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LA CALIDAD DE VIDA DEL PROFESOR DE BÁSICA Y MEDIA EN

COLOMBIA Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LO QUE SE ENSEÑA

JUAN JOSÉ SARMIENTO

Presentado a la PhD Margie Jessup

UNIVERSIDAD DE SANTO TOMÁS

DOCTORADO EN EDUCACIÓN

LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y LA PEDAGOGÍA

BOGOTÁ OCTUBRE DE 2010


PRESENTACIÓN

El concepto de Calidad de Vida depende en gran parte de la concepción propia


de mundo que tiene el sujeto en particular: la interpretación y valoración que le
da a lo tiene, vive y espera. En otras palabras depende de los lentes con los
que cada ser humano desde lo que ha sido y lo que es, ve el mundo. Así la
presente reflexión se dirige a intentar darle un poco de luz a este concepto,
como muchos otros, semipenumbroso y vago relacionándolo con la profesión
docente.

Se comienza por escudriñar muy superficialmente desde el sentido común lo


que se entiende por calidad sin entrar a mirar la comprensión que es algo ya
más profundo y delicado de tratar.

Luego y sin apoyos teóricos se aborda el concepto de calidad de vida,


valiéndonos de la experiencia, para lo cual a manera de ejemplo se hacen unas
disquisiciones en escenarios diferentes para contrastar con lo que se vive en
grandes ciudades como Bogotá.

En adelante y hasta el final la reflexión apoyada en la visión neoliberal y la de


los intelectuales que abogan por un cambio desde abajo e involucrando a los
sectores invisibles para la economía en la propuesta de Desarrollo alternativo,
se vuelve sobre la calidad de vida para entrar a relacionarla con la calidad de
vida del maestro desde luego permeada por la calidad laboral del gremio en
Colombia. El recorrido es breve y sin ninguna pretensión de profundidad, más
desde lo que ha vivido el autor que desde lo que ofrece el saber acumulado. Se
finaliza con una breve incursión a lo que piensa el autor que ha venido
produciendo el malestar docente que tanto mal le hace a la calidad de lo que se
enseña y se aprende en la escuela.
LO QUÉ SE ENTIENDE POR CALIDAD DESDE EL PENSAMIENTO DEL
HOMBRE COMÚN.

El término calidad es polisémico. Tiene múltiples significados. No todas las


personas entienden lo mismo cuando se refieren a éste.

Si, por decir algo, se le pregunta al comprador de una mercancía qué entiende
por calidad del producto, podría referirse en términos de -palabras más,
palabras menos- que esté hecho con materiales durables, es decir resistentes;
que tenga buenos acabados para que no muestre ningún detalle defectuoso;
que se perciba como igual o mejor que los restantes de su especie; que
ofrezca una garantía de un tiempo de uso o servicio; y en general que satisfaga
las expectativas del cliente, entre otros atributos.

De otro lado, por ejemplo, para referirse a la calidad de un servicio que se


recibe, se podrían utilizar calificativos como: prestarlo a tiempo -no antes ni
tampoco después-; atender con cortesía y respeto al usuario; que se lleve un
registro de lo actuado por si hay reclamos posteriores; que se dé una solución
pronta al requerimiento; que el cliente asuma una percepción de satisfacción,
entre otras variables intervinientes.

Mirando en otro contexto un poco más complejo, si se indagará a cerca de la


calidad de una institución educativa, se tendría que referir a la calidad de los
egresados: qué tan excelentes personas son, qué tanto éxito han tenido en los
diversos roles que les corresponda desempeñar: como padres, profesionales,
miembros de una comunidad, etc; a la competencias que logran desarrollar en
los estudiantes; a los resultados obtenidos en pruebas estandarizadas tipo
SABER e ICFES; a los ambientes organizacionales; a la calidad humana del
cuerpo de profesores; a la formación académica que acreditan el profesorado;
a las ayudas didácticas que ofrecen, entre otras variables.
De los tres ejemplos expuestos podríamos decir que calidad se refiere a un
atributo relacionado con la satisfacción de una o unas personas en relación
con algo al compararlo con otro de la misma especie y características similares.
Calidad entonces podría ser lo que hace que alguien prefiera un elemento A y
no un B siendo que ambos satisfacen un mismo tipo de necesidades. Así, la
calidad está ligada a un proceso interno del ser en el que interviene su
subjetividad a partir de lo que la persona percibe como satisfactorio frente a sus
experiencias y sus expectativas, entre otros muchos factores inmersos en la
percepción asumida.

¿QUÉ SE ENTENDERÍA POR CALIDAD DE VIDA SIN ABORDES?

Así como la calidad tiene un significado distinto dependiendo de quien la mire y


desde donde la mire, la calidad de vida también lo tiene y adicionalmente se
puede apreciar en diversos niveles, unos mejores que otros. Veamos desde la
observación al contexto algunos por qués.

Para iniciar la ilustración, partamos arbitrariamente de un entorno rural donde


se cuente con servicios públicos básicos tales como agua, luz eléctrica, vías de
acceso transitables, televisión, etc. Para una familia que no sabe usar el
internet porque además no lo necesita, que no siente la necesidad de ir más
allá de lo local; que tiene asegurada la satisfacción de necesidades básicas
como la subsistencia y la protección, un ambiente como el descrito es
considerado “un buen vividero” como usualmente lo expresan en el saber
popular. Su nivel de vida se podría clasificar como bueno, dado que no tienen
que preocuparse por arrendamiento porque tienen su techo propio; por
alimentación porque la parcela y los animales de la finca le producen lo
necesario para comer; su vestido sencillo y humilde se compra vendiendo
algún producto de la finca y a los hijos se les manda a estudiar a un colegio
público cercano sin mayores inconvenientes. La universidad no es un problema
porque a lo que aspiran es que su descendencia se quede en el campo
repitiendo el ciclo que ellos recibieron de sus padres. Si calidad de vida tiene
que ver con el hecho de ser felices -que seguramente lo tiene- es posible que
vivan mejor que muchas otras familias que aparentemente tienen un mejor
nivel de vida pero están rodeadas de contaminación sónica y visual; de
inseguridad; de falta de tiempo para cumplir agendas cada vez más apretadas,
entre otros aspectos que contribuyen a deteriorar la calidad de vida.

Ahora bien, para seguir esclareciendo el tema que nos ocupa, situémonos en
un escenario intermedio, digamos una pequeña ciudad de no más de 100.000
habitantes1 donde se cuente con todos los servicios públicos que ofrece la vida
contemporánea. Las calles no están repletas de vehículos luego no se tiene
que sufrir los trancones propios de las grandes urbes; en los bancos y sitios
para pagar servicios públicos no hay que hacer fila porque la demanda es baja;
se puede caminar por las calles sin temor a que un atraco o a la agresión de un
loco; aún se disfruta de aire puro y el canto de las aves; los colegios públicos
generalmente tienen cupos todo el año por lo tanto no es una mayor
preocupación; las salas de urgencia de los hospitales no están a reventar y se
recibe atención casi inmediata aun cuando no de las eminencias del ramo; la
mayoría de las personas del barrio se conocen y se tienen confianza; existen
diversiones gratuitas como ir a bañarse a una fuente de agua o en época de
verano a un río cristalino; el tiempo alcanza porque las distancias son cortas de
tal manera que se puede dedicar más horas al ocio, al deporte o las aficiones
de cada quien o si se quiere se puede llegar todos los días temprano a casa;
es fácil controlar a los niños y jóvenes porque son más escasos los sitios que
tienen a su disposición para frecuentar y menores los riesgos de ser inducidos
por malos hábitos como la droga; se encuentran espacios abiertos para jugar al
aire libre e incluso para parquear los vehículos gratis y sin temor a los ladrones.
En sitios como el descrito sus habitantes se toman las cosas con calma, saben
disfrutar de su vida, de cada momento y se preocupan lo mínimo, algo que les
hace llevar una vida muy saludable, que unido a un entorno natural envidiable y
un lugar fabuloso entre montañas y llanuras configuran un ambiente cargado
de buenos satisfactores de necesidades humanas. En tales condiciones,
excepto porque no se cuenta con algunos satisfactores de orden superior como
universidades de prestigio ni se ofrecen maestrías y doctorados, se podría
decir que la calidad de vida es buena. Una familia con ingresos permanentes y
suficientes para satisfacer todas sus necesidades de orden inferior e incluso
algunas de orden superior, en un entorno como el descrito se podría afirmar
que goza de una buena calidad de vida a pesar de que si quisiera disfrutar de
la ópera, tendría que desplazarse a una gran ciudad.

En el propósito de ilustrar mejor nuestro tema central, ahora centremos la


atención en una gran urbe, por decir algo, Bogotá, Medellín o Cali. Para lograr
llegar a tiempo al sitio de trabajo debe la persona levantarse por lo menos con
dos horas de antelación y otras dos para regresar, gastando un precioso
tiempo de su día en recorrer calles atestadas de vehículos y de gente; para
pagar los servicios públicos o hacer cualquier gestión en una oficina pública o
privada se le van otros minutos preciosos de su vida porque es muy raro que
no haya que hacer cola; sus relaciones con los vecinos son pocas o nulas, con
los compañeros de trabajo escasas, y con los demás son de desconfianza; la
inseguridad y la prisa con que se vive le generan estrés y mal genio; la
formación en valores que es su deber dar a sus hijos se la deja al televisor y la
internet porque difícilmente coinciden los tiempos para el encuentro en familia;
los fines de semana -estableciendo que el dinero no es el problema- también
son azarosos porque en general los sitios de recreación están al tope. Y así
sucesivamente, se podrían buscar más hechos, situaciones y variables que -
en mayor o menor grado- inciden negativamente la calidad de vida de los
habitantes de las grandes ciudades, de igual manera, no de una forma
generalizada y absoluta, pero sí, parodiando al dicho popular respecto a la
existencia de las brujas “que los afecta, los afecta”.

De esta mirada superficial a tres escenarios que no por haberse escogido


arbitrariamente dejan de tener validez -dado que al ser realidades puntuales de
alguna manera reflejan la realidad más amplia- podría deducirse que la calidad
de vida en una ciudad no se sitúa en un nivel más alto que la misma en una
ciudad pequeña, contrario a lo que podría pensar la mayoría de los citadinos o
los expertos que desde el aborde de las corrientes neoliberales asumen otros
indicadores para calidad de vida.. La afirmación se hace principalmente por el
uso del tiempo en una y otra. El tiempo es inexorable, no se detiene un instante
y con cada segundo vivido o simplemente existido, el ser humano se va
volviendo un segundo más viejo. Si de la vida tan corta todos los días la
persona tiene que gastar varias horas para transportarse del hogar al trabajo y
viceversa, este hecho le resta calidad a su vida por más carros, fincas y casas
que tenga. Si adicionalmente el entorno no le ofrece seguridad y le genera
estrés, este hecho le resta puntos al nivel de vida independientemente del
número de guarismos que acredite en su cuenta bancaria o de si tiene muchos
o ningún título académico. Y si le sigue agregando la insolidaridad, la soledad
en medio de la multitud, el costo de vida más alto, las dificultades para que le
reciban los hijos en un colegio ojalá cercano a la residencia, la calidad de vida
se ve ostensiblemente afectada negativamente.

Vista la situación desde otro ángulo, el contar en las grandes ciudades con
muchas opciones para ir al cine, a la ópera, a conciertos de artistas
internacionales, a bibliotecas y museos para satisfacer necesidades superiores
de orden estético y creador; el contar con prestigiosas universidades que
ofrecen una amplia gama de carreras de pregrado y postgrado para satisfacer
necesidades de conocimiento; el poder disponer de periódicos incluso
gratuitos; de grandes y hermosos parques públicos, entre otras variables, que
ayudan a subir algunos escalones en el nivel de calidad de vida, se llega a la
conclusión que la calidad de vida tiene muchas aristas desde donde verla y
valorarla, pero en general está relacionada con la mayor o menor posibilidad de
las personas de satisfacer sus necesidades de orden superior: filiación,
reconocimiento y autorrealización; una vez desde luego han logrado satisfacer
las necesidades inferiores: fisiológicas y de seguridad (Maslow 1943).
LA CALIDAD DE VIDA DESDE LA PERSPECTIVA DEL CAPITALISTA

La calidad de vida puede verse desde la óptica de los economistas del


capitalismo salvaje traducida en ingreso percápita y crecimiento económico lo
que no garantiza nada para los sectores poblacionales más pobres, porque se
ven casos de mendigos viviendo en medio de todos los servicios públicos de un
sector de la ciudad2, pero carentes de la más mínima condición de dignidad
humana en una sociedad indiferente, donde los ricos son cada vez menos y
más ricos en tanto que los pobres son cada vez más y más pobres, frente a la
insensibilidad de la gente que ve como algo natural que lo sean. Es evidente
que el neoliberalismo monetarista a pesar de impulsar el crecimiento
económico no es generador de desarrollo humano; y tampoco ha logrado
erradicar la miseria como consecuencia de la liberación de los mercados donde
los pobres se encuentran de hecho marginados. Esa incapacidad incide
negativamente en la calidad de vida de los sectores populares dependientes de
las políticas públicas estatales y vulnerables frente a la insensibilidad de la
economía, al no dar respuestas reales y efectivas a la satisfacción de sus
principales necesidades humanas.

No obstante no compartir los postulados centrales -enunciados en el párrafo


anterior- de las corrientes neoliberales respecto de lo que ellos asumen por
calidad de vida, a continuación se hará un breve recorrido por los criterios en
los que se basan para medir la calidad de vida de las los países y sus
ciudades, que de alguna manera reflejan la percepción real de las personas
desde cómo se sienten y perciben su entorno para establecer qué tan a gusto
se sienten viviendo en un determinado país o ciudad. De acuerdo con una de
las firmas más prestigiosas del mundo en encuestas y todo tipo de mediciones
económicas y sociales tomando como referentes factores acordados por la
comunidad internacional para medir la calidad de vida, agrupados en 10
categorías, Bogotá ocupa el puesto 132 con 67,4 puntos sobre 100 en una lista
que encabeza Viena, Austria, con un puntaje superior al 100%. Los siguientes
fueron los criterios utilizados en dicha medición (Consultora Mercer 2009):

1. Entorno político y social (estabilidad política, criminalidad, cumplimiento de la


ley, etc.)

2. Entorno económico (regulación del tipo de cambio, servicios bancarios, etc.)

3. Entorno sociocultural (censura, restricción a las libertades individuales, etc.)

4. Salud y salubridad (suministros y servicios médicos, enfermedades


infecciosas, drenaje, eliminación de desechos, contaminación del aire, etc.)

5. Escuelas y educación (calidad y existencia de escuelas internacionales, etc.)

6. Servicios públicos y transporte (electricidad, agua, transporte público,


congestionamiento vial, etc.)

7. Entretenimiento (restaurantes, teatros, cines, deportes y esparcimiento, etc.)

8. Bienes de consumo (disponibilidad de comida/artículos de consumo diario,


automóviles, etc.)

9. Vivienda (vivienda, electrodomésticos, muebles, servicios de mantenimiento,


etc.)
10. Medio Ambiente (clima, historial de desastres naturales)

Esta ubicación deja mal parada a la Capital de la República de Colombia en la


escala de las satisfacciones que ofrece la ciudad a quienes la habitan, lo cual
se agrava si se analizan con más detalles problemas como el caos en el
transporte urbano por el monopolio de transmilenio y la absurda
reglamentación del pico y placa que no impide que las personas adineradas
compren los carros que requieran para todos los días transitar por la ciudad 3,
penalizando a la clase media; la suciedad de grandes sectores de la ciudad por
la cantidad de basura que se produce frente a la incapacidad para recogerla; la
construcción de obras de infraestructura en el día cuando se debiera pactar
trabajarlas exclusivamente en jornadas nocturnas que hacen paquidérmica la
movilidad; la reacción tardía de las autoridades de policía frente a la
delincuencia que tiene acorralados a los ciudadanos de bien, por solo
mencionar unos pocos ejemplos de la pesada carga que arrastra la ciudad en
detrimento de la calidad de vida de los bogotanos y sus visitantes.

LA CALIDAD DE VIDA DESDE LA PERPESPECTIVA DEL DESARROLLO A


ESCLA HUMANA.

La calidad de vida es inversa al número de desocupados en los parques, de policías, de guardias de seguridad,
de agentes de tránsito, de agentes secretos, de mendigos, de gamines, y de leyes y normas. Juan José Sarmiento

Acudimos a Savater (2010) para señalar que los ignorantes son muy peligrosos
para las democracias ya que conforman una mayoría que a la hora de votar no
eligen sus mejores hombres, los más inteligentes, sino a los más astutos, esto
es a los políticos quienes a su vez fincan sus proyectos demagógicos y
populistas en la ignorancia de la mayoría que se impone sobre el silencio y a
veces la apatía de los hombres y mujeres mejor formados que son la minoría.
Por eso cada pueblo se merece el gobierno que elige. Es decir cada pueblo al
elegir a determinados gobernantes elige la calidad de vida que desea darse.
Desde luego que sería más una excepción que una regla que un político
tradicional hubiese leído Desarrollo a Escala Humana o Economía de los pies
Descalzos y que por lo tanto comprendiera muy bien de qué se tratan estas
teorías dirigidas a que los sectores invisibles de la economía se inserten en los
procesos de desarrollo no asumidos como simple crecimiento económico sino
como posibilidades de satisfacer las necesidades de de subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, participación ocio, creación, identidad y
libertad en las dimensiones del ser, tener, hacer y estar (Max Neef 1998)

Desde la óptica del Desarrollo a Escala Humana propuesto por Max Neef
(1998) se encuentren problemas comunes en muchas ciudades en relación con
la satisfacción y los satisfactores de las necesidades del ser humano que
inciden negativamente sobre el nivel de vida, así: egoísmo, codicia, avaricia,
estrés, mala salud, contaminación, aceptación social de la desigualdad,
degradación de la persona humana, falta de armonía con la naturaleza, miedo,
alienación, indiferencia, censura, aceptación social de la violencia y leyes
flexibles para los jefes del paramilitarismo, explotación de empresarios a
empleados, calles peligrosas y sucias, superpoblación, falta de espacios
comunes seguros, cinismo, superficialidad, agresividad, promiscuidad,
arrogancia de los funcionarios del gobierno, ruptura familiar, crisis de valores
humanos, aislamiento de algunos sectores de la comunidad, contaminación
visual y auditiva, autoritarismo de las fuerzas del orden, cinismo de algunos
gobernantes corruptos, intolerancia, deshonestidad, desempleo, egoísmo,
congestión, codicia, falta de ratos de ocio, falta de tranquilidad y espacios
privados, conformismo de algunos sectores, descalificación de los demás,
neurosis individuales y colectivas, injusticia por parte de los jueces encargados
de garantizar la justicia, entre otros muchos factores que de una u otra manera
hacen que la persona perciba que su calidad de vida viene en descenso y sus
gobernantes de turno no están adoptando las medidas pertinentes para frenar
su inevitable caída a niveles más bajos.

De otro lado y de nuevo apoyándonos en Max Neef (1997) quien llevó a cabo
un seminario en Bogotá con cincuenta participantes académicos, dentro de las
conclusiones señala que “hay violencia -mucha violencia- en la sociedad
colombiana, pero según lo que revela la lista, se considera que el gran
problema subyacente es el miedo” (pag.72). Tal resultado induce a pensar que
tal vez la calidad de vida en general de Colombia no es tan buena como desde
la epidermis se percibe y se quisiera. Quizá sea necesario ir más al fondo,
porque esta es una afirmación rotunda. Con miedo no puede haber una buena
calidad de vida. Y no es un miedo infundado porque la cifra de desaparecidos,
de desplazados4, de masacres, producto del fenómeno paramilitar-guerrillero
1990-2010 es muy alta frente a lo que reconocen los gobiernos de turno y lo
que se ventila en los medios de comunicación masiva al servicio de los
intereses del Estado. Es un miedo que -no se sabe si con la mirada complacida
o complaciente- de cierta manera patrocinó el Gobierno Uribista en sus dos
periodos con por ejemplo los falsos positivos5, y el señalamiento de
cohonestador con la subversión para las personas que se opusieran a las
políticas de Seguridad Democrática. En tales condiciones es muy difícil
considerar a Colombia como un país que ofrezca una gran calidad de vida.
Podrán gozar de calidad de vida algunas familias adineradas, sin embargo,
dado que la desigualdad social y económica es tan grande, tampoco pueden
ser tan felices ya que para garantizar su seguridad se ven en la necesidad de
restringir su libertad y rodearse de personas extrañas que les guarden las
espaldas. Claro que toda regla tiene su excepción. Seguramente no es difícil
encontrar sitios donde la calidad de vida es óptima, pero lo que sí se puede
asegurar es que no son muchos.

LA CALIDAD DE VIDA DEL DOCENTE DE BASICA Y MEDIA EN COLOMBIA.

“Como es notorio he tomado esto por oficio, como tan útil y santo; y aunque es cierto que pretendo del algún modo por
este medio subvenir a las notorias escaseces mías y de mi familia, también es notorio que más que del salario que de
uno u otro niño recibo es muy escaso, enseño de balde a la mayoría de ellos” Juan de la Cruz Castelblondo, maestro
6
de la escuela de Sogamoso en 1792

Desde la Época de la Colonia hasta nuestros días la profesión docente ha sido


considerada como un oficio de cuarta categoría tal como lo describe Martínez
(1988) al remontarse a los primeros maestros colombianos: “Ninguna
oportunidad es desaprovechada por el poder para referirse al maestro como el
forjador del mañana, como en encargado de la delicada tarea de transmitir la
herencia cultural a las nuevas generaciones. Sin embargo desde su nacimiento
el maestro ha sido considerado en un plano secundario en el terreno
intelectual, ha sido desplazado por otros sujetos, otros han hablado por él,
otros han definido su estatuto, otros han condicionado su hacer y su decir” pág
274.

Remontándonos de nuevo a la Colonia, y apoyándonos otra vez en Martínez


(1988) se tiene que decir que el oficio de maestro de escuela ha sido ejercido
temporalmente por quienes no teniendo otra oportunidad laboral asumen la
docencia mientras esperan poder ubicarse en un mejor cargo: “Sujetos que por
su mala situación económica, la abundante familia, o la necesidad de mantener
con asomo de decoro, una posición imposible de mantener por otros medios,
recurren a la enseñanza de las primeras letras como una posibilidad, una
alternativa, una esperanza, o simplemente una solución inmediata o pasajera
mientras se plantean mejores oportunidades” pag 269. Doscientos años
después no es inverosímil escuchar la trillada frase “Señor Gobernador lo
único que le pido es el favor de que me nombre en cualquier puesto, aun
cuando sea de maestro” petición que tiene un trasfondo enraizado en la
creencia generalizada de que cualquiera puede enseñar, es decir, ser docente,
lo que va en contra de la profesión. En otras palabras no se necesita profesar
una profesión para enseñar en una escuela, lo cual desde luego es erróneo,
pero le resta puntos al docente en la escala de la percepción de la gente.
Muchos estudiantes de estrato medio y alto -porque lo aprendieron de sus
padres y de la sociedad- ven al maestro como un ser inferior. En épocas
pasadas se le valoraban sus conocimientos. Ahora que el estudiante accede a
la distancia de un clip a montañas de información en las redes del internet ese
saber ya no tiene mayor importancia, mucho más si se ven ejemplos en las
series de televisión que entronizan a los narcos y los mafiosos como modelos
de éxito.

Buscando en la misma línea a cerca de lo que hace que la profesión docente


tenga una incidencia negativa sobe su calidad de vida, es necesario volver
hacia atrás en la historia para señalar que el salario siempre ha sido un motivo
de insatisfacción para el gremio. Martínez (1988) cuenta cómo eran
frecuentes los reclamos de los maestros a los gobiernos por su paga, la cual
era muy exigua y llegaba con años de retraso: ”Como así mismo se mandó por
su Excelencia se me pagara ciento cincuenta pesos por cada año, no podré
menos excelentísimo señor que lamentarme y ocurrir a la fuente de justicia
exclamando por medio de esta reclamación las diarias necesidades que
padezco por las cuales he llegado al vergonzoso caso de pedir limosna
algunas veces para mantenerme…mantenido con la esperanza de que cuando
no hoy, mañana, se me contribuya con el correspondiente pago” 7pag 273.
Incluso el mismo Estado Colombiano en pleno Siglos XXI, a la hora de fijar los
salarios del sector educativo subvalora al profesional de la educación al
asignarle una escala salarial por debajo de personal no calificado como
agentes de policía o celadores, por solo mencionar dos ejemplos. 8
Contrario a lo que muestra la realidad del gremio magisterial, la normatividad
en el contexto nacional apunta a una dirección que no logra su foco. Así el Plan
Decenal de Educación de Colombia 2006-2016 en su Capítulo 3: Agentes
Educativos -Desarrollo Profesional, dignificación y formación de docentes y
directivos docentes- da unos lineamientos para la formación docente y
reconoce que mejores maestros garantizan calidad en la formación de los
estudiantes. Igualmente se pretende dignificar su calidad de vida, su identidad
profesional, mejorar su desempeño laboral y reconocer su papel protagónico en
la sociedad. En otras palabras, lo que se hace es reconocer que de alguna
manera la profesión docente está atravesando por una grave crisis sobre la que
hay necesidad de intervenir, uno de cuyos elementos centrales es la calidad de
vida de los educadores colombianos, pero lo que se hace con el discurso se
borra con el presupuesto que se asigna al sector de tal manera que el primero
va por un lado y los hechos por otro.

Si en Colombia llueve por otros países no escampa. Una mirada a las políticas
públicas internacionales se establece que apenas hace pocos años empiezan a
preocuparse por el bienestar y la calidad de vida de los docentes. Así por
ejemplo en el artículo 7 de la Declaración Mundial de Jomtien se establece que
es particularmente importante reconocer el papel vital de los educadores y de
las familias. En este contexto, las condiciones de servicio y la situación social
del personal docente, que representan un elemento decisivo para conseguir la
educación para todos, deben mejorarse urgentemente en todos los países
(UNESCO 1990).

Continuando en el ámbito de lo internacional, el artículo 8 numeral IX de la


Declaración Mundial de Dakar propende por mejorar la condición social, el
ánimo y la competencia profesional de los docentes. Los docentes
desempeñan un papel esencial para promover la calidad de la Educación. Los
profesores de todos los niveles del sistema educativo deberán ser respetados y
suficientemente remunerados. Si el maestro llama la atención de la UNESCO
es porque muy seguramente los dirigentes del mundo se están dando cuenta
de la necesidad de recatar la dignidad de la profesión docente como un factor
determinante para incidir positivamente sobre la calidad de lo que se enseña.
Ojalá sea Colombia la excepción y no la regla a tal propósito. Porque es claro y
lo sabe de memoria hasta un niño: de la intencionalidad a la realidad hay
mucho trecho por andar. Una cosa es la fecundidad de la tinta con que se
escriben las buenas intenciones y otra la esterilidad de las acciones que se
hacen para lograrlas.

EL MALESTAR DOCENTE COLOMBIANO Y SU INCIDENCIA EN LA


CALIDAD DE VIDA DEL EDUCADOR DE BÁSICA Y MEDIA

Parodiando a Max Neef (1999) quien afirma que en los últimos años muchas
cosas se están deteriorando en el mundo, hay ciudades más sucias y ruidosas,
más contaminación y más stress; podríamos decir, que en los últimos años en
Colombia, cada vez se deteriora más la profesión docente; hay más ruido en
los colegios y los profesores con mayor frecuencia padecen enfermedades
relacionadas con el síndrome de Burnout. Al gremio docente cada gobierno le
agrega más tareas, le colocan más controles, le aumentan los estudiantes por
aula y en general se le da a la profesión un tratamiento desigual en relación
con otras profesiones al servicio del Estado. Ese nuevo escenario definido
como el malestar docente (Bautista 2010) se caracteriza por la sensación que
experimenta un docente en un momento determinado de su vida laboral, donde
se autopercibe falto de los recursos personales necesarios para afrontar el
ejercicio de la profesión de manera adecuada a los requerimientos del
contexto, lo cual puede derivar en cuadros de ansiedad, desmotivación,
confusión mental, indiferencia, apatía, etc

A mediados del Siglo XX por lo que cuenta el maestro Nicolás Buenaventura


(1989) al maestro se le tenía en alta estima y era junto con el cura y el alcalde
las tres autoridades del pueblo. Se le saludaba con respeto, los estudiantes le
guardaban una especie de veneración, su voz era escuchada y se le invitaba a
participar en la toma de las principales decisiones que afectaran a la
comunidad. En los albores del Siglo XXI la situación es diametralmente
opuesta. Hasta los niños de preescolar le faltan al respeto a sus maestros y sus
padres en lugar de corregirlos se ponen de lado de los hijos. Ser maestro en el
círculo de las personas exitosas en lo económico es sinónimo de un don nadie.
No se valora a las personas por lo que conocen sino por los bienes que
ostenten. Desde luego los educadores es muy poco lo que tienen para mostrar
en el escenario de lo económico porque lo que devengan escasamente les
alcanza para subsistir. Si bien el dinero no es la variable más importante en la
medición de la calidad de vida, si tiene un peso específico alto en el mayor o
menor nivel que se logre. Llegar a trabajar cada mañana con la angustia de
que lo que se gana no alcanza para vivir dignamente, necesariamente debe
afectar en forma negativa sobe la calidad de lo que se enseña.

Si se mira desde otro ángulo la calidad de vida del maestro, se puede afirmar
con ESTEVE (1998) que es notable la caída de la imagen social de los
profesores. De forma tal vez paradójica son los profesores los que han sufrido
las consecuencias más negativas de los éxitos obtenidos por el sistema escolar
a través de los años y por la aplicación de sus múltiples reformas. Los
profesores han perdido el respeto y el apoyo social que constituían su
retribución social más gratificante, ante la clara evidencia de que los salarios no
eran ninguna fuente de alegría para los mismos; es evidente en la legislación
colombiana el aumento de las exigencias sobre el profesor en especial para los
nuevos que ingresaron bajo el Decreto 1278 del 2002. Los maestros se
encuentran como en un Vaiven sin Hamaca (Miñana 2010) frente al aumento
de las contradicciones en el ejercicio de la docencia ya que por un lado hay que
formar en valores humanos, pero por otro se deben sacar altos resultados en
las pruebas SABER e ICFES; se le pide profundizar en los temas para una
mayor comprensión por parte de los estudiantes pero a la vez se le señalan
una serie de competencias que solo se desarrollan si se trabaja todo el
programa creando una tensión no resuelta entre profundidad y extensión.
Ahora bien, de acuerdo con Oliveira D (2004) al notable descenso de la
valoración social del profesor se suman otros elementos que hacen de la
profesión hoy día una de las menos atractivas haciendo salvedad de la
estabilidad de los viejos maestros, ya que incluso ésta se ha visto afectada por
las evaluaciones en servicio para los docentes que ingresaron a la nómina
oficial a partir del año 2003. A la arena movediza en que se mueve el maestro
colombiano en la actualidad, se entró por varios caminos, a algunos de los
cuales a continuación nos referimos. Los cambios frecuentes en los contenidos
curriculares, los objetivos, los logros, las competencias, la forma de evaluar los
saberes, entre otros que ponen al docente en una encrucijada desorientadora
por los diversos caminos borrosos que se le abren sin saber muchas veces por
cual coger; aún no asimila un discurso legal para llevarlo al campo del discurso
pedagógico, sin lograr plasmarlo en la mediación pedagógica, cuando ya le
llega uno nuevo. Hay más escasez de recursos materiales y son más
deficientes las condiciones de trabajo dado los consecutivos recortes al
presupuesto asignado para educación en la escuela que es donde se vive la
cotidianidad, contrario a lo que parece sienten los ministros de turno
centralizadores de recursos y decisiones, pero altamente descentralizadores de
problemas: sálvese quien pueda9. Son significativos los cambios en las
relaciones profesor-alumno -no solo la numérica- sino principalmente la
interpersonal; el maestro no sabe cómo desenvolverse frente a estudiantes
perezosos, inapetentes por el saber, irrespetuosos, desobedientes, inclinados a
incumplir las reglas; dados al facilismo e irreverentes, apoyados por los padres,
los gobernantes y los jueces en una errónea interpretación del libre desarrollo
de la personalidad y de los derechos del niño y el adolescente. La
descomposición de la sociedad y las familias por las crecientes estadísticas de
separación de los padres está afectando a la escuela a la cual llegan los niños
tristes y agresivos más con ganas de vengarse de la vida que de estudiar. La
violencia que ha generado miles de niños huérfanos -a su vez violentos y
depresivos- sacude a la escuela y altera el sistema nervioso del maestro,
mientras el gobierno nacional reduce el número de psicoorientadoras y hace
oídos sordos a la necesidad de nombrar psicólogos e incluso psiquiatras en la
escuela. Y así sucesivamente se podría seguir enumerando los males
modernos que la sociedad contemporánea como un lastre le cuelga a la barca
de la escuela llevando a la educación al borde del naufragio y con esta al
maestro su capitán y timonel que por necesidad o vocación no se sube a un
salvavidas y se aleja de tantas dificultades.

Prosiguiendo en la misma línea se encuentra que diversas investigaciones han


confirmado la alta prevalencia de trastornos de salud física y mental en
profesores, respecto de otros oficios y profesiones. La salud mental y el
malestar psicológico en el trabajo docente, se reflejan en trastornos producidos
por el estrés laboral y reflejados en el promedio de consultas por síndrome de
burnout (Cornejo 2007) que aumentan considerablemente, cuando hace
apenas unos pocos años ni siquiera se conocían. Acudimos a Bermejo (2005)
para identificar algunas fuentes de estrés que los profesores consideran más
importantes, a saber:

La cantidad de trabajo que les "sobrepasa", ya sea por falta de tiempo o de


exceso de tareas. Cuarenta estudiantes por aula multiplicados por cinco horas
diarias de clase da un promedio de 200 tareas para revisar, 200 exámenes
para calificar y 200 notas para digitar.

La sobrecarga de tipo emocional lidiando con estudiantes hijos de esposos


separados, de madres solteras; con niños huérfanos, maltratados, drogadictos,
hijos de desempleados, etc. A la escuela llegan todas las problemáticas
derivadas de las crisis sociales en especial las generadas por la falta de
dedicación de las familias a la formación en valores de las nuevas
generaciones.

Ambigüedad en los estudiantes, los padres y la sociedad en general que no


tienen claro cuál es su rol como docente y qué se espera de él por parte de la
escuela. Frente a un accidente debe actuar como paramédico; frente a un niño
depresivo como psicólogo; frente un maltratado como defensor de menores;
frente a un niño ladrón como investigador del CTI; frente a una acción de tutela
como abogado; etc.

Conflicto de rol en el que el profesor percibe instrucciones contradictorias


respecto a cuáles son sus cometidos laborales. ¿Formar valores?. ¿Desarrollar
la mente?. ¿Educar integralmente?. ¿Todas?. Si pero ¿Con qué tiempo y con
cuáles competencias?

Falta de apoyo por parte de los padres de familia que no quieren asumir su rol
de primeros educadores de sus hijos desresposanbilizándose y dejando la
formación a cargo exclusivamente de la escuela y el maestro. Los padres viven
esclavos de sus trabajos. No les queda tiempo ni siquiera para preguntar al
profesor por sus hijos.

Desmotivación, apatía e indisciplina por parte de los estudiantes criados bajo la


anarquía dado que sus padres permanecen ausentes del hogar la mayor parte
del día y observan en la televisión que los más exitosos son los que más
rompen las reglas e imponen la fuerza sobre la razón.

Escasez de recursos asignados a la escuela lo cual obliga al maestro a trabajar


con las uñas; falta de material didáctico, y de mayor acceso a las nuevas
tecnologías; excesivo ruido en colegios que concentran en una sola jornada
más de dosmil estudiantes10; averías en la infraestructura física de colegios
construidos hace muchos años que no reciben un mantenimiento periódico;
entre otros.

CONCLUSIONES.

El saber popular de mediados del Siglo XX dejó su pensamiento grabado en


una canción con respecto a las tres cosas en la vida que nunca deben faltar:
salud dinero y amor. En los albores del Siglo XXI habría que agregarle un
cuarto y quinto elemento sin los cuales sería muy difícil ser felices, una
variable central de la calidad de vida: la libertad y la seguridad. Con estas cinco
condiciones se lograría un buen nivel de vida, dado que encierran aspectos
relacionados con la seguridad en la alimentación y en la salud, principalmente;
la disponibilidad y el uso del agua, el sentimiento de pertenencia a un grupo
social; el deseo de poseer cosas materiales, es decir de propiedad; el deseo de
comunicación; el de educación; la necesidad de proteger y preservar el medio
ambiente. Involucrando las áreas de nutrición, salud, educación, derechos
humanos, seguridad social, vivienda, seguridad laboral, entre otros. Pedir más,
ya es aspirar a vivir en paraísos terrenales, lo cual es muy bueno pero difícil de
alcanzar para muchos. Sin embargo intentarlo más allá de un simple sueño es
una forma de construir mejor nivel de vida, dado que soñar es un don que se
ha perdido y constituye un bien preciado a recuperar.

En cuanto a lo que tiene que ver con el gremio docente, lo muy poco que se
pudo decir indica que la calidad laboral no es buena y que esta incide
negativamente con gran peso sobre la calidad de vida. Para la muestra un
botón. Con menos de un millón de pesos mensuales de ingreso el joven
profesor tendrá que esperar a llegar a viejo para poder adquirir su vivienda
propia porque no se encuentra en el estrato uno o dos para acceder a
subsidios del Estado, pero tampoco le alcanza la plata para comprar una
vivienda de interés social.

Sin embargo -y muy a pesar del panorama desolador en que se mueve el


gremio docente-, deseamos acompañar a Max Neef (1998) cuando afirma: “En
esta etapa de la vida he llegado a la conclusión de que soy incapaz de cambiar
el mundo, ni siquiera una parte de él. Solo tengo el poder de cambiarme a mí
mismo. Y lo fascinante es que si decido cambiarme a mí mismo, no hay fuerza
policial en el mundo que pueda impedirme hacerlo. La decisión depende de mí,
y si quiero hacerlo, puedo hacerlo. Pero el punto fascinante es que si yo
cambio, puede ocurrir algo en consecuencia que conduzca a un cambio en el
mundo”. Nosotros los docentes oficiales sí que menos podemos cambiar la
calidad de vida del mundo, ni siquiera la de los docentes, pero si podemos
influir grandemente en el cambio de mi propia calidad de vida y la de mi familia.
Puedo comprometerme conmigo mismo a hacer más deporte, a consumir
mejores alimentos, a cuidar más mi entorno, a bajarle al ruido que produzco, a
contaminar menos, a ayudar a limpiar el frente de mi casa, a ayudar a educar
mejor a mis hijos para que contribuyan a formar una sociedad menos
insolidaria y con mayores niveles de confianza, entre otras muchas cosas que
podemos hacer para mejorar el nivel de la calidad de nuestra vida y de la que
nos rodean.

BIBLIOGRAFÍA

BAUTISTA, Juan Manuel y otros; Malestar docente y estrés laboral en la


erosión del sistema Educativo, Publicación del Departamento de Educación de
la Universidad de Huelva 2010

BUENAVENTURA, Nicolás. Conferencia sobre la Tradición oral de los Abuelos.


Bogotá, Julio de 1989.

BERMEJO L, Malestar docente y creencias de autosuficiencia del profesor


Revista Española de Pedagogía LXIII (232) 2005.

CORNEJO. Rodrigo, en Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad,


Eficacia y Cambio en Educación RIECE de la Universidad de la Rioja, ISSN
1696-4713, Vol. 5, Nº. 5, 2007 (Ejemplar dedicado a: Aportaciones al I
Congreso Iberoamericano de Eficacia Escolar y Factores Asociados celebrado
en Santiago de Chile del 12 al 14 de diciembre de 2007).

ESTEVE, J Identidad y Desafíos de la condición docente en Tenti Fanfani


Emilio: El oficio de docente: vocación, trabajo y profesión en el Siglo XXI.
Buenos Aires ILPE-UNESCO Siglo XXI 1998.

MARTÍNEZ, Alberto y otros en Crónicas del Desarraigo: una reflexión en torno


de la historia del maestro en Colombia Ponencias Primera Parte del V
Congreso de Filosofía Latinoamericana Julio de 1988 Universidad de Santo
Tomás

MASLOW, Abraham, Teoría sobre la Motivación Humana, Pirámide de las


necesidades humanas. Editorial Paidos Ibérica Barcelona 1968.

MAX Neef Manfred. Desarrollo a Escala Humana; Editorial Nordan-Comunidad


Montevideo Uruguay; segunda Edición Octubre de 1998.

MAX Neef Manfred en el Congreso Internacional sobre el Desarrollo de la


Creatividad convocado por la Universidad javeriana de Bogotá en 1989 en la
conferencia De la infecundidad de la certeza a la fecundidad de la
incertidumbre.

MEN, Plan Decenal de Educación de Colombia 2006-2016.

MERCER Human Resource Consulting. Empresa líder global en servicios de


consultoría, outsourcing e inversiones desde 1937 con más de 25.000 clientes
a nivel mundial en Estudio mundial sobre Calidad de Vida 2009
http://www.mercer.es/summary.htm?idContent=1345265. Recuperado el 25 de
Octubre de 2010.

MIÑANA, Carlos, profesor UNAL de Colombia en la conferencia “Saberes


escolares y construcción de lo público en la escuela”, del libro Los maestros
como en un Vaiven sin hamaca, durante el XIV Encuentro Nacional de
Directivos Docentes; Barranquilla, Agosto 10 al 14 del 2010.

OLIVEIRA D Cambios en la organización del trabajo para los docentes.


Consecuencias para los profesores en Revista Mexicana de Investigación
Educativa 9 (20) 2004

SAVATER, Fernando en la Conferencia "Libertad, valores y educación", al


recibir el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de Colima México el
jueves, 11 de febrero de 2010
UNESCO, Declaración mundial de Jomtien sobre Educación para todos
"Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje” (Jomtien, Tailandia,
5 al 9 de marzo de 1990)

UNESCO. Declaración Mundial de Dakar, “Educación Para Todos” Dakar,


Senegal, 26 al 28 de abril de 2000.

Referencias.
1
Por Ejemplo la ciudad de Yopal Casanare, situada a aproximadamente 350 kilómetros de la capital de la república,
con una temperatura promedio de 28 grados centígrados, calles de doble calzada pavimentadas, sembradas de
árboles y muy limpias; con el río Cravo Sur pasando muy cerca de sus calles céntricas y los ríos Tocaría, Unete y
Charte situados a menos de media hora en carro por carretera pavimentada cuyas aguas cristalinas en verano se
disfrutan sin ningún costo o con fuentes de agua cristalinas en invierno como la Aguatoca; con baja producción de
basura, bajo niveles de ruido, dotada de todos los servicios públicos; con excelentes áreas verdes que facilitan la
práctica de deportes al aire libre, entre otros atributos que la hacen muy atractiva para vivir. Una ciudad como Yopal,
se podría decir que ofrece una buena calidad de vida con respecto a grandes ciudades como Bogotá ya que se puede
disfrutar de una vida más tranquila y segura.

2
Al menos en grandes ciudades de Colombia no es inusual encontrar a una persona o incluso a una familia completa
de desplazados pidiendo limosna en un semáforo o en una calle totalmente pavimentada en la que pasan carros de
varios millones de pesos y frente a edificios construido con la arquitectura de vanguardia del mundo. Sin embargo del
hecho de que el entorno encaje dentro de los parámetros del mundo capitalista como de alto nivel de confort, la calidad
de vida de esas familias pobres sin duda es muy mala.
3
Mientras no se determine que por cada familia solo puede transitar un vehículo con la restricción del pico y placa, los
estratos altos seguirán comprando dos carros por cada uno de los integrantes de sus familias ocupando las avenidas
que le están vedadas para los más pobres que ni siquiera tienen con qué comprar una automóvil y para las clases
medias que escasamente con grandes sacrificios logran hacerse a un carro familiar.
4
De acuerdo con el Registro Único de Población Desplazada (RUPD) 2010 que lleva Acción social de la Presidencia de
la República, en Colombia 754.539 hogares (3.316.862 personas), han sido expulsados de 1.109 municipios y
corregimientos departamentales cifras que están muy por debajo de lo que Asociaciones como la Geovanny Quevedo
de las Víctimas del conflicto Armado y del Desplazamiento forzado denuncian.

5
De acuerdo con la Fiscalía General de la Nación, son escandalosas las cifras de los crímenes cometidos por los
paramilitares. Se habla de 30.000 homicidios, 1000 masacres y 2500 desapariciones. Es la suma de las confesiones de
cuatro mil desmovilizados paramilitares que, en el marco de la Ley de Justicia y Paz, relatan sus crímenes a los fiscales
para obtener los beneficios de esta ley que promovió Uribe: máximo ocho años de cárcel sin posibilidad alguna de ser
extraditado, aun cuando los crímenes cometidos sean de lesa humanidad. Pero como quedan cerca de 30.000
desmovilizados que fueron soldados rasos, se espera que esta cifra aumente ostensiblemente. Los casos de “falsos
positivos” (civiles asesinados por miembros del Ejército) según la ONU llegan a 1800 en el 2009 de acuerdo con el
informe del 14 de Julio del 2009 del relator Philip Alston, quien estuvo en Colombia investigando estos hechos.

6
Citado por Alberto Martínez Boom en la Conferencia Crónicas del Desarraigo: una reflexión en torno a la historia del
maestro V Congreso Internacional de Filosofía Lationamericana USTA Bogotá 1988.

7
Carta del maestro Juan de la Cruz Castelblondo escrita en 1796 dirigida al Rey de España rogando se le paguen sus
salarios atrazados.
8
Un celador vinculado a través de los antiguos FER (Fondos Educativos Regionales) en el año 2010 con horas extras
nocturnas, reconocimiento de dominicales y festivos logra ingresos promedio de $1´500.000 en tanto que un licenciado
que ingresa al servicio educativo por concurso de méritos, con título universitario de educación superior lo hace de
acuerdo al decreto 1278 del 2002 en la categoría 1A con un salario de $ 949.272 . Ver Decreto 1367 del 26 de Abril de
2010.

9
En una visita realizada por los rectores de colegios participantes en un Congreso Internacional sobre educación
realizada en Compensar Bogotá en Julio del 2009, se programó visita a varios colegios públicos de Bogotá. En el
Colegio Gustavo Rojas Pinilla al observar en el recreo que varios profesores hacían turnos de vigilancia se le preguntó
al rector cómo lo lograba, a lo cual nos contestó que le ayuda el hecho de que en la sala de profesores solo hay
asientos y escritorios para la mitad de tal manera que por obligación la mitad no tienen dónde sentarse por lo tanto se
dedican a rondar los pasillos del colegio más por necesidad que por convencimiento.

10
La Institución Educativa Pública Braulio González del municipio de Yopal Casanare, de la cual es rector el autor de
este artículo, tiene en promedio 2200 estudiantes en la Sede Campestre en una jornada única. En horas de recreo el
ruido producido por esta cantidad de estudiantes se torna poco soportable para personas adultas ya que por el
contrario los niños y los adolescentes se sienten cómodos con los altos niveles de ruido.

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