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Puente Imperfecto

Alumna: Irene Durán Parra

Módulo: Management Internacional

Profesor: Darío Sánchez Villar

Fecha: Diciembre del 2010

1
Introducción

El “decretazo” del pasado viernes día 3 de diciembre de 2010, que modificada las
condiciones laborales de los controladores aéreos españoles, desencadenó toda una
serie de acontecimientos que han ocasionado prejuicios a miles de personas y al
correcto funcionamiento de sectores clave de la economía. La deserción masiva de
los controladores civiles de sus puestos de trabajo, alteró los planes de trabajo,
familiares y de ocio a muchas personas en el puente más largo del año.

Sucesión de Acontecimientos

En 1990 Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) asumió la gestión de la


mayoría de los aeropuertos1 y del tráfico aéreo español. El estatus de los
controladores aéreos españoles quedó al dejar de ser funcionarios para convertirse
en empleados de una sociedad participada por el Estado. Parece bastante lógico
pensar que es totalmente descabellado que un empleado de una empresa pública
una remuneración exageradamente elevada y desproporcionada con relación con el
trabajo que realiza máxime cuando el ratio salario/horas efectivas de trabajo es el
más elevado de la UE, EEUU y de la gran mayoría de los más importantes centros de
control aéreo del mundo. Esta gran mayoría de centros de control están gestionados
por empresas privadas y sus controladores no son remunerados con salarios
astronómicos. Si a eso le sumamos que el ratio horas de trabajo/ movimientos
aéreos es uno de los mas bajos de Europa, la productividad no parece justificar el
statu quo, y eso a pesar de que, no sin razón, el trabajo de los controladores
españoles del espacio aéreo externo (aeropuertos excluidos) requiere mas tiempo
de atención en virtud de tener España un área de espacio aéreo de control superior
a la mayoría de los países europeos

A lo largo del 2010 el cuerpo de controladores y Aena han discrepado


reiteradamente sobre el control de la gestión de su organización. Hasta entonces a
los controladores se les habían permitido organizarse entre ellos hasta el punto de
tener competencias para a la contratación de nuevos compañeros y la organización
del desarrollo de sus funciones. Los consoladores intentaron unir sus fuerzas para
recuperar esa soberanía, recurriendo las nuevas normas sin éxito alguno, lo que
desembocó a que este colectivo elitista llevara a cabo huelgas encubiertas en mayo y
julio de 2010. La coincidencia de estas fechas con periodos de vacaciones es mucho
más que una mera casualidad.

En agosto del 2010 el Gobierno dictó un Real Decreto que fijaba un techo en el
número de horas de trabajo de los controladores en 1670 horas de trabajo
ordinarias y 80 horas extraordinarias. Las medidas también afectaron a los salarios
que fueron drásticamente recortados pasando de una media de unos 350.000 euros

1
Solo con dos excepciones, el aeropuerto de Lleida y el de Ciudad Real.

2
(con picos de hasta 700.000 euros) a unos 200.000 según Aena y 140.000 euros
según la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA).

Mientras tanto, los controladores reivindicaban que su jornada laboral a partir del 1
de enero de 2013 tuviera un techo de 1420 horas anuales y no las 1670 que se les
imponía, alegando que de esta manera su jornada laboral anual se equipararía a la
de los principales controladores aéreos europeos.

Más allá de esto, señalaban que su mayor preocupación no se debía al recorte


salarial, sino al deterioro de sus condiciones de trabajo por toda una serie de
recortes que estaban padeciendo. Varios controladores llegaron a declarar que
estaban trabajando en unas condiciones de “esclavitud”.

Vista la situación, los Ministros de Fomento y de Defensa pactaron capacitar a los


controladores militares para que pudieran hacerse cargo de la gestión del tráfico
aéreo español, en caso de necesidad, con el fin de garantizar la seguridad, eficacia y
la continuidad en la prestación del servicio.

El 2 de diciembre, el día anterior a que se ratificara la jornada laboral de los


controladores aéreos en el Consejo de Ministros, se desató la crisis al faltar 10 de los
28 controladores a sus puestos de trabajo en el aeropuerto de Santiago de
Compostela, argumentando que habían cumplido con sus horas de trabajo anual
cuando algunos de ellos, ni siquiera habían alcanzado las 1200 horas de trabajo.
Todo esto provocó que el resto de controladores aéreos de los diferentes
aeropuertos repartidos por el territorio español amenazaran con no acudir a sus
puestos de trabajo aportando el mismo argumento.

Al día siguiente, en la reunión del Consejo de Ministros, se aprobó la nueva jornada


laboral de los controladores civiles. Tras conocerse los acuerdos pactados en la
reunión, recogidos en el decreto ley que modificaba de manera sustancial su
situación laboral, entre el 70 y el 90% de los controladores aéreos abandonaron sus
puestos de trabajo a partir de las cuatro de la tarde, alegando que no se
encontraban en condiciones psicofísicas para trabajar2 y respaldándose la gran
mayoría con una baja médica, evidentemente sospechosa, “declarándose incapaces
de prestar servicio”. Como consecuencia de todo ello quedaron en tierra cerca de
300.0003 personas, solo en España.

De forma masiva los controladores trataron de hacer presión para recuperar sus
privilegios y particularmente para incluir en el computo de las horas de trabajo
aquellas que no constituyen horas de trabajo efectivo según la nueva normativa
como los cursos de formación, los permisos sindicales, las guardias y los permisos de
maternidad, lactancia la defunción de familiares, etc. Estos también manifestaban su
desacuerdo con que los militares estuviesen capacitados para hacerse cargo de la
gestión del tráfico aéreo y en desacuerdo con que se les sometiera a un examen
médico en el caso de que se negasen a trabajar.

2
En virtud de la Ley de Navegación Aérea.
3
Datos del Ministerio de Fomento.

3
Horas más tarde, la asociación de los controladores aéreos presentó una propuesta
al secretario de Estado de Transporte, que entre otras cuestiones de relevancia,
proponían una rebaja importante en el número de horas de la jornada laboral anual.
La propuesta se rechazó lo que agravó el panorama en los aeropuertos a la vez que
el número de pasajeros que se habían quedado en tierra seguía en ascenso. Los
control, hicieron oídos sordos a las llamadas del Gobierno y de Aena para que se
reincorporaran a sus puestos4. La cifra de personas afectadas el viernes día 3 de
diciembre se elevó a cerca de 300.000 al despegar solo 3300 vuelos de los 5000 que
había programados.

El agraviamiento de la situación llevó a que se convocará un gabinete de crisis en el


que el Presidente del Gobierno, lanzó la posibilidad de declarar el “estado de
alarma”. Este señaló que ante las circunstancias había que aplicar "una medida de
excepción para acabar con una situación de excepción". Esa misma noche se decretó
la militarización del tráfico aéreo tras la escasa reacción por parte de los
controladores a retomar sus puestos de trabajo. Ello llevó a que el ejército se pusiera
al mando de la gestión del tráfico aéreo con el fin último devolver la normalidad de
este. Mientras tanto la Guardia Civil fue a tomar testimonio de los controladores
aéreos que se encontraban reunidos en el Hotel Auditórium de Madrid.

Al día siguiente, 4 de diciembre5 se reunió con carácter extraordinario el Consejo de


Ministros y declaró el “estado de alarma”6 por un período de 15 días, para lo cual
adoptó un Real Decreto7, siendo esta la primera vez en la que se declaraba en
historia de la democracia española. Entre otras cuestiones, el Real Decreto permite a
los militares a obligar a los controladores aéreos a retomar sus puestos de trabajo y
en el caso de no hacerlo ser acusados de un delito con pena de cárcel, según el
artículo 409 de Código Penal Militar. Los controladores civiles recibieron un buro fax
oficial en sus domicilios y un correo electrónico del Ministerio de Fomento en el que
se les informaba que pasaban a tener la consideración de personal militar, y que por
ello, estaban obligados a obedecer las órdenes del jefe del Estado Mayor del Ejército
del Aire y que consecuentemente quedaban sometidos al régimen penal de la
Fuerzas Armadas.

La militarización del control del espacio aéreo dio lugar que el Ejército del Aire se
pusiera al mando en los centros de Madrid, Barcelona, Sevilla y Canarias, centros que
se consideraron claves para restablecer la normalidad del tráfico aéreo español. Se

4
Con alguna excepción, como la del aeropuerto de Barcelona que pudo reactivar el flujo de su tráfico
aéreo durante un corto periodo de tiempo.

5
El informe de Aena la mañana de día 4 de diciembre informaba sobre el grado de asistencia de los
controladores aéreos en los diferentes aeropuertos españoles: en el Centro de Control de Madrid
habían acudido 15 de los 67 que trabajan normalmente, a Barajas 8 de los 17, al Centro de Control de
Barcelona 7 de los 43, a la torre de El Prat 4 de 13, en Valencia 7 de 8, en Sevilla 10 de 19 mientras
que en Palma de Mallorca habían acudido la totalidad de sus 13 controladores aéreos.

6
El artículo 19 de la Constitución española que garantiza la libre circulación de todos los españoles.
7
Entró en vigor a las 13:00 horas tras su publicación de forma urgente en el Boletín Oficial del Estado,
Real Decreto 1673/2010, de 4 de diciembre, por el que se declara el estado de alarma para la
normalización del servicio público esencial del transporte aéreo.

4
desviaron vuelos a nueve aeropuertos de uso mixto civil y militar como los de León,
Albacete y Torrejón y se prestó asistencia a los afectados por la huelga por parte de
la Unidad Militar de Emergencia.

Los vuelos cancelados en España entre el día 3 y el 4 de diciembre ascendían a 4.510,


y entre 650.000 y 676.000 pasajeros se vieron afectados por esta situación.

El 4 de diciembre por la tarde Aena informó que los controladores comenzaban a


regresar a sus puestos de trabajo y el Gobierno reabrió el espacio aéreo horas más
después. A primeras horas del 5 de diciembre el control aéreo empezó a recobrar la
normalidad. La mayoría de los controladores habían regresado a sus puestos de
trabajo y estaban bajo la supervisión de personal militar. Mientras tanto, las
compañías aéreas trataban de reubicar a los viajeros que en los dos días anteriores
se habían quedado en tierra.

Como consecuencia de lo expuesto, los controladores aéreos podrán ser


sancionados por la situación de crisis que han generado. Hasta el 5 de diciembre
habían abierto 442 expedientes lo que supone una quinta parte del total de
controladores.

Por otro lado, el Ministerio Fiscal a abierto 20 investigaciones a 175 controladores a


y podría solicitar la aplicación penas de hasta ocho años de cárcel por un presunto
delito de sedición (ya que la situación ha sido similar al supuesto abandono en un
hospital de todos los médicos, calificado como delito de sedición). Entre otras
cuestiones, se investigaba también la posible falsificación de los certificados
médicos.

Los afectados por la huelga de los controladores aéreos han creado una plataforma
para poder defender sus intereses ante los tribunales con una única voz y exigen una
indemnización total de que podría ascender a 50 millones de euros.

Por encima de todo, los controladores afirman que ellos también son víctimas, y que
todos los prejuicios que ha ocasionado el abandono de sus puestos de trabajo, es
culpa de Aena, ya que ellos sólo están luchando por recuperar unas condiciones
laborales dignas.

Las medidas adoptadas por el Gobierno han hecho que corran ríos de tinta. Por una
parte, unos elogiaban su intervención al afirmar que había gestionado eficazmente la
situación, mientras otros criticaban total o parcialmente las actuaciones del este. Por
lo general, la mayoría de los partidos políticos apoyaron al Gobierno. Esta vez hasta
el partido mayoritario de la oposición apoyó las medidas adoptadas por el Gobierno,
aunque criticó la falta de oportunidad por parte de este en aprobar el decreto de
reforma del régimen de los controladores el viernes día tres, el día del inicio del
puente de la Constitución.

El día 17 de diciembre por una propuesta del Gobierno, el Congreso de los Diputados
aprobó dar continuidad al Estado de Alarma hasta el 15 de enero de 2011, haciendo

5
caso omiso a las garantías, poco fiables dadas por mas del 95% de los controladores,
de no provocar ninguna situación similar a la ocurrida a principios de mes ni
tampoco una huelga legal en las próximas fiestas navideñas.

Conclusiones

La crisis generada por los controladores aéreos es alarmante e intolerable. Resulta


bastante difícil de comprender como Aena y el Gobierno, han sido incapaces de velar
por la normalidad del funcionamiento del tráfico aéreo, es decir, que no hayan
estado preparados para anticiparse a una situación como esta. De cualquier forma,
parecen haber reaccionado correctamente a posteriori, con la contundencia y
eficacia adecuadas y con el apoyo mayoritario de la ciudadanía, según encuestas que
serán publicadas en breve.

Sea como sea, los controladores aéreos han conseguido tomar al conjunto de los
ciudadanos como rehenes de sus reivindicaciones, ocasionando ingentes perjuicios
de tipo económico y moral a personas y a sectores claves de la economía
(aeronáutica, turismo, transportes urgentes, etc.).

Es necesario velar por que se respete el derecho a la huelga por parte de cualquier
colectivo de trabajadores, siempre y cuando se apliquen unas condiciones legales de
preaviso y se mantengan unos servicios mínimos. Es intolerable que los
controladores hayan desnaturalizado lo que es un derecho constitucional
convirtiéndolo en acto violento teóricamente espontáneo y que, no sin cinismo,
aleguen que no ha sido coordinado por su sindicato.

Por otro lado, considero indispensable que los colegios médicos sancionen a aquellos
profesionales que hayan podido dar bajas médicas injustificadas, a menos que
consideren que se ha producido una enfermedad epidémica que ha aparecido un día
para desaparecer al día siguiente, es decir, que el período de vida de dicho
enfermedad no ha sido superior a 24 horas, y que además sólo ha afectando a un
sector muy determinado de profesionales. En el supuesto de tratarse de este caso,
las autoridades sanitarias tendrían la obligación de comunicarlo a la Organización
Mundial de la Salud, ya que no existe ningún precedente similar en la historia de la
medicina. Y en el supuesto de que la teoría de la epidemia no se confirme, la Fiscalía
General del Estado debería instruir, o cualquier persona jurídica o ciudadano
afectado podría demandar, a los supuestos responsables que solicitaron y otorgaron
casos esas falsas bajas medicas. Consecuentemente, tanto aquellas personas que
hayan solicitado las bajas médicas como aquellos que las hubieran dado, deberían
asumir responsabilidades civiles y penales, en las que hubieran podido incurrir. Los
poderes públicos no pueden obviar estas supuestas ilegalidades, ya que no seria de
recibo someterse, una vez mas, al lo que pudiera constituir un todopoderoso lobby
medico, que por supuesto, no abarca a todos los profesionales de la salud.

Es intolerable que se intente someter a un país a través de su Gobierno a un


chantaje para conseguir consolidar una situación atípica por privilegiada.

6
Es necesario que los poderes públicos tomen las medidas adecuadas para que
situaciones similares no vuelvan a reproducirse, y lo hagan, ya sea a través del
dialogo, o con la fuerza de la ley.

En aras a intentar conseguir un acuerdo equilibrado, sería muy útil ir a un arbitraje,


sin embargo hasta el momento los controladores por motivos obvios, se han opuesto
a ello, para intentar conseguir una salida al litigio, todo ello, sin perjuicio de las
responsabilidades civiles y penales en las que hayan podido incurrir los supuestos
culpables de esta situación, sus supuestos seguidores y sus supuestos cómplices.

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