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La guerra feminista a la ciencia

A la mujer se la ha visto históricamente como teniendo un rol esencial en la historia de la


humanidad. La razón es porque la mujer ha tenido siempre a su alcance el poder de controlar al
hombre y dominarlo, en el buen o mal sentido, para bien o para mal, incluso hasta el punto de
destruir su psiquis si así (perversamente) lo quisiera. Esto se debe a que el desarrollo psíquico del
ser humano cumple su etapa más importante entre los 2 y 4 años de edad, y es precisamente en
este momento en el que todo niño generalmente se encuentra bajo el cuidado de la madre. Si el
padre es malo, o está ausente, ciertamente que puede tener un efecto nocivo en el desarrollo
psicológico del niño, pero de eso hablaré en otro momento. El hecho es que la madre generalmente
siempre está presente en esa etapa, y su influencia en el futuro psicológico de ese niño es crucial
para eventos que deberá eventualmente enfrentar en su vida. La influencia de la madre puede ser
tratada desde el punto de vista biológico, el cual va más allá de nacer simplemente con un
determinado par de cromosomas y determinados órganos sexuales. Desde el vientre materno se
entabla un vínculo que es vital para la vida del niño, y éste tiene un fundamento hormonal. Todo
recién nacido es alimentado por leche materna, y es crucial que sea directamente de la madre, es
decir, debe mamar, ya que este acto activa una serie de hormonas en la madre, la oxitocina y la
prolactina, la primera de las cuales establece un vínculo entre madre e hijo (y por eso se la llama
comúnmente como la “hormona del apeguo”). Piaget argumentó que en la primera etapa de vida
el recién nacido no distingue entre su cuerpo y el de la madre. Por eso, cuando la mujer abandona
tempranamente al niño, para ir a trabajar por ejemplo, genera un quiebre afectivo muy fuerte y el
cual puede tener consecuencias devastadoras en el futuro.
Además, la mujer ha tenido a lo largo de la civilización occidental, y en otras culturas, los medios
y el poder para transmitir la cultura, las creencias fundamentales, y la autoridad para dominar la
“bestia” interna en el hombre que tantas feministas declaman. Esto no niega la responsabilidad que
todo hombre adulto tiene sobre sus actos, pero quiero resaltar aquí el papel inigualable que cumple
cada mujer como madre, teniendo en cuenta el reclamo feminista de opresión y subyugación.
Entonces mi pregunta ¿por qué es que la mujer (feminista) quiere abandonar ese rol tan
“poderoso”? Parece una ironía en cierta manera.
Una de las armas del feminismo contemporáneo, según ellas, es la ciencia. Bueno, la ciencia en
tanto cuanto las apoye, sino a la basura la ciencia. Hace unos días, manejando a una conferencia
en una universidad de USA, vi un cartel de esos como los que usan los partidos políticos para su
propaganda. El mismo decía, arriba, “FEMINISMO”, y debajo, “la ciencia es real.” La verdad que
no sé cuál será la conexión que el cartel quería notar, pero como me dejó pensando, acá van algunas
notas al respecto.
Si la ciencia es tan real como afirma el cartel, ¿por qué entonces el feminismo liberal no parece
aceptar ciertas enseñanzas de biología básica? Por ejemplo, es un hecho comprobado por la ciencia
que los cromosomas humanos vienen dados en binarios, ya sea XX o XY. Pero el feminismo se
empecina en ignorar esta verdad tan evidente. Y es de notar, de paso, esa la alianza del feminismo
militante con los grupos LGBTQ, la cual se da a escala global. ¿Qué las lleva a olvidar un elemento
y dato básico de la ciencia? Tal vez porque en realidad no les interesa la ciencia. Lo único que les
importa es llevar a cabo una agenda liberal, secular, y postmodernista, vaciada de todo valor, una
especie de libertad ciega a la acción y que justificaría cualquier determinación elevándola a
derecho humano: el derecho a abortar, a decidir, al propio cuerpo, a hacer lo que quiera. Es como
jugar a un juego sin reglas, lo cual es algo que cualquier niño percibiría como irracional. De hecho,

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Piaget propuso que hay una interacción particular entre el desarrollo intelectual del niño y las
reglas del juego. El ser humano comienza desde temprana edad a captar un cierto orden, que luego
se traslada al orden personal de la propia vida. Aplicado al feminismo, el movimiento no resultaría
en más que un triste vaciamiento intelectual, lo cual explicaría la moral decadente y vacía de todo
contenido o regla. ¡No a las reglas patriarcales!, reclama una feminista, olvidándose de que se
supone que esas reglas la elevarían intelectualmente, y que, si estuvieron o faltaron, la culpa puede
ser de la madre, porque es la madre la que generalmente más tiempo pasa junto a sus hijos.
La ciencia es real. El problema es que si la ciencia niega algo que el feminismo considera “dogma”,
entonces lo afirmado por la ciencia debe ser “falso”, así de fácil, y sin pruebas, como si fuera
posible negar la ciencia por medio de ciertas categorías mentales. A la ciencia se la niega con
ciencia, no como intentó la Universidad de Yale al organizar una serie de conferencias titulada
“Chau chau binario: Reescribiendo historias no normativas de género.” Es decir, según esta
conferencia, las normas biológicas ya no importarían mas. Lamentablemente para las ideologías
feminista y de género, el binario del cromosoma seguirá siendo XX o XY, y no hay manipulación
genética que lo pueda cambiar.
Pero para entender lo de la “ciencia es real”, es necesario profundizar un poco más dentro del
pensamiento feminista. Con respecto a la llamada “filosofía” feminista, podemos mencionar dos
ramas o corrientes principales (aunque hay otras).
La corriente más antigua es la que generalmente se considera como “primera ola” (“first wave
feminism”), es decir, la primera tanda. Esta corriente luchó activamente por oportunidades de
empleo para mujeres, por el derecho a votar, y por el aumento o igualdad de sueldo. Muchas
mujeres se enganchan con la idea del feminismo por las buenas intenciones que pueden tener con
respecto a diversas situaciones injustas. El problema es que ese feminismo es cosa del pasado, y
las actuales feministas usan de este discurso como pantalla. La realidad es más cruda.
La segunda corriente (“second wave feminism”), por el contrario, tomó una perspectiva
completamente diferente con respecto a la lucha por los derechos de la mujer. Entre las
progenitoras de esta corriente se encuentra de modo especial la escritora feminista Simone de
Beauvoir. Fue por medio de sus escritos, especialmente “Una mujer destruida” (Une femme
rompue), la cual es una colección de cuentos cortos y monólogos publicado en 1966, que preparó
el camino para un feminismo distinto. Según Beauvoir, el matrimonio, el amor, y otras nociones
ligadas a la familia no son nada más que invenciones humanas creadas por los hombres (como
contrapuesto a la mujer) para perpetuar el dominio patriarcal, y así encontrar sentido en este
universo frío y oscuro. Para Beauvoir, la mujer que se sometía a estas nociones construidas e
impuestas por la sociedad masculina se sometía a sí misma a la destrucción. Así, Beauvoir tomó
un nuevo rumbo, y ejerció gran influencia en Shulamith Firestone, la cual puede considerarse como
la fundadora del movimiento feminista radical. Su libro “La dialéctica del sexo: Un argumento
para la revolución feminista” (The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution), publicado
en 1970, fue dedicado a Beauvoir. En esta obra, Firestone desarrolló una posición feminista que
hoy en día es la más predominante. Tres cosas quiero notar.
En primer lugar, la obra de Firestone está guiada de fondo por el pensamiento marxista. De hecho,
Firestone retoma la idea marxista de la lucha dialéctica de clases, la lucha que según Marx existía
entre el capitalismo y el proletariado con respecto a los medios de producción. Firestone llevó la
idea de la lucha de clases hacia una nueva dirección, a la lucha feminista entre hombres y mujeres
con respecto a los medios de reproducción sexual. Para ella, si la mujer quiere ser verdaderamente

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libre, deberá tomar control total sobre su cuerpo, lo cual incluye el poder decidir sobre la
reproducción. Hasta que la mujer no lo logre, afirma Firestone, la libertad de la mujer será
meramente ilusoria. Es por eso que el feminismo radical se centra en una lucha de tipo sexual,
centrada en el “derecho a decidir”, y afirmando como argumento que “es mi cuerpo”.
En segundo lugar, Firestone llevo la teoría económica marxista acerca de la división del trabajo al
plano sexual, la cual llamó la “división sexual del trabajo”. La mujer, como el proletariado que
trabaja para el capitalista, trabaja para el hombre por medio de la reproducción sexual. La mujer
debe estar siempre dispuesta a complacer los deseos sexuales del hombre, y luego llevar el fruto
en su vientre hasta el nacimiento. En resumen, todo el trabajo recae en la mujer.
En tercer lugar, Firestone hizo una reevaluación de las ideas de Beauvoir acerca del amor, el
romance, y el matrimonio como inventos masculinos para encontrar sentido a la vida. Para
Firestone, estas ideas benefician solamente al hombre, lo cual llevó históricamente a crear
mecanismos por los cuales la mujer “pertenece” al hombre, y está sujeta a éste en el matrimonio.
Por eso, para Firestone, la idea de la familia y del núcleo familiar es una idea “opresiva” para la
mujer, y que por lo tanto debe ser disuelta. De hecho, ella habla de una unidad familiar biológica,
la cual es fruto de una construcción ideológica para la reproducción humana, lo cual no lleva más
que a reafirmar la dominación masculina, ya que la mujer es de hecho la que tiene que llevar la
carga de reproducción sexual. Por eso, sólo si la mujer se levanta y revela, como el marxismo
propuso para el proletariado, y toma control de su cuerpo por medio de la reproducción sexual
(aborto, anticonceptivos), la opresión a la mujer por fin será superada. Esto explica el por qué el
feminismo se ha aliado a la lucha por las uniones homosexuales, ya que es una manera de diluir el
significado del matrimonio y familia, creando nociones “alternativas” (como la presentada en el
perverso programa de TV “Modern Family”). Pero esta alianza no es más que de conveniencia, y
no sería extraño que en el futuro el feminismo radical también se vuelque en contra de grupos
homosexuales y transexuales, porque de fondo son hombres, y como al cromosoma XY no se los
saca nadie, siempre serán potenciales enemigos.
Ahora bien, no olvidemos que la lucha dialéctica de clases no se dio históricamente de modo
natural, como pensaba Marx, sino que fue llevada a cabo por medio de la lucha y revolución
armada. Por eso no es de sorprenderse que los movimientos feministas contemporáneos de hecho
se manifiestan con violencia (como lo demuestra el movimiento feminista argentino en cada
congreso de mujeres auto-convocadas), y que tarde o temprano va a llevar a la lucha armada y
terrorista, bajo la mirada silenciosa de gobiernos y medios de comunicación complacientes. De
hecho, Firestone fue durísima con las “feministas burgueses”, aquellas cuyo feminismo no era lo
suficientemente revolucionario porque sólo buscaban el trepar dentro de sus trabajos y el
crecimiento económico.
Firestone escribió sobre la ciencia, especialmente la biología humana. Lo interesante es que su
consideración sobre la biología no consiste en más que un ataque a la misma, y de ciencia no tiene
nada. Firestone presenta a la biología como una tiranía natural que conduce a la opresión de la
mujer. Estas palabras suyas son significativas: “En el caso del feminismo, el problema es moral:
la unidad biológica familiar siempre ha oprimido a la mujer y a los niños, pero ahora, por primera
vez en la historia, la tecnología a creado las precondiciones reales para eliminar tanto a las
condiciones ‘naturales’ opresivas, como a sus imposiciones culturales. Con respecto a la nueva
ecología, nos damos cuenta de que, independiente de cualquier punto de vista moral, por razones
solamente pragmáticas y de supervivencia, es necesario librar a la humanidad de la tiranía de su
propia biología.” (Sí, leyó bien, dice claramente “tiranía de la biología”). Firestone concede que,

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al contrario de la lucha de clases marxista, la cual es ficticia, la lucha entre el hombre y la mujer
es real, y tiene un fundamente biológico: “Al contrario de las clases económicas, las clases sexuales
se derivan directamente de la realidad biológica: el hombre y la mujer han sido creados diferentes,
y no son iguales”. Parece ser una concesión a la ciencia, ya que ésta filósofa feminista admite que
la naturaleza y la biología, de hecho, dan testimonio de un cromosoma binario XX y XY, y que
por tanto el hombre y la mujer son diferentes. Sin embargo, la admisión de esta realidad científica
lleva a Firestone a concluir que la biología humana debe ser trascendida si la mujer quiere ser
verdaderamente libre. Para ella no basta con que la mujer esté representada con el 50% de los
puestos de trabajo, o con los altos cargos empresariales o de gobierno, y que gane millones. No se
trata, como lo sugiere la feminista Camille Paglia, de sólo invertir la jerarquía biológica y abrazar
el poder femenino para convertir la femineidad en un arma contra los hombres. El feminismo, para
Firestone, es más profundo. Ella llama a una revolución total contra la biología y la naturaleza
humana, porque sólo esto liberará a la mujer. Y según Firestone, hay dos caminos para lograrlo.
El primer camino de la revolución feminista se llevará a cabo cuando el poder del dinero, la
tecnología, y los servicios de la salud se unan y liberen finalmente a la mujer de la tiranía de la
biología. Como ella afirma: “La tecnología ha creado las pre-condiciones reales para derrocar estas
condiciones ‘naturales’ opresivas”. Éste es el próximo “gran salto evolucionario”, según Firestone.
Pero esto no es fruto de su genio; es algo que ya había deseado el iluminismo racionalista con su
idea de la abolición de la naturaleza humana.
Pero como ese camino todavía parece lejano, Firestone pensó un segundo camino para llevar a
cabo la revolución feminista, un camino temporario hasta que el “gran salto evolucionario” pueda
ocurrir. Este camino consiste en la destrucción cultural de cualquier diferencia de género, ya que
la biología todavía no ha podido ser manipulada lo suficientemente como para trascenderla por
medio del poder tecnológico. Como la ciencia, al menos la ciencia honesta, va a recalcar las
diferencias biológicas entre el hombre y a mujer, entonces hay que crear un tipo de conciencia
cultural por el cual “las diferencias entre seres humanos ya no tengan ninguna importancia
culturalmente”. Éste será el camino a recorrer hasta que la mujer finalmente posea un día el poder
tecnológico para poder trascender su biología. ¿Pero por qué la mujer y no el hombre? Porque la
mujer nace dentro de estructuras sociales que limitan su libertad, además de no tener control sobre
su composición biológica, lo cual la lleva a no tener control sobre su propio cuerpo. Todo esto,
según Firestone, lleva a la mujer a vivir un tipo de opresión mucho más significativo que la
opresión que pueda sufrir el hombre. Para su liberación, sin embargo, será necesario superar a la
misma naturaleza humana, ya que dicha naturaleza es el obstáculo supremo para vivir la libertad
plenamente.
Volviendo a lo que ocasionó estas notas, aquel cartel sobre “FEMINISMO” y “la ciencia es real”,
¿hasta qué punto realmente creen las feministas radicales y revolucionarias que haya tal cosa
llamada “ciencia”? El feminismo no parece ser más que un fenómeno que abraza la falsedad hasta
el de absurdo, y sin emplear ningún otro método que la mentira. Muchas mujeres se llaman o
consideran a sí mismas como feministas, pero de buena intención. Tal vez al conocer la ideología
de fondo opten por mejores categorías, y en vez de llamarse a si mismas feministas, usen categorías
más honorables, como aquella de “madre”, o “buena mujer”. Toda mujer que ha concebido un niño
sabe que hay pocas cosas tan hermosas en esta vida, ya que un niño da un nuevo sentido a su
existencia y pasar por este mundo. Y todo esposo y hombre debería saber que prácticamente no
hay nada más grande que una buena mujer, honesta y virtuosa. Realmente me da lástima la imagen

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del grito desaforado de feministas semidesnudas. Pero como la ciencia no puede ser más real, me
alegro de que en fin de cuentas la naturaleza siempre vence.

Pablo M. Iturrieta

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