La crisis mundial de 1929 produjo un cambio rotundo en el comercio, la circulación del
dinero y la producción internacional. Estas condiciones tuvieron un efecto negativo en las relaciones que tenía Argentina como país agroexportador de materias primas e importador de productos manufacturados y los países industrializados. La crisis hizo que el comercio internacional se redujera y que los precios de los productos cayeran. No había ni préstamos, ni refinanciaciones ni inversiones de países extranjeros, dado que los últimos también se encontraban sumidos en una gran crisis. El cese del flujo internacional de capitales tuvo un gran impacto en nuestro país dado que desde las últimas décadas del siglo XIX se había beneficiado por las inversiones extranjeras Los países centrales redujeron las compras de materias primas y alimentos a los países periféricos como Argentina. Por consiguiente Argentina carecía de compradores de materia prima como carnes y cereales, los precios de sus exportaciones disminuían, no existían posibilidades de créditos internacionales, se reducía el dinero disponible para el pago de las importaciones y de la deuda externa, y el Estado sufría la reducción de sus ingresos, los cuales provenían principalmente de sus exportaciones. La restricción de las importaciones provocadas por la crisis reinante promovió la sustitución de las mismas por la producción de bienes manufacturados en el país. Tanto los grandes terratenientes como las comerciantes exportadores, nucleados en la Sociedad Rural Argentina (SRA), y los grupos industriales, nucleados en la Unión Industrial Argentina (UIA), coincidieron que la solución de los problemas de la economía nacional era el desarrollo de la actividad industrial, impulsando al gobierno a iniciar un proceso de sustitución de importaciones de manufacturas industriales y la activación de la demanda interna alterando la división internacional del trabajo en la que Argentina tenía el lugar de país productor de materias primas y alimentos. Estos cambios económicos también tuvieron efectos en la distribución demográfica de la población. Los cinturones urbanos de las grandes ciudades se expandieron debido a la llegada de aquellos que vivían en el campo quienes, por efecto de la crisis, abandonaron el campo y fueron atraídos por el crecimiento industrial y la mano de obra. Esto produjo una modificación en la composición de la clase obrera argentina. Este proceso de industrialización no sólo generó la aparición de pequeños y medianos empresarios de origen nacional sino también absorbió la mano de obra reclutada entre los inmigrantes La crisis internacional también produjo cambios en los sistemas ideológicos y las creencias dominantes causando un desgaste del pensamiento liberal Frente al quiebre de la creencia liberal, la cual consideraba que el mercado era capaz de regularse a sí mismo, surge un Estado intervencionista para resolver la crisis que el mercado había ocasionado. Este Estado interventor permitió subsanar los efectos de la crisis mundial y reorientar la estructura económica. Fue adquiriendo mayor protagonismo atendiendo las demandas sociales tales como el control del cambio, la regulación de precios, la creación de Juntas Reguladoras de productos primarios para sostener los precios y evitar la bancarrota de las empresas, la creación del Banco Central con el objetivo de regular la política monetaria nacional y otros aspectos tales como la incorporación y diversificación de ofertas educativas. Una vez que Perón llegó a la presidencia, comenzó a sentar las bases de la doctrina justicialista que poseía rasgos populistas y nacionalistas. El Estado, para esta concepción, era productor de bienes y servicios .Desde allí se crearon empresas como Industrias Mecánicas del Estado, Sociedad Mixta Siderurgia Argentina, Fabricaciones Nacionales de Productos Químicos, Gas del Estado e YPF, Empresa de Líneas Marítimas Argentinas y Flota Aérea Mercante Argentina. Otro punto decisivo fue la nacionalización de de los servicios públicos como el transporte, el teléfono y la energía, además de la nacionalización del ferrocarril. El objetivo era instalar un Estado de Bienestar en el que se aumentara la seguridad social, la distribución del ingreso, aumentara el gasto público y se invirtiera en defensa, salud, educación y vivienda. La redistribución de la riqueza se logró de la siguiente manera: a través de transferencias monetarias, directas (seguros de desempleo, pensiones, asignaciones familiares) o indirectas (subsidios a productos de consumo básico), mediante la provisión de bienes (programas de asistencia alimentaria) , prestación de servicios (educación, salud) y estableciendo normas de protección de las condiciones de trabajo, del medio ambiente y de la calidad de productos y servicios Se utilizaron diversas herramientas, como los créditos subsidiados a la industria, que reflejaban el interés por garantizar la plena ocupación y la capacidad de compra de los ciudadanos y así incentivar la producción nacional La industria cumplía un rol esencial como fuente de empleo y consumo, por consiguiente durante este período la industrialización por sustitución de importaciones continuó. Algunas medidas implementadas para ello fueron la restricción a las importaciones mediante controles de cambio y permisos previos, preferentemente a la importación de materias primas y bienes de capital, políticas crediticias que fueron implementadas a través del Banco Industrial, y el Banco Central brindando fondos financiados a largo plazo. Otro de los aspectos a considerar fue el fomento de la educación técnica. Sin embargo, las políticas industriales se centraban en una limitada escala de producción, no se estaban sustituyendo las ramas básicas de la industria que proveerían insumos a todas las demás, la poca inversión extranjera llevaba a que se dependiera exclusivamente de los fondos nacionales, la disminución de las importaciones agrícolas proporcionaba bajos rendimientos y la baja productividad generaba menos divisas. Podríamos afirmar que durante las presidencias de Perón el modelo ISI estaba asentado en una planificación estatal en la que el fortalecimiento y la extensión de la industria nacional se convierten en política de Estado. Este hecho se puede observar en la implementación de los planes quinquenales. La creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) permitió la redistribución de los ingresos desde la producción agropecuaria a otros sectores de la economía y desde los sectores más favorecidos a las clases trabajadoras manteniendo los precios relativamente baratos de los productos alimentarios. Sin embargo este modelo de desarrollo virtuoso sin crecimiento de divisas preveía un fracaso a largo plazo. Desde 1950 a 1952 disminuyó la capacidad real de consumo de los salarios. El alza de estos últimos comenzó a quedar rezagada frente a los precios en el momento en que los límites a la importación redujeron la capacidad adquisitiva de los trabajadores. A partir de 1952 se presentó el segundo Plan Quinquenal que tuvo como objetivo impulsar las inversiones extranjeras orientadas a las industrias pesadas y el sector petrolero, modernizar el sector agropecuario a través del IAPI y fijar un tipo de cambio que fuera satisfactorio para este último sector. También se buscó imponer una política de austeridad que afectó las mejoras que los sectores populares habían adquirido. En 1952 se presentó un nuevo Plan Quinquenal que buscó impulsar las inversiones extranjeras orientadas a las industrias pesadas y el sector petrolero (se radicaron en el periodo las empresas Kaiser, Fiat, Mercedes Benz, Siemens, Bayer, y la Standard Oil firmó acuerdos de producción de hidrocarburos con YPF), dinamizar y modernizar el sector agropecuario, reorientando el ingreso a su favor con el IAPI y la fijación de un tipo de cambio más satisfactorio para el sector. Asimismo, se intentó poner en marcha una política de austeridad que afectó las mejoras obtenidas por los sectores populares. En paralelo, desde comienzos de la década de 1950 habían proliferado sectores antiperonistas violentos tanto en las fuerzas políticas partidarias como entre los militares que fueron desplegando diversas acciones cuyo cenit fue el bombardeo a la Plaza de Mayo junio de 1955 que tuvo como saldo 364 muertos y centenares de heridos. A partir de allí comenzó una escalada de violencia política entre ambos sectores que culminó con el golpe de estado del 21 de septiembre de 1955 y la proscripciòn del peronismo, hecho que marcó a fuego la dinámica política argentina de la tercera etapa.
Argentina no logró aumentar la productividad de la industria con respecto a la media
internacional, y por lo tanto, tenía pocas posibilidades de insertar nuevos productos dentro de sus líneas de exportación. El objetivo final de la ISI era cambiar el patrón de inserción de en el mercado mundial ,pero no se había alcanzado