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Becerril Morales Sergio Alejandro

En México no hay ruptura, pero la literatura tradicional sobre el concepto de


autonomía es continua. Por tanto, es comprensible que las instituciones puedan
controlar su vida interior a través de sus propias reglas y regulaciones sin violar la
Constitución. Las instituciones constitucionales autónomas son parte de la
estructura estatal a través de la cual actúan. Desde el punto de vista jurídico, su
autonomía proviene del propio texto constitucional, lo que los convierte en un
poder público adicional a los tres poderes tradicionales. Además, tienen
personalidad jurídica, independencia presupuestaria e independencia
organizativa, lo que significa autonomía de gestión.

Los órganos constitucionalmente autónomos son organismos que cuentan con


autonomía económica, administrativa, funcional, técnica y financiera, lo que
implica que no dependen de otros jerárquicamente. Su condición les otorga el
derecho a iniciativa en la formación de leyes aplicables a su ámbito de
competencia.

Estos organismos se constituyen como autónomos debido a que sus funciones


requieren de autonomía de los demás poderes del Estado y su labor no debe ser
interferida de forma alguna por injerencias políticas.

Son Aquellos entes a los cuales está confiada una actividad directa e inmediata
del Estado, quien, dentro de los límites del derecho, los coordina entre sí, pero no
los subordina unos a otros, ni tampoco a un determinado órgano estatal; gozan
de una completa independencia, se encuentran en el vértice de la organización
estatal, no tienen superiores y son sustancialmente iguales entre sí.

Ahora sobre los órganos constitucionales autónomos, el Tribunal Pleno de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la controversia constitucional
32/2005, menciona en el contenido de la respectiva ejecutoria, que surgen en
Europa y su establecimiento se expandió por Asia y América, como consecuencia
de la nueva concepción del poder, bajo una idea de equilibrio constitucional
apoyada en los controles del poder público. Con ello, la teoría tradicional de la
división de poderes evolucionó, por lo que se dejó de concebir a toda la
organización del Estado como una derivación de los tres poderes tradicionales
(legislativo, ejecutivo, y judicial). Actualmente se habla de que dicho principio
debe considerarse como una distribución de funciones o competencias para
hacer más eficaz el desarrollo de las actividades confiadas al Estado.
Becerril Morales Sergio Alejandro

En un inicio, su creación se encontraba justificada por la necesidad de establecer


órganos encaminados a la defensa de los derechos fundamentales, y para lograr
controlar la constitucionalidad en las funciones y actos de los depositarios del
poder público. Por tal motivo, se establecieron en las normas jurídicas
constitucionales, dotándolos de independencia en su estructura orgánica y así
alcanzar los fines para los que se crearon, es decir, para que ejerzan una función
pública fundamental, y que por razones de su especialización e importancia
social requería la autonomía del órgano creado respecto de los clásicos poderes
del Estado.

Por otro lado se dice que la naturaleza jurídica que tienen es por que Son
instituciones públicas establecidas en la constitución que realizan las principales
funciones del Estado, y por lo tanto mantienen relaciones coordinadas con otros
poderes tradicionales o instituciones autónomas, y no están afiliadas a algunos
de ellos.

El simple hecho es que la creación de una institución basada en la autorización


del principal constituyente no es suficiente para hacerla autónoma. En varias
constituciones, algunas agencias estatales son solo de referencia, mientras que
algunas agencias tienen funciones detalladas pero no tienen autonomía, se
denominan agencias constitucionales o auxiliares, la diferencia entre ellas y las
agencias autónomas es que no están incluidas en los poderes tradicionales. En
la estructura orgánica; por ejemplo, el sector público.

En virtud de la necesidad de limitar los excesos en que incurrieron los poderes


tradicionales y los factores reales de poder, puesto que generaron desconfianza
social disminuyendo la credibilidad gubernamental, se dio lugar a la creación de
órganos constitucionales autónomos, encargados ya sea de fiscalizar o controlar
instituciones para que no violenten el apego a la constitucionalidad. Son
considerados una vía para conciliar la democracia de partidos, de los poderes
tradicionales y grupos económicos y sociales, por la autonomía que los
caracteriza; no se deben a su creador o a quien los designa, pues se busca con
ellos un equilibrio constitucional.

Asimismo, la autonomía encuentra su explicación en diversos motivos entre los


cuales se pueden mencionar los siguientes:
Becerril Morales Sergio Alejandro

a) La necesidad de contar con un ente especializado técnica y


administrativamente.
b) La urgencia de enfrentar los defectos perniciosos de la partidocracia.
c) La conveniencia de un órgano específico que ejecute las tareas que no
deben ser sujetas a la coyuntura política, pero que son parte de las
atribuciones naturales del Estado

O bien en el caso de las autoridades electorales, la necesidad de contar con las


máximas garantías de imparcialidad en los procesos electorales.

Un auténtico órgano autónomo cuenta con especialización en su área y no se


guía por intereses partidistas o situaciones coyunturales, sino con estricto apego
a la legalidad.

En la medida en que un órgano tenga independencia respecto de los poderes


tradicionales y se evite cualquier injerencia gubernamental o de otra índole, se
asegura y garantiza su autonomía, siempre en estricto apego al principio de
constitucionalidad, pues la limitante de la autonomía radica precisamente en que
sus actos se encuentren apegados a dicho principio.

De igual forma se dice que en del Espíritu de las Leyes, si bien sirve como
referencia, no es suficiente su aplicación en los sistemas jurídicos
contemporáneos, puesto que el contexto histórico, político y social nos demanda
crear nuevas formas de organización.

Una gran cantidad de literatura académica se dedica a analizar el papel de las


instituciones constitucionales autónomas en los procesos políticos, históricos y
sociales. Estos extensos documentos se pueden dividir en cinco puntos
principales, que tienen como objetivo aclarar las intenciones que orientan la
creación de estas instituciones, los objetivos que buscan alcanzar en la
estructura estatal y sus características.

Desde la década de 1990, la estructura del Estado de México ha tratado de


establecer instituciones autónomas con rango constitucional. La autonomía
constitucional de la Universidad Nacional Autónoma de México se remonta a
1980, y la autonomía del Banco de México se otorgó en 1993, pero la autonomía
constitucional del estado aumenta constantemente.

Por lo tanto, la agencia electoral federal fue incorporada a la constitución en 1996


(la agencia electoral nacional hoy es el INE), y la Comisión Nacional de Derechos
Becerril Morales Sergio Alejandro

Humanos (CNDH) fue incorporada a la constitución en 1999. Institución pionera,


podemos llamarla la institución de "primera generación" constitución autónoma de
México.

Recientemente, el Sistema Nacional de Estadística e Información Geográfica


(INEGI), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), el Instituto
Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Instituto Nacional de Evaluación
Educativa (INEE) y el Consejo han obtenido autonomía para la Evaluación de la
Política Nacional de Desarrollo Social (Coneval), El Instituto Nacional de
Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y la
Fiscalía General, estos dos últimos en 2014.

Para finalizar,

Los órganos constitucionales autónomos Son instituciones establecidas por la


Constitución, fuera del poder tradicional (soberano) del gobierno, aunque están al
mismo nivel que el anterior. Su objetivo es el desempeño de las funciones
altamente especializadas y técnicas que establece la propia Constitución. Son
instituciones anti-mayoritarias que ejercen control institucional dentro de la
estructura estatal, especialmente en referencia a las instituciones tradicionales de
poder.

En todos los casos, los nombramientos se realizan con la participación del poder
ejecutivo y algunas cámaras legislativas. El mandato de sus integrantes no
coincide con el ciclo electoral (generalmente más largo que el ciclo de
democracia electoral), lo que otorga estabilidad e independencia a las políticas
públicas bajo su liderazgo y control.

Sus miembros no pueden ser destituidos arbitrariamente por otras autoridades


sin consultarlos, son independientes de los partidos políticos (al menos formales)
y de grupos fácticos, lo que les otorga una autonomía de decisión digna de
resaltar. Esta autonomía se manifiesta en la capacidad de dictar leyes y
reglamentos a la sociedad y departamentos específicos, y de vincularse con sus
propias acciones, y tener la posibilidad de autoorganizarse de la manera más
adecuada para lograr sus objetivos específicos.
Becerril Morales Sergio Alejandro

Una de las razones de su creación es la pérdida de la legitimidad social de las


instituciones tradicionales de gestión. La razón es la creciente complejidad de la
gestión pública y sus responsabilidades, que requiere de funcionarios bien
capacitados sin afiliación partidista o funcional. En vista de lo anterior
Credibilidad. Además, durante la década de los noventa, fue necesario ampliar el
espacio de participación y gestión más allá de la vía del otrora régimen
hegemónico para acompañar la transición democrática. Actualmente, se ha
impulsado la gestión de determinadas reformas estructurales.

Las instituciones constitucionales autónomas realizan tareas tradicionalmente


relacionadas con los departamentos de acción administrativa, pero realizan
tareas fuera de las agencias administrativas tradicionales de manera técnica y no
partidista. Son instituciones al mismo nivel que el poder tradicional del país y
mantienen relaciones de coordinación y control con ellas. Su existencia supone el
desarrollo de la teoría tradicional de la separación de poderes y la amplía.
Proporcionan espacio para la negociación y la diversificación en el proceso de
toma de decisiones.

Sin embargo, el fenómeno aquí analizado, además de estos factores comunes y


unificados, también presenta una diversidad que no se puede ignorar, por lo que
creemos oportuno completar el trabajo con dos sugerencias para el futuro.

En primer lugar, la identidad de la institución de autogobierno mexicano toma


siempre la forma que el propio legislador crea conveniente para ella y la ubica en
las disposiciones constitucionales relacionadas con materias afines.

Las disposiciones constitucionales sobre su estructura y funcionamiento son


diversas y, en algunos casos, francamente regulatorias. En otros casos, no hay
aclaraciones. Sería conveniente establecer un nombre especial en la
Constitución para agruparlos, y al mismo tiempo establezca sus características
comunes, requisitos generales y otros temas relacionados a resolver aquí. En
este sentido, coincidimos con las sugerencias hechas por otros analistas, quienes
hicieron sugerencias antes de abordar este tema.

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