Sunteți pe pagina 1din 6

Vol. 11 – Núm.

1 – Enero 2001
MEDIFAM 2001; 11: 24-29
DINÁMICA FAMILIAR

Abusos sexuales: una situación de desprotección

O. GUERRA ARABOLAZA, C. V AÑÓ PIEDRA*


Miembro del Equipo de Infancia y Familia del CIM. Comisión de Bienestar Social.
Profesora Asociada del Departamento de Ciencias de la Educación. UIB.
*Miembro del Equipo de Infancia y Familia del CIM.
Comisión de Bienestar Social. Palma de Mallorca

Sexual abuse: a situation of disprotection

RESUMEN ABSTRACT

El objetivo de este artículo es poner en evidencia The objective of this article is to make clear the
las dificultades que nos hemos encontrado en el tra - difficulties found in the psychological treatment of
tamiento psicológico de menores, víctimas de agre - the sexual abuse children when the mothers’ victims
siones sexuales, en los que las madres de éstas no do no bet on their son. When these characteristics
hacen una clara apuesta por sus hijas. En estos ca - a re present, beside the difficulties and the abuse
sos, además de las ya difíciles circunstancias que trauma, we have to add all the derived complica -
acompañan a este tipo de maltrato, se añade en mu - tions from the judicial process that is taken place at
chos de los casos de abuso sexual intrafamiliar, la the same time and involve to all the family system’s
desprotección por parte de la madre y de la familia members. Nor to have into account these considera -
de origen. Es además conocido todas las complica - tions is to obviate a very important part of the the -
ciones que derivan del proceso judicial que parale - rapeutic process which is related with the final prog -
lamente se pone en marcha, y que implica a todos nosis of the case.
los miembros del sistema familiar. No tener en cuen - We also pretend with this article to share our
ta desde el principio estas dificultades, sería obviar experience in relation to our clinical work in a spe -
una parte muy importante del tratamiento, que ten - cialized service at the Local Administraton, based in
drá que ver con el pronóstico final del caso. a not hospital setting.
También con este artículo pretendemos aportar
nuestra experiencia en relación a lo que ha sido
nuestro trabajo clínico en un servicio especializado
de segundo nivel de la administración local y de ca -
rácter ambulatorio.
Palabras clave: Abuso sexual. Proceso judicial. Key words: Sexual abuse. Judicial process. Syste -
Terapia sistémica. Juegos familiares. mic therapy. Relacional games.

INTRODUCCIÓN porque habían sido derivados como tal desde el Ser-


vicio de Protección de Menores y/u otros servicios, o
Desde 1995 nuestro equipo se especializa en el porque habían sido desvelados en el transcurso del
trabajo con familias de niños y jóvenes de alto riesgo tratamiento que se llevaba a cabo en ese momento
(familias mal tratantes) en situaciones de desprotec- con la familia. Sin ninguna duda, el proceso de inter-
ción y dificultad psicosocial. Anteriormente a esta vención en ambos supuestos seguía procesos muy
fecha, el equipo atendía todo tipo de problemática de diferentes. Este hecho nos llevó a reflexionar sobre
salud mental relacionada con niños y jóvenes hasta la forma más adecuada de abordar terapéuticamente
los 18 años de edad. Entre otros problemas ya empe- estos casos. Otro elemento de reflexión y análisis pa-
zamos a encontrar casos de abusos sexuales, bien ra el equipo, en aquel momento, consistió en el des-

24 42
MEDIFAM O. G UERRA A RABOLAZA Y C. V AÑÓ PIEDRA

cubrimiento de madres que habían sufrido abusos xuales genitales y en otros casos las menores habían
sexuales en su infancia y que eran derivadas a nues- sido objeto de abuso sexual sin contacto físico y/o
tro servicio porque en su núcleo familiar se encon- vejación sexual.
traban situaciones abusivas respecto a sus hijos. Se daba la circunstancia que en aquellos casos en
los que el contacto genital había sido verificado, los
ofensores se encontraban en prisión a la espera de
DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA juicio. El problema principal nos lo encontrábamos
en el segundo de los supuestos, en donde el ofensor
Nuestra muestra se compone de un total de 28 ca- había cometido un delito de vejación sexual y/o abu-
sos de menores víctimas de abuso sexual perpetra- so sexual sin contacto físico y no se le había conde-
dos cuando eran menores de 18 años, todas de sexo nado, encontrándose a la espera de juicio por lo que
femenino. En el equipo se ha atendido un número participaba en el proceso terapéutico. Fue precisa-
mayor de casos a la cifra mencionada anteriormente. mente en este tipo de intervenciones donde nos di-
Pero el análisis se ha ceñido a los casos de la mues- mos cuenta del error en el que habíamos incurrido.
tra con los que nosotras, como responsables y tera- Se trataba, sin ninguna duda, de una paradoja que
peutas, hemos trabajado. trataremos de explicar a continuación.
También hemos dejado intencionadamente fuera En primer lugar, en lo que hace referencia al ofen-
los casos de abuso sexual en menores de sexo mas- sor, la paradoja consistía en admitirle en el proceso
culino. La razón de dicha decisión se basa en que la de tratamiento psicológico, ya que en todo momento
muestra n=4 resulta demasiado pequeña para llegar a negaba haber cometido los hechos por los cuales ha-
resultados concluyentes. bía sido derivado a nuestro servicio, porque de ad-
La muestra está compuesta en su mayoría por mitirlos, supondría inmediatamente el reconocimien-
adolescentes de más de 12 años (n=23). El resto de to de su delito. Esta situación no estaba desprovista
la muestra corresponde a menores de 12 años. He- de consecuencias para todos los participantes en el
mos considerado la edad que tenía la víctima a la en- contexto terapéutico. El ofensor no podía autoincul-
trada en nuestro servicio. Esto quiere decir que mu- parse estando pendiente de juicio; la madre, porque
chas de las adolescentes comienzan a ser abusadas intentaba sin éxito mantener una situación de neutra-
sexualmente en edades más tempranas, pero el abuso lidad entre el supuesto ofensor (marido, compañero,
se desvela años más tarde. etc.) y la hija abusada; la víctima, porque quedaba
Del total de la muestra, 20 casos corresponden a doblemente desprotegida, ya que, ante los senti-
una tipología de incesto y 8 son casos de violación20. mientos ambivalentes de su madre, no obtenía un
apoyo realmente efectivo por parte de ésta quedando
implícitamente culpabilizada por la situación creada
METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN HASTA ante la revelación del abuso. En los casos en los que
1995 existían hermanos que creían a la víctima, nos en-
contrábamos con que éstos le exigían que los proble-
Periodo previo a la celebración del juicio mas fueran resueltos en el ámbito de la familia y no
se hicieran públicos, lo que suponía un apoyo no real
Inicialmente, en esta primera etapa, la metodolo- y de nuevo culpabilización para la víctima. Pero,
gía consistió en incluir dentro del tratamiento fami- mientras tanto, el proceso terapéutico seguía su mar-
liar al ofensor, cuando éste reconocía que se habían cha y mantenía a todos sus miembros atrapados en el
producido abusos sexuales hacia su hija y éstos no juego relacional en curso. Lo que se había producido
eran constitutivos de delito de cárcel. Nuestro equi- era una situación de “impasse” terapéutico. Ninguno
po, que trabaja con el modelo sistémico, pensó que, de los miembros de la familia podía dejar de partici-
el hecho de que el ofensor admitiera los abusos ha- par en el juego en el que habían quedado atrapados y
cia la víctima, podría constituir un elemento protec- los terapeutas no podían conducirlos hacia el objeti-
tor y de buen pronóstico para el abordaje de este tipo vo programado, esto es, que el ofensor admitiera su
de problemas contextualizándolos en el sistema fa- responsabilidad favoreciendo que madre y hermanos
miliar. Partíamos también de la premisa de que la re- pudieran responder de forma más adecuada , ya que
velación de los abusos sexuales permitiría tanto a la estaban obligados a no tomar partido más allá de
madre como a los hermanos identificar y responde donde pudieran verse comprometidos, cuanto menos
de forma apropiada a los comportamientos inade- se implicaran menos arriesgaban, aumentando de es-
cuados del ofensor. Premisa que, posteriormente, he- ta forma, la presión psicológica ejercida sobre la víc-
mos constatado como necesaria, pero no suficiente. tima en la cual, quedaba depositada la responsabili-
En aquellos casos en los que el ofensor se encon- dad de enviar o no al ofensor a la cárcel siendo
traba en prisión porque se había celebrado el juicio y responsable, en último término, de la tragedia fami-
los hechos eran constitutivos de delito, sólo se traba- liar en la que todos se veían inmersos.
jaba con la madre y/o la víctima y/o los hermanos. Otra de las graves dificultades con la que nos en-
Fuimos capaces de reconocer distintos tipos de contramos antes de 1996 (y sigue siendo un proble-
abusos: en algunos casos se trataba de situaciones ma en la actualidad) fue que, el periodo de tiempo
incestuosas donde habían tenido lugar contactos se- transcurrido desde el momento de la denuncia y/o

47 25
Abusos sexuales: una situación de desprotección VOL. 11 NÚM. 1 / 2001

revelación del abuso por parte de la víctima, hasta la otra parte, que su salida del domicilio familiar alivia
promulgación de la sentencia era extremadamente la tensión que existía en el hogar y que la pareja se
l a rgo (promedio de un año y medio a dos años) lo acomoda a una situación en la que la víctima no tie-
que dificultaba aún más el salir del “impasse” en el ne cabida, quedando excluida de todo el entorno fa-
que habíamos caído. miliar.
En relación a las madres de las víctimas, ¿qué es ¿Qué puede hacer ella frente a esta situación? El
lo que ocurría, en la mayoría de los casos, entre el hecho de la salida del hogar la coloca en una posi-
momento en que la chica desvelaba el abuso sexual ción difícil de resolver. ¿Es ella la que tiene razón o
y la celebración del juicio? A medida que se acerca- ha hecho algo malo? ¿Por qué es ella la que tiene
ba el momento del juicio, la tensión acumulada a lo que salir de casa y no el que, supuestamente, ha co-
largo de este periodo de espera aumentaba conside- metido el delito? ¿Por qué es ella la castigada? ¿Por
rablemente . En aquellos casos, en los que la madre qué su madre no la cree? ¿Por qué no la apoyan sus
no apoyaba porque no creía lo que la víctima conta- hermanos? En definitiva, ¿qué delito ha cometido
ba, encontrábamos diferentes mecanismos que sus- ella? Todos los hechos que en la práctica se suceden
tentaban su comportamiento y que especificaremos a la llevan a pensar que ha cometido una equivocación
continuación. al relatar éstos, ya que se siente abandonada por sus
En primer lugar, aquellas madres que, consciente seres queridos. Encontrábamos que muchas chicas
o inconscientemente, eran conniventes con la situa- desarrollaban durante este periodo de tiempo trastor-
ción del abuso mostraban una postura incoherente. A nos de distinta índole: trastornos de tipo ansioso,
veces, sólo mediante complicados mecanismos de distímicos, trastornos del sueño, trastornos de la ali-
defensa podían mantener su integridad mental ha- mentación, etc.
ciendo una completa negación de la realidad. En Durante todo este largo proceso de espera, con las
aquellos casos en los que las madres no fueron capa- características antes descritas, no se generan meca-
ces de darse cuenta de los hechos que estaban suce- nismos de reparación para la víctima más allá de los
diendo dentro de su hogar, la revelación del abuso proporcionados, en el mejor de los casos, por los
por parte de la víctima, les cogía completamente profesionales que están cerca de ella*. En realidad,
desprevenidas. Estas mujeres arbitraban mecanismos lo que la menor esperaba con su denuncia era la re-
defensivos de tipo psicosomático: alopecias, dolores paración de sus seres queridos. Es importante desta-
inespecíficos, trastornos del sueño y de la alimenta- car aquí, que las necesidades de afecto y atención
ción, etc., llegando a veces a manifestar síntomas varían enormemente dependiendo del estadio evolu-
neurovegativos. Bajo todos estos signos lo que se tivo en el que la menor se encuentra y en consecuen-
ocultaban eran cuadros depresivos. cia, el daño psicológico infligido será también dife-
A medida que el juicio se acercaba, estas madres rente lo que nos orientará a valorar las posibilidades
que no habían apoyado de forma activa a sus hijas, pronósticas. El tiempo, como variable en sí misma,
comenzaban a presionar, directa o indirectamente, no representa lo mismo para un adulto que para un
para que la menor cambiara su declaración inicial y, niño y la espera a la que se ve sometida la víctima es
de esta manera, evitar la prisión para el ofensor. Nos un elemento más de este proceso que la daña psico-
encontrábamos con madres que mantenían, respecto lógicamente. La falta de previsión ante los aconteci-
a sus maridos y/o compañeros, una situación de enor- mientos futuros y su escaso manejo del tiempo la
me dependencia, tanto económica como afectiva. vuelven insegura y la angustian, ya que la víctima no
Este “impasse” también era aprovechado por el puede prever el final de este proceso; mientras tanto
ofensor ya que durante el tiempo que transcurre des- el mundo que la menor percibe a su alrededor es un
de la denuncia hasta la sentencia tras la celebración mundo de exclusión y de abandono por parte de to-
del juicio, se dedicaba a ser el buen marido o compa- dos sus “seres queridos”.
ñero que nunca antes había conseguido ser para su
mujer. Su comportamiento era ejemplar como padre
y como marido, por esta razón era difícil para la mu- El momento del juicio
jer apoyar a su hija y corroborar lo que ésta decía en
contra de su agresor, reafirmando la dependencia de El momento del juicio (en el mejor de los casos si
ellas. el expediente no ha sido sobreseído por falta de
Nos encontramos además que ante situaciones de pruebas) produce en la víctima de abuso sexual un
este tipo y cuando no hay pruebas concluyentes del estado emocional de inmenso estrés por lo que éste
abuso, paradójicamente es la víctima la que sale de representa en sí mismo. Es uno de los momentos
la casa familiar para poder ser “protegida”, quedan- más críticos de todo el proceso y donde se dirimen
do internada en alguna institución colaboradora con cuestiones importantes para su futuro: la menor tiene
el sistema de Protección de Menores. Durante este que enfrentarse de nuevo a los hechos, tiene que vol-
periodo de “impasse” al que nos referimos y que se ver a declarar, después de múltiples declaraciones y,
produce antes de la sentencia, la víctima observa por sobre todo, esta última declaración tiene la particula-

*Ver en relación al trabajo de reparación con las víctimas, el magnífico libro de Madanes C. Violencia Masculina. Granica 1997.

26 48
MEDIFAM O. G UERRA ARABOLAZA Y C. V AÑÓ PIEDRA

ridad de que se produce ante el presunto ofensor y tuación de abandono y/o maltrato emocional desde
ante todo el sistema judicial. Sin duda, obliga a la el comienzo. En nuestra experiencia encontramos
víctima a revivir situaciones del pasado muy doloro- que, si una madre no ha podido apoyar a su hija an-
sas, aún en aquellos casos en los que la víctima ha tes, difícilmente podrá hacerlo después.
estado separada del hogar tratando de olvidar y de Si la sentencia ha sido favorable y se reconoce
comenzar una nueva etapa en su vida pero siempre a públicamente que la menor ha sido objeto de abusos
la espera de que el juicio se celebre y de lo que ocu- sexuales por parte del ofensor, esta sentencia consti-
rrirá entonces. ¿Será creído su testimonio? Muchas tuirá por una parte el primer reconocimiento explíci-
de las menores con las que trabajamos tienen miedo to de su inocencia y por otra parte; de su verdad pe-
a que se ponga en tela de juicio su credibilidad. A lo ro, desgraciadamente, a veces, es lo único favorable
l a rgo del proceso, como hemos dicho, dudan de a para la menor; podríamos decir que constituye el pri-
qué persona se está juzgando realmente y es durante mer acto de reparación real para la víctima. Esto es
el juicio el momento de confrontar el testimonio del especialmente importante en aquellos casos de ado-
presunto ofensor contra el testimonio de la víctima. lescentes donde, debido a las características evoluti-
¿A quién se le dará la razón en último extremo? vas de esta etapa, el sentido de la justicia y el reco-
Las víctimas tienen la esperanza -sobre todo en nocimiento social de la norma está ya presente por
aquellos casos en los que no han sido creidas por sus primera vez en sus vidas como hecho diferencial e
madres- de que el juicio terminará dándoles la razón importante. El acto de la celebración del juicio y su
a ellas y que sus madres terminarán abriendo los correspondiente sentencia adquiere desde esta pers-
ojos, rindiéndose a la evidencia, pero...¿qué es en pectiva una relevancia significativa, a diferencia de
realidad lo que sucede? Las madres han mostrado otros periodos evolutivos donde el reconocimiento
una enorme ambivalencia con respecto a su compro- social del hecho no es tan importante y las necesida-
miso con las víctimas. A nivel de contenido, el men- des vitales se centran en otras áreas.
saje que la madre transmite a su hija es: “sólo creo A partir de aquí la adolescente sabe que la justicia
en parte lo que ha sucedido y, por tanto, no voy a funciona ya que se ha reconocido públicamente el
darte la razón”, pero a nivel analógico, en la medida hecho por ella denunciado. Pero, como hemos men-
en que siguen conviviendo con el presunto abusador cionado antes, el hecho que el sistema judicial lo re-
y ha sido la niña quien ha tenido que abandonar el conozca no implica que su madre y/o familiares más
hogar y salir de casa no se siente comprendida y cercanos lo hagan y le reparen por el daño moral
apoyada. La madre se encuentra entre la espada y la ocasionado. Hay que tener presente que en muchos
pared, entre su marido y/o compañero por una parte de los casos hasta ese momento, la víctima ha vivido
y su hija por otra, y no quiere tomar partido para no con la esperanza de que el juicio y la sentencia
perder ninguna de estas dos relaciones significativas resuelva el “dilema” que su madre tiene planteado:
e importantes para ella. Terminará haciéndole creer “... no estoy segura de que esto haya sucedido real-
que supedita y condiciona su apoyo al dictamen de mente...”, “...es imposible que mi marido haya podi-
una sentencia condenatoria. La hija lo que percibe es do hacerlo...”, “...os creo a los dos...”, etc.
que su madre, con su retirada pragmática, ya había Desde el momento en el que la sentencia ha sido
tomado con anterioridad una decisión: “no apoyarla dictada por el juez, la víctima cree que a su madre ya
a ella” y le angustia pensar que la sentencia puede no le puede quedar ninguna posibilidad de duda. Des-
confirmar su percepción. Por decirlo de otra manera, de su punto de vista: “...si mi padre es condenado, mi
percibe perfectamente el desajuste cognitivo entre lo madre tendrá que darme abiertamente la razón y con-
que su madre “dice” y lo que su madre “hace”. denar claramente a mi padre...”. Pero como decíamos
antes, una madre que no ha apoyado durante el proce-
so a su hija, es difícil que lo haga en este momento y
Después del juicio la víctima se siente traicionada en su esperanza.
La decepción es amarga y cruel. Ellas esperan y
Una vez que el juicio se ha celebrado y si la sen- desean ser reparadas por sus madres y no por sus pa-
tencia ha sido favorable para la víctima, porque el dres que las han maltratado y de los que no hay nada
sistema judicial ha reconocido que los abusos sexua- que esperar. La rabia y el furor se vuelven contra estas
les han tenido lugar y el ofensor ha sido condenado, madres que ni siquiera ahora tras la sentencia conde-
se abre ante sus ojos una esperanza: que su madre ya natoria las creen, las defienden y las apoyan. Cuando
no pueda negar por más tiempo lo que en el fondo de la rabia no puede ser expresada abiertamente, en su
su corazón ha deseado negar: que su marido y/o lugar aparece un cuadro depresivo profundo. También
compañero era culpable. Espera en ese momento el es frecuente encontrar en el caso de estas chicas cua-
reconocimiento que su madre le ha negado hasta en- dros de comportamientos muy disruptivos que condu-
tonces, que reconozca que se ha equivocado y que cen hacia su propia autodestrucción: malas elecciones
termine apostando verdaderamente por ella. Se lleva de pareja, promiscuidad, drogas, conductas antisocia-
una gran sorpresa cuando descubre y constata que ni les, trastornos sexuales, suicidios, etc.
antes ni ahora, a pesar de la sentencia, su madre pue- ¿Qué entiende una víctima por reparación? Pues
de reconocer ante ella que su padre y/o compañero sencillamente que su madre entienda por primera
es culpable, y que ella ha estado condenada a una si- vez en su vida, el sufrimiento al que ella ha sido so-

49 27
Abusos sexuales: una situación de desprotección VOL. 11 NÚM. 1 / 2001

metida sin que nadie haya podido consolarla. Que pas” que habían surgido a lo largo del tratamiento.
entienda lo que realmente ha supuesto para ella una Los cambios que a partir de entonces se produjeron
situación de abandono emocional, a veces también en nuestro servicio para todos los casos que eran de-
físico, por su parte. Que comprenda también que ha rivados por presuntos abusos sexuales fueron los si-
puesto por encima sus necesidades emocionales a las guientes:
de su hija impidiéndole por esta razón ver precisa- —Se acordó poner en conocimiento del Servicio
mente las necesidades más vitales y urgentes de ella. de Protección de Menores y/o Fiscalía todos los ca-
Que entienda que ha estado “sorda” y “ciega” a to- sos de abusos sexuales que eran derivados a nuestro
dos los SOS que su hija le ha estado enviando. Que servicio.
su madre comprenda, por último, que se le ha roba- —Se acordó con la entidad competente de Protec-
do parte de su infancia y juventud con las consi- ción de Menores que este tipo de casos siempre ten-
guientes consecuencias para su vida futura. drían que ser evaluados por ellos y serían los respon-
sables de decidir si existía una situación de
desamparo o no y en consecuencia si era necesario
METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN iniciar un tratamiento psicológico con el menor.
DESPUÉS DE 1996 —Se acordó que a partir de entonces en los casos
de incesto, se trabajaría individualmente con la vícti-
Hemos dicho que tanto el terapeuta como la fami- ma, o en grupos terapéuticos para menores víctimas
lia se encontraban en una situación paradójica cuan- de abusos sexuales*, mientras no existiera una sen-
do se iniciaba un tratamiento en donde todavía no se tencia judicial. En los casos donde existiera un apoyo
había celebrado el juicio y consecuentemente no explícito de la madre hacia la víctima, ésta se podría
existía sentencia. Es decir, en donde no sabíamos si incluir en el tratamiento y, si el presunto ofensor re-
el presunto ofensor sería o no condenado por los he- conocía el delito y quería recibir tratamiento, tendría
chos que se le imputaban. que hacerlo fuera del Centro y con otro terapeuta.
De la situación en la que se encontraban los dis- Arbitrando estas medidas encontramos que he-
tintos miembros de la familia ya hemos hablado pe- mos conseguido reducir y paliar muchas de las difi-
ro, ¿qué ocurría con el terapeuta?; ¿por qué entraba cultades e interferencias en el tratamiento con las
en esta situación paradójica? En primer lugar, por- menores.
que aunque se hacía explícito al término de la fase
de evaluación, tanto a nivel de contenido como a ni-
vel analógico, que creía lo que la víctima decía, el CONCLUSIONES
hecho de dar cabida a todo el núcleo familiar -en
donde el ofensor estaba incluido- hacía que la vícti- En los casos en que la evidencia de abuso sexual
ma no pudiera expresar con suficiente tranquilidad no ha sido claramente demostrada y como conse-
sus sentimientos de rabia y de dolor, no sólo en con- cuencia, el presunto ofensor continúa viviendo en el
tra del ofensor, sino también de su madre y herma- domicilio familiar, a la espera de la celebración del
nos, que no la habían protegido. juicio y correspondiente sentencia, el tratamiento
En segundo lugar, porque, aunque en algunos ca- psicológico debe priorizar a la víctima. Constatamos
sos el ofensor reconoció haber abusado sexualmente las enormes dificultades y complicaciones que sur-
de la víctima, esperaba también del terapeuta que en- gen cuando las menores se deciden a comunicar que
tendiera y comprendiera las circunstancias en las que están siendo objeto de abusos sexuales por parte de
estos hechos se habían producido. De esta forma, el algún familiar próximo, no sólo ya, por la falta de
ofensor esperaba que el terapeuta se convirtiera tam- credibilidad por parte de sus seres queridos, sino
bién en su aliado a la hora de su testimonio durante el también, debido a que el proceso judicial que se po-
juicio que tenía que producirse y que, por el mero he- ne en marcha es muy lento y, en general, no favorece
cho de haber participado en una terapia y haber ma- ni protege a las víctimas de estos hechos como debe-
nifestado su “arrepentimiento”, pudiera tener un trato ría hacerlo.
más favorable por parte del sistema judicial. Por otra parte, hemos comprobado que la posición
En tercer lugar, porque, por más que se hacía ex- que adopte la madre será un elemento decisivo para
plícito que nosotras como terapeutas, no éramos jue- la recuperación o no de su hija. El tratamiento psico-
ces ni nos correspondía juzgar si el presunto ofensor lógico tendrá un pronóstico positivo o negativo de-
era o no culpable, a lo largo del tratamiento y en la pendiendo en gran medida de esta variable. La razón
medida en que se profundizaba en los hechos no po- estriba en que, hemos constatado que en la mayoría
díamos dejar de pensar, en alguno de los casos, que de los casos si la víctima no ha sido apoyada y prote-
sí nos lo parecía. gida por su madre desde el principio, difícilmente lo
La consecuencia de todo esto fue adoptar medidas será en el futuro lo que producirá una fractura emo-
para tratar de paliar los inconvenientes y/o “tram- cional y psicológica de difícil sutura.

*En la actualidad se llevan a cabo distintos grupos de menores víctimas de abusos sexuales. Estos grupos están formados por niños/as de edades y
desarrollo evolutivo similar. Al mismo tiempo se desarrollan grupos con los padres no abusadores donde se trabaja esta problemática. Esta nueva
modalidad de tratamiento está resultando ser de gran utilidad y de enorme eficacia.

28 50
MEDIFAM O. G UERRA A RABOLAZA Y C. V AÑÓ PIEDRA

También hemos encontrado que en la mayoría de detectar aquello que no forma parte de nuestro es-
estas situaciones incestuosas se da de hecho una si- quema mental, aquello que desconocemos. Estare-
tuación de desprotección hacia la menor antes de mos todos de acuerdo que para poder hacer un buen
que el abuso sexual, propiamente dicho, se haya pro- diagnóstico de una enfermedad debemos conocer
ducido. Nos encontramos principalmente con una ti- bien los síntomas. Exactamente lo mismo ocurre con
pología de maltrato de tipo negligente, donde el el abuso sexual. Si desconocemos cuáles son sus in-
abandono físico y emocional de las menores está dicadores tanto a nivel físico, emocional como con-
presente. ductual, seremos incapaces de poder detectarlos y
Asimismo, hemos constatado que en aquellos ca- pasarán por delante de nuestros ojos sin tener las
sos en el que el terapeuta ha comunicado la presen- más mínima sospecha de lo que se trata. Asimismo,
cia o sospechas de abusos sexuales al Servicio de poner en conocimiento de la Administración com-
Protección de Menores y/o Fiscalía cuando éstos han petente todas las sospechas o indicios de abusos se-
sido revelados en el transcurso de un tratamiento, el xuales que se conocen, no sólo por las secuelas que
contexto terapéutico ha quedado cuestionado, y en dejan en las víctimas que lo padecen sino porque de
algunas ocasiones incluso se ha llegado a romper a no hacerlo estaríamos incumpliendo con el mandato
iniciativa de los padres, con las consiguientes conse- universal de defensa de los derechos humanos.
cuencias negativas sobre todo para la menor, objeto Por último, tras la constatación de que muchos
de la agresión. ofensores no son condenados a penas de cárcel por
Futuros trabajos tendrán que evaluar el impacto la naturaleza del hecho que se les imputa y que re-
psicológico que produce en las víctimas de abuso se- gresan al domicilio familiar, o que estando en pri-
xual el tiempo de espera al que se ven sometidas en- sión no reciben ningún tipo de ayuda específico para
tre el desvelamiento del abuso y la celebración del el problema que padecen, creemos que sería necesa-
juicio, a nuestro parecer excesivamente largo y pe- rio arbitrar modalidades de intervención que inclu-
noso por todo lo que ello implica y conlleva, espe- yan al ofensor en tratamientos psicológicos si éste ha
cialmente en los niños de corta edad. reconocido los abusos y está dispuesto a reparar el
Sería necesario profundizar conjuntamente con daño que ha causado. Apoyamos para este tipo de
los profesionales del sistema judicial nuevas meto- intervención las recomendaciones que aconsejan los
dologías de trabajo que garanticen a las personas expertos en el tratamiento de los ofensores.
víctimas del abuso sexual una coordinación efectiva
y funcional entre las distintas administraciones y
servicios que se ven implicados en estos casos. CORRESPONDENCIA:
Vemos la urgente necesidad de sensibilizar a la Olga Guerra Arabolaza
red profesional en la detección de estos casos. Aquí C/ Sant Feliú, 12-3º-3ª
es donde juega un papel fundamental la red sanitaria 07012 Palma de Mallorca
de atención primaria y especialmente los médicos de e-mail: sif@cim.net
familia, los servicios sociales y las escuelas de edu- Telf. 971 76 44 94
cación infantil y primaria. Es poco probable ver y

Bibliografía recomendada
1. Barudy J. El dolor invisible de la infancia. Barcelona: Paidós 14. Malacrea M. Trauma y reparación. El tratamiento del abuso
Terapia Familiar, 1998. sexual en la infancia. Barcelona: Paidós, 2000.
2. Briere JN. Child abuse trauma. California: Sage, 1992. 15. López F. Los abusos sexuales a menores. Madrid: Ministerio de
3. Bolton FG, Bolton SR. Working with violent families. Califor- Asuntos, 1994.
nia: Sage, 1987. 16. Morgan M. How to interview sexual abuse victims. California:
4. Burke Draucker C. Counselling survivors of childhood sexual Sage, 1995.
abuse. California: Sage, 1992. 17. Noguerol V. Implicación del sistema legal en el abuso infantil.
5. Faller KC. Understanding child sexual maltreatment. Califor- Un saco lleno de preguntas, dilemas y frustaciones. FAPMI
nia: Sage, 1990. 1995; 1: 95-104.
6. Finkelhor D. Abuso sexual al menor. México: Pax, 1979. 18. Noguerol V, Sánchez Moro C. Dossier sobre el abuso sexual
7. Garbrino J, Eckenrode J. ¿Por qué las familias abusan de sus infantil. Madrid: Centro de estudios del menor, 1995.
hijos? Barcelona: Granica, 1999. 19. O’Connell M, Leberg E, Donaldson C. Working with sex offen-
8. Gil E. Tratamiento sistémico de la familia que abusa. San Fran - ders. California: Sage, 1990.
cisco: Granica, 1996. 20. De Paul J, Arruabarrena MI. Manual de protección infantil.
9. Hooper CA. Madres sobrevivientes al abuso sexual de sus Madrid: Masson, 1995.
niños. Buenos Aires: Nueva Visión, 1994. 21. Patton MQ. Family sexual abuse. California: Sage, 1991.
10. López F. Prevención de los abusos sexuales de menores y edu- 22. Perrone R, Nannini M. Violencia y abusos sexuales en la fami-
cación sexual. Salamanca: Amarú, 1995. lia. Argentina: Paidós, 1997.
11. MacDonald K. Counselling for sexual abuse. London: Oxford 23. Sanz D, Molina A. Violencia y abuso en la familia. Buenos
University Press, 1995. Aires: Lumen Humanitas, 1999.
12. Madanes C, Keim JP, Smelser D. Violencia masculina. Barce- 24. Stevenson O. La atención al niño maltratado. Barcelona: Pai-
lona: Granica, 1997. dós, 1992.
13. Madanes C. Sexo, amor y violencia. Barcelona: Paidós, 25. Stith S, Williams MB, Rosen K. Psicosociología de la violencia
1993. en el hogar. Bilbao: DDB, 1992.

51 29

S-ar putea să vă placă și