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A los que tienen miedo a creer.
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ÍNDICE
David................................................................................................... 4
Confinamiento ..................................................................................... 7
Primera visita .................................................................................... 15
Origen ............................................................................................... 18
Segunda visita ................................................................................... 35
Historia ............................................................................................. 38
Tercera visita ..................................................................................... 81
Destino .............................................................................................. 84
Crisis............................................................................................... 119
Epifanía........................................................................................... 125
Epílogo ............................................................................................ 128
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David
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Sara hace un año que voló del nido pues encontró un trabajo en
una compañía aérea poco después de terminar su grado de Turismo y
decidió irse a vivir con su novio, con el que llevaba saliendo cuatro años.
A pesar de que no vive lejos, la verdad es que la echo un poco de menos.
Debe de ser el síndrome del «nido vacío» del que tanto se habla entre los
que estamos en lo que llaman «mediana edad».
Aunque quizá, más que nido, debería hablar de casa vacía, porque
Silvia falleció a finales de 2018 a causa de un cáncer fulminante. Desde
que se lo detectaron hasta que murió apenas pasaron tres meses. Estaba
tan extendido por todo su cuerpo que no hubo nada que hacer, aparte de
evitar que sufriera.
Sara insistía en que pidiera la baja médica pues según ella «tenía
una depresión de caballo». Y yo le respondía: «¡Lo único que me faltaba
era estar en casa todo el santo día!». Al menos cuando estaba en el trabajo
mi mente estaba ocupada en otras cosas que no fueran la ausencia de
Silvia. Ya sé que no era más que una huida hacia adelante, pero no se
me ocurría otra manera de llevar el duelo.
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Confinamiento
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trabajo desde casa, sino también el de todo el personal del ayuntamiento
para el que trabajaba. Durante las dos primeras semanas solo fui dos
días al trabajo, y la verdad es que impresionaba ver las calles desiertas
sin apenas tráfico. Desde lo de Silvia nunca me apetecía regresar a casa,
pero con todo aquello del confinamiento empecé a sentir mi casa como
un refugio del que estar a salvo del «bicho», como la gente lo llamaba.
Solo salía para comprar comida y poco más. Mi vida social se reducía a
llamadas o videollamadas con mi familia y algunos (muy pocos) amigos.
Pero no podía ser real, porque Silvia estaba de pie junto a mí.
No era la primera vez que soñaba con Silvia desde que murió, pero
en esta ocasión era distinto. En los sueños anteriores apenas recordaba
vagos detalles, muchas veces absurdos, y desde luego había olvidado
completamente cualquier cosa que ella hubiera podido decirme. Lo único
que me dejaban todos esos sueños era esa sensación amarga de despertar
y darme cuenta de que ella no estaba allí. De que nunca más estaría allí.
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aquella Silvia se parecía más a la que conocí hacía más de treinta años
que a la que murió consumida por el cáncer. Era una Silvia joven de
aspecto saludable. Su rostro irradiaba la lozanía de la juventud, esa que
se va perdiendo con el paso de los años a medida que el proceso de
envejecimiento avanza inexorable en todas las células de nuestro cuerpo.
Ella soltó una risa que me hizo recordar a la que fue con veinte
años menos.
—Porque no está permitido que los que han pasado al otro lado se
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comuniquen con los que siguen en este mundo —respondió ella al
momento.
—Ya, debí suponerlo. Entonces eres una alucinación, como las que
he tenido otras veces. ¿Cómo ibas a ser real? Estás muerta. Muerta e
incinerada.
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a otra mucho peor: la muerte definitiva, que significa dejar de existir para
siempre —y Silvia recalcó las dos últimas palabras.
—¿Y por qué debería creerte? No eres más que una alucinación. ¡Ni
siquiera eres la Silvia real, aunque tengas su cara!
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haciendo mis palabras.
—¿Ellos?
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Yo levanté la vista y la miré sin responder durante unos segundos.
Entonces ella se levantó, sonrió levemente y anunció:
«Confía».
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Primera visita
No hacía más que dar vueltas a las palabras de aquella Silvia, tan
real en su aspecto y tan irreal en lo que decía.
Cuando terminé con esa cena frugal (por llamarla de alguna forma)
volví al sofá sin saber muy bien qué hacer a continuación. Normalmente
navegaba un poco por las redes sociales y por Internet antes de irme a
dormir, aunque últimamente lo hacía cada vez menos pues me aburría
cada vez más. Y eso que llegué a pasar muchas horas muertas durante
muchos días para distraer mi atención de la pérdida de Silvia. Ahora ya
estaba saturado, y más aún con el monotema del coronavirus.
Un rostro que conocía muy bien, pues aquella persona era mi viva
imagen con veinte años.
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Origen
Cuando me recobré del susto inicial tras los que parecieron unos
segundos interminables, aquel otro David ensanchó su sonrisa y me dijo:
—Si es cierto que existe el «allá arriba», tenéis una manera muy
retorcida de presentaros —comenté con sarcasmo.
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entornados, a la expectativa.
—Quizá sea mejor que vayamos al sofá del comedor, estaremos más
cómodos.
—¿Te refieres a ese Dios en el que no creo? —le interrumpí yo, más
por ánimo de fastidiar su discurso que por otra cosa.
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para controlar a los fieles y cometer actos horribles en su nombre
mientras piden a sus fieles obediencia y resignación. El que permite que
haya guerras, hambre, enfermedades terribles… ¿Sigo?
—No hemos hecho más que empezar. ¡No te vas a librar de mí tan
fácilmente! —sonrió Origen— Verás: el Dios del que vengo a hablarte, el
que existe y es la Fuente de todo y de todos, no tiene nada que ver con el
que me acabas de describir. Ese es el Dios de las religiones humanas y
como tal es una proyección de vuestros errores de percepción y de
vuestras miras estrechas. Los humanos habéis dado a Dios muchas
características vuestras, como cuando habláis por ejemplo de «la ira de
Dios». Me da escalofríos solo imaginarlo. ¡Dios es incapaz de sentir tal
cosa!
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—Luego si nadie está libre, eso quiere decir que las desgracias nos
pueden llegar porque sí, y Dios no moverá un dedo para impedirlas.
Origen suspiró.
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perfeccionarse, lugares donde la posibilidad del mal está siempre
presente y donde la imperfección es real.
—¿Como qué?
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mortales implica que tenéis margen de maniobra para actuar, dentro de
los límites de vuestra condición humana. La libertad que tenéis como
seres humanos os da la posibilidad de aprender, y aprender es un proceso
de ensayo y error que puede implicar tanto acertar como equivocarse,
seguir el camino correcto o el equivocado. Si tenéis que aprender algo, no
hay otra alternativa que ser libres para decidir si queréis aprenderlo o no
y la manera en que queréis aprenderlo. Dios, nuestro Padre, no quiere
interferir en ese proceso. ¿Cómo va a crear a seres libres y luego va a
interferir en sus vidas? Sería romper sus propias reglas.
—Ese Dios del que hablas parece habernos creado para divertirse
viéndonos tropezar y andar a ciegas —le espeté —. ¡Y a mí no me hace
ninguna gracia!
—¿En serio lo crees? No, es tu dolor, y no tú, el que dice esas cosas.
¿Cómo puedes decir que Dios, que tu Padre se divierte con tus
desgracias? Dios es Amor, es inconcebible que haga tal cosa. El que ama
solo desea lo mejor para el amado.
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cabo es lo que he venido a contarte. Dime, David, ¿en qué realidad puede
surgir orden del caos sin intervención de alguien? ¿No iría eso contra la
entropía?
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¿verdad? Pues sin ese postulado no se podría avanzar con los
razonamientos lógicos. Junto con otros principios igualmente
indemostrables y evidentes por sí mismos, es un principio básico del
pensamiento.
—De todas maneras, que exista una Causa Primera no implica que
esa Causa Primera sea Dios.
—¿Entonces?
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—Pues mal lo tienes, porque creo que la fe me abandonó hace
tiempo, si es que alguna vez la tuve —insistí yo.
—¿Eso crees? Creo que todavía anda por ahí dentro un débil rayo
de fe —dijo finalmente, señalándome a la altura del corazón—. Por eso
estoy aquí, para que la hagas crecer y brillar en tu interior.
—¿Hemos?
—Te recuerdo que ibas a recibir tres visitas, aún te quedan otras
dos más. Cada uno de nosotros hemos venido a explicarte algo, y tan solo
te pedimos que nos escuches. Total, no tienes nada mejor que hacer, ¿no?
—dijo Origen con una sonrisa.
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»Llegados a este punto, tengo que hacer una pequeña “trampa”. Me
explico: tengo que hablar de ciertos acontecimientos como si hubieran
sido secuenciales, pero en realidad ocurrieron en la eternidad. Espero me
disculpes, pero de otra forma entenderías aún menos lo que te quiero
explicar.
»Digamos que, antes de que todo fuera creado, Dios lo ocupaba todo
sin ninguna clase de diferenciación. Dios era lo personal y lo no personal;
todo estaba en él y no había nada más que él.
Origen hizo una breve pausa antes de continuar, supongo que para
darme ocasión a hacer alguna pregunta, pero yo permanecí en silencio.
Hasta ese momento estaba escuchando con atención, aunque tenía la
impresión de que iba a perderme a no mucho tardar.
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—Y si ya tenían un universo perfecto, ¿por qué nosotros somos
imperfectos? —insistí— ¡Dios se podría haber quedado ahí perfectamente
y se habría ahorrado el caos y la destrucción!
—Tú sigues con lo tuyo, ¿no? —respondió Origen con una media
sonrisa— Ya te lo he dicho, vosotros formáis parte de otra clase de
creación, la que aprende a ser perfecta mediante la experiencia, mediante
ensayo y error. ¿Y qué necesitáis para poder aprender?
—¿Y qué habrías ganado con eso? ¿Habrías aprendido que lo que
querías hacer estaba mal? Dime una cosa: ¿cuándo fue la primera vez
que te tomaste en serio lo de hacer copias de seguridad de tu ordenador?
¿Cuándo alguien te lo dijo o cuando perdiste información valiosa por no
haber hecho caso de ese consejo?
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—¡Y aun así tropezáis en la misma piedra muchas veces! —exclamó
Origen, siguiendo el hilo de mis pensamientos— A lo que voy es que es
inevitable que exista la posibilidad de obrar mal o de caer en el error si
tenéis que ser libres para elegir.
—De acuerdo, pero ¿qué pasa si yo obro bien pero son otros los que
con sus actos me hacen daño? ¿No es injusto que tenga que sufrir las
consecuencias de sus malas acciones?
—Sé que quieres a tu hija Sara con un amor incondicional, así que
no hace falta que me respondas.
Origen me miró unos segundos con esa mirada suya tan limpia
antes de responder.
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arriba también hay mundos perfectos creados artificialmente. Mundos
donde no hay terremotos, huracanes, erupciones volcánicas ni nada por
el estilo, pues fueron diseñados para que no hubiera fenómenos de ese
tipo. Este mundo en el que vives (y billones de mundos más que hay ahí
fuera) no tuvieron ese origen, sino que se crearon mediante procesos
naturales que vuestros geólogos conocen bien. Con esto no quiero decir
que se crearan solos; creo haberte dicho que detrás de toda creación
material hay una voluntad, una mente diseñadora, una planificación. Los
mundos como el tuyo están activos geológicamente, tienen fenómenos
atmosféricos que no existen en los mundos artificiales, y eso hace que
puedan producirse sucesos catastróficos para los seres vivos que los
habitan.
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—¿Tu compañero? —pregunté, intrigado.
—Así es. Es justo lo que iba a decirte. Además, no solo te creó, sino
que te otorgó dos cosas: tu personalidad y un fragmento suyo, que
llamaré chispa divina.
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todo, ¿qué hace ahí y para qué sirve?
—¿Y qué tengo que hacer para escucharlo? ¿Meditar, o algo así?
—Algo así. Orar ayuda a comunicarse con él, pero no creo que
hayas probado seriamente a orar.
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chispa divina puede ayudarte, y mucho.
—¿Ayudarme? ¿A qué?
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Segunda visita
Miré hacia el lado del sofá donde había estado sentado el joven,
como esperando que apareciera en cualquier momento para seguir con
su charla, pero enseguida tuve la certeza de que Origen no iba a volver,
así que me levanté y me dirigí al cuarto de baño para tomar una ducha.
Todavía llevaba puesta la ropa del día anterior, y necesitaba sentirme
limpio y con ropa cómoda.
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comida. Fui a la cocina a hacerme un bocadillo de queso, que acompañé
con un café con leche, y me fui con el desayuno al comedor. Aunque mi
cocina era bastante espaciosa para lo que suele ser habitual en Barcelona
no me gustaba comer allí, pues daba a un patio interior y era demasiado
oscura para mi gusto.
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debía en realidad a lo que decía ser? ¡Y no hablemos de cuando vi en
sueños a aquella extraña Silvia!
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Historia
Una vez más, me sorprendió ver una aparición tan nítida y sólida
como aquella. Era imposible que me hubiera caído dormido, pues estuve
plenamente consciente de todo lo que había hecho con anterioridad.
Estaba despierto, no me cabía duda. ¡Si hasta podía escuchar el rugido
de mis tripas, que me estaban pidiendo la cena!
—Me encantaría, pero resulta que tengo hambre, así que voy a
prepararme la cena —dije yo. Al momento pensé en lo absurdo de la
situación. ¡Se me aparece mi vivo retrato y solo pienso en comer!
Y eso hice. Mientras hacía la cena (un par de huevos fritos con
jamón) pensaba en lo surrealista de aquella situación y hasta tenía la
débil esperanza de que en cuanto regresara al comedor vería que todo
había sido una alucinación y estaría solo de nuevo, pero en cuanto
regresé al comedor para poner la mesa vi que mi yo mejorado seguía allí
donde lo dejé, sentado en el sofá con expresión afable.
—Si gustas…
—Así es —asintió él—. Ahora que ya conoces más o menos cuál fue
el origen, mi misión es hablarte de la historia de tu mundo.
—¿Y dices que te sobra tiempo? Pues vas a necesitar mucho para
repasar diez mil años de historia de la civilización.
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—En realidad la historia de la humanidad abarca mucho más… —
me corrigió mi sosias.
—Será mejor que espere a que termines de cenar, así tendré toda
tu atención —dijo sonriendo pero con cierto deje de ironía.
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regresé al comedor. Ahora sí me senté junto a Historia, resignado a tener
otra charla con una aparición de origen desconocido.
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sentía curiosidad, pero no quería dar a entender que me interesaba lo
que me fuera a decir.
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por instinto.
»Por desgracia también eran muy agresivos, lo que hizo que muy
buenos especímenes se perdieran para siempre debido a las guerras que
libraban continuamente entre clanes enfrentados. Ya ves, ¡la agresividad
es consustancial a la naturaleza humana! Pero también lo es un don
divino que define y separa claramente a un ser humano de un animal
inteligente: la personalidad, que es lo que os da el libre albedrío. Creo que
Origen ya te habló de este don, ¿cierto?»
Asentí.
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carecían de la capacidad cerebral suficiente y de todo aquello que tenían
los primeros seres humanos. De hecho durante un tiempo la humanidad
corrió un serio peligro de retroceder en todas las artes que habían
necesitado generaciones para avanzar: la cultura, la religión, la creación
de herramientas… los mismos neandertales eran pueblos mestizos,
aunque consiguieron medrar durante casi medio millón de años. De
todas formas sus progresos fueron muy pequeños, y si los comparamos
con sus antepasados iban degenerando continuamente. Pero algo pasó
hace quinientos mil años en las tierras altas del noroeste de la India entre
unas tribus descendientes de los primeros seres humanos que hizo que
la situación cambiara.
—Has dicho que los primeros seres humanos eran todos morenos
y de tez oscura. Entonces, ¿cómo surgieron las razas? Porque hoy día hay
mucha más variedad racial que esa.
—Pues eso es justo lo que pasó hace quinientos mil años, querido
David: surgieron las razas de color de manera repentina, y no en varias
familias sino en una sola. Sus hijos fueron los antepasados de las seis
razas de color de Urantia.
—Estos son los colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul e índigo
o añil.
—La raza blanca no fue una raza original, sino que se originó por
mezcla de parte de las seis razas iniciales, en buena parte de la raza azul
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pero también de los primeros humanos y de otra raza que apareció
después y de la que te hablaré más adelante. En cuanto a la raza naranja
y la verde, se extinguieron hace ya muchos miles de años o fueron
absorbidas por otros pueblos. La raza índigo es básicamente la que ahora
conocemos como raza negra.
—De todos modos, tampoco hace falta que aceptes sin más lo que
te digo —añadió mi yo mejorado, que parecía acompañarme en el flujo de
mis pensamientos—. Eso sí, estoy convencido de que vuestros científicos
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acabarán haciendo descubrimientos que confirmarán mis palabras. De
hecho, ya se van produciendo.
—Vale, así que ese ser celestial llega cuando surgen los primeros
humanos. Pero me has dicho que los seres humanos aparecieron en la
Tierra mucho antes de las razas de color, ¿me equivoco?
—No, así es. Más o menos medio millón de años antes de que
llegara el administrador, al que vamos a llamar Príncipe Planetario para
ser más exactos.
—David, una cosa debo dejarte bien clara: allá arriba nunca se deja
a un mundo «a la buena de Dios», como dices tú. Este mundo está tan
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atendido y supervisado como si fuera el único mundo habitado en todo
el universo. Solo que vuestro mundo fue uno de los mundos especiales,
por así decirlo.
—¿Y estos cien mortales cómo llegaron aquí? ¿En una nave
espacial?
No sé por qué, me dio por pensar en los dioses del Olimpo. ¿Podrían
ellos formar parte de los cien de los que me estaba hablando Historia? Mi
yo mejorado me miró significativamente, pero no respondió a mi pregunta
mental y siguió hablando.
»Lo primero que hicieron fue construir una ciudad, que iba a servir
como foco de civilización. Esa ciudad se llamaba Dalamatia y sus edificios
estaban hechos todos de ladrillo…»
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Lucifer, viajó a la Tierra para conseguir que Caligastia se uniera a la
rebelión, cosa que hizo.
—Sí, las rebeliones de los cielos son como los virus: infectan y
destruyen allí por donde pasan —replicó Historia—. Por eso es preciso
atajarlas de raíz, pero con un matiz importante: todos los seres de libre
albedrío deben tomar una postura frente a ellas tarde o temprano. La
voluntad humana es sagrada en los cielos, nunca insistiré lo bastante en
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esta idea. No se puede obligar a nadie a que tome una decisión tan
importante como esa, ni siquiera por una buena causa.
»Aquí en la Tierra todos los seres que formaban parte del equipo de
Caligastia tuvieron que tomar la decisión: seguir al Príncipe o
desobedecer sus órdenes. Cuarenta de los «supermortales» que te
mencioné eligieron desobedecer al Príncipe y seguir leales a los
gobernantes celestiales de rango superior a Lucifer, aun estando
incomunicados de esos gobernantes debido a la cuarentena impuesta
sobre el planeta. Entre esos cuarenta estaba Van, que junto con Amadón,
descendiente de la primera pareja de humanos, que también era inmortal
como «premio» por haber donado su plasma vital para la creación de los
cien supermortales, fueron los grandes héroes de aquel episodio tan
nefasto de la historia de la humanidad. Gracias a ellos la llama de la
civilización no llegó a apagarse del todo y pudieron pasar el testigo a otros
de los que te hablaré más adelante.»
—Y si se suponía que toda esa gente era inmortal, ¿por qué no han
llegado hasta nuestros días? Los únicos superhéroes que conozco son los
de los cómics.
—¡Ciento cincuenta mil años! Muchos años son para vivir en este
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mundo, sobre todo en aquellas épocas tan primitivas.
»En todos los planetas habitados por mortales como vosotros llega
primero un Príncipe Planetario para ayudar a sentar los fundamentos de
la civilización, y milenios después, cuando la evolución biológica de los
seres humanos llega a su máximo, viene una pareja de un orden distinto
para elevar la calidad biológica de esos humanos primitivos. De hecho a
los Adanes y Evas se les denomina también elevadores biológicos, pues
esa es justamente su misión principal. Como resultado de esa elevación
se producen otras consecuencias deseadas como las invenciones, el
progreso material y la iluminación intelectual.
—Porque hace miles de años que se hundió bajo el mar. Piensa que
han pasado treinta y ocho mil años. El mar Mediterráneo ha cambiado
mucho desde entonces; te recuerdo que por aquella época había un
puente terrestre que comunicaba Sicilia con África, por ponerte un
ejemplo. También ha habido glaciaciones durante el tiempo transcurrido
que han hecho que la línea de la costa haya ido cambiando a medida que
los glaciares avanzaban primero y retrocedían después.
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para que ellos decidieran cómo completar las obras. Por cierto, y antes
de que me lo preguntes: no, Adán y Eva tampoco llegaron en una nave
espacial. Sus cuerpos necesitaron un proceso de diez días de duración
para materializarse en el planeta. Antes de realizar el largo viaje desde su
mundo de origen a la Tierra estudiaron a fondo las circunstancias del
planeta, su fauna, flora e incluso la lengua que se hablaba en Edén, y
que se pretendía que fuera el idioma mundial. Eran plenamente
conscientes de que aquel mundo no era fácil, pero aun así estaban
dispuestos a trabajar duro para enmendar lo que Caligastia y su rebelión
habían destruido.
»Así que durante poco menos de ciento veinte años, contra viento y
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marea, Adán y Eva se esforzaron todo lo posible por mejorar la civilización
de ese mundo tan dañado por la rebelión.»
—Esa historia no deja de ser una leyenda, un mito que sí tiene una
base de realidad pero que miles de años de tradición oral han
distorsionado enormemente —observó mi yo mejorado—. Aunque claro,
no podemos juzgar con el pensamiento racional del siglo veintiuno la
manera de pensar y de relacionarse con el entorno de los humanos
primitivos. Ellos estaban menos interesados en reflejar los hechos tal
como ocurrieron que en transmitir la moraleja de la historia. ¿Cómo, si
no, explicarías la incoherencia de que Caín marchara a la «tierra de Nod»,
si se suponía que Adán y Eva eran los padres de toda la humanidad?
»Ese era el plan, pero antes de llegar a los ciento veinte años de
trabajo en el Edén y cuando Adán y Eva tenían apenas un centenar de
descendientes, todo se torció. Un líder de una de las confederaciones de
tribus noditas (descendientes de los sesenta supermortales rebeldes)
trabó amistad con Eva y le insistió durante años en que lo mejor sería
tener un jefe nodita mestizo de raza violeta para ayudar en la misión de
la pareja. Él no era consciente, pero Caligastia lo estaba manipulando
para que persuadiera a Eva y le vendiera la idea como una mejora del
plan establecido. Por otra parte, aquel líder nodita no quería esperar a
que hubiera medio millón de descendientes de Adán y Eva, pues eso
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impediría que él pudiera ver algún progreso durante su corta vida
terrenal: quería resultados inmediatos. ¡Y vaya si los consiguió! Pero no
los que él había esperado.
»Al principio Eva se opuso rotundamente a ese desvío del plan, pero
la falta de progresos y los problemas que los acuciaban en el Edén
acabaron por derribar todas sus defensas y consintió en mantener
relaciones sexuales con Cano, otro jefe nodita de una colonia que residía
cerca del Edén, para engendrar a ese supuesto líder mestizo.»
—Vaya, vaya —murmuré—. Así que esa fue la manzana que comió
Eva.
—Cada vez que comían del árbol de la vida eran advertidos de que
el día en que mezclaran el bien y el mal se volverían como mortales y
dejarían por lo tanto de vivir indefinidamente. Adán sabía que eso
implicaba perder a Eva, y eligió compartir su suerte para poder seguir
juntos. No podía soportar la idea de seguir en aquel mundo sin su
compañera.
»Pero esto no fue lo peor: todavía habría muchas tragedias más que
sumar a aquella falta. Cano y su tribu fueron aniquilados por los
habitantes del Edén, el líder nodita que tanto insistió a Eva para que se
desviara del plan se suicidó ahogándose en un río y todo el Edén se vio
amenazado por un ejército de tribus noditas que buscaban venganza por
la cosecha de muerte de los primeros días.
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»Ante este panorama, la pareja y sus seguidores fieles abandonaron
el Edén para buscar un nuevo hogar. De ningún modo Adán quería
enzarzarse en una guerra con los noditas; él había venido para construir
una civilización, no para destruirla. Así que se dirigieron hacia la única
dirección posible de huida: el este.
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»Adán y Eva fundaron otro Edén en uno de los tres emplazamientos
que Van había considerado antes de que llegaran y que estaba situado
entre los ríos Tigris y Éufrates, allí donde más cerca se encontraban los
dos ríos. Por supuesto en el nuevo Edén lo tuvieron algo más difícil pues
tuvieron que empezar desde cero, no como en el primer Edén, en el que
Van les había adelantado mucho trabajo. Ni qué decir tiene que tanto la
pareja como sus hijos echaban mucho de menos las comodidades y la
belleza del primer Edén, pero Adán y Eva no cayeron en el desánimo y se
centraron en aprovechar al máximo la vida que les quedaba para enseñar
a sus hijos todo lo referente a la administración pública, educación y
enseñanza religiosa. Los hijos que conocieron el primer Edén prefirieron
olvidarlo para no sufrir por contraste ante la situación actual. Todos se
convirtieron en grandes líderes que fundaron otros tantos centros de
civilización. Uno de sus hijos, Set, que nació en el segundo Edén, creó
una orden de sacerdotes que viajó por todo el mundo civilizado
difundiendo no solo enseñanzas religiosas avanzadas sino también
fundamentos de civilización, como maestros y médicos. Además de a su
propia prole con Eva, Adán donó su plasma vital para fecundar a más de
mil seiscientas mujeres de entre los tipos más elevados (principalmente
noditas), con lo que se consiguieron casi otros tantos hombres y mujeres
superiores.
»Eva vivió 511 años en la Tierra, y Adán 530. Tras su muerte quedó
roto el enlace entre el gobierno celestial y los seres humanos que había
durado cuatrocientos cincuenta mil años, y sigue así desde entonces. La
pareja dejó como legado una gran cultura, que por desgracia no pudo
perdurar mucho tiempo debido a las consecuencias de su falta.
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que estáis sufriendo hoy día.»
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—Espero que no me vayas a contar lo que pasó año por año, porque
si no nos van a dar las campanadas de Año Nuevo —mascullé yo.
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»Pero a pesar de todo Maquiventa logró llevar a cabo empresas
duraderas que tuvieron una gran influencia en el desarrollo espiritual
posterior de la humanidad, y la más importante fue la creación de un
cuerpo de misioneros, llamados los misioneros de Salem, que salieron a
predicar el evangelio que Maquiventa les había enseñado por todos los
rincones del mundo conocido, desde las regiones más remotas de Europa
hasta China y Japón.
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interrumpida con la rebelión; la segunda tuvo lugar en el Edén de la mano
de Adán y Eva; la tercera fue transmitida por Maquiventa Melquisedec, y
la cuarta la trajo justamente Jesús de Nazaret, al que allá arriba se llama
con otro nombre, por cierto.»
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tienen diez millones de mundos habitados por vida inteligente, aunque el
vuestro es un universo local joven y está lejos de haber llegado a ese
número: apenas ha llegado al cuarenta por ciento de mundos habitados
por mortales.
—Y con casi cuatro millones de mundos a los que ir… ¿por qué vino
a parar aquí, si se puede saber?
—Sí, pero ese no fue el principal motivo por el que vino a este
planeta y nació como un niño indefenso. Vino para ganar plena soberanía
en su universo.
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podía haber venido a un sitio peor —ironicé yo.
—Creo que había un mundo por ahí que estaba peor que vosotros…
así que debéis estar orgullosos de haber tenido el privilegio de recibir la
visita de vuestro Hijo Creador. ¡De entre cuatro millones de mundos, os
tocó a vosotros! ¡Fuisteis afortunados, en verdad! Desde que vuestro Hijo
Creador anunció que había elegido vuestro mundo para su última
encarnación como mortal (que fue poco después de la falta de Adán y
Eva), estuvisteis en boca de todos desde entonces. Un pequeño mundo
como la Tierra llegó a ser conocido en todos los confines del universo
local.
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Me encogí de hombros y bajé la mirada. De repente me sentí muy
agobiado por la incertidumbre de aquellos días y eché de menos
enormemente a mi hija y a mis padres. Y sobre todo, me mataba que
Silvia no estuviera a mi lado en esos días de confinamiento. Me di cuenta
de que su muerte me había hundido más de lo que podía reconocer.
¡Cómo me hubiera gustado pasar aquellos días con ella, sentir su
optimismo, su calidez! La soledad llevaba meses golpeándome con fuerza,
y yo simplemente me había limitado a dejarme llevar por la rutina. Ahora
mi mundo se había vuelto más pequeño y eso hacía que todavía estuviera
más tiempo a solas con mis lúgubres pensamientos.
Claro que todo eso había dado un vuelco con estas experiencias tan
extrañas que estaba teniendo, justo cuando el mundo parecía haberse
vuelto del revés. En ese momento parecía que estaba llegando a un punto
de inflexión en mi vida, pero no era capaz de ver hacia dónde me dirigía.
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en lo que respecta al gobierno del superuniverso. Los rebeldes todavía
están a la espera de juicio.
—Pero ¿por qué son ellos los que juzgan, y no el Hijo Creador?
—¿Y por qué esos dos no están presos con los demás?
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Los dos nos quedamos en silencio durante un buen rato. Supongo
que él me quería dar tiempo para asimilar toda la información que me
estaba dando, que era mucha, y al cabo de un espacio de tiempo que no
podría precisar (recordad que no podía saberlo) Historia preguntó con
suavidad:
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plenamente consciente de quién era: un ser humano y divino. Su vida
pública (y el final de su vida puramente humana) comenzó oficialmente
cuando fue bautizado por su primo Juan el Bautista en el Jordán, el año
en que cumplió los treinta y uno. Después de bautizarse se dirigió a las
montañas para pasar cuarenta días de retiro en los que reflexionar sobre
lo que iba a hacer a partir de ese momento. Piensa que era un ser divino
con mucho poder, incluso con el poder de materializar sus deseos y de
obrar prodigios a los ojos de los humanos. ¿Iba a usar a las huestes
celestiales que tenía a su disposición durante su obra pública? ¿Iba a
usar sus prerrogativas de creador para buscar comida y bebida? ¿Iba a
usar sus poderes para preservar su vida? ¿Iba a alterar el orden natural
de las cosas para lograr sus fines? ¿Iba a obrar milagros para que
creyeran en él? ¿Iba a reivindicar la figura del Mesías judío para sí? Para
Jesús estaba claro que la respuesta a todas esas preguntas debía ser
negativa: seguiría el orden natural establecido, no echaría mano de su
poder para que creyeran en él y, por encima de todo, se sometería a la
voluntad de Dios Padre.
—Pues en los evangelios se dice que Jesús hizo milagros. ¿No faltó
ahí a su palabra?
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no usar sus poderes sobrenaturales si no era la voluntad del Padre, y
cumplió su palabra.
—¡Por supuesto que no! —exclamó Historia, y fue la única vez que
lo noté algo alterado— ¿Cómo va un padre a exigir un sacrificio de su hijo
para expiar las culpas de otros? ¡Eso es muy de Dios del Antiguo
Testamento que exigía sacrificios y chivos expiatorios, no es el Dios Padre
del que hablaba Jesús!
—Entonces, ¿por qué tuvo esa muerte tan horrible en la cruz? ¡Digo
yo que podría habérsela ahorrado!
—No podía hacerlo si quería vivir de acuerdo con las normas que
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él se había impuesto cuando estuvo cuarenta días de retiro en las
montañas. No iba a forzar las situaciones, no iba a eludir el fluir de los
acontecimientos y, por encima de todo, iba a seguir la voluntad de Dios
Padre.
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humanos.
—Vale, ya estamos a dos mil años del día de hoy, ¿qué más te queda
por contarme?
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seres humanos honrados que habitaban el planeta. Y no fue exclusivo de
vuestro mundo: en todos ellos, cuando el momento es propicio, llega ese
espíritu, cuya misión es fomentar y personalizar la verdad. Dijo el
Maestro: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Pues
justamente para eso llega esta presencia espiritual del Hijo Creador a los
mundos.»
—¿Me quieres decir que todos los humanos tenemos esa chispa
divina?
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—Pues no sé qué decirte —dije, mientras me rascaba la cabeza,
pensativo—. No parece que la gente le haga mucho caso a ese espíritu.
La mentira, la injusticia y la falsedad parecen campar a sus anchas en
este mundo más que nunca.
—¿Qué promesa?
—La de regresar.
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muy corto de tiempo, de dos a cuatro semanas de media. ¿Cuánto es eso
para ti? Apenas un suspiro, y cuantos más años vas dejando atrás más
rápido transcurre. En cambio para ella es toda su vida.
—¿Y cuánto tiempo llevamos hablando, por cierto? —seguía sin ver
la hora de mi reloj.
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a la ciencia a la categoría de la religión en tanto que se la ha caracterizado
como fuente de sentido para los seres humanos, y eso es tan erróneo
como que la religión se encargue de la ciencia. Esa es la secularización
de la que te hablaba: parece que Dios ha muerto, como decía Nietzsche,
que ya no es necesario, porque lo que realmente existe es lo material y de
ello ya da cuenta la ciencia. Se ha equiparado religión con superstición o
engaño, y se la ha rechazado pues sus postulados no son demostrables
científicamente. También se ha equiparado al hombre con un animal
racional, con un autómata que se mueve por impulsos químicos y
predecible si se conocen las leyes o los principios que originan esos
impulsos. ¿Pero cómo puede ser entonces que dos personas piensen
distinto o perciban un fenómeno de manera diferente? ¿Cómo explicar el
amor y todos los valores elevados que experimentáis si no sois más que
máquinas? ¿Cómo explicar el arte, la poesía, el aprecio por la belleza?
»Todo el mundo dice querer la paz, pero os hace falta Dios para
alcanzar esa fraternidad que haga que las guerras y los enfrentamientos
entre seres humanos sean cosa del pasado.»
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que había terminado de contar lo que había venido a decir. Pero añadió
algo más:
»En cuanto a ti, David, tú también tienes tus propios retos, entre
ellos el de perder el miedo a creer. Espero que tengas la sabiduría
suficiente para poder afrontar tus luchas interiores y salir airoso de ellas.
Depende de ti, pero has de saber que no estás solo. Piensa en tu chispa
divina, ella puede guiarte en todas las encrucijadas que se te presenten
en el camino. Adiós, David.»
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Tercera visita
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saber qué pensar de ese relato.
¡Por no hablar de Adán y Eva! ¿No era acaso la historia del Génesis
un cuento para someter a las mentes crédulas? Pero, por otro lado, lo
que mi sosias me había contado sonaba muy verosímil, a pesar de incluir
a toda clase de seres celestiales de los que jamás había oído hablar.
82
tampoco quería alarmarla innecesariamente.
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Destino
Pero ¿acaso no era todo eso un sueño? ¿Qué lógica podía pedirle a
lo que estaba sucediendo?
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Como fuera que me quedé parado frente a él sin saber qué decir ni
qué hacer (en el fondo esperaba que empezara a soltarme su charla nada
más verme), me invitó con un gesto a que me fuera, de modo que di media
vuelta y me senté en el sofá del comedor, donde estuve durante un buen
rato escuchando a Destino trasegar con sartenes, platos y vasos.
Abrí los ojos bruscamente y cuál fue mi sorpresa al ver que la mesa
del comedor estaba puesta y en el centro había unas fuentes relucientes
de cristal con unas verduras y frutas que no había visto en mi vida. Pero
eso no era todo: los platos y vasos parecían estar hechos de diamantes,
y los cubiertos de oro con incrustaciones de piedras preciosas. También
había pequeñas jarras (hechas del mismo material que los platos y los
vasos) con algo que parecían zumos de diferentes colores.
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—¿Y todo ese ruido de cacharros?
—En efecto, esa es una de las ideas que conviene desterrar. Pero
sentémonos a la mesa y disfrutemos de estos manjares.
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que yo era más aficionado a la carne que a la verdura.
—¡Y eso que solo he traído una muestra muy pequeña! —exclamó
mi yo futuro— Te esperan alimentos aún mejores.
—Cuéntame algo más sobre por qué tenemos que comer y beber
cuando estemos al otro lado —le pedí.
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espiritual, despertarás o bien al tercer día o bien cuando se produzca una
especie de “despertar colectivo” en las llamadas “dispensaciones”, que se
producen cada mil años, aunque también las hay especiales. En el
despertar se convoca a la chispa divina para que regrese. Si lo hace, se
une en un nuevo cuerpo con el alma que tenía custodiada la serafín. Si
la chispa divina no aparece, eso significa que esa persona estaba en
bancarrota espiritual, que no tenía un alma lo suficientemente
desarrollada como para perdurar, que no reconocía a Dios como su Padre
y Creador. Si la chispa divina no responde a la llamada, esa persona deja
de existir y se produce la verdadera muerte.»
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calienta y da luz, aunque algo distinta a la luz de vuestro sol.
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no puedes estar simplemente existiendo sin ningún propósito. Y eso pasa
porque creas en el plan del Padre y en Él.
—Por otro lado, ¿no es bastante con ver que hay algo al otro lado
para creer? Ahora es lógico que no creamos, porque no vemos ni sabemos
que haya algo después de la muerte.
—No pienses que esa va a ser una razón suficiente para creer. No
importa en qué etapa estés del camino, siempre habrá algo que tendrás
que aceptar por la fe. De hecho, eso fue lo que le sucedió a Lucifer, del
que Historia ya te habló. Lucifer no reconocía la existencia de Dios Padre,
por la sencilla razón de que no lo había visto. Es más, afirmaba que Dios
era una patraña inventada por los gobernantes del superuniverso para
justificar su poder. Así que ya ves, por muy ser celestial que seas,
también necesitas un poco de fe para aceptar lo que no puedes ver ni
percibir.
91
nueva vida y saber qué ha sido de tus seres queridos, y en general
cualquier cosa que quieras saber sobre tu planeta de origen.»
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no hacer nada? No, sería muy aburrido estar ocioso durante toda la
eternidad. Aunque puedes estar tranquilo, siempre disfrutarás de
periodos de descanso o vacaciones para deleitarte con todo lo que has
logrado hasta ese momento y recargar las baterías, por así decir.
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y tu falta de armonía mental. Y por supuesto no estarás solo: hay órdenes
de seres creados especialmente para acompañaros y educaros.»
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—Todo lo que podrías haber aprendido aquí en la Tierra, pero no
conseguiste aprender. Si hay algo que necesites dominar y conocer bien,
puedes estar seguro de que lo aprenderás allá arriba. Y también debes
saber otra cosa: más allá de la Tierra no hay caminos fáciles ni atajos
para alcanzar tus objetivos. A pesar de que tendrás resueltos muchos
problemas que aquí te ocupan mucho tiempo (vivienda, sustento, ocio,
etc.), vas a tener que esforzarte para pulir todo lo que necesites mejorar.
De hecho, uno de los objetivos de todo el plan educativo moroncial es
erradicar de tu carácter cosas como la tendencia a postergar las cosas y
a eludir los problemas, la falta de sinceridad, la injusticia y la búsqueda
de lo fácil. Allí no tendrás manera de esquivar las situaciones o las
obligaciones desagradables, que aquí sí puedes ir trampeando con más o
menos fortuna. Con toda esa formación, aprenderás a levantarte después
de fracasar, y mantendrás el equilibrio necesario cuando tengas éxito
para evitar que ese logro infle en demasía tu ego y te tomes demasiado
en serio. Todo lo que te enseñen en los mundos moronciales y más allá
tiene un propósito muy bien definido, y es que tengas ocasión de conocer
los detalles del funcionamiento y de la administración del gran universo
(del universo habitado).
—¿Y todo eso para qué? Porque si el Paraíso es la meta final, ¿qué
sentido tiene aprender todo lo del universo habitado si luego te pasas la
eternidad descansando?
—Sí, pero luego, una vez eres perfecto... ¿para qué sirve? ¿A quién
le sirve que seas perfecto?
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—¿A Dios... supongo? —respondí yo, no muy convencido.
»Mucho podría decir de los Altísimos, pero baste ahora con decir
que están más relacionados con tu mundo de lo que piensas. No por nada
se dice que “los Altísimos gobiernan en los reinos de los hombres”.
¡Recuerda estas palabras cuando te informes sobre los avatares de la
política en tu mundo!
—Una vez pasas por los setenta mundos que rodean a Edentia y te
gradúas en todos ellos, pasarás a establecer tu residencia en el mundo
capital. Ahí te encontrarás a medio camino entre tu estado de hombre
material y el estado futuro de espíritu ascendente, y tendrás ocasión de
formar parte del programa de la constelación relacionado con el bienestar
colectivo, racial, nacional y planetario, así como de conocer aún más
cosas sobre el Paraíso y el futuro que te espera.
—Así es. Los Melquisedec son un orden de seres del universo local
que no solo sirven como hijos de emergencia que pueden otorgarse a los
mundos; de hecho su función principal es la docencia, son los grandes
educadores del universo local. En la llamada esfera Melquisedec es donde
aterrizarás desde Edentia y comenzará la parte espiritual de tu
formación, que se desarrollará en todas las esferas que te he mencionado.
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Nazaret. En ese momento tu estado quedará establecido para siempre: ya
nunca te desviarás del camino correcto.
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diferencia de los mortales como tú fueron creados perfectos. Ellos pueden
ganar cierta experiencia, pero nunca tendrán la ocasión de experimentar
lo que se siente cuando se aprende a hacer bien las cosas a base de
ensayos y errores. Por tu parte, como mortal ascendente tendrás la
ocasión de saber lo que es ser perfecto “de serie” y de compensar la falta
de espiritualización de tus inicios. Así que ya ves, tanto ellos como tú os
beneficiaréis mutuamente.
»Una vez hayas pasado por los mil millones de mundos de Havona,
estarás preparado para viajar al Paraíso. Pero antes de proseguir con el
viaje, tengo que explicarte algo sobre esta asombrosa creación de Dios.
»El Paraíso es tanto material como espiritual. Está fuera del tiempo
y no tiene un lugar en el espacio, pero el tiempo y el espacio surgen de
él. Sus dimensiones sobrepasan toda comprensión humana. Ha existido
y existe desde la eternidad, igual que Dios. Es la única parte de lo que
existe que no se mueve, que permanece inmutable y estacionaria. Por eso
marca las direcciones absolutas del norte, sur, este y oeste. Igual que en
Havona hay seres nativos también los hay en el Paraíso, y tendrás
ocasión de confraternizar con ellos.
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único, así que comprenderás que dar el salto de Havona al Paraíso es un
cambio lo bastante drástico como para que necesites cierta preparación.
En primer lugar, tú solo no puedes ir allí desde Havona: hay unos seres
angélicos especiales que son los únicos que pueden llevarte hasta el
Paraíso. Y una vez llegas necesitarás adaptarte a las nuevas condiciones:
para ti el tiempo pasará a ser una simple ilusión; aunque tengas cierta
noción de las secuencias de acontecimientos, vivirás en un eterno
presente.»
—Y una vez se llega al Paraíso… ¿ya está? ¿Ese es el final del viaje?
101
El asunto de la adoración y la oración no me interesaba en ese
momento, pero sí sentía curiosidad por algo que había mencionado
Destino.
»Así que, como ves, los finalitarios sirven de muchas formas en los
mundos habitados, pero en los universos se especula con que ese no va
a ser su destino final, sino que serán enviados a servir en otra parte de
la creación que actualmente está deshabitada y en proceso de formación:
los llamados niveles del espacio exterior.»
—Lo que te dije que era el gran universo: los siete superuniversos
y el universo central, Havona. Más allá de los superuniversos, a una
distancia promedio de unos cuatrocientos mil años luz, comienzan los
universos del espacio exterior. Allí, en esa creación todavía por terminar,
se desarrollará otro acto de la evolución del universo: la perfección en el
nivel absonito de la realidad.
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animaba a saber más. Supuse (y en eso acerté) que más adelante tendría
ocasión de recordar y relacionar debidamente toda aquella información,
así que pregunté:
»El nivel finito está dentro de otro nivel, que se llama absonito pues
está entre este y el nivel absoluto. En el nivel absonito se trasciende el
tiempo y el espacio: los seres absonitos pueden reconocer el espacio y el
tiempo como tales, pero pueden desplazarse por ambos a voluntad. Aquí
quizá te pueda ser útil pensar en vosotros los mortales como seres de dos
dimensiones y en los seres absonitos como seres de tres dimensiones.
—Entonces, ¿me quieres decir que en ese espacio exterior del que
hablas habrá seres que trasciendan el tiempo y el espacio?
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—¡Y no creas que el espacio exterior es el final de la aventura! —
exclamó mi yo futuro con entusiasmo— Pero permíteme que, llegados a
este punto, te hable de otro proceso de perfeccionamiento que no afecta
a seres individuales sino a la creación misma. Si me sigues hasta el final,
verás que están estrechamente relacionados.
—¡Por supuesto que no! No tienes que verlo como un castigo o una
discriminación hacia ellos. Los ciudadanos permanentes del universo
también son necesarios, mantienen la sabiduría experiencial de esa parte
de la creación, un tipo de sabiduría de la que carecen otros tipos de seres
celestiales.
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las fuerzas naturales y de desarrollo mecánico. También es una época de
exploraciones y de sometimiento del planeta.»
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internacionalismo y a la fraternidad. Los idiomas van cediendo ante la
lengua del pueblo violeta, de modo que la humanidad se dirige hacia un
gobierno común, un idioma común y una religión de alcance planetario.
También se desarrolla un nuevo interés por las artes, la música y la
literatura, así como por una filosofía digna de tal nombre. Por supuesto,
se producen nuevas revelaciones celestiales que los seres humanos no
pueden conocer por ellos mismos pero que están preparados para recibir.
Todo junto produce un despertar que es el punto de inflexión para que la
humanidad alcance la cuarta etapa de desarrollo: la llegada de un Hijo
del Paraíso.
»Esta época puede durar entre veinticinco mil y cincuenta mil años,
hasta que el estado de la humanidad es el propicio para que aparezca un
Hijo Paradisíaco otorgador.»
—Así es.
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paradisíacos, salvo en vuestro caso que llegó el Hijo Creador. El planeta
posee una cultura elevada y una raza preparada para asimilar
enseñanzas todavía más avanzadas. La gran pasión de los mortales de
esa época es penetrar la realidad cósmica y estar en comunión con la
realidad espiritual. Se crean nuevos sistemas de educación y de gobierno
y una nueva alegría de vivir, que podríamos calificar de celestial.»
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de todos los que tengan deseos de saber la verdad, pero mucha gente
anda todavía distraída con otras cosas, no están deseosos de encajar
todas las piezas del gran rompecabezas que es la vida.
—Vamos a ver, por dónde iba... sí, el Hijo otorgador. Esa época
pude durar entre diez mil y cien mil años y en ella se produce un gran
progreso ético y espiritual. Las enfermedades y la delincuencia son
prácticamente cosa del pasado. La duración media de la vida humana en
esa época es de unos trescientos años.
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Mi yo futuro esbozó una media sonrisa y respondió:
En eso tuve que darle la razón. Ahora mismo una vida tan larga y
con tantas enfermedades y desgracias sería una tortura, pero no cuando
la humanidad está en un nivel espiritual más elevado.
—En esta época del Hijo otorgador hay cada vez menos gobierno y
ejércitos, por la sencilla razón de que dejan de tener razón de ser. ¡Este
Hijo sí es el Príncipe de la Paz! Sigue habiendo muchas naciones pero solo
una raza, un idioma y una religión. La humanidad está rozando la utopía
con los dedos, ¡pero todavía quedan más etapas que recorrer!
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En verdad me costaba imaginar que pudiera vivir tanto, comparado con
los ochenta años más o menos que esperaba que mi cuerpo aguantara.
Pero no pude resistirme a hacer una pregunta:
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ahora, lo dudo.
—¿Ah, sí? Pensaba que este era el final de la historia. ¿Qué más
hay aparte del «y fueron felices y comieron perdices»?
—Pues hay mucho más. Para que te hagas una idea, cuando un
mundo entra en luz y vida es como si la humanidad estuviera viviendo ya
en los mundos moronciales y recibiendo enseñanzas mucho más
avanzadas. Es más: muchos seres humanos no pasan por la muerte para
continuar con su viaje ascendente hacia los mundos moronciales.
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con su chispa divina. Esa fusión no puede realizarse en cualquier lugar,
pues supone la desintegración del cuerpo físico y se genera por tanto una
gran explosión de energía. Por eso se realiza en ese templo, construido a
prueba de ese tipo de llamaradas de luz.
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estimulante...»
»De todas formas, todavía quedan eones para que esto suceda. Que
se sepa, actualmente hay mundos en la quinta o la sexta etapa de luz y
vida en los universos más antiguos (no es el caso del vuestro), así que no
se ha dado todavía que un sistema entero se haya establecido en luz y
vida.
—¿Y aquí se acaba todo? ¿O vas a decirme que hay algo más?
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absonito y absoluto. ¿Qué pasará cuando se alcance la perfección en el
nivel absonito? Obviamente nadie lo sabe, eso solo lo saben los Dioses
absolutos. Pero es bastante plausible que, cuando el universo maestro (el
gran universo más los universos del espacio exterior) alcance la
perfección, termine el acto absonito de la Creación y comience la
búsqueda de la perfección absoluta. ¿En qué se puede traducir eso en el
universo? Pues muy bien podría ser un cosmos infinito.
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Crisis
—¿Al hospital? ¡Pero si la última vez que hablé con él estaba bien!
—Eso es lo que nos había hecho creer, pero no. Se ve que hace tres
días empezó a tener fiebre intermitente y un dolor de cabeza muy fuerte,
pero con los analgésicos iba tirando. Anoche empezó a notar que le
faltaba el aire, así que mamá llamó al teléfono de emergencias. Cuando
le midieron la saturación se dieron cuenta de que la tenía bajísima, así
que se lo llevaron al hospital todo lo rápido que pudieron. Todavía no le
han hecho la PCR, pero sospechan que ha enfermado de COVID-19.
—No lo sabemos, pero tendrá que estar confinada en casa sin poder
salir por lo menos dos semanas. De momento no tiene síntomas, pero no
podemos descartar que se haya contagiado también. Lo peor de todo es
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que no podemos estar en el hospital con papá, y a mamá tampoco
podremos verla. Eso sí, necesitará ayuda para que le hagan la compra,
pero no podemos acercarnos a ella por si acaso tiene el coronavirus.
Así que era eso a lo que se refería Destino. La noticia fue para mí
como un mazazo en la cabeza. En unas semanas en que la gente estaba
cayendo como moscas por el coronavirus, parecía que mi padre estaba
sentenciado de muerte. Con ochenta años y problemas varios de salud,
tenía muchas papeletas para no poder contarlo. Eso sin contar que los
hospitales estaban colapsados y médicos y enfermeras no daban abasto.
—Sí, ya sé, pero a algún teléfono se podrá llamar para saber cómo
se encuentra, ¿no?
—Sí, claro. Mejor que sea a ella, está muy angustiada con todo esto
y encima tampoco está para muchos trotes.
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—De acuerdo, la llamaré de todas maneras.
—No estoy tan seguro, Sara. Este virus se ceba con la gente mayor.
Estoy muy preocupado, la verdad —me desahogué—. Lo peor es no poder
hacer nada más que esperar en casa. Esto de no poder ir al hospital ni
que te den información es angustioso. ¡Los días se me van a hacer eternos
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esperando noticias!
Daba vueltas por mi casa, nervioso, sin saber qué hacer para pasar
las horas. Me había olvidado completamente de las tres visitas que había
tenido y solo me quejaba por la situación en la que me encontraba: solo,
sin poder salir ni estar con mi familia, atado por las circunstancias a
tener que esperar las noticias y cómo se desarrollaban los
acontecimientos.
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La tarde transcurrió de la misma manera angustiosa. Para colmo,
me dio por buscar en Internet sobre los casos más graves de COVID-19
y eso hizo que me sintiera aún peor. ¿Intubarían a mi padre? ¿Moriría
ahogado después de esforzarse en vano por inhalar aire?
Cuando colgué, me invadió una tristeza tan grande que sentí ganas
de llorar. Maldije al coronavirus, maldije la situación, maldije mi vida.
Por primera vez en todo el día, dejé el teléfono bien lejos de mí. No tenía
ganas de hablar con nadie.
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dar vueltas y de angustiarme cada vez más por lo que podía pasar.
Empecé a sentir un persistente dolor de cabeza, probablemente tendría
la tensión por las nubes.
«¡Dios, ayúdame!»
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Epifanía
Y de repente comprendí.
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ochenta años, hasta ahora había vivido una vida plena y había podido
disfrutar de sus hijos y sus nietos. Si ese iba a ser el final, habría que
aceptarlo y alegrarse por él. El sufrimiento terminaría para él, y le
esperaba una gran aventura.
Quería vivir una vida con sentido, nunca más iba a dejarme llevar
por el pesimismo ni el desánimo. Sí, este mundo era un mundo loco y
atrasado, pero también era hermoso y estaba lleno de gente buena.
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Así que, sin pensarlo dos veces, llamé por teléfono a mi madre, a mi
hermana y a mi hija para darles palabras de consuelo y fuerza en esos
momentos. Les dije que las quería y que, pasara lo que pasara, todo iba
a salir bien. Y lo dije con toda la fuerza y la convicción que me habían
faltado el día anterior.
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Epílogo
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procuraba ir todos los días a su casa, ayudarlos en las tareas domésticas
y sobre todo recordarles lo mucho que los quería.
Me lo quedé mirando con los ojos como platos. ¿De dónde había
sacado aquella idea? ¡No le había comentado mi experiencia a nadie!
FIN
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