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ENSAYO
I. Introducción.
II. Desarrollo.
del acceso a criterios que no dependan solamente del contenido, sino que
verdaderamente nos orienten hacia los progresos del sujeto.
Interesante resulta en este sentido los aportes de autores como Stanley
Aronowitz y Henry Giroux (1993: p. 100), quienes frente a la construcción
vertical de significados, en la que el canon cultural opera como una aplanadora
de las subjetividades, asumen la necesidad de un cambio en la educación
posmoderna, planteando el concepto de “voz”:
En este sentido, igual de relevante resulta la cuestión del tiempo de
aprendizaje. En una sociedad de aprendices permanentes, los tiempos
tradicionales dedicados a la enseñanza formal devienen insuficientes, porque
virtualmente se acortan y se hacen necesarias nuevas formas de organización
de las interacciones entre los aprendices y los enseñantes. Por ejemplo,
aprender a organizar el propio aprendizaje, no sólo desde el punto de vista de
los objetivos, sino desde la disposición de los horarios, la toma de cursos y
sobre todo la proyección personal de la vida, parece ser una de las
importantes tareas que tienen ante si los aprendices de la era del conocimiento
descentrado y de la complejidad.
Nuestro contexto educacional, por ejemplo, en la enseñanza superior,
reconoce la importancia de que emerjan, desde el pregrado, las condiciones
mínimas necesarias para que los estudiantes realicen estudios de postgrados.
Para ello se impone el acortamiento de los tiempos para el pregrado,
entonces, la necesidad de desarrollar la competencia para organizar los
tiempos, resulta imprescindible determinando qué posgrado tomar en función
de las materias y los currículos y de programas, estimando ofertas de estudio y
conciliándolas con las proyecciones personales profesionales de cada
estudiante.
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Para que esta toma de decisiones se lleve a cabo con total eficiencia se
requiere una nueva conceptualización del aprendizaje, en términos de
competencias para organizar el tiempo, lo cual a su vez implica la competencia
para seleccionar información, discriminar condiciones, etc., etc.
Cuando vuelvo la mirada atrás, me veo durante mis estudios de
pregrado, en las décadas del ‘70 y ’80, enfrascada “tomando nota” de cada
una de las palabras que mis docentes “dictaban”. En el actual escenario, dicha
actividad resulta completamente fuera de contexto. La toma de notas no es ya
la habilidad que podría garantizarnos éxitos ya que la información exige que
sean otros los intereses y las acciones. Dichas acciones podrían destejerse de
la siguiente forma:
1) Qué me sirve, para qué y para cuándo, de aquello que está diciendo
mi profesor.
2) Cómo codifico esa información.
Este es un desempeño que plantea requerimientos de mayor complejidad
que el anterior y que además se deben contextualizar en un sistema relacional
flexible, que permita al estudiante decidir acerca de esas acciones, las que
deberían formar parte de una estrategia de trabajo conjunto que propenda al
desarrollo de las competencias necesarias para poder operar de esa forma.
Es, al decir de F. Savater (2009), que el problema ya no es recibir
información, ya que hoy todo el mundo recibe bastante más información de la
que pudiera ser capaz de metabolizar; el problema es saber orientarse en
medio de ella de forma eficaz, sin que la información nos ahogue.
Entonces la complejidad del saber contemporáneo, conjuntamente con las
exigencias sociales actuales, abren nuevas perspectivas a la cultura en el
campo de la Educación y del desarrollo humano, exigiendo independencia,
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pudieran ser las vías para valorizar el aprendizaje auto organizado, sobre todo
en estudiantes de edad juvenil por participar en formas de enseñanza más
libre.
Estas habilidades pueden comenzarse a fomentar desde temprano en la
infancia, pero se requiere en todos los casos tener en cuenta las tareas
propias de cada edad y las regularidades del desarrollo ontogenético, en
ambos casos según la cultura en que se enclava el sujeto estudiado y la
formación del docente que dirige estos procesos.
¿Cómo pudieran ser configurados el desarrollo de estas habilidades en
estrategias específicas de trabajo en las salas de clases, teniendo en cuenta
que el desarrollo de dichas habilidades se produce de manera única e
irrepetible en cada sujeto? Considerar las exigencias del contexto justifica que
no podamos esperar una descripción o explicación estándar o lineales de
cómo propiciar el desarrollo de las mismas, es decir, en otras palabras; esto no
es una receta exacta, no puede serlo, si tenemos en cuenta el carácter
individual de la apropiación social. No obstante sí nos atrevemos a integrar
estas habilidades esenciales en cuatro grupos de Estrategias de Aprendizaje,
en las que las mismas se encuentran presentes, esperando que desde ellas se
deriven procedimientos, actividades y acciones específicas que puedan
propiciar el desarrollo de las habilidades antes descritas, desde las
especificidades del sujeto y las diferentes realidades socio culturales en las
que se contextualiza:
Bibliografía.