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(Ensayo)
A finales del siglo XVIII (Prerromanticismo), se plantea una crisis de pensamientos razonable
para explicar el mundo y el hombre. En ese sentido antes la norma y las leyes inmutables, el
sentimiento, la imaginación, el instinto y la libertad adquieren renovado vigor en la vida y en
la creación artística. El hombre busca respuestas que den sentido a la vida y sufre la angustia,
el desconcierto y el desengaño a los que le arrastra el choque con una sociedad que le disgusta
y con un mundo que ha perdido su coherencia racionalista.
Surge un movimiento cultural, artístico e ideológico a principios del siglo XIX cuyo origen se
había gestado en la escuela alemana Sturm und Drang (‘tempestad y pasión’), que defendía la
ruptura con las reglas establecidas y la expresión de los sentimientos. El cual se refleja en la
literatura de la época, donde los temas que tocan vienen a ser la reivindicación de la libertad,
la subjetividad, la exaltación del yo, y el ansia de realización del individuo en una sociedad no
burguesa (lo que le lleva al mayor desprecio de las normas, del dinero y de la vida y a ser más
generoso).
Esta corriente se denomina Romanticismo y representa el inicio de la modernidad, la cual se
desarrolla a mediado del siglo XIX surgiendo como una reacción contra el pensamiento de la
ilustración, planteando la libertad, tanto moral, como política de esta misma. La consecuencia
de esta crisis del racionalismo trae como resultado un pensamiento idealista, el cual viene a
sustentar la filosofía del romanticismo. En donde se plantea que la razón no basta para
explicar y dar sentido al mundo; la historia se concibe como la lucha del espíritu por su
liberación.
Así se inicia la lírica romántica como expresión poética tradicional, para transmitir un
sentimiento intenso, como resultado de una reflexión profunda o la manifestación de cualquier
tipo de experiencia del autor con el “yo” como protagonista de su propia obra.
En estas obras románticas predomina el uso de metros y estrofas variados. Se crean nuevas
formas, como la octavilla aguda, y recuperan algunas formas olvidadas, como los romances y
las canciones. Los temas centrales son amor y libertad. En cuanto al pensamiento estético,
este reacciona contra el Neoclasicismo: donde antes había orden y medida ahora todo es
libertad.
La lírica romántica surge en Europa, primeramente, en Inglaterra y Alemania, como la
principal forma poética del siglo 19. En estos países alcanza un gran desarrollo, llegando a ser
vista como sinónimo de la poesía. La lírica romántica se compone de relatos en primera
persona de los pensamientos y sentimientos de un momento determinado, los sentimientos no
son extremos, sino personal.
El sentimiento, la imaginación y la fantasía son las fuerzas creadoras que definen EL
ROMANTICISMO del siglo XIX. A finales del S. XVIII hay una reacción contra el
racionalismo y la estética reglamentada de los neoclásicos. Esto dará lugar a una nueva
corriente artística, el ROMANTICISMO, que ocupará gran parte del siglo XIX, aunque al
final tendrá que convivir con el Realismo y con el Naturalismo.
El Romanticismo en España fue tardío y breve ya que el realismo tuvo mayor fuerza y se
impuso desde mediados del siglo XIX. Así se podría considerar que el romanticismo literario
español se desarrolla desde en la primera mitad del siglo XIX y el posromanticismo hasta la
década de los 70 del siglo XIX.
En 1814 es derrotado el ejército de Napoleón Bonaparte y se restaura la monarquía absoluta
de Fernando VII (1814-1833); esto supone una represión de los ideales liberales y poco
desarrollo de la vida cultural. Muchos intelectuales deben exiliarse a Francia o Inglaterra y es
ahí donde conocen las nuevas ideas románticas que luego traerán a España.
Tras la muerte del rey, en 1833, se promulgó en España una amnistía que permitió el regreso
de los exiliados, y fue entonces cuando el Romanticismo se impuso en España. La obra que
marca el comienzo de esta etapa literaria es «La conjuración de Venecia», de Francisco
Martínez de la Rosa (la obra cuenta la lucha de los liberales contra un tirano). Lo que llevo al
desarrollo del Romanticismo entre 1833 y 1850.
El romanticismo literario español se presenta confuso y complejo. inicialmente, se conoce
como romanticismo tradicional y el liberal. Ambas corrientes son antagónicas, la primera
tradicional y conservadora, encabezada por José Zorrilla y Ángel Saavedra (el duque de
Rivas), defiende valores tradicionales normalmente asociados a la Iglesia y a la Patria.
Mientras que la otra más crítica y liberal que se acabó imponiendo, era liderada por José de
Espronceda, se apoya en el historicismo y reintegración del saber en la conciencia que dialoga
consigo misma (la dialéctica hegeliana).
El romanticismo español se encierra básicamente en la década entre los años 1834 a 1844,
momento en que se escribieron las grandes obras románticas iniciada con La conjuración de
Venecia. Drama histórico en cinco actos y en prosa (1834), de Martínez de la Rosa, y acaba
con Don Juan Tenorio (1844), de José Zorrilla.
En resumen, se tiene que, la lírica romántica triunfa en España a partir de la década de los 30.
Con la publicación de las Poesías de Zorrilla en 1837, que es cuando se señala el inicio del
periodo de plenitud de esta corriente literaria. En ese tiempo publicaron sus obras Espronceda,
el duque de Rivas, Zorrilla y Gómez de Avellaneda.
Por lo ante expuesto, se puede distinguir las siguientes etapas en el Romanticismo europeo y
español:
Prerromanticismo. Se origina en el último tercio del XVIII en Alemania y en
Inglaterra. A principios del XIX el Romanticismo se impone a la Ilustración. En
España, por causas políticas (represión absolutista de Fernando VII) y sociales (escasa
burguesía), no triunfará plenamente hasta 1833; no obstante, nuestros neoclásicos ya
mostraban cierta actitud romántica: Meléndez Valdés, Cienfuegos, Quintana, Blanco
White y Alberto Lista. Estos conviven con la primera generación o avanzada
romántica (Rivas, Martínez de la Rosa)
Apogeo del Romanticismo. Cuando ya en Europa perdía impulso, en 1833, al morir
Fernando VII, regresan los exiliados a España, empapados de los nuevos ideales
progresistas. A las ya moderada avanzada romántica se suma el entusiasmo de los
jóvenes de la generación de los románticos exaltados; pero alguno de ellos muere
jóvenes (Larra, Espronceda) y otros se tornan conservadores (Zorrilla)
Pervivencia del Romanticismo. Hacia 1840 la estética de realismo se implanta en
Europa. En España, en la década de 1850 empiezan a surgir rasgos realistas, que se
impondrán a partir de la Revolución de 1868. La generación de los románticos
rezagados se vuelve más intimista (Bécquer, Rosalía de Castro).
Por su naturaleza humana y emocional, las obras entregadas por la lírica romántica son
altamente dramáticas, desaforadas y violentas. Por lo tanto, los espacios que se describen en
ella pueden ser poco convencionales (cementerios nocturnos, lugares desolados o habitaciones
altamente cargadas de emoción).
Una de sus características esenciales donde se centra el autor, es en la figura del “Yo”. Por lo
que, la lírica romántica deja de ser un manuscrito descriptivo y pasa a convertirse en la
manifestación de las emociones, vivencias, experiencias y pensamientos de su autor. De esta
manera, el contenido de la lírica romántica deja de ser una simple narración o descripción de
un paisaje, y pasa a convertirse en la descripción detallada de las emociones del autor
expresada por sus sentimientos. Por eso utilizan adjetivos, exclamaciones y un lenguaje
cercano donde las metáforas lo convierten todo en símbolo de una idea superior.
Por este motivo, casi siempre las obras que se incluyen dentro de este tipo de producción
artística son desaforadas, salvajes, misteriosas y violentas. Pocos temas tratados dentro de la
lírica romántica son superfluos o carecen de significado, por el contrario, todos ellos son una
forma usada por el autor para expresar su sentir personal. Al formar parte del romanticismo,
este tipo de lírica renuncia a todo argumento racional y otorga prioridad a los sentimientos.
Por esta razón, el amor forma parte fundamental dentro de sus producciones.
La lírica romántica facilita la expresión de los sentimientos del autor. En ellas se distinguen
dos tipos de lírica romántica, la narrativa que desarrollan relatos similares a la épica medieval
y al romancero, es decir leyendas, temas históricos, etc. Por otro lado, la lírica que expresa
deseos del autor, anhelos, frustraciones, etc.
JUAN ANTONIO PEREZ BONALDE
Pérez Bonalde nació en Caracas el 30 de enero de 1846 y muere el 4 de octubre de 1892 en La
Guaira y posteriormente sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional el 14 de febrero de
1946. el poeta de «La Vuelta a la Patria», el poeta de Caracas, Juan Antonio Pérez Bonalde.
Fue el noveno hijo del matrimonio integrado por Juan Antonio Pérez Bonalde y Gregoria
Bonalde Pereyra.
Obra literaria
Su obra poética, no es muy extensa, lleva la impronta del romanticismo melancólico: nostalgia de
lo perdido, culto a los muertos, crepuscularismo. Es un excelente lírico romántico de evocaciones
nostálgicas, cuyos ecos lo acercan más al posromanticismo que al modernismo. Y su poesía
influyó poderosamente en la lírica venezolana. Principalmente su obra poética original está
representada por dos Poemarios: Estrofas (1877) y Ritmos (1880). Sus traducciones de mayor
importancia son El cancionero (1885) del alemán Henrique Heine, y El cuervo (1887) del
norteamericano Edgar Allan Poe.
Sus poemas más recordados son la elegía "Flor" (dedicada a su hija Flor, que murió siendo muy
niña), "Primavera", "Poema del Niágara" y "Vuelta a la patria".
Poemas
A un tirano
Vuelta a la Patria (1875)
Estrofas (1877)
Ritmos (1880)
El poema del Niágara (1880)
Prólogo al Poema del Niágara de José Martí
Flor (1883)
El hombre y el abismo
Obras traducidas
Su extensa obra traducidas de varios autores famosos:
Del filósofo alemán Johann Gottfried von Herder “El hijo de la pena”
“Insomnio” y “La romería a Keevlar” de Heinrich Heine
“Los tres amores”, “El caballero nocturno” y “La maldición del bardo” (1877) de
Ludwig Uhland
Del alemán “Scheideblick” and “Bitte”, en español “Adiós” y “Súplica” del poeta
austriaco Nikolas Lenau
“Tres sonetos” de Shakespeare
del portugués, “Su lecho”, de Ferreira (1876), “Mis ocho años” del poeta portugués
D’Abreu y “Ruinas” fragmento de “A morte de D. Joao” del poeta portugués Abílio de
Guerra Junqueiro
Del francés, “La Venus de Milo” de Paul de Saint-Víctor (1890).