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No hay escasez de agua en la Tierra. La mayor parte de nuestro planeta está cubierto por
agua, pero muy poca de esa agua es apta para el consumo humano.
Nuestro “planeta azul” está cubierto por océanos que se extienden sobre dos terceras partes
de su superficie. Estos masivos cuerpos de agua salada contienen casi toda el agua en la
Tierra.
Menos del tres por ciento del agua del planeta existe como agua dulce— y no toda es apta
para el consumo humano. De hecho, más de dos tercios del agua dulce del planeta no se
encuentra siquiera en estado líquido — se encuentra congelada en glaciares en sitios como
las capas de hielo en Antártica y Groenlandia. Estos recursos son esencialmente
inaccesibles para el consumo humano, no obstante que el agua derretida de glaciares es un
importante recurso en algunas regiones.
Casi todo el resto de los recursos de agua dulce en la Tierra se encuentra como agua
subterránea. Esta agua subterránea emerge a la superficie para alimentar corrientes de agua
y saturar tierras pantanosas. El agua subterránea suministra un reservorio esencial que se
puede explotar para usos agrícolas, industriales, y ambientales, y también como fuente de
suministro de agua potable. Hoy día, el agua subterránea suministra aproximadamente del
25 al 40 por ciento de toda el agua potable de la Tierra. Algunos de los recursos de agua
subterránea del planeta fueron creados en antiguas condiciones climatológicas y se los
considera como recursos hídricos no renovables.
En un momento dado solamente aproximadamente 0,001 por ciento del agua de la Tierra se
encuentra en estado de vapor atmosférico— un número sorprendentemente pequeño si se
considera el importante papel que éste desempeña en las condiciones climatológicas. Sin
embargo, esta cantidad de agua se recicla muchas veces por año entre la superficie de la
tierra y la atmósfera, un proceso que todos presenciamos en forma de precipitación pluvial
o nieve.