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Muchas tareas de actividades económicas tan diferentes como las de oficina, fabricación,
servicios de salud, e incluso el trabajo doméstico, requieren que las personas manipulen con
fuerza (mano en garra) diversos objetos.
Existen numerosos estudios que investigan el trabajo manual con agarre con fuerza o
prolongado, o con posturas incómodas o mantenidas, y lo relacionan con la aparición de
lesiones músculo-tendinosas (LMT). Entre estas se ha señalado, por ejemplo, el síndrome de
DeQuervain, el "dedo en gatillo", tendinitis, e incluso el síndrome del túnel del carpo.
Por ejemplo, en 1975 Pheasant y O'Neil investigaron la importancia del diseño del mango en
tareas con agarre y giro, tales como el uso de un destornillador. Encontraron que la fuerza que
un trabajador podría ejercer disminuía en la medida que el diámetro del mango superaba los 5
centímetros.
Así como la fuerza del agarre se afecta con el diámetro, la postura también afecta la fuerza que
un trabajador puede generar. Cuando la muñeca está con flexión, extensión, o desviación
extrema, la fuerza de agarre disminuye notablemente.
Parece ser que esto es desconocido para quienes planifican y diseñan sistemas de trabajo,
pero es, en cambio, muy conocido por quienes practican las artes marciales. De hecho, se
sabe que para desarmar un atacante, se debe coger la mano que sostiene el arma, y luego
torcerla fuertemente hacia la flexión y pronación.
Los guantes también pueden afectar fuerza de agarre. Algunos guantes se diseñan para
aumentar el roce, de modo que proporcionen un mejor agarre, pero – en general – el usar
guantes demasiado grandes o de material inadecuado, puede hacer que el trabajador necesite
aplicar más fuerza.
Se encontró que un esfuerzo de 0,86 Kg. de fuerza, medida en el extremo de los dedos, es
aceptable para el 90% de la población femenina, al momento de realizar una tarea con flexión
de muñeca y con agarre de pinza (con la punta de los dedos) a una frecuencia de 5 veces por
minuto. Sin embargo, al usar un agarre de fuerza (con toda la mano, palma y dedos) la fuerza
aceptable máxima (medida en el centro de la palma) sube a 1,5 Kg.
La tabla siguiente resume la fuerza máxima aceptable, tanto para el 90% como para el 10% de
la población femenina, cuando se realiza una tarea con una frecuencia de 5 veces por minuto.
Las muñequeras
A partir de la frecuencia muy elevada de lesiones manuales asociadas a las tareas de manejo
de herramientas, algunos fabricantes ofrecen productos denominados “muñequeras”, las
cuales tendrían la propiedad de dar protección a la muñeca.
Dicha afirmación no ha sido demostrada científicamente, y sus fundamentos son más bien
anecdóticos o a partir de reportes parciales. La lógica de esa protección podría residir en
aportar un soporte externo, que – al estilo de un puntal que apoya a un pilar dañado – permita
disipar fuerza de la estructura. El problema es que esa disipación de fuerza no cuenta con un
vía hacia donde hacerse, dado el hecho que nuestros segmentos son móviles y no estáticos.
Una segunda opción podría ser que ayude a evitar los efectos negativos de la desviación de la
muñeca, ya mencionados párrafos arriba. En este caso tampoco existen estudios que apoyen
este uso en el entorno laboral y – nuevamente – se traspone información obtenida de entornos
diferentes, como el ski, artes marciales o levantamiento de pesas. Si bien existe una cantidad
considerable de evidencia que apunta a que dichos elementos pueden ser de utilidad para
proteger a los deportistas del riesgo de fracturas, las características biomecánicas de esas
tareas son diferentes a las observadas en el entorno laboral.
Un tercer factor que debe llevar a cautela en el uso o recomendación de estos elementos. Por
lo menos desde un punto de vista especulativo, es posible estos elementos que se constituyan
en un elemento capaz de aumentar el riesgo per se, de sufrir una lesión e manos y muñecas.
Ya se ha visto que el uso de las así llamadas “fajas de protección lumbar” (otro dispositivo
claramente desacreditado como elemento de protección personal) aumenta el riesgo de lesión
al generar una falsa sensación de seguridad, motivando que el trabajador exceda los límites de
precaución, y asuma esfuerzos físicos que no efectuaría en el caso de no disponer de dicho
elemento.
Conclusión