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(Compilador)
ORDEN,
JERARQUÍA
Y COMUNIDAD
FASCISMOS, DICTADURAS
Y POSTFASCISMOS
EN LA EUROPA CONTEMPORÁNEA
tecnos
Ilustraciones de cubierta:
Cordon Press / Archivo Anaya
scanned by FS
2019
[9]
10 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
[ 13]
14 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
J. A n t ó n
1. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:
UNAS REFLEXIONES
SOBRE EL «FASCISMO
ANTES DEL FASCISMO»
EN PERSPECTIVA HISPANA
E n r ic U c e l a y - D a C a l
Universitat Autónoma de Barcelona
mdorsey @ciasa. es
[ 17]
18 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
27 F. Haskell, «Art & the Apocalypse», The New York Review o f Books,
vol. XL, n.° 13,15 julio 1993, ps. 25-29.
34 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
40 J. Wosk, Breaking Frame. Technology and the Visual Arts in the Nineteenth
Century, Rutgers University Press, New Brunswick (N.J.), 1992.
41 D. Nasaw, Going Out. The Rise and Fall o f Public Amusements , Basic
Books, Nueva York, 1993.
42 T.H. Von Laue, The World Revolution o f Westernization. The Twentieth
Century in Global Perspective, Oxford University Press, Nueva York, 1987;
M. Adas, Machines as the Measure ofMen. Science, Technology, and Ideologies o f
Western Dominance, Comell University Press, Ithaca (N.Y.), 1989.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:... 41
45 Véase los ensayos en M. Bianchi (ed.), The Active Consumen Novelty and
Surprise in Consumer Choice, Routledge, Londres, 1998.
46 P. Temin, Lecciones de la Gran Depresión, Alianza Editorial, Madrid, 1995.
47 P. F. Drucker, op. cit., Cap. 2; J. R. Beniger, op. cit..
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA!... 43
51 F. Spufford, I May Be Some Time. Ice and the English Imagination, Picador
USA, Nueva York, 1999, p. 242.
52 J. R. Beniger, op. cit., pp. 327-329; M. O ’Malley, Keeping Watch. A History
o f American Time, Smithsonian Institution, Washington D.C., 1990.
53 A. Rabinbach, The Human Motor. Energy, Fatigue and the Origins o f Mo-
dem ity , University of California Press, Berkeley, 1992.
54 F. Delaisi, Les deux Europes, Payot, París, 1929.
55 K. Vamedoe y A. Gopnik, High & Low. M odem Art and Popular Culture,
Museum o f Modem Art, Nueva York, 1991.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:... 45
58 J. Darracott, The First World War in Posters, Dover, Nueva York, 1974;
W. Rawls, Wake Up, America! World War and the American Póster, Abbeville
Press, Nueva York, 1988; M. Gallo, The Póster in History, Wellfleet Press, Secau-
cus, 1989, Caps. 3-4; R. Philippe, Political Graphics, Phaidon, Oxford, 1982, pp.
198-203; el modelo inglés: R. Opie, Rule Britannia. Trading on the British Image,
Viking / Past Times, Oxford, 1985; para ver otros medios: M. R. D. Foot, Art and
War. Twentieth Century Warfare as Depicted by War Artists, Headline/Imperial War
Museum, Londres, 1990, Cap. 2; también, para taijetas postales: M. Willoughby, A
History o f Postearás, Bracken, Londres, 1992; E. Nizza (dir.), Autobiografía del
fascismo, Glosa, Barcelona, 1977. Para Cataluña: E. Jardí y R. Manent, El carte-
llismo en Cataluña, Destino, Barcelona, 1983.
59 P. Fussell, The Great War and Modern Memory, Oxford University Press,
Londres, 1977.
60 G. Mosse, Fallen Soldiers. Reshaping the Memory o f the World Wars, Ox
ford University Press, Nueva York, 1990.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:... 47
El pueblo ganará con esta lucha, en todos los países, más de lo que
concibe por el momento. Cierto es que se redimirán de la mayor ame
naza a la libertad. No es eso todo. Hay algo infinitamente más grande y
duradero que se dibuja ya en este inmenso conflicto: un nuevo patrio
tismo, más rico, más noble y más exaltado que el antiguo. Veo entre to
das las clases, altas y bajas, desponjándose de todo egoísmo, una nueva
concepción de que el honor del país no depende simplemente de man
tener su gloria en el campo de batalla, sino de proteger sus hogares
contra la miseria. Trae una nueva perspectiva para todas las clases. La
gran inundación de lujo e indolencia que había sumergido al país está re
trocediendo y una nueva patria aparece a la vista. Por primera vez las co
sas fundamentales que importan en la vida, cegados por el sol tropical
de nuestra prosperidad76.
77 F. Furet, Lepassé d ’une illusion. Essai sur l ’idée communiste au xxe. siécle,
Laffont/Calmann-Lévy, París, 1995, p. 197.
78 L. D. Trotski, La revolución traicionada, citada en A. J. Gregor, «Mussolini
and History», en M. J. Peláez (ed.), Public Law and Comparative Politics, Cátedra
de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad de Málaga et al.,
Barcelona, 1991, pp. 4817-4832 (p. 4828).
79 J. Neubauer, The Fin-de-Siécle Culture o f Adolescence, Yale University
Press, New Haven, 1991.
80 Para la canción Giovinezza: T. H. Koon, Believe, Obey, Fight. Political So-
cialization o f Youth in Fascist Italy, 1922-1943, University o f North Carolina
Press, Chapel HUI (N.C.), 1985, p. 270, n. 7; H. W. Schneider y S. B. Clough, Ma-
king Fascists, University o f Chicago Press, Chicago, 1929, pp. 192-193.
54 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
85 Tomo las ideas de: J. B. Twitchell, For Shame. The Loss ofComm on De-
cency in American Culture, St. Martin’s Press, Nueva York, 1997, Cap. 2, «The
Sense o f Shame».
86 A. Kelly, «In the Promised Land», New York Review o f Books, vol. XLVIII,
n.° 19, 29 noviembre 2001, pp. 45-48.
87 S. Giedion, La mécanisation au pouvoir. Contribution á l ’histoire anonyme
[1948], París, CCI / Centre Pompidou, 1980; también, en otro sentido: F. D. Klin-
gender, Art and the Industrial Revolution [1947], Schocken, Nueva York, 1970.
88 K. Theweleit, Male Fantasies, Polity Press, Cambridge (U.K.), 1987.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:... 57
Me ne fregó, me ne fregó,
me ne fregó della morte
per Benito Mussolini,
eja, eja, alalá! *101102.
119 G. Sweeney, «Irish Hunger Strikes and the Cult o f Self-Sacrifice», Journal
o f Contemporary History, Vol. 28, n.° 3, july 1993, pp. 421-437.
120 E. Ucelay-Da Cal, «Models del Catalanisme: I. Reflexos en un espill daurat;
II. Somnis irlandesos amb regust italiá», Quadern de Cultura. El País, 2 mayo
1991, pp. 2/4; X.-M. Nuñez Seixas, «El mito del nacionalismo irlandés y su in
fluencia en los nacionalismos gallego, vasco y catalán», Spagna Contemporánea,
n.° 2, 1992, pp. 25-57.
121 E. González Calleja y F. del Rey Reguillo, La defensa armada contra la re
volución, CSIC, Madrid, 1995; M. Casal Gómez, La banda negra. El origen y la
actuación de los pistoleros en Barcelona (1918-1921) [¿1922?], Icaria, Barcelona,
1977.
122 C. M. Winston, La clase trabajadora y la derecha en España 1900-1936,
Cátedra, Madrid, 1989.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A UNA CATEGORÍA IMPRECISA:... 67
135 Una muestra del discurso del Komintem sobre fascismo traducido para
lectores hispanoamericanos: A. Chiarini (ed.), Diez años de terror blanco, El Ma
chete, México D .E, [¿1929?].
136 A. Berselli, L ’opinione pubblica inglese e l ’avvento del Fascismo (1919-
1925), Franco Angelí, Milán, 1971; J. P. Diggins, Mussolini and Fascism: The View
J'orm America, Princeton University Press, Princeton (N.J.), 1972; C. Damiani,
Mussolini i gli Stati Uniti, 1922-1935, Capelli, Bolonia, 1980.
137 R. Griffiths, Fellow Travellers ofthe Right. British Enthusiasts fo r Nazi Ger-
many, 1933-39, Constable, Londres, 1980, pp. 14-15.
138 Véase, por ejemplo, la relevancia que le da el ex-comunista y falangista
Santiago Montero Díaz, Mussolini, 1919-1944, Escuela de Formación y Capaci
tación, Madrid, 23-III-1944, pp. 7-13.
139 A. Lazo, La revolución rusa en el diario «ABC» de la época, Universidad
de Sevilla, Sevilla, 1975; F. L. Cartsen, Revolution in Central Europe 1918-1919,
Temple Smith, Londres, 1972; E. Mawdsley, The Russian Civil War, Boston,
Alien & Unwin, 1987, Cap. 18; también J. Rothschild, Pilsudski’s Coup d ’Etat,
Columbia University Press, Nueva York, 1966.
74 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
E m il io G e n t il e
Universidad «La Sapienza» de Roma
emigent@tin.it
[77 ]
78 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
n. FASCISMO Y TOTALITARISMO
12 Cfr. J. Petersen, «La nascita del conetto di “Stato totalitario” in Italia», An-
nali dell’Instituto storico italo-germánico in Trento, n.° 1, 1975, pp. 143-168.
13 «Secondo tempo», La Stampa , 25 de abril de 1923.
88 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
V. EL ESTADO FASCISTA
17 Cfr. E. Gentile, La via italiana al totalitarismo, op. cit, pp. 165 ss.; S. Lupo,
II fascismo. La política in un regime totalitario, Roma, 2000.
92 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
todos modos sometidas a las órdenes del jefe del partido fascista y
no constituyeron de ningún modo un freno o un obstáculo a la
progresiva instauración del Estado totalitario. El rey, aun protes
tando alguna vez por las iniciativas que más ofendían a sus prerro
gativas, no opuso ninguna resistencia a la destrucción del régimen
parlamentario, a la construcción del Estado fascista, a la realización
del experimento totalitario, a las decisiones en política exterior y a
las decisiones más graves sobre el destino del Estado italiano:
«Entonces — confesó después de la caída del fascismo— no se
podía hacer frente al Jefe del Gobierno»19.
Es significativo que después de 1937, concretándose con cada
vez mayor consistencia y limpieza de líneas, juristas autorizados
expusieran explícitamente el problema de la abrogación de la vieja
carta constitucional y la exigencia de elaborar una nueva constitu
ción correspondiente a la realidad del nuevo sistema político fas
cista. La institución de la Cámara de los Fasci y de las Corpora
ciones consolidó la figura institucional del «duce del fascismo,
jefe del gobierno» como «Jefe supremo del Régimen, que se iden
tifica ya indisolublemente con el Estado». Algún texto del PNF
presenta al duce como «Jefe del Estado». En la perspectiva de la re
volución totalitaria, la institución de la monarquía aparecía super-
flua. La mayor parte de los fascistas hubiera probablemente queri
do el final de la monarquía, y hacia esta solución iban también los
proyectos de Mussolini, manifestados a los más íntimos colabora
dores. Numerosos testimonios dignos de fe confirman que Musso
lini tenía en mente liberarse de la monarquía, considerándola una
institución no fiable para el futuro del Estado fascista.
El partido fascista y su duce no renunciaron nunca a sus ambi
ciones totalitarias de revolución en el interior y de expansión impe
rial en el exterior, tanto que al final fueron arrollados por ellas,
porque ya no supieron valorar la proporción entre sus ambiciones y
la realidad en que actuaban. El fascismo, al fin, fue víctima de sus
ambiciones totalitarias, que fueron vencidas definitivamente en los
campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial. La invasión de
Sicilia por parte de los aliados (10 de julio de 1943) marcó el final
del régimen fascista, ya en plena crisis, con la total pérdida del
consenso por parte de la gran masa de los italianos, mientras una de
sordenada sucesión de secretarios al frente del PNF en los años de
la guerra contribuyó a agravar la agonía del régimen20. Éste se de
19 P. Puntoni, Parla Vittorio Emanuele III , Bolonia 1993, pp. 291-298 y p. 321.
20 Cfr. R. De Felice, Mussolini l ’alleato. Vitalia in guerra 1940-1943, Turín, 1990.
98 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
1. D imensión organizativa
2. D imensión cultural
3. D im e n s ió n in s t it u c io n a l
R o g e r G r if f in
Oxford Brookes University
rdgriffin @brookes. ac. uk
[ 103]
104 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
4 Saúl Friedlander: Kitsch und Tod. Der Widerschein des Nazismus (C. Hanser,
Munich, 1984), p. 112.
5 K. D. Bracher: The Germán Dictatorship (Penguin, Londres, 1988), p. 605.
6 Meyers Enzyklopadisches Lexikon, vol. 8 (Bibliographisches Institut, Munich:
1973), pp. 547-551. Ver también Wolfgang Wippermann: Wessen Schuld? (Ele-
fanten Press, Berlín, 1997), p. 16.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 107
13 Roger Griffin: «The Primacy o f Culture. The Current Growth (or Manufac
ture) o f Consensus within Fascist Studies», The Journal o f Contemporary History,
vol. 37, n.° 1 (2002).
14 Debería decir «una clave», desde el momento en que la teoría del tipo ideal
es sólo una reconstrucción ideal típica del proceso cognitivo implicado en la cons
trucción de conceptos heurísticos en las ciencias sociales. Se pueden encontrar otras
teorías de la formación de conceptos, id est la hermenéutica, el concepto witt-
gensteiniano de los «parecidos de familia», y la lingüística postmodema, abriendo
aún otro mundo borgesiano en el cual los senderos metodológicos para la investi
gación de la realidad se interseccionan, convergen y se bifurcan.
15 Ello, por tanto, revela un profundo error en cuestiones metodológicas básicas
cuando en una respuesta a una reseña sobre su reciente libro Fascism and the
Right in Europe 1919-1945 (Longman, Londres, 2000) el historiador británico
Martin Blinkhorn dice sentirse «cada vez más impaciente con toda la búsqueda
griálica del “fascismo genérico”» (la reseña se publicó electrónicamente como e-
mail en la serie «Reviews in History» el 24 de septiembre de 2001). La esencia de-
finitoria del fascismo no es ningún tesoro barato que haya que encontrar sólo me
diante un salto temerario de la imaginación romántica o mística. Parece más bien
un diamante industrial al ser un producto totalmente «hecho por el hombre», y he
cho al principio de la investigación, no desenterrado al final de ella.
110 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
16 Sobre la teoría del tipo ideal de Weber, ver Thomas Burger: Max Weber’s Theo-
ry o f Concept Formation (Duke University Press, Durham, North Carolina, 1976).
17 Ian Kershaw: The Nazi Dictatorship, pp. 41-42.
18 H. A. Winkler: Revolution, Staat, Faschismus (Vandenhoeck und Ruprecht,
Gotingen, 1978), p. 66.
19 »Urachen des Nationalsozialismus», APZ (21 de junio de 1980), pp, 3-15.
20 Juan Linz: «Some notes towards a Comparative Study o f Fascism in Socio-
logical Historical Perspectives» en Laqueur (ed.): Fascism: A Reader’s Guide, p. 24.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 111
39 Otra vez debería destacar que citar estos pasajes de ninguna manera «prue
ba» la «verdad» empírica del tipo ideal de fascismo que aquí se usa como una des
cripción objetiva de su «esencia», pero ilustra meramente el valor heurístico de ver
el nazismo como un movimiento cuyo mito movilizador era el del renacimiento de
Alemania.
40 A dolf Hitler: My New Order (Angus and Robertson, Sydney, Londres,
1942).
41 Das Programm der NSDAP (Franz Eher, Múnich, 1933: 1.a ed. 1928), p. 64.
42 Alfred Rosenberg: Letzte Aufzeichnungen. Ideale und Idole der Nationalso-
zialistischen Revolution (Plesse, Góttingen, 1955), p. 316.
116 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
gion, vol. 1, n.° 2 (2002), que usa el término «religión política» con las connota
ciones precisas dadas por Emilio Gentile de un «movimiento totalitario» que in
tenta conseguir la visión «palingenésica» del «hombre nuevo». A partir de ahí, ello
corrobora inconscientemente el valor heurístico de aplicar el término genérico
«fascismo» al nazismo (aún cuando, como ya hemos señalado, Burleigh evita ex
presamente la utilización del término en The Third Reich) desde el momento que
denota una forma «palingenésica» de «ultranacionalismo» tal como el nuevo con
senso indica en este momento.
51 Lothar Kroll: Utopie ais Ideologie: Geschichtsdenken im Dritten Reich
(Frank-Lothar Kroll, Padebom, Schoening, 1998).
52 Ver Roger Griffin: Fascism (OUP, Oxford, 1995), sección 2.a.
53 Ver por ejemplo D etlef Mühlberger: H itler’s Voice: The Volkischer Beo
bachter, vol. 1, «The Organization of the Party»; vol. 2, «Propaganda» (Bem etc.:
Peter Lang Verlag, [próxima publicación]).
54 Ver, por ejemplo, Christoph Steding: Das Reich und die Kankheit Europas
(Hanseatische Verlagsanstalt, Hamburg, 1938).
55 Tal visión conforma un ensayo de Emst Jünger de 1932: «Der Arbeiter»,
Sdmtliche Werke (Stuttgart: Klett-Cotta, Suttgart, 1981), vol. 18, y el debate dentro
de la jerarquía nazi sobre la «teoría del valor como ruina» de Speer: ver Albert Spe-
er: Inside the Third Reich: Memoirs (Macmillan, Nueva York, 1970), cap. 5.
56 Desde esta perspectiva, los trabajos que iluminan el aspecto espectacular de
las políticas de Estado modernas cobran de este modo una crucial importancia en el
contexto del nazismo, y la presencia del pionero estudio de G. L. M osse sobre el
rol jugado por la «estetización» del nacionalismo alemán a la hora de preparar el te
rreno para el nazismo en The Nazionalization ofthe Masses (Howard Fertig, Nue
va York, 1975) cobra aún mayor significación.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 119
58 Ver David Roberts: «How Not to Think about Fascism and Ideology, Inte-
llectual Antecedents and Historical Meaning», Journal o f Contemporary History,
35, 2 (2000), p. 208.
59 Cf. Tim Masón: «Primacy o f Politics: Politics and Economics in National
Socialist Germany», en Caplan (ed.): Nazism, Fascism and the Working Class,
op. cit., pp. 53-72.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 121
63 Züchtung I.: Der neue Staat und die Intellektuellen (Deutsche Verlags Ans-
talt, Stuttgart-Berlín, 1933), reimpreso en Essays, Reden, Vortráge (Limes Verlag,
Wiesbaden, 1959), pp. 214-222.
64 M. Burleigh y W. Wippermann: The Racial State (Cambridge University
Press, Cambridge, 1991).
65 D. Schoenbaum: H itler’s Social Revolution (Weidenfeld & Nicolson, Lon
dres, 1967), p. 52. Williamson (op. cit.) aún citó esta frase con aprobación en su úl
tima edición de 1995, p. 43.
66 Esto es lo que Kershaw sostiene en The Nazi Dictatorship, op. cit., p. 179.
124 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
67 Cf. Peter Fritzsche: «Fascism, desire and social mechanics», Ethik und So-
zialwissenschaften, vol. 11, n.° 2 (2000), pp. 298-300.
68 Era tal la prevalencia del sentido de que la sociedad capitalista liberal estaba
excesivamente atomizada por el individualismo y el materialismo, que los social-
demócratas y el Partido de Centro también hablaban de la necesidad para Alemania
de convertirse en una «comunidad nacional».
69 Ver P. Brooker: The Faces o f Patemalism: Nazi Germany, Fascist Italy, and
Imperial Japan (Oxford University Press, Oxford, 1991).
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 125
76 Este argumento puede ser visto como una posición funcionalista moderada,
la más erudita de las exposiciones de la cual puede encontrarse en Christopher
Browning: Nazi Policy, Jewish Workers, Germán Killers (CUP, Cambridge, 2000).
Para la cronología de las decisiones cruciales, ver el Capítulo 1. Para un excelente
resumen del complejo debate académico que rodea a la autoridad y la cronología
de la serie de decisiones que llevaron a la «Solución Final», ver el capítulo «Hitler
and the Holocaust» en Kershaw, The Nazi Dictatorship.
77 Ver G. L. Mosse: «The Génesis of Fascism», Journal o f Contemporary His-
tory, 1, 1 (1966), pp. 19-20: cf. su introducción a The Fascist Revolution (Howard
Fertig, Nueva York, 1999), p. x.
130 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
78 Alexander de Grand: Fascist Italy and Nazi Germany: The Fascist Style o f
Rule (Routledge, Nueva York y Londres, 1995).
79 Esta aproximación choca con las tesis expuestas por Daniel Goldhagen en
Hitler’s Wiling Executioners (Abacus, Londres: 1997) en el sentido que los ale
manes se convirtieron en los «ejecutores voluntarios» de los judíos a causa de al
gunas particularidades en su historia cultural y política que les predisponía en
masa al «antisemitismo aniquilador». Ver Kershaw: The Nazi Dictatorship ,
pp. 253-262.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 131
80 Ver Zygmunt Bauman: M odemity and the Holocaust (Polity Press, Cam
bridge, 1989).
81 Ver el capítulo «Hitler: “master o f the Third Reich” or “weak dictator”» en
Kershaw, The Nazi Dictatorship.
82 Un ejemplo es el hecho de que fue el mal trago de un solo niño discapacita
do, que fue conocido como el «caso Knauer» que precipitó la campaña de eutana
sia después de la implicación personal de Hiter en el invierno de 1938-1939 y la
creación de un comité ad hoc llamado el Comité del Reich para el Registro Cien
tífico de las Enfermedades Hereditarias y Congénitas. Ver Burleigh and Wipper-
man: The Racial State, pp. 142-145.
83 Para una visión más amplia sobre este debate, ver Kershaw: The Nazi Dic
tatorship, op. cit., Cap. 4.
132 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
87 Alexander de Grand: Fascist Italy and Nazi Germany, pp. 2-3, 77-78.
88 Stackelberg, pp. 100,118. Cf. p. 143.
134 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
89 Para el texto de la película, ver el sitio web del Calvin College, que ofrece
traducciones al inglés de propaganda nazi: http://www.calvin.edu/academic/
cas/gpa/w w2era.htm.
90 Debería resaltarse, sin embargo, que los nazis prefirieron a veces gobiernos
conservadores no fascistas a gobiernos fascistas para gobernar estados-marioneta
(por ejemplo en Hungría y Rumania) porque eran mucho más proclives a perma
necer sumisos.
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 135
102 Ver Ian Kershaw: Hitler, «Hubris», para la más minuciosa explicación de
los determinantes socio-políticos del carisma de Hitler.
103 Cf. Michael Burleigh: The Third Reich. A New History.
104 Wolfgang Wippermann: «Hat es Faschismus überhaupt gegeben? Der ge-
nerische Begriff zwischen Kritik und Autokritik», Ethik und Sozialwissenschaft, 11,
2 (2000), pp. 289-334 (editado por Wemer Loh).
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 143
io7 y er peter Pulzer: The Rise ofPolitical Anti-Semitism in Germany and Aus
tria (Peter Halban, Londres, 1988).
CRUCES GAMADAS Y CAMINOS BIFURCADOS: LAS DINÁMICAS... 147
110 Para un artículo importante que explora la dinámica del fascismo como re
ligión política y como sustituto de la fe cristiana, ver E. Gentile: The Sacralisation
ofthe State.
111 Ver Brandon Taylor y Wilfried van der Will (eds.): The Nazification o fA rt
(The Winchester, Press, Winchester, 1990).
150 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
política, aunque lo que les dio cohesión como cuerpo textual fue
«la sensación excitante de posibilidad [...] que los italianos [...]
pudieran crear una forma absolutamente nueva de estado apoyada
en una nueva cultura política global» 114. Fue la fuerza vinculante
del mito palingenésico, generado lateralmente dentro de la socie
dad, y la capacidad del nuevo estado de ser identificado con esta
miríada de productos, lo que aseguró la cohesión de la Italia fas
cista y de la Alemania nazi en los años de consenso, y no una es
tricta uniformidad ideológica impuesta desde arriba.
Vale la pena señalar, en el contexto de un libro escrito para lec
tores españoles, que cualquier investigación seria sobre la dimen
sión fascista del nazismo no debería reducirse a una comparación
con el fascismo. Desde el momento en que el movimiento de Mus-
solini legó el término «fascismo» y fue el otro único movimiento
en conseguir el poder estatal, es normal que los estudios compara
tivos tiendan a centrarse en los paralelismos y contrastes entre los
dos poderes axiales de Europa. Pero sería un ejercicio valioso
comparar el nazismo como movimiento e ideología con otras for
mas de nacionalismo revolucionario, como la Guardia de Hierro, la
British Union ofFascists o la Falange, un ejercicio que proporcio
naría otro patrón de correspondencias y contrastes115. Sería igual
mente valioso comparar el Tercer Reich con algunos regímenes
«parafascistas», particularmente los de Salazar y Franco, para po
ner de relieve la radicalidad en cada área de política social y pro
grama político que resultó de la misión revolucionaria del nazismo
de invertir la decadencia y declive nacionales en una nueva Ale
mania, más que de restaurar las fuerzas tradicionales de orden y je
rarquía en formas modernizadas bajo una fachada de dinamismo y
juventud. Tanto la decisión de Franco de incorporar a Falange den
tro de Falange Española y Tradicionalista, como la de Salazar de
aplastar a los nacionalsindicalistas de Preto, revelan el instinto
esencialmente reaccionario de ambos dictadores, por muy escru
pulosos que fueran en «fascistizar» sus regímenes mientras los po
deres axiales parecían destinados a ganar la guerra116.
114 David Roberts: «How not to Think about Fascism and Ideology, Intellectual
Antecedents and Historical Meaning», Journal o f Contemporary History, 35, 2
(2000), p. 208.
115 Los voluminosos discursos y escritos de José Antonio Primo de Rivera
sirven como excelente base para una comparación de este tipo.
116 Ver Stanley Payne: A History ofSpanish Fascism-, Antonio Costa-Pinto: Sa-
lazar’s Dictatorship and European Fascism. Problems o f Interpretation (Social
Science Monographs, Boulder, 1995).
152 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
120 Para más sobre este concepto, ver Roger Griffin: «Interregnum or Endgame».
121 Es interesante notar en la prensa neofascista, i. e. en las publicaciones de la
British Third Positionist Nacional Revolutionary Faction, por ejemplo que el fran
quismo y el salazarismo nunca son invocados como fuentes de inspiración, pero
que Comelius Codreanu (líder de la Guardia de Hierro rumana) y José Antonio Pri
mo de Rivera, son regularmente tratados como mártires de la causa y una inspira
ción para el «soldado político» actual.
154 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
Ismael S az
Universitat de Valencia
ismael.saz@uv.es
[ 159]
160 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
5 Una buena síntesis de las aportaciones de estos autores en, Stanley G. Payne,
Historia del fascismo, Planeta, Barcelona, p. 11 y ss.; y Roger Griffin (ed.), In
ternational Fascism. Theories, Causes and the New Consensus, Amold, Londres,
1998, pp. 1-20.
6 Como explicaba el propio Linz: «Nuestro concepto concentra su atención en
la forma en que el poder se ejerce, se organiza y se relaciona con las sociedades, en
la naturaleza de los sistemas de consenso que lo mantienen, y en el papel de los
ciudadanos en el proceso político sin, empero, prestar atención al contenido espe
cífico de los programas políticos, los fines perseguidos, la raison d ’étre de dichos
regímenes. No nos dice gran cosa de las instituciones, grupos y estratos sociales
que forman parte del pluralismo limitado o acerca de los excluidos. El énfasis so
bre los más estrictos aspectos políticos expone nuestro concepto a ser criticado de
formalismo en una línea parecida a las realizadas respecto de un concepto general
de totalitarismo, o incluso de democracia», Juan José Linz, «Una interpretación de
los regímenes autoritarios», Papers, 8 (1978), pp. 11-26, p. 14.
ESCILA Y CARIBDIS: EL FRANQUISMO, UN RÉGIMEN PARADIGMÁTICO 165
7 Juan José Linz, «La crisis de las democracias», en Europa en crisis, 1919-
1939, Editorial Pablo Iglesias, Madrid, 1991, pp. 231-280.
8 Gino Germani, Autoritarismo, fascismo e classi sociali, II Mulino, Bolonia,
1975.
9 Stanley G. Payne, El régimen de Franco, 1936-1975, Alianza Editorial,
Madrid, 1987, pp. 245 ss.
10 Javier Tusell, La dictadura de Franco, Alianza Editorial, Madrid, 1988,
pp. 247 ss.
11 Por ejemplo, Enzo Collotti, Fascismo, fascismi, Florencia, 1989; Luciano
Casali, «II fascismo de tipo spagnolo», en L. Casali (a cura di): Per una definizio-
ne della dittatura franchista, Franco Angelí, Milán, 1990, pp. 7-37; Carme Molinero
i Pere Ysas, El régim franquista, Vic, 1992, pp. 32-33.
12 Nicola Tranfaglia, Labirinto italiano, La nuova Italia, Florencia, 989, p. 33.
13 Alfonso Botti, «Franchismo» en II fascismo. Dizionario di storia, perso-
naggi, cultura, economía, fonti e dibattito storiografico, A cura di A. De Bemaldi
y S. Guarracino, Bruno Mondadori, Milán, 1998, pp. 313-314.
166 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
14 Buena muestra de ello era el René Remond que en un mismo texto rechaza
ba el concepto de fascisation para recurrir a él unas páginas más adelante: «Enco
ré y aurait-il bien des réserves á faire sur cette notion de fascisation qui n’est sou-
vent qu’une facilité verbale, un subterfuge nominaliste pour toumer la difficulté de
qualifier tel ou tel régime»; «Tout n’est cependant pas leurre ou mystification
dans l’idée que le tableau des courants de pensée et des forces politiques compor
te dans les années Trente quelques germes de fascisme ou de fascisation; «Pour la
premiére fois dans l’entre deux guerres quelche chose se passe á droite á propos de
quoi il semble possible de parler de “fascisation”, bien que j ’aie dit les réserves que
m’inspirait l’emploi de ce terme». René Remond, Les droites en France, Aubier,
París, 1982. Las citas, respectivamente, en pp. 197, 223 y 224.
15 Roger Griffin, The Nature o f Fascism, Routledge, Londres-Nueva York,
1993, pp. 120 ss.
16 Ismael Saz, «El franquismo, ¿régimen autoritario o dictadura fascista?», en
El régimen de Franco (1936-1975), UNED, Madrid, 1993, t. 1, pp. 189-201; id.,
«Les peculiaritats del feixism e espanyol», Afers, 25 (1996), pp. 623-637.
ESCILA Y CARIBDIS: EL FRANQUISMO, UN RÉGIMEN PARADIGMÁTICO 167
18 Santos Juliá, «En España: Fin del imperio, agonía de la nación», en I. Bur-
diel y R. Church (eds.), Viejos y nuevos imperios, pp. 95-112; y Javier Várela, La
novela de España. Los intelectuales y el problema español, Taurus, Madrid, 1999,
pp. 11-143.
19 Alfonso Botti, Cielo y dinero. El nacionalcatolicismo en España (1881-
1975), Alianza Editorial, Madrid, 1992.
170 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
20 Sobre la fascistización de las derechas españolas sigue siendo útil, para una
visión coetánea fascista del problema, Ramiro Ledesma (pseud. Roberto Lanzas),
¿Fascismo en España?, Ediciones «La Conquista del Estado», Madrid, 1935. Des
de la perspectiva historiográfica, véanse Javier Jiménez Campo, El fascismo en la
crisis de la II República, CIS, Madrid, 1979 ; Rafael del Águila Tejerina, Ideología
y fascismo, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1982 ; Antonio Elorza,
«Las variantes del fascismo (1931-1936)», en J. Antón y M. Caminal (coords.), Pen
samiento Político en la España contemporánea, 1800-1950, Teide, Barcelona, 1992,
pp. 988-1041; Ricardo Chueca y José R. Montero, «El fascismo en España: ele
mentos para una interpretación», Historia Contemporánea, 8 (1992). pp. 215-247.
ESCILA Y CARIBDIS: EL FRANQUISMO, UN RÉGIMEN PARADIGMÁTICO 171
45 Ibíd.
46 Ibid.; «Lo que está claro», Arriba, 18-2-1941.
ESCILA Y CARTODIS: EL FRANQUISMO, UN RÉGIMEN PARADIGMÁTICO 185
53 Javier Tusell, Franco y los católicos, Alianza Editorial, Madrid, 1984, p. 58.
54 Id, p. 101.
55 Francisco Moreno , «La represión en la posguerra», especialmente el capítu
lo dedicado a «La escalada hacia el “trienio del terror”», 1947-1949», en Santos Ju-
liá (coord.), Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999, pp. 369-405.
56 Manuel Marín, «Franquisme i poder local. Construcció i consolidació deis
ajuntaments feixistes a Catalunya, 1938-1949», Recerques, 31 (1995), pp. 37-52.
57 Para la fuerte y en parte exitosa resistencia empresarial a la implantación de
los Jurados de Empresa, véase especialmente, Carme Molinero y Pere Ysas, Els in
dustriáis catalans durant el franquisme, Eumo, Vic, 1991, pp. 69 y ss.
ESCILA Y CARIBDIS: EL FRANQUISMO, UN RÉGIMEN PARADIGMÁTICO 189
58 Para todo esto, Javier Tusell, Franco y los católicos. La política interior es
pañola entre 1945 y 1957, Alianza Editorial, Madrid, 1984.
59 S. Payne, El régimen de Franco, p. 374.
60 Cfr., J. Andrés-Gallego, ¿Fascismo o Estado católico?; Á. Ferrary, Fran
quismo; Gonzalo Redondo, Política, cultura y sociedad en la España de Franco,
1939-1975; T .l.L a configuración del Estado español, nacional y católico (1939-
1947), EUNSA, Pamplona, 1999.
190 O R D E N , JE R A R Q U ÍA Y CO M U N ID A D
S alazar, 28-V-1936
1 Tomo este título prestado del libro del profesor Eduardo Louren^o, O fascis
mo nunca existiu?, Lisboa, D. Quixote, 1976, 248 pp.
2 Volúmenes publicados: Assis Gongalves. Relatónos para Oliveira Salazar
(1931-1939), Lisboa, 1981. Cartas e Relatónos de Quirino de Jesús a Oliveira Sa
lazar, Lisboa, 1987. Correspondencia de Santos Costa para Oliveira Salazar,
Lisboa, 1988. Correspondencia de Pedro Teotónio Pereira para Oliveira Salazar,
Lisboa, 1987-1991, 4 vols. Eleigóes presidenciais de 1951 e correspondencia entre
Salazar e Craveiro Lopes, Lisboa, 1983. Legislagáo repressiva e antidemocrática
do regime fascista, Lisboa, 1985. Trabalho, sindicatos e greves no regime fascista,
Lisboa, 1984. Livros proibidos no regime fascista, Lisboa, 1981. A política de in-
formaqáo no regime fascista, Lisboa, 1980, 2 vols. Presos políticos no regime
fascista, Lisboa, 1981. Prohibiqáo da «Time» no regime fascista, Lisboa, 1982.
Discriminagáo do emprego no regime fascista, Lisboa, 1982.
[1 9 7 ]
198 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
11 Cruz, M. Braga da, O Estado Novo e a Igreja Católica, 2.a ed., BizSncio,
Lisboa, 1999.
12 Esta polémica se puede seguir en Varzim, A., Catolicismo e Nacional Sin
dicalismo, Novidades, Lisboa, 1933.
13 Cruz, M. Braga da, O Partido e o Estado no Salazarismo, Presen§a, Lisboa,
1988.
14 Pinto, A. Costa, «Decisión política y elite ministerial en las dictaduras de la
época del fascismo», Historia y Política, n.° 7, Madrid, 2002, pp. 147-180.
EL ESTAD O NO VO SALAZARISTA: UNA DICTADURA AUTORITARIA... 203
27 Sobre A Regenerado, ver Torgal, L., Reís y Roque, J., (coord.), O Libera
lismo (1807-1890), en Matosso, J., Historia de Portugal, Estampa, Lisboa, 1993,
vol. V.
28 Ver Teixeira, N., S., O Ultimátum Inglés. Política externa e Política interna
no Portugal de 1890, Alfa, Lisboa, 1990.
29 Sardica, J. M., A dupla face do franquismo na crise da monarquía portu
guesa, Cosmos, Lisboa, 1994.
208 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
35 Torre Gómez, H. de la; y Sánchez Cervelló, J., Portugal en el siglo xx, Itsmo,
Madrid, 1992, p. 42.
36 Sobre este militar ver Afonso, A., Sin el de Cordes e o 28 de maio. Historia
de urna conspirando, UNED, Mérida, 2000.
37 Sobre estas insurrecciones ver Wheeler, D. L., A ditadura militar portugue
sa 1926-1933, Europa-América, Lisboa, 1986, pp. 24 y ss..
38 Por ser sus instigadores Fi’lomenos da Cámara y el profesor Fi’delino de Fi-
guiredo.
EL ESTAD O NO VO SALAZARISTA: UNA DICTADURA AUTORITARIA... 211
46 Cruz, M. Braga da., As Orígens da Democracia Crista, op. cit., pp. 269-270.
47 Do O, Jorge R., «Salazar na oposifáo», Vértice, n.° cit., p. 41.
48 Nunes, J. A., «Salazar e os fascismos», Vértice, n.° cit., pp. 14-15.
214 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
V. SALAZAR Y LA CONSTRUCCIÓN
DEL ESTADO NOVO
52 Coelho, V., Memoria dum revolucionario, Tip Ideal, Lisboa, 1951, pp. 26-29.
53 Rosas, F., y Brito., J. M., Diccionario de Historia do Estado Novo, Circulo
de Leitores, Lisboa, 1996, p. 864, vol. II.
54 Salazar, A.O., op. cit., p. 46.
55 El déficit del Estado que era de 25 millones de escudos en 1914-1915, pasó
a 500 millones en 1922 y a 642 millones en 1927. Ver Campinos, J., A Ditadura
Militar, 1926-1933, D. Quixote, Lisboa, 1975, p. 148.
216 ORDEN, JERARQUÍA Y COMUNIDAD
1. L a p o l ít ic a c o l o n ia l
2. LO S ORGANISMOS DE MASAS
A) La «Uniño Nacional»
B) La «Legiáo» y la «Mocidade»
A) El Presidente de la República
B) El Ejecutivo
C) La Asamblea Nacional
105 Rosas, F., As primerias eleigóes legislativas sob o Estado Novo, O Jornal,
Lisboa, 1985.
106 Ver Sánchez Cervelló, J., «El caetanismo», en Torre Gómez, H. de la, Por
tugal y España en el cambio político, UNED, Mérida, 1989, pp. 101-118.
107 L eyes n.° 1.885 de 23-III-1935; n.° 19.910 de 13-V-1935; n.° 1.945
de 21-X II-1936; n.° 1.963, de 18-XII-1937, y 1.966, de 23-IV-1938.
108 Ley n.° 2.009, de 17-IX-1945.
E L E S T A D O N O V O SA LA ZA R IST A : U N A D ICTA D U RA A U T O R ITA R IA ... 233
4. El s is t e m a c o r p o r a t iv o
115 Sobre este movimiento político, ver Cruz, M., «O Integralismo lusitano e
o Estado Novo» AAVV, O fascismo em Portugal, A Regra do Jogo, Lisboa, 1980,
pp. 105-140.
116 Caetano, M., Constituigóes portuguesas, op. cit., p. 114.
117 Lucena, M., A Evolugáo do sistema Corporativo portugués: O Salazarismo,
Perspectivas & Realidades, Lisboa, 1976, pp. 209-222, vol. I.
118 Marques, A. H., de Oliveira (coord.), Historia de Portugal Contemporáneo.
Economía e Sociedade, Univesidade Aberta, Lisboa, 1993, p. 327.
119 Salazar, A. O., El pensamiento..., op. cit., p. 176.
E L E S T A D O N O V O SA LA ZA R ISTA : U N A DICTA D U RA A U T O R ITA R IA ... 235
5. L as F uerzas A rmadas
131 Sobre este suceso, ver Caetano, M., Minhas memorias de Solazar, Ed. Verbo,
1977, pp. 308-309.
132 Thomaz, A., Ultimas décadas de Portugal, op. cit., pp. 17-18, vol. III.
133 Los principales nombramientos fueron: el general Botelho Moniz como
ministro de Defensa; el coronel Almeida Femandes como ministro del Ejército, y
como subsecretario del Ejército, el coronel Costa Gomes; y el general Beleza Fe-
rraz, como Jefe de Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas,
E L E S T A D O N O V O SA LA ZA R ISTA : U N A D ICTA D U RA A U T O R ITA R IA ... 239
134 Cerejeira, M., Na hora do diálogo, Uniao Gráfica, Lisboa, 1967, p. 15.
135 Sobre la oposición católica a la dictadura ver Sánchez Cervelló, J., La re
volución portuguesa ..... op. cit., pp. 30-33.
136 Tuvo diversos nombres: Policía de Vigilancia y Defensa del Estado (PVDE)
cuyos orígenes coinciden con el propio golpe militar, aunque se constituyó for
malmente en 1933. En 1945 pasó a denominarse Policía de Información y Defen
sa del Estado (PIDE) y finalmente Caetano en 1969 la transformó en Dirección Ge
neral de Seguridad (DGS). Ver Elementos para a Historia da PIDE, AEPPA,
240 O R D EN , JE R A R Q U ÍA Y CO M U N ID A D
VI. CONCLUSIONES
149 Ver Carvalho, A. de., A censura e as leis de imprensa, Seara Nova, Lisboa,
1973.
E L E S T A D O N O V O SA LA ZA R ISTA : U N A D ICTA D U RA A U T O R ITA R IA ... 243
BIBLIOGRAFÍA
M arco Tarchi
Universidad de Florencia
tarchi@unifi.it
I. UN PROBLEMA DE DEFINICIÓN
[247]
248 O R D EN , JE R A R Q U ÍA Y CO M U N ID A D
10 Ibíd. Las citas del texto de Betz están sacadas de Klaus von Beyme, «Party
Leadership and Change in Party Systems: Towards a Postmodem Party State?»,
Government and Opposition, 3 1 ,2 , pp. 135-159.
11 Cas Mudde, The ideology ofthe extreme right, Manchester University Press,
Manchester-Nueva York 2000, p. 11; cfr. también Cas Mudde, «The war of words:
defining the extreme right party family», West European Politics, XIX (1996) 2,
pp. 225-248.
R A D IC A LISM O D E D E R E C H A Y N EO FA SCISM O E N LA E U R O P A ... 253
15 En este error incurren Antonio Fernández García y José Luis Rodríguez Ji
ménez, Fascismo y Neofascismo, Arco Libros, Madrid, 1996, cuando dicen que
«los recientes procesos electorales en las diferentes naciones que forman la Euro
pa Occidental reflejan el avance de las formaciones políticas que responden gené
ricamente al apelativo de “neofascismos”» (pp. 35-36).
16 A sí lo piensa también Paul Hainsworth, «Introduction. The Cutting Edge:
The Extreme Right in Post-War Western Europe and the USA», en íd., The Extre
me Right in Europe and the USA, Pinter, Londres 1995, p. 5, que aún considera
apropiada la etiqueta, tanto para el MSI como para «algunas de las fuerzas emer
gentes en la Alemania reunificada», así como para el Front National.
17 Cfr. Hans-Georg Betz y Stefan Immerfall (eds.), op. cit.; Herbert Kitschelt
(en colaboración con Anthony J. McGann), The Radical Right in Western Europe.
A Comparative Analysis, University o f Michigan Press, Ann Arbor 1997; Peter H.
Merkl y Leonard Weinberg (eds.), La destra radícate, Feltrinelli, Milán, 1984. La
expresión ha asumido, en estos usos, un significado diferente de aquel que le había
asignado quien por primera vez lo utilizó en la América de los cincuenta y sesenta:
cfr. Daniel Bell (ed.), The Radical Right, Doubleday, Garden City 1963.
R A D IC A LISM O D E D E R E C H A Y N EO FA SCISM O EN L A E U R O PA ... 255
na, 1998, pp. 48-53, sintetiza eficazmente la situación hablando de «aplausos para
FN, votos para AP»). En Francia, Giscard d’Estaing utilizó como servicio de orden
a militantes del disuelto grupo neofascista Ordre Nouveau durante la campaña
presidencial de 1974. Los fondos recabados de este compromiso «mercenario» sir
vieron, como han admitido después los dirigentes del ON, para fundar una orga
nización y una revista — Faire Front, después Faire Face— para reclutar a los sim
patizantes del movimiento.
258 O R D EN , JER A R Q U ÍA Y CO M U N ID A D
22 Sobre el nacimiento del MSI y sus sucesivas vicisitudes, cfr. Marco Tarchi,
Cinquant’anni di nostalgia. La destra italiana dopo il fascismo, Rizzoli, Milán,
1995; Marco Tarchi, Esuli in patria. Ifascisti nell’Italia repubblicana, Guanda, Mi
lán, 1995; Piero Ignazi, IIpolo escluso, II Mulino, Bolonia, 1998.
23 Cfr. El Aktionprogramm del SRP de 1949, comentado en Giorgia Bulli,
«I partiti di estreñía destra nella Germania del dopoguerra: le ragioni di un falli-
mento», Trasgressioni, n.° 30, XV (2000), 2, pp. 66-68.
260 O R D E N , J E R A R Q U ÍA Y C O M U N ID A D
32 Sobre el carácter de este fenómeno, crf. Marco Tarchi, «L’ascesa del neo-
populismo in Europa», llRegno, XLV (2000), 855, pp. 201-211.
R A D IC A L IS M O D E D E R E C H A Y N E O F A S C IS M O E N L A E U R O P A ... 267
te visto per Le Pen», pone en guardia a su partido ante el riesgo de caer «en la
trampa de tipo racista, ante un escenario que en cambio nos puede permitir hacer
un discurso nacional-popular, revolucionario y anticapitalista». Sobre el choque en
tre las corrientes del MSI-DN en materia de xenofobia, cfr. Marco Tarchi, Cin-
quant’anni di nostalgia , cit.
270 O R D E N , J E R A R Q U ÍA Y C O M U N ID A D
tituir con los colegas de FN, VB y REP un grupo común de las de
rechas en el Parlamento Europeo. La caída del Muro de Berlín, la
disolución de la URSS y la explosión de los particularismos étnicos
en la Europa del Este fragmentan ulteriormente el cuadro. Faltando
el elemento cohesivo del anticomunismo, las orientaciones pro
gramáticas se diversifican. Emergen diferencias en las posturas a
asumir hacia el proceso de formación de la Unión Europea, ahora
que el mundo ya no está dividido en dos bloques, porque, más
allá de la denuncia del peligro de un gran poder de los «eurócratas»
de Bruselas y del formal elogio de una Europa de las patrias donde
los Estados nacionales puedan mantener buena parte de las prerro
gativas de soberanía, las opiniones sobre las relaciones entre Eu
ropa occidental y oriental, Europa y Estados Unidos, Europa y
países mediterráneos, etc., son heterogéneas. Hay quien teme el
peso crucial que la Alemania unida está destinada a asumir en la UE
y quien lo aprecia; quien rechaza la alianza occidental contra Irak
(como el Front National) y quien la defiende (como el MSI-DN de
Rauti y de Fini); quien, en la guerra que acompaña a la disolución
de Yugoslavia, toma partido por Eslovenia y Croacia y quien mira
con simpatía a los serbios. En suma, la unidad formal del micro
cosmos de los vencidos de 1945 falta en cuanto el orden interna
cional creado del éxito en la Segunda Guerra Mundial se modifica.
También sobre el plano económico-social e institucional las
posiciones de los partidos de tradición neofascista se distancian,
contraponiendo apertura y cerrazón al liberalismo, aceptación y
rechazo al federalismo. El nacionalismo defensivo, la desconfianza
hacia las sociedades multiétnicas, el culto al orden, la preferencia
por una moral tradicionalista y la hostilidad hacia la partitocracia ya
no son suficientes para difundir la sensación de pertenecer a una
cepa ideológica común. No solamente ya no se habla de crear or
ganizaciones de coordinación a nivel continental, sino que al con
trario, cada partido declara querer preocuparse exclusivamente de
los problemas de su propia nación y tiende a subrayar las distancias
hacia los movimientos que en un tiempo consideraba afines, para
no atraer acusaciones de extremismo.
La imprevisible metamorfosis del MSI-DN a partir de 1993 es
el punto de vuelta crucial de esta evolución. Debiendo llenar en el
menor tiempo posible el déficit de legitimidad que le supone un im
pedimento para el pase de la oposición antisistema de protesta al
gobierno, los líderes del partido neofascista por excelencia se apre
suran a cortar todo ligamen con todo lo que puede recordar a la
opinión pública moderada su pasado extremista. A pesar de la re
274 O R D E N , J E R A R Q U ÍA Y C O M U N ID A D
39 Cfr. los resultados de algunas investigaciones llevadas a cabo entre los de
legados de la conferencia programática de 1998 de Alleanza Nazionale en Rober
to Chiarini y Marco Maraffi (eds.), La destra alio specchio, Marsilio, Venecia,
2001.
40 Distingue entre estos dos tipos de partidarios de un partido Angelo Pane-
bianco, Modelli di partito, II Mulino, Bolonia, 1982.
41 Cfr. en particular Jaroslav Krejci, «Neo-Fascism — West and East» en Lu
ciano Cheles, Ronnie Ferguson, Michalina Vaughan (eds.), The Far Right in Wes
tern and Eastem Europe, Longman, Londres-Nueva York 1995, pp. 1-12.
42 Roger Griffin, op. cit., p. 110.
R A D IC A L IS M O D E D E R E C H A Y N E O F A S C IS M O E N L A E U R O P A ... 275
Jo a n A n t ó n M e l l ó n
Universitat Rovira i Virgili de Tarragona
jame @fcj. uxv. es
I. INTRODUCCIÓN
[277]
278 O R D E N , J E R A R Q U ÍA Y C O M U N ID A D
4 Sobre el término familia de partidos véase Mudde, Cas: The ideology o f the
extreme right, Manchester University Press, 2000; y Seiler, D. L.: Partís et Families
Polítiques, PUF, París, 1980.
280 O R D E N , J E R A R Q U IA Y C O M U N ID A D
2. L ibertad
3. Identidad
14 Un texto liguista así nos lo explícita: «la nueva Constitución deberá tener
como eje no la justicia, sino la libertad» (apud Aguilera, 1997: 172).
E L N E O P O P U L IS M O E N E U R O P A O C C ID E N T A L : P A R Á M E T R O S ... 287
4. P oder
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