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Revolución Industrial

(Primera Parte)

Hoy vamos a empezar otra carpeta de las Siestas. Ya les conté que
las carpetas de la Siesta Inolvidable traen grandes acontecimientos y
transformaciones. Esta carpeta de hoy relaciona el siglo XX con el
siglo XVIII de una manera muy especial.

Bueno, les voy a contar una historia muy curiosa acerca de la sociedad que fue
transformada más profundamente en menos tiempo. En la segunda mitad del
siglo XVIII Inglaterra era todavía una sociedad aldeana y sus caminos eran
deplorables. Baches, lodazales, zanjas y hundimientos hacían que las rutas
fueran casi imposibles de transitar. Incluso, algunas de esas vías eran apenas
huellas.

Resulta que la creatividad de un tipo va a producir un cambio que será


decisivo. Era un escocés, se llamaba John Loudom Mac Adam e inventó un
método para abrir vías de tránsito que consistía en drenar el suelo y colocar
luego sobre el suelo una capa de piedras pequeñas. Supongo que son los
caminos de ripio. Ahora parece sencillo, pero él fue el inventor y cambió la
historia porque revolucionó el sistema vial inglés. O sea, hizo que las personas
y las mercaderías circularan por todo el país hasta un punto en que la
Revolución Industrial no sería pensable sin ese invento.

Pero yo les prometí una historia curiosa y aquí va: al escocés le llovían los
trabajos públicos para hacer caminos con sus piedritas por toda Inglaterra, y el
hombre era muy estricto. Exigía todo el tiempo a los trabajadores que usaran
piedras pequeñas en la tarea, según lo indicaba su método. Ahora, para los
trabajadores era un dilema: ¿cómo darse cuenta si una piedra era lo
suficientemente pequeña? El escocés no era un tipo de explicar mucho y dijo
lo siguiente: si una piedra no cabe en la boca de un hombre, entonces no sirve
para este fin. Parecía que a todo el mundo le quedaba claro. Pero no.

Resulta que en una ocasión el escocés se las tomó con un obrero viejo
acusándolo de usar piedras demasiado grandes. Entonces, el obrero, con cara
de odio, se metió una piedra bien grandota en la boca – por supuesto que no
fue para bajarle un discurso -. Pero, ¿qué pasaba? El tipo no sólo tenía la boca
muy grande, sino que, además, se había quedado sin dientes. A partir de ahí,
parece que el escocés antes de tomar a un nuevo empleado le revisaba la boca
porque le podía salir un pavimento intransitable.
Bueno, pero lo cierto es que el invento de Mac Adam se tradujo en una red de
caminos que permitió la circulación fluida de personas, bienes e ideas por toda
Inglaterra.

Esta anécdota la cuenta Martin Hadis en un libro de extraña idea que


realmente me atrapó. Se llama Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses
de Jorge Luis Borges. Lo primero que pensé al leer el título era que los
ancestros ingleses de Borges es un tema demasiado sofisticado. Pero les
aseguro que cuando empecé a leerlo, el libro me fue capturando. Hadis es un
master en tecnología de medios del MIT (el célebre Massachussets Institute of
Technology, lugar de punta para la tecnología mundial) y además investigó
literaturas germánicas y filología en Harvard. Y en el libro se hace una
pregunta clave: ¿cómo fue posible que en la Argentina surgiera el mayor
escritor en lengua castellana? Entonces rastreó los antepasados de Borges e
hizo un descubrimiento fantástico. El Borges brillante, erudito, amante de los
libros, cultor del humor y la ironía, etc., empieza a construirse dos siglos antes
con su tatarabuelo inglés (por rama materna).

¿Y qué tiene que ver esto con los caminos de Inglaterra del siglo XVIII?
Bueno, hoy les empiezo a contar sobre los tres o cuatro inventos que describe
Martin Hadis que fueron los que dispararon la Revolución Industrial, el
cambio de era. Y fue en ese ambiente de una sociedad que se transformaba a
toda velocidad y que permitía viajar mucho más, fui allí que creció aquel
antepasado de Borges, viajero y cosmopolita como él. Esta es una historia en
tres partes que concluye con los asombrosos parecidos entre aquel tatarabuelo
que vivió los albores de la Revolución Industrial y su descendiente, nuestro
autor de “Ficciones”.

¿Cuáles son los otros grandes inventos que cambiaron a Inglaterra y al


mundo, provocando la Revolución Industrial?
Primero, dice Hadis, hay que analizar las más tempranas señales de que un
cambio profundo y definitivo se acercaba. La primera señal fue que la
población estaba aumentando extraordinariamente a partir de 1760. Ese
crecimiento repentino, veinte años después, se convirtió en una gran
explosión demográfica. ¿Cuáles fueron las causas de este crecimiento?
La paz y el orden que reinaban, los avances y descubrimientos médicos y las
nuevas técnicas de siembra y cultivo que provocaron que hubieran
muchísimos más alimentos para atender a esta población que aumentaba
rápido.

A medida que la población de multiplicaba a toda velocidad, la


infraestructura en Inglaterra también crecía rápidamente. Esto hizo que se
empezaran a crear y aplicar grandes inventos en los procesos fabriles.
Además, estos nuevos métodos provocaron que la organización del trabajo
también se modificara.

Todas las mejoras juntas llevaron a un aumento del comercio y a transformar


extraordinariamente la economía y a la sociedad.
Fue el cambio más profundo y el que realmente alumbró una nueva era para la
humanidad.

Pero volvamos a lo que les había prometido: ¿Cuáles fueron los grandes
inventos que provocaron la Revolución Industrial?

Uno de estos inventos revolucionarios fue el motor a vapor. Ya existía, pero en


una versión más rudimentaria y poco eficiente. En cierta ocasión, uno de estos
viejos motores cayó en manos de quien se convertiría en un genio: James
Watt.
Watt agarró uno de esto motores y logró hacerle mejoras. Y consiguió crear un
nuevo motor, que era varias veces superior al original y que empezó a ser
usado industrialmente.
Este invento tuvo una repercusión enorme porque por primera vez se disponía
de una tecnología que reemplazaba a las fuerzas de la naturaleza. Imagínense.
Y también tuvo aún más repercusión en los bolsillos de Watts, que no dejo de
vender sus motores por todas Inglaterra. En el 1800 ya había más de 500
motores que se usaban en las fábricas e industrias británicas.

Una de las industrias fundamentales en Inglaterra, que sufrió esta revolución


fue la industria textil. La invención de nuevas máquinas permitió mejorar el
volumen y la calidad del hilo. Hay que decir que en aquella Inglaterra de los
albores de la Revolución Industrial, las máquinas eran como nuevas especies
animales que empezaban a propagarse para ir cambiando profundamente la
vida de la gente. Surgían nuevas máquinas con más frecuencia y hasta
surgieron máquinas de máquinas. Por fin, la Revolución Industrial golpea al
lado del tatarabuelo de Borges. Pero esa historia se las cuento mañana.

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