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La Universidad Alberto Hurtado busca desarrollar un perfil propio e inconfundible, marcado por
los rasgos del carisma ignaciano reflejados en una tradición pedagógica que se inscribe en el
magis y la cura personalis.
“A pesar de las limitaciones impuestas por el contexto, la tendencia a promover una educación
masificada y una formación impersonal y casi anónima, podemos asumir la tarea de cuidar que
nuestra enseñanza esté marcada por un perfil humano. La regla para medir la calidad de una
Universidad es la calidad humana que alcanzan los estudiantes. La educación jesuita considera
e integra la dimensión intelectual, sicológica, moral y espiritual. En la formación del estudiante
la integridad de su ser como persona es central. La educación jesuita es portadora de valores
humanos y éticos, para ser la conciencia crítica de la sociedad actual y prevenir la
fragmentación de los conocimientos. En ese contexto la cura personalis representa un valor
agregado y distintivo que marca nuestra Universidad” (Kolvenbach, 2006).
Más allá de las condiciones de entrada que los alumnos/as traen en el plano cultural y
académico, nos corresponde ayudarlos a transformarse en protagonistas de su vida,
visibilizando sus anhelos y sueños, sus talentos y potencial latente, su esencia única e
irreemplazable.
Así como los estudiantes tienen recursos y potencialidades, también se enfrentan a obstáculos
y requieren poder integrar la fragilidad y vulnerabilidad de nuestra condición humana. En este
proceso de visibilizarse y perfilarse desde un complejo proceso de individuación, los jóvenes
necesitan apoyos diversos para mantener (o recuperar) sus motivaciones más profundas
cuando se presentan obstáculos, sufrimientos y limitaciones en el camino.
Los jóvenes necesitan prepararse para discernir y optar entre diversos caminos. La atención
que se da a la persona no puede estar impulsada por el paternalismo o el autoritarismo. “La
cura personalis se puede realizar, según las diversas culturas, de muchas maneras; sin
embargo presupone siempre la convicción de que el otro tiene necesidad de una ayuda gratuita
y estimulante para poder pasar del estadio de niño/a al de persona libre y solidaria”
(Kolvenbach, 2007).
También presupone amar y creer en el ser humano, ponerlo en el centro de interés y apelar a
su capacidad de adquirir creciente responsabilidad por sí mismo con actitudes de autocuidado
y cuidado del prójimo.
“El perfil humano que la cura personalis querría promover en toda Universidad inspirada en la
educación jesuita, sigue manteniendo la pretensión de que suscite las cuestiones
fundamentales que tocan a la persona y a la comunidad humana en el plano de la búsqueda
del sentido…” (Kolvenvach, 2006).
Podemos contribuir a que para los jóvenes sea bien visto hacerse preguntas y plantearlas en
los diferentes espacios que ofrece la Universidad. En ese sentido, los estudiantes necesitan ser
ayudados, orientados, estimulados y desafiados en las diversas dimensiones de la formación
integral para ir encontrando respuestas a algunas de sus inquietudes.
“El educador/a no puede dar lo que él o ella no ha querido recibir” (Kolvenbach, 2007). Si como
adultos que trabajamos en la Universidad no integramos la cura personalis como una
experiencia benéfica para nuestras vidas, difícilmente podremos cuidar y acompañar a los
estudiantes. Tanto los jóvenes como los adultos requerimos de una conciencia de que como
seres humanos somos interdependientes y que para transformarnos en adultos, sea en el
terreno que sea, necesitamos la intervención de otras personas, también adultas; nadie llega a
madurar o a crecer sin la ayuda de otro y solo en el encuentro con ese otro se va aprendiendo
a saber hacer y saber vivir (Kolvenbach, 2007)…”es imposible separar la enseñanza como
transmisión de saberes, de la iniciación a la vida que toda educación, cualquiera que sea,
comporta” (Kolvenbach, 2007).
A todos los que conformamos la comunidad universitaria la cura personalis nos llama a crecer
en humanidad y desde ahí aportar a la humanización de la sociedad. “…la maduración y el
desarrollo de la vida no pertenecen exclusivamente al orden del saber sino que brotan de la
experiencia; esta experiencia, aun vivida en familia o en sociedad, sigue siendo algo
rigurosamente personal. En cuanto tal es imposible reahacerla o repetirla tal cual. Siempre será
única y nueva” (Kolvenbach 2007).
La cura personalis tiene que permitir que tanto adultos como jóvenes aprendan de sus
experiencias y vayan contando con un bagaje de recursos y de sabiduría personal. El magis se
propone el mayor desarrollo posible de la capacidad y las cualidades con que cada uno ha sido
dotado, buscando la autorrealización vinculada al servicio de los demás. Ambos conceptos
pueden y deben encarnarse en todos los ámbitos de nuestra Universidad.
Textos de Referencia: