doble

del que se recibe normalmente en el espacio libre.

La Fig. 4.11 ilustra el resultado anterior: existe un desfase de 180◦ entre los campos

producidos por cada zona de Fresnel, y las magnitudes de los mismos disminuyen a
166

E1

E3

E5

En-1

En-2

E0
E4
E2

Figura 4.11: Suma de los campos asociados a las Zonas de Fresnel.

medida que aumenta en orden n de cada zona. Como la superficie es casi la misma para

todas las zonas, las contribuciones producidas en el receptor por dos zonas adyacentes

tenderán a cancelarse debido a la diferencia de fase. Sin embargo, a causa del factor

de oblicuidad, la contribución de las zonas de mayor orden es progresivamente menor.

Como consecuencia, la suma algebraica de todas las contribuciones resulta en el campo

E0 recibido en el espacio libre, cuya magnitud es la mitad de la del campo E1 asociado

a la primera zona de Fresnel. Si fuese posible construir una pantalla que bloqueara la

radiación proveniente de todas las zonas a excepción de la primera, tal como muestra

la Fig 4.12, el campo recibido serı́a el doble del que se recibe normalmente en el

espacio libre. Por esta razón, en el diseño de un radioenlace es vital procurar que las

posibles obstrucciones no bloqueen la primera zona de Fresnel.

4.4. Pérdidas por Difracción

Como veremos en esta Sección, la presencia de un obstáculo por lo general pro-

ducirá pérdidas en la señal recibida a las que se denomina pérdidas por difracción.
167

F1
2E0
T

Figura 4.12: Campo asociado a la primera zona de Fresnel.

Examinaremos a continuación varios obstáculos que, si bien constituyen idealizacio-

nes de los obstáculos que se encuentran en una situación real, permiten cuantificar

de alguna forma las pérdidas de difracción producidas. Estos obstáculos serán el filo

de cuchillo y la colina redondeada. El filo de cuchillo, tal como su nombre lo indica,

es un obstáculo en forma de arista que consideraremos de longitud infinita.

4.4.1. Pérdidas Producidas por un ‘Filo de Cuchillo’

La Fig. 4.13 muestra un filo de cuchillo que bloque parte de los elipsoides de Fresnel

asociados a un enlace. A la distancia entre el tope del filo de cuchillo y la trayectoria

radioléctrica se le denomina despeje y se le representará como C. A medida que se

incrementa la altura del filo de cuchillo, el despeje C disminuye hasta que la trayectoria

es rasante al tope del obstáculo, momento en el cual el despeje es cero. Si se sigue

aumentando la altura del filo de cuchillo el tope del obstáculo estará por encima de la

trayectoria y el despeje será negativo. Para valores positivos del despeje estaremos en

condiciones de visibilidad, en tanto que para valores negativos tendremos condiciones

de ocultamiento.

Se observa que a medida que el despeje disminuye la intensidad de campo recibido


168

Tx F1
Rx
C

Figura 4.13: Obstrucción por un filo de cuchillo.

oscila alrededor del valor correspondiente al espacio libre hasta que para despejes

menores a 0.6F1 el campo recibido disminuye paulatinamente a medida que el despeje

sigue disminuyendo, tal como se muestra en la Fig 4.14, en la cual el despeje ha sido

normalizado con respecto al radio de la primera zona de Fresnel en el punto en el que

se halla la obstrucción. Se observa que en la región de visibilidad (C > 0) el valor del

campo recibido oscila alrededor del valor correspondiente al espacio libre, en tanto que

para la región de ocultamiento (C < 0) las pérdidas aumentan rápidamente. Cuando

la trayectoria es rasante al tope del obstáculo (C = 0) las pérdidas producidas por el

filo de cuchillo son de 6 dB.

Puede observase que para un despeje C = 0,6F1 la pérdida producida por el filo

de cuchillo es cero. Todas las normas elaboradas pare calcular el despeje mı́nimo de

la trayectoria radioeléctrica sobre un obstáculo se basan en este hecho.


169

5
Perdida con respecto al espacio libre en dB
0

−5

−10

−15

−20

−25

−30
−3 −2 −1 0 1 2 3
C/F1

Figura 4.14: Pérdidas producidas por un filo de cuchillo.

4.4.2. Secuencia de Filos de Cuchillo

En aquellas situaciones el las que se tiene una secuencia de filos de cuchillo, la

pérdida total se obtiene determinando la pérdida para cada filo considerando trayec-

torias entre los topes de los obstáculos y cada uno de los terminales del enlace, como

se muestra en la Fig. 4.15, y sumando las pérdidas producidas por cada uno de los

filos de cuchillo [Barclay 1997]. En particular, deben sumarse las pérdidas asociadas

a los despejes C1 y C2 de la figura.


170

C2
C1

Figura 4.15: Secuencia de filos de cuchillo.

4.4.3. Filo de Cuchillo en pendiente

4.4.4. Pérdidas Producidas por una Colina Redondeada

En muchas situaciones prácticas las obstrucciones no pueden ser aproximadas por

filos de cuchillo. Obstáculos tales como colinas redondeadas pueden ser modelados

ajustando un cono truncado a la forma de la colina. Las pérdidas producidas por

este tipo de obstáculos son significativamente mayores que las asociadas a un filo de

cuchillo con la misma altura [Barclay 1997].

q
da R db

Figura 4.16: Geometrı́a para una colina redondeada.

En relación a la geometrı́a mostrada en la Fig. 4.16, la pérdida producida por la

colina está dada por

L = J(ν) + T (ρ) + Q(χ) (4.4.1)

J(ν) es la pérdida producida por un filo de cuchillo, usando un valor del parámetro
171

ν dado por  s¡
θ
¢¡ θ
¢
θ da + R 2 db + R 2
ν = 2 sen   (4.4.2)
2 λd

donde R es el radio de curvatura del tope de la colina. T (ρ) es la pérdidas asociadas

a la incidencia sobre una superficie curva, dada por

T (ρ) = 7,2ρ − 2ρ2 + 3,6ρ3 − 0,8ρ4 (4.4.3)

donde "µ #
¶1/3
da + db πR 1
ρ= + (4.4.4)
da db λ R
Y Q(χ) es la pérdida a lo largo de la superficie de la colina, dada por

T (ρ)
Q(χ) = para − ρ ≤ χ ≤ 0 (4.4.5)
ρ
= 12,5χ para 0 ≤ χ < 4 (4.4.6)

= 17χ − 6 − 20 log χ para χ ≥ 4 (4.4.7)

donde
µ ¶1/3 r
πR π
χ= θ≈ νρ si θ ¿ 1 (4.4.8)
λ 2
El tratamiento de una secuencia de colinas redondeadas es similar al dado a una

secuencia de filos de cuchillo.

4.5. Cálculo de la Altura de las Antenas

4.5.1. Relación entre Despeje y Confiabilidad

La variación del factor K permite modelar los cambios estadı́sticos en la refracti-

vidad que afectan el despeje. Al producirse variaciones en la altura aparente de los


172

obstáculos en un enlace ocurrirán cambios en los despejes, lo que afectará la calidad

del enlace. El cálculo de la altura de las antenas para K = 4/3 es un buen proce-

dimiento de diseño en condiciones promedio, es decir, las que prevalecerán un 50 %

del tiempo; sin embargo, cuando se requiere garantizar valores de disponibilidad del

orden del 99 % se requiere una evaluación más cuidadosa para garantizar el despeje

de la trayectoria.

Condiciones
Muy
de Propaga- Perfectas Ideales Promedio Difı́ciles
difı́ciles
ción
Capas su-
Niebla Capas su-
perficiales,
Sin niebla leve, perficiales,
Atmósfera aparición
Clima o capas su- subrefrac- niebla,
estándar de niebla
perficiales tividad trayecto
a ras de
ocasional sobre agua
tierra
Ubicación Montañas Planicies Costas Costas
Confiabilidad Despeje mı́nimo
0.6F1 , 1.0F1 , 0.6F1 ,
60 a 85 %
K=4/3 K=4/3 K=1
0.6F1 , 1.0F1 , 0.6F1 , 0.3F1 ,
85 a 98 %
K=4/3 K=4/3 K=1 K=2/3
0.6F1 , 1.0F1 , 0.6F1 , 0.3F1 , Rasante,
98 a 99.9 %
K=4/3 K=4/3 K=1 K=2/3 K=1/2
1.0F1 , 0.6F1 , 0.3F1 , Rasante, Rasante,
99.9 a 99.99 %
K=4/3 K=1 K=2/3 K=1/2 K=5/12

Cuadro 4.1: Criterios de despeje de la trayectoria.


173

Tiempo
Confiabilidad ( %) fuera del Tiempo fuera del aire
aire ( %)
Anual Mensual Diario
0 100 8760 hrs 720 hrs 24 hrs
50 50 4380 hrs 360 hrs 12 hrs
80 20 1752 hrs 144 hrs 4.8 hrs
90 10 876 hrs 72 hrs 2.4 hrs
95 5 438 hrs 36 hrs 1.2 hrs
98 2 175 hrs 14 hrs 29 min
99 1 88 hrs 7 hrs 14 min
99.9 0.1 8.8 hrs 43 min 1.4 min
99.99 0.01 53 min 4.3 min 8.6 s
99.999 0.001 5.3 min 26 s 0.86 seg

Cuadro 4.2: Relación entre confiabilidad del sistema y tiempo fuera del aire.

4.6. Efecto de las Reflexiones

La presencia de ondas que son reflejadas por la superficie terrestre alcanzando la

antena receptora puede afectar significativamente el funcionamiento de un radioen-

lace. Dichas ondas pueden producir interferencia destructiva como resultado del de

la diferencia de fases entre las ondas directa y reflejada. La intensidad de la señal

reflejada dependerá de la geometrı́a del enlace y de la naturaleza del terreno en el que

se produce la reflexión.

La influencia de las reflexiones es más pronunciada en sistemas de comunicación

móviles dada la baja directividad de las antenas que es necesario utilizar en los móvi-

les; en un radioenlace, sin embargo, las antenas empleadas son por lo común altamente

directivas, por lo que la influencia de aquellas señales que llegan procedentes de di-

recciones distintas a la del máximo del lóbulo principal de la antena es reducida.


174

Además, en la mayorı́a de las situaciones el terreno tiende a dispersar la energı́a que

incide sobre él dada las pequeñas longitud de onda con las que se opera.

4.6.1. Coeficiente de Reflexión del Terreno

El campo eléctrico de la onda reflejada Er queda relacionado con el campo eléctrico

de la onda incidente Ei a través del coeficiente de reflexión R.

Er = REi (4.6.1)

Dicho coeficiente es una cantidad compleja, que representa el hecho de que la reflexión

afecta tanto la amplitud como la fase de la onda incidente; su valor depende de las

caracterı́sticas eléctricas del terreno, del ángulo de incidencia de la onda sobre el

terreno, de la polarización de ésta última y de su frecuencia. Distinguimos entonces

un coeficiente de reflexión para polarización horizontal Rh y otro para polarización

vertical Rv :

E~r = Rh E
~ i = |Rh |ejδh E
~i (4.6.2)

E~r = Rv E
~ i = |Rv |ejδv E
~i (4.6.3)

~ i representa el campo eléctrico de la onda incidente, mientras


En estas expresiones E

que E~r representa el campo eléctrico asociado a la onda reflejada, el cual ha sido

modificado tanto en su magnitud como en su fase por el coeficiente de reflexión. En

este contexto, el término ‘polarización vertical’ significa que el campo eléctrico se halla

contenido en el plano de incidencia, mientras que ‘polarización horizontal’ representa

un campo eléctrico perpendicular a dicho plano, tal como se observa en la Fig 4.17.

En un sentido estricto, los frentes de onda emitidos por una antena son esféricos,

por lo que el cálculo del coeficiente de reflexión debe tomar en cuenta este hecho. Para
175

Plano de Incidencia Plano de Incidencia

Polarización Horizontal Polarización Vertical

E E E E

f f
Plano de Reflexión Plano de Reflexión

Figura 4.17: Polarización Horizontal y Vertical.

un frente de onda esférico los coeficientes de reflexión están dados por [Martinez 1991]
h√ i h√ i
d (2) d (2)
−x dx ln xHkR0 cos φ (x) + x dx ln xHkR0 cos φ (x)
Rh = h√ ix=kR0 h√ ix=kR0 (4.6.4)
d (1) d (1)
−x dx ln xHkR0 cos φ (x) + x dx ln xHkR0 cos φ (x)
x=kR0
h√ i h√ ix=kR0
(2) (2)
d
− x1 dx ln xHkR0 cos φ (x) d
+ x1 dx ln xHkR0 cos φ (x)
x=kR0
Rv = h√ i h√ ix=kR0 (4.6.5)
1 d (1) 1 d (1)
− x dx ln xHkR0 cos φ (x) + x dx ln xHkR0 cos φ (x)
x=kR0 x=kR0

√ (2) √ (1)
en donde xHkR0 cos φ (x) y xHkR0 cos φ (x) son las funciones de Hankel, R0 es el radio

terrestre, φ es el ángulo de incidencia y k es una constante de propagación modificada

para tomar en cuenta la conductividad del terreno


r
4πσ ω
k = k0 ² − j , k0 = = β (4.6.6)
ω c

Sin embargo, con la excepción de la incidencia rasante (φ ≈ 0), en todos los casos

se satisface la siguiente relación

sen3 φ
k0 R0 À1 (4.6.7)
cos2 φ

Aplicando esta aproximación a las Ecs. (4.6.4) y (4.6.5) y tomando lı́mites cuando

R0 → ∞ se obtienen las expresiones de los coeficientes de reflexión para un frente de


176

onda plano:
p
jδh sen φ − n2c − cos2 φ
Rh = |Rh |e = p (4.6.8)
sen φ + n2c − cos2 φ
p
n2c sen φ − n2c − cos2 φ
Rv = |Rv |ejδv = p (4.6.9)
n2c sen φ + n2c − cos2 φ

En estas expresiones nc es el ı́ndice de refracción complejo del terreno, el cual queda

expresado en función de las caracterı́sticas eléctricas del terreno y de la frecuencia,

de acuerdo a la Ec. 2.1.22:


r
σ
nc = ²r − j
ω²0

²r representa la permitividad relativa del terreno y σ su conductividad.

Las expresiones (4.6.8) y (4.6.9) están basadas en la suposición de que la superficie

de reflexión es un plano de extensión infinita, lo que está justificado en la práctica

dada la magnitud del radio terrestre en comparación con la otras dimensiones de un

enlace. La magnitud del coeficiente de reflexión puede disminuir si las dimensiones de

la superficie de reflexión son pequeñas ó si ésta presenta rugosidades comparables a la

longitud de onda. Una buena superficie reflectora es enemiga del radioenlace, ya que

como se mencionó anteriormente existirá la posibilidad de que se produzca interferen-

cia entre la onda directa y reflejada en el receptor. Un terreno rugoso y accidentado,

por el contrario, es favorable ya que reduce significativamente la magnitud de la onda

reflejada.

4.6.2. Reflexión Sobre Medios Dieléctricos

En algunas circunstancias, dependiendo de la conductividad σ y de la permitividad

relativa ²r del terreno, la frecuencia de una onda electromagnética estará muy por
177

encima de la frecuencia de transición ωT del mismo:

σ
ωT =
²r ²0

En consecuencia, el terreno se comporta como un dieléctrico y su ı́ndice de refracción

n será una cantidad real.

De acuerdo a la Ley de Snell, y sabiendo que las propiedades eléctricas del aire son

muy semejantes a las del espacio libre, el ángulo de transmisión θt estará relacionado

con el ángulo θi según:


sen θi
sen θt = (4.6.10)
n
Distinguimos entonces dos casos de acuerdo de la magnitud del ı́ndice de refracción:

si n > 1, lo cual corresponde a los terrenos, normalmente encontrados, ocurrirá que

a cada ángulo de incidencia corresponderá un ángulo real de transmisión. Por otra

parte, si n < 1, el ángulo θt será real mientras se cumpla que sen θi /n ≤ 1; de lo

contrario no habrá transmisión de energı́a de un medio a otro sino reflexión total

de la misma. Esto es lo que ocurre cuando se considera la propagación en medios

ionizados.

En el caso que nos ocupa el ı́ndice de refracción será real y mayor que la unidad,

por lo que las expresiones para los coeficientes de reflexión pueden escribirse como
p
sen φ − n2 − cos2 φ sen(θt − sen θi )
Rh = |Rh |ejδh = p = (4.6.11)
sen φ + n2 − cos2 φ sen(θt + sen θi )
p
jδv n2 sen φ − n2 − cos2 φ tan(θt − sen θi )
Rv = |Rv |e = p = (4.6.12)
n2 sen φ + n2 − cos2 φ tan(θt + sen θi )

En las Figs. 4.18 y 4.19 se muestra un ejemplo de la variación de la magnitud |R|

y fase δ del coeficiente de reflexión de una superficie dieléctrica para ambas polariza-

ciones. Se observa que para la polarización horizontal la magnitud del coeficiente de


178

reflexión |Rh | nunca se hace cero, mientras que la fase δh siempre es 180◦ . En el caso

de la polarización vertical, |Rv | se anula para un cierto valor del ángulo de incidencia,

denominado ángulo de Brewster φB . Para ángulos de incidencia menores a φB , la fase

δv es de 180◦ , mientras que cuando el ángulo de incidencia es mayor que φB la fase

δv es de 0◦ .

|Rh|
1
0.8
Magnitud

0.6
0.4
0.2
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
δh

150
Grados

100

50

0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Angulo de Incidencia

Figura 4.18: Magnitud y fase de Rh .

El valor del ángulo de Brewster puede obtenerse de (4.6.12):

1
sen2 φB = (4.6.13)
n2 +1

Recordemos que una onda electromagnética con polarización arbitraria puede ser

descompuesta en dos ondas con polarizaciones horizontal y vertical, respectivamente.

En consecuencia, si esa onda incide sobre una superficie dieléctrica con un ángulo φB

la onda reflejada tendrá únicamente polarización horizontal.


179

|Rv|
1
0.8

Magnitud
0.6
0.4
0.2
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
δv

150
Grados

100

50

0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Angulo de Incidencia

Figura 4.19: Magnitud y fase de Rv .

4.6.3. Reflexión Sobre un Medio Conductor

Cuando un terreno tiene una cierta conductividad, y cuando la frecuencia de una

onda electromagnética está por debajo de la frecuencia de transición, el ı́ndice de

refracción del terreno será complejo y las expresiones para el coeficiente de reflexión

corresponden a las de las Ecs. (4.6.8) y (4.6.9). En las Figs. 4.20 y 4.21 se muestra

un ejemplo de la variación de la magnitud y la fase del coeficiente de reflexión en

este caso. En el caso de |Rv |, se observa que existe un mı́nimo el cual tiende a cero a

medida que la conductividad del terreno disminuye o la frecuencia aumenta. En otras

palabras, dicho mı́nimo tenderá a cero a medida que el comportamiento eléctrico del

terreno se asemeje al de un dieléctrico. Para ambas polarizaciones y para ángulos

de incidencia pequeños (los cuales se encuentran con frecuencia en la práctica), la

magnitud del coeficiente de reflexión es próxima a 1, mientras que la fase es de 180◦ .


180

|Rh|
1
0.8
Magnitud

0.6
0.4
0.2
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
δh

150
Grados

100

50

0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Angulo de Incidencia

Figura 4.20: Magnitud y fase de Rh .

4.6.4. Comportamiento del Coeficiente de Reflexión

A la luz de los párrafos precedentes es posible concluir que:

A frecuencias de microondas y para ambas polarizaciones el coeficiente de re-

flexión tiende a ser independiente de la frecuencia. Como se observa en la Ec.

(4.6.10), a medida que la frecuencia aumenta el ı́ndice de refracción comple-



jo del terreno nc queda reducido esencialmente a ²r . En consecuencia, puede

considerarse que el terreno se comporta esencialmente como un dieléctrico.

Para polarización horizontal la fase del coeficiente de reflexión es casi 180◦

para todos los valores del ángulo de incidencia, en particular para ángulos de

incidencia pequeños, lo que corresponde a la situación normalmente encontrada

en enlaces de microondas.
181

|Rv|
1
0.8

Magnitud
0.6
0.4
0.2
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
δv

150
Grados

100

50

0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Angulo de Incidencia

Figura 4.21: Magnitud y fase de Rv .

Para ambas polarizaciones y para incidencia rasante (φ ≈ 0) el valor del coefi-

ciente de reflexión tiende a -1. En el caso particular de la polarización vertical

la magnitud del coeficiente de reflexión disminuye rápidamente al aumentar el

ángulo de incidencia hasta alcanzar un mı́nimo para el llamado pseudo-ángulo

de Brewster φSB , tal como se observa en la Fig. 4.21. Una aproximación para

éste ángulo es [Martinez 1991]:

1
φSB = (4.6.14)
|nc |

En general, los valores del coeficiente de reflexión para polarización vertical

son menores que para polarización horizontal, lo cual es favorable en aquellas

situaciones en las que existe interferencia destructiva entre las señales directa y

reflejada.
182

En resumen, puede afirmarse que a frecuencias de microondas el coeficiente de re-

flexión es virtualmente independiente de la frecuencia, de la conductividad del terreno

y de la polarización de la onda incidente, siendo básicamente dependiente de la per-

mitividad del terreno y del ángulo de incidencia φ.

4.6.5. Zona Efectiva de Reflexión

Hasta el momento se ha considerado que una onda plana incide sobre una superficie

plana, lisa y de grandes dimensiones. Esta descripción del mecanismo de reflexión

involucra necesariamente una enorme extensión de superficie ya que la definición de

un frente de onda plana considera una superficie grande. En consecuencia, no puede

hablarse estrictamente de un punto de reflexión, sino de toda una zona efectiva de

reflexión, de la cual proviene la mayor parte de la energı́a de la señal reflejada.

R
T

h2
h1

x y
h1

d1c

dr
d

Figura 4.22: Zona efectiva de reflexión.

Como muestra la Fig. 4.22, a cada elipsoide de Fresnel se le puede asociar una

zona de reflexión determinada por la intersección del elipsoide respectivo con el plano
183

de reflexión. El conjunto de todas las posibles zonas de reflexión será entonces una

serie de elipses no cofocales. La fase media de la radiación que proviene de cada zona

difiere en 180◦ de la proveniente de la zona adyacente, y las amplitudes disminuyen a

medida que el orden de la zona aumenta. En este sentido la primera zona de reflexión

constituye la parte ‘activa’ o ‘efectiva’ del plano de reflexión. Si la superficie disponible

para la reflexión es inferior a la de esta zona efectiva de reflexión habrá una importante

disminución en la magnitud de la energı́a reflejada.

El cálculo de las dimensiones ha sido realizado por D. Kerr, y sus resultados son

válidos cuando h1 h2 ¿ d2 , lo que se cunple en la mayorı́a de los enlaces prácticos. El

centro de cada zona de reflexión se encuentra a una distancia dnc del punto transmisor

dada por
2h1 (h1 +h2 )
d1+ nλd
dnc = (4.6.15)
2 1+ (h1 +h2 )2
nλd

donde n es el número de la correspondiente zona de Fresnel; en la Fig. 4.22 se muestra

la elipse que delimita la primera zona, denotando la distancia a la que se encuentra

su centro de la antena transmisora con la nomenclatura d1c . Es de hacer notar que los

centros de las elipses no coinciden con el punto de reflexión obtenido por considera-

ciones de óptica geométrica, el cual está denotado en la figura como dr . Los semiejes

longitudinal y transversal de cada zona están dadas por:


q
4h1 h2
d 1+ nλd
yn = (4.6.16)
21+ (h1 +h2 )2
nλd

√ v
u
nλd u 1 + 4hnλd
1 h2

xn = t 2 (4.6.17)
2 1 + (h1 +h2 )
nλd
184

4.6.6. El Factor de Divergencia

En los párrafos precedentes hemos supuesto que la reflexión se produce sobre una

superficie plana, lo cual en la práctica no es cierto debido a la esfericidad de la tierra.

El análisis de la reflexión de una onda electromagnética en una tierra esférica es más

complejo que en el caso de una tierra plana; sin embargo, puede demostrarse que no

se comete un gran error si se toma el coeficiente de reflexión correspondiente a tierra

plana y se le corrige con un factor de divergencia, siempre que el ángulo de incidencia

no sea demasiado pequeño. El factor de divergencia toma en cuenta el hecho de que

la energı́a reflejada por una superficie esférica diverge en un ángulo sólido más grande

que el que corresponderı́a a una tierra plana, lo que se ilustra en la Fig. 4.23. En dicha

figura se muestran las secciones transversales A1 y A2 de dos conos que representan

la energı́a proveniente del transmisor y que es reflejada en una tierra plana y en una

tierra esférica, respectivamente. El área A2 es mayor que A1 , y como la potencia

emitida inicialmente será loa misma en ambos casos, la densidad de potencia en A2

será menor que A1 . En consecuencia, el campo eléctrico de una onda reflejada sobre

una tierra esférica tendrá menor magnitud que el correspondiente a una onda reflejada

por una tierra plana. La razón entre ambas magnitudes es precisamente el factor de

divergencia D:
r
E2 (esfera) A1
=D= (4.6.18)
E1 (plano) A2

Al considerar que la reflexión se produce a distancias d1 del transmisor y d2 del

receptor en un enlace que cubre una distancia d, la expresión resultante para el factor
185

A1, reflexión en
superficie plana

A2, reflexión en
T superficie esférica

h1
f M

d1 d2
d

Figura 4.23: Factor de Divergencia.

de divergencia es [Bendito 1980]:

1
Fdiv = q (4.6.19)
2d1 d2
1+ R0 d sen φ

la cual es válida siempre que el ángulo de incidencia φ no sea demasiado pequeño. El

coeficiente de reflexión sobre tierra esférica Re será entonces

Re = DRp (4.6.20)

siendo Rp el coeficiente de reflexión correspondiente a las expresiones (4.6.8) y (4.6.9).

La solución rigurosa a este problema fué desarrollada por Van der Pol y Bremmer.

4.6.7. El Factor de Rugosidad

Dadas las irregularidades que cabe encontrar en el terreno, la energı́a electro-

magnética que incide sobre el mismo será dispersada en direcciones aleatorias, por lo

que el coeficiente de reflexión es inferior al que cabrı́a esperar sobre una tierra lisa.

Desde el punto de vista radioeléctrico la rugosidad no es sólo función de los desniveles

en el terreno sino de la frecuencia: el grado de dispersion que se produce en la onda


186

incidente dependerá de la relación entre la longitud de onda y las dimensiones de las

irregularidades del terreno.

h1
h2

f M
hm
d1 d2

Figura 4.24: Un vano rugoso.

En la Fig. 4.24 se muestra una construcción en la que se representa un vano sobre

terreno rugoso; se muestra asimismo un plano que representa la altura media del

terreno hm ; el ángulo de incidencia φ estará entonces referido a ese plano.

Uno de los métodos empleados para cuantificar los efectos de la rugosidad del

terreno es el del criterio de Rayleigh, el cual establece las dimensiones que deben tener

las irregularidades del terreno para que éste pueda considerarse rugoso [Vidal 1984].

Consideremos la Fig. 4.25, en la que se presenta una idealización de un irregularidad

de altura h. Se han trazado dos trayectorias: una que se refleja en el fondo de la

irregularidad y otra que se refleja en su parte superior. Tomando dos puntos A y

A0 unidos por una recta perpendicular a las trayectorias incidentes, la diferencia de

longitudes en los trayectos recorridos por cada trayectoria hasta el punto receptor

R será AR − (A0 B + BR) = AR − A00 R, diferencia que es proyectada sobre AR y

denotada como ∆r en la Fig. 4.25. Se tiene entonces que


³π ´ h ³π ´
∆r = AA000 cos − 2φ = cos − 2φ = 2h sen φ
2 cos φ 2
187

La diferencia de fase entre las trayectorias será entonces

2π 4πh sen φ
∆δ = β∆r = 2h sen φ = (4.6.21)
λ λ

Al receptor R

A'

A''' B

f
h Dr
f f A''

Figura 4.25: Rugosidad idealizada.

Si la diferencia de fase ∆δ en el receptor es lo suficientemente pequeña el efecto de

la rugosidad es despreciable y la superficie será relativamente lisa desde el punto de

vista radioeléctrico. Cuando aumenta la relación h/λ, la diferencia de fase aumenta;

conforme la diferencia de fase se aproxima a 180◦ los campos asociados a ambas

trayectorias tenderán a cancelarse. Entre ambos extremos se establece que la superficie

se puede considerar lisa si ∆δ no excede 90◦ . En otras palabras debe cumplirse que

λ
h< (4.6.22)
8 sen φ

Extendiendo este resultado a una serie de irregularidades con altura media H

mostradas en la fig. 4.26, se tiene que la condición de tierra lisa se cumple para

λ
H< (4.6.23)
16 sen φ

Esta expresión nos indica que a frecuencias de microondas será en general difı́cil tener

una condición de tierra lisa, lo que implica una reducción de coeficiente de reflexión
188

hm 2H

Figura 4.26: Altura media de las irregularidades.

Frecuencia H máximo
4 GHz 0.5 m
1 GHz 2m
0.5 GHz 4m
0.3 Ghz 7m

Cuadro 4.3: Tamaño máximo de las irregularidades.

efectivo. A manera de ilustración, consideremos un enlace sobre una tierra plana con

una longitud de 20 km y con antenas situadas a una altura de 100 m; en este caso se

tiene que φ = 0,57◦ . El Cuadro 4.3 muestra la máxima altura de las irregularidades

del terreno para poder considerarlo liso en función de la frecuencia de operación del

enlace.

El criterio de Rayleigh señala que al considerar rugosa una superficie, módulo

del coeficiente de reflexión disminuye exponencialmente de acuerdo a un factor de

rugosidad Frug
µ ¶
0,6σh sen φ
Frug = exp − (4.6.24)
λ

En esta expresión σh es la desviación estándar de las alturas del terreno con respecto a

la altura media hm , dentro de los lı́mites de la zona iluminada por el primer elipsoide

de Fresnel.

Una variante a esta última expresión establece que el factor de rugosidad está dado
189

por [Martinez 1991]:


µ ¶
1
Frug = exp − g 2 (4.6.25)
2
donde
σh
g = 4π sen φ (4.6.26)
λ
Para la determinación de σh se consideran las alturas a lo largo del terreno con

respecto a la altura media hm a intervalos regulares dentro de los lı́mites de la primera

zona de Fresnel. En esas condiciones


n
X (hi − hm )2
σh2 = (4.6.27)
i=1
n−1

En conclusión: en una situación real el coeficiente de reflexión efectivo Ref será el

correspondiente a una tierra lisa y plana modificado por los factores de divergencia y

rugosidad:

Ref = Fdiv Frug R (4.6.28)

4.6.8. Valores Prácticos del Coeficiente de Reflexión

Siendo en la práctica difı́cil realizar determinar las caracterı́sticas eléctricas del

terreno, diversas administraciones y autores han publicado una serie de curvas y tablas

en las que se clasifican distintos tipos de terreno, presentando valores tı́picos de las

permitividad relativa y de la conductividad, ası́ como valores tı́picos del coeficiente

de reflexión en cada caso. En los Cuadros 4.4 y 4.5 se muestran las clasificaciones

publicadas por el National Institute of Standards and Technology (NIST) y la Armada

de los Estados Unidos.

La Recomendación UIT-R P.527 “Caracterı́sticas eléctricas de la superficie de la

tierra” presenta curvas para la permitividad relativa y la conductividad para distintos


190

²r σ (S/m)
Agua de mar 81 5
Tierra buena 25 2 × 10−2
Tierra media 15 5 × 10−3
Tierra mala 4 10−3

Cuadro 4.4: Clasificación del NIST.

Tipo de Terreno Coeficiente de Reflexión


Bosque muy poblados 0 a -0.1
Terrenos parcialmente arborizados -0.1 a -0.4
Areas muy pobladas con arbustos -0.5 a -0.7
Areas poco pobladas con arbustos -0.7 a -0.8
Cuerpos de agua en calma, terrenos planos -0.9 a -0.1

Cuadro 4.5: Clasificación de la Armada de U.S.A.

tipos de superficie y para la gama de frecuencias comprendida entre 0.01 MHz y 106

MHz [UIT P.527]. La Fig. 4.27 reproduce dichas curvas. Debe mencionarse que la

permitividad relativa y la conductividad de un terreno dependen casi exclusivamente

del contenido de humedad del mismo [Boithias 1984].

4.7. Influencia de las Reflexiones en la Señal Re-


cibida

Examinaremos ahora en detalle cuál es el efecto de las reflexiones sobre la señal

recibida. Consideremos una antena transmisora ubicada a altura h1 sobre la superficie

terrestre, y una antena receptora ubicada a una altura h2 , tal como se aprecia en la

Fig. 4.28, la cual representa lo que se denomina un ‘modelo de interferencia de dos

rayos’. El campo eléctrico resultante en la antena receptora será la suma fasorial del
191

Figura 4.27: Curvas de permitividad y conductividad del UIT-R.


192

campo Ed asociado a la trayectoria directa y el campo Er asociado a la trayectoria

reflejada:

ET = Ed + Er (4.7.1)

Puede observarse que la distancia r recorrida a lo largo de la trayectoria directa

TR y la distancia r0 recorrida a lo largo de la trayectoria reflejada TMR son distintas.

La distancia r0 a lo largo de la trayectoria reflejada TMR será

d1 d2 d p
r0 = T M + M R = + = = d 1 + tan2 φ
cos φ cos φ cos φ

pero tan φ = (h1 + h2 )/d, por lo que


s µ ¶2
0 h1 + h2
r =d 1+
d

R
r
T

h2
h1
r'
f M f

h1

d1 d2

d
Figura 4.28: Reflexión en una tierra plana.

Por otra parte, la distancia r recorrida por la trayectoria directa TR será


s µ ¶2
p h 2 − h1
r = T R = (h2 − h1 ) + d2 = d 1 +
d
193

Como h1 y h2 son normalmente pequeños en comparación con d podemos utilizar

un desarrollo en serie para representar a r y r02 :


s µ ¶2
0 1 h1 + h2
r ≈d 1+
2 d
s µ ¶2
1 h2 − h1
r ≈d 1+
2 d

La diferencia ∆r = r0 − r será entonces

2h1 h2
∆r = r0 − r = (4.7.2)
d

El campo Ed asociado a la trayectoria directa será de acuerdo a la Ec. (2.1.28):

E 0 j(2πf t−βr)
E= e f (θd ) (4.7.3)
r

f (θd ) representa el efecto del patrón de radiación de la antena transmisora en la di-

rección de la trayectoria directa; si θd coincide con la dirección de máxima radiación

se tendrá que f (θd ) = 1. En la expresión anterior puede sustituirse la distancia r

recorrida por la trayectoria directa por la distancia entre antenas d en el denomi-

nador sin incurrir en un error importante; sin embargo, esta sustitución no puede

hacerse en el argumento de la exponencial, pues pequeñas diferencias de longitud ∆r

podrı́an dar lugar a grandes diferencias de fase β∆r, sobre todo cuando la longitud

de onda es pequeña como en el caso de las microondas (recuérdese que β = 2π/λ).

En consecuencia, el campo asociado a la trayectoria directa puede expresarse como

E 0 j(2πf t−βr)
Ed = e f (θd ) (4.7.4)
d

Para obtener el campo Er asociado a la trayectoria reflejada recordemos que la

distancia recorrida a lo largo de esta trayectoria es r0 , por lo que empleando las mismas
2

1 ± x ≈ 1 ± x/2 para x ¿ 1
194

consideraciones anteriores se llega a:

E 0 j(2πf t−βr0 )
Er = e f (θr )|R|ejδ (4.7.5)
d

donde ahora ha sido incluido el efecto del coeficiente de reflexión del terreno y f (θr )

representa el efecto del patrón de radiación de la antena transmisora en la dirección

de la trayectoria reflejada. Como los campos asociados a ambas trayectorias tendrán

la misma polarización podemos sumar algebraicamente (4.7.4) y (4.7.5) para obtener:

E 0 j(2πf t−βr) £ ¤
E= e f (θd ) + |R|f (θr )e−j(β∆r−δ) (4.7.6)
d

La magnitud del campo E resultante en el receptor será

E0 p 2
|E| = f (θd ) + |R|2 f 2 (θr ) + 2|R|f (θd )f (θr ) cos(β∆r − δ) (4.7.7)
d

Observemos en esta última expresión que la magnitud del campo E depende de la

distancia d entre antenas y de la altura h2 de la antena receptora a través de ∆r. Si se

aumenta la distancia de modo que d À h1 y d À h2 , las direcciones θd y θr tienden a

la dirección de máxima radiación, por lo que f (θr ) ≈ 1 y f (θd ) ≈ 1; en consecuencia

(4.7.7) puede escribirse como

E0 p
|E| = 1 + |R|2 + 2|R| cos(β∆r − δ) (4.7.8)
d

En estas condiciones el ángulo de incidencia sobre el terreno φ tenderá a cero, en

consecuencia |R| ≈ 1 y δ ≈ π para ambas polarizaciones. La magnitud del campo

recibido será entonces


µ ¶
E0 p E0 β∆r
|E| = 2 − 2 cos(β∆r) = 2 sen (4.7.9)
d d 2

La Ec. (4.7.9) indica que el campo recibido podrı́a ser el doble del que se tendrı́a

normalmente en condiciones de espacio libre dependiendo de la posición de la antena


195

receptora; si β∆r/2 es un múltiplo de π el campo recibido será cero. Ocurrirá enton-

ces que al variarse la distancia y/o la altura de la antena receptora el campo recibido

oscilará alrededor del valor correspondiente al espacio libre. En la Fig. 4.29 se pre-

sentan los valores que toma el campo recibido a medida que la antena receptora es

desplazada horizontalmente; puede observarse que como máximo podrı́a recibirse el

doble del campo que se recibirı́a en ausencia del terreno. La Fig. 4.30 representa la Ec.

(4.7.9) cuando varı́a la altura h2 de la antena receptora; en dicha figura la altura de la

antena receptora está normalizada con respecto al valor ∆h = λd/2h1 . Cuando h2 es

un múltiplo entero de ∆h el valor del campo recibido serı́a cero, en tanto que cuando

h2 es un múltiplo impar de ∆h/2 el valor del campo recibido serı́a como máximo el

doble del que se tendrı́a en el espacio libre. Es importante tener en cuenta que estos

resultados corresponden a una situación en la que el ángulo de incidencia φ es muy

pequeño, lo cual se cumple en la mayorı́a de los enlaces de microondas.


2
En presencia del terreno
1.8 E´/d (espacio libre)
2E´/d
1.6

1.4

1.2
|E/E´|

0.8

0.6

0.4

0.2

0
1 2
Distancia

Figura 4.29: Campo recibido en función de la distancia.


196

3.5

Altura normalizada de la antena receptora (h /∆ h)


En presencia del terreno
Espacio libre
2 3

2.5

1.5

0.5

0
0 0.2 0.4 0.6 0.8 1 1.2 1.4 1.6 1.8 2
|E/E´|

Figura 4.30: Campo recibido en función de la altura de la antena receptora.

En el desarrollo precedente no se ha tomado en cuenta la esfericidad de la tierra.

Si la distancia entre antenas se hace lo suficientemente grande podrı́a ocurrir que las

trayectorias entre las antenas queden bloqueadas por la curvatura terrestre, por lo

que en ese caso la señal recibida sufrirı́a las pérdidas por difracción estudiadas en

una Sección anterior. La discusión precedente ilustra un caso particular del desvane-

cimiento multitrayecto, el llamado modelo de dos rayos, en el cual dos trayectorias

radioeléctricas llegan a la antena receptora con una relación de fase tal que el campo

eléctrico puede verse atenuado o reforzado.

4.8. Cálculo de la Posición del Punto de Reflexión

En el planeamiento de un enlace es necesario determinar la posición de los puntos

en los que se produce reflexión a objeto de evaluar el efecto de la misma sobre la


197

señal recibida. Para vanos cortos (con longitud menor a 10 km) puede considerarse una

tierra esencialmente plana [Briceño, Bendito y Barboza 1982]; por lo que el cálculo de

la posición del punto de reflexión no presenta gran complicación. A tal fin considérese

nuevamente la Fig. 4.28. De acuerdo a la ley de Snell para la reflexión debe cumplirse

que

h1 h2 h2
= = = tan φ
d1 d2 d − d1

Por lo tanto la posición del punto de reflexión es

h1 d1
d1 = (4.8.1)
h1 + h2

Para vanos largos (d > 10 km.) es necesario tomar en cuenta la curvatura de

la tierra de acuerdo a la construcción de la Fig. 4.31. Se muestran dos antenas con

alturas h1 y h2 separadas una distancia d, ocurriendo la reflexión en un punto M que se

encuentra a distancias d1 y d2 de las antenas. Considérese un plano P P 0 tangente a la

superficie terrestre en el punto M , sobre el cual las antenas tienen alturas equivalentes

h01 y h02 . Debido a que el radio de la tierra R0 es mucho más grande que la distancia d

entre las antenas, podemos considerar que la distancia que separa a las antenas sobre

el plano P P 0 es también d. Por lo tanto podemos escribir

h01 h0
= 2 (4.8.2)
d1 d2

Teniendo en cuenta que la escala de la Fig. 4.31 está exagerada, la altura de las

antenas sobre la tierra es

h01 = h1 − h001 (4.8.3)

h02 = h2 − h002 (4.8.4)


198

R
T r
r1 r2 h 2'
h 1'
f r' f
P P'
M
h1'' h1 h2 h2''
d1 d2

R0 R0

a1 a2

Figura 4.31: Reflexión en una tierra esférica.

A fines de determinar h001 y h002 examinemos el cı́rculo máximo centrado en (0, −R0 )

mostrado en la Fig. 4.32. Le ecuación del cı́rculo será

x2 + (y + R0 )2 = R02 ⇒ x2 + y 2 + 2R0 y = 0

Despejando y se tiene
q
y = −R0 ± R02 − x2

El doble signo indica los dos posibles valores de y correspondientes a cada valor de

x. Tal como puede observarse:


q
y1 = −R0 + R02 − x2
q
y2 = −R0 − R02 − x2

−2R0 = y1 + y2

En nuestro caso estamos interesados en los valores de y que corresponden al signo

positivo de la raı́z, es decir


s µ ¶2
x
y = −R0 + R0 1−
R0
199

x (0,0) x
y1

y2
(0, R0)
¾-¾

R0

y1

Figura 4.32: Cı́rculo máximo.

Como R0 À x para cualquier valor de x empleado en nuestros cálculos, la cantidad

representada puede aproximarse como


à µ ¶2 !
1 x
y ≈ −R0 + 1−
2 R0
x2
= −
2R0

Esta última expresión representa la altura existente entre la superficie terrestre y el

plano tangente P P 0 . Para el caso que nos ocupa podemos escribir

d21
h001 = − (4.8.5)
2KR0
d2
h002 = − 2 (4.8.6)
2KR0

donde hemos tomado en cuenta la presencia de la atmósfera a través del factor K.

Naturalmente, el signo negativo representa el hecho de que h001 y h002 se encuentran

por debajo del plano tangente a la superficie terrestre. Al examinar estas últimas
200

expresiones observamos que sus magnitudes corresponden a los valores de la sagita f

con d1 = d2 , de acuerdo a la Ec. 4.1.7. Sustituyendo ahora en la Ec. (4.8.2) tenemos


d21
h1 − 2KR0 d1
d22
= (4.8.7)
h2 − d2
2KR0

y como d = d1 + d2 , efectuando operaciones se tendrá la siguiente ecuación de tercer

grado para d1 :
µ ¶
1 3 3d 2 d2
d − d − h1 + h2 − d1 + h1 d = 0 (4.8.8)
KR0 1 2KR0 1 2KR0

De las tres soluciones de la Ec. (4.8.8), sólo una tendrá significado fı́sico y será la

solución válida de nuestro problema. En caso de que el punto de reflexión M se

encuentre a altura h sobre el nivel del mar, las alturas de las antenas deberán estar

referidas a dicho punto, en tanto que el plano P P 0 será tangente a la superficie

terrestre en dicho punto, como se aprecia en la Fig. 4.33.

Tx Rx

h1' h2'
h1 M h2
P P'
h1'' h2''

h d1 d2 h

Figura 4.33: Geometrı́a para el cálculo del punto M .

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