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Cinnamon Harper

(Con) Textos de la vanguardia

LET221E-1

15 septiembre 2016

Resumen del texto


“El escritor argentino y la tradición” de Jorge Luis Borges

Al inicio del texto Borges se refiere al problema del escritor argentino y la


tradición. El autor se declara escéptico sobre la existencia real de un problema,
entendiéndolo así como una apariencia, un simulacro, o un seudoproblema. Borgues
prosigue luego a nombrar las soluciones más comunes y recurrentes que se le suelen dar
a aquel problema, donde la primera de ellas es la cual afirma que “la tradición literaria
argentina ya existe en la poesía gauchesca”. Según ella, el léxico, los procedimientos y
los temas de la poesía gauchesca deben ilustrar al escritor contemporáneo, y más que
ello, servirle como punto de partido o incluso arquetipo. Respecto a ello, Ricardo Rojas
deriva la poesía de los gauchescos (Hidalgo, Ascasubi, Estanislao del Campo y José
Hernández) de la poesía de los payadores o gauchos, en base a que tanto payadores
como los gauchescos manejan el metro octosílabo. Sin embargo, Borges cree que la
afirmación de Ricardo Rojas es un gran error, además procede a hacer distinciones entre
la poesía gauchesca y la poesía de los gauchos. Los poetas populares versifican temas
generales y lo hacen también en un léxico general; no así los poetas gauchescos, quienes
buscan las palabras nativas y su color local. La poesía de los payadores es fácil de
entender pero para aproximarse a la poesía gauchesca se necesita de un glosario. En
resumen, Borges cree que es probable la poesía gauchesca haya influido en los
payadores, pero que en principio no ocurrió así. Como prueba utiliza el Martín Fierro,
el cual a pesar de estar escrito en español de entonación gauchesca y abundar en
comparaciones de la vida pastoril existe un pasaje en el cual el autor se olvida de esta
preocupación por el color local y escribe en español general al hablar de grandes temas
abstractos, como el tiempo y el espacio; Fierro y Moreno olvidan toda afectación
gauchesca y abordan temas filosóficos.

Para Borges, el creer que la poesía argentina debe abundar en rasgos


diferenciales y el color local argentino es una equivocación. Además agrega que la idea
de que la literatura debe definirse por los rasgos diferenciales del país que la produce es
una idea nueva, como así también la idea de que los escritores deben buscar temas de
sus países. El autor hace mención de Racine y Shakespeare, quienes usaron en sus obras
temas que no correspondían a su cultura ni tiempo, para en base a ello agregar que lo
verdaderamente nativo suele y puede prescindir del color local. Borges refiere luego a la
obra de Güiraldes, Don Segundo Sombra, para acotar que Kipling, Mark Twain y las
metáforas de los poetas franceses fueron necesarios para la escritura de ese libro
argentino, libro que no es menos argentino por haber aceptado esas influencias
extranjeras.

Borges señala luego otra contradicción respecto al problema del escritor


y la identidad argentina, donde los nacionalistas quieren limitar el ejercicio poético de la
mente argentina que tanto veneran a algunos pobres temas locales, como si los
argentinos no fuesen capaces de hablar del universo. Otra solución dice que hay una
tradición a la cual deben acogerse los escritores argentinos, que es la tradición de la
literatura española, a lo que Borges responde: la historia argentina puede definirse como
un querer apartarse de España, además de que el gusto por la literatura española suele
ser un gusto adquirido.

Una tercera solución al problema viene a decir que los argentinos están
desvinculados del pasado, que están esencialmente solos y que no pueden jugar a ser
europeos. Para Borges esa solución es infundada, la refuta el constatar que los
dramáticos acontecimientos ocurridos en Europa resonaron profundamente en
Argentina, lo cual no ocurriría si efectivamente los argentinos estuviesen desvinculados
de Europa.

Para finalizar, Borges responde al problema de la identidad argentina al


decir que su identidad y la de los escritores argentinos es “toda la cultura occidental”. El
autor cree que los argentinos y sudamericanos en general pueden manejar todos los
temas europeos, sin supersticiones y con una irreverencia que puede tener, y ya tiene,
consecuencias afortunadas. En líneas finales, el autor acota que todo lo que hagan los
escritores argentinos, mientras sea con felicidad, pertenecerá a la tradición argentina, y
que el patrimonio de temas para abordar no se limita a lo local; el patrimonio debe ser el
universo.

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