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Novena sesión

CAMBIOS EN LAS
RELACIONES FAMILIARES
DURANTE LA ADOLESCENCIA

Objetivo

Al finalizar esta sesión reconocerás las principales transformaciones que suceden en las
dinámicas familiares durante la adolescencia.

Actividades previas

1. ¿Qué has escuchado sobre las relaciones entre padres, madres y sus hijos
e hijas durante la adolescencia? ¿Crees que existe una visión positiva o
negativa de ellas?

2. ¿Qué recuerdas de la relación con tu familia cuando eras adolescente?


¿Había más conflictos? ¿Cómo los resolvían?

3. ¿Tus estudiantes tienen conflictos con sus familias? ¿Sobre qué temas?
¿Cómo resuelven dichos conflictos?

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Como hemos discutido en sesiones anteriores, la adolescencia suele ser percibida como
una etapa tormentosa y estresante; sin embargo, la investigación empírica demuestra
que ello no es así en la mayoría de los casos. Algo similar sucede con las relaciones
entre padres, madres y sus hijos o hijas adolescentes: se cree que, en la adolescencia,
las relaciones familiares se enturbian inevitablemente. Los medios de comunicación,
las películas e incluso los libros reproducen imágenes negativas de la dinámica familiar
durante esta etapa. Circulan imágenes de adolescentes tapándose los oídos e
ignorando los consejos de sus familias, de adolescentes dando portazos, encerrados en
sus cuartos para evitar interactuar con sus padres y madres, de adolescentes furibundos
y de adultos desesperados. En suma, se tiene la idea —equivocada— de que los y las
adolescentes viven en permanente guerra con sus familias.

A pesar de que estas imágenes solo representan


mitos en la mayoría de casos, es cierto que durante la
adolescencia hay una transformación de la dinámica
familiar. Ella implica una readaptación de unos a otros; un
proceso que no es nada sencillo y que, en algunos casos,
puede dar origen a conflictos.

Para entender este cambio en la relación con la familia hay que tener en cuenta
algunas consideraciones. Primero, la adolescencia de los hijos e hijas suele coincidir con
la mediana edad de sus padres y madres. Entonces, no solo los y las adolescentes están
atravesando cambios, sino también sus progenitores. La familia es un sistema, por lo
tanto, lo que experimente un integrante afectará toda la dinámica familiar (Craig y
Baucum, 2009). En segundo lugar, como hemos discutido antes, durante la adolescencia,
la construcción de identidad es una tarea fundamental. Muchas veces, para cumplirla
los y las adolescentes buscarán tener más independencia y control de sus vidas y
surgirán diferencias entre lo que ellos y ellas desean hacer y lo que sus familias esperan
o permiten que hagan. En tercer lugar, recordemos que, en la adolescencia, aparece
un potencial para pensar de manera hipotético-deductiva; es decir, la capacidad de
razonar lógicamente, comparar lo real y lo posible y argumentar (Inhelder y Piaget,
1958). Esta “nueva” manera de pensar hace que los y las adolescentes empiecen a
mirar de manera crítica las reglas y valores de sus familias y busquen construir sus propias
visiones sobre el mundo. Aparecerán desacuerdos en la familia y ello también puede
ser fuente de conflicto. Los padres y madres sentirán que son cuestionados e incluso
podrían sentir que sus esfuerzos de crianza son poco valorados. Los y las adolescentes,
por su parte, sentirán que no son comprendidos y que deben conseguir argumentos
para conquistar la independencia de acción y pensamiento que desean. Aunque
difíciles, las discusiones entre adolescentes y sus familias son un importante ejercicio de
autonomía. Estas discusiones ayudan a elaborar visiones propias y a crecer (Santrock,
2006). Finalmente, durante la adolescencia se suele pasar menos tiempo con la

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familia, dado que se interactúa de manera significativa con personas fuera de ella.
El grupo de pares tiene un rol muy importante. Los y las adolescentes encuentran en
sus pares una fuente adicional de apoyo y seguridad; entonces, cuentan con más de
una figura disponible en momentos de estrés, lo cual permite a los y las adolescentes ir
ganando autonomía emocional (Oliva, 2011). Este cambio en las relaciones sociales del
adolescente generará que se redefina el vínculo que tiene con su familia. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que, en este punto, hay variaciones culturales. Algunos estudios
han encontrado que los y las adolescentes de sociedades más colectivistas pasan
bastante tiempo en sus hogares y se sienten obligados a cumplir con las expectativas
de sus familias, las cuales son poco cuestionadas (Papalia et al., 2011; Rothbaum, Pott,
Azuma, Miyake y Weisz, 2000; Santrock, 2006).

Ahora bien, a pesar de que la relación con los padres y madres se redefinen en la
adolescencia, por las razones anteriormente expuestas, los y las adolescentes siguen
teniendo un vínculo muy estrecho con sus familias. Contrario a los mitos que existen
sobre las relaciones familiares, la familia sigue siendo una importante fuente de apoyo
para sus hijos e hijas en este momento del ciclo vital. Más aún, los y las adolescentes
suelen tener una imagen muy positiva de sus padres y madres; son los primeros a quienes
acuden por ayuda y suelen recordar y seguir sus consejos en situaciones difíciles. Los y
las adolescentes valoran lo positivo de sus padres y madres e incluso quieren seguir su
ejemplo en varios aspectos. Las investigaciones empíricas han encontrado que gran
parte de los adolescentes tiene una relación positiva y cercana con su familia, valoran
su aprobación y suelen compartir opiniones y visiones del mundo (Offer, Ostrov, Howard
y Dolan, 1989; Offer, Ostrov, Howard y Atkinson, 1988).

Es cierto que en esta etapa aparecen más conflictos familiares. Ellos son más constantes en
la adolescencia temprana y más intensos hacia la mitad de esta etapa. Pero, disminuyen
en la adolescencia tardía, lo cual puede indicar una adaptación en el sistema familiar
de unos a otros. El nivel de conflicto también dependerá del clima familiar existente. En
las familias donde existe un clima cálido y en las que se ofrece sostén al adolescente;
es decir, en las familias donde el tipo de crianza es democrático, los conflictos suelen
ser menores y se resuelven mejor (Papalia et al., 2011). Como hemos discutido en el
módulo 2, existen tres estilos de crianza, de acuerdo con Darling y Steinberg (1993):
autoritario, permisivo y democrático. Durante la adolescencia, y en realidad a lo largo
de todo el ciclo vital, el estilo democrático es el más recomendable. En esta etapa, la
familia y el o la adolescente tienen que hacer un esfuerzo por adaptarse unos a otros.
Para ello, es necesario que se revisen las normas y valores del hogar y se logre construir
en forma conjunta límites razonables para los y las adolescentes. Es decir, para lograr la
readaptación de unos a otros hace falta mucho diálogo y negociación en la familia.
Los padres y madres deberán ofrecer al adolescente un balance entre autonomía
y soporte; es decir, aunque es un momento en el que deberán dejar que sus hijos e
hijas se independicen, aún es necesario que los orienten y estén para ellos y ellas. El
apoyo y estabilidad que proporciona la familia fomenta la adquisición de habilidades
autorregulatorias y, con ello, los hijos e hijas se vuelven más responsables y competentes
(Steinberg, 2001).

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Síntesis

● Las relaciones familiares se transforman durante la adolescencia.

● Ello, en parte, está relacionado con los cambios y las demandas de esta etapa:
construir una identidad, cambios cognitivos e interacciones con personas fuera de
la familia. Además, hay que tener en cuenta que la adolescencia suele coincidir
con la mediana edad de los padres y madres.

● Se requiere de una readaptación de unos a otros en el sistema familiar. Para ello,


hace falta mucho diálogo y negociación. El o la adolescente necesita que su familia
le brinde un balance entre independencia y orientación con límites razonables.

Para la acción

1. ¿Has notado que tus estudiantes y sus familias discuten con más
frecuencia que antes? ¿Qué podrías hacer para ayudarlos a resolver las
diferencias? ¿En el aula se trabaja la resolución de conflictos grupales?
¿Cómo podrías ayudar a tus estudiantes a desarrollar la capacidad de
dialogar y llegar a consensos?

2. Si pensamos en el modelo de Steinberg, pero en la relación entre


docentes y estudiantes, ¿crees que los docentes tienden a ser más
autoritarios, permisivos o democráticos?, ¿qué tipo prima?, ¿qué ventajas
y desventajas encuentras en cada uno de estos tipos para la docencia?,
¿cuál de estos refleja mejor tu manera de ser docente?

Otros recursos

Video sobre estilos de crianza:


https://www.youtube.com/watch?v=M7qSYKkqS_o

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Referencias

● Craig, G., y Baucum, D. (2009). Desarrollo psicológico. México: Pearson Educación.

● Darling, N. y Steinberg, L. (1993). Parenting style as context: An integrative model.


Psychological Bulletin, 113, 487–496.

● Inhelder, B. y Piaget, J. (1958). The Growth of Logical Thinking from Childhood to


Adolescence. Chapter 3: Flexibility and Operations Mediating the Separation of
Variables. London: Routledge and Kegan Paul.

● Offer, D., Ostrov, E., Howard, K. y Atkinson, R. (1988). The teenage world: Adolescents’
self-image in ten countries. New York: Plenum.

● Offer, D., Ostrov, E., Howard, K. y Dolan, S. (1989). The Offer Self Image Questionnaire
for a manual (4th ed.). Chicago: Reece Hospital and Medical Center.

● Oliva, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción psicológica, 8 (2), 55-65.

● Papalia, D., Wendkos, S. y Duskin, R. (2011). Psicología del desarrollo. México D.F.:
McGraw-Hill.

● Rothbaum, F., Pott, M., Azuma, H., Miyake, K., & Weisz, J. (2000). The development of
close relationships in Japan and the United States: Paths of symbiotic harmony and
generative tension. Child Development, 71, 1121–1142.

● Santrock, J. (2006). Psicología del Desarrollo. El Ciclo Vital. Madrid: Mc Graw Hill.

● Steinberg, L. (2001). We know some things: parent-adolescent relationships in retrospect


and prospect. Journal of Research on Adolescence, 11(1), 1-19.

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