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LA EPISTEMOLOGÍA Y PRÁCTICAS DEL CONOCIMIENTO

La postura epistemológica determina la producción e interpretación de teorías incidiendo en las

prácticas docentes (incluyendo la investigativa) y pedagógicas.

Se pretende asumir la formación docente y el oficio de formador en relación a un modelo complejo,


pensando el conocimiento de una manera diferente e incorporar la complejidad para objetivar las
propias prácticas como objeto de estudio, incorporando los aportes de la teoría de la subjetividad. Se
incluye además el atravesamiento de otros ejes de análisis, como la situacionalidad histórica, las
relaciones de poder-saber, la relación teoría-práctica y la vida cotidiana. Podemos pensar que: si la
epistemología subyacente puede ser una de las fuentes del problema, es factible utilizar el análisis
epistemológico como herramienta para contribuir a la reorientación y a la superación de las prácticas de
formación docente.

Según Violeta Guyot la relación teoría-práctica se concibe como un modo peculiar de ser por parte de
los sujetos, fruto de su historización personal, en la cual la capacidad de hacer y ser se retroalimentan y
sostienen mutuamente como fundamento de la acción creativa del hombre.

Los saberes que orientan las prácticas docentes son la base constitutiva de una red de conceptos,
representaciones, certezas y creencias que fundan nuestros proyectos y propósitos de intervención
docente.

El sujeto de la investigación es siempre un sujeto humano y no puede dejar de serlo. Se puede llegar, en
el mejor de los casos, a utilizar instrumentos, máquinas y otros dispositivos como complementos
tecnológicos en la investigación; tales instrumentos serán capaces de recoger datos precisos, de
ordenarlos y de procesarlos. Pero lo que no serán capaces de efectuar son las operaciones propiamente
epistemológicas de plantearse un problema, seleccionar el tipo de datos capaces de resolverlo e
interpretar el valor y el sentido de los mismos. Y es más, podríamos decir que una cierta dosis de
subjetividad no sólo es inevitable en un trabajo de investigación, sino que es además indispensable.
Porque para plantearse un problema de conocimiento, es decir, para querer saber algo, se necesita de
una voluntad, de una preocupación por conocer la verdad y esclarecer la duda B que no puede ser sino
subjetiva.

    Por esta misma razón es que no concebimos la existencia de un conocimiento lisa y llanamente
objetivo y  afirmamos que todo el conocimiento no deja de ser el producto de una cultura, de una época
y de hombres concretos. De allí que resulte algo pedante afirmar que el conocimiento científico es
objetivo, y que sea más adecuado sostener que la ciencia se preocupa constantemente por ser objetiva,
por tratar de llegar a serlo, sin que se pueda plantear nunca que haya arribado a la total objetividad.

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