En los últimos años Colombia enfrentaba un conflicto el cual ha traído delicadas consecuencias de orden económico y social. Por otra parte, el turismo sufre una gran crisis que puede estar relacionado al conflicto interno que se vive en Colombia, aunque ese puede ser un factor determinante para el crecimiento del país. Frecuentemente se acentúa que el inicio del conflicto armado en Colombia fue en 1948, desde este punto se marcó el comienzo de la espiral de violencia que se ha ido agudizando, pero de en realidad las raíces del conflicto y la violencia en el país vienen de muchos años atrás. El movimiento social, ha sido parte de la historia de Colombia guiada en algunos casos por enfrentamientos ideológicos, político y doctrinarios, es decir, que se alimentan por interés de poder sobre territorios, riquezas o lugares geoestratégicos. Como consecuencia, en el transcurso de los años el país siempre ha buscado un planeamiento que pretende acabar con este conflicto, algunos hasta parecieran creer que la violencia forma parte de la cultura colombiana. De lo anterior dicho, el hecho de apartarnos de la dinámica mundial en su conjunto y de la relación con los grupos sociales, pueblos, estados o naciones. Evidentemente las manifestaciones han venido cambiando, teniendo en cuenta los ajustes de la evolución general de la sociedad, pero con similares detonantes (relaciones de trabajo, impuestos, propiedad de la tierra, pobreza y marginalidad, y crecimiento de la deuda externa). Es claro señalar que es indispensable reconocer la gravedad el asunto, aceptar los orígenes y manifestaciones, que para el caso de Colombia son aún muy parecidos a tiempos anteriores. El acuerdo de paz es únicamente el inicio de la superación definitiva del conflicto, de ahí en adelante se debe conseguir una labor de reconstruir el tejido familiar, resolver problemas de marginación y pobreza absoluta, solucionar las necesidades de servicios básicos: Educación, vivienda, salud y saneamiento. Se debe admitir que, para un nuevo futuro de Colombia, se debe comenzar por crear un nuevo escenario económico y social; mejorar las políticas actuales y establecer los principios de equidad, justicia social, e igualdad de oportunidades para los ciudadanos del país. El ejercicio de elaboración de escenarios en busca de una visión de futuro para Colombia entre 1997-2013 fue elaborado por 43 personas representativas de la diversidad nacional: Politólogos, académicos, iglesia, ONG, empresarios, guerrilleros, autodefensas, entre otros. Pero los escenarios que se establecieron carecen de recursos económicos que impiden su continuación, esto revela claramente las carencias de fondo en la capacidad real que tienen en concretar, negociar y llegar a un acuerdo en conjunto, Aunque también es muy cierto, que el gobierno actual se ha empeñado a fondo por una solución negociada del conflicto. En esta línea de ideas, la exploración de salidas al conflicto y en la proyección del nuevo país hacia el futuro debe pasarse por la discusión del papel que el Turismo deberá jugar en los años siguientes, porque la nueva sociedad no puede dejar pasar por alto el gran potencial que puede traer para el país, desperdiciando la importante capacidad instalada que ofrece y su posibilidad de ampliación en escalas de pequeña y mediana empresa. Tomando como ejemplos a países de habla hispana como México, Cuba, Costa rica o España como países cuyo potencial se puede encontrar todo en uno en un país como Colombia, que posee, selva amazónica, playas, alta montaña, llanura, desierto, todo acompañado de diversidad cultural, étnica y biológica. Se entiende que bajo estas circunstancias las nuevas políticas del país requieren elevar el turismo al máximo nivel considerándolo de interés nacional e integrándolo como sector estratégico de desarrollo. El avance de la crisis y el decrecimiento de la actividad turística es debatido en seminarios, encuentros promovidos por organizaciones gremiales que dan como punto central el conflicto armado. En Colombia es innegable la coyuntura de orden público por la que se atraviesa está incidiendo de manera crítica, el deterioro de las carreteras y las restricciones que enfrentan destinos turísticos, y en especial los no tradicionales, demuestran el estado de alarma y espantan cada vez más los flujos receptivos. Todo lo mencionado demuestra la mala racha que vive el país, expande la incertidumbre frente al futuro del turismo. Este conjunto de factores, tienen al borde de la quiebra o han obligado el cierre de gran cantidad de establecimientos a lo largo y ancho del país ligados directa o indirectamente con el turismo: Gastronomía, alojamientos, organizadores de eventos, agencias de viajes, transporte especializado, guías turísticas, entre otros, Con dificultad se venden eventos empresariales que se cancelan luego de conocerse las malas noticias que dan las arremetidas provocadas por la violencia. Se puede afirmar que son varias la razones que han impedido el desarrollo turístico y que han propiciado el rezago de la actividad del país los cuales serían: los énfasis productivos que han caracterizado la estructura productiva nacional, las prácticas de desarrollo turístico implementados a lo largo de la historia, la manifiesta en una dirección de la oferta del producto sol y playa, los precarios recursos económicos efectivamente inyectados al sector y por ultimo pero no menos importante, la inexistencia de una comunidad turística unida, solidaria y proactiva. Dando inicio a las razones ya mencionadas, el primero hace referencia a los sectores estratégicos o columnas vertebrales productivas de Colombia las cuales están centradas por tradición en los sectores de industria manufacturera y comercio, sector agrícola, y recientemente por los de hidrocarburos e intermediación financiera, el turismo parece rezagado, aunque a este mismo se le haya reconocido su potencial. Hablando de las prácticas de desarrollo turístico y a las políticas, programas y proyectos que se formularon a partir de la segunda mitad del siglo XX buscando darle una orientación a la actividad, es común encontrar que la inserción del turismo en los planes nacionales de desarrollo aparece con frecuencia como apéndice forzoso de la composición general de la estructura económica. Cabe resaltar que las mencionadas políticas, programas y proyectos expresan mediante enunciados comunes y reiterativos: la creación de empleo, generación de divisas, estímulos y fomento a la inversión y a las exportaciones, descentralización y desarrollo regional. Las estrategias de desarrollo turístico, se han llevado por lo general sobre elaborados enunciados y pocos hechos. En múltiples ocasiones han carecido de resolución de continuidad, formulados extemporáneamente, impulsados por interese regionales o particulares y en pocas ocasiones por motivos políticos. En relación con los recursos que se le han inyectado al sector por parte del Estado, hay que aceptar, por cierto, que son precarios y presentan una preocupante tendencia a la baja. Cuando ha existido, se comprendieron en proyectos que finalmente fracasaron, no fueron rentables o sucumbieron en la situación de tramito manía y recortes presupuestales, lo que llevo a cancelar múltiple micro, macro y mega proyectos de desarrollo turístico. En el caso de la inexistencia de una comunidad turística unida, solidaria y proactiva, claro es que no se detecta un esfuerzo conjunto supra gremial, suprarregional o supra estructural que articule, racionalice recursos, encadene procesos, cree e imprima valor agregado al producto. La presencia institucional: gremial y gubernamental en los ámbitos central y regional, aparece hoy fragmentada; las actividades emprendidas o no son suficientemente conocidas o no alcanzan una fuerza propia que logre un impacto regional o nacional. A manera de ejemplo se citan los casos de zonas francas turísticas cuyo origen como enunciado se remonta a 1991, sin que hasta el presente se halla desarrollado la primera; el sistema de información turística definido por primera vez en el plan de desarrollo “Cambio con equidad” en 1982, el cual suministró en un comienzo información estadística de interés y que terminó desapareciendo con el pasar de los años; el fomento turístico, enunciado que reiteradamente aparece desde comienzos del siglo pasado (1917 Puerto Colombia), el mismo que contribuyó en diferentes momentos con la dotación de planta turística de interés y que, con el tiempo se diluyó en enunciados cada vez más sofisticados, pero con menor efectividad. El turismo de interés social, enunciado que desarrolla el artículo 52 de la Constitución Política y que hoy es cuando menos un espejismo, particularmente para quienes ha sido concebido: “personas de recursos económicos limitados” artículo 32 de la Ley 300 de 1996. Podría decirse que la actividad turística en Colombia en su conjunto y que los subsectores que la integran subsisten más por la inercia propia de la vida moderna que por una acción concertada, privada o pública. La mala imagen de Colombia con el exterior ha llevado a que su principal mercado este conformado, en un alto porcentaje, por la demanda interna originada, en un sector de la población colombiana que disminuye en número con el paso del tiempo y que cuando accede al mismo lo hace en condiciones cada vez más costosas. Pero es necesario reconocer las acciones que culminaron en campañas y programas de diversa naturaleza y finalidad en el pasado. Si bien cada una de ellas alcanzo grados de éxito diferentes, lo cierto es que en su tiempo aportaron resultados importantes y flujos turísticos que hoy cualquier empresario quisiera captar; La campaña que tuvo por lema “turista satisfecho trae más turistas” de comienzos de la década de los 80’, tal vez la única en materia de concientización turística con el alcance nacional, la cual contribuyo con transmitir una visión amable a la población receptora frente al turista; el plan 25 que propicio la campaña aérea (SAM) con hoteles y agencias de viajes desde 1982, también el programa del vale turístico impulsado a finales de la década mencionada y la creación de los fondos mixtos de proporción turística a partir de 1984, los que aportaron nuevos espacio en el campo de la descentralización. A excepción de algunas intervenciones del sector probado emprendidas por propósitos personales o particularmente por el apoyo o decisión estatal, ya van a completarse más de dos décadas durante las cuales no aparece un plan o programa articulador que haya integrado o vendido la oferta turística nacional.
El impulso y la promoción de desplazamientos masivos con seguridad y
accesibilidad para amplios sectores de la población, como buscaba el programa “por las turas de Colombia”, es hoy una utopía. Ni tampoco se ha respondido a los problemas que por años han aquejado a la actividad; marcada estacionalidad, rigidez en el manejo del régimen laboral, disponibilidad adecuada, oportuna y permanente información especializada y de interés general, innovación, creación, diversificación y comercialización de productos turísticos.
Las voces que se escuchan desde diferentes sectores de la vida nacional e
internacional y desde la insistentemente llamada sociedad civil frente al actual proceso de paz son diversas y por momentos discordantes, tanto en lo que al modelo de negociación se refiere (diálogo en medio del conflicto, zonas de despeje, audiencias públicas, convención nacional, comités temáticos); como en cuanto a la dinámica misma (aplicación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, cese del fuego, fumigación de cultivos ilícitos, dinámica militar del Estado, crecimiento de los grupos de autodefensa conocidos también como paramilitares, y del narcotráfico). El conflicto armado ha traído con el desplazamiento masivo de la población campesina, crecimiento acelerado del desempleo y de la pobreza en campos y ciudades, fuga de capitales, paralización de la inversión extranjera, entre otros. Esto sin duda ha terminado por amenazar gravemente la producción del país, la calidad de vida de amplios sectores de la población y la estabilidad misma de la nación.
Aunque por nublado que parezca el futuro, es incuestionable que a luz de
la dinámica histórica de la humanidad al final deberá llegarse a un punto, a un acuerdo, a un objetivo, una meta. El destino, es poco probable determinarlo con seguridad; lo único cierto es que se requiere estar preparado para afrontarlo, particularmente en el sector turístico. La suerte del turismo nacional en el futuro mediato e inmediato debe comenzar a construirse desde ya. Esperar al cese del enfrentamiento armado o a la agudización del mismo significaría entrar en un estado de hibernación que en nada contribuye al sector y mucho menos al país. El estado general de desconcierto urge enfrentarse con ideas novedosas y articuladas a la realidad del presente y del inmediato futuro; con decidida intención de continuidad –no de continuismo–; buscando el desarrollo local y regional sostenible y sustentable; procurando generar un escenario de equidad, justicia social, beneficio directo para las comunidades receptoras, respeto por el medio ambiente y por el patrimonio cultural y social de los destinos involucrados. Ello, con seguridad, lograría demostrar incluso que el turismo puede ser vehículo protagónico en la búsqueda de ese nuevo saber y entender que se apremia como país.
Referencias:
Fortalecimiento del Turismo en el Posconflicto; Yine Arlet Barrantes
Bustos. Universidad Militar Nueva Granada
Turismo, Conflicto Armado y Paz en Colombia, Apostándole al Futuro; José
Alejandro Gómez Tobón. Universidad Externado de Colombia.