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A la hora de realizar esta elección, es clave considerar el talento personal, la capacidad

intelectual, pues no todos estamos hechos para lo mismo, sino que cada cual tiene una
misión y una tarea que realizar en este mundo.

Los actos y los gestos de solidaridad son realmente beneficiosos cuando de verdad
sacuden nuestros egoísmos y comodidades, pero también cuando son un reto al sistema
político y a la legislación vigente que provocan, amparan y dan lugar a esas situaciones que
se tratan de paliar desde la solidaridad.

Cuando la solidaridad trata de ser verdadera y no apologética afecta al poder, a las formas
de ejercer el poder, educa en sentido crítico al ciudadano y nos permite, en definitiva, vivir
mejor.
La solidaridad pues, no es un modo de cumplir con las tareas que debería realizar la
administración del Estado, sino una respuesta crítica, responsable y constante a las
situaciones de miseria que se crean en el mundo. La solidaridad verdadera no es muda;
tiene una vena profética y crítica.
Una sociedad socialmente responsable es la que, de algún modo, se arroga el derecho de
hacer que sus ciudadanos sean cada vez más solidarios, y estén cada día más
comprometidos con los problemas de los más necesitados.
Ésta es una tarea nada fácil en la sociedad del hiperconsumo (Gilles Lipovetsky dixit) en la
que nos encontramos, pues ya no es el sacrificio lo que se encuentra en el centro de la
existencia; sino el placer, el bienestar, el ocio, el gozar de la vida.
Para que la auténtica solidaridad salga a la luz, es necesario recuperar el énfasis en el
sentimiento moral de gratitud, del bien por el bien, de creer que existe, a pesar de todo,
generosidad, altruismo y solidaridad, más allá de la lógica utilitarista de la sociedad.

Actividades
1. Lee, Subraya, parafrasea, extrae las ideas principales y elabora un organizador grafico
visual.
2. Con las palabras desconocidas y/o significativas construye un crucigrama.
3. Construye 10 preguntas relacionándolo con la construcción de nuestra Identidad.
4. En una frase explica ¿Cuál ha sido el propósito de nuestra clase?
5. ¿Qué has aprendido, como lo has aprendido, para que te sirve?

Profesor James Gonzales García Área Religión. 1º Secundaria


LA SOLIDARIDAD CRISTIANA CATÓLICA
Introducción
Todos conocemos la frase bíblica: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de
éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hiciste” ….
Al escucharla, es como si de pronto nos vemos despedidos del cielo a la tierra, del
espiritualismo a la encarnación. La sorpresa es profunda y general. Los justos como los
condenados, protestamos: ¿Cuándo te hemos visto...?

Jesús nos avisa de antemano que no seremos juzgados por nuestras prácticas religiosas:
no nos preguntarán si hemos rezado, si hemos profetizado, si hemos asistido a charlas,
retiros o reuniones religiosas. El juicio final no se basará en la cantidad de nuestras
comuniones, de nuestras misas dominicales, de nuestras confesiones. Toda esa intimidad
aparente con Jesús no nos impedirá ser puestos a la puerta del Reino. No seremos
interrogados sobre lo que hicimos frente a Dios, sino sobre lo que hicimos frente a los
demás.
Cristo se identifica aquí plenamente con los pequeños, pobres y humildes. En ellos, Dios
está a nuestro alcance, para que podamos amarlo y servirlo. Cuando lo hicieron con uno de
estos mis hermanos, conmigo lo hicieron.
Él está allí, a nuestro lado, con mil rostros distintos. Pero nosotros, ciegos, duros, egoístas y
negligentes, no sabemos verlo, peor todavía, no queremos verlo. Lo dejamos ir. Y, tal vez,
hasta lo despreciamos. Provocamos su justicia con nuestra injusticia y falta de solidaridad.
Cada vez que no lo hicieron con uno de estos mis hermanos, conmigo no lo hicieron.

Si la solidaridad fraterna es la única garantía para entrar en su Reino, entonces no nos


queda otro camino que buscar el rostro de Cristo en el rostro de nuestros hermanos que
sufren. Y cuando lo descubrimos, tenemos que acogerlos y, ayudarles como lo haríamos
con Jesús mismo.
Y así ningún cristiano puede permanecer tranquilo, mientras que haya niños que no tienen
que comer, jóvenes sin posibilidad de instruirse, adultos que carecen de trabajo, ancianos
pasando los últimos años de su vida en una resignada desesperación.
En cada uno de estos rostros se refleja nuestro Señor. Porque en cada uno de estos
hermanos necesitados nos sale nuestro Dios al encuentro.
El auténtico amor se manifiesta y realiza cuando es capaz de traducirse en solidaridad.
Porque el amor es una fuerza de unión, una tendencia a considerar al otro como parte de
mi propio ser, como mi verdadero hermano en Cristo.
Por eso, amar es compartir: sentir mías las alegrías, las esperanzas, las angustias y las
necesidades del otro. Y hacerle sentir que también lo mío mi corazón, mi tiempo, mi pan
está a su disposición. En esto consiste la solidaridad. Y en este tiempo difícil que estamos
viviendo, es necesario que todos seamos solidarios con los hermanos necesitados.

Profesor James Gonzales García Área Religión. 1º Secundaria


Además, es el único signo por el cual los hombres podrán reconocernos como discípulos de
Cristo e instrumentos del Espíritu Divino.

Pues lo peor no es ciertamente el mal que cometemos, sino el bien que dejamos de hacer.
Existe un grupo numeroso de gente que “no roba, ni mata, ni hace mal a nadie”. Pero
tampoco hace el bien.
Retirarse a la vida privada, refugiarse en la multitud, lavarse las manos ante los gritos de los
más pobres y oprimidos es hacerse cómplice y corresponsable de la injusticia. Pero todos
serán descubiertos y condenados cuando llegue el día de las responsabilidades. Todos
serán despojados de su paz y de su seguridad burguesas, en aquel día terrible. Porque
Dios vendrá como un ladrón que no anuncia ni el día ni la hora de su visita.

Queridos hermanos, renovemos por eso no sólo nuestro amor al Señor, sino también
nuestra entrega generosa a los hermanos, sobre todo a nuestros hermanos pobres,
desamparados y marginados. Y entonces nos esperará, al final de nuestra vida, la invitación
del Juez divino: ¡Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo!

Preguntas para la Reflexión


1. ¿Qué hago por los más pobres?
2. ¿La religión es un refugio para mí?
3. ¿Me considero una persona solidaria?

¿Qué Implica ser Solidario?


La primera solidaridad con el prójimo empieza, pues, en hacer bien nuestro trabajo. Los que
creemos en el buen trabajo no dudamos de las posibilidades que ello tiene para poder ir
cambiando el mundo
Es algo que se elige, igual que hay que decidir qué causas, de las muchas justas que
existen, puedo apoyar.
De vez en cuando, es higiénico preguntarse algo tan obvio como qué significa ser solidario.
No cabe duda que se trata de una pregunta incómoda, porque según cómo, uno puede
llegar a la conclusión de que no lo es y eso puede despertar la mala conciencia.

Si por solidario se entiende estar implicado activamente en una ONG, realmente son muy
pocos los ciudadanos solidarios, pero si ser solidario significa pagar religiosamente los
impuestos, entonces prácticamente todos los ciudadanos adultos son solidarios, pero no
por amor al prójimo, sino por imperativo legal.

La auténtica solidaridad comienza, entre otras cosas, con realizar bien nuestro propio
trabajo; el de cada día. Consiste en apostar por la excelencia y, a la vez, por una labor
socialmente responsable.

Profesor James Gonzales García Área Religión. 1º Secundaria


Ser solidario no es un hecho puntual, ni una aventura de verano, sino un compromiso tenaz,
constante con la propia labor que a uno se le ha encomendado. Si uno no hace bien su
tarea, eso tiene siempre efectos en la tarea de los otros y la primera norma de solidaridad
consiste en sentirse estrechamente unido a los otros y en comprender que lo que yo no
realizo correctamente afecta, directa o indirectamente, a los otros.

La primera solidaridad con el prójimo empieza, pues, en hacer bien nuestro trabajo. Los que
creemos en el buen trabajo no dudamos de las posibilidades que ello tiene para poder ir
cambiando el mundo.
Otros entienden que el trabajo es un puro modo de subsistir, un modus vivendi, pero no un
ámbito de transformación de la realidad. Entonces se sienten llamados a hacer algo gordo,
extravagante para lavar la mala consciencia y seguir viviendo.
La solidaridad entendida como experiencia puntual es un puro fraude, una excusa para salir
airado del examen de la consciencia.

Ser solidario significa tomar consciencia de que las cosas y los hechos pueden ser distintos
de cómo son. Como tal, la solidaridad lleva implícita la referencia a la elección. No se puede
imponer, tampoco se puede exigir, pero se puede esperar de las personas que toman
consciencia de la realidad en que viven.
Se refiere siempre al compromiso con el otro, trata de seres humanos y no de gestionar
cosas, ideologías, credos y ortodoxias. La actitud solidaria supone entender y comprender
que, bajo la superficie de la apariencia, de lo políticamente correcto, laten situaciones
inhumanas disfrazadas de verdades incuestionables.
La auténtica solidaridad implica aprender a no confundir. Para criticar las causas que dan
lugar a tener que ser solidarios hay que empezar, en primer lugar, por conocerlas, saber por
qué y cómo se producen tales situaciones sobre todo para no perpetuar con determinados
argumentos y soluciones lo que se pretende abolir.
La solidaridad que deseamos supone trabajar para conseguir buenos ciudadanos. Es
preciso inculcar en ellos buenas costumbres a través de buenas leyes. Aquí la educación,
los medios de formación de masas y una legislación con instituciones adecuadas son
elementos claves y determinantes.
La auténtica solidaridad nos hace sentir la impotencia de no poder abrazar todas las causas
hacia la que apuntan los Derechos Humanos, aunque todas ellas nos indignen. El hecho de
que existan muchas causas y no podamos atender e interesarnos por todas no es razón
para desmovilizarnos y paralizarnos.
Al contrario, esto es lo que hace que nuestra responsabilidad y nuestro compromiso nos
obligue a vivir la solidaridad a través de elección y de la amistad. Lo que nos impide ayudar
a todos es lo que nos permite que socorramos y nos solidaricemos con unos pocos.
Quizás ésta es la terrible paradoja de la solidaridad, escoger entre dos alternativas: la de
querer abarcar todo y no centrarse en nada ni en nadie o la de la elección y selección que
siempre supone elegir y excluir a otras causas igual de dignas y urgentes que la escogida.

Profesor James Gonzales García Área Religión. 1º Secundaria

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