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LC NX600
Dewey 702.81 A685p
Performance en México
28 testimonios
1995 - 2000
17,
Performance en México
Editado por 17,
colección
diecisiete,
teoría crítica, psicoanálisis, acontecimiento,
4 Consejo
Benjamín Arditi
Ginnette Barrantes
Este libro se realizó con el apoyo del Fondo
Evgen Bav ar
Nacional para la Cultura y las Artes a través del
Mario Bellatin
Programa de Fomento a Proyectos y Coinversio-
Geoffrey Bennington
nes Culturales del año 2013.
Sergio Benvenuto
Homi Bhabha
Néstor A. Braunstein
Monique David-Menard
El volumen está basado en la investigación
Bolívar Echeverría (1941-2010)
de Dulce María de Alvarado Chaparro que fue
Felipe Ehrenberg
apoyada por el programa de fomento
Karen Lisa Goldschmidt
de Fundación Jumex Arte Contemporáneo.
Georg Gugelberger
Dominick La Capra
Marta Lamas
Pedro Meyer
Primera edición: 2015 Raymundo Mier
Alberto Moreiras
www.diecisiete.mx Roberto P. Neuburger
Philippe Ollé-Laprune
Directores de la colección y editores Carlos Pereda
del presente volumen Raúl Quesada
Benjamín Mayer Foulkes Jean-Michel Rabaté
Francisco Roberto Pérez Cristina Santamarina
Ilán Semo
Coordinación editorial Edson Luiz André de Sousa
Gabriela Olmos Elida Starosta Tessler
Davide Tarizzo
Cuidado de los textos Conrado Tostado
Salomé Esper, Armando Navarro,
Eduardo Rivera
17, Instituto de Estudios Críticos
Diseño de la colección
Claudia Rodríguez Borja Dirección
Benjamín Mayer Foulkes
Diseño y tipografía de este volumen
Ónix Acevedo Frómeta Asistencia de dirección
Cynthia Grandini
Imagen de portada Coordinación académica
Felipe Ehrenberg Etelvina Bernal
Entrevista-acto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Cuauhtémoc Medina
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Es imposible dar las gracias aquí a todos los que vivieron el libro conmigo,
ayudándome a hacer de él lo que es: los sujetos serían demasiado numerosos,
los predicados demasiado complejos, las emociones demasiado intensas;
el trabajo de hacer la lista no comenzaría, o no acabaría, nunca.
Marshall Berman
LA MAYOR PARTE DE ESTE VOLUMEN fue remitida por su autora como una tesis de
Licenciatura en Artes Visuales, bajo la dirección de Teresa del Conde, en la
Universidad Nacional Autónoma de México, en el año 2000. Su título fue Per-
formance en México: historia y desarrollo. Ingresada a las bibliotecas, pronto
fue intensamente consultada y citada por artistas e investigadores. En 2006
fue ampliada su difusión, al quedar alojada temporalmente en la página web
de 17, Instituto de Estudios Críticos. Con la presente edición, apoyada por el
Fondo Nacional para Cultura y las Artes y la Fundación Jumex Arte Contem-
poráneo, el conjunto de testimonios hoy circula formalmente por primera
vez, tanto en papel como en línea (a través de www.diecisiete.mx).
Advertidos de su diseminación anterior y de la naturaleza del acto que
le dio lugar, nos hemos atenido a los siguientes criterios: no reescribir y
restaurar antes que corregir. El trabajo editorial también es una clase de arte
acción: concebimos este volumen como un ready-made cuyo contenido, len-
guaje y circulación vernácula (de mano en mano, en fotocopias) han de vol-
verse, ellos mismos, objeto de reflexión. De ahí, por ejemplo, que en algunos
pasajes, más que enmendar la palabra de los entrevistados, hemos optado
por indicar con un asterisco cuando ha hecho falta alguna aclaración: de lo
que se trata es de escuchar su voz y hacer patente su singular universo de
referencias.
No es inusual que en nuestro medio queden inéditos materiales valio-
sos, especialmente cuando se ocupan de temáticas consideradas margina-
les. Incorporarlos a la colección Diecisiete, como hemos hecho con el trabajo
de Dulce María de Alvarado Chaparro, es, además de una forma de honrar
su contenido, un modo de reconocer su valor documental para trazar la ge-
nealogía de la cultura contemporánea en México. Por eso nos hemos limita-
do a actualizar la introducción; a poner al día la bibliografía, sumando
nuevas fuentes sobre el tema y enumerando referencias a la obra presenta-
da suscitadas antes de su edición; a hacer ciertas precisiones (la modifica-
ción del subtítulo original tiene el propósito de reflejar más fielmente su
contenido); y a multiplicar sus vías de acceso con un índice onomástico.
Las grabaciones originales obtenidas en la investigación podrán ser
consultadas en el Centro de Documentación Arkheia del Museo Universita-
rio de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.
Confiamos en que el carácter de este volumen, inaugural en el contexto
de nuestra colección, dará lugar a más libros con el mismo tenor, en el que
el papel jugado por quien lee es central para que pueda producirse el acon-
tecimiento convocado.
Entrevista-acto
Cuauhtémoc Medina
6 Merry MacMasters, “Ahora toca al crítico Galindo y a Iris México recibir Encuentro
citado”, en La Jornada, México, 20 de mayo de 2002. Disponible en línea en:
http://www.jornada.unam.mx/2002/05/20/04an1cul.php?printver=1 [Consulta: di-
ciembre de 2014]
7 Cfr. entrevista en este mismo volumen.
entrevista-acto
8 Ésta es la temática que suelen reseñar los todavía escasos estudios sobre performance
en México. Cfr. sobre todo: Josefina Alcázar y Fernando Fuentes, “Arte de los resqui-
cios”, en Performance y arte-acción en América Latina, México, Ediciones Sin Nom-
bre-Ex-Teresa-CITRU, 2005, pp. 147-180.
entrevista-acto
A MÍ, DULCE MARÍA, DULCE MARÍA, dulcemaría, moro, moronita, la Reina del Hap-
pening, Dulce tardía, dulcerts, caramelito, según sea el caso, me gustó hacer
acciones desde mi infancia, yo ni sabía lo que hacía... Eran acciones, pero no
eran arte acción.
1 Allan Kaprow, Some recent happenings. Nueva York, A Great Bear Pamphlet, 1966. Cfr.
http://performancelogia.blogspot.mx
confesiones de una accionista (casi) de clóset
22 piedra, pero algo se me pegó… Un día llegué a la clase sin la tarea, así que
para que no me reprobara y a manera de disculpa me puse una corbata de
cáscara de naranja y una nariz roja. En cuanto me vio entrar al salón, Mel-
quiades soltó la carcajada. Luego me dijo: “ya te caché, eres excéntrica”, fue
un honor. A partir de ahí comenzó a obsequiarme objetos de esos que sólo
él encontraba, chácharas, como él las llamaba, que conservo como un tesoro.
Poco a poco fui conociendo más acerca de esta expresión artística y me di
cuenta de la importancia que ha tenido para muchos artistas y para la his-
toria del arte en general.
Para hacer arte he mezclado lo mismo el maquillaje y la pintura que
otras cosas, como por ejemplo la gastronomía. En algún momento hice las
Galletas moro, una pieza que llevo muchos años ofreciendo cada fin de año,
un happening para degustar y que a todos gusta, que lo esperan, ahora tam-
bién cobro por hacerlo... Otro que recuerdo fue en 1993, cuando llegué ele-
gante y ridículamente vestida como una crítica de arte de los años cuarenta
a la apertura de la galería Zona. Ahí me hizo segunda el maestro Jorge Alber-
to Manrique, fabuloso. Algunos se me quedaban viendo y soltaban la carca-
jada, otros sí me contestaban. Cuauhtémoc Medina no quiso participar en
este happening, quizá porque no fui muy convincente, pero me divertí mucho.
Esto me recordó una anécdota que no es precisamente un happening,
pero la traigo a cuento porque me pareció sensacional. Juan Soriano me
platicó que, cierto día, él y Lupe Marín bailaban en una cantina, y puntuali-
zó: “Lupe, que era muy grandota, y yo bailábamos juntos; era una escena
muy rara y había un tipo por ahí, llegó y se le quedó viendo y de plano le
preguntó viéndola para arriba, ‘¿oiga, usted es hombre o mujer?’ Y Lupe vol-
teó viéndolo para abajo y le contestó con las manos en la cintura: ‘mire, soy
más hombre que usted y más mujer que su chingada madre’.” Fue un happe-
ning por partida doble, la anécdota y la narración de la anécdota, yo me
imaginé esa escena y al mismo tiempo me deleitaba con la expresión de
Soriano que era extraordinaria.
En 1992 la Academia de San Carlos revivió la tradición de su famoso
Baile de Disfraces. Recuerdo que participé con un traje que nombré Reina
Mariana-Velázquez-Gironella-moro. Al entrar a San Carlos alguien gritó
“¡Gironella!” Mi traje llevaba los elementos clásicos de la obra de Gironella:
chorizo, salami, jamón, corcholatas, era una glosa de la glosa de Gironella de
confesiones de una accionista (casi) de clóset
Velázquez. Por fortuna llegué sana y salva al baile porque en pleno Zócalo 23
varios perros querían comer mi vestido… Recibí el primer lugar de manos
del rector José Sarukhán. He presentado esa indumentaria con variacio-
nes, por ejemplo, la de Carnaval, invitada por Ricardo Salazar, para desfilar
por las avenidas Juárez y Madero; en 2009, con todo y happening en la
inauguración de la exposición Exquisite Doll Kit. Materiales para la confec-
ción de un artificio en la sala Jesús Gallardo del Instituto Cultural de León
en Guanajuato.
En 1994, Melquiades me regaló mi rifle zapatista, de madera, y como
siempre fuimos a la —hoy desaparecida— cantina El Nivel. Ese día entré
aventando las puertas y disparando al primer parroquiano que vi. Y éste
cayó de inmediato: ¡fue el happening de cantina perfecto! Todos aplaudie-
ron, empezando por Zapata, el mesero más querido y una institución en ese
lugar. Fue muy divertido. También me vestí con smoking y la máscara de
Nahum B. Zenil que él me regaló, y en la inauguración de su exposición en
el Museo de Arte Moderno (MAM), entramos y atendimos los dos Nahumes
al público asistente.
Por todas estas razones, y seguramente por algunas otras que desco-
nozco, mi maestra Teresa del Conde me apodó la Reina del Happening, cosa
que me encantó; yo lo comenté a Melquiades Herrera y el maestro preparó
todo para que después de mi examen profesional en la ENAP hiciéramos jun-
tos algo al respecto. Propuso coronarme; yo me diseñé un vestido de reina
precioso (mi prima Bertha, excelente modista, lo realizó) y él me llevó una
corona auténtica que le habían mandado del Carnaval de Río de Janeiro
(aún la conservo), luego tomó una corbata con motivos de un cuadro de Pi-
casso, la cortó en cachitos y los repartió a los asistentes. Me puso otra igual
como diadema; no se atrevió a cortarme el pelo, aunque era su intención. Se
trataba de que la corbata original (carísima, comprada en el MAM) se des-
truía y la corbata pirata, comprada en la calle (baratísima), era la que per-
manecía. Esto, dijo, “es para que te caiga el veinte de que la pintura ha
muerto” o algo parecido. Él iba elegantemente vestido y fue un honor la
coronación, lo mismo que el compartir una acción con Melquiades. ¡Gracias,
maestro!
Pero no he descartado la pintura; la integré a las acciones y así, en 2002,
junto con mi amiga y colega Cecilia León, hicimos el Encuentro citado. La
confesiones de una accionista (casi) de clóset
24 obra te visita. Ella llegó un día a mi taller con sus espléndidos grabados; los
desplegó para que yo los viera. La idea era buscar una manera de mostrar al
espectador una obra. Algo dijo Cecilia de que la obra había querido hacerme
una visita. Yo recordé entonces que Hilda Valencia, actriz y directora de tea-
tro, me había platicado de una obra de teatro presentada para un especta-
dor en un festival de teatro en Nueva York. De ahí nació la idea que dio
origen a esta acción. Entre las dos armamos la mecánica para mostrar nues-
tro trabajo, mi pintura y su grabado, de forma personalizada: cada visita era
entre una exposición individual de dos artistas y algo más, era un ritual en
el que había un anfitrión y un invitado (la obra), con su séquito de acompa-
ñantes. Siempre se llevaba a cabo la acción en un lugar íntimo, el domicilio
del espectador; también invitamos a algunos colegas a participar. El anfi-
trión era propuesto mediante un sorteo y una vez elegido le enviábamos
una “carta de amor” escrita por un poeta, por correo postal, la cual expresa-
ba la intención de la obra de seducir al que deseaba fuera su espectador
exclusivo y obtener su aprobación para recibirla en una fecha, hora y lapso
específicos. Así se daba ese deseado Encuentro citado. Pedimos apoyo para
la parte operativa: la obra debidamente embalada y empacada la transpor-
taba profesionalmente la empresa Movart, que de forma generosa y entu-
siasta colaboró para que este proyecto se realizara. Llegaba el camión,
descargaba las cajas y se procedía a desempacar la obra, el anfitrión indica-
ba el lugar donde quería colocar a las visitas, es decir, las obras. Y así, pintu-
ras y grabados quedaban en sitios como la sala, el baño, la cocina, el
refrigerador, el pasillo, sitios donde el anfitrión conviviría con ellas por dos
horas, que era la duración de la propuesta para el encuentro. Algunos invi-
taban a otras personas a recibir la visita, otros la recibían solitos. Casi siem-
pre ofrecían un brindis de honor. Al término de la visita, el personal de
Movart procedía a desmontar la obra y embalarla para regresarla al camión.
Mientras tanto el anfitrión y nosotras, como acompañantes de la obra, ha-
cíamos y firmábamos un acta, una especie de respuesta a lo sucedido y po-
níamos el sello “Encuentro citado. La obra te visitó” sobre el documento y
sobre cualquier superficie que eligiera el anfitrión. Usualmente lo escribía-
mos en alguna parte del cuerpo, como en la frente; en el caso de Carlos Jau-
rena lo pusimos en la panza de Beatriz, su esposa, que estaba embarazada.
Invitábamos en cada ocasión a un fotógrafo para el registro. Tuvimos gran
confesiones de una accionista (casi) de clóset
El otro relato del que quisiera dar cuenta es de Teresa del Conde: 27
En 1896, en París, el poeta Alfred Jarry presentó Ubu Roi, lectura de poesía
con máscaras, títeres y una cortina pintada por el propio Jarry, asistido por
confesiones de una accionista (casi) de clóset
Más tarde, Ball fue sacudido por el drama de la guerra: “Los ideales no
son más que etiquetitas prendidas con alfileres. Todo, hasta lo más insigni-
ficante, se tambalea”.5 Después de esa experiencia todo perdió sentido:
“¿Quién puede hoy actuar en el teatro o quién desea ver actuar a la gente?”6
En 1915, Hugo Ball y Emmy Hennings huyeron a Suiza. En febrero de 1916,
junto con un grupo de refugiados iniciaron, en el famoso Cabaret Voltaire,
una de las actitudes que más influencia ha tenido en el siglo XX y hasta la
actualidad: el Dadá. Se unieron otros artistas refugiados: Jean Arp, poeta y
3 Las frases de artista que aparecen entrecomilladas son citas recogidas de RoseLee
Goldberg. From Futurism to the Present, traducidas del inglés por la autora.
4 Ida Rodríguez Prampolini y Rita Eder. Dadá documentos, Instituto de Investigaciones
Estéticas, UNAM, México, 1977, p. 78. Monografías de arte/I.
5 Op. cit., p. 83.
6 Op. cit.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
7 Werner Hofmann, Los fundamentos del arte moderno. Una introducción a sus formas
simbólicas, tr. Agustín Delgado y José Antonio Alemany, Península, Barcelona, 1992, p. 333.
8 Op. cit., p. 334.
9 Op. cit.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
30 pius, con la idea de unificar a las artes en una “catedral del socialismo”, fun-
dó en Weimar la Bauhaus, que reunía a lo que fue la Escuela Superior de
Artes Plásticas del Gran Ducado y la Escuela de Artes y Oficios, que se había
desintegrado durante la guerra.
Oskar Schlemmer, invitado por Gropius, consideraba la danza como un
símbolo de equilibrio entre lo dionisiaco (su origen) y lo apolíneo (su forma),
siguiendo el pensamiento de Nietzsche. A partir de 1921 desarrolló su teoría
y práctica sobre el performance. Llevó a la danza el concepto hombre-má-
quina, heredado de los futuristas y constructivistas, convirtiendo al bailarín
en máquina mediante efectos escénicos que enfatizaban su carácter mecá-
nico, opuesto a la marioneta.
En 1932 Hitler ordenó cerrar la Bauhaus, que en 1925 había cambiado su
sede a Dessau. La persecución nazi contra los artistas “degenerados” provo-
có un éxodo hacia América. Por un lado Moholy-Nagy fundó en 1937, en
Chicago, la New Bauhaus. Mucho antes, en 1933, John Price, formó el centro
experimental Black Mountain College, en Carolina del Norte. Allí colabora-
ron Josef y Anni Albers, cuyo lema era “el cómo, no el qué”.
John Cage, músico, y Merce Cunningham, coreógrafo y bailarín, intro-
dujeron lo aleatorio tanto en música como en danza. Ambos estaban inte-
resados en el budismo zen, y Cunningham propuso movimientos que “si
son aceptados en la cotidianeidad, por qué no en el escenario”. En 1951 pre-
sentó Seis danzas para solista y compañía de tres, en el que el orden de sus
partes fue decidido por un volado. Ambos artistas se presentaron en el Black
Mountain College (1948), donde participaron también Willem de Kooning
(escenografía) y Buckminster Fuller (actor, creador de las cúpulas geodési-
cas), Elaine de Kooning (actriz), bajo la dirección de Helen Livingston y Ar-
thur Penn. En 1952, Cage presentó su famosa pieza “silenciosa” 4’33”, en la
que David Tudor sentado al piano, sin tocarlo, únicamente marcaba los
tiempos de los tres movimientos y el público escuchaba el sonido del entor-
no, que para Cage era música: “es la [música] que uno escucha todo el tiem-
po si estamos callados”. El Evento sin título, que hicieron juntos en el Black
Mountain College en 1952, sentó precedente para el futuro del evento en sí
mismo. Bajo la influencia de las ideas zen, “el arte no debe ser diferente a la
vida, sino una acción dentro de la vida”, este acontecimiento se realizó en
un escenario cuadrado, el público ocupó cuatro áreas en forma de triángulo,
confesiones de una accionista (casi) de clóset
en cada asiento había una taza blanca y colgaron pinturas blancas del joven 31
Robert Rauschenberg. Cage, ataviado en traje negro y trepado en una esca-
lera, leyó un texto sobre la relación de la música con el budismo zen, y pre-
sentó una composición en radio, al tiempo que Rauschenberg tocaba viejos
discos en un gramófono y David Tudor tocaba el piano, y luego con cubetas
pasaba agua de una a otra, mientras Charles Olsen y Mary Caroline Richards
leían poesía entre el público. Cunningham y otros bailarines danzaban en-
tre los pasillos perseguidos por un perro y Rauschenberg proyectaba imáge-
nes abstractas a partir de gelatinas de colores encapsuladas en vidrio y el
compositor Jay Watt hacía música emitiendo chiflidos y llanto de bebé; cua-
tro personajes vestidos de blanco servían el café. Este evento en el que no
sabían lo que pasaría fue todo un éxito. A partir de 1956, Cage impartió cla-
ses de música experimental en la New School for Social Research, donde
tuvo por alumnos a Allan Kaprow, George Brecht, Dick Higgins. También
asistían con frecuencia Jim Dine, Larry Poons y George Segal.
En el action painting el pintor daba importancia al proceso, a la acción
de pintar, más que al resultado y pretendía expresar el inconsciente; su pos-
tura era apolítica y muy contraria a las acciones de artistas europeos como
Yves Klein y Piero Manzoni. El primero presentó en París en 1958 a un redu-
cido número de espectadores y, en 1960, públicamente su Antropometrías
del periodo azul, “Ellas se convirtieron en pinceles vivientes [...] bajo mi di-
rección la carne misma aplica el color en la superficie y con perfecta exacti-
tud”. Otra de sus acciones contra lo material fue “vender” sus sensaciones
pictóricas inmateriales, el pago fue en hojas de oro, mismas que arrojó al río
Sena y el comprador quemó su recibo para completar esa inmaterialidad.
Piero Manzoni, al igual que Klein, consideraba esencial revelar el pro-
ceso de su trabajo y prevenir el hecho de convertirse en reliquias de museo;
en Milán, hizo algo similar a Klein con cuerpos desnudos, pero en este caso
no había tela, simplemente firmaba el cuerpo de la modelo y les llamó Es-
culturas vivientes. El certificado era de un color distinto de acuerdo con las
partes del cuerpo o su totalidad, que había convertido en zona de arte. En la
idea de que el cuerpo es obra de arte llegó a envasar su aliento en globos y
su caca en latas como productos de artista.
En Inglaterra, Gilbert y George se declararon Esculturas vivientes, sati-
rizando al tradicional y conservador lord inglés; también hicieron Esculturas
confesiones de una accionista (casi) de clóset
32 cantantes (1969); su concepto de ser y vivir en el arte los llevó a realizar ac-
ciones como La comida (1969); convocaron a una ocasión de arte, en la que
el espectador los vería comer sofisticados manjares junto con su invitado,
David Hockney; vendieron cien boletos numerados.
Con la famosa pieza 18 Happenings en seis partes, que Allan Kaprow
presentó en la Reuben Gallery de Nueva York en 1959, el artista comenzó a
involucrar al espectador físicamente porque “ya era tiempo de incrementar
su responsabilidad”. A Kaprow se le atribuye el sentido y concepto de happe-
ning; también lo practicaron artistas como Jim Dine, Robert Rauschenberg,
Roy Lichtenstein y Claes Oldenburg, quienes “abandonaban los talleres y las
galerías por la calle, reafirmando su presencia y emprendiendo acciones
que se incorporarían a las calles y enriquecerían la propia vida espontánea
y abierta de las calles”.10 La calle, entonces, dejó de ser un mero escenario
para convertirse en tema de las propuestas artísticas. Oldenburg decía: “Es-
toy por un arte que te diga qué hora es o dónde está tal calle. Estoy por un
arte que ayude a las ancianitas a cruzar la calle”.11
Joseph Beuys, artista conceptual, se transformó en una especie de pro-
feta-creador que divulgaba su conocido lema: “todo hombre es un artista”.
Su interés por los procesos escultóricos naturales lo llevó a “la lectura de las
vidas de los insectos sociales (hormigas, termitas y abejas) del simbolista
belga Maurice Maeterlink, [que] le proporcionó los elementos perfectos
para la elaboración de la metáfora sobre la miel, que tan cara le fue y sobre
la que tanto abundó”.12 Sobre esto, él declaró: “Lo que me interesó de las
abejas, o más bien, del sistema en que viven, es la manera general en que el
calor se organiza [...] y dentro de tal organización existen estructuras escul-
tóricas”.13 Entre 1962 y 1965 se adhirió al movimiento internacional Fluxus,
cuyo rechazo tanto a materiales como a conceptos ortodoxos se basó en la
máxima de Heráclito: “Todo se encuentra en estado de flujo”.14 Beuys com-
10 Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, Siglo XXI Editores, México, 1989.
pp. 335-336.
11 Op. cit., pp. 336-337.
12 Teresa del Conde, “Art. Beuys en México/III”, La Jornada, sábado 4 de abril de 1992.
13 Joseph Beuys. Dibujos, objetos y grabados, Museo de Arte Carrillo Gil, INBA-Instituto
para Relaciones con el Extranjero, Stuttgart, 1989, p. 6.
14 Op. cit., p. 7.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
partía con este movimiento las ideas de borrar la división entre arte y vida, 33
así como la de lograr un cambio de conciencia a través de las acciones.
Fluxus se originó en Nueva York en el invierno de 1960-1961, a partir de
la idea del diseñador y estudiante de historia del arte George Maciunas,
de origen lituano, de reunir a diversos artistas en una revista que se publi-
caría con el nombre Fluxus. Algunos de ellos fueron George Brecht, Nam
June Paik, Ben Vautier, Robert Watts, La Monte Young, Dick Higgins (quien
se presentó en México en 1996 dentro de Poesía Visual), Ay-O, Robert Filliou,
Shigeko Kubota (en 1965 durante el Festival Perpetual Fluxus, presentó Va-
gina Painting), Peter Moore, Claes Oldenburg, Joseph Beuys, Tomas Schmit,
Daniel Spoerri, Wolf Vostell, Emmett Williams, Walter De Maria, Yoko Ono,
entre muchos otros. Las acciones tuvieron como escenario las calles y luga-
res como Café A Gogo, Larry Poon’s Epitome Café, la bodega de Chambers
Street de Yoko Ono y la A/G Gallery, donde Maciunas organizaba eventos
experimentales. Hablar de Fluxus es referirse a una actitud que se manifes-
tó en pintura, conciertos, festivales, objetos, ediciones, manifiestos Neo
Dadá, en música, teatro, poesía, arte, ensamblajes, en el periódico Fluxus,
acciones, happenings, performances.
El grupo Gutai, formado en Aishaya, Japón en 1950 y dirigido por el
pintor Yoshihara, en la década de los sesenta utilizó medios dinámicos, in-
cluso acrobáticos con la idea de concretar, a través de la materia, una espi-
ritualidad. Uno de los modos experimentales de body art —si es que se le
puede llamar así— que practicó este grupo de artistas, distinto al occidental,
era colgarse de una cuerda para pintar con los pies.
El movimiento Internacional Situacionista (IS) derivó de las reuniones
(1956 y 1957 en Italia) de artistas provenientes de la Internacional Letrista
(el cineasta Guy Debord), la Bauhaus Imaginista (Pinot-Gallizio) y el grupo
CoBra (Asger Jorn y Constant A. Nieuwenhuys), que dieron por resultado el
movimiento de arte, política y urbanismo, que se extendió por varias ciuda-
des europeas y norteamericanas principalmente. Entre 1958 y 1969 publica-
ron doce números de la revista Internationale Situationniste. Su postulado
central se basaba en la idea del Homo Ludens; construir situaciones como
divertimento en el gran escenario de la vida cotidiana que es la ciudad:
deambular (deriva), percepción subjetiva del entorno (psicogeografía) y len-
guaje fluido de la anti-ideología (détournement). Rechazaron entrar en un
confesiones de una accionista (casi) de clóset
34 ismo más: “El dadaísmo quiso suprimir el arte sin realizarlo; el surrealismo
quiso realizar el arte sin suprimirlo. La posición crítica elaborada más tarde
por los situacionistas demostró que la supresión y la realización del arte son
aspectos inseparables de una misma superación del arte”.15 Debord divulgó
su crítica “clasificada” de lo espectacular: “lo espectacular difuso” (socieda-
des capitalistas), “lo espectacular concentrado” (socialismo real y dictaduras
en países subdesarrollados), y más tarde en 1988 añadió: “lo espectacular
integrado”, refiriéndose a “la incesante renovación tecnológica, la fusión
económico-estatal, el secreto generalizado, la falsedad sin réplica y un per-
petuo presente”.16 El movimiento duró de 1956 a 1972 y nunca rebasó los
setenta miembros.
En Europa, el grupo de accionismo vienés, formado por Günter Brüs
(1938), Hermann Nitsch (1938), Rudolf Schwarzkogler (1940-1969) realizó ac-
ciones que recontextualizaban el ritual. Este grupo inició su trabajo en 1962
en Viena, como su nombre lo indica; teñía sus acciones con características
sadomasoquistas que denominaban “orgías rococó”. Orgía de sangre se pre-
sentó en Viena en 1963. Estos “rituales” eran para ellos “una manera estética
de orar”, los consideraron terapéuticos, liberaban la energía reprimida. Los
accionistas vieneses son considerados como los artistas de la posguerra que
más lograron influir sobre otros artistas que siguieron esa línea necrófila
transgresora, ritualista, escatológica y peligrosa de distintas maneras: Ar-
nulf Rainer, Otto Mühl y Valie Export, en Austria; Gina Pane, en París; Mari-
na Abramovic y Ulay, en Belgrado; Stuart Brisley, en Londres; en Estados
Unidos, Chris Burden, Bob Flanagan, Joe Coleman, Michel Journiac, Ben Vau-
tier y Ron Athey.
La artista norteamericana Laurie Anderson se inició en los setenta con
acciones autobiográficas y posteriormente agregó lo musical para después
integrar la multimedia al performance; en 1981 firmó un contrato con la
Warner Brothers. Éste es el momento en el que el performance, que en los
setenta había sido aceptado como un medio artístico por derecho propio, se
convierte en la estrella del mundo comercial de la multimedia y el espec-
15 Alfonso López Rojo, “Art. Situacionistas: Arte, política, urbanismo”, Revista Internacio-
nal de Arte Lápiz, núm. 128, febrero de 1997, Madrid, p. 115.
16 Op. cit., p. 119.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
17 Matthew Akers y Jeff Dupre, Marina Abramovic: The Artist is Present, Show of the
Force, AVRO Close Up y Dakota Group, 2012.
18 Natalia Carriazo, El Eco: una ecuación del movimiento, Antiguo Colegio de San Ildefon-
so, México, 1997, p. 97.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
36 harto, Goeritz declaró, entre otras cosas: “Habrá que rectificar a fondo todos
los valores establecidos: ¡Creer sin preguntar en qué! Hacer o, por lo menos,
intentar que la obra del hombre se convierta en una ORACIÓN”. Lo presentó
en la Galería Antonio Souza, en 1960; en 1961 y en plural (Estamos hartos)
también lo firmaron José Luis Cuevas, Pedro Friedeberg y Chucho Reyes. Al
respecto escribió Jorge Alberto Manrique: “Muy en el estilo provocador de
Goeritz, el tono del manifiesto es ambiguo y así lo fue el happening: con
mucho juego y relajo, pero con una seriedad fundamental, la de insistir en
el carácter espiritual del arte y proponer a éste como una oración”.19 De al-
guna manera el grito Dadá llegó a México con Goeritz; “A la edad de un año
me llevaron junto con mi hermano un poco mayor que yo a vivir a Berlín,
ciudad considerablemente más mundana y acogedora donde pasé los pri-
meros quince años de mi vida también en un ambiente conflictivo. Allí viví
bajo una atmósfera burguesa, nuestro hogar se ubicaba en el distinguido
suburbio de Charlottenburg, y aunado a ello, el caos desastroso que acaecía
a nuestro alrededor: terror, anarquía, violencia, angustia, revolución, bolche-
vismo, inflación, lo absurdo de aquella vida cotidiana reflejado en el arte de
la época: cubismo, expresionismo, surrealismo y sobre todo el dadaísmo que
tanta influencia tuvo sobre mí posteriormente”, cita Pedro Friedeberg en su
texto Autobiografía de Mathias Goeritz.20 Rita Eder antigua alumna de Goe-
ritz y muy cercana amiga de Ida Rodríguez Prampolini, a la sazón esposa del
artista, sostuvo varios diálogos con él. En cierta ocasión, ella dijo sobre Ma-
thias: “En aquellos años en los que se imponía Hitler cada vez con más fuer-
za, le acompañaba un librito de tapas negras que atesoraba, y que sentía era
su única guía y protección en medio del ascenso del nazismo; se trataba de
la Huida del tiempo (Die Flucht Aus der Zeit) de Hugo Ball. El diario del fun-
dador del dadaísmo, escrito entre 1916 y 1922 y publicado por primera vez
en 1927, lo reconfortaba y sentía que en él tenía una linterna, una vela en la
oscuridad”.21 Goeritz fue más allá del individualismo proclamado por el Dadá,
cuando buscó el trabajo interdisciplinario que proponía la Bauhaus donde
19 Jorge Alberto Manrique, “Mathias Goeritz, el provocador”, Los ecos de Mathias Goeritz,
Ensayos y testimonios, IIE-UNAM, México, 1997, p. 149.
20 Pedro Friedeberg, “Autobiografía de Mathias Goeritz”, en Los ecos de Mathias Goeritz,
op. cit., p. 15.
21 Rita Eder, “MaGo: visión y memoria”, en Los ecos de Mathias Goeritz, op. cit., p. 40.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
25 Carlos Monsiváis, “Art. Alejandro Jodorowsky: las funciones del escándalo y la creati-
vidad”, La Jornada, 19 de mayo de 1996, p. 25.
26 Angélica Abelleyra, La Jornada, 9 de agosto de 1995, p. 25.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
miento. Hicimos una pieza que llamábamos Movimiento telúrico, que fue 39
una falda que cubría todo el escenario con los bailarines debajo de la falda,
entonces una bailarina se colocaba al centro con esta falda puesta y confor-
me iba haciendo algunos movimientos la falda se movía de diferentes mane-
ras en relación con sus movimientos, que eran una coordinación meramente
de tiempo. Hicimos también un cuerpo desmembrado que era un esqueleto
constituido por seis bailarines. Uno era la cabeza, otro era el tronco, otro era
una extremidad superior y el otro la otra, y otros las extremidades inferiores.
Todo esto lo hicimos con una cámara negra y era un esqueleto, era un perso-
naje vestido de negro que mostraba nada más los huesos. La pierna derecha
era de uno, la pierna izquierda era del otro y el brazo de otro más... era de tama-
ño natural. Aparecía en escena la imagen y parecía un solo personaje, después
se empezaba a elevar la cabeza, muy alto, luego caía y se desmembraba todo
en el escenario; más adelante esa imagen se construía de nuevo y se volvía
hacia el lado izquierdo, hacia el lado derecho, y después al final cambiaba la
música. En esa época estaba el grupo Quanta (Mario Lavista y sus entonces
alumnos Nicolás Echeverría, Juan Herrerón, Fernando Baena y Antero Chávez).
Coordinábamos con ellos estas cosas. De repente empezaba una música muy
de cabaret y este esqueleto empezaba a hacer un striptease de sus huesos has-
ta que quedaba completamente vacío el escenario.
Los Cuerpos pintados fue una de las propuestas, creo que la más exitosa,
la que todo mundo recuerda porque además fue la más documentada. Hace
poco Paulina Lavista hizo una exposición fotográfica en la Galería Pecanins,
que incluye una imagen donde estoy pintando a Pilar Pellicer. También Héctor
García sacó fotos de eso.
Lo que nos unió a los que formábamos parte de la que ahora llaman la
generación de la Ruptura —en realidad éramos muchos, nos llamaban “La
Mafia” que porque habíamos dominado los medios, las galerías—, es que
conocíamos muchos momentos de la historia del arte, nos involucramos mu-
cho en el teatro de vanguardia en esa época que era el teatro del absurdo,
después en el Teatro Pánico de Jodorowsky, entonces de alguna manera sí
estábamos enterados de todo. Yo creo que, como decía Ionesco: “No hay nada
nuevo bajo el sol, sobre todo cuando no hay sol”. Entonces, sí estábamos en-
terados de lo que había hecho Schlemmer, que en realidad no fueron los
cuerpos pintados; lo que hizo fue una serie de personajes. Estos aros, por
confesiones de una accionista (casi) de clóset
44 mucha crítica. Alguien dijo que se exhibía “pura basura”. Otras manifesta-
ciones artísticas en esta década y de las que se sabe poco son el trabajo del
grupo Decibel en Tepotzotlán o del grupo La Casa Siete, en Guadalajara y en
Zamora, que provocaron gran escándalo e indignación.
El Salón Nacional de Artes Plásticas/Sección Anual de Experimentación
en el Auditorio Nacional en 1979 era anual, pero la sección de experimenta-
ción sólo se llevó a cabo en esa ocasión. Participaron Los Grupos y artistas
en forma individual con instalación, ambientación, arte-objeto, registro de
intervenciones en la vía pública y acciones. A esta convocatoria del INBA
respondieron diecinueve proyectos y propuestas, según el Acta del Comité
de Selección integrado por Teresa del Conde, Néstor García Canclini, Jorge
Alberto Manrique, Armando Torres Michúa y Raquel Tibol. Resultaron acep-
tados Aflorando del grupo Baobab, Ambiente de papel de Moisés de la Peña,
Arte espectáculo del grupo Peyote y la Compañía, Carta monumental de Ma-
riano Rivera Velázquez, Circuito interno del grupo El Colectivo, Creación co-
municativa del grupo Yoltéotl, Laberinto de Marcos Kurtycz, Libro-objeto de
Alberto Gutiérrez Chong y Humberto Guzmán, 1929: Proceso del grupo Pro-
ceso Pentágono, Movi-comics de Zalathiel Vargas y Trabajo colectivo del gru-
po SUMA. El jurado, integrado por Rita Eder, Néstor García Canclini, Francisco
Fernández y Carlos Jurado, otorgó becas de investigación al grupo SUMA y a
Zalathiel Vargas y destacaron la participación del grupo Proceso Pentágono
(que se autoexcluyó del concurso), El Colectivo y Peyote y la Compañía. En el
catálogo, publicado por el INBA, aparece dentro de la propuesta de Peyote y
la Compañía su intención de trabajar con “ideas y movimiento”, y parten de
las reflexiones de Juan José Gurrola —“arte doméstico” o “domart”, “perfor-
mances”, donde, desde su punto de vista, “per” equivale a ausencia (PER-AU-
SENCIA)— para proponer que “performance” es “hacer de un momento dado,
un momento dada” [sic].
Los ochenta. El auge de las acciones individuales, los festivales y los espacios
alternativos
48 estos grupos de artistas un tanto excéntricos del Centro venden obra y logran
generar los presupuestos necesarios para que continúe creciendo una especie
de barrio marginal de artistas, como alguna vez lo fue Montmartre en París, el
Soho en Nueva York, y ahora República de Cuba en la ciudad de México.31
32 Han surgido otros festivales anuales organizados por artistas visuales, por ejemplo,
Transmuted, que organizaron Martín Rentería y Pancho López a partir del 2010 en
CATE, San Luis Potosí; Ex Teresa Arte Actual y Cárcamo, Museo de Historia Natural en
2011; Centro Cultural Acapulco en 2012; el Encuentro Internacional de Performagia,
organizado por Pancho López en el Museo Universitario del Chopo, de la UNAM, a par-
tir del 2003. En el 2011, se presentaron en el mismo recinto siete libros que dan cuenta
de las siete emisiones de este festival (2003-2009), en siete jornadas del 1 al 4 y del 8 al
11 de septiembre, donde hubo mesas y dos performances cada día. Participaron artis-
tas, curadores y críticos, entre ellos, Maris Bustamante, María Eugenia Chellet, Lorena
Orozco, Víctor Sulser, Rocío Boliver “la Congelada de Uva”, Carlos Jaurena, Omar Gon-
zález, Katnira Bello. Otro festival fue EXTRA! Festival Internacional de Performance que
inició en 2010, dirigido al performance emergente, en el Centro Cultural Xavier Villau-
rrutia en la glorieta de Insurgentes, coordinado por Sí-Art, departamento de arte e
investigación de la Universidad de la Comunicación; su curador es Pancho López.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
33 Para precisar nombres del recinto, directores y fechas agrego esta información oficial
proporcionada por el Centro de Documentación de Ex-Teresa Arte Actual:
· 1993. ELOY TARCISIO. En octubre de ese año la SEP dicta el laudo de suspensión a Tarci-
sio a raíz de la desaparición del cuadro de Raúl Anguiano Retrato de mujer indígena,
en el MAM, donde era curador. Eloy tenía designado a un miembro de su equipo para
ocupar su lugar, la historiadora de arte Ximena Espejo Real.
· 1994. LORENA WOLFFER. El primer día de marzo, Wolffer toma sus funciones como
nueva directora. Con la salida de Eloy, X’Teresa se convierte, de facto, en un centro más
del INBA. El 18 de noviembre de ese año, el Tribunal Fiscal de la Federación falló en favor
de Tarcisio, con lo que la inhabilitación quedó nulificada y él, listo para su reinstala-
ción. Sin embargo, no se acataron las órdenes.
· 1995. LORENA WOLFFER. Hacia marzo, Tarcisio esperaba respuesta de la Contraloría Inter-
na de la Secretaría de Educación Pública para su reinstalación. En junio: es encontrado
el cuadro de Anguiano en las bodegas de la Coordinación Nacional de las Artes Plásticas.
· 1996 LORENA WOLFFER-ELOY TARCISIO. A finales de febrero Wolffer presenta su renuncia;
la última semana de mayo, deja el puesto; en junio, regresa Eloy Tarcisio como director.
· 1998 ELOY TARCISIO-GUILLERMO SANTAMARINA. El 29 de mayo, Eloy Tarcisio deja la direc-
ción de X´Teresa tras presentar su renuncia; el 13 de agosto: Guillermo Santamarina es
nombrado el nuevo director. Desde el inicio de su gestión como director, Santamarina
manifiesta la necesidad de no llamar “alternativas” a las prácticas que se exhiben en
este foro. No existe un comunicado de prensa que indique el cambio de nombre, sin
embargo, en la VII Muestra Internacional de Performance llevada a cabo en octubre de
este año, ya aparece en comunicados oficiales el nuevo nombre.
· 2004 GUILLERMO SANTAMARINA-JUAN CARLOS JAURENA ROSS. A inicios de septiembre, Juan
Carlos Jaurena asume la dirección del recinto.
· 2013 JUAN CARLOS JAURENA ROSS-IVÁN EDEZA. Durante septiembre, Iván Edeza asume la
dirección de Ex-Teresa Arte Actual.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
Antes de que el destino nos alcance y las tecnologías nos conviertan en des-he-
chos industriales, dejamos aquí testimonio de una coincidencia temporal en
la que se comparten diferencias y semejanzas en la creación. Nacidos en los
sesentas [sic.], productos de los desencantos ideológicos, de la manipulación
más-iva, de las interminables crisis económicas, morales, sociales, culturales y
sexuales, marcamos el fin y el principio de una primavera incierta.
Carlos Martínez Rentería / Enrique Franco Calvo, coordinadores.
54 ces delicado tema de la nueva dirección de X’Teresa —en esa época fungía
como directora Lorena Wolffer, con quien estaban en desacuerdo algunos
miembros de la comunidad artística. El proyecto V Bienal Internacional de
Poesía Vixual/Experimental se concretó en enero de 1996. Abarcó acciones
poéticas urbanas en la vía pública, en el Museo Universitario del Chopo, en
el Centro Cultural Jaime Torres Bodet, en la ENAP, en la Academia de San
Carlos, de la UNAM, y en la Casa de la Primera Imprenta de América, de la
UAM. Se manejaron los términos videopoesía, acciones callejeras con el pú-
blico, poesía gráfica, concreta y visual, música gráfica, y performance. Hubo
una participación multitudinaria de artistas; entre los nacionales se encon-
traban Mónica Mayer, Felipe Ehrenberg, Semefo, Víctor Muñoz, Adolfo Pati-
ño, Rocío Cerón, Éric del Castillo, Carlos Jaurena, César Martínez, Eloy Tarcisio,
Usuarios y Operarios (Juan Carlos Equihua y Ana Patricia Huerta), Armando
Sarignana, y entre los extranjeros de América y Europa destacó la presencia
de Dick Higgins, artista Fluxus. Recibieron participaciones vía fax y correo
postal de decenas de artistas de todo el mundo. Los organizadores, como Poe-
sía Vixual-México/Internacional, A.C., emitieron varias publicaciones alrede-
dor de la IV y V bienales; en estos documentos manifestaban sus ideas,
propósitos, alcances, objetivos, participantes, enfatizando que se trataba de
un laboratorio de arte, fuera de modas y del mercado del arte, a diferencia de
otras propuestas, era experimental y propositiva, no competitiva.
El conocido proyecto Temístocles 44, fue un espacio colectivo formado
por trece artistas (marzo 1993-marzo 1995), situado en ese domicilio en la
colonia Polanco. Este foro estaba sustentado económicamente con los fondos
de la beca del Conaculta, que, según declararon por escrito sus integrantes
(Eduardo Abaroa, Franco Aceves Humana, Fernando García Correa, Rosario
García Crespo, Hernán García Garza, Ulises García Ponce de León, José Miguel
González Casanova, Diego Gutiérrez, Daniel Guzmán, Luis Felipe Ortega, Sofía
Táboas, Pablo Vargas-Lugo, Haydeé Rovirosa) tenía como objetivo:
ven. [...] atención a los procesos creativos que se encuentra excluida del pro- 55
yecto de la crítica, los museos y galerías, [...] cuyo fin no sea la mera exhibición,
venta o legitimación de productos o monumentos.34
56 propia casa, y abría cada viernes para presentar una exposición, un concier-
to, un performance, poesía visual, etcétera. Caja Dos evocaba de alguna ma-
nera al Cabaret Voltaire o las reuniones futuristas; era un oasis de arte en la
colonia Roma y un semillero de jóvenes artistas que aquí se iniciaron, por
ejemplo Niña Yhared (1814).35 Poco después el nombre del lugar cambió a
Caja Dos. Arte Nativo, que fue sede de singulares acontecimientos y plata-
forma para organizar eventos como la Marcha en homenaje al poeta beat
William Burroughs y Asaltos (1997), que consistió en una comitiva que partió
del Zócalo capitalino, recorrió Madero hasta la Torre Latinoamericana, des-
pués la explanada y las fuentes del Palacio de Bellas Artes, la Alameda y
concluyó en el Hemiciclo a Juárez. Durante el trayecto, los artistas convoca-
dos por Sarignana hacían performances, entre ellos, Pancho López, Pilar
Villela, Ana Patricia Huerta, José Guadalupe y Niña Yhared (1814) que pre-
sentó El libro de la lujuria frente al Palacio de Bellas Artes.
Rocío Cerón, poeta, se inició con arte acción en Caja Dos y la influencia
que ejerció en ella Armando Sarignana la llevaron a fundar y dirigir un es-
pacio independiente en una zona inusual para un lugar de arte con este
carácter alternativo, 20/30 Espacio, que operó en Las Lomas de Chapultepec
por año y medio a partir de 1995. Abrió con la idea de especializarse en mos-
trar arte emergente y multidisciplinario. Auspiciado por la Fundación Car-
men Toscano, presentó diez exposiciones de fotografía, instalación, pintura,
poesía visual y performance con artistas de diversas generaciones como
Felipe Ehrenberg, José Antonio Hernández Vargas, Éric Jervaise, Magali Lara,
Gustavo Prado, Martín Rentería y Eloy Tarcisio, entre otros. Se realizaron
mesas redondas sobre políticas culturales y la relación entre disciplinas, con
lo que se abrió un espacio de crítica y reflexión. Fue memorable la exposi-
ción Erótica 95 con todo y cena afrodisiaca preparada por la gastrónoma
Lourdes Hernández Fuentes, esposa de Felipe Ehrenberg.
El centro cultural Casa de Agua, fundado y dirigido por Xane Vázquez,
promotora cultural, abarcaba en su proyecto diferentes manifestaciones
35 Ahí presentó sus primeros performances, Carta al cielo 1997; Zanahoria, 1998; Lasciva
negra, exposición y performance, 1998. Con la experiencia en Caja Dos Arte Nativo,
años más tarde abrió su espacio La Casa de la Niña, cuyo formato es parecido al que
inició Sarignana, autogestivo y abierto por un día para presentar exposiciones, insta-
laciones y performances desde 2004.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
cuyo objetivo era acercar a los vecinos de la colonia Santa María la Ribera al 57
arte contemporáneo. Organizó en 1997 las Jornadas de Nivelación del Oxíge-
no, Arte Performance en Santa María la Ribera. Estas acciones urbanas se
llevaron a cabo en diversas calles de la colonia mencionada, y participaron
Elvira Santamaría, Rubén Castillo, Jonathan Hernández, Mario Rangel Faz,
César Martínez y Fernando Ortega. Guillermo Santamarina participó en la
parte curatorial.
La Panadería fue fundada en esta década por los artistas Miguel Calde-
rón y Yoshua Okón en la colonia Condesa, con carácter y propuesta de espa-
cio independiente, pues no era su propósito operar como galería. Su público
eran principalmente artistas jóvenes, estudiantes, aficionados o interesados
en la producción artística reciente. Buena parte de los fondos para sostener
este espacio provenían de un apoyo del gobierno austriaco destinado a sol-
ventar la estancia de artistas de ese país que vivían y producían en México
durante una temporada y exponían en el mismo inmueble.
Obra Negra, espacio alternativo en la zona de Garibaldi, en el Centro
Histórico, era la construcción del estacionamiento del cabaret Bombay que
estaba en obra negra y fue “tomado” desde 1998 por su dueño Manuel y por
artistas que lo acompañan. José Valencia coordinaba las exposiciones donde
participaron, entre otros, Antonio Sáiz, Gerri Lejtik, Aldo Flores, Enrique Can-
tú, Manuel del Conde, Adolfo Patiño, Martín Flores Cadáver y Héctor de
Anda. La propuesta abarcaba expresiones que iban desde la moda alterna-
tiva hasta el performance. Un ejemplo fue el evento Trapo y garra (1998),
sobre moda y antimoda, música y performance, donde participaron cerca de
sesenta artistas, entre ellos, Félix Culpa, Félix María Félix, Carlos Aranda,
Ramón Ramírez, Ángel Valra, Doris Steinbichler Furtlehner.
En la colonia Condesa funcionó por corto tiempo MARDA, espacio alterna-
tivo de arte, que durante 1998 en dos ocasiones congregó artistas y propues-
tas de diversa índole, con la participación de Aldo Flores, Félix María Félix,
Antonio Sáiz, Carlos Ramírez, Pol Bassegoda, César Lizárraga, entre otros.
El proyecto cultural oficial que incluyó performance en los últimos años
de esta década fue el Festival del Centro Histórico que incorporó, por ejem-
plo, desfiles y exposiciones de moda alternativa; participaron en este foro
artistas del performance como Miguel Ángel Corona y Martín Rentería.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
36 El espacio cerró en 2003 con el evento Audio Rulez, 24 horas continuas de música en vivo.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
Uno de los elementos más significativos de la escena del arte acción ha sido
sin duda su cercanía con la dimensión ritual, su cercanía con el universo de
62 lo religioso y la noción del artista como chamán. Han sido muchos los
artistas del performance que han recuperado este universo. La investigado-
ra Teresa del Conde nos permite conocer su testimonio al respecto:
El ritual está para asegurar o para defender una estructura tribal y de éste
nacen formas artísticas, de escultura, de pintura... El arte tiene su origen en
las antiguas expresiones rituales, por ejemplo, las pinturas rupestres o algu-
nas esculturas que reconocemos que tienen esta función. Un elemento im-
portante dentro de esta expresión de arte es la repetición. Hace algunos años
en el Instituto de Investigaciones Estéticas, de la UNAM, hicieron un encuen-
tro titulado Arte y violencia. En mi opinión, ellos han malinterpretado estas
representaciones de los guerreros, porque sus danzas no representan una
guerra; son bailes que tienen una función ritual.
Hay una nota de Lumholtz, etnólogo que visitó México a fines del siglo
XIX, viajó a la región de los tarahumaras y contó una cosa muy interesante,
que ellos para trabajar y bailar tienen la misma palabra y cuando una parte
64 de la tribu* trabaja en la cosecha, la otra parte tiene que bailar. Ellos dijeron
a Lumholtz que bailar es el trabajo más importante porque el baile es el ri-
tual que garantiza el éxito de la siembra.
Nosotros sabemos que frente a la muerte, o para un bautismo, o una
boda, se siguen rituales. Por ejemplo, cuando alguien muere hay una serie de
rituales que tiene la función de defender al vivo frente al miedo de la expe-
riencia de la muerte, última experiencia, si así pudiéramos llamarle. Tam-
bién en este pueblo, los rituales se relacionan con la vida económica, la
cosecha, la lluvia, etcétera. Los seguían los sacerdotes, los magos o especialis-
tas. Por ejemplo, en varias tribus,* el viaje de un muerto se considera como el
tránsito por un río al otro mundo. Hay una teoría sobre estos magos, estos
chamanes que han hecho algo como lo que llamamos hoy día teatro, y ese
performance o ese teatro estabiliza la estructura social de esa tribu.* La
garantiza.
Tenemos conocimiento también del teatro griego antiguo. Era obligato-
rio para toda la comunidad de una ciudad participar en el teatro, en las obras,
por ejemplo, de Sófocles o de Edipo.* Estas formas de teatro también eran
rituales, la gente estaba obligada a participar. Normalmente, en la noche,*
la gente asistía al acto social que era el teatro y tomaba tragos. De ahí sur-
ge la palabra tragedia: trago es una cerveza hecha de un trigo de la cual
deriva este nombre, según la investigación realizada por Jane Ellen Harrison.
Si vemos esas grandes fiestas del rock también son comunidades de fie-
les, por eso dicen por ahí que el Papa es el rockero más grande de nuestro
tiempo...
En los tiempos modernos tenemos rituales parlamentarios, políticos,
etcétera. Normalmente los gobiernos tienen una persona que solamente se
ocupa de los rituales que se hacen formalmente. En general la gente de los
ministerios de Relaciones Exteriores maneja estas cosas, por ejemplo, las Na-
ciones Unidas.* Toda forma social genera primero una ritualización, para
facilitar muchas cosas y evitar el aprendizaje de nuevo. Si entramos en el ri-
tual ya sabemos para qué es y cómo participar.
El performance es algo que tiene elementos de ritual, de teatro o de otras
formas de expresión, pero a diferencia del ritual, que conlleva una repetición
permanente, el performance es una obra única y por eso está relacionado con
el arte, en donde se conjuga otro elemento que es introducirse en experien-
confesiones de una accionista (casi) de clóset
otros ingredientes
Hoy, casi seis siglos después de las herejías del Libre Espíritu, han vuelto a
aparecer muchas de sus prácticas, presentadas en esa ocasión como perfor-
confesiones de una accionista (casi) de clóset
44 Jesse Lerner, “Performances peligrosos”, en Poliéster, vol. 4, núm. 13, otoño de 1995, pp. 8, 11.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
La ciencia también ha tenido mucho que ver con el arte. Galileo presen- 67
taba a la corte los resultados de sus investigaciones a manera de un ameno
divertimento; eran juegos científicos, producto de sus descubrimientos y su
ingenio. Como es bien sabido, Leonardo Da Vinci hizo acciones distintas a
las manifestaciones artísticas tradicionales. Giorgio Vasari escribió refirién-
dose a Da Vinci:
Solía hacer, con una pasta de cera, diminutos animales llenos de aire, a los
cuales, soplando, hacía volar por los aires; cuando el viento cesaba, esos ani-
males caían al suelo. [...] Con frecuencia se ponía a purgar y desgrasar las
tripas de un carnero, hasta dejarlas tan delgadas que podían caber en la pal-
ma de la mano. Luego, desde un cuarto contiguo, las inflaba utilizando fuelles
de herrero, de modo que las tripas aquéllas iban inflándose hasta ocupar todo
el espacio de ese cuarto, y los que allí estaban se veían obligados a refugiarse
en los rincones, llenos de espanto. Hizo muchas locuras de esta índole.45
45 Giorgio Vasari, Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, escritas
por Giorgio Vasari, pintor aretino. Dirección General de Publicaciones, UNAM, México,
1996.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
68 mismo tiempo en la otra caja hay una presencia, que se manifiesta a través
de su voz. Para la artista era importante el azar, y plantear las confrontacio-
nes: “presencia-ausencia, ocultamiento-revelación, azar-determinación, rui-
do-silencio, etcétera, que llegan a un momento de saturación en el que se
niegan a sí mismas y se tornan equivalentes”. Esa indeterminación es jus-
tamente donde se suscita la interrogante: “¿Se han desintegrado las
apariencias en un eterno presente o podemos aún pensar que esta
multiplicidad es sólo una apariencia?”46
tan, tan
Porque la tribu terrestre sigue estirándose para alcanzar algo que nun- 69
ca logrará, que siempre le faltará. Mientras esa cosita que falta, falte, segui-
remos en falta, experimentando cada quien con su droga, entre ellas café,
chocolate, azúcar, pimienta, tabaco, mariguana, hongos, peyote, etcétera
(aunque a todos nos hermane inevitablemente la Coca-Cola); orando cada
quien con su ritual, frente a la computadora, altar, libro, televisor, pintura,
performance; gozando de placeres como el amor y el arte; sufriendo por la
falta... enterrando a nuestros muertos, reviviendo a los ajenos, que a fin de
cuentas son nuestros porque nos los apropiamos a cada rato... no podemos
dejar de jugar este juego.
El artista actual es un sujeto que lleva demasiada información histórica
a cuestas. Ésta, lejos de resolver los enigmas, es una tarea, ya no para inven-
tar, sino para elegir lo que ha de retomar, reinventarlo o proponerlo de modo
distinto, para seguir jugando. No hay acciones nuevas, hay nuevas actitudes.
Al finalizar este recorrido podríamos preguntarnos ¿qué demonios es
el performance? El performance es arte... ¿Y qué es el arte? Como dijo Picasso:
“Yo no lo sé y si lo supiera no se lo diría a nadie”. Siempre ha existido el arte,
siempre ha existido el performance, pero antes lo denominábamos de otras
muchas maneras, lo hacíamos de otro modo, en otros tiempos y lugares.
Seguirá, quizá, cambiando de nombre mientras siga vivo nuestro empeño
humano. Seguimos intentando comunicarnos, seguimos sin lograrlo...
70 art. También porque fue esposa de John Lennon, y soy fan de Los Beatles… y
porque tuve la suerte de conocerla y platicar con ella cinco minutos en su
corta estancia de ocho horas en la ciudad de México.
Dado que me gustaba tanto el happening, el performance y todo lo al-
ternativo, Teresa del Conde me sugirió que hiciera una investigación sobre
el performance. La idea me prendió de inmediato pero no sabía ni por dónde
empezar. El proceso fue completamente aleatorio, empecé a ciegas, con tan-
teos, con poquísima información. Era el año de 1995, ni siquiera soñábamos
con páginas web, con correos electrónicos y muchos menos con redes socia-
les. Había que ir al lugar, hacer toda una indagatoria, preguntar. Recuerdo
que yo le pregunté a Cuauhtémoc Medina: “¿por dónde empiezo?” Él me
ayudó, me dio los primeros nombres y por ahí empecé a jalar la madeja… La
primera entrevista fue en 1995, a Eloy Tarcisio, en su taller, en la calle de
Primo Verdad, frente a X’Teresa, en ese viejo edificio que sigue en pie, pues
sobrevivió a los sismos de 1985. Luego me acerqué a Felipe Ehrenberg. En
enero de 1996 me citó en su casa-estudio, donde había abierto un restauran-
te con su esposa Lourdes, que es chef. Comimos deliciosos manjares y escu-
ché de su voz otros manjares intelectuales y artísticos de primera línea. De
ahí me seguí con Marcos Kurtycz en febrero de ese mismo año. Cada vez que
lo veía, yo le preguntaba “¿cuándo te entrevisto?” y no se concretaba. Hasta
que un día me lo topé en el Museo de Arte Moderno y me dijo “el martes”.
Muy contenta, llegué puntual a la cita. Él vivía en un espacio dentro del Foro
Shakespeare, donde ese día ensayaba un grupo de músicos. Por esa razón la
entrevista tuvo un fondo musical inusual, los tamborazos no ayudaban.
Transcurrieron varias horas, luego él me mostró su espacio y me regaló al-
gunas cosas, publicaciones, impresiones, invitaciones, documentos de sus
acciones, todo lo que ayudara a la investigación. En eso estábamos cuando
se fue la luz, le pedí continuar otro día y me despedí. A los pocos días él me
visitó y se despidió de mí para siempre. Murió unos días después.
Mi panorama se ampliaba cada día, mi confusión también. Uno me
recomendaba buscar a otros y así fue como encontré a los protagonistas de
este relato variopinto. Cada una de las entrevistas que amablemente me
dieron fue un hallazgo; todas son generosas, ricas en contenido.
La entrevista de Roberto Escobar fue muy pintoresca. Cuando le pedí
hacerla me respondió “ven a mi cabina de radio (en Radio Mil), primero te
confesiones de una accionista (casi) de clóset
Como el título del volumen lo indica, realicé las entrevistas incluidas aquí
entre 1995 y 2000. Este último año lo defendí como tesis. Intenté publicarlo
como libro desde hace mucho tiempo pero lo rechazaron varias editoriales
y lo dejé descansar. Fue hasta que Leonardo Ramírez Cartier, artista, cura-
dor y amigo, me animó a desempolvarla. Me ocupé de acciones tramitológi-
cas para el arte acción… Efectivamente, fueron muchos los trámites para
lograr que este trabajo se dé a conocer un poco más, aunque se conoce y se
ha citado en varias publicaciones por críticos, historiadores, artistas y perio-
distas, lo cual me parece natural si tomamos en cuenta los personajes que
aquí se han congregado.
En este documento, efectivamente, hay mucha información; pero más
allá de eso, hay personas con emociones, ideas, sentimientos e intenciones
singulares. Estas entrevistas, algunas muy valiosas porque los protagonis-
tas ya no están con nosotros, nos revelan aspectos extra-artísticos, la parte
personal que cada uno quiso mostrarnos. También está en ellas todo mi
cariño y mi trabajo sincero para ellos y para los lectores que quieran enre-
darse como yo en el arte e involucrarse con estos personajes.
Sería una tarea larga pretender actualizar este documento, por lo que
acepté gustosa la propuesta de Benjamín Mayer Foulkes para publicarla
como documento original con mínimas correcciones. Desde que presenté como
tesis esta investigación, Cuauhtémoc Medina me propuso prologarla cuando
se publicara. Y ya se llegó el momento. Por lo tanto le reconozco con profun-
do agradecimiento el tiempo y el espacio dedicado a cumplir su promesa
aquí escrita; porque ha enmarcado espléndidamente estas entrevistas. Agra-
dezco también su observación en el sentido de actualizar las fichas biográfi-
cas, dado que este libro será de consulta.
Después de más de una década, al volver a mi archivo documental reu-
nido cuando realicé esta investigación, me encuentro de nuevo con emocio-
nes de aquella experiencia y me sumerjo en una bola de recuerdos, de voces
entusiastas, de apuntes, documentos, imágenes. Tantas cosas saltan de nue-
vo, importantes frases, notas, comentarios, críticas, recortes de periódico,
faxes pálidos y borrosos… ¡de cuando nos mandábamos faxes! Recuerdo la
acción de César Martínez que consistía en enviar un fax cuyo contenido era
confesiones de una accionista (casi) de clóset
48 Alfonso Reyes consideraba esta frase como el proverbio por excelencia, lo tomó de
Giner de los Ríos que lo aprendió de un campesino diserto que decía:
“—Don Francisco: todo lo sabemos entre todos”. Y yo, moro, digo: “aquí no estamos
todos pero sí muchos y por lo tanto acabaremos por saber mucho de lo que ignorába-
mos antes de escuchar a todos los que aquí hablamos”.
confesiones de una accionista (casi) de clóset
argüendes han causado desde hace más de un siglo, o a lo mejor desde antes 77
pero con más fuerza desde hace algunas décadas.
Soy artista visual, por lo tanto, esta introducción es simplemente un
relato sincero, sin solemnidades pero sí con la seriedad y el respeto que me-
rece el lector, y cómo no, a manera de acción, para expresar las emociones y
compartir un poco la experiencia que viví al hacer estas entrevistas para
formar el primer documento y su revisión y actualización para entregarla a
ustedes en forma de libro. Seguramente después de concluir este trabajo
encontraré un montón de cosas no dichas, que era necesario decir y otras
que seguramente dije por razones desconocidas.
Pero no sigamos explicando más, les invito a pasar: el performance va
a comenzar...
28 testimonios
1995 - 2000
19 Concreto
Entrevista con Lorena Orozco
82 interés comenzó a través de una clase de historia del arte que daba Julio
César Chara, quien promovió mucho el trabajo alternativo en la escuela. No
duró mucho. El director Zúñiga hizo una junta y dijo: “¿cómo es posible que
hagan performance cuando no han pintado, esculpido? Todo tiene un pro-
ceso, todo tiene un lugar”. De alguna manera estaba frenando el desarrollo
que ya empezaba a haber desde mucho tiempo antes, como tú dices, desde
los setenta.
Desde el primer performance que hicimos en esa clase nos pusimos 19
Concreto.3 Nos gustó mucho la asociación de la palabra con el número. Hi-
cimos otros más importantes; ése fue inicial. Era bien multimedia; trabaja-
mos con muchos recursos, luego empezamos a concretizar. Uno de ellos fue
Inhumación, con el que participamos en el primer Festival de Performance
3 Breve testimonio de Ángel Flores, miembro fundador y activo del grupo 19 Concreto,
que actualmente ya no pertenece al mismo: “En octubre de 1990, cuando ya el grupo
se llamó 19 Concreto, yo conseguí un lugar donde nos presentamos por primera vez
con ese nombre, era el Rock Center en Peralvillo, y el primer performance que hicimos
fue en La Esmeralda, el del pollo. Consistía en una procesión ritual desde Bellas Artes
a La Esmeralda, o viceversa, cargando un féretro, la idea era crear una noción de ab-
surdo hacia el arte. En la presentación proyectaron el diaporama del peregrinaje y ahí
llegó el pollo y rompió un cuadro, Ángel tocaba las percusiones. Era una burla, un ri-
dículo y un poner en evidencia la ignorancia de mucha gente que supuestamente
hace arte. Éramos demasiado ingenuos como para saber toda la información que te-
nemos ahorita. En ese entonces hacíamos todo por ganas y no por conocimiento. “Las
ganas te ganan”, eso me lo dijo Melquiades. Víctor se fue a Alemania y ganó la beca,
después 19 Concreto se consolidó en los concursos. Ahí se dio la ruptura, porque fuma-
ba mota y los demás no lo hacían. También por cuestiones de dinero en la repartición
del premio que obtuvieron en el Festival de Performance (1994-1995). Entonces me
“divorcié” y escribí el Pensamiento apócrifo de 19 Concreto, fue una publicación de 65
piezas únicas. Yo desde 1988 me manejé como KRNE y entonces [después de la ruptura]
renació este concepto con La familia en el Metro y luego La vida es corta y el arte es
largo, ahí reuní a otro grupo de gente que actualmente nos seguimos viendo... Mucha
gente me identifica como El Famoso Zobeck, siempre he tenido una vocación por las
artes escénicas, por el performance y por la pintura, soy grabador, vendo mi obra. Yo
era el Director de Relaciones Públicas de 19 Concreto, conseguía los lugares y me
aplaudían... luego vino el Action Music, producto de la unión de El Eslabón Perdido
(Emmanuel Legarreta) y KRNE (Ángel Flores), nos presentamos inicialmente en Caja
Dos, en julio de 1996, hicimos cuatro presentaciones. El performance es de lo más van-
guardista pero se acerca a lo más primitivo, a las cavernas, al ritual primario. El perfor-
mance está conectado con las raíces más antiguas del mito y del ritual.
X’Teresa Arte Alternativo y Cantina El Nivel, Centro Histórico, 9 de octubre de 1997
19 concreto (lorena orozco)
84 Entonces, estos seres humanos pasaban por varias etapas del proceso
industrial. En una pantalla se dieron esos datos. En la pasteurización, por
ejemplo, se metía una escoba en pintura fluorescente. Como todo estaba a
oscuras y con luz negra, al ir pasando uno por uno los fuimos pintando y al
momento se encendían. La música contrastaba, era una melodía barroca
muy hermosa, se volvía hasta poético de alguna manera. Cada uno de los
seres humanos aparecía en la pantalla reducido a números, no a nombres:
su número de tarjeta de crédito, escuela, tipo sanguíneo. Al pasar la pasteu-
rización se colocaron unos bancos, las personas colgadas se pararon, saca-
ron de su overol carne cruda, la colgaron, bajaron, desaparecieron del
espacio y apareció la última imagen de pantalla: la palabra “consumir”. En
ese momento aparecieron cuatro perros para comerse la carne cruda. Era la
sustitución del ser humano por la carne cruda. El último texto era “alimén-
tate sanamente”. Cada proceso del trabajo se iba marcando con un timbre
que accionaba Víctor Martínez. En esa ocasión éramos alrededor de 14 par-
ticipantes. Ahí se dio la confusión acerca de si 19 Concreto lo conformaban
19 integrantes. El evento duró media hora, fue realmente corto.
¿Cómo ves al público? Por ejemplo, de ese primer festival, y el del más reciente.
Los públicos siempre son variables, mi trabajo ahora fue en la calle. Hones-
tamente ya no asiste tanta gente al festival, no siento que se haya dado una
cobertura adecuada. Siento que se volvía más bien como una casa de cultu-
ra. En esa ocasión, en 1996, mucha gente se quedó afuera, porque el espacio
tiene una capacidad limitada, tiene su riesgo, pues el edificio es bastante
antiguo, del siglo XVII. Yo creo que la gente sí está interesada en el perfor-
mance; el asunto tiene que ver mucho con la difusión.
Los Grupos de los setenta en relación con los actuales, que son pocos, no
tienen nada que ver.
Los contextos son muy distintos. Sí hay un conocimiento de su proceso pero
surge un momento social y político específico que es muy distinto al de este
momento, las necesidades son otras también. Por otro lado, en ese tiempo
todo esto estaba en contra, de alguna manera, de las artes que se consideran
tradicionales. Todos nosotros, en cambio, pintamos, a algunos nos interesa
seguir pintando. Yo considero, que la pintura es una herramienta de trabajo.
19 concreto (lorena orozco)
Los artistas se quejan mucho de que los invitan, pero no les pagan. ¿De qué
vive una gente que hace performance, además de una beca o un premio?
Tienes toda la razón, 19 Concreto ha sido becado en 1994 con el proyecto 19
Concreto vía satélite.4 Sin esa beca evidentemente hubiera sido imposible
En tu caso tienes esos alicientes, pero hay quienes no. ¿Crees que se deba
pagar una presentación?
Por supuesto. Cuando había un equipo distinto en X’Teresa se nos apoyó con
algo simbólico, con eso pudimos resolver. Y ahora eso que se había ganado
no está, yo sí lo cuestiono. Yo me voy ahora a Canadá, todo me lo están
pagando, hay quien sí valora, aunque lo único que puedan pagar sea el ma-
terial. Yo lo que quiero es hacer mi obra.
1 Sobre este movimiento, Rogelio Espinosa, miembro del consejo de redacción de La Gui-
llotina, órgano de análisis político del colectivo La Guillotina, conformado por estu-
diantes de Comunicación, Ciencias Políticas, Sociología, Economía y Diseño de la UAM
y la UNAM, dice: “El no futuro, no hay futuro... Corriente musical que se inició en Ingla-
terra en 1978. Se extiende a toda una estética, a lo grotesco en la moda, a la arquitectu-
ra y mobiliario, es un estilo de vida. Su [no] propuesta es no pretender componer nada
ni tampoco descomponerlo, no propone nada. Su inquietante surgimiento recurría a
una provocación muy fuerte a la moral victoriana, al colonialismo. Proponen que ya no
es posible ir más allá porque todo está en crisis, todo está enfermo. Sus principales
exponentes fueron el grupo Sex Pistols. El punk es declarado oficialmente muerto en
1980, tras la muerte de Sid Vicious, cantante de Sex Pistols, personaje que se considera
bandera del movimiento. En México los chavos banda son los punk, los chavos che-
mos”. Espinosa recomienda consultar ¿Qué transa con las bandas? de Jorge García Ro-
bles, en editorial Posada, así como la revista La Guillotina, núm. 4, México,
agosto-septiembre, 1983.
chrysler
88 un poco la instalación. A raíz de todo esto fue como en mis eventos comen-
cé a usar música, mi hobbie es ser DJ. Ahora he sacado mis performances del
contexto de los centros oficiales de arte alternativo y los brindo a la gente de
la cultura de los raves,2 estoy muy convencido de que el rave es algo que en
México se dio muy especialmente, aunque la gente de los museos y de los
centros culturales lo vean como algo totalmente subcultural, contracultural
y divertido. El performance 15 mil voltios es el único de repertorio que ten-
go y se ha venido desconstruyendo con el paso del tiempo desde finales de
1989, cuando lo presenté por primera vez. La versión que tengo ahora es
totalmente diferente en cuanto a la indumentaria, pero el concepto sigue
siendo el mismo. Es una indumentaria eléctrica en gas neón.
neón. Se llama 15 mil voltios porque es esta cantidad de voltios la que pasa 89
sobre el cuerpo: es un evento evidentemente circense, en eso radica su vir-
tuosismo. La silla eléctrica son 10 mil voltios: ése es el riesgo y lo catártico
que produzco en el público en el momento de dar ese efecto...
Agosto de 2013
Miguel Ángel Corona
96 tapizado con papel fluorescente, los textos alusivos a la muerte tapados con
una sábana de plástico transparente. Pasaban los coches y la luz rasante
prendía automáticamente esos papeles, y yo pasaba cerca de las llantas y
obviamente se tenían que parar o pasar despacio. Me pasaba casi abajo de
las llantas de los coches, era como un juego con la muerte hecho obviamen-
te con precaución. No soy un suicida: tengo que cachondeármela para tener-
la chida y que no me lleve, tengo muchas cosas que decir. Cuando llegue,
como decía el Che, bienvenida.
Otra experiencia fue cuando Carlos Martínez Rentería organizó por se-
gunda ocasión Encuentros de primavera, el 21 de marzo de 1993 en el MAM.
Presenté un performance que tenía que ver con el equinoccio de primavera.
Hay toda una conceptualización. Yo siempre explico mis acciones en hojitas,
que vienen a ser performance gráfico, de alguna manera es la conceptuali-
zación, la cobertura, el antecedente histórico, si lo hay. Siempre grafico todos
esos puntos. Es como darle herramientas al público, aunque tampoco es la
intención de entenderlo a huevo, porque se pueden hacer mil lecturas, pero
son reforzadores, es una manera de auxiliar. Esas hojitas que entrego son
parte de un rito en términos de producción. Desde que estás tecleando en la
máquina estás visualizando tu acción, porque es irrepetible. El concepto hay
que desarrollarlo y trabajarlo. Los artistas no se preocupan por llevar su ho-
jita. Marcos Kurtycz, por ejemplo, daba objetos, sus víboras, etcétera. Es
como testimonio gráfico visual, porque la gente no se puede llevar el perfor-
mance a su casa, pero se lleva una obra conceptual. El performance que pre-
senté en X’Teresa en 1996 fue un homenaje a Juan Cordero: qué mejor que
el Día de Muertos para hacer una resucitación, armando siete virtudes,
que ya son siete “virtuales”; ya no hay fe, esperanza, caridad. Desde la cúpu-
la bajé los 400 sinónimos antitéticos de esas siete virtuales, fui accionando
cada uno y personifiqué a Juan, el corderito.
En 1993 hice en el Chopo La redada, para la cual me vestí como zorro,
como policía represor, con mi amigo Carlos Notario. Estaban de moda las
redadas contra los grupos gays, entonces comenzamos la redada a todo el
público, paranoicos con cohetes de utilería y con nuestras macanas. La gen-
te se sacó de onda y evidentemente, cuando me descubrieron, supieron que
se trataba de un performance. Iba a meter una patrulla por la puerta princi-
pal, de hecho abrí el portón. Le había dado una lana para que llegara con la
miguel ángel corona
sirena, pero nunca llegó. Después, in situ con Adolfo Patiño como Frida 97
Kahlo, fuimos a rezarle al falo de una escultura de Reynaldo Velázquez, como
acciones espontáneas que iban creando expectativa entre la gente. Él
como Frida y yo como zorro: una pareja nunca antes vista. ¿Cuándo había-
mos visto a Frida Kahlo abrazada de un policía y represor?
La tarea de promotor cultural, museógrafo, artista visual y de alborota-
dor de proyectos inevitablemente me encaminó a seguir desarrollando lí-
neas de exploración desde la dinámica museopedagógica; es decir, llevar a
la gente desde el espacio museable y didáctico hasta la calle a numeritos
efímeros y eventos callejeros. Siempre he concebido el evento como inte-
gral, que la gente desde que abre la invitación comience a procesar el con-
cepto hasta que entre al espacio, la fachada. Yo toco todos esos aspectos por
mi formación arquitectónica, museográfica, escenográfica, como promotor
y artista plástico objetual.
¿En qué momento empezaste a formar estos grupos, a juntar gente? ¿En
qué momento te diste cuenta qué estabas haciendo o por qué lo hacías?
¿Qué hacían al principio? ¿Por qué llegó la inquietud de hacer cosas en la
calle y todo eso?
AC Bueno, te tengo que comentar que a mí siempre me inquietó este asun-
to del happening que yo veía por televisión y un poco en revistas y demás.
Realmente no me tocó presenciar alguno, pero creo que en 1976 o 1977 se
anunció por parte del Museo Universitario de Ciencias y Artes la conferen-
cia del doctor Detlef Noack, uno de los curadores generales de Documenta.
Fue en el teatro de Arquitectura de la UNAM, en colaboración con el Instituto
Goethe. Él era una especie de emisario, como otros en el mundo, que llegó
no para convocar a Documenta, sino para difundir lo que pasó allí. Yo había
escuchado mucho de Documenta, como el foro de las artes de vanguardia y
de las presencias estéticas más novedosas. Fui a la conferencia, éramos
cuatro o cinco los que estábamos. Para mí, Documenta era una cosa muy
vaga. Sólo a través de él supe qué era, qué pretendía. Además fue el primer
ideólogo del performance, del happening y de todas las artes vivas que
escuché. Hablaba realmente del performance. Decía que una de las gran-
des aportaciones de Documenta era el performance art.
armando cristeto
1 Cfr. Alberto Híjar, Transgresión o masturbación, conferencia dictada dentro del 5to.
Festival Internacional de Performance, in memoriam... Marcos Kurtycz, X’Teresa Arte
Alternativo, 25 de octubre de 1996.
armando cristeto
102 que encaró de una manera más radical y más frontal la enseñanza de las
artes conceptuales, mientras que aquí en México, en La Esmeralda ni por
asomo. En la UNAM el tema era como un fantasma vago. Este Instituto argen-
tino lo encaró, incluyó en sus planes de estudio el performance, el happe-
ning, el arte conceptual, presentaron una exposición verdaderamente
deslumbrante en el MUCA y Marta Minujín vino a presentar un evento que
se acercaba mucho al performance, con naranjazos y todo. Incluso Raquel
Tibol fue y comenzó a lanzar naranjas junto a ella. Marta en algún momen-
to dijo: “¡me encanta cómo la señora Raquel Tibol se integró!” Tibol dijo: “no,
yo no me integré; yo estaba lanzando naranjas en contra y en protesta”. De
una manera muy inteligente y muy ambigua también dijo: “porque es un
fraude lo que esta señora vino a hacer a México”. Está documentadísimo, yo
no fui y lamenté no haber ido. De quien sí me acuerdo, y a quien vimos con
Adolfo Patiño en el mismo foro, es de Antoni Muntadas, el barcelonés. Venía
bautizado por Documenta y por varios festivales europeos. Era un asunto de
invitar... Él estaba quemando periódicos, nosotros entramos a hacer lo mis-
mo, era una mezcla entre happening y performance. De repente aquello
amenazó con incendiarse, entonces le bajamos de tono. Creo que Raquel
Tibol también estaba presente.
el Palacio de Bellas Artes. Pero albergó la sección de pintura del Salón Nacio- 103
nal de Artes Plásticas. Después ese salón anual de experimentación se sus-
pendió y se reabrió ahí mismo bajo el nombre de Espacio Alternativo, que
más o menos permanece. En realidad, Peyote se concretó bien en 1978. Los
performances, que en este caso eran los transformances, los hicimos entre
enero y febrero de 1979 en la Galería del Auditorio Nacional.2
¿Cómo era?
AC Era muy sencillo, lo ejecutaban Adolfo Patiño y Ramón Sánchez Lira
[Mongo]. Salían ellos encapuchados con un par de monigotes que finalmen-
te atravesaban. Era un asunto también de romance, de amor y todo aquello
se coronaba con centenares, casi miles, de rosas rojas, de una gran belleza.
mo lo narra y después lo critica, nos pone como chancla y con justa razón,
porque no hicimos pruebas y la acústica de ese domo nos tragó. No se oía
nada: nos escucharon cinco personas que estaban en la primera fila y el resto
solamente veía. Era un performance de acción, de palabra y de música...
2 Cfr. texto introductorio “Confesiones de una accionista (casi) de clóset”, en este mismo
volumen.
3 Amor y muerte, masacre urbano-cotidiano, 4 de noviembre de 1983, presentado por
Peyote y la Compañía, protagonizado por Ramón Sánchez Lira (Mongo) y Adolfo Pati-
ño, como parte de la segunda etapa del Proyecto de Hervé Fischer, La calle, ¿adónde
llega?, en el Museo de Arte Moderno. Cfr. entrevista a Mario Rangel Faz.
4 Julián Adame, Artes Visuales, núms. 27-28, México, enero-marzo, 1981, pp. 66-67.
armando cristeto
En los sesenta y los setenta hubo mucha acción. En los ochenta bajó esa pro- 105
ducción y todo mundo volvió a hacer pintura, objetos, a vender. ¿Por qué?
Bueno, puedo rápidamente blandir dos posibles respuestas. Una de ellas es
cómo está estructurada la sociedad: ya cuando estás treintón o llevas varios
años de profesión en lo que sea, tienes que sentar cabeza y rendir frutos.
Frutos económicos. Muchos de los productores que estábamos en estos gru-
pos nunca descuidamos, nunca dejamos de hacer nuestra producción indi-
vidual. En realidad el performance y todas estas acciones no eran redituables,
no eran capitalizables. Como bien dijo Melquiades, realmente poníamos de
nuestro bolsillo. En algunos casos teníamos la suerte de cierto subsidio, pero
la mayor parte de las veces eso no sucedía.
No se cobraba la entrada.
AC No, nada, era entrada libre. Si bien el Estado apoyaba, y fue extraordina-
rio el apoyo que dio, no encontró la manera en que el administrativo orga-
nizacional continuara y evolucionara. Por eso sí hubo una fractura muy
fuerte. La otra razón que hay que considerar es que la sociedad se volvió más
utilitaria. Los resquicios que todavía había de aquellos asuntos: women’s lib,
peace and love, gay liberation, todo ese tipo de cosas se atenuaron. Los
ochenta se volvieron más metalizados, en todas partes.
Aunque estás de acuerdo con que el tiempo era otro, las intenciones eran
otras y no hay un antecedente formal, aunque sí cronológico entre Los Gru-
pos y lo que se está haciendo ahora, ¿qué piensas?
AC No hay una línea conductora, no hay un eslabón conductor importante.
Lo que sí creo que hay es esa actitud, ese ánimo que se mantuvo presente
siempre, o sea que desde los años setenta en México no se ha dejado de
hablar de performance. Se puede hacer o se puede no hacer, pero nunca se
armando cristeto
106 dejó de hablar de eso. Y eso fue una presencia y una semilla importantísima
para que la gente dijera: “bueno, y éstos, ¿de qué hablan?” Porque incluso se
decía, casi con añoranza: “¡Ah!, ya no lo hacemos, ya no hay quien lo haga…”
pero se hablaba de ello. Incluso en algunas investigaciones volvieron la cara
hacia él y tengo que decir que incluso lo han magnificado, en el sentido de
las calidades y las aportaciones. Creo que tan sólo con decir que existe y que
apareció, tan sólo eso es importantísimo. No es como para subirle de tono,
desde mi punto de vista, porque algunos le suben de tono. Creo que fue muy
importante el hecho mismo como para que se necesite exacerbarlo más,
tiene su importancia ya en sí mismo. Solito ya se sostiene.
¿Cómo ves ahora todo esto? La gente que viene es nueva, uno que otro co-
nocido...
AC Estoy muy preocupado por el arte y su difusión, también por el público
y la recepción. En aquel momento quizás era un público en número menor.
Aquí hoy lo veo como un sucedáneo del reventón. Además como que la pa-
labrita performance también se la apropiaron las discotecas y la comercia-
lizaron. Lo toman aquí no como una búsqueda, tampoco creo que se deba
ser muy solemne con el asunto, pero no lo toman como una búsqueda de las
artes visuales, sino como para pasarla bien un rato. Eso yo veo mucho. En
cualquier campo, si tienes ganas de hacer algo, haya recinto o no haya recin-
to, tú lo buscas, tú lo creas. Además en todo esto de los espacios alternativos
hay un terreno muy fértil.
Creo que en aquel momento sí lo hizo y además la prensa se volcaba. Eso nos 107
validaba.
Y ahora no veo casi nada de X’Teresa en los periódicos. Cada vez que vengo
encuentro a un público diferente. Los chavos vienen una vez y se van.
AC En el primer Festival de Performance en el Chopo (1992) yo sí veía públi-
co, de varias generaciones que estaban verdaderamente ahí, que les impor-
taba todo eso.
Creo que el público del performance, como todo público, tiene fecha de
caducidad, a nosotros nos tocó un buen público. ¿Por qué? Porque la mitad
del público éramos nosotros mismos, los artistas que estábamos muy inte-
resados en el fenómeno, muy interesados en el lenguaje. Muchos todavía
seguimos, a veces no haciendo performance, pero sí interesados en esta ya
no tan nueva corriente. Pero yo creo que se puede hablar más que de un
público permanente, de los asistentes que vienen. Los asistentes en estos
últimos años no son ni lo fervorosos, ni mucho menos lo interesados como
los públicos, incluso, del primer Festival.
Muy snob.
AC Muy yuppie. Aunque no sea yuppie.
¿En tus inicios estuviste con Jodorowsky? ¿Cómo fueron los inicios de las
acciones en México?
Ahora los tiempos han cambiado un poco, sobre todo en países desarro-
llados, donde ya se enseña esta modalidad. Pero antes no, antes era una
eelipe ehrenberg
¿En qué situación crees que está México con respecto al arte acción a nivel
mundial?
Te puedo contestar de dos maneras. En lo personal no me interesa en lo más
mínimo compararme con el resto del mundo porque el arte acción debe
responder a sus propios dinámica, contexto y nivel. La realidad de México
no es la de París o la de Japón. Casi todo el arte acción de otros países sale
del territorio de la poesía y la literatura, mientras que en América Latina
sale del terreno de las artes plásticas. En la medida en que el arte acción
mexicano parte, casi todo, del territorio de las artes plásticas, sí creo que
eelipe ehrenberg
112 podemos aportar al discurso del arte acción que prevalece en otras grandes
capitales de los mundos desarrollados y en vías de desarrollo. Una de mis
obras más recientes, la que hice en Los Ángeles dentro de Terreno peligroso/
Danger Zone [1995], fue calificada como una obra casi perfecta de arte acción
y la presenté en México y no tuvo ni un solo comentario, ni crítica o crónica
de ningún tipo. Los artistas tienen que preocuparse por aportar a su propio
entorno, a su propio contexto. No tienen por qué andar apantallando a ga-
leros ignorantes. El arte no se trata de eso, muchas de las cosas que están
haciendo en el Ex-Convento de Santa Teresa, desde que lo asumió la nueva
dirección [Lorena Wolffer],1 no son más que yuppies tratando de espantar
yuppies.
1 La Fura dels Baus: grupo catalán de teatro de vanguardia. Se presentó en México por
primera vez en 1987 en el Auditorio Nacional. En su segunda visita a México su traba-
jo, mucho más enfocado al teatro, era ya una empresa en expansión que tiende más al
espectáculo comercial. Su obra Fausto se presentó en el Teatro Metropólitan en 1999,
con todo un aparato publicitario y éxito de taquilla, pero mucho menos impacto.
roberto escobar
2 Performance que presentó en el Museo de Arte Carrillo Gil en noviembre de 1990, den-
tro de las Jornadas de performance. Se compuso de un prólogo: “La imagen de Dios” y
cinco escenas: “La mitad de la tierra”, “La guerra santa”, “San Jorge y el dragón”, “Revo-
lución y concreto” y “Lamento”, además de un epílogo: “La imagen de Dios”.
Manuel Felguérez
120 fielmente la obra de los autores. Los acontecimientos que ocurrían en esce-
na a partir de determinada obra solían no corresponder al espíritu de la
pieza original: eran una creación a partir de un texto determinado. Ésta
muchas veces hasta resultaba contradictoria: el autor era un pretexto para
reinventar y Alejandro mismo no sabía qué iba a pasar. Cada vez que se
iba a montar una obra, la leíamos todos en grupo. Después ésta se iba
creando a través de muchos ensayos, de ocurrencias que él tenía o que
aceptaba de cualquiera de los miembros del grupo.
En la primera obra que montó llamó a Rafael Coronel. Yo había presen-
tado una escenografía para La dama de las camelias y estaba muy picado
por hacer teatro por dos razones. La primera era que mi familia materna
viene de ese mundo, mi abuelo era el dueño del Teatro Ideal, lo había cons-
truido y era empresario teatral. Yo de chico viví mucho en los camerinos, los
palcos, en fin. Hubo un primer detonador, digamos, del teatro en México. El
cambio, el equivalente de la Ruptura pero en el universo del teatro, se mon-
tó bajo la inspiración de Octavio Paz y se llamó Poesía en Voz Alta.2 Uno de
sus grandes aportes puede concebirse como una tentativa de modernizar
el teatro, de instalar escenografías de artistas modernos, como Leonora Ca-
rrington y sobre todo Juan Soriano.3 Yo tenía muchas ganas de entrar en
eso, pero se acabó. Entonces, cuando Jodorowsky me llamó, pensé “¡qué ma-
ravilla!, ¡por fin voy a poder trabajar en teatro!”
Tanto la formación de Octavio Paz como su consecuencia, Poesía en
Voz Alta, tienen raíces surrealistas, como se vio desde la participación de
Leonora Carrington y demás. Alejandro también tenía esas raíces, pues el
surrealismo había sido la última vanguardia válida de Europa. Él se había
formado un poco en el surrealismo como admirador.
El surrealismo, por un lado, tiene el mundo de lo fantástico, y por otro, la
espontaneidad, el automatismo. Si juntas estos dos elementos obtienes una
descripción de lo que era el teatro de Alejandro. El primer teatro que formamos
se llamó Teatro de Vanguardia. Después de un viaje en que Alejandro estuvo
con Fernando Arrabal y Roland Topor, un francés con el que formó el Movi-
2 Cfr. texto introductorio “Confesiones de una accionista (casi) de clóset y otras historias”,
en este mismo volumen.
3 Un colaborador muy cercano a Juan Soriano para la elaboración de estas escenografías
fue Tomás Parra, que años después fundaría y dirigiría El Foro de Arte Contemporáneo.
manuel felguérez
miento Pánico (llamado así a partir del dios Pan), lo nombró grupo de Teatro 121
Pánico. El dios Pan es ése que anda, entre otras cosas, persiguiendo ninfas.
Con Alejandro hice unas veinte escenografías. Lilia Carrillo hacía el ves-
tuario y yo era el escenógrafo, pero como Lilia era mi mujer trabajábamos
juntos, era un trabajo en común. Los medios oficiales tuvieron mucho miedo
de este tipo de teatro, por su carácter inesperado y por la facilidad con que
se improvisaba. Lo atacaron de forma muy dura. Hubo censura.
cas, ligeramente hambrientas, para que subieran a comer al escenario. Una 123
actriz, por ejemplo, se tenía que meter a bañar en la tina, pero ésta se en-
contraba llena de pulpos: al entrar salían un montón de pulpos muertos.
Había un actor, le decían El Loco, que agarró una paloma viva, la destazó y
se la comió delante del público. Hubo un piano que fue roto a hachazos;
creo que en ése me tocó participar. Yo tenía una modelo vestida con varias
capas de ropa blanca y me tocó irla desnudando, no quitándole las prendas
sino cortándolas a pedazos. Después, sobre una tabla, había que clavar los
pedazos (blancos, rojos, negros) y hacer una especie de cuadro añadiendo
pintura para finalmente tener una pieza abstracta, todo eso mientras corría
la escena. El hecho de participar te hace estar profundamente concentrado.
Los que pueden tener memoria son los que estaban abajo viendo.
Hubo otro en la sala Villaurrutia, que estaba en la Unidad del Bosque.
Allí es donde, por ejemplo, me tocó hacer un cuadro de action painting. Ahí
el happening fuerte se dio cuando entrábamos: había un gran grupo que no
nos quería dejar pasar y empezaron a apedrear el teatro y a nosotros. Nos
metimos, entró el público que pudo y entonces se pidió ayuda. Llegó la po-
licía y el happening se desarrolló con dos hileras de policías de un lado y
otro de las bancas. Tuvimos que escaparnos por una ventana de atrás por-
que ahí estaba, no recuerdo si Acción Católica o Provida: un grupo de ésos,
y sus integrantes estaban enervados.
Alejandro hizo un tercero, creo que en el teatro de Margarita Urueta,
en la calle de Puebla. Los actores se sacaban sangre y se la tomaban. Cada
quien inventaba su propio acto, otros se unían a Alejandro en la idea gene-
ral, pero no había un guión: era improvisación total, una locura colectiva en
la que se rompían cosas; todo pasaba.
124 montar las mismas obras; esta segunda entrada dio como resultado que
tuviera público: ese teatro sí le hizo ganar dinero y con eso hizo la película
Fando y Lis, de Arrabal. Después consiguió un productor y filmó El topo, que
tuvo gran repercusión. Incluso llegó a estrenarse en Broadway. La tercera
película en la que intervine se llamó La montaña sagrada. Te podría decir
que fue un gran happening. En esta película se le ocurrió que una penitente
llegara de rodillas a la Villa y se desnudara frente a la Virgen de Guadalupe,
lo que ocasionó prácticamente su salida de México; no lo expulsaron, pero
le pidieron que se fuera. Se enojaron el abad Schulenburg, la CJM (Confede-
ración de Jóvenes Mexicanos), la Asociación de Charros. Comenzaron a sacar
letreros, pancartas, anuncios en los periódicos pidiendo la expulsión de Ale-
jandro. Después hizo Santa sangre.
Para mí, en ese entonces era tan efímero, tan happening, hacer la pelí-
cula como hacer las obras de teatro, como hacer los famosos efímeros: todo
era un mismo mundo.
¿Se sabía de los happenings que se hacían en Europa y Estados Unidos o no?
Sí, pero por revistas. Algunas veces fui a Estados Unidos o a algún otro país,
pero nunca me tocó ser espectador. Sí, sí fui espectador de uno, y ahí Ma-
thias tiene que ver.
que no tenía por qué ganarle al arte de todos los tiempos, al arte con conteni- 125
do místico, que había que regresar al arte de las catedrales. Era la contra. Esto
5
servía para crear polémica y apoyar a Tinguely, ya que era de común acuerdo.
Era un acto absolutamente individual, pero un acto de happening.
Tomado de: Francisco Reyes Palma, “Los hartos y el manifiesto como profecía”, en
CURARE, Espacio Crítico para las Artes, núm. 6, México, abril-junio 1995, p. 1.
manuel felguérez
126 cafés. Como que había una comunidad. Cuando eres joven el tiempo no exis-
te. A medida que vas madurando llega un momento en que empieza a contar
y ya no es tan fácil perderlo. No importaba ganar dinero ni hacer obra, no
había la exigencia que hay actualmente. Nadie tenía coche, todo mundo
viajaba en camión. Era otro México.
Entre el público del performance no hay pintores, no les interesa. ¿Por qué?
Porque ya no es visual. Usar tu cuerpo como un elemento de arte, como este
señor polaco [Marcos Kurtycz], que se cuelga de ganchos; o la otra francesa
[Orlan],8 que se opera cada vez que viaja, todo eso no me importa. Es deriva-
do de un concepto, no lo veo como obra de arte.
129
¿Lo que ustedes hacían lo relacionaban de alguna manera con Dadá o con
los futuristas?
Yo creo que era una herencia surrealista. Claro que el surrealismo no existe
sin Dadá, todo es consecuencia de lo mismo. Es decir, el arte viene del arte y
todo tiene antecedentes, nadie inventa nada, todo está ahí.
1 Después de la defensa del presente volumen como tesis, esta entrevista fue publicada
en Mariana David (comp.), Semefo 1990-1999: De la morgue al museo, UAM-Fundación
Jumex-El Palacio Negro-Conaculta-Fonca, México, 2012.
renato gonzález mello
se puede pensar en el fascismo, que fue en muchos sentidos una cosa popu- 133
lista y que rescató de cierta cultura popular sus aspectos más violentos. Pero
no sólo fue la historia del fascismo: si tú ves la obra de George Grosz, de Otto
Dix, te das cuenta de que tienen una fascinación por el crimen sexual. Aquí
hay una situación muy parecida. Y claro, hay una historiografía contempo-
ránea que desea que Otto Dix y George Grosz hubieran sido fascistas, lo que
los iguala al fascismo, cosa falsa. Los chavos de Semefo tampoco lo son a
pesar de todo su “culto a la violencia”; no pienso que sea un culto, porque no
hay una sacralización de la violencia que es lo que quizá resultaría fascista.
Lo que hay, más que una sacralización de la violencia, es una presentación.
Es la traducción a términos cotidianos de lo que serían esas imágenes que
sí han sido sacralizadas; es ponerte frente al hecho de que tú consideras arte
los cadáveres mutilados. Yo así lo veo. Tienen esta propuesta de inconfor-
mismo, de llevar la contra, no sé: a mí me parece que esencialmente está
bien, que tienen muchas ganas de fregar.
¿Como quiénes?
Pienso en gente como Kurtycz, que era un tipo de lo más refinado, pues la
violencia de la que él hablaba es distinta. Él utilizaba un aparato cultural muy
sofisticado para hablar de una violencia real, de la violencia de la guerra.
renato gonzález mello
134 Yo creo que lo que Semefo hace es sofisticado, pero el origen de lo que
ellos realizan no lo es, es decir, es algo que está vivo, que recogieron de la
televisión. Utilizan ese aparato cultural cuyo origen no tiene ninguna sofis-
ticación para referirse a la violencia que está en el discurso público, en el
discurso artístico, bajo una violencia imaginaria. Es una capacidad muy cu-
riosa, como Las minas del rey Salomón, vista a través del Nintendo. Hay mu-
cho de Nintendo en lo que hacen. Tienen, por ejemplo, un video en el que
sólo aparece una vela clavada en el ano de alguien,2 la vela está encendida
y cuando ya está a punto de terminarse se acaba el video: es un razona-
miento verdaderamente de Nintendo, es decir, catastrófico, es el apocalipsis.
El agotamiento de ese tiempo es lo intolerable y el ritual lo que hace es
suspenderlo. No quiero decir que sea posmoderno o alguna de esas tonte-
rías que se dicen mucho, creo que en el caso de ellos es real. Yo creo que
efectivamente están usando algo con lo que crecimos todos, lo están convir-
tiendo en su cultura. Con eso entran a los museos y pretenden hacer catálo-
gos. Ellos quieren ser artistas. Lo son y punto.
2 Wally Stevens realizó una acción muy similar en Ámsterdam, en 1978, dentro de una
muestra colectiva de performance: Het Verschijnsel Performance in Amsterdam, Mu-
seum Fodor, Ámsterdam. En la fotografía aparece desnudo, con una vela encendida en
el ano. Stevens caracteriza su trabajo como soul art (arte del alma), mejor descrito
como: dar expresión a emociones básicas en una forma estética. Aparte de los perfor-
mances públicos también hace performance en su estudio en forma de autorretratos
fotográficos y los muestra a través de publicaciones.
Cfr. catálogo de la exposición, Ámsterdam, junio de 1978. La traducción del holandés
al español fue una cortesía del ceramista mexicano Gustavo Pérez.
renato gonzález mello
¿Por qué?
Porque no confío en la iconoclasia, creo que es muy natural el arte llamado
conceptual porque actualmente es un arte vacío. Conceptual no es, pero es
muy explicable su éxito en la cultura sajona, que es profundamente icono-
clasta. Y hay elementos iconoclastas en esos países que vuelven fácilmente
al arte conceptual no sólo un arte posible sino el único legítimo como oral-
mente válido. Yo creo que detrás de esa iconoclasia está el inquisidor, está
el puritano con el machete. Yo no le tengo ninguna confianza.
138 y de allí salieron mis peines. No niego que mis influencias vienen del arte,
pero están más en el mundo de la cotidianidad, en el mundo estético, que
además es más difícil, porque tienes que procesar la información, en cambio
del arte que ya está procesado, es más fácil.
Mis antecedentes son, por un lado, la línea de la revista mexicana, con
el Panzón Soto como una de sus máximas estrellas en la época de Lázaro
Cárdenas. La revista mexicana se genera como respuesta al bataclán francés
en esos años, aunque la revista es una tradición internacional, quién sabe
desde cuándo. Por ejemplo, en París está el Moulin Rouge. Por otro lado, es-
tán los merolicos de la calle; ellos son otra de mis vertientes. Y la tercera es
el gabinete de física o de matemáticas recreativas. He hecho dos performan-
ces con el material avanzado del Mapa de los cuatro colores y eso es gabine-
te de matemáticas. Lo presenté ante unos veinte performanceros, y les dije:
“¿de qué se ríen? Yo no estoy diciendo nada cómico, yo soy un impostor, no
estoy haciendo performance, lo que estoy haciendo aquí es gabinete de ma-
temáticas o gabinete de física”. Como lo que hacía Galileo ante las damas de
la corte y ante la corte misma, aquello era investigación de vanguardia des-
de el punto de vista científico, pero al mismo tiempo lo presentaba con ame-
nidad para que lo viera el salón, la corte. Es una cosa que divierte, no es algo
aburrido. La manera de presentarlo produce un gran efecto. Esto, convertido
en un espectáculo, se ha hecho desde hace mucho, al menos desde el siglo
XVIII, o antes, desde Galileo, como evento espectacular, ¡teatral!
¿Acepta usted el video como una forma de divulgación o bien como un re-
gistro visual del arte acción?
MH Yo creo que la televisión como instrumento alcanza una amplísima co-
bertura. Mis performances, que antes hacía solamente para universitarios,
en la televisión los veía todo el mundo y tuve mis quince minutos de fama,
como decía Andy Warhol. Me saludaban el vendedor de periódicos, los me-
cánicos y todos. Ahora, yo no estoy trabajando para ser popular, en el senti-
do de la amplia cobertura, en realidad a mí me gustaría trabajar para esos
“cinco lectores” y que mi trabajo permaneciera a través del video.
melquiades herrera
Muchos artistas no aceptan que se les grabe en video, como Laurie Ander- 141
son, por los derechos de autor. ¿Qué tan válido es que la acción sea divul-
2
gada en video?
MH Depende, es como el cuadro, lo que pasa es que hay una diferenciación
de entrada entre la obra artística y la visión en video, la reproducción. Creo
que es Ernst Gombrich el que aborda el museo de copias, porque considera que
la copia es mejor que la reproducción en un libro o la reproducción en dia-
positiva. Ése es un problema de larga discusión... Pero, ¿qué pasa si tú estás
produciendo un arte que se puede disfrutar en vivo como el teatro, que as-
pira a tener como soporte de comunicación no tanto la acción en vivo, sino
la acción traducida o conducida por el video? El arte acción, yo siento, está
pensado, diseñado, para tener validez por sí mismo en vivo, pero también
para tenerla en la televisión. Es la paradoja a la que se enfrentaban los artistas
del teatro con el cine y los del cine mudo que se enfrentaron con el cine ha-
blado, o a color. Tiene que haber una adecuación y yo siento que el arte acción,
por naturaleza, por su tipo de trabajo en el tiempo, es algo más cercano al
original, no tanto en vivo, sino en video, por ejemplo; entonces así se alcanza
a permear un método de comunicación de nuestro tiempo. La acción se ade-
cúa a una reproducción en video o en televisión. También se puede disfrutar
en vivo y tiene otra estructura por su naturaleza cinética. En términos ge-
nerales es más propia para estar en esos medios de difusión.
2 Laurie Anderson (Chicago, Illinois, 1947). Artista de vanguardia que incorporó la tec-
nología multimedia y la música, especialmente el rock, a sus performances.
melquiades herrera
MH Sí, comparto con él mis elementos, por ejemplo los ciegos de Corregido-
ra, y él registra una gran cantidad de ese material, pero también registra lo
que él ve. Hay una interacción.
Jorge Prior dio otro aspecto al video, con el diseño, la parte visual y otras
cosas que entraban en el tema, y que no precisamente eran parte de un
performance, él hizo un programa...
MH Sí, pero está haciendo un programa en seguimiento de Melquiades. Él
vio mi performance en vivo en La Agencia, la galería de Adolfo Patiño. En-
tonces le dije: “eso que viste, las reacciones de la gente cuando se hizo en
vivo, vamos a hacerlo en video”.
En otro video, Venta de peines, editado por Jorge Prior, también me está
reflejando a mí. Éste sí es el performance filmado en directo; fue como filmar
teatro. Lo que él hizo fue adaptar un performance al video.
144 Hersúa,3 Roberto Real de León, Andrea di Castro, Sandra Isabel Llano y Katya
Mandoki. Habían invitado a Hersúa a dar una conferencia para el Salón
Anual de Invitados4 — Günther Gerzso, Carlos Mérida y Rufino Tamayo—,
él nos invitó, aceptamos: “para que consolidemos lo que hemos venido pla-
ticando desde endenantes”, dijo Hersúa. Hablar de Gerzso iba a estar muy
aburrido, así que dijimos: “nosotros no somos teóricos ni escritores, somos
artistas plásticos, mejor vamos a opinar con nuestra obra”. Lo entrevistamos
y con los datos que recabamos decidimos opinar pero con obra, no con un
discurso. A Hersúa se le ocurrió una escultura de lona y madera pintada
anunciando el evento afuera de la sala Manuel M. Ponce, a Roberto Real una
película Súper 8 con transformaciones a partir de un cuadro que se pinta y
se vuelve a pintar. Andrea di Castro hizo un plano sonoro de Günther Gerzso,
sonaba cuaaa... Yo hice una peliculita Súper 8 sobre la manera en que se
quema un plano de Günther Gerzso, se veían dos planos de color que eran
en realidad de papel, de pronto uno empezaba a arder. Yo había observado
que el papel kraft ardía como unos gusanitos muy bellos y que eso valía la
pena. Sandra Isabel Llano repartió figuritas de origami. Hersúa regaló seis
cubos de acrílico, para que la gente los hiciera maceta o lo que quisiera.
El Gerzso desmontable que presenté lo realicé en el taller de Hersúa,
hice la maqueta en una tarde, pero su construcción me llevó tres meses.
Empezaba por sacar los planos del cuadro de Gerzso, entonces comencé a
quitar los cuadritos de Gerzso y detrás había un dibujo, el esquema del cua-
dro, tras él los elementos en los que se inspiró Gerzso, según yo, las pirámi-
des prehispánicas y puse la foto de la pirámide, pero luego —como él
decía— se inspiraba en lo que podía ver en una azotea, entonces después de
la pirámide puse una foto grandota, que se volvía a retirar como un des-
montable anatómico, aparecía una ventana de cartón con su mica transpa-
rente. Detrás de eso estaba la realidad... se le quitaba el papel y aparecía la
foto de Gerzso y se cerraba. Era una acción como de cinco minutos que tardé
tres meses en armar.
Ahí empezaron las deserciones en el seno del No Grupo, porque este
trabajo yo lo podía repetir por la naturaleza del material. Otros hicieron un
evento que era efímero, no podían repetirlo, entonces ahí es donde empezó 145
el pleito. Quedamos nada más cuatro. Hice otro que era un Gerzso al que se
le salían unas hojas de papel de china; yo hacía la reflexión: “esto es un pai-
saje”, lo sacudía y caían las hojas como de otoño... Entonces las acciones nos
llevaron a presentar algo en el tiempo, ya sea películas, acciones efímeras,
etcétera.
¿Pero, ustedes sabían en ese momento que existían unas acciones de Beuys
y de no sé quién más?
MH En ese momento —a Rubén y a mí en particular— nos impresionó mu-
cho un programa de la IBM que hablaba de Leonardo da Vinci, de sus figuras
teatrales, las muchachas sentadas y los sistemas planetarios, para los cuales
abajo estaban moviendo unas poleas, y las famosas fiestas para el duque y
todo eso.
También conocíamos los antecedentes de que Jodorowsky había que-
mado un piano en la televisión, antes del Movimiento del 68. Rectifiqué el
dato porque me encontré a su ayudante en Puebla: Jodorowsky, en el patio
trasero de San Carlos, que ahora es de unos arquitectos, lo había quemado.
Los únicos antecedentes que sabíamos en ese momento eran: Jodorowsky y
Leonardo da Vinci. ¡Qué Beuys ni que nada!
¿En qué momento tomaron conciencia de que estaban haciendo algo que se
estaba haciendo en todo el mundo, que se llama happening o performance?
MH Fue cuando nosotros le llevamos nuestro trabajo a José Luis Cuevas, los
carteles que habíamos hecho. Maris lo conocía. Yo llevé mi maquetita. Le
gustó y dijo: “Vayan a ver a mis amigas del MAM”. Fuimos y lo primero que
dijeron las señoras fue: “Es que no hay dinero”. Entonces hicimos una peli-
culita donde recreábamos —con las tías de Maris— la escena de las señoras
del museo. Llegábamos con cartelones y nos decían: “no hay dinero”. Des-
pués, cuando ellas vieron la proyección en el museo, dijeron: “¡Ah, ya nos
desenmascararon! ¡Nos encueraron!” Estas señoras buena onda nos pusie-
melquiades herrera
146 ron en contacto con Carla Stellweg y cuando vio lo que hacíamos, oímos por
primera vez la palabra performance. “Ah, lo que ustedes hacen es performan-
ce”. No, lo que nosotros hicimos fue una conferencia de Gerzso. La palabraper-
formance nos parecía muy rebuscada, muy pedante. “No, —dijo— también
una conferencia es performance”. Ella ya tenía camino andado con sus visi-
tas por Estados Unidos, ella sí podía haber sabido de Joseph Beuys. Ésa sí
era la gente que podía haber tenido o tenía (no me consta) ese tipo de in-
formación o de Fluxus, porque a ella le llegaba seguramente.
Esto fue cuando Carla Stellweg estaba encargada de la revista Artes Vi-
suales; fue aproximadamente en 1980. Se llamó La venganza del hijo pródigo
o algo así, y tenía el tema de Cuevas que estaba exponiendo en el museo.
Rubén hizo una peliculita donde se preguntó qué pasaba si un
muñeco de Cuevas saliera a la realidad. Filmó, como si un muñequito de
los dibujos de Cuevas saliera del cuadro y empezara a caminar, entonces
la cámara seguía al muñeco. Luego salía al patio un muñequito de cartón,
con animación tosca, llegaba al estacionamiento del museo, y de pronto
Rubén que estaba en su Volkswagen se echaba en reversa y atropellaba al
muñequito de Cuevas, y en lugar de salirle sangre, le salía tinta negra.
Todo esto con recursos muy limitados, con figuras de cartón toscamente
animadas, además eso nos trajo la conciencia de que nosotros no éramos
Walt Disney. No queríamos hacer películas del cine, sino que las nuestras
eran películas de pintor.
Es el aire de la época. El escritor chiapaneco Eraclio Zepeda dice que el
aire del siglo llega hasta el pueblito más escondido. Creo que en mi caso, a
través del No Grupo, nos llegó el aire del siglo. No sabíamos de Kaprow ni
nada de eso, pero sí teníamos una necesidad de revelarnos en contra de la
pintura. Yo me junté con Rubén porque que era grosero, aparentemente, pero
con mucho ingenio. Yo lo visualicé —porque uno de mis sueños era llegar al
Museo de Arte Moderno de Chapultepec— y, en efecto, llegamos ahí...
Curiosamente, las cosas se hacen cuando no tienes toda la información.
Mis alumnos me preguntan: “oiga, maestro, ¿cómo se hace un performance?”
Hasta me enojo. Cuando yo lo hice ni me lo pregunté, simplemente lo hice
y después reflexioné. Las cosas se hacen, después te vas informando; la vida
profesional te va llevando. Al principio es inconsistente; no las tienes todas
melquiades herrera
contigo; sin embargo, te avientas. Cuando hice mi primer performance, nunca 147
había hecho uno y no sabía que estaba haciéndolo, fue el de Gerzso.
148 téntica con una etiqueta que decía: “si usted quiere o no beber”.5 Cada quien
tenía un elemento, todos metidos en una lonchera, repartimos una en cada
silla. Otra de las características del grupo, que al menos yo reconozco que se
generó en Maris, es que hacía regalitos, para obsequiar entre los integrantes
durante el evento —en la vida personal no podemos hacer regalitos. El No
Grupo toma la idea para regalar “recuerdos”, “reliquias” o “promocionales”
al público de los performances.
El germen estaba desde el principio, ya después se fue tomando concien-
cia y el regalito venía ya impreso en serigrafía o en fotocopia, se conceptuali-
zaba, porque eso no es un regalo, yo lo sigo viendo como un promocional: si
yo te regalo una postal es con interés de que a lo mejor llega el día en que
me compres algo. Tienes que generar mercado a través de la muestra gratis,
¡ja! Todavía ese mercado no me llega.
Es un promocional pero al mismo tiempo conectado con otra cosa, con
la desmitificación de la obra de arte, que solamente compran los ricos. Re-
galar una cosita así que cuesta dos pesos, es la oportunidad de tener un
Melquiades y ya. Ahora, que eso valga la pena ya es otra cosa, pero sí existe
esa actitud en contraparte del cuadro costoso.
Es distinto cuando te venden el catálogo y los cerillos que tienen im-
preso el nombre del artista. No, aquí no se trata de propaganda en el sen-
tido habitual, sino de obra artística a bajo costo. Ahora, que yo produzca
en fotocopias para cien personas no le resta méritos a la intención, porque
eso se podría hacer en un tiraje de miles. En un momento dado la revista
equis podría regalar un Melquiades Herrera pegado adentro de su revista.
Eso no es problema, lo importante es la concepción del objeto.
También el objeto puede ser muy caro; Gilbert y George hacen reliquias
con sus cenizas o colillas de cigarro, o sus mechones de pelo y obviamente
me imagino que una de ésas debe ser muy cara, como un Manzoni, que creo
que costó cien dólares. Era una pieza de un tiraje de cien de la mierda de
artista y ahora es muy codiciada. En este caso no se trata de hacer reliquias
caras, se trata de crear masivamente. No es para hacer cien. La mentalidad
5 “Esta Coca-Cola, recién descubierta por el pop art, hace apenas diez años, nuevecita, la
rescato del arte para proponer reintegrarla a la realidad, sólo que hay un detalle, entre
conservarla o bebérsela, que sea o no sea arte, la decisión es de Ud”. De Los Grupos los
individuos, Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil-INBA, México, 1985, p. 37.
melquiades herrera
es para hacer mil o 50 mil o las que se necesitaran. Lo que pasa es que son 149
cincuenta o cien los que te van a ver a un performance.
150 sigue dentro de la línea, observa su tiempo, pero el Dadá es la negación; ésa
es la diferencia.
152 tosca, ni nada que se necesite para decir ciertas cosas. Me atribuyen cuali-
dades histriónicas; sería estupendo tenerlas, pero no es ése mi objetivo. En-
tiendo por arte, más que performance, una cosa seria, rasposa, obscena,
cínica, como creo que es nuestra época.
El performance es interesante desde el punto de vista artístico. Es un
suceso estético, pero en el momento de contarlo se convierte en un suceso
artístico; es decir, que debe ser interesante para los demás no porque me
haya ocurrido a mí en el mundo estético, sino por la validez que puede tener
en el mundo artístico. Para que sea válido debe tener criterios de objetividad
y de fuerza. Independientemente de que te ocurra a ti o no, debe ser social-
mente interesante.
Colonia Narvarte
18 de febrero de 1996
Alberto Híjar1
154 un uso del tiempo; es decir, está mal visto hacer el amor a las doce del día,
por ejemplo. El tiempo está organizado de forma productiva: uno hace sus
necesidades corporales de exoneración a las horas que no interrumpa uno
el sistema productivo, uno hace el amor a ciertas horas en las que es bien
visto hacerlo, no a otras.
El racionalismo es un poder cultural paradigmático, en el sentido de
que no es necesario decir las sentencias. Está implícito, está funcionando;
su operatividad es fundamentalmente práctica: “cada cosa en su lugar y un
lugar para cada cosa”, me repetía mi mamá desde que era chiquito y me
enseñó a ser abominablemente ordenado.
Sobre esta base, este enorme caos económico-político que son los tiem-
pos actuales, ha surgido una crítica no sólo teórica, sino también práctica al
racionalismo. La crítica teórica ha sido hecha por importantes filósofos, de
entre los cuales citaré a los que me caen mejor, que son los que formaron un
instituto de sociología en Frankfurt, todo un movimiento que se conoce
como Escuela de Frankfurt. Ahí Walter Benjamin y Theodor Adorno, y el
entonces joven Jürgen Habermas (último sobreviviente), se propusieron re-
flexionar sobre las consecuencias de suponer que el racionalismo sea la ma-
nera fundamental de vivir, de hacer, de conocer. Sus críticas fueron, son,
implacables, lo mismo tocan al marxismo que reivindican la figura de filó-
sofos no sistemáticos como Nietzsche. [...] La Escuela de Frankfurt reivindicó,
entre otras cosas, la asistematicidad y con ello también incursionó en mo-
dos de conocimiento que no tienen que ver con esa serie de pasos que nos
enseñaron los lógicos, los matemáticos como garantía de producción de la
verdad, sino, por el contrario, reivindicaron modos poéticos de conocer, por
eso les interesó tanto Heidegger, por eso les interesó tanto la reflexión que
emparenta y hasta identifica la verdad con el acto poético, con el conoci-
miento poético que nada tiene que ver con lo racional.
Con ese afán de los alemanes por sintetizar en una palabra este tipo de
argumentación, me encuentro ahora en la obra de Gianni Vattimo con el
uso del término Lichtung,2 que quiere decir iluminación en el bosque. Esto
2 “Lo verdadero que acontece y que se da en primer lugar en el arte (primero y más
fundamentalmente que en la ciencia, donde quizá rige cabalmente el principio de la
evidencia física), es un verdadero ‘de media luz’ y a esa media luz alude el empleo
heideggeriano del término Lichtung (claro en el bosque). La poesía es fórmula también
alberto híjar
tiene que ver con el planteamiento que él remite a Heidegger de cómo la 155
verdad, la certeza, se da por excelencia como ese rayo de luz que se filtra
entre el tupido ramaje de un bosque en el que todo es penumbroso, en el
que no se distinguen las diferencias entre los follajes, entre los troncos, sino
que todo aparece oscuro y confuso; penetra el rayo y empieza a iluminar las
maravillosas diferencias que constituyen al bosque en su interior. Pues bien,
eso es el conocimiento.
La Escuela de Frankfurt abrió la necesidad de reflexionar sobre esto y lo
importante es que lo hizo desde la perspectiva abstracta de la filosofía, pero
también lo concretó en una actividad tan importante de dilucidar como es
la dimensión estética, denominada así por uno de los más importantes teó-
ricos de Frankfurt que es Herbert Marcuse. Casualmente en 1968 salió la
traducción del primer libro de Marcuse en México —se tradujo aquí— que
es Eros y civilización. Marcuse fue calificado por Díaz Ordaz como “filósofo
de la destrucción”. Yo no sé si Marcuse se enteró de esto que dijo Díaz Ordaz
en su informe presidencial de 1968, porque seguramente le hubiera dado
mucho gusto este “reconocimiento” de un poder arbitrario y criminal como
el que reconocía como destructor a un filósofo. ¡Qué gran homenaje! Pero no
es éste el punto que quiero abordar, sino el punto de la performatividad.
Si se desconstruye el racionalismo se desconstruye con él toda posibili-
dad de ordenamiento jerárquico de las cosas y toda manera de acercarse a
esto por la postulación de sistemas; es decir, se nos viene abajo todo lo que
aprendimos desde la primaria.
El racionalismo ha sido tan fuerte que ha sistematizado las cosas de tal
manera que nos ha dividido en profesiones según cada una de las discipli-
nas y sus lenguajes, de manera que ya nadie a estas alturas podría conocer
las cosas en su totalidad. No solamente el racionalismo dio lugar a una teo-
ría, sino también a una fragmentación de la realidad que nos determina a
todos. Cada quien a lo suyo; esto entonces es lo que en estos momentos de
crisis total del racionalismo ha estallado de tal manera que ha llegado a
en el sentido en que este término indica una expresión lingüística consumida por el
uso, no (ya) plena. [...] Lo que se persigue con la operación poética es el acaecer de un
Lichtung, de esa media luz en la que la verdad se da ya no con los caracteres impositi-
vos de la evidencia metafísica”. Gianni Vattimo, El fin de la modernidad. Nihilismo y
hermenéutica en la cultura posmoderna. Barcelona, Gedisa, 2007, pp. 70-71.
alberto híjar
156 advertir que frente y en contra de la tradición racionalista, habría que pos-
tular otro modo de apropiarse de las cosas. Tendría que intentar hacer las
cosas contra todo eso: ordenamiento, clasificación, jerarquía, etcétera, y pro-
ponerse la totalización.
Hay una hermenéutica racionalista; quiero decir, un dar a entender
las cosas que parece no poder hacerse sin el dominio racional. Por ello,
Vattimo y otros plantean que habría que producirse una hermenéutica
distinta a esto, una que no explique sino que dé a entender, y aquí empe-
zamos quizá a entendernos con los performansólogos, performancistas y
performanceros. Parece que de eso se trata el performance, de dar a enten-
der, no de explicar nada. Un performance que explica ya fue fallido, ya fue
otra cosa, ya fue una conferencia, cualquier otra cosa, es decir, un perfor-
mance no explica y de ahí su emparentamiento con el happening, con
aquella definición que daba Óscar Masotta en los sesenta, cuando en aquel
Instituto Torcuato di Tella, en Argentina, había todo un equipo de reflexión
sobre el happening del que surgió alguien tan famoso y mercantil como
Marta Minujín. Óscar Masotta acuñó una frase sintética para explicar qué
era el happening: “simultaneidad en la simultaneidad”, y atinó, y algún día
tendrá que ser reivindicado como un precursor de este hilo negro que es-
tán descubriendo los posmodernistas;* la simultaneidad en la simultanei-
dad es esto que integra una realidad mucho más compleja, mucho más
totalizada, mucho más sabrosa que esas clasificaciones, que esas jerar-
quías, que esos sistemas que el racionalismo pregonó como única vía para
el conocimiento. Todo lo que hacemos parece, según el racionalismo, tener
una sola dimensión y no es cierto, es decir, estamos todo el tiempo inmer-
sos en esta simultaneidad.
En la simultaneidad pasan muchas cosas a un tiempo. ¿Por qué, enton-
ces, privilegiar una de ellas y decir, ésta es la bella, ésta es la buena, ésta es
la verdadera? En momentos de crisis total de las culturas, habría que asumir
que, bueno, ni hay ya definición de arte, ni hay ya definición precisa de co-
municación, ni hay ya esta división entre las artes —que se sigue pregonan-
do en las escuelas de arte—, sino que más bien lo que ocurre es la necesidad
ansiosa y angustiada de dar cuenta de la totalidad en la que se da esa simul-
taneidad en la simultaneidad. En este sentido hay quien, como Carlo Ginz-
burg, propone lo que él llama “paradigma indiciario”, que es esa capacidad
alberto híjar
para entender los indicios, las señales. […] Ginzburg, por ejemplo, da cuenta 157
de una antigua narración árabe sobre los hijos del rey de Serendipo, que son
aprehendidos como indiciados por el robo de un camello cojo. Cuando se le
pregunta al fiscal por qué los ha aprehendido dice: “Es que yo les pregunté
si habían visto ese camello y me dijeron: ‘¡ah, sí!, usted se refiere a un came-
llo. Mire, nosotros venimos de acá del desierto y sí, claro, debe ser un ca-
mello cojo con pelambre café que lleva en el lado derecho un odre de vino y
del otro un odre de aceite. ¿A ese camello se refiere usted?’ ‘¡Ah —pensó el
fiscal— ellos son los culpables, seguramente ellos lo tienen!’ Pero no, los
hijos del rey Serendipo no hicieron más que leer las señales que iba dejan-
do. Esta manera de entender las cosas, de comprender y dar a entender las
cosas es tan prestigiada y tan aparentemente espontánea que todos la se-
guimos usando. Si alguien nos pregunta “¿dónde está tu casa?”, yo estoy se-
guro que ninguno dice “a 48 grados de latitud norte, azimut 46”, sino que
nosotros decimos señales: “Te vas a encontrar una tienda en la esquina y
un árbol caído, etcétera”. Este que seguimos usando y que parece ser un
modo de comunicación y de conocimiento no deseado, no deseable, no
científico, porque no es racional, es el que reivindica Ginzburg. Y hace una
minuciosa descripción de descubrimientos científicos, de aportaciones ar-
tísticas que han estado fundadas en ese modo de conocer que nada tiene
que ver con el racionalismo. Por supuesto, hace referencia al serendipity, que
es esto que un grupo de ingleses inventaron como homenaje a los hijos del
rey de Serendipo. Toda una manera de dar a entender las cosas por vías no
racionales.
Sobre estas bases, teóricos actuales hablan de performatividad como
esta destrucción, este estallamiento de los órdenes de los sistemas que hace
que la complejidad se imponga por encima de cualquier orden y que, por lo
tanto, la manera de comprender las cosas esté más bien fundada en la arbi-
trariedad, concretada en lenguajes muy diversos. Jean-François Lyotard y
Gianni Vattimo hacen referencia a cómo esta complejidad extrema marca-
da por sistemas de significación muy diversos —prefiero no llamarlos len-
guajes, para que no se confundan con este lenguaje doblemente articulado
con el que nos estamos entendiendo— como las señas, o el insulto cifrado,
etcétera; todos ésos son sistemas de significación.
alberto híjar
158 Bueno, tanto uno como el otro hacen referencia a cómo esto suele re-
solverse por la vía del terror y creo que aciertan, porque hay un terror de
Estado impuesto por el racionalismo que es el que nos hace vestirnos de
cierta manera, usar nuestro cuerpo de cierta manera. [...] Aquí hay todo un
sistema de prestigio y de poder sumamente fuerte, sumamente poderoso
que determina la forma de vestirnos, de comportarnos, de usar nuestro
cuerpo, de usar ciertos ademanes.
De ahí este regocijo que nos produce el subcomandante Marcos cuando
les falta al respeto a los funcionarios, cuando hace malas señales y todo esto
y cuando, en lugar de responder sesudamente a un comunicado de la Secre-
taría de Gobernación, les responde con una interjección, porque ya no se
merecen más. Sobre esta base, entonces, la performatividad de la que ha-
blan los teóricos es esta necesidad de asumir la totalidad del universo por
vías no racionales.
Pero esto tiene que ser comunicado, si no, pues es masturbación abso-
luta. Esto tiene que dar lugar a sistemas de significación complejos. Y enton-
ces se concreta en una noción que suelta Lyotard con un nombre muy
sofisticado, la noción de adlingüisticidad. Lo dice en su libro La posmoderni-
dad explicada a los niños: la adlingüisticidad es esta intersección entre siste-
mas de significación muy diversos. De hecho, histórica y tradicionalmente
casi siempre todos nos valemos de esta manera de comunicación compleja.
Esto es algo que por lo general hemos usado pero no nos habíamos
dado cuenta, porque, entre otros cómplices del racionalismo, los artistas de
la modernidad nos habían insistido que la pintura es una cosa distinta al
grabado y aparte están la escultura y luego la arquitectura; más adelante
surgió el diseño y después inventaron el diseño ambiental y diseño de jar-
dines y diseño de ciudades y el urbanismo. Así que los artistas de la moder-
nidad, a su manera, contribuyeron también a fragmentarnos algo tan
importante como los sentimientos y las sensaciones. Hay críticos de arte a
quienes les da mucho coraje que poetas escriban presentaciones de los pin-
tores o de los escultores, como si nos quitaran la chamba, pero ¿por qué no?
El racionalismo se nos impuso también con una jerarquización, con una
sistematización de las artes que contribuyó a esta fragmentación de las ar-
tes, a esta fragmentación de la realidad. Cuando el desorden llega a una
dimensión histórica y social sin par en la historia es cuando la performati-
alberto híjar
vidad histórica y social es asumida por los artistas y por los comunicadores, 159
de manera mucho más válida, mucho más intensa que, a mi manera de ver,
la que hacen los teóricos.
Sobre todo a partir del Dadá ha habido este afán de desconstruir el ra-
cionalismo. ¿De dónde ha surgido esto, si no de esos maravillosos manifies-
tos de Tristan Tzara, en los que parece no seguirse una cosa de la otra y en
los que, por ejemplo, de repente uno se encuentra en una página con algo
como “grito, grito grito....”, y la palabra se repite por toda la hoja para termi-
nar diciendo: “y en efecto yo me encuentro muy simpático”? Desde enton-
ces, alertas ante el desastre de los órdenes derivado de la Primera Guerra
Mundial, por la emergencia de algo tan aparentemente absurdo como el
nazismo y el fascismo, estos artistas, que además eran judíos, asumieron su
condición de perseguidos, de hostigados, y construyeron un modo de enten-
der las cosas y de usar la significación que ciertamente agredía y transgre-
día todo lo enseñado en las academias artísticas. De ahí la escultura de
Marcel Duchamp, que presenta un urinario... Cuando llegó Marcel Du-
champ, todo mundo estaba esperándolo. Llegó el maestro europeo tan fa-
moso, y lo que hizo fue llegar perdido de borracho, empezarse a desabotonar
la bragueta. Las señoras salieron corriendo. Nadie entendió que ésa era la
ponencia, es decir, se estaba pitorreando de todos ellos. Era una interjección
gestual equivalente al “¡ja!” o al “¡uy!” de Marcos como respuesta a las ame-
nazas de este racionalista...
La performatividad es esta simultaneidad y con ella la necesidad de
descubrir, de proponer maneras nuevas de conocer y de comprender las co-
sas. El performance, en ese sentido, es la respuesta concreta de los artistas y
de los comunicadores a esto que los teóricos están planteando desde la abs-
tracción filosófica para los problemas del conocimiento. La réplica de los
artistas que me parece mucho más clara, directa, mucho más concreta es el
performance. El punto de partida puede ser cualquiera, si todo es simultá-
neo, pues para explicar cualquier cosa yo puedo empezar de lo aparente-
mente más trivial, más débil, etcétera.
Foucault llamó “microfísica del poder” a todas esas pequeñas estructu-
ras de dominación que, precisamente por pasar inadvertidas, son tan pode-
rosas: esta necesidad de vestir de cierta manera, de mear en un lugar
específico y no donde tengo ganas, de portarse de cierta manera, etcétera,
alberto híjar
160 de manera que los teóricos marchen por su lado y los artistas repliquen con
este entrarle por cualquier terreno, por cualquier elemento, por cualquier
procedimiento y con una capacidad que tiene que ver con la performativi-
dad. Es decir la capacidad de volver acontecimiento lo que puede pasar inad-
vertido o lo que puede resultar una trivialidad, si esto tiene apariencia de
autocomplacencia extrema, de obscenidad, de pornografía, de masturba-
ción, habría que tratar de entender a quienes hacen estas cosas y no preten-
der fusilarlas.
Orlan3 describió (en la conferencia que dio en México) uno de sus pri-
meros performances que fue desnudarse de la cintura para abajo y con las
piernas abiertas para que quien quisiera pudiera ingresar al evento La ca-
beza de Medusa. Se le ocurrió, en plena menstruación, abrir las piernas, teñir
la mitad de su vello púbico de azul y poner una lupa frente a ello para que
quien quisiera pudiera contemplarlo. Habrá a quienes les escandalice esto,
entre ellos a mí que no sólo tengo el aspecto de cura, sino también una for-
mación católica, apostólica y romana. Me hace estremecer tanta obsceni-
dad, pero habrá otros que digan: “Bueno, tratemos de entender. ¿Qué no
toda esta cuestión de la Medusa implica ciertas relaciones simbólicas?
¿Qué?, ¿no es válido utilizar el propio cuerpo para significar?” Yo diría que
por lo pronto tomemos nota y no digamos: “Vieja perversa, miserable, va-
mos a pedir su expulsión de México”.
Aun lo que parece masturbación, pero también la transgresión con
orientación política, se plantean como problema el producir un aconteci-
miento y volverlo comunicable, así sea un sinsentido; el sinsentido también
se comunica... Sobre esta base, hay un emparentamiento, que me parece
3 Orlan (Saint-Étienne, 1947), artista francesa que realiza acciones relacionadas con ci-
rugías que se hace practicar para modificar su fisonomía de tal modo que el resultado
se aleje de los cánones de armonía y belleza de cara y cuerpo. “Orlan, pionera de la
cirugía plástica con fines artísticos, sostiene que siempre consideró su cuerpo mate-
rial privilegiado para la construcción de su trabajo. ‘¡Arriba la morfina, muera el dolor!’
[...]se ha sometido a nueve ‘operaciones-performance’. [...] considera cada operación
como una ‘travesía ritual’. [...] Aclaró que el ‘arte carnal’ rechaza el dolor como fuente
de redención y purificación”. Miryam Audiffred, “Art. Cuestiona la belleza a través de
su cuerpo”, Reforma, viernes 10 de julio de 1998. [Publicado con motivo de su visita a
México para dictar una conferencia en el Museo de Arte Carrillo Gil, acompañada de
Oswaldo Sánchez, entonces director de este museo.]
alberto híjar
muy importante, entre la reflexión de los teóricos y la práctica de los artis- 161
tas; es decir, entre estos dos poderes que no se encuentran entre sí se produ-
ce una réplica fundamental al dominio racionalista y esto es lo que creo
muy importante. Estoy llamando a no reducir esto a una especie de univer-
so de lo empírico, de reino de la autocomplacencia en el que todos nos acep-
temos, “¡qué suave!”
Me parece un esfuerzo muy importante el que a un dinosaurio como
yo se le invite a platicar con ustedes a pesar del terror que esto me implica.
A partir de esto no tendríamos que desarrollar nuestra propia teoría, en el
sentido de racionalizar estos argumentos, sino que un esfuerzo de esta na-
turaleza tendría que dar lugar a que la intersección de los sistemas de sig-
nificación, es decir, la intersección de los lenguajes, no fuera resuelta por la
vía del terror. El terror puede venir de un lado y del otro. Por ejemplo, se
genera un cierto miedo al escuchar: “quedan prohibidos anuncios con vie-
jas que estén enseñando los pechos”. Pero también es un acto de terror el
que se haga un acto de comunicación, un performance. Y entonces el miedo
se reflejaría en alguna frase como: “Nadie diga nada, si alguien dice algo
pues entonces es un fresita y no entendió nada”. Eso también es un ejerci-
cio del terror, es decir, no acompañar todo esto con algo que dé lugar a una
reflexión, que le dé sentido al sinsentido, que reivindique esta necesidad
ciertamente importante de hacer de la individualidad la personalización
de la vida y de las cosas. Es decir, no pasar por un individuo más, como un
número, sino como esa personalización que implica significar para mí las
cosas y comunicar. Me parece que todos los eventos conceptuales, los per-
formances, los happenings tienen este sentido y que lo peor que podemos
hacer es dejar abierta la puerta a la arbitrariedad extrema, pienso que en
cambio tendríamos que encontrar ciertos modos para ir comunicando. De
ahí la importancia de este espacio que da lugar también a las reflexiones
inevitablemente racionales.
Finalmente quiero terminar haciendo alusión a esa palabreja de la
“hermenéutica” tan querida por algunos posmodernistas* que hace referen-
cia a esta necesidad de dar a entender las cosas, ya no de explicarlas, ni de
describirlas, sistematizarlas, clasificarlas, sino de darlas a entender. Si en
algo está siendo positiva la crisis actual del racionalismo y del capitalismo,
alberto híjar
162 es en el dar lugar a una relativización de las culturas en las que ya nadie
sensato, mínimamente informado, puede seguir insistiendo en que “la be-
lleza es esto y no es esto otro”, o “el arte es esto y no es esto otro”. Esta aper-
tura, esta explosión hace decir a Lyotard: “Lo que importa ahora es ver lo que
está pasando y ya no tanto definirlo. Y a partir de lo que está pasando tratar
de explicárnoslo dentro de la totalización”.
Hay dos grandes maneras de hacerse entender y de legitimar lo que
uno hace; ambas tienen que ver con el título de la plática: Transgresión o
masturbación. La primera es una totalización tan abstracta que a fin de
cuentas cabe en ella cualquier práctica que se invente, en este sentido, una
abstracción tan general no sirve para concretarla en un acto, en una prácti-
ca específica. Pero igual parece ocurrir con la autocomplacencia y la mastur-
bación extrema, es decir, se trata de un acto tan extremadamente individual
que mucho satisfará la curiosidad o la morbosidad de quien lo contempla y
nada más.
Yo quisiera poner como ejemplo de esto a la propia Orlan: a todos nos
estremeció ver sus operaciones: el bisturí, la sangre y todo esto. Y luego la
narración que hizo de eventos tan terribles como La cabeza de Medusa. Sin
embargo, la mujer explica: “Esto lo hago por esto, y este retrato lo llevo cons-
truyendo veinte años”, es decir, explica de qué se trata y en este sentido la
posible masturbación del individualismo extremo y radical se parece, se
emparenta con la transgresión; descubre uno lo que quiere transgredir, cier-
tos modos de entender el cuerpo, ciertos modos de entender la piel, ciertos
señalamientos de que el cuerpo es obsoleto a estas alturas. Cito a una com-
pañera australiana: “El cuerpo no sirve para todo lo que estamos viviendo
ahora, por eso tenemos que tener tantas ‘extensiones’ en la computadora y
en el fax y en el teléfono celular”. En todo esto ya el cuerpo es una obsoles-
cencia, por lo tanto hay que ponerlo en crisis y no seguirlo cultivando como
lo hemos hecho hasta ahora.
He ahí un caso de ese individualismo extremo y aparentemente obsce-
no que implica mostrar lo que parece absolutamente privado. Ésa es la obs-
cenidad; resulta un acto de transgresión que tiene un interés mucho más
allá de lo que parecía ser un acto de puritita masturbación. Esto tendría que
trabajarse, obviamente, para abrir la percepción, los sentimientos, las sen-
alberto híjar
saciones más allá de estos prejuicios racionalistas que nos formaron desde 163
nuestra más tierna infancia o nuestra terrible infancia hasta ahora. Esto
tiene, por supuesto, implicaciones morales y da lugar a una ética no eviden-
te pero sí eficiente...
¿Me podría platicar sobre las drogas y la relación que existe entre éstas y el
arte, si es que la hay?
Las drogas son un tema que me ha interesado... Para que el ser humano
pudiera conocer las propiedades, digamos, del tomate, o de la lechuga, tuvo
que probar todo durante miles y miles de años. Para conocer hoy día las
propiedades curativas o alimenticias de las plantas, el ser humano tuvo que
experimentar en su organismo, tuvo que probar todas las plantas, para sa-
ber cuáles eran beneficiosas, cuáles eran alimenticias y cuáles eran alucinó-
genas. Se ha perdido el origen del uso de estas drogas; es decir, ya no
sabemos cuándo el ser humano empezó a usarlas de forma ritual.
Las drogas siempre se han utilizado ritual o religiosamente. Y han ser-
vido para aliviar dolores y para despertar la imaginación, y es ahí donde el
arte juega un papel importante, en lo que respecta a la imaginación.
Ahora bien, de acuerdo con el rito de Ulises,* entre los griegos se usaban
hongos. Robert Graves habla en La diosa blanca de los ritos con ciertas plan-
tas en el norte de Europa. Hoy día existen países que todavía viven dentro
de un sistema mítico como son el caso de América, África y Asia.* Las drogas
se consumen en contextos religiosos en México; con los tarahumaras, por
ejemplo, tenemos estos ritos.
francisco icaza
166 Del siglo XX conocemos, por ejemplo, la visión de Aldous Huxley. Un dato
curioso que muy poca gente sabe es que yo era amigo de él, y que con Ray
Bradbury, a raíz de mi exposición Metamorfosis de un pájaro, que presenté
en la Zora Gallery en Los Ángeles, en 1962, él quiso hacer una película, y no
lograron hacerla nunca. A Aldous Huxley le avisaron que se iba a morir, que
no había manera de evitar su muerte. Él quiso morirse en un viaje y rodeado
de sus amigos, así que se tomó unas pastillas de LSD e hizo una crónica en la
que empezó a platicarles su viaje de agonía. En su libro Las puertas de la per-
cepción, habla sobre el color del mundo como lo vio Van Gogh, con la brillan-
tez... Lo interesante de él es que dejó un testamento a la humanidad, que se
difundió muy poco porque murió exactamente el mismo día que mataron
a Kennedy. Se publicó la noticia, pero en las páginas interiores de los perió-
dicos. Yo tenía ese testamento de Los Angeles Times, pero se lo regalé a un
investigador y muchos años después lo busqué en las hemerotecas de Esta-
dos Unidos y estaba perdido, censurado. En ese testamento él decía que el
ser humano del siglo XX vivía bajo tal presión, bajo tal estrés, que sería im-
posible soportar esta vida sin drogas y que las próximas guerras mundiales
iban a ser las guerras de las drogas.
Ahora, como último dato para entrar en las experiencias personales,
quiero decir que la primera vez que se prohibieron las drogas en el mundo
fue en 1922 en Estados Unidos. En el siglo XIX y a principios del siglo XX toda-
vía el opio se vendía en las farmacias porque era la única droga que podía
adquirir la gente para soportar los dolores cuando tenía un cáncer fuerte.
Esto ahora ya no es posible.
El problema de las drogas no es un problema policiaco, es un problema
médico. Se ha convertido en policiaco entre otras cosas porque es un gran
negocio para los Estados. Ahora hay más dinero en Estados Unidos que nun-
ca, porque tiene una de las industrias más importantes. Después del arma-
mentismo y del dinero que tienen invertido en la cuestión del espacio y del
petróleo, los recursos vienen de las drogas, o sea, es el cuarto ingreso más o
menos. Es un gran negocio y es una trampa. Yo concuerdo y he firmado
documentos, junto con Gabriel García Márquez y con mucha gente, dicien-
do que las drogas no se deben prohibir.
Ahora, vamos a ver qué tienen que ver con el arte. Salvador Elizondo
tiene una pequeña investigación según la cual se encontró en Italia en ciertos
francisco icaza
cuadros de los siglos XIV, XV y XVI partículas e hilos de la cannabis con la 167
misma tela.
Yo creo que, entre las drogas menores, la más dañina es el alcohol y
luego el tabaco. Yo antes de 1968, como toda mi generación, bebía muchí-
simo; somos la generación que conoció nada más el alcohol y el tabaco.
Después del movimiento estudiantil, con mis compañeros del Salón Inde-
pendiente, que eran Manuel Felguérez, Vicente Rojo, todos ellos, tuve que
salir del país porque estaba metido hasta adentro en el movimiento. Y me
fui a vivir en una comuna que se llamaba Libre, que estaba en Nuevo Mé-
xico. Tal vez era la comuna más importante de Estados Unidos. Ahí, por
ejemplo antes de poder entrar, había una especie de cura para la gente que
venía demasiado drogada. Recuerdo al editor de Fellini. Lo curamos ahí; ve-
nía demasiado loco con ácido; después de eso se curó, regresó a Italia y
siguió con Fellini.
Yo estuve, por ejemplo, en Woodstock, encargado de que los ácidos que
se vendían fueran auténticos y no dañinos. Estaba en la comisión de análi-
sis de los ácidos. Yo he probado todas las drogas menos heroína. Pero actual-
mente inclusive yo ya no bebo, y fumo muy poco porque nado un kilómetro
diario y pinto ocho horas al día. Tengo que estar en buena condición física.
Si usted es un asesino y toma una droga, seguirá siendo asesino. Si us-
ted es un hombre inteligente y toma droga, seguirá siendo un hombre inte-
ligente, porque seguramente la droga no le va a cambiar a usted.
Las drogas menores son alcohol, tabaco, mariguana, hongos, peyote. Yo
ya pongo unas grandes dudas al LSD, a la morfina. La cocaína se me hace
espantosa y dañina. Yo le puedo decir que la coca es una estupidez, yo la he
probado y lo único que me da es una cruda espantosa. También he probado
el peyote, todas clases de hongos y la mariguana.
168 po que prohibieron el alcohol y las drogas en 1922, pero ésos son los purita-
nos sajones que siempre son así.
1 “Aunque el hangover [la cruda] le convenía, pintaba siempre en estado de plena luci-
dez, cosa que aclaró en varias ocasiones”. Teresa del Conde, Tres maestros. Reflexiones
sobre Bacon, Motherwell y Tamayo. Grijalbo-UNAM, México, 1997, pp. 16-17.
francisco icaza
portante y eso es lo que nos trae bien amolados;2 en cambio, las ciencias y 169
las artes... El científico y el artista son dos personas muy parecidas. La única
diferencia es que la ciencia busca probar y el arte busca lo improbable.
En los setenta, antes que la droga, había un gran rechazo a la política y la
economía del mundo. Había una especial preocupación por la paz, no por
la droga. No soy anarca, soy ácrata, tengo una ética propia.
Cuando mi padre era embajador de México en Alemania, en la olimpia-
da de 1936, un tarahumara ganó la carrera. Hitler, impresionado, lo mandó
llamar. Él iba con un antropólogo como traductor y estaba mi padre. Hitler
le preguntó qué tiempo entrenaba diariamente. El tarahumara dijo al an-
tropólogo que con un pedacito de peyote alcanzaba a correr desde su casa
al pueblo, que era una distancia considerable. El antropólogo lo repitió a mi
padre y éste dijo a Hitler que el tarahumara tenía contacto con los dioses...
que ésa era la razón de su fuerza. Hitler interesado en esas cosas se quedó
maravillado y preguntó: “¿cómo?” Y mi padre le dijo: “Es una cultura muy
antigua”. En ese entonces nadie conocía el peyote...
1 Una síntesis de esta entrevista se publicó con el título “Marcos Kurtycz. In memoriam”,
en Generación, núm. 7, año VIII, tercera época, mayo-junio, 1996. pp. 49-50.
marcos kurtycz
172 incubadora”. Hacer una incubadora sin tener medios es una cosa práctica-
mente imposible. Yo la hice en dos días, perfecta, funcionó, me hizo mucha
gracia esto.
Como soy especialista en controles automáticos, en México yo tenía la
idea de que, como hay petróleo, iba a trabajar en el Sistema de Transporte
Colectivo Metro, pero mis palancas no funcionaron. Entonces me quedé va-
rios meses sin trabajo.
Nació mi primera hija y entonces fue Arnaldo Orfila, un amigo nuestro
que trabajaba en la editorial Siglo XXI, quien dijo: “Hazme un libro”. Lo hice
y se editó en México, pero con el sello de una editorial francesa. El libro se
llamó Le journal de la métropole de l’Amérique, mucho trabajo, portada... y
Orfila me dijo: “No lo puedes firmar porque eso es castigable”. No firmé este
libro, pero todos los siguientes que hice para la Editorial Nueva Imagen,
Editorial Casa Chata, Fondo de Cultura Económica, varias editoriales, todos
fueron firmados y nunca más hice caso a esa provocación.
Seguí, hasta que diez años después me llamó la policía. Entonces dije:
“¡Ya, al fin!” Diez años y me citaron. No quise que me agarraran. Y me fui yo
solo a Gobernación. Fue chistoso. Es una anécdota muy graciosa porque los
policías no sabían para qué llevaban a ese “criminal” allá. Ellos nada más te-
nían la orden y tardaron como un mes en localizarme; yo vivía en la Condesa.
Llegué a Gobernación y un alto funcionario me dijo: “Pues le voy aplicar
una multa”. Y yo dije: “Pues no le voy a pagar la multa porque no tengo di-
nero; no tengo derecho a trabajar”. Me dice: “Está bien, firme aquí”. Y veo el
documento y decía: “Nacionalidad mexicana”. Lo firmé. Y dijo: “Léalo”. Le
respondí: “No, no, no lo voy a leer”. Y dijo: “Yo creo que ya no nos vamos a
volver a ver, váyase mañana a Relaciones Exteriores, y ahí está su pasapor-
te”. En efecto, ahí estaba mi pasaporte. Así se acabó mi cárcel de diez años,
porque yo, obviamente, no me pude acercar a la frontera. Para mí fue una
experiencia muy desagradable no poder moverme.
Acto seguido, en cuatro días imprimí ¡La bomba de maíz!, un cartel gi-
gantesco, en papel delgado, papel biblia. Lo enrollé y me fui a Nueva York a
pegarlo a las calles. Fue mi primer evento.2 Una mazorca como de un metro
veinte centímetros, gigantesca, bestial y que decía: “BOMBA DE MAÍZ”. Era un 173
acto muy intuitivo. Ya me comenzaba a interesar en cómo se altera el espa-
cio urbano. Ése es un tema que me interesó siempre; como que tenía yo esa
deformación de científico.
¿Una persona puede modificar el espacio urbano? Para mí era muy cla-
ro que se trataba de una reacción muy natural a toda esa bestialidad que es
la imagen comercial. Yo lo sentía muy fuerte viniendo del mundo socialista,
que tiene una arquitectura fatal, pero intacta. Tal vez eso es lo que buscaba
en Nueva York con ese cartel... con esa celebración personal de tener el pa-
saporte, y no cualquier pasaporte, un buen pasaporte, el mexicano, que es
de los buenos para moverte en el mundo, ¿no? Obviamente estaba plena-
mente consciente de que no soy mexicano y pensaba que tal vez los mexi-
canos no me perdonarían el hecho de llevar un pasaporte... Pero al mismo
tiempo no tenía la más mínima duda de ser mexicano, tengo más de mil
libros hechos aquí... Era como una celebración personal sin gran maquina-
ria; muy privada; era como una investigación.
Fue en el año de 1980 o 1981 cuando recibí mi valioso documento: el
pasaporte. Además fue un poco un acto mexicano. Era como un mexicano
que fue a chingar a los gringos. Además el artefacto no solamente tenía
forma fálica, sino también era el maíz. Yo entendía muy bien su fuerza.
Aquél fue el año que comencé a entender esos fenómenos tan mexicanos.
Es curioso porque en Nueva York cuando hacía esa investigación en
torno a la alteración de la calle, tan caótica en Nueva York, incluso más que
las calles de México, porque ahí pegan miles de anuncios en las paredes, me
di cuenta que lo mío vencía porque lo hacía con un ritmo, con un espacia-
miento, se repetía la misma imagen y sí se lograba ver. La gente me pedía
los carteles, eran muy delgados, de papel biblia, precisamente para “la tec-
nología” de llevarlos encima colgados y pegarlos fácilmente con esponja.
Comenzaba a interesarme en cómo se altera el espacio urbano. ¿Cómo al-
guien modifica la calle? ¿Cómo se puede luchar contra esa erosión? Mucho
después me di cuenta de que no es tan fácil luchar, aunque volví a hacer
cosas de calle, en México, en varias ocasiones.
(1979) que menciona más adelante. Y la primera acción registrada fue La rueda de
Newton, que realizó en la calle, en la ciudad de México, en 1973.
marcos kurtycz
174 Lo último que hice fue un trabajo de tres meses, octubre, noviembre y
diciembre de 1995. Se llamaba La serpiente del Metro. La hice ya con mucha
conciencia de la calle y como una sola persona que despliega una acción
y de repente puede captar la atención, articular un discurso coherente, muy
preciso, descubrir algo que es transparente, como el agua, pues la gente de
la ciudad no ve el agua.
La calle es para mí un escenario, el más querido, el más natural. Es muy
querido por cabrón; tal vez por eso me gusta, porque sí es un reto. No es
sencillo, aunque últimamente me estoy dando cuenta que hay un método
para apropiarte de la calle. Lo hice en varios lugares; en Guadalajara, lo hice
una vez hace años: ahí se me antojó exponer mis pinturas de gran tamaño
como estandartes y armé una especie de desfile, como procesión religiosa.
¡Imagínate qué tarado! Se llamaba La exposición procesión. Hacía mofa de
las procesiones con estandartes y por muchas razones tuve que contratar a
cuarenta cargadores de mercado que sabían llevar los estandartes muy
bien; atravesaron la ciudad. Yo iba primero, seguido por estos cuarenta es-
tandartes; era muy extraño. Era como pintura abstracta, pintura como de
múltiples simetrías. En aquella ocasión no me pasó nada, a pesar de burlar-
me un poco de los sistemas de procesión religiosa. Estas cosas no fueron
calculadas; te estoy hablando de los años setenta. En aquel tiempo no había
gente que hiciera performance. Fue hasta que se hizo uno de esos extraños
eventos, el Salón Anual de Experimentación, en 1979, que se reunieron va-
rias personas en torno a esas cosas “atrevidas” de Bellas Artes. Estaban —ahí
los conocí— el grupo SUMA, que era de los únicos que trabajaban en la calle,
aunque de otra manera. Eran de San Carlos y lo hacían de forma muy artís-
tica; no solamente continuaban en la calle el trabajo que realizaban en su
academia, también imprimían imágenes políticamente sonadas más o me-
nos delicadas y hacían diversos actos. Con ellos me conecté muy bien y des-
de entonces tengo una amistad con los dos únicos que mantienen la
firmeza de seguir trabajando, Ricardo Rocha y Mario Rangel Faz, en fin...
En el Salón yo hice un evento tremendo. Creo que yo, sin saber, seguía
a los estridentistas. ¡Tan estridente la cosa! Y era un amor, reconstruí la
muerte de un impresor, obviamente el tema viene salido de mi tierra, Polo-
nia. Durante la guerra, los impresores morían cuando alguien los agarraba
en el delito de hacer volantes. Se podían morir en Polonia en aquel tiempo
marcos kurtycz
—para darte un dato mexicano— cantando Cielito lindo, con una letra vio- 175
lentamente antihitleriana. Los alemanes no entendían las palabras en po-
laco, pero la tonada era algo violentamente antialemán.
En el Auditorio Nacional, en todo el vestíbulo, lucía El impresor muy
grande, tremendo, con máscaras, pinturas, una cosa pesada. Casi siempre lo
que hacía o hago alude al trabajo impreso. Entonces imprimía una cinta con
los pies y, después de cien metros de recorrer mi cinta en mi maquinota de
imprimir rollos, se realizaba el fusilamiento, como acto seguido, como con-
secuencia. Entonces me quitaba todo. Quedaba una imagen tremenda, la
boca tapada con un esparadrapo, rapado, como para hacer simulacro que no
era tan simulacro. Entonces había disparos, ¡pa, pa!, y luego el mono, o sea
yo, caía, y podía caer mal porque me protegía: no quería romperme la cabe-
za. Entonces me levantaba y me dirigía al tipo que estaba disparando en-
frente; éste me disparaba otra vez y sentía que algo me sucedía.
Nuevamente me disparaba y finalmente yo caía. Traía como tres o cuatro
litros de pintura roja encapsulada. Al caer, azotaba de manera terrible. Re-
cuerdo que no sentía el dolor, pero sé que azoté. Mucho después descubrí
que cuando haces con cierta intensidad un performance el cuerpo genera
unas raras drogas y entonces de repente cambia todo. En este caso era así;
había mucha gente. Yo veía por arriba; se oían disparos; todos me miraban
ahí tirado —las fotos lo muestran como algo espantoso— y chorreaba la
sangre. Además hice la sangre con gelatina y no sé qué; estaba tan bien
hecha que sí corría. Los de atrás llamaron a la ambulancia que llegó exacta-
mente diez minutos después. Yo ya me había cambiado, me había lavado y
puesto mi suéter, y me preguntaron: “¿dónde está?”...
Era una acción del Salón de Experimentación. Todo estaba entre la en-
trada y mi instalación, yo tenía ahí instalado un túnel que aludía a los di-
versos sentidos, con diferentes olores, texturas, todo, un túnel grandísimo,
como de unos treinta metros, con un viento que lo atravesaba. Recuerdo
que prohibía a la gente entrar con zapatos, no quería que lo cortaran, era
de plástico. Llegó Bremer, se quitó los zapatos y recorrió el túnel. Y luego
llegó Raquel Tibol. Yo le pregunté: “¿Y los zapatos?” Ella dijo “no”, y no en-
tró. Con Raquel Tibol hay unas historias.
Dos semanas después hice un evento totalmente improvisado, una mi-
niexposición en la punta del astabandera. ¿Te imaginas? ¡Violando cosas
marcos kurtycz
176 sagradas! Me subí. Esto fue enfrente del Auditorio; había público, algunos
me conocían. Cuando estaba a la mitad llegó Raquel Tibol y comenzó a gri-
tar: “¡bájate de ahí, te vas a matar!, ¡bájate, bájate!” “Te amo, Raquel”, le dije;
era como mi mamá, mi tía, y es una cosa curiosa porque se fue la buena
mujer. Había una patrulla enfrente en Reforma. Regresó con ella —esto me
lo dijo mi amigo Adolfo Patiño—, y dijo: “¡Señor oficial, haga que bajen a este
hombre!” Te estoy hablando de 1980,3 y el policía —eso me gusta mucho—
dijo: “Señora, ése es su trabajo”. Obviamente el policía no sabía lo que yo
estaba haciendo, lo que pasa es que veía que yo traía un cinturón de electri-
cista y tenía herramienta... Había unas luces a la mitad que me costó trabajo
atravesar; subí, puse mis pinturas que traía en la espalda, unos rollos largos
que se desenrollaron. Ahí estaba mi exposición, las amarré y las desenrollé,
cayeron todas, entonces bajé. Eran de papel delgado, solito se destruyó. Era
uno de esos domingos en que había algunos eventos. No quiero hablar mal
de Felipe Ehrenberg, pero él anunció una acción política y cuando fui a ver-
lo, pensé que era un performance, mas ya tenía impresas ahí sus cosas. No
iba a hacer ninguna acción porque las autoridades no habían anunciado
que no sé qué... Yo estaba furioso. Felipe... Ya luego lo conocí mejor y ya sé
quién es. Felipe nunca cambia; acaba de estar en un rollo tan inútil, tan
triste, de pintar a la justicia mexicana en el... Hace una semana que fue Fe-
lipe con un par de personas a pintar... que se había metido la policía y no los
dejaban pintar. Fueron protegidos por algún senador o diputado, amigo de
ellos. Conozco a todos. El Fisgón también estuvo ahí. Luego llegaron y pinta-
ron de negro lo que ellos habían hecho. Lo supe por Felipe y por Fisgón. Eso
se me hace insoportable: que hagan una cosa y que de repente no hicieran
nada por defenderse cuando alguien se los destruía... ¿Por qué no lo hacen
en algún lugar donde nadie lo pueda destruir? Uno tiene que defender la
obra. Hay ciertas obras que no se saben defender, no pueden defenderse;
hay unas obras que se defienden, pero hay que hacer algo. No se puede ha-
cer la obra y dejar que algún idiota la destruya. Solamente cuando se hace
con esa intención existe esa posibilidad.
4 “Sin pedir permiso ni dar tiempo al performancista descalzo de recoger sus materiales
una vez terminado el acto, los niños se los apropiaron regocijados para ponerse a ex-
perimentar ellos mismos con la magia elemental del aliento lúdico que le dio vida a
la propuesta; y a las niñas con vestido poco les importó que se les vieran los chones”.
Esther Cimet S., El aliento de la serpiente del Metro, “Festival de Performance X’ Teresa”,
en CURARE, Espacio crítico para las artes, boletín trimestral, núms. 7-8, septiembre-ene-
ro 1995-1996, p. 18.
marcos kurtycz
178 tos clave de esta extraña acción que desgraciadamente mucha gente
confunde con el teatro, donde tú puedes transformarte en cualquier cosa.
Performance —es de las peores palabras que conozco hechas para des-
cribir una actividad artística— es riesgo. En mi caso lo ha sido en muchas
ocasiones. De repente, por ejemplo, estando en Quebec quería hacer una
pieza mexicana, La serpiente-escalera, así que construí una escalera y la col-
gué del puente en el centro de Quebec. Estaba hecha de ocote que traje de
Valle de Bravo. Se comenzó a quemar y el fuego corrió por mi serpiente-es-
calera, y los quebequenses me dijeron: “Si haces esto, recuerda, que tienes
un minuto para salir del río”. La temperatura del agua era como de 15 grados
centígrados bajo cero. Era el riesgo el que le daba el sentido al acto, como si
lo confirmara. La serpiente era escalera y el fuego la recorría. El único que se
arriesgaba era yo, siempre estaba entre el fuego y el público. No pedí permi-
sos; sería traducir el acto al idioma burocrático, prefiero reducir, hacerlo tan
rápido que ninguna fuerza del orden me pueda parar.
En algunos casos, voy armado; en el Zócalo traía el hacha, es un arma.
Descubrí que la policía no sabe cómo agarrar a un hombre con un hacha, le
tiene que disparar, no lo agarran.
Utilizo un método mucho más efectivo que pedir permiso: calculo el
tiempo en que las fuerzas del orden se organizan y ése es mi tiempo; si es
necesario hago una cosa en dos minutos, lo he hecho. En Nueva York, en el
Parque Central, que es un lugar constantemente observado, donde hay cáma-
ras y helicópteros, sabía que tenía poco tiempo y fui con mis alumnos a ins-
talar algo de un taller de los Hockers.* Esto fue hace tres años y lo logramos.
Recuerdo que les dije: “Vamos al Parque Central, señores”, y fuimos a instalar
todas las estructuras que habíamos hecho. Estaba prohibido, así que fuimos
rápido, era una tarde de invierno. Las estructuras eran de basura de Manhat-
tan que yo recolecté durante dos semanas, no pesaban, cada uno llevaba su
escultura. Vino el helicóptero, llegó la patrulla, hablé con el policía y todo bien.
Ahí usé otro truco, traía yo un documento falso, dije que era un festival.
En Nueva York también hice un performance en el Museo del Barrio en
la Quinta Avenida. Era de varias personas de América Latina y Estados Uni-
dos, gente de California. Yo era el único de México y fui a trabajar contratado
por una empresa que hace performances en espacios extraños en Nueva
York, una empresa que se llama Creative Time.
marcos kurtycz
Lo que yo hago, para que puedas verlo con más claridad, es que salto 179
desde el pasado; de mi pasado lo que me interesa es la entrada a México.
Esto sigue vigente hasta los tiempos actuales cuando estoy trabajando ya
con plena conciencia. Al principio hacía muchas cosas de modo intuitivo. Yo
jamás pensé... o sea, no las pensaba dos veces, hacía performances en dife-
rentes partes, hice cosas en la costa, grandes cosas de grandes formas, figu-
ras, siempre instalando una especie de galería para la acción. La mayoría de
éstas tenían ese carácter que ahora no me gusta tanto, tenían carácter como
de pintura, era como pintar usándome a mí, o elementos que estaban en el
lugar. Ahora ya estoy pidiendo algo más, quiero articular un discurso más
complejo.
Lo decía cuando cité a Julien Blaine con su breve definición de “perfor-
mance es riesgo y libertad”; en este momento ya lo veo más complejo. El
riesgo tiene una función: de alguna manera hace ver un discurso más con-
tundente, o sea, si alguien habla de la sobrevivencia, o de la tortura o de la
libertad y lo hace arriesgando su vida, el discurso se vuelve más contunden-
te, más sólido. Es como una manera de hablar.
De repente, en los últimos tiempos, después de unos muy dramáticos
trabajos que hice en Japón hace exactamente diez meses, comencé a apren-
der, a tomar conciencia de ser más radical. Tal vez esto se dio así porque
pasaron tantos años, hice tantos performances pendejos totalmente. No sé,
no cuajaron muy bien, no llegaron a lo que yo esperaba. Para mí eso es un
fracaso, pero era un triunfo en ese momento, era un escalón más, obviamen-
te, pero no dejo de verlo como algo reprochable y criticable. Lo que ocurrió
es que he llegado a la conclusión de que el trabajo del performance —segui-
ré usando esa palabra, aunque preferiría que en cada trabajo la persona
adoptara otro nombre; en este momento yo ya tengo un nombre para los
trabajos de los últimos cuatro años, los que están basados en el concepto de
la serpiente: hago serpientes, a veces me burlo; digo medio en broma que
“estoy pariendo serpientes”; la palabra parir tiene cierta gracia y, viniendo
del hombre, puede significar lo difícil que es sacar algo desde adentro, im-
plica riesgo, implica un discurso muy estricto, muy preciso, muy profunda-
mente pensado— es un trabajo de traducir. Éste es un descubrimiento
personal, muy difícil de entender por otras personas: lo que está dentro no
tiene forma verbal, lingüística u otra. Entonces nosotros, los que hacemos
marcos kurtycz
180 este tipo de trabajo, somos realmente traductores. Cada acto sería, así, una
traducción de un idioma desconocido a otro idioma muchas veces descono-
cido, pero el último, el que se hace público, ya es legible. Y México es exce-
lente en este aspecto, porque una inmensa cantidad de personas, no
necesariamente muy letradas, leen cierto discurso cuando les hablas en el
idioma del ritual y lo entienden... Yo me emociono mucho. En algunos mo-
mentos, cuando hago un ritual, precisamente organizando, articulando un
discurso en forma de ritual, me fascina ver de repente el silencio; la gente
se clava, la palabra clavarse no es muy precisa; me refiero a que escuchan el
discurso. Por ejemplo, El agua que arde en Guadalajara fue un asalto en la
calle y la gente se reunió en menos de cinco minutos. Había como quinien-
tas personas que oían y veían. Luego, cuando terminé, me fui, regresé, me
buscaron y me hablaron... Fue muy extraño: a pesar de que era un poco per-
verso hablar del agua que arde, curiosamente un año después el agua real-
mente ardió y explotó en Guadalajara. Así que para mí fue un acto triste,
había una conciencia premonitoria.
El performance es el oficio de traductor, no traductor del español al
inglés, no traducción de algún otro idioma extraño, lo cual es relativamen-
te fácil; no. Esto supondría traducir algo que no está escrito en español y
traducir al otro idioma que tampoco es español ni inglés, pero ya es enten-
dible, ya la gente sabe; en fin… Creo que por ahí estoy más cerca de esta
extraña cosa que suelen llamar performance y que mucha gente toma
muy a la ligera. Conozco gente que lo hace y ellos mismos declaran, sin
preocuparse de estar mintiendo, de estar autodenunciándose, “¡qué padre
el performance!” Todavía sucede que cualquier cosa que hagas está bien,
es una opinión... Se supone que el performance está fuera de la crítica; no
hay críticos, todavía no.
Siempre protesto cuando le dicen happening. Ésta es una forma que no
tiene nada que ver con el performance, que es algo mucho más preciso, es
mucho más serio, diría, aunque no le quiero quitar créditos a quienes reali-
zan action painting, ni happenings. El happening buscaba desatar acciones
imprevistas, siempre. A la gente se le decía: “Vete a tal lugar, tráete la ropa
que no te importe destruir”. Decían esto porque los happenings de aquel
tiempo y aquel lugar —hablo de Alemania— eran muy interesantes: se ar-
maba el caos para producir una obra muchas veces confusa, y la gente que
marcos kurtycz
llegaba, siempre tenía una participación directa. Los espectadores eran ac- 181
tores de esta explosión de casualidad, del caos que se traducía en pinturas.
Muchas veces los happenings eran action paintings en el fondo de una al-
berca vacía, en estacionamientos... Ahora los entiendo con más respeto.
182 España, que todavía no era España. Los hombres, durante varias semanas,
cazaban, no se podían comunicar, no sabían ningún idioma coherente o
algún idioma como lo conocemos ahora, pero se comunicaban con una ex-
traordinaria precisión, posiblemente con gestos, con sonidos, porque caza-
ban y hacían un trabajo extremadamente peligroso y duro, con armas muy
primitivas. Estos hombres, después de ver esto, agarraban a los animales y
los llevaban a las cuevas donde estaban las mujeres esperándolos y obvia-
mente las mujeres estaban felices porque habían llegado los hombres para
hacer el amor, para comer, en fin. Los niños y los hombres les contaban la
historia de lo ocurrido. Pero, ¿cómo? Marcaban la pared. Curiosamente,
cuando ya lo comencé a pensar, se me hizo una extraordinaria y muy legí-
tima manera de contar, de pasar de un idioma al otro, que ni siquiera es
idioma, usando lo más primitivo, la mano y sangre.* “Lo agarré con la mano
y ya”, barros, tierras, pintar en la pared, y fue curioso, porque dos semanas
después agarré una de las revistas que leo para buscar cierta información
profesional y que llega un artículo de un descubrimiento reciente en Alta-
mira. Resulta que algún baboso que iba durante muchos años no se había
dado cuenta de que habían una placas de piedra cortada, eran lámparas que
no se necesitaban usar para otra cosa sino para performances* porque ilu-
minaban la pared con el fuego de las lámparas, que también podía servir
para la comida. En fin, había luz, ¿no? Esas lámparas eran de tres tipos, unas
eran desechables. Lo sabemos porque los ingeniosos investigadores las ana-
lizaron y descubrieron que algunas encendían una sola vez, con musgo y
grasa animal. Obviamente los métodos científicos ahora son tan precisos
que tú puedes decir exactamente cómo, por carbón, por todo eso. Y había
otras que se usaban varias veces y habían algunas más, que eran muy sofis-
ticadas, con decoración. Me refiero a los descubrimientos en Lascaux en
Francia y Altamira en España. ¿Lámparas?, ¿para qué?, ¿para leer el periódi-
co?, para contarlo. Realmente servían para traducirlo de alguna manera;
posiblemente ellos gritaban, reproducían voces, corrían y rápidamente di-
bujaban figuritas que les permitían decir cosas como “yo estaba aquí y aquí
estaba el compadre, no sé qué, íbamos, que corría el otro, que venían y…” O
tal vez contaban historias más trágicas: “En aquellos dibujos no está fulano
de tal, murió”. A mí se me antoja esto, obviamente que estoy en una violen-
ta contradicción con los eruditos, porque los eruditos...
marcos kurtycz
184 el aire dentro del túnel hermético lo usan varias personas repetidas veces,
pero no solamente es el túnel, sino que dentro hay un tren también cerrado,
entonces saltan: “yo, ¿cómo voy a respirar ese humor?”
Muchas veces es extraño ver la relación física de la gente, es maravillo-
so, extraordinario. Está apretado. Los cuerpos de los que violan en el metro
agreden y obviamente existen, pero esto es una pequeña parte de la vida.
La otra realidad es maravillosa, es una convivencia muy particular, una ser-
piente, un cuerpo haciendo el amor, no solamente rozando el cuerpo, sino
respirando el mismo aire. ¿Quién lo hace? Los amantes solamente. Y enton-
ces de repente entiendo por qué la gente salta...
Este gas —normalmente se dice aire, pero no lo es— es algo orgánico;
tiene una temperatura muy elevada y gracias a ella, mis monos, mi gran
condón que al final solté para que se fuera al cielo, no se salió por la presión.
Se llenó de aire caliente a treinta y tantos grados, en tanto que todo lo de-
más tiene 15 grados. Entonces era un globo con un gas que también tenía
partículas sólidas, células vivas y muertas. Con este gas que sale del Metro
llené mis monos, mis ridículas pinturas, que son bolsas de plástico. El uso de
la bolsa es significativo; se trata de un artefacto muy común y muy nuevo.
Está hecho con un material que los desgraciados comerciantes ahora llaman
polipapel, usando un truco lingüístico para que la gente se sienta ecológica.
Si yo fuera un científico loco, aunque no tan loco, podría identificar a
cada una de los cinco millones de personas que viajan, analizando este gas,
porque está firmado. Ahí llegamos a un término que se me apareció. Lo co-
mencé hace tres meses y medio o cuatro y se proyectó en la calle, en dife-
rentes partes, usando diferentes escapes del gas, gas privilegiado.
El espacio en el que se desarrolla este trabajo es de mi propiedad y se
llama Museo de Arte Directo (MAD);6 su abreviatura tiene una broma que me
gusta mucho, pues en inglés significa loco. A mí me dicen “loco”; sí, locura
cultivada, además mi condición de cuerdo es a veces tan molesta. Me gustaría
ser más alocado, me gustaría divertirme, no lo sé hacer.
Lo bueno es que todo eso reprimido lo sacas cuando haces este tipo de acciones. 185
Obviamente, claro... En fin, ése es el MAD. Tal vez hago mis trabajos yo solo
porque la mayoría implica riesgo y no quiero involucrar a otra persona a
menos que ella realmente lo desee. La otra persona tendría que ser alguien
muy cercano a mí y posiblemente tendría que ser mujer, lo cual complica el
asunto enormemente.
He hecho cosas con otra persona siempre adaptándome a las circunstan-
cias; en Tijuana me encontré con una mujer que admiro, Lydia Romero, que se
me apareció ahí. Le dije “Lydia, ésta es la oportunidad”. “¡Claro!”, me respondió.
Tuvimos un contacto instantáneo, hicimos un performance bestial, Hombre en
la línea. Esa noche ofrecimos un espectáculo alucinante, sobre testimonios, du-
rante más de una hora, casi sin contacto visual, con una sincronización grande
que se puede apreciar en el video, en fin, ocurre, se dan esas posibilidades.
Conozco la historia del performance, son contados los casos en que se
trabaja en parejas, muy contados. En la mayoría de las ocasiones cuando tra-
bajan bien, lo hacen un año o dos y truenan horriblemente, espantosamente.
Linda Montano hacía un performance que duró un año, con un chino, amarra-
da a una cuerda de dos metros de largo y en la montaña, extraordinario per-
sonaje y más extraordinario que ella tiene obra solitaria tremenda. Cortaron
después de un año. Además, cabrones, me hicieron sufrir porque yo sabía de
este proyecto y decía: “Que no se les vaya a ocurrir entrar en un elevador y que
el otro se quede afuera, se mueren”; es una historia.
También Marina Abramovic y Ulay trabajaron durante mucho tiem-
po, extraordinariamente. Ella sola hacía performances violentos, arries-
gando la vida en muchas partes… En su último performance, según me
enteré, estaban enamorados, así que comenzaron a caminar en la Muralla
China, uno de un lado y el otro del otro lado, como amantes medievales. La
NASA los fue fotografiando desde el satélite todo el tiempo. Un día dije: “Ah,
chingao”. Se acabó, definitivamente se acabó. A Ulay lo vi, ¿en Berlín? Está
trabajando solo; hacía cosas de diseño gráfico y ella está haciendo talleres
de sensibilización.
7 Ana Mendieta (1948-1985), artista cubana cuya obra se basó en instalaciones, acciones,
body art y land art. En su trabajo se hace evidente la influencia de la santería, los ri-
tuales mágico-religiosos y las manifestaciones populares, tanto de su natal Cuba
como de las culturas precolombinas (olmecas, aztecas, zapotecas y mixtecas). Su cuer-
po era su materia prima, pues la trazó como silueta con elementos naturales, rituales
y festivos: tierra, fuego, arena, hierbas, flores, varas, velas, fuegos artificiales, etcétera.
Entre lo más representativo de su trabajo está precisamente la serie Siluetas que rea-
lizó en diversos lugares de México y Estados Unidos. Hizo múltiples viajes a nuestro
país entre 1970 y 1980.
marcos kurtycz
9 Alfin (Alberto Mejía Barón, México, D.F., 1948-2009), titiritero. Artista mexicano con
reconocida trayectoria en espectáculos básicamente con títeres, marionetas, guiñol,
sombras, y en general toda clase de técnicas incluso títeres o marionetas corporales.
Sus piezas se integran con coreografía, danza, plástica, música, poesía, vestuario. Con
frecuencia integraba sandías en sus acciones. Destaca su “actuación-acción-ritual”
donde interpretaba a Frida Kahlo con máscaras, vestuarios, y movimientos corporales
de alta expresividad.
marcos kurtycz
Alfin cree que es dueño de las sandías, pero yo no digo nada. La sandía es 189
algo que inventó Estados Unidos desde hace años.* Alfin es titiritero, es crimi-
nólogo, dentista, pero lo que más le gusta, lo que le fascina —yo defendería
que es una pasión comparable con la pasión de muchos performers— es ser
titiritero. Vive con sus amigos, los títeres, los fabrica con una gran velocidad.
Esto es lo real de Alfin. Es maravilloso, es lo que más intensamente hace. Ha-
blando de esto, el punto se aclara muy bien: él tiene esa dualidad, su perfor-
mance siempre está al servicio de algo porque siempre es Frida Kahlo o Diego
Esta pieza Al fin cariño mío, que él considera performance, la presentó en diversos
foros o en espacios urbanos, inclusive en una ocasión “Frida” viajó en el Metro capita-
lino. Con motivo de su deceso, el miércoles 8 de abril de 2009, La Jornada publicó la
siguiente nota de Carlos Paul:
Considerado uno de los tres mejores hacedores de títeres del mundo, el mexicano
Alberto Mejía Barón –conocido como Alfin– falleció el sábado 4 de abril a causa de
una neumonía, a cuatro días de cumplir 61 años de edad. Según su última volun-
tad, su cuerpo fue incinerado. Este miércoles 8 de abril, fecha de su cumpleaños,
colegas, discípulos, amigos y familiares, han organizado un homenaje en el Centro
Cultural San Ángel (Revolución, esquina Madero, San Ángel), a las 14 horas. El tra-
bajo del artista plástico, restaurador, vestuarista, coleccionista de marionetas, es-
cenógrafo y coreógrafo también abarcó ópera, cine y televisión. Su empeño por
conservar y continuar la tradición de las marionetas en México, aunado a la difu-
sión de la historia, leyendas y tradiciones del país lo hicieron merecedor de varios
reconocimientos en México y en festivales internacionales de títeres.
Por más de veinte años, de modo ininterrumpido, se presentó en el Museo Casa
Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo como amigo vivo, con exposiciones y espectáculos.
Su trabajo de “performance-conductor” entre el público y la obra, en el Museo de
Arte Moderno, a principios de los años noventa del siglo pasado, tuvo que ver con
44 exposiciones en dos años. De igual manera, se presentó en recintos como el
Antiguo Colegio de San Ildefonso y la Casa de Cultura de Tlalpan.
Invitación de Balanchine: En 1999, en la Bienal Internacional de Marionetas de
Évora, Portugal, el maestro Mejía Barón fue distinguido como uno de los tres me-
jores talladores de títeres de madera en el mundo. George Balanchine, uno de los
coreógrafos más importantes del siglo XX, reconoció en Alfin a un gran hacedor de
muñecos, al grado que en 1983 le pidió viajar a Nueva York para proponerle la
creación de un ballet con marionetas. Entre las diversas actividades que realizó en
el terreno de las artes escénicas, trabajó en el Palacio de Bellas Artes entre 1981 y
1983 en el departamento de vestuario teatral para montajes como Aída, Turandot,
El barbero de Sevilla y Norma, entre otras, y con directores como Antonio López
Mancera, René Durón y José Solé. Como escenógrafo y coreógrafo, en 1993 partici-
pó en las óperas Cavalleria Rusticana e I Pagliacci, en ese mismo escenario, bajo la
dirección de Juan José Gurrola.
marcos kurtycz
190 Rivera o Zapata o Sor Juana, alguien que sea reconocido. Sus performances son
de títeres, títeres de gran tamaño, a veces el títere lleva otro títere, lo conozco.
De repente es difícil comunicarse con él. Pero lo aprecio mucho; siento
que es un amigo, además tiene una relación respetuosa conmigo. Lo aprecio.
Entre el amplio repertorio de obras para títeres de Mejía Barón, destaca La maya,
espectáculo para 150 marionetas en el que recrea parte de la historia del encuentro
entre indígenas y españoles. Como actor participó en sesenta películas, entre las que
figuran Cabeza de vaca, de Nicolás Echeverría, y Mezcal, de Ignacio Ortiz. Aparece
también en casi treinta documentales, muchos sobre su vida artística.
Poseedor de una colección de casi seiscientas marionetas de diferentes épocas,
técnicas y materiales, Alberto Mejía Barón dejó inconclusa una serie de siete per-
sonajes para la celebración del bicentenario de la Independencia, una serie de
muñecos azules inspirados en El Mahabarata, así como la reelaboración de su co-
lección Mozart. Además, esperaba volver a montar la producción La maya.
marcos kurtycz
Nueve días después de esta entrevista, Marcos Kurtycz vino a despedirse para 191
siempre. Fue en la mañana del 29 de febrero cuando lo vi parado frente a mí en
silencio y después de un rato me dijo: “¡vengo a decirte que haré un performance
diabólico al que no te puedo invitar!” Y me mostró los papeles del hospital; se in-
ternaba ya. Lamentaba interrumpir nuestra investigación sobre el performance
y traía algo para mí: me pidió una mesa, agua y unos minutos para armar esa
instalación, acaso la última que hizo. Sacó veinte platos y veinte doradillas (flor
del desierto); yo asombrada le traía el agua, colocó cada una en un plato y les fue
poniendo agua al tiempo que me explicaba que estas flores tienen memoria, per-
manecen secas años y esperan el agua. Cuando ésta viene la beben y comienzan
a abrirse poco a poco en espiral, después reverdecen, reviven. “¡Yo las voy a poner
aquí y me voy!”, me dijo. Y así fue. Cuando terminó dedicándome esta instalación,
que acompañó con una serpiente pegada en el muro, se despidió para siempre.
Me dijo: “El lugar a donde voy es precioso, está lleno de jardines, flores, en fin, es
muy bonito, voy a estar muy bien”. Yo estaba conmovida ante la poesía que aca-
baba de regalarme y aterrada porque sentía un peligro indescriptible, algo que
no puedo explicar. Mis compañeros de trabajo vinieron a ver todo esto; era senci-
llo pero inusitado y contenía fuerza, hipnotizaba, las flores se empezaban a abrir.
Las mantuve con agua hasta el día siguiente; ya verdes las volví a secar. Ahora
están guardadas, dormidas y secas con su poesía dentro, esperando que algún día
llegue otra vez el agua.
Manuel Marín
¿QUÉ TE DEJÓ COMO ARTISTA el trabajo colectivo? ¿Se puede considerar a Los
Grupos como antecedente de las artes alternativas actuales?
Ningún movimiento cultural, artístico, político acepta como tal ser antece-
dente de nada. No hay esa antecedencia, ya que eso le daría una connota-
ción al movimiento de Los Grupos como algo previo y sin estructuración,
algo que dio como resultado otra cosa, pero donde la culminación se da des-
pués. Y yo creo que esto no aplica aquí.
Me preguntas una cosa que a mí me asusta mucho: ¿Qué pasa con per- 195
sonas como tú, que son ya artistas que venden, que están alejados de eso y
que ya están en el museo? Yo diría que el 80 por ciento de los individuos que
estuvimos en eso desde entonces —con mayor o menor compromiso de las
dos partes— teníamos una producción plástica antes de, paralelamente a
y después de. Sí, subrayaría esto: todos nosotros. Pongo tres ejemplos: Ga-
briel Macotela, Felipe Ehrenberg y Maris Bustamante. Ella es de las pocas
que han preservado su pureza en esto. En ese momento todos éramos
pintores o escultores o poetas o fotógrafos o escritores. Sería falso decir que
nosotros éramos eso y que después devenimos en otra cosa. En esos mo-
mentos, cuando estábamos exponiendo en lo grupal, todos nosotros, Maga-
li, Sebastián, yo, estábamos exponiendo pintura y dibujo. De tal manera que
la propuesta no era sustituta, sino que era alternativa, entonces yo sí defien-
do el problema de las alternatividades. Creo que una alternativa para mí es
una sola cosa, pero podríamos tipificarlas en forma diferente.
Para con Los Grupos se hablaba de un antecedente en el muralismo
mexicano. Ahí sí lo consideraría antecedente, ya que, sí, son dos cosas dife-
rentes, por dos razones, una sustancial y otra circunstancial. La sustancial
es que en ambos movimientos había una necesidad de establecer contacto
con los grandes públicos, pero principalmente con los públicos no especia-
lizados, con una connotación evidentemente política, tanto en el mensaje
como en la actitud. Y la circunstancia alude a que muchos de nosotros, de
diferente manera, trabajamos el muralismo como elemento técnico —no
tanto como técnica de muralismo— de acercarse a las comunidades. Hay
algunos grupos que eran estrictamente muralistas colectivos y nosotros hi-
cimos por ejemplo varios murales con propuestas técnicamente diferentes,
como fueron fotocopias, entonces sí lo hay.
¿Qué me dejó como artista? Todo, en la medida que fue, es parte de mi
concepción específica del hacer, del porqué, al grado de que todavía tengo
nostalgias y necesidades de eso. Yo diría que sigo trabajando en esos cam-
pos con un perfil menos nítido y con una frecuencia menor, pero yo sigo
trabajando en esto, quiero reivindicar mucho esto.
Ahora que viajé a Dinamarca tuve una intuición en ese sentido. Yo sigo
trabajando en esto.
manuel marín
196 Hay que tomar en cuenta que casi todos, por lo menos el 80 por ciento,
estoy seguro, éramos no grupales dentro de Los Grupos. Actuábamos como
individuos, pero que, como grupos hicimos un trabajo aparte, independien-
te y como grupales —eso es lo que yo quisiera anotar—, hubo diferentes
manifestaciones, yo diría indagaciones de lo grupal. Hubo personas que
trabajaron en grupo de forma colectiva. Por ejemplo, el grupo SUMA en su
estructura inicial, que fue una de las motivadoras más fuertes, era un grupo
de individuos haciendo individualidades, nada más que juntos. Ésa es la
principal crítica que yo les haría y también a que en su parte inicial había
una contradicción curiosa.
Mientras que hubo grupos que se fueron por obra, otros se fueron por
estructura, otros se fueron por momento, otros se fueron por acción, etcéte-
ra. Eso sería tal vez lo más interesante, aunque ya dije algo respecto al con-
cepto: que es muy difícil y que todavía no se ha hecho, no se ha propuesto
tesis respecto a lo alternativo y a lo no objetual. Hay personas que niegan el
concepto alternativo, personas que niegan lo no objetual. Sería muy conve-
niente que ahí se tomara una posición y se estableciera algo. ¿Los Grupos
pertenecen a la no objetualidad? Yo diría que sí, pero no como interés, no
como fin, no como algo teleológico, sino como circunstancia.
Entonces, ¿Los Grupos son no objetuales? Yo diría que sí, pero entonces
te metes en problemas con lo que es la primera parte de SUMA. Eran produc-
tores de objetos. Insisto que se les podría criticar por eso, pero fueron los
más motivadores. El No Grupo, creo yo, estuvo en el momento álgido y tuvo
una trascendencia muy importante, tenía algo que casi no teníamos los de-
más, sentido del humor. Éste era muy, muy ácido, muy rico, muy interesante,
y eso es muy importante.
Dentro del No Grupo había objetualistas y no objetualistas, por ejemplo,
Melquiades era productor de los objetos que utilizaba. “Los objetos —me
diría él— no eran lo que tenía el valor”, pues sí, pero producía objetos. Noso-
tros no producíamos objetos. Y el grupo SUMA nada más producía objetos si
es que entendemos por objetualización todo aquello que es el vehículo del
significado como es la pintura. Podríamos pensar así una pintura en la pared
de la calle, pero en este caso no era una pintura. El rollo es complejo como
para decir: “no, no son alternativos, no son objetuales”. Es más, algunos gru-
pos no eran grupales, pero uno tiene que fincarse o pararse en conceptos,
manuel marín
aunque no sean completos. Y yo diría que fue un movimiento alternativo que 197
tuvo un componente político y sustancial y que se pueden manejar como no
objetuales donde casi todos ellos buscaban el arte de la acción para tener su
contacto con la sociedad, la colectividad a la cual ésta estaba dirigida.
Ahora sí empiezo y este comienzo es subjetivo, en cuanto que te voy a
hablar de sensaciones mías, pero de alguna manera objetivo porque creo
que se podría rastrear que esto era cierto.
Curiosamente año con año vas aprendiendo cómo se iba acabando el
arte. Cuando entramos a la carrera todos pensábamos en que existía Miguel
Ángel. El primer año ya se te acaba Miguel Ángel, no porque se acabe, sino
porque se acaba para ti, tú ya no puedes ser Miguel Ángel. El siguiente año
es Rubens y cuando sales de la escuela te das cuenta de que el arte ya se
murió; está muerto. La sociedad completa, el mundo, la historia había aca-
bado con muchas cosas, porque se había intentado darle objetividad a las
cosas y una de las primeras cosas que se vio con una enorme subjetividad
fueron todos estos planteamientos artísticos.
Cuando salimos de la escuela, cuando nos lanzamos al frío de la profe-
sión, en la primera mitad de los setenta, el arte se había muerto, y eso para
quien lo enuncia es maravilloso, pero para quien lo padece es espantoso.
Si me preguntas cuándo se murió el arte, la respuesta sería un plantea-
miento de orden histórico, pero hay quien dice que se muere desde Hegel y
entonces estaríamos hablando de mediados del siglo XIX.* La mitad de ese
siglo trabajará en ese sentido, pero gozaba de muy buena salud. El romanti-
cismo tiene ambigüedades muy interesantes; ellos son los que matan al
arte pero dentro del arte. Esa paradoja para mí es vital y tal vez por eso se
pueden dar las vanguardias, porque dentro del arte matan al arte y eso es
simplemente darle una visión diferente.
Las vanguardias se empiezan a agotar, y empiezan a desarrollarse otros
entendimientos de la función del arte, del porqué del arte, de la estructura
de arte y del qué del arte, que vienen de la filosofía, la ciencia, la lingüística,
que es una parte de una ciencia... empezaron a ver que por más que busca-
ban en el cajón encontraban que abajo no había nada, nada.
¿Qué pasa entonces en los cincuenta? Llegan a la parte de abajo del
cajón de todas las disciplinas y se encuentran con que no hay “nada”, entre
comillas, insisto, porque soy un enamorado del arte, pero el hecho es que no
manuel marín
198 hay nada. Y para esto cubre una función muy, muy importante la parte
ideológica; por ejemplo, como elemento circunstancial, en este momento
la matanza de Acteal, en Chiapas... ¿Qué puede hacer una pintura frente a
eso? Por más que Guernica sea maravillosa y en el mejor de los casos re-
cuerda la masacre de Guernica, en su momento tal vez era muy fea, es
válido, pero no hace nada.
Eso, ideológicamente, abona a uno de los planteamientos más sustan-
ciales de todo socialismo: primero hay que comer y después vamos a pintar.
Yo sería el primero de la fila, aunque me duela. Entonces, ideológicamente
hablando, se encuentran con que eso no es cierto, que ahí hay una serie de
falacias, que es hasta indebido que mientras unos individuos anden en la
exhortación del verbo, a otros los maten por la espalda en un acto religioso.
Esto no implica que no se hagan Guernicas, que no se hagan obras votivas
al respecto, también se vale.
El arte se había muerto y había un agujero. Empiezo por hablar del
agujero in situ. Había un componente entre una depresión por una parte
y por otra parte una motivación externa. Muchos de mis compañeros, un
50 por ciento —lo cual es bestial—, se empezaron a derivar a otras mani-
festaciones artísticas o a otros ámbitos de integración social. Muchos de los
que empezaron se fueron, por ejemplo al cine, que tenía en ese momento
todavía acta de nacimiento y no tenía aún acta de defunción; no obstante
que se daban ya estertores. Otros se fueron a la fotografía de carácter gráfi-
co-periodístico. Algunos se fueron al teatro, donde el teatro era una arena
política... una desbandada.
Eso sería una cosa interesante. Pero entonces, las artes alternativas concre- 199
tas tienen un componente importante, todos los estudios y los hallazgos de
la ciencia de la comunicación constituyen la parte ideológica. También es
importante el arte conceptual, que se ha dejado muy de lado porque se ago-
tó muy rápidamente y porque de alguna manera fue asumido únicamente
por los productores, casi. Si sumamos todo este vector con unas ocho o nue-
ve cosas sería la base que conocíamos casi todos para la producción de estas
amalgamas. Ésa es la parte que más me interesa. Yo le llamo vector genera-
tivo,* y considera a todo el mundo que se encontró dentro de la ciencia de la
comunicación de los cuarenta a los cincuenta, no obstante que median to-
davía los sesenta; fue un periodo maravilloso, tanto la parte evidentemente
científica como la tecnológica.
En los sesenta estábamos plagadísimos de todas estas innovaciones,
mentira que no tuviéramos informaciones, encima, estaban los MacLuhans
que ya habían dicho muchas cosas en los cincuenta y los Chomskys que te
estaban dando la vuelta a todo lo que decías, estaban los Barthes; te estoy
hablando de los sesenta, eso no nos tocó a nosotros, pero era el coletazo, la
desbandada, la ola. Ya no podías decir algo sin tener por lo menos tres líneas
de lectura. Todo eso ya estaba dado, entonces las soluciones tenían que ser de
otra manera, ése es el vector generativo.
¿Qué es lo que pasa? Creo que tienen que ver las dos grandes escuelas
de arte de México, específicamente San Carlos. Cuando digo esto es porque
La Esmeralda trabaja como epígono, como consecuencia, más que otra cosa;
muchos estábamos en los dos lados; maestros, había en los dos lados. Enton-
ces, empiezan a dar talleres de una libertad conceptual impresionante a los
cuales yo no asistí, los conocí más bien ya históricamente. El grupo SUMA se
forma propiamente en el taller, se genera ahí, aunque su vida sea fuera de la
escuela. El desarrollo del mimeógrafo como medio de expresión artística se
da también en San Carlos debido a un programa que establece Ehrenberg. Él
conoce a todos los individuos que en ese momento formaron Fluxus, todos
estos grupos que son los padres de toda esta actividad de no objetualidad.
La coyuntura se da, es importantísimo, porque en San Carlos hay un
vacío que es la consecuencia de las transformaciones producidas por el 68
en la escuela. El 68 va a reorganizar, a reestructurar, la escuela. Decirlo así es
una metáfora; las personas de la escuela empiezan a trastocar todo esto y
manuel marín
200 no es sino hasta 1972, 1973 y 1974, que empieza a volverse tangible. En estos
tres años se cambiaron programas de estudio, se cambiaron cosas porque
hubo huelgas, hubo pintas... Por ahí empezaron a armarse algunos talleres,
algunos grupos como consecuencia. Hubo un gap de cinco años en los cua-
les hacían cosas pero por ejemplo en el mismo 1968 ya había, entrecomilla-
damente, grupos que estaban haciendo pintas, pero no eran Los Grupos
todavía.
Esto sí sería un antecedente. El trabajo que se hace en 1968 o las perso-
nas que trabajan en este momento son un antecedente de esto. En 1968
muchos de nosotros íbamos en preparatoria o en secundaria; difícilmente
Los Grupos —que se hacen con gente como yo— teníamos alguna aporta-
ción, por lo tanto eso era fundamental, como la tierra fértil.
A partir de esa estructura, empieza a renacer la escuela con esto de Los Gru-
pos, empezaron a hacerse talleres, había una apertura...
No sé. Tomo la responsabilidad de decirte sí, aunque estaría en desacuerdo
un poquito. Cuando se plantean conceptos como renacimiento hay que ser
muy cautos.
1 Complot. Revista para armar. No requiere baterías para su funcionamiento fue una
publicación que circuló en México de 1988 a 1993. Era editada por Antonio Garci, Car-
los Martínez y Víctor Solís. Fue reconocida como obra de arte en el Tercer Salón Nacio-
nal de Espacios Alternativos, del INBA, en 1989. “Usted ya probó anunciarse en una
revista. Ahora pruebe hacerlo en una obra de arte”. Complot núm. 35. México, octubre
de 1992.
manuel marín
Nosotros hicimos unas de ésas. Yo conformé dos de ellas, una que se llama- 203
ba Algo Pasa y otra Bolsa de Trabajo, pero que eran con ese mismo sentido.
Con eso te muestro que fueron la escuela, las instancias oficiales; insis-
to, no sé si Felipe Ehrenberg lo acepte o por lo menos lo vea con estos térmi-
nos, pero uno quiere idealizar aquel momento diciendo: “Es que nosotros
éramos heroicos”, No, también estaba la UNAM que hacía no sé qué cosas, lo
mismo que Helen Escobedo, el MAM que era el más elitista de todos, el PSUM,
que hacía ferias y ahí estábamos Los Grupos.
204 Lo que siguió ya fue garantizar que siguiéramos existiendo. En ese mo-
mento, por ejemplo, ni pensar en becas ni en apoyos. Eso ya fue un fenóme-
no de los noventa, curioso. Lo digo porque eso nos permitió hacer trabajos
tales como performances completamente abiertos, antes tenían que ser au-
tofinanciados y eso no fue negativo, ni tampoco lo es que ahora apoyen a los
muchachos, pero le da su característica formal.
Cuando te decía que el arte conceptual influye en esto, no sé si los críti-
cos ortodoxos consideren como arte conceptual al arte povera, pero tiene un
paralelismo. Nuestras manifestaciones eran todas poveras, cosas recicladas,
que ni siquiera las aceptábamos como tales, pero en fin. Tenían componen-
tes muy fuertes aunque ni siquiera lo supiéramos, o aunque lo supiéramos
poquitos con toda esta teoría de la comunicación, teoría de la información,
teoría del aprendizaje, todo este tipo de cosas. Esto implicaba trabajar con
cero presupuesto.
Con todo eso se conforman Los Grupos. Y en cuanto al asunto formal,
cada grupo inventa su estructura, hay una parte ideológica muy concreta y
una parte política, por estar con determinado grupo, con determinado par-
tido, con determinadas cosas. La cuestión ideológica obliga a preguntarse
¿qué querían?, ¿cuál era el objetivo de su trabajo?
Yo llegué a participar en uno de los elípticos que era, más que otra cosa,
una búsqueda evidentemente formal pero de participación social. Hubo has-
ta un grupo que se llamó Solidarte, que tenía básicamente un componente
ideológico y político, es decir, actuante más que otra cosa. Y tenemos en
nuestro haber algunas petulancias que lo más probable es que sean ciertas,
por ejemplo, excarcelaciones de artistas salvadoreños, uruguayos. En una
ocasión hicimos, con un sistema de arte correo, una invitación dirigida hacia
la excarcelación de un cuate que vive ahora en México. Lo más probable es
que nosotros no hayamos sido, pero contribuimos. De todo el mundo, de El
Salvador, o no sé, empezaron a llegar a la Secretaría de Gobernación 382 car-
tas que preguntaban: “¿qué pasa con Jesús?”... y mostraban una mano ensan-
grentada o un ojo cortado o la fotografía de un señor cagando. Así, el mundo
entero sabía que este güey estaba metido en esta cárcel.
Lo más probable es que haya sido otra cosa lo que ayudó, pero esto con-
tribuyó. Sí había gustos, motivaciones, responsabilidades, algunos contac-
tos con Amnistía Internacional, con quienes trabajamos algunas cosas; en
manuel marín
fin. La parte formal es la que más se ve y creo que es importante porque es 205
la parte artística.
¿Qué diferencia hay entre SUMA, Peyote y la Compañía, el No Grupo y
Março? Los del No Grupo quieren negar que hayan tenido ideología y parti-
cipación política. Pues ése es un componente político; de todos nosotros
eran los que se oponían a esto y lo manejaban humorísticamente, entonces
le daban en la torre a muchas de las tonterías que hacíamos, pero también
ponían de manifiesto que eso existía.
Lo digo porque aunque fuera cero, el No Grupo tenía la posibilidad de
trabajar con ceros, el cero política es una política. Esa parte formal creo que
es muy importante y es “la que cae más objetivamente en la historia del
arte”, entre comillas, si es que debe caer en algún lado, ya que ésta puede
aglutinar todas estas cosas. Pero, ¿cuáles fueron el vehículo y la objetivación
de esta forma de planteamiento?
Una de las líneas de nosotros, el grupo Março, por ejemplo, fue manejar
comunicaciones evidentemente abstractas pero legibles, aquéllas donde la
interpretación no tenga que ser factor de distancia entre el público. Yo digo:
“pan”, yo digo: “cuchillo”, y eso es objetivo. Claro que necesitaríamos públi-
cos alfabetizados; en la urbe es mayor la alfabetización, por lo tanto es más
fácil encontrar “no tengo pan” en el piso, escrito, que un montón de basura
con un pico por acá. Ésa era nuestra crítica hacia los otros y los otros nos cri-
ticaban a nosotros diciendo que éramos demasiado elitistas porque todos
eran subsistemas lingüísticos integrados a no sé qué... pues sí, manejábamos
palabras, manejábamos objetos legibles en general y los retrabajábamos con
grabaciones, con panfletitos, tratábamos de hacer sistemas de comunicación
y participación, etcétera, mientras que Peyote y la Compañía eran mucho
más iconoclastas, mucho más objetuales en su no-objetualidad; eran más
incisivos. Proceso Pentágono tenía un planteamiento estrictamente políti-
co, eran ambientalistas, o sea, establecían ambientes, atmósferas… tú entra-
bas y te sentías perdido en aquellas atmósferas de tortura y todo este tipo
de cosas. Eso es lo que a mí me encantaría poder sistematizar y trabajar
junto con el porqué del vector generativo.
Con todos estos grupos, convivíamos en estos espacios de participación
colectiva, nos alimentábamos, pero de alguna manera todas nuestras pro-
ducciones eran independientes, de ahí que, muchas veces, uno pudiera pen-
manuel marín
206 sar que hasta nos queríamos. Yo creo que sí nos queríamos, y a veces nos
buscábamos, nos alimentábamos, sí nos necesitábamos y hubo muchos
grupos que se desarticulaban y con esas desarticulaciones se formaban
otros, y esa otra conformación buscaba otro sentido.
Se me antoja hablar ya de tres últimas cosas; una de ellas es cómo y por
qué se acaba todo esto. No lo tengo muy claro. Los Grupos surgieron en los
setenta. Me gusta mucho decir que los setenta empezaron en 1968 y se aca-
baron en 1983, que fue un periodo, tuvo una condición y también tuvo una
evolución.
Los Grupos se fueron acabando por varias razones: la primera es un
desgaste personal, uno se va desgastando como persona. Otra es un desgas-
te económico. Otra, una saturación oficial. Nuevamente hago alusión a esa
parte que nadie de nosotros quisiera aceptar como cierta que son las instan-
cias oficiales. El PSUM se acabó y en su nueva conformación ya tenía otros
sistemas; ahora es el PRD. El MAM se saturó y lo mismo sucedió con todas las
otras instancias, las extranjeras también. En los Estados Unidos se empezó
a apoyar mucho a los artistas que trabajaban este tipo de cosas, pero
básicamente de origen norteamericano, ya con producciones impresionan-
tes, puestas en escena muy costosas, que eran espectaculares. Uno ya no
tenía acceso a aquellas cosas, ya no te invitaban a nada, etcétera. Era la
saturación misma del hacer, o sea, había llegado un momento en que uno
se empezaba a repetir y también influyeron los problemas económicos, es
decir, estabas dispuesto a no gastar en estas cosas pero gastabas y la pun-
tilla fue la aparición del nuevo mercado y la pérdida de la ideología: dos
cosas de las cuales no pudo sobrevivir ni la Unión Soviética.
¿Qué son esas dos cosas? La aparición de mercado empezó con la con-
cepción de la globalización. Se empezó a ver que había un mecanismo im-
presionante de una manipulación no tanto del valor, sino del dinero. Ésta
implicaba montarse en un mercado donde la sofisticación es la única justi-
ficación para el precio. Así, de la noche a la mañana algo que no valía, co-
menzó a valer; o algo que valía, dejó de hacerlo. Una cosa que no tenía
ninguna función más que la de otorgar prestigio, plusvalía... habría de arri-
bar a un nombre, a una firma para tener valor. Además algo podía diseñar-
se en Nueva York y repercutir en Hong Kong. Se comenzó a pensar en eso
que había sido un tabú* desde siempre. Siguiendo estas reglas, se diseñaba
manuel marín
208 sociales, con ese tipo de cosas, donde no se presentaba la obra, donde no se
presentaba el objeto, donde no se presentaba la teoría de estas cosas sino la
“pata” de un indígena* o se presentaban los motivos ornamentales de una
colonia, enanitos*, etcétera.
Eso mostraba la ideología de los setenta, los usos, los manejos intelec-
tuales, económicos y políticos para arribar a unos ochenta en los que se
hubiera podido escuchar: “La revista tiene que ser cara para que se venda y
además para que prestigie la posibilidad de una inversión de millones”. No
sé si a muchos haya enloquecido, pero digo en primera persona, a mí me
afectó mucho y yo creo a muchos también y hay otros que hasta quisieron
renegar de haber sido pobres, por lo menos de espíritu. En un momento
dado querían arribar a esos grandes mercados, pero también eso se paga
con algo, ¿no? Ojalá le entre a los grandes mercados que, por cierto, ya no
son tantos, por excesos en el mundo entero.
Entonces, por todo eso, por los macrosistemas y los microsistemas, ya
no podías ver a algunas personas, ya no tenías dinero, ya estabas cansado,
también querías un reconocimiento… Este trabajo tiene un valor, ¿no?
Nunca hubo una revaloración de las cosas dadas. Los críticos, a mi jui-
cio, funcionaron para la estimulación y la fertilización cruzada en el princi-
pio, después no hubo una capacidad de valoración, de revitalización de su
trabajo y lo mismo sucedió con Los Grupos. Entonces la irrupción de los
ochenta acabaría con la aparición de las islas en los noventa. Pensamos que
los antecedentes son aquéllos cuando lo único que pasó es que se despren-
dió de ellos la isla.
Yo creo, y no lo quiero subrayar porque me metería en problemas no de
definición sino de asumir cosas, que tuvo mucho que ver que las personas que
estaban en ese momento en el MAM, Gamboa, tenían una imagen, una estruc-
tura de poder y una organización y una eficiencia, que tenía toda una movi-
lidad, toda una presencia, y que dio la infraestructura de apoyo a dos personas
que atrajeron y que estimularon este tipo de corrientes por ser internaciona-
lizantes. Hubo mucha presencia de Los Grupos en el museo y en la revista. Se
debería de hacer una investigación sobre la revista misma, sobre la participa-
ción de Los Grupos en ella y sobre la influencia del exterior en ellos a través
de esta publicación. La revista jugó un papel muy importante al grado de que
así como galvanizaron, se conformaron al calor de coyunturas espacios dis-
manuel marín
ponibles fuera de México para Los Grupos. La Bienal de Jóvenes de París que 209
se acabó con nosotros fue uno de ellos. Bueno, yo no participé, pero supe de
eso. Aparte de eso aquí la revista jugó un papel fundamental. En algunas
ocasiones, yo creo que por lo menos fueron tres los números donde Los Gru-
pos fueron protagonistas. Uno estuvo dedicado a ellos, pero hubo más donde
había participación grupal, donde había referencia al hecho. Era como el re-
ceptáculo de muchas o de algunas de las actividades que se hicieron con Los
Grupos, y hubo presentaciones de casi todos en el MAM.
El No Grupo tuvo una participación muy alta, muy concreta, mientras
que hubo otros que participaron en bola, pero que no tuvieron tanta pre-
sencia. Eso creo que debería ser una cosa a estudiarse. Por ahí llegó y salió
mucha información. El número dedicado a Los Grupos,2 por ejemplo, fue
hecho ex profeso por parte de éstos. No diría que eso nunca se hace, pero por
lo general cuando una revista se dedica, por ejemplo, al performance no se
les pide a las personas que hagan performance para ella. En cambio en este
caso creo que sí se hizo. Nosotros hicimos un evento para que toda la docu-
mentación de este evento se presentara en esta revista, o sea, fue un vehículo.
El MAM tuvo una injerencia importante. Los Grupos no fueron mayor o me-
normente monolíticos; es decir, no tenían una sola ruta de acción, había
unos que tenían acciones, objetos, hacían exposiciones. Otros tenían parti-
cipación política muy concreta y hacían mesas redondas y cosas así. Otros
participaban en líneas de arte correo y algunos hacían performances colec-
tivos. Otros trabajaban en lugares alternativos como cafés, restaurantes,
etcétera. Entonces su existencia tampoco fue unimodal.
Uno de los componentes que tuvieron algunos grupos (tres o cuatro)
sería el arte correo. Maris niega haber sido artecorreísta, Cuevas dice ser el
primero en México, aunque nunca lo ha hecho, pero si yo hiciera una histo-
ria del arte correo en México sí lo pondría. Este componente de Los Grupos
sería un sector, un capítulo que me gustaría que anotaras, sería toda una
historia, pero te lo digo muy esquemáticamente. Es Mathias Goeritz quien
trajo a México esta inquietud y lo hizo en el momento que se estaba dando,
que es a finales de los cincuenta. Mathias Goeritz no era modesto, pero la
trajo modestamente porque no lo hizo como una de sus cartas principales.
210 Y aquí, digamos, goteaba, y al gotear fecundó algunos momentos muy con-
fusos en los sesenta, que a fines de esa década empezaron a tener una cier-
ta movilidad. En los setenta esto empezó a crecer porque ese goteamiento
tocó, entre otros, a Pedro Friedeberg, curiosamente. Además tuvo otra línea,
otra vía de alimentación, que vino a estar dada también por Felipe Ehren-
berg que a fines de los sesenta empezó a trabajar conscientemente el arte
correo. Los componentes que trae Felipe Ehrenberg goteaban de forma in-
dependiente, o si no independiente por lo menos reforzada por el exterior,
por esta experiencia que tuvo en Londres.
Gotearon en una persona que es Aarón Flores, que vino a ser en un
momento dado un corazón del arte correo que permanece en esto pero con
bajo nivel actualmente, aunque en su momento fue un aglutinador. Otra
línea es Cuevas mismo. Me importa otra vertiente de los setenta que es Se-
bastián, que vino a ser uno de los primeros que, con una visión amplia y
más globalizante, sacó a la luz en forma consciente esta corriente al grado
que hizo que muchas personas se pusieran el casco de artecorreístas, por lo
menos para las exposiciones que él organizaba y esto fue creciendo y cre-
ciendo. Nuestro grupo, junto con otros dos o tres, van a tener un componen-
te fuerte en el arte correo que abre y conecta en forma directa con un
mundo de personas que están haciendo performance e instalaciones.
El arte correo es un género en sí que tiene sus propias normas, pero tam-
bién es un vehículo de información para muchas de las otras artes. Pero el
individuo que simplemente difunde sus performances a través de este medio,
estrictamente, fundamentalmente hablando, no hace arte correo, aunque
esto sea parte de sus funciones. El arte correo va a ser conformador de gru-
pos, por una parte, pero también tiene una repercusión mundial, con su
muy acendrado componente político e ideológico, cultural y artístico. Perso-
nas como los alemanes orientales utilizaban el arte correo para difundir su
pintura, principalmente la abstracta. En este momento la pintura abstracta
se encuentra ya démodée pero las suyas eran piezas ideológicamente acti-
vas en la Alemania Oriental. El arte correo que ellos utilizaron no tuvo los
principios básicos del manejo de la imagen, de los tiempos, de las estructu-
ras, de los sistemas; era simplemente difusión de la pintura abstracta hecha
por ellos y que nosotros obteníamos.
manuel marín
Consecuencia del grupo y del arte correo, es la revista que algunos gru- 211
pos hicieron y que se integraba a otros sistemas de comunicación alternati-
va, eran los poetas que hacían sus poemas en bolsas. Así, las ramificaciones
que Los Grupos fueron teniendo hicieron de esto un fenómeno complejo,
multimedio, y que los extrapoló más allá de la condición grupal. Yo creo que
el arte correo tuvo su pico y descendió, pero sigue habiendo participaciones
artecorreísticas y sigue teniendo función y que tendría aún la necesidad de
ser más fuerte, pero curiosamente esto no ha tenido un nuevo eco. ¿Por qué?
Sería una discusión, una plática de otro tipo.
Ésta que te he dado es una visión casi sin nombres, casi sin fechas, casi
sin actos, casi sin nada; es un mapa de Los Grupos y de lo que en los noven-
ta podría haber sido el inicio de estas otras cosas. Eso no lo quiero platicar
mucho, pero diría varias cosas. La primera es que cuando se sabe de la deba-
cle de los grandes mercados y del agujero que deja la pérdida de la ideología
—en un momento en que parece que no sentimos tan fuerte los pesos de no
tener ideología—, se dan esas manifestaciones alternativas, que curiosa-
mente, a mi juicio, están ya enseñoreadas fuera de México, en los grandes
museos de Europa y de los Estados Unidos, que tienen ya como acervo, un
departamento como de performance.
Otra de las fases que me gusta manejar es que nosotros fuimos la úl-
tima generación formada por maestros directos. La siguiente, si es que es
ésta, ya se formó por las revistas Arte News, Art in America y todo ese tipo
de cosas; es una forma irónica de decir que se formaron más por las nece-
sidades de la globalización, que por necesidades muy directas, personales.
Obviamente están haciendo trabajos muy buenos y están ahí resurgiendo
los problemas personales, motivos, pero no hay ese planteamiento de ¿qué
hago? No, eso ya está dado: “voy a hacer aquello y en lugar de azul lo voy
a hacer de cabeza”. Siento que las nuevas generaciones en México, los que
están haciendo performance, instalaciones, artes alternativas y todo este
tipo de cosas, curiosamente están mejor formadas que la nuestra, se asu-
men mucho más como profesionales del arte, son mucho más aceptados
socialmente como productores de artículos, de acciones, de objetos cultu-
rales, lo cual trae como consecuencia que esta producción se sienta muy
seria, muy válida, muy bien y que las discontinuidades sean por la falta de
manuel marín
212 información y porque arriban a esto ya no por un mercado del arte, sino
por un mercado de trabajo muy establecido, yo diría, serio y aceptado.
Esto es importante porque un cuate que sale ahora de la escuela no se
pregunta sobre la muerte del arte, sobre su función social que era el agujero
que teníamos en cuanto a la ideología. En los setenta había como tres o
cuatro publicaciones que se llamaban Arte y sociedad, Arte y público, todas
ellas basadas en lo que debía de hacer el arte, y cómo debían conformarse
las cosas. Ahora los componentes son otros. El asumirse como profesional
de las artes era algo que nosotros no teníamos, que además lo veíamos
como ajeno y hasta como irritante. Mucho del dirigirse a las artes era preci-
samente por una inconformidad, por buscar estar fuera de las estructuras
dadas socialmente por una estructura de dominación social y entonces
nuestras propuestas giraban en torno a esta desequilibrante necesidad de
reflexionar sobre ellas. Actualmente creo que la diferencia es asumirse
como un profesional como cualquier otro. Eso también es bueno, pero ya no
tienen un planteamiento contradictorio. El discurso ahora es: “voy a hacer
este performance para ver quién me lo compra”, “voy a hacer esta instala-
ción para ver quién me la patrocina”, “voy a hacer este estudio teórico para
ver quién me lo publica”. No está mal, hay que aprovechar esas cosas, qué
bueno que las haya, pero la falta de contradicción hace que el producto sea
asimilado, y esto tiene grandes ventajas y también desventajas, como lo
otro tenía grandes ventajas y desventajas.
¿Qué hacía el grupo Março?, ¿cómo trabajaban?, ¿cuál era el plan de trabajo?
La primera consideración del grupo fue que el trabajo que saliese de él no
fuera la extensión del trabajo individual de los integrantes, sino un trabajo de
tal calidad de abstracción que solamente se pudiera dar por ese grupo, cosa
que los otros grupos no tenían. Así, todo el trabajo que se hizo en Março no
tiene nada que ver con el trabajo personal de cada uno, por eso la justificación
de que cada uno era productor en ese momento y pintaba o escribía o foto-
grafiaba, y este trabajo grupal era de tal neutralidad en cuanto a autoría que
solamente se podía firmar por el grupo porque tenía una connotación grupal.
La segunda: ¿Cómo se logró eso? Básicamente por funciones textuales
y textuales legibles. Manejamos la palabra, que casi siempre era el elemen-
to fundamental, cuando había imágenes iconográficas o imágenes de otro
manuel marín
tipo, auditivas, o lo que fuera, que no eran más que reforzamiento de esto. 213
Todos los medios utilizados para elaborar el sistema de comunicación eran
sistemas [no] artísticos, manejar palabras en tarjetas, proyecciones de pala-
bras, en fin… no tenían la elaboración de la textura, de la iconografía, del
símbolo, de todo ese tipo de cosas como casi todos los otros grupos.
Peyote y la Compañía trabajaba cosas en neón, eran productos, por eso
digo que no eran necesariamente no objetuales, eran productos objetuales.
En Março eliminamos esto lo más posible para dejar, no tanto los mensajes,
sino los juegos o los sistemas de comunicación y el siguiente paso era una
coparticipación con el espectador, que no se limitaría a la lectura de las
obras sino a la manifestación activa, una acción que era necesaria para la
producción. Todo esto tenía que ser avalado por un programa o pseudopro-
grama; tenía una intención, un objetivo concreto en cada caso. Cada uno de
estos sistemas era elaborado para ser presentado en muchas ocasiones, y
permitía ir aprendiendo de cada uno de los sistemas y subsistemas para
presentarlos de tal manera que esto nos llevara a una mayor eficiencia, a un
mayor contacto, a una mayor emotividad, y que se fueran generando siste-
mas y subsistemas de cada uno de ellos.
Un ejemplo, tal vez el principal, por ser el inicial y, al serlo, por haber
generado los demás, y que fue creciendo, ordenándose, purificándose, es el
poema urbano. ¿Qué es lo que dice esta ciudad? Si uno pudiera tomar una
sustancia rara por ahí y si la metiéramos en un matraz, encontraríamos lo
que está diciendo esta ciudad. ¿Cómo lo logramos? Tiene que ser una esque-
matización y una reducción, de tal manera que se tiene que hacer toda una
investigación sistemática y concreta de un algo. ¿Cómo?
Los periódicos tienen toda la censura, pero eso es lo que se vierte, o se
filtra con todo este tipo de cosas. ¿Cuántos periódicos hay? Muchos, bueno,
vamos a tomar los de mayor circulación. ¿Cuántos? Diez. ¿Por qué? Porque sí.
Desde un punto de vista eminentemente estadístico con tres tienes, porque
se repiten y tal vez se pueden manejar las ideologías de un lado, del centro y
del otro, que pueden ser audibles o legibles. El hecho es que tomamos diez
periódicos diariamente. Si uno leyese estos periódicos de pe a pa, éstos serían
uno de los canales fundamentales, de los fuertes, con todas las limitaciones
de censura, de estilo, de ideología de los medios, con todo lo que tú quieras.
Ésta es una de las cosas que se está diciendo. ¿Cómo los trabajamos?
manuel marín
216 directorio telefónico. Fuimos cerrando este círculo a las personas que cono-
cíamos y a nosotros mismos. Con este material se mandaban a personas
que conocíamos y que sabíamos que ellos intuirían que este proyecto ta, ta,
ta, para...
¿Iban firmados?
Sí, grupo Março, con la dificultad que tenías que inventar cómo lo escribía-
mos para el telégrafo. No podíamos escribir grupo Março, porque lleva una
c con cedilla, una de las componentes del grupo fue poner una letra que
tuviera esta capacidad lúdica y fue muy chistoso porque cuando nos llega-
ban a hacer entrevistas en el periódico nos ponían Marzo (con z). En la revis-
ta Artes Visuales nosotros pusimos “somos marcistas”, entonces en una de
las críticas que nos hicieron fue “por qué esos grillos son marcistas”? Ya no
podían decir que éramos marcistas con cedilla, no éramos marxistas de
ésos, sino éramos marcistas de estos otros. En otra éramos marcianos, estos
mamones; sí, pero si somos Tecolines, somos tecolinianos, ¿no? Todos esos
juegos estaban diseñados.
Todo esto fue concatenando otro sistema. Fuimos reduciendo el poema 217
telegráfico hasta formar juegos interiores. Cada miembro del grupo empezó
a hacer su sistema, olvidando ya el registro del poema urbano, o sea, como
que se desprendió. En ese entonces, por ejemplo, Magali Lara estaba traba-
jando la autobiografía. Todos los días se levantaba y escribía diez telegra-
mas sobre una especie de biografía, un diario, y los mandaba a diferentes
personas, pero tenía que tener restricciones, tales como que por lo menos a
dos de nosotros nos tenía que llegar uno, o sea, hoy me llegaba uno y maña-
na me llegaba el otro, para que tuviera esa continuidad, los otros ocho se los
mandaba al director de la escuela o a su novio o a su papá.
Yo empecé a jugar con las redes. ¿Cómo le hago para que se haga un gra-
fo de la red telegráfica que yo estoy estimulando y pueda tener juego? Enton-
ces hacía dibujos entre los participantes o los receptores. Les mandaba alguno
y les pedía que mandaran uno para acá. Así formé una gráfica, un dibujo
mediante todas las correspondencias, hasta que un día me llegó una carta.
Un día yo mandé treinta telegramas en el telégrafo central, que enton-
ces estaba al lado del Museo Nacional de Arte. Curiosamente, no sé si fue
Magali o Mauricio, quien mandó sus diez telegramas ese mismo día y no
llegó ni uno. Empezamos a ver y no llegaba ninguno. Nosotros estábamos
contentísimos: ¡aquí había una cosa real, una cosa objetiva! Mandamos una
carta y nos contestaron, con lo que para mí es una carta histórica: “Se ha
bloqueado esto por considerar que estos telegramas están cifrados y están
fuera de la ley”. ¡Guau! Ese día hicimos una exposición en San Carlos donde
pusimos todos los telegramas que teníamos, una copia de mi carta y la car-
ta que recibimos. Entonces ya era un acto político.
218 tomarnos nosotros mismos, como pintando, como poniendo, etcétera, para
procesar la imagen en puntito como en el periódico, proyectarla, dibujarla,
todo esto en grandotote, tomar todas las hojas tamaño carta, fotocopiarlas.
Primero empezamos a mandarlas, y después fue armar. Armamos uno en la
Academia, otro en Juchitán, en Oaxaca, porque nos llevábamos el mural, era
transportable y desechable...
A Mauricio sí lo golpearon. Como se excita uno con esas cosas, uno se 219
siente héroe y trata de demostrarles que son pendejos. Pero no pasó a ma-
yores, se quedaron con todo el material, las tarjetas las tiraron... ¡Eso no está
permitido! Sebastián le habló a una reportera y creo que sacaron una nota.
Pensábamos que íbamos a hacer una revolución maravillosa y todas esas
cosas, pero no pasó nada. Eso nos pasó ahí, en Chapultepec, en fin, en varios
lugares.
Una de las más exitosas fue en Palma y 5 de Febrero. Ninguna autori-
dad nos molestó y pasó un chingo de gente que participó. Estuvimos como
desde las doce del día hasta las seis de la tarde. Nos fuimos porque estába-
mos cansados. Al principio era semanal, luego se hacía mensual, luego se-
mestral y, al final, el último año creo que ya no lo hicimos.
220 formaba todo ese texto. Eran fotografías de las palabras, de las personas, y
los mapotas ahí con unas etiquetitas que les puse, donde estaba el refranci-
to, aquí y allá y lo hice de tal manera que fuera un cubito toda la ciudad.
¿Que si se proyectaron individualmente? Yo creo que sí; sin embargo, no
tenía nada que ver con nuestro trabajo, yo no trabajo esas cosas, nadie.
No digo que son propuestas únicas. Ya se habían hecho, se siguen ha-
ciendo. No había ese problema en cuanto a que había la enorme necesidad
de la acción. Ahí la interacción era cuando escribías, tenías la responsabili-
dad de comunicarte con las personas con las cuales estabas interactuando.
Y después en el café, cuando se hizo la inauguración, no se invitó propia-
mente a nadie, sino que era invitar cafés a las personas que estaban ahí,
hacer como una especie de “platicada”, un tapanco cualquiera...
porque tienes que comprar un boleto para ir de aquí a acá. ¿Cómo le harías 221
para sabotear el sistema? En este momento ya es pasado y alguien diría: “bue-
no, y eso, ¿qué?”, pero en su momento fue de los pioneros en ese tipo de cosas.
El juego principal fue reducir las variables, establecer el sistema, gene-
rar lo necesario para establecer una micro-organización de comunicación
aleatoria con la comunidad en la cual estás inserto. Retomar de la comuni-
dad y retroalimentarla para que ésta te genere nuevos sistemas de comuni-
cación básicamente absurdos en cuanto a que no tienen una finalidad, pero
sí una intención de que la reactivación suponga el juego ideológico y el jue-
go social. Las manifestaciones del público eran muy emotivas, el individuo
que se paraba y decía: “Yo soy alcohólico”. La mamá decía: “Pues es que yo
no sé leer muy bien pero lo bueno es que mi hijo sí”, y ahí estaba el niñito. O
los chavitos que vendían periódico y se ponían a jugar porque era un juego.
Nosotros teníamos que levantar el testimonio.
En una ocasión le pregunté a una señora: “¿Usted qué opina?” y me
respondió: “¿Qué es esto?, ¿algo religioso?” “No, señora”. No lo ubicaba, escu-
char si era un asunto religioso o de un partido político, o cosas de ésas nos
dio muchas luces y entonces pusimos en los panfletitos: “No pertenecemos
a ninguna agrupación religiosa”. Hubo una señora que nos dijo: “A ver si
vienen más seguido” y cosas de ésas...
Sí, porque “tienen que saber todo” y como no sabían, no podían someterse a
la crítica de otra gente... Siendo ustedes pintores hacían poemas... se valían
de ese otro lenguaje, la palabra.
Sí, es que curiosamente en una sociedad alfabetizada, aunque sea en míni-
mo grado, es más fácil llegarles por la palabra escrita que por las iconogra-
fías decodificables. Al grupo SUMA le gustaba mucho poner maniquíes
manuel marín
222 tirados con una manta para que figuraran un muerto... El trancazo era muy
fuerte. “¿Qué es eso? Explícamelo, ya se murió, ah no, es un maniquí, me
estás tomando el pelo”. Obviamente no buscaban la participación; no había
sesión de preguntas y respuestas, ni nada de eso; era una forma de concien-
tización en torno a la basura. Está bien, y yo no voy a negar, pero no voy a
traer más basura, con la que tengo es suficiente... Era una crítica, pero no
una crítica donde me tenían que embarrar o que asustar porque se murió
este cuate o como si la crítica a la delincuencia fuera que me asaltaran. En
cambio, nosotros pensábamos que, bueno, no todos saben leer; eso sí ni
modo, pero el que no sabe leer, difícilmente te decodifica una pintura abs-
tracta como las que están poniendo en una barda o un peyote en neón, que
ponían en un restaurante. Las posibilidades de decodificar el mensaje son
más complejas; necesitas una formación un poquito más compleja, aunque
supuestamente la imagen es más directa; en fin, eran las cosas que nos
planteábamos. Bueno, ahora sí ya acabé.
En su casa, Coyoacán
9 de enero de 1998
César Martínez
224 pincel, como concepto. Mucha gente dice que yo hacía performances con
mis obras, pero yo las llamaba más bien obras en proceso que se van desa-
rrollando, incluso tienen tres momentos: planeación (obra sin estallar),
desarrollo (momento de la explosión) y realización.
riencia fue tensa, puesto que se requiere de cierto control, dominio técnico 225
y ciertos cálculos matemáticos para evitar accidentes y desperdicio de me-
tal. El planteamiento era construir con lo que destruye, obviamente esto ya
no podía hacerse frente al público.
Logré conseguir un permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional
para trabajar con explosivos y me lo suspendieron porque surgió en ese
momento el movimiento zapatista. Como era también maestro en la UAM,
llegó un comunicado suyo que cancelaba mi permiso.
Si no, ya no lo contarías.
Voy a regresar en el tiempo. En el Observatorio,1 que era un museo alterna-
tivo al margen de las galerías, hacíamos “eventones” tratando de revivir ese
espíritu dadaísta. El slogan del lugar era: “La hora de México, la hora que
dejaste”. Lo interesante era la confrontación, esa experiencia, esa inquietud,
esas ganas de vivir que teníamos todos los egresados de La Esmeralda. La
1 El Observatorio, espacio alternativo fundado y dirigido por Antonio Sáiz, César Icháus-
tegui y César Martínez. Su ubicación era la casa de estos artistas en Millet 22, Insur-
gentes Mixcoac. Se presentaron ahí artistas como Estrella Carmona, Ramón Villegas,
Miguel Ángel Corona, Gerardo Bastón, Gabriela García, Martín Rentería, Ana Patricia
Huerta, Juan Carlos Equihua, Armando Sarignana, entre muchos otros. De 1989 a 1992
se realizaron cuatro eventos importantes con duración de toda la noche.
césar martínez
226 mayoría eran pintores, éramos pocos performeros. Esa experiencia fue úni-
ca e irrepetible. Me sorprendía que llegara tanta gente.
Otra experiencia fue mi primer performance radiofónico, cuando me
entrevistaron por el premio del XI Encuentro Nacional de Arte Joven, trans-
mití un striptease. A raíz de eso el director de Estéreo Joven realizó una Se-
mana del Performance Radiofónico. Trabajé con Juan Carlos Equihua y
Patricia Gualda. Hicimos una breve introducción de lo que era el performan-
ce, una serie de acciones casuales que ya no eran visuales sino auditivas.
Hice varios en Radio UNAM y Radio Educación. La intención era jugar con la
palabra como una herramienta lúdica.
Para mí el performer, performancero o performero —ya se españolizó*
la palabra— es una persona, al menos en mi caso, que tiene interés por re-
flexionar sobre los sucesos, los momentos, la espontaneidad, sobre esa par-
te de la existencia que es tan efímera, tan rápida, tan fugaz, tan intensa, tan
espectacular, que es la vida misma. Nosotros vamos a estar más tiempo
muertos que vivos. Fuimos más mientras fuimos nada y ahora somos todo
este momento, hay tras de nosotros miles de años. Entonces el tiempo es
una parte fundamental dentro del performance. Aunque surge como algo
que cuestiona el mercantilismo del arte; ahora los performers vivimos del
performance, ya cobramos, yo ya tengo mi salario como performer.
Antes de trabajar con pólvora había hecho performance, por ejemplo
180 segundos, donde utilizaba el cine de animación como herramienta con-
ceptual, duraba 180 segundos. Era una reflexión sobre la creación, sobre el
sexo de Dios incluso. Lo presenté en Santo Domingo y en X’Teresa, ahí em-
pecé a usar esculturas inflables, a politizar mi trabajo, comencé a interesar-
me más por la realidad social y política de mi país.
México es una ciudad de performanceros involuntarios, la gente que los
ejecuta no tiene conciencia de que se trata de acciones, pero uno como es-
pectador puede darle esa lectura. Disfruto mucho ir al centro de la ciudad de
México porque puedo encontrarme a Batman paseando por el Zócalo como
un centinela posmoderno que pulula vigilando las acciones de Zedillo, ha-
ciendo honores a la bandera. He platicado con él y desconoce lo que son los
términos performance, happening o acciones plásticas; él está allí como una
atracción turística, que cobra por tomarse fotos con la gente. De alguna
césar martínez
forma Melquiades Herrera ha sabido rescatar esto usando el soporte del 227
merolico para hacer sus eventos.
Yo no tengo una definición de performance, para mí es algo que se re-
define cotidianamente. Algunos artistas piensan que el performance es úni-
co e irrepetible, sin embargo yo he repetido varios, aunque nunca van a ser
iguales. Por ejemplo, el Hombre de gelatina lo he repetido cerca de nueve
veces. Aunque es la misma pieza siempre hay una variable, la primera vez
yo estaba como cocinero y cociné a una mujer de frambuesa, después pasé
a un hombre de frambuesa en la Universidad de California en Los Ángeles
(UCLA), luego hice un hombre de anís transparente en X’Teresa. En Washing-
ton, por invitación de Gómez Peña, presenté el modelo ya con un tono color
piel, corazón de melón y con un acabado diferente, era un “cadáver exquisi-
to”, el cadáver del último migrante, el cadáver de todos los mexicanos. (Es el
retrato calcado, escultórico, de Isaac Pérez Morales, alumno mío de diseño
gráfico que se ofreció como modelo). Después, en el ICA Live Arts, Institute
of Contemporary Arts de Londres, estuvimos dos mexicanos, Maris Busta-
mante y yo, en un encuentro de performance latino que se llamaba Corpus
Delicti. Fue una curaduría de Coco Fusco, escritora e historiadora cuba-
no-norteamericana. Invitó a varios performers de América Latina, entre
ellos María Teresa Hincapié (Colombia), María Elena Escalona (Cuba). Hice
dos presentaciones del performance, pero cada una fue distinta. El hombre
de gelatina representaba a los muertos por la Ley 187. También lo presenté
en la Sexta Bienal de La Habana; ahí hablaba del cadáver del que murió
cruzando a La Florida. También hablé del Tratado de Libre Comerse. Después,
en el Festival Internacional de Diseño en la Universidad de las Américas,
utilicé música, la canción Corazón de melón de Dámaso Pérez Prado y mu-
chas canciones que tenían que ver con la comida: cómetelo, súbetelo,
muérdelo. Era más musical. Siempre el cuerpo se va transformando, hay una
lectura canibalesca; el fin de milenio es canibalesco. La modernidad se ha
devorado otras culturas, otras épocas, las ha ubicado en reservaciones en el
mismo país.
Ese canibalismo económico desmedido que ha contrapuesto, indiges-
tado, indio-gestado, a la raza, es algo que manejo dentro de mi evento, la
intención es comunicar la antropofagia. Aunque nosotros no nos comamos
unos a otros, sí lo hacemos en algún sentido. Yo parto de la lectura de La
césar martínez
228 carta de Sagawa, del escritor japonés Jûrô Kara, que escribió esta novela ins-
pirado en la correspondencia que Issei Sagawa le envió desde la cárcel tras
haber matado por amor a una joven artista holandesa, y devorar después
partes de su cuerpo. Ella le explica que quiere ser devorada por él, porque
quiere llegar a ser parte de él, entonces ella, en un ritual erótico, se le ofrece
y él la devora en un acto de canibalismo moderno, ocurrido en París en 1981.
En la cultura católica existe esto de comer el cuerpo de Cristo simbolizado
en una hostia. Es antropofagia todo este ritual. Ésas son mis referencias,
más que Peter Greenaway con esa película El cocinero, el ladrón, su esposa y
su amante, con la que me asocian, pero que no tiene que ver absolutamente
nada: es una afortunada coincidencia con una persona tan inteligente que
también llega a ese ritual del canibalismo.
En este performance, después del discurso invito a la gente a que tome
un plato y seleccione la parte que más le guste, entonces van cortando. En
Washington una puertorriqueña le puso un letrero que decía “reservado
el pito”; cuando la gente come la gelatina dice que está buenísima. Tam-
bién los hombres juegan con eso. Hay mujeres que lo han castrado y le han
hecho una vagina. En Londres le cambiaban las manos a los pies, le voltea-
ban el pene. Yo me di cuenta de que eran unos verdaderos holligans salva-
jes en ese rito satánico. En Puebla la gente lo mutiló como tamal, lo dejó
sin extremidades. En el Museo Carrillo Gil se acabaron el cuerpo, la gente
quería itacates.
Para cocinar este cuerpo requiero de una cocina especial, cuatro cacerolas
de cuarenta y cuatro litros de capacidad cada una. El agua tarda dos horas en
hervir y el proceso de escultococinado se lleva cuatro horas con dos asistentes.
Se utiliza queso crema Filadelfia. He obtenido apoyo de Kraft Foods de México,
que dona más de cien kilos de queso para hacer tres o cuatro figuras. Cada
gelatina se lleva cerca de treinta kilos de grenetina, queda durita. Es una ex-
periencia muy intensa. Es un evento muy costoso. Se gasta mucho en material
comestible, en energéticos como el gas, en platitos. Este evento me ha permi-
tido conocer muchas partes del mundo, diferentes públicos. Nunca he sufrido
ninguna agresión, a pesar de lo violento que es acuchillar un cuerpo que, aun-
que sea de gelatina, parece real, es hiperrealista, tiene una sonrisa donde se
le asoman los dientes, la gente dice: “¡no puede ser!”
césar martínez
En Terreno peligroso, evento curado por Guillermo Gómez Peña y Lore- 229
na Wolffer, hubo cinco artistas latinos y chicanos con cinco artistas chilangos
o chicalangos en la Universidad de California, en Los Ángeles. Aquí en X’Te-
resa, en esa ocasión presenté un hombre de frambuesa relleno de frutas
tropicales. Las costillas eran plátanos; el aparato digestivo eran uvas; tenía
tequilita por ahí. Era una figura bastante fuerte, estaba iluminada por abajo.
Yo salía con un smoking, la banda presidencial y hablaba del all you can eat
buffette, es el Tratado de Libre Comerse, que es una traducción del North
America Colesterol Free-Trade Agreement y el North America Fat Free-Trade
Agreement. Convivimos con otros performanceros del otro lado de la fron-
tera en una suerte de complicidad. Nos dimos cuenta de que el performance
es un instrumento de lucha política.
México está viviendo su peor crisis. Fue maravillosa la instalación en el
Zócalo, cuando colocaron más de doscientos ataúdes que marcharon en pro-
cesión hasta Televisa. Fue maravilloso cuando el PRD también colocó dos-
cientos féretros de unicel frente a Bellas Artes y pasaron los granaderos y
los destruyeron. Son performances políticos del absurdo mexicano. Lo que sí
diría es que somos muy pocos performeros políticos, Lorena Wolffer, Lorena
Orozco, Elvira Santamaría, Miguel Ángel Corona.
Muchos de mis performances los he convertido en instalaciones. La pri-
mera vez que utilicé una escultura inflable estuvo acompañada de un dis-
curso donde yo aparecía como presidente con nariz de Pinocho y hablaba
sobre la modernidad y sobre todo ese nuevo planteamiento neoliberal. Me
encanta aparecer en el escenario perfórmico como si fuese presidente, como
un ideal romántico.
Yo utilizaba un control remoto para regular los aplausos del público y,
mientras yo hablaba, la escultura se inflaba y se desinflaba, aludiendo a los
informes de gobierno, a toda esa farsa. Después estas esculturas inflables
formaron parte de una instalación. En Austria, en el Electronic Arts Festival,
voy a presentar cerca de quince esculturas inflables, diez hombres y cinco
mujeres que se inflan y se desinflan, y que tienen como referencia el aire
como el primer combustible que existió en la Tierra, el combustible natural
que tanto se ha agotado aquí en la ciudad de México. Algunas de estas figu-
ras están conectadas por el culo a una manguera que va a dar a una pistola
de aire donde dice: “México DFK”, México defeca.
césar martínez
230 ¿En qué momento tomas conciencia de la escena internacional del performan-
ce o tienes referencias sólo de aquí? ¿Qué información te llegó del extranjero,
en qué momento empezaste a ver a Allan Kaprow, o a los vieneses?
Cuando trabajaba en el estudio de Maris Bustamante aprovechaba su bi-
blioteca al tiempo que avanzaba en la construcción de los objetos. Comencé
a darme cuenta de muchas cosas; en la carrera de diseño gráfico empecé a
ver la escuela de la Bauhaus, el teatro experimental que se hacía allí. Des-
graciadamente a la biblioteca de La Esmeralda, cuando yo era estudiante,
no llegaba ni el arte pop. Por casualidad me encontré con un video de Lau-
rie Anderson y me di cuenta de que yo había visto muchos performances
involuntarios y que las propuestas de uno tenían un sentido, un origen, un
antecedente, que fundamentaba las inquietudes que yo tenía al hacer mis
eventos o lo que yo pretendía hacer. Lo hacía como alumno y ahora lo hago
como maestro todos los días que doy clases en la UAM (UAM more TIME).
Siempre hago performance, mi clase es considerar el performance como un
discurso didáctico. Cuando descubrí ese trabajo de Laurie Anderson me
daba cuenta de que cosas cotidianas las vivía como una experiencia artís-
tica. También en la exposición de Rauschenberg en el Museo Tamayo me
di cuenta de que lo que había hecho mi papá cuando escuchaba box y veía
el futbol era un collage, porque Rauschenberg ponía una televisión sobre
otra. Había un parámetro de lectura muy chingón. Eso me abrió los sesos,
me abrió el “celebro”.
También la experiencia del Pornochou fue muy fuerte, reveladora, de
mucho aprendizaje. Todo sirve en la vida, entonces me vi frente al espejo y
me di cuenta que era tímido y me dije: “¡qué pendejo! ¿Por qué no hago más
uso del cuerpo y de mí mismo en el performance?” Estoy cercano al teatro
porque me disfrazo, uso maquillaje, uso elementos del teatro como la ilumi-
nación, y aquí muchos performeros están peleados con esto.
Sí, en mis clases utilizo una frase de Melquiades: “la creatividad es para dia-
rio, aunque sea quince minutos, como decía Charles Atlas”. Entonces yo soy
el Charles Atlas de la creatividad. Les pido a mis alumnos hacer un diario
visual donde la creatividad se debe usar quince minutos diarios. Es lo que
Melquiades me ha enseñado y yo lo voy a enseñar a mis alumnos.
Yo les llevo una gelatina en forma de cerebro para “devorar” el conoci-
miento, un corazón en la mano porque digo que no tengo cerebro y yo “ce-
lebro”. Entre otras cosas, me disfrazo como Jesucristo y me han puesto
letreros: “dejad que los increativos se acerquen a mí”. Es muy divertido, he
llegado a clase y están a oscuras y todos llevan encendedor y empiezan a
prender lucecitas. Me han encuerado en clase, me han hecho striptease. En
una clase llegó una mujer vestida de novia, y dijo: “me vengo a casar con la
carrera”. La clase la hacen ellos, no tú. Yo les digo: “no soy guía espiritual, soy
un auxiliar de la educación en contra de la educastración”.
¿Qué va a pasar con la obra de César Martínez? ¿Por qué línea se está yendo?
Estoy haciendo unas esculturas que también podríamos llamar perfórmi-
cas, son seres humanos que se derriten. Son a escala natural y tienen como
columna vertebral una mecha que después se hace fuego. Por dentro son
rojas, por fuera color ámbar. La lectura del fuego en la cabeza es una y ob-
viamente, cuando la cera se derrite, parece que la escultura llora y da una
especie de río de lava: como los interiores que fluyen dentro del cuerpo, que
es un escenario, que es la arquitectura emocional de la vida, es el lugar don-
de fluyen los sucesos, donde la existencia da testimonio de sí, donde...
232 Ahora dentro del mismo rollo de las esculturas comestibles estoy ha-
ciendo gelatinas en forma de caca, con su cerecita, su pasita, para que parez-
can moscas. Son banquetes extraordinarios porque, ¿cómo le vas a ofrecer
caca a la gente? La idea viene de un comentario que escuché en una fonda
que decía: “oiga, doña Mary, ¿qué tiene usted para cagar?” Ya no estaban
hablando de comer. Somos escatológicos. Es como un homenaje a Piero
Manzoni cuando hace su caca enlatada. Ése era como arte povera, pero aquí
son cacas dulces, ricas, buenas recetas, de mamey, papaya, mango, de varios
sabores. Cuando las he ofrecido es espantoso; la gente no come, es un aspec-
to terrible porque tengo varios moldes: en espirales, barritas, barrita sola,
“cerototes”, como los llama mi papá. De esos que hacías de niño y decías:
“¡ay, cabrón!” La gente hace cara de guacareada y me gusta eso. Hace poco
las vendí en un evento de artesanías y la gente se llevó varias.
En un performance aparezco como diablo y bailo un danzón, después
me bajo los pantalones y hay una bandera gringa; empiezo a sacar encabe-
zados de periódico, Madrazo en Tabasco, Huevos a la Diego Fernández de
Cevallos (que le arrojaron en la UNAM), y entre cada uno digo: “te ofrecemos,
Señor, este santo sacrificio”, mientras estoy cagando en una bacinica. Le
muestro al público mi caca y me como mi caca, que es de chocolate, la dis-
fruto y en vez de decir gracias, digo: “buen provecho”.
2 Grupo inglés de música alternativa hecha con base en sonidos producidos por accio-
nes. Formado en 1983, el grupo se presentó en México en 1988 dentro del Festival In-
ternacional Cervantino.
césar martínez
234 Tú, como artista del performance, ¿qué sugieres que ocurra con el perfor-
mance en México? ¿De qué manera se puede ayudar a su desarrollo?
Creo que México es un país que carece de cultura del performance, aunque
se haga. Yo no creo que sea X’Teresa el único sitio donde se ejecuta el per-
formance. El Museo Carrillo Gil, en Las transgresiones al cuerpo,3 incluyó
performance en su curaduría. Han surgido espacios como Caja Dos. Consi-
dero el trabajo de Jesusa Rodríguez como performance, lo mismo que el de
Astrid Hadad, que tiene otro giro, el político. Creo que lo que haría falta
aquí en México es una memoria. Un resumen y una integración de lo que
se ha hecho, que sea neutral; hay muchos que se quieren poner como la
diva del performance. Quizá también haga falta una revista como High
Performance de Los Ángeles. Por ejemplo, Mónica Naranjo ha sido la fotó-
grafa oficial del mes del performance, tiene un extraordinario acervo vi-
sual. Haría falta una videoteca.
3 Las transgresiones al cuerpo, exposición colectiva curada por Edgardo Ganado Kim. Se
presentó en el Museo de Arte Carrillo Gil en mayo de 1997. Los artistas que participa-
ron con performances fueron César Martínez con PerfoMANcena. El consumo mexicano
de las artes y sus efectos; Elvira Santamaría con La marcha atrás; Lorena Wolffer con El
territorio mexicano. Esta vez el performance fue incluido en una exposición colectiva
como obra, no como acompañante de la inauguración, ni tampoco era parte de un
festival de performance, sino dentro de un panorama de arte contemporáneo, compar-
tiendo el espacio museográfico con otras manifestaciones. El catálogo de la exposición
registró los proyectos de cada una de estas piezas.
Mónica Mayer
EN SAN CARLOS FUE DONDE EMPECÉ a oír de todo esto, un alemán amigo de Se-
bastián nos dio un curso en San Carlos, en 1974-1975. Hacíamos performance
e instalaciones de sensibilización con los ojos vendados, caminando peligro-
samente. Hacíamos meditación y nos amarraba a todos con unos hilos.
En ese curso fue donde yo me hice feminista como artista. Una chava dio
su conferencia sobre las mujeres artistas y, al final, mis muy liberales compa-
ñeros sancarleños dijeron que las mujeres no podían ser creativas porque te-
nían hijos, que biológicamente no eran creativas, y lo decían en serio. Entonces
me di color no nada más de las cosas del performance sino de otros asuntos.
Con el mismo Sebastián en 1977-1978 se hizo una exposición en el MAM:
Nuevas tendencias.1 La difusión fue como un performance, agarramos un
camión no sé de dónde y nos fuimos todos los de la exposición de periódico
en periódico. Teníamos cosas dentro del camión: fotos, imágenes y llamába-
mos a los periodistas, entraban y veían las cosas que estábamos haciendo.
238 Sauret, Guadalupe García, y otras dos o tres. En Polvo de Gallina Negra, éramos
Maris y yo, en 1983. También hacíamos performances para marchas, hicimos
uno para una de las marchas grandes en contra de la violencia, preparamos
la receta del mal de ojo a los violadores y repartimos los sobrecitos.
En cuanto a que involucras a la gente. Se tiene planeada una parte pero hay
otra que no se sabe qué va a salir.
En general está involucrado el público, participa a distintos niveles. Depen-
de cómo lo definas.
hicimos este performance que fue diez años después de la boda. Nos casa- 239
mos de nuevo para que hubiera fotos. De esa vez sí hay videos y fotos. Nos
casó Carlos-Blas Galindo, era el juez, y Perla Schwartz era la secretaria del
juzgado; Maris nos mandó unos anillos e hizo un performance dentro de
nuestro performance, eran unos anillos de dulce y nos casamos de nuevo.
Nos vistieron como en las despedidas de solteros, con papel de china. Hici-
mos Foto falsa a diez años de la boda, en 1990.
En el Segundo Festival de Performance, hice el de Huesitos. Se había
muerto mi tía y de veras era una despedida; estaba toda mi familia ahí chi-
llando porque estábamos despidiendo a la tía. Era un ritual fúnebre. A mí
siempre se me ha hecho muy interesante lo de los públicos, porque va uno
desde los más íntimos hasta los masivos, los dos me gustan. Lo que me cues-
ta más trabajo de repente es cómo hacer válido en un contexto artístico lo
más privado. O, si es un ritual privado, cómo evalúar al otro público. Soy muy
consciente del público al que me estoy dirigiendo.
¿Aparte de Marcos Kurtycz, quién crees que está haciendo algo serio, o que
esté en vías de hacer algo válido?
Habría que mencionar a los que están ahí siempre, Maris Bustamante, Feli-
pe Ehrenberg, Eloy Tarcisio, Melquiades Herrera, a todo ese grupo, aunque a
veces habría que verlos y analizar bien los productos y el trabajo. Realmen-
te es muy difícil hacer un análisis. Yo creo que entre los chavos están hacien-
do cosas muy padres.
¿Cómo quién?
19 Concreto son constantes; César Martínez, algunos de sus performances
me gustan más que otros; los de Doris Steinbichler, le he visto varias cosas;
me encantan las cosas que hace Elvira Santamaría, siempre son muy conmo-
vedores sus eventos. Dulce María López Vega es una de las personas más
congruentes sobre cosas de performance. Ella organizaba a la Sociedad del
Espectáculo,2 todos estos eventos callejeros. Hicieron performances e insta-
240 laciones en la calle. Es un grupo que no son como los X’Teresos, así nice... ahí
conocí a Miguel Ángel Corona, a Carlos Jaurena, a toda esa bola, hacían per-
formance en la calle, en las colonias Guerrero, Merced, Narvarte. Sí, los veci-
nos nos echaron a la policía porque no sabían qué estaba pasando. Ella tiene
ahorita su galería, que es por teléfono, la Galería Mirando o algo así y hace
performance por teléfono; es una chava que hace cosas muy suaves.
De los que presentan en los festivales de X’Teresa, hay muchos que tie-
nen que ver más con teatro, pero yo creo que para eso son los festivales, para
que se vaya constatando el trabajo y se vaya viendo de qué se trata, pero
nunca escriben. Lo que yo escribo ha sido más bien como crónica, no como
crítica. El único que de repente escribe es Rogelio Villarreal.
Hay dos mercados diferentes, uno es el de los objetos y otro el de las pie-
zas no objetuales. Con la onda de que los performances son como conferen-
cias, nos han pagado en las universidades desde hace mucho como
conferencias, y siempre hay lana para la producción. Igual pasa con las insta-
laciones, no con todas, obviamente, pero es más fácil que en un museo te
digan: “te ponemos la producción”, a que te digan: “te ponemos los marcos”
u otro tipo de cosas, tenemos más chance, si no de vivir del performance, por
lo menos que se pague todo este trabajo solito.
alguien escriba, que en las escuelas tengan materias sobre performance, 241
falta que haya más revistas donde se pueda ver lo que está pasando, más
libros, porque hay bibliografía pero de aquí de México no hay nada.
¿Por qué razón crees que no se hagan festivales de performance más que
una vez al año?
Vamos a lanzar uno nuevo: El último encuentro nacional RIP de Pinto mi
Raya, convocatoria para performance de semáforo, diseño de marchas,
3
3 Convocatoria lanzada en 1996 junto con “instituciones hermanas” de Pinto mi Raya (Víc-
tor Lerma y Mónica Mayer) como La Araña de Peluches (Maris Bustamante), COTAVLE
(Hilda Campillo y Carlos-Blas Galindo), Pelos de Cola (Esteban Eroski y David Coroni-
lla) y Polvo de Gallina Negra (Maris Bustamante y Mónica Mayer).
mónica mayer
Aparte de Sebastián, ¿cuáles han sido tus influencias en cuanto a información? 243
Estuve con Suzanne Lacy y Leslie Labowitz-Starus.4 Lacy era alumna de Judy
Chicago —que es así como la superheroína de las feministas— y de Allan
Kaprow. Actualmente ella es de las que ha hecho cosas más interesantes.
Consiguió que cuatrocientas viejitas hicieran una cena a la orilla del mar
todas vestidas de blanco. Con ella y Leslie, que fue alumna de Joseph Beuys,
empecé todo este cuestionamiento. No me quise quedar allá porque yo no
sentía que pudiera hablarles a los de allá.
246 Arturo Romo fue parte de un grupo que se llamaba Oxomaxoma, que
acaba de tronar, llegaron a hacer cosas bastante locas. Él es un recolector de
cosas que ha visto, tendría que contar él mismo algunos de los que conside-
ra performances involuntarios.
1 Tasajos de la serie MCDG, acción realizada por Alejandro Montoya en 1984 en la ENAP.
alejandro montoya
durante horas y me dijeron: “no sea ingenuo, lo que usted quiere no se 247
puede hacer”, así, punto. “¡Ya váyase!” La mitad que sí se pudo se hizo con
perros, inicialmente era con caballos.
A los perros, los pájaros, las víboras y los caballos la humanidad los ha
tomado como símbolos de muerte. Esos cuatro animales, en todas las cultu-
ras, son constantes de muerte. Siempre hay figuras caninas en relación con
la muerte, ya sea como demonios o como ángeles que ayudan; a veces los
símbolos son ambivalentes. Yo usé los perros como símbolo de muerte, yo
estaba interesado en la temática de la muerte y la guerra específicamente
y por ser los animales aparentemente más fáciles de obtener. También que-
ría usar caballos, pero no se podía y menos como yo los quería hacer, como
embetunados, sumir la carcasa, semisumirla en planchas de concreto de tal
manera que hubiera concreto con vísceras, con escurridos, como lo que se
ve en las plataformas donde hay trenes. El problema es que las cosas que
se me llegan a ocurrir, aunque parecen padres, no se pueden hacer fácil-
mente. Sí se pueden hacer, pero se necesita mucho dinero; cuando no son
satisfactorias tienden a resultar malas si no tienes todos los recursos, ni el
tiempo, ni toda la gente está involucrada de la misma forma.
Tengo que decir por qué ya no hago ni performances, ni instalaciones,
pese a que se me siguen ocurriendo. Le llegué a comentar algunas a Teresa
Margolles, unas excesivamente difíciles. Es demasiado difícil, me peleo mu-
cho conmigo mismo, lo que no puedo es involucrar a otras personas en mis
conflictos. Por otro lado también es excesivamente envolvente, terminas con
los dedos llenos de martillazos y muy encabronado con personas con las que
inicialmente a lo mejor había una amistad. No es que no se pueda lograr, es
que a mí se me dificulta mucho. Soy sumamente individualista: tienes que
decidir, te quedas con una disciplina o con otra. En mi caso, me decidí por la
actividad individual que es el dibujo. El tiempo es muy tiránico.
El elemento de aleatoriedad tiene su propia dinámica, su propio valor,
pero en lo que yo estoy en contra de los performances, con lo que yo no co-
mulgo, es con que todo se deje a lo que salga. El happening es “a ver qué
sucede”; el performance tiene una idea central muy clara, y con base en ella
se consideran el elemento cauce y el elemento azar que entran en juego
ineluctablemente. Eso es lo que yo discuto con Margolles. A veces le he
alejandro montoya
248 reclamado que le pongan un título que no tiene nada que ver con lo que tú
estás apreciando.
2 Accionismo vienés, performance de la vena ritual, grupo que inicia su trabajo en 1962
en Viena. Los fundadores y participantes: Günter Brus (n. 1938), Hermann Nitsch (n.
1938), Rudolf Schwarzkogler (1940-1969), Arnulf Rainer (n. 1929), Otto Muehl (1925-2013)
y Valie Export (n. 1940), entre otros artistas. Realizaban acciones con características
sadomasoquistas llamadas Orgías rococó. Orgía de sangre se presentó en Viena en 1963.
Las acciones [Orgías, Misterios, Teatro], tenían generalmente una duración de varias
horas, involucraban sangre a manera de ritual, que ellos describían como “una manera
estética de orar”. Performace Art, From Futurism to the Present. RoseLee Goldberg, (ed.),
Harry N. Abrams, Inc. Publishers, Nueva York, 1988, p. 163.
alejandro montoya
te paz. Existe una realidad ineludible: en Viena a las tres de la mañana no te 249
va a pasar nada. Me parece que cuando hay una parsimonia extrema, en
países como Suecia, hay una gran tendencia al suicidio. Los fenómenos so-
ciales y artísticos no se dan por una razón, sino por un conglomerado de
razones. Respecto a lo que te había comentado de esta invitación a Semefo,3
me da mucho coraje, pues era el momento para hacer su mejor obra, porque
estaban poniéndolos con los accionistas. Aquí es cuando más se hubieran
pulido. Para empezar, hubieran hecho un performance porque lo que los
vieneses hacían eran acciones no instalaciones, las hacían como plataforma
visual a sus acciones, especialmente Schwarzkogler. Esos tambos que puso
Semefo a mí no me impresionan porque yo los he visto desde 1984, me pa-
recen objetos muy conocidos, no me parecía apropiado si tienes capacidad
para hacer otra cosa.
AM Esa “mucha gente” soy yo... Lo importante era estar junto a estas per-
sonas; algunas ya están muertas. Había que tratar si no de empatar, por-
que son tiempos y países diferentes, sí por lo menos de hacer algo con el
mismo grado de desafío que el de estos maestros. A mí a veces se me
ocurren esos disparates, como los que le decía a Teresa, y ellos iban y lo
hacían. La cuestión es que no se necesita tanto dinero para hacer un per-
formance, depende. Pienso que hubieran podido responder al reto que im-
plicaba estar en el mismo recinto que los accionistas haciendo algo
realmente muy radical, algo que ni los propios accionistas hubieran podi-
do hacer. Ésa es la crítica que les hice.
3 Exposición Semefo, Günter Brus, Hermann Nitsch, Rudolf Schwarzkogler, Galería Art &
Idea, ciudad de México, 24 de julio-15 de agosto de 1997, donde se presentaron 18 foto-
grafías blanco y negro y color, registros documentales del trabajo del accionismo vie-
nés y una instalación del grupo Semefo. Cfr. publicación bilingüe editada por Art &
Idea, con textos de Robert Punkenhofer, fundador y director de Art & Idea, Santiago
Sierra, artista y Edgardo Ganado Kim, curador y crítico de arte.
alejandro montoya
250 Había otros grupos en los ochenta, por ejemplo, El Sindicato del Terror.
Yo nunca tuve la oportunidad de verlos, pero supe que hacían performances
bastante violentos.
Roberto Escobar dice que todo era casero, como un juego, el material era
catsup, espagueti, ayuda familiar. Dice que “era muy divertido, es más, mi
mamá me ayudaba y mi tía y mis hermanos. La gente se quedaba así, y yo
me divertía mucho”.
AM Tal vez como diversión sea bueno, aunque él dice que su intención
no era esta cosa de vísceras, sino que era espagueti de verdad, pero la re-
acción de la gente fue otra. Me siento obligado a ser crítico porque sí he
trabajado con vísceras, mucha gente lo ha hecho.
No estoy de acuerdo en que la realidad es muy gruesa y que de pronto
éste o algunos otros grupos caen un poco en el horror gore,4 un poco como
el catsup-performance. La realidad es sumamente áspera, creo que hay que
acercarse con mucho cuidado porque si no, se vuelve a veces hasta parodia
de la propia obra, o sea, de látex... Termina no siendo ni de Hollywood, que
tiene efectos extraordinarios, sino como de las momias de El Santo.
Renato González Mello en una entrevista les preguntó a Semefo: “¿no les da
miedo caer en el pastelazo?” Dijeron que no.
AM Es riesgoso especialmente en el uso del látex porque es un material que
puede captar bien las formas en cuanto a volumen pero en cuanto a textu-
ras se ven como del museo de cera de La Villa... Los vi en el catálogo5 y vi que
ya están cayendo en el gore, hay que tener mucho cuidado con eso.
4 Gore, terror. “Se refiere al cine de extrema violencia y sangre, casi para espectadores
masoquistas. El modelo fue The Texas Chainsaw Massacre (La matanza de Texas, 1974)”.
Jordi Costa. “Terror contemporáneo”, en Alonso Fernando Barahona, 100 Películas de
terror, Royal Books, S.L., Barcelona, 1992, p. 29.
5 Diálogos insólitos. Arte-objeto. Catálogo de la exposición colectiva, México, Sociedad
Mexicana de Arte Moderno, 1997.
alejandro montoya
Semefo dice que utiliza perros muertos o atropellados, y del rastro, anima-
les que vivos no le importan a nadie y que, en cambio, al verlos muertos,
todo mundo protesta.
AM No puedo aceptar ni por razones artísticas que alguien haga algo contra
los animales. Por ahí me enteré de algo así, y pienso que la están cagando.
¿Por qué chingados hacen eso? ¡No inventes!
2 de octubre de 1997
Tomás Parra
256 hule, un poco retomando la idea de De Chirico. Pedro Escudero, pintor que
murió a muy temprana edad, hizo un homenaje a Duchamp, que consistía
en una rueda de triciclo. Recuerdo que Nieto hizo alusión a Picasso con El
Guernica, no recuerdo bien el objeto; tenía un portavelas de mano. Pero
nuestra idea era romper un poco con todo lo que era la plataforma que exis-
tía hasta esa época de todo lo que significaba la Escuela Mexicana y sus
seguidores. Nosotros rompíamos tácitamente con todo esto.
Esta exposición fue intrascendente, duró sólo un día. Y cuando todo
esto se deshizo no tuvimos la oportunidad de volver a exhibir pues queda-
mos rechazados por el medio. Sacamos nuestro manifiesto; por cierto, don
Crespo de la Serna nos hizo una crítica respecto a la postura que teníamos
en ese momento.1 Ése fue mi primer encuentro con objetos.
Años después me vi involucrado, por mis viajes, en exposiciones de ese
tipo. No me interesaba mucho porque no tenía la suficiente conciencia de
lo que significaban realmente, así que no me metía mayormente con ello. Lo
que me importaba era básicamente dibujar, pintar… La cerámica era, diga-
mos, la parte más fuerte; sin embargo, a mi regreso a México en los setenta,
por alguna razón fui convocado por el Salón de la Plástica Mexicana para
ingresar y, como miembro, empecé a participar. Pero luego me di cuenta de
que era imposible hacer cosas ahí, así que comencé a gestar la posibilidad
de separación y nos escindimos 33 artistas. Eran los que nunca habían vuel-
to a participar en la Plástica Mexicana como Leonora Carrington, Manuel
Álvarez Bravo, etcétera, una serie de personajes muy distinguidos que ser-
vían solamente como ornamento publicitario para el Salón. Entonces for-
mamos el Foro de Arte Contemporáneo, que tenía un objetivo muy preciso;
obviamente, de forma colateral se hacían cosas muy importantes. Estaba
Arnaldo Coen con Juan Ibáñez, pusieron en escena un espectáculo fabuloso
que se llamó la Danza hebdomadaria.2 Coen fue uno de los pioneros del
5 Stelarc (n. Limasol, Chipre, 1946). Su nombre es Stelios Arcadiou. Reside en Australia. Se
ha presentado en festivales de música, danza, performance, teatro experimental, etcé-
tera, en casi todo el mundo. Propone la búsqueda de un nuevo cuerpo al cual se habrá
de llegar alterando su “arquitectura” para extender su percepción del mundo. Así, se ha
hecho poner un brazo virtual, una mano artificial, estructura estomacal, una tercera
oreja, carne fractal y ha recurrido al uso de stimbod (sistema de estimulación muscu-
lar): “El cuerpo no es una estructura ni muy eficiente ni muy durable. A menudo fun-
ciona mal, se fatiga con rapidez; su rendimiento está determinado por la edad. Es
susceptible a las enfermedades y está condenado a una muerte cierta y temprana. Sus
parámetros de supervivencia son muy pobres: sólo algunas semanas sin comida, días
sin agua y minutos sin oxígeno”. Tomado de Rose Mary Espinosa, “Stelarc, el cuerpo
inventado”, entrevista vía internet publicada en el periódico Reforma, suplemento El
Ángel, 18 de julio de 1999, p. 5.
6 Cfr. entrevistas a Felipe Ehrenberg, Melquiades Herrera y Raquel Tibol en este volumen.
tomás parra
brasileño que se llama Exedrón, que también hacía espectáculos. Ellos man- 259
daron toda su ambientación y la pusimos en el Foro.
Cuando se inauguró el Foro, en 1978, hubo una cosa en colaboración con
Naranjo, con Enrique Estrada, y creo que Enrique Bostelman. Se llamaba
Tírale al blanco y consistía en que Somoza estaba con la boca abierta con
una pelota, la gente tenía que participar, agarrar las pelotas y tirarlas a su
boca. Era una alusión a la posición política que teníamos algunos de los del
Foro, que estábamos en contra de todo lo que significaba el somozismo en
América.
¿Qué era?
Era una impresión de serigrafía de un espectáculo que nunca se llevó a cabo.
Ahí nacieron dos corrientes, una que manejaba Felipe Ehrenberg, que em-
pezó a meter la impresión portátil, serigrafías y conformó un grupo: Proceso
Pentágono. Llevar una serigrafía portátil se volvió muy importante en aque-
lla época. Podía dar clases de eso, se hacían las serigrafías casi inmediata-
mente y se montaba una exposición. Rocha con un grupo de jóvenes de San
Carlos conformó otro grupo que se llamaba SUMA, que fue muy importante.
Ahí había gente muy talentosa, entre ellos Oliverio Hinojosa, Armando Mo-
rales, Jesús Reyes Cordero, en fin, eran personas decisivas en todos esos es-
pectáculos que se hacían en la calle, cuando se pintaban las paredes. Ellos
fueron los que empezaron a hacer arte en la calle, arte público...
262 unos tipos ahí hablando del teatro de vanguardia. Entre ellos estaba Gurro-
la, un tipo regordete con una presencia y una voz muy preponderante. Me
parece que también estaba Julio Castillo. López Moctezuma comienza a pre-
sentar a Gurrola y él empieza a ponerse en contra y a negar todo lo que él le
decía que Gurrola era, lo que significaba, lo que él había propuesto y Gurro-
la decía que él estaba equivocado, que han sido juegos, nada en serio. Y López
Moctezuma le dice: “Juan José, lo que estás haciendo es llevarnos la contraria,
porque tú sabes que eres todo lo que hemos dicho y más”. Gurrola haciendo
una mueca se voltea y lo ve, le dice: “tienes razón”. López Moctezuma respon-
de: “no, no otra vez, nos estás dando por nuestro lado” y éste afirma: “tienes
razón”. De ahí Gurrola no volvió a decir una sola palabra y quedó como el
héroe de la noche en la pantalla, a mi juicio. Por querer conservar la memoria
de ese momento —entonces no había video—, se me ocurrió fotografiarlo a
través de la pantalla, entonces distorsioné la imagen poniéndole más contras-
te, menor definición, qué se yo. La idea era conservar ese recuerdo y sentirme
cerca de la acción viva, llámese entrevista por televisión, acción viva en teatro,
llámese performance, llámese simplemente provocación…
A partir de ahí me dieron ganas de acercarme a Gurrola. Así que me
puse a estudiar quién era Gurrola, y llegué a él. Cuando estuve en sus manos
lo primero que se me ocurrió fue presentarle mis fotografías, entre otras
cosas porque conocí a Diana Mariscal antes que a él. Ella había sido una de
sus mujeres; la conocí, la fotografié, platiqué con ella, me contó sobre Gurro-
la, lo busqué, lo encontré, llegué a él y le dije: oye, mira, éste es mi material
fotográfico. Me respondió: “déjamelas, quiero escribir algo de esto”. Se las
dejé y empecé a platicar con él; somos grandes amigos. Digamos que parte
de mi “deformación” de estructura intelectual se debe a mi acercamiento a
él. Una noche me llamó y me dijo: “Adolfotógrafo Peyote, quiero que vengas
ahora mismo, tengo un poema para ti”. Fui; me comentó: “escucha” y me lo
empezó a leer y me dejó entre perplejo y todavía sin una conciencia absolu-
ta de cómo lo iba yo a recibir: “ah, verdad, te moví el centro”. Era su frase del
momento, actualmente sé que es: “ah, verdad, te conflictué”. Sí lo movió, lo
empecé a ver casi a diario. Íbamos a muchos lugares, me presentaba a mu-
chas personas. Él conocía a mucha gente de teatro. Entonces yo todavía no
conformaba el grupo Peyote y la Compañía, pero ya me llamaban Peyote
por mis experiencias en principios de los setenta. Me metí a Tepito en 1972.
adolfo patiño
la inauguramos en enero de 1979. Nos dieron un gran espacio, nos fue mejor 269
que a muchos. No era el lugar más apropiado; sin embargo, lo adecuamos.
Fue padre tener que acondicionarlo, manipularlo para nuestra convenien-
cia; de alguna manera inventamos el espacio.
Se presentaron los grupos SUMA, Proceso Pentágono, Baobab, Parto So-
lar, que dirigía Katya Mandoki; y como individuos: Moisés de la Peña y Mar-
cos Kurtycz, con su laberinto. Ahí debutamos como grupo Peyote y la
Compañía. Éramos como diez aceptados de no sé cuántas propuestas.
A partir de ahí empezamos a trabajar con una serie de ideas; integra-
mos fotografía, grabado, monotipo, proyección de transparencias. Interca-
lamos imágenes contrapunteadas sobre consumismo, sobre el colonialismo,
etcétera; eran cosas bastante interesantes: estaban ahí la música, las televi-
siones, los maniquíes, los milagritos y la iconografía que darían fama al
mexicanismo que se daría ocho años después.
Empezaba a elaborarse una serie de eventos que les llamaban perfor-
mance. Yo por la cercanía que tenía con Gurrola le pedí que nos escribiera
unos performances para Peyote y la Compañía, para el Salón de Experimen-
tación. Nos escribió cuatro. Aún conservo el documento en el cual escribió
toda una teorización según la cual el término performance debería reducir-
se a la palabra per, que debería de ser igual a ausencia; por lo tanto una ac-
ción de esa índole —decía— no tiene sentido; una obra que carece de
sentido pero que tiene un valor dentro de su ausencia, algo así.1
Era 1978 y lo fuimos desarrollando en el transcurso del primer mes de
1979, para poder elaborar actividades paralelas y presentar acciones vivas.
Entonces se nos ocurrió hacer una serie de eventos que les llamamos Cuatro
performances de Juan José Gurrola para Peyote y la Compañía y un transfor-
mer. Nos interesa la idea de transformar la palabra, de nacionalizar el con-
cepto, entonces se nos ocurrió escribir algo que se llamaba El transformance
la libertad, donde actuaban todos los miembros de Peyote, fotógrafos, artis-
tas gráficos, cineastas (en ese momento), actores y hasta un perro. Todos
entramos en la acción; hicimos varias versiones con algunas de las propues-
tas de Gurrola. Una que se llamó Calcetines la actuó él mismo. Era muy di-
1 Cfr. texto introductorio “Confesiones de una accionista (casi) de clóset”, en este mismo
volumen.
adolfo patiño
270 vertida, nos llevamos la tarde, tal vez por la intervención de Gurrola. Peyote
continuó con la idea de llevar a cabo otro tipo de acciones vivas en la calle.
Hicimos cosas como participar o integrarnos a pequeños momentos en los
cuales era necesario irrumpir en la plástica, un poco como grupo de protes-
ta, de provocación.
Yo creo que un happening es la provocación de un grupo de artistas o
de creadores visuales para que el público participe, se integre como elemen-
to vivo de la acción propuesta, mientras que un performance se da un poco
más a nivel teatral. El público es observador y participa, pero íntimamente;
no forma parte del evento vivo. El artista está enfrente representando su
acción, el espectador participa emocionalmente pero no físicamente. En el
happening se trata de que participes activamente, se podría decir que los
conciertos de rock son provocadores, son más happening que performance.
Las acciones teatrales, tanto de teatro de vanguardia como de performan-
ce, son más de integrarte emocionalmente.
2 Realizó esta versión con Justiño Balderas dentro de las Jornadas de Performance (no-
viembre de 1990) organizadas por Cuauhtémoc Medina, Renato González Mello, Arman-
do Sarignana, Mongo y Raúl Rauda. Participaron: Roberto Escobar, Usuarios y Operarios,
adolfo patiño
su-basta!, con Tin Tan Tzara. Allí fue tan provocadora que hizo enojar a los 271
miembros de Proceso Pentágono, Víctor Muñoz, Lourdes Grobet. Protestaron
porque se alargó, los callé diciendo: “¿Saben qué?, no soy yo el que está alar-
gando esto. Es mi público el que lo espera y el público merece respeto”. Fue
todo un éxito.
Me di cuenta de que había dos vertientes muy importantes para el per-
formance: la primera de Marcos Kurtycz, que correspondía al drama, la dra-
matización, el sacrificio, el rito, pero bien entendidos; Semefo o Escobar, por
ejemplo, siento que ellos son más el lado dramático que responden a las pre-
guntas filosóficas: ¿Cuál es el valor del ser humano? ¿Para qué la vivencia del
ser humano? Y existe una segunda vertiente que recupera el regocijo, la gra-
cia, lo lúdico y yo me fui por ese lado, también Rubén Valencia, Maris Busta-
mante, Melquiades Herrera, “Tristan Tzara”, Aurora Boreal, Chrysler, qué sé
yo. Nosotros estamos más en la línea del divertimento, de lo lúdico, el lado
cómico. Me di cuenta de que el lado político no tenía éxito ni tampoco fun-
cionalidad absoluta. Nosotros estamos en la búsqueda de la liberación del
espíritu por el lado de lo gracioso, lo ligero; los otros están inmiscuidos en el
dolor, en la vida, en la búsqueda, en el valor de la muerte. Adolfo Patiño está
más del lado de lo lúdico, de la diversión, de la liberación de las tensiones.
Si recapitulamos, a mi juicio, desde 1976, que los eventos callejeros de
los grupos eran casi performances o happenings, ha permanecido más en la
memoria el juego lúdico de Peyote y la Compañía o la extroversión y a la vez
la intimidad de Kurtycz en el dramatismo que la politización de las artes de
Proceso Pentágono. Yo creo que fue más fuerte el sentido con que actuamos
humanamente, intuitivamente, que el raciocinio con el que actuaron otros
compañeros. Y como herencia ahí está El Sindicato del Terror de Roberto Es-
cobar, que podría estar indirectamente inmiscuido con ese sentido de diver-
sión de Chrysler, Los Escombros de la Ruptura, un grupo de Carmen Arellano
y Éric del Castillo, que es también parte de ese sentido lúdico ritualista que ya
272 es una mezcla. Siento que ellos ya son herencias nuestras y algunos de ellos
lo han reconocido, otros no tanto: Martín Rentería, por ejemplo, que le inte-
gra un poco ese sentido de desfile de modas, de pasarela, pero transgredien-
do el sentido de moda o transformando lo que podría decirse fashion y lo
que a mí me gusta es ese sentido de glamour, ese sentido de belleza. Tam-
bién está Chrysler (Luis Carlos Gómez), a quien primero le decían Miss Clai-
rol, luego Luis Clairol, después Chrysler, y Chrysler es performance; ya como
Chrysler se ha presentado en docenas de lugares. El performance en la por-
tada de una revista gringa donde está un tipo con un san Martín de Porres
con un gorro de neón y con unas gladiolas —la foto es de Rubén Ortiz— se
llama 15 mil voltios su acto de repertorio, con un actor trasvesti que se llama
Alejandra Bogue. Se llama 15 mil voltios porque tiene un penacho con unas
muñequeras de neón y todo lo que corría por ahí era el equivalente a esta
cantidad de voltios; estamos hablando de alto voltaje. También lo presentó
en la Toma del Balmori que convocó Aldo Flores, luego en el Mes del Perfor-
mance en el Museo del Chopo en 1992. A esta versión la llamó 15 mil voltios
versión pantimedia, porque la Bogue apareció en pantimedias. Siempre lo ha
ido variando y también lo ha integrado a presentaciones de raves. Chrysler
también es uno de los DJ’s más importantes de México. Lo acompaña y mezcla
la música con su acción. Pero es uno de los performances a mi juicio más ex-
traordinarios que hay de finales de los ochenta y principios de los noventa.
A mí los performances de sangre, vómito, entraña no me gustan. Ese sen-
tido dark con que actuaron muchos chavitos influenciados por el grupo de
rock Bauhaus y los grupos dark de Joy Division y la idea del suicidio, de la
muerte, son como un principio del sentido decadentoso que vivimos. Siento
que en una sociedad como México, a pesar de tener cierta fracción decadente,
todavía no estamos a los niveles de Nueva York, Ámsterdam, Alemania.
Joseph Beuys hace una enorme burla cuando dice: “todo hombre puede
ser un artista”, pero todo hombre que se parezca a Joseph Beuys, no cual-
quier hombre de la calle. Y los chavitos descubren a Beuys después de su
muerte. Cuando lo llevan a Nueva York y lo vuelven gran estrella con aquel
encuentro famoso, obligado, entre Beuys y Warhol, se confrontan, se encuen-
tran, de ahí se conoce quién es Beuys, hasta 1987. Y no se dan cuenta de que
en su famosa frase hay entre paréntesis una gran ironía: “si eres del primer
mundo, del mundo altamente tecnologizado y altamente desarrollado y alta-
adolfo patiño
mente vivido y acabado como fue Europa, ahí lo puedes hacer, ahí lo puedes 273
demostrar”. Fuera de ahí, trae a Beuys a México, Beuys en México es nadie.
274 una acción, tal vez de grupito, pero ¿cómo es posible que se olviden tan rá-
pido de las acciones vivas?
ba Marco de referencia libro bandera III, porque en 1980 ya habíamos hecho 275
un libro-bandera como Peyote y la Compañía, donde se doblaban verde,
blanco y rojo de forma simétrica para abrir el ejemplar. De ahí vino la idea
de hacer libros de artista y ése fue uno de los primeros que hicimos. Después
retomé de forma independiente ciertos síntomas que se habían dado en la
época grupal. En 1983 empezamos a individualizar más el trabajo, pero se-
guimos siendo miembros de Peyote y la Compañía. En 1984 hicimos la últi-
ma no-exposición que se celebró en el Centro Cultural José Guadalupe
Posada (Dinamarca y Hamburgo). Fue la última muestra y la primera donde
se integraron tanto los fotógrafos independientes como Peyote y la Compa-
ñía en un solo grupo que iba a ser Peyote; digamos que ése fue el principio del
fin del grupo... Yo creo que fuimos el grupo que se mantuvo más tiempo des-
pués de la ruptura de Los Grupos. Fue hasta 1984 que nosotros insistimos; sin
embargo ya no se dio más, intentamos, mantuvimos el nombre, tratamos de
hacer otras cosas, pero ya no fue posible: ya no se daba por los intereses de
cada quien. También pasó con la gente de otros grupos Mira, Março y grupos
tardíos como el No Grupo. Grupos como el TAI realmente se inventaron para
salones... no tenían más función que presentarse en el Salón de Jóvenes de
París, por ejemplo, y jamás volvieron a hacer nada, surge de la ENAP, bajo la
dirección de un académico de ahí, Armando Torres Michúa, y se acabó, pri-
mera y última vez que se presentó.
Veo que casi no hubo herederos de lo que ustedes hicieron porque no hubo
documento, no hubo nada, tomaron más del extranjero porque había más
libros de afuera que de aquí.
Muchos estuvieron estudiando o preparándose fuera de estas fronteras y
cuando regresaron no conocían la historia de esta parte del continente.
276 cuelas, las iglesias y los credos, que se aparten de mí”, algo así como: forman
parte de mí, los entendí, pero ya no más.
Yo creo que la crisis tiene mucho que ver con la crisis de las artes visua-
les, la experimentación, la vanguardia, la revolución del arte que se estan-
ca, los artistas buscan cómo vivir bien porque están conscientes de que lo
que saben hacer es arte y si el arte tiene una buena cotización hay que
conseguirla a como dé lugar. Ahí podemos ver la individualización de una
serie de elementos de lo que fue el elemento grupal, empezando por Gabriel
Macotela que, por estar cerca de la galería Pecanins, se le ubicaba ya como un
pintor individual, aunque formara parte del grupo SUMA. Santiago Rebolledo
trató de ubicarse pero no le fue tan bien porque su trabajo no era tan vendible.
Chucho Reyes Cordero se regresó a su natal Zacatecas. Hay gente más apta
para los negocios en el arte; Felipe Ehrenberg es un ejemplo; el sabía cómo
ubicarse consiguiendo becas, dando cursos, vendiendo su trabajo, se dedicaba
a hacer dibujos de la visita del Papa a México en Canal 13, y hacía los dibujos
que se veían en la pantalla. Le pagaban por hacer ese tipo de cosas.
3 Se trata del nombre de un curso que impartía Felipe Ehrenberg y que después se con-
virtió en el libro El arte de vivir del arte. Manual para la autoadministración de artistas
plásticos, Biombo Negro Editores-Conaculta-Fonca, México, 2000.
adolfo patiño
y se los voy a demostrar. Ahora ando de capa caída medianamente, yo sé que 277
con el tiempo cuando se recapitule, como dijera Edgardo Ganado Kim en la
conferencia de Diálogos insólitos:4 “en este fin de milenio vamos a entrar en
una serie de revisionismos”, cuando ese revisionismo llegue a concretarse y
se haga de forma real, exacta, vamos a ver quién es quién.
¿Qué pasa en los noventa? Se globalizan la cultura y el conocimiento,
y tienes acceso a cualquier parte del mundo, a cualquier fracción de la his-
toria a través de la electrónica, el fax, el internet, las enciclopedias electró-
nicas y demás. En un diskette de 120 gramos tienes veinte tomos completos
que antes nos teníamos que chutar en cincuenta kilos de impresiones. No
puedes creer eso.
278 dice que es too much, pero no se dan cuenta de que realmente es un baluar-
te. Al igual que los nacionalismos dados en el México de los veinte, escribe
Teresa del Conde a propósito de una carta que le manda Felguérez5 donde él
habla de cuál era el sentido en el que querían atacar el nacionalismo de los
muralistas, yo siento que crearon un caos tremendo para la ubicación y la
identidad real del arte mexicano. Yo voy más con el sentido mexicanista de
la escuela mural de los veinte y los treinta que lo que se hizo en los sesenta,
con la Ruptura. Ésta se ha tratado de sostener y lo sigue haciendo de alguna
manera, si no, no habrían exposiciones de Felguérez, de Cuevas y de Soriano.
Lo que importó es que tenían un cronista, historiador, un crítico. Ellos tuvie-
ron quien los apoyara teóricamente y nuestra generación no. Y ahora pasa
que, con la nueva generación, Abaroa escribe, Arce escribe de Gruner, ella
de Vargas-Lugo y ahí van; entendieron bien la clase que nos dio “La Mafia”6
de los sesenta. Lo bueno es que va a haber historiadores interesados en diez
o veinte años y va a haber una recapitulación.
Decía Diego Rivera: “Las artes visuales son tan importantes para el ser hu-
mano como las funciones digestivas”.
Él por goloso decía eso, yo podría decir que son más de la naturaleza de la
sensualidad, puedes recorrer con la mirada El beso famoso de Rodin, esa
réplica que hay cerca del MAM, la puedes ver y te das cuenta con qué placer
5 Se refiere al artículo Lo que decía Felguérez, donde Del Conde cita la carta que Felgué-
rez le envió en enero de 1976: “nuestra lucha fue más bien ideológica contra aquellos
que desde sus puestos burocráticos trataban de impedir cualquier otro tipo de arte que
no fuera el que ellos hacían. [...] Sin embargo, ahora veo que desde otro punto de vista
fue todo lo contrario. [...] Todos nosotros, muy jóvenes aún y principiantes, tuvimos la
suerte de estar en galerías”. Teresa del Conde, La Jornada, 22 de julio de 1997, p. 26.
6 Cfr. entrevista a Manuel Felguérez.
adolfo patiño
la hizo el escultor, te metes y formas parte de su vivencia y dices qué bonito 279
hacer una cosa como ésta.
Ésa es una acción propositiva, pero ¿que pasó en el lapso de 1982 a 1997 con
la acción?
Aparte de Tin Tan Tzara y los performances llamados su-basta de arte, se
abrió al performance el LUCC7 y los lugares que ya mencioné. Y después me
dediqué básicamente a hacer mi obra por comisión para gente que le inte-
resaba mi trabajo. Empecé a elaborar más cajas casi a nivel privado. Mi últi-
ma exposición importante fue en 1992, en el Museo de Arte Carrillo Gil,
Animismos. Estos últimos cinco años no he hecho individuales, no he hecho
performance público, no he hecho acciones vivas porque de pronto empezó
a soltarse toda una moda.
A lo mejor yo empecé a cerrarme a presentar acciones cuando se elabo-
ra todo este sentido de la globalización, que no me interesa mucho; no creo
en ella tanto como los jovencitos veinteañeros que la tienen tan presente.
No me interesa el sentido de internacionalización, me interesa más que
nada el valor de ubicación histórica. Se va a dar, mientras más viejo te vuel-
ves más importante eres. Si tienes persistencia y sobre todo propuesta y
calidad, eres constante, estás presente, eres elemento de historia. Yo no lu-
cho por estar ahora del lado de nadie; yo simplemente elaboro mi trabajo
con cierta calma, con cierta tranquilidad y sé que tarde o temprano habrá
un resurgimiento de mi generación y una revaloración real y absoluta.
Fundas tu galería, La Agencia, en 1987, ¿que pasa ahí?, ¿haces o no acciones ahí?
No mías, mi acción era hacer La Agencia; tener ese espacio era como tener
una enorme caja que se llenaba con los demás elementos, que eran los pin-
tores que invitaba a participar en las exposiciones. Siempre era distinta de
una semana a otra, de un mes a otro. Pero la idea que tenía era presentar el
arte que se daba a fines de los ochenta y ver hasta cuándo aguantaba La
Agencia; resistió hasta 1995. En sus años de furor, en 1988 presentamos al
280 grupo El Sindicato del Terror, llevamos a cabo uno de los primeros perfor-
mances en galería donde se hacen acciones vivas y presentamos a esta gen-
te de la cual formaba parte un buen número de jóvenes artistas y algunos
músicos que tienen que ver con el performance. También presentamos el
Primer Salón de Videoarte y el Salón de Desnudo de Fotografía en 1989, que
tuvo un éxito inusitado. Entonces La Agencia se volvió una de las primeras
galerías que tuvo la propuesta de ser alternativa en cuanto a que presentaba
arte nuevo en combinación con el arte, digamos, “establecido”, el tradicional
contemporáneo; estamos hablando de Irma Palacios, Nahum B. Zenil, Julio
Galán, Reynaldo Velázquez, Alberto, José, Miguel y Francisco Castro Leñero,
Ilse Gradwohl, ese grupo de gente al lado de otros como Néstor o Héctor Qui-
ñones, Rubén Ortiz, Mónica Castillo, recién llegada de Alemania. Docenas de
artistas desfilaron por ahí, conocidos y no conocidos, jóvenes y no jóvenes. La
idea era presentar todo el espectro de las posibilidades y propuestas que se
daba en la plástica. Gente que pasaba por México temporadas como Robin
Rom* o Eugenia Vargas. Digamos que yo era el dirigente de La Agencia y con-
tinuaba con la idea grupal, con ese sentido gregario que siempre me ha mo-
vido, desde principios de los setenta con mi grupo cultural JAVERA.
Hay un proyecto que he querido desarrollar que en algún momento
podrá cuajar y madurar que sería R. Mutt Project, llamado así por la firma
que pone Duchamp en 1917 al urinario. Este proyecto pretende hacer accio-
nes en espacios no creados para la exhibición de artes visuales y tomar una
vez más la calle, como lo hicimos en 1976. Cualquier espacio que pueda ser
factible de uso a manera de instalación temporal, efímera, action painting
o de realizaciones virtuales, trabajos esporádicos en un terreno baldío, en
una peluquería, en un salón de belleza, en una panadería, o sea integrarnos
al uso cotidiano. El arte puede ser un objeto tan factible y tan asequible
como puede ser una concha, una rebanada, un panecito, pastelito, unos Do-
ritos, un Carlos V, un corte de pelo y demás. Fue entonces que quienes toda-
vía seguimos siendo Peyote y la Compañía, con el humor de aquellos años,
tuvimos la idea de desarrollar el R. Mutt Project, con la finalidad de invitar a
gente más nueva, más joven, más propositiva y que pudiera romper un poco
las fronteras de que el arte válido es el que se presenta en exposiciones en
la pared, en el suelo o en los espacios que se llaman galerías, museos o cen-
tros culturales.
adolfo patiño
Continuar con ese sueño juvenil es mantener la frescura de las opcio- 281
nes plásticas y también lo es el seguir haciendo un arte vivo, performance o
no performance. No hay que institucionalizar, a mi juicio, los términos y las
acciones, sino que hay que tratar de transgredirlas para trascenderlas. La
idea es ir más allá de lo que uno mismo propuso cuando tenía veinte años,
y que a los cuarenta puedas romper con esas reglas, porque hay que rom-
perlas constantemente, y cuando tengas sesenta puedas hacer algo todavía
más extraordinario. Trascender tus propias limitaciones, las que tú te pusis-
te en cierto momento.
¿Qué tanto crees tú que tenga que ver el ritual con el performance? Aunque
son dos cosas muy distintas, creo que especialmente Kurtycz tomaba cosas
del ritual para sus acciones. Tomando las distancias pertinentes y teniendo
en cuenta que su intención es completamente distinta y lo mismo la ma-
nera de hacerse, etcétera, pudiera ser, en casos especiales, una especie de
ritual muy personal, ¿qué opinas?
El último performance que hice, en 1992, Tratado mi cuerpo, mi continente,
tiene y encierra mucho de ese sentido ritual que es cuando, digamos, cam-
bié un poco: el performance tiene que ser dramático-ritual o cómico-irónico.
En mi último performance en el Museo del Chopo previo a la clausura del
Primer Mes del Performance en 1992, se celebraban quinientos años del des-
cubrimiento del continente americano, entonces hice este evento absoluta
y totalmente ritual, como que es un entendimiento y a través de los años
me doy cuenta que tengo que desarrollar. El ritual yo creo que sí tiene un
enorme sentido performático y el performance se ha nutrido del ritual. Por
ejemplo, estaba leyendo la Revista de la Universidad de junio de 1997, donde
Carlos-Blas Galindo narra un par de performances de Laura Anderson Bar-
bata.8 Laura ha estado viviendo en el Amazonas y ha profundizado en el
conocimiento de una cultura ancestral que persiste a pesar de la globaliza-
8 Laura Anderson Barbata (México, 1958). Profesora en la Escuela Nacional de Pintura, Es-
cultura y Grabado “La Esmeralda”. Desde 1992 trabaja en el ámbito social y público; inició
proyectos en el Amazonas de Venezuela, en Trinidad y Tobago, Noruega, Estados Unidos
y México. Su obra está presente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el
Museo de Arte Moderno de la ciudad de México y el Landesbank Baden-Württemberg
en Stuttgart, Alemania.
adolfo patiño
282 ción y en la cual ella trata de encontrar ese valor ritual y lo que éste signifi-
ca para su sentido espiritual, para su sentido anímico. Yo creo que sigue
teniendo un enorme valor rescatar los ritos a través del performance, los
ritos de vida y muerte, los ritos de iniciación, los ritos de sacrificio, como dijo
Breton: “México era surrealista sin proponérselo”, entonces podríamos decir
que México es absolutamente un país performático sólo por sus rituales.
Duchamp hizo uno de esos rituales al descontextualizar el urinario y
meterlo a una galería, a un concurso de escultura y pintura donde lo llamó
Fuente, lo descontextualizó de su uso real con un sentido estético.
Yo creo que casi toda acción o toda presentación de objetos en la urbe
mexicana, europea, gringa, sajona, latinoamericana o donde sea, incluso en
tu casa, cualquiera de esas cosas, métela a una galería y va a tener una be-
lleza que deriva de la descontextualización y recontextualización. Le das
una magnitud estética que puede llegar a ser arte o no, pero puede ser muy
bello verla: los montones de jitomates, los montones de cacahuates o una
manta bordada por los indígenas mexicanos o de las mantas que eran cos-
tales de harina con unas impresiones muy bonitas, cuando ese valor artesa-
nal era muy frecuentado, muy elaborado.
Mucha gente ha sacado los rituales de su contexto real y los ha metido
a una galería. José Bedia, el cubano, ¿no es lo que ha hecho? ¿No es también
lo que de alguna manera hizo Ana Mendieta?9 Descontextualizó rituales
reales y los elaboró con un sentido personal y trascendió su naturaleza: de
ser un ritual efímero o constante de una cultura los volvió una pieza de arte.
Yo siento que tiene que ver mucho con este juego de las artes que vuelve
conscientes a los observadores de su mundo inmediato, les da esa revalora-
ción estética, filosófica, teórica, conceptual de lo que es su hábitat.
Son manifestaciones que sí tienen una intención de ritual, pero que a la vez 283
se salen del ritual. Además, todo el pueblo participa, incluso los niños. Están
en todas las calles y son muy creativos. Se ponen cuanta cosa encuentran,
con un montón de basura hacen unas cajas maravillosas, se las ponen en la
espalda con botellas, latas, muñecos; son impresionantes.
Xavier Quirarte, del Grupo Fotógrafos Independientes, capturó algunas imá-
genes del 12 de diciembre, de los danzantes, y había entre ellas una que yo
sigo teniendo en mente. Un tipo se hizo un traje, una chamarrita y unos
pantalones bordados no con lentejuela, sino con corcholatas aplanadas;
todo el traje eran corcholatas. Es una maravilla, como un tipo que una vez vi
en La Lagunilla: se hizo un chaleco con los tazos que daba Sabritas y se le
ocurrió unirlos con argollitas hasta conformar un chaleco. Unas semanas
después vi en la exposición de Pierre Cardin en el Museo de la Estampa unos
vestidos de los sesenta que eran como magicromos de plástico que se mo-
vían. Era un mini, tenía la misma conformación pero en monogramitas cua-
driculados ensamblados.
Miguel Ángel Corona hizo con este tipo de vestidos, entre otras cosas, un
desfile performativo muy interesante.
La única que me gusta del arte trendy es Sofía Táboas que hizo esas cosas en
el MAM10 con las capsulitas, los anillitos. Ella es la única que guardo en mi
memoria, fuera de ahí, de lo demás no me acuerdo... Yo sigo alucinando las
corcholatas. Un día me voy a hacer un saco, un chaleco.
Sí, Sofía hace eso que tú dices: descontextualiza un elemento como los sa-
leros y hace esta víbora. Es un elemento cotidiano y tiene valor nada más
porque “yo, artista, lo digo”. ¿O no?
Es una acción absolutamente duchampiana; él fue un performer. Ya estaba
haciendo una acción, por ejemplo, cuando cambió su imagen de hombre y
se disfrazó de Rose C’est La Vie y dijo: “es la representación de mi alter ego
femenino”. En México el que hizo eso fue Gustavo Prado, que se cambió a
10 Acné o el nuevo contrato social ilustrado. Exposición colectiva curada por Carlos Ashi-
da y Patrick Charpenel, Museo de Arte Moderno, México, noviembre de 1995. Partici-
paron Eduardo Abaroa, Marco Arce, Abraham Cruzvillegas, Daniel Guzmán, Sofía
Táboas y Pablo Vargas-Lugo.
adolfo patiño
284 Aurora Boreal, y luego este fotógrafo japonés Yasumaza Morimura que es-
tuvo en el Tamayo, y Cindy Sherman. Todos ellos hacen acciones frente a sus
cámaras, son performances íntimos que se convierten en elemento para una
fotografía. También siento que esta fotografía tiene mucho que ver con la
idea del performance, porque a partir de ella puedes ser quien quieras.
1 Jornadas del Performance en el Museo de Arte Carrillo Gil, noviembre de 1990, cfr.
texto introductorio, “Confesiones de una accionista (casi) de clóset” y entrevista a
Adolfo Patiño, en este volumen.
gustavo prado
Siempre he tenido la idea de que el trabajo de los jóvenes se pierde. Por 287
eso tuvimos la inquietud de hacer una convocatoria para estudiantes de
arte que hicieran performance. El primer día se presentaron tres grupos, al
siguiente seis, y al final, en la cuarta semana del Mes del Performance, que
fue septiembre de 1992, ya teníamos diez grupos diarios, 19 personas ha-
ciendo performance diario.
Y sucedió una de esas cosas accidentales, que se cayó la Bienal de Poe-
sía Visual en el Museo Universitario del Chopo. Quién sabe qué pasó, ha-
bían traído a gente del extranjero que hacía poesía visual y entraban
perfectamente dentro del proyecto de performance. Llegó el francés Serge
Pey;2 él nos apoyó mucho para conseguir a los extranjeros que en ese mo-
mento estaban en México. Al final teníamos unos diez extranjeros. Curio-
samente en este primer concurso de performance no teníamos premio, el
premio era un diploma, porque no teníamos el apoyo de nadie y se hizo
con un presupuesto nulo.
Conocíamos la visión del performance de los artistas visuales, pero
también había otra como la que estábamos viendo con lo de Poesía Visual
que venía de la danza. Por ejemplo, Raúl Parrao de Uxonodanza (Danza Bi-
zarra) era absolutamente performativo y nosotros suponíamos: “¡ah, debe
haber performance de teatro, de danza, performance de cada sabor, ¿no?” Y
fuimos a la Escuela de Danza, a la de Teatro, desde la Nelly Campobello has-
ta todos los Cedart, a invitar a los jóvenes, y sí tuvimos grupos que venían
de todas las escuelas.
De los grupos de jóvenes estuvo Inseminación Artificial, alumnos de
Maris y de Melquiades, la gente se invitaba sola. Estuvieron Martín Rente-
ría, Carlos Jaurena, Roberto Escobar, Adolfo Patiño, él lo hizo en la clausura;
estuvo Marcos Kurtycz, que hizo una cosa bastante interesante: se colgó del
techo del Chopo; Melquiades, mucha gente. Al principio presentábamos po-
cos performances. Casi, casi fueron los amigos, la gente que conocíamos de
La Esmeralda la que se aventó su numerito... El primer día estuvo un chavo,
Alfredo Matus, un grabador y Frank Zamora. Era muy curioso que ellos lle-
varan a un señor, al novio de su tía o algo así, a contar chistes. Era gracioso
2 Serge Pey, poeta francés fundador de las revistas Émeute y Tribu. Conocido por sus
performances poéticos que exploran la ritualización del lenguaje en la poesía en voz
alta.
gustavo prado
288 sacarlo de su contexto: en todas las fiestas contaba chistes; entonces el se-
ñor salió ahí en el escenario súper sacado de onda, contó cinco chistes y se
fue. Ganó el premio-diploma, no económico, 19 Concreto que llevaron un
árbol y lo enterraron en la sala grande del Chopo, lo serrucharon y le hicie-
ron un ataúd. En esa ocasión también participó Elvira Santamaría.
290 para ser glamourosos como las mujeres, ni tanta capacidad para el show
cabaretero como Marlene Dietrich, entonces pensé que Aurora tenía que ser
una mujer como de los años cuarenta. Traía yo esa inquietud de hacer ese
tipo de performance. Jaurena quería que saliera una “vestida” cantando, yo
dije: ¡Aquí, yo quiero mi debut! Y fue la primera vez que salió Aurora. Canté
dos canciones al final del performance de Jaurena. Me quedó el gusanito de
seguir con Aurora, y ella empezó a hacer performances.
Yo me llevaba mucho con Armando Cristeto, con Marco Antonio Pache-
co, con puros fotógrafos, con Patiño.4 No estaba yo ni en el medio conceptual
ni el medio pictórico. Aurora, fotógrafa y artista del performance, nació por
una anécdota de cuando yo era chiquito. A mi mamá y a mi abuelita les
encantaba la fotografía. Conocían el Foto Estudio Martínez Caballero, en
Obrero Mundial. Ellas se tomaban fotos de estudio con todo y a mí cada
mes me hacían un disfraz distinto, que tenía por única función ir al estudio.
Allí me llevaron desde que nací hasta los trece años. Mandaban a hacer los
disfraces con una costurera. Mi mamá y mi abuela hacían foto construida,
llevaban las cosas para la construcción, el montaje de la escena. Por ejemplo,
para la de rey, mandaron a hacer capa, corona, cetro. Evidentemente yo era
hijo único y de estas fotografías mandaron hacer alteraciones de color, pe-
lirrojo, güero, ojos azules, verdes, etcétera. Yo llegué veinte años después con
la misma señora del Foto Estudio disfrazado de Aurora Boreal. Entonces Au-
rora empezó a hacerse fotografías. Hice esta primera serie y me la premiaron
en la Bienal de Fotografía. Aurora comenzó a tomar una vida de performance,
o sea, yo había hecho performance con Aurora en Venganza de rey, El home-
naje a Lady Di en La Esmeralda. Luego hice uno en una cosa que organizó el
Polyforum Cultural Siqueiros que se llamó Arte nativo alternativo. Ése tam-
bién fue como un festivalito de performance, ya después del Chopo, en el año
inter Chopo-X’ Teresa. Pero de repente Aurora dejó de hacer performance
como estructura escénica. Se supone que el performance no debe tener narra-
tiva como en el teatro, pero es muy raro el que se salva de tenerla. Todo mun-
do tiene un guión estructurado como en los lenguajes teatrales.
Aurora fue a la inauguración del Centro de la Imagen. Ella tenía a sus
amigos, una vida totalmente aparte de la mía. Me pasaba una cosa muy
4 Adolfotógrafo.
gustavo prado
Sí, cómo no. ¿Por qué hablas de ella en pasado?, ¿ya nunca la vas a revivir?
Yo creo que no, cumplió su ciclo de manera adecuada.
Imagínate que el performance y el arte conceptual, muchos de sus pro-
blemas son de semiótica, semántica, análisis y estructura del lenguaje. El
lenguaje tiene sus formas de arte que son la escritura, la narrativa, el ensayo
y demás, y en las artes visuales tienes otras cosas, es decir, cada una tiene
sus cosas. Y la semiótica y todo eso son herramientas de análisis pero no
pueden ser herramientas de construcción porque se vuelve una obra muy
críptica. Entonces en el arte conceptual les pasa que se pierden mucho en el
problema del lenguaje, y al final cuando se lo enseñas al público no lo en-
tiende. Yo digo que la artista conceptual más grande del mundo es Helen
Keller, porque como era sorda, muda y ciega de nacimiento, no estructuraba
su pensamiento como los demás humanos, lo hacía a través del lenguaje
muscular. Eso no lo podemos imaginar. Ése sería realmente el problema
del arte conceptual, estructurar un lenguaje que nadie más ha pensado.
Me preocupa mucho que el público no pueda entender el arte conceptual.
Aurora tiene dos niveles de lectura. Uno, el de los iniciados, el de los
trescientos que somos la chorcha, y el otro, el del público que podía ver las
fotografías que les recordaban las que todos tenían de su tía. Una vez Nino
Canún hizo un programa de pintura y otro de fotografía y preguntó a la
gente en la calle: “¿Usted qué opina de la pintura?” Y uno contestó: “¿Sherwin
Williams, Eco, Comex?” Y en el de fotografía: “¿Cuántos géneros hay de foto-
grafía?” Y un señor contestó: “ovalito, pasaporte...” Ahora las grandes masas
de población no tienen goces estéticos dentro del arte porque el arte dejó de
reconocer como obligación el producir el goce estético, el producir ese tipo
de discursos visuales y está en otras cuestiones. Ahora el placer estético lo
tienen a partir de la publicidad, la propaganda y el videoclip, entonces el
arte perdió sus obligaciones, pero también sus derechos y nadie lo entiende
y a nadie le interesa realmente fuera de nuestro medio. Ésa era un poco la
preocupación de Aurora.
gustavo prado
Platícame de X’ Teresa...
Lorena Wolffer era la subdirectora del Museo Cuevas, y Eloy después del mes
del performance andaba haciéndole ojitos a varias personas para ver si con-
seguíamos un apoyo que nunca se dio. En el Museo Cuevas, Eloy se enteró
de que Lorena estaba pintando con sangre y él también pintaba con sangre.
Así fue su acercamiento con Lorena y la invitó al Mes del Performance. Ella
andaba con el que daba los permisos de suelo de toda la ciudad y “le regaló”
X’Teresa, que iba a ser dedicado al performance y a las formas “tradicional-
mente alternativas”: instalación, arte conceptual, todo eso. Entonces hici-
mos el proyecto y todo gracias a Lorena, porque realmente fue gracias a la
influencia de Lorena, que se logró conseguir el espacio. Así se hizo el Segun-
do Mes del Performance, esa vez el jurado eran Maris Bustamante, Roberto
Escobar y alguien más.
gustavo prado
También el Chopo estaba muy interesado en quedarse con el Mes del 293
Performance pero en ese entonces cambió la dirección, se perdió la idea y
nos esperamos hasta hacerlo en X’Teresa. El Segundo Festival fue en octubre
de 1993. Pero Eloy no contaba con que Lorena estaba más enferma de poder
que él y llegó un momento en que Eloy le estorbó. Lorena tenía los contactos
y todo para tener el espacio, pero lo que nos pasaba a nosotros es que éra-
mos unos escuincles. Lorena tenía veinte años en 1992, yo tenía 22. Ella ne-
cesitaba una figura que fuera reconocida dentro del medio, que tuviera más
contacto con los artistas para poder llegar a todos los artistas conceptuales,
a todos los artistas del performance. Ésa fue la primera función de Eloy,
después cuando ella había llegado con todos y había establecido los contac-
tos, él salió. Yo le había dicho a Eloy: “bueno, ya tienes el espacio y ahora me
lo estás llenando de niñas fresas y lo que quiero saber es si, neta, me vas a dar
un sueldo, porque el primero lo hice por amor al arte, y literalmente hasta
dinero de mi bolsa ponía yo para las producciones, pero ahora págame, ¿no?
Ya eres director de aquí”. “No, yo no puedo”, entonces le dije: “Eloy, lo siento
mucho, el proyecto es mío pero haz con él lo que quieras. Yo ya no voy a estar
contigo”. Yo salí y después salió Eloy. Curiosamente ahí pasó algo interesan-
te, el Primer Mes del Performance5 fue algo absolutamente festivo, vivo, fres-
co, sin complicaciones, sin mamonería y el primero en X’Teresa6 ya era otra
cosa, era muy institucionalizado. Eso empezó a ir como en ladera, así que
cuando de repente Lorena tumbó a Eloy, a media comunidad performancista
no le pareció. Ahí se empezó a desarmar el proyecto. Cuando lo retomó Eloy,7
X’Teresa ya estaba muerto. Pienso que Lorena quiso como extranjerizar
todo. Ése era mucho su juego, suena muy tonto y cuando lo he hablado me
dicen fascista xenófobo y no sé cuántas cosas más, pero esa extranjerización
total no creo que sea conveniente y perdió la frescura del Primer Mes del
Performance. Era una chava muy abierta, ahora... mira, ya todo es muy solem-
ne; una de las consecuencias es que le quitó la vitalidad. Y ahorita en México
ya realmente no se hace performance. ¿O tú crees que sí?
Eso le podría dar cierta frescura, que fuera hasta gente de otra clase social, 297
de otro color...
¿Tú crees que sean Los Grupos un antecedente para los artistas actuales?
Siento que no hay conexión.
Efectivamente no hay una conexión. Y también es culpa de las escuelas. No
se muestran Los Grupos en ningún lado, no existen textos.
SOY MARIO RANGEL FAZ; pertenecí al grupo SUMA.1 Nos reuníamos en la Acade-
mia de San Carlos de 1976 a 1982, y en él desarrollamos un trabajo que partía
de un taller de experimentación visual en el que el parámetro académico
era el taller de pintura mural y se cuestionaban un poco los valores y los
conceptos emanados del surrealismo y de la Escuela Mexicana de Pintura,
ya que nos parecía que el último cuarto de siglo el arte público había perdi-
do sentido.
Decidimos salir del taller y de la concepción del muralismo a pintar a
las calles. Tratábamos de llevar nuestra pintura o nuestros intereses perso-
nales a la confrontación pública y cotidiana y ver qué respuesta tenía el
público de la calle, sin ninguna pretensión más hacia gente informada y
sensible, sino al público que pasaba cotidianamente fuera de las estaciones
del metro, afuera de los museos.
1 El grupo SUMA estuvo integrado por Óscar Aguilar Olea, José Barbosa, Teresa Cito, Palo-
ma Díaz Abreu, René Freire, Oliverio Hinojosa, Armandina Lozano, Gabriel Macotela,
Ernesto Molina, Alfonso Moraza, César Núnez, Hirám Ramírez, Armando Ramos, Mario
Rangel Faz, Santiago Rebolledo, Jesús Reyes Cordero, Ricardo Rocha, Jaime Rodríguez,
Patricia Salas, Alma Valtierra, Luis Vidal y Guadalupe Sobarzo.
mario rangel faz
2 Punto de coincidencia que, entre otros, generó una gran amistad entre Mario Rangel
Faz y Marcos Kurtycz, cuya inquietud de incidir en el paisaje urbano era similar.
mario rangel faz
donde iba pasando la manifestación. Era la época de las huelgas de la UNAM 301
y del STUNAM, por eso participábamos: éramos parte de San Carlos, teníamos
que ver también. O nos integrábamos a un acto de huelga de hambre de desa-
parecidos politécnicos: llegábamos y poníamos una manta en la que las
imágenes que utilizábamos tenían que ver con los retratos de los desapare-
cidos que portan sus madres. Utilizábamos el icono para apoyar, buscar y
solidarizarnos. Todo mundo decía que nuestro trabajo era muy político, pero
más bien era social, porque nosotros no teníamos ninguna conciencia políti-
ca y tampoco teníamos parámetros políticos. Aunque personalmente cada
quien tomaba de donde podía.
Era nuestra realidad; queríamos transformarla a través de un trabajo
público. Participábamos en este tipo de eventos tratando de cambiar la ma-
nera de hacerlo, ya fuera una manifestación, una huelga de hambre, una
inauguración. En el Foro de Arte Contemporáneo, por ejemplo, ahí sí eran
más directos. Ahí sí ya podría llegar a ser como un happening. Porque la
diferencia que pongo entre el happening y el performance es que éste tiene
un apoyo tecnológico más fuerte que el happening, que nada más sucede.
La palabra es “sucediendo” y el performance no es así; ahí ya hay todo un
trabajo de producción previo para llegar a crear estas imágenes a través de
un ritual donde utilizas tiempo, espacio y una serie de valores que pueden
ser literarios, cinematográficos, plásticos, no sé. Puedes ir agregando más,
un discurso, un acto religioso, un masaje, un acto curativo, para crear una
imagen que está tratando de comunicar ideas.
Yo creo que en los ochenta en México el performance que se hizo fue
más multidisciplinario porque era necesario tener las diferentes técnicas o
tecnologías, entonces se necesitaba al poeta, al fotógrafo o al videoasta. En
los noventa la tecnología ya es tan accesible y, en el performance, el artista
visual puede tomar esos puntos y utilizarlos desde los parámetros del artis-
ta plástico que son muy diferentes a los de las otras personas, a la manera
de producir, de ver y de hacer. Entonces creo que ahorita se está acercando
más a lo que en los setenta era el performance, que todavía como que no se
aceptaba, aunque sí podía haber intentos de hacer performance.
En el Primer Salón de Experimentación se intentó hacer los domingos
culturales, Marcos Kurtycz realizó acciones, Adolfo Patiño también, una se-
rie de personas las hicieron. Ya se buscaba, el Estado promovía esos actos ya
mario rangel faz
302 con una validez dentro del estrato de las artes, pero yo siento que hasta los
ochenta esto se desarrolló más hacia el espectáculo, porque fue cuando se
empezó a tener acceso más fácil a la tecnología, pero siempre con el técnico
atrás. En los noventa ya no necesitas del técnico, ahora puede haber perfor-
mance que viene desde los puntos de vista del músico o del artista visual. El
resultado son cosas que a veces tienen que ver, porque se presentan en un
espacio común, pero que no buscan lo mismo.
Como grupo SUMA fuimos a la Bienal de París y ahí había performance
de los grupos ingleses, pero eran la elite menor de treinta años en ese mo-
mento en París, decían que ya era la muerte del arte conceptual porque ya
estaba en la iglesia que era este gran museo de La Villa de París, que después
fue el Centro Georges Pompidou; en ese momento apenas lo inauguraban. Ya
en 1977 decían que el arte conceptual no tenía nada qué hacer porque ya es-
taba en la iglesia, lo cual quería decir en el mercado, y que ya se iba a promo-
ver. En los ochenta vino el cambio de volver al objeto, y de la producción del
artista que vende un proyecto para que la gente lo apoye. Es lo que pasa en
Insite o en los festivales mundiales: el artista no produce realmente, vende
un proyecto y las instituciones se lo producen.
Pudiera ser como lo que hace Yoko Ono, manda sus instrucciones...
Pero Yoko es un individuo y ella lo paga. Ella tiene su manera de hacerlo. Y
lo que hace Yoko Ono es mucho más limpio que lo que tú ves en cualquier
cosa de lo que hay en el museo de Televisa.3 Lo de Yoko es muy sincero, muy
transparente, llegas ahí y es un sensación de los setenta o antes, es hippie,
sigue siendo hippie, incluso se escucha el sonidito de los pájaros; es mucho
más transparente, pero se apoya en la tecnología y en una capacidad de
producción que muy poca gente tiene, sobre todo para hacerlo sin importarle
lo que pase afuera.
Yo siento que ahora hay muchas ramas del performance y que lo más
interesante que se está haciendo es lo que regresa un poco al contacto di-
recto con el público y no al espectáculo —que fue música a todo volumen,
mucha iluminación, humo, un espectáculo como el de Ron Athey4 o como
La Fura dels Baus— que necesita una disciplina, una producción. Para hacer 303
esto se requieren equipos de trabajo, no son las ideas de un individuo.
Entonces siento que los que están regresando un poco más al contacto
directo, al incidir en la calle, en la cotidianidad, están teniendo lenguajes
más interesantes que los que ya se conocen: “voy a llegar a encuerarme y a
bailar y a gritarte que eres pendejo y te callas porque yo estoy aquí y soy el
artista”. Para mí este espectáculo no tiene caso; debería haber una autocrí-
tica un poco más seria, tal vez es hasta de intensidad de vida. Qué tienes que
decir y qué no tienes que decir en esa comunicación tan directa. Te apoyas
un poquito en la tecnología y se pinta una raya en cuanto a qué puede ser
el espectáculo. Otra posibilidad es crear en un tiempo real una imagen, aun-
que sea la misma imagen del mismo personaje caminando diario, pero sa-
carla de su contexto y recontextualizarla, ahí es cuando realmente la idea
está fluyendo.
chamán posmoderno y primitivo… Es una forma de arte reveladora y reflexiva sin bien
ni mal”. Cfr. Catálogo del Cuarto Festival de Performance, X’Teresa Arte Alternativo,
CNCA-INBA, 1995.
5 Del grupo Semefo.
mario rangel faz
304 lo de Margolles.6 Me decían: “es que es muy provocador que manden una
caja de zapatos como obra de arte”. Y entonces yo les respondía: “tal vez sea
provocador en la Bienal de Venecia, pero aquí en los setenta el grupo SUMA
llenó los museos de esto”. Hay que estar en un contexto y no porque no ten-
gamos la capacidad económica de producción que pueden llegar a tener en
Estados Unidos o en Europa, donde hay un mercado del arte muy bien es-
tructurado, las ideas en México son menores. En la Bienal de París, llegué a
una exposición que era la muerte del arte conceptual sin haber conocido ni
siquiera un cuadro en vivo de Matisse. Conocía la obra de Frida, la de Diego,
lo mexicano, lo que había aquí y los libros... y resulta que llega uno con sus
ideas tercermundistas y nuestra obra bastante artesanal, vista con paráme-
tros de lo que hacían allá, y resulta que es nuestra obra y la de los turcos, la
que le interesa al gobierno francés quedarse en su colección, porque era lo
mejor de la Bienal. Entonces dices: “es que mis ideas, mi realidad valen y si
la obra es sincera y coherente está a ese nivel”. Estaban también Anselm
Kiefer, Laurie Anderson, todos los que después en los ochenta fueron los
grandes artistas. Ahí estaban haciendo instalación y arte conceptual. Sí, las
ideas están funcionando aquí, están comunicando. Hacen que la gente
piense y hacen que la gente que vea eso pueda tener un discurso a nivel de
lo que están haciendo ellos.
No hay aquí el mismo apoyo en cuanto a la lana, que para mí no es un
parámetro de éxito para nada. Tal vez puedas no ser tan famoso si no sales
de aquí, pero si estás dentro de un medio entonces sí es importante. Había
un buen desarrollo de las ideas aquí en México, a eso voy. Estamos al nivel
mundial, que no nos apantallen. Si viene Ron Athey, sí, es muy espectacular,
pero no es realmente apantallante. Ahora que vino una curadora de Ingla-
terra que habló del performance y preguntó qué queremos ver aquí, pues
traigan a Gilbert y George7 que son los precursores del performance porque
6 La exposición colectiva (con 88 artistas participantes) Así está la cosa. Instalación y arte
objeto en América Latina se presentó en el Centro Cultural Arte Contemporáneo entre
julio y octubre de 1997.
7 Artistas ingleses que, siendo estudiantes de St. Martin’s School of Art en Londres, a
finales de la década de los sesenta, comenzaron a realizar acciones como esculturas
vivientes, convirtieron su cuerpo en la materia prima de sus esculturas presentando
con humor y sátira las costumbres inglesas. En 1969 presentaron su primera escultura
cantante Underneath the Arches; vestían traje y usaron maquillaje dorado en la cara,
mario rangel faz
uno portaba un bastón y otro un guante. Sus movimientos eran mecánicos y se colo-
caron arriba de una mesa. La duración fue de seis minutos acompañada de la canción
de Flanagan and Allen del mismo nombre.
mario rangel faz
tos, atención al público, visitas y talleres. Empezamos a hacer cosas en la pla- 307
za Manuel Tolsá y también se dio en ese momento que Helen Escobedo
estaba en el MAM; María Guerra trabajaba con ella y al museo también le in-
teresó promover algunas acciones dentro del arte conceptual y dentro del
performance. Entonces cinco artistas de diferentes disciplinas —Eloy Tarci-
sio, María Guerra, Dominique Liquois, Carlos Somonte (el fotógrafo) y yo—
formamos el grupo Atentamente la Dirección, en el que sí intentábamos
hacer acciones más encaminadas al performance, utilizando a veces la ins-
talación o el tiempo y el espacio como parámetros para las diferentes insta-
laciones. Esto nos permitía integrar el guión para hacer un performance. En
ese momento, como trabajamos todos para el Estado, pudimos utilizarlo
para conseguir el videobim, cosas a las que, si no hubiéramos estado ahí, no
hubiéramos tenido acceso. Llegamos a tener un espectáculo de hora y media
en la Galería del Auditorio, en 1983. Teresa del Conde lo vio, me acuerdo que
fue la primera que se levantó a aplaudir, y dijimos: “¡y ahora qué hacemos!”
Tratábamos de hacer un trabajo multidisciplinario, pero dentro de los
parámetros del performance, con una intención muy fuerte de trabajar con
lo efímero a través de diferentes tecnologías, de crear imágenes a las que
llamábamos “imágenes virtuales” para insertarlas en el tiempo real. La idea
era sacar de contexto ciertas actitudes y llevarlas a ser una imagen. Pensá-
bamos, por ejemplo, ¿cómo se ve esa imagen en un parámetro determina-
do? Con discurso, con guión, con una estructura de producción atrás en
cuanto a luces y apoyos tecnológicos, como era el cine Súper 8. A veces había
música en vivo, bailarines, actores, acciones con gente que no tuviera la pro-
fesión de actor o que no estuviera acostumbrada a estar en el escenario,
porque para nosotros era muy importante llegar a la acción, no al personaje.
Utilizábamos las imágenes en las acciones y tratábamos de tener persona-
jes que fueran iconos o que, dentro de las ideas que trabajábamos, la gente
pudiera leer un personaje pero no que él tirara un rollo para definirse. Esto
se hacía a través de la imagen y con sensaciones. Fue muy enriquecedor
para mi trabajo porque soy pintor, soy dibujante, trabajo apoyado mucho
en las técnicas tradicionales.
El performance no es parte esencial de mi trabajo. Es algo que hago, me
gusta mucho hacer, sobre todo porque es un trabajo colectivo, en el que las
ideas circulan y el resultado no compromete mi desarrollo o mis ideas, sino
mario rangel faz
308 que me enriquece. No necesariamente son mis ideas las que se trabajan
sino ideas de una serie de personas con las que, a través de parámetros co-
munes o de oposiciones, llegamos a conclusiones que creemos pueden ser
interesantes de comunicar.
En Atentamente la Dirección, nuestra manera de producir era crear
guiones que íbamos situando según el apoyo de producción que teníamos,
lo cual es muy importante en el performance. Necesitas el apoyo no sólo de
dinero sino también físico y técnico: que te estén prendiendo la luz, subién-
dole al sonido, que si el vestuario… Dejamos de trabajar porque perdíamos
mucho tiempo en buscar recursos o, cuando nos invitaban, el apoyo no era
lo que nosotros pretendíamos. Cada uno tenía su propia disciplina donde
desarrollaba sus ideas. El performance está vinculado al desarrollo del arte
conceptual. La tecnología te supera y para controlarla hay que tener, sobre
todo, medios.
Yo voy y vengo en el performance y en la instalación, siempre depen-
diendo de cómo sea la invitación y para qué sea. Sé que puedo incidir por las
experiencias que he tenido, que no las he buscado, que han ido surgiendo a
través de mi desarrollo. En cambio sí he buscado el pintar, el dibujar, o el
hacer grabado. Pero siento como que enriquece el proceso del trabajo. Para
mí la obra de arte o la obra del artista es siempre un proceso de trabajo. Los
objetos son como documentos de este proceso. Ahora no puedo concebir un
cuadro como un objeto único y aislado. No, tiene que tener un eco tanto en
mi trabajo como en cómo lo voy sacando. A mí no me interesan los objetos
pero sí los medios. Mis ideas las puedo poner tanto en pintura como en arte
efímero, por mi formación académica, por la experiencia del grupo SUMA.
En México el performance, por las características de nuestra sociedad,
que todo es fiesta, grito, llorido,8 por nuestra personalidad, puede tener bue-
na respuesta. Pero también siento que es muy elitista; en el mundo lo es,
pero en México más, porque los apoyos son muy cerrados, y en esta ciudad
inciden en los diez o los cien beneficiados, que respecto a los 20 millones de
habitantes no es nada. Entonces es muy elitista desde la manera de producir
y hasta los espacios que se generan a partir de la gente que va. En el mundo
8 Esta expresión recuerda aquella que dijera Rufino Tamayo acerca del muralismo mexi-
cano: “Quejido, llorido y gemido”, citada por Raquel Tibol.
mario rangel faz
Eso pienso...
Es un ritual. El performance se hace a través de un ritual. En México para todo
hay un ritual, rituales muy emotivos. La ceremonia del té es un performance,
pues sí, porque es un ritual y a través del mover la tacita para tomar el sor-
bito estás tratando de comunicarte con el de al lado. Pero los valores, la fun-
ción y las ideas que está manejando no son contemporáneos, sino más bien
de la tradición y de cómo tiene que ser. Pero tú puedes sacar eso de un con-
texto, es lo que hizo Mishima en su obra, sacar sus valores de contexto y
darles la vuelta. Hizo un performance al matarse sin tener la conciencia,
pero sí tenía la conciencia del ritual, de la fuerza del ritual y de lo que iba a
lograr a través del ritual.
muy diferente con los espectadores que la que tienen en cualquier museo, 311
aunque estén haciendo performance.
En el MAM se hicieron muchas acciones. Relata alguna de las que tú hiciste allí.
Por ejemplo una en la que se involucró directamente el MAM fue la de Hervé
Fischer:9 La calle, ¿adónde llega? Este cuate llegó y pensó que iba al museo
de Quebec o de París, a las estructuras cuadradotas. Nunca pensó que en este
país sus parámetros iban a ser superados cien veces. Él pensaba hacer un
experimento sociológico de qué tanto la gente puede entrar a un museo y qué
tanto le interesa entrar. Entonces aquí abrieron las puertas y entró todo Cha-
pultepec, y como todo Chapultepec entró, los artistas a los que invitó partici-
paron sin cobrar, como que le ganaron los parámetros a este cuate. Estuvo
padrísimo porque se comprobaron cosas que aquí ya se sabían. Eso de invo-
lucrar al espectador aquí fructifica y más en Chapultepec. También participé
en el Antihomenaje a Mathias Goeritz. Helen Escobedo fue la que convocó a
todos estos trabajos. Mathias en algún momento se había llamado a sí mismo
Harto; era un artista de vanguardia en México, sus parámetros eran muy di-
ferentes y la acción que hicimos tenía que ver con eso; era una “desinaugura-
ción” para un artista que no le interesaban los homenajes, pero que estaba ahí
esperando que todos sus amigos lo recibieran y que lo volvieran a felicitar. Lo
conocimos; estuvimos platicando con él mucho tiempo, de sus ideas.
9 Hervé Fischer (París, 1941), teórico-práctico del arte sociológico que ha presentado expo-
siciones-eventos en diversos países. En México organizó La calle, ¿adónde llega? Evento
social imaginario, planeado en cuatro etapas de 1982 a 1984. Es autor de varias publica-
ciones. Cfr. catálogo: Hervé Fischer, La calle, ¿adónde llega?, Arte y Ediciones-México, 1984.
mario rangel faz
312 ca visual más que de las actitudes. Pero él decía que sí había hecho esos
happenings.10
Siento que ahora es tan fácil treparte en esa actitud de performancero
o del artista conceptual que la gente joven se olvida de que esto forma par-
te de un discurso y que es una manera de comunicar las ideas. Creo que a
veces salen cosas muy superficiales, porque es tan “rápido y tan fácil”, y no
hay gente que lo esté documentando.
Cuando SUMA estaba activo sucedía lo mismo: a no ser Raquel Tibol y
otras dos o tres personas más, a la gente no le interesaba registrarlo, porque
le daba miedo entrar a las ideas que mal conocían y que: “una bola de locos,
borrachos, que no se bañaban y greñudos los ponían a trabajar”. Por eso no
hay un registro real. Ahora, veinte años después hay poquito más de intui-
ción porque ya se ve el éxito mundial, pero tampoco hay una conciencia de
los parámetros que en México se manejan. Y sí llega a ser importante en un
momento dado, sobre todo como un registro histórico. Por ejemplo, los cua-
tes que están ahorita en la escuela, ven la caja de Gabriel Orozco sin saber
de SUMA y valoran el trabajo de Gabriel sin saber que ya se hizo aquí. Ha
venido, de dos años para acá, mucha gente de Estados Unidos a investigar
por qué él está ahí. Sucede lo mismo con Rubén Ortiz, dicen que no es posi-
ble que se den como entes solos, que debe de haber unos parámetros ante-
riores a ellos para que ellos puedan llegar a manejar eso. Entonces vienen y
caen con SUMA, con Los Grupos, y entonces se dan cuenta que el de ellos es
un trabajo lógico y coherente.
¿Qué opinas de la posible relación que hay de los estímulos del alcohol y de las
drogas con el desarrollo, no solamente del performance, sino de muchas cosas?
Tal vez del ritual, de los rituales, pero tal vez no tenga que ver con el perfor-
mance; no es intrínseco. No es: “si hay performance hay estimulantes”, para
nada. Sí influye, la droga de ahora es el éxtasis, que en la masa lleva a algo
como “todos juntos brincando”. La mota es más íntima, más de la naturale-
za, el Sol, el rito bonito. La coca también es muy de la discoteca. Pero ésas son
cuestiones sociales, no nada más los artistas lo hacen.
Aunque es cierto que hay artistas interesados en sacar eso. ¡Qué fuerte 313
y qué admirable que Ron Athey, siendo seropositivo, trabaje con lo que tra-
baja! Pareciera que su objetivo es educar, es crear conciencia; pero es un
artista, le interesa comunicar. Francis Alÿs,11 hizo un proyecto —por el cual
le dieron una beca— donde iba a probar una droga diferente en cada ciudad
e hizo un registro de esa gira por el mundo. Es un artista que está interesado
en el tema y que se la juega: él sabe que puede volverse adicto con una sola
vez, por andar siendo un artista intelectual... Es gente que se la juega y que
quiere incidir en eso por algo personal.
11 Francis Alÿs (Amberes, Bélgica, 1959), artista visual que actualmente vive en México.
Realizó Narcoturismo/Copenhagen, 5-11 mayo de 1996. “Caminaré por la ciudad du-
rante siete días, cada día bajo la influencia de una droga distinta. El viaje quedará
registrado en fotografías, notas, y cualquier otro medio que resulte apropiado”.
NOTAS DEL ARTISTA: “ Este proyecto trata de la experiencia de estar presente físicamente
en un lugar, pero mentalmente en otra parte.
Dosis: suficiente para mantener un efecto continuo durante 14 horas por día”.
Catálogo Francis Alÿs Walks/Paseos. Del proyecto Travesías. Nuevos Escenarios: los 90,
coordinado y dirigido por Carlos Ashida y Patrick Charpenel. Universidad de Guadala-
jara, CNCA-INBA-Fideicomiso para la Cultura México/Estados Unidos, 1997.
Martín Rentería
316 nes hacia el arte, ramificación extensa y abarcar cada uno, sacarle jugo,
explorar cada uno.
El performance es escaparate y laboratorio conceptual. No me conside-
ro un profesional del performance; mis trabajos no son productos termina-
dos, es como un experimento en público. Hay materiales, estructuras que
me tienen fascinado, y voy explorando con cada una de esas imágenes. El
performance es sacar esas obsesiones y la investigación de esos materiales.
Mis influencias son no-conscientes. Me agrada poder rescatar esto. Crecí
con violencia, ficción, comics. Cuando salen todas esas influencias es como
escarbarle al inconsciente vivencias y las interpretas en lo consciente. De lo
primero que vi fue la presentación de La Fura dels Baus en México. Era el
mundo del simbolismo, con sus agresiones, sus hiperindustrializaciones. Yo
estaba en una etapa de transición, quería salir de lo tradicional, encontrar
nuevos caminos para hacer lo que quería, empezaba a experimentar con
funcionamientos primitivos. Para mí fue un escaparate. De una gama tú
tomas tus ideas para desarrollarlas y me di cuenta de que no había límites;
encontré más opciones de las que tenía por mi educación cuadrada. Fue ver
algo distinto. En ese momento empecé a salir, a ver los conciertos under-
ground, a visitar antros, exposiciones, eventos clandestinos, que fueron par-
te de un cúmulo de vivencias que se gestaron a fines de los ochenta. Ahí es
cuando empecé a crear algo más personal.
Las ideas en que baso mi trabajo son la decadencia, la destrucción, la
enajenación, la manipulación, la hecatombe [película: Cartas de un hombre
muerto] era como reconfirmar que lo que yo pensaba estaba correcto. Des-
cubrí que mis obsesiones eran un macroespectáculo; me di cuenta de que sí
valían. Ahí estaban al mismo tiempo la cultura subterránea del comic y el
cine experimental; soy muy cinemátográfico*; la idea con la ficción es llevar
las vivencias a la hiperrealidad, los medios, los aparatos electrónicos, día y
noche. Muchas personas, no precisamente artistas, hacían cualquier cosa
y le llamaban performance y se nombraron performanceros. Yo me llamo
artista experimental. La gran mayoría de los artistas hicieron dos o tres co-
sas y lo dejaron. Es parte de un proceso de formación. Hay muchos, pero paja.
Con constancia y propósitos sigues adelante; hay que buscar una propuesta
plástica sólida. El performance es como una vivencia personal: el artista en-
frentándose a sí mismo con repercusiones fuertes para el público. Hay una
martín rentería
carga de energía muy fuerte que a veces puede afectar física y psicológica- 317
mente; como en el body art, actualmente en el performance hay mucho riesgo.
Mi propuesta es más alquímica; es como retomar los fundamentos de
la alquimia y asentarlos en mi propia manera de ver las cosas. Mis influen-
cias son artistas como Tristan Tzara, Dadá,* André Breton, Max Ernst; su-
rrealistas, expresionistas, sobre todo los alemanes. El cine de Eisenstein me
impactó muchísimo. Lo mismo que películas como El gabinete del doctor
Caligari, o bien obras como las de Munch, con una gran fuerza. Siempre me
ha llamado la atención el poder de la expresión, el trazo, la textura, la pintu-
ra y escultura, la expresión sincera que al verla te transmita estas sensacio-
nes tan fuertes.
Mi obsesión es la ciencia medieval y renacentista, obsesión por la no-
ción de artista e inventor. Ésa fue una influencia. Me interesaba el crear
objetos inverosímiles, objetos con determinadas funciones, romper con los
cánones, cosas que no sirven para nada. Leonardo da Vinci no era conscien-
te del performance o la instalación, pero para mí su trabajo fue luz para
hacer expresiones alternativas, ahora la influencia es definitiva.
Soy autodidacta; desde niño empecé a investigar. Diseñé métodos para
robar libros, habilidad y técnica, todo un arte a través de la historia, el hurto,
el ingenio; métodos y tecnología para crear maneras originales de búsqueda
de materiales, investigación antropológica y materiales extraños, indagar
su historia, encontrar su utilización. Ahora investigo con electromagnética,
física cuántica; estoy empezando.
Utilicé energía cinética para el traje que presenté en X’Teresa; es una
fuente de energía alternativa para la que hay que descubrir diferentes for-
mas de aplicación. En Europa sí hacen cosas muy apegadas. Se ha perdido la
tradición del artista-filósofo, eso es lo que admiro de Leonardo da Vinci y
otros artistas, como Galileo.* Abordaban ramas desconocidas, eran investi-
gadores, pero no dejaban las otras ramas del humanismo. Buscaban inte-
grar ciencia y arte; no tendrían que haberse separado.
318 prima, convertir al aire tu respiración, convertir todas las moléculas, el mi-
crocosmos que te está rodeando en ese momento, en parte de una acción
viva. Y creo que, por definición, tiene para mí esa connotación de búsqueda
permanente, no es una búsqueda del momento. Es una serie de estados de
catarsis. Creo que es muy válido experimentar por los caminos donde tú
sientes que tienes que ir. El arte es cien por ciento intuición. Yo sí creo que
el arte te nace y tú te dejas guiar. Cuando estás creando apagas todos los
instrumentos y te dejas guiar por la intuición pura. En el performance es
todavía más acentuada esta situación.
Hasta ahora mi trabajo ha sido como una especie de búsqueda de for-
mas, de acciones, de atmósferas. Yo no lo he considerado performance, aun-
que de alguna manera hay que llamarlo y se engloba o encasilla dentro de
este género. Para mí son acciones experimentales donde te salen cosas ma-
las y cosas buenas, donde aprendes muchísimo, vas fortaleciendo poco a
poco el camino guiado por tu intuición.
Actualmente estoy entrando en otra vertiente que no sé a dónde me va
a llevar. Hago acciones más cercanas al performance. No es que yo tenga la
intención de llegar a hacer el tipo de performance retórico tradicional, sino
que, a partir de 1996, empecé a trabajar más conmigo mismo que con las for-
mas, rollos más intimistas que tienen que ver con mi realidad actual, con mis
sensaciones, sentimientos, angustias y todo eso transformarlo en acciones
rituales que de alguna manera pretenden “lavar” un poco, hacer una especie
de sacrificio purificatorio, romper con este lastre que vienes arrastrando y
salir como el ave fénix. Y este año comienzo un nuevo cambio, es como dejar
un poco el ritual de purificación y enfocarme más a explorarme como persona.
para nosotros mismos, poder hacer de este tipo de movimientos una forma 319
de vida. Independientemente del performance, yo he logrado crear toda una
imagen en torno a mi estilo de hacer las cosas. Tengo la oportunidad de
trabajar en comerciales, en video, en cine, en editoriales, en hacer desfiles
de moda, y en el performance; siempre tengo oportunidades. En este mo-
mento, afortunadamente, me estoy cotizando mucho, no sé otros, pero yo
cobro actualmente [en octubre de 1997] alrededor de 10 mil pesos por per-
formance y en el extranjero en dólares, un poco más. Estoy dentro del medio
cultural, porque dentro del medio comercial es otra situación. Yo sí estoy
muy interesado en generar opciones y espacios para dar mayor impulso a
la gente, a fin de que esto sí se vuelva una forma de vida, una manera de
poder subsistir profesionalmente y no algo esporádico.
Y por otro lado estoy buscando integrar las investigaciones que he hecho
en torno a rollos de física, química, astronomía, todo este tipo de cuestiones.
Y no es que vaya a hacer cosas así súper fastuosas, sino que empezaré a asen-
tar cosas que son complejas como el conocimiento, por ejemplo, de la rela-
tividad del universo, las definiciones de la cuántica y... asentarlas en pequeñas
acciones sencillas, fáciles de entender, divertidas y que tienen una relación
con la vida cotidiana. Eso es algo que me interesa mucho y en lo que me voy
a basar.
En este sentido hay algo que me inquieta mucho: el arte efímero es total-
mente relativo porque una acción que dura un minuto puede ser tan per-
manente que te marca para toda la vida. Y en cambio una obra que no es
efímera a lo mejor es tan mala que jamás te vuelves a acordar de ella.
Yo sí estoy totalmente de acuerdo en que el performance es como una espe-
cie de dualidad de creación. Por un lado te estás utilizando a ti mismo, estás
utilizando los elementos que tienes a tu alrededor para crear una obra efí-
mera que es la acción que forma parte de la vida en el momento real; es una
acción real en tiempo real. Por otro lado, digamos, que tú estás grabando esa
imagen en el consciente y en el inconsciente del espectador; entonces estás
provocando. No es como ver la tele o el teatro, sino que estás provocando
una especie de reacción psicológica, que cada quien va a reaccionar de dife-
rente manera sobre este tipo de detonadores o de motivaciones; cada gente
lo va a interpretar, tal vez como decía Alejandro Montoya, a mucha gente le
va a dar mucho coraje o se va a guacarear, mucha gente se va a traumar, o
tal vez resuelva algunos problemas o simplemente se quede en blanco. Pero
siente por dentro algo que no sabe qué es. Eso es algo muy valioso del per-
formance que creo que pocas ramas del arte pueden provocar tanto. Si eres
realmente sensible igual lloras con una pintura, con una escultura, con un
ballet, etcétera, pero el performance se mete más contigo, se mete más en la
psique porque está hablando de ti verdaderamente como ser humano.
Lo que es bellísimo es que hay un espacio intermedio entre el artista
como creador de esa atmósfera momentánea efímera y el espectador. Se
crea un puente donde suceden muchas cosas y en ese puente unidireccional
va a cambiar mucho lo que tú vayas a recibir de lo que estoy dando, y eso es
martín rentería
322 muy interesante. Esto sucede porque existen filtros que cada persona tiene
de acuerdo con sus vivencias. Cada persona te recibe a ti de diferente mane-
ra, pero tú te estás dando, lo mejor o lo peor, pero te estás poniendo en tela
de juicio, te estás desnudando del alma. Creo que eso en el performance es
algo tremendo y dejémonos de retóricas, y dejémonos de todas esas tonte-
rías. El performance es la carne viva; es algo real, algo que sale de lo más
profundo del alma y no es que sea la acción de performance, sino simple-
mente es un artista comunicándose con el mundo, un ser humano sensible
comunicándose con otros seres humanos. Llámesele performance o como tú
lo quieras etiquetar, la acción está ahí, esto es lo que yo creo que tiene ver-
daderamente la fuerza de la acción del performance.
sas que... Sí, es un acto catártico y es una catarsis que tú provocas como 323
artista. La agresión no necesariamente es salpicar sangre, pegarle a la gente,
etcétera, a veces pueden ser cosas tan sutiles, tan increíblemente sutiles que
pueden conmover a la gente.
¿Hubo algo que te haya movido, que te haya gustado, que te haya parecido
especial?
Tuve la inmensa fortuna de ver al grupo Royal De Luxe, que más bien hace
arte en la calle. Es muy conocido, estuvo a punto de venir a México en 1992.
324 No pudo hacerlo por falta de presupuesto; no hubo apoyo suficiente. Tiene
un espectáculo con un gigante de doce metros de altura: el gigante va cami-
nando, realmente caminando, por las calles de Barcelona, con unas grúas
enormes; está totalmente articulado de pies a cabeza, entonces mueve las
manos, camina, mueve los tendones, los pies; es perfecto. Los ojos tienen un
sistema neumático que los va manipulando con una computadora desde
abajo. En el momento en que el gigante “está cansado”, le sacan una silla y
se sienta, le quitan los zapatos y mete los pies en una palangana con agua
caliente. Adelante va un camión gigantesco con un equipo de música, con
planta eléctrica portátil. Es un espectáculo impresionante, maravilloso. Ha-
bía un cañón donde metían postales y luego las disparaban. Eso es un docu-
mento real, porque las postales hasta huelen a pólvora y están todas
quemadas, son para enmarcarlas, son documentos históricos. El gigante
sale de la Pradera de Gaudí, caminando por todo el Paseo de Gracia hasta la
Torre de Colón, se sube a un galeón, una mujer empieza a cantar un aria y el
gigante se empieza a alejar en el barco, y empieza a salir del mástil una lla-
marada, humo rojo y va dejando una estela mientras la mujer canta. Una grúa
lo carga y lo pone en el barco, algo increíble. Yo había visto un video de
cuando se presentó por varios días en el sur de Francia, el gigante caminaba
por las calles y en la mañana aparecía, por ejemplo, un coche con un tenedor
gigantesco clavado en el techo, luego otro coche metido en un poste, otro
coche con la huella del pie exactamente. Entrevistaban a la gente: “¿Qué
pasó anoche? ¿Creen que el gigante se haya realmente levantado?” La gen-
te decía: “No, no es posible”, pero de repente como que lo pensaba. Una
producción tremenda, impresionante, una inversión gigantesca, es un es-
pectáculo fantástico.
326 ¿A quién invitaste para hacer performance cuando lo incluiste en tus eventos?
A los chavos de teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Tienen
sus propuestas. Muchos encontraron la manera de expresarse por medio del
performance, porque rompes el asunto, no es una obra de teatro formal, en-
tonces no forzosamente tienes que seguir un guión equis. Se empiezan a
invitar porque esto arranca muy underground, es un movimiento subterrá-
neo, lo que se llama alternativo.
1 Sobre la psilocibina, Terence McKenna asegura que es una “sustancia activa alucinó-
gena que se encuentra en el hongo Stropharia Cubensis y en numerosas otras especies”,
y agrega:
Mi argumento es que la mutación producida por componentes psicoactivos en la
dieta humana temprana influyó directamente en la rápida reorganización de las
capacidades de procesamientos de la información del cerebro. Los alcaloides de
las plantas, particularmente los compuestos alucinógenos como la psilocibina,
carlos rush
Son cosas que te aceleran mucho y que básicamente están diseñadas para 327
que tú rindas más en la fiesta, en cuanto al baile, en cuanto a la comunidad,
y son muy raras. Por ejemplo el Ecstasy, que es una de las anfetaminas más
conocidas en este tipo de eventos y por las que hay mayor demanda, es una
mezcla de químicos que acelera el sistema nervioso y te provoca una sensa-
ción como de orgasmo.2 Es muy raro, porque las mujeres ya no necesitan de
los hombres y viceversa, nadie de nadie, porque ya te provoca una sensación
de éxtasis precisamente, por eso el nombre. También es conocida como la
tacha o la X. Por eso la generación equis se identifica mucho con la tacha, es la
generación de fin de milenio, de fin de siglo, por eso es la última letra del
abecedario* y a la vez es un tache, una tachuela, así también se le llama.
¿Cómo se consume?
Son dos modalidades, la tacha normal que viene de dos lugares, la mejor es
la holandesa y la segunda, de más calidad, es la española. Son fabricadas en
laboratorios muy específicos, porque llevan químicos. A veces son vitami-
nas que son sintetizadas a tal grado de amplificación, por ejemplo la vita-
mina B, que te provoca también un estallido. Viene en cápsulas: amarillas
(la holandesa) y azules (la española).
También están los papeles que son los ácidos; éstos sí son muy peligro-
sos porque se fabrican, como la tachuela, de manera industrial. Es muy pe-
ligroso porque a la hora de que la máquina está haciendo las dosis, se puede
dar el caso de que vaya más de lo debido, sobre todo cuando terminan una
serie y empiezan otra. Es a nivel bioquímico, si se pasa una milimicra de la
dosis, es demasiado fuerte y por eso vienen las quejas de que muchos cha-
vos se han quedado, porque por desgracia así es.
328 No estás completamente loco, pero como que ya estás en otra frecuen-
cia, te desfasa totalmente la personalidad, te altera el sistema nervioso, pero
es divertidísimo. Es una alegría garantizada, es una puerta falsa, pero es una
alegría garantizada. Estés como estés, si tú ingieres uno de esos estupefa-
cientes o enervantes, la alegría y el orgasmo son totalmente garantizados.
Es una fusión de las dos cosas, es una síntesis de lo neonazi con la medita-
ción de la India...
Es una fusión, pero la cosa es tomar lo bonito y lo bueno de las corrientes, lo
que pasa es que lo neonazi, quién sabe. Viene de Alemania por la electrónica
carlos rush
del desarrollo que se dio, por la idiosincrasia de los alemanes y su superación, 329
pero nada que ver con Adolf Hitler, ni con el antisemitismo, ni nada de eso.
El metal es la contrapartida.
Es violento, es de protesta; el tecno es de armonía; el punk y el metal, el
grunge y el alternativo están encabronados, es furia, finalmente también
quieren alivianarse, pero lo buscan de otra manera....
330 gramador musical. En Estados Unidos y Alemania hay una verdadera fiebre.
Algunos llegan a cobrar hasta dos mil dólares por cuarenta minutos de mez-
cla y la gente ya sabe quiénes son. Llegan a tener una sensibilidad, un cono-
cimiento y una sincronía tales para poner la música, que la gente los sigue
como se sigue a un artista que toca el violín. Es exactamente lo mismo para
el grupo de gente que le gusta el acetato o el CD.
DJ Chrysler hace performance, es el número uno de México. Es un chavo
de quien te preguntas ¿por qué tiene el don o la sensibilidad o tiene la faci-
lidad de trastornar así a una multitud? Llega con su maleta y empieza a
cambiar discos y a combinar música de tal manera que pone a 10 mil perso-
nas a gritar y a desnudarse... en una euforia total.
El primer rave que hice fue en el Foro 87, en la ciudad de México, fue como
en 1989-1990. Empecé a hacer fiestas particulares sin cobrar, para mis amigos.
mente. Yo mastiqué la música, muy raro, veía los colores, los oía por decirlo así, 331
todo es al revés, el tiempo, puede pasar un minuto y para ti pasaron seis horas,
o viceversa. La percepción es totalmente relativa, es algo muy extraño.
¿Dónde se vende?
En los barrios, en cualquier barrio desde los muy high. Como las pizzas, pue-
des pedirlo hasta por teléfono...
¿Y aquí en México?
En los eventos, siempre se sabe quién es el personaje que anda cargado.
Nosotros, los empresarios, en los eventos ponemos un letrero que dice que
no se aceptan drogas. Incluso se maneja en la publicidad “no drogas y no
violencia”. Ahí también hay una diferencia entre el Chopo y el movimiento
tecno. Éste es como delicado, no hay slam, que es empujarse violentamente,
que es como un elogio a la violencia. El rollo tecno es más sexual, cien por
ciento de atracción sexual, que acaba desviadísimo, por el mismo rollo de
las drogas: a las chavas les empiezan a gustar las chavas y a los chavos, los
chavos; se hace un revoltijo ahí. Quién sabe qué cosas ataca, ya por ahí de las
once de la mañana del día siguiente la gente ya trae un estado eufórico tan
tremendo y total que muchos se quitan la ropa, no pueden soportar estar
carlos rush
con ropa. Te dan ganas hasta de quitarte la piel con esos estimulantes, porque 333
sientes mucho la energía, es una energía eléctrica, por eso es electrónica, elec-
tricidad, como mil watts de potencia, es como un rayo, ¡pum!, pero continuo,
es muy extraño. Pero es fascinante, y más si son chavos de dieciséis o dieci-
siete años, que les sobra energía, por ahí se dirige. Después de eso se baja un
poco esa energía extra que a todos los jóvenes les sobra.
Esto que inició como un movimiento que empezó de boca en boca, se
vio que era tal el negocio que se hicieron empresas que no pagaban impues-
tos y a rentar Reino Aventura. Se llegó a rentar hasta la Plaza de Toros Mé-
xico, a querer rentar el Estadio Azteca. Hasta donde yo tengo entendido el
rave más grande que ha habido se llamó Fantasía y fue en Los Ángeles y fue
un evento de 40 mil personas, tres días, un Woodstock de ahorita, una catar-
sis gigantesca.
334 nalmente”, “no te vistas como toda la gente”, se usan mucho las boas, el
peluche, los tacones ultra altos, la neopsicodelia.
Todo esto arranca con Diana Ross, que es la madrina de todo este mo-
vimiento tecno. En 1970 justamente, saca una canción que es la base, la
piedra angular de todo este movimiento. Ella tal vez ni lo sabía, es una rola
que es la cumbre de todo. Dice lo que va a suceder después. Es I feel love;
toda la rola dice “yo siento amor”, es una rola increíble. Es donde se empie-
zan a utilizar los samplers y las mezclas de computadora y de DJs. ¡Es her-
mosísima, es un rololononón! Curiosamente esa rola I feel love, ya trae
todo, o sea, no se puede pasar de esa rola. Lo mejor ahorita, lo último, es
Milk, que es el grupo francés. Es el ritmo sobre ritmo, por ejemplo imagí-
nate mezclar una batucada brasileira, con unos tambores hindúes y con
una flauta árabe, por decirte, no sé, viene una cosa que es rarísima y que
te ataca. El DJ sabe perfectamente dónde va a atacar, de qué color te va a
poner porque también viene mucho eso. ¿De qué color estás? Tu ánimo es
un color y toda la relación de cómo te vistes, cómo andas, si andas “para
arriba”, si andas “para abajo”, etcétera.
Aparte de esta actitud de amor y paz y todo eso, ¿en qué filosofía, digamos,
se basan?
Pues buscas ser original, ser tú, pero diferente.
iban de blanco y nadie había quedado en eso; no fue algo que dijera la invi- 335
tación. Aquí en México viene esto muy nuevo porque hay exponentes del
new age ya mexicanos. Por ejemplo, hay un grupo que se llama Expotecno,
Carlos Saavedra, DJ Pram, está también DJ Chrysler. Ahí ya exponen tres to-
talmente nacionales que hacen mezclas completamente hechas en México,
sacan música prehispánica, muy rara, pero la aceleran. Hay una cosa que se
llama el beat, es el tiempo en el que está la música tocándose; el tecno se
distingue por tener el beat ultraacelerado, súper rápido.
Para hacer un grupo de música electrónica tienes primero que ser DJ,
conocer todo lo que se ha hecho. Luego necesitas una computadora muy
sofisticada, basada en pistas y mezclas, pero de cosas rarísimas, y sale una
música que, quien sabe de música, puede decir por dónde es que esta músi-
ca se dirige a las emociones.
Es como pintar por computadora, tienes todos los elementos, sabes de todos
los movimientos de arte, entonces tú no pintas con la brocha sino que pin-
tas, por ejemplo, con la imagen de la Gioconda.
Tú haces la fórmula, puedes usar el violín de Paganini que lo tienes en el
programa, le alteras el beat, el ritmo y tú ya puedes hacer una composición
con los conciertos de Paganini, es una posibilidad infinita, tan infinita como
las matemáticas.
336 ¿Ha habido performances con esa música?, ¿quién los hace?
Sí, chavos que se quieren divertir y que finalmente acaban haciendo arte,
porque el arte permite el acceso a cualquier persona. Es un momento de
catarsis de muchas personas. Curiosamente es como un teatro, ahí tienes a
la gente reunida y la entretienes de alguna manera, se te ocurre una idea y la
plasmas ahí.
Describe alguno.
Un performance que me llamó la atención, de Antonio Arango, era como un
iglú, de una tela de licra y dentro estaban dos mujeres y un chavo desnudos.
Era como un huevo y de pronto empezaron a sacar las manos a través de la
tela de la licra, pegaron sus senos, pegaron sus partes sexuales. Aparte había
un videoproyector rebotado contra este iglú. Las imágenes nunca salían de
la tela, pero se veía un poco como la película de Pink Floyd cuando salía el
grito de la pared. El impacto visual era impresionante. Había mucho movi-
miento y elemento humano. El que hizo Martín Rentería en La Academia,
una galería-bar en el Centro Histórico, consistía en una esfera que bajaba, él
iba dentro con un soplete e iba quemando todas las partes de la esfera has-
ta llegar al piso y ahí era como si saliera de un cascarón. O el que hizo en
tiempos de Salinas: lo subió, lo puso en una cruz y también con el lanzalla-
mas que era parte de un traje cibernético (que hacía alusión a Star Trek, o a
Allien, el octavo pasajero, más que a otra cosa), destruyó a Salinas en la cruz.
Es muy difícil conseguir un patrocinador porque es algo muy nuevo y
que no sabes si le va a gustar al público, pero sobre todo el de Salinas le en-
cantó a la gente que estaba ahí. Entonces te refleja ahí la realidad que se
está viviendo.
en ese momento y si llega un perro y empieza a orinar, es parte del perfor- 337
mance o uno de los que están viéndolo llega y se vomita, pues también es
parte de lo que está ahí, todos son elementos.
¿A cambio de qué?
A cambio de nada, por apoyar al arte, nunca va a faltar, gracias a Dios, toda-
vía dos o tres personas que digan: “hazlo, por qué no, aquí está el dinero”;
gente que tiene la posibilidad y que le sobra un poco de dinero para hacer
eso, porque realmente es muy difícil ahorita.
¿Hiciste los primeros sin información, con tu intuición y las ganas de hacerlo?
Sí, en 1991. Con Eloy Tarcisio —cuando fue mi profesor— supe de este con-
cepto: “El performance es en tiempo real y en espacio real y no es una repre-
sentación”. Para mí eso fue un detonante, entonces dije: “esto quiere decir
que la obra va a ser mi experiencia” y se me hizo maravilloso. Ahora lo re-
flexiono. Eso era meterme en una posición existencial. Ya no voy a escribir
sobre la posibilidad de ser, de existir, sino que voy a existir, aunque mi tra-
bajo todavía se me hacía limitado. Tienes tu experiencia, pero después qué
sigue. Sigue siendo todavía una obra encasillada, en su tiempo real y en su
espacio real. Me fui dando cuenta de que yo no podía meterme a hacer per-
formance una hora o si tú quieres ocho y después salirme, sino que tenía
que ser congruente con mi vida. Ésos fueron los detonantes para que yo
dejara la escuela de pintura; estaba en segundo año y tenía que dejar todo,
elvira santamaría
340 hasta a mi familia. Era hacer mis experiencias yo sola, descubrir el mundo
y nutrirme. Hacer acciones, performances que en ese momento sintetiza-
ran ya toda mi experiencia, toda mi existencia. Me fui dando cuenta de que
por ejemplo los dadaístas, aunque no tenían esos conceptos, sí tenían esa
energía de decir: “¡ya estamos hartos!, ¡yo quiero vivir, lo que quiero es hacer
escándalo, quiero gritar que estoy vivo, que no estoy de acuerdo con esto!”
Con esas bases yo creo que el arte del performance tiene una justificación
muy grande, querer ser, querer existir, querer ser una voz. Después, poco a
poco, vinieron los conceptos que fueron trascendiendo.
Empezamos con esto del Mes del Performance [Museo Universitario del
Chopo, 1992] y a excepción de Eloy Tarcisio, no estábamos todavía conecta-
dos con los artistas de la generación de los sesenta o setenta. No sabíamos
qué habían hecho Felipe Ehrenberg y los demás. Eloy nos habló de Los Gru-
pos y de las personas que hicieron performance, pero a mí eso no me motivó,
lo veía muy adentro de la danza, del teatro, y no me interesaba. Después
hice mi primer performance.
¿Cómo fue?
Se llamó Una noche sin dormir. No estaba pensando en producir un perfor-
mance, sino que estaba metida en todos mis rollos. ¿Quién soy? ¿Qué le pue-
do decir a la gente de mí? Entonces comencé a trabajar con mis miedos, con
mi lucha como mujer, sin todo ese concepto feminista de los sesenta y se-
tenta. La generación de los noventa estamos muy separados de la de los
sesenta, pero tenemos mucho contacto con ellos y de alguna manera nos
transmite algo, pero es a otro nivel. No es una influencia fuerte.
Serge Pey, de Francia, que venía al evento de Poesía Visual, me dijo:
“estuvo maravilloso, pero eso es psicodrama”. Es lo mío, en este performance
convoqué a mujeres, invité a la directora del Chopo, a una compañera de la
escuela, lesbiana, a la señora que me hacía la limpieza, hice varias acciones
que tú veías un poco caóticas, pero bastante poéticas. Hago que estas muje-
res, en una pecera, en un tanque rectangular de agua, me metan la cabeza.
Dentro hay un libro de Marguerite Yourcenar, que en ese momento me es-
taba pegando muy fuerte y yo tenía que leer algunas líneas, y yo le decía al
público lo que había leído, las dos o tres palabras las decía... pero pasa la
lesbiana y me mete, ¡passss!, me estaba ahogando, entonces ahí está el per-
elvira santamaría
formance: ella lo hace como lo siente, como lo necesita hacer. Cada una se 341
expresó ahí. Después hago que me arrastren de los pies por todo el Chopo.
Hay un camino de flores y yo voy agarrando flores, mientras ellas me arras-
tran, como simbolizando la vida. La vida nos arrastra pero tenemos que ir
jalando, ir tomando lo mejor, aunque puede ser un vértigo vivir. Fue un psi-
codrama muy fuerte, todas sacaron su psicología más básica. Y ahí se hace
una mezcla, una relación en escena que dispara todo, a cada una de nosotras.
342 contestatarios que existen. En el Chopo hubo cosas buenas y malas, pero de
una vitalidad enorme. Eso fue el gran performance.
Lo bueno, quizá, es que no hay la vaca sagrada del performance. Había... qui-
zá Marcos Kurtycz. ¿Qué piensas de él?
elvira santamaría
¿Qué opinas de que se registre en video la acción? ¿Es efectivo o no ese re-
gistro?
Mira, la documentación en video se tiene que especificar. Si el espectador es
consciente de eso, va a saber que es una experiencia que no está viviendo. Pero
cuando tú quieres presentar un video de performance y quieres convencerlos
de algo... estamos acostumbrados a que nos televisan un partido de futbol y
esa experiencia es de todos, pero a la vez de nadie. Cuando tú ves en documen-
to un performance, la experiencia directa del performance no la vives, no la
gozas o no la sufres en efecto, pero cuando vas a textos, a testimonios escritos,
te puedes sorprender muchísimo. A mí no me gustan las novelas, no gozo las
novelas porque no me gusta la ficción. La realidad para mí sobrepasa la ficción,
pero llegué a la conclusión de que puedes gozar hasta las mentiras. Por ejem-
plo, todo el mundo habla de este hombre que se mutila el pene en un perfor-
mance, pero él nunca se mutiló; murió a los 29 años saltando de un cuarto piso.
Nunca hizo un performance al aire, todo fue foto. Yo le veo tantas posibilidades
y tanta riqueza al performance, una trascendencia sin límites.
1 En una breve charla con este artista canadiense en su visita a México (en la cantina El
Nivel, en el Centro Histórico, 5 de septiembre de 1997):
RICHARD MARTEL: He visto poco performance en México, mi última visita fue en 1993.
Hay mucho performance de grupo, más teatral que conceptual. Es como ilustración de
elvira santamaría
para atravesar un espejo, todo fue un ritual, nunca lo repetí. Tenía las carac- 345
terísticas de un rito, con mucha simbología, utilizando cosas con las que
trataba de hacer magia. Es válido, a mí me gusta mucho. Creo que Marcos
Kurtycz se inscribía en eso, con su serpiente, su trabajo era muy ritual, se
metía como un sacerdote a hacer sus performances. Es el tipo de performan-
ce más difícil, estás utilizando símbolos, y el símbolo le va a hablar al incons-
ciente del público. Ahí es donde el público se desarma totalmente de todos
sus conceptos, de su base intelectual para entrar en una atmósfera ritual y
muy pocos artistas lo logran, porque la gente puede estar muy preparada,
pero cuando es un muy buen performance-ritual, puede estallar en llanto o
irritarles mucho. Esto es válido porque ya les tocaste algo más.
346 atrapé, yo estaba tan feliz porque era como decir: “vamos a morir pero...
morimos todos los días, porque entramos en épocas de problemas”. Veo al
performance como iniciación a algo más, al crecimiento humano. Cuando
yo regreso y les doy pasto, la salvamos todos, porque ustedes estaban refle-
jados en ese espejo, entonces la gente estaba muy contenta.
posibilidad de ser algo en el plano simbólico. Para esta chava yo era un ani- 347
mal-vegetal, pero a la vez un animal primario, algo que le hablaba del ori-
gen, algo lejano pero a la vez muy conectado con los seres humanos; de lo
que nos hemos separado de la naturaleza y a la vez pertenecemos a ella, hay
muchas cosas. Al final compartí este nuevo inicio con el público.
¿Escribes poesía?
Sí, soy poeta y con esto de Caja Dos tengo cada vez menos tiempo para hacer
trabajo poético sintáctico. Entonces recurro a los actos poéticos: convierto mi
cuerpo en un acto poético, los objetos con los que trabajo se convierten en la
estructura de ese poema y el resultado, para mí, es un poema visual o corpo-
ral o de acción. El poema acción me permite la circunstancialidad. Nunca
hay un trabajo de performance o de poesía acción a la ligera, tiene que haber
una intención intrínseca, íntima, un canal, como un hilo conductor del obje-
to o del espacio o de la cosa o del soporte que va a ser tu poema, que es todo
lo que te rodea, incluyéndote a ti, para comunicar lo que tú quieres decir,
armando sarignana
350 porque siempre quieres decir algo en el performance. El primero que hice
fue en el Centro Cultural Santo Domingo. Ahí fue también la primera vez que
hubo un evento con desnudos integrales en México.
por ciento de la gente, escandalizada, los intelectuales, los artistas, la gente 351
de la cultura. Algo parecido repetí en homenaje a Armando Osorio, que vive
en Michoacán, en el Quinto Festival de Performance, en 1996. Aquello me
dejó marcadísimo para siempre.
Otra acción que recuerdo fue cuando Ana Sánchez, Armando Osorio y yo
estábamos bailando desnudos en una enorme pila de alambre de púas,
ebrios por supuesto, rodeándonos toda esa gente, no sé por qué; pienso que
era porque teníamos unos hermosos cuerpos, creo que también por el ego.
Era una acción que no sabíamos bien a bien qué era, no era un espectáculo,
era una crítica cabrona y una ruptura impresionante de cosas. Uno no se da
cuenta hasta que lo platicas, quince o veinte años después. Eran cosas mag-
níficas; fueron memorables las cosas que ahí sucedieron.
352 ción. El arte actual son muchísimas cosas y todavía no se han agotado. Santo
Domingo fue un lugar importante para la plástica contemporánea del cual
no se habla mucho; no hay muchas referencias.
Santo Domingo fue uno de los foros pioneros en arte alternativo. Tú has sem-
brado cosas. Era un lugar fresco, diferente, había mucho movimiento y creo
que no te han dado ese reconocimiento.
Sí, incluso mi salida de Santo Domingo obedeció a razones de demandar qué
pasaba con Santo Domingo, porque se quedó sin dirección. Como por año y
medio o dos, la dirección recayó en mí, no se cerró, continuó con lo que se
tenía programado, se estaban haciendo cosas padrísimas sin presupuesto. La
manera en que piensas puede no gustar a un alto funcionario, esa posición
mía les molesta. Me acuerdo que tuve que firmar mi renuncia en el Metro
Hidalgo porque me anduvieron buscando para que firmara y luego metí una
demanda; en fin...
Ahora son oficinas y antes era un centro cultural del que todo el mundo sa-
bía. Era época de elecciones y de ebullición plástica, de protesta política, de
muchas cosas...
De performance, uno de los más padres fue el de Roberto Escobar; al Sindica-
to del Terror le vi trabajos magníficos. Ahí empezó su ruptura con lo dark
para volverse un ser luminoso. Teníamos un rollo que se llamaba Instalacio-
nes contemporáneas: nacimientos contemporáneos. Froylán Ruiz presentó
una bellísima, de Niño Dios en las escaleras de la entrada, de corazones; pre-
ciosa, magnífica. Y Roberto Escobar hizo alguna sobre pedir posada, La Virgen
y el Niño Dios, en la entrada del portón, casi en la calle. Había eventos en la
calle. Santo Domingo tomó la calle y toda la plaza. Santo Domingo generó
ideas, generó el Salón des Aztecas, muchas cosas, formas de trabajo, de expe-
rimentación para una generación de artistas plásticos.
Actualmente diriges tu propio espacio alternativo, Caja Dos. ¿Cómo empezó? 353
Caja Dos nació en agosto de 1995 como un proyecto que se ha ido modifican-
do constantemente, no adscrito a una corriente específica de las artes con-
temporáneas, sino a la diversidad de lo que significa el arte plástico. Es un
espacio que propone nuevas lecturas literarias y de la poesía actual. Nos inte-
resa mucho porque somos poetas; José Guadalupe y yo hacemos este trabajo
de Caja Dos. También hemos presentado desde performances, happenings e
instalaciones, hasta representaciones culinarias de arte, por ejemplo los ta-
males de rabo que inventó Jesús López Martínez, escritor oaxaqueño, con
toda esa tradición culinaria oaxaqueña cabrona. Hemos hecho algunas pro-
puestas en ese sentido, como las gelatinas de César Martínez, por ejemplo: el
sexo de César Martínez convertido en gelatina, entonces, la invitación era a
comer el sexo de César Martínez. Inventamos formas de convivir con el arte
que involucraban a los sentidos de forma más integral. Es un lugar donde
puedes estar y convivir con las artes. Es un espacio que da cabida a la discu-
sión, a la crítica, también a la apreciación y de repente también al escándalo
o a la ruptura más que al escándalo.
354 ner en tus manos tu forma de vida, de ser, de expresarte. No es una galería,
no es un bar: es una casa. Si la experimentación se da en algún lugar ahorita
en México es aquí, me refiero al chance que hay de mostrarla, porque supon-
go que todos los artistas están experimentando, pero aquí se muestran las
experimentaciones y eso me encanta. Caja Dos es una utopía donde se rea-
lizan cosas que no se realizan en otra parte.
Sobre tu trabajo, veo mucha similitud de lo que haces con lo que hicieron los
futuristas, en cuanto a la lectura de poesía abstracta, ¿los retomas?
Más bien yo diría que esto me viene por el lado del estridentismo, que podría
ser como el paralelo del futurismo o muy cercano. También los dadaístas, mi
trabajo está influido básicamente por el dadaísmo y el estridentismo en Mé-
xico. En Nueva York me encontré con el trabajo de Burroughs por ejemplo,
con los trabajos de poesía sonora de Ginsberg, la experiencia norteamerica-
na me ha sido muy útil siempre. Y en los ochenta un poco la experiencia de
los franceses en poesía con ordenador, aunque todavía no llego a esto porque
hay que aprender computación. En cuanto aprenda voy a dedicarme un poco
a la poesía por ordenador. A mí me interesa mucho incursionar en el inter-
net, me aterra, pero me atrae muchísimo.
Pero quizás al meterte ahí, tú abras, como lo has hecho antes, un espacio muy
especial.
Sería padrísimo abrir Caja Dos en internet. Me interesa seguir experimen-
tando, toda la vida lo he hecho conmigo mismo; he visto mis cambios, mis
evoluciones y mis involuciones también. Es necesario vencer el miedo: voy a
navegar en los espacios de la cibernética.
¿POR QUÉ LOS PRIMEROS AÑOS hacen mucha acción y después ya no?
TM Te contamos cómo nos conocimos para que veas por qué dejamos de ha-
cerlo. El Charly vendía libros en la ENAP y yo en la Facultad de Filosofía y Letras,
ambas de la UNAM. Una parte de los integrantes de Semefo se reunía alrede-
dor de los libros. El Charly trajo la parte de artes plásticas y nos sentábamos
en Filosofía a hablar y a alucinar junto con Alejandro Montoya. Esto fue alre-
dedor de 1989. Entonces en los antros rolábamos gente de aquí y de allá. El
Charly tocaba en un grupo y un día hizo un concierto donde por primera vez
hubo una acción del Señor Angulo, que empezó a pegarle con una llave de
tuercas, con una stillson, pero todavía ni idea de lo que vendría después...
¿Quién es él?
TM Un ladrón.
AA Algunas personas pensaban que éramos satánicos porque usábamos pul-
pos y pollos muertos y todo eso. Pero los conseguíamos en el supermercado.
TM Íbamos al supermercado por vestuario, era muy barato y muy divertido,
como sigue siendo, como sin importancia. La primera vez que me dijeron que
hacía performance era porque ya los estábamos haciendo. Me daba vergüen-
za la palabra, no sabía ni cómo pronunciarla, se me enchuecaba la boca.
Además de sus influencias, como La Fura dels Baus y el cine gore, ¿habían
visto acciones directas?
TM Yo sí había visto a Beuys y también Arturo. ¿O no?
AA Sí y a los accionistas vieneses, pero como algo legendario.
TM Saber de Hermann Nitsch para mí era incluso más importante que La
Fura dels Baus; sin embargo, La Fura me hizo vivir en tercera dimensión lo
que había visto de Hermann Nitsch en revistas. La Fura estaba muy fregona,
pero tampoco nos quedábamos a ver qué seguían haciendo. Era tan “perfec-
tito”, todo estaba fríamente calculado, ensayado, medido. Pienso que incluso
fue más influencia para nosotros Alejandro Montoya, ¿no?
¿Y Ana Mendieta?
TM Conocí la obra de Ana Mendieta el año pasado; imagínate, conocí en
Barcelona su trabajo y cuando lo vi me quedé así, porque ella también tra-
bajó con sábanas y nosotros lo habíamos hecho. Entonces cuando la vi dije:
“¡qué chingona!, ¿no?”
¿Cuál es?
TM ¡Híjole! El concepto... ¿todo tiene que ser conceptual? Me la paso tanto
tiempo en la morgue que no tengo otra forma de trabajar. Entonces mi in-
tención es siempre transformar cualquier espacio en la morgue, desde el
primer performance la intención era que se sintiera la onda de la muerte,
más que la muerte, el cadáver y la morgue. Cualquier objeto, instalación o
performance para mí tiene que tener toda la esencia de la morgue, incluso el
olor. Yo tengo unas razones básicas de por qué trabajar, pero nunca las diré,
son muy personales.
¿Nada más tuyas? ¿Y los demás te apoyan? ¿O ellos también tienen una
razón muy personal?
TM No, el Charly es un morboso, un mórbido de primera, toda su familia lo es.
A él y a su hermano les gusta todo lo oscuro. ¿Angulo, por qué haces lo que
haces con nosotros?, ¿por qué la muerte?, ¿por qué los gusanos?
semefo
Se los adjudicaron.
TM Que era cuestión de mercadotecnia de Semefo, ¡como hemos vendido
tanto! En siete años que llevamos juntos no hemos vendido ni siquiera un
pedacito de sal, ni siquiera una foto del grupo hemos vendido.
Eso es lo que desea todo artista, ¿no?, y darte el lujo de rechazar una cosa o
aceptar otra.
TM A nosotros nos gusta aceptar, casi no nos damos el lujo de rechazar. Al prin-
cipio nos gustaba mucho el cine fantástico de ultratumba y que fuera gore,2 de
362 asesinatos. Todo eso nos encantaba. Era lo que nos unía a platicar a todos, a
contarnos los sueños. Realmente todos los performances han sido sueños…
tratar de que todas las historias se parezcan más a los sueños y que tengan
alguna relación con el público, como muy virtual. En un sueño pienso que sí
hay acción virtual o como le digan, realmente vives el sueño virtualmente y
así pensábamos que tenían que ser nuestros performances, que no fueran
aburridos. Estábamos aburridísimos de ver los performances conceptuales.
364 ¿Tú crees que los críticos no se acercan a este trabajo por falta de informa-
ción o no saben abordar el tema? Lo que es un hecho es que muy pocos
escriben sobre esto.
TM Escriben casi siempre los mismos. Sí, han escrito de todo lo que hemos
hecho, pero se ha analizado más a partir del último año. Una vez pasado el
asco quieren saber qué queremos decir o por qué lo hacemos. Comienzan a
cuestionarse, pero todavía...
Aparte de ustedes, ¿qué otros artistas del performance, según tú, vale la pena
mencionar?
TM Alguien que lo hace muy bien con esa onda conceptual y de ritmo es
Elvira Santamaría. Ha visto mucho y sabe lo que está pegando en el perfor-
mance, y ahorita lo que pega son las acciones en directo. Martín Rentería
tiene clarísimo lo que está haciendo, sigue su línea de vestuario con perfor-
mance, entonces es un performancero que se apoya mucho en lo visual, en
las luces, en lo escenográfico. El estilo de Maris Bustamante, que es total-
mente como de farándula, también es muy válido. Pienso que todavía hay
mucho que decir.
semefo
¿Tú crees que el trabajo de ustedes tenga que ver con el ritual? 365
¿Por qué?
TM No nos han invitado.3 Es que nosotros no tenemos lana, trabajamos por
encargo: “te invito”. Tenemos cosas en papel, muchos proyectos que incluso
nos han censurado.
3 En fecha posterior a esta entrevista fueron invitados por el Instituto de México en España.
semefo
Está bien que se convoque a un festival del performance dentro del Situa-
cionismo Internacional,4 pero ¿no hay otras opciones donde presentar per-
formance?
TM No hay... sí hay, pero no hay otros festivales. En X’Teresa el hecho de que
sea un edificio patrimonial ya limita y en los museos el hecho de que sean
también techos bajos, piso de mármol, cristales, etcétera, también limita.
TM Entre más libre sea, mientras más libres sean las convocatorias y los
apoyos sean directamente para la producción, es mejor. Más que premios,
es necesario abrir más espacios. La pintura, la fotografía se pueden pre-
miar, pero un concurso de performance no, porque es cuestión de vida,
pero sí puede haber apoyos para los productores de performance. Entre
más apoyos existan para espacios, surgirá un semillero de gente que em-
piece a comprender el performance. Muchos estudiantes, incluso gente
que se ha ganado premios de performance, saben a qué le están tirando,
no arriesgan, están usando el método del performance. Yo pienso que hay
mucho público de performance pero no hay performanceros. Que sea claro,
que haya información, charlas, tesis, porque sí hay mercado para la pro-
ducción de esto.
¿Sigues haciéndolo?
CL Muy poco, sólo lo necesario. Lo que a mí me prende es la música. De he-
cho, en el primer performance de Semefo éramos seis músicos, pero hubo
momentos en que éramos dos; en el performance de El eclipse5 o el del Pare-
dón6 nada más era yo.
5 El eclipse, acción que presentaron en el Museo Rufino Tamayo como parte de las activi-
dades organizadas en su explanada el día del eclipse solar, en 1991. También participa-
ron con acciones Juan José Gurrola y Alfin (Alberto Mejía Barón).
6 Paredón, acción realizada en la toma del Edificio Rule, en la colonia Roma, México, D.F.,
en 1991. Cfr. entrevista a Renato González Mello y en el texto introductorio “Confesio-
nes de una accionista (casi) de clóset”, en este volumen.
semefo
7 Esta entrevista fue proporcionada a la autora por Renato González Mello para publicar-
la en la tesis que dio lugar a este volumen.
semefo
370 TM Una semana después fue a vernos. Nos preguntó si teníamos algo, y sí
teníamos porque nos juntábamos todos los fines de semana a trabajar. No
sólo se planeaba un performance concreto, se planeaban escenas, se hacían
videos, ellos empezaban a oír la nueva música... nueva para ellos porque
antes tocaban...
AA Música de hippies.
TM Música pesada, rock pesado, y esta nueva música. Caramelo Macizo era
un grupo subterráneo.
CL El prototipo de Semefo fue una presentación de Caramelo Macizo en San-
to Domingo con el Señor Angulo en escena.
TM El Señor Angulo salió con una llave stillson a pegarle a un bote y a pren-
der fuego. Fue breve. Ya había hecho cosas en artes plásticas, pero los traba-
jos personales de performance siempre eran inconclusos.
372 TM Exceso de películas gore. Nos han dicho que hemos visto demasiado a
Alice Cooper. Quién sabe... no es algo que se esté obligado a asumir. A todos
nos fascina. De repente alguien dice una cosa y nos gusta. Este señor nos
pasó ayer una película terrible de puros asesinatos. Yo llegué a la casa es-
pantada y deprimida por el placer que me provocó.
CL No era película, era un documental sobre Ted Bundy.
AA Famoso asesino.
TM Mató como a cuarenta jovencitas. Era guapo, las subía al carro y las se-
ducía.
TM Juan quería mucho lo de los nopales. Eso gustó mucho en el LUCC, porque 373
el público es posmoderno.*
AA Todos son de trenza y arete.
AA Después hicimos El eclipse, afuera del Tamayo. Gurrola estaba haciendo 375
su trabajo, y nosotros lo hicimos al mismo tiempo. Gurrola no tenía idea de
lo que íbamos a hacer.
¿Y él que hizo?
TM Coordinó a unas mujeres que modelaban. Estaban ahí bailando.
AA Mientras ellas bailaban con su vestuario de china poblana, unas prosti-
tutas auténticas que nosotros contratamos, vestidas en lencería íntima, ca-
minaban entre el público.
CL Era un ritual para parar el eclipse.
TM Nosotros éramos guerreros.
AA Según el arqueólogo Juan Yadeun, a quien le pagaron para que se inven-
tara algo, nosotros éramos una tribu de cazadores, y las mujeres eran una
tribu de recolectoras. Estábamos muy asustados por el eclipse y hacíamos
sacrificios para tratar de impedirlo. Llegaba Gurrola como un dios, envuelto
en un aura dorada, y decía: “necios, nadie puede parar el eclipse”.
TM Había cuatro andamios, y las prostitutas estaban arriba, en unas bici-
cletas que nos hizo el herrero, volando a doce metros de altura. No estaban
sujetas con nada y tenían unos tacones altísimos plateados. Tenían que pe-
dalear, se supone que le estaban poniendo a las bicicletas. Había dos ánge-
les con alas de verdad, en una luna gigante que le mandamos hacer al
herrero. En otro andamio estaban los músicos.
AA Y en el otro andamio un cerdo abierto en canal, y una escalera donde iba
a subir una chava con calzones rosas, falda de gallinas y protectores de tes-
tículos en las tetas. Se iba a subir a matar las gallinas pero le dio pánico
porque es coja.
CL Es que las gallinas estaban vivas y la empezaron a picar, sólo subió como
diez escalones.
AA Las gallinas fueron azotadas contra la cabeza de las prostitutas, y ellas
golpearon las gallinas contra la cabeza del público.
TM El Señor Angulo era un payaso formal, blanco, impecable.
AA Con una máscara que dejaron abandonada los locos del manicomio. Me
quedaba a la medida.
TM Andaba con otro payaso inválido, en una silla de ruedas que traía cuetes
en las ruedas. Era como un torito de feria atropellando al público.
semefo
¿Y qué pasaba?
AA Eran el Infierno y el Purgatorio: afuera de los telones llegaba un hombre
maquillado de blanco jalando a una niña con vestidito, grillete y su muñeca;
un diablo rasgaba el vestido de la niña, que tenía seis tetas... como una pe-
rra. Estaban hechas con bombas de destapar caños y biberones. Le pusimos
una gorra marina con orejas de cerdo. La niña era una perra. Su castigo fue
llegar al Infierno y convertirse eternamente en perra.
Un ser acuático estaba metido en un bote de basura con ventana de
plástico, adentro del agua. Los pulpos flotaban y se veía grotesco. El tipo
salía del agua, con mucho trabajo porque está gordo, y se ponía un traje de
hule, de los que los afanadores usan para destapar coladeras.
TM Era un diablo que iba por su presa. El diablo de rayas lleva a la niña, y el
diablo viejo va también por su presa: el Señor Angulo, que lo espera en una
silla de ruedas.
semefo
¿Y las mujeres?
TM Eran como iraníes, estaba lo de Irán... pero eran lloronas, lloronas a la
mexicana, pero sin llorar. El Señor Angulo tenía prohibido tocarlas, pero al
final se lanzó sobre ellas...
¿Nada?
TM Si tú dices que lo que está haciendo el Señor Angulo de pegar y golpear
es porque siente que...
AA “Los derechos humanos”...
TM Entonces se justifica su presencia y la gente se tranquiliza. Pero si tú no
das una justificación, no saben qué hacer y dicen que Semefo es violencia
gratuita.
que lo tratamos de esposar le dio pánico y se defendió, empezaron los golpes 379
y el público pedía más, bien prendido. El peligro que dices puede existir. Un
performance siempre arrastra imágenes anteriores. No somos versátiles,
sino obsesivos: Semefo va a durar hasta que se agote esa obsesión.
AA Aunque nosotros hagamos violencia, sexo y obscenidad, la gente piensa
que queremos decir lo contrario: “amor y paz, que se haga lo mejor en el
mundo”.
ojos saltones, obviamente un chavo con ese físico tenía que trabajar con 381
nosotros.
AA Los personajes extravagantes son ideales para un performance porque
son pintorescos.
TM Después de cada evento hay un chorro de apuntados: que ellos también
sienten eso, que también han visto, que también han oído, que también
tienen sueños...
Es una pregunta.
AA Es una expresión humana.
TM Si por arte se entiende búsqueda de la belleza, sí.
¿Qué es un punk?
AA Una mierda, un ritmo baboso de los setenta. Esa estética de lo feo viene
desde el dadaísmo, ellos sólo lo retomaban, pero desde entonces se ha acep-
tado como arte la estética de lo feo. Entonces, lo que estamos haciendo aho-
ra, si no es un neodadá o un neopunk, y no creo que lo sea aunque tenga
elementos de ambos, es una estética basada en las cosas aparentemente
desagradables. Como Kurt Schwitters.
TM Más que lo punk, nos interesa lo bizarro.
AA La bizarrez es cosa de todas las épocas y de todos los días: lo tosco, gro-
tesco y extraño.
CL Frank Zappa, en 1962, hacía una música electroacústica bizarra, mezcla
de jazz y de rock.
¿Para qué?
AA Para que el público vea un espectáculo diferente. Para que el público no
vea un concierto de rock, aplauda y se vaya, como vio a Freddie Mercury; sino
que vaya a ver un espectáculo artístico y que se ponga a pensar en lo que vio.
Aunque al principio diga: “solamente recibí violencia, esto no me gusta”, des-
pués, cuando medite, porque seguro que nuestros espectáculos son inolvida-
bles, razonará y entenderá que es la estética del momento histórico.
surge una estética posmoderna y hay que usar imágenes religiosas tradicio- 383
nales, y todo el mundo se pone a hacer el Sagrado Corazón, la Virgen de
Guadalupe, y combina el neomexicanismo con la posmodernidad y se con-
vierte en moda y todos se repiten.
TM Lo importante es la falta de rigor. Si ya vas a hacer eso, hazlo bien. Si vas
a participar, participa bien. En el Munal8 había unas piedras con unos peda-
zos de papel, y como se trataba de arte conceptual, todos sabían exactamen-
te lo que estaban haciendo. Eso era un homenaje a Velasco: como él pintó el
paisaje mexicano, y el paisaje mexicano está por los suelos, ellos pusieron
la bandera por los suelos. Hacen eso sin el rigor del trabajo artístico.
AA Un tipo no hace nada y reparte volantes que dicen: “performance invisi-
ble”, y no hizo nada, llegó a repartir volantes.
8 Cfr. entrevista a Miguel Ángel Corona. En realidad no era homenaje a Velasco sino el X
Aniversario del Museo Nacional de Arte (Munal).
semefo
Todavía me platican las diferencias entre distintos grupos de rock. Les gusta
la música muy pesada. No les gustan los espectáculos de los grupos de rock:
son comerciales, aunque la gente les dice que se parecen a un grupo llamado
Gwar, que a su vez recuerda a Kiss. ¿Quién no recuerda a Kiss?
7 de febrero de 1993
Eloy Tarcisio
386 Es poesía analítica y fría. Por otro lado el grupo Polifonics: 2 actualmente
hace performance a través de la palabra, la poesía, aquí no es escrita, es di-
cha. Los italianos hacen música directa, evocan concepto y contenido, hacen
música gutural y electrónica.
En sí el performance es “filosofía de la acción”, frase de Serge Pey. Para
mí el performance es una filosofía de contacto directo, y éste no se puede
efectuar en las masas, tiene que ser en corto y en directo. Se trata de una ac-
ción concentrada, una reflexión sobre lo cotidiano, sobre la función del artista
o del hombre en su contexto, en su ahora y aquí. Yo creo que el hombre de fin
de siglo está terminándose y de no cambiar su actitud frente a la vida va a
terminar consigo mismo. Debe haber una recuperación del valor humano.
El performance es lo que dices, cómo lo dices y el contacto entre lo que
dices y el espectador. Por eso la acción debe contener una estructura de ca-
rácter conceptual. El acto equivale al performance. Eso es lo importante para
el artista del performance o performer. Desde el punto de vista occidental
está ligado al pensamiento del hombre, es humanístico, es continuación del
pensamiento humano y el punto de vista gringo es el del show, del éxito
mainstream, no hay filosofía, es sólo impacto.
Los franceses hacen una clasificación del performance en tres tipos: 1.
De acción, realización del acto directo. 2. De intervención, la acción a través
de alguien, intervención de otras personas con la acción. 3. De maniobra,
logras que el público intervenga en la acción, mueves al espectador. Tiene
un sentido de reflexión. Porque el happening, aunque interviene el público,
es lúdico y festivo.
4 Mathias Goeritz ya había realizado un happening en Nueva York en 1960, cfr. entre-
vista a Manuel Felguérez.
eloy tarcisio
Y los jaibolazos...
O actos de guaruras agrediendo a artistas en las exposiciones de los sesenta.
Yo creo que a pesar de que existieron todos esos actos, el performance como
tal realmente está en pañales; es muy nuevo; todavía no logra una presencia
cultural en el ámbito mexicano.
Kurtycz...
Kurtycz es el único, pero él tiene una raíz cultural completamente ajena a
México. Se formó en Europa.
eloy tarcisio
¿Y Jodorowsky? 389
Raquel Tibol califica como uno de los happenings más espectaculares que se
han visto en México el que hizo Jodorowsky en el Bahía.5
Sí, era un happening. El happening tiene varias ramificaciones. Es una ac-
ción que puede ser festiva o que puede ser crítica. Se desarrollaron aspectos
del happening en los sesenta y setenta; una fiesta podía ser un happening.
Los ingleses, por ejemplo, no hacían fiestas del happening, sino que lo ha-
cían para criticar y cuestionar a la sociedad. Los primeros happenings en
Inglaterra provienen de ciudadanos, estudiantes que se amarraban a los
postes, frente a un policía, para expresarse y que no los llevaran a la cárcel;
jóvenes o profesionistas se manifestaban contra la sociedad y en contra de
aquello en lo que ellos no creían.
390 muy difícil, de miles entran dos o tres. No creo que haya que darle un lugar
preponderante a un arte que todavía no ha madurado ni ha crecido lo sufi-
ciente. La historia del performance en México es muy pequeña, por lo tanto
no podemos engrandecer lo que no es grande, en México tenemos ese de-
fecto de engrandecer lo pequeño.
hizo algunas acciones y algunos otros artistas independientes que hicieron 391
cosas muy interesantes, muy locas.
todavía era la palabra, al menos esa vez mezcló cosas que resultaban medio 395
chistocitas.
Nunca tengo en programa el ver un performance. Si me topo con uno y
me interesa, me quedo; si no, me doy la vuelta. De los mejores performances,
aparte del muy relatado del Deportivo Bahía, fue el que se hizo en Bellas
Artes, que se llamó Picasso entre nosotros; de hecho fue un performance
múltiple, a dos o tres días de haber muerto Picasso, hay un relato que yo
hice, sintético, en la Revista de Bellas Artes.2
Me llamó Jorge Hernández Campos y me dijo: “Raquel, ¿qué hacemos?”,
y le respondí: “Primero, no ponernos tristes, porque vivió lo suficiente; se-
gundo, es un hombre que seguirá irradiando alegría por muchos años, de
modo que planeamos Picasso entre nosotros y a celebrarlo”. La idea fue mía,
de hacer una cosa celebratoria.
2 “El Viernes de Dolores, 13 de abril de 1973, cubriendo como inquieto e inquietante ta-
pete varios niveles del vestíbulo y la Sala Internacional del primer piso del Palacio de
Bellas Artes, transcurrió el homenaje a Picasso que el Departamento de Artes Plásticas
del INBAL organizó con el título Picasso entre nosotros. [...] Los poetas, pintores, esculto-
res, críticos, dibujantes, compositores, cantantes, cineastas, fotógrafos y jóvenes con-
testatarios que decidieron colaborar lo hicieron con la suficiente generosidad de
ánimo como para que las partes dispersas conformaran, a la hora del acto, una expre-
sión colectiva de fresco, inédito y legítimo entusiasmo humanista, que el numerosísi-
mo público (constituido por gente de las más diversas edades y condiciones sociales
e intelectuales) supo compartir y complementar”.
Raquel Tibol, “Picasso entre nosotros”, Revista de Bellas Artes, núm. 8, México,
marzo-abril de 1973.
raquel tibol
396 Víctor Muñoz,3 que había participado en instalaciones, vino con su grupo
después de Felipe Ehrenberg; ellos hicieron un cuerpo, como un cadáver chi-
quito, y le metieron un gran falo en una caja de acrílico, rodeada de placas
de acrílico donde ellos escribieron poemas, loas a Picasso, poemas instantá-
neos y se pusieron mamparas y cada quien llegaba con su grabado, con su
dibujo y lo colgaba donde podía. En toda la planta baja había mamparas
para que la gente viniera a poner lo que quisiera en el día Picasso. En lo que
era la Sala Internacional se puso un estrado, llegó Juan José Arreola con una
mandolina sin cuerdas, que no sé de dónde la agarró, pero él la había pinta-
do con colores Picasso y se puso a decir su endecha a Picasso. Cuevas llegó
con sus hijas, él no dibujó sino que les iba platicando a las hijas que estaban
chiquitas para que dibujaran en homenaje a Picasso. Fue lo que entregó,
porque era una época en que José Luis Cuevas decía: “les voy a platicar cómo
hacía unas variaciones sobre Durero o tal o cual artista”, era muy dado a
hacer eso. Él hacía la imitación de Picasso haciendo sobre un clásico equis. 397
Entonces les platicó a sus hijas y él no dibujó a Picasso. Vlady medio que se
enojó y la televisión estaba filmando... Se habían puesto guirnaldas de pa-
lomitas blancas para recordar las palomas de Picasso, yo no sé si la televi-
sión agarró eso. La gente se subía a los hombros de los otros para irse con
una palomita al final de una cosa que duró como dos horas y nadie quería
irse. Bellas Artes estaba apiñado de gente, de modo que nadie pensó en lla-
marle performance, pero en verdad fue un instante performático total, todo
fue improvisado, simultáneo y de una emoción colectiva que ya quisieran
para un día de fiesta los performanceros, captar la emoción de la gente. Ade-
más, se había puesto un cuadro de Diego, creo, un cubista de Diego, para la
influencia de Picasso y una foto de Picasso, algo así. Todo se hizo en un día.
Después hubo otro cuando murió Neruda y se quiso repetir, pero Neruda no
era Picasso... y sí, resultó una cosa tremendamente emotiva, pero ya no tuvo
ese impacto.
Si me pregunta qué performance quisiera, algo que tuviera la espon-
taneidad, la multiplicidad, porque ahí nadie dijo: “no, yo con éste no voy”.
Todas las tendencias, todas las personas, todos caían a poner su vibra en
ese acto. Fue algo similar al performance múltiple de Alejandro Jodorows-
ky, cuya escena máxima fue cuando todos los vestidores abrieron simul-
táneamente las puertas y en cada uno se veía una escena de relaciones
humanas de abrazos, besos, coitos, peleas, soledades, de todo, no sé de dón-
de sacó tanta gente. ¡Era una iluminación! Y mientras por acá estallaban
cosas. ¡Fue sensacional! También ocurrió lo de las tinas: hizo la tina de los
tallarines y la tina de salsa catsup. Después se le cayó el helicóptero. No sé
qué quería hacer con el helicóptero, pero se le cayó, entonces en una pla-
taforma bailaba el grupo de Xavier Francis y todos fueron cayendo a la
alberca, mientras había judas y música y se recitaba al Conde de Lautréa-
mont con lo que se organizó una simultaneidad de efectos y de estilo ar-
tísticos, porque ¿qué tenían que ver los judas con el Conde de Lautréamont
y con la salsa catsup y con los vestidores y fuegos artificiales? De modo
que hubo de todo, pero nada molestaba que estuviera ahí, como nada mo-
lestó que estuviera ahí en Picasso entre nosotros.
raquel tibol
ra es parte de los cines Ariel, en Ejército Nacional, éramos muy poquitos. 399
Hoy, yo creo que cualquiera que presente un espectáculo así, novedoso y
provocativo estéticamente, arrastraría mucha gente, mucha juventud. En la
última década se ha formado un público joven, cuando realmente ya existe
la inserción de artistas mexicanos muy creativos en este género, y este fenó-
meno no existía ni siquiera cuando estaba el Foro de Arte Contemporáneo.
Para usted, ¿qué lugar ocupa esta expresión en la historia del arte?
Sí me gustaría decir algo sobre eso. Todas estas formas artísticas neodadás,
porque a fin de cuentas las actuaciones se hicieron en el Café Voltaire, lo
neodadá resurge con tanta fuerza a raíz de Fluxus, de Beuys, de todo este
movimiento sajón y noreuropeo, que logró prender lentamente, pero echan-
do raíces. Estaremos pronto a cuarenta años del surgimiento de esta co-
rriente y todavía se sigue expandiendo. No sé si en Europa la sigan, porque
digamos que ese ballet que trajo Johann Kresnik sobre Frida Kahlo tenía
muchos aspectos de performanceros.5 El performance ha influido en las artes
escénicas, porque a fin de cuentas es una apropiación que hacen los artistas
plásticos de las artes escénicas, y que rebota a su origen; es un elemento con
un origen muy rico y a la vez es alimento de un público que no quiere colec-
cionar y que no quiere obtener el objeto, que quiere vivir el instante estético
y no llevarse algo. Inclusive poco a poco ha dejado de tener vestigios. La fo- 401
tografía referida a un performance o a una acción que se hizo ya resulta muy
tediosa. Entonces la gente quiere ir a participar en el evento, pero no se in-
teresa en su reproducción.
Yo creo que el sitio donde más se le ha dado vuelo a la hilacha en cuanto
a estos géneros es Estados Unidos. En Europa nació, pero en Estados Unidos
prendió como expresión de múltiples sectores, cosa que no ha ocurrido en Eu-
ropa, por ejemplo La Fura dels Baus ya se vino abajo... En verdad es una diná-
mica muy común, la gente gasta y gasta materia gris en un periodo de
invención y después quiere como que el árbol quede plantado y que le salgan
frutos, entonces no siempre logran sostener una categoría acorde con la inven-
ción inicial, pero a veces sí. Se requiere una invención muy fuerte, en eso Adol-
fo Patiño es una de las personas que trató de mantenerse joven a costa de
mucho sufrimiento personal. Trató de mantenerse siempre en un terreno de
aportación, no de repetición, aunque haya repetido su Regla Rota, pero cuánta
gente, hasta Friedeberg, lo imitó. Le han robado ideas por aquí y por allá para
solemnizarlas. Realmente él aportó muchísimas cosas pero como no tenía for-
mación académica, y él sí le entró a la droga y a muchas cosas, entonces la
gente...
En 1962 yo le vi un performance a Jodorowsky en una Alianza Francesa
y me acuerdo que tiraba cosas al público. No logro recordar qué cosa era y
tenía relativamente poca gente. En un teatrito presentó el happening, como
se les llamaba entonces.
402 dice Eloy Tarcisio, empezó en Inglaterra con los empleados inconformes que
se amarraban a los postes para protestar...
RT No, no hacían performance, en muchos países se hacen manifestaciones
con guitarras, con máscaras, es la manifestación política. No hay que con-
fundir chicha con limonada. Estamos hablando de un género artístico.
¿En aquella época había crítica teatral o artística? Porque ahora todos los
performanceros se quejan de que nadie va, nadie escribe y es cierto.
RT Bueno, creo que el ritmo de trabajo de uno... no hemos asumido. Tendría
que buscar en lo mío a ver qué he escrito, pero no he sido una observadora
puesta en escena inolvidable, La ópera del orden, que fue una creación de Alejan-
dro, luego el gran impacto que fue Así hablaba Zaratustra. Además era un gran
director de teatro. Poco a poco él comenzó a generar los efímeros. Nos daba un tema
y nos decía: “Va a pasar esto, lo otro y vamos a improvisar”, detrás estaban Felgué-
rez y Lilia Carrillo pintando un mural durante la representación. No recuerdo los
nombres pero participé en tres, en la sala Villaurrutia, creo que en 1965. Hubo una
temporada en que Alejandro hizo este tipo de cuestiones. Despertaba reacciones
muy enconadas. Le decían farsante. Alejandro era de una creatividad espeluznante.
Y cada quien de acuerdo con sus propias limitaciones y virtudes escénicas, impro-
visaba, pero siempre siguiendo la línea de la idea que tenía Jodorowsky.
Recuerdo que en un efímero hasta nos insultaron: el público nos gritaba, nos de-
cía cosas, claro era otro momento, ahorita como que ya estamos bastante ablanda-
dos. En aquella época era una sociedad más cerrada. Alejandro era un terrorista
porque lo que hacía era desacralizar una serie de valores tanto religiosos como polí-
ticos y sociales; y en La ópera del orden tuvimos que salir por la puerta de atrás cuan-
do la liga de decencia llegó a cerrar el teatro. Lo que criticaba Jodorowsky era la
hipocresía de aquella sociedad paternalista, cuyos resabios todavía quedan... Quizá
ahora no pase nada, tal vez por eso lo de Jodorowsky tuvo más mérito, trastocó, lo
corrieron del país, porque era un ser crítico. Él era abstemio y desgraciadamente
lo encontraron en una fiesta donde había coca, había droga, había todo. Y también
querían pescar a cierto personaje político y armársela de tos, dijeron: “Aquí está Jo-
dorowsky” y le aplicaron la 33.
En uno de los efímeros, recuerdo que llegaba Alejandro completamente venda-
do, como momia, y todo el acto era quitarle las vendas. Ya no me acuerdo qué más
pasaba, pero sucedían cosas terribles. Fue cuando nos insultaron y tuvimos que
salir por la parte de atrás del teatro. En la sala Villaurrutia había una escalera de
caracol que daba a los camerinos y que daba al piso de abajo y salimos por la parte
de atrás porque la gente estaba muy agresiva; había provocadores, obviamente.
Alejandro, como es judío, tenía todo el apoyo de la comunidad judía. Dagoberto
Guillaumin era el director de la Escuela de Arte Teatral; durante su época de oro
produjo una de las generaciones que hasta ahora creo que ha sido la mejor. De ahí
salieron Óscar Chávez, Héctor Bonilla, Sergio Jiménez, Martha Verduzco, Angelina
Peláez, Julio Castillo, Abraham Oceransky, Fernando Balzaretti, Julia Marichal,
López Rojas, Navarro... A mí me tocó ser parte de esa generación.
raquel tibol
Jodorowsky me dijo una vez: “Fui un terrorista, no me gustaba lo que veía, enton-
ces decidí hacer lo mío”. Y fue un revolucionario. El teatro universitario le debe mu-
cho, no tanto por seguir la pauta que había marcado Alejandro, sino porque como
respuesta a su trabajo comenzaron a surgir personajes como Gurrola, que inaugu-
ró el Teatro de Arquitectura con Despertar de primavera, que fue un golpazo del
teatro universitario y con la labor del maestro Héctor Azar y talentos como Juan
Ibáñez, José Estrada, Jorge Fons, que terminó haciendo cine, José Luis...,* Héctor
Mendoza, Ludwik Margules, que son pilares fundamentales del teatro universita-
rio y nacional.
Los happenings son posteriores a la estancia de Jodorowsky en Europa. Eso sur-
gió un poco con la psicodelia y todo este movimiento hippie que es posterior a
Jodorowsky. Quizá tuvo información sobre los happenings porque él viajaba a Eu-
ropa cada año.
En cierto sentido, como que el performance se da mucho a lo que, se diría, el
facilismo. A mí me aburre. La palabra performance quiere decir función,* enton-
ces es una función, pero ¿de qué? Y, como siempre agarramos las palabras del
amo y las usamos, y como he visto cada engendro, me he retirado francamente.
Yo no encontré calidad, no encontré imaginación, nada, quizá les hacía falta un
Jodorowsky.
23 de noviembre de 1998, Plaza San Jacinto, San Ángel.
raquel tibol
Lo que pasa es que muchos de los demás artistas le han dado esa connotación.
RT Bueno, quieren ponerlo... ya muerto el rey, viva el rey. Era el colega, quizá el
más avanzado, quizá el más violento, quizá más vanguardista, más inventivo,
pero a la vez tenía sus momentos de mayor tranquilidad y hasta de buscar
chambas dentro de la burocracia, como las que buscaba para sobrevivir.
Lo que yo creo que hay que hacer es insertar al performance en la tradi-
ción artística y ver en qué se une y qué aporta de nuevo. ¿Qué son realmente?
408 Porque no es el tema tal cual, sino su forma. En verdad el arte va cambiando
primordialmente en sus formas de expresión, pero sus temáticas troncales
a fin de cuentas son los temas humanos, temas sociales, temas individuales.
Y éstos se siguen reproduciendo, pero necesitados de nuevas formas como
quien cambia de piel para volver a vivir.
1. Melquiades Herrera
Foto: Javier Hinojosa
2
2. Armando Sarignana
Foto: Rommy Senderos
3. Francisco Icaza
Foto: Miguel Icaza
4
4. Marcos Kurtycz
Foto: Makoto Kondoh
5. Mario Rangel Faz
Foto: Archivo Mario Rangel Faz
6 7
6. Felipe Ehrenberg
Foto: Guillermo González
7. Manuel Marín
Foto: Guillermo González
8 9
8. Mónica Mayer
Foto: Guillermo González
9. Eloy Tarcisio
Foto: Guillermo González
10
11
12. Chrysler
Foto: Marco Antonio Pacheco
13
14
15
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20
22
27
27. Semefo
Foto: Semefo
28
19 concreto
El grupo surgió en 1990 en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y
Grabado “La Esmeralda” como un laboratorio de experimentación al-
ternativo a la tradición plástica que se impartía en las escuelas artísti-
cas. Conformado principalmente por Lorena Orozco, Fernando de Alba,
Roberto de la Torre, Víctor Martínez, Ulises Mora y Alejandro Sánchez,
también lo integraron José Enrique Gómez (1990-1994), Ángel Flores
(1990-1993) y María Ana Ruiz (1990-1993). 19 Concreto experimentó con
diversas disciplinas como la instalación, el performance, la fotografía, el
video, el arte sonoro y los medios electrónicos. El trabajo grupal repre-
sentaba un reflejo de la sociedad masificada, donde imperan el ano-
nimato y la producción en serie. Su propuesta se caracterizaba por un
énfasis en la ironía y el humor negro; un reflejo del desencanto de la
clase media ante la crisis de las ideologías. El grupo obtuvo el primer
lugar del concurso de performance del Segundo Festival Internacional
en X’Teresa Arte Actual en 1993, la mención en Medios Alternativos en
la Bienal de Monterrey FEMSA en 1994 y la beca Jóvenes Creadores del
Fonca en 1995 para el proyecto Vía satélite, en el que participaron Es-
ther Ferrer, Bartolomé Ferrando, Isabel Gybergy y Bruno Tardelli. Aun-
el que es perico donde quiera es verde
ulises mora
(México, D.F., 1967)
Artista plástico interdisciplinario, docente e ilustrador, ocupado de la
relación entre vida cotidiana (laboral y familiar), la publicidad y la ex-
periencia estética. Estudió la carrera de Pintura en la Escuela Nacional
de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, donde es docente desde
hace once años. Ha participado en diversos talleres y diplomados sobre
estética y curaduría. Su trabajo forma parte del acervo de museos como
el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC); en tanto que su
obra fue exhibida en el Museo de Arte Carrillo Gil, Museo Universita-
rio del Chopo, la Galería de Arte Mexicano, Galería Hilario Galguera, el
Museo de Monterrey, Ex-Teresa Arte Actual y el Museo Universitario
de Ciencia y Arte (MUCA), además de espacios alternativos de la ciudad
de México, el interior del país y en Quebec, La Habana, París, Nueva
Jersey y Nueva York. En 1990 cofundó el grupo de arte alternativo 19
Concreto, con quienes ha realizado numerosos performances e insta-
laciones hasta la fecha. De 1996 a 1999 formó parte de la dirección del
Espacio Independiente Art Deposit, en el que curó, montó y organizó
varias exposiciones y eventos en México, Guadalajara y Nueva York.
Como ilustrador ha participado en numerosas publicaciones relacio-
nadas con el arte contemporáneo. Ha recibido la beca de Jóvenes Crea-
dores del Fonca, así como la de Fomento a Proyectos y Apoyo de Expo-
siciones en el Extranjero de Conaculta.
lorena orozco
(México, D.F., 1967)
Artista visual. Realizó estudios en la Facultad de Arquitectura de la
UNAM y cursó la licenciatura en la Escuela Nacional de Pintura, Escul-
tura y Grabado “La Esmeralda”. Realiza obra en los campos de la pin-
tura, la instalación, el performance, la moda alternativa y elementos
el que es perico donde quiera es verde
chrysler
Luis Carlos Gómez, DJ Chrysler (México, D.F., 1959)
DJ y artista del performance y videoarte. Estudió Diseño de la Comuni-
cación Gráfica en la UAM-Azcapotzalco. Tomó su nombre artístico de la
frase publicitaria “Chrysler es performance”. A partir de 1989 comenzó a
desarrollar el evento 15 mil voltios, que consistía en una indumentaria
eléctrica de gas neón para ‘N’ ejecutantes. Destacan en esta pieza las
participaciones de Claudio Augusto Martínez Alizeri y la actriz Alejan-
dra Bogue. Es pionero de los escenarios rave por sus aportaciones en la
microfonía y el performance. Tiene más de veinte años de experiencia
en la escena electrónica. Es creador de espectáculos multimedia, video,
instalación y vaudeville. Se ha presentado desde los inicios de la cultu-
ra rave en México y en foros internacionales como The Bronx Museum
of the Arts (Nueva York), Saint Jerome (Quebec), Jump Starts Perfor-
mance Company (San Antonio), X’Teresa Arte Alternativo (México, D.F.)
y otros espacios alternativos. Ha compartido el escenario con persona-
lidades como David Bowie, Erasure, Paul Van Dyk, Felix da Housecat,
Marc Almond, Fangoria, DJ Hell, Miss Kittin, Takkyu Ishino, Tomcraft
y Larry Tee, entre otros. En 2002 musicalizó en vivo La mirada del sor-
do de Paul Auster, para Alicia Sánchez y Compañía, en la sala Miguel
Covarrubias del Palacio de Bellas Artes. Como DJ se ha presentado en
festivales en todo el mundo entre ellos: Love Parade, Berlín; Festival
Mayday, Dortmund, Alemania; Club Tresor, Berlín; El Club Citta, Tokio,
Serbia, Nueva York y Lima. Realizó un remix para Zombie Nation (The
Cut) que aparece en la disquera alemana Dekathlon Records. Presentó
su video-arte en la exposición Retro-Spectiva, en el Museo El Eco, en
2009. Actualmente trabaja en la realización de trece óleos sobre tela
que parten del tema El Evangelio según DJ Chrysler.
el que es perico donde quiera es verde
armando cristeto
(México, D.F., 1957)
Licenciado en Medicina por la UNAM. Desde 1977 se dedicada a las artes
visuales, investigación histórica y docencia especializada en fotografía.
Perteneció al Grupo Fotógrafos Independientes, GFI (1977-1982) y Peyote
y la Compañía (1975-1984). Miembro y presidente del Consejo Mexicano
de Fotografía (1980-1998). Sus cuerpos de obra fotográfica más conocidos
son El condón (1978-1979), Apolo urbano (1980) y Las noches de reventón
(1977). Ha sido jurado en concursos nacionales de fotografía; ponente, co-
mentarista y moderador en coloquios, congresos, simposia. Como docen-
te ha impartido seminarios, diplomados, cursos, talleres en importantes
instituciones nacionales. Su obra y textos se han publicado en libros, ca-
tálogos y revistas, entre ellos: Art in America, Afterimage, Photography
Annual, Luna Córnea, Alquimia y Urbes Mutantes Fotografía Latinoame-
ricana 1940-2012. Su obra se encuentra en importantes acervos como los
de la Fototeca Nacional (INAH-CNCA), Centro de la Imagen, Cenart (CNCA)
y el MUAC (UNAM). Entre sus distinciones están el premio de gráfica del
XII Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas (Aguascalien-
el que es perico donde quiera es verde
434 tes, 1978); la beca para Ensayo Fotográfico del INBA (1983); el premio a la
curaduría El sueño que no hablará (fotografía de autores no identifica-
dos), en la galería La Agencia; Programa Años 20-50 del CNCA (México, D.F,
1992); la beca para el proyecto Espíritu homoerótico, Programa de Fomen-
to y Coinversión Fonca-CNCA (2000).
Cuenta con tres exposiciones individuales: Apolo urbano, Hechizo
clandestino y Soy adict@ a ti y más de un centenar de colectivas en Méxi-
co: Centro Cultural Arte Contemporáneo, A.C., Museo de la SHCP Ex Pala-
cio del Arzobispado, Museo del Palacio de Bellas Artes, Museo Nacional
de Arte, Museo de Arte Moderno, Centro de la Imagen, MUCA (UNAM). En
el extranjero: Museo Nacional de La Habana; Museo de Arte Reina Sofía,
Madrid; Centro Fotográfico de Australia, entre muchos otros.
felipe ehrenberg
(México, D.F., 1943)
Neólogo (“término que me permite —hace casi veinte años—, una li-
bertad de acción total”). Estudió a temprana edad con Mathias Goeritz
y José Chávez Morado. Su producción abarca pintura, escultura, gráfica,
arte ambiental, instalación, libro objeto, arte objeto, arte correo, arte
acción y de medios. Es teórico, ensayista, columnista especializado. Ha
impartido cursos y seminarios sobre promoción cultural, administra-
ción profesional del artista, muralismo colectivo y labor editorial. Vivió
en Inglaterra (1968-1974), donde fundó la editorial Beau Geste Press/Li-
bro Acción Libre, con Martha Hellion y David Mayor. En Xico, Veracruz
(1974) fundó un centro cultural. Fue miembro fundador, junto con Víc-
tor Muñoz, Carlos Fink y José Antonio Hernández Amezcua, del grupo
Proceso Pentágono y del Consejo Mexicano de Fotografía. Desde su pri-
mera muestra individual en 1965 (ha presentado más de cien), lo hace
en espacios institucionales o no lucrativos. Entre ellas destaca Pretérito
imperfecto (Museo de Arte Carrillo Gil y Galería de Arte de Hamilton,
Canadá, 1992). En 1996 CNCA publicó Vidrios rotos y el ojo que los ve, an-
tología selecta de sus artículos y ensayos de 26 años. Entre sus muestras
colectivas destacan La era de la discrepancia (MUCA, UNAM, 2007) y Man-
churia-visión periférica, retrospectiva para celebrar sus cincuenta años
como artista (MAM, INBA, 2008), Ala Blanca Festival (casi) Nacional de
el que es perico donde quiera es verde
roberto escobar
(México, D.F., 1967-2009)
Artista plástico de formación principalmente autodidacta. Estudió Ar-
tes Plásticas en la Escuela de Iniciación Artística 4 del INBA donde, en
1987, formó y dirigió el grupo de arte experimental El Sindicato del Te-
rror con sus compañeros Salvador Parra y Violeta Macías. Ahí mismo
presentaron un par de performances; un año después invitó a nuevos
miembros: Éric del Castillo, Carmen Arellano, Carlos Salom, Claudio
Contreras y Carlos Jaurena; presentaron acciones en diversos espacios
culturales y alternativos como La Quiñonera, El Salón des Aztecas, la
galería La Agencia, el MAM y las catacumbas del exconvento del Desier-
to de los Leones, hasta 1989 en que se disolvió el grupo. Paralelamente
produjo y expuso de manera individual y colectiva desde 1987 arte ob-
jeto, escultura, instalación, performance y video en muy diversos fo-
ros: museos, galerías, centros culturales, discotecas, teatros, escuelas
el que es perico donde quiera es verde
manuel felguérez
(Valparaíso, Zacatecas, 1928)
Pintor y escultor. Estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y
Grabado “La Esmeralda” y en la Academia de la Grande Chaumière, Pa-
rís. En su larga estancia en Europa (1949-1951) trabajó en los talleres de
Constantin Brancusi y Ossip Zadkine. A su regreso a México materiali-
zó sus conceptos de arte contemporáneo en lo que fue la primera obra
mural con ensamblaje. Su amplia formación y larga trayectoria se han
enriquecido con diversos conocimientos y prácticas que van de la taxi-
dermia hasta la antropología. Protagonizó hechos relevantes en el ám-
bito artístico y cultural a finales de los años cincuenta y en la década de
los sesenta; a la par de pintar y perfeccionar la escultura, trabajaba en
escenografías para teatro y cine como en La montaña sagrada con Ale-
jandro Jodorowsky, con quien participó en una veintena de obras de
teatro y en los famosos efímeros (happenings) para las inauguraciones
de sus murales escultóricos en el Cine Diana (1961) y Canto al océano
del Deportivo Bahía (1963). Es uno de los representantes de la genera-
ción de La Ruptura. Fue de los primeros artistas mexicanos en experi-
mentar la computación para la creación artística como Investigador
Huésped de la Universidad de Harvard (1972-1975), proyecto que realizó
con la beca de la Fundación Guggenheim. Es figura principal dentro
del panorama artístico de nuestro país y reconocido en el extranjero.
Obtuvo el segundo premio de pintura en la Primera Trienal de Nueva
Delhi (1968), Gran Premio de Honor de la XIII Bienal de San Paulo (1975),
con la obra El espacio múltiple y el Premio Nacional de Artes en México,
el que es perico donde quiera es verde
melquiades herrera
(México, D.F., 1949-2003)
Artista plástico egresado de San Carlos (Escuela Nacional de Artes
Plásticas, ENAP, UNAM). Incursionó en poesía, cine, escenografía, teoría
del arte, diseño. Es uno de los pioneros del performance en México,
miembro del No Grupo, junto con Rubén Valencia, Maris Bustamante
y Alfredo Núñez. Otros miembros que formaron parte de esta misma
agrupación en algún momento fueron Andrea di Castro, Hersúa, San-
dra Isabel Llano, Katya Mandoki, Roberto Real de León y Susana Sierra.
Con el No Grupo llevó a cabo diversos “montajes de momentos plás-
ticos”; uno de ellos en el célebre Primer Coloquio de Arte No-Objetual
(Medellín, 1981), realizado por iniciativa del teórico peruano Juan Acha.
Impartió clases y seminarios. Como articulista especializado, publi-
có el primer ensayo sobre performance en nuestro país, El performance
¿tradición, moda, publicidad o arte?, publicado por la ENAP. Produjo di-
versas reseñas para medios de circulación nacional como El Día y El
Nacional. Presentó exposiciones individuales, entre ellas: Melquiades
Herrera “Yo no lo pinté”, Fotografías panorámicas (ENAP, 1996); Diverti-
mento, vacilón y suerte: objetos encontrados (galería de la SHCP, abril-ju-
nio 1999); además de colectivas y más de cincuenta performances en
México, Estados Unidos y Colombia, entre los cuales destacan La Gale-
ría del Prof. Melquiades Herrera (en La Caravana, Canal 7 de Imevisión)
y Melquiades Herrera en Con cierto, de dos horas de duración. Como
investigador destaca su trabajo El tetraedro imposible (contribución
al estudio del cubo de Rubik) y El mapa de cuatro colores. Fue miem-
el que es perico donde quiera es verde
bro del Círculo de Conocedores de Marcel Duchamp junto con Olivier 439
Debroise, Adolfo Patiño, Alberto Gutiérrez Chong y Rubén Valencia.
Se han presentado in memoriam dos exposiciones individuales y una
como revisión del No Grupo: Un peatón profesional: Melquiades Herre-
ra (Celda Contemporánea del Claustro de Sor Juana, abril-julio, 2004),
por iniciativa y curaduría de Sol Henaro, exposición que viajó el mismo
año a la galería de la Universidad Autónoma del Estado de México, en
Toluca y Melquiadez. Acercamientos a Melquiades Herrera (Ex Teresa
Arte Actual, noviembre-diciembre 2012), por iniciativa de Carlos Jaure-
na y curaduría de Maribel Escobar Varillas, y la colectiva No Grupo: Un
zangoloteo al corsé artístico (MAM, octubre 2010-marzo 2011), por inicia-
tiva y curaduría de Sol Henaro.
alberto híjar
(México, D.F., 1935)
Filósofo, crítico de arte e investigador del Cenidiap-INBA. Sus textos so-
bre filosofía, política, estética y arte moderno han sido publicados en
México, Estados Unidos, Cuba, Nicaragua, El Salvador, Puerto Rico, Italia
y España. Como luchador social pertenece a los comités de solidaridad
con Cuba, Vietnam, Nicaragua y El Salvador. Ha incursionado en el pe-
riodismo desde 1966. Fundó el Curso Vivo de Arte en la UNAM, práctica
de crítica de arte en México, América Latina, China y la Unión Soviética
(1960-1973); a la par produjo series de radio y televisión para las emiso-
ras de la UNAM. Es fundador del TAI (Taller de Arte e Ideología), que forma
parte de las actividades de la Sala de Arte Público Siqueiros desde los
años sesenta. Es curador de exposiciones y conferencista. Estudioso de
las teorías de Carlos Marx y el revisionismo marxista especialmente
de la Escuela de Frankfurt, es profesor jubilado de la Facultad de Filo-
sofía y Letras y de la Escuela Nacional de Arquitectura (Autogobierno)
de la UNAM. En 1998 fue nombrado Miembro del Consejo del Ceni-
diap-INBA. Ha escrito en monografías, catálogos y libros entre los que
destacan Crítica a la estética idealista, Pablo O’Higgins y los trabajadores
y Praxis estética (en proceso); compiló el volumen Frentes, coaliciones
y talleres. Grupos visuales en México en el siglo xx. Entre sus recono-
el que es perico donde quiera es verde
francisco icaza1
(Embajada de México en la República del Salvador, 1930-México, D.F., 2014)
Pintor. Se formó en la Academia de Bellas Artes de Bruselas, Bélgica
(1948), fue discípulo de Rufino Tamayo en Nueva York (1950) y de An-
tonio Rodríguez Luna en México (1953). Fue miembro fundador y acti-
vo exponente en el Frente Nacional de Artes Plásticas (1957). Junto con
Arnold Belkin crea el grupo Nueva Presencia o Los Interioristas (1961-
1963), en el que ocasionalmente participan Francisco Corzas, José Luis
Cuevas, Leonel Góngora, Emilio Ortiz, Artemio Sepúlveda, José Muñoz
Medina y Rafael Coronel, entre otros. Junto con Manuel Felguérez y Vi-
cente Rojo crea el Salón Independiente (1968-1969), donde comenzó a
formarse la llamada generación de la Ruptura. Participó activamente
en el grupo Confrontación 66 (1966-1967).
Desde 1956 expuso en forma individual y colectiva en museos y
galerías de México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica, Europa, India
y Medio Oriente, entre las que destacan cinco exposiciones en el MAM,
tres individuales (1979, 1981 y 1998) y dos colectivas (1976 y 1977). Fue
seleccionado, junto con Siqueiros, Tamayo y Belkin, para participar en
la Guggenheim International Award Exhibition en el Salomon Guggen-
heim Museum en Nueva York (1964).
Realizó entre otros murales La farándula-Homenaje a Bertolt Brecht
(ex-Casino de la Selva, Cuernavaca, 1959); Canto al barroco maya (Pa-
bellón de México en Montreal, 1966-1967); Flores urbanas nocturnas
(Hemisfair, Pabellón de México en Houston, 1969), y Computadoras
represoras (Pabellón de México en Osaka, 1969-1970), esta pieza actual-
mente se exhibe junto con los demás Murales de Osaka en el Museo
de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en Zacatecas. Realizó obra monu-
mental como la escultura en bronce de José Clemente Orozco (1963-
1964) en Guadalajara, Jalisco.
Realizó varios libros de artista, entre los cuales destacan La fiera 441
malvada (1971); Sancho escuchando la lectura del Quijote (1977); El dibu-
jo en México (varios artistas, 1979); Me quiero ir al mar (1985); Llegando
a puerto en sentido contrario (1990), y Trazos, ritmo y color (2003).
A partir de 1957 recibe numerosos premios y distinciones, entre
ellos el primer premio de Jóvenes Valores en el Salón de la Plástica
Mexicana (1957); el primer lugar en el Concurso Nacional de Paisaje;
el primer lugar y la medalla de oro en el Salón Anual de Pintura y Gra-
bado (1958). En 1990 obtiene la beca de Creador Artístico (CNCA). Fue
miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca en dos
ocasiones (1993 y 2011).
Escribieron sobre él Ermilo Abreu Gómez, Luis Cardoza y Aragón,
Salvador Elizondo, Margarita Nelken, Raquel Tibol, Shifra Goldman,
Fernando Gamboa, Horacio Costa, Christopher Domínguez Michael,
Guillermo Tovar y de Teresa, Teresa del Conde, Roberto Vallarino, Víctor
Manuel Mendiola, José Luis Martínez, Avelina Lesper y Lucía Puente.
marcos kurtycz2
Jan Marcos Kurtycz Tienfenberuner (Pielgrzymowice, Polonia, 1934-México,
D.F., 1996)
Llegó a México en 1968, se nacionalizó mexicano en 1980. En Polonia
estudió ingeniería y cibernética. En nuestro país se inició en el diseño
teatral y gráfico. Su actividad como artista de la acción la inició en la
ciudad de México en 1973 con La rueda de Newton. Desde 1978 hasta
su muerte en 1996 presentó artefactos, acciones rituales, esculturas
permanentes y efímeras, arte postal, arte objeto, performance, colla-
ge, etcétera, en calles, espacios al aire libre, foros alternativos, centros
culturales y museos de manera aislada o dentro de programas o festi-
vales en México, Estados Unidos, Canadá, Francia, España y Japón. En
1979 presentó Laberinto y Pasión y muerte de un impresor, en el I Sa-
lón de Experimentación del INBA; en 1980-1981 produjo Bomba de maíz
(avenida Broadway de Nueva York). Durante 1984 realizó su Proyecto
orweliano (un libro diario); en 1985 United State of Art, acciones y bom-
442 bas. Dedicó sus últimos años a realizar acciones, entre las que se cuen-
tan Organik Wars (Central Park, Nueva York, 1989); Xyzompantli Snake
(Centro Cultural Universitario, México, D.F., 1990); Triptych Snake Per-
formance (Toulouse, 1991); Cambio de cara (México, D.F., 1992); Snake´s
Erection, Art-performance, Espacio Específico Teresa, México, D.F. (1993);
Serpent d’escalier (Quebec, 1993); Egg Snake (Le Lieu Centre Art Actuel,
Quebec, 1993); Desert Snake, Ice House Snake y Street Snake (Phoenix,
1994); Serpiente dentada (México, D.F, 1995); The Proportions of Snake.
Art Performance (Tokio, 1995); El aliento de la serpiente del metro (IV
Festival de Performance, X’Teresa, México, D.F., 1995), articuladas den-
tro del concepto de la serpiente, como parte del proyecto La serpiente
del metro, que planeaba concluir en el Festival de Bytów, en su natal
Polonia, en 1996. En 1999 el Museo de Arte Carrillo Gil presentó la expo-
sición Marcos Kurtycz: memoria, un proyecto de Patricia Sloane, curado
por Michael Bock, con la asesoría y compilación de Ana María García
Kobeh.
manuel marín
(México, D.F., 1951)
Pintor, escultor, dibujante, artecorreísta, profesor, teórico. Estudió pintu-
ra en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeral-
da”. Paralelamente cursó ingeniería en el ESIME, IPN, y cursó la maestría
en matemáticas en el UPICSA, IPN. Desde 1974 ha expuesto de manera
individual (104 exposiciones) y colectiva (300) en México, Alemania,
Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, Colombia, Cuba, Dinamarca, Espa-
ña, Francia, Estados Unidos, Jamaica y Japón. Fue miembro del Grupo
Março (1979-1983). Tutor de Jóvenes Creadores y Creadores Artísticos
en pintura y escultura. Jurado y tutor de los Artistas Iberoamericanos
(Fonca-CCE). Entre sus distinciones y premios están el Primer Premio
de Pintura (El Colegio de México-Conacyt, 1969-1973); el Premio Espe-
cial Grupo Solidarte, la I Bienal de La Habana, Cuba, 1984; la beca de
producción MacDowll Colony Inc. (New Hampshire, 1986); fue Creador
Artístico del Sistema Nacional de Creadores de Arte (1993); obtuvo una
mención honorífica en la VI Bienal de Pintura Rufino Tamayo (1992 y
1998); otra en la II Bienal Nacional de Pintura Pascual (1994), y el pri-
el que es perico donde quiera es verde
césar martínez
(México, D.F., 1962)
Artista indisciplinado. Licenciado en Diseño de la Comunicación Gráfica
por la UAM, realizó estudios de Artes Plásticas en la Escuela de Pintura, Es-
cultura y Grabado “La Esmeralda”. Es doctor en Arte e Investigación, por
la Universidad de Castilla, La Mancha. Su tesis “Cuerpo, política y subje-
tividad. Performance y prácticas antagónicas” recibió el reconocimiento
Sobresaliente Cum Laude. Fue docente en la UAM Azcapotzalco (1987-
2003), además de impartir cursos y talleres en diversas instituciones.
Su trabajo artístico ha transitado por diferentes aportes concep-
tuales y soportes técnicos, desde la pólvora y la dinamita con finali-
el que es perico donde quiera es verde
mónica mayer
(México, D.F.,1954).
Artista visual y promotora cultural. Estudió Artes Visuales en la ENAP
y cursó la maestría en Sociología del Arte en la Universidad de God-
dard, en Los Ángeles. Participó durante dos años en el Feminist Studio
Workshop en Los Ángeles. Ha desarrollado un enfoque integral en el
que, además de performance, dibujo o intervenciones, considera como
parte de su producción artística la escritura, la enseñanza y participar
activamente en la comunidad. Es pionera del performance en México
y es reconocida como precursora del arte feminista en América Latina.
Desde la década de los setenta ha expuesto su trabajo en México y el
extranjero.
el que es perico donde quiera es verde
alejandro montoya
(México, D.F., 1959)
Artista plástico autodidacta. Formó parte del taller de Artes Plásti-
cas, Escuela Secundaria Anexa a la Normal Superior (1973), del taller
libre de dibujo del IPN (1976) y de la ENAP (1977). En 1984 presenta su
primera exposición individual 1Tasajos: De la serie MCDG en la galería
2 de la ENAP. A esta exposición le siguieron muchas más en museos y
galerías de México, Berlín, Berlín del Este y Arnheim, en Alemania; Río
de Janeiro y Sao Paulo, en Brasil; Nueva York, y Houston, en los Estados
Unidos; Bruselas, Bélgica; Barcelona, España, y Santiago de Chile, Chile.
Entre sus más recientes muestras en México están: RORCAM en el Museo
Universitario del Chopo (2012); Ratasatrás (Centro Vlady, UACM, México,
D.F.); así como las colectivas Perder la forma humana. Una imagen sís-
el que es perico donde quiera es verde
yoko ono3
(Tokio, 1933)
Vive en Nueva York desde 1953. Fue la primera mujer admitida en el
área de filosofía en la Gakushuin University en Japón; estudió también
en el Sarah Lawrence College, de Nueva York, ciudad donde se integró a
la vanguardia artística a fines de los cincuenta. Fue miembro de Fluxus.
En sus inicios colaboró con John Cage, La Monte Young, Ornette Cole-
man y John Coltrane. En 1960 abrió su espacio Chambers Street Loft,
donde presentó sus primeros performances radicales y sus obras con-
ceptuales tempranas. En 1961 realizó su exposición individual Instruc-
tions Paintings en la legendaria AG Gallery en Nueva York, ese mismo
año presentó en el Carnegie Recital Hall un concierto con su revolucio-
nario trabajo que comprendía movimiento, sonido y voz. En 1964 pre-
sentó Cut Piece en Kioto y Tokio y publicó Grapefruit. En 1965 y 1966
presentó otros conciertos en Carnegie Recital Hall y participó en el Per-
petual Fluxus Festival; exhibió The Stone en la Hudson Gallery; realizó
la primera versión de Film No. 4 (Bottoms). En 1966 fue invitada en el
Destruction in Art Symposium en Londres, donde tuvo exhibiciones in-
dividuales en la Indica Gallery y al siguiente año en la Lisson Gallery.
En este periodo llevó a cabo varios conciertos por Inglaterra. En 1969 se
casó con John Lennon y ambos realizaron las famosas acciones públicas
en contra de la guerra, en favor de la paz y el amor, tituladas Bed-In y la
campaña mundial por la paz War is Over! (If you want it).
Cuenta con una gran cantidad de exposiciones individuales y colecti-
vas en todo el mundo. En México formó parte de la exposición Diálogos in-
tomás parra
(México, D.F., 1937)
Pintor, curador y promotor cultural. En 1950 estudió en la Escuela de
Iniciación Artística 2 del INBA y en la Escuela Nacional de Pintura, Es-
cultura y Grabado “La Esmeralda” (1952). Fue asistente de Juan Soriano
en escultura y pintura y colaboró con él en escenografía y vestuario
para el proyecto teatral de Octavio Paz, Poesía en Voz Alta (1955). Traba-
jó con el poeta Carlos Pellicer en la realización del Museo Diego Rivera,
el Anahuacalli (1955). Formó parte de la generación de La Ruptura. En
1960 realizó su primera exposición individual en la Galería de Antonio
Souza en México, D.F., la segunda tuvo lugar en la Galería Proteo, 1961.
En 1962 exhibió su obra en las principales galerías y museos de Amé-
rica Latina. Participó en exposiciones itinerantes de los intercambios
culturales organizados por Fernando Gamboa, en museos de Europa,
Asia y América Latina. En 1970, de vuelta en México, se integró a las ac-
tividades del grupo del Salón Independiente donde realizó dos murales
efímeros: uno en el MUCA y otro en el Centro de Arte Contemporáneo,
en Guadalajara. En 1978 fundó el Foro de Arte Contemporáneo en Mé-
xico D.F., el cual dirigió hasta 1988. Ahí participaron los más importan-
tes artistas mexicanos y latinoamericanos y fue sede del I Encuentro
de Artes Visuales e Identidad en América Latina en 1981. En 1990 fue
subdirector del MAM. En 1994 fue director y curador del Encuentro Inte-
ramericano Diálogo Sobre Siete Puntos, que se celebró en el Museo de
las Artes de Guadalajara, y en el que participaron 16 países de América.
Fue seleccionado para participar en diversas bienales internaciona-
les, entre las que se cuentan el XXI Festival Internacional de Pintura
(Cagnes-sur-Mer, 1989), la II Bienal de Pintura (Museo de Arte Moderno,
el que es perico donde quiera es verde
448 Cuenca, 1989), la III Bienal de Arte (Coltejer, Medellín, 1973) y la X Bienal
Internacional de Arte (Valparaíso, 1991). En 1988 presentó una exposi-
ción retrospectiva de cuarenta años de su producción, en el MAM. Ha
sido distinguido en dos ocasiones con la Beca de Creadores Artísticos
entre los años 1993 y 1997. En 2010, se le otorga, por tercera ocasión, la
Beca de Creadores Artísticos del Fonca.
adolfo patiño4
(México, D.F., 1954-2005)
Artista plástico autodidacta. Incursionó en los campos de la fotografía,
el arte objeto, la instalación y el performance. Realizó estudios profesio-
nales de fotografía en el Instituto Mexicano de Fotografía (1971-1972).
En 1973 fundó el Grupo Cultural JAVERA (CCH Naucalpan, UNAM). Con su
hermano, Armando Cristeto, fundó el Grupo Cultural Integración Co-
municativa (Escuela Nacional Preparatoria núm. 2). Frecuentaba El
Club de Amigos del Cine Mexicano, donde realizó tomas de las estrellas
que publicó en la revista Nuestro cine. Por su primo Jorge Banderas To-
rres, Terry Holliday, transgénero desde la adolescencia, conoció a Ale-
jandro Jodorowsky. Organizó en 1974-1975 proyecciones de Súper 8 y la
Primera Semana de Cine Experimental-En homenaje a la Diva Diana
Mariscal, protagonista de Fando y lis. En 1976 conjunta a sus amigos
y prepara el largometraje en Súper 8 Yin-Yang, y bautiza al equipo de
filmación como Peyote y la Compañía. Pronto, Patiño sintió la necesi-
dad de una representación en el naciente movimiento de Los Grupos.
Así nació el Grupo de Arte Experimental Peyote y la Compañía (Carla
Rippey, Armando Cristeto, Alberto Pergón, Ángel de la Rueda, Xavier
Quirarte, Ramón Sánchez Lira —Mongo—, Esteban Azamar, Agustín
Martínez Castro; como invitados: Juan José Gurrola, Lucrecia Cuevas,
Enrique Hernández, Enrique Luna, Enrique Guzmán, y como miembro
honorario el artista venezolano Carlos Zerpa). Ese mismo año fundó y
dirigió el Grupo de Fotógrafos Independientes (GFI). En 1987 fundó la
galería La Agencia, junto con Rita Alazraki y Rina Epelstein, y la diri-
gió hasta su cierre en 1995. Expuso de forma individual y colectiva en
gustavo prado
Ex-Aurora Boreal (México, D.F., 1970)
Estudió la licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Nacional de
Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; la licenciatura en Diseño
Gráfico y la maestría en Gestión Cultural en la Universidad Iberoameri-
cana; además tomó un curso de performance con Juan José Gurrola en
el Cenart (1994). Desde 1990 ha expuesto en México y el extranjero. Ha
recibido premios, distinciones y becas como la beca Artes Visuales de
la Academia Súrykov de Moscú (gobierno de la URSS-Secretaría de Re-
laciones Exteriores, 1990) y el premio en el Primer Salón Nacional de
Fotografía (Hospicio Cabañas, Guadalajara). Ha sido becario del Fonca
en Medios Alternativos 1994-1995. Fue distinguido con menciones ho-
noríficas en la VII y VIII bienales nacionales de Fotografía (Centro de
la Imagen). En la línea de performance, creó, coordinó y organizó junto
con la artista visual Hortensia Ramírez, el Primer Festival del Perfor-
mance en el Museo del Chopo en septiembre de 1992. Ha presentando
performance grupal (como FUA, Frente Unido de las Abandonadas) e
individual como Aurora Boreal. Fue curador en el Centro de la Imagen
(1994-2007). Ha colaborado en publicaciones como Código 06140, Exit,
Origina, Picnic. Ha ejercido la docencia en Escuela Nacional de Pintura,
Escultura y Grabado “La Esmeralda”, Universidad del Claustro de Sor
Juana, Universidad Iberoamericana y actualmente en Centro Diseño-Ci-
ne-Televisión. Esta interesado en el estudio de la moda como un fenó-
meno cultural contemporáneo. Es director de trendo.mx; Coolhunter.
el que es perico donde quiera es verde
elvira santamaría
(México, D.F., 1967)
Artista de performance e instalación. Estudió Artes Plásticas en la Es-
cuela de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; cursó la maes-
tría en Artes Visuales en la Universidad de Usler (Belfast, 2009). En
1992 participó en el Primer Mes del Performance en el Museo Universi-
tario del Chopo con la pieza Una noche sin dormir. Ahí conoció a Mar-
cos Kurtycz y Richard Martel, artista quebequense, teórico y promotor
internacional de performance, quienes, junto con Esther Ferrer, fueron
las principales influencias en su trabajo conceptual. En 1994 ganó el
primer premio del tercer concurso del Mes del Performance de X’Te-
resa con la pieza Donación para una fuerza ígnea y fue invitada al En-
cuentro Internacional de Performance de Quebec. En 1995 realizó, con
el apoyo del Fonca, una residencia artística en Le Lieu, Centre en Art
Actuel. Desde entonces, se ha presentado en festivales, centros de arte,
galerías, museos y espacios públicos de México y el extranjero, entre
los que destacan una gira en Alemania, organizada por ASA European,
durante la cual visitó Colonia, Dusseldorf, Essen, Dortmund y Bonn
(1997); la Expo Hannover (2000); una gira en Japón, durante la cual se
presentó en Tokio, Kioto, Nagano y Nagoya (Nippon International Per-
formance Art Festival, NIPAF, 2002) y más recientemente en el evento
Labor, en Londres, Dublín y Belfast (2011). De 1997 a 2000, vivió y traba-
jó en Dresde, desde donde participó en varios eventos en otras ciuda-
des europeas. Desde 2000, es miembro del grupo de performance Black
Market International. Ha organizado y curado varios eventos, como los
el que es perico donde quiera es verde
armando sarignana
(México, D.F., 1954-2000)
Poeta, artista plástico, promotor cultural. Licenciado en Ciencias de la
Comunicación por la UNAM. Impartió cursos, talleres y seminarios de
paleografía, textil y poesía, entre otras cosas. Incursionó en la museo-
grafía y la curaduría en museos y galerías. Expuso de forma individual
y colectiva desde la década de los ochenta en disciplinas como arte
objeto, instalación, vestuario, textil, collage, arte correo, ensamblaje,
fotografía intervenida y performance. Participó en varias emisiones
del Festival Internacional de Performance, en X’Teresa y en Caja Dos.
Entre las diversas actividades en las que incursionó están escenogra-
fías, poesía visual, poesía corporal, acciones poéticas; fue ejecutante,
modelo y actor para proyectos teatrales, de performance o fotografía
de otros artistas. Recibió premios y reconocimientos en poesía, mul-
timedia y estructura textil, entre ellos el tercer lugar en el concurso
de poesía erótica de la Asociación Mexicana de Artistas Plásticos y
Escritores (UNESCO, 1998). Colaboró en publicaciones de arte y cultura
entre las que destacan Artes de México, Poliéster, Milenio, La Pus Mo-
derna, el suplemento “Sábado” del diario Unomásuno y La Gaceta del
FCE. Es coautor del catálogo de Mapas y planos de México. Siglos XVI al
XIX; escribió los textos para el catálogo de la exposición A qué estamos
jugando. Del juguete tradicional al tecnológico (MAM, 1984-1985). Como
el que es perico donde quiera es verde
semefo
El grupo se formó en 1990 y se desintegró en 1999. Tuvo distintos in-
tegrantes a lo largo de su historia.5 En el momento de esta entrevista
(septiembre de 1997) eran Teresa Margolles, Carlos López, Juan Zava-
leta y Arturo Angulo. Su trabajo incursionó en acciones, ambientacio-
nes, instalaciones, arte objeto. Participó en conciertos, exposiciones
individuales y colectivas en museos, galerías, espacios alternativos
y en diversos festivales. Quedaron varias obras inéditas por censura,
por ejemplo: Máquinas célibes, que se presentaría en el II Festival In-
ternacional de Performance X’Teresa Arte Alternativo; Mojolo, en el
IFAL. Sobre su trabajo se han escrito innumerables ensayos, entrevistas,
tesis, textos críticos, reseñas, libros. Presentaron performances e insta-
laciones en espacios alternativos en México y el extranjero como La
5 El grupo Semefo fue cambiando de integrantes en las distintas etapas desde su for-
mación en 1990:
NOVIEMBRE 1990: Arturo Angulo, Mónica Salcido, Teresa Margolles, Arturo López, Jorge
Beltrán, Carlos López (Charly), Juan Pernas.
FEBRERO 1993: Arturo Angulo, Teresa Margolles, Arturo López, Carlos López.
NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1993: Teresa Margolles, Arturo Angulo, Juan Zavaleta.
SEPTIEMBRE 1995: Arturo Angulo, Juan Pernas, Carlos López, Juan Zavaleta, Paulina Gar-
nica Soberanes, Teresa Margolles.
NOVIEMBRE 1996: Teresa Margolles, Carlos López, Arturo Angulo, Arturo López, Juan
Pernas, Juan Zavaleta, Antonio Macedo.
SEPTIEMBRE 1997: Teresa Margolles, Carlos López, Juan Zavaleta y Arturo Angulo.
FEBRERO 1998: Arturo Angulo, Juan Zavaleta, Carlos López, Teresa Margolles.
En la presentación de algunas piezas, la participación fue multitudinaria, por ejemplo
Pandemónium: Carlos Aguilar, Alejandro Ainslie, Arturo Angulo, Víctor Basurto, Jorge
Beltrán, Érika Bülle, Beto Centurión, Alisarine Ducolomb, Juan Luis García, Juan Zava-
leta, Ramiro Huerta, Arturo López, Carlos López, Antonio Macedo, José Paz, Aníbal Pe-
ñuelas Margolles, Juan Pernas, Pichicuás, Elsa Sáenz, Maribel Santos, Marina Velasco,
Víctor Vieyra, Mario Zaragoza, Melchor Zortybrandt y Víctor Macías.
el que es perico donde quiera es verde
Quiñonera, LUCC, la Toma del Balmori, la Toma del Rule, Art Deposit, 455
La Panadería; en espacios oficiales como el Museo de Arte Carrillo Gil,
Museo Rufino Tamayo, MAM, Centro Cultural de Arte Contemporáneo
Televisa y galerías como Art&Idea (México, D.F.); Christine Rose Gallery
(Nueva York); Parque de las Banderas (Cali); IV Bienal de Lyon, entre
muchos otros. Recibieron reconocimientos como el primer lugar en el
Primer Salón del Performance (LUCC, 1990); la beca para Jóvenes Creado-
res del Fonca (1993-1994 y 1995-1996); el Premio de Adquisición en la IV
Bienal de Monterrey FEMSA; el Programa de intercambio de Residencias
Artísticas México-Colombia, Fonca (1999). Sus obras se encuentran en
colecciones públicas y privadas en México, Alemania y Suiza. Algunas
de sus piezas de instalación son expuestas de forma permanente en
México y Colombia.
carlos lópez
(México, D.F., 1963)
Bajista. A la par de trabajar plásticamente con Semefo grabó como guita-
rrista el disco de Doom-Death titulado Laervarium en 1995 en Pesaro, con
parte de la música que compuso para algunos de los performances del
grupo. Fundó la agrupación de hardcore-thrash Garrobos, con quienes
grabó los discos Garrobos y Sacude el cráneo (1996 y 1997). Realizó gra-
baciones con el grupo de jazz rock progresivo Humus como baterista en
los discos: Humus (1994), Maelus crease (1995) y Humus 4 (1997). Parti-
cipó junto con Garrobos en los discos Lo más culebra, Tributo a Luzbel,
Tributo a Ángeles del infierno y Tributo a Ramones, entre 1997 y 2008.
Con Garrobos realizó los discos Un segundo más, Jinetes calavera y Su-
blime tortura (2000, 2003 y 2010). Participó en la compilación Tribes
el que es perico donde quiera es verde
of Metal and Punk (Chicago, 2011). Fundó el grupo de gothic-epic metal 457
Metal Tribute to Tolkien, con quienes grabó los discos Metal Tribute to
Tolkien (2010) y Beren’s song (2012). En 2013 apareció en el disco Tribu-to
Garrobos. Actualmente está en espera de las ediciones de los discos ya
grabados: En carne y hueso: Garrobos en vivo y las nuevas producciones
de los grupos Humus y Metal Tribute to Tolkien, además de compar-
tir el escenario con infinidad de bandas nacionales e internacionales
como Strike Master, Transmetal, Makina, Brujería, Asesino, Resistant
Culture, Municipal Waste, Tankard, Brutal Truth, Voivod, Death Angel,
Metal Church, Terror, Dying Fetus, Malas, Corrosion of Conformity, en-
tre muchos otros más y giras por el territorio nacional y muchas ciu-
dades de la unión americana como Nueva York, Chicago, Atlanta, Los
Ángeles, Las Vegas, San José, etcétera.
teresa margolles
(Culiacán, 1963)
Fotógrafa. Después de la desintegración de Semefo siguió adelante
con su obra personal. Ha presentado cerca de cincuenta exposiciones
individuales y 150 colectivas en museos y galerías de México y países
como Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá,
Chile, China, Colombia, Corea del Sur, Cuba, España, Estados Unidos,
Guatemala, Holanda, Irlanda, Israel, Italia, Francia, República Checa,
Panamá, Polonia, Eslovenia, Suecia y Suiza. Ocupó el pabellón de Mé-
xico en la 53 Bienal de Venecia (2009) con la pieza What Else Could We
Talk About?, curada por Cuauhtémoc Medina. Sus recientes trabajos en
performance son: Corporización de la ausencia (Escuela Preparatoria 1,
Guadalajara, Jalisco y Escuela Preparatoria Lindavista, Ciudad Juárez,
Chihuahua, 2010); El grito (MAM, 2011); Las llaves de la ciudad, con Anto-
nio Hernández Camacho (Festival SISMO, Madrid, 2011); L’Arte dell’Ospi-
talita, 40 Cuerpos (Real Academia de España, Roma, 2011); Adiós ciudad
(7th Berlin Biennale, Berlín, Glasgow Sculpture Studios, Glasgow, 2012);
Napoli Teatro Festival (Project Room, MADRE, Nápoles, 2012); Tela bor-
dada (Donai, Festival de Arte y Música, Krems, 2013), y la exposición
individual El testigo (Centro de Arte Dos de Mayo, Madrid, 2014).
el que es perico donde quiera es verde
juan zavaleta
Juan Luis García Zavaleta
(México, D.F., 1971)
Artista multidisciplinario desde 1988. De ciudadanía mexicana y cana-
diense, radica en Canadá desde 2002. Formó parte de Semefo de 1992 a
1998. También participó en los extintos grupos de performance La Bru-
ja Lésbica (1990-1991) y de música electrónica industrial Kinitch Aboa
(1988-1993). Actualmente produce video, arte conceptual y cuenta con
exposiciones individuales y colectivas en México, Canadá, Estados Uni-
dos, Alemania, Bélgica, España, Francia, Polonia. Entre sus premios se
cuentan el primer lugar en el Premio Banamex a la evolución en internet,
Categoría Cultural (2000), y una mención honorífica, además del tercero
y segundo lugares en los Festivales Internacionales de Video Erótico del
Claustro de Sor Juana y el Fonca (1999, 1994 y 1998, respectivamente).
eloy tarcisio
(México, D.F., 1955)
Artista visual. Es egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura
y Grabado “La Esmeralda”. Como artista plástico se expresa en medios
como pintura, dibujo, instalación, multimedia y performance. Ha ex-
puesto en forma individual y colectiva desde 1973 en México, Estados
Unidos, Yugoslavia, Francia, Canadá. Es miembro fundador del grupo
Atentamente la Dirección. Como promotor de arte contemporáneo, ha
sido curador, jurado, conferencista, asesor, tutor, maestro y director en
instituciones como el Munal, el MAM, la Pinacoteca Virreinal de San Die-
go. Fundó X’Teresa Arte Alternativo y lo dirigió en dos ocasiones entre
1993 y 1998. Entre estos dos años creó y presidió de la Asociación X’Tere-
sa Arte Alternativo, A.C. Es cofundador de COMPAS (Coalición de Organi-
zaciones Mexicanas de Promoción del Arte, A.C.). Cuenta con premios y
distinciones entre los que destacan la mención honorífica en el Primer
Encuentro de Arte Joven de 1991; ésta fue la primera ocasión que se pre-
el que es perico donde quiera es verde
460 mió una obra efímera; mención especial en la Primera Bienal de Pintura
y Escultura del Museo de Monterrey. Fue becario del Fonca de Creado-
res Intelectuales en Artes Visuales (1992-1993). Ha formado parte del
Sistema Nacional de Creadores de Artes Visuales del Fonca (1993-2000
y 2005-2008). Su labor docente abarca escuelas y universidades, donde
ha impartido cursos, talleres y materias como Experimentación Plástica,
Arte Urbano, Seminario de Arte Contemporáneo y Actual; profesor de
medios no convencionales del Programa Alta Exigencia Académica en la
Academia de San Carlos, UNAM 1994-1999. Fue director de la Escuela Na-
cional de Pintura, Escultura, y Grabado “La Esmeralda”, entre 2009 y 2013.
raquel tibol
(Basavilbaso 1923-México, D.F., 2015)
Radicada en México desde 1953, fue mexicana por naturalización (1961).
Crítica de arte, escritora, curadora, conferencista y periodista enfocada
principalmente a la historia del arte moderno y contemporáneo mexi-
cano. Publicó más de treinta libros, entre ellos Veinte años del Taller de
Gráfica Popular; Siqueiros, introductor de realidades; Arturo Estrada y
sus caminos en el arte mexicano; Historia general del arte en México,
Época moderna y contemporánea; David Alfaro Siqueiros; Documenta-
ción sobre el arte mexicano; Pedro Cervantes; Orozco, Rivera, Siqueiros,
Tamayo; Crónica, testimonios y aproximaciones, José Chávez Morado;
Imágenes de identidad mexicana; Hermenegildo Bustos, pintor del pue-
blo; Confrontaciones, crónica y recuento; Los murales de Diego Rivera;
Diego Rivera, palabras ilustres; Cuadernos de Orozco y Escrituras de Fri-
da Kahlo. Publicó sus artículos en Novedades, El Nacional, El Día, Excél-
sior, Hoy, Mañana, Siempre, Universidad, Revista de Bellas Artes, Revista
Artes Visuales y Proceso. Realizó series de radio y televisión. Participó
como jurado en múltiples certámenes de arte nacional e internacional.
Recibió el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez; el docto-
rado Honoris Causa por la UAM (2007); la medalla de oro del INBA en
reconocimiento a su trayectoria de 65 años como crítica de arte (1988),
a partir de entonces se le llamó “Leyenda viva del arte mexicano”. En
noviembre de 2013 se celebró un homenaje en el Palacio de Bellas Artes
con motivo de su 90 aniversario.
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Índice onomástico
A
Abaroa, Eduardo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52, 54, 277, 278, 283
Abelli, Cristián · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Abramovic, Marina · · · · · · · · · · · · · · · · · · 27, 34, 35, 185
Abreu Gómez, Ermilo · · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
Abreu, Juana Inés · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 93, 286
Aceves Humana, Franco · · · · · · · · · · · · · · · · 53, 54
Aceves Navarro, Gilberto · · · · · · · · · · · · · · · 41, 42
Acha, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 147, 149, 438
Adame, Julián· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 103
Adorno, Theodor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 154
Aguilar Olea, Óscar · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299, 450
Aguilar Ponce, Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41
Aguilar, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Aguilar, Carmen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 49
Aguilar, Ildefonso · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 49
Aguilera, Jorge · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 374
Ainslie, Alejandro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Alazraki, Rita · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 448
Albers, Anni · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 30
Albers, Josef · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 30
Alcaraz, José Antonio (el Gordo) · · · · · · · · · · · 38, 399
Aldunate, Carmen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Alfin (Alberto Mejía Barón) · · · · · · · · · · · · · · 21, 26, 188, 189, 190, 368
Allende, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Almond, Marc· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 432
Álvarez Bravo, Lola· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 259
Álvarez Bravo, Manuel · · · · · · · · · · · · · · · · · 256
índice onomástico
B
Bacon, Francis· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 168
Baena, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39
Balanchine, George · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 189
Balderas, Justiño · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 50, 270, 271
Ball, Hugo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 28, 29, 36, 125, 270
Balmes, Concepción· · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Balzaretti, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Barajas, Eduardo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48
Barajas, Raúl· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48
Barbosa, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299, 450
Barbosa, Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Barquet, Ramis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 449
Barrios, Álvaro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 149
Barrios, Gracia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Bassegoda, Pol · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Basso, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
índice onomástico
472 C
Cage, John · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 30, 31, 236, 344, 400, 446
Calderón, Miguel· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Campillo, Hilda · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 241
Campobello, Nelly · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 287
Canchola, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 350
Cantú, Enrique · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 47, 57
Canún, Nino · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 291
Caracalla (Francisco Rodríguez) · · · · · · · · · · · 37, 255
Carcaño, Álvaro· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 402, 404
Cárdenas, Cuauhtémoc· · · · · · · · · · · · · · · · · 47
Cárdenas, Lázaro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 138
Cardin, Pierre · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 283
Cardoza y Aragón, Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
Carmona, Estrella · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53, 225
Carnero, Germán· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 418
Carrà, Carlo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 28
Carreño, Mario · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Carrillo, Consuelo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 26
Carrillo, Lilia· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41, 121, 298, 403
Carrington, Leonora· · · · · · · · · · · · · · · · · · · 120, 256
Carrión, Ulises · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 218
Casas, Ana · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 55
Castellanos, Ulises· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Castillo, Julio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 58, 257, 262, 403
Castillo, Mónica · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 46, 280
Castillo, Ricardo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 55
Castillo, Rubén · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Castro Leñero, Alberto · · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280
Castro Leñero, Francisco · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280
Castro Leñero, José· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280
Castro Leñero, Miguel · · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280
Cava, Enrique · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 47
Cecchi, Ana · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 47
Cenci, Silvana · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 224, 225
Centero Bañuelos, Manuel · · · · · · · · · · · · · · 53
Cerón, Rocío · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 54, 56
Cervantes, Irma · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 91
Cervantes, Pedro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 42, 260, 387
Chabaud, Jaime· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Chac · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 112
Chara, Julio César · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 82
Charpenel, Patrick · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 283
Chávez Morado, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · 434
Chávez, Antero · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39
Chávez, Óscar · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Ché, el (Ernesto Guevara) · · · · · · · · · · · · · · · 96
Chellet, María Eugenia · · · · · · · · · · · · · · · · · 50, 51
Chicago, Judy · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 243
índice onomástico
Christo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 92 473
Chrysler (DJ Chrysler) (Luis Carlos Gómez) · · · · 16, 49, 51, 72, 90, 271, 272, 330, 335, 417, 432
Cienfuegos, Gonzalo · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Cito, Teresa · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
Clair, René · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Cocteau, Jean · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Coen, Arístides · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 395
Coen, Arnaldo· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 38, 41, 72, 256, 395, 396, 399
Coleman, Joe · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 34
Coleman, Ornette · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 446
Coltrane, John· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 446
Compañ, Victoria · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Conde de Lautréamont (Isidore Lucien Ducasse) 121, 397
Constantino, Francisco · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Contreras, Claudio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 435
Cook, Shelly · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Cooper, Alice · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 372
Cordero, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 96
Cordero, Karen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 237
Corona, Carmen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Corona, Miguel Ángel · · · · · · · · · · · · · · · · · 21, 46, 48, 51, 53, 57, 71, 225, 229, 239, 240, 283,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 315, 383, 394, 421, 433
Corona, Tito · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 421
Coronel, Rafael · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41, 120 387, 440
Coronilla, David · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 241
Corzas, Francisco · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 440
Costa, Horacio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
Cranach, Lucas (el Viejo) · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Cravan, Artur · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 344
Crespo de la Serna, Jorge Juan · · · · · · · · · · · · 256
Cristeto, Armando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 71, 264, 274, 290, 386, 418, 433, 448
Cruz, sor Juana Inés de la · · · · · · · · · · · · · · · 190
Cruzvillegas, Abraham · · · · · · · · · · · · · · · · · 277, 283
Cuevas, Bertha · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 406
Cuevas, José Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 36, 41, 42, 145, 146, 203, 209, 210, 266, 278, 298,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391, 396, 406
Cuevas, Lucrecia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 448
Cuevas, Minerva · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 60
Culpa, Félix · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 57
Cunningham, Merce · · · · · · · · · · · · · · · · · · 30, 31, 399, 400
D
Da Vinci, Leonardo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 67, 137, 145, 151, 317, 364
Dalí, Salvador · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 190
De Alba, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52, 81, 427, 428
De Alvarado, Dulce María · · · · · · · · · · · · · · · 13-18
De Alvarado, Marithé · · · · · · · · · · · · · · · · · · 26
De Anda, Héctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
De Chirico, Giorgio· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 256
índice onomástico
E
Echeverría, Bolívar· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 63
Echeverría, Nicolás · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39, 190
Eder, Rita · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 36, 44, 201
índice onomástico
F
Fabre Calvo, Pierre Hubert· · · · · · · · · · · · · · · 51, 52, 53
Fadanelli, Guillermo · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Faesler, Cristina · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 55
Felguérez, Manuel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41, 72, 167, 278, 312, 322, 387, 398, 400, 403, 416,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 436, 440
Felipe, Liliana · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 58
Felix da Housecat (Felix Stallings, Jr) · · · · · · · · 432
Félix, María Félix· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 57
Fellini, Federico· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 167
Feria, Pedro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Fernández de Cevallos, Diego· · · · · · · · · · · · · 232
índice onomástico
G
Galán, Julio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280, 295
Galileo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 67, 138, 317
Galindo, Carlos-Blas· · · · · · · · · · · · · · · · · · · 25, 53, 239, 241, 242, 281
Galván, Nurivan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 50, 369
Gálvez, Cristina· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 73
Gamboa, Alejandro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 140
Gamboa, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 140, 208, 276, 441, 447
Gámez, Valerio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 25
Ganado Kim, Edgardo · · · · · · · · · · · · · · · · · 25, 234, 277
Garci, Antonio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 202
García Canclini, Néstor· · · · · · · · · · · · · · · · · 44, 391
García Correa, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · 54
García Crespo, Rosario · · · · · · · · · · · · · · · · · 54
García Garza, Hernán· · · · · · · · · · · · · · · · · · 54
García Kobeh, Ana María · · · · · · · · · · · · · · · 442
García Márquez, Gabriel · · · · · · · · · · · · · · · · 166, 277
García Ponce de León, Ulises · · · · · · · · · · · · · 54
García Ponce, Fernando · · · · · · · · · · · · · · · · 41
García Ponce, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 63
índice onomástico
H
Habermas, Jürgen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 154
Hadad, Astrid · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 59, 234
Hadjuk, Gloria · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 243
Hals, Frans · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 167
Harrison, Jane Ellen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 64
Hegel, Georg Wilhem Friederich · · · · · · · · · · 197
Heidegger, Martin · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 154, 155
Helgesson, Anna · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Helguera, Jesús de la · · · · · · · · · · · · · · · · · · 149
Hellion, Martha · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 434
Henaro, Sol· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 439
Hennings, Emmy · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 28
Heráclito · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 32
Hernández Campos, Jorge · · · · · · · · · · · · · · · 395, 396, 405
Hernández Fuentes, Lourdes · · · · · · · · · · · · · 56, 70, 435
Hernández, Enrique · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 448
Hernández, Jonathan · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Hernández, José Antonio · · · · · · · · · · · · · · · 53, 55, 56, 396, 434
Herrerón, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39
Herrera, Melquiades · · · · · · · · · · · · · · · · · · 14, 16, 17, 21, 23, 43, 48, 49, 50, 51, 95, 104-106,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 141, 143, 148, 150, 187, 196, 227, 231, 239, 258, 271,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 287, 289, 294, 297, 342, 386, 387, 411, 438, 439
Hersúa (Jesús Hernández Suárez) · · · · · · · · · · 41, 43, 144, 258, 438
Hestenes, Helen · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Hevia, David· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48
Higgins, Dick · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 31, 33, 54
Híjar, Alberto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 25, 41, 72, 201, 419, 439
Hincapié, María Teresa· · · · · · · · · · · · · · · · · 52, 227
Hinojosa, Javier· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 411
índice onomástico
I
Ibáñez, José Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 404
Ibáñez, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 256, 405
Ibarra, Epigmenio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 43
Icaza, Francisco · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41, 71, 412, 440
Icaza, Miguel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 412
Incháustegui, César · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 93, 225
Ionesco, Eugène · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39, 89, 402, 404
Ishino, Takkyu · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 432
Itten, Johannes · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37
Iturbide, Graciela · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 259
J
Jacob, Max · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Jäger, Gottfried · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 429
Janco, Marcel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Jardón, Humberto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Jarry, Alfred · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 27, 29
Jaurena, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 24, 25, 48, 50, 51, 53, 54, 66, 116, 117, 240, 287,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 289, 290, 374, 435, 439
Jazzamoart · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 112
Jervaise, Éric· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 56
Jesucristo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 231
Jiménez, Ana Victoria · · · · · · · · · · · · · · · · · 237
Jiménez, Sergio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Jodorowsky, Alejandro · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 38, 39, 42, 74, 110, 111, 119-124, 128, 135, 145,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 190, 261, 266, 387, 389, 397, 398, 400, 401, 402,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403, 404, 405, 436, 448
Johnson, Rose · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Jorn, Asger · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
José Guadalupe (José López Medina) · · · · · · · 56, 353, 454
Journiac, Michael · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 34
June Paik, Nam · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
Jurado, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 44
K
Kahlo, Frida · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 20, 21, 97, 188, 189, 277, 304, 366, 400
Kandinsky, Vasili· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 40
Kaprow, Allan· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 19, 31, 32, 145, 146, 230, 243, 385
índice onomástico
L
Labowitz-Starus, Leslie · · · · · · · · · · · · · · · · · 243
Lacy, Suzanne · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 243
Lam, Wifredo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 258
Lamonte Young· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33, 446
Landru, Bernadette · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 404
Lara, Agustín · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 393
Lara, Magali · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 56, 195, 217, 219 391
Lara, Marisa · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 60
Lavista, Mario · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39
Lavista, Paulina· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 39, 259
Le Parc, Julio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 258
Legarreta, Emmanuel · · · · · · · · · · · · · · · · · · 82
Legrand, Dominique · · · · · · · · · · · · · · · · · · 350
Lejtik, Gerri · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 51, 57
Lennon, John · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 70, 74, 344, 446
León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa) · 275
León, Cecilia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 15, 23-25
León, Eduardo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 112
León, Héctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Lerma, Víctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 14, 50, 52, 236, 237, 238, 241, 271, 391, 445
Lesper, Avelina · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
LeWitt, Sol · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 220
Lichtenstein, Roy· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 32
Linares, María Antonieta · · · · · · · · · · · · · · · 351
Liquois, Dominique · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 307, 350, 450
índice onomástico
M
Macedo, Antonio· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Macías, Guadalupe · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 188
Macías, Verónica · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 26
Macías, Víctor· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Macías, Violeta · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 115, 435
Maciunas, George · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33, 68, 344
MacLennan, Alastair · · · · · · · · · · · · · · · · · · 341
MacMurtrie, Chico· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Macotela, Gabriel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 195, 276, 299, 305, 392, 450
Madrazo, Roberto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 232
Maeterlink, Maurice · · · · · · · · · · · · · · · · · · 32
Magaña, Sergio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 400
Magritte, René · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 296
Marichal, Julia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Man Ray (Emmanuel Radnitzky) · · · · · · · · · · 29
Mandoki, Katya · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 144, 269, 438
Manrique, Jorge Alberto · · · · · · · · · · · · · · · · 22, 36, 44, 92, 224, 344
Manzoni, Piero · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 31, 148, 232
Maples Arce, Manuel · · · · · · · · · · · · · · · · · · 35, 216
Marceau, Marcel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 119, 402
Marcuse, Herbert · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 155
Margolles, Teresa · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 73, 131, 132, 247, 249, 303, 304, 357, 369, 454, 457
Margules, Ludwik · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 405
María Antonieta de Austria · · · · · · · · · · · · · 243
Marín, Lupe · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 22
Marín, Manuel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 71, 391, 414, 442
Marinetti, Filippo Tommaso · · · · · · · · · · · · · 28, 49
índice onomástico
N
Naranjo, Mónica · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 234, 421, 425
Naranjo, Silvia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Nations, Opal L.· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 435
Nava, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Navarro, Beatriz · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 112
Navarro, Ramón · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 50, 52
Nelken, Margarita · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
Neruda, Pablo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 397
Nicholson, Jack · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 330
Nicks, Walter · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 35
Nieto, Rodolfo· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 255, 256
Nietzsche, Friedrich · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 28, 30, 154, 458
Nieuwenhuys, Constant A. · · · · · · · · · · · · · · 33
Nissen, Brian · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41
Nitsch, Hermann· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 34, 248, 249, 359
Niña Yhared (1814) · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 26, 56, 58, 60
Noack, Detlef · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 99
North, Tim · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Notario, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 96
Novo, Salvador · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 402
Núñez, Alfredo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 143, 147, 438
Núnez, César · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
O
Oceransky, Abraham · · · · · · · · · · · · · · · · · · 266, 403, 404
Ocharán, Leticia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Ochoa, Guillermo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 215, 236
índice onomástico
P
Pacheco, Marco Antonio · · · · · · · · · · · · · · · · 290, 417, 422, 423, 426
Pacho (José Luis Paredes) · · · · · · · · · · · · · · · 53
Paganini, Niccolò · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 335
Paik, Nam June · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
Palacios, Irma · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 46, 280
Palau, Marta· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41, 260
Pandolfi, Sylvia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 49, 268
Pane, Gina · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 34
Panzón Soto (Roberto Soto) · · · · · · · · · · · · · · 138
Parra, Carmen· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 46
Parra, Salvador · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 115, 435
Parra, Tomás· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 43, 71, 72, 120, 260, 288, 390, 393,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 418, 447
Parrao, Raúl · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 92, 287
Patiño, Adolfo (Adolfotógrafo) · · · · · · · · · · · · 16, 17, 21, 46, 48, 50, 51, 52, 54, 57, 72, 97, 102, 103,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 143, 176, 262, 265, 271, 286-288, 290, 295, 297,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 298, 301, 366, 386, 401, 407, 423, 439, 448, 449
Paul van Dyk (Matthias Paul)· · · · · · · · · · · · · 432
Paz, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Paz, Octavio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 63, 120, 404, 447
Peláez, Angelina · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Pellicer, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 298, 447
Pellicer, Pilar· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 38, 39, 40, 256
Penn, Arthur· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 30
Peñuelas Margolles, Aníbal · · · · · · · · · · · · · · 454
Pérez Morales, Isaac · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 227
índice onomástico
Q
Quiñones, Héctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 46, 47, 280
Quiñones, Néstor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 46, 47, 280
Quintero, Héctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 47
Quirarte, Vicente· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 264
Quirarte, Xavier · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 264, 283, 448
R
Rainer, Arnulf · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 34, 248
Ramírez Cartier, Leonardo· · · · · · · · · · · · · · · 75
Ramírez, Armando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 58
Ramírez, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Ramírez, Hirám· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299, 450
Ramírez, Hortensia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 50, 83, 286, 296, 342, 345, 429, 449
Ramírez, Marcela · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 237
Ramírez, Ramón · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 57
Ramos Prida, Fernando· · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 255
Ramos, Armando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
Randle, Gavin · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Rangel Faz, Mario · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 57, 73, 92, 103, 174, 299, 300, 352, 386,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391, 413, 450
Rascón Banda, Víctor Hugo · · · · · · · · · · · · · · 74, 257, 400
Rauda, Raúl · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 270
Rauschenberg, Robert · · · · · · · · · · · · · · · · · 31, 32, 230, 385
Razo, Vicente · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Real de León, Roberto · · · · · · · · · · · · · · · · · · 144, 438
Rejano, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 396
Rebolledo, Santiago · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 92, 276, 299, 350, 392, 405
Rembrandt, Harmenszoon van Rijn · · · · · · · · 142
Rentería, Martín · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 50, 52, 53, 56, 57, 71, 93, 225, 272, 287,
índice onomástico
S
Saavedra, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 335
Sáenz, Elsa · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Sagahón, Rocío · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 38, 40, 256, 399
Sagawa, Issei · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 228
Sáiz, Antonio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 53, 57, 225
Salas, Luis Gerardo· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Salas, Patricia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
Salazar, Ignacio· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Salazar, Ricardo· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 23, 60
Salcido Macías, Mónica Miroslava (el Diablo) · · 358, 370, 371, 372, 454, 458
índice onomástico
T
Táboas, Sofía · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 54, 283
Taeuber, Sophie · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 29
Taibo, Benito · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Taka (Fernández, Francisco) · · · · · · · · · · · · · 45, 47
Takamine, Tadasu · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Tamayo, Rufino · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 43, 144, 203, 308, 440
Tame, Raúl · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 91
Tarcisio, Eloy · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45, 47, 51, 52, 54, 56, 70, 92, 188, 235, 239, 286,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 288, 293, 294, 306, 307, 310, 339, 340, 350, 352,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391, 415, 450, 459
Tardelli, Bruno · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 427
Tee, Larry · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 432
Terry Holliday (Jorge Banderas Torres) · · · · · · 448
Therrien, David · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Tibol, Raquel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 37, 42, 44, 71, 72, 102, 119, 122, 151, 175, 176, 201,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 220, 237, 256, 258, 312, 319, 388, 389, 391, 395,
· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 396, 419, 441, 460
Tin Tan (Germán Valdés) · · · · · · · · · · · · · · · 270
Tinguely, Jean· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 124, 125
Tirado, Katia· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52, 60
Toledo, Diego · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 45
Toledo, Francisco · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 149, 295
Tolsá, Manuel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 94
Tomcraft (Thomas Brückner) · · · · · · · · · · · · · 432
Topor, Roland · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 120
Torres Michúa, Armando · · · · · · · · · · · · · · · 44, 275
Torres Tama, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Torres, Elsa· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 350
Torres, Patricia · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 237
índice onomástico
U
Ulay (Uwe Laysiepen) · · · · · · · · · · · · · · · · · 34, 185
Uribe, Alejandro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 255
Urrutia, Óscar · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 405
Urueta, Margarita · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 123
V
Vaara, Roi · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Vallarino, Roberto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 441
Valdivieso, Raúl· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Valencia García de Bustamante, Neus · · · · · · · 236
Valencia, Hilda · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 24
Valencia, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Valencia, Rubén · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 48, 143, 145-147, 187, 271, 438, 439
Valenzuela, Elizabeth · · · · · · · · · · · · · · · · · · 237
Valra, Ángel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 57
Valtierra, Alma · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
Van Gogh, Vincent· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 166
Vanegas Arroyo, Antonio · · · · · · · · · · · · · · · 274
Vargas Daniels, Eugenia · · · · · · · · · · · · · · · · 186, 280, 310
Vargas Lugo, Pablo· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 54, 278, 283
Vargas, Ramón · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 41
Vargas, Zalathiel · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 44
Vasari, Giorgio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 62, 67
Vasconcelos, José· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 298
Vattimo, Gianni · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 154, 156, 157
Vautier, Ben · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33, 34
Vázquez, Xane · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 56
Vega, Alejandro· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Velasco, José María · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 383
Velasco, Marina · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
Velazco, Armando · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 416
Velázquez, Diego de · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 23
Velázquez, Reynaldo · · · · · · · · · · · · · · · · · · 97, 280
Vélez, Gonzalo · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 240
Venegas, Germán · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 55
Verduzco, Martha · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 403
Vermeer, Johannes · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 167
Vidal, Luis · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 299
Vieyra, Víctor · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
índice onomástico
W
Wagner, Richard · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 376
Waiser, Lucía · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 399
Warhol, Andy · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 140, 263, 272, 297
Warpechowski, Zbigniew · · · · · · · · · · · · · · · 344
Watt, Jay · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 31
Watts, Robert · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
Wedekind, Frank · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 28
Weiss, Pola · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
West, Henry · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 112
Williams, Emmett · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
Wilson, Robert · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 116
Winter, Patricia· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 52
Wolffer, Lorena · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 51, 52, 54, 74, 83, 112, 188, 229, 234, 292, 294, 296
X
Xenofonte · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 62
Y
Yadeun, Juan · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 375
Yehya, Naief · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 53
Yoshihara, Jiro · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 33
Yourcenar, Marguerite · · · · · · · · · · · · · · · · · 340
Z
Zabludovsky, Moisés · · · · · · · · · · · · · · · · · · 391
Zadkine, Ossip · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 436
Zaid, Gabriel· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 219
Zamora, Frank · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 287
Zapata (mesero de la cantina El Nivel)· · · · · · · 23
Zapata, Emiliano · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 190
Zappa, Frank · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 382
Zaragoza, Mario · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 454
índice onomástico
Zavaleta, Juan (Juan Luis García Zavaleta) · · · · 73, 454, 459 491
Zedillo, Ernesto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 226, 233
Zenil, Nahum B. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 23, 46, 62, 237, 280
Zepeda, Eraclio · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 146
Zerpa, Carlos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 110, 151, 258, 393, 448
Zortybrandt, Melchor · · · · · · · · · · · · · · · · · · 63, 379, 380, 454
Zúñiga, José · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 82, 286